Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Se suele decir: -"Cría buena fama y échate a dormir".
Ayer miraba un capítulo por encima de la serie "Vikingos", una serie posiblemente buena y que sin embargo no ha logrado atraparme, y me extrañaba ver cómo la corriente mediática dominante en el mundo glorifica a gentes que se dedicaban abiertamente a la rapiña y el crimen, como estos vikingos, o como Drake, por ejemplo, o como cualquiera de los bárbaros que han manchado el planeta de sangre en nombre de los EUA, Inglaterra o Bélgica, entre otro demasiado numerosos para enumerarlos, y sin embargo somos los españoles los que tenemos fama de codiciosos y crueles, y a veces, como en la reciente película de "Oro", hallamos placer en castigarnos por cosas que han sido superadas por naciones cien veces más imperialistas y genocidas que nosotros.
Julio César, Gengis Khan, movidos por la ambición, son alabados, y nosotros, movidos por evangelizar y civilizar, somos denostados.
No lo entiendo, francamente.
Ayer miraba un capítulo por encima de la serie "Vikingos", una serie posiblemente buena y que sin embargo no ha logrado atraparme, y me extrañaba ver cómo la corriente mediática dominante en el mundo glorifica a gentes que se dedicaban abiertamente a la rapiña y el crimen, como estos vikingos, o como Drake, por ejemplo, o como cualquiera de los bárbaros que han manchado el planeta de sangre en nombre de los EUA, Inglaterra o Bélgica, entre otro demasiado numerosos para enumerarlos, y sin embargo somos los españoles los que tenemos fama de codiciosos y crueles, y a veces, como en la reciente película de "Oro", hallamos placer en castigarnos por cosas que han sido superadas por naciones cien veces más imperialistas y genocidas que nosotros.
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No lo entiendo, francamente.
- cutis
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
La globalización es anglosajona y a nosotros siempre nos han odiado , desde que fuimos un imperio y azote de herejes. De ahi el trato que hacen a España en todos los ámbitos
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla naval de la Bahía de Matanzas
La batalla de la bahía de Matanzas fue un combate naval librado en 1628 en el marco de la guerra de los Ochenta Años en la que una escuadra holandesa derrotó a la flota española frente a la ciudad de Matanzas, en la costa norte de Cuba.
En 1628, siendo rey de España Felipe IV, hacía sesenta años que las Provincias Unidas de los Países Bajos, dependientes de la corona española, intentaban lograr su independencia mediante la guerra de los Ochenta Años, extendiendo las hostilidades también fuera de Europa.
Una parte de la Flota de Indias, con base en Venezuela, había sido advertida de las intenciones holandesas de atacar los barcos españoles que a través del mar Caribe llevaban metales preciosos a España procedentes de América, pero otra parte de la flota española, con base en Nueva España, ignoraba estas amenazas. El almirante holandés Piet Hein, con Witte de With como capitán de su barco insignia, junto con el almirante Hendrick Lonck y el vicealmirante Joost Banckert, interceptó dieciséis barcos españoles procedentes de Nueva España frente a la ciudad de Matanzas, en la costa de Cuba (en aquel tiempo posesión española); un galeón fue tomado tras un ataque por sorpresa, nueve pequeños mercantes se rindieron, otros dos fueron tomados en el mar, y cuatro galeones más quedaron atrapados en la bahía cubana de Matanzas.
Tras un combate incruento, éstos acabaron también por rendirse, y Hein capturó oro, plata y otras mercancías, como índigo y cochinilla por valor de 11.509.524 florines.1 Los holandeses no tomaron prisioneros y dieron a los españoles suministros suficientes para llegar a La Habana.
Consecuencias
Éste sería el mayor botín capturado a la bien protegida Flota de Indias en toda su historia. El dinero sostuvo la armada holandesa durante ocho meses, permitiéndoles capturar la fortaleza de Bolduque tras su regreso a los Países Bajos en 1629, donde Hein fue aclamado como héroe. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, a cuyo cargo estaba la flota de Piet Hein, declaró un dividendo del 50% a cuenta de los beneficios de esta expedición
Saludos

La batalla de la bahía de Matanzas fue un combate naval librado en 1628 en el marco de la guerra de los Ochenta Años en la que una escuadra holandesa derrotó a la flota española frente a la ciudad de Matanzas, en la costa norte de Cuba.
En 1628, siendo rey de España Felipe IV, hacía sesenta años que las Provincias Unidas de los Países Bajos, dependientes de la corona española, intentaban lograr su independencia mediante la guerra de los Ochenta Años, extendiendo las hostilidades también fuera de Europa.
Una parte de la Flota de Indias, con base en Venezuela, había sido advertida de las intenciones holandesas de atacar los barcos españoles que a través del mar Caribe llevaban metales preciosos a España procedentes de América, pero otra parte de la flota española, con base en Nueva España, ignoraba estas amenazas. El almirante holandés Piet Hein, con Witte de With como capitán de su barco insignia, junto con el almirante Hendrick Lonck y el vicealmirante Joost Banckert, interceptó dieciséis barcos españoles procedentes de Nueva España frente a la ciudad de Matanzas, en la costa de Cuba (en aquel tiempo posesión española); un galeón fue tomado tras un ataque por sorpresa, nueve pequeños mercantes se rindieron, otros dos fueron tomados en el mar, y cuatro galeones más quedaron atrapados en la bahía cubana de Matanzas.
Tras un combate incruento, éstos acabaron también por rendirse, y Hein capturó oro, plata y otras mercancías, como índigo y cochinilla por valor de 11.509.524 florines.1 Los holandeses no tomaron prisioneros y dieron a los españoles suministros suficientes para llegar a La Habana.
Consecuencias
Éste sería el mayor botín capturado a la bien protegida Flota de Indias en toda su historia. El dinero sostuvo la armada holandesa durante ocho meses, permitiéndoles capturar la fortaleza de Bolduque tras su regreso a los Países Bajos en 1629, donde Hein fue aclamado como héroe. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales, a cuyo cargo estaba la flota de Piet Hein, declaró un dividendo del 50% a cuenta de los beneficios de esta expedición
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Marco Tulio Cicerón.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
1ª Batalla naval de SAN MARTIN
La recuperación de San Martín fue una expedición naval española, parte de la Guerra de los Treinta Años, en la que una escuadra de esta nacionalidad retomó el control de la isla caribeña de San Martín, entonces dominada por las Provincias Unidas de los Países Bajos e integrada en las Antillas Neerlandesas. La isla, cuya soberanía reclamaba España desde el segundo viaje de Colón, que tuvo lugar en 1493, se encuentra a unos ciento cincuenta kilómetros al este de Puerto Rico. La toma de la isla por los españoles eliminó un centro de piratería holandesa y debilitó tanto esta actividad como el comercio holandés en el Caribe.
La isla contaba con unas pequeñas salinas. La sal era, de hecho, su principal exportación. Sus salinas eran, junto con las de la isla de La Tortuga, las que utilizaba la Compañía holandesa de las Indias Occidentales en el Caribe; en ambas se habían construido fuertes para protegerlas de los ataques españoles. Muy pequeña como el resto de islas de Barlovento, su comercio se concentraba en los intercambios con otras islas cercanas el poder de ingleses y franceses. Aunque cultivaba azúcar para la exportación, lo hacía a pequeña escala: la mayoría de los cultivos isleños iban destinados al consumo local. Contaba con menos de mil habitantes, como las demás Antillas Neerlandesas.
Debido a las piraterías que aquejaban a los españoles originadas en la isla, el Consejo de Indias decidió que la flota que escoltaba los transportes entre América y la península ibérica acabase con lo que consideraba un nido de corsarios. En Cádiz, se reunieron las escuadras de Lope de Hoces, Nicolás de Brasidi y Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta. Este quedó al mando de la flota conjunta, que reforzó con cinco urcas suecas embargadas en los puertos andaluces. El 12 de mayo de 1633 partió la flota, formada por cincuenta y cinco navíos, veinticuatro de ellos de guerra.
El 24 de junio los españoles arribaron a la isla de San Bartolomé, donde dejaron escapar cinco presas. Dos días más tarde anclaron en San Martín, donde la población ya había sido apercibida de la llegada de la flota española.
Campaña
El reconocimiento hecho por los españoles descubrió el fuerte de veintidós cañones que protegía el acceso a la colonia de Sint Maarten: cubría el fondeadero de la isla y era de difícil asalto; el almirante Cadereyta envió parlamentarios del Nuestra Señora de Aranzazu, el buque insignia de la flota encargada de la misión, a tierra, para exigir la rendición de la guarnición del fuerte holandés. Esta, que constaba de unos ciento cincuenta holandeses y cuarenta auxiliares negros, todos a las órdenes de Jan Claeszoon van Campen, rechazó la petición del enviado español. El gobernador holandés de la plaza trató con exquisita cortesía a los enviados españoles, pero indicó que se aprestaba a defenderla.
Varios de los galeones españoles se enzarzaron entonces con la guarnición en un duelo artillero en el que perecieron siete marineros españoles que estaban tratando de desembarcar en la isla. Al mismo tiempo, los atacantes exploraban la costa para encontrar un lugar apropósito para echar las tropas a tierra. A las 2:00 a. m. del día siguiente, los españoles desembarcaron mil soldados y trescientos marineros, capitaneados por el almirante De Hoces y el maestre de campo Luis de Rojas y Borgia; entre los efectivos se contaban dos pequeños cañones de campaña.
Tras cruzar arduamente terreno selvático casi impenetrable en una dura marcha en la que murieron dieciséis hombres por el calor, los españoles lograron alcanzar la retaguardia de la posición holandesa y comenzaron a asaltar las murallas del fuerte el 26 de junio. Los defensores consiguieron frenar el embate con fuego de mosquete; el propio De Hoces resultó herido gravemente en el codo y en el costado por las balas enemigas: de la herida perdió el brazo. Rechazados por los holandeses, los españoles se aprestaron a cercar el fuerte; trajeron a tierra cuatro cañones pesados para formar una batería y lanzaron un nuevo ataque con un contingente de cien hombres la noche del 28 de junio en el que resultó herido el veterano capitán Tiburcio Redín.
Rendición holandesa y consecuencias de la batalla
Finalmente, el 1 de julio, Van Campen, malherido, solicitó la rendición para los sesenta y dos holandeses y quince negros que había sobrevivido a los combates; los españoles aceptaron la claudicación del comandante holandés, aunque con condiciones más duras de las que este pedía.
Cadereyta ocupó el fuerte al día siguiente y decidió mantenerlo en pie y reforzarlo con cuatro cañones de a veinticuatro libras, dos medias culebrinas de a dieciocho, y cinco de diez a doce libras; al frente del fuerte quedaría el capitán Cebrián de Lizarazu, al mando de una guarnición de doscientos cincuenta soldados y cincuenta auxiliares. La flota española se retiró entonces a San Juan de Puerto Rico, a donde arribó con su carga de prisioneros holandeses y tres presas de la misma nacionalidad el 13 de julio. Los españoles permitieron que la población holandesa de la isla la abandonase, izaron la bandera española y celebraron una misa de acción de gracias en el fuerte capturado.
La toma de la isla fue una de las acciones que arrebataron a los holandeses el control de la sal en el Caribe que se habían estado disputando con los españoles. En 1644, el gobernador holandés de Curazao, Peter Stuyvesant, atacó la isla con doce navíos y mil hombres, pero, a pesar de la ventaja numérica sobre los defensores, no logró recuperarla y tuvo que levantar el asedio tras cuatro semanas. España devolvió la isla a las Provincias Unidas en el Tratado de Westfalia.
Saludos

La recuperación de San Martín fue una expedición naval española, parte de la Guerra de los Treinta Años, en la que una escuadra de esta nacionalidad retomó el control de la isla caribeña de San Martín, entonces dominada por las Provincias Unidas de los Países Bajos e integrada en las Antillas Neerlandesas. La isla, cuya soberanía reclamaba España desde el segundo viaje de Colón, que tuvo lugar en 1493, se encuentra a unos ciento cincuenta kilómetros al este de Puerto Rico. La toma de la isla por los españoles eliminó un centro de piratería holandesa y debilitó tanto esta actividad como el comercio holandés en el Caribe.
La isla contaba con unas pequeñas salinas. La sal era, de hecho, su principal exportación. Sus salinas eran, junto con las de la isla de La Tortuga, las que utilizaba la Compañía holandesa de las Indias Occidentales en el Caribe; en ambas se habían construido fuertes para protegerlas de los ataques españoles. Muy pequeña como el resto de islas de Barlovento, su comercio se concentraba en los intercambios con otras islas cercanas el poder de ingleses y franceses. Aunque cultivaba azúcar para la exportación, lo hacía a pequeña escala: la mayoría de los cultivos isleños iban destinados al consumo local. Contaba con menos de mil habitantes, como las demás Antillas Neerlandesas.
Debido a las piraterías que aquejaban a los españoles originadas en la isla, el Consejo de Indias decidió que la flota que escoltaba los transportes entre América y la península ibérica acabase con lo que consideraba un nido de corsarios. En Cádiz, se reunieron las escuadras de Lope de Hoces, Nicolás de Brasidi y Lope Díaz de Armendáriz, marqués de Cadereyta. Este quedó al mando de la flota conjunta, que reforzó con cinco urcas suecas embargadas en los puertos andaluces. El 12 de mayo de 1633 partió la flota, formada por cincuenta y cinco navíos, veinticuatro de ellos de guerra.
El 24 de junio los españoles arribaron a la isla de San Bartolomé, donde dejaron escapar cinco presas. Dos días más tarde anclaron en San Martín, donde la población ya había sido apercibida de la llegada de la flota española.
Campaña
El reconocimiento hecho por los españoles descubrió el fuerte de veintidós cañones que protegía el acceso a la colonia de Sint Maarten: cubría el fondeadero de la isla y era de difícil asalto; el almirante Cadereyta envió parlamentarios del Nuestra Señora de Aranzazu, el buque insignia de la flota encargada de la misión, a tierra, para exigir la rendición de la guarnición del fuerte holandés. Esta, que constaba de unos ciento cincuenta holandeses y cuarenta auxiliares negros, todos a las órdenes de Jan Claeszoon van Campen, rechazó la petición del enviado español. El gobernador holandés de la plaza trató con exquisita cortesía a los enviados españoles, pero indicó que se aprestaba a defenderla.
Varios de los galeones españoles se enzarzaron entonces con la guarnición en un duelo artillero en el que perecieron siete marineros españoles que estaban tratando de desembarcar en la isla. Al mismo tiempo, los atacantes exploraban la costa para encontrar un lugar apropósito para echar las tropas a tierra. A las 2:00 a. m. del día siguiente, los españoles desembarcaron mil soldados y trescientos marineros, capitaneados por el almirante De Hoces y el maestre de campo Luis de Rojas y Borgia; entre los efectivos se contaban dos pequeños cañones de campaña.
Tras cruzar arduamente terreno selvático casi impenetrable en una dura marcha en la que murieron dieciséis hombres por el calor, los españoles lograron alcanzar la retaguardia de la posición holandesa y comenzaron a asaltar las murallas del fuerte el 26 de junio. Los defensores consiguieron frenar el embate con fuego de mosquete; el propio De Hoces resultó herido gravemente en el codo y en el costado por las balas enemigas: de la herida perdió el brazo. Rechazados por los holandeses, los españoles se aprestaron a cercar el fuerte; trajeron a tierra cuatro cañones pesados para formar una batería y lanzaron un nuevo ataque con un contingente de cien hombres la noche del 28 de junio en el que resultó herido el veterano capitán Tiburcio Redín.
Rendición holandesa y consecuencias de la batalla
Finalmente, el 1 de julio, Van Campen, malherido, solicitó la rendición para los sesenta y dos holandeses y quince negros que había sobrevivido a los combates; los españoles aceptaron la claudicación del comandante holandés, aunque con condiciones más duras de las que este pedía.
Cadereyta ocupó el fuerte al día siguiente y decidió mantenerlo en pie y reforzarlo con cuatro cañones de a veinticuatro libras, dos medias culebrinas de a dieciocho, y cinco de diez a doce libras; al frente del fuerte quedaría el capitán Cebrián de Lizarazu, al mando de una guarnición de doscientos cincuenta soldados y cincuenta auxiliares. La flota española se retiró entonces a San Juan de Puerto Rico, a donde arribó con su carga de prisioneros holandeses y tres presas de la misma nacionalidad el 13 de julio. Los españoles permitieron que la población holandesa de la isla la abandonase, izaron la bandera española y celebraron una misa de acción de gracias en el fuerte capturado.
La toma de la isla fue una de las acciones que arrebataron a los holandeses el control de la sal en el Caribe que se habían estado disputando con los españoles. En 1644, el gobernador holandés de Curazao, Peter Stuyvesant, atacó la isla con doce navíos y mil hombres, pero, a pesar de la ventaja numérica sobre los defensores, no logró recuperarla y tuvo que levantar el asedio tras cuatro semanas. España devolvió la isla a las Provincias Unidas en el Tratado de Westfalia.
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Marco Tulio Cicerón.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Defensa de SAN JUAN 1.625
La Defensa de San Juan fue una operación naval y anfibia para repeler el ataque de las Provincias Unidas a la isla de Puerto Rico por parte de las tropas españolas, dirigidas por el Capitán General de la isla, Juan de Haro y Sanvítores. Entre el 25 de septiembre y el 17 de octubre de 1625 una expedición de los rebeldes de las Provincias Unidas encabezados por Balduino Enrico (Boudewijn Hendricksz) intenta hacerse con la isla sitiando San Juan durante varios meses dentro de la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, finalmente, resulta incapaz de capturar la fortaleza de la ciudad y ha de retirarse
Saludos

La Defensa de San Juan fue una operación naval y anfibia para repeler el ataque de las Provincias Unidas a la isla de Puerto Rico por parte de las tropas españolas, dirigidas por el Capitán General de la isla, Juan de Haro y Sanvítores. Entre el 25 de septiembre y el 17 de octubre de 1625 una expedición de los rebeldes de las Provincias Unidas encabezados por Balduino Enrico (Boudewijn Hendricksz) intenta hacerse con la isla sitiando San Juan durante varios meses dentro de la Guerra de los Ochenta Años. Sin embargo, finalmente, resulta incapaz de capturar la fortaleza de la ciudad y ha de retirarse
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla naval de LOS ABROJOS
La batalla de los Abrojos fue un enfrentamiento naval que tuvo lugar el 12 de septiembre de 163123 en las costas de Bahía, en Brasil, durante la guerra de los Treinta Años. Una flota hispano-portuguesa mandada por el almirante Antonio de Oquendo derrotó a otra holandesa tras seis horas de combates.4
En febrero de 1630, una gran armada holandesa formada por sesenta y siete navíos unos efectivos de siete mil hombres y mil ciento setenta cañones, conquistó Olinda y Pernambuco. La hábil defensa portuguesa, dirigida por Matias de Albuquerque, logró, empero, arrinconar a los holandeses en la costa y obligarlos a abastecerse por mar. Lisboa y Madrid decidieron poner en marcha una contraofensiva, pero la mala situación militar en Flandes y en Italia y la falta de fondos para sufragarla hicieron que se solicitase que Portugal financiase la empresa, objetivo que se logró a medias a pesar de la renuencia de este. Finalmente, Castilla aportó dos tercios del presupuesto de la campaña y Portugal, el resto.
El 5 de mayo de 1631,8 el almirante Antonio de Oquendo zarpó de Lisboa al mando de una flota de entre dieciséis y veinte navíos de guerra. Cinco de los más pequeños, ninguno de más de trescientas toneladas, eran portugueses; otros cinco pequeños eran castellanos. Incluida iba también una urca flamenca; los seis buques mayores eran cántabros. El segundo de De Oquendo era el almirante Francisco de Vallecilla.
La flota transportaba tres mil soldados, refuerzos para Paraíba, Pernambuco y Bahía, en Brasil. La relativa debilidad de la armada —comparada con la de la campaña similar de 1624—, limitaba la meta al transporte de tropas para el reforzamiento de las defensas y obligaba a descartar un ataque frontal a las plazas holandesas. En el viaje de regreso a Portugal, debía escoltar un cargamento de azúcar. Se dirigió primero a Bahía, a donde llegó sin novedad en sesenta y ocho días, permitiendo que los holandeses se aprestasen para oponerse a su llegada.
Cuando estos tuvieron noticia de la venida de Oquendo, enviaron la escuadra de Pernambuco —al mando del almirante Adrian Pater— para interceptarla. Aunque Pater disponía de treinta y tres buques en Pernambuco, dejó anclados diecisiete, ya que suponía que solo ocho de los de Oquendo eran de guerra. Así Pater dispuso dieciséis de sus mejores naves y mil quinientos hombres para enfrentarse a De Oquendo y levó anclas en su busca el 18 de agosto. La flota holandesa no solo superaba teóricamente a la enemiga en número de barcos, sino también en tamaño de estos —todos los navíos de Pater superaban las ochocientas toneladas— y en armamento.
Barcos que participaron en el choque
Armada de De Oquendo y De Vallecilla, con su tonelaje, número de cañones y dotación
Buques españoles
Santiago, (capitana, 900 Tm, 44 cañones, 460 hombres)
San Antonio (almiranta, 700, 28, 244)
Capitana de Cuatro Villas (700, 28, 329)
San Buenaventura (500, 22, 243)
San Martín (450, 18, 241)
San Pedro (450, 20, 244)
San Bartolomé (444, 18, 280)
Capitana de Masibradi (601, 30, 290)
Almiranta de Masibradi (622, 26, 284)
San Carlos (550, 24, 260)
San Blas (440, 20, 217)
San Francisco (400, 20, 220)
Ángel Gabriel (428, 20, 220)
León Dorado (patache, 184, 10, 76)
San Pedro (patache, 134, 8, 67)
Santa Ana (patache, 134, 8, 31)
Buques portugueses
San Jorge (433, 28, 224)
San Juan Bautista (440, 19, 216)
Santiago (450, 20, 207)
Nuestra Señora dos Praceres, mayor (381, 18, 177)
Nuestra Señora dos Praceres, menor (305, 18, 158)
Nuestra Señora da Guia (carabela (150, 18, 58)
Rosario (carabela, 120, 18, 50)
Santa Cruz (carabela, 120, 18, 35)
Nuestra Señora da Ayuda (carabela, 120, 18, 34)
San Jerónimo (carabela, 100, 18, 31)
Armada de De Oquendo y De Vallecilla, según Fernández Duro, p. 122..10
De Oquendo zarpó de Baía de Todos os Santos el 3 de septiembre, con su buque insignia, el Santiago de Oliste, de cuarenta y cuatro cañones y novecientas toneladas, el San Antonio de veintiocho cañones y setecientas toneladas, el Nuestra Señora de la Concepción de treinta cañones, el Nuestra Señora del Buen Suceso de veintiocho, el Nuestra Señora de la Anunciada de veintiséis, el San Carlos de veinticuatro, el San Buenaventura de veintidós; el San Blas, el San Francisco el San Pedro, los tres de veinte cañones; el San Bartolomé de dieciocho, el San Martín, de otros tantos; además, estaban la pinazas francesas requisadas Lion Doré de diez cañones (que los españoles habían renombrado como San Antonio), y la Saint Pierre de ocho (bautizada como San pedro). A estos navíos españoles les acompañaban varios portugueses: el São Jorge de veintiocho cañones; el Santiago, de veinte; el São João Baptista de diecinueve; el Nossa Senhora dos Prazeres (Maior) y el Nossa Senhora dos Prazeres (Menor), ambos de dieciocho; además navegaban con la flota el Nossa Senhora da Boa Nova, el Nossa Senhora do Rozário, el Santo António, el Santa Cruz y el São Jerónimo, todos ellos desarmados. En total, la flota hispano-portuguesa contaba entonces con veinte navíos de guerra y treinta y seis de impedimenta.
Estas naves protegían doce carabelas brasileñas que carecían de armamento y trasportaban mil doscientos soldados, mandados por el napolitano Giovanni Vincenzo de San Felice, conde de Bagnuoli; estas tropas iban destinadas a reforzar las defensas de Paraíba y Pernambuco. A estos barcos se añadían veinte mercantes lisboetas que debían cargar azúcar.
Durante la travesía de Pater hasta encontrarse con Oquendo, dos de sus navíos se habían separado del resto, de manera que, cuando dio con el almirante español, contaba con las siguientes fuerzas: el buque insignia, el Prins Willem de cuarenta cañones y mil toneladas; el Geunieerde Provintien, de cincuenta cañones y ochocientas toneladas; el Provincie Ultrecht de treinta y ocho cañones; el Walcheren, de treinta y cuatro; el Griffoen de treinta y dos y el Groeningen, de otros tantos; el Hollandia y el Oliphant, de treinta cañones; el Amersfoort y el Goeree, de veintiocho; el Mercurius, de veintiséis; el Dordrecht, de veinticuatro; el Medemblik, de veintidós; el Fortuijn y el Wapen Van Hoorn, de veinte; y el Niew Nederlandt de catorce.
Contacto
Alejada de la costa, los vientos y las corrientes arrastraron a la flota hispano-lusa hacia el sureste, hacia la zona conocida como los Abrojos, una región de bajíos a unos trescientos kilómetros de la costa, a unos 18º8 de latitud sur (su nombre proviene del portugués abre olhos, advertencia de lo peligroso del lugar). La noche del 11 de septiembre, Pater avistó por fin la flota ibérica y se aprestó para enfrentarse a ella al día siguiente. El 12 de septiembre, las dos flotas se encontraron en los cayos, a doscientas cuarenta millas al este de los Abrojos.
Los holandeses aparecieron a barlovento de la flota de De Oquendo, que declinó utilizar a las tropas de tierra en el combate; las carabelas que las transportaban se colocaron a sotavento, protegidas por las naves de guerra.
Enfrentamiento
Al alba, el almirante holandés reunió a los capitanes para darles las últimas instrucciones e hizo un brindis de cerveza por la buena fortuna del combate. Pater había dispuesto sus naves en dos líneas. Aprovechando las ligeras brisas que soplaban hacia el este-noreste, Pater avanzó contra De Oquendo, que se encontraba a unas seis millas de distancia; este había ordenado a diecisiete de sus galeones que se desplegasen en media luna y se interpusiesen entre los barcos que escoltaban y la escuadra enemiga. El Anunciada, el Buenaventura, el San Carlos y el San Bartolomé quedaron retrasados.
La lucha comenzó hacia el mediodía, cuando el vicealmirante De Vallecilla abrió fuego desde el San Antonio contra el Geunieerde Provintien de Thijssen, que se abalanzaba contra él junto con el Provincie Ultrecht. Un cuarto de hora más tarde el galeón de De Oquendo y otros cuatro de su escuadra dispararon contra el buque insignia de Pater, que se lanzó junto con el Walcheren contra el Santiago de Oliste. Los holandeses realizaron sus descargas cuando llegaron cerca de los navíos enemigos y se encarnizó la lucha. El cruento combate se centró en torno a los buques insignia y los de los vicealmirantes de las dos flotas; los dos bandos lanzaron diversas descargas y trataron en vano de abordar a su oponente.
La capitana holandesa embistió la popa de la española, que viró para colocarse junto a ella, a barlovento, con lo que el humo de los cañones y de los mosquetes molestaba a aquella. Otro navío holandés atacó por la otra borda al Santiago de Oliste; más altos de borda, los buques holandeses dominaban la cubierta del español, que sufrió numerosas bajas de la mosquetería enemiga. Dos barcos de De Oquendo, uno portugués y otro de Martolosi, acudieron en ayuda de este, colocándose a proa y a popa de los tres barcos mayores. El menor de los galeones portugueses, el Nossa Senhora dos Prazeres del capitán Cosme do Couto Barbosa trató de socorrer al Santiago de Oliste, pero el cañoneo del Prins Willem y del Walcheren lo desviaron del rumbo y acabó hundiéndose. Su lugar en la línea lo ocupó el Concepción, mandado por el Juan de Prado, un buque de mucho mayor porte.
Finalmente, alrededor de las cuatro de la tarde, un disparo del buque insignia de Oquendo logró incendiar el Prins Willem, al que tirotearon los arcabuceros españoles para estorbar el apagado del fuego. Las llamas se extendieron por la nave, se tuvo que evacuar y la tripulación se lanzó al agua: Pater acabó ahogado. De Oquendo logró salvar su barco gracias a que el Concepción consiguió apartarlo antes de que el fuego del holandés le alcanzase y de que este estallase. Este combate había durado desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
La almiranta holandesa, acompañada de otro buque, abordó la de De Vallecilla, a la que auxiliaba el galeoncete San Buenaventura. Casi simultáneamente al hundimiento de la capitana holandesa, el navío de Vallecilla, el San Antonio, comenzó a hacer agua y finalmente se hundió por la popa: en el naufragio pereció la mayoría de los tripulantes, incluido De Vallecilla. Su oponente holandés, el Provincie Ultrecht se alejó ya en llamas y acabó por irse a pique también. La almiranta holandesa, aunque dañada en la lucha, consiguió rendir al San Buenaventura.
El Geunieerde Provintien de Thijsenwas, aunque maltrecho, conservó el apresado Buenaventura del capitán Alonso de Alarcón y Molina, que había acercado el buque al San Antonio durante la lucha; en esta maniobra perdió tanto la vida como su barco.
El resto de la flota holandesa se contentó con bombardear al enemigo desde la distancia; solo el Hollandia, el Amersfoort y el Fortuijn participaron en la lucha directamente, enfrentándose a las descargas de la flota enemiga. La escuadra española tampoco buscó el abordaje, y las dos se limitaron a cañonearse desde lejos.
Consecuencias
El combate terminó con victoria hispano-portuguesa; las fuentes indican distintos números de bajas. Según Marley, una de las naves principales y un galeón se hundieron y otro fue capturado por los holandeses. En total, la escuadra victoriosa perdió quinientos ochenta y cinco hombres entre muertos y desaparecidos (doscientos cuarenta de ellos del Buenaventura, apresado por el enemigo) y doscientos un heridos. De ellos unos doscientos cincuenta muertos eran bajas de la almiranta; en la capitana hundida feneció casi toda la tripulación.
Los holandeses perdieron el buque insignia de la escuadra y otro navío, hundidos, y sufrieron la pérdida de trescientos cincuenta hombres muertos y desaparecidos y de ochenta heridos de gravedad. Según Esquerdo Galiana, la flota holandesa perdió dos mil hombres y tres galeones. El almirante holandés se contó entre los que perecieron en el combate.
Thijssen decidió no reanudar el combate al día siguiente y se retiró a Recife con su maltrecha escuadra el 21 y 22 de septiembre. Mientras, De Oquendo desembarcó a la tropa en Barra Grande de Porto Calvo –únicamente setecientos soldados pasaron luego al Fuerte Arrail do Bom Jesus– y luego regresó a Europa con el planeado cargamento de azúcar. En noviembre, los holandeses retiraron la guarnición de Olinda para concentrar sus fuerzas en la defensa de Recife. Los holandeses quedaron reducidos a la franja costera hasta que la llegada de refuerzos en el invierno de 1632-1633 les permitió extender el territorio bajo su dominio.
Saludos

La batalla de los Abrojos fue un enfrentamiento naval que tuvo lugar el 12 de septiembre de 163123 en las costas de Bahía, en Brasil, durante la guerra de los Treinta Años. Una flota hispano-portuguesa mandada por el almirante Antonio de Oquendo derrotó a otra holandesa tras seis horas de combates.4
En febrero de 1630, una gran armada holandesa formada por sesenta y siete navíos unos efectivos de siete mil hombres y mil ciento setenta cañones, conquistó Olinda y Pernambuco. La hábil defensa portuguesa, dirigida por Matias de Albuquerque, logró, empero, arrinconar a los holandeses en la costa y obligarlos a abastecerse por mar. Lisboa y Madrid decidieron poner en marcha una contraofensiva, pero la mala situación militar en Flandes y en Italia y la falta de fondos para sufragarla hicieron que se solicitase que Portugal financiase la empresa, objetivo que se logró a medias a pesar de la renuencia de este. Finalmente, Castilla aportó dos tercios del presupuesto de la campaña y Portugal, el resto.
El 5 de mayo de 1631,8 el almirante Antonio de Oquendo zarpó de Lisboa al mando de una flota de entre dieciséis y veinte navíos de guerra. Cinco de los más pequeños, ninguno de más de trescientas toneladas, eran portugueses; otros cinco pequeños eran castellanos. Incluida iba también una urca flamenca; los seis buques mayores eran cántabros. El segundo de De Oquendo era el almirante Francisco de Vallecilla.
La flota transportaba tres mil soldados, refuerzos para Paraíba, Pernambuco y Bahía, en Brasil. La relativa debilidad de la armada —comparada con la de la campaña similar de 1624—, limitaba la meta al transporte de tropas para el reforzamiento de las defensas y obligaba a descartar un ataque frontal a las plazas holandesas. En el viaje de regreso a Portugal, debía escoltar un cargamento de azúcar. Se dirigió primero a Bahía, a donde llegó sin novedad en sesenta y ocho días, permitiendo que los holandeses se aprestasen para oponerse a su llegada.
Cuando estos tuvieron noticia de la venida de Oquendo, enviaron la escuadra de Pernambuco —al mando del almirante Adrian Pater— para interceptarla. Aunque Pater disponía de treinta y tres buques en Pernambuco, dejó anclados diecisiete, ya que suponía que solo ocho de los de Oquendo eran de guerra. Así Pater dispuso dieciséis de sus mejores naves y mil quinientos hombres para enfrentarse a De Oquendo y levó anclas en su busca el 18 de agosto. La flota holandesa no solo superaba teóricamente a la enemiga en número de barcos, sino también en tamaño de estos —todos los navíos de Pater superaban las ochocientas toneladas— y en armamento.
Barcos que participaron en el choque
Armada de De Oquendo y De Vallecilla, con su tonelaje, número de cañones y dotación
Buques españoles
Santiago, (capitana, 900 Tm, 44 cañones, 460 hombres)
San Antonio (almiranta, 700, 28, 244)
Capitana de Cuatro Villas (700, 28, 329)
San Buenaventura (500, 22, 243)
San Martín (450, 18, 241)
San Pedro (450, 20, 244)
San Bartolomé (444, 18, 280)
Capitana de Masibradi (601, 30, 290)
Almiranta de Masibradi (622, 26, 284)
San Carlos (550, 24, 260)
San Blas (440, 20, 217)
San Francisco (400, 20, 220)
Ángel Gabriel (428, 20, 220)
León Dorado (patache, 184, 10, 76)
San Pedro (patache, 134, 8, 67)
Santa Ana (patache, 134, 8, 31)
Buques portugueses
San Jorge (433, 28, 224)
San Juan Bautista (440, 19, 216)
Santiago (450, 20, 207)
Nuestra Señora dos Praceres, mayor (381, 18, 177)
Nuestra Señora dos Praceres, menor (305, 18, 158)
Nuestra Señora da Guia (carabela (150, 18, 58)
Rosario (carabela, 120, 18, 50)
Santa Cruz (carabela, 120, 18, 35)
Nuestra Señora da Ayuda (carabela, 120, 18, 34)
San Jerónimo (carabela, 100, 18, 31)
Armada de De Oquendo y De Vallecilla, según Fernández Duro, p. 122..10
De Oquendo zarpó de Baía de Todos os Santos el 3 de septiembre, con su buque insignia, el Santiago de Oliste, de cuarenta y cuatro cañones y novecientas toneladas, el San Antonio de veintiocho cañones y setecientas toneladas, el Nuestra Señora de la Concepción de treinta cañones, el Nuestra Señora del Buen Suceso de veintiocho, el Nuestra Señora de la Anunciada de veintiséis, el San Carlos de veinticuatro, el San Buenaventura de veintidós; el San Blas, el San Francisco el San Pedro, los tres de veinte cañones; el San Bartolomé de dieciocho, el San Martín, de otros tantos; además, estaban la pinazas francesas requisadas Lion Doré de diez cañones (que los españoles habían renombrado como San Antonio), y la Saint Pierre de ocho (bautizada como San pedro). A estos navíos españoles les acompañaban varios portugueses: el São Jorge de veintiocho cañones; el Santiago, de veinte; el São João Baptista de diecinueve; el Nossa Senhora dos Prazeres (Maior) y el Nossa Senhora dos Prazeres (Menor), ambos de dieciocho; además navegaban con la flota el Nossa Senhora da Boa Nova, el Nossa Senhora do Rozário, el Santo António, el Santa Cruz y el São Jerónimo, todos ellos desarmados. En total, la flota hispano-portuguesa contaba entonces con veinte navíos de guerra y treinta y seis de impedimenta.
Estas naves protegían doce carabelas brasileñas que carecían de armamento y trasportaban mil doscientos soldados, mandados por el napolitano Giovanni Vincenzo de San Felice, conde de Bagnuoli; estas tropas iban destinadas a reforzar las defensas de Paraíba y Pernambuco. A estos barcos se añadían veinte mercantes lisboetas que debían cargar azúcar.
Durante la travesía de Pater hasta encontrarse con Oquendo, dos de sus navíos se habían separado del resto, de manera que, cuando dio con el almirante español, contaba con las siguientes fuerzas: el buque insignia, el Prins Willem de cuarenta cañones y mil toneladas; el Geunieerde Provintien, de cincuenta cañones y ochocientas toneladas; el Provincie Ultrecht de treinta y ocho cañones; el Walcheren, de treinta y cuatro; el Griffoen de treinta y dos y el Groeningen, de otros tantos; el Hollandia y el Oliphant, de treinta cañones; el Amersfoort y el Goeree, de veintiocho; el Mercurius, de veintiséis; el Dordrecht, de veinticuatro; el Medemblik, de veintidós; el Fortuijn y el Wapen Van Hoorn, de veinte; y el Niew Nederlandt de catorce.
Contacto
Alejada de la costa, los vientos y las corrientes arrastraron a la flota hispano-lusa hacia el sureste, hacia la zona conocida como los Abrojos, una región de bajíos a unos trescientos kilómetros de la costa, a unos 18º8 de latitud sur (su nombre proviene del portugués abre olhos, advertencia de lo peligroso del lugar). La noche del 11 de septiembre, Pater avistó por fin la flota ibérica y se aprestó para enfrentarse a ella al día siguiente. El 12 de septiembre, las dos flotas se encontraron en los cayos, a doscientas cuarenta millas al este de los Abrojos.
Los holandeses aparecieron a barlovento de la flota de De Oquendo, que declinó utilizar a las tropas de tierra en el combate; las carabelas que las transportaban se colocaron a sotavento, protegidas por las naves de guerra.
Enfrentamiento
Al alba, el almirante holandés reunió a los capitanes para darles las últimas instrucciones e hizo un brindis de cerveza por la buena fortuna del combate. Pater había dispuesto sus naves en dos líneas. Aprovechando las ligeras brisas que soplaban hacia el este-noreste, Pater avanzó contra De Oquendo, que se encontraba a unas seis millas de distancia; este había ordenado a diecisiete de sus galeones que se desplegasen en media luna y se interpusiesen entre los barcos que escoltaban y la escuadra enemiga. El Anunciada, el Buenaventura, el San Carlos y el San Bartolomé quedaron retrasados.
La lucha comenzó hacia el mediodía, cuando el vicealmirante De Vallecilla abrió fuego desde el San Antonio contra el Geunieerde Provintien de Thijssen, que se abalanzaba contra él junto con el Provincie Ultrecht. Un cuarto de hora más tarde el galeón de De Oquendo y otros cuatro de su escuadra dispararon contra el buque insignia de Pater, que se lanzó junto con el Walcheren contra el Santiago de Oliste. Los holandeses realizaron sus descargas cuando llegaron cerca de los navíos enemigos y se encarnizó la lucha. El cruento combate se centró en torno a los buques insignia y los de los vicealmirantes de las dos flotas; los dos bandos lanzaron diversas descargas y trataron en vano de abordar a su oponente.
La capitana holandesa embistió la popa de la española, que viró para colocarse junto a ella, a barlovento, con lo que el humo de los cañones y de los mosquetes molestaba a aquella. Otro navío holandés atacó por la otra borda al Santiago de Oliste; más altos de borda, los buques holandeses dominaban la cubierta del español, que sufrió numerosas bajas de la mosquetería enemiga. Dos barcos de De Oquendo, uno portugués y otro de Martolosi, acudieron en ayuda de este, colocándose a proa y a popa de los tres barcos mayores. El menor de los galeones portugueses, el Nossa Senhora dos Prazeres del capitán Cosme do Couto Barbosa trató de socorrer al Santiago de Oliste, pero el cañoneo del Prins Willem y del Walcheren lo desviaron del rumbo y acabó hundiéndose. Su lugar en la línea lo ocupó el Concepción, mandado por el Juan de Prado, un buque de mucho mayor porte.
Finalmente, alrededor de las cuatro de la tarde, un disparo del buque insignia de Oquendo logró incendiar el Prins Willem, al que tirotearon los arcabuceros españoles para estorbar el apagado del fuego. Las llamas se extendieron por la nave, se tuvo que evacuar y la tripulación se lanzó al agua: Pater acabó ahogado. De Oquendo logró salvar su barco gracias a que el Concepción consiguió apartarlo antes de que el fuego del holandés le alcanzase y de que este estallase. Este combate había durado desde las nueve de la mañana hasta las cuatro de la tarde.
La almiranta holandesa, acompañada de otro buque, abordó la de De Vallecilla, a la que auxiliaba el galeoncete San Buenaventura. Casi simultáneamente al hundimiento de la capitana holandesa, el navío de Vallecilla, el San Antonio, comenzó a hacer agua y finalmente se hundió por la popa: en el naufragio pereció la mayoría de los tripulantes, incluido De Vallecilla. Su oponente holandés, el Provincie Ultrecht se alejó ya en llamas y acabó por irse a pique también. La almiranta holandesa, aunque dañada en la lucha, consiguió rendir al San Buenaventura.
El Geunieerde Provintien de Thijsenwas, aunque maltrecho, conservó el apresado Buenaventura del capitán Alonso de Alarcón y Molina, que había acercado el buque al San Antonio durante la lucha; en esta maniobra perdió tanto la vida como su barco.
El resto de la flota holandesa se contentó con bombardear al enemigo desde la distancia; solo el Hollandia, el Amersfoort y el Fortuijn participaron en la lucha directamente, enfrentándose a las descargas de la flota enemiga. La escuadra española tampoco buscó el abordaje, y las dos se limitaron a cañonearse desde lejos.
Consecuencias
El combate terminó con victoria hispano-portuguesa; las fuentes indican distintos números de bajas. Según Marley, una de las naves principales y un galeón se hundieron y otro fue capturado por los holandeses. En total, la escuadra victoriosa perdió quinientos ochenta y cinco hombres entre muertos y desaparecidos (doscientos cuarenta de ellos del Buenaventura, apresado por el enemigo) y doscientos un heridos. De ellos unos doscientos cincuenta muertos eran bajas de la almiranta; en la capitana hundida feneció casi toda la tripulación.
Los holandeses perdieron el buque insignia de la escuadra y otro navío, hundidos, y sufrieron la pérdida de trescientos cincuenta hombres muertos y desaparecidos y de ochenta heridos de gravedad. Según Esquerdo Galiana, la flota holandesa perdió dos mil hombres y tres galeones. El almirante holandés se contó entre los que perecieron en el combate.
Thijssen decidió no reanudar el combate al día siguiente y se retiró a Recife con su maltrecha escuadra el 21 y 22 de septiembre. Mientras, De Oquendo desembarcó a la tropa en Barra Grande de Porto Calvo –únicamente setecientos soldados pasaron luego al Fuerte Arrail do Bom Jesus– y luego regresó a Europa con el planeado cargamento de azúcar. En noviembre, los holandeses retiraron la guarnición de Olinda para concentrar sus fuerzas en la defensa de Recife. Los holandeses quedaron reducidos a la franja costera hasta que la llegada de refuerzos en el invierno de 1632-1633 les permitió extender el territorio bajo su dominio.
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Marco Tulio Cicerón.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
2ªBatalla de SAN MARTIN
El ataque a San Martín fue un intento fallido de la República Holandesa de recuperar la isla y la antigua base de la Dutch West India Company (WIC) de los españoles. En 1633 los españoles invadieron San Martín y Anguila, y expulsaron a los habitantes franceses y holandeses. Ambos se unieron para repeler a los españoles y fue durante una batalla naval de 1644 que el comandante holandés Peter Stuyvesant, más tarde gobernador de Nueva Amsterdam, asedió sin éxito Fort Amsterdam y se vio obligado a retirarse con la pérdida de cientos de hombres. Una bala de cañón española le hizo añicos su pierna, que tuvo que ser amputada. Pero la suerte estaba en el lado holandés, y cuando terminó la Guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos, los españoles ya no necesitaban una base caribeña y se embarcaron en 1648.
Los españoles, que estaban satisfechos con sus lucrativas posesiones en las Antillas Mayores, comenzaron a notar los exitosos asentamientos franceses, ingleses y holandeses que surgían en las Antillas Menores. Recordando sus derechos otorgados por el papa, miles de tropas españolas irrumpieron en San Martín en 1638, tomaron el control de la isla y construyeron el «Old Spanish Fort» en «Point Blanche».
Seis años más tarde, Peter Stuyvesant, que fue el gobernador de Nueva Amsterdam dirigió a sus tropas holandesas en un esfuerzo infructuoso por recuperar la isla.
El ataque
El gobernador de Curazao Pieter Stuyvesant envió cinco grandes barcos holandeses, uno del tipo «Pink», y dos gabarras en una campaña para reconquistar la antigua base WIC de San Martín. Después de hacer una parada en Saint Kitts para reclutar voluntarios ingleses y franceses, llegó el 20 de marzo al este de la costa oriental de Sint Maarten, acompañado por media docena de mercantes que continuaron más al norte; El escuadrón de Stuyvesant viró hacia la orilla y asedió la única fortificación española, luego ancló cerca y desembarcó a varios cientos de soldados.
Los holandeses pasaron los siguientes dos días instalando una batería de tres cañones encima de algunas alturas; el 22 de marzo pidieron al gobernador español, Diego Guajardo Fajardo, que depusiera las armas. A pesar de la baja moral, el equipo deficiente y las raciones insuficientes, la guarnición española de 120 hombres se negó a rendirse, y Stuyvesant inició un bombardeo de largo alcance al día siguiente. Una posibilidad de contraataque español se llevó la pierna derecha del comandante holandés mientras estaba parado junto a su batería, lo que obligó a llevar a Stuyvesant a bordo del barco para amputación debajo de la rodilla. La lesión dejó al pequeño ejército sin líder, minando su resolución.
En la noche del 31 de marzo al 1 de abril, una columna de asalto al amparo de la oscuridad avanzó hacia las posiciones españolas, casi escapando a la detección de los centinelas porque todos eran mosqueteros (y por lo tanto no llevaban cuerdas). Una vez que los intrusos holandeses fueron descubiertos, sin embargo, un tiroteo estalló hasta el amanecer; al menos cinco atacantes holandeses fueron asesinados, a diferencia de un solo español. El 3 de abril, a las nueve de la noche, se realizó un segundo intento aún más a medias, que fue fácilmente repelido; no se realizaron más ataques.
En la noche del 15 al 16 de abril, un práctico de costa puertorriqueño bajo el alcalde de Sargento Baltasar de Alfaro desembarcó refrigerios para la guarnición de Guajardo, rompiendo el testamento de los sitiadores. Los holandeses se retiraron a sus barcos; una retaguardia hizo explotar las armas de asedio y dispara los campamentos el 17 de abril, y la flotilla partió hacia San Eustaquio y luego a Curazao. Stuyvesant eventualmente regresó a Holanda en agosto para recuperarse de su herida.
Consecuencias
El año en que los españoles se marcharon, los franceses y los holandeses regresaron y dividieron la isla dando 41 km² a los holandeses y 54 km² a los franceses. Durante los siguientes dos siglos hubo enfrentamientos ocasionales entre las dos naciones por el control total de la isla pero en 1869 se llegó a un acuerdo final en honor a los límites originales establecidos en 1648. La isla de las dos naciones ha existido pacíficamente desde entonces.
Saludos

El ataque a San Martín fue un intento fallido de la República Holandesa de recuperar la isla y la antigua base de la Dutch West India Company (WIC) de los españoles. En 1633 los españoles invadieron San Martín y Anguila, y expulsaron a los habitantes franceses y holandeses. Ambos se unieron para repeler a los españoles y fue durante una batalla naval de 1644 que el comandante holandés Peter Stuyvesant, más tarde gobernador de Nueva Amsterdam, asedió sin éxito Fort Amsterdam y se vio obligado a retirarse con la pérdida de cientos de hombres. Una bala de cañón española le hizo añicos su pierna, que tuvo que ser amputada. Pero la suerte estaba en el lado holandés, y cuando terminó la Guerra de los Ochenta Años entre España y los Países Bajos, los españoles ya no necesitaban una base caribeña y se embarcaron en 1648.
Los españoles, que estaban satisfechos con sus lucrativas posesiones en las Antillas Mayores, comenzaron a notar los exitosos asentamientos franceses, ingleses y holandeses que surgían en las Antillas Menores. Recordando sus derechos otorgados por el papa, miles de tropas españolas irrumpieron en San Martín en 1638, tomaron el control de la isla y construyeron el «Old Spanish Fort» en «Point Blanche».
Seis años más tarde, Peter Stuyvesant, que fue el gobernador de Nueva Amsterdam dirigió a sus tropas holandesas en un esfuerzo infructuoso por recuperar la isla.
El ataque
El gobernador de Curazao Pieter Stuyvesant envió cinco grandes barcos holandeses, uno del tipo «Pink», y dos gabarras en una campaña para reconquistar la antigua base WIC de San Martín. Después de hacer una parada en Saint Kitts para reclutar voluntarios ingleses y franceses, llegó el 20 de marzo al este de la costa oriental de Sint Maarten, acompañado por media docena de mercantes que continuaron más al norte; El escuadrón de Stuyvesant viró hacia la orilla y asedió la única fortificación española, luego ancló cerca y desembarcó a varios cientos de soldados.
Los holandeses pasaron los siguientes dos días instalando una batería de tres cañones encima de algunas alturas; el 22 de marzo pidieron al gobernador español, Diego Guajardo Fajardo, que depusiera las armas. A pesar de la baja moral, el equipo deficiente y las raciones insuficientes, la guarnición española de 120 hombres se negó a rendirse, y Stuyvesant inició un bombardeo de largo alcance al día siguiente. Una posibilidad de contraataque español se llevó la pierna derecha del comandante holandés mientras estaba parado junto a su batería, lo que obligó a llevar a Stuyvesant a bordo del barco para amputación debajo de la rodilla. La lesión dejó al pequeño ejército sin líder, minando su resolución.
En la noche del 31 de marzo al 1 de abril, una columna de asalto al amparo de la oscuridad avanzó hacia las posiciones españolas, casi escapando a la detección de los centinelas porque todos eran mosqueteros (y por lo tanto no llevaban cuerdas). Una vez que los intrusos holandeses fueron descubiertos, sin embargo, un tiroteo estalló hasta el amanecer; al menos cinco atacantes holandeses fueron asesinados, a diferencia de un solo español. El 3 de abril, a las nueve de la noche, se realizó un segundo intento aún más a medias, que fue fácilmente repelido; no se realizaron más ataques.
En la noche del 15 al 16 de abril, un práctico de costa puertorriqueño bajo el alcalde de Sargento Baltasar de Alfaro desembarcó refrigerios para la guarnición de Guajardo, rompiendo el testamento de los sitiadores. Los holandeses se retiraron a sus barcos; una retaguardia hizo explotar las armas de asedio y dispara los campamentos el 17 de abril, y la flotilla partió hacia San Eustaquio y luego a Curazao. Stuyvesant eventualmente regresó a Holanda en agosto para recuperarse de su herida.
Consecuencias
El año en que los españoles se marcharon, los franceses y los holandeses regresaron y dividieron la isla dando 41 km² a los holandeses y 54 km² a los franceses. Durante los siguientes dos siglos hubo enfrentamientos ocasionales entre las dos naciones por el control total de la isla pero en 1869 se llegó a un acuerdo final en honor a los límites originales establecidos en 1648. La isla de las dos naciones ha existido pacíficamente desde entonces.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
El Combate de CASTRO
El combate de Castro fue un enfrentamiento entre una fuerza de españoles contra una expedición holandesa dirigida por Baltazar de Cordes producida en abril de 1600. Este acontecimiento acaeció en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.
El marino holandés Baltazar de Cordes logró apoderarse de Castro el 19 de abril de 1600 con la ayuda de algunos indígenas. Cordes era el capitán de una las naves de la expedición que Jacob Mahu y Simón de Cordes, entre otros comerciantes de Róterdam, habían emprendido para comerciar con América, establecer colonias y socavar el poderío español.
Al cruzar el Estrecho de Magallanes las tormentas separaron a la flota y "La Fidelidad", al mando de Baltasar de Cordes se refugió en el archipiélago de Chiloé. Los holandeses recibieron auxilio de huilliches de Lacuy y pactaron con ellos una alianza para tomar Castro y acabar con los españoles. Mediante el ardid de hacerse pasar por comerciantes pacíficos y contar que ellos deseaban ayudar a repeler un pronto ataque de los indígenas con el que habrían fingido estar de acuerdo, Cordes se ganó la confianza de las autoridades de Castro y logró que los pobladores de la ciudad se encerraran en la iglesia. Una vez llegados los huilliches, mató a sus jefes y también a los varones españoles y construyó un fuerte improvisado resuelto a permanecer en el lugar, seguramente con la esperanza de recibir refuerzos tarde o temprano.
Por esos mismos días, el coronel Francisco del Campo se aprestaba a dar curso a los planes de repoblamiento de la ciudad de Valdivia, la que había sido recientemente destruida durante el levantamiento indígena que siguió al desastre de Curalaba. Sin embargo, al enterarse de la llegada de corsarios a Chiloé y ante el temor de que esos extranjeros pudieran pactar una alianza con los indígenas alzados, del Campo decidió ponerse inmediatamente en marcha hacia el sur.
El combate
Del Campo aprovechó el factor sorpresa y preparó el ataque para el amanecer "al despuntar el lucero". Sus capitanes:
Jerónimo de Peraza neutralizaría la artillería del muro.
Francisco de la Rosa (militar) atacaría la muralla con escaleras improvisadas para luego tomar el cañón de la entrada, y abrir el portón.
Agustín de Santa Ana, explotaría una sección del propio muro de empalizada que parecía vulnerable.
El plan se iría cumpliendo. Peraza ataca a los indígenas del exterior y logra reducir a los artilleros, facilitando la escalada del pelotón de La Rosa, y estos a su vez logran abrir el portón. Simultáneamente Santa Ana logra crear un forado en el muro e ingresar con sus hombres. Sin embargo la lucha seguirá firme por al menos dos horas sin poderse decidir hasta después de la salida del sol.
Los holandeses se repliegan a la casa del fuerte. Del Campo intenta conseguir la rendición pero ante el fracaso ordena provocar un incendio a la casa. Los holandeses intentan huir por una puerta falsa del fuerte pero fracasan, sin embargo aprovechan el propio forado hecho por los españoles y logran llegar al mar donde en una lancha alcanzan su barco surto en la bahía que con sus disparos protege la retirada.
Consecuencias
La batalla había costado la vida de 26 holandeses y unos 300 indígenas y los españoles 10 muertos y una docena de heridos. Luego de la batalla se aprovechó de ajusticiar a los españoles e indígenas que habían colaborado con el enemigo.
Luego de haber retornado el poder español sobre la isla, Baltazar de Cordes huyó por mar y estuvo varias veces a punto de ser atrapado. Finalmente, lo apresaron las autoridades de El Callao.
En cuanto al coronel Francisco del Campo, retornó a Osorno, ciudad que en ese momento se encontraba en una situación calamitosa; producto del alzamiento huilliche
Saludos

El combate de Castro fue un enfrentamiento entre una fuerza de españoles contra una expedición holandesa dirigida por Baltazar de Cordes producida en abril de 1600. Este acontecimiento acaeció en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.
El marino holandés Baltazar de Cordes logró apoderarse de Castro el 19 de abril de 1600 con la ayuda de algunos indígenas. Cordes era el capitán de una las naves de la expedición que Jacob Mahu y Simón de Cordes, entre otros comerciantes de Róterdam, habían emprendido para comerciar con América, establecer colonias y socavar el poderío español.
Al cruzar el Estrecho de Magallanes las tormentas separaron a la flota y "La Fidelidad", al mando de Baltasar de Cordes se refugió en el archipiélago de Chiloé. Los holandeses recibieron auxilio de huilliches de Lacuy y pactaron con ellos una alianza para tomar Castro y acabar con los españoles. Mediante el ardid de hacerse pasar por comerciantes pacíficos y contar que ellos deseaban ayudar a repeler un pronto ataque de los indígenas con el que habrían fingido estar de acuerdo, Cordes se ganó la confianza de las autoridades de Castro y logró que los pobladores de la ciudad se encerraran en la iglesia. Una vez llegados los huilliches, mató a sus jefes y también a los varones españoles y construyó un fuerte improvisado resuelto a permanecer en el lugar, seguramente con la esperanza de recibir refuerzos tarde o temprano.
Por esos mismos días, el coronel Francisco del Campo se aprestaba a dar curso a los planes de repoblamiento de la ciudad de Valdivia, la que había sido recientemente destruida durante el levantamiento indígena que siguió al desastre de Curalaba. Sin embargo, al enterarse de la llegada de corsarios a Chiloé y ante el temor de que esos extranjeros pudieran pactar una alianza con los indígenas alzados, del Campo decidió ponerse inmediatamente en marcha hacia el sur.
El combate
Del Campo aprovechó el factor sorpresa y preparó el ataque para el amanecer "al despuntar el lucero". Sus capitanes:
Jerónimo de Peraza neutralizaría la artillería del muro.
Francisco de la Rosa (militar) atacaría la muralla con escaleras improvisadas para luego tomar el cañón de la entrada, y abrir el portón.
Agustín de Santa Ana, explotaría una sección del propio muro de empalizada que parecía vulnerable.
El plan se iría cumpliendo. Peraza ataca a los indígenas del exterior y logra reducir a los artilleros, facilitando la escalada del pelotón de La Rosa, y estos a su vez logran abrir el portón. Simultáneamente Santa Ana logra crear un forado en el muro e ingresar con sus hombres. Sin embargo la lucha seguirá firme por al menos dos horas sin poderse decidir hasta después de la salida del sol.
Los holandeses se repliegan a la casa del fuerte. Del Campo intenta conseguir la rendición pero ante el fracaso ordena provocar un incendio a la casa. Los holandeses intentan huir por una puerta falsa del fuerte pero fracasan, sin embargo aprovechan el propio forado hecho por los españoles y logran llegar al mar donde en una lancha alcanzan su barco surto en la bahía que con sus disparos protege la retirada.
Consecuencias
La batalla había costado la vida de 26 holandeses y unos 300 indígenas y los españoles 10 muertos y una docena de heridos. Luego de la batalla se aprovechó de ajusticiar a los españoles e indígenas que habían colaborado con el enemigo.
Luego de haber retornado el poder español sobre la isla, Baltazar de Cordes huyó por mar y estuvo varias veces a punto de ser atrapado. Finalmente, lo apresaron las autoridades de El Callao.
En cuanto al coronel Francisco del Campo, retornó a Osorno, ciudad que en ese momento se encontraba en una situación calamitosa; producto del alzamiento huilliche
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Combate de CARELMAPU
El combate de Carelmapu fue un enfrentamiento entre una fuerza de españoles del fuerte de Carelmapu y una expediciòn holandesa dirigida por Enrique Brouwer. El combate fue ganado por los holandeses, quienes se apoderaron del fuerte. Este acontecimiento acaeció en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.
En 1642, tras convencer del proyecto a la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales y al príncipe Juan Mauricio de Nassau viajó al Reino de Chile, a Chiloé y Valdivia, en una expedición de conquista, para luchar contra los españoles, tentar una alianza con los mapuches y buscar oro, que según creían debía ser muy abundante. El príncipe, le dio la instrucción de fundar un puerto militar en la Isla Santa María, que debía transformarse en base del futuro poder holandés en el Océano Pacífico.1
La expedición partió de Mauritsstad, Pernambuco, el 15 de enero de 1643, con 5 buques y 350 hombres de desembarco. Llevaba como segundo, con el grado de vicealmirante al marino y poeta Elías Herckmans, embarcado en Brasil.
En el Cabo de Hornos los fuertes vientos obligaron a una de sus naves a abandonar la empresa y regresar al puerto de partida. Tras esto Brouwer comenzó sus operaciones militares en Chiloé.
El combate
A mediados de mayo, los holandeses reconocieron las costas del canal de Chacao y trataron de entrar en contacto con sus habitantes. Al encontrarse con españoles intercambiaron amenazas y disparos sin mayores consecuencias.
Durante una exploración al interior del canal, identificaron un asentamiento español y movimiento de hombres. Antes de ordenarse la retirada el general Andrés Muñoz Herrera, comandante del fuerte San Antonio de Carelmapu; dando ejemplo a sus soldados arremetió a caballo contra la escuadra holandesa recibiendo impactos de bala de arcabuz que le ocasionaron la muerte instantánea.
En tanto los infantes españoles contenían el avance enemigo, se procedió a la evacuación de la villa.
Después de varias escaramuzas los marinos se apoderaron de Carelmapu, incendiaron el pueblo, la iglesia y mataron la caballada. Al día siguiente los corsarios se dirigieron a Calbuco, para ocupar la villa. Sin embargo, la complejidad de la navegación por el canal de chacao y lo laberíntico de los canales e islas del archipiélago calbucano hicieron retroceder a los holandeses, devolviéndolos a Carelmapu. Desde este lugar se realizaron diversas expediciones a los alrededores, manteniendo una escaramuza con una centinela en Maullín, antes de abandonar las costas de Carelmapu y regresar con sus barcos rumbo a Chiloé.
Sucesos posteriores
En Chiloé los holandeses alcanzaron la ciudad de Castro, por entonces en una situación disminuida producto del daño provocado por Baltazar de Cordes en 1600, y al encontrar que sus moradores la habían abandonado antes de su llegada, procedieron a incendiarla. De acuerdo al historiador Pedro Barrientos, al dejar las ruinas de la ciudad, los holandeses habrían dejado un letrero en latín comparando despectivamente la actitud de los castreños en relación a la valentía mostraba por los habitantes de Carelmapu:
Vuestra fama llegará a oídos de vuestro rey. No habéis hecho lo que hicieron los habitantes de Carelmapu, una parte de los cuales murió como mueren los soldados. Vosotros os habéis fugado como los cobardes.
Saludos

El combate de Carelmapu fue un enfrentamiento entre una fuerza de españoles del fuerte de Carelmapu y una expediciòn holandesa dirigida por Enrique Brouwer. El combate fue ganado por los holandeses, quienes se apoderaron del fuerte. Este acontecimiento acaeció en el marco de la Guerra de los Ochenta Años.
En 1642, tras convencer del proyecto a la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales y al príncipe Juan Mauricio de Nassau viajó al Reino de Chile, a Chiloé y Valdivia, en una expedición de conquista, para luchar contra los españoles, tentar una alianza con los mapuches y buscar oro, que según creían debía ser muy abundante. El príncipe, le dio la instrucción de fundar un puerto militar en la Isla Santa María, que debía transformarse en base del futuro poder holandés en el Océano Pacífico.1
La expedición partió de Mauritsstad, Pernambuco, el 15 de enero de 1643, con 5 buques y 350 hombres de desembarco. Llevaba como segundo, con el grado de vicealmirante al marino y poeta Elías Herckmans, embarcado en Brasil.
En el Cabo de Hornos los fuertes vientos obligaron a una de sus naves a abandonar la empresa y regresar al puerto de partida. Tras esto Brouwer comenzó sus operaciones militares en Chiloé.
El combate
A mediados de mayo, los holandeses reconocieron las costas del canal de Chacao y trataron de entrar en contacto con sus habitantes. Al encontrarse con españoles intercambiaron amenazas y disparos sin mayores consecuencias.
Durante una exploración al interior del canal, identificaron un asentamiento español y movimiento de hombres. Antes de ordenarse la retirada el general Andrés Muñoz Herrera, comandante del fuerte San Antonio de Carelmapu; dando ejemplo a sus soldados arremetió a caballo contra la escuadra holandesa recibiendo impactos de bala de arcabuz que le ocasionaron la muerte instantánea.
En tanto los infantes españoles contenían el avance enemigo, se procedió a la evacuación de la villa.
Después de varias escaramuzas los marinos se apoderaron de Carelmapu, incendiaron el pueblo, la iglesia y mataron la caballada. Al día siguiente los corsarios se dirigieron a Calbuco, para ocupar la villa. Sin embargo, la complejidad de la navegación por el canal de chacao y lo laberíntico de los canales e islas del archipiélago calbucano hicieron retroceder a los holandeses, devolviéndolos a Carelmapu. Desde este lugar se realizaron diversas expediciones a los alrededores, manteniendo una escaramuza con una centinela en Maullín, antes de abandonar las costas de Carelmapu y regresar con sus barcos rumbo a Chiloé.
Sucesos posteriores
En Chiloé los holandeses alcanzaron la ciudad de Castro, por entonces en una situación disminuida producto del daño provocado por Baltazar de Cordes en 1600, y al encontrar que sus moradores la habían abandonado antes de su llegada, procedieron a incendiarla. De acuerdo al historiador Pedro Barrientos, al dejar las ruinas de la ciudad, los holandeses habrían dejado un letrero en latín comparando despectivamente la actitud de los castreños en relación a la valentía mostraba por los habitantes de Carelmapu:
Vuestra fama llegará a oídos de vuestro rey. No habéis hecho lo que hicieron los habitantes de Carelmapu, una parte de los cuales murió como mueren los soldados. Vosotros os habéis fugado como los cobardes.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de Playa Honda
La batalla de Playa Honda fue un combate naval librado en abril de 1617 frente a la costa de Filipinas entre la Armada Española bajo el mando del Mariscal de Campo Juan Ronquillo del Castillo y la flota neerlandesa del almirante Spilbergen, en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años. El encuentro resultó en una victoria de las fuerzas españolas, que a cambio de la pérdida de un galeón consiguieron echar a pique 3 barcos neerlandeses, forzando la retirada de estos. Este Ronquillo era hijo del antiguo Gobernador Efectivo o Perpetuo, no interino (1580-1583) Gonzalo Ronquillo de Peñalosa.
La batalla
Por orden de Jerónimo de Silva (gobernador interino tras la muerte en abril de 1616 del gobernador Juan de Silva) y de Andrés de Alcaraz (encargado de asuntos militares) la flota española, 7 galeones y 3 galeras bajo el mando de Juan Ronquillo, partió del puerto de Cavite (Filipinas) el día 8 de abril. Cinco días después avistó a la flota neerlandesa, compuesta por 10 naves bajo el mando del Joris van Spilbergen, frente a Playa Honda, junto a la costa de la provincia de Zambales (región de Luzón Central).
En el encuentro entre ambas flotas los galeones españoles abordaron a los neerlandeses; el Sol de Holanda, nave almiranta de los neerlandeses, y dos buques más resultarían hundidos.
Juan Manuel de la Vega, al mando del galeón español San Marcos, encalló intencionadamente su barco frente a la costa de Ilocos mientras era perseguido por dos naves neerlandesas, incendiándolo después para que no cayera en manos enemigas.
Saludos

La batalla de Playa Honda fue un combate naval librado en abril de 1617 frente a la costa de Filipinas entre la Armada Española bajo el mando del Mariscal de Campo Juan Ronquillo del Castillo y la flota neerlandesa del almirante Spilbergen, en el contexto de la Guerra de los Ochenta Años. El encuentro resultó en una victoria de las fuerzas españolas, que a cambio de la pérdida de un galeón consiguieron echar a pique 3 barcos neerlandeses, forzando la retirada de estos. Este Ronquillo era hijo del antiguo Gobernador Efectivo o Perpetuo, no interino (1580-1583) Gonzalo Ronquillo de Peñalosa.
La batalla
Por orden de Jerónimo de Silva (gobernador interino tras la muerte en abril de 1616 del gobernador Juan de Silva) y de Andrés de Alcaraz (encargado de asuntos militares) la flota española, 7 galeones y 3 galeras bajo el mando de Juan Ronquillo, partió del puerto de Cavite (Filipinas) el día 8 de abril. Cinco días después avistó a la flota neerlandesa, compuesta por 10 naves bajo el mando del Joris van Spilbergen, frente a Playa Honda, junto a la costa de la provincia de Zambales (región de Luzón Central).
En el encuentro entre ambas flotas los galeones españoles abordaron a los neerlandeses; el Sol de Holanda, nave almiranta de los neerlandeses, y dos buques más resultarían hundidos.
Juan Manuel de la Vega, al mando del galeón español San Marcos, encalló intencionadamente su barco frente a la costa de Ilocos mientras era perseguido por dos naves neerlandesas, incendiándolo después para que no cayera en manos enemigas.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batallas de la NAVAL DE MANILA
Las Batallas de La Naval de Manila fueron una serie de cinco batallas navales libradas en las aguas de Filipinas en el año 1646, en las que las fuerzas de España rechazaron varios intentos de las fuerzas de la República Holandesa para invadir Manila, durante la Guerra de los Ochenta Años. Las fuerzas españolas, que incluían muchos voluntarios nativos de Kapampángan, consistían en dos galeones, y más tarde tres, de Manila , una galera y cuatro bergantines. Neutralizaron una flota holandesa de diecinueve buques de guerra, divididos en tres escuadrones. Los escuadrones holandeses sufrieron un gran daño por las fuerzas españolas-Kapampángan, lo que obligó a los holandeses a abandonar su invasión de Filipinas.
Las victorias contra los invasores holandeses fueron atribuidas por las tropas españolas y Kapampánganas a la intercesión de la Virgen María bajo el título de Nuestra Señora de La Naval de Manila. El 9 de abril de 1652, las victorias en las cinco batallas navales fueron declaradas un milagro por la Arquidiócesis de Manila después de una minuciosa investigación canónica, dando lugar a las centenarias festividades de Nuestra Señora de La Naval de Manila.
Primeros conflictos hispano-holandeses en Filipinas
En su búsqueda de rutas comerciales alternativas a Asia, los holandeses llegaron a Filipinas y trataron de dominar el comercio marítimo comercial en el sudeste asiático. Estaban en guerra con España y se involucraron en actividades de corso. Acosaron las costas de la bahía de Manila y sus alrededores y atacaron a los sampanes y juncos de China y Japón lo que interrumpió el comercio español.
El primer escuadrón holandés que llegó a Filipinas fue liderado por Oliverio van Noort. El 14 de diciembre de 1600, el escuadrón de van Noort se enfrentó a la flota española bajo el mando de Antonio de Morga, cerca de la isla Fortune, donde se hundió el buque insignia de De Morga, el San Diego. Van Noort logró regresar a Holanda, convirtiéndose en el primer holandés en circunnavegar el mundo.
Otra flota holandesa de cuatro barcos bajo el mando de François de Wittert intentó atacar Manila en 1609 pero fue repelida por el gobernador general español Juan de Silva, quien lanzó un contraataque y derrotó a los holandeses en la Batalla de Playa Honda, donde murió François de Wittert.
En octubre de 1616 otra flota holandesa de 10 galeones bajo el mando de Joris van Spilbergen (Georges Spillberg) bloqueó la entrada de la bahía de Manila. Una armada española de siete galeones liderada por Juan Ronquillo luchó contra la flota de Spilbergen en Playa Honda en abril de 1617, enfrentamiento conocido como la «segunda batalla de Playa Honda». El buque insignia de Spilbergen, el «Sol de Holanda» se hundió y los holandeses fueron una vez más rechazados.
Desde 1640 hasta 1641, una flota holandesa de tres barcos estacionados cerca del Embocadero de San Bernardino intentó capturar galeones que venían de Acapulco, México. Estos galeones, sin embargo, escaparon de manera segura tomando una ruta diferente después de recibir las advertencias de un sistema de señales de fuego colocado en Embocadero que fue ideado por el sacerdote jesuita Francisco Colin.
Invasión planificada de Filipinas
En vista de sus fallos anteriores, los holandeses actuaron más en contra de los españoles y, para compensar sus enormes pérdidas, decidieron tomar Filipinas con la certeza de que eran lo suficientemente fuertes como para llevar a cabo los ataques. Desde el momento en que conquistaron Formosa en 1642 y expulsaron a los españoles instalados en esa isla, los holandeses se volvieron cada vez más ansiosos por atacar Manila porque sabían que la ciudad carecía de fuertes defensas y que no podía recibir suficiente ayuda porque los asuntos en España estaban muy perturbados por la Guerra de los Treinta Años en Europa.
Juan de los Ángeles, un sacerdote dominicano que había sido llevado de Formosa a Macassar como prisionero de los holandeses, describió más tarde en su relato que los holandeses estaban tan ansiosos por lanzar un ataque en Filipinas que «no hablan entre ellos de nada más que cómo ganarán Manila», y que «han pedido urgentemente más hombres de Holanda con el fin de atacar a Manila» . En su informe también describió la fuerza formidable de los holandeses estacionados en los puertos de Yakarta en Indonesia y en Formosa:
:El poder que el enemigo holandés posee en esas regiones ... es más grande de lo que podríamos imaginar de ellos. Según lo que yo mismo he visto ... los holandeses tienen en este momento más de ciento cincuenta barcos y pataches, en una estimación moderada, todo equipado y provisto con los marineros, soldados, artillería y otros suministros necesarios.
Condición de las islas
Filipinas entera ya estaba en una situación desesperada en el momento en que los holandeses planeaban su invasión.
Una serie de erupciones volcánicas tuvieron lugar entre los años 1633 y 1640. La escasez de alimentos al mismo tiempo paralizó la ciudad.
Las guerras contra los musulmanes de Mindanao dirigidas por el sultán Kudarat en 1635 y la rebelión de Sangley entre 1639 y 1640 se habían cobrado vidas y recursos.
Numerosos naufragios y pérdidas de embarcaciones marítimas que navegaban hacia y desde Nueva España entre los años 1638 y 1639 no solo interrumpieron el comercio entre Manila y Acapulco, sino que también redujeron la fuerza naval de Manila.
Después de que los holandeses se apoderaron de Formosa en 1642, comenzaron a enviar escuadrones de buques, grandes y pequeños; los primeros iban al «Embocadero de San Bernardino» y al «Cabo Espíritu Santo» para esperar a los barcos que llevaban socorro a Filipinas. También había barcos fondeados en la costa de Ilocos y Pangasinan para saquear los buques mercantes procedentes de China.
El nuevo gobernador general español, Diego Fajardo Chacón, llegó a Filipinas a fines de junio de 1644, junto con el capitán andaluz Sebastián López. Fajardo encontró que las islas carecían de fuerza naval. Hizo su entrada en Manila a mediados de agosto, tomó posesión del gobierno y envió dos galeones: «Nuestra Señora de la Encarnación» y «Nuestra Señora del Rosario» (en adelante llamadas «Encarnación» y «Rosario» , respectivamente) para adquirir nuevos recursos para las islas desde Nueva España.
Eventos catastróficos en 1645
En julio de 1645, las naves «Encarnación» y «Rosario», bajo el mando del capitán vizcaíno Lorenzo de Orellana[9] llegaron desde México a la Bahía de Lamón con productos para las Filipinas para reponer sus agotadas recursos. A bordo de uno de los dos galeones estaba el arzobispo electo de Manila, Fernando Montero de Espinosa. En su viaje a Manila fue atacado por fiebres hemorrágicas y murió. Los ciudadanos de Manila, que tenían gran necesidad de un líder religioso para fortalecer su fe en aquellos tiempos desesperados, lamentaron con tristeza la muerte prematura de Montero de Espinosa.
El terremoto de San Andrés
El 30 de noviembre de 1645, durante la fiesta de San Andrés Apóstol, un terremoto devastador afectó a Manila y sus alrededores y destruyó unos 150 edificios de buena planta y mató a un sinnúmero de ciudadanos. Cinco días después, el 5 de diciembre, otro terremoto tan violento como el primero sacudió la ciudad. Aunque no se registraron muertes, las estructuras inestables restantes dañadas por el primer temblor fueron totalmente destruidas.
Los poderes destructivos del terremoto llegaron a otras provincias de las islas. Los pueblos nativos fueron completamente arrasados, ya que sus chozas construidas con bambúes y hojas de palma fueron destruidas. Grandes grietas, e incluso abismos, aparecieron en los campos abiertos. Los ríos, incluidos los de Manila, se desbordaron e inundaron las ciudades y pueblos como resultado de los terremotos anteriores.
Ataque a gran escala en 1646
En su gran consejo en Nueva Batavia (Yakarta), los holandeses decidieron lanzar un ataque decisivo en Filipinas. Los holandeses equiparon 18 buques bajo Maarten Gerritsz Vries , y los dividieron en tres escuadrones:
Fuerzas holandesas
Primer escuadrón
Fuerza: 5 recipientes (4 naves regulares y una pequeña embarcación en forma de O llamada chó)
Destino: Ilocos y Pangasinan
Propósito: Agitar a los nativos contra los españoles y apoderarse de barcos costeros y barcazas de China.
Segundo escuadrón
Fuerza : 7 buques (5 naves regulares y 2 buques de fuego), 16 lanzamientos, 800 soldados; Artillería : El buque insignia transportaba 46 piezas de excelente artillería; los vasos más pequeños llevaban treinta.
Destino : Zamboanga luego al Embocadero de San Bernandino
Propósito : Arrebatar las embarcaciones provenientes de México, que anualmente traen a Manila una cantidad considerable de dinero para el mantenimiento de la guarnición española en el archipiélago.
Tercer Escuadrón
Fuerza: 6 recipientes; Artillería : su buque insignia llevaba 45 cañones, mientras que otros tenían más de 20.
Destino: Manila (como refuerzo de los primeros dos escuadrones)
Propósito: Cortar cualquier alivio proveniente de Manila a Ternate y Makassar.
Después del monzón, estos tres escuadrones convergerán como una sola armada fuera de la bahía de Manila para atacar la ciudad.
Fuerzas hispanas-Kapampángan
Las noticias de la llegada del primer escuadrón a Ilocos y la región de Pangasinan llegaron a Manila el 1 de febrero de 1646. Los holandeses trataron de conquistar Ilocanos y Pangasinenses , prometiendo la independencia completa y la abolición de los impuestos. Pero cuando los nativos se resistieron, los corsarios holandeses saquearon sus hogares. Sin embargo, la llegada de algunas compañías de soldados españoles a esos lugares obligó a los holandeses a volver a embarcarse en sus barcos.
Al enterarse de la presencia del enemigo, el gobernador Fajardo pidió un consejo de guerra . En ese momento, Manila no tenía fuerzas navales para repeler al enemigo, salvo los dos viejos y casi podridos galeones de Manila-Acapulco, las 800 toneladas Encarnación y 700 toneladas Rosario -que llegaron en Cavite desde México desde el año anterior. A pesar de ser superado en número por el enemigo, el general Fajardo decidió que los dos galeones deberían estar listos para la batalla. Los dos galeones fueron apresuradamente equipados y tripulados.
Saludos

Las Batallas de La Naval de Manila fueron una serie de cinco batallas navales libradas en las aguas de Filipinas en el año 1646, en las que las fuerzas de España rechazaron varios intentos de las fuerzas de la República Holandesa para invadir Manila, durante la Guerra de los Ochenta Años. Las fuerzas españolas, que incluían muchos voluntarios nativos de Kapampángan, consistían en dos galeones, y más tarde tres, de Manila , una galera y cuatro bergantines. Neutralizaron una flota holandesa de diecinueve buques de guerra, divididos en tres escuadrones. Los escuadrones holandeses sufrieron un gran daño por las fuerzas españolas-Kapampángan, lo que obligó a los holandeses a abandonar su invasión de Filipinas.
Las victorias contra los invasores holandeses fueron atribuidas por las tropas españolas y Kapampánganas a la intercesión de la Virgen María bajo el título de Nuestra Señora de La Naval de Manila. El 9 de abril de 1652, las victorias en las cinco batallas navales fueron declaradas un milagro por la Arquidiócesis de Manila después de una minuciosa investigación canónica, dando lugar a las centenarias festividades de Nuestra Señora de La Naval de Manila.
Primeros conflictos hispano-holandeses en Filipinas
En su búsqueda de rutas comerciales alternativas a Asia, los holandeses llegaron a Filipinas y trataron de dominar el comercio marítimo comercial en el sudeste asiático. Estaban en guerra con España y se involucraron en actividades de corso. Acosaron las costas de la bahía de Manila y sus alrededores y atacaron a los sampanes y juncos de China y Japón lo que interrumpió el comercio español.
El primer escuadrón holandés que llegó a Filipinas fue liderado por Oliverio van Noort. El 14 de diciembre de 1600, el escuadrón de van Noort se enfrentó a la flota española bajo el mando de Antonio de Morga, cerca de la isla Fortune, donde se hundió el buque insignia de De Morga, el San Diego. Van Noort logró regresar a Holanda, convirtiéndose en el primer holandés en circunnavegar el mundo.
Otra flota holandesa de cuatro barcos bajo el mando de François de Wittert intentó atacar Manila en 1609 pero fue repelida por el gobernador general español Juan de Silva, quien lanzó un contraataque y derrotó a los holandeses en la Batalla de Playa Honda, donde murió François de Wittert.
En octubre de 1616 otra flota holandesa de 10 galeones bajo el mando de Joris van Spilbergen (Georges Spillberg) bloqueó la entrada de la bahía de Manila. Una armada española de siete galeones liderada por Juan Ronquillo luchó contra la flota de Spilbergen en Playa Honda en abril de 1617, enfrentamiento conocido como la «segunda batalla de Playa Honda». El buque insignia de Spilbergen, el «Sol de Holanda» se hundió y los holandeses fueron una vez más rechazados.
Desde 1640 hasta 1641, una flota holandesa de tres barcos estacionados cerca del Embocadero de San Bernardino intentó capturar galeones que venían de Acapulco, México. Estos galeones, sin embargo, escaparon de manera segura tomando una ruta diferente después de recibir las advertencias de un sistema de señales de fuego colocado en Embocadero que fue ideado por el sacerdote jesuita Francisco Colin.
Invasión planificada de Filipinas
En vista de sus fallos anteriores, los holandeses actuaron más en contra de los españoles y, para compensar sus enormes pérdidas, decidieron tomar Filipinas con la certeza de que eran lo suficientemente fuertes como para llevar a cabo los ataques. Desde el momento en que conquistaron Formosa en 1642 y expulsaron a los españoles instalados en esa isla, los holandeses se volvieron cada vez más ansiosos por atacar Manila porque sabían que la ciudad carecía de fuertes defensas y que no podía recibir suficiente ayuda porque los asuntos en España estaban muy perturbados por la Guerra de los Treinta Años en Europa.
Juan de los Ángeles, un sacerdote dominicano que había sido llevado de Formosa a Macassar como prisionero de los holandeses, describió más tarde en su relato que los holandeses estaban tan ansiosos por lanzar un ataque en Filipinas que «no hablan entre ellos de nada más que cómo ganarán Manila», y que «han pedido urgentemente más hombres de Holanda con el fin de atacar a Manila» . En su informe también describió la fuerza formidable de los holandeses estacionados en los puertos de Yakarta en Indonesia y en Formosa:
:El poder que el enemigo holandés posee en esas regiones ... es más grande de lo que podríamos imaginar de ellos. Según lo que yo mismo he visto ... los holandeses tienen en este momento más de ciento cincuenta barcos y pataches, en una estimación moderada, todo equipado y provisto con los marineros, soldados, artillería y otros suministros necesarios.
Condición de las islas
Filipinas entera ya estaba en una situación desesperada en el momento en que los holandeses planeaban su invasión.
Una serie de erupciones volcánicas tuvieron lugar entre los años 1633 y 1640. La escasez de alimentos al mismo tiempo paralizó la ciudad.
Las guerras contra los musulmanes de Mindanao dirigidas por el sultán Kudarat en 1635 y la rebelión de Sangley entre 1639 y 1640 se habían cobrado vidas y recursos.
Numerosos naufragios y pérdidas de embarcaciones marítimas que navegaban hacia y desde Nueva España entre los años 1638 y 1639 no solo interrumpieron el comercio entre Manila y Acapulco, sino que también redujeron la fuerza naval de Manila.
Después de que los holandeses se apoderaron de Formosa en 1642, comenzaron a enviar escuadrones de buques, grandes y pequeños; los primeros iban al «Embocadero de San Bernardino» y al «Cabo Espíritu Santo» para esperar a los barcos que llevaban socorro a Filipinas. También había barcos fondeados en la costa de Ilocos y Pangasinan para saquear los buques mercantes procedentes de China.
El nuevo gobernador general español, Diego Fajardo Chacón, llegó a Filipinas a fines de junio de 1644, junto con el capitán andaluz Sebastián López. Fajardo encontró que las islas carecían de fuerza naval. Hizo su entrada en Manila a mediados de agosto, tomó posesión del gobierno y envió dos galeones: «Nuestra Señora de la Encarnación» y «Nuestra Señora del Rosario» (en adelante llamadas «Encarnación» y «Rosario» , respectivamente) para adquirir nuevos recursos para las islas desde Nueva España.
Eventos catastróficos en 1645
En julio de 1645, las naves «Encarnación» y «Rosario», bajo el mando del capitán vizcaíno Lorenzo de Orellana[9] llegaron desde México a la Bahía de Lamón con productos para las Filipinas para reponer sus agotadas recursos. A bordo de uno de los dos galeones estaba el arzobispo electo de Manila, Fernando Montero de Espinosa. En su viaje a Manila fue atacado por fiebres hemorrágicas y murió. Los ciudadanos de Manila, que tenían gran necesidad de un líder religioso para fortalecer su fe en aquellos tiempos desesperados, lamentaron con tristeza la muerte prematura de Montero de Espinosa.
El terremoto de San Andrés
El 30 de noviembre de 1645, durante la fiesta de San Andrés Apóstol, un terremoto devastador afectó a Manila y sus alrededores y destruyó unos 150 edificios de buena planta y mató a un sinnúmero de ciudadanos. Cinco días después, el 5 de diciembre, otro terremoto tan violento como el primero sacudió la ciudad. Aunque no se registraron muertes, las estructuras inestables restantes dañadas por el primer temblor fueron totalmente destruidas.
Los poderes destructivos del terremoto llegaron a otras provincias de las islas. Los pueblos nativos fueron completamente arrasados, ya que sus chozas construidas con bambúes y hojas de palma fueron destruidas. Grandes grietas, e incluso abismos, aparecieron en los campos abiertos. Los ríos, incluidos los de Manila, se desbordaron e inundaron las ciudades y pueblos como resultado de los terremotos anteriores.
Ataque a gran escala en 1646
En su gran consejo en Nueva Batavia (Yakarta), los holandeses decidieron lanzar un ataque decisivo en Filipinas. Los holandeses equiparon 18 buques bajo Maarten Gerritsz Vries , y los dividieron en tres escuadrones:
Fuerzas holandesas
Primer escuadrón
Fuerza: 5 recipientes (4 naves regulares y una pequeña embarcación en forma de O llamada chó)
Destino: Ilocos y Pangasinan
Propósito: Agitar a los nativos contra los españoles y apoderarse de barcos costeros y barcazas de China.
Segundo escuadrón
Fuerza : 7 buques (5 naves regulares y 2 buques de fuego), 16 lanzamientos, 800 soldados; Artillería : El buque insignia transportaba 46 piezas de excelente artillería; los vasos más pequeños llevaban treinta.
Destino : Zamboanga luego al Embocadero de San Bernandino
Propósito : Arrebatar las embarcaciones provenientes de México, que anualmente traen a Manila una cantidad considerable de dinero para el mantenimiento de la guarnición española en el archipiélago.
Tercer Escuadrón
Fuerza: 6 recipientes; Artillería : su buque insignia llevaba 45 cañones, mientras que otros tenían más de 20.
Destino: Manila (como refuerzo de los primeros dos escuadrones)
Propósito: Cortar cualquier alivio proveniente de Manila a Ternate y Makassar.
Después del monzón, estos tres escuadrones convergerán como una sola armada fuera de la bahía de Manila para atacar la ciudad.
Fuerzas hispanas-Kapampángan
Las noticias de la llegada del primer escuadrón a Ilocos y la región de Pangasinan llegaron a Manila el 1 de febrero de 1646. Los holandeses trataron de conquistar Ilocanos y Pangasinenses , prometiendo la independencia completa y la abolición de los impuestos. Pero cuando los nativos se resistieron, los corsarios holandeses saquearon sus hogares. Sin embargo, la llegada de algunas compañías de soldados españoles a esos lugares obligó a los holandeses a volver a embarcarse en sus barcos.
Al enterarse de la presencia del enemigo, el gobernador Fajardo pidió un consejo de guerra . En ese momento, Manila no tenía fuerzas navales para repeler al enemigo, salvo los dos viejos y casi podridos galeones de Manila-Acapulco, las 800 toneladas Encarnación y 700 toneladas Rosario -que llegaron en Cavite desde México desde el año anterior. A pesar de ser superado en número por el enemigo, el general Fajardo decidió que los dos galeones deberían estar listos para la batalla. Los dos galeones fueron apresuradamente equipados y tripulados.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de CAVITE
La batalla del puerto de Cavite fue un combate naval ocurrido el 10 de junio de 1647 durante la guerra de los Ochenta Años en la bahía de Manila, Filipinas, en el que la flota española derrotó a la de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
El puerto de Cavite, situado en la bahía de Manila (Filipinas), era en el siglo XVII un fondeadero habitual de la flota española y una de las más valiosas posesiones españolas por su situación estratégica, que facilitaba el comercio entre Asia y el Virreinato de Nueva España (hoy México).
El 10 de junio de 1647, siguiendo con las hostilidades de la Guerra de los Ochenta Años, doce barcos holandeses lo sitiaron. Los españoles defendieron el puerto con fuego de artillería, hundiendo el buque insignia holandés. Estos debieron retirarse, dejando el puerto bajo control español, pero no sin antes haber destruido Porta Vaga, una fortificación española para la defensa del puerto. Los holandeses seguirían merodeando por la bahía de Manila hasta el final de la guerra, en 1648
Saludos

La batalla del puerto de Cavite fue un combate naval ocurrido el 10 de junio de 1647 durante la guerra de los Ochenta Años en la bahía de Manila, Filipinas, en el que la flota española derrotó a la de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
El puerto de Cavite, situado en la bahía de Manila (Filipinas), era en el siglo XVII un fondeadero habitual de la flota española y una de las más valiosas posesiones españolas por su situación estratégica, que facilitaba el comercio entre Asia y el Virreinato de Nueva España (hoy México).
El 10 de junio de 1647, siguiendo con las hostilidades de la Guerra de los Ochenta Años, doce barcos holandeses lo sitiaron. Los españoles defendieron el puerto con fuego de artillería, hundiendo el buque insignia holandés. Estos debieron retirarse, dejando el puerto bajo control español, pero no sin antes haber destruido Porta Vaga, una fortificación española para la defensa del puerto. Los holandeses seguirían merodeando por la bahía de Manila hasta el final de la guerra, en 1648
Saludos



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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Sitio de ALMEIDA
El Sitio de Almeida tuvo lugar entre el 16 al 25 agosto de 1762, cuando una fuerza española al mando de Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, sitió y conquistó la ciudad de Almeida en Portugal durante el transcurso de la Guerra de los Siete Años. La toma de la ciudad formaba parte de un plan español más amplio, cuyo objetivo era la invasión de Portugal. Esta campaña es conocida con el nombre de Guerra Fantástica.
Así, mientras una parte del contingente español penetraba en Portugal por el norte, por Galicia, atravesando el Duero y amenazando Oporto, la otra cruzaba la frontera por Ciudad Rodrigo para dirigirse a Almeida, donde se situaba la mayor fortaleza de la zona. La plaza fue ocupada después de nueve días de asedio, pero el avance español se vio pronto interrumpido por la llegada de 8.000 efectivos británicos, aliados de Portugal, quienes se apoderaron de la ciudad de Valencia de Alcántara, cortando la línea de suministros para las tropas españolas.
El Conde de Aranda guarneció la ciudad de Almeida, pero esta fue la única plaza importante que estuvo en manos españolas hasta el fin de la guerra. Le fue devuelta a los portugueses por medio del Tratado de París de 1763 a cambio de la devolución a los españoles de Cuba y Filipinas, que estaban en manos británicas.
Saludos

El Sitio de Almeida tuvo lugar entre el 16 al 25 agosto de 1762, cuando una fuerza española al mando de Pedro Pablo Abarca de Bolea, Conde de Aranda, sitió y conquistó la ciudad de Almeida en Portugal durante el transcurso de la Guerra de los Siete Años. La toma de la ciudad formaba parte de un plan español más amplio, cuyo objetivo era la invasión de Portugal. Esta campaña es conocida con el nombre de Guerra Fantástica.
Así, mientras una parte del contingente español penetraba en Portugal por el norte, por Galicia, atravesando el Duero y amenazando Oporto, la otra cruzaba la frontera por Ciudad Rodrigo para dirigirse a Almeida, donde se situaba la mayor fortaleza de la zona. La plaza fue ocupada después de nueve días de asedio, pero el avance español se vio pronto interrumpido por la llegada de 8.000 efectivos británicos, aliados de Portugal, quienes se apoderaron de la ciudad de Valencia de Alcántara, cortando la línea de suministros para las tropas españolas.
El Conde de Aranda guarneció la ciudad de Almeida, pero esta fue la única plaza importante que estuvo en manos españolas hasta el fin de la guerra. Le fue devuelta a los portugueses por medio del Tratado de París de 1763 a cambio de la devolución a los españoles de Cuba y Filipinas, que estaban en manos británicas.
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Marco Tulio Cicerón.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de VALENCIA DE ALCANTARA
La batalla de Valencia de Alcántara tuvo lugar el 27 de agosto de 1762 cuando una fuerza anglo-portuguesa comandada por John Burgoyne sorprendió y arrebató la ciudad de Valencia de Alcántara a sus defensores españoles durante el transcurso de la Guerra de los Siete Años. La ciudad fue tomada como defensa contra la invasión franco-española a Portugal. Dicha campaña es conocida como la Guerra Fantástica.
Las fuerzas que habían ocupado Almeida formaban parte de una ofensiva mayor para invadir Portugal. Una parte de esas tropas invasoras entrarían por el norte, por Galicia, atravesando el Duero y amenazando Oporto, mientras que el resto atacarían el sur cruzando la frontera por Ciudad Rodrigo.1 Con España invadiendo Portugal en apoyo de Francia, los ingleses enviaron refuerzos para ayudar a los portugueses. En total, Gran Bretaña envió unos 8.000 hombres.
El 24 de agosto, el Conde de Lippe, a cuyas órdenes se encontraban las fuerzas anglo-portuguesas, decidió atacar la ciudad de Valencia de Alcántara por tratarse de la principal base de abastecimiento español para la invasión de Portugal. Para ello envió a John Burgoyne, un coronel del 16ºRegimiento ligero de dragones y con funciones de general de brigada. Burgoyne contaba con un contingente anglo-portugués de aproximadamente 2.800 hombres formado por 400 dragones, 6 compañías de infantería británica, 11 compañías de granaderos portugueses y 4 piezas de artillería ligera. Las fuerzas conjuntas cruzaron el río Tajo por Abrantes y en Castelo de Vide se les unieron 100 voluntarios portugueses a pie, 50 hombres a caballo y unos 40 campesinos armados.
El 27 de agosto, después de recorrer casi 72 kilómetros a marchas forzadas, el contingente atacó y capturó la ciudad, sorprendiendo a los defensores españoles. Varias compañías del Regimiento de Sevilla, que estaban acuarteladas en la ciudad fronteriza, fueron aniquiladas y una vez que se apoderaron de la ciudad, británicos y portugueses despejaron rápidamente los alrededores de tropas españolas haciendo gran cantidad de prisioneros, incluido un general español. Posteriormente, la ciudad fue abandonada sin sufrir daños tras pagar un rescate en maíz equivalente a los impuestos de un año.
Esta pequeña victoria elevó la moral portuguesa y a Burgoyne se le concedió un gran diamante y las banderas españolas capturadas. La victoria también retrasó la invasión y contribuyó a la victoria general de ese año. Dos meses más tarde Burgoyne derrotó de nuevo a los españoles en la Batalla de Vila Velha.
Saludos

La batalla de Valencia de Alcántara tuvo lugar el 27 de agosto de 1762 cuando una fuerza anglo-portuguesa comandada por John Burgoyne sorprendió y arrebató la ciudad de Valencia de Alcántara a sus defensores españoles durante el transcurso de la Guerra de los Siete Años. La ciudad fue tomada como defensa contra la invasión franco-española a Portugal. Dicha campaña es conocida como la Guerra Fantástica.
Las fuerzas que habían ocupado Almeida formaban parte de una ofensiva mayor para invadir Portugal. Una parte de esas tropas invasoras entrarían por el norte, por Galicia, atravesando el Duero y amenazando Oporto, mientras que el resto atacarían el sur cruzando la frontera por Ciudad Rodrigo.1 Con España invadiendo Portugal en apoyo de Francia, los ingleses enviaron refuerzos para ayudar a los portugueses. En total, Gran Bretaña envió unos 8.000 hombres.
El 24 de agosto, el Conde de Lippe, a cuyas órdenes se encontraban las fuerzas anglo-portuguesas, decidió atacar la ciudad de Valencia de Alcántara por tratarse de la principal base de abastecimiento español para la invasión de Portugal. Para ello envió a John Burgoyne, un coronel del 16ºRegimiento ligero de dragones y con funciones de general de brigada. Burgoyne contaba con un contingente anglo-portugués de aproximadamente 2.800 hombres formado por 400 dragones, 6 compañías de infantería británica, 11 compañías de granaderos portugueses y 4 piezas de artillería ligera. Las fuerzas conjuntas cruzaron el río Tajo por Abrantes y en Castelo de Vide se les unieron 100 voluntarios portugueses a pie, 50 hombres a caballo y unos 40 campesinos armados.
El 27 de agosto, después de recorrer casi 72 kilómetros a marchas forzadas, el contingente atacó y capturó la ciudad, sorprendiendo a los defensores españoles. Varias compañías del Regimiento de Sevilla, que estaban acuarteladas en la ciudad fronteriza, fueron aniquiladas y una vez que se apoderaron de la ciudad, británicos y portugueses despejaron rápidamente los alrededores de tropas españolas haciendo gran cantidad de prisioneros, incluido un general español. Posteriormente, la ciudad fue abandonada sin sufrir daños tras pagar un rescate en maíz equivalente a los impuestos de un año.
Esta pequeña victoria elevó la moral portuguesa y a Burgoyne se le concedió un gran diamante y las banderas españolas capturadas. La victoria también retrasó la invasión y contribuyó a la victoria general de ese año. Dos meses más tarde Burgoyne derrotó de nuevo a los españoles en la Batalla de Vila Velha.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de VILA VELHA
La Batalla de Vila Velha o Batalla de Vila Velha de Ródão se libró el 5 de octubre de 1762, cuando una fuerza combinada anglo-portuguesa comandada por los generales John Burgoyne y Charles Lee, sorprendió y recuperó Vila Velha de Ródão a los invasores españoles. La batalla se enmarca dentro de la Guerra de los Siete Años y es parte de la campaña conocida como Guerra Fantástica.
El 3 de octubre de 1762, el Conde de Lippe, anticipándose a la ofensiva española que se disponía a cruzar el Río Zêzere para atacar el cuartel general portugués de Abrantes, dio instrucciones a George Townshend, I Marqués de Townshend, de marchar a la provincia de Beira Baixa siguiendo la orilla izquierda del Zêzere para unirse a las fuerzas de Lord George Lennox y juntos hostigar las líneas españolas de comunicación con Almeida y Ciudad Rodrigo. Los soldados portugueses al mando del marqués de Townshend tuvieron que soportar penosas marchas, pero finalmente lograron interceptar y atacar un convoy escoltado por fuerzas francesas cerca de Sabugal, capturando gran cantidad de suministros.
La batalla
El mismo día, el contingente español, que hacía poco había tomado Vila Velha, avanzó hacia Porto Cabrão, dejando en la ciudad 8 piezas de artillería junto a 200 granaderos y 100 hombres a caballo. El general Burgoyne, quien estaba en la zona encargado de la defensa del sur del Tajo, dándose cuenta de lo desprotegido que quedaba Vila Velha, ordenó al teniente coronel Charles Lee que se pusiera al frente de un destacamento formado por 100 granaderos portugueses, 200 hombres del 85º regimiento de infantería y 50 dragones del 16º Regimiento ligero para atravesar el Tajo y atacar la posición. Un granadero portugués del 2º Regimiento de Cascais cruzó valientemente el río con una cuerda para facilitar el paso de una barcaza, sacrificando su vida en esta acción.
El 7 de octubre, el destacamento de Lee, aprovechando la ventaja de la sorpresa, lanzó un ataque nocturno, sorprendiendo a los españoles acampados en Vila Velha. A pesar de que los españoles se encontraban atrincherados, lo inesperado del ataque fue decisivo para que británicos y portugueses superaran tanto a la infantería como a la caballería española, infligiéndoles pérdidas considerables. En total unos 250 españoles murieron, resultaron heridos o fueron hechos prisioneros.
Además se capturaron seis cañones y 60 mulas de artillería. Y el que era el principal objetivo de Lee, el depósito de artillería, fue quemado casi enseguida por los primeros asaltantes. Las pérdidas del lado anglo-portugués fueron tan solo de un muerto y 10 heridos. Con la llegada de refuerzos ingleses al día siguiente, la ciudad fue definitivamente asegurada.
Consecuencias
La toma de Vila Velha supuso el fin de la campaña para la invasión franco-española a Portugal, 1 y a mediados de octubre el ejército franco-español decidió retirarse y volver a España con Lippe y Townshend persiguiéndolos y obligando incluso a los españoles a abandonar a sus heridos. El 24 de octubre, las fuerzas francesas y españolas se encontraban al completo en territorio español. Los días siguientes hubo algunas escaramuzas a ambos lados de la frontera, y los españoles volverían a hacer en noviembre otro intento de invasión atacando las ciudades de Olivença y Ouguela, pero fueron rechazados.
El 22 de noviembre, el comandante español Conde de Aranda propuso una tregua al Conde Lippe, dándose por concluido el intento de invasión a Portugal, conocido como la Guerra Fantástica.
Saludos

La Batalla de Vila Velha o Batalla de Vila Velha de Ródão se libró el 5 de octubre de 1762, cuando una fuerza combinada anglo-portuguesa comandada por los generales John Burgoyne y Charles Lee, sorprendió y recuperó Vila Velha de Ródão a los invasores españoles. La batalla se enmarca dentro de la Guerra de los Siete Años y es parte de la campaña conocida como Guerra Fantástica.
El 3 de octubre de 1762, el Conde de Lippe, anticipándose a la ofensiva española que se disponía a cruzar el Río Zêzere para atacar el cuartel general portugués de Abrantes, dio instrucciones a George Townshend, I Marqués de Townshend, de marchar a la provincia de Beira Baixa siguiendo la orilla izquierda del Zêzere para unirse a las fuerzas de Lord George Lennox y juntos hostigar las líneas españolas de comunicación con Almeida y Ciudad Rodrigo. Los soldados portugueses al mando del marqués de Townshend tuvieron que soportar penosas marchas, pero finalmente lograron interceptar y atacar un convoy escoltado por fuerzas francesas cerca de Sabugal, capturando gran cantidad de suministros.
La batalla
El mismo día, el contingente español, que hacía poco había tomado Vila Velha, avanzó hacia Porto Cabrão, dejando en la ciudad 8 piezas de artillería junto a 200 granaderos y 100 hombres a caballo. El general Burgoyne, quien estaba en la zona encargado de la defensa del sur del Tajo, dándose cuenta de lo desprotegido que quedaba Vila Velha, ordenó al teniente coronel Charles Lee que se pusiera al frente de un destacamento formado por 100 granaderos portugueses, 200 hombres del 85º regimiento de infantería y 50 dragones del 16º Regimiento ligero para atravesar el Tajo y atacar la posición. Un granadero portugués del 2º Regimiento de Cascais cruzó valientemente el río con una cuerda para facilitar el paso de una barcaza, sacrificando su vida en esta acción.
El 7 de octubre, el destacamento de Lee, aprovechando la ventaja de la sorpresa, lanzó un ataque nocturno, sorprendiendo a los españoles acampados en Vila Velha. A pesar de que los españoles se encontraban atrincherados, lo inesperado del ataque fue decisivo para que británicos y portugueses superaran tanto a la infantería como a la caballería española, infligiéndoles pérdidas considerables. En total unos 250 españoles murieron, resultaron heridos o fueron hechos prisioneros.
Además se capturaron seis cañones y 60 mulas de artillería. Y el que era el principal objetivo de Lee, el depósito de artillería, fue quemado casi enseguida por los primeros asaltantes. Las pérdidas del lado anglo-portugués fueron tan solo de un muerto y 10 heridos. Con la llegada de refuerzos ingleses al día siguiente, la ciudad fue definitivamente asegurada.
Consecuencias
La toma de Vila Velha supuso el fin de la campaña para la invasión franco-española a Portugal, 1 y a mediados de octubre el ejército franco-español decidió retirarse y volver a España con Lippe y Townshend persiguiéndolos y obligando incluso a los españoles a abandonar a sus heridos. El 24 de octubre, las fuerzas francesas y españolas se encontraban al completo en territorio español. Los días siguientes hubo algunas escaramuzas a ambos lados de la frontera, y los españoles volverían a hacer en noviembre otro intento de invasión atacando las ciudades de Olivença y Ouguela, pero fueron rechazados.
El 22 de noviembre, el comandante español Conde de Aranda propuso una tregua al Conde Lippe, dándose por concluido el intento de invasión a Portugal, conocido como la Guerra Fantástica.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de MARVAO
La batalla de Marvão fue un enfrentamiento militar que tuvo lugar entre el 9 y el 10 de noviembre de 1762 durante la guerra Fantástica y la guerra anglo-española (1761-1763), como parte del intento de invasión de Portugal por parte de tropas francesas y españolas a finales de 1762. Una numerosa fuerza española atacó la localidad fortificada de Marvão pero fue repelida y derrotada por tropas anglo-portuguesas dirigidas por el capitán Thomas Browne.
Durante el verano de 1762 habían fracasado dos ofensivas españolas que pretendían invadir Portugal. Entonces España recibió el apoyo de Francia, que envió 10 000 soldados y equipamiento al tiempo que el Reino de Gran Bretaña también enviaba refuerzos para ayudar a los portugueses, en total 8000 hombres bajo mando de John Burgoyne y el general George Townshend.
La tercera invasión de territorio portugués fue motivada por las negociaciones de paz que mantenían ingleses y franceses, en las cuales el papel de España se vería reforzado si realizaba un ataque sorpresa a finales del otoño —en esta época las campañas militares se retrasaban hasta la primavera. Sin embargo, el comandante en Portugal, el conde de Lippe, ya había reforzado las guarniciones más importantes con tropas británicas y unidades portuguesas de primera línea. Los españoles dividieron su ejército en varios cuerpos que atacarían distintos objetivos, uno de los cuales era Marvão, localidad que esperaban tomar y retener bajo su control.
Batalla
El castillo de Marvão se levanta sobre una peña de granito en la sierra de São Mamede, cerca del río Tajo, y era una plaza fuerte de importancia clave para asegurar el cruce del río por parte de las tropas españolas. El castillo estaba defendido por quinientos hombres bajo mando del capitán inglés Thomas Browne, que estaba al cargo de una compañía del 83.º Regimiento de infantería del coronel Bigoe Armstrong, además de un puñado de soldados portugueses, milicianos y varios cañones.
La fuerza española de ataque contaba con entre cuatro y cinco mil hombres. Cuando se acercaron a la localidad, la población local presionó a los defensores del castillo para que se rindieran, pero prevaleció la firmeza del capitán Browne, que esperaba un largo asedio. El militar británico a cargo de la defensa de la fortaleza se sorprendió cuando los españoles atacaron, dada la naturaleza escarpada de una fortificación erigida sobre una posición defensiva muy elevada.
Los españoles intentaron aproximarse por el lado sureste de la localidad y Browne envió refuerzos a ese sector de la fortificación. Los defensores británicos y portugueses abrieron fuego con sus mosquetes y cañones contra los asaltantes que trataron de escalar los muros. Para agravar los problemas de los españoles, las escalas con las que intentaban subir eran demasiado cortas y por ello fueron repelidos con facilidad. Las tropas hispanas fueron diezmadas por los accidentes en un terreno tan abrupto y el fuego de las armas ligeras y los cañones de los defensores. Viendo que había perdido el factor sorpresa y que el castillo estaba bien defendido, el comandante español ordenó retirada al día siguiente porque sus fuerzas no estaban preparadas para iniciar un largo asedio.
El otro avance español fue detenido en Ouguela por otra pequeña guarnición portuguesa que estaba bien preparada para la defensa, la cual les infligió numerosas bajas y los obligó a abandonar el intento de asalto. El 19 de noviembre, ambas guarniciones se unieron para tomar represalias y saquearon la localidad extremeña de La Codosera.
La enconada resistencia que los españoles se habían encontrado en Marvão y Ouguela tuvo un efecto evidente en sus movimientos y los convenció de que cualquier intento de invasión del Alentejo portugués necesitaría de una victoria decisiva. La cercanía del invierno, las enfermedades que estaban causando muchas bajas entre los soldados y la falta de suministros6 obligaron a los españoles a retirarse a partir del 15 de noviembre y el día 22 de ese mes España pidió una tregua.
Saludos

La batalla de Marvão fue un enfrentamiento militar que tuvo lugar entre el 9 y el 10 de noviembre de 1762 durante la guerra Fantástica y la guerra anglo-española (1761-1763), como parte del intento de invasión de Portugal por parte de tropas francesas y españolas a finales de 1762. Una numerosa fuerza española atacó la localidad fortificada de Marvão pero fue repelida y derrotada por tropas anglo-portuguesas dirigidas por el capitán Thomas Browne.
Durante el verano de 1762 habían fracasado dos ofensivas españolas que pretendían invadir Portugal. Entonces España recibió el apoyo de Francia, que envió 10 000 soldados y equipamiento al tiempo que el Reino de Gran Bretaña también enviaba refuerzos para ayudar a los portugueses, en total 8000 hombres bajo mando de John Burgoyne y el general George Townshend.
La tercera invasión de territorio portugués fue motivada por las negociaciones de paz que mantenían ingleses y franceses, en las cuales el papel de España se vería reforzado si realizaba un ataque sorpresa a finales del otoño —en esta época las campañas militares se retrasaban hasta la primavera. Sin embargo, el comandante en Portugal, el conde de Lippe, ya había reforzado las guarniciones más importantes con tropas británicas y unidades portuguesas de primera línea. Los españoles dividieron su ejército en varios cuerpos que atacarían distintos objetivos, uno de los cuales era Marvão, localidad que esperaban tomar y retener bajo su control.
Batalla
El castillo de Marvão se levanta sobre una peña de granito en la sierra de São Mamede, cerca del río Tajo, y era una plaza fuerte de importancia clave para asegurar el cruce del río por parte de las tropas españolas. El castillo estaba defendido por quinientos hombres bajo mando del capitán inglés Thomas Browne, que estaba al cargo de una compañía del 83.º Regimiento de infantería del coronel Bigoe Armstrong, además de un puñado de soldados portugueses, milicianos y varios cañones.
La fuerza española de ataque contaba con entre cuatro y cinco mil hombres. Cuando se acercaron a la localidad, la población local presionó a los defensores del castillo para que se rindieran, pero prevaleció la firmeza del capitán Browne, que esperaba un largo asedio. El militar británico a cargo de la defensa de la fortaleza se sorprendió cuando los españoles atacaron, dada la naturaleza escarpada de una fortificación erigida sobre una posición defensiva muy elevada.
Los españoles intentaron aproximarse por el lado sureste de la localidad y Browne envió refuerzos a ese sector de la fortificación. Los defensores británicos y portugueses abrieron fuego con sus mosquetes y cañones contra los asaltantes que trataron de escalar los muros. Para agravar los problemas de los españoles, las escalas con las que intentaban subir eran demasiado cortas y por ello fueron repelidos con facilidad. Las tropas hispanas fueron diezmadas por los accidentes en un terreno tan abrupto y el fuego de las armas ligeras y los cañones de los defensores. Viendo que había perdido el factor sorpresa y que el castillo estaba bien defendido, el comandante español ordenó retirada al día siguiente porque sus fuerzas no estaban preparadas para iniciar un largo asedio.
El otro avance español fue detenido en Ouguela por otra pequeña guarnición portuguesa que estaba bien preparada para la defensa, la cual les infligió numerosas bajas y los obligó a abandonar el intento de asalto. El 19 de noviembre, ambas guarniciones se unieron para tomar represalias y saquearon la localidad extremeña de La Codosera.
La enconada resistencia que los españoles se habían encontrado en Marvão y Ouguela tuvo un efecto evidente en sus movimientos y los convenció de que cualquier intento de invasión del Alentejo portugués necesitaría de una victoria decisiva. La cercanía del invierno, las enfermedades que estaban causando muchas bajas entre los soldados y la falta de suministros6 obligaron a los españoles a retirarse a partir del 15 de noviembre y el día 22 de ese mes España pidió una tregua.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Sitio del Fuerte SAN FELIPE 1.756
El asedio del Fuerte de San Felipe, comúnmente conocido en Gran Bretaña como la Caída de Menorca o el Asedio de Menorca, tuvo lugar en 1756 durante la Guerra de los Siete Años.
Una fuerza francesa bajo el mando del duque de Richelieu llegó a la isla y asedió a la guarnición británica en el castillo de San Felipe y los obligó a rendirse después de un largo asedio. Una fuerza de ayuda británica bajo el mando del almirante John Byng navegó con el propósito de salvar la isla, pero después de la «batalla naval de Menorca», Byng se retiró a Gibraltar y la resistencia de la guarnición finalmente cedió. Posteriormente, se culpó a Byng por la pérdida de Menorca y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Uno de los involucrados en la armada británica en esta operación fue Arthur Phillip, que más tarde fue el primer gobernador de Nueva Gales del Sur.
La resistencia de la guarnición había sido considerada lo suficientemente prolongada y honorable como para que se les permitiera marchar con sus armas y ser enviados de vuelta a su hogar en Gran Bretaña, una convención común en ese momento. Blakeney fue absuelto de cualquier culpa por la pérdida de la isla y, más tarde, fue galardonado con un título nobiliario irlandés en reconocimiento a su defensa de fuerte de San Felipe.
Consecuencias
Hyacinthe Gaëtan de Lannion fue nombrado primer gobernador francés de Menorca. Un escuadrón naval británico dirigido por sir Edward Hawke enviado para reemplazar a Byng, llegó cerca de Menorca poco después de la rendición. Como Hawke no tenía suficientes tropas a bordo para montar un asedio para retomar la isla, partió y navegó por las aguas de Marsella durante tres meses antes de volver a casa. Más tarde fue criticado por no montar un bloqueo de la isla, lo que podría haberla obligado a rendirse por inanición.
Los franceses se mantuvieron en Menorca durante el resto de la guerra, el único territorio británico que debían ocupar, y en el Tratado de París fue devuelto a Gran Bretaña a cambio de Guadalupe. Menorca fue capturada por los británicos nuevamente en 1781 durante la Guerra anglo-española, después de lo cual fue cedida a España.
Saludos

El asedio del Fuerte de San Felipe, comúnmente conocido en Gran Bretaña como la Caída de Menorca o el Asedio de Menorca, tuvo lugar en 1756 durante la Guerra de los Siete Años.
Una fuerza francesa bajo el mando del duque de Richelieu llegó a la isla y asedió a la guarnición británica en el castillo de San Felipe y los obligó a rendirse después de un largo asedio. Una fuerza de ayuda británica bajo el mando del almirante John Byng navegó con el propósito de salvar la isla, pero después de la «batalla naval de Menorca», Byng se retiró a Gibraltar y la resistencia de la guarnición finalmente cedió. Posteriormente, se culpó a Byng por la pérdida de Menorca y fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Uno de los involucrados en la armada británica en esta operación fue Arthur Phillip, que más tarde fue el primer gobernador de Nueva Gales del Sur.
La resistencia de la guarnición había sido considerada lo suficientemente prolongada y honorable como para que se les permitiera marchar con sus armas y ser enviados de vuelta a su hogar en Gran Bretaña, una convención común en ese momento. Blakeney fue absuelto de cualquier culpa por la pérdida de la isla y, más tarde, fue galardonado con un título nobiliario irlandés en reconocimiento a su defensa de fuerte de San Felipe.
Consecuencias
Hyacinthe Gaëtan de Lannion fue nombrado primer gobernador francés de Menorca. Un escuadrón naval británico dirigido por sir Edward Hawke enviado para reemplazar a Byng, llegó cerca de Menorca poco después de la rendición. Como Hawke no tenía suficientes tropas a bordo para montar un asedio para retomar la isla, partió y navegó por las aguas de Marsella durante tres meses antes de volver a casa. Más tarde fue criticado por no montar un bloqueo de la isla, lo que podría haberla obligado a rendirse por inanición.
Los franceses se mantuvieron en Menorca durante el resto de la guerra, el único territorio británico que debían ocupar, y en el Tratado de París fue devuelto a Gran Bretaña a cambio de Guadalupe. Menorca fue capturada por los británicos nuevamente en 1781 durante la Guerra anglo-española, después de lo cual fue cedida a España.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Batalla de MENORCA
La batalla de Menorca fue un conflicto bélico naval y terrestre que tuvo lugar entre mayo y junio de 1756 y que enfrentó a Francia y Gran Bretaña por el control de la isla de Menorca, en el Mediterráneo occidental, al inicio de la guerra de los Siete Años. El combate naval, el 20 de mayo de 1756, enfrentó a la escuadra francesa de Tolón, comandada por el marqués de La Galissonière, con la de John Byng, llegada de Gibraltar para socorrer a la isla tras el desembarco de fuerzas terrestres del mariscal de Richelieu, llevado a cabo con anterioridad en el mes de abril. La victoria francesa provocó el regreso de la maltrecha armada británica a su refugio de Gibraltar y supuso la rendición de la isla de Menorca el 29 de junio de 1756. La isla quedó en manos francesas hasta el fin de la guerra.
Los franceses amenazaban la guarnición de Menorca, que había sido arrebatada a los españoles por los británicos en 1708 durante la guerra de Sucesión Española. Las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña habían comenzado en 1754 en América durante la guerra Franco-india y, en ese momento, la situación para Gran Bretaña no era halagüeña.
Gran Bretaña quería proteger sus posesiones cercanas a la metrópoli porque temía, incluso, que Francia planeara invadir Gran Bretaña, en una reedición de lo que hizo durante la guerra de Sucesión Austriaca con el apoyo de los pretendientes jacobitas. La dilación de los franceses para trasladar tropas a Menorca dejó a los británicos tiempo para actuar, aunque con retraso, y se desplegó una flota de diez navíos venidos de Gibraltar para defender Menorca, bajo la dirección del vicealmirante John Byng, que fue ascendido a almirante para la ocasión.
Preludio
Grabado que muestra las posiciones iniciales de las dos flotas a las dos de la tarde del 20 de mayo.
La flota de Byng, reforzada con el escuadrón de Menorca que había escapado de la isla, arribó a Menorca el 19 de mayo y se encontró con que la isla ya se encontraba invadida, únicamente las tropas británicas del castillo de San Felipe resistían en Mahón. Las órdenes de Byng fueron las de dar apoyo a esa guarnición pero el escuadrón francés de 12 navíos y 5 fragatas iba a impedírselo esa tarde. Las dos flotas se posicionaron, la batalla se llevaría a cabo al día siguiente.
Batalla[editar]
Frente a los doce navíos franceses, Byng formó a sus doce navíos en línea y los acercó a la vanguardia francesa manteniendo un rumbo paralelo para no perder su posición ventajosa. Luego les ordenó que girasen rodeando a los barcos franceses. Sin embargo la mala señalización de las órdenes causó confusión y retraso en el cerco a la flota francesa. Los franceses, mejor armados, hicieron varios impactos en los barcos ingleses, mientras que los disparos ingleses eran poco efectivos. Durante la batalla Byng tomó muchas precauciones y dependió en exceso de los procedimientos estándar de lucha; varios barcos británicos resultaron dañados, aunque ninguno de los dos bandos perdió barcos en esta batalla. Tras un consejo de guerra los oficiales británicos acordaron la retirada a Gibraltar ya que no tenían posibilidades de infligir más daño a la flota francesa ni prestar apoyo a la guarnición de Menorca, asediada por el mariscal francés, el duque de Richelieu.1
Consecuencia
A pesar del afán del por aquel entonces primer ministro británico William Pitt por recuperar la isla, no se envió durante el resto de la guerra ninguna expedición para tal fin. Menorca volvió finalmente a manos británicas en 1763 por el Tratado de París, a cambio de las Antillas francesas y Belle-Île-en-Mer.
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La batalla de Menorca fue un conflicto bélico naval y terrestre que tuvo lugar entre mayo y junio de 1756 y que enfrentó a Francia y Gran Bretaña por el control de la isla de Menorca, en el Mediterráneo occidental, al inicio de la guerra de los Siete Años. El combate naval, el 20 de mayo de 1756, enfrentó a la escuadra francesa de Tolón, comandada por el marqués de La Galissonière, con la de John Byng, llegada de Gibraltar para socorrer a la isla tras el desembarco de fuerzas terrestres del mariscal de Richelieu, llevado a cabo con anterioridad en el mes de abril. La victoria francesa provocó el regreso de la maltrecha armada británica a su refugio de Gibraltar y supuso la rendición de la isla de Menorca el 29 de junio de 1756. La isla quedó en manos francesas hasta el fin de la guerra.
Los franceses amenazaban la guarnición de Menorca, que había sido arrebatada a los españoles por los británicos en 1708 durante la guerra de Sucesión Española. Las hostilidades entre Francia y Gran Bretaña habían comenzado en 1754 en América durante la guerra Franco-india y, en ese momento, la situación para Gran Bretaña no era halagüeña.
Gran Bretaña quería proteger sus posesiones cercanas a la metrópoli porque temía, incluso, que Francia planeara invadir Gran Bretaña, en una reedición de lo que hizo durante la guerra de Sucesión Austriaca con el apoyo de los pretendientes jacobitas. La dilación de los franceses para trasladar tropas a Menorca dejó a los británicos tiempo para actuar, aunque con retraso, y se desplegó una flota de diez navíos venidos de Gibraltar para defender Menorca, bajo la dirección del vicealmirante John Byng, que fue ascendido a almirante para la ocasión.
Preludio
Grabado que muestra las posiciones iniciales de las dos flotas a las dos de la tarde del 20 de mayo.
La flota de Byng, reforzada con el escuadrón de Menorca que había escapado de la isla, arribó a Menorca el 19 de mayo y se encontró con que la isla ya se encontraba invadida, únicamente las tropas británicas del castillo de San Felipe resistían en Mahón. Las órdenes de Byng fueron las de dar apoyo a esa guarnición pero el escuadrón francés de 12 navíos y 5 fragatas iba a impedírselo esa tarde. Las dos flotas se posicionaron, la batalla se llevaría a cabo al día siguiente.
Batalla[editar]
Frente a los doce navíos franceses, Byng formó a sus doce navíos en línea y los acercó a la vanguardia francesa manteniendo un rumbo paralelo para no perder su posición ventajosa. Luego les ordenó que girasen rodeando a los barcos franceses. Sin embargo la mala señalización de las órdenes causó confusión y retraso en el cerco a la flota francesa. Los franceses, mejor armados, hicieron varios impactos en los barcos ingleses, mientras que los disparos ingleses eran poco efectivos. Durante la batalla Byng tomó muchas precauciones y dependió en exceso de los procedimientos estándar de lucha; varios barcos británicos resultaron dañados, aunque ninguno de los dos bandos perdió barcos en esta batalla. Tras un consejo de guerra los oficiales británicos acordaron la retirada a Gibraltar ya que no tenían posibilidades de infligir más daño a la flota francesa ni prestar apoyo a la guarnición de Menorca, asediada por el mariscal francés, el duque de Richelieu.1
Consecuencia
A pesar del afán del por aquel entonces primer ministro británico William Pitt por recuperar la isla, no se envió durante el resto de la guerra ninguna expedición para tal fin. Menorca volvió finalmente a manos británicas en 1763 por el Tratado de París, a cambio de las Antillas francesas y Belle-Île-en-Mer.
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Marco Tulio Cicerón.
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