Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 23 Dic 2017 21:28

Tras las guerras cántabras, Hispania entra en unos siglos de dominación romana, en la que se producen algunas escaramuzas sin que puedan denominarse como guerras, es lo que puede considerarse Pax Romana, en esta época Hispania llegó a dar hasta tres emperadores a Roma, Trajano, Adriano y Teodosio, así como diversos filósofos y notables.

Está etapa finaliza con la caída del imperio romano y la invasión de los pueblos bárbaros, en concreto en Hispania el pueblo que se asentaría y dominaría prácticamente la totalidad de la península sería el visigodo, quienes aún cuando en el periodo de oscuridad que siguió a la caída del imperio romano, salteadores, maleantes y despoblación de los pequeños pueblos e inseguridad en las vías de comunicación, situación que poco a poco va siendo subsanada con el reino visigodo, quienes introducen nuevas leyes y costumbres. instaurándose una monarquía visigotica.

Saludos cordiales
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 23 Dic 2017 21:44

Consolidación y caida del reino visigodo



El Imperio romano, que arrastró una fuerte crisis en el siglo III, terminó por desaparecer, lo que aconteció en el año 476. La causa esencial de esa hecatombre se hallaba en los graves problemas internos, tanto políticos y militares como sociales y económicos, pero también contribuyó a su caída la presión ejercida desde el exterior de sus fronteras por los denominados pueblos bárbaros, que, como es bien sabido, en su mayor parte pertenecían al grupo germánico. La península Ibérica conoció, a comienzos del siglo V, concretamente el año 409, la invasión de dichos pueblos, en concreto los suevos y los vándalos, ambos pertenecientes al tronco germano, y los alanos, estos últimos de origen asiático. Poco después hacían acto de presencia en el solar ibérico los visigodos, que habían sellado en el año 416 un pacto con Roma, con la finalidad, al parecer, de eliminar de Hispania a los invasores antes citados. De todos modos los suevos lograron asentarse en el noroeste peninsular.


El reino visigodo, se estableció en el sur de Francia. De ahí que tras la caída del Imperio romano el reino Suevo se encuentra en Gallaecia y al norte de los Pirineos con el reino visigodo de Tolosa. Poco después el Imperio bizantino, dirigido por Justiniano, que pretendía, recomponer el viejo Imperio romano de Occidente, lanzó una ofensiva en el Mediterráneo occidental, logrando establecerse en la costa mediterránea de Hispania. No obstante, desde comienzos del siglo VI, y en particular después de su derrota en Vouillé ante el rey franco Clodoveo, en el año 507, los visigodos se fueron desplazando a la península Ibérica, al tiempo que abandonaban los dominios de su antiguo reino de Tolosa.

Consolidación del Reino Visigodo en Hispania

El asentamiento vigidodo en la península Ibérica se realizó, como zona preferente, en el ámbito de la meseta, área caracterizada por el predominio de la agricultura cerealista, pero también por su escasa población y su débil desarrollo urbano. No obstante, los visigodos, comparados con el grueso de la población hispanorromana, no dejaban de ser una minoría.

Ello no impidió, sin embargo, que se afirmara su poder militar y político. Se había producido un desplazamiento del reino visigodo desde la ciudad francesa de Tolosa hasta Toledo, que pasó a ser su núcleo central en el territorio ibérico. Importantes pasos en orden a la consolidación del reino visigodo de Hispania los dio el monarca Leovigildo, el cual, en el año 585, puso fin al reino suevo de Gallaecia, tras derrotar a su rey Mirón.

También combatió Leovigildo a los indómitos vascones, erigiendo frente a ellos la plaza fuerte de Vitoriaco. Leovigildo, en cambio, tuvo serios problemas con su hijo Hermenegildo, el cual abrazó el catolicismo, lo que suponía dejar el arrianismo, corriente heterodoxa a la que se había adscrito, años atrás, el pueblo visigodo. No obstante, unos años más tarde, el 589, su hijo y sucesor en el trono, Recaredo, lograba la unificación religiosa, al abandonar, en el III Concilio de Toledo, las ideas arrianas y aceptar los postulados de los Concilios de Nicea y Calcedonia, o lo que es lo mismo: el catolicismo.

El paso decisivo hacia la unidad política del conjunto peninsular se alcanzó en las primeras décadas del siglo VII, cuando el monarca Suintila puso fin a la presencia bizantina en el litoral levantino. Los monarcas visigodos, que en un principio habían adoptado el título de reges gottorum, pasaron a llamarse reges Hispaniae, pues su soberanía se extendía sobre todo el territorio de la antigua Hispania romana, aunque en algunas comarcas, como las de los vascones, sus habitantes siguieran luchando por su independencia.

El último gran paso en orden a la unificación del espacio peninsular se dio a mediados del siglo VII con el monarca Recesvinto, al promulgar, en el año 654, el Líber Iudicum, texto más conocido como el Fuero Juzgo, el cual se basaba, lógicamente, en los Principios del Derecho romano. Dicho texto suponía la unificación jurídica, a todos los efectos, entre la población hispanorromana, que era mayoritaria, y los visigodos.

La época de dominio visigodo, sin duda alguna, hundía sus raíces en la tradición de tiempos romanos. Al fin y al cabo los visigodos eran uno de los pueblos germánicos que más fuertemente se había romanizado, comenzando por el uso de la lengua latina.

No obstante, en diversos aspectos, tanto materiales como espitiruales, se observa un retroceso con respecto a los tiempos romanos. Decayó la actividad económica, perceptible por ejemplo, en campos tan significativos como la explotación minera o la actividad mercantil. En la Hispania visigoda predominaba de forma abrumadora el mundo rural, en tanto que la vida urbana había entrado en una fase de declive. La estructura de la sociedad reproducía fielmente el esquema de la época romana.

El sector dominante, del que formaban parte tanto la vieja aristocracia hispanorromana como los nobles visigodos, se caracterizaba por la posesión de grandes dominios territoriales. El sector popular incluía a los artesanos y a los pequeños comerciantes de las ciudades y, básicamente, al campesinado, la mayor parte del cual trabajaba como colono en los grandes dominios de los poderosos o de la Iglesia. Asimismo subsistían los servi, es decir, los esclavos, aunque, al parecer, en retroceso.

El medio rural fue en ocasiones testigo de conmociones sociales, como las revueltas armadas de los rustici de la campiña cordobesa de tiempos del monarca Leovigildo. También parece que se propagó en amplios sectores del campesinado, sobre todo del noroeste peninsular, la herejía del priscilianismo, que tenía indiscutibles connotaciones sociales. Paralelamente se fueron gestando en la sociedad de la Híspanla visigoda los elementos que, en el futuro, habían de caracterizar a la sociedad feudal.

Al tiempo que se debilitaban las relaciones de carácter público triunfaban las de índole personal. Los reyes tenían fideles regis y gardingos, que eran una especie de vasallos. Por su parte, los miembros de la alta nobleza tenían también sus propios encomendados, los bucelarios y los saiones. Asimismo en el medio rural se fortalecía de día en día la autoridad de los dueños de la tierra sobre sus cultivadores o colonos, lo que anunciaba el futuro régimen señorial.

La cultura visigoda, fuertemente impregnada de la tradición romana, estaba, no obstante, claramente al servicio de la religión romana. De ahí que las figuras más relevantes pertenecieran al ámbito eclesiástico. Con la finalidad de garantizar una buena formación del clero católico surgieron diversas escuelas episcopales de las que cabe mencionar las de Toledo, Sevilla y Zaragoza. Entre los nombres más señeros de aquel tiempo, a Braulio de Zaragoza, Eugenio de Toledo, Fructuoso de Braga, Julián de Toledo o Valerio del Bierzo.

No obstante, el nombre más emblemático de la cultura de los tiempos visigodos fue, sin duda alguna, el obispo de Sevilla Isidoro. Formado en la escuela que creara en Sevilla su hermano, el arzobispo Leandro, Isidoro fue autor de numerosas obras, desde crónicas de los sucesos de la época hasta escritos teológicos y epístolas de gran calidad literaria. Isidoro fue, en otro orden de cosas, uno de los más destacados defensores de la teoría política que manifestaba la supremacía del poder espiritual sobre el temporal. Pero Isidoro de Sevilla es ante todo conocido por las Etimologías. Dicha obra, de indudables pretensiones pedagógicas y cuyo principal objetivo era salvar el legado cultural del mundo antiguo, ha sido considerada tradicionalmente como la primera enciclopedia cristiana. Las Etimologías, ejercieron una gran influencia en la Europa cristiana de los siglos posteriores.

Organización del poder del Reino Visigodo

La monarquía visigoda, no obstante, tenía unos cimientos muy débiles. Los reyes no accedían al trono por vía hereditaria, sino por elección de los poderosos, los cuales debían escoger a gentes de estirpe goda y de buenas costumbres, según se estableció en el VI Concilio de Toledo. No obstante, en la práctica, muchos monarcas lograron, por vía de una previa asociación, que sus hijos los sucedieran en el trono. Pero ello no impidió las acciones violentas contra los reyes, frecuentes a lo largo de la trayectoria del reino visigodo de Hispania. Los reyes, cuyo poder procedía de Dios, según las teorías dominantes en la época, eran auxiliados por personas de su confianza, las cuales formaban el Oficio palatino. Existían, asimismo, dos instituciones de suma importancia, el Aula Regia y los Concilios. El Aula Regia estaba integrada por magnates próximos al rey, siendo su principal función asesorar al monarca. Los Concilios eran instituciones eclesiásticas, pero en tiempos visigodos desempeñaron un papel político de primera fila, no sólo por las decisiones que en ellos se tomaron, sino también debido a que los reyes eran sus convocantes. El conjunto del reino estaba dividido en circunscripciones, herederas de la época romana, al frente de las cuales se encontraba un dux.
Caida del Reino Visigodo

Las últimas décadas del siglo VIl y la primera del VIII fueron testigo de una profunda crisis en la España visigoda. La peste causó gran mortandad en el año 693, y las malas cosechas confluían con el incremento del bandolerismo, así como con la imparable decadencia de la moralidad. Numerosos campesinos, agobiados por la creciente presión fiscal, huían de sus predios. La minoría judía, por su parte, fue objeto de drásticas medidas persecutorias. La unidad del reino visigodo estuvo a punto de resquebrajarse cuando, en las últimas décadas del siglo VII, el dux Paulo, que gobernaba la región de la Septimania, no sólo se sublevó, sino que llegó a proclamarse rey. Pero la crisis fue visible ante todo en la terrible pugna que mantuvieron dos grandes familias de la alta nobleza visigoda por ocupar el trono, las de Chindasvinto y Wamba, nombres de dos monarcas de la segunda mitad del siglo VII. Aquélla fue una auténtica guerra civil, lo que propició la invasión de Hispania por los musulmanes.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 23 Dic 2017 21:49

Aunque me he desviado un poco del tema central del hilo, he considerado necesario hacerlo así tanto para entender lo ocurrido en la batalla del Guadalete, y la invasión de la península ibérica por los musulmanes y por ende la facilidad con la que estos se extenderían por todo el territorio de la actual España, salvo algunos puntos aislados.

Espero no haber molestado a los habituales seguidores del hilo con este pequeño desvío.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 23 Dic 2017 22:08

La pérdida del reino visigodo: la conquista islámica de Hispania


La conquista islámica de la Península Ibérica es el único hecho de la historia del Al-Ándalus que suele ser conocido por la cultura popular. De los otros ocho siglos de la cultura andalusí, pocos serían los que podrían mencionar algún hecho destacable. Esta situación tan solo es la consecuencia del poco interés que, hasta hace unas décadas, la historiografía prestó al Al-Ándalus. Como consecuencia, tampoco en los contenidos de la educación básica tenía cabida. De esta manera, la conquista islámica de la península tenía interés en tanto que era necesaria para poder explicar la entonces llamada “Reconquista”. En cualquier caso, este acontecimiento que vamos a comentar suele seguir encontrándose bajo una capa de leyenda popular y de prejuicios actuales.

La conquista de Hispania

Como es sabido, desde la caída del Imperio romano de Occidente en el 476 d.C. –de facto, antes-, existía sobre el actual territorio peninsular –Hispania- el reino visigodo con capital en Toledo. Sin entrar en más detalles acerca de su formación y evolución, este reino, siempre con un carácter ciertamente endeble, desapareció en el año 711 a manos de los ejércitos islámicos que cruzaron el estrecho de Gibraltar. Así, para la historiografía decimonónica, “España” –que en un craso error, que se suele seguir cometiendo, era identificado con el reino visigodo o Hispania- desaparecía para volver a resurgir tras la larga etapa de la Reconquista, concretamente en el reinado de los Reyes Católicos. Idea similar que aprendieron todos los escolares españoles durante la época franquista gracias a la Enciclopedia Álvarez.

Pero ¿cuáles fueron las causas por las cuales cayó el reino visigodo? Si prescindimos de la teoría del iudicum Dei, es decir, la que considera la “pérdida de España” como castigo de Dios, dos han sido las teorías que las han explicado. Por un lado, la ruina de “España” –correctamente del Reino visigodo”- en el que existía una crisis a todos los niveles y, por tanto, la invasión arabo-musulmana era una casualidad que coincidía con esta coyuntura en el interior del reino. Por otro lado, los cronistas árabes presentaban la conquista como consecuencia de una superioridad militar dentro de un marco de expansión general del Islam. De hecho, en esa sabiduría popular que comentábamos, se suele presentar la presencia islámica en la península únicamente en términos conquista y guerra.

La moderna historiografía, sin embargo, ahondando en la cuestión, ha tenido que reelaborar la explicación de cómo y por qué se produjo la conquista en tanto que ninguna de las teorías que acabamos de comentar parece explicarla de una forma concienzuda. De hecho, algún historiador ha llegado incluso a negar que se produjera una conquista, alegando una conversión espontanea de los visigodos al Islam. Aunque tal teoría no es aceptada por la mayoría de los historiadores y que tampoco se sustenta sobre ninguna fuente. En realidad, una correcta explicación únicamente puede venir si observamos el acontecimiento desde una dimensión que aglutine a las dos teorías expuestas.

Así, en primer lugar, podemos observar lo que acontecía en el interior del reino visigodo en los años anteriores a la conquista islámica. La situación del mismo no era, ni mucho menos, próspera. Este se encontraba en un proceso de descomposición manifiesta o, mejor dicho, de protofeudalización. Es decir, que los sucesivos monarcas, siempre con carácter electivo, eran incapaces de ejercer el gobierno sobre todo el territorio. De esta manera, las estructuras políticas del reino eran cada vez más débiles. Desde el III Concilio de Toledo en el 589, se estaba produciendo un debate entre la postura de una monarquía electiva, de acuerdo al origen germano, y la tendencia romana de un sistema hereditario. Esta situación había llevado a una constante disputa que solo había provocado la ya mencionada protofedualización. Es decir, que la nobleza gobernaba sus territorios de una manera cada vez más independiente respecto al poder real. En el IV Concilio de Toledo del 633 se impone la tendencia electiva de la monarquía, pero con monarcas que únicamente se sostienen gracias al poder de nobles y obispos. En esta situación, muchos de los monarcas visigodos intentan el control de estos, creándose a su alrededor una nueva nobleza que, en cualquier caso, rivalizará con la antigua. Circunstancia que llevó al enfrentamiento de este estamento.

Tampoco felices eran las circunstancias económicas. Aunque con pocos datos para interpretar, parece que las malas cosechas, como consecuencia de las plagas, así como las epidemias, mermaron considerablemente a la población del reino. Situación que los más pudientes, es decir, la nobleza, aprovechó para el acaparamiento de tierras, lo que afecto drásticamente a los ingresos del Estado. Todo esto sin contar las consecuencias sociales: un empobrecimiento generalizado de la población.

Dejando aparte este reino, el otro lado del estrecho de Gibraltar se encontraba dominado por el Islam. Desde su surgimiento en el primer cuarto del siglo VII, el Imperio islámico se había extendido por el Próximo Oriente y el norte de África. Es más, con la llegada al trono de la dinastía Omeya y el establecimiento de la capital califal en Damasco, se había iniciado la estructuración política de un aparato estatal eficaz, además de estructurar una política que reanudaba la conquista territorial que se habían frenado durante un tiempo. De esta manera, en el norte de África, el avance del Islam había encontrado en el Magreb la resistencia de las tribus bereberes. Pero estas, a finales del siglo VII, se convirtieron finalmente al Islam y se integraron dentro de la estructura política y militar establecida por el califato. De esta manera, en Occidente lo único que separaba al Islam de la Cristiandad eran los pocos quilómetros del estrecho de Gibraltar.

El inicio de la conquista de la península es muy oscuro en tanto que no disponemos prácticamente de fuentes e, incluso, las existentes han sido tachadas en alguna ocasión como meras leyendas –aunque hacer tal cosa implica, por tanto, negar que podamos reconstruir este periodo-. En cualquier caso, la reconstrucción de la conquista que se ha realizado puede ser, más o menos, la que se expone en los siguientes párrafos.

Un oficial bereber, Tarif fue el encargado de una primera campaña exploratoria en el 710. Al frente de una pequeña mesnada -400 hombres y 100 jinetes-, cruzó el estrecho hasta llegar a Tarifa –topónimo que procede del nombre de este jefe militar-. Allí, este consiguió un importante botín –en el que se encontraba un importante contingente de mujeres-, sin que existiera apenas resistencia. Se abría la posibilidad de ampliar una campaña al interior de la península.

En esta pequeña campaña y en la que al año siguiente iniciará la conquista peninsular, parece que tuvo que tener apoyo del gobernador de Ceuta, que antes lo era también de Tánger –e incluso algunas fuentes lo hacen también gobernador de Algeciras, lo que implicaría que tenía algún tipo de control sobre la totalidad del estrecho-, pero que al someterse voluntariamente a los musulmanes –acuerdo al que llegó en el 982 con Uqba ben Nafi- le dejaron mantener su gobierno en la primera de las plazas.

Este personaje –que, por tanto, era godo y cristiano- responde al nombre, según fuentes árabes, de Yulyan, pero que en la historiografía cristiana no es otro que el conde Don Julián –el traidor del romancero, que abrió las puertas del reino-. Este aportó ante todo navíos que permitieron cruzar el estrecho. En cualquier caso, el personaje, bastante misterioso para nosotros, parece que en cierta manera mantenía algún tipo de estatuto que le hacía en buena parte independiente. Sea como fuere, según la fuente que nos da al-Haza’ini, la expedición llevada a cabo por Tarif contó con cuatro barcos de este. De hecho, este habría llevado ya una primera incursión con unos 250 hombres al otro lado del estrecho –posiblemente porque Musa, gobernador de Kairuán, requería saber si este había roto sus lazos de lealtad con sus correligionarios hispanos- a finales del 709. Algunas fuentes informan que acompañó, nuevamente, a un tal bereber Abu Zur’a, tras la expedición de Tarif, en una incursión de pillaje a Tarifa-Algeciras.

En cualquier caso, la campaña de ocupación del territorio hispano comenzó en abril del 711. Fue llevada a cabo por otro bereber, en este caso Tariq b. Ziyad, a la sazón gobernador de Tánger, que cruzó con un ejército de 7.000 bereberes el estrecho –al que se sumarían más tarde otros 5.000-. El traslado, que se realizó a lo largo de mes y medio –solo se contaba con cuatro barcos-, comenzó en Ceuta y desembarcaron en Gibraltar –Gabal Tariq o Montaña de Tariq-. Sorprende que a lo largo de este tiempo no fuera advertido por los visigodos que se estaba produciendo un desembarco de tropas. Quizás pueda explicarse si consideramos que el tal Julian gobernaba Algeciras y que, además, la constante idas y venidas de las embarcaciones aparentaban los habituales viajes que realizarían estos barcos en su actividad comercial a un lado y otro del estrecho. Pero a todo ello podemos sumar un tercer factor, el traslado de las tropas se hizo con apoyo desde el interior del reino.

Respecto a esto último, la decisión del inicio de esta campaña de Tariq puede que estuviera influenciada por la propia situación en la que se encontraba el reino visigodo. Este debía estar al corriente de que el reino se encontraba, de facto, en una guerra civil. En efecto, tras la elección del rey Rodrigo en el 710, se opusieron a este los hijos del penúltimo monarca, Witiza. Estos últimos podrían haber llegado a algún pacto con los propios musulmanes para que les prestaran apoyo militar para destronar a Rodrigo.

Esta situación ha suscitado la teoría de que la conquista se hizo, por tanto, por el mero azar. Es decir, que los musulmanes únicamente intentaban apoyar a uno de los bandos pero, una vez conocida la debilidad del reino, se apresuraron a la conquista. Pero lo más lógico es que pensemos que, independientemente de las circunstancias concretas –y que aprovecharon-, la conquista de la Península se inscribe en la segunda fase de conquista que el califato de Damasco estaba llevando a cabo y, por tanto, de una manera u otra, la Península Ibérica habría sido invadida de igual modo. Es más, las monedas acuñadas en Tánger en esta época hacen referencia a la yihad (guerra santa). Lo que sí que parece evidente, por otra parte, es que la decisión de la conquista parece más bien recaer en Tariq, quien la tomó por su cuenta y riesgo. En otras palabras, que el gobernador Musa –que más tarde se hace cargo de la conquista-, de quien Tariq era subalterno, desconoció en todo momento las intenciones de este último hasta que los hechos estuvieron consumados.

Sea como fuere, en junio del 711 el ejército bereber de Tariq, que acabaría por contar con unos 12.000 soldados, controlaba el estrecho y, por tanto, se había establecido un fuerte puente para poder seguir enviando efectivos desde el norte de África. Desde el peñón de Gibraltar, en cuya cumbre se habían atrincherado los bereberes durante el tiempo que duró el traslado de las tropas, se comenzó a tomar los territorios aledaños.

Al conocerse que un ejército se hallaba al sur de la península, el rey Rodrigo, que se encontraba en aquel momento combatiendo a los vascones en el norte –concretamente sitiando Pamplona-, abandonó este frente para dirigirse al encuentro del ejército bereber. Evidentemente, tuvo que recorrer nada menos que mil quilómetros y el cansancio de tan largo viaje hizo mella en la posterior batalla.

El enfrentamiento, en julio del 711, se produjo cerca de Algeciras, en la provincia de Medina Sidonia –en ello coinciden todas las fuentes árabes-, aunque el lugar exacto difiere. El lugar de la batalla, en cualquier caso, que se ha popularizado es el río Guadalete (Wadi Lakko), que tampoco podemos identificar su ubicación, aunque podría ser el río Barbate. No obstante, también se ha propuesto que tuvo lugar en la laguna de la Janda.

En cualquier caso, el ejército real es totalmente vencido –Tariq pierde en ella la cuarta parte de su ejército-, en parte al desertar de este los ya mencionados hijos de Witiza o los opositores al rey, es decir, parte de la nobleza que sumaba entre un tercio y mitad del ejercito reunido por el monarca –Rodrigo había intentado concentrar previamente a toda la aristocracia visigoda-.

De esta manera, derrotado el monarca –y lo más probablemente que muerto en la propia batalla-, se hundía la única institución estatal que mantenía el reino unido. En realidad, a diferencia de como decía el romance sexto de El reino perdido, no se perdió todo junto y en un día, puesto que la que se presentaba como una mera refriega en Écija con los restos del ejército visigodo fue en realidad una dura batalla en donde, ahora sí, participó la parte del ejército que había huido del lado de Rodrigo en la primera. De esta manera, esta fue la batalla decisiva tras la cual Tariq no volvería a encontrar una resistencia de tal calibre.

Tras ella, Tariq realizó un recorrido que muestra que contaba con importante información sobre los centros políticos hispanos y, sobre todo, las vías que debía tomar. Este se dirigió a dos importantes centros urbanos. El primero de ellos Córdoba –futura capital del Al-Ándalus-, que cae en octubre del 711 con un mero destacamento de 700 hombres comandado por Mugit ante los 400 caballeros que resistían en la ciudad encabezados por el praefectum urbis. El resto del ejército bereber se dirigió directamente hacia la capital visigoda, Toledo, que fue conquistada con igual facilidad y que desestructuraba la ya pobre y ahora descabezada administración visigoda. Tariq desde allí se dedicó a someter el norte peninsular, aunque desconocemos con exactitud su itinerario.

Al año siguiente, en el verano del 712, el árabe Musa b. Nusayr, al que ya hemos mencionado y que desconocía de los planes de Tariq, desembarcó en la península con un ejército mucho más potente, unos 18.000 árabes, lo que demuestra que estaba decidido a hacerse cargo de la conquista y, sobre todo, a participar del suculento botín. Este emprendió también el camino hacia Toledo, aunque, tras informarse, lo hizo por una ruta diferente a la de su subalterno. Así se dirigió hacia Sevilla, la única ciudad, de hecho, que puso una resistencia digna de tal nombre, posiblemente al ser esta la metrópolis religiosa. El sitio duró casi un año, entre los últimos meses del 712 y los seis primeros del siguiente. No obstante, mientras esta ciudad era sitiada, también Mérida resistió durante algunos meses.

Tras ello, se dirigió a Toledo en donde se reunió con Tariq, al cual reprochó haberse aventurado en solitario y sin permiso. Como ya hemos dicho, la conquista no parece que fuera previamente planificada y, ni mucho menos, que contara con el consentimiento de este. A partir de ese momento, y durante los tres siglos siguientes, fue el elemento árabe el que se hizo cargo del poder en el Al-Ándalus.

A partir de entonces, al mando de Musa, las tropas arabo-bereberes se dirigieron a la frontera superior, aunque los datos son más oscuros en esta ocasión. Parece que tuvo que dirigirse a Zaragoza, la cual conquistó. A esta debemos sumar los principales centros del cuadrante noreste de la península: Huesca, Tarragona, Pamplona, Lérida, entre otras. En cualquier caso, definir aquí alguno de los itinerarios que se han dado no tendría mayor interés.

Debemos señalar que usar el término conquista puede llevarnos a engaño, puesto que parece implicar enfrentamiento bélico. Como hemos visto, más allá de dos batallas con el ejército visigodo, así como la resistencia de alguna de las ciudades, la rapidez con la que se mueven las tropas arabo-bereberes por el territorio únicamente se explica por la inexistencia de resistencia por parte de la población autóctona. De hecho, una población que en su mayoría, como dijimos al principio, se había empobrecido. A ello podemos sumar las deterioradas condiciones de la población judía –bastante numerosa- por la política de los visigodos. Así, no existía aliciente alguno para poner resistencia a los conquistadores, especialmente cuando estos, como ya venía siendo habitual a lo largo de toda la expansión islámica, ofrecían capitulaciones benignas. De hecho, las ventajas de estas eran especialmente beneficiosa para la propia élite visigoda que negoció los pactos, con el fin de mantener propiedades y poder. De los pactos o capitulaciones que conservamos clausulas se encuentra Écija, Sevilla, Alaqant, Mérida, Orihuela, Valle del Cinca y término de Lérida, Pamplona, Gilliqiya, Huesca, Lisboa.

De esta manera, se mantenía, como principal elemento, la religión cristiana a cambio del consabido impuesto –cantidad que debía ser menor que la que pagaban a las autoridades visigodas-. La población pasaba así a ser muladíes, es decir, cristianos que vivían en territorio bajo dominio del Islam.

En resumen, podemos decir que la conquista islámica de la península no puso fin a las estructuras políticas visigodas en tanto que este Estado estaba en descomposición y, por otra parte, culturalmente no fue un cambio brusco en tanto que buena parte de la población del Al-Ándalus siguió siendo en las décadas posteriores a la conquista cristianos que mantuvieron sus costumbres.


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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 04:00

La Batalla de Guadalete o de La Janda


Todo ocurrió hace unos 1.300 años, cuando un ejército compuesto por tropa de bereberes y algunos árabes invadieron el reino de los godos de Hispania. En poco tiempo las hordas musulmanas dominaron prácticamente toda la Península Ibérica.

Entre el 19 y el 26 de julio del 711, se enfrentaron en el rio Guadalete los ejércitos del reino Visigodo de Hispania, capitaneados por su rey don Rodrigo y un ejército de árabes y bereberes al mando de Táriq Ibn Ziyad. La batalla terminó con aplastante victoria musulmana y fue el inicio de la pérdida de Hispania y del sometimiento rápido de casi todo su territorio al imperio musulmán.


En el año 570 de nuestra era los desiertos de Arabia vieron llegar al Profeta, su nombre era Mahoma. En el 610, Mahoma se encontraba meditando en una cueva cuando una noche se le apareció el arcángel san Gabriel que le transmitió todos los conocimientos necesarios y Mahoma concibió el Corán.

Las ciudades de Arabia, no sin resistencia, se fueron uniendo al mensaje de Alá. La Meca, Medina, vieron crecer los seguidores de Mahoma y conocieron su mensaje , la Yihad, la Guerra Santa contra los infieles y comenzó su propagación. Los países fueron sumándose a la nueva religión, cayó Israel, Jordania, Irán. A continuación el islam tomó Egipto, Libia, Túnez, los territorios de la actual Marruecos. En el año 698, los soldados de Alá tomaron Cartago, la capital de los cartagineses y después rodearon Ceuta y pasando un pequeño estrecho de mar de 14 km, donde se encontraba el Continente Europeo. La Península Ibérica iba a ser la siguiente conquista, un nuevo territorio donde difundir el mensaje de Alá. Los visigodos serían sus nuevas víctimas.

España se perdió en el 711 por las Discordias y Corrupciones.

En el sistema político visigodo los reyes no eran hereditarios, sino elegidos en asamblea entre los nobles. Cuando moría un rey, se volvía a elegir otro, que no tenía que estar necesariamente emparentado con el difunto. Esto suponía frecuentes insurrecciones, rebeliones, conspiraciones, asesinatos e incluso fueron también frecuentes los regicidios. Las guerras civiles podían estallar muy fácilmente entre aquellos que aspiraban al trono. Esta falta de continuidad dinástica fue lo que indirectamente causó la desaparición de la monarquía visigoda del reino de Hispania.

El poder real constituía una formidable meta en la vida política de la oligarquía gótica. Los magnatesRODERICUS REX estaban al acecho de la ocasión para alcanzar el trono a la muerte del monarca reinante. La corrupción y la politización de la Iglesia, se combinaron fatalmente con los problemas del ejército. La Iglesia sirvió al Estado y se sirvió de él. Cuando la Iglesia fue infectada por los clérigos visigodos, la Iglesia sufrió una grave crisis moral y participó en las luchas por el poder político y por la laica riqueza.

La discordia final y definitiva sobrevino por la herencia y sucesión del rey Vitiza. En el año 710 en el reino visigodo hay una guerra civil por el trono del reino de Hispania, hay guerras sangrientas y disputas internas. La contienda es entre los hijos de Vitiza y los seguidores de don Rodrigo, el duque de la Bética. Vitiza había muerto en febrero del 710 con 30 años y sus hijos eran demasiados jóvenes para asumir ese trono.

A la muerte de Vitiza, un grupo de nobles nombraron rey al hijo mayor de Vitiza, Achila II, que tenía 10 años. Pero el duque de la Bética no lo aceptó y se iniciaron las disputas entre vitizanos y seguidores de don Rodrigo.

Don Rodrigo lo intentó y finalmente en el año 710 logró el trono del reino Visigodo y fue proclamado Rey. Pero el trono ya estaba ocupado por los vitizanos y hubo de desalojarlos de él por la violencia.

Achila II huyó humillado retirándose al norte de la península. Los hermanos de Vitiza, entre ellos Sisberto y don Oppas, arzobispo de Sevilla, junto con el conde don Julián, pensaron en pedir ayuda a los musulmanes para expulsar a don Rodrigo del trono. Esto facilitó la entrada de musulmanes en nuestro territorio y posteriormente una infame traición, de don Oppas, en el campo de batalla de Guadalete precipitó el final del reinado visigodos en Hispania.


La Traición de don Julián

El conde don Julián, gobernador de Ceuta, preparó su venganza, su hija la cava Florinda, había sido forzada por don Rodrigo en la corte de Toledo. Se conoce por referencias musulmanas que don Julián, personaje misterioso de raza incierta, se hallaba ligado a Vitiza por los vínculos de fidelitas.

El gobernador de Ceuta, puntal de la defensa del reino visigodo entregó Ceuta a los musulmanes a la muerte de Vitiza. Don Julián entabló negociaciones con Musa o Muza para invitarle a desembarcar en la Península. Muza ben Nusayr, era el emir de África del Norte nombrado por el califa de Damasco. Los musulmanes aceptaron el pacto ofrecido por el conde para participar en la guerra civil en apoyo de los vitizanos como tropa auxiliar.

Los vitizanos soñaron con obtener la ayuda de los mahometanos. Atanagildo había vencido a Agila gracias a la ayuda de los bizantinos que dominaban África. Sisenando había destronado a Suintila apoyado por el franco Dagoberto. Los vitizanos pensaron que llamarían a los mahometanos asentados en la Tingitania, recuperarían el trono y que posteriormente sus aliados volverían a su territorio africano igual que había ocurrido otras veces en el pasado.


Comienza la Invasión Musulmana

Julio de 710. El califa aconseja hacer una exploración para verificar las información de don Julián. Muza envió a un capitán musulmán llamado Tarif abu Zara, que desembarcó en la costa de Cádiz con 400 hombres y algunos caballos. A partir de entonces el punto de desembarco recibió su nombre Tarif, Tarifa. La incursión fue muy productiva, Tarif asoló la región y consiguió un valioso botín. A su vuelta, el capitán musulmán, de origen bereber, contó su aventura a Muza y le anima con proseguir la incursión ahora ya con un mayor contingente de tropas.

En la noche del 27 al 28 de abril de 711, Muza envió a su lugarteniente Táriq ibn Ziyad, quien desembarcó con unos 7.000 soldados beréberes en un monte que tomó su nombre, es decir, Yebel-Táriq, (Gibraltar). Don Julián cedió cuatro naves para el transporte del ejército de asalto musulmán. Este es el inicio de la invasión musulmana de Hispania y de la desviación del auténtico camino que debería haber seguido la historia de España.TARIQ

Cuenta la leyenda que Táriq, mandó quemar las naves para obligar a sus hombres a combatir hasta la muerte. Los musulmanes inician los ataque y correrías por la zona de Cádiz. Sancho, el sobrino de don Rodrigo intenta hacer frente a las tropas bereberes, pero es imposible. Manda correo urgente a su tío don Rodrigo, que se encuentra en Navarra.

En vista de los buenos resultados logrados por Táriq, Musa se anima y decide apuntalar definitivamente la incursión mediante el envío de 6.000 soldados más desde Ceuta. El Cuerpo de Ejército musulmán asciende ya a 13.000 soldados, fanatizados y determinados a conquistar para Alá la infiel Hispania .

Don Rodrigo, no pudo acudir a tiempo a la cita con los invasores, porque en estas fechas, se encontraba en Navarra sofocando una rebelión de los vascones. Arregló lo que pudo y partió rápidamente para atender la frontera sur de su reino. Reclutó fuerzas voluntarias y junto con su ejército personal y el tesoro real se dirigó a Cádiz con intención de parar la invasión sarracena. Logró reunir entre de 30.000 y 40.000 soldados, fuerza que en un principio hubiera sido suficiente para acabar con la invasión.

Cuando Don Rodrigo llega, Táriq ya había consolidado su cabeza de puente andaluza. Habían vencido a las tropas godas de defensa y ocupado la antigua Carteya, el fondo de la bahía que hoy llamamos Algeciras.

Comienza la Batalla de Guadalete

Mientras don Rodrigo de dirigía, desde los valles navarros a Cádiz, el ejército de Tarik avanzó ocupando los distritos e Algeciras

El 19 de julio de 711 se inicia la batalla decisiva que abrirá definitivamente las puertas de Hispania a 8 siglos de dominación musulmana. El lugar del enfrentamiento aparece en las fuentes árabes con varias denominaciones: Wadi Lakk o Río del Lago, identificado tradicionalmente con el Guadalete; Wadi-l-Buhayra o Río de La Albufera, que puede corresponder al río Barbate o a la laguna de La Janda. Nosotros nos hemos referido a ella siempre como la batalla de Guadalete o de la Janda

Por un lado tenemos al ejército Godo con unos 40.000 soldados, que en principio deberían ser suficientes para derrotar a las fuerzas invasoras. En el Cuerpo Central, y al mando del ejército el rey don Rodrigo. En los flancos, los hermanos de Vitiza, la traición estaba cerca y don Rodrigo fue un ingenuo o tuvo un exceso de confianza al situar en las alas de su ejército a los que recientemente habían pugnado por su trono, él creyó en la lealtad a la causa Goda frente a la invasión musulmana.

Por otro lado 13.000 hombre muy motivados e impaciente por iniciar el combate. Determinados a la victoria y alcanzar el paraíso eterno. Los bereberes eran muy buenos guerreros y excelentes jinetes, creían en su superioridad y tenían la ventaja moral para conseguirla.

Se enfrentaban dos culturas con dos ideas muy diferentes de la vida, la espada frente al alfanje, la cruz frente a la media luna. Un Imperio en expansión, se abría paso a codazos, motivado, joven e impulsado por una idea común. En frente, la decadencia de una monarquía vieja, cansada, dividida y sin objetivos comunes; iba a llegar la revolución al viejo reino visigodo.

La batalla se prolongó entre el 19 de julio y el 26. La ribera del rio Guadalete se llenaban de muerte y desolación. Se enfrentaron la caballería visigoda y la musulmana, con mucho ímpetu y determinación. Los días iban reduciendo los recursos de ambos contendientes, el resultado era incierto. Los godos hacían valer su superioridad numérica y los musulmanes no podían resistir muchas jornada más.


La Traición de los Vitizanos.

Pero en el momento crucial de la batalla, en el momento decisivo, los hermanos de Vitiza, entre ellos el arzobispo de Sevilla don Oppas y Sisberto, se pasan en masa al bando musulmanes. Don Rodrigo y los suyos quedan asombrados por la traición y desmoralizados por la deserción de sus compatriotas.

En el momento álgido del combate, cuando la todopoderosa caballería goda estaba dominando claramente la situación, los parientes de Akhila II, que comandaban las alas del ejército visigodo, se pasaron al enemigo; con esta traición no conseguirían la corona, pero si mantener la propiedad sobre las tres mil alquerías del patrimonio real del rey Witiza. “Filii uero Vuitizani, invidia ducti eo quod Rudericus regnum patris eorum acceperat callide cogitantes, missos nuntios ad Africam mittunt, sarracenis in auxilium petunt, eosque nauibus aduectus Yspaniam intromittunt“.

Los hijos de Witiza se acomodaron a la nueva situación y, por medio del pacto suscrito con el Khalifa de Damasco, se repartieron el patrimonio regio. Akhila se instaló en Toledo; Olmundo en Córdoba; Ardabasto en Sevilla y llegaría a ser conde de los cristianos en Al-Andalus. Tariq marchó entonces, sobre Écija-Astigi, a la cabeza de sus doce mil berberiscos, donde derrotó, no sin un grandísimo esfuerzo bélico, a los fieles del rey Rodrigo reagrupados y sin traiciones previas (mandadas las tropas godas por un sobrino del rey Rodrigo, llamado Bancho). Los hebreos enviaron a sus delegados y rabinos, para ofrecerle su colaboración. Los witizanos colaboraron con Tariq en la tarea, fundamental, de eliminar a la élite dirigente visigoda de la facción rodericiana derrotada.

Todas las fuentes escritas de la batalla, tanto cristianas como árabes coinciden en que los parientes de Vitiza cambiaron de bando en mitad de la batalla. También los cronistas árabes, aseguran que fue determinante la traición, los visigodos se vieron privados de su clara superioridad numérica y quedaron indefensos ante la táctica envolvente de los musulmanes. Habían pactado la traición la noche anterior, en una reunión en el campamento árabe, a cambio de mantener sus derechos al trono y sus propiedades. La verdad es que los vitizanos sí cumplieron su pacto, pero los musulmanes se olvidaron de todo lo pactado. Cosas de la historia.

Los musulmanes motivados aún más por tan sorprendente refuerzo, embiste con más virulencia y fuerza contra el cuerpo central del ejército Godo. Don Rodrigo queda totalmente aislado con su ejército y ya predice su incierto futuro. Atacan con todo lo que tienen, entre gritos y alabanzas a Alá. El cuerpo de ejército de caballería de arqueros bereber destrozan el cuerpo central godo. El reino godo se está decidiendo en esos momentos, Hispania está perdida. Los vitizanos conocería en sus propias carnes y sin mucho esfuerzo, la diferencia entre alianza y dominación de su territorio.

Posiblemente don Rodrigo se escapó a la antigua Lusitania con un puñado de leales. Allí, siglos más tarde, en la localidad de Viseu, se descubrió una lápida con una inscripción que rezaba: “Aquí yace Roderico, rey de los godos”. Según testimonio del abate Antonio Calvalho da Costa en su Corografía portuguesa, dicha lápida se conservó hasta el siglo XVIII en la iglesia de San Miguel de Fetal.
Otra versión entiende que el propio rey Rodrigo encontró la muerte en el campo de batalla; su cadáver fue llevado a enterrar, por sus fideles, a la ciudad de Viseo.


El 26 de julio de 711, fue el final del ejército godo, ya nunca más volvieron a ser una fuerza de combate. Los musulmanes tuvieron 3.000 muertos y los godos unos 10.000. El inmenso tesoro real fue capturado por las tropas de Táriq. Siglos más tarde descubriremos los tesoros Godos en Torredonjimeno y Guarrazar.

El aspecto positivo de la derrota de Guadalete fue que a partir de entonces, los musulmanes fueron el enemigo común de todos los reinos cristianos que poco a poco se fueron configurando en el norte de la península. Posiblemente sin este enemigo común, nunca se hubiera llegado a la unidad de España.
Consecuencia de la Batalla de Guadalete

La Galopante conquista la Península

Ante la extraordinaria noticia, Muza envió nuevas tropas a la península. 18.000 nuevos soldados que reforzarían las tropas de Táriq. Con aproximadamente 28.000 efectivos, Táriq inicia la conquista de Hispania, en pocos meses van sometiendo toda la Península Ibérica.

Inexplicablemente lo que Roma necesitó 2 siglos para conquistar, cuando no existía estado que la defendiera, los musulmanes pudieron conquistarla en sólo unos meses, luchando contra un estado y su ejército.

Los vitizanos reciben en Toledo a los musulmanes con vítores como liberadores, por fin van a conseguir el trono godo. Toledo, ni si quiera presenta batalla, son recibidos como aliados de la corte. La leyenda dice que en Toledo los hombres de Táriq se apoderaron de la Mesa del Rey Salomón.

Los historiadores explican la fulminante conquista de la península por el islam por la traición de los godos vitizanos y los judíos. Los motivos de los vitizanos ya han sido comentados; entre los españoles de aquella época quedó muy arraigada la traición de los judíos, sentimiento que perduró a todo lo largo de la Edad Media, y ha sido una de las principales causas del odio a los judíos en la España Reconquistada. Parece que fue decisiva la ayuda de los judíos en la conquista y caída de Toledo y de Granada.

[b]Los Pactos con los Agarenos frente a la Lucha Armada[/b]

La rápida pérdida de Hispania a manos de los musulmanes, tuvo lugar mediante dos vías: por pactos con los godos locales o mediante las armas

Por las Armas:

Cuando una plaza o pueblo caía en manos musulmanas, la población quedaba prisionera, no podía abandonar la ciudad, sus bienes eran confiscados por el estado y pasaban a ser botín de guerra a manos de las tropas y fuerza musulmanas. Los bienes ciertos ( las tierras) pasaban en su quinta parte al estado y el resto se repartían entre los conquistadores participantes, en modo de pleno dominio o en usufructo de por vida.

Por pactos:

Muchos territorios se adhirieron voluntariamente a las fuerzas agarenas. En este caso las ciudades conservaron así sus leyes pero se sometían al pago de impuestos establecido por el Corán para los infieles. Precisamente este fue el hecho que catalizó ( fenómeno no espontáneo) la conversión en masa de cristianos al islam, son los muladíes. En caso de pactos, también quedaban confiscados para el estado los patrimonios de los muertos, huidos y de la iglesia

De esta manera, la mayor parte del territorio quedó en manos de los hispanos-romanos , porque la mayoría de los territorios prefirieron pactar antes que luchar con sus armas. Mantenían sus dominios, perdiendo sus derechos y libertades.

Al norte de África, llegaba las buenas noticias y los voluntarios esperaban impacientes para pasar a la península para enriquecerse y lograr su botín, la llamada a la Yihad era ya imparable. En dos años habían conquistado la práctica totalidad de la Península Ibérica.

De esta manera acabaron los dos siglos de reinado visigotico en Hispania, Pero todavía permanecía un último reducto de resistencia...... Don Pelayo se Rebela

En palabras de un eminente historiador.
En el curso de tres cuartos de siglo los árabes se habían tallado un gran imperio que iba desde la India hasta el océano Atlántico, imperio que estaba aún en período de expansión y que acababa de conquistar el Marruecos de hoy.
Sánchez Albornoz


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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 12:20

La ocupación musulmana (711-740)


La Edad Media de la Península Ibérica va a discurrir de forma muy diferente a la del resto de Europa Occidental. El reino visigodo había logrado unificar toda la península a fines del siglo VII. Pero la lucha entre facciones nobiliarias y el sistema de elección del monarca van a debilitarlo, hasta tal extremo, que no pudo hacer frente a la invasión musulmana que se inició el 711.

La fe musulmana había surgido en Arabia a principios del siglo VII. Rápidamente se extendió por Oriente Próximo y el norte de África a costa del Imperio Bizantino. Hacia el 690 el califa, con sede en Damasco, ya dominaba casi todo el norte de África (Ifriqiya) y el Islam había sido acogido por los bereberes, la población mayoritaria de ese territorio.

El fin del gobierno de rey visigodo Witiza no es un hecho completamente esclarecido. No se sabe con certeza si murió por causas naturales o fue asesinado durante una sublevación. Incluso, aunque tradicionalmente se asigna la fecha de fin de reinado el 710, otras fuentes, como la Crónica Mozárabe, lo retrasan al 711. Lo único cierto es que, tras su muerte, acontece una lucha por la sucesión que resquebrajó la estabilidad del reino visigodo. Supuestamente un bando (¿los witizanos?) eligieron rey a Agila II (aunque se ha supuesto hijo o familiar de Witiza, no existe ningún dato cierto para demostrarlo); la facción opositora apoyó a Rodrigo o Roderico. Rodrigo rápidamente se hizo con el control de la mayor parte del reino y fue coronado en Toledo, mientras Agila II dominaba en el valle del Ebro, la actual Cataluña y Septimania.

Así estaban las cosas cuando uno de los dos bandos, con casi toda probabilidad el que apoyaba a Agila II, llamó en su ayuda a los ejércitos musulmanes del norte de África, a través del gobernador visigodo de Ceuta y Tánger, el conde Julián (Yulyan, Bulyan en las fuentes árabes), enemigo del rey Rodrigo.

La consecuencia final de esta intervención fue la desaparición del reino visigodo y la incorporación de prácticamente la totalidad de la antigua Hispania al califato musulmán, en un principio dependiente de Damasco pero que, poco después, se independizaría con la familia Omeya. El emirato mantendrá durante años la supremacía en la península Ibérica, solo contestada por pequeños núcleos cristianos surgidos al cobijo de las montañas del norte.

Desaparición del reino Visigodo (711-725)

La primera incursión musulmana contra la Península Ibérica ocurrió el 710. Tarif ben Malik y un ejército de unos 500 efectivos atravesó el estrecho de Gibraltar. Desembarcaron en la actual Tarifa (cuyo nombre procede de Tarif), saquearon la bahía de Algeciras y se hicieron con un importante botín. Este éxito inicial animó al gobernador de la provincia musulmana de Ifriquiya (actual Magreb), Musà, a preparar a una incursión de mayor importancia.

Un nuevo contingente de fuerzas musulmanas desembarcó en la Península Ibérica en el 711, se supone que con el objetivo de ayudar al rey Agila II en el enfrentamiento que sostenía contra el rey Rodrigo. Aprovecharon la sublevación vascona en las cercanías de Pamplona y que Rodrigo había acudido a sofocarla. Los musulmanes se hicieron fuertes y, a pesar de que las tropas de Rodrigo eran superiores en número, fueron derrotadas en la batalla de Waddi Lakka o del río Guadalete (19 al 26 de julio). Puede que allí también falleciera Rodrigo (otras fuentes dicen que se refugió en la localidad portuguesa de Viseo y allí está enterrado). Los musulmanes, en vez de retirarse, vieron la oportunidad de expandir aún más su imperio e iniciaron la conquista del reino visigodo.

El jefe de las tropas musulmanas, Táriq ben Ziyad se dirigió entonces a Medina Sidonia y Carmona, ciudades que tomó a la fuerza. Siguió por Sevilla, con cuya población firmó un pacto, y Écija, a la que asedió y que finalmente capituló. Desde este lugar, el ejército se dividió en cuatro ramas «una parte a Elvira, otra a Rayya, otra a Córdoba y otra a Tudmir comarcas éstas que, en su mayoría, fueron conquistadas pacíficamente» Mientras tanto, Táriq se dirigió hacia Toledo. La capital visigoda se rinde sin oponer resistencia, probablemente el 11 de noviembre del 711, y Táriq se hace con tesoro real visigodo.


Incursión de Táriq en la cuenca del río Duero y conquista de Amaya

Táriq prosigue su itinerario por la Meseta Norte. Tras pasar por Guadalajara cruza el Sistema Central por el puerto de montaña de Fayy Tarik (que puede ser el actual puerto de Somosierra, que desde el siglo XII se denomina Fayy Sarrat, o bien estar situado entre Sigüenza y Tiermes). Allí toma una ciudad denominada Madinat Almeida (La Ciudad de la Mesa) donde habría encontrado parte del tesoro real visigodo, suceso que daría lugar a multitud de leyendas protagonizadas, generalmente, por la legendaria Mesa de Salomón. Según el Ajbar Machmua y otras crónicas musulmanas, Tariq continuó hacia la capital del ducado visigodo de Cantabria: Amaya.2 En Amaya se había refugiado una gran multitud, y aunque inicialmente se resistió, acabó siendo tomada por hambre entre fines del 711 y comienzos del 712. Desde aquí se dirigió hacia los Campos Góticos (Tierra de Campos) y Astorga, la capital del ducado Asturicense.

Es imposible determinar la ruta exacta de esta primera incursión musulmana por la cuenca del río Duero pues ninguna fuente histórica ha realizado una descripción detallada de la misma. Podemos conjeturar algún itinerario siguiendo las principales calzadas romanas, los caminos que aún en el siglo VIII se seguían utilizando para los grandes desplazamientos, pues eran los que mejor acondicionados estaban. Martínez Díez supone que Táriq siguió un camino de origen romano que desde Somosierra pasaba por Sepúlveda, Valdezate, Roa, Tordómar, despoblado de Talamanca, Pampliega, Castrojeriz y Sasamón aunque esta no era una de la vías romanas principales. Por eso es también posible hacer la conjetura de que desde Guadalajara las tropas de Táriq continuaron hacia Tiermes, Osma, Clunia y desde aquí hacia Sasamón. Una vez conquistada Amaya, seguirían la calzada o via Aquitana para recorrer los Campos Góticos y llegar por Camala (Sahagún) y Lancia hasta Astorga.

En el ramadán del año 93 (junio-julio 712) Musà ben Nusayr, gobernador de Ifriqiya (norte de África), desembarca con 18.000 hombres cerca de Cádiz ocupando Qal’at Ra’wan (¿Alcalá del Río?) y Ocsonoba (Huelva). A continuación, tras ordenar el sitio de Mérida, capital del ducado de Lusitania, que duró 14 meses, se dirigió hacia a Toledo. Posiblemente ya en el 713, Musà y Táriq se encuentran en Toledo. Tras recibir el informe de su subordinado, en una tensa reunión, acordaron iniciar nuevas expediciones. Mientras, ‘Abd al-Aziz, hijo de Musà, se hizo con el control del resto de la provincia Cartaginense tras firmar un pacto de autonomía con el conde visigodo Teodomiro (713).

Ya en el 714, ambos se encaminaron a la conquista de Medinaceli y Zaragoza; Musà siguió con Táriq hasta Zaragoza. En esta ciudad se separaron. Táriq se dirigió hacia Tarragona y posiblemente luego hacia Huesca. Musà siguió hacia Pamplona, consiguiendo su capitulación. También obtuvo la sumisión del jefe visigodo Fortún hijo de Casio, fundador de la importante familia muladí de los Banu Qasí. Continuó siguiendo la Vía Aquitana y llegó a Varea (Logroño) y desde ahí, pasando por Sasamón y Astorga fue en dirección a Galicia y Asturias. Estando en Lugo, recibió la noticia de que tenía que viajar a Damasco por orden del califa al-Walid. Posiblemente también ocupó Viseo en su camino de regreso, camino por el que pasó por un puerto de montaña que se llamó Fayy Musà (no identificado).

El paso de las tropas musulmanas por el valle del Duero no fue la acción de un simple saqueo. Los musulmanes dejaron tropas en las ciudades más importantes y en las fortalezas más estratégicas y dejaron contingentes suficientes para asegurarse la seguridad de los nuevos territorios. La mayor parte del territorio se sometió voluntariamente por lo que sus habitantes conservaron la propiedad de sus tierras a cambio del pago de tributos.

Si las tropas árabes habían cruzado llamadas por los partidarios de Agila II, los musulmanes, al ver la rapidez y sencillez de la conquista y los botines obtenidos, no dejaron recuperar el trono a Agila. Se le ofreció una serie de territorios en el valle del Ebro pero el pacto parece que no fue aceptado. Entonces batallaron en el valle del Ebro contra él. Posiblemente en una de estas luchas en el 713 o 714 muriera Agila II. En los territorios de la Tarraconense y la Septimania aún no dominados por los musulmanes, se eligió entonces un nuevo rey visigodo de nombre Ardón o Ardo.

En el verano del 714, Musà y Táriq fueron llamados por el califa de Damasco, al-Walid. ‘Abd al-Aziz, hijo de Musà, se queda con el encargo de completar la conquista. La situación en esta fecha es la siguiente: los musulmanes habían conquistado la mayor parte del reino visigodo salvo el Alto Aragón, el norte de la actual Cataluña, Septimania, sur de Portugal y parte del Levante, así como las zonas más montañosas del ducado de Cantabria. ‘Abd al-Aziz conquista las ciudades lusitanas de Évora, Santarem y Coimbra; luego consolida el dominio de Andalucía oriental; continuó por el Levante y Pamplona, realizando campañas en Cataluña.

‘Abd al-Aziz traspasa la capital del valiato (el territorio gobernado por un valí o gobernador) a Sevilla y se casa con la viuda del rey Rodrigo: Egilona. Es asesinado en febrero del 716. Según unas fuentes por orden del califa Sulaymán; siguiendo a otras, por su propio ejército ante la actitud condescendiente mostrada ante los cristianos debido a la influencia de su mujer. A su muerte únicamente algunas zonas de la costa cantábrica occidental, ciertos valles pirenaicos, el norte de Cataluña y la Septimania escapaban al control musulmán.

Los valíes Ayyub (716), al-Hurr (716-719) y al-Samh (719-721)

‘Abd al-Aziz es sucedido como gobernador por su primo Ayyub durante seis meses, hasta la llegada del nuevo delegado del emir de Kairuán (capital musulmana Ifriqiya). Éste era al-Hurr y llegó el 25 de agosto del 716 con cerca de 400 notables para que se encargaran de la administración de al-Ándalus, como se empezó a llamar a los nuevos territorios conquistados.

al-Hurr trasladó la capital a Córdoba (717), implantó las leyes del Islam y realizó expediciones a los territorios aún no conquistados del Alto Aragón y Vasconia. Fue destituido en el 719 y sucedido por al-Samh, valí nombrado directamente por el califa y con gobierno independiente de Ifriqiya. al-Samh fue quién procedió a la organización fiscal y al reparto de tierras. Tomó Barcelona y Narbona y murió mientras sitiaba Toulouse en junio del 721.


‘Abd al-Rahman al-Gafiki (721) y ‘Anbasa ben Suhaym al-Khalbi (721-725):

Su sucesor ‘Abd al-Rahman al-Gafikí duró unos pocos meses en el cargo hasta la llegada, en agosto, del nuevo gobernador: ‘Anbasa ben Suhaym al-Khalbí. Se apoderó de Carcasona y Nimes (725) conquistando así la totalidad del territorio del reino visigodo. Desde esta última ciudad realizó campañas por los valles del Ródano penetrando en Borgoña en agosto del 725. Murió cuando retornaba de esa campaña.

Por lo tanto, bajo el gobierno de ‘Anbasa desaparecieron los últimos restos del reino visigodo. Los musulmanes eran dueños de la práctica totalidad de la Península Ibérica y además amenazaban a un debilitado reino franco. Pero justo durante su mandato surge el primer núcleo de resistencia a la invasión. Así lo cuenta la crónica Fath Al-Andalus: «En tiempos de ‘Anbasa, un bárbaro perverso, uno de sus nobles, de nombre Balaya ben Fafila, se sublevó en tierras de Yilliqiya contra los árabes que dominaban los confines de esta región, expulsándolos de allí.»

Los musulmanes dejaron numerosas guarniciones en todos los territorios conquistados. En la zona de nuestro estudio, se situaron en Pallantia (Palencia), Amaya, Pancorbo y varias fortalezas en el curso de los ríos Tirón y Oca para asegurar el paso hacia Vasconia.

Inicios de la resistencia cantábrica (722 – 739)

La resistencia en las montañas de la cordillera Cantábrica surgió en dos núcleos alrededor de los Picos de Europa, zonas de difícil acceso y con menor interés económico para el gobierno musulmán: el núcleo astur y el núcleo cántabro.

El núcleo astur. Los astures tardaron en ser dominados por los visigodos. Igualmente parece que tampoco fueron muy sumisos al poder musulmán. Pero no fue hasta la llegada de un noble de la corte visigoda, Pelayo, cuando se organizó un foco de rebelión.

Pelayo fue probablemente un miembro de la guardia real del rey visigodo Rodrigo. Tras ser capturado por los musulmanes, se escapó de su prisión en Córdoba (717) y huyó hacia las montañas del norte. Allí se ganó la confianza de las gentes astures y fue proclamado caudillo en el 718. Se suceden a partir de entonces una serie de desórdenes que llevan al valí al-Hurr a enviar a su lugarteniente, al-Kama, al frente de una expedición de castigo. Pelayo sufrió graves pérdidas, pero las tropas musulmanas se extraviaron a su regreso por las gargantas de los Picos de Europa. Mientras tanto los hombres de Pelayo se habían hecho fuertes en la cueva de Covadonga que domina el desfiladero del río Sella. Cuando las tropas musulmanas pasaron por allí fueron emboscadas por los astures y sufrieron cuantiosas pérdidas. Es ésta la famosa batalla de Covadonga (28 de mayo 722), que aunque no fue muy importante para los historiadores árabes, si lo fue para las crónicas medievales cristianas, ya que era la primera vez que los musulmanes eran derrotados.

Poco después, el gobernador musulmán de la región, Munuza, abandona su base de Gijón y es derrotado en la batalla de Olalíes (¿Valdolayés?, ¿Proaza?). Pelayo fijó la capital de su reducido territorio en Cangas de Onís y se dedicó a consolidar su naciente monarquía. Murió en el 737 y fue sucedido por su hijo Fáfila, quien murió al ser atacado por un oso en el 739.

El núcleo cántabro. El ducado visigodo de Cantabria era gobernado en el momento de la llegada de los musulmanes por el conde Pedro, con posible residencia en Tritium (Tricio) y fortalezas en Amaya, Victoriacum (Vitoria) y Sierra de Cantabria (La Rioja).

Tras la invasión, y la pérdida de Amaya, abandonó las tierras más llanas de las actuales provincias de La Rioja, Álava y Burgos, retirándose a la zona más montañosa de su territorio. Desde este refugio ayudó militarmente a Pelayo en su rebeldía y le apoyó en su elección como caudillo. Como muestra de su alianza, envió a su hijo Alfonso (el posterior Alfonso I) a la corte en Cangas de Onís y allí se casó con la hija de Pelayo, Ermesinda.

De todas formas, a pesar del reconocimiento de Pelayo, durante años hubo una cierta diferenciación entre los núcleos astur y cántabro, de ahí que, más adelante, gobernará Alfonso I en Asturias junto con su hermano “el rey Fruela” en Cantabria.

Los valíes de Al-Ándalus (725-740)

Mientras tanto, los musulmanes estaban más interesados en conquistar el sur del reino franco. Tras la muerte del valí ‘Anbasa en el 726, le sucedieron en el cargo, de forma efímera, ‘Udhra ben ‘Abd Allah al-Fihrí (726), Yahya ben Salama al-Kalbí (726-728), Hudhaifa ben al-Ahwas al-Qaysí (728), Uthman al-Jatamí (728-729), al-Haytham ben Ubaydal-Kital (729-730) y Muhammad al-Ashchaí (730).

Pero es cuando de nuevo ‘Abd al-Rahman al-Gafikí vuelve al cargo (ya lo había desempeñado en el 721) cuando se produce la campaña de mayor resonancia contra los francos. Saliendo de Zaragoza, por Pamplona y Roncesvalles, saquea Burdeos, Tours y se dirige hacia Poitiers. Pero a unos 20 km. de esa ciudad le sale al frente el mayordomo de los francos, Carlos Martel quien derrota a los árabes completamente y mata al valí (octubre del 732) en la llamada batalla de Poitiers. A partir de entonces, los musulmanes desisten de continuar la conquista del territorio franco y se repliegan a la zona de Narbona, que permanecerá en poder musulmán hasta su conquista por los francos en el 751.

Dos nuevos gobernadores se suceden en el emirato: ‘Abd al-Malik al-Fihrí (732-734) y Uqba ben al-Hachchach al-Saluli (734-740). Este último realizó una nueva razzia en territorio asturiano, saqueando Cangas de Onís (735). Fue depuesto por el antiguo valí ‘Abd al-Malik al-Fihrí aprovechando la revuelta bereber y la llegada de un ejército sirio enviado por el califa Hisham.

Situación del núcleo cristiano cantábrico en torno al año 740

El reino de Asturias se extendía entre el mar y la cordillera Cantábrica hasta el río Eo por el oeste y por el este lindaba con territorios vascones. La zona de las actuales Vizcaya y Álava, el origen de condado de Álava, parece que estaban bajo influencia asturiana seguramente al mantenerse dentro de la jurisdicción militar del duque Pedro y luego sus hijos. Los vascones de Guipúzcoa y norte de Navarra parece que tenían pactos con los duques de Aquitania aunque en la práctica no estaban sometidos.

Situación en Al-Ándalus

Tras asentarse en las zonas conquistadas, los musulmanes procedieron al reparto de las tierras. El reparto no va a estar exento de rivalidades entre el mosaico de pueblos que había llegado a la península. Para estudiar el siguiente capítulo de la historia es preciso conocer un poco el complejo entramado tribal de los conquistadores, y saber que, dependiendo del califa o del gobernador de Ifriqiya (norte de África) unos clanes tenían más poder sobre otros en el reparto de las tierras conquistadas. Las tropas musulmanas eran en realidad de procedencia muy variada:

árabes, procedentes de la Península Arábiga, que se diferencian entre qaysíes o árabes del norte, y kalbíes o yemeníes por ser originarios del Yemen, al sur. A ambos grupos se les llamó en general árabes baladíes, “los primeros en llegar”. Posteriormente, en el 741, con Baly ben Bisr llegan a Al-Ándalus árabes sirios.

bereberes, procedentes del norte de África y poco dados a una autoridad supratribal.

En el momento de repartirse las tierras hispanas, los árabes recibieron, por norma general, las tierras más ricas y fértiles, sobre todo el grupo más influyente de los kalbíes; mientras, a los bereberes, se les otorgó las zonas más pobres, entre las cuales se encontraba la Meseta Norte.


La rebelión bereber (740-742)

En el 740 los bereberes se rebelan contra esta situación de desigualdad en el Magreb. El califa Hisham envió un potente ejército para combatirlos. En el 741 la revuelta se extiende por Al-Ándalus, siendo nuevamente valí ‘Abd al-Malik al-Fihrí (741). Ese año llega a la península Balch ben Bisr con tropas sirias tras haber sido derrotados por los bereberes en Fez. Pero no sólo no pudo acabar con la revuelta, sino que aportó un nuevo elemento de disputa tribal. Se proclamó valí (741) y se alió con los árabes baladíes contra los bereberes, derrotándolos en el 742 en la batalla de Aqua Portara. Con la victoria en su mano, inició una serie de incautaciones de tierras en favor de los sirios y en detrimento de los baladíes.

Muerto Balch (742), su sucesor Ta’ lama ben Salama continuó con la misma política hasta que los baladíes, al mando de Abu-l-Jattar al-Kalbí, derrotaron a los sirios. Abu-l-Jattar, se proclamó valí (743-745) y en vez de expulsar a los sirios, prefirió establecerles en territorios del sur y sureste peninsular.

La fitna (743-756)

Pero no acabaron aquí las revueltas. Ese mismo año del 743 se iniciaría la fitna, la guerra civil entre árabes. El jefe qaysí al-Sumayl se alió con grupos de kalbíes descontentos y combatió y apresó al emir Abu-l-Jattar (745), nombrando valíes bajo su tutela a Tawaba ben Salama (745-746) y a Yusuf al-Fihrí (746-756). En el 746 fue liberado Abu-l-Jattar y formó una gran alianza de kalbíes contra Yusuf y al-Sumayl. El enfrentamiento directo se produjo en Saqunda (747) ganando los qaysíes de Yusuf.

En el 750, Yusuf se quiso desembarazar de la tutela de al-Sumayl y lo envió como gobernador a la Marca Superior, a Zaragoza, zona de predominio kalbí. Entre los años 746 y 753 hubo grandes hambrunas en toda la península, pero al-Sumayl se mostró un excelente gobernador ayudando con su propio dinero a todos los musulmanes de la zona, sin importar su procedencia. Pasada la crisis de subsistencia, los kalbíes reaccionaron contra al-Sumayl y Yusuf, y aliándose con los bereberes les atacaron y sitiaron Zaragoza. Los qaysíes acudieron en ayuda de al-Sumayl y lograron levantar el sitio.

Mientras tanto, en Damasco era asesinado el último califa omeya y subían al poder los abásidas. La familia omeya fue totalmente exterminada salvo el príncipe ‘Abd al-Rahman, quien huyó hacia Al-Ándalus. Desembarcó en el 755 en Almuñecar, teniendo el apoyo de kalbíes y qaysíes. Pero, poco después, los qaysíes se pusieron en su contra y se enfrentaron a ‘Abd al-Rahman y sus aliados kalbíes en la batalla de al-Musara (Munda) en el 756, donde ‘Abd al-Rahman se alzó con la victoria. De esta forma acaba la dependencia de Al-Ándalus de Damasco, al menos en lo político, y se inicia el Emirato Omeya de Córdoba (15 de mayo).

La etapa de la guerra civil provocó un debilitamiento del poder musulmán que fue aprovechado tanto por los asturianos como por los francos para ampliar sus territorios. Los francos se apoderaron de parte de la Septimania en el 751, aunque Narbona resiste hasta el 759, y comenzaron a presionar en la frontera pirenaica intentando crear núcleos de rebelión bajo su influencia. Los asturianos, como ahora veremos, tampoco se quedaron atrás.

La acción guerrera de Alfonso I

Tras la muerte de Fáfila (739), los nobles eligieron como rey al hijo del duque cántabro Pedro: Alfonso I. En esta elección muchos historiadores quieren ver la influencia de las costumbres indígenas, más que visigodas, por la elección en línea matrilineal (es decir, el sucesor es el esposo de la hija de Pelayo y la hermana de Fáfila, quien no tuvo hijos).

Alfonso tuvo siempre el apoyo de su hermano Fruela, quien era llamado también rey y gobernaba las tierras cántabras. Tuvo que soportar una incursión musulmana al mando del valí Uqba en el 740, que arrasó posiciones fronterizas enemigas tanto asturianas (en Galicia y Álava) como vasconas (al norte de Pamplona).

Aprovechando la rebelión bereber del 741 y la posterior guerra civil árabe, Alfonso I extiende su reino. Su principal problema es la falta de recursos humanos para llevar a cabo la población de nuevos territorios, a pesar de la migración que se produjo en los inicios de la invasión musulmana hacia las montañas del norte.

Los bereberes abandonaron gran parte de sus posesiones en la Meseta Norte dejando unas pocas guarniciones. Los gallegos, apoyados por Alfonso I, se sublevan y derrotan a los musulmanes, que resistieron hasta el 750, refugiándose luego en Astorga y León. Poco después va a realizar una serie de razzias contra posiciones musulmanas con un doble objetivo: obtener botín y crear una franja desorganizada en torno al valle del Duero (“yermó los Campos Góticos”, dicen las crónicas). En el 753 ataca Astorga y León, donde se habían guarecido los musulmanes tras su derrota en Galicia, y en el 754 llega a saquear Coria y Mérida.

Según las crónicas, Alfonso I y su hermano Fruela expulsaron a los musulmanes de Saldaña, Simancas, Mave, Amaya, Álava, Oca, Miranda, Revenga, Cenicero, Alesanco, Clunia y Sepúlveda, llegando hasta Osma, Ávila, Sepúlveda y Segovia. De esta forma desmanteló las guarniciones musulmanas del valle del Duero, llevando numerosos pobladores desde la meseta a los territorios de las montañas del norte y formando una amplia zona desorganizada (que no completamente despoblada) entre su pequeño reino y la frontera musulmana, ahora situada en el Sistema Central por el sur, y en la Rioja por el este. Fruela murió en el 752 y Alfonso I en el 757.

Alfonso I va a ser el verdadero creador y organizador del reino asturiano. Va a dotar de una estructura a su reino siguiendo el ejemplo del reino visigodo. Aprovechando la coyuntura, entre el 753-757 “se pueblan Primorias, Liébana, Transmiera, Sopuerta, Carranza, Las Bardulias, que ahora se llaman Castilla, y la parte marítima de Galicia”. Con Primorias se refiere a la región sudoeste de Asturias, cerca de Cangas de Onís; en Liébana y Transmiera (actual Cantabria) y Sopuerta y Carranza (oeste de Vizcaya, hasta el río Nervión) se procedió a una organización del territorio y probablemente al reparto de tierra entre los recién llegados del sur. Y hubo una verdadera anexión de Galicia, y también de Las Bardulias y La Bureba.

Parece que Alaón (actual valle de Ayala), Orduña y Álava también pertenecían al reino de Alfonso I. Pero en esas tierras Alfonso I no hizo reparto de tierras, y por eso dice la crónica que “Alaón, Orduña y Álava fueron siempre propiedad de los que las habitaban”. Guipúzcoa y el norte de Navarra incluida Pamplona estaban nominalmente bajo soberanía de los duques de Aquitania.

Es posible que Alfonso I tratara de mantener su dominio sobre Las Bardulias y La Bureba. De todas formas, si esto ocurrió, fue de forma efímera y los asturianos tuvieron que replegarse de nuevo hacia las montañas tras las campañas de ‘Abd al-Rahman a partir del 765.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 20:11

Batalla del rio Burbia

El río Burbia nace en el concejo de El Bierzo, provincia de León, en Castilla y León. Toma su nombre por la primera localidad por donde discurre, Burbia. Su cauce se ensancha gracias a la confluencia del río Valcárcel en la localidad de Villafranca del Bierzo. Va a desembocar en el río Cúa justo cuando este desemboca en el río Sil, muy cerca de la localidad de Toral de los Vados.

La batalla del río Burbia fue un enfrentamiento entre los ejércitos del reino de Asturias y las del Emirato de Córdoba en el año 791. Los comandantes de los ejércitos eran Bermudo I el diácono por parte cristiana, y el nuevo Emir de Al-Ándalus, Hisham I, por parte musulmana. Después de la época de paz vivida durante el reinado de Mauregato de Asturias, el Emirato se había decidido de nuevo a iniciar razias (incursiones rápidas) en territorio cristiano.

Hisham I había dispuesto dos ejércitos. El primero de ellos iba dirigido por el general Ubayd Allah Abu Uthman y debía atacar la parte oriental del reino, Alava. El otro estaba comandado por el general Yusuf Ibn Bujt y debía caer sobre Galicia. Ámbos generales eran veteranos y servían en la época del padre de Hisham I, Ab-al-rahman I, por tanto, experimentados.

El primer ejército derrotó a los astures y les persiguió por todos los montes y valles de la cuenca del Ebro y sus afluentes. El segundo ejército se adentró en Galicia saqueando y devastando el territorio. Cuando Yusuf Ibn Bujt dispuso que ya tenían suficiente botín iniciaron la marcha de regreso por la vía romana que une Lugo con Astorga.

Las tropas de Bermudo I le salieron al encuentro en la zona del río Burbia y el río Valcárcel, en lo que hoy día es Villafranca del Bierzo, León. Las tropas musulmanas lograron defenderse de la emboscada y asestar una dura derrota a las tropas cristianas. Una de las mayores derrotas que los cristianos sufrieron desde el inicio de la reconquista con Don Pelayo, tanto es así que esta se vio estancada durante un tiempo debido a la crisis interna que se produjo en el reino astur.

Las consecuencias de dicha derrota fue la abdicación del rey Bermudo I, que regresó a su anterior vida monacal hasta que le llegó la muerte en el año 797. La abdicación de Bermudo I fue en favor de Alfonso II el casto.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 20:31

Batalla de Lutos


Los Lodos/Los Llodos es una aldea del concejo de Grado, situada a 560 m de altitud. Conserva algunos ejemplos de arquitectura tradicional y una capilla dedicada a La Magdalena.

En el año 794 el general musulmán Abd el-Malik tomo el Camino Real de la Mesa para saquear Oviedo. En el lugar de Lutos –Los Lodos – fue emboscado y derrotado por las tropas del rey Alfonso II el Casto.

En este año el emir Hixam I envió dos expediciones contra Asturias al mando de los dos hermanos ibn Abd al-Walid ibn Mugaith.

Abd al-Malik ibn Abd al-Walid, vencedor de los francos en la campaña del año anterior, recibió la orden de operar en Asturias. Realizó el itinerario siguiente: Córdoba, Mérida, Zamora, Astorga, León, valle del Orbigo, rio Luna, región de las Babias, valles de San Emiliano, Torrebarrio y San Bartuelo, puertos de Mesa y Ventana.

Abd al-Malik llegó hasta las puertas de Oviedo, la nueva capital del nuevo rey asturiano, Alfonso II, sin encontrar resistencia. Conquistó la ciudad, la saqueó y destruyó las iglesias construidas por su padre Fruela I. Tras esta hazaña, inició victorioso el camino de regreso. Pero el rey Alfonso II y los suyos, conocedores del terreno, les emboscaron en un angosto lugar llamado Lutos, donde la mayor parte de los musulmanes, incluido el propio Abd al-Malik, resultaron muertos.

Su hermano Abd al-Karim ibn Abd al-Walid devastó victorioso las tierras de Alava.

La inscripción árabe hallada a finales de la primavera por miembros de la comunidad terapéutica de Santo Adriano puede convertirse en un documento fundamental para confirmar las tesis del profesor Juan Uría Ríu sobre la salida de los musulmanes de Asturias por el puerto de la Mesa, tras ser derrotados en la batalla de Lutos (Los Lodos, lugar en el camino del puerto de la Mesa, perteneciente a la parroquia de Villandás, del concejo de Grado).

Los musulmanes realizaron dos campañas durante el reinado de Alfonso II que en ambos casos concluyeron con la derrota islámica. La primera de ellas tuvo lugar en el año 794 cuando los musulmanes procedentes de Astorga llegaron a Oviedo y arrasaron la ciudad. En su regreso hacia León por el puerto de la Mesa, las tropas de Adb al-Malik sufrieron una emboscada cristiana y fueron derrotados en la que se conoce como batalla de Lutos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 21:00

La batalla de Las Conchas de Arganzon

La batalla de las Conchas de Arganzón acaeció entre los meses de septiembre y octubre del año 801. Ejército cordobés de al-Hakam I intentó cruzar el paso de las Conchas de Arganzón, en el actual término municipal de La Puebla de Arganzón (Burgos).

Los cordobeses estaban comandados por Muawiya ibn al-Hakam, hijo del emir Al-Hakam I. Tras cruzar el río Ebro, atacaron Al-Qilá (Castilla) y Álava. Cuando se disponían, siguiendo el río Zadorra, a pasar por el desfiladero de las Conchas de Arganzón, fueron sorprendidos en una emboscada. Así describe la batalla de las Conchas de Arganzón la crónica musulmana Al-Muqtabis II:

“En este año, concluida la guerra con su tío Sulayman, el emir Al-Hakam envió una aceifa contra el territorio enemigo, al que Dios quiebre, confiada al mando de su hermano Muawiyah, hijo del emir Hisam, el cual se dirigió al país de Álava y los Castillos. Su ejército sufrió un revés en el puerto de Arganzón en el mes de ramadán (septiembre-octubre 801) de este año, perdiendo alguna gente principal, como Mansur, el eunuco siciliano, Dulqarnayn, Ibn Al-Hawlani, Imruulqays ben Haywah, Abdus ben Assamh y otros; Muawiyah regresó con el ejército a Córdoba muy afectado por la suerte de éste, muriendo allí a los sesenta y dos días de su llegada, en el correspondiente mes de dulqadah (noviembre-diciembre 801).”


Existen otras versiones no contrastadas y sin base alguna científica, que no hallan soporte en crónicas de la época [b]Atención: Algunas páginas web ofrecen una información adicional que no está basada en ninguna fuente histórica. Lo que viene a continuación está copiado de la Auñamendi Entziklopedia, en concreto del Fondo Bernardo Estornés Lasa:[/b]

[i][…] Los árabes penetran profundamente hasta llegar al estrecho de Arganzón donde son atrapados en una gran emboscada tendida por los vascos unidos de aquellas regiones. No sabemos exactamente qué fuerzas mandaba el caudillo vascón Belasko, pero deberían ser, además de las suyas propias, las de Ximeno, los pamploneses y quizás contingentes enviados por el duque Lupo Sancio.[…][/i]

[b][i]De una forma muy sencilla ya tenemos unidos frente a un mismo enemigo a los vascos de Euskadi, de Navarra y del País Vasco francés. Así es como se forman los mitos históricos, con invenciones sin fundamento que luego son reproducidas y copiadas por otros medios afines[/i][/b].

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 21:43

Perdón por volver para atras, tampoco deberíamos olvidar cual fue la importancia de los soldados hispanos tras integrarse a la república-imperio romano, ya que algunas de sus mejores legiones, las cuales fueron trascendentales para las conquistas y defensa del imperio.

La Legio I Augusta (Primera legión «de Augusto») fue una legión romana, que posteriormente llevaría el sobrenombre de Germanica. Fue creada en el año 48 a. C. por Julio César para luchar en la guerra civil que mantenía con Pompeyo. Después de la rebelión de los bátavos (70 d. C.) los hombres supervivientes fueron incorporados a la séptima legión de Galba, configurando la Legio VII Gemina. Su emblema fue probablemente el toro, como el resto de la legiones del César (a excepción de la V Alaudae).

La Legio I participó en la batalla de Farsalia en el 48 a. C. Tras el asesinato de Julio César fue leal a Augusto.

Entre los años 30 y 16 a. C. fue desplazada a la Hispania Tarraconensis, donde luchó en las guerras cántabras. Fue en esta campaña donde, según Dion Casio, tras un enfrentamiento con los cántabros, en 19 a. C., perdió su estandarte, hecho humillante para una legión, por lo que fue duramente castigada y desde entonces tuvo prohibido en adelante llevar el nombre del emperador. En algún momento durante su estancia en Hispania, sus veteranos, junto con otros de la Legio II Augusta, fueron asentados en la Colonia Iulia Gemela Acci (Guadix, Granada).

Entre el 16 a. C. y el 9 d. C. está acantonada en Colonia Agrippinensis (Colonia) protegiendo las fronteras del Rin de las tribus germánicas. Con posterioridad la Legio I, ahora Germanica, permanecería acuartelada en Bonna (la actual Bonn) en la Germania Inferior hasta el 69.

En el año de los cuatro emperadores, tras el rechazo por parte de Galba de la ayuda del ejército de Germania, las legiones de la frontera del Rin aclamaron a Vitelio como emperador y marcharon sobre Roma. Sin embargo Vespasiano, nuevo pretendiente a emperador hizo hacer valer su candidatura con la fuerza y derrotó a Vitelio y a su ejército en Italia.

Durante la rebelión bátava del 70, la Legio I Germanica fue una de las legiones (la otra fue la XVI Gallica) que acudieron a ayudar a las legiones sitiadas en Castra Vetera (Xanten) a las órdenes de Didio Vócula. Sin embargo, las cosas no salieron según el plan previsto y las legiones que iban al rescate fueron finalmente sitiadas y hechas prisioneras, y muchos de sus hombres juraron lealtad al nuevo Imperio Gálico del batavio Iulius Civilis.

Cuando Quinto Petilio Cerial, enviado a la zona por Vespasiano, llegó a Germania, aceptó la vuelta a las banderas romanas de estos soldados, impidiendo a sus propios soldados que los vejasen por haber cometido un delito de alta traición, para poder utilizar sus servicios en la campaña que condujo a la derrota de Civilis. Sin embargo, terminadas las operaciones, Vespasiano decidió que el nombre de estas legiones debía desaparecer, para lo cual procedió a licenciar ignominiosamente a parte de sus soldados y al resto los humilló incorporándolos a legiones nuevas. En el caso de la Legio I Germanica, sus hombres fueron integrados con los efectivos restantes de la legión VII de Galba, creándose la nueva Legio VII Gemina.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 21:46

Legio III Gallica (Tercera legión «gala») fue una legión romana, creada en el 49 a. C. por Julio César. El último registro de la actividad de esta legión está fechado a principios del siglo IV, en el actual Oriente Medio. El símbolo de esta legión era el toro.

La III Gallica fue reclutada por César en el inicio de la guerra civil contra la facción conservadora del senado, liderada por Pompeyo. El sobrenombre indica que sus hombres sirvieron en las provincias de la Galia.

La legión sirvió bien a su creador, pues participó en todas las campañas de Julio César contra sus enemigos, estando presente en las batallas de Farsalia y Munda.

Después de la muerte de César en 44 a. C., la III Gallica fue integrada en el ejército que Marco Antonio llevó hacia el Oriente para la campaña contra el Imperio Parto, que nunca llegó a ser consumada. De vuelta a Italia, formó parte del ejército que Fulvia y Lucius Antonius, la esposa y el hermano más joven de Marco Antonio, movilizaron en su revuelta contra César Augusto. El episodio acabó poco después, con la rendición de Peruggia en el invierno de 41 a. C., y Fulvia tuvo que exiliarse.

Después de la batalla de Actium, en 30 a. C., la III Gallica fue de nuevo enviada a Oriente, pasando a formar parte de la guarnición de la provincia de Siria.

La III Gallica fue una de las legiones usadas por Gnaeus Domitius Corbulo en su campaña contra los armenios. La victoria fue de tal magnitud que Nerón pasó a ver Corbulo como un peligro y ordenó su suicidio.

nmediatamente después, la III Gallica fue transferida a Moesia, en la frontera del Danubio. El año de los cuatro emperadores (69), la legión acompañó los ejércitos del Danubio en apoyo primero de Otón, y después de Vespasiano. La legión desempeñó un papel importante en la Batalla de Bedriacum contra Vitelio y en la subida en la dinastía Flavia al trono imperial.

Después de esta guerra civil, la legión fue de nuevo enviada a Oriente, donde luchó en las revueltas de los judíos del siglo II. Participaron también en las campañas de Lucio Vero (161-166) y Septimio Severo (197-198) contra el Imperio Parto.

En 219 la III Gallica fue disuelta por el emperador Heliogábalo, después de una tentativa de usurpación por su comandante, y sus legionarios fueron incorporados a otras legiones, sobre todo a la Legio III Augusta, estacionada en el Norte de África.

La unidad fue restablecida por Alejandro Severo y enviada de nuevo a Oriente, donde en 323 se obtiene su último registro conocido.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 21:50

La Legio VI Ferrata (Sexta legión «acorazada») fue una legión romana, formada en el año 65 a. C., y que existió hasta, al menos, el año 215 d. C. Sirvió con Julio César en la Guerra de las Galias (58–51 a. C.), y en las diversas guerras civiles de la República Romana en los años antes y después del asesinato de César (49–30 a. C.). Enviada de guarnición a la provincia de Judea, permanece allí durante los dos siglos siguientes.

La legión era también conocida como Fidelis Constans, lo que significa "Leal e inquebrantable". No queda claro cuándo se le otorgó este título, pero varias fuentes indican que puede haber sido en el siglo I d. C. El símbolo de la Legio VI Ferrata era el toro. También llevaba la simbólica loba con Rómulo y Remo.

La VI, junto con las legiones VII, VIII y IX fueron todas fundadas por Pompeyo en Hispania en el año 65 a. C.1​ Fueron enviadas a la Galia Cisalpina en el 58 a. C. por Julio César, donde estuvieron con él a lo largo de toda la Guerra de las Galias.[cita requerida]

Más tarde entró en acción en la batalla de Farsalia en el año 48 a. C., Julio César llevó la VI a Alejandría para decidir la disputa en Egipto con Cleopatra. Alejandría fue sitiada, y la VI sufrió muchas bajas, perdiendo casi dos tercios de sus efectivos. César con el tiempo triunfó con refuerzos cuando llegó Mitrídates de Pérgamo.​

César llevó su "veterana legión sexta" con él a Siria y Ponto.​

"Cuando César alcanzó el Ponto reunió todas sus fuerzas juntas en un punto. Ellas eran modestas en número y experiencia de guerra, con la excepción de la veterana Legión VI, que había llevado consigo desde Alejandría; pero esta había pasado por tan duros trabajos y peligros y quedaron tan reducidos en tamaño, en parte por las dificultades de las marchas y los viajes, y en parte por la frecuencia de las campañas, que contenía menos de mil hombres..."​
La legión sirvió en el Ponto bajo César en los años 48 y 47 a. C. Esto culminó en la batalla de Zela, donde la victoria fue ganada por la legión VI.

"El origen de nuestra victoria estuvo en la amarga e intensa batalla cuerpo a cuerpo unida en el ala derecha, donde la veterana sexta legión estaba estacionada".
"César quedó bastante encantado con tal victoria, aunque había triunfado en muchas batallas. Había traído una gran guerra a un sorprendente y rápido final... Ordenó a la sexta legión que regresara a Italia para recibir su recompensa y honores..."
Durante la guerra africana de César contra Escipión en el año 46 a. C., la legión VI desertó en masa de Escipión para reforzar a César y luchó bajo su mando.

La legión fue deshecha en el año 45 a. C. después de la batalla de Munda, estableciendo una colonia en Arelate (Arlés), pero fue vuelta a formar por Lépido el año siguiente (44 a. C.) y fue entregada a Marco Antonio al año siguiente. Después de la derrota de los generales republicanos Casio y Bruto en sucesivas batallas en Filipos en el año 42 a. C. y la posterior división del control entre Marco Antonio y el sobrino-nieto y heredero de César, Octaviano, se volvió a formar una colonia con veteranos retirados en Benevento en 41 a. C., y el resto de la Legio VI Ferrata fue destinada por Marco Antonio a Oriente de guarnición en Judea.

Otra legión VI, la Legio VI Victrix, evidentemente intervino en Perusia en el año 41 a. C., que representa un problema debido a que la oficial Legio VI Ferrata estuvo en aquel momento con Marco Antonio en Oriente;

"Octaviano no dudó en duplicar los numerales legionarios que ya usaba Antonio. Este último tenía sirviendo con él la Legio V Alaudae, Legio VI Ferrata y la Legio X Equestris. Pronto encontramos al ejército de Octaviano presumiento de una Legio V (la posterior Macedonica), Legio VI (la posterior Victrix) y la Legio X (pronto sería la Fretensis). De estas, la Legio V y la Legio X, y con mayor incertidumbre la Legio VI, disfrutaron bajo el imperio de un emblema con el toro que normalmente indicaría una fundación por parte de César; pero las verdaderas legiones cesarianas con estos numerales (Alaudae, Ferrata y Equestris) estaban con Antonio."8​
Parecería, por lo tanto, que Octaviano había usado a los veteranos de la VI legión de César, esta vez de aquellos que quedaron en Benevento, para formar el núcleo de su propia legión VI usada en Perusia.

Posteriormente, la Legio VI Ferrata luchó en la guerra de Antonio contra los partos en el año 36 a. C.7​

Durante la guerra entre Antonio y Octaviano, las legiones VI Ferrata y Victrix se encontraron en bandos opuestos en la batalla de Accio en el 31 a. C. La Legio VI Ferrata fue severamente dañada por las fuerzas de Octaviano. Después de la batalla, otra colonia de veteranos parece haberse creado en Bilis en Ilírico, probablemente junto con soldados de otras legiones, y el resto de la VI Ferrata fue trasladado a Siria/Judea donde iba a permanecer, mientras que la Legio VI Victrix fue enviada a Hispania.

Desde el año 54 hasta el 68 d. C. la legión VI Ferrata sirvió con Gneo Domicio Corbulón en Artaxata y Tigranocerta contra los partos.9​ En el 69 la legión VI regresó a Judea y luchó en la primera guerra judeo-romana a las órdenes de Vespasiano y su hijo Tito. Conforme la guerra avanzaba, fue colocada bajo el mando de Cayo Licinio Muciano y luchó contra Vitelio. La legión fue en gran medida responsable de la victoria de Muciano sobre las fuerzas de Vitelio durante la breve guerra civil que siguió a la muerte de Nerón.10​


Mapa del Imperio romano en el año 125, bajo el emperador Adriano, mostrando a la Legio VI Ferrata estacionada en Raphana (Abila, Jordania), en la provincia de Siria, desde alrededor del año 106 hasta alrededor del año 138
En el año 106 la legión puede localizarse en Bostra en Nabatea bajo Aulo Cornelio Palma Frontoniano.11​ En el 138 la legión se hallaba en Palestina, pero fue brevemente destinada a África durante el reinado de Antonino Pío.9​ En 150 la legión estaba de nuevo en Judea, y la última referencia que se encuentra de la legión VI Ferrata la ubica aún allí en el año 215.

La larga estancia de esta legión en Palestina dejó un rastro duradero en la geografía del país y su cultura, mucho tiempo más después del fin de la propia legión y del Imperio romano en general, y hasta la actualidad. Estaba guardando el paso de Megido durante la rebelión de Bar Kojba, el lugar donde tenía su campamento siguió siendo conocido a lo largo de los siglos con el nombre de "Layún" (derivado de "Legión"). En la época otomana un jan erigido en ese lugar fue conocido como "Jan al-Layún", y un pueblo palestino de aquel nombre existió allí hasta la creación de Israel en la guerra de 1948, donde fue destruido y reemplazado con el Kibbutz Megido. Los anteriores habitantes del pueblo de Layún aún realizan una especie de peregrinación anual a sus ruinas y conservan el nombre para posteriores generaciones nacidas después de que el pueblo fuera destruido - aunque pocos recuerdan el origen romano del nombre.12​

Una canción popular rusa llamada "Águila de la sexta legión" está dedicada a la Legio VI.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 21:56

La que quizás fuese la legión mas famosa de Roma, tambien es posible que le resulte familiar a algún seguidor de series de televisión, puesto que el centurión Lucio Voreno y el legionario Tito Pullo que aparecen en la serie Roma, está documentado que fueron soldados de la IX Hispana, aunque en ella digan que eran de la XIII (son los unicos soldados a los que por su valor nombra Cesar en su Guerra de las Galias) :

La Legio IX Hispana (Novena legión «hispana»),1​ también Legio IX Hispana Macedonia Victrix), fue una legión romana creada a mediados del siglo I a. C., junto con la VI.ª, la VII.ª y VIII.ª por Pompeyo en el año 65 a. C.2​ César la dirigió por vez primera como gobernador de la Hispania Ulterior en el 61 a. C. Se la llevó a la Galia alrededor del año 58 a. C., donde estuvieron presentes durante toda la guerra de las Galias. Se desconoce cuál era su estandarte, aunque posiblemente fuera un toro, como otras legiones cesarianas.

La Legio IX Hispana probablemente fue reclutada hacia el 60 a. C. para colaborar en las campañas de pacificación de la provincia Galia Narbonense atacada por los alóbroges.

En 58 a. C. fue asignada junto con la Legio VIII y la Legio X a Julio César para su conquista de la Galia. Desaparecida durante el reinado de Marco Aurelio en el siglo II, probablemente aniquilada. Su símbolo es hoy por hoy desconocido, aunque es muy factible que fuese el toro, como el de las demás legiones consulares creadas por César.

La Legio IX operó durante toda la campaña de las Galias, siguiendo, más adelante, fiel a César en la guerra civil que sostuvo contra Pompeyo. Luchó en las batallas de Dirraquio (actual Durrës) y de Farsalia el 48 a. C., y en la campaña africana del año 46 a. C. Después de la victoria final César licenció a sus legionarios y asentó a los veteranos en Picenum.

Tras el asesinato de Julio César, Octavio volvió a llamar a los veteranos de la IX para sofocar la rebelión de Sexto Pompeyo, combatiendo en la batalla de Nauloco (Sicilia). Después de derrotar a este, fue destinada a la provincia de Macedonia.

En 31 a. C., desatada la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, volvió a tomar partido por este último, luchando a su lado en la batalla naval de Actium.

Con Octavio ya Augusto y emperador, la legión fue enviada a la Hispania Tarraconensis para participar junto a otras siete en las importantes y largas campañas contra los cántabros (29 a. C.-19 a. C.). Su sobrenombre de Hispana fue ganado probablemente por sus acciones durante este periodo. Con anterioridad fue llamada también Hispaniensis, 'estacionada en Hispania', pero posteriormente se eligió la forma Hispana.

Después de esto la legión fue trasladada a la frontera del Rin ante la necesidad de concentrar tropas para proteger el frente de las tribus germánicas.

Tras la retirada del área al este del río Rin como consecuencia del desastre de la batalla del bosque de Teutoburgo, en el año 9, la IX fue estacionada de forma permanente en Panonia, si exceptuamos un corto período entre 17 y 24 en que, por orden de Tiberio, tomó parte en la guerra contra Tacfarinas en Mauritania, acompañada por la Cohors XV Voluntariorum.

En el 43 participó en la invasión de Britania conducida por el emperador Claudio y el legado imperial Aulo Plaucio.

Bajo el mando del gobernador proconsular Cayo Suetonio Paulino la legión participó en la campaña contra la reina Boudicca (61 D.C.), intentando romper el cerco de Londinium (actual Londres). En el transcurso de esta acción se vio obligada a retirarse a su fortaleza de Longthorpe con un número considerable de bajas y el gobernador decidió enviarla a cubrir su retaguardia, no participando en la acción que aplastaría la rebelión en la batalla de Watling Street. Debido a las bajas acumuladas durante la rebelión, hubo de ser reforzada con dos mil legionarios provenientes de las legiones de Germania Inferior y Germania Superior.

Entre 52 y 57, de nuevo bajo el mando de Quinto Petilio, junto con la Legio XX Valeria Victrix, bajo las órdenes del legado Cneo Julio Agrícola, atacó a las fuerzas de Venutius en Stanwick, sofocando la revuelta de los brigantes.

Posteriormente, y antes de que la fortificación de Lindum (actual Lincoln) estuviese finalizada en el año 65, sus efectivos fueron divididos entre los fuertes de Longthorpe y Newton-on-Trent.

En 71 la legión fue reemplazada en Lindum por la Legio II Adiutrix, trasladándose a una fortaleza de piedra recién construida en Malton, próxima a Eburacum (York). Es probable que durante su estancia en Britania participara junto a las otras tres legiones británicas en la construcción del Muro de Adriano aunque no está demostrado.

En 120 la Legio VI Victrix reemplazó a la Legio IX Hispana en York. Durante mucho tiempo fue desconocida su historia a partir de esta fecha, lo que dio lugar incluso a elaborar leyendas sobre su «misteriosa desaparición» entre los Scotti en sucesivas novelas de recreación histórica, como la muy popular de R. Sutcliff The Eagle of the Ninth, de 1954, muchas veces reeditada, cuya adaptación cinematográfica se estrenó en 2011.3​

Sin embargo, a partir de 1970 se confirmó que esta leyenda era falsa. Gracias al hallazgo de diversas inscripciones pudo acreditarse que la legión IX (o VIIII, como aparece en los epígrafes) había sido trasladada desde Britannia a los alrededores de Noviomagus, ciudad de los Bátavos (actual Nimega, Holanda), donde estuvo acuartelada al menos hasta 131 d. C., cuando fue enviada a Oriente.

Tras esa fecha sí se pierde su rastro, por lo que se cree que pudo ser diezmada o aniquilada. Se han sugerido diferentes opciones para ello: en Judea bajo Adriano (años 132-135), en Armenia o en Capadocia bajo Marco Aurelio (161) o, en 162, durante la invasión de los Chatti. Lo único cierto es que en una relación de legiones de época de Marco Aurelio ya no se la menciona.

Hay que tener en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente reservados a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueran deshonradas, debido a que el recuerdo de su memoria hubiese sido prohibido. Igualmente ocurría con aquellas que fueron aniquiladas en el campo de batalla, no siendo dado a conocer el hecho por cuestión de moral pública y para asegurar la estabilidad política del imperio.
Última edición por greyghost el 25 Dic 2017 22:07, editado 1 vez en total.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 21:59

La Legio X Equestris (Décima legión «montada») fue una legión romana, creada por Julio César en el año 61 a. C. cuando era gobernador de Hispania Ulterior. La Décima era la primera legión reunida personalmente por César, y fue en la que más confiaba. El nombre Equestris no se refiere al tipo de unidad que era, pero se cree que recibió este mote después de que legionarios montados de César procedentes de la Décima sobre caballos como un truco para parlamentar con el rey germano Ariovisto en el año 58 a. C. La Décima legión era famosa en su época1​ y a lo largo de la historia, debido a su retrato en los Comentarios de César y el papel destacado que la Décima tuvo en sus campañas galas.2​ Sus soldados fueron licenciados en el año 45 a. C. Sus restos fueron reconstituidos, lucharon por Marco Antonio y Octaviano, licenciados y más tarde unidos añadidos a la X Gemina.

La Décima fue creada en Hispania por César en el 61 a. C. Se unió a las legiones VIII y IX reunidas por Pompeyo que en aquella época servían a las órdenes de César. Eligió el toro como emblema, debido al mes en que la Décima fue reunida.[cita requerida] Posteriores legiones reunidas por César, como la V Alaudae («Alondras»), XI, XII Victrix, XIII Gemina y XIV, todas ellas cogieron al toro como su emblema. La Décima vio su primera acción con César en el Occidente de la Península.

La Décima tuvo un papel crucial en la Guerra de las Galias, luchando bajo el mando de César casi en cada batalla.

La Décima ganó su nombre de Equestris durante la Guerra de las Galias, cuando César montó a la Décima temporalmente de manera que pudo usar sus tropas favoritas como guardaespaldas, para proteger a César en el trato del acuerdo entre él y el rey germano Ariovisto. Ariovisto, sabiendo que César no confiaba en su caballería gala, insistió en que cada uno podía ir sólo a parlamentar ayudado por guardias montados. Uno de los soldados, en broma, dijo que César era mejor que su palabra: había prometido hacer de ellos guardas a pie, pero ahora ellos parecían caballeros.2​

La Legio X salvó el día en la batalla del Sabis en 57 a. C. Junto con la IX Hispana, la Décima derrotó a los atrebates, se trasladaron de nuevo contra los belgas en el otro lado del río y capturaron el campamento enemigo. Desde esa posición, la Décima podía ver cuán desesperada la situación era para la XII Victrix así como la VII. De manera que rápidamente cargó colina abajo, cruzaron el río y atacaron a los nervios desde atrás, atrapándolos de manera que había escasa esperanza de supervivencia.

En el 45 a. C. la legión fue licenciada, y los veteranos obtuvieron tierras en Narbona, Galia meridional.

Durante la guerra civil que siguió al asesinato de César, la Legio X fue reconstituida por Lépido (invierno 44/43), y luchó por los triunviros hasta la batalla de Filipos final. Los veteranos obtuvieron tierras cerca de Cremona, y una inscripción dice que el nombre de la legión en aquella época era Veneria, "dedicada a Venus", la madre mítica de la gens Julia.4​

La Décima después siguió a Marco Antonio en Armenia, durante su campaña parta. Durante la guerra civil de Antonio, la legión luchó de parte de Marco Antonio hasta la derrota en la batalla de Accio, después de la cual la legión se pasó al ejército de Octaviano. Los veteranos se establecieron en Patras. Cuando la legión se rebeló bajo Augusto, fue dispersada,5​ privada de su título Equestris, y, siendo poblada con soldados de otras legiones, fue rebautizada como la X Gemina.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor greyghost » 25 Dic 2017 22:16

La Legio VI Victrix (Sexta legión «victoriosa») fue una legión romana, fundada por César Augusto en el 41 a. C. Fue gemela de la VI Ferrata y probablemente se surtió de sus veteranos, que mantuvieron las tradiciones cesarianas.

Su primera operación tuvo lugar en Perugia en 41 a. C. También sirvió contra Sexto Pompeyo, quien había ocupado Sicilia y amenazaba con interrumpir el envío de grano a Roma.

En el 31 a. C. luchó en la batalla de Actium contra Marco Antonio.

En el año 29 a. C. fue trasladada a la Hispania Tarraconensis, donde ayudó en la importante guerra de César Augusto contra los cántabros entre el 25 a. C. y el 13 a. C..

La legión permaneció en España durante casi un siglo, asentada en el castrum de Legio, la actual León (España), recibiendo el apelativo de Hispaniensis. Soldados de esta unidad, de la X Gemina y de la IV Macedonica fueron de los primeros en colonizar la Colonia Caesar Augusta, la actual ciudad de Zaragoza. Asimismo, junto con las dos legiones mencionadas, construyeron la vía de la Cinco Villas entre Pompaelo (Pamplona) y Zaragoza, el puente de Martorell (Barcelona),1​ sobre la Vía Augusta, y el puerto fluvial de Zaragoza sobre el río Ebro.

La misión fundamental de la unidad fue mantener el orden, y así a comienzos del imperio de Nerón aplastó con facilidad una sublevación de los astures.3​ Además, proporcionó escoltas y personal especializado a los gobernadores y procuradores de las provincias Lusitania y Tarraconensis.

La impopularidad de Nerón determinó que el gobernador de Hispania Tarraconensis, Servio Sulpicio Galba, se sublevase y se proclamase emperador en la ciudad de Clunia (Coruña del Conde, Burgos), siendo apoyado por esta legión. Para completar a la VI Victrix, Galba creó la Legio VII Galbiana, primer nombre que recibió en honor a su fundador, luego llamada Legio VII Gemina y marchó a Roma, donde Nerón se suicidó.

La VI Victrix permaneció en Hispania y sólo fue trasladada a Germania Inferior por orden de Vespasiano en el año 70, para integrarse en el ejército de Petilius Cerial para la represión de la sublevación de los bátavos.

La legión ayudó a recomponer el limes del bajo Rhin, y a reconstruir los asentamientos bátavos, colaborando en la explotación de las canteras de arenisca de Brhöl (Alemania).

En 89, la Legión permaneció leal a Domiciano cuando el gobernador de Germania Superior, Lucio Antonio Saturnino se sublevó, colaborando en la represión de la revuelta, por lo que el emperador le otorgó los títulos de Pia Fidelis Domitiana,4​ que, a la muerte de Domiciano y su damnatio memoriae por el Senado, fueron reducidos a Pia Fidelis.5​

En 98, apoyó la designación de Trajano como emperador por parte de Nerva.

Permaneció en esta provincia hasta la época de Adriano.

En el 119, Adriano6​ trasladó la legión al norte de Britannia, para apoyar a las legiones allí destacadas sofocando la resistencia. Victrix fue clave en la consecución de la victoria y eventualmente reemplazaría a la Legio IX Hispana. En 122 la legión trabajó en las construcción del Muro de Adriano que contribuiría a la paz durante dos décadas.

En el 185, las legiones británicas se amotinaron y propusieron como comandante a Prisco, como sustituto del impopular emperador Cómodo, pero Prisco declinó la oferta. El motín fue sofocado por Pertinax, quien, en 192, ya en Roma se proclamó emperador tras el asesinato de Cómodo.

urante este período, la caballería romana del general Lucio Artorio Casto sirvió con la VI Victrix (parece ser que Lucius se mantuvo leal).

En el siglo III, la VI Victrix continuó en York. Apoyó a los emperadores galos (260-274), así como a los usurpadores Carausio y Alecto (286-297). Cuando la provincia volvió a control imperial, dirigió la Sexta el príncipe Constancio, más tarde emperador. A su muerte, ocurrida en York en el año 306, los soldados de la Sexta eligieron emperador a su hijo Constantino. A finales del siglo IV la legión seguía existiendo y es probable que marchara de Britania en el año 402.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 22:22

Batalla de la Hoz de la Morcuera


La batalla de la Hoz de la Morcuera o de la Morcuera fue un enfrentamiento librado en el desfiladero de la Hoz de la Morcuera, situado entre Foncea y Bugedo, muy cerca de la ciudad de Miranda de Ebro, entre los días 8 y 9 de agosto del año 865, entre las tropas cristianas de Ordoño I y los musulmanes de Muhammad I de Córdoba, saldándose con la derrota para las tropas cristianas y retrasando así el avance de la Reconquista.

En el año 865, Muhammad I atacó el reino de Asturias, durante el reinado de Ordoño I. El ejército asturiano, dirigido por el conde castellano Rodrigo, se enfrentó al emiral en el desfiladero de la Hoz de la Morcuera. El ejército cordobés, dirigido por el príncipe ‘Abd al-Rahman y por el general ‘Abd al-Malik ben al-Abbas, sorprendió al ejército asturiano y llegó hasta Salinas de Añana, donde saquearon la comarca. Rodrigo de Castilla intentó cortar la retirada musulmana en Pancorbo, pero los cordobeses se dieron cuentan de la estrategia y escaparon por la cuenca del río Oja. Esta derrota de los cristianos supuso un freno en la repoblación de la Meseta.

El historiador musulmán Ibn Idari cuenta en su libro al-Bayan al-Mughrib el desarrollo de la batalla de la Hoz de la Morcuera de la siguiente manera:

[i]En el año 265 partió otra expedición contra Álava. He aquí el relato de la derrota del El-Markewiz, ¡Alá le confunda!; Abd al-Rahman ibn Muhammad comenzó por avanzar y establecerse en el Duero, donde procedió a organizar las tropas que vinieron a unírsele desde todas partes; de allí llevó su campo al desfiladero de Berdhich, se apoderó de los cuatro fuertes que lo defendían, tomó cuanto contenían y los arrasó; después marchó de una parte a otra en todas direcciones, no dejó en pie ninguna localidad ni habitación alguna, lo destruyó y lo quemó todo. Gracias a este método (de arrasamiento intensivo) sistemáticamente seguido, no permaneció intacto uno solo de los castillos pertenecientes a Rodrigo, príncipe de Al-Qila (Los Castillos o Castilla); a Ordoño, príncipe de Tuqa (Tedeja?); a Gundisalbo, príncipe de Burcha (¿Burgos?), y a Gómez, príncipe de Mesaneka (Mijangos?). ‘Abd al-Rahman se dirigió en seguida contra Al-Mallaha (Salinas de Añana), que era uno de los más grandes distritos que dependían de Rodrigo; arrasó todos los alrededores e hizo desaparecer hasta las huellas (de la capital).

Después de obtener tales éxitos pensó en salir (del país) por el desfiladero de El-Markawiz (La Morcuera). Se había apartado (de Al-Mallaha) para acampar, cuando Rodrigo, avanzando a la cabeza de sus tropas y de las levas que había reunido, instaló su campo cerca del foso vecino del Markawiz, foso cuyos accesos, desde hacía años, se había cuidado de hacer más difíciles mediante trabajos ejecutados por medio de corveas; separado de la montaña y provisto de un talud elevado, era infranqueable. ‘

Abd al-Rahman instaló su campo próximo al Ebro y el general ‘Abd al-Malik situó sus tropas en orden de batalla, mientras que los cristianos tomaban igualmente sus disposiciones y colocaban tropas en emboscada en los dos flancos del desfiladero. Los musulmanes atacaron a los cristianos de frente y comenzó un combate encarnizado; pero los nuestros se batieron de tal suerte que sus enemigos, descubriendo el foso, se retiraron sobre una colina vecina.

Entonces ‘Abd al-Rahman hizo instalar su tienda y dio órdenes a los soldados de hacer otro tanto y de establecer campamento. Después los nuestros volvieron a atacar vigorosamente a los cristianos. Alá les golpeó en el rostro y nos entregó sus espaldas de modo que se hizo de ellos una horrible matanza y que gran cantidad de prisioneros quedaron en nuestras manos. El resto huyó, sin detenerse, hacia la región de Al-Ahzoum viéndose obligados a lanzarse al Ebro sin poder encontrar un paso vadeable, por lo que muchos se ahogaron. La matanza duró desde la aurora del jueves 12 Rachab [9 de agosto 865] hasta mediodía, y nuestras tropas, gracias a la ayuda divina, salieron sanas y salvas del combate.

Después de comenzada la matanza, algunas bandas lograron refugiarse en lugares abruptos y en las espesuras; pero no escaparon tampoco a la persecución y la muerte. El foso fue destruido y llenado, de suerte que los musulmanes pudieron atravesarlo sin peligro y cómodamente. Alá concedió a los musulmanes un insigne favor al permitirles obtener esta brillante e importante victoria; ¡alabado sea el Señor de los mundos! Después de la batalla se reunieron veinte mil cuatrocientos noventa y dos cabezas.
[/i]

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 25 Dic 2017 23:27

greyghost escribio
La Legio VI Victrix (Sexta legión «victoriosa») fue una legión romana, fundada por César Augusto en el 41 a. C. Fue gemela de la VI Ferrata y probablemente se surtió de sus veteranos, que mantuvieron las tradiciones cesarianas.

Su primera operación tuvo lugar en Perugia en 41 a. C. También sirvió contra Sexto Pompeyo, quien había ocupado Sicilia y amenazaba con interrumpir el envío de grano a Roma.

En el 31 a. C. luchó en la batalla de Actium contra Marco Antonio.

En el año 29 a. C. fue trasladada a la Hispania Tarraconensis, donde ayudó en la importante guerra de César Augusto contra los cántabros entre el 25 a. C. y el 13 a. C..

La legión permaneció en España durante casi un siglo, asentada en el castrum de Legio, la actual León (España), recibiendo el apelativo de Hispaniensis. Soldados de esta unidad, de la X Gemina y de la IV Macedonica fueron de los primeros en colonizar la Colonia Caesar Augusta, la actual ciudad de Zaragoza. Asimismo, junto con las dos legiones mencionadas, construyeron la vía de la Cinco Villas entre Pompaelo (Pamplona) y Zaragoza, el puente de Martorell (Barcelona),1​ sobre la Vía Augusta, y el puerto fluvial de Zaragoza sobre el río Ebro.

La misión fundamental de la unidad fue mantener el orden, y así a comienzos del imperio de Nerón aplastó con facilidad una sublevación de los astures.3​ Además, proporcionó escoltas y personal especializado a los gobernadores y procuradores de las provincias Lusitania y Tarraconensis.

La impopularidad de Nerón determinó que el gobernador de Hispania Tarraconensis, Servio Sulpicio Galba, se sublevase y se proclamase emperador en la ciudad de Clunia (Coruña del Conde, Burgos), siendo apoyado por esta legión. Para completar a la VI Victrix, Galba creó la Legio VII Galbiana, primer nombre que recibió en honor a su fundador, luego llamada Legio VII Gemina y marchó a Roma, donde Nerón se suicidó.

La VI Victrix permaneció en Hispania y sólo fue trasladada a Germania Inferior por orden de Vespasiano en el año 70, para integrarse en el ejército de Petilius Cerial para la represión de la sublevación de los bátavos.

La legión ayudó a recomponer el limes del bajo Rhin, y a reconstruir los asentamientos bátavos, colaborando en la explotación de las canteras de arenisca de Brhöl (Alemania).

En 89, la Legión permaneció leal a Domiciano cuando el gobernador de Germania Superior, Lucio Antonio Saturnino se sublevó, colaborando en la represión de la revuelta, por lo que el emperador le otorgó los títulos de Pia Fidelis Domitiana,4​ que, a la muerte de Domiciano y su damnatio memoriae por el Senado, fueron reducidos a Pia Fidelis.5​

En 98, apoyó la designación de Trajano como emperador por parte de Nerva.

Permaneció en esta provincia hasta la época de Adriano.

En el 119, Adriano6​ trasladó la legión al norte de Britannia, para apoyar a las legiones allí destacadas sofocando la resistencia. Victrix fue clave en la consecución de la victoria y eventualmente reemplazaría a la Legio IX Hispana. En 122 la legión trabajó en las construcción del Muro de Adriano que contribuiría a la paz durante dos décadas.

En el 185, las legiones británicas se amotinaron y propusieron como comandante a Prisco, como sustituto del impopular emperador Cómodo, pero Prisco declinó la oferta. El motín fue sofocado por Pertinax, quien, en 192, ya en Roma se proclamó emperador tras el asesinato de Cómodo.

urante este período, la caballería romana del general Lucio Artorio Casto sirvió con la VI Victrix (parece ser que Lucius se mantuvo leal).

En el siglo III, la VI Victrix continuó en York. Apoyó a los emperadores galos (260-274), así como a los usurpadores Carausio y Alecto (286-297). Cuando la provincia volvió a control imperial, dirigió la Sexta el príncipe Constancio, más tarde emperador. A su muerte, ocurrida en York en el año 306, los soldados de la Sexta eligieron emperador a su hijo Constantino. A finales del siglo IV la legión seguía existiendo y es probable que marchara de Britania en el año 402.
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Mensaje por greyghost » 25 Dic 2017 21:59

La Legio X Equestris (Décima legión «montada») fue una legión romana, creada por Julio César en el año 61 a. C. cuando era gobernador de Hispania Ulterior. La Décima era la primera legión reunida personalmente por César, y fue en la que más confiaba. El nombre Equestris no se refiere al tipo de unidad que era, pero se cree que recibió este mote después de que legionarios montados de César procedentes de la Décima sobre caballos como un truco para parlamentar con el rey germano Ariovisto en el año 58 a. C. La Décima legión era famosa en su época1​ y a lo largo de la historia, debido a su retrato en los Comentarios de César y el papel destacado que la Décima tuvo en sus campañas galas.2​ Sus soldados fueron licenciados en el año 45 a. C. Sus restos fueron reconstituidos, lucharon por Marco Antonio y Octaviano, licenciados y más tarde unidos añadidos a la X Gemina.

La Décima fue creada en Hispania por César en el 61 a. C. Se unió a las legiones VIII y IX reunidas por Pompeyo que en aquella época servían a las órdenes de César. Eligió el toro como emblema, debido al mes en que la Décima fue reunida.[cita requerida] Posteriores legiones reunidas por César, como la V Alaudae («Alondras»), XI, XII Victrix, XIII Gemina y XIV, todas ellas cogieron al toro como su emblema. La Décima vio su primera acción con César en el Occidente de la Península.

La Décima tuvo un papel crucial en la Guerra de las Galias, luchando bajo el mando de César casi en cada batalla.

La Décima ganó su nombre de Equestris durante la Guerra de las Galias, cuando César montó a la Décima temporalmente de manera que pudo usar sus tropas favoritas como guardaespaldas, para proteger a César en el trato del acuerdo entre él y el rey germano Ariovisto. Ariovisto, sabiendo que César no confiaba en su caballería gala, insistió en que cada uno podía ir sólo a parlamentar ayudado por guardias montados. Uno de los soldados, en broma, dijo que César era mejor que su palabra: había prometido hacer de ellos guardas a pie, pero ahora ellos parecían caballeros.2​

La Legio X salvó el día en la batalla del Sabis en 57 a. C. Junto con la IX Hispana, la Décima derrotó a los atrebates, se trasladaron de nuevo contra los belgas en el otro lado del río y capturaron el campamento enemigo. Desde esa posición, la Décima podía ver cuán desesperada la situación era para la XII Victrix así como la VII. De manera que rápidamente cargó colina abajo, cruzaron el río y atacaron a los nervios desde atrás, atrapándolos de manera que había escasa esperanza de supervivencia.

En el 45 a. C. la legión fue licenciada, y los veteranos obtuvieron tierras en Narbona, Galia meridional.

Durante la guerra civil que siguió al asesinato de César, la Legio X fue reconstituida por Lépido (invierno 44/43), y luchó por los triunviros hasta la batalla de Filipos final. Los veteranos obtuvieron tierras cerca de Cremona, y una inscripción dice que el nombre de la legión en aquella época era Veneria, "dedicada a Venus", la madre mítica de la gens Julia.4​

La Décima después siguió a Marco Antonio en Armenia, durante su campaña parta. Durante la guerra civil de Antonio, la legión luchó de parte de Marco Antonio hasta la derrota en la batalla de Accio, después de la cual la legión se pasó al ejército de Octaviano. Los veteranos se establecieron en Patras. Cuando la legión se rebeló bajo Augusto, fue dispersada,5​ privada de su título Equestris, y, siendo poblada con soldados de otras legiones, fue rebautizada como la X Gemina.
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Mensaje por greyghost » 25 Dic 2017 21:56

La que quizás fuese la legión mas famosa de Roma, tambien es posible que le resulte familiar a algún seguidor de series de televisión, puesto que el centurión Lucio Voreno y el legionario Tito Pullo que aparecen en la serie Roma, está documentado que fueron soldados de la IX Hispana, aunque en ella digan que eran de la XIII (son los unicos soldados a los que por su valor nombra Cesar en su Guerra de las Galias) :

La Legio IX Hispana (Novena legión «hispana»),1​ también Legio IX Hispana Macedonia Victrix), fue una legión romana creada a mediados del siglo I a. C., junto con la VI.ª, la VII.ª y VIII.ª por Pompeyo en el año 65 a. C.2​ César la dirigió por vez primera como gobernador de la Hispania Ulterior en el 61 a. C. Se la llevó a la Galia alrededor del año 58 a. C., donde estuvieron presentes durante toda la guerra de las Galias. Se desconoce cuál era su estandarte, aunque posiblemente fuera un toro, como otras legiones cesarianas.

La Legio IX Hispana probablemente fue reclutada hacia el 60 a. C. para colaborar en las campañas de pacificación de la provincia Galia Narbonense atacada por los alóbroges.

En 58 a. C. fue asignada junto con la Legio VIII y la Legio X a Julio César para su conquista de la Galia. Desaparecida durante el reinado de Marco Aurelio en el siglo II, probablemente aniquilada. Su símbolo es hoy por hoy desconocido, aunque es muy factible que fuese el toro, como el de las demás legiones consulares creadas por César.

La Legio IX operó durante toda la campaña de las Galias, siguiendo, más adelante, fiel a César en la guerra civil que sostuvo contra Pompeyo. Luchó en las batallas de Dirraquio (actual Durrës) y de Farsalia el 48 a. C., y en la campaña africana del año 46 a. C. Después de la victoria final César licenció a sus legionarios y asentó a los veteranos en Picenum.

Tras el asesinato de Julio César, Octavio volvió a llamar a los veteranos de la IX para sofocar la rebelión de Sexto Pompeyo, combatiendo en la batalla de Nauloco (Sicilia). Después de derrotar a este, fue destinada a la provincia de Macedonia.

En 31 a. C., desatada la guerra civil entre Marco Antonio y Octavio, volvió a tomar partido por este último, luchando a su lado en la batalla naval de Actium.

Con Octavio ya Augusto y emperador, la legión fue enviada a la Hispania Tarraconensis para participar junto a otras siete en las importantes y largas campañas contra los cántabros (29 a. C.-19 a. C.). Su sobrenombre de Hispana fue ganado probablemente por sus acciones durante este periodo. Con anterioridad fue llamada también Hispaniensis, 'estacionada en Hispania', pero posteriormente se eligió la forma Hispana.

Después de esto la legión fue trasladada a la frontera del Rin ante la necesidad de concentrar tropas para proteger el frente de las tribus germánicas.

Tras la retirada del área al este del río Rin como consecuencia del desastre de la batalla del bosque de Teutoburgo, en el año 9, la IX fue estacionada de forma permanente en Panonia, si exceptuamos un corto período entre 17 y 24 en que, por orden de Tiberio, tomó parte en la guerra contra Tacfarinas en Mauritania, acompañada por la Cohors XV Voluntariorum.

En el 43 participó en la invasión de Britania conducida por el emperador Claudio y el legado imperial Aulo Plaucio.

Bajo el mando del gobernador proconsular Cayo Suetonio Paulino la legión participó en la campaña contra la reina Boudicca (61 D.C.), intentando romper el cerco de Londinium (actual Londres). En el transcurso de esta acción se vio obligada a retirarse a su fortaleza de Longthorpe con un número considerable de bajas y el gobernador decidió enviarla a cubrir su retaguardia, no participando en la acción que aplastaría la rebelión en la batalla de Watling Street. Debido a las bajas acumuladas durante la rebelión, hubo de ser reforzada con dos mil legionarios provenientes de las legiones de Germania Inferior y Germania Superior.

Entre 52 y 57, de nuevo bajo el mando de Quinto Petilio, junto con la Legio XX Valeria Victrix, bajo las órdenes del legado Cneo Julio Agrícola, atacó a las fuerzas de Venutius en Stanwick, sofocando la revuelta de los brigantes.

Posteriormente, y antes de que la fortificación de Lindum (actual Lincoln) estuviese finalizada en el año 65, sus efectivos fueron divididos entre los fuertes de Longthorpe y Newton-on-Trent.

En 71 la legión fue reemplazada en Lindum por la Legio II Adiutrix, trasladándose a una fortaleza de piedra recién construida en Malton, próxima a Eburacum (York). Es probable que durante su estancia en Britania participara junto a las otras tres legiones británicas en la construcción del Muro de Adriano aunque no está demostrado.

En 120 la Legio VI Victrix reemplazó a la Legio IX Hispana en York. Durante mucho tiempo fue desconocida su historia a partir de esta fecha, lo que dio lugar incluso a elaborar leyendas sobre su «misteriosa desaparición» entre los Scotti en sucesivas novelas de recreación histórica, como la muy popular de R. Sutcliff The Eagle of the Ninth, de 1954, muchas veces reeditada, cuya adaptación cinematográfica se estrenó en 2011.3​

Sin embargo, a partir de 1970 se confirmó que esta leyenda era falsa. Gracias al hallazgo de diversas inscripciones pudo acreditarse que la legión IX (o VIIII, como aparece en los epígrafes) había sido trasladada desde Britannia a los alrededores de Noviomagus, ciudad de los Bátavos (actual Nimega, Holanda), donde estuvo acuartelada al menos hasta 131 d. C., cuando fue enviada a Oriente.

Tras esa fecha sí se pierde su rastro, por lo que se cree que pudo ser diezmada o aniquilada. Se han sugerido diferentes opciones para ello: en Judea bajo Adriano (años 132-135), en Armenia o en Capadocia bajo Marco Aurelio (161) o, en 162, durante la invasión de los Chatti. Lo único cierto es que en una relación de legiones de época de Marco Aurelio ya no se la menciona.

Hay que tener en cuenta que los historiadores y cronistas romanos eran extremadamente reservados a la hora de registrar en sus escritos aquellas legiones que fueran deshonradas, debido a que el recuerdo de su memoria hubiese sido prohibido. Igualmente ocurría con aquellas que fueron aniquiladas en el campo de batalla, no siendo dado a conocer el hecho por cuestión de moral pública y para asegurar la estabilidad política del imperio.
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Mensaje por greyghost » 25 Dic 2017 21:50

La Legio VI Ferrata (Sexta legión «acorazada») fue una legión romana, formada en el año 65 a. C., y que existió hasta, al menos, el año 215 d. C. Sirvió con Julio César en la Guerra de las Galias (58–51 a. C.), y en las diversas guerras civiles de la República Romana en los años antes y después del asesinato de César (49–30 a. C.). Enviada de guarnición a la provincia de Judea, permanece allí durante los dos siglos siguientes.

La legión era también conocida como Fidelis Constans, lo que significa "Leal e inquebrantable". No queda claro cuándo se le otorgó este título, pero varias fuentes indican que puede haber sido en el siglo I d. C. El símbolo de la Legio VI Ferrata era el toro. También llevaba la simbólica loba con Rómulo y Remo.

La VI, junto con las legiones VII, VIII y IX fueron todas fundadas por Pompeyo en Hispania en el año 65 a. C.1​ Fueron enviadas a la Galia Cisalpina en el 58 a. C. por Julio César, donde estuvieron con él a lo largo de toda la Guerra de las Galias.[cita requerida]

Más tarde entró en acción en la batalla de Farsalia en el año 48 a. C., Julio César llevó la VI a Alejandría para decidir la disputa en Egipto con Cleopatra. Alejandría fue sitiada, y la VI sufrió muchas bajas, perdiendo casi dos tercios de sus efectivos. César con el tiempo triunfó con refuerzos cuando llegó Mitrídates de Pérgamo.​

César llevó su "veterana legión sexta" con él a Siria y Ponto.​

"Cuando César alcanzó el Ponto reunió todas sus fuerzas juntas en un punto. Ellas eran modestas en número y experiencia de guerra, con la excepción de la veterana Legión VI, que había llevado consigo desde Alejandría; pero esta había pasado por tan duros trabajos y peligros y quedaron tan reducidos en tamaño, en parte por las dificultades de las marchas y los viajes, y en parte por la frecuencia de las campañas, que contenía menos de mil hombres..."​
La legión sirvió en el Ponto bajo César en los años 48 y 47 a. C. Esto culminó en la batalla de Zela, donde la victoria fue ganada por la legión VI.

"El origen de nuestra victoria estuvo en la amarga e intensa batalla cuerpo a cuerpo unida en el ala derecha, donde la veterana sexta legión estaba estacionada".
"César quedó bastante encantado con tal victoria, aunque había triunfado en muchas batallas. Había traído una gran guerra a un sorprendente y rápido final... Ordenó a la sexta legión que regresara a Italia para recibir su recompensa y honores..."
Durante la guerra africana de César contra Escipión en el año 46 a. C., la legión VI desertó en masa de Escipión para reforzar a César y luchó bajo su mando.

La legión fue deshecha en el año 45 a. C. después de la batalla de Munda, estableciendo una colonia en Arelate (Arlés), pero fue vuelta a formar por Lépido el año siguiente (44 a. C.) y fue entregada a Marco Antonio al año siguiente. Después de la derrota de los generales republicanos Casio y Bruto en sucesivas batallas en Filipos en el año 42 a. C. y la posterior división del control entre Marco Antonio y el sobrino-nieto y heredero de César, Octaviano, se volvió a formar una colonia con veteranos retirados en Benevento en 41 a. C., y el resto de la Legio VI Ferrata fue destinada por Marco Antonio a Oriente de guarnición en Judea.

Otra legión VI, la Legio VI Victrix, evidentemente intervino en Perusia en el año 41 a. C., que representa un problema debido a que la oficial Legio VI Ferrata estuvo en aquel momento con Marco Antonio en Oriente;

"Octaviano no dudó en duplicar los numerales legionarios que ya usaba Antonio. Este último tenía sirviendo con él la Legio V Alaudae, Legio VI Ferrata y la Legio X Equestris. Pronto encontramos al ejército de Octaviano presumiento de una Legio V (la posterior Macedonica), Legio VI (la posterior Victrix) y la Legio X (pronto sería la Fretensis). De estas, la Legio V y la Legio X, y con mayor incertidumbre la Legio VI, disfrutaron bajo el imperio de un emblema con el toro que normalmente indicaría una fundación por parte de César; pero las verdaderas legiones cesarianas con estos numerales (Alaudae, Ferrata y Equestris) estaban con Antonio."8​
Parecería, por lo tanto, que Octaviano había usado a los veteranos de la VI legión de César, esta vez de aquellos que quedaron en Benevento, para formar el núcleo de su propia legión VI usada en Perusia.

Posteriormente, la Legio VI Ferrata luchó en la guerra de Antonio contra los partos en el año 36 a. C.7​

Durante la guerra entre Antonio y Octaviano, las legiones VI Ferrata y Victrix se encontraron en bandos opuestos en la batalla de Accio en el 31 a. C. La Legio VI Ferrata fue severamente dañada por las fuerzas de Octaviano. Después de la batalla, otra colonia de veteranos parece haberse creado en Bilis en Ilírico, probablemente junto con soldados de otras legiones, y el resto de la VI Ferrata fue trasladado a Siria/Judea donde iba a permanecer, mientras que la Legio VI Victrix fue enviada a Hispania.

Desde el año 54 hasta el 68 d. C. la legión VI Ferrata sirvió con Gneo Domicio Corbulón en Artaxata y Tigranocerta contra los partos.9​ En el 69 la legión VI regresó a Judea y luchó en la primera guerra judeo-romana a las órdenes de Vespasiano y su hijo Tito. Conforme la guerra avanzaba, fue colocada bajo el mando de Cayo Licinio Muciano y luchó contra Vitelio. La legión fue en gran medida responsable de la victoria de Muciano sobre las fuerzas de Vitelio durante la breve guerra civil que siguió a la muerte de Nerón.10​


Mapa del Imperio romano en el año 125, bajo el emperador Adriano, mostrando a la Legio VI Ferrata estacionada en Raphana (Abila, Jordania), en la provincia de Siria, desde alrededor del año 106 hasta alrededor del año 138
En el año 106 la legión puede localizarse en Bostra en Nabatea bajo Aulo Cornelio Palma Frontoniano.11​ En el 138 la legión se hallaba en Palestina, pero fue brevemente destinada a África durante el reinado de Antonino Pío.9​ En 150 la legión estaba de nuevo en Judea, y la última referencia que se encuentra de la legión VI Ferrata la ubica aún allí en el año 215.

La larga estancia de esta legión en Palestina dejó un rastro duradero en la geografía del país y su cultura, mucho tiempo más después del fin de la propia legión y del Imperio romano en general, y hasta la actualidad. Estaba guardando el paso de Megido durante la rebelión de Bar Kojba, el lugar donde tenía su campamento siguió siendo conocido a lo largo de los siglos con el nombre de "Layún" (derivado de "Legión"). En la época otomana un jan erigido en ese lugar fue conocido como "Jan al-Layún", y un pueblo palestino de aquel nombre existió allí hasta la creación de Israel en la guerra de 1948, donde fue destruido y reemplazado con el Kibbutz Megido. Los anteriores habitantes del pueblo de Layún aún realizan una especie de peregrinación anual a sus ruinas y conservan el nombre para posteriores generaciones nacidas después de que el pueblo fuera destruido - aunque pocos recuerdan el origen romano del nombre.12​

Una canción popular rusa llamada "Águila de la sexta legión" está dedicada a la Legio VI.
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Mensaje por greyghost » 25 Dic 2017 21:46

Legio III Gallica (Tercera legión «gala») fue una legión romana, creada en el 49 a. C. por Julio César. El último registro de la actividad de esta legión está fechado a principios del siglo IV, en el actual Oriente Medio. El símbolo de esta legión era el toro.

La III Gallica fue reclutada por César en el inicio de la guerra civil contra la facción conservadora del senado, liderada por Pompeyo. El sobrenombre indica que sus hombres sirvieron en las provincias de la Galia.

La legión sirvió bien a su creador, pues participó en todas las campañas de Julio César contra sus enemigos, estando presente en las batallas de Farsalia y Munda.

Después de la muerte de César en 44 a. C., la III Gallica fue integrada en el ejército que Marco Antonio llevó hacia el Oriente para la campaña contra el Imperio Parto, que nunca llegó a ser consumada. De vuelta a Italia, formó parte del ejército que Fulvia y Lucius Antonius, la esposa y el hermano más joven de Marco Antonio, movilizaron en su revuelta contra César Augusto. El episodio acabó poco después, con la rendición de Peruggia en el invierno de 41 a. C., y Fulvia tuvo que exiliarse.

Después de la batalla de Actium, en 30 a. C., la III Gallica fue de nuevo enviada a Oriente, pasando a formar parte de la guarnición de la provincia de Siria.

La III Gallica fue una de las legiones usadas por Gnaeus Domitius Corbulo en su campaña contra los armenios. La victoria fue de tal magnitud que Nerón pasó a ver Corbulo como un peligro y ordenó su suicidio.

nmediatamente después, la III Gallica fue transferida a Moesia, en la frontera del Danubio. El año de los cuatro emperadores (69), la legión acompañó los ejércitos del Danubio en apoyo primero de Otón, y después de Vespasiano. La legión desempeñó un papel importante en la Batalla de Bedriacum contra Vitelio y en la subida en la dinastía Flavia al trono imperial.

Después de esta guerra civil, la legión fue de nuevo enviada a Oriente, donde luchó en las revueltas de los judíos del siglo II. Participaron también en las campañas de Lucio Vero (161-166) y Septimio Severo (197-198) contra el Imperio Parto.

En 219 la III Gallica fue disuelta por el emperador Heliogábalo, después de una tentativa de usurpación por su comandante, y sus legionarios fueron incorporados a otras legiones, sobre todo a la Legio III Augusta, estacionada en el Norte de África.

La unidad fue restablecida por Alejandro Severo y enviada de nuevo a Oriente, donde en 323 se obtiene su último registro conocido.
Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español
Mensaje por greyghost » 25 Dic 2017 21:43

Perdón por volver para atras, tampoco deberíamos olvidar cual fue la importancia de los soldados hispanos tras integrarse a la república-imperio romano, ya que algunas de sus mejores legiones, las cuales fueron trascendentales para las conquistas y defensa del imperio.

La Legio I Augusta (Primera legión «de Augusto») fue una legión romana, que posteriormente llevaría el sobrenombre de Germanica. Fue creada en el año 48 a. C. por Julio César para luchar en la guerra civil que mantenía con Pompeyo. Después de la rebelión de los bátavos (70 d. C.) los hombres supervivientes fueron incorporados a la séptima legión de Galba, configurando la Legio VII Gemina. Su emblema fue probablemente el toro, como el resto de la legiones del César (a excepción de la V Alaudae).

La Legio I participó en la batalla de Farsalia en el 48 a. C. Tras el asesinato de Julio César fue leal a Augusto.

Entre los años 30 y 16 a. C. fue desplazada a la Hispania Tarraconensis, donde luchó en las guerras cántabras. Fue en esta campaña donde, según Dion Casio, tras un enfrentamiento con los cántabros, en 19 a. C., perdió su estandarte, hecho humillante para una legión, por lo que fue duramente castigada y desde entonces tuvo prohibido en adelante llevar el nombre del emperador. En algún momento durante su estancia en Hispania, sus veteranos, junto con otros de la Legio II Augusta, fueron asentados en la Colonia Iulia Gemela Acci (Guadix, Granada).

Entre el 16 a. C. y el 9 d. C. está acantonada en Colonia Agrippinensis (Colonia) protegiendo las fronteras del Rin de las tribus germánicas. Con posterioridad la Legio I, ahora Germanica, permanecería acuartelada en Bonna (la actual Bonn) en la Germania Inferior hasta el 69.

En el año de los cuatro emperadores, tras el rechazo por parte de Galba de la ayuda del ejército de Germania, las legiones de la frontera del Rin aclamaron a Vitelio como emperador y marcharon sobre Roma. Sin embargo Vespasiano, nuevo pretendiente a emperador hizo hacer valer su candidatura con la fuerza y derrotó a Vitelio y a su ejército en Italia.

Durante la rebelión bátava del 70, la Legio I Germanica fue una de las legiones (la otra fue la XVI Gallica) que acudieron a ayudar a las legiones sitiadas en Castra Vetera (Xanten) a las órdenes de Didio Vócula. Sin embargo, las cosas no salieron según el plan previsto y las legiones que iban al rescate fueron finalmente sitiadas y hechas prisioneras, y muchos de sus hombres juraron lealtad al nuevo Imperio Gálico del batavio Iulius Civilis.

Cuando Quinto Petilio Cerial, enviado a la zona por Vespasiano, llegó a Germania, aceptó la vuelta a las banderas romanas de estos soldados, impidiendo a sus propios soldados que los vejasen por haber cometido un delito de alta traición, para poder utilizar sus servicios en la campaña que condujo a la derrota de Civilis. Sin embargo, terminadas las operaciones, Vespasiano decidió que el nombre de estas legiones debía desaparecer, para lo cual procedió a licenciar ignominiosamente a parte de sus soldados y al resto los humilló incorporándolos a legiones nuevas. En el caso de la Legio I Germanica, sus hombres fueron integrados con los efectivos restantes de la legión VII de Galba, creándose la nueva Legio VII Gemina.



Muchas gracias por tu aportación, es un placer.
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 00:02

Batalla de Valdejunquera


En los alrededores del pueblo de Muez, en el valle de Guesalaz, ocurrió en el año 920 la batalla más importante de la Reconquista de las que se dieron en territorio de Navarra. Es la batalla de Valdejunquera o de Muez. Allí, los reyes Sancho Garcés I de Navarra y Ordoño II de León, juntaron sus fuerzas para enfrentarse al entonces todopoderoso Abderramán III. Abderramán III dirigió personalmente un gran ejército para restablecer el orden en la frontera superior del califato, ya que ni sus gobernadores ni sus generales podían aguantar la frontera ante el empuje de los nacientes reinos hispanos. La victoria fue para Abderramán III, asestando un duro correctivo a los reyes cristianos y especialmente a Sancho Garcés I. Cinco años después de la batalla moriría el rey navarro. Pero en estos cinco años volvió a dar muestras de su coraje pasando de nuevo a la ofensiva y tomando varias plazas perdidas.

No está claro el lugar exacto de la batalla. La clave está en la denominación que los musulmanes dieron al enfrentamiento: batalla de Muez. Lo que nos lleva a pensar que fue plaza principal en la batalla. Las crónicas dicen que los últimos cristianos que resistieron se vieron copados en el castillo de Muez. Hay quien quita importancia a este dato, como Carlos Viñas en su excelente blog sobre la batalla. Se basan en la inexistencia de un castillo en la localidad y dicen que el castillo de Muez de las crónicas estaría en otra ubicación. No lo llego a entender. Si Muez es asentamiento antiguo, tal como acredita la lápida funeraria romana que hoy podemos ver en uno de los muros de la Iglesia parroquial, y las crónicas hablan del castillo de Muez, ¿no sería más lógico pensar en la existencia de un castillo hoy desaparecido después de más de 1.000 años? Además hay que pensar en la destrucción del mismo por las tropas victoriosas de Abderramán III antes de volver a Córdoba.

Las tropas de Sancho Garcés I y Ordoño II se dispondrían en el desaparecido castillo de Muez y en los cerros que se encuentran al norte del pueblo, a menos de un kilómetro. En segunda línea se encontraría el cuartel general cristiano, seguramente en lo que hoy es el cerro donde está el caserío de Irujo. En lo más alto del pueblo pude apreciar restos de muros que pudieron corresponder a fortificaciones de la época, aunque también pueden corresponder a un antiguo castro de la Edad del Hierro no catalogado, circunstancia que dejo aquí reflejada.

El frente de batalla alcanzaría el kilómetro y medio. En la parte cristiana iría desde el cerro Eltza pasando por el cerro San Miguel (donde hoy está el depósito de aguas) hasta Muez. En el lado sarraceno el frente de batalla iría desde los alrededores de Riezu hasta las proximidades de Muez. Los extremos del campo de la contienda estarían limitados por los regachos de Obantzea al oeste y el de Erragoz al este.

Aunque el río Ubagua separaba los ejércitos antes de la batalla, es muy probable que los sarracenos adelantaran posiciones a los cerros de escasa altura que están cruzando el rio, entre el rio Ubagua y el regacho de Obantzea, asegurando así el vado cercano y consiguiendo así un control visual de Muez y de las tropas cristianas.

Existe un pequeño cerro estratégico que se encuentra aun más adelantado, cruzando el regacho Obantzea, junto al campo de batalla. Seguramente antes del combate los musulmanes dominarían este cerro para asegurar el paso del regacho sin problemas por las tropas sarracenas. Este cerro sería un lugar ideal, según avanzaba la batalla a favor de los musulmanes, desde donde Abderramán supervisara el asalto final a Muez y la persecución de los supervivientes cristianos.

En las Navas de Tolosa el frente de batalla tenía 3 kilómetros de ancho. En la batalla de las Navas el número de tropas debió ser muy superior al de Valdejunquera, por lo que el frente de batalla de 1,5 Km. considerado aquí para la batalla de Valdejunquera es perfectamente asumible.

El grueso de la batalla debió producirse entre el regacho de Obantzea y Muez. A pesar de la mejor situación estratégica de los cristianos, conocedores del terreno, debieron ser derrotados principalmente por la superioridad numérica de las tropas musulmanas (faltaron muchos caballeros castellanos que se esperaban en la batalla y con los que contaban Ordoño y Sancho Garcés para obtener la victoria). Roto el frente cristiano entre los cerros de Eltza y San Miguel y entre San Miguel y Muez, cundiría el pánico ante la inminencia de la derrota. Empezó aquí la persecución que acabó con la vida de muchos cristianos de las tropas de Sancho y Ordoño. Así lo dicen los cronistas musulmanes Ibn Idari y Arib Ibn Saad:

“Los cristianos, vencidos, huían tan atropelladamente que ni siquiera acertaban a volver a su campamento. Los nuestros les siguieron los pasos, mataron a cuantos cayeron en su poder y no dejaron de perseguirlos hasta que cerró la noche”.

La persecución llegaría hasta las estribaciones de la sierra de Andía, hasta las inmediaciones de los pueblos de Arguiñano, Vidaurre y Salinas de Oro.

Mapa batalla de Valdejunquera - desenlace

Tras romper el frente cristiano entre Muez y el cerro de San Miguel los musulmanes cercaron el castillo de Muez, donde quedaron aislados los últimos cristianos que resistieron sin posibilidad de huída, junto a otros que aquí se habían refugiado tras verse sobrepasados en el campo de batalla por los sarracenos. Aquí es donde suponemos que Abderramán III, además de apresar a dos obispos que acompañaban a las tropas cristianas, masacró a la mayor parte de los prisioneros, cortando según las crónicas más de medio millar de cabezas que luego llevó a Córdoba como trofeo.

Esta hipótesis de localización de la batalla está elaborada sobre el terreno. Es muy recomendable acudir a tan histórico sitio y pasear por los lugares donde hace más de 1.000 años la quietud que hoy se respira fue rota por el relinchar de los caballos, los tambores de guerra, el chocar de espadas y los gritos de victoria o dolor de los soldados.


Los cristianos supervivientes, entre ellos los dos reyes cristianos, viéndose derrotados, retrocederían desde Irujo hacia el norte, escapando de las jornadas de fuego y desolación que en los días siguientes provocaron las tropas musulmanas en el valle.

Pero pronto los reyes cristianos volverían a la carga. Sancho Garcés volvió a tomar Calahorra y acabó en Viguera con el gobernador musulmán Ibn Abd Allah, uno de sus principales enemigos en Valdejunquera. Y Abderramán III no moriría sin ver sus estandartes morder el polvo en Simancas. Pero esa es otra historia…

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


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