Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Hoplon
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Hoplon » 18 Ene 2018 19:08

Incluso hoy en día las madres holandesas no les dicen a sus niños que se portan mal "que viene el coco", sino "que viene el Duque de Alba".

Me pregunto si hubiera podido existir otra política que hubiera mantenido la lealtad de esas provincias a su señor natural, o si era algo que inevitablemente tuvo que pasar.

Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 19:47

Hoplon escribió

Incluso hoy en día las madres holandesas no les dicen a sus niños que se portan mal "que viene el coco", sino "que viene el Duque de Alba".

Me pregunto si hubiera podido existir otra política que hubiera mantenido la lealtad de esas provincias a su señor natural, o si era algo que inevitablemente tuvo que pasar.



El problema es que no se pueden juzgar los hechos de hace 600 años con la mentalidad de hoy en día, el fanatismo religioso imperante, y el valor de la vida son totalmente distintos, salvo contadas excepciones en el mundo occidental actual no hay fanatismo religioso, y no creo que la gente al menos en Occidente esté por la labor de hace una guerra por un tema de religión.

Y por otra parte, para nosotros el bien supremo es la vida, algo que nos diferencia por completo de los islamistas y otras especies similares que se dan en tanto en Africa como en Oriente, con lo que es evidente que estamos en una situación de desventaja en determinados temas.

Y para finalizar no debemos olvidar que en muchos casos la única manera que tenían los soldados de cobrar sus pagas eran los saqueos, porque en eso la verdad es que mucho España no ha cambiado, tiene unas fuerzas armadas y policiales mal pagadas, y a las que se les racanea todo, no digo que estamos igual que entonces, pero seguimos en la línea de antes. Y a este respectdo me remito a la actualidad con los sueldos de Policía Nacional y Guardia Civil.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 20:20

La Batalla de GEMBLOUX


La batalla de Gembloux: Don Juan de Austria y Farnesio aplastan a 25.000 rebeldes
Una arriesgada carga de caballería encabezada por Farnesio sirvió la victoria española: «Alejandro, acordándose del antiguo romano, se arroja en un hoyo para sacar de él una cierta y grande victoria hoy»

La Guerra de Flandes, también conocida como Guerra de los 80 años, vivió el momento más comprometido para los intereses hispánicos en el año 1576. Lo que había comenzado como una rebelión de carácter religioso contra Felipe II, sobre todo en la zona norte de los Países Bajos –las provincias Zelanda y Holanda–, evolucionó en una desobediencia general tras la repentina muerte del gobernador Luis de Requesens y el motín de las tropas en 1576.

A la llegada del nuevo gobernador designado por el Rey, Don Juan de Austria, la posición española era crítica, casi irreversible. Un día después de que el hermanastro del Rey pusiera tierra en Luxemburgo, el Saqueo español de Amberes predispuso a todas las provincias en contra de «los extranjeros». La labor del héroe de Lepanto se presumía hercúlea y, aunque el Monarca no estaba todavía dispuesto a aceptarlo, iba a requerir hasta el último hombre de los temidos tercios.

Para recuperar la fidelidad de los nobles moderados y bajo las instrucciones del Rey, Don Juan de Austria retiró a los tercios españoles del país en abril de 1577. Pagó los atrasos a los soldados con el dinero que el Papa Gregorio XIII le había entregado tras la batalla de Lepanto y pidiendo varios préstamos personales. Además, firmó el Edicto Perpetuo, un documento que eliminaba la Inquisición y reconocía las libertades flamencas a cambio del reconocimiento de la soberanía de la Corona española y la restauración de la fe católica en el país. Pero lejos de respetar lo firmado, Guillermo de Orange insistió en su rebelión y buscó la forma de eliminar a Don Juan de Austria, cuya estrategia de pacificación amenazaba con echar al traste sus planes.

Con solo una veintena de soldados bajo su cargo y reducido a ser un títere político, Don Juan de Austria abandonó Bruselas apresuradamente y se refugió por sorpresa, abusando de la invitación de su castellano, en la fortaleza de Namur (hoy en la región belga de Valonia), desde donde pidió sin éxito ayuda a Felipe II. «Los españoles están marchándose y se llevan mi alma consigo, pues preferiría estar encantado de que esto no suceda. Ellos (la nobleza local) me tienen y me consideran una persona colérica y yo los aborrezco y los tengo por bravísimos bribones», escribió Don Juan de Austria a su amigo Rodrigo de Mendoza sobre la situación desesperada que estaba viviendo. Después de suplicar por el envío de tropas, el Rey autorizó el regreso de los tercios españoles a finales de 1577.

El hijo bastardo de Carlos I de España celebró el regreso de los tercios con gruesas palabras: [b][i]«A los magníficos Señores, amados y amigos míos, los capitanes de la mi infantería que salió de los Estados de Flandes. [...] A todos ruego vengáis con la menor ropa y bagaje que pudiéredes, que llegados acá no os faltará de vuestros enemigos».[/i][/b]

El regreso a Flandes quedó empañado por la muerte del maestre de campo Julián Romero

Alejandro Farnesio –sobrino de Don Juan de Austria pero de la misma edad y también combatiente en Lepanto– guió un ejército de 6.000 soldados de élite en dirección a Flandes. Para alcanzar su objetivo, los tercios recorrieron el conocido como Camino español, un logro logístico que abría un corredor de Milán hasta Bruselas, en poco más de un mes. No obstante, la celeridad y fervor desplegado para acudir en ayuda de Don Juan de Austria, una figura muy apreciada por los soldados, quedó empañada por la muerte de un monumento del ejército español: el maestre de campo Julián Romero, que falleció en las vísperas de la campaña. Cerca de la ciudad de Cremona cayó fulminado de repente. Tenía cincuenta y nueve años –llevaba combatiendo desde los 16 años– y le faltaba un brazo, un ojo y una pierna.

En Namur comienza la reconquista de Flandes

A principios de 1578, el año de la venganza española por las afrentas contra el gobernador de Flandes, Don Juan de Austria se trasladó de Namur a Luxemburgo, donde los tercios españoles se congregaban junto a tropas locales y mercenarios extranjeros. En total, las fuerzas hispánicas sumaban 17.000 hombres, lo cual inspiró cierto temor en los rebeldes, que comenzaron a pedir ayuda a Francia, Inglaterra, Alemania y a cualquier país que quisiera «quemar las barbas del Rey español». Pero era tarde, la maquinaria de los tercios ya estaba en marcha.

Un ejército reclutado a toda prisa por los Estados Generales de los Países Bajos se amparó en su superioridad numérica, 25.000 hombres, para dirigirse a Namur, donde Don Juan de Austria había regresado acompañado por los 17.000 soldados. Guillermo de Orange, que mantenía el control político de prácticamente la totalidad de los Países Bajos –incluidas las provincias católicas–, consideraba que la mejor oportunidad para atacar a los españoles era ahora, después de una larga travesía y un periodo de inactividad. No en vano, quizá calculando sobre el terreno que el número daba igual frente a la calidad de las tropas allí congregadas por los españoles, los rebeldes decidieron finalmente retroceder en dirección a Gembloux. Allí tuvo lugar la batalla, un 31 de enero de 1578. No sin antes, en la noche previa al combate, añadir Don Juan de Austria al estandarte real que portó en la batalla de Lepanto la frase: «Con esta señal vencí a los turcos, con esta venceré a los herejes». La confianza del español en la capacidad de sus tropas rozaba la arrogancia.

La confrontación comenzó con una escaramuza encabezada por Octavio Gonzaga, otro de los hombres de confianza de Don Juan de Austria, a la cabeza de 2.000 soldados con el fin de entretener al grueso del ejército enemigo. Con tan mala suerte para los rebeldes que, yendo más lejos de sus instrucciones, las tropas de Gonzaga empezaron a hacer retroceder la línea enemiga.

Temiéndose que el enemigo se abalanzara de golpe como respuesta, Don Juan de Austria ordenó a un capitán llamado Perote, cuya compañía se situaba en la vanguardia y seguía avanzando, que retrocediera. Indignado, pues pensó que le trataban por un cobarde, Perote contestó de malas maneras, sin retroceder un palmo, «que él nunca había vuelto las espaldas al enemigo, y aunque quisiera no podía».

«Alejandro se arroja en un hoyo para sacar de él una cierta y grande victoria»

Al contrario, el ejército rebelde no solo no contraatacó sino que fue retrocediendo aún más hasta quedar encajonado en lo bajo y angosto de un paso en pendiente. Una vez más, la baja disciplina de las tropas rebeldes, reclutadas a toda prisa con el oro como única razón de ser, cedía frente al oficio de los tercios españoles. Y viendo que la victoria estaba al alcance de la mano, Alejandro Farnesio –al que Don Juan de Austria había pedido que no se alejara de su lado– le arrebató a un paje de lanza la que llevaba y montó en el primer caballo que encontró libre para dirigir en persona una carga de caballería.

[b]«Id a Juan de Austria y decidle que Alejandro, acordándose del antiguo romano, se arroja en un hoyo para sacar de él, con el favor de Dios y con la fortuna de la Casa de Austria, una cierta y grande victoria hoy»[/b], afirmó Farnesio según citan las crónicas de Faminiano Estrada. El ataque del sobrino de Felipe II, Duque de Parma, fue secundado por algunos de los más importantes hombres del ejército: Bernardino de Mendoza –que sería nombrado posteriormente embajador en Inglaterra–, Juan Bautista de Monte, Enrique Vienni, Fernando de Toledo –el hijo ilegitimo de el Gran Duque de Alba–, Martinengo, y Cristóbal de Mondragón, entre otros.

Una victoria de la caballería: 10.000 bajas

Las repetidas cargas seleccionadas quirúrgicamente por Alejandro Farnesio pusieron en fuga a la caballería rebelde, superior en efectivos pero no en experiencia. En su desordenada huida, la caballería se estrelló con la infantería que permanecía encajonada a su espalda, de manera que «en parte la estropearon, y del todo la desampararon». Junto a la infantería española que fue en su apoyo, sobre todo los hombres de Gonzaga, la caballería arrebató al enemigo 34 banderas, la artillería y todo el bagaje. En su desesperada fuga, unos en dirección a Bruselas y otros hacia la fortificación de Gembloux, se produjeron la mayoría de las bajas enemigas: más de 10.000 entre muertos y capturados. Como demostración de la enorme distancia que separaba a ambos ejércitos, la mejor infantería de su tiempo, la española, solo contó una veintena de bajas en aquella jornada.

Al finalizar la batalla, Don Juan de Austria reprochó a Alejandro Farnesio que había arriesgado su vida «como si fuera un soldado y no un general». El Rayo de la Guerra replicó a su tío que «él había pensado que no podía llenar el cargo de capitán quien valerosamente no hubiera hecho primero el oficio de soldado». Un incidente que, sin embargo, no afectó a la amistad entre ambos familiares, quienes enviaron a Felipe II dos cartas por separado atribuyéndole enteramente la victoria el uno al otro.

La batalla de Gembloux sorprendió a Guillermo de Orange y al resto de cabecillas de la rebelión festejando en Bruselas que el poder del Imperio español había quedado reducido a controlar Luxemburgo y la ciudad de Namur. No imaginaban que su ejército pudiera mostrarse tan frágil frente a los españoles. Cuando llegaron los rumores de lo que había ocurrido, abandonaron Bruselas y se refugiaron en Amberes sin esperar a que se confirmara la derrota.

Don Juan de Austria continuó hasta su extraña y fatídica muerte en octubre de ese mismo año con la ofensiva, avanzando de victoria en victoria por la provincia de Brabante, y posteriormente cedió el testigo a Alejandro Farnesio, que valiéndose de una mezcla de fuerza y dialogo fue el general español que más cerca tuvo la victoria final. Solo Felipe II y su mesiánico empeño por inmiscuirse en todos los frentes posibles (Flandes, Portugal, Inglaterra, Francia…) pudieron diluir la obra que Farnesio inició en Gembloux.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 20:48

Batalla de RIJMENAM


La Batalla de Rijmenam fue una batalla librada en las primeras etapas de la Guerra de los Ochenta Años entre las fuerzas de los Estados Generales de los Países Bajos y las del Gobernador General de los Habsburgo, don Juan de Austria, el 31 de julio de 1578 cerca de Rijmenam en la actual Bélgica. Las fuerzas españolas sufrieron una derrota estratégica.

Antecedentes

Después de la pacificación de Gante, todos los Habsburgo de los Países Bajos se habían levantado contra el rey Felipe II. Cuando don Juan, el nuevo Gobernador General, que era medio hermano de Felipe II, llegó al país en noviembre de 1576, al principio fingió estar dispuesto a cooperar con los Estados Generales, pero pronto hubo una ruptura y la guerra se reanudó. Desde enero de 1578 en adelante los refuerzos que fueron enviados a don Juan por la camino español fueron lo suficientemente fuertes como para ir hacia una ofensiva.

Casi de inmediato obtuvo una sorprendente victoria en la Batalla de Gembloux. Esto motivó a las potencias extranjeras a intervenir en nombre de los Estados Generales. La reina Isabel de Inglaterra envió dinero y tropas, como lo hizo el duque de Anjou. Estos refuerzos formaron la espina dorsal de un ejército reconstituido que se formó en un campamento reforzado en Rijmenam durante julio de 1578. El comandante de esta fuerza era el Conde de Boussu. Consistió principalmente en mercenarios ingleses bajo las órdenes de sir John Norris y sir Richard Bingham, mercenarios escoceses bajo el mando de Robert Stuart y hugonotes franceses bajo el mando de François de la Noue. En la víspera de la batalla estaban esperando nuevos refuerzos del conde Palatino, que estaba esperando cerca de Zutphen la llegada de un subsidio que la reina Isabel había prometido, pero aún no pagado. Sin esos considerables refuerzos, contó aproximadamente 18 000 infantes y 2000 de caballería.

Don Juan, por otro lado, podría liberar no más de 12 000 soldados de infantería y 5000 de caballería. Esta inferioridad de las fuerzas lo motivó a buscar la batalla antes de que las fuerzas del Conde Palatino pudieran unirse con las del ejército en Rijmenam. Sin embargo, durante un consejo de guerra antes de la batalla, su segundo al mando, el duque de Parma y el experimentado comandante Gabrio Serbelloni se opusieron al plan ya que pensaban que el riesgo era demasiado grande. Sin embargo, don Juan decidió atacar.

La batalla

Después de pasar la noche frente al enemigo, el ejército de Don Juan atacó a primera hora de la mañana del 31 de julio de 1578. El ejército de los Estados se formó frente al pueblo de Rijmenam, con sus flancos anclados en bosques a ambos lados. En frente del ejército un sistema de trincheras había sido excavado. Don Juan se acercó a estas trincheras con la esperanza de que Boussu saldría y lo contrataría a cielo abierto, pero Boussu se negó a ser atraído. Después de una espera de tres horas, Don Juan ordenó una compañía de mosqueteros bajo Alonso de Leyva y tres tropas de coraceros bajo el Marqués del Monte, para hacer una finta.a la parte trasera del pueblo en el ala izquierda española. Esta vez, Boussu mordió el anzuelo y ordenó a Norris que lo rechazara. Se produjo una escaramuza, pero ni Norris ni Leyva cumplieron.

Sin embargo, algunos soldados ingleses se perdieron entre las líneas y esto provocó refuerzos de ambos lados. Aparecieron los escoceses bajo Stuart y la infantería española bajo Fernando de Toledo. Al mismo tiempo, toda la infantería española comenzó un avance en las trincheras, liderado por Parma, que avanzó a pie, lucio en mano. Mientras tanto, Toledo empujó a Norris dentro del pueblo. Norris contraatacó directamente después de haber prendido fuego a unas pocas casas en el pueblo. Esto fue malinterpretado por los comandantes españoles como un intento de Boussu de quemar su tren de equipaje. Pensando que el Ejército de los Estados Unidos estaba retrocediendo, ahora presionaron el ataque, a pesar de los intentos de Don Juan y Parma de detenerlos. Cuando Leyva y Toledo llegaron al centro del pueblo, descubrieron que habían sido atraídos a una trampa bien tendida.

Resultó que el aparente despliegue del Ejército de los Estados frente a la aldea había sido una estratagema para atraer a los españoles. En realidad, el campamento reforzado de Boussu estaba ubicado detrás del pueblo y su artillería se dibujó frente al linea real Quinientos mosqueteros españoles y seiscientas caballerías se encontraron ahora en circunstancias muy peligrosas. Los soldados escoceses se desnudaron hasta la cintura mientras cantaban salmos y atacaron a los asombrados españoles. Al mismo tiempo, la artillería de los Estados abrió fuego. Las tropas españolas estaban en peligro de ser aniquiladas. Sin embargo, Parma personalmente los liberó por un camino cubierto a través del pueblo, mientras ejecutaba una de sus famosas maniobras de caballería. Esto terminó la batalla, ya que Boussu no cumplió.

Como de costumbre, los informes de víctimas difieren. Según los historiadores holandeses, las fuerzas españolas sufrieron una pérdida de 1.000 muertos. En el lado español, no se admiten más de 400 muertos y el mismo número del otro lado afirmó. Sin embargo, los historiadores españoles admiten que hubo más heridos y prisioneros perdidos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 22:22

Asedio de DEVENTER


El asedio de Deventer fue un asedio de la ciudad de Deventer puesto por las tropas de los Estados Generales bajo el mando de George van Lalaing, conde de Rennenberg del 3 de agosto al 19 de noviembre de 1578 durante la Guerra de los Ochenta Años.

Fue asediado en un intento por parte de los Estados Generales de los Países Bajos para proteger las regiones de Holanda y Utrecht del poder español. Desde 1572 la ciudad había estado ocupada por el regimiento alemán Polweiler para el Imperio español representado por don Juan de Austria. Después de que Lalaing pusiera en práctica una serie de consejos estratégicos de Johan van den Kornput, la ciudad estaba preparada para negociar la rendición y el 19 de noviembre de 1578 se entregó a las tropas de los Estados Generales.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 22:47

Los Amotinados de ALOST


Mientras, en el asedio de Zierckzee, los españoles defendían varios navíos que habían dispuesto para bloquear el acceso a la villa que habían abierto los defensores al romper el dique. En vano intentó el propio Guillermo de Orange romper ese bloqueo. Visto el fracaso para socorrer a los de la ciudad los sitiados terminaron por rendirse a finales de junio; no sin antes acordar que pagarían 200.000 florines a cambio de que se les dejara marchar. No hubo tiempo para cobrar el dinero y pagar a los soldados españoles que, siguiendo su costumbre y debido a la falta de muchas pagas, se amotinaron tras tomar la villa. Los amotinados se dirigieron después a Brabante y se hicieron fuertes, en número de 1.600, en la ciudad de Alost, cerca de Bruselas.

La muerte del comendador [Requesens] así como lo inoportuno del motín y la falta de pagas para el resto del ejército, dio la oportunidad al de Orange de entablar conversaciones con varios miembros del Consejo de Estado y gobernadores de villas principales para organizar una revuelta generalizada. Enterados de la inminencia del levantamiento decidieron los mandos del ejército real concentrar sus fuerzas en Brabante.

Estando en esta situación de reagrupamiento fueron atacadas las tropas de arcabuceros a caballo de Juan de Alconeta por cerca de 3.000 civiles armados. Ayudados por refuerzos enviados por Sancho Dávila pusieron en fuga a los atacantes descubriéndose una orden firmada y sellada por el Consejo de Estado de degollar no sólo a los españoles, sino a cualquiera que los ayudara. La traición estaba consumada ya que se habían concedido armas a los civiles con el pretexto de permitir su defensa frente a los amotinados. En un golpe de mano, los traidores Heese y Climes, nobles supuestamente al servicio del rey, prendieron a los miembros del Consejo leales a la corona, declarando por rebeldes a todos los españoles.

<<Ya en esta sazón había alguno de los Estados [gobierno de los rebeldes] que tenían inteligencia con François, duque de Alençon, hermano del cristianísimo rey de Francia, pidiéndole viniese en su ayuda con gente, y a la reoina de Inglaterra les diese asistencia; y en Flandes comunicaban con los rebeldes en la manera que si tuvieran treguas con ellos, donde la prisión de los del Consejo y publicación del placarte o premática se juntaron los eclesiásticos, nobleza y villas en Gante, cabeza de aquella provincia, y allí resolvieron en una conformidad de echar a los españoles y gente de guerra extranjera que servía a su Majestad>>.

Visto lo anterior y que las tropas valonas y alemanas acantonadas en los fuertes leales a la corona, cambiaban de bando con inusitada celeridad, decidió Sancho Dávila prroveer el castillo de Amberes de provisiones coomo para que los 400 hombres que allí había pudieran sufrir un largo asedio. Con guarnicioón española quedaban tan solo Liere, Maastricht,Utrecht, Viennen, Gante y Valenciennes; y el de los amotinados de Alost.

Había un total de 6.000 soldados leales al rey deseperdigados en diversas guarniciones y únicamente la provincia de Luxemburgo se mantenía sin levantar armas contra los españoles. El cambio de bando de los nobles flamencos había sido generalizado <<siendo tan sólo Pieter Pieterssoen, burgomaestre de Amsterdam, en todos los Paises Bajos al que se vino al castillo de Amberes, dejando su tierra, mujer, hijos y deudos por cumplir, como él decía, con la obligación de ser vasallo de su Majestad y de buen católico en no consentir jamás concierto con herejes>>.

La seguridad en la victoria sobre los españoles era tal que, estando preparado el asedio de Gante a mediados de septiembre, en unas escaramuzas que un cuerpo grande de su ejército tuvo con los escasos hombres de don Bernardino de Mendoza, en las carcanías de Lovaina, los civiles, confiados, se acercan al saqueo <<y gran número de estudiantes de la universidad de Lovaina a ver, como ellos decían, combatir con los españoles, y comprar los despojos, que no hallaron muy baratos>>, pues hubo degollina cuando, para sorpresa de todos, las tropas de don Bernadino vencieron a las de los rebeldes.

Consiguieron los insurrectos comprar a las tropas alemanas de guarnición en Maastricht, de manera que los escasos españoles que allí había se tuvieron que hacer fuertes en dos torreones del castillo, negándose siquiera a hablar de rendición. Esta heroica resistencia permitió que con más facilidad se derrotara al enemigo cuoando las tropas de don Fernando de Toledo y don Martín de Ayala acudieron en ayuda de los españoles, logrando finalmente recuperar la plaza.

Viendo su fracaso sobre Maastricht los rebeldes decidiron apretar el asedio del castillo de Gante, el cual contaba sólo con una guarnición de 140 españoles, escasos de provisiones y pólvora. Para su defensa se ordenó venir desde Zierickzee a cuatro compañías del coronel Mondragón, pues las pocas tropas reales que habían en Brabante no daban abastoo al estar casi todas las villas en rebelión y los caminos en poder de los sediciosos.

Abundaban las escaramuzas entre las tropas españolas y los numersos cuerpos del ejército rebelde que cruzaban Brabantre por distintos caminos para el asedio de Amberes. En uno de estos encuentros les tocó a unos soldados bisoños bajo el mando de Andrés Hurtado de Mendoza enfrentarse a las tropas rebeldes: no arredrándose y consiguieron frenar su avance <<con ser la primera vez que habían visto enemigos, gallardamente, cargándoles a las primeras rociadas con más furia que consideración; que es en lo que más se aventajan los soldados viejos de los que no lo son>>.

Finalmente, aparecieron las tropas rebeldes en Amberes el 3 de octubre. Entraron sin problemas en la villa pues así lo habían acordado con los gobernadores de la misma que de esta forma faltaban a la palabra que previamente habóian dado a Sancho Dávila. Comenzaron los asaltantes, aprovechando la espesa niebla que había ese día, a hacer trincheras y fortificaciones en las calles que daban al castillo para facilitar su asedio. Sumaban los sitiados más de 14.000 civiles armados y 6.000 soldados. Esa misma noche hicieron la primera salidos los españoles del castillo, reconociendo sus fortificaciones y matando más de 50 hombres. Al día siguiente se cañoeaba en ambas direcciones entre el castillo y la villa.

Oyeron el estruendo de los cañones los amotinados que continuaban pertinaces en Alost. No habían conseguido apaciguarles las sucesivas embajadas de los mandos españoles, ni las promesas de apresurar sus pagas, ni las noticias del levantamiento generalizado que había provocado que 16 de las 17 provincias flamencas estuvieran de parte de los rebeldes. Sin embargo, al oír el estruendo que provocaba el asedio de sus compatriotas de Amberes se juramentaron <<resolviéndose de socorrer el castillo y ganar la villa o perder las vidas sobre ello>>.

Salieron los amotinados de Alost a las tres de la madrugada llegando al amanecer al río de Amberes el cual pasaron algunos a nado hasta que juntaoron suficientes barcas de las quoe había al otro lado para que cruzara el resto. Se juntaorn allí con otros 600 españoles que venían con Julián Romero y Alonso de Vargas a reforzar a los sitiados. Todos consiguieron entrar en el castillo de Amberes ante la alegría de Sancho Dávila <<que les pidió que reposasen y comiesen; pero ellos, quoe venían coon ramos verdes y esperanza de buen suceso por los buenos alientos, respondieron el estar resueltos de comer en el Paraíso o cenar en la villa de Amberes>>. Había ya un total de 2.200 infantes españoles, 800 alemanes y 500 caballos con los que hacer la salida; frente a ellos, 20.000 rebeldes armados.

<<Pasaron los amotinados con la demás infantería el puente del castillo, y en la contraescarpa de él hicieron oración todos para asaltar, y al fín de ella, guiándoles un soldado, llamado Juan de Navarrete, natural de Baeza, a quien habían hecho su alférez, que llevaba un estandarte y en él pintado un crucifijo de una parte, y Nuestra Señor de la otra, arremetieron los amotinados con sus capitanes por la calle de San Miguel, y Julián Romero con su gente por la de San Jorge, apellidando [gritando] Santiago, España, al cerrar con las trincheras y reparos de los Estados [rebeldes]>>.

Al conocer el peligro que acechaba a sus compatriotas en Amberes, los amotinados irán espontáneamente en su socorro, logrando una victoria que aseguraba la presencia española en Flandes


A pesar de su marcada inferioridad numérica ganaron los españoles las trincheras e hicieron retirarse de sus posiciones a las tropas rebeldes. Prendieron fuego al ayuntamiento, donde se habían refugiado numerosos enemigos que con sus mosquetes herían con facilidad a los españoles. El incendio se extendió a cerca de 80 de las casas vecinas para la ruina de la ciudad, siendo ésta loa cauosa de las quejas posteriores y no el saqueo, que no fue demasiado abundante para la desgracia de lo soldados reales. Murieron de los españoles 14 hombres, entre ellos el alférez de los amotinados, siendo 2.500 los caídos de los rebeldes en las calles de la ciudad y cerca del doble de los que murieron intentado huir de ella.

Puede sorprender la desproporción que normalmente se da entre las cifras de muertos rebeldes y de las tropas españolas que nos cuentan los distintos cronistas. No hay que olvidar, sin embargo, que los soldados españoles eran temidos en toda Europa, Africa y América por su valor y disciplina, condiciones que los hacían prácticamente invencibles. No en vano las tropas españolas, casi siempre minoritarias en los tercios de Flandes, eran consideradas el nervio principal del ejército real y su presencia o ausencia decantaba la contienda hacia uno u otro lado.

Esto ocurría en parte porque eran los mismo soldados españoles los que se encargaban de mantener a rajatabla el respeto a ambas cualidades: valor y disciplina. Al respecto, nos cuenta Bernardino de Mendoza una anécdota que da idea de hasta que punto era impensable la admisión de la cobardía en los tercios españoles: <<en los cuales salieron seis españoles a correr, y cargándoles más de cien villanos, el uno de ellos dejó a los demás, huyéndose a la aldea, don encontró a caso con don Francisco Valdés, que le preguntó, viéndolo alborotado, lo que era; el soldado le confesó haber dejado a sus compañeros, a quien envió al momento don Francisco de Valdés socorro, y mandó prender al soldado, que el día siguiente pasaron los picas de las banderas, por castigo de flaqueza que había hecho desamparando sus compañeros y ejemplo de los demás. Cosa que no he querido dejar de escribir, para que entiendan por ella los que no han guerreado con la nación española con el rigor que castiga a los que dan muestra de cobardía>>.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 18 Ene 2018 23:14

La Batalla de BORGERHOUT


La batalla de Borgerhout fue un enfrentamiento de la guerra de los Ochenta Años librado el 2 de marzo de 1579 en el que el Ejército español de Flandes liderado por Alejandro Farnesio, duque de Parma, atacó un campamento fortificado en la villa de Borgerhout, cerca de Amberes, donde estaban acuartelados varios miles de soldados franceses, ingleses, escoceses y valones al servicio de la recién creada Unión de Utrecht. La batalla tuvo lugar durante la reconquista por los ejércitos de Felipe II de España de los Países Bajos Borgoñones, cuyas diferentes provincias se habían unido en 1576 tras la firma de la Pacificación de Gante con la finalidad de expulsar a las tropas extranjeras y garantizar la libertad de culto a los protestantes.

A pesar de la victoria rebelde en la batalla de Rijmenam en julio de 1578, durante el otoño gran parte de los Países Bajos meridionales cayeron en manos del ejército español, Bruselas estaba amenazada y los Estados Generales de los Países Bajos se habían trasladado a la más segura ciudad de Amberes. Aprovechándose de la indisciplina del ejército de los rebeldes holandeses, Farnesio decidió a comienzos de 1579 poner sitio a la ciudad de Maastricht, pero antes, para distraer a los rebeldes de su verdadero objetivo y al tiempo amedrentar a los bruselenses, movió a sus fuerzas para sorprender a su enemigo en Borgerhout, muy cerca de Amberes, donde estaban acuarteladas una parte de las tropas de los Estados Generales. Allí se encontraban entre tres y cuatro mil soldados de infantería que suponían la columna vertebral del ejército rebelde y entre ellos había calvinistas franceses dirigidos por François de La Noue y tropas inglesas y escocesas a las órdenes de John Norreys.

El 2 de marzo, Farnesio desplegó elementos de su ejército en una llanura que se extendía entre su posición en la villa de Ranst y el campamento holandés de Borgerhout, el cual había sido fortificado por Norreys y De la Noue con fosos, empalizadas y montículos de tierra. El ejército español se dividió en tres columnas para el asalto, cada una de ellas provista de un puente móvil para atravesar el foso. Tras uno de los ataques, ejecutado por tropas valonas, se consiguió asegurar uno de los puentes y las fuerzas españolas pudieron penetrar para combatir a los soldados de los Estados Generales dentro de su campamento. Los hombres de Norreys y De la Noue opusieron una férrea defensa, pero Farnesio lanzó a su caballería ligera al combate y forzó al ejército holandés a abandonar Borgerhout y buscar refugio bajo la artillería de las murallas de Amberes. Guillermo de Orange, líder de la rebelión holandesa, y el archiduque Matías de Habsburgo, gobernador general de los Países Bajos nombrado por los Estados Generales, fueron testigos de la batalla desde las murallas de Amberes.

La batalla significó la destrucción de las villas de Borgerhout y Deurne y costó la vida a unos mil quinientos soldados de ambos bandos. Farnesio se dirigió a continuación hacia Maastricht, ciudad que fue puesta bajo sitio por el ejército español menos de una semana después de esta batalla y que fue tomada al asalto el 29 de junio de ese año. La exitosa campaña del príncipe de Parma abrió el camino para un período de nueve años en que los españoles reconquistaron gran parte de los Países Bajos.

En 1566 los Países Bajos Borgoñones, que pertenecieron al emperador Carlos V y que había heredado su hijo Felipe II tras su abdicación en 1556, estaban muy agitados por las tensiones religiosas entre protestantes y católicos, pero también por la renuencia de la nobleza y las ciudades a costear las guerras del rey español y ceder sus poderes a la administración real.

En 1567 Felipe II envió un ejército a los Países Bajos dirigido por Fernando Álvarez de Toledo, duque de Alba, con la misión de restaurar su autoridad. Sin embargo, la dureza del duque en la persecución religiosa y política llevó a Guillermo de Orange, líder de la nobleza neerlandesa, a exiliarse en Alemania y preparar desde allí una invasión para expulsar al duque de Alba. Guillermo invadió los Países Bajos en dos ocasiones, en 1568 y 1572, pero en ambas fue derrotado por las tropas españolas. Sin embargo, en su segundo intento, la rebelión se extendió por las provincias de Holanda y Zelanda y el duque español fue incapaz de reprimirla.

En 1576, la falta de autoridad generada tras la muerte de Luis de Requesens, sucesor del duque de Alba, unido a la quiebra de las arcas reales españolas, llevó a los soldados de los tercios españoles a amotinarse y saquear varias ciudades, incluida Amberes. En respuesta a ello, tanto las provincias leales como las rebeldes se unieron para expulsar a las tropas extranjeras previa firma de un acuerdo que se llamó la Pacificación de Gante.

Juan de Austria, vencedor de Lepanto y sustituto de Requesens no tuvo más elección que firmar el Edicto perpetuo de 1577, en el que aceptaba la Pacificación de Gante pero después, frustrado por la intransigencia de Guillermo de Orange y sus aliados, se apoderó de la ciudadela de Namur y puso a su ejército en pie de guerra. A la aplastante victoria de Juan de Austria en la batalla de Gembloux en enero de 1578, siguió la derrota táctica en Rijmenam en julio y la muerte del propio Juan en octubre víctima de la peste.​

Sin embargo, a pesar de que los españoles no pudieron aprovechar militarmente su éxito en Gembloux, esa victoria dio importantes réditos políticos a la causa de la monarquía española porque acabó con la unidad de los rebeldes neerlandeses. En efecto, los líderes de las principales familias de las provincias meridionales perdieron su fe en la causa de los Orange y en la promesa de ayudarles que había hecho la reina Isabel I de Inglaterra, algo que supuso un importante revés. Con el objetivo de restaurar la capacidad militar de los rebeldes, Isabel I acordó con Juan Casimiro, hijo del elector calvinista del Condado Palatino del Rin, la formación de un ejército alemán sufragado con dinero inglés que ayudase a los rebeldes neerlandeses.

Juan Casimiro trajo a los Países Bajos once mil hombres, pero en lugar de combatir contra los españoles, se alineó con los calvinistas extremistas de Gante y abrió todavía más la brecha entre los católicos y los rebeldes protestantes.​ Los Estados Generales pidieron ayuda a Francisco, duque de Anjou, hermano y heredero del rey de Francia, que entró en la ciudad de Mons en julio de 1578 pero regresó a Francia poco después.

En febrero de 1579 la recién creada Unión de Arras abrió negociaciones con Alejandro Farnesio, sucesor de su tío Juan de Austria como gobernador general de los Países Bajos, para reconciliarse con la monarquía hispánica.​ En respuesta, las provincias septentrionales de los Países Bajos firmaron una alianza.​ Además, Farnesio estaba planeando la toma de la ciudad de Maastricht y su importante puente de piedra sobre el río Mosa para usarla como base para conquistar Bruselas y Amberes en futuras campañas.​ En noviembre de 1578, el ejército español partió de Namur y cruzó las Ardenas y Limburgo. Sin embargo, el comandante de las fuerzas hispanas consideró demasiado arriesgado iniciar el asedio en mitad del invierno y con la amenaza latente de un ataque de la numerosa caballería de Juan Casimiro.

Campaña

Para la campaña de 1579, Farnesio planeó dos movimientos diferentes. Una parte de sus fuerzas, bajo mando de Cristóbal de Mondragón, debía despejar de guarniciones holandesas la zona comprendida entre Maastricht y la frontera alemana, mientras que el propio Farnesio, a la cabeza del ejército principal, se movería hacia Amberes con dos objetivos: neutralizar el ejército neerlandés y especialmente su caballería alemana, para después sitiar Maastricht y así distraer a los rebeldes de la verdadera finalidad de su campaña.

La primera parte del plan se cumplió cuando Mondragón tomó las localidades de Kerpen, Erkelenz y Straelen entre el 7 y el 15 de enero. El 24 de ese mismo mes, Farnesio se trasladó para atacar al ejército de los Estados Generales, que se encontraba en Weert, al este de Amberes. Superado en número, François de la Noue, que actuaba como comandante de las fuerzas de los Estados tras la muerte del conde de Bossu, dejó una parte de sus hombres en el castillo de Weert y se retiró con el resto, los que todavía no habían recibido la paga, a Amberes. Solicitaron al consejo de la ciudad permiso para entrar, pero se lo denegaron y De la Noue no tuvo más remedio que atrincherarse con su ejército fuera de las murallas de Amberes, en la cercana villa de Borgerhout.

Mientras tanto, Farnesio confió al duque Hannibal d'Altemps la misión de tomar Weert y él continuó su avance hacia el ejército neerlandés. D'Altemps rodeó Weert con seis mil soldados y abrió brecha en sus muros con los disparos de sus dos cañones.​ Los defensores se rindieron incondicionalmente, pero por orden de Farnesio fueron colgados de las ventanas, algo que el conde hizo de buen grado porque su mayordomo había perdido un ojo durante el asedio.

En lugar de seguir a las fuerzas enemigas hasta su campamento, Farnesio detuvo a sus hombres para reponer fuerzas en Turnhout,​ tras lo cual se ocupó del ejército alemán de Juan Casimiro derrotando a sus reiter cerca de Eindhoven el 10 de febrero.​ Además, y puesto que Juan Casimiro se hallaba en Inglaterra negociando con Isabel I, Farnesio acordó con su teniente, Mauricio de Sajonia-Lauenburg, la retirada de las tropas calvinistas, a las que los españoles permitieron salir de los Países Bajos con libertad.​ Resuelto este asunto, Farnesio puso rumbo a Borgerhout.

Orden de batalla

Las tropas de los Estados Generales acuarteladas en la villa de Borgerhout eran entre veinticinco y cuarenta compañías de infantería que sumaban entre tres y cuatro mil soldados,​ además de cien unidades montadas. Eran la columna vertebral del ejército rebelde y Guillermo de Orange se refería a ellos como «sus valientes». Estaban dirigidos por oficiales de renombre como François de la Noue y John Norreys.

Para hacer frente al ejército español, estaban destacados a lo largo de Borgerhout, que ellos mismos habían fortificado excavando un foso y levantando un talud de tierra alrededor de la villa desde el puente de Deurne, sobre el arroyo Groot Schijn afluente del río Escalda, hasta el camino de Voetweg, que corría paralelo al canal de Herentals.​ Orange desplegó otros cuatro regimientos de infantería francesa y valona, procedentes de las cercanas guarniciones de Ath y Termonde, detrás de Borgerhout y bajo la protección de la ciudadela de Amberes.

La guardia cívica de Amberes, compuesta por ochenta banderas de burgueses armados y entrenados, estaba lista para defender la ciudad si fuera necesario pero no tenía intención de salir para unirse a la batalla ni permitía la entrada en la ciudad de las tropas regulares. El soldado y cronista español Alonso Vázquez afirmó que el ejército de Orange tenía en total veinticinco mil hombres.​

En el bando hispano se configuraron tres pequeños batallones que no superaban las doce compañías, con soldados escogidos para que actuaran de avanzadilla. El batallón derecho quedó conformado por el tercio de Lope de Figueroa, el central por soldados alemanes bajo mando de Francisco de Valdés y el derecho por un regimiento valón a las órdenes de Claude de Berlaymont, más conocido como Haultpenne.

Cada formación tenía el soporte de cien mosqueteros, de soldados armados con hachas para cortar las empalizadas y de un puente con ruedas para cruzar el foso. A cierta distancia de la infantería marchaban los cuerpos de caballería ligera de Antonio de Olivera con instrucciones de cubrir su retirada si el ataque fallaba, o de rematar la victoria si hubiese ocasión.​ Según Alonso Vázquez, Farnesio ordenó que los soldados valones del ejército español se vistieran con camisetas blancas encima de sus armaduras, una práctica común conocida como encamisada para distinguirse de los valones que luchaban por la Unión de Utrecht. Así, los valones lucían, según sus palabras, como «una procesión muy colorista de clérigos y sacristanes».

En la reserva, el comandante de las tropas hispanas desplegó un numeroso batallón compuesto por los regimientos alemanes de Hannibal d'Altemps y Georg von Frundsberg, flanqueado a su derecha por tropas montadas dirigidas por el duque Francisco de Sajonia-Lauenburg, hermano mayor del duque Mauricio, que fue teniente de Juan Casimiro, y a su izquierda por los lanceros de Pierre de Taxis. El resto de la caballería española, dirigida por Ottavio Gonzaga, cubría la retaguardia.​

Farnesio en persona lideró a sus tropas y antes de iniciar la batalla fue a explorar la posición neerlandesa dejando órdenes a sus tropas de que no se movieran hasta su regreso.31​ En el bando holandés, mientras De la Noue y Norreys dirigieron a sus hombres en Borgerhout, Guillermo de Orange vio la batalla desde las murallas de Amberes en compañía del archiduque Matías, hermano del emperador Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germánico, a quien los Estados Generales habían elegido como Gobernador de los Países Bajos en oposición al ya fallecido Juan de Austria.

Batalla

La batalla comenzó con el avance de los tres batallones de la primera línea española hacia el campamento neerlandés, compitiendo entre ellos por ser el primero en tender el puente sobre el foso.​ Los valones de Haultpenne, encabezados por el sargento Camille Sacchino, se desplazaron hasta Deurne cruzando el río Escalda por la pequeña villa de Immerseel. Los alemanes de Valdés avanzaron frontalmente hacia Borgerhout a través del camino de Borsbeek y el tercio español de Figueroa tomó el camino de Voetweg para asaltar el campamento enemigo desde el sur.

Mientras los mosqueteros de las unidades alemana y española intercambiaban disparos con las tropas neerlandesas atrincheradas tras el talud de tierra, los valones de Sacchino expulsaron a los defensores de Deurne al otro lado del arroyo Groot Schijn y se hicieron con su puente. De la Noue envió refuerzos allí para contener el asalto, pero llegaron demasiado tarde para impedir que los valones colocaran el puente móvil sobre el foso y comenzaran a escalar la rampa de tierra, tras lo que se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los soldados holandeses. Mientras tanto, las tropas alemanas y españolas, con apoyo de dos o tres cañones, abrieron brecha en el muro de tierra, cruzaron el foso y también penetraron en Borgerhout, donde los hombres de De la Noue y Norreys se reorganizaron y se parapetaron tras unas barricadas levantadas en las calles.

Farnesio, viendo la buena marcha de su ataque, ordenó a Olivera que avanzara con su caballería para apoyar el empuje de la infantería. Mientras los jinetes penetraban en Borgerhout por la brecha abierta por el tercio de Figueroa, Farnesio en persona tomó el mando de los lanceros de Taxis y siguió la ruta de Valdés. Los soldados franceses e ingleses ofrecieron una férrea resistencia, pero después de dos horas de lucha dentro del campamento, De la Noue comenzó la retirada con sus fuerzas hacia Amberes para evitar la aniquilación.

Las tropas en retirada incendiaron sus barracones y buscaron refugio bajo la artillería de las murallas de Amberes. Muchos soldados españoles los persiguieron hasta el foso de la ciudad a pesar de que sus oficiales les ordenaron permanecer juntos. A la orden de Guillermo de Orange, la artillería de la ciudad abrió fuego con metralla sobre las tropas hispanas con diverso resultado, según las fuentes. Alonso Vázquez dejó escrito que los disparos no fueron efectivos porque el campo de batalla estaba cubierto por el humo del incendio de Borgerhout, aunque por otro lado el oficial flamenco Guillaume Baudart afirmó que sus cañonazos fueron muy precisos e hicieron que «volaran brazos y piernas por los aires».

Para entonces, Farnesio, que no quería que sus tropas permanecieran más tiempo cerca de los cañones de Amberes, mandó que sonaran tambores y trompetas llamando a la retirada y reunión de los soldados en Borgerhout. Mientras tanto, los habitantes de Amberes salieron para trasladar al interior de la ciudad a los soldados franceses, ingleses y valones heridos. La soldadesca española, una vez sofocado el fuego en Borgerhout, saqueó lo que pudo y comió antes de rezar para dar gracias a Dios. Tras esto, el ejército español marchó por los caminos de Lier y Herentals hacia Turnhout, a donde Farnesio esperaba llegar al día siguiente. Temiendo un nuevo ataque, la guardia cívica de Amberes pasó la noche en sus puestos.

El número de bajas sufridas por ambos bandos difiere según las fuentes. El jesuita italiano Famiano Strada señaló en una carta al padre de Farnesio, Octavio, duque de Parma, que los neerlandeses sufrieron seiscientos muertos y los españoles ocho muertos y cuarenta heridos. También mencionaba que otras estimaciones daban mil cuarenta muertos entre los holandeses. Por otro lado, el escritor flamenco Guillaume Baudart situó las bajas holandesas en doscientos muertos y las del bando español en quinientas.

El ataque de Farnesio consiguió su objetivo de distraer a los Estados Generales de Maastricht. Tras la batalla, el ejército español se desplazó rápidamente a Turnhout; por el camino tomó el castillo de Grobbendonk y se presentó ante Maastricht el 8 de marzo, seis días después de la batalla de Borgerhout. François de la Noue los siguió con algunas tropas hasta Herentals, pero cuando se percató de que Farnesio pretendía asediar Maastricht, ya era demasiado tarde para reforzar la guarnición de la ciudad.

Por otra parte, los motines y las deserciones dificultaron los esfuerzos neerlandeses por socorrer a la ciudad. Los soldados ingleses de John Norreys, que permanecieron fuera de las murallas de Amberes, secuestraron al abad de la Abadía de San Miguel para demandar sus pagas, lo que obligó a que Guillermo de Orange interviniera para mediar. Políticamente, la batalla aumentó las deserciones de valones de los Estados Generales hacia el bando español en los meses siguientes. Emanuel Philibert de Lalaing se unió al ejército español con cinco mil soldados valones procedentes de las fuerzas de los Estados Generales y expulsó de Menen a una guarnición leal a los neerlandeses.​

Alejandro de Farnesio asedió Maastricht al frente de un ejército de quince mil soldados de infantería, cuatro mil de caballería, veinte cañones y cuatro mil zapadores a los que después se unieron otros cinco mil hombres. En mayo, con el asedio en curso, se celebraron conversaciones de paz en Colonia con la mediación del emperador Rodolfo II para intentar preservar la unidad de los Países Bajos.​ Sin embargo, las divisiones se agravaron durante el proceso.

En Bruselas comenzó a principios de junio la lucha entre los católicos encabezados por Felipe de Egmont, hijo de Lamoral de Egmont, a quien las autoridades realistas habían ejecutado en 1568, y los calvinistas de Olivier van den Tympel, lo que tuvo como resultado la expulsión de Egmont y sus seguidores.

En Malinas, los católicos forzaron la marcha de la guarnición neerlandesa, mientras que en Bolduque una lucha armada dio lugar a que los magistrados declararan su apoyo al bando realista español.​ La revuelta adquirió el cariz de una guerra civil y como consecuencia del problema religioso la conferencia de paz de Colonia fracasó. A partir de entonces, Farnesio reconquistó Flandes y Brabante ciudad tras ciudad, e incluso obligó a la rendición de Amberes tras un largo y agotador asedio en 1585

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 01:45

Asedio de MAASTRICH


Al frente de un ejército de 15.000 infantes y 4.000 caballos, Alejandro decidió marchar sobre Maastricht tras haber considerado por un tiempo el ir sobre Amberes. Se ocupó primero de la toma de Kerpen y Erclens para segurarse el paso de los víveres para su campamento y cerrrarles el paso a los de Maastricht. En sólo cuatro días Mondragón tomó la villa de Kerpen y un castillo vecino por lo cual los de Erclens se rindieron antes incluso de que las tropas de Mondragón les encararan.

<<Pero nadie por aquellos días se portó con ánimo más pronto que Juan Bautista, marqués del Monte. Porque habiéndole mandado Alejandro que desde Lovaina [...] hasta Maastricht tuviese solícito al enemigo con abundantes correrías; había salido a caso a batir la campaña con cincuenta corazas y veinticinco carabineros. Cuando cerca de Levia se encontró con el enemigo, que debajo de cinco banderas traía como setecientos a caballo.

Temióse al principio, con la repentina vista del enemigo, que se acercaba. Pero Monte, si bien áuno no estaba en puesto de donde opudiese desembarazarse, y excusarse de algún modo con la fuga del encuentro; teniendo ésto por más seguro que decente, mandó hacer alto a los suyos y como al veterano capitán ocurre el enemigo más de repente que de improviso, al punto se desenvolvió de esta dificultad como si lo trajera ya planeado.

Los primeros caballos de Monte, que era los carabineros habían dado vista al enemigo desde lo alto de una colina, porque las corazas, que venía detrás, aún no habían subido al puesto. Haciendo pues alto los carabineros en el mismo paraje donde el enemigo los había descubierto, el marqués repartió las corazas en muchas hileras, cada una de a diez; y dejándolas separadas en muchos lugares, ordenó que, ooída la señal, subiesen a lo alto de la colina y en la frente se apareciesesn al enemigo formando una dilata perspectiva, con demostraciones de avanzar.

Luego mandó que resonasen de tres puestos distintos los clarines y todos de un ímpetu arrancaron contra los enemigos. Éstos, preocupados de aquella apariencia de numerosas tropas [porque de ordinario en la guerra comienza el vencimiento por los ojos] y creyendo que no acometerían coon tal gentil denuedo si fueran pocos; a riendas sueltas volvieron las espaldas, siguiendo el alcance los de Monte, y descargando golpes sobre ellos, cuanto, habiendo arrojado de sí todo pavor al enemigo, pensaban ya menos de su seguridad que de hacerlos a ellos piezas y despojarlos. En hora y medio fueron desbaratados setecientos de a caballo, muertos los más y despojados, ganadas tres banderas, porque las otras dos las consumió el fuego, prisioneros casi cien soldados y más de doscientos caballos, no siendo ni ochenta los que los apresaron y llevaban delante de sí los cautivos>>
.

Animado por estos sucesos, que le aseguraban las espaldas, Alejandro decidió pasar rápidamente a Brabante para ofrecer ocasión de batalla al enemigo. A la vista del ejército rebelde y en formación de combate se dispuso a cruzar al otro lado del río que les separaba. Tardó su ejército solo tres días en cruzar el Mosa sobre un puente de barcas; excepto el tercio de Mondragón que se mantendría del otro lado del río para asegurar la zona. Sorprendidos y asustados los rebeldes por la intrepidez de Alejandro, en lugar de presentar batalla, decidieron dividir su ejército para que fuese a reforzar las guarniciones de las principales ciudades de Brabante. Alejandro, por su parte, despidió a gran parte de los soldados alemanes de sus tropas, pagándoles a costa del sueldo que acababa de recibir como gobernador de Flandes, y mandó venir de la recién tomada ciudad de Vuert a los españoles del tercio de Francisco Valdés, más disciplinados y fiables para la empresa que pretendía.

Le llegó la noticia a Alejandro de que una buena parte del dividido ejército rebelde se hallaba en Tournay, y partió contra ellos con parte de su caballería. Los de Tournay intentaron buscar mejor refugio en Bois-le-Duc, donde los de la ciudad les negaron la entrada. Siendo este numeroso grupo -cerca de 17.000 soldados- alemanes de los de Juan Casimiro a los que les faltaban las pagas desde hacía tiempo, se les ocurrió la idea genial de mandar como mensajero a un coronel para que le propusiera a Alejandro que si les pagaba lo que les debían a los rebeldes, se volverían a Alemania sin presentar batalla. <<Recibió con risa Alejandro la propuesta y clavando con los ojos al coronel enviado del de Sajonia, le dijo: Estáis locos los alemanes, pues ¿para que os partáis de la provincia me pedís a mí dinero? Antes yo pido que me lo deis para que os deje volver libres a la patria [...] Volved a vuestras tropas y decidlas en mi nombre que se aparejen para el último lance de guerra; porque ya está a punto el volante, esperando únicamente para llevar a España al rey la nueva de la victoria y el número de los muertos>>. Cambiaron de idea los alemanes y decidieron marcharse a cambio de un salvoconducto para que los españoles no les atacaran camino de su tierra.

En esa situación, tras el abandono de las tropas alemanas, no les quedaba más opción a los españoles que ir contra cerca de 3.000 hombres que se hallaban apostados en las proximidades de Amberes y a los que el de Orange llamaba "sus valientes" por ser lo más escogido de las tropas rebeldes, de otra manera quedaría en entredicho la reputación de nuestro ejército. Arreemetiron contra ellos arreándoles hasta el mismo foso de la ciudad. Tras el encuentro quedaron en las cercanía de Amberes entre 600 y 1.000 cadáveres rebeldes, resultando muertos ocho españoles.

Tras recoger a sus victoriosas tropas, se puso Alejandro camino de Maastricht, fijando su campamento en las cercanías de la ciudad el 8 de marzo de 1579. El de Orange había previsto la posibilidad del cerco y un mes antes había enviado a Sebastián Tapino para que mojrara las fortificaciones y se hiciera cargo de la dirección de los 14.000 hombres que habrían de defenderla.

La ciudad se encontraba dividida por el río Mosa en dos partes de desigual tamaño, unidas por un antiguo puente de piedra. Alejandro dividió sus tropas y se ocupó él de la de mayor tamaño, encargando a Mondragón del asedio de la zona de Maastricht que mira a Colonia. Para que esta división no supusiera un grave perjuicio mandó construir dos sólidos puentes de barcas, corriente arriba y abajo de la ciudad, por los que pudiera pasar no sólo la infantería y caballería sino también los carros del bagaje y la artillería. De esta forma aislaba también a la ciudad de los posibles socorros que le pudieran enviar por el río. Tomando él mismo la azada se puso manos a la obra para la construcción de cuatro fortines que dieran más solidez al cerco, siendo terminados en tan sóolo dos días; mientras, Mondragón levantaba dos más en la otra parte del Mosa.

Para el asalto seleccionaron el lugar que daba más seguridad, por su altura, para que los lodos del cerano río no estorbaran los movimientos de la artillería. <<La noche siguiente la gastó en fortificar con cestones la batería. Parte de ellos se tejían en la misma trinchera, clavando en la tierra unas estacas de altura casi de diez pies y retorciendo por ellos a la redonda ramas y vergas correosas; cargándolos después de tierra muy humedecida>>.

Mientras descargaban las batería de los barcos, y para evitar que los sitiados estorbasen las obras, comenzaron a batir con cuatro culebrinas la zona elegida de la muralla, la cual reparaban con rapidez los rebeldes, [i]<<siendo el sobreestante de las obras con que allí prevenían, Manzano -llámanle mal algunos Moncada- capitán de infantería español, traidor contra la paracialidad de España, enemigo tanto más pernicioso cuanto quien volvió aleve las espaldas a los suyos, tiene más necesidad de ratificarse en la maldad una vez cometida, para persuadir que es delincuente con constancia>>.[/i]

Comenzaron a batir contra los muros con 46 cañones. Mientras, los caballos ligeros se ocupaban de traer paja, ramas, lana y estopa para que, arrojadas junto a los restos de los muros cuando éstos cedieran, sirvieran para igualar en altura el foso y permitieran un asalta rápido. Al caer parte de los muros, sin embargo, pudieron los soldados de Alejandro observar que existían nuevos lienzos de fortificaciones tras los primeros. Sin dejar de batir esa zona, trasladaron parte de los cañones hacia otra puerta que, en principio, excepto por el problema de los lodos, les pareció más fácil para el asalto.

Cavaron los españoles un túnel que llegaba hasta la primera puerta, en parte derruida ya. No fue obra fácil por los problemas de medida, pues la abundancia de mineral de hierra de la zoña hacía inútil el uso de la brújula. Llegaron, sin embargo, al punto deseado y, continuando el túnel por debajo del foso, abrieron una bóveda que llenaron de pólvora.[i] <<Avisado pues Alejandro de que estaba todo a oopunto, mandó ponerse al puesto del baluarte de la puerta de Tongheren a algunas compañías de españoles; y ejecutando esto se aplicó a la mina el fuego. Éste, cebándose por la continuada senda y metiéndose en el horno, lo hizo reventar con un formidable trueno, y levantó en alto la punta del baluarte [...] Entonces el capitán Antonio Trancoso, hombre de gentil aliento, y casi 80 españoles de su compañía, por la subida que, aunque con dificultad, les daba la ruina, se pusieron sobre el baluarte, y sin duda lo hubieran tomado si de improviso no los atajara un trincerón atravesado y escada, estando pronto a defenderlo el capitán Chuent con el cuerpo de guardia>>[/i]. Murieron los capitanes de ambos bandos en la refriega consiguiendo los sitiados mantener la ciudad y los nuestros, el recién tomado puesto.

El 8 de abril de 1579 se dispusieron para el asalto por la puerta de Bois-le-Duc. Batían 22 cañones. Los soldados e ingenieros se ocupaban en scar el agua que, con las últimas lluvias y la consiguiente crecida del río, había entrado en el foso. esperaban el momento los tercios de Lope de Figueroa, el de Francisco Valdés, las banderas borgoñonas, valonas y alemanas; mientras, por la puerta de Tongheren atacaría el tercio de don Fernando de Toledo. Cuando el foso estuvo suficientemente allanado con los restos de la muralla, Alejandro arentó a sus hombres y los envió al asalto.

Los primeros en acometer fueron derribados por la furiosa tempestad de balas y piedras que sobre ellos lanzaban los defensores. <<Detuvo un poco aquel furor primero de los tiros, que herían de cara y por los lados, a los tercios de Valdés y Figueroa; luego, renovado con las exhortaciones de los capitanes el ímopetu, treparon por las ruinas de las brechas>>.

Los sitiados echaban todo tipo de ingenios ardiendo sobre los españoles, logrando junto con los disparos contenerlos hasta que <<Fabio Farnesio, rompiendo por donde el enemigo cargaba con más fuerza, pasando intrépido en medio de la borrasca de pelotas; y junto a él Conrado, marqués de Malaspina; Pedro de Zúñiga, paje en otro tiempo del austríaco, y Augustino Eschiafinatti, arrebatados de un mismo coraje, pasan adelante vencedores, combatidos del atroz torbellino de balazos y pedradas. Malaspina quedó allío luego muerto, los otros dos poco después murieron; Fabio, aunque herido de un mosquetazo en la cabeza, proseguía en la pelea, acometiendo al enemigo con el semblante lleno de sangre, pero más lleno de amenazas, hasta que, finalmente, quebrándole al talón siniestro una pelota de esmeril, dio consigo en tierra>>.

Al momento relevan a los caídos Carlos Caravantes, Francisco de Aguilar Alvarado, Juan de Quiñones y otros a su vez cayendo mientras, a gritos, Alejandro les pide que esanchen la formación para dar entrada a más gente. El ataque es desordenado y los sitiados no ceden. La situación era peor si cabe en la otra puerta, donde el traidor Manzano había preparado baterías con metralla que recibieron a los primeros atacantes.

Aparecieron entonces mensajeros clamando victoria y diciendo que el tercio de Valdés había logrado entrar por la otra puerta. Al mismo tiempo, en la puerta opuesta, se decía que los valones habían conseguido penetrar con la de Tongheren. Los falsos mensajes se repetían en ambos brazos del asalto causando el efecto de renovar la moral y el ímpetu del ataque Al poco se suopo la añagaza y eran los defensores de la ciudad los que redoblaban esfuerzos. Para colmo de males reventaba una mina antes de tiempo llevándose consigo a parte de las tropas atacantes. El torbellino de sangre continuaba e iba recreciendo la carnicería cuando llevaron a Alejandro el cuerpo de su pariente Fabio medio muerto. Junto con él venían las noticias de la muerte de los más valerosos capitanes en una y otra puera, la ausencia de progresos en ambas y la petición de los maestres de campo de ordenar retirada antes de que cayeran más hombres insustituibles.

<<Enfurecido entonces con el dolor y la ira; vete al punto, dice al mensajero, y di en mi nombre a los maestres de campo que no traten de retirar la gente. Yo voy allá. Yo mudaré como general la fortuna del asalto, mudando el orden de asaltar; o como soldado, moviendo a mis comilitantes más con mi sangre que con el mando los guiaré el primero contra la ciudad>>.

Salió hacia la refierga con rapidez, pero no tanta como para evitar que los hombres que con él se hallaban se le echaran encima oimpidiéndole proseguir. Este intento le costaría la reprensión del mismo Felipe II, que le encarecía para que se diera cuenta de su responsabilidad en el mando y que no expusiera su vida con tanta ligereza.

Finalmente se retiraron las tropas con un balance de 300 muertos y otros tantos heridos que pasaban a engrosar la lista de los caídos desde que dio comienzo el asedio. Alejandro mudó su opinión a partir de entonces en dos asuntos: usaría más de los gastadores, de las obras y de las construcciones que de los soldados, y no emprendería en el futuro nada que no hubiese revisado antes con sus propios ojos. Decidió con su junta de generales continuar el asedio y mandó traer a unos 3.000 hombres de Lieja para la construcción de túneles para las minas.

Ordenó la construcción de 16 fortines para el cerco que debían estar unidos entre sí por una muralla continua. Esta muralla exterior permitiría, en caso necesario, rechazar con la mayor parte del ejército los intentos de socorro desde el exterior, mientras sólo 3.000 hombres poodríand ar cuenta de los intentos de salida desde la ciudad. La obra se terminó justo a tiempo pues el de Orange se acercaba con cerca de 20.000 hombrres y se vio forzado a retirarse cuando le informaron de la imposibilidad de introducir el socorro en Maastricht.

No estaban ociosos los sitiados, que ponían sus empeños en refozar la seguridad de la ciudad. A este efecto construyeron ante la puerte de Bruselas una impresionante máquina en punta, que llamaron broquel, con trincheras y parapetos para disparar desde mejor posición a los del ejército de Alejandro. La máquina contaba en su interior con un puente móvil que permitía la retirada a un estrecho pasadizo protegido por cuatro torres. Contaba además con una estructura triple de parapetos y trincheras para frenar los asaltos.

Aquél constituía, sin duda, el puente más fuerte de la ciudad, y por ello centró en él sus esfuerzos. Comenzó a talar árboles de los bosques vecinos para construir recios cestones que, una noche, por medios de fuertes estacas, comenzaron a plantar frente a construcción enemiga. Una fila sucedía a otra encima, hasta que la obra superó en altura a las cuastro torres del broquel. Las tropas más escogidas fueron encargadas de subir a lo alto de la platagorma tres cañones de bronce con los que hostigar continuamente el broquel vecino.

Mientras, los gastadores, protegidos por el fuego de los cañones, minaron la estructuora del broquel hasta que parte de él se desplomó. Entonces los atacantes tomaron lo que aún quedaba en pie, viéndose obligados a pelear con fiereza en cada parte del ingenio. Los sitiados procuraban demoler lo que abandonaban para que la estructura no sirviera a los españoles en el asalto. <<De esta suerte, aquella triplicada fortificación, tan grande y que, como hidra, renacía tantas veces, socabada ya de los unos, ya de los otros, con minas y con hornillos, despedazada en trozos y deshecha, últimamente quedó arrasada por el suelo; desvaneciéndose en poco tiempo aquoel complejo de terrores complicados>>.

Tomada la puerta de Bruselas y fortificados lose spañoles en ese lugar, comenzaron los gastadores a abrir túneles para minar los muoros a los largo de una amplia zona a ambos lados de la precaria posición. Así, tras reventar tres minas, lograron tomar la torre de San Hervás, próxima a la puerta de Bruselas. Tras la puerta en nuestro poder, los rebeldes habían construido un foso al que rodeaba una media luna de muralla cono numerosos cañones. Alejandro decidió coonstruir un recioo puente sobre el foso por el que suobir los pesados cañones a los muros de la puerta. Sus capitanes criticaron la idea, pues pensaban que sería imposible concluirlo bajo el fuego enemigo. Puso el mismo Alejandro manos a la obra sin importarle el ver que continuamente caían hombres en su cercanía. Finalmente se lograron subir dos gruesos cañones con los que batir la media luna de los enemigos.

<<Alejandro, rogando a Dios como solía antes de las batallas, y encomendando aquel día el precursor del Señor, cuyo nacimiento en él se celebraba, mandó dar la señal. Y a un mismo tiempo comenzaron los tiros a batir y los gastadores a cabar por el pie el cuerno izquierda de la media luna, que miraba a la torre de San Hervás. Estaba igualado en parte y hecho el camino por las ruinas, cuando cerrando unos con las banderas, rechazando otros con esfuerzo, se trabó desde cerca la batalla, viéndose en trace de dar muerte o recibirla. Cuada cual escoge a su enemigo y apounta a los pechos con la picha y al rostro con la espada. Luego, cioegos de coraje y sinn sentir el peligro por el deseo de venganza, se entran por las puntas de los contrarios con más ansiar de herirlos a ellos que cuidado de defenderse a sí mismos>>. Se combatió deesta forma por espacio de dos horas, hasta que finalmente se tomó la media luna enemiga, forzando a los rebeldes a retirarse hasta su siguien línea de defensa; su última línea de defensa.

Alejandro cayó enfermo de violentas fiebres tras la batalla. Al recuperar totalmente el sentido llamó a sus generales, les reprendió por los días de aliento que habían concedido al enemigo y les ordenó tomar la ciudad. Para ello aprovecharían una grieta en la troinchera enemiga, que daba paso al interior de las murallas, descubiera de noche por un soldado español. Les exhortó a la victoria recordándoles quoe era el día San Pedro y San pablo y anunciando que el primero les abriróia las puertas y el segundoo les prestaría su vengadora espada.

Los españoles se encargaron de hacer la primera entrada. Recordando el fallido asalto, en el que todos habían perdido algún pariente o amigo, no dieron cuartel y, una vez dentro de la ciudad, se entregaron a una gran carnicería. Lo peor de la matanza tuvo lugar en el puente de piedra que unía las dos partes de la villa. Pensando que podría defender la otra parte de la ciuodad, Sebastián Tapino mandó pasar por allí primero las riquezas de la ciudad, después los hombres de armas y, por último, las mujeres y los niños. En su huida, unos se atropellaban a otros, caían algunos al río por los laterales del puente y pisoteaban todos a los que caían al suelo; pero lo peor de todo ocurría al final del puoente de piedra, pues Sebastián Tapino mandó levantar el puente levadizo que daba paso a la ciudad para mejor protegerse. Así, los que iban llegando veían con horror que los de atrás, en su pánico, los lanzaban al río. El número total de muertos, entre ahogados y muertos a hierro, fue estimado en unos 4.000.

Cuando por fin lograron entrar las tropas españolas en la ciudad el 29 de junio de 1579, los soldados rebeldes, con las riquezas que pudieron acumular, cruzaron el puente sobre el Mosa y pasaron al otro extremo de la ciudad. Cuando los civiles a tropel intentaron refugiarse en esa parte de la ciudad, los rebeldes levantaron el puente levadizo, viéndose la ingente masa humana abocada a caer en las aguas del río.

En cuanto al capitán Manzano, que había ayudado a los rebeldes a la defensa de la ciudad, <<al cual, como afrentoso baldón a la nación española -pues cinco años había deshonrado el valor, empleándolo contra su rey a la conducta del de Orange- al mismo entrar ede la ciudad le buscaron ansiosos los españoles para lavar por sus propias manos la mancha que a su nombre había echado el traidor. Finalmente, habiéndole hallado Alonso de Solís, que era de su mismo lugar, escondido en un zaquimazi, y no tan feroz como en otro tiempo, le hicieron correr por entre las picas, hasta que murió traspasado de sus puntas>>.

Sebastián Tapino, que no había tenido reparos en levantar el puente levadizo cuando los habitantes de la ciudad de la ciudad pretendían refugiarse, no perdió el tiempo y entabló enseguida conversaciones para rendirse. Los soldados atacantes no gustaron de esa idea, pues las reglas de la guerra admitían el saqueo sólo cuando la ciudad era tomada por las armas, y ellos, faltos de pagas desde hacía tiempo, habían dado suficientes muestras de valor y capacidad de sufrimiento como para aspirar a las riquezas que los hombres de Tapino habían llevado consigo.

Por otro lado, tampoco les era agradable la idea de pensar que los soldados de Mondragón, siempre en la parte en calma de la ciudad durante los asaltos, pudieran cobrar el fruto de sus esfuerzos. Con este estado de ánimo es comprensible que se extendiera como un reguero de pólvora el rumor de que los de Mondragón daban comienzo a su asalto, provocando el atque desordenado desde la la otra parte que, a su vez, provó el asalto -éste verdadero- de los soldados de Mondragón.

Unos por otros, el hecho es que el resto de Maastricht cayó en manos de las desordenadas tropas y fue fruto de squeo durante varios días hasta que un edicto de Aleejandro ordenó de forma tajante el cese del mismo. De esta forma terminaba el asedio, toma y saco de la ciudad de Maastricht, en el que murieron cerca de 8.000 defensores a costa de las vidas de 2.500 atacantes.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 02:13

Toma de MALINAS por los ingleses



La toma de Malinas, también conocida como la Furia inglesa en Mechelen o la Captura de Mechelen, fue un hecho bélico en la Guerra de los Ochenta Años y en la Guerra anglo-española que tuvo lugar el 9 de abril de 1580. La ciudad de Malinas fue conquistada por las fuerzas calvinistas de Bruselas que incluían un gran contingente de mercenarios ingleses. La ciudad fue brutalmente saqueada y sus tesoros religiosos destruidos o saqueados por estas fuerzas.2

Antecedentes

En 1579, el Señorío de Malinas fue uno de los pocos territorios de los Países Bajos que se habían mantenido leales al Rey de España. La mayoría de las ciudades circundantes, como Amberes, Bruselas y Gante, estaban gobernadas por calvinistas. En 1580 se hicieron planes para hacerse cargo de todas las ciudades leales restantes y arrebatar al ejército español cualquier fortaleza detrás de la línea del frente.

Malinas tomada

El alcalde calvinista de Bruselas, Olivier van den Tympel, reunió una fuerza militar apoyada por tropas inglesas al mando de John Norreys y escocesas al mando del capitán Stuart. Después de una corta batalla contra la «Schutterij» o milicia cívica de Malinas y las tropas españolas, la ciudad fue tomada fácilmente.

Sin embargo, los ingleses se volvieron contra la población y saquearon casas, iglesias y monasterios. Unos sesenta civiles fueron asesinados y el arzobispo Mathias Hovius se escondió en un armario durante tres días y luego huyó de la ciudad, vestido como un campesino. El monje carmelita Petrus de Wolf participó en la defensa de la ciudad y fue asesinado por el mismísimo John Norreys con sus propias manos.

Malinas permaneció bajo el dominio calvinista hasta que fue reconquistada en 1585 por los españoles bajo el mando de Alejandro Farnesio, duque de Parma como una de las últimas ciudades en el sur de los Países Bajos.

El evento de 1580 fue conocido como la Furia inglesa después de la Furia española que azotó la ciudad en 1572.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 02:22

El Sitio de STEENWIJK


El sitio de Steenwijk fue un asedio que tuvo lugar del 18 de octubre de 1580 al 23 de febrero de 1581 durante la Guerra de los Ochenta Años y la guerra anglo-española entre una fuerza española sitiada mientras estaba bajo el mando del renegado George van Lalaing y una guarnición rebelde holandesa sita en Steenwijk y que estaba bajo el mando de Johan van den Kornput. Una fuerza rebelde inglesa y holandesa bajo el mando de John Norreys logró relevar a los sitiados en la ciudad el 24 de enero, y los españoles, aquejados de mala salud y de falta de suministros, levantaron el sitio en febrero.

En marzo de 1577 los españoles trajeron un contingente de soldados de Valonia para mantener su dominio en la provincia rebelde de Overijssel. En marzo de 1580, en medio de la indignación de los protestantes holandeses por la traición de George van Lalaing, conde de Renneberg y ex Stadholder de Groningen y que había pasado a estar al servicio de España, la fuerza de ocupación, cuyo salario estaba atrasado, se pasó a el lado de los rebeldes holandeses.

La provincia de Overijssel solo tenía un pequeño número de tropas rebeldes holandesas, una compañía de soldados liderada por el Capitán Olthof, pero en octubre llegó a Steenwijk una segunda compañía liderada por Johan van den Kornput y compuesta por 600 soldados. En 1578 Kornput proporcionó asistencia estratégica vital a Lalaing antes de su traición, durante el asedio de Deventer. Posteriormente, la ciudad se vio obligada a rendirse y pasó a manos de los rebeldes holandeses.

El sitio

El 18 de octubre de 1580, un día después de que Kornput llegara a Steenwijk, un ejército español de más de 6000 soldados de infantería y 1200 de caballería bajo el mando de Lalaing sitiaron Steenwijk.

Un bombardeo en noviembre destruyó unas setenta casas, poniendo a prueba a los residentes de la ciudad, que ya estaban sufriendo porque la cosecha de ese año había sido pobre. Dos intentos de socorro por los rebeldes holandeses fueron frustrados por los sitiadores a finales de noviembre. Las fuerzas rebeldes holandesas le pidieron a John Norreys, que estaba en Brabante, que ayudara a aliviar a la guarnición asediada. Promovido al rango de general, Norreys marchó a Steenwijk con 2000 hombres.

Norreys llegó ante Steenwijk el 15 de diciembre pero la columna de socorro fue atacada de inmediato por los españoles. En un enfrentamiento general a lo largo de las orillas del río Vledder Aa, los rebeldes ingleses y holandeses repelieron a los atacantes. Los españoles derrotados huyeron, dejando atrás materiales y equipos. Norreys aprovechó la ventaja, rompió las trincheras del sitiador y abasteció y reforzó la ciudad. Este alivio, aunque temporal, fue el punto de inflexión.

Como el asedio tuvo lugar en invierno, los sitiadores y sitiados sufrieron mucho debido al clima frío. El canal de la ciudad y Vledder Aa se congeló varias veces causando problemas, así como soldados y cañones que caen a través del hielo al intentar cruzar. Una salida inesperada que hizo Norreys y sus hombres el 24 de enero resultó decisiva. Capturaron equipos, rompieron muchas de las armas de asedio españolas e infligieron bajas de casi 400 hombres entre muertos y prisioneros.

El 23 de febrero de 1581, la situación para los sitiados era desesperada. Muchos, incluido Lalaing, estaban enfermos por congelación. Con los suministros y la munición a punto de agotarse, Lalaing no podía mantenerse durante los meses de invierno ni ganar terreno por lo que abandonó el asedio y se retiró con sus hombres.

Consecuencias

Steenwijk persistió durante el asedio de cuatro meses debido a las acciones decisivas del capitán Johan van den Kornput y los suministros de socorro traídos por el capitán Norreys, que ayudaron a la ciudad a luchar contra la amenaza de la enfermedad. ​ La fuerza española sufrió otra derrota en Kollum en julio, cuando fueron perseguidos y derrotados por las tropas de Norrey, lo que llevó a la muerte de Lalaing. Fue enterrado en la iglesia Martini en Groningen.1​

En noviembre de 1582, los españoles, dirigidos por Juan Baptista de Tasis , regresaron. Steenwijk pronto fue vencido y los protestantes restantes huyeron de la ciudad. Steenwijk, ahora un bastión español, tenía solo cincuenta de sus habitantes originales. Solo Zeeland , Utrecht y Frisia permanecieron en manos de los rebeldes holandeses.2​ En poco tiempo, el ejército español, ahora dirigido por Anthonie de Coquele, se expandió a más de 1.000 hombres, incluidos españoles, italianos, valones y burgundios.4​

El 28 de mayo de 1592, el príncipe Maurice de Orange amasó un ejército de 8,000 hombres y reconquistó gran parte de los Estados. Todos los caminos hacia y desde Steenwijk se cerraron y la ciudad una vez más fue sitiada. El 5 de julio de 1592, después de una feroz batalla de 44 días , los españoles se rindieron. En este momento, Steenwijk estaba casi completamente en ruinas. No fue sino hasta 1597, después de un ataque fallido de los españoles bajo el mando del Conde Frederik van den Bergh , que el Consejo de Estado encontró los recursos para reconstruir las defensas y la ciudad.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor cutis » 19 Ene 2018 09:31

Magnifica recopilación y muy detallada de los hechos de armas Españoles ; los que nos gusta la historia y en especial la militar , estamos encantados ; muchas gracias compañero.
P.D. Espero con ansia cuando nos narres el milagro de Empel
Un saludo

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 15:49

Batalla de KOLLUM

La batalla de Kollum fue una victoria decisiva del ejército español comandado por el gobernador de los Países Bajos españoles, el cardenal-infante Fernando de Austria, contra los holandeses comandados por Guillermo de Nassau-Hilchenbach

Lamentablemente no he podido encontrar más datos sobre este hecho de armas, no hay datos ni tan siquiera en la página oficial del Ayuntamiento de Kollum, pero ahí queda el dato

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 15:54

Toma de BREDA en 1581


La toma de Breda de 1581, también conocida como La furia de Haultepenne, ocurrió el 26 y 27 de julio, durante la Guerra de los Ochenta Años, cuando el gobernador de los Países Bajos era Alejandro Farnesio, duque de Parma. En realidad, no se trataba de un asedio, sino de una lucha dentro de las murallas de la ciudad. Las tropas españolas bajo el mando de Claude de Berlaymont,​ señor de Haultepenne, tomaron por sorpresa la ciudad de Breda después de que un centinela fue sobornado por el seguidor del rey, Charles de Gavre, que estuvo prisionero en el castillo. El centinela corrupto, apodado Balafré, permitió a las tropas españolas entrar al castillo.

El ejército de Berleymont atacó las defensas de Breda y a pesar de la resistencia de sus ciudadanos, los atacantes lograron tomar las puertas más importantes de la ciudad y lanzaron un ataque contra el ayuntamiento, la torre y la iglesia. Los defensores se rindieron con la condición de que la ciudad no fuera saqueada. A las 10 de la mañana se detuvo la lucha y comenzó el saqueo. Unos 584 ciudadanos perdieron la vida durante este evento relativamente corto.

Breda ya se había unido a la Unión de Utrecht en el verano de 1579, en contraste con la vecina ciudad de Bois-le-Duc, una ciudad que había permanecido católica después de los enfrentamientos entre protestantes y católicos, que había vuelto a estar bajo la autoridad española.

Debido a estas diferencias entre el vecindario, la ciudad de Breda podría ser asediada más fácilmente; era importante tomarla porque, como todas las otras ciudades de Brabante como Amberes, Bruselas y Lovaina se mantuvo fiel a la revuelta; además, Breda bloqueó la carretera del norte.

El ataque


En el castillo de Breda había un prisionero del rey de España, Carlos de Gavre (Karel van Gaveren), señor de Fresin. Mientras Breda estaba asediada por los españoles, sobornó a un soldado valón apodado Balafré .

Durante la noche, las tropas españolas entraron en silencio por una puerta abierta por Balafré y ubicada en las paredes del castillo, que fue conquistado, mientras que la población ya estaba haciendo sonar la alarma y más tarde ocupó los muros de la ciudad y levantó barricadas.

Después de una batalla callejera feroz, las tropas españolas lograron progresar y tomar el "Gasthuiseindse Poort", lo que permitió traer nuevas tropas. Finalmente, la población detuvo su pelea con la condición de que no hubiese saqueo que, sin embargo, ocurrió. Todos los prisioneros tuvieron que pagar un rescate y muchos fueron masacrados. Los asesinatos y el alboroto duraron mucho tiempo y al final hubo 584 muertos.

Consecuencias

Con la caída de Breda, Brabante del Norte quedó bajo control español lo que hizo más fácil para el Duque de Parma, unos años más tarde, asediar y conquistar Amberes.

En 1590 Breda cambió de manos otra vez, con el espectacular ataque de Maurice de Nassau y la toma de Breda que siguió. El episodio de 1581 inspiró "La furia de Haultepenne", un grabado de Franz Hogenberg.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 16:47

Batalla de NOORDHORN 1581



La batalla de Noordhorn, librada el 30 de septiembre de 1581 en la provincia de Frisia, fue una batalla campal de la Guerra de los Ochenta Años. En ella se enfrentaron el ejército español comandado por el coronel Francisco Verdugo —y compuesto por soldados valones, alemanes, españoles y albaneses— contra los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos bajo mando del inglés John Norreys —en cuyas filas militaban soldados ingleses, escoceses, valones y holandeses.

En 1580, el estatúder de Frisia, George van Lalaing, conde de Rennenberg, había dejado de ser leal a los rebeldes holandeses para pasarse al bando español, circunstancia que abrió un nuevo frente en la retaguardia de la república holandesa y les obligó a enviar tropas al norte. Ese mismo año los neerlandeses comandados por John Norreys consiguieron acabar con el asedio español a la ciudad de Steenwijk. En julio de 1582, el conde de Rennenberg falleció y fue sustituido por el español Francisco Verdugo,​ cuya llegada a Frisia con refuerzos militares alteró totalmente la situación. Tras poner en marcha una estrategia de desgaste, el 30 de septiembre Verdugo obligó a Norreys a plantar batalla.​

El combate se desarrolló en un terreno accidentado y pantanoso más propicio para los tercios españoles. Aunque el primer asalto de Norreys al ala derecha de los españoles resultó exitoso, la caballería liderada por Verdugo puso en fuga a la caballería de Guillermo Luis, conde de Nassau-Dillenburg, y abrió brecha entre la infantería de los Estados Generales.​

Entonces el ala izquierda inglesa quedó aislada del resto del ejército de los rebeldes y acabó destruida.​ Durante la persecución de las fuerzas de los Estados Generales, Verdugo estuvo a punto de ser capturado. Tanto Norreys como el conde Guillermo Luis resultaron heridos, las bajas entre sus hombres fueron considerables y perdieron varias banderas y los cinco cañones de que disponían.

Verdugo no pudo sacar provecho de su victoria porque al día siguiente se amotinaron sus soldados alemanes​ y además se produjo una gran inundación. Sin embargo, este enfrentamiento supuso un punto de inflexión en la situación en Frisia, pues los españoles realizaron importantes avances​ y el 17 de noviembre de 1582 incluso tomaron la ciudad de Steenwijk.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 16:51

Sitio de Niezijl

El sitio de Niezijl fue un asedio de la ciudad de Niezijl que tuvo lugar entre el 3 y el 24 de octubre de 1581 en los Estados neerlandeses , durante la Guerra de los Ochenta Años y la Guerra anglo-española. Los españoles bajo el mando del coronel Francisco Verdugo sitiaron el lugar después de su victoria en la batalla de Noordhorn pero el asedio falló y Verdugo se retiró dejando a los ingleses y holandeses a los que mandaban John Norreys y William Louis respectivamente como vencedores.

El conde Rennenberg, Stadtholder de Frisia había traicionado a las ciudades de Groninga, Oldenzaal, Coevorden y Delfzijl al control español y se convirtió en un renegado. Como resultado, ya no se confiaría a los católicos altos cargos en el ejército de los Estados. El ejército español de Flandes, dirigido por Francisco Verdugo, que fue el sucesor como gobernador de las provincias del norte, avanzó al sur del Lauwerszee para invadir Frisia y obligar a la República a firmar una negociación. Después de su derrota en la batalla de Noordhorn el 30 de septiembre, los holandeses y los ingleses se retiraron a Niezijl donde se establecieron detrás de las fortificaciones defensivas. El ejército de Verdugo, aunque retrasado por motines, estaba persiguiéndolo y posteriormente comenzó a sitiar Niezijl.

El sitio

Niezijl era el único lugar que excluía a Frisia y su captura era importante para la causa católica y española. La resistencia holandesa e inglesa fue mucho más dura de lo esperado para repeler los ataques y resistir un fuerte bombardeo. Después de tres semanas, Verdugo, que también soportaba motines en sus filas, decidió abandonar el asedio. Las inundaciones otoñales hicieron que la tierra frisona fuera intransitable para los ejércitos, y así Verdugo se trasladó con sus tropas a la tierra firme de Drenthe2​ mientras que Norreys mantuvo el resto de su ejército detrás del río IJssel.

Consecuencias

Niezijl siguió siendo el único lugar en el Ommelanden que los holandeses conservaron, dando así a las fuerzas de los Estados una base para usar. Como consecuencia, desde 1589, William Louis y Maurice de Nassau comenzaron una laboriosa reconquista de los territorios españoles que solo terminó con la captura de Groningen el 22 de julio de 1594

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 17:03

El Asedio de LOCHEM


El asedio de Lochem, también conocido como el Alivio de Lochem, fue un sitio que tuvo lugar en la ciudad holandesa de Lochem durante la Guerra de los Ochenta Años y la Guerra anglo-española. La ciudad fue asistida por un ejército de los Estados compuesto por tropas hugonotes inglesas y francesas al mando del conde Felipe de Hohenlohe-Neuenstein, de Guillermo Luis de Nassau-Dillenburg y de John Norreys el 24 de septiembre de 1582. Este hecho marcó el final del asedio español de la ciudad por el general español Francisco Verdugo.

En el verano de 1581, Francisco Verdugo había sido enviado por el duque de Parma para reemplazar al conde de Rennenberg después de su derrota por parte de las fuerzas anglo-holandesas que estaban al mando de John Norreys en Kollum. Verdugo pudo derrotar a Norreys en Batalla de Noordhorn. Su intento de apoderarse de Niezijl fue frustrado por una fuerte resistencia, por un motín y por el mal tiempo en el otoño de 1581. Al año siguiente, Verdugo dirigió su atención a Lochem, una ciudad de Guelderland, donde Johann Baptista von Taxis había construido un fortín alrededor de las murallas de la ciudad.

Taxis unió sus fuerzas con las del Barón van Anholt, teniente coronel del antiguo regimiento de Rennenberg y puso sitio a la ciudad, creyendo que sería fácil de capturar porque no tenían comida. Verdugo no había dado órdenes de comenzar el asedio y lo consideró demasiado arriesgado porque Lochem era fácil de ser socorrida. Sin embargo, después de que Anholt trajera a Groninga noticias del asedio, decidió tomar el mando de las operaciones para mantener su buena reputación como comandante. Además, con Lochem tomado Verdugo tendría una oportunidad fácil de avanzar y tomar las ciudades de Zutphen y Deventer.

El sitio

Para el 22 de julio, Lochem estaba sitiada por 4000 soldados españoles y 400 de caballería.4​ En Lochem después de un mes de sitio habían logrado resistir, pero las condiciones dentro de la ciudad eran muy difíciles.​ El hambre se apoderó de la población y muchos ciudadanos habían recurrido a comer sus propios caballos.​ El clima había sido duro y el campo estaba inundado lo que dificultaba las condiciones tanto para los sitiados como para los sitiadores.

Felipe de Hohenlohe había enviado a algunas compañías frisonas a una ofensiva en las provincias del norte con la esperanza de llevar al comandante español Verdugo lejos de Lochem, pero falló la estratagema. Hohenlohe organizó una fuerza de ayuda mientras estaba en Deventer a fines de agosto.​ Reunió un ejército de 2500 soldados de infantería y 1500 de caballería, que incluía catorce compañías de tropas inglesas y escocesas —tres compañías eran de caballería— bajo John Norreys. Hohenlohe tenía con él cuatro piezas pesadas de artillería y se esperaba que se unieran más fuerzas en su camino.

El 21 de septiembre de 1582 abandonaron Deventer y se unieron al ejército de William Louis, conde de Nassau-Dillenburg entre Zutphen y el castillo Van Dorth.6​ El tamaño del ejército creció hasta 5000 soldados de infantería y 2500 de caballería, incluidos 1800 soldados hugonotes franceses recién llegados. Esta fuerza también llevó grandes cantidades de alimentos y suministros para satisfacer a la población hambrienta de Lochem.

Consecuencias

Al ver al ejército de socorro desde el cercano castillo de Wildenborch, los españoles se dieron cuenta de que estaban superados en número por lo que decidieron retirarse.​ La fuerza aliada ocupó inmediatamente el castillo, construyó un fortín y un puente sobre el foso.​ Las crecidas de aguas del pequeño río Brekel, causadas por las represas de los molinos en Zutphen que detenían el agua, significaron que para Verdugo fuera imposible evitar el reabastecimiento de la ciudad.

Durante la noche, Hohenlohe obtuvo acceso a la ciudad y de inmediato proporcionó algo de comida, evacuó a los enfermos y heridos y reemplazó la guarnición con tropas de refresco​. Verdugo, por otro lado, lanzaó un asalto, y en una confusa lucha logró expulsar a las tropas francesas de Hohenhole de un fortín y lo destruyó.​ Sin embargo, el éxito de Verudgo fue solo temporal pues a la mañana siguiente la fuerza combinada aliada montó un ataque contra los sitiadores.​ El asalto fue un éxito y capturaron muchas armas y, al darse cuenta de que el asedio había terminado, Verdugo se retiró a la colina boscosa de Lochemse más al sur de la ciudad. Su retaguardia bajo el mando de van Anholt sufrió la falta de protección por la retirada española y perdió cinco insignias como resultado, mientras que van Anholt resultó gravemente herido.

Con los españoles finalmente desaparecidos, Lochem era completamente libre y se les proporcionaba comida a ciudadanos y soldados hambrientos.

Bronckhorst-Batenburg fue llevado al castillo de Bredevoort donde murió más tarde, mientras que Verdugo se retiró a Groenlo. Los de Taxis con su destacamento, sin embargo, se dirigieron al norte y capturaron la ciudad fortaleza de Steenwijk, clave del noreste de los Países Bajos que había desafiado a Rennenberg.

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Re: Hechos de armas heroicoSitio s del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 17:07

Sitio de LIER


El Sitio de Lier de 1582 , también conocido como la Captura de Lier o Traición de Lier, se llevó a cabo entre el 1 y el 2 de agosto de 1582 en Lier, cerca de Amberes, actualmente en la provincia belga de Amberes, Región Flamenca, en Bélgica, durante la guerra de los Ochenta Años y la Guerra anglo-española (1585-1604).​

El 2 de agosto, el ejército español comandado por el gobernador general Alejandro Farnesio, con el apoyo de parte de la guarnición de las provincias rebeldes, —un grupo descontento de tropas escocesas lideradas por el capitán William Semple —capturaron y tomaron la ciudad, derrotando al resto de las tropas holandesas, inglesas y alemanas bajo el dominio del gobernador de Lier. Toda la guarnición resultó muerta o capturada. Las noticias del éxito español en Lier produjeron un gran impacto en los Estados Generales en Amberes, donde la sensación de inseguridad era obvia y muchos de los ciudadanos protestantes vendieron sus casas y huyeron al norte de Flandes.

Las consecuencias de la acción de Semple fueron considerables porque Lier era una posición estratégica, considerada como el «baluarte de Amberes y la llave del Ducado de Brabante».​ La traición de Brujas en el año siguiente de el coronel Boyd probablemente fue provocada por el ejemplo de su compatriota. Después de una breve visita a Alejandro Farnesio en Namur, Semple fue enviado a España con una fuerte recomendación al Rey Felipe II de España quien, según el jesuita italiano Famiano Strada, lo premió generosamente.

El siguiente éxito español fue el 17 de noviembre, cuando los españoles dirigidos por Juan Bautista de Taxis capturaron Steenwijk, tomada por las fuerzas holandesa el 23 de febrero de 1581 y obligaron a las tropas protestantes a rendirse

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 19 Ene 2018 17:16

Batalla de STEENBERGEN


La batalla de Steenbergen, también conocida como toma de Steenbergen, tuvo lugar el 17 de junio de 1583 en la localidad de Steenbergen en el ducado de Brabante, Países Bajos Españoles (actual Países Bajos) y se saldó con una importante victoria del Ejército español de Flandes comandado por Alejandro Farnesio, duque de Parma, entonces gobernador general de los Países Bajos Españoles, sobre una fuerza formada por soldados franceses, ingleses y neerlandeses a las órdenes de Armand de Gontaut, barón de Biron, y el comandante inglés John Norreys. El enfrentamiento se produjo en el contexto de la guerra de los Ochenta Años, de la guerra anglo-española (1585-1604) y de las guerras de religión de Francia. La victoria de las tropas hispánicas puso final al Tratado de Plessis les Tours y Francisco, duque de Anjou, abandonó los Países Bajos a finales de junio.


Después del fracaso de las tropas combinadas francesas, inglesas y neerlandesas dirigidas por Armand de Gontaut, Barón de Biron, puesto en el cargo por el príncipe Guillermo de Orange, en su intento de levantar el asedio español a Eindhoven, el comandante francés movió sus fuerzas al norte de Roosendaal, entre Breda y Bergen op Zoom, y tras varios días de sitio tomó el castillo de Wouw el 10 de mayo.

Mientras tanto, el duque de Parma, con la ciudad de Eindhoven asegurada, continuó su avance a través de Brabante Septentrional.​ Farnesio se desplazó con parte de su ejército hasta Namur mientras el resto de las tropas españolas, comandadas por Karl von Mansfeld, tomaron las localidades de Turnhout y Hoogstraten, derrotando para ello a sus pequeñas guarniciones neerlandesas, y finalmente la ciudad de Diest el 27 de mayo.

Desde su base de Namur, Farnesio avanzó para tomar la villa de Herentals, pero su asedio fue abandonado y el duque de Parma continuó para enfrentarse a las fuerzas del mariscal Biron cerca de Roosendaal.​ Con las noticias del avance español, Biron movió su ejército hasta las afueras de Steenbergen, a medio camino de Bergen op Zoom, y allí se enfrentó con las fuerzas de la monarquía hispánica el 17 de junio.

Batalla

A pesar de su superioridad numérica, las tropas combinadas lideradas por el mariscal Biron y por John Norreys, que comandaba la infantería inglesa junto con el capitán galés Roger Williams,​ que fue el único oficial que puso orden para defenderse del ataque español, fueron literalmente barridas primero por la caballería española y después por la infantería. Las bajas del ejército combinado fueron numerosas, en parte gracias al éxito del bombardeo de los cañones dirigidos por Hernando de Acosta, teniente general de la artillería del Ejército español de Flandes, que tuvo un papel muy destacado en la batalla.​

Las fuerzas de Biron y Norreys sufrieron al menos 3200 bajas y los españoles capturaron casi toda su impedimenta, barriles de pólvora, 36 banderas y tres estandartes.​ En el bando español las bajas ascendieron a unas cuatrocientas entre muertos y heridos.​ El propio mariscal francés Biron, que trató de repeler el ataque español, se cayó de su caballo y se rompió una pierna.

El ejército combinado, que resultó virtualmente destruido, se retiró en desorden hacia la fortaleza de Bergen op Zoom y a otras localidades controladas por los rebeldes neerlandeses, gracias a lo cual los españoles tomaron Steenbergen sin mucha resistencia. Unos días después, la falta de pagas y las diferencias entre los soldados franceses (en su mayoría católicos) y las tropas protestantes inglesas y neerlandesas resultaron en la deserción de cientos de hombres de las tropas de Biron.

Consecuencias

La batalla se saldó con una aplastante victoria española, no sólo en cuanto a bajas sufridas, sino también por las consecuencias estratégicas inmediatas. La posición de Francisco, duque de Anjou y hermano del rey de Francia, le hizo imposible mantener el control de los Estados Generales de los Países Bajos y finalmente se vio obligado a marcharse a Francia a finales de junio.​

La derrota de las fuerzas combinadas y el final del Tratado de Plessis les Tours fueron un revés muy importante para los protestantes neerlandeses y desacreditaron a Guillermo de Orange, su principal apoyo.​ Por otra parte, el avance español era imparable y el duque de Parma se desplazó a Dunkerque, ciudad portuaria bloqueada por las tropas del comandante español Cristóbal de Mondragón.​ El 16 de julio comenzó el bombardeo y el día 23 la ciudad se rindió a las fuerzas hispánicas junto con la localidad de Nieuwpoort.

El ejército español continuó con sus movimientos. Descartó poner sitio la ciudad costera de Ostende y en su lugar el grueso de las tropas avanzó hasta la ciudad de Dixmuda, la cual capituló el 1 de agosto.​ Mientras tanto, un destacamento español también tomó Veurne y Menen.

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