HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 May 2016 10:46

Excmo. Sr. D. Francisco GIL DE TABOADA LEMOS Y VILLAMARIN Capitán General de la Armada Española 10º Virrey de Nueva Granada

Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín (Santa María de Soutolongo, Lalín (Pontevedra), 1733 - Madrid, 1809) fue un noble, político, militar y marino español, X virrey de Nueva Granada (1789), XXXV virrey del Perú (1790-1796) y XIº capitán general de la Real Armada Española.

Sus datos biográfico constan en otro post de este mismo hilo, como Capitán General de la Armada.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 May 2016 10:51

Excmo. Sr. D. José Manuel EZPELETA Y GALDEANO Capitán General del Ejercito Español 11º Virrey de la Nueva Granada

Militar español, nacido en Barcelona en 1742 y muerto en Pamplona el 23 de noviembre de 1823.

Ingresó en la carrera militar muy joven y, a los catorce años, era cadete de Infantería en el Regimiento de La Coruña. En 1763 fue destinado a Cuba, donde estuvo a las órdenes del Capitán General de La Habana, don Antonio Funes de Villalpando. Contrajo matrimonio con María Paz Enríquez y Alcedo, hija del marqués de Casa Enrile. En 1781 ascendió a brigadier y, dos años más tarde, fue destinado como inspector de tropas a Nueva España, a las órdenes del virrey Bernardo de Gálvez.

En 1785 ascendió a teniente general, posteriormente a gobernador y capitán general de Luisiana. Fue nombrado virrey de Nueva Granada y tomó posesión del virreinato en 1789, ya con el grado de mariscal de campo. Durante su gobierno cubrió el déficit de las arcas reales e impulsó fuertemente la industria de la minería; también apoyó la Real Expedición Botánica que descubrió el guaco, un antídoto contra la picaduras de serpientes, el bálsamo de Perú y el de Tolú y la nuez moscada. Otras de sus acciones fueron el apoyo a la publicación del Papel Periódico de Santa Fe, así como las obras para la navegación del río Atrato y el puente sobre el río Funza, que él consiguió llevar a término, como también lo hizo con el Teatro Coliseo.

Uno de los mayores puntos negros a los que tuvo que enfrentarse fue el movimiento de sedición, cuyo detonante fue un libro escrito por Salart de Montjoye, titulado Historia de la Asamblea Constituyente, que contenía la Declaración de los Derechos del Hombre, de la Revolución Francesa. El brote del levantamiento de los independentistas no pasó a más y el impresor del libro fue detenido y enviado a España.

En 1797 entregó el bastón y regresó a España. Allí fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva, y el Rey le concedió los títulos de conde de Ezpeleta de Beire y vizconde del Palacio de Tajonar. En 1808 fue nombrado Capitán General de Cataluña, según publica el periódico L'Ambigu (nº 184) el 10 de mayo de 1808. El mismo rotativo publicó su carta al general Duhesme el 18 marzo 1808, en la que ofrece todas las casas de Barcelona y todas las provisiones de la ciudad para el servicio del ejército francés, que había ocupado Montjuich, y lanzó un Edicto, publicado en Barcelona, el 26 de abril de 1808, en el que reproducía la orden de Duhesme del día 24. Seguidamente vieron la luz un Bando para que no se puedan tener armas y demás para combatir a las tropas (Diario de Barcelona, nº 182, 30 de junio de 1808), además de un Edicto sobre el arreglo de intereses mutuos con el Emperador de los Franceses, otro Sobre el alboroto de Madrid, otro sobre la Renuncia de Carlos IV a la corona de España, todos en Barcelona, en ese año de 1808. Hubo también una serie de bandos: comunicando el Manifiesto de Carlos IV por el que nombraba lugarteniente del Reino al gran duque de Berg, Sobre que se presten auxilios a las tropas francesas, Sobre conservar el orden público, Para evitar la sedición contra los franceses con motivo del 2 de mayo, Comunicando una orden del General en Jefe de las tropas francesas para que a la menor alarma se retiren a los cuarteles. Asimismo, el día 16 de junio de 1808 se publicó un edicto en el Diario de Barcelona (nº 168) en la que explica que todas las turbulencias se han debido a bandidos, desertores y gente sediciosa. El 19 de junio de 1808 mandó al marqués de Palacio, a Mahón, unos papeles "insidiosos", y se ganó una respuesta "patriótica" del interesado el 24.

Otros bandos suyos durante esta época fueron: Sobre abaratamiento de los comestibles, Sobre acuñación de moneda, Sobre reales decretos y órdenes, Para que no se fomente la revolución y se entreguen las armas, Publicando una carta de los españoles y Junta de Bayona, Para que se tenga buena armonía con las tropas francesas, Mandando repartir una sopa a los necesitados, Sobre el establecimiento de una Junta de policía pactada con los franceses (Barcelona, 11 de julio de 1808, Diario de Barcelona, nº 193, 13 de julio de 1808), Sobre la Constitución de Bayona (12 de julio de 1808, Diario de Barcelona, nº 196, 14 de julio), Sobre las tarifas y correspondencias de las monedas española y francesa (15 de julio de 1808, Diario de Barcelona, nº 204, 22 de julio de 1808), Para que queden exentos de derechos los comestibles, vinos y trigos, A los contribuyentes morosos para el pago de la contribución, Para que no se tema a las tropas francesas que atraviesan el país, Sobre la renuncia de Fernando VII a la corona de España. Todavía el 24 de agosto de 1808 hacía publicar una Declaración de Duhesme de la víspera, sobre las intenciones pacíficas de los franceses y sobre la exigencia de un empréstito a los comerciantes más ricos de Barcelona. Al día siguiente, el 25, suspende provisionalmente los derechos de puertas (Diario de Barcelona, nº 240, 27 de agosto de 1808).

La caída de Godoy significó su cese de la Capitanía General, motivo por el cual tuvo que huir de Madrid y refugiarse en Pamplona. A la entrada del ejército de Napoleón le hicieron prisionero y permaneció en Francia durante toda la Guerra de la Independencia hasta que, a la vuelta de Fernando VII a España, fue nombrado virrey de Navarra, cargo en el que estuvo hasta 1820.

Al llegar al poder los constitucionales le hicieron jurar la Constitución, le quitaron el nombre de virrey al cargo que ostentaba, cambiándolo por el de Jefe político y militar. Una vez repuesto el rey en su trono, Ezpeleta fue nombrado Capitán General de Valladolid, pero murió antes de ocupar su puesto. Ezpeleta poseía las grandes cruces de Carlos III, San Hermenegildo, y de Justicia en la orden de San Juan.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 17 May 2016 23:43

Excmo. Sr. D. Pedro MENDINUETA y MUSQUIZ Capitán General del Ejercito Español 12º Virrey de La Nueva Granada

Pedro Mendinueta y Múzquiz (Elizondo, Navarra, 7 de junio de 1736 – ¿?, 1825) fue un político y militar español, Virrey de Nueva Granada.
Biografía

Comenzó su carrera militar como cadete de la infantería en 1756.1 Su primer viaje a América fue en 1763, en el marco de la organización de las milicias de Cuba y Puerto Rico. No volvería allí hasta 1782, aunque a partir de ahí sus viajes serían más frecuentes. En 1784 formó parte del ejército de La Habana, y un año más tarde fue a Nueva España para organizar las milicias urbanas.

El 1 de enero de 1796 fue nombrado virrey de Nueva Granada, sucediendo a José Manuel de Ezpeleta. Durante su periodo en el cargo, trabajó por abastecer de agua la parte oeste de Santa Fe, y mejorar las comunicaciones entre diferentes ciudades de su territorio. También se interesó por las investigaciones científicas del momento, recibiendo a los botánicos Alexander von Humboldt y Aimé Bonpland, que estaban estudiando la flora y la fauna con permiso de la Corona de España. Por otro lado, colaboró en la producción de un mapa de Sudamérica al norte del río Amazonas. Esa fue una de sus principales preocupaciones, pues consideraba que el conocimiento geográfico de la colonia era insuficiente. José Celestino Mutis solicitó apoyo económico para un observatorio astronómico, que fue construido entre 1802 y 1803. También se preocupó por la medicina, respecto a lo cual mandó a Miguel de Isla su organización.

Mendinueta llevó a cabo un censo de la población. Recopiló toda la información sobre la colonia en su Memoria Sobre el Nuevo Reino de Granada de 1803, que ha sido publicada en 2003. Hizo frente a una insurrección en Cartagena en la que se asesinó al gobernador de la ciudad, lo que llevó a Mendinueta a reorganizar los ejércitos y centrarse en las tribus indígenas que aún no habían sido conquistadas.

En el plano eclesiástico propuso la creación de los obispados de Santa Fe de Antioquia, Vélez y Los Llanos, pero sus propuestas se disolvieron en la burocracia. Mantuvo buenas relaciones con la Iglesia, no así con la Real Audiencia.

La reputación de Mendinueta fue buena en todo momento, por sus ideas avanzadas y por su gestión del virreinato. Llevó a cabo todo tipo de planes para mejorar la colonia, y también contra la lucha contra el contrabando, aunque en esto último no tuvo grandes avances. Su formación como ilustrado le hizo apoyar la creación de la Sociedad Patriótica de Amigos del País y del periódico El Correo Curioso.

Cuando el mandato de Mendinueta llegó a su fin, volvió a España el 22 de septiembre de 1803. En 1807 fue miembro del Consejo de Guerra, revisando profundamente la organización del ejército. Sin embargo, en la invasión francesa de 1808 fue hecho preso. Tras la Guerra de Independencia Española, fue nombrado en 1814 miembro del Consejo de Guerra por Fernando VII de España. Sin embargo, en 1822 se retiró de la vida pública. Falleció en 1825. La poeta colombiana Lauren Mendinueta (1977) es su descendiente directa.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 17 May 2016 23:49

Excmo. Sr. D. Antonio José AMAR y BORBON ARGUEDAS Capitán General del Ejercito Español y 13º Virrey de La Nueva Granada


Antonio José Amar y Borbón Arguedas (Zaragoza, 13 de agosto de 1742-18191 ), fue un militar español, virrey de Nueva Granada entre 1802 y 18101 y presidente de la Real Audiencia de Santafé. Fue depuesto y arrestado tras el episodio conocido como el Florero de Llorente, suceso revolucionario que se considera el fin del régimen colonial de España en la Nueva Granada.

Se inició en el ejército como cadete en el Regimiento de Caballería de Farnesio, luego ascendió al grado de brigadier. Participó en el sitio de Gibraltar (1782) y en la guerra contra la Francia Revolucionaria. Sus actuaciones en el ejército fueron meritorias y como consecuencia de ello fue nombrado Caballero de la Orden de Santiago en 1770, teniente General de los Reales Ejércitos en 1802 y ese mismo año nombrado virrey, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada (1803-1810), con presidencia de la Real Audiencia de Santafé

Su administración se divide en dos fases, delimitadas por la coyuntura revolucionaria que afectó a España y a sus colonias como consecuencia de la invasión napoleónica a la península en 1808. Durante la primera fase, que va de 1803 a 1808, entre otras acciones de gobierno, dio continuidad a la Real Expedición Botánica, introdujo en el virreinato la vacuna para la viruela y emprendió la reconstrucción de la Catedral Metropolitana de Santafé. En la segunda fase, que se prolongó hasta el 20 de julio de 1810, el virrey tuvo que afrontar el proceso de desestabilización y fractura del poder hispano en las colonias americanas.

Aunque en las colonias, y particularmente en Santafé, hubo consenso respecto a la fidelidad a Fernando VII, el vacío de poder que siguió a la crisis de la monarquía debilitó a las autoridades coloniales y fortaleció social y políticamente a la oligarquía criolla. Unos y otros desconfiaban de posibles reacciones de apoyo en favor de los franceses. El virrey no accedió al deseo de los criollos de organizar fuerzas militares para la defensa de un eventual ataque francés, lo que, sumado a otras circunstancias, hizo que se le acusara de adhesión a los franceses. En agosto de 1809 tuvo que hacer frente a la instalación de la Primera Junta de Gobierno Autónoma de Quito, cuyos dirigentes fueron ejecutados.

Tras las revueltas del 20 de julio de 1810 en Santafé, Amar es depuesto de su cargo como virrey y nombrado presidente de la Junta de Gobierno, pero el 26 del mismo, debido a un falso rumor que lo acusaba de querer emprender un contragolpe, y pese a que la Junta demostró que el rumor era falso, fue hecho prisionero junto con su esposa, doña Francisca Villanova, con el fin de contener al pueblo. El 15 de agosto de ese año es conducido a Cartagena de Indias para ser posteriormente exiliado a España, desde donde reclamará una pensión al gobierno. La fecha de su muerte es incierta.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 17 May 2016 23:57

Excmo. Sr. D. Francisco Javier VENEGAS y SAAVEDRA Capitán General del Ejercito Español 14º Virrey de La Nueva Granada

Militar que fue igualmente Capitán General, como tal consta su biografía en el post de los Capitanes Generales, en este mismo hilo, desempeño el cargo de Virrey de Nueva España desde el 14 de septiembre de 1810 hasta el 4 de marzo de 1813 y el de Virrey de Nueva Granada desde 1810 hasta 1812.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 18 May 2016 00:02

Excmo. Sr. D. Benito PEREZ BRITO DE LOS RIOS y FERNANDEZ VALDELOMAR Capitán General del Ejercito Español 15º Virrey de La Nueva Granada


Benito Pérez Brito de los Ríos y Fernández Valdelomar (Barcelona, 1747 - Ciudad de Panamá, 3 de agosto de 1813) fue un militar español y funcionario colonial. Desde 21 de marzo 1812 a noviembre de 1812, fue virrey de Nueva Granada.

Pérez entró en el ejército en 1762 como cadete en el Regimiento de Navarra. Por su destacada actuación, fue ascendido a Mariscal de Campo. Ocupó varios cargos en América, entre ellos el teniente del rey en Puerto Rico y en La Habana. Fue nombrado capitán general e intendente de Yucatán, cargo que ocupó desde el 20 de octubre de 1800 hasta el 26 de agosto de 1811.

En agosto de 1810 fue nombrado virrey de Nueva Granada para sustituir a Francisco Javier Venegas (que en realidad nunca había ocupado la posición, dos meses después de su nombramiento fue designado virrey de Nueva España). En su viaje hizo escalas en Mérida, Yucatán y La Habana, para reunir recursos para la reconquista de Cartagena, que estaba en manos de los rebeldes. Fijó la capital del virreinato en Portobelo (Panamá), ya que la capital del virreinato, Bogotá, también estaba en poder de los rebeldes. Llegó a Portobelo el 19 de febrero de 1812, sin refuerzos militares.

Estableció la Audiencia de Bogotá en Panamá (21 de febrero de 1812). El siguiente 21 de marzo fue juramentado como virrey. Trató de ayudar a los realistas de Santa Marta. Pérez dimitió el virreinato en noviembre 1812 bajo la presión del gobierno español en Cádiz, que le obligaba a residir más cerca de Bogotá. Murió en Panamá el 3 de agosto de 1813. Cuatro días más tarde, el libertador Simón Bolívar hizo su entrada triunfal en Caracas, su ciudad natal, el restablecimiento de la República de Venezuela.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 18 May 2016 00:08

Excmo. Sr. D. Francisco José MONTALVO y AMBULODI Capitán General del Ejercito Español 16º Virrey de La Nueva Granada

Francisco José Montalvo y Ambulodi Arriola y Casabant Valdespino (1754, Habana;1822, Madrid) fue un militar español, político y administrador colonial. Desde el año 1813 fue gobernador y capitán general del virreinato de Nueva Granada. En 1816 obtuvo el nombramiento de Virrey.

Montalvo entró en el ejército en su juventud, sirviendo en Sudamérica y Santo Domingo. En 1795 fue promovido al grado de Brigadier.

Tras la rebelión de Nueva Granada Montalvo recibió el nombramiento de jefe político superior el 30 de mayo de 1813 para hacerse cargo del reino. Tras el pronunciamiento en favor de los realistas de la ciudad de Santa Marta, Montalvo arriba a dicha ciudad el 2 de junio de 1813 transportado por el Bergantín "El Borja". Mantuvo para España la ciudad de Santa Marta frente a dos sendas expediciones patriotas de Cartagena de Indias que al mando del comandante Pedro Labatut se enviaron para tomarla. La guerra a lo largo del bajo Río Magdalena siguió con encarnizamiento por ambas partes, con la quema de poblaciones y ejecuciones sumarias. Más tarde durante los conflictos intestinos republicanos la ciudad de Cartagena de Indias sufrió el asedio de Simón Bolívar para someterla. En el año 1815 Montalvo es ascendido a teniente general.

En el año 1816, tras la pacificación de Nueva Granada por parte del ejército expedicionario de Pablo Morillo y la restauración absolutista de Fernando VII, Montalvo recibe el 16 de abril de 1816 el nombramiento de Virrey de Nueva Granada.

En el año 1818, es sucedido en el cargo de virrey por Juan de Sámano y regresa a España donde será nombrado diputado de las cortes hasta su fallecimiento. Y también fue caballero de la Orden de Santiago.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 18 May 2016 13:56

Excmo. Sr. D. Juan José Francisco DE SAMANO y URIBARRI Capitán General del Ejercito Español 17º Virrey de La Nueva Granada


Juan José Francisco de Sámano y Uribarri de Rebollar y Mazorra (Selaya, Cantabria, 1753 - Panamá, 1821) fue un militar español, considerado el último virrey efectivo de Nueva Granada.

Perteneciente a una familia con una larga tradición en la milicia, en 1771 era cadete, y teniente ocho años después. Fue profesor de matemáticas en la Academia Militar de Barcelona (España), donde estuvo 5 años.

En 1780 fue trasladado a Indias; primero Puerto Rico, luego Cuba y finalmente Cartagena de Indias, con el empleo de teniente. En 1785 regresó a Europa, en 1789 alcanzó el grado militar de capitán, y en lucha con la Francia revolucionaria a órdenes del general Ventura Caro; en uno de los combates fue herido en ambos muslos.

En 1794 fue nuevamente destinado a Nueva Granada, a petición propia. Fue comisionado como gobernante en Riohacha en 1806, rechazando un ataque inglés. De Riohacha pasó a Bogotá, donde llegó con 30 soldados pardos de caballería en 1809, ofreciéndose como voluntario al virrey Amar y Borbón para luchar contra los rebeldes.

El coronel Juan Sámano comandaba el batallón de línea Auxiliar en Santafé de Bogotá, cuando ocurrieron los hechos del grito de independencia. Su segundo en la autoridad del mando militar era José María Moledo, quien con otros oficiales no sólo simpatizaron con la revolución, sino que tomaron parte en ella. El 20 de julio de 1810, Sámano permaneció en su cuartel toda la noche, vigilado por Moledo y por Baraya, quienes habían jurado obedecer a la Junta Suprema de Santa Fe. La madrugada del 21 de julio, el coronel Sámano prestó juramento ante el presidente de la Junta, don José Miguel Pey. Por orden de la misma, Sámano fue relevado en el comando del batallón Auxiliar y fue reemplazado por el teniente coronel José María Moledo.

A Sámano se le expidió un pasaporte para que saliera del Nuevo Reino de Granada. Regresó a España, donde fue comisionado para pacificar la región de la Real Audiencia de Quito, que se había declarado independiente el 11 de octubre de 1811 bajo el nombre de Estado de Quito. Venció a las tropas quiteñas, comandadas por Carlos de Montúfar y su tío Pedro de Montúfar, en la Batalla de Ibarra el 27 de noviembre de 1812, poniendo fin a la nación y poniéndola nuevamente bajo control hispano tras un año de rebeldía.

Desde Quito dirigió las operaciones militares realistas contra los rebeldes en Nueva Granada. En el año 1813 fue nombrado por el gobernador Toribio Montes, como jefe de la expedición para recuperar el control del sur del virreinato, alcanzando la ciudad de Popayán el 1 de julio de 1813. Ascendido a brigadier, proclamó allí mismo la Constitución de Cádiz e intimó a los rebeldes para que Cundinamarca y su capital prestaran de nuevo obediencia a España.

Derrotado por Antonio Nariño en la batalla de Alto Palacé (30 de diciembre de 1813) y en la batalla de Calibío (15 de enero de 1814), Sámano huyó con un reducido grupo de soldados a Pasto; allí fue reemplazado por el mariscal de campo Melchor Aymerich, pues según el gobernador Toribio Montes, aunque Sámano era leal a la Corona y tenía mucha práctica militar, le faltaban tácticas más audaces para el triunfo de sus tropas.

Retirado a Quito, fue encargado nuevamente de otra expedición realista sobre la Nueva Granada. Se le restituyó el mando en Pasto, y el 29 de junio de 1816 obtuvo la decisiva victoria en la Batalla de la Cuchilla del Tambo sobre el rebelde Liborio Mejía. En el campo de batalla quedaron 250 muertos y en poder de Sámano, 300 prisioneros y todo su armamento y pertrechos.

El 1 de julio de 1816 las tropas de Sámano ocuparon nuevamente Popayán. Entre los prisioneros patriotas se encontraba el joven soldado José Hilario López, que se salvó de la muerte por circunstancias inesperadas y llegó a ser presidente de Colombia entre los años 1849 y 1853. Asimismo ordenó el fusilamiento del líder rebelde y aristócrata quiteño Carlos de Montúfar y del sabio neogranadino Francisco José de Caldas.

Ascendido a Mariscal, Morillo le entregó el mando de Santa Fe de Bogotá como comandante general de la Nueva Granada. Sámano llegó a la capital el 23 de octubre de 1816, desde donde ejerció una represión sin sujeción al virrey Francisco José de Montalvo. Estableció tres tribunales: El Consejo Permanente de Guerra, que dictaba las sentencias de muerte contra los rebeldes; el Consejo de Purificación, que juzgaba a aquellos insurgentes que en su concepto no fueran merecedores de la pena capital; y la Junta de Secuestros, destinada a embargar los bienes de los comprometidos en el delito de rebeldía.

Entre los rebeldes ejecutados se encontraban Camilo Torres, el Sabio Caldas, Joaquín Camacho, Frutos Joaquín Gutiérrez, Antonio Villavicencio, Antonio Baraya, José María Carbonell, Liborio Mejía, Jorge Tadeo Lozano, Policarpa Salavarrieta, Alejo Sabaraín y Francisco Javier García de Hevia.

En agosto de 1817 recibió el nombramiento de virrey, gobernador, capitán general y presidente de la audiencia del renacido Virreinato de Nueva Granada, y por real cédula se le concedió la gran cruz de la Orden de San Hermenegildo, por sus servicios a la Corona. El 9 de marzo de 1818, Sámano tomó solemne posesión de los cargos. Fundó la Academia de Medicina en Bogotá, pero la Audiencia envió quejas contra el virrey a Madrid.

El 9 de agosto de 1819 llegó la noticia a la capital de la derrota de las tropas de apoyo comandadas por José Barreiro en la batalla de Boyacá, con lo cual Sámano huyó precipitadamente a Cartagena de Indias, donde su autoridad fue desconocida. Navegó hasta Jamaica, apareciendo luego en Panamá, sin mando administrativo ni mando directo de tropas. En esta situación dimitió, anciano y abrumado por las enfermedades, quedándose a vivir en la ciudad hasta su muerte en julio de 1821, en espera del permiso para volver a España.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 18 May 2016 18:04

Excmo. Sr. D. Juan de la Cruz MOURGEON y ACHET Capitán General del Ejercito Español 18ºVirrey de La Nueva Granada


Militar español nacido en Sevilla en 1766 y muerto en Quito (Ecuador) en 1822.

Su carrera militar comenzó cuando fue nombrado soldado distinguido, el 3 de marzo de 1790, y sargento primero el 16 de julio de 1791. Participó en la guerra contra la República francesa, en el sector del Rosellón y Cataluña, en la que fue herido tres veces, y en la que ascendió hasta llegar a ser primer teniente en el regimiento de Cazadores Voluntarios de la Corona, el 29 de diciembre de 1795. En esta guerra hizo servicio de guerrillas. Nombrado ayudante mayor del regimiento de Infantería de las Ordenes Militares, el 29 de diciembre de 1798, combatió en Portugal, en 1801, y fue comisionado en Andalucía para la persecución de contrabandistas y malhechores.

Cuando fue nombrado sargento mayor de los tercios de la provincia de Texas, por razones desconocidas se le recogió el despacho, lo que dio lugar a una representación del interesado, que se quejaba del agravio que se le había hecho. El Príncipe de la Paz, el 13 de diciembre de 1804, en Madrid, ordena no aceptar el recurso, porque se trataba de una providencia puramente graciable. Algo, no obstante, debió ocurrir, porque se le formó una sumaria por insubordinación y fue arrestado, en la que actuó de juez fiscal Rafael Menacho, sargento mayor de Voluntarios de Campo Mayor, y de secretario Francisco Satué y Oliván, subteniente del regimiento de Infantería de Valencia. Sólo después de su retractación, Godoy, el 22 de abril de 1805 ordenó su puesta en libertad, "avisándole que no en todo tiempo encontrará tal indulgencia".

El 1 de junio de 1808, Tomás Morla le encargó la formación del batallón de Tiradores de Cádiz, lo que, cumplido el encargo, le valió la promoción a teniente coronel vivo, el 10 de julio de 1808. Una Relación suya, remitida desde Arjonilla (Jaén) el 23 de junio de 1808, se anunció en el Diario Mercantil de Cádiz (nº 184, 28 de junio de 1808): se trata de una victoria sobre Dupont, recogida en la Demostración de la lealtad española vol. I, y en la Colección de proclamas y demás papeles. Al frente de los Tiradores de Cádiz tomó parte en la batalla de Bailén, el 19 de julio de 1808, lo que le valió el ascenso a coronel el 10 de agosto siguiente.

Enviado a las márgenes del Ebro, tuvo que defender la plaza de Lerín (Navarra), del 25 al 27 de octubre de 1808, rindiéndose al final, aunque con la cláusula de ser canjeados antes de entrar en Francia. Napoleón no aceptó tal cláusula, pero le permitió el uso de la espada todo el tiempo que permaneció prisionero. La noticia de su prisión fue lamentada en Sentimientos de la patria por haber caído prisionero en Lerín el héroe español... (Cádiz 1808). Fugado de Francia, pudo llegar a Cádiz, en donde inmediatamente fue ascendido a brigadier, el 7 de julio de 1810. Posteriormente, fue enviado a diversas acciones: a Moguer, el 22 de agosto de 1810; al campo de Gibraltar; y a las líneas de Cádiz, en las batallas de Chiclana y Cerro del Puerco (4 y 5 de marzo de 1811), sobre las que escribió una larga carta a Juan Jacinto María López: siguiendo el contenido de esta carta, se grabó en Cádiz un plano, que se vendía a 4 reales. También escribió otra carta sobre el mismo tema a Julián Domínguez (Cádiz; 19 de marzo de 1811). Participó también en la batalla de la Albuera, el 16 de mayo de 1811, por la que ascendió a mariscal de campo el 23 de junio de 1811; asimismo, participó en la tentativa de asalto a Niebla, el 22 de junio de 1811, y al mando de la cuarta división en la defensa de la línea del Baúl, el 8 de agosto de 1811.

Tuvo que pasar a Alicante, para averiguar lo ocurrido en Cataluña con el marqués de Campoverde, pero, vuelto a Cádiz, pasó al campo de Gibraltar para ayudar a Francisco Ballesteros, y para combatir al general Billat. Nombrado comandante general de Asturias, aún tuvo tiempo de atacar a Soult en Sevilla, en combinación con el general Hill, al frente de una expedición de mil quinientos ingleses, quinientos portugueses y cuatro mil quinientos españoles. La ciudad fue liberada el 27 de agosto de 1812, y en ella se juró la Constitución;(Véase Constitución Española del 29 en Constitucionalismo español). Especialmente recordada fue la jornada del 28, por haber evitado Murgeon la destrucción y saqueo de Sevilla, por lo que la ciudad le dio las gracias (el 25 de febrero de 1815). Su parte de la liberación de Sevilla, fechado el mismo día 27, se publica en el Diario Mercantil de Cádiz, el 31 de agosto de 1812.

Autor de un artículo (en Cádiz, el 16 de septiembre de 1812), publicado en el Redactor General de España (nº 469, 25 de septiembre de 1812), en el que dio la razón a un oficial portugués, que en el mismo periódico (nº 454, 10 de septiembre de 1810), le censuraba que en su parte del 29 de agosto hubiese escrito "tropas inglesas", en lugar de "aliadas", pues el cuerpo mandado por Skerret se compone de mil ingleses y setecientos portugueses. Juan Jacinto María López publicó una carta suya (Sevilla, 2 de septiembre de 1812), en la que expone que se limitó a cumplir las órdenes que llevaba y que no se precipitó al ocupar Sevilla; incluye una carta con respuesta al general Hill.

Fue nombrado comandante general del ejército de reserva, y general de la tercera división del tercer ejército. Por su actuación en la Guerra de la Independencia mereció varias condecoraciones, entre ellas, la gran cruz de San Fernando de tercera clase por tres distintas acciones, y la de San Hermenegildo. Fue declarado benemérito de la Patria en grado heroico. También recibió la Flor de Lis de Francia, y las cruces de Lerín, Chiclana, Albuera, Menjíbar, y las del segundo y tercer ejército, así como las medallas de Bailén, de sufrimientos por la Patria y la de la reconquista de Sevilla (ciudad que además le dio un sable de honor, y le nombró socio honorario de la Sociedad Patriótica de Sevilla), y socio nato de las Sociedades Patrióticas de Córdoba y Écija. El 25 de septiembre de 1813 originó un expediente de quejas contra el general duque del Parque, del que se derivó una causa por faltas, el 29 de mayo de 1815, de la que José Obispo fue fiscal. El 15 de marzo de 1815 firmó e hizo imprimir su Tiempo de servicio, comisiones y acciones de guerra en que se ha hallado el mariscal de campo... desde el 3 de marzo de 1790 que empezó a servir, hasta el 17 de marzo de 1815. En 1821 fue nombrado capitán general, jefe superior político, superintendente general y general en jefe del ejército de operaciones de Nueva Granada.

Nombrado capitán general y presidente de Quito (1819–1821) se encargó de organizar su refuerzo con fuerzas procedentes de Puerto Cabello (Venezuela) y de la guarnición del Istmo de Panamá. En 23 noviembre de 1821 llegan a Atacames los 800 hombres bajo su mando. Con ellos emprende la marcha sobre Quito. Sostuvo la libertad de los esclavos en recompensa de sus servicios en las milicias realistas. Pero el 8 de abril de 1822 fallece en dicha ciudad por enfermedad. Entonces Melchor de Aymerich le sustituye en la Presidencia de Quito

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 May 2016 23:22

EL VIRREINATO DEL RIO DE LA PLATA


En 1776 se creó el virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires e integrado por las gobernaciones del Río de la Plata, Córdoba del Tucumán, Paraguay y el Alto Perú. Este último fue incorporado con la intención de cubrir los gastos de su administración y funcionamiento con los ingresos fiscales provenientes de la producción de plata potosina.

La fundación de esta nueva unidad político-administrativa respondió esencialmente a factores internos y externos. En primer lugar, la rivalidad comercial entre Buenos Aires y Lima generó un clima de enfrentamiento y separación que amenazó los intereses económicos de la corona. En el ámbito externo influyeron tanto la presencia de contingentes portugueses en la estratégica colonia de Sacramento frente a Buenos Aires, como las incursiones de ingleses y franceses en la Patagonia e islas Malvinas del extremo sur.

Virreinato de Río de la Plata, establecida por la Corona de España, provisionalmente el 1 de agosto de 1776 y en forma definitiva el 27 de octubre de 1777 por orden del rey Carlos III a propuesta de su ministro de Indias, José de Gálvez y Gallardo.

El virreinato del Río de la Plata, virreinato de las Provincias del Río de la Plata o virreinato de Buenos Aires fue una entidad territorial que estableció la Corona española en América como parte integrante del Imperio español.

A lo largo del siglo XVIII, las reformas borbónicas llevadas adelante por la Casa de Borbón que reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700 en el Imperio Español transformaron las dependencias americanas, hasta entonces "reinos" relativamente autónomos, en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de ella.2

Fue creado como consecuencia de estas reformas políticas, en forma provisional, el 1 de agosto de 1776 y, definitivamente, el 27 de octubre de 1777, por orden del rey Carlos III de España a propuesta de su ministro de Indias José de Gálvez y Gallardo , tuvo su capital en la ciudad de Buenos Aires, que había tenido escasa importancia hasta ese momento.3

Nació de una escisión del Virreinato del Perú e integró los territorios de las gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán y Santa Cruz de la Sierra, el corregimiento de Cuyo de la Capitanía General de Chile y los corregimientos de la provincia de Charcas. Esos territorios integran en la actualidad las repúblicas de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, partes del sur de Brasil, del norte de Chile y del sureste de Perú, así como también las disputadas islas Malvinas. Además incluyó nominalmente las islas africanas de Fernando Poo (hoy Bioko) y Annobón en la actual Guinea Ecuatorial, cedidas por Portugal en 1777, aunque el intento por colonizarlas fracasó. El virreinato se situaba en el Cono Sur de América del Sur sobre el océano Atlántico y se disputa si poseía costas en el océano Pacífico sur.

La triunfante Revolución de Mayo en 1810, ocurrida en Buenos Aires, -que había sido precedida por las fracasadas revoluciones de Chuquisaca y La Paz, ambas de 1809 en la provincia de Charcas,- desató el inicio de la guerra de la Independencia Argentina que culminó con la segregación del virreinato respecto del poder español y su posterior división.

El 18 de noviembre de 1811 abandonó el cargo el último virrey, Francisco Javier de Elío, dejando el mando al entonces gobernador de Montevideo, Gaspar de Vigodet, quien pasó a ser la máxima autoridad española como capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata. Vigodet continuó en su cargo hasta que la rendición de Montevideo el 23 de junio de 1814 supuso el final del dominio español en el Río de la Plata.

La enorme superficie que abarcaba el virreinato del Perú dificultaba las tareas de gobierno, lo cual fue un poderoso motivo para la división del territorio. Otras causas que influyeron en la decisión de efectuar esa separación fueron: la ambición de Portugal sobre la Banda Oriental, en donde se hallaban la Colonia del Sacramento y las Misiones Orientales, así como el constante avance lusitano sobre toda la frontera hispano-portuguesa en América del Sur; la creciente importancia que iba cobrando Buenos Aires como centro comercial; el valor del estuario del Río de la Plata como entrada hacia el interior del continente y la defensa de los puertos de Buenos Aires y Montevideo; y las sucesivas expediciones del Reino Unido y de Francia sobre las costas de la Patagonia.
La Ruta del Galeón

El itinerario implantado por el monopolio comercial español en sus colonias fue, desde 1573, llamado oficialmente la "Ruta del Galeón". Esta ruta fue utilizada para el intercambio comercial entre España y las Indias en dos flotas anuales destinadas a los puertos de Veracruz -Flota de Nueva España- en Nueva España y Portobelo, en Panamá, -Flota de Tierra Firme-. Las remesas de plata, oro, esmeraldas, perlas y demás bienes que salían desde el virreinato del Perú iban regularmente desde el puerto del Callao hasta la ciudad de Panamá. Desde allí los cargamentos de riquezas eran llevados por tierra a Portobelo y desde ese puerto las armadas de galeones surcaban el mar Caribe tocando los puertos de Cartagena de Indias, Santa Marta y Santo Domingo, para luego cruzar el océano Atlántico hasta el puerto de Sevilla, que fue el único puerto habilitado de embarque y desembarque hasta 1765. En el sentido inverso los productos de España llegaban al Callao y de allí se los llevaba a lomo de mula a Potosí, desde donde seguían hasta Buenos Aires. Portobelo, Cartagena de Indias y La Habana, eran los baluartes principales para la protección de la Ruta del Galeón, y en Portobelo se realizaban las ferias de intercambio comercial.

El 21 de noviembre de 1739 fuerzas británicas capturaron, saquearon y destruyeron Portobelo, lo que demostró paulatinamente a las autoridades españolas que convenía oficializar una ruta más segura, pensándose en la hasta entonces usada para el "contrabando ejemplar": la que desde el Alto Perú transportaba clandestinamente las riquezas por el "Camino Real", pasando por Salta y Córdoba hasta llegar al puerto de Buenos Aires, puerto que había crecido precisamente por el "contrabando ejemplar". El Río de la Plata era la principal alternativa a la Ruta del Galeón, lo que lo convertía en vulnerable a ataques enemigos y hacía necesario un fortalecimiento de la presencia española en él. Desde 1662 existía la Aduana Seca de Córdoba que aplicaba impuestos del 50% a los productos que del Río de la Plata pasaban al Perú, sin distinguir si su origen era legal o del contrabando.

En 1778 el rey Carlos III promulgó el Reglamento para el Comercio Libre de España e Indias que puso fin a la ruta monopólica abriendo al comercio recíproco 13 puertos de España y 25 de las Indias, entre ellos Buenos Aires y Montevideo. En cada uno de ellos debían crearse consulados de comercio, pero solo los navíos matriculados en España podían utilizar esos puertos. En 1795 el rey habilitó el comercio con las colonias no españolas y permitió que los navíos matriculados en las Indias pudieran comerciar con puertos españoles.

Todas estas reformas borbónicas modificaron sustancialmente los poderes y factores económicos tanto peninsulares como hispanoamericanos pero no fueron suficientes para revertir el impulso independentista en la América española.

El 8 de octubre de 1773 el rey Carlos III pidió informes al virrey del Perú, a la Real Audiencia de Lima, y al gobernador de Buenos Aires, respecto de la posible creación de una audiencia en el Tucumán. El virrey Manuel de Amat y Juniet le respondió el 22 de enero de 1775 expresando los motivos por los que creía debía reinstalarse una audiencia en Buenos Aires y crearse un virreinato con capital en Chile que abarcara el Río de la Plata. El 18 de noviembre de 1775 fueron repetidos los pedidos de informes a la Real Audiencia de Lima y al gobernador de Buenos Aires, que no los habían remitido. Cuando el proyecto aún estaba en estudio, el 1 de abril de 1776 el comandante general portugués de São José do Norte, el alemán Johann Heinrich Bohm, atacó los fuertes de Santa Bárbara y Trinidad y recuperó la villa de Río Grande, que había sido conquistada por Pedro de Cevallos el 12 de mayo de 1763, cuando era gobernador de Buenos Aires. Este conflicto con Portugal precipitó la decisión del rey de crear un virreinato basado en el Río de la Plata y no en Chile.

El 27 de julio de 1776 el gobernador de Madrid, teniente general Pedro de Cevallos, recibió una nota con el nombramiento de comandante de la expedición a la América meridional que se alistaba en Cádiz, junto con el mando de las provincias del distrito de la Real Audiencia de Charcas y el corregimiento de Cuyo, en carácter de virrey y capitán general. Una vez concluida la expedición, Cevallos debía retornar a su cargo en Madrid, «dejando entónces el mando militar i político de las provincias del Rio de la Plata en los términos en que han estado hasta ahora.»

El 1 de agosto de 1776 el rey Carlos III formalizó el nombramiento mediante una real cédula, nombrando a Cevallos:

(...) mi Virrey, Gobernador y Capitán General de las de Buenos Ayres, Paraguay y Tucumán, Potosí, Santa Cruz de la Çierra, Charcas, y de todos los Corregimientos, pueblos y territorios á que se extienden la jurisdicción de aquella Audiencia, la qual podréis presidir, en el caso de ir á ella, con las propias facultades y autoridad que gozan los demás Virreyes de mis dominios de las Indias, según las Leyes de ellas; comprehendiéndose asimismo vajo de vuestro mando y jurisdición los territorios de las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, que oi se hallan dependientes de la Governación de Chile; con absoluta independencia de mi Virrey de los Reynos del Perú, durante permanescáis en aquellos paízes, así en todo lo respectibo al Govierno militar, como al político y Superintendencia General de Real Hazienda, en todos los ramos y productos della.

La real cédula de 1776 creó un virreinato personal en favor de Cevallos,9 mientras durara su permanencia en el territorio, dispensado de todas las formalidades y exigencias a las que estaban sometidos los virreyes de acuerdo a las Leyes de Indias. El objetivo era poner en manos del comandante de la expedición todos los recursos disponibles en los territorios del Alto Perú, las gobernaciones del Paraguay, Tucumán y del Río de la Plata y el corregimiento de Cuyo. La real cédula expresaba «que luego que estéis navegando, á la salida de Cádiz, os deis á rreconocer por tal Virrey, Governador y Capitán General en todos los buques de guerra y de trasporte, para que se hallen en esta inteligencia y estén á vuestras órdenes quantos ban embarcados en ellos.» La flota partió de Cádiz el 13 de noviembre de 1776.

El rey enviaba la expedición «dirijida á tomar satisfacción á los portugueses por los insultos cometidos en mis provincias del Rio de la Plata», de modo que su administración sobre el territorio rioplatense y las ciudades de Cuyo incorporadas tendrían en principio un fuerte carácter militar. En ese momento inaugural el virreinato del Río de la Plata incluyó a todo el territorio que actualmente son los estados brasileños de Río Grande del Sur (llamado por los españoles Río Grande de San Pedro), Santa Catarina y amplias zonas que hoy son parte de Paraná y Mato Grosso del Sur así como pequeños sectores que actualmente corresponden al oeste del Mato Grosso. Cevallos inició su campaña intentando llevar el límite de los territorios portugueses al este de la línea del Tratado de Tordesillas y para ello los desalojó de las plazas de Colonia del Sacramento, Río Grande y la población de Nuestra Señora del Destierro -actual Florianópolis- en la isla de Santa Catalina.

El 20 de febrero de 1777 la gran expedición de 116 barcos desembarcó tropas en la isla de Santa Catalina, que se rindió el 5 de marzo, quedando el teniente coronel Juan Roca como gobernador. Luego, al no poder atacar Río Grande por causas climáticas, la flota se dirigió al sur de la Banda Oriental, llegando a Montevideo el 20 de abril de 1777. El 4 de junio se rindió el gobernador portugués de Colonia del Sacramento, que fue arrasada por orden de Cevallos. Luego continuó la ofensiva por tierra en el este del territorio y tomó la Fortaleza de Santa Teresa y el Fuerte de San Miguel, avanzando sobre la población de Río Grande, pero la ofensiva fue detenida el 4 de septiembre de 1777, al conocerse las tratativas de paz entre España y Portugal.

El 1 de octubre de 1777 fue firmado el Tratado de San Ildefonso entre España y Portugal, que acordó la soberanía española sobre la Colonia del Sacramento y la isla San Gabriel, pero obligó a España a renunciar definitivamente a la isla de Santa Catalina y al territorio de Río Grande, al norte de la Banda Oriental, que había ido siendo ocupado paulatinamente por Portugal y cuya posesión se había consolidado con el Tratado de Madrid (1750). España recibió también la cesión de las islas de Annobón y Fernando Poo en el golfo de Guinea.

Finalizadas las hostilidades con Portugal, Cevallos llegó a Buenos Aires el 15 de octubre y el 6 de noviembre de 1777 dictó el "Auto de libre internación" con lo cual quedó autorizado el comercio libre de Buenos Aires con Perú y Chile, tanto para los frutos de la tierra, como para los de España. Previamente, el 8 de julio de 1777 había prohibido la extracción de oro y plata sin amonedar si no era por el puerto de Buenos Aires. Estas medidas golpeaban a los comerciantes de Lima, pero contaban con el aval de los de Cádiz.

El rey emitió el 27 de octubre de 1777 en San Lorenzo de El Escorial otra real cédula, por la que dio por definitivamente constituido el virreinato, terminando con su carácter excepcional y personal:

(...) Don Juan José de Vertiz, Teniente General de mis Reales Ejércitos: Por mi cédula de 1º de agosto del año próximo pasado, tuve por conveniente nombrar para Virey, Gobernador y Capitan General de las Provincias del Rio de la Plata, y distrito de la Audiencia de Charcas con los territorios de las ciudades de Mendoza y San Juan de la Frontera ó del Pico de la Gobernacion de Chile, al Capitan General de mis Reales Ejércitos don Pedro de Cevallos, mediante las circunstancias que entónces concurrian para ello, y durante se mantuviese este Capitan General en la comision á que fue destinado en esa América meridional. Y comprendiendo ya lo muy importante que es á mi Real servicio y bien de mis vasallos en esa parte de mis dominios la permanencia de esta dignidad, porque desde Lima á distancia de mil leguas no es posible atender al Gobierno de las espresadas Provincias tan remotas, ni cuidar á que el Virey de ellas dé la fuerza y conservacion de ellas en tiempo de guerra: He venido en resolver la continuacion del citado empleo de Virey, Gobernador y Capitan General de las Provincias de Buenos Aires, Paraguay, Tucuman, Potosi, Santa Cruz de la Sierra, Charcas, y de todos los corregimientos, pueblos y territorios á que se estiende la jurisdiccion de aquella Audiencia, comprendiéndose assi mismo bajo del propio mando y jurisdiccion, los territorios de las ciudades de Mendoza y San Juan del Pico, que estaban a cargo de la gobernacion de Chile, con absoluta independencia del Virey de Perú y del presidente de Chile (...)

Al arribar a Buenos Aires el nuevo virrey, el teniente general Juan José de Vértiz y Salcedo, Cevallos le entregó el mando el 28 de junio de 1778, retornando a España con la mayor parte de las tropas con las que había expedicionado, muriendo el 26 de diciembre de ese año.

El 25 de octubre de 1778 el rey nombró a Manuel Ignacio Fernández como «intendente de todos los ramos de la Real Hacienda», para ocuparse del cobro, custodia y empleo de la renta de todo el virreinato.

En 1781 el virrey Vértiz envió al Alto Perú una fuerza militar para colaborar en la sofocación de la rebelión de Túpac Amaru II. La fuerza fue comandada por el coronel Ignacio Flores, nombrado presidente de Charcas.

Para su mejor administración, la Real Ordenanza de Intendentes de Ejército y Provincia del 28 de enero de 1782 dividió el virreinato del Río de la Plata en ocho intendencias, a saber: intendencia de Buenos Aires, intendencia de San Miguel de Tucumán, intendencia de Cuyo, intendencia del Paraguay, intendencia de Santa Cruz de la Sierra, intendencia de Potosí, intendencia de La Paz y la intendencia de Chuquisaca. Suprimió los corregimientos y gobiernos políticos militares a excepción de los de Montevideo y de las Misiones guaraníes. Cada intendencia quedó encabezada por un intendente, disponiendo la ordenanza: «Art. 6: Mando que los intendentes tengan a su cargo los cuatro ramos, de Justicia, Policía, Hacienda y Guerra, dándoles para ello, como lo hago, toda la jurisdicción y facultades necesarias, con respectiva subordinación y dependencia al virrey y Audiencias de aquel virreinato.»

El 14 de abril de 1783 fue dictada la real cédula que restableció la Real Audiencia de Buenos Aires, la cual tenga por distrito la provincia de este nombre y las tres del Paraguay, Tucumán y Cuyo. La instalación solemne de la Real Audiencia tuvo lugar el 8 de agosto de 1785.

Antes de que las reformas se llevaran a efecto, el 5 de agosto de 1783 el rey hizo en San Ildefonso 17 modificaciones a la real ordenanza de 1782, manteniendo los gobiernos político militares de Moxos y de Chiquitos, que había ordenado suprimir, y modificando las intendencias de Cuyo, San Miguel de Tucumán y Santa Cruz de la Sierra que pasaron a ser parte de Córdoba del Tucumán, Salta del Tucumán, y Cochabamba, respectivamente. El régimen de intendencias fue puesto en vigor por el virrey en 1784.

El 8 de agosto de 1801 un grupo de irregulares portugueses aliados con algunos guaraníes descontentos, en el contexto de la guerra de las Naranjas que se desarrollaba en Europa, ocuparon el pueblo de San Miguel Arcángel y pocos días después conquistaron el resto de las Misiones Orientales y el pueblo de San Francisco de Borja. Otras fuerzas portuguesas se apoderaron de las guardias entre los ríos Piratiní y el Yaguarón, Batoví, el Fuerte de Santa Tecla, la Guardia de San Martín y el área costera hasta el arroyo Chuy. En enero de 1802 arrasaron el Fuerte de San José ubicado en la margen sur del río Apa en el Paraguay. Aunque el rey portugués aceptó devolver las conquistas, nunca lo hizo.

En 1806, en el contexto de las Guerras Napoleónicas y en el marco de la Guerra anglo-española (1804-1809) -undécima guerra anglo-española-, el Reino Unido -potencia que desde el siglo XVIII había comenzado su movimiento ascencional respecto de Francia en la guerra colonial, en especial en las posesiones territoriales de la India y América del Norte, principalmente Canadá- colisionó con el nuevo expansionismo global francés del emperador Napoleón Bonaparte y ocupó la Colonia del Cabo, ubicada en Sudáfrica. Al mismo tiempo aprovechó que el imperio español se encontraba en una situación sumamente crítica -ya que existía en España una solapada contienda por el trono-, para desde África y siguiendo el Plan Maitland, intentar invadir el estuario del Río de la Plata, núcleo y principal vía de acceso hacia el interior del Virreinato del Río de la Plata. Debido a la toma de Buenos Aires por los británicos, el virrey Rafael de Sobremonte se trasladó a Córdoba, ciudad a la que declaró capital interina del virreinato el 14 de julio de 1806.[cita requerida]Esta primera invasión inglesa concluyó con la derrota de las fuerzas británicas que debieron abandonar la región.

En 1807, el Reino Unido intentó una segunda invasión con el mismo fin de apoderarse del Río de la Plata la que finalizó con idéntico resultado y que frustró los planes colonialistas del Reino Unido en el Virreinato.

Napoleón Bonaparte y José I enviaron al marqués de Sassenay al Río de la Plata con el fin de hacer jurar lealtad al nuevo monarca impuesto en España por la ocupación francesa y dar a conocer las Abdicaciones de Bayona de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII. Cuando el marqués de Sassenay llegó a Buenos Aires en julio de 1808, el virrey Santiago de Liniers realizó consultas con la Real Audiencia y con el cabildo de Buenos Aires para decidir qué posición tomar, pero tanto el cabildo como la audiencia rechazaron las exigencias francesas y quemaron los pliegos que les había presentado el enviado de Napoleón, a quien otorgaron un breve plazo para abandonar la ciudad.

Sassenay se dirigió a Montevideo pero allí fue apresado por el gobernador Francisco Javier de Elío. El 21 de agosto se realizó en Buenos Aires la jura de reconocimiento del rey Fernando VII como soberano español. En septiembre de 1808 Liniers declaró la guerra a Napoleón y a José I y reconoció la Junta Suprema Central instalada en Sevilla. José Manuel de Goyeneche fue enviado como delegado para hacer jurar en el Perú y el Río de la Plata lealtad a la Junta de Sevilla. Posteriormente la junta envió a Baltasar Hidalgo de Cisneros como nuevo virrey en reemplazo de Liniers.

Para sofocar las revueltas de Chuquisaca y La Paz, el virrey Cisneros envió desde Buenos Aires un contingente de quinientos hombres al mando de Vicente Nieto, secundado por el capitán de navío José de Córdoba y Rojas. La expedición partió el 4 de octubre de 1809 y al llegar a Chuquisaca no hizo falta que entraran en combate, pues el foco insurreccional le prestó acatamiento, mientras que La Paz fue ocupada por Goyeneche con fuerzas del virreinato del Perú.

El 25 de mayo de 1810 se produjo la Revolución de Mayo en Buenos Aires, que depuso al virrey Cisneros y nombró a una junta provisional de gobierno que se negó a reconocer a la Junta de Sevilla y a su sucesor el Consejo de Regencia de España e Indias. La triunfante revolución de la capital marcó el inicio del fin del virreinato.

El gobernador intendente del Paraguay, Bernardo de Velasco remitió a Buenos Aires una nota comunicando que la provincia del Paraguay no reconocía a la Junta de Buenos Aires. El 24 de junio de 1810 un congreso paraguayo reiteró su fidelidad al monarca Fernando VII y al Consejo de Regencia. El 17 de junio de 1811 se instaló en Asunción una junta gubernativa presidida por Fulgencio Yegros, siendo depuesto Velasco y luego acordada la paz con Buenos Aires.

El 13 de julio de 1810 el virrey del Perú tomó la medida excepcional de reincorporar provisoriamente al virreinato del Perú las intendencias de La Paz, Potosí, Chuquisaca y Córdoba del Tucumán, aunque en la práctica la anexión incluyó también las intendencias de Cochabamba y Salta del Tucumán, y los gobiernos de Moxos y Chiquitos. Lo hizo a pedido del presidente de Charcas, del gobernador de Potosí y de otras autoridades, aclarando en el decreto de anexión que lo hacía: hasta que se restablezca en su legítimo mando el Excmo. Señor Virey de Buenos-Ayres, y demás autoridades legalmente constituidas, pues solo el rey podía desmembrar formalmente el territorio del virreinato de Buenos Aires.

El 19 de enero de 1811 Francisco Javier de Elío declaró a Montevideo capital del virreinato y asumió como virrey del Río de la Plata, cargo para el que fue nombrado por el Consejo de Regencia el 31 de agosto de 1810, pero la población rural de la Banda Oriental rechazó su autoridad en febrero de 1811, hecho conocido como "Grito de Asencio". El 11 de mayo de ese año, José Gervasio Artigas derrotó en la batalla de Las Piedras al jefe realista José Posadas, quedando Elío sólo con el control de la Colonia del Sacramento y la sitiada ciudad de Montevideo, mientras que las tropas revolucionarias de la junta de Buenos Aires controlaban el resto de la Banda Oriental.

El 20 de octubre de 1811, Elío y la junta de Buenos Aires firmaron un armisticio que devolvía al control realista la Banda Oriental y las villas entrerrianas de Gualeguaychú, Gualeguay y Concepción del Uruguay. Por orden del Consejo de Regencia, Elío dejó el cargo de virrey el 18 de noviembre de 1811, asumiendo el mariscal de campo Gaspar de Vigodet como capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata y presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires. A mediados de diciembre Elío se embarcó para España.

Tres importantes hechos fueron determinantes para la gesta revolucionaria de la región del Río de la Plata. Dos batallas, las únicas de carácter campal que se libraron en el actual territorio argentino durante el transcurso de la Guerra de la Independencia, decidieron sendas victorias de los ejércitos patriotas sobre los reales y se debieron al general independentista Manuel Belgrano. A la batalla de Tucumán, librada el 24 y 25 de septiembre de 1812, denominda por su vencedor como "el Sepulcro de la Tiranía", le siguió un segundo triunfo rioplatense en la batalla de Salta, el 20 de febrero de 1813, que logró expulsar a los ejércitos del rey de la ciudad y que liberó definitivamente a las provincias ubicadas al sur del dominio realista. El 23 de junio de 1814 Vigodet —último gobernante español propio del virreinato del Río de la Plata— se rindió en Montevideo a las tropas revolucionarias comandadas por el general Carlos María de Alvear, quedando la Banda Oriental también libre de la dominación de la corona española.

El 6 de diciembre de 1822 el coronel español Pedro Antonio de Olañeta se retiró del territorio jujeño que había invadido, hecho que marcó el final de la presencia militar española en lo que actualmente es la República Argentina. Después de tenerse en la corte española noticias de la derrota realista en la batalla de Ayacucho y sin conocerse la muerte de Olañeta en el combate de Tumusla, éste fue nombrado nominalmente virrey del Río de la Plata el 27 de mayo de 1825.14

El territorio del virreinato del Río de la Plata poseyó dos sucesivas organizaciones territoriales:.

La primera desde 1776 a 1784 implicaba la existencia de una sola audiencia y la conservación de las gobernaciones, gobiernos y corregimientos con los que se había constituido el virreinato: 4 gobernaciones y 3 corregimientos, quedando bajo su dependencia 5 gobiernos político militares (o "provincias subordinadas"), 20 corregimientos indígenas, dos corregimientos de españoles subordinados y una comandancia político militar. El corregimiento de Cuyo fue transferido desde la Real Audiencia de Chile a la jurisdicción de la de Charcas. Se agregaron en 1778 la Superintendencia de los Establecimientos Patagónicos (1778-1785) y la efímera gobernación de Fernando Poo y Annobón (1778-1780), no pudiendo conservarse la gobernación creada en la isla de Santa Catalina luego de la paz con Portugal en 1777.

A partir de 1784 se aplicó el régimen de gobernaciones intendencias, creándose 8 de ellas a las que se le dio el nombre de provincias y los corregimientos pasaron a ser partidos, restableciéndose la Real Audiencia de Buenos Aires. Los gobiernos político militares fueron mantenidos a excepción del gobierno de Chucuito. La Superintendencia de los Establecimientos Patagónicos subsistió hasta 1785, cuando fue transformada en la comandancia de Patagones. En 1784 fue creada la intendencia de Puno con parte de la de La Paz, pero fue transferida al virreinato del Perú en 1796. Desde 1787 tres partidos de esta intendencia pasaron a integrar la nueva Real Audiencia del Cuzco, a la que se integraron los demás desde 1796. Al momento de la Revolución de Mayo en 1810, las 8 intendencias tenían bajo su dependencia a 40 partidos, 4 gobiernos político militares y dos tenencias de gobierno. Existían además varias comandancias político militares ubicadas en zonas de frontera con el Brasil portugués, y por esto particularmente militarizadas, y otras ubicadas en puntos estratégicos y vulnerables, las cuales estaban bajo la dependencia directa del virrey.

Eclesiásticamente todo el virreinato formaba una provincia de la Iglesia católica, el arzobispado de Charcas, de cuyo arzobispo eran sufragáneos 6 obispos diocesanos, siendo el de Salta creado en 1806. Al pasar al virreinato del Perú la intendencia de Puno en 1796, los partidos de Chucuito y Paucarcolla continuaron dependiendo del obispado de La Paz.

Descubrimiento, asentamiento y gobernación en las Islas Malvinas

Las bulas papales Inter Caetera y Dudum si Quidem de 1493 le adjudicaron al Reino de España «todas aquellas islas y tierras firmes, encontradas y que se encuentren, descubiertas y que se descubran hacia el mediodía», fijada en una línea a cien leguas de las islas Azores.

Las Islas Malvinas, incluídas en las zonas aludidas por las bulas, fueron avistadas por primera vez en 1520 por Esteban Gómez con la nave San Antonio de la expedición española de Fernando de Magallanes.

Las islas comenzaron a aparecer en los mapas Pedro Reinel (1522-1523), Diego Rivero (1526-1527 y 1529), Islario de Santa Cruz (1541), Sebastián Gaboto (1544), Diego Gutiérrez (1561), Bartolomé de Olivos (1562), entre otros. Gran Bretaña afirma que las islas fueron descubiertas por John Davis en 1592.

A pesar de su descubrimiento recién ell 31 de enero de 1764 el francés Louis Antoine de Bougainville arribó a las islas, a las que nombró Illes Malouines debido a que los colonos que traía a las islas provenían de la ciudad francesa de Saint-Malo17 . El 17 de marzo fundó una colonia en la isla Soledad, a la que llamó Port Saint-Louis y el 5 de abril de 1764 tomó posesión formal del territorio en nombre del rey Luis XV.18 pero en 1765 España y Francia llegaron a un acuerdo para el reconocimiento de las islas como posesión española que incluía una indemnización por gastos realizados a Louis Antoine de Bougainville .

Por tal motivo, el 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una real cédula por la cual creaba la Gobernación de las Islas Malvinas como dependencia del gobernador y capitán general de Buenos Aires, en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y Uruzúa, nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del territorio. Así el primer poblado pasó de manos francesas a españolas.

Al asumir Felipe Ruiz Puente como primer gobernador español de las Malvinas se instaló en Port Saint-Louis y procedió a construir varios edificios comunes como cocinas y cuarteles, y una capilla consagrada a Nuestra Señora de la Soledad, nombre que reemplazó al topónimo francés del puerto y derivó finalmente en el de toda la isla.

En este Puerto de Nuestra Señora de La Soledad se radicó la sede de gobierno de la Gobernación de las Islas Malvinas (posteriormente Comandancia). Los sucesivos gobernadores de las islas (hubo 18 en total) cumplieron la tarea de inspeccionar regularmente las costas; el lugar era habitualmente visitado por loberos y balleneros ingleses y norteamericanos. La población de las islas estaba compuesta por oficiales, soldados y presidiarios, éstos últimos pertenecientes a la cárcel instalada en 1780.

Tras los primeros conatos independentistas en el virreinato, el gobernador español de Montevideo, Gaspar de Vigodet decidió reunir todas las fuerzas militares de las que disponía a fin de enfrentar a la Primera Junta surgida de la Revolución de Mayo, por lo que ordenó evacuar las Malvinas. En enero de 1811 España abandonó las islas con intenciones de volver, luego de 37 años de ocupación indiscutida y dejando también placas en el campanario de la capilla y en los edificios principales, en la que afirmaba su soberanía sobre las islas:

Esta isla con sus Puertos, Edificios, Dependencias y cuanto contiene pertenece a la Soberanía del Sr. D. Fernando VII Rey de España y sus Indias, Soledad de Malvinas 7 de febrero de 1811 siendo gobernador Pablo Guillén.

Economía del virreinato

El nombre del Virreinato del Río de la Plata sugiere cuál fue el producto económico que resultó basal para la economía de éste, la plata, obtenida principalmente de las minas ubicadas en el Alto Perú. De todas las minas altoperuanas la más célebre fue la del cerro Rico de Potosí). La misma región altoperuana era gran productora de otros minerales: cobre, estaño y oro.

Esta base económica significó el desarrollo de un tránsito carretero que generalmente "bajaba" desde el Alto Perú hasta el puerto de Buenos Aires siguiendo el Camino Real, tal tránsito supuso por su parte la cría de mulas, también de caballos y asnos) la cual se realizaba principalmente en las ciudades del Tucumán.

Este tránsito promovió una industria cuasi artesanal de carretas fabricadas en San Miguel de Tucumán y en la ciudad de Mendoza. Las carretas muy lentas eran casi siempre tiradas por bueyes y sus marchas por extensos itinerarios se reducían a unas pocas leguas por día. El tráfico de plata fue de este modo el principal rubro de exportaciones desde el virreinato hacia Europa. Tal tráfico frecuentemente estaba asociado con el contrabando y un intercambio de plata por gente esclavizada llevada desde el África hasta el puerto de Buenos Aires para luego ser distribuida en diversas zonas.

La mayoría de la población se concentraba en las zonas altoperuanas, pobres en producciones agrícolas y ganaderas, esto significó el desarrollo de nuevos centros y circuitos productivos y comerciales dentro del virreinato: la región pampeana y las Vaquerías del Mar pobladas por inmensas greyes de vacunos proveyó de carne barata no solo a las poblaciones del Alto Perú sino a las del Brasil portugués, en el segundo de los casos se efectuaba contrabando masivo desde la Banda Oriental y las Misiones Orientales siguiendo luego la Ruta del ganado hasta Curitiba y de allí hasta la "feria" de Sorocaba. Los rodeos de ganados realengos, es decir ganados que al carecer de dueños precisos nominalmente eran pertenecientes a la corona española aunque en los hechos, al ser cimarrones, solían resultar de usufructo público, requirieron un tipo especial de trabajador libre: el gaucho, muchas veces arrieros que transportaban los ganados en pie por pistas o huellas durante cientos de kilómetros. La zona de las Misiones y el Paraguay fue sede de cultivos de yerba mate, cultivos iniciados por guaraníes y jesuitas. La yerba mate abastecía a casi todo el virreinato e incluso a la Capitanía General de Chile. Otros cultivos alimenticios surgieron merced a la demanda altoperuana: vinos (en Salta, Tarija, Cuyo, Córdoba), aguardientes y singanis; e incluso plantaciones de olivo, principalmente en La Rioja y Catamarca pero las plantaciones oliveras fueron en gran medida taladas para evitar que compitieran con el monopolio español.

Del mismo modo el Alto Perú no lograba autoabastecerse con sus producciones de lanas de auquénidos y resultó un cliente que facilitó la plantación de algodón en Santiago del Estero y el establecimiento de una incipiente industria textil, en la cual se elaboraba el algodón junto con la lana de caprinos, ovinos y auquénidos en los territorios de las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca, Salta, La Rioja así como de talabartería en Tucumán. Por otra parte la ciudad de Córdoba se encontraba beneficiada al ser la encrucijada de las rutas que unían el oeste con el este y el norte con el sureste del virreinato, tal encrucijada hacía que fuera común designar como "El Arriba" a todo el territorio ubicado al norte y oeste de la ciudad de Córdoba y como "El Abajo" a todo el territorio ubicado al sur y al este de la misma ciudad.

Por lo demás la agricultura para alimentar a las poblaciones dispersas se encontraba reducida a una agricultura de subsistencia, en muchas ocasiones solo horticultura.

Siempre que se plantea el análisis de una economía corresponde considerar entre uno de los factores básicos el transporte, en particular la velocidad del mismo, en tal sentido en los terrenos más fácilmente transitables que eran (como aún hoy) los de la planísima región pampeana, las velocidades a caballo promedio eran de unas 8 a 10 leguas diarias; las carreras a "revientacaballos" (con chasquis que cambiaban de caballos en cada posta) hacían recorrer (en la región pampeana) 800 kilómetros en diez días, la distancia entre la ciudad de Mendoza y la ciudad de Buenos Aires era cubierta a galope (por el sistema de chasquis) en 22 días recorriéndose para ello unos 1100 km que alternaban relieves llanos y escarpados. El sistema oficial de correos en el territorio que luego sería del virreinato comenzó a establecerse en 1748 y se mejoró y reorganizó con postas en 1771. En 1767 fue establecido el Correo Ultramarino La Coruña - Montevideo y en 1786 se estableció el correo de encomiendas entre Buenos Aires y Potosí. El transporte de cargas por tierra insumía tiempos inverosímiles para la gente de la actualidad: una carreta de ruedas macizas tirada por cuatro bueyes sanos y fuertes tardaba 3 meses en recorrer 1000 kilómetros.

La navegación fluvial era relativamente rápida "bajando" los ríos: Desde Asunción a la ciudad de Buenos Aires se tardaba aproximadamente 15 días pero la "subida" o el navegar el río Paraná en contracorriente aguas arriba (con la tecnología de entonces se lograba una velocidad de tan solo tres millas por hora) demandaba casi tres meses, y más frecuentemente unos 112 días. En 1739 la Real Audiencia de Charcas dispuso que Santa Fe fuera un puerto preciso de la navegación del Paraguay, lo que fue confirmado por una real cédula el 1 de abril de 1743. Todos los barcos procedentes del Paraguay debían desembarcar sus cargas en Santa Fe para seguir por tierra hacia Buenos Aires, lo que provocó disputas entre los cabildos y gobernadores de las tres ciudades. El 13 de abril de 1780 el virrey Pedro Melo de Portugal abolió provisoriamente los privilegios del puerto preciso de Santa Fe, lo que fue confirmado por el Consejo de Indias el 14 de febrero de 1781.25

Los puertos

La ciudad de la Trinidad y puerto de Santa María del Buen Ayre fue elegida como capital del virreinato porque su puerto abastecía un amplio mercado. Con el Reglamento de Libre Comercio de 1778, el puerto de Buenos Aires tuvo vinculaciones con España y con casi toda América. Sin embargo, por su fondo lodoso, en sus muelles no podían amarrar buques de gran calado. Por esto, el puerto de Montevideo, con fondo de piedras y mayor profundidad daba ventajas naturales que le permitieron ganar una importancia comparable al de Buenos Aires o aún mayor. Esto le granjeó en varias oportunidades enfrentamientos con la capital del virreinato.

También Montevideo en poco tiempo se transformó en un gran centro comercial. Su estratégica posición le permitía un gran movimiento de buques mercantes. La ciudad creció rápidamente, en especial el sector social vinculado al comercio, principalmente ganadero. Para la ciudad, el negocio que más prosperó fue el llamado comercio de tránsito: las mercaderías que pasaban por el puerto de Montevideo pagaban un impuesto por los días de permanencia en el mismo. Todo este desarrollo económico y social que experimentó la zona, no venía acompañado de reformas administrativas que se acomodaran a ese crecimiento económico.

Para luchar contra el contrabando en 1779 fue creado el Resguardo del Puerto de Buenos Aires, que era un cuerpo militar integrado por oficiales y tropa al mando de un comandante que fiscalizaba el puerto, las costas del Río de la Plata y las salidas terrestres. Otro Resguardo fue creado en el Puerto de Montevideo en 1780 y otros en ciudades como Corrientes, Salta, Córdoba y la villa de Oruro.

En 1797 el virrey Antonio Olaguer Feliú autorizó la entrada de buques extranjeros y neutrales al puerto de Buenos Aires para estimular las actividades comerciales del virreinato que estaban comenzando a sufrir los efectos negativos de las tensiones crecientes entre las potencias europeas.
Instituciones virreinales

En 1793 la Real Imprenta de Niños Expósitos publicó la Guía de forasteros en la ciudad y Virreynato de Buenos-Aires, en ella se contiene un listado de instituciones del virreinato residentes en Buenos Aires:

Secretaría del Virreinato
Superintendencia General de Real Hacienda (existió entre 1778 y 1788, cuando sus funciones pasaron al virrey)
Real Audiencia Pretorial
Tribunal Mayor y Real Audiencia de Cuentas (o Contaduría Mayor, fue creado en 1767). Lo integraban 3 contadores mayores y varios menores y otros funcionarios. Su presidente era el virrey como superintendente de Real Hacienda.
Junta Superior de Real Hacienda (creada en 1784 para fiscalizar financieramente a la intendencia y los cabildos). La integraban: el virrey, el regente y el fiscal en lo civil de la audiencia, el contador decano del Tribunal de Cuentas, el contador de ejército, un relator y un escribano. Estaba encargada de la Superintendencia general de Real Hacienda, de lo económico de la guerra y de los ramos de propios y arbitrios y bienes de comunidad de los pueblos, con absoluta inhibición de todos los Tribunales y sola dependencia de la real persona, por la vía reservada del despacho universal de Indias. Funcionaba también como Junta Superior de Apelaciones de Real Hacienda respecto de las decisiones de la Audiencia.
Junta Superior de Propios y Arbitrios
Junta Superior de Aplicaciones
Junta Provincial de Temporalidades
Junta de Diezmos
Junta de Almonedas
Santa Cruzada
Comisaría de la Santa Inquisición
Junta Real de Montepío
Tesorería General de Ejército y Real Hacienda: la integraban un factor, un contador y un tesorero, junto a otros funcionarios. Se encargaban de la Caja Real de Buenos Aires, de la que dependían las cajas reales de las capitales de cada intendencia. Subordinadas a estas últimas había cajas reales en: Santa Fe, Chucuito, Carabaya, Mendoza, Oruro, Carangas, San Miguel de Tucumán, Santa Cruz de la Sierra.
Almacenes de Real Hacienda, Artillería de Marina
Real Aduana: integrada por un administrador, un contador, un tesorero, dos vistas, un alcaide y otros funcionarios.
Dirección General de la Real Renta de Tabaco y Naipes: con un director general.
Subdelegación General y Administración Principal de la Real Renta de Correos: el subdelegado era el virrey, asistido por un asesor, un escribano, un administrador, un contador principal y otros funcionarios.
Contaduría General de Propios y Arbitrios del Virreinato.

El Real Tribunal del Consulado fue creado mediante una real cédula del 30 de enero de 1794. Lo integraban: un prior, 2 cónsules, 8 consiliarios, un asesor, un síndico, un secretario, un contador, un tesorero, un escribano, porteros y alguaciles. Tenía diputados en todas las intendencias y plazas comerciales y desde 1799 creó bajo su jurisdicción una Academia de Náutica.

Fue creado también el Real Tribunal del Protomedicato.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 22 May 2016 19:05

Excmo. Sr. D. Pedro Antonio DE CEVALLOS CORTES y CALDERON Capitán General de los Reales Ejercitos 1º Virrey del Rio de la Plata


Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón (Cádiz, España, 29 de junio de 1715 – Córdoba de Andalucía, 26 de diciembre de 1778) era un militar y conquistador español que fuera nombrado gobernador de Buenos Aires desde 1757 hasta 1766, y una vez creado el nuevo Virreinato del Río de la Plata por real cédula del 1º de agosto de 1776, sería asignado el mismo día como su primer virrey, aunque recién ocupara su puesto el 15 de octubre de 1777.

Pedro Antonio de Cevallos había nacido el 29 de junio de 1715 en la ciudad de Cádiz del reino de Sevilla, uno de los cuatro de Andalucía que formaba parte de la Corona española, siendo sus padres el cántabro Juan Antonio de Cevallos (Santibañez, 17 de agosto de 1665 - m. 2 de febrero de 1724) —un hijo de los hidalgos Juan de Cevallos Cos (n. Cabezón de la Sal, 30 de junio de 1630) y de Isabel Gayán de Hoyos (n. Satibáñez, 30 de diciembre de 1640)— y su esposa extremeña Juana Cortés de Arévalo (Don Benito, 24 de marzo de 1676 - m. 2 de febrero de 1724), una hija de Narciso Cortés de Arévalo y Murillo (ib., 8 de noviembre de 1655 - ib., 24 de febrero de 1732) y de Martina Calderón de Villalobos (n. ib., ca. 1656 - f. 16 de mayo de 1728).

Descendía de uno de los linajes más antiguos de Cantabria y el lema de su blasón familiar se componía de la siguiente leyenda:

"Es ardid de caballeros cevallos para vencellos".

Este lema, que aparece escrito junto con su escudo en la torre de Cevallos ubicada en la localidad cántabra de Alceda, se creía que había dado origen a su apellido pero posteriormente se demostró que era un apellido toponímico.

Cevallos quedó huérfano de padre y madre a los 9 años, y fue criado por dos de sus tíos maternos en la villa extremeña de Don Benito, cerca de Mérida.

Además era hermano de Antonia de Ceballos Cortés y Calderón, residente en España, que fuera premiada posteriormente al fallecimiento de Pedro con el título de primera marquesa de la Colonia desde el 5 de diciembre de 1779. Ésta se había unido en matrimonio con José de Guzmán y Bobadilla y de quien hubo una hija llamada Isabel Antonia de Guzmán y Ceballos que heredaría el título de su madre.

De corta edad ingresó en el Seminario de Nobles de Madrid, donde se enroló como oficial de ejército.

En 1733 participó en la campaña de conquista española en Italia, como parte de la Guerra de Sucesión Polaca. Desembarcó con el infante Carlos en Nápoles, y marchó como teniente hacia el norte de Italia, regresando en 1739 a España.

En 1741 preparó, uniformó y adiestró un regimiento del que fue nombrado coronel; luchó al frente del mismo en la Guerra de Sucesión Austriaca, en la toma de Niza, de Montauban y del Olmo, obteniendo el grado de brigadier. Poco después, conquistaron para España el Ducado de Parma, e incluso por un tiempo ocuparon Milán.

En noviembre de 1755 fue nombrado gobernador de Buenos Aires, con orden de apurar la demarcación de la nueva frontera con el Virreinato del Brasil establecida en el Tratado de Permuta de 1750, en que se cambiaba la Colonia del Sacramento por las Misiones Orientales, es decir los siete pueblos de guaraníes que quedaban al este del río Uruguay.

Llegó a Buenos Aires en noviembre de 1756, al frente de una gran expedición militar, cuyo objetivo era expulsar por la fuerza a los guaraníes, que habían resistido la orden de abandonar sus pueblos por medio de la llamada guerra guaranítica; cuando Cevallos llegó al Río de la Plata, los indígenas ya habían sido derrotados.

A los pocos meses partió hacia las Misiones, donde se enteró de que los jesuitas estaban colaborando con el traslado, y que a los indígena se les obligaba a cambiar de ubicación sin darles nada a cambio. Se instaló en San Borja, uno de los "siete pueblos", y desde allí organizó el traslado de los indígenas en condiciones algo mejores a las que había encontrado. Además, exigió a los portugueses la entrega inmediata de la Colonia, a lo que éstos se negaron. En consecuencia, se negó a arrestar a los jesuitas acusados de rebeldía y preparó todo para no tener que entregar las misiones orientales. De hecho, Cevallos fue considerado el principal protector de los jesuitas en la región.

Mientras estaba en Misiones contrajo el paludismo, que lo aquejaría toda su vida. Debió solucionar un alzamiento comunero en Corrientes, donde los habitantes ya estaban resentidos por su tradicional oposición a los jesuitas y se rebelaron al intentar obligárseles a aportar tropas para abrir un camino a través del Chaco hacia el Tucumán. Cevallos recorrió Corrientes y Santa Fe en camino de regreso a Buenos Aires.

Instalado en la capital de su gobernación, Cevallos reorganizó la administración, las milicias y el comercio a través de su puerto. Organizó la limpieza masiva de las calles, ordenó liberar y nivelar las mismas para su drenaje, construyó algunas veredas y organizó los primeros mataderos municipales.

En 1760 recibió la noticia de la muerte del rey Fernando VI; como éste había sido un aliado permanente de Portugal y se preveía que su sucesor, Carlos III, iba a ser un rival de sus vecinos, se preparó activamente para la guerra. Al año siguiente, el Tratado de Permuta era anulado y reemplazado por el Tratado de El Pardo.

De modo que Cevallos exigió al virrey del Brasil la entrega de Colonia y de la isla Martín García. Simultáneamente fortificó el puerto de Ensenada, formó un cuerpo de Dragones y aprovisionó las guarniciones de Maldonado, Montevideo y Buenos Aires. También inició el repoblamiento de las Misiones Orientales.

A principios del año siguiente estallaba la Guerra de los Siete Años y España invadía Portugal; Cevallos puso en marcha un ejército de 1000 indígenas misioneros hacia el Río de la Plata. Poco después inició la construcción de la Fortaleza de Santa Teresa, con lo que se impedía la marcha de tropas portuguesas hacia el Río de la Plata por el camino de la costa.

En septiembre de 1762 se iniciaba la campaña contra Colonia y Río Grande; puso sitio a Colonia, que se rindió el último día de octubre. En enero del año siguiente rechazó un contrataque combinado de tropas portuguesas y británicas.

Desde allí, Cevallos marchó hacia el noreste, ocupando Río Grande y algunas otras posesiones portuguesas de la zona entre los meses de abril y mayo.

Pero en febrero se había firmado el Tratado de París, por lo que Cevallos se vio obligado a devolver Colonia a los portugueses; la devolución de Colonia tuvo lugar el 27 de diciembre de ese año. No obstante, tuvo el cuidado de devolver la ciudad con sus murallas destruidas, sin los cañones que las guarnecían, y poblando varias localidades muy cercanas para impedir el contrabando.

De regreso a Buenos Aires, organizó la frontera con los indígenas de la pampa.

El 15 de agosto de 1766 fue reemplazado en su cargo por Francisco de Paula Bucarelli; de regreso en España fue sometido a juicio de residencia, del que se asegura que resultó muy bien parado.

La misión principal de Bucarelli era organizar la expulsión de los jesuitas de su gobernación y las vecinas del Tucumán y el Paraguay; eso lo llevaría a enemistarse con gran parte de los funcionarios nombrados por Cevallos, que fueron separados de sus cargos.

Fue nombrado comandante militar de Castilla la Nueva, lo que le permitió hacerse cargo de sus haciendas, ubicadas en esa zona y en la vecina Extremadura. En 1771 realizó una misión diplomática en Francia; desde allí continuó camino hasta Parma, de donde regresó acompañando a la princesa María Luisa de Parma, que viajaba para contraer matrimonio con el príncipe Carlos, futuro Carlos IV.

Virrey del Río de la Plata

En abril de 1775, los portugueses atacaron y recuperaron la ciudad de Río Grande, que estaba en manos españolas desde que Cevallos la ocupara en 1763; también tomaron las fortalezas de Santa Teresa, Santa Tecla y San Martín.

El rey Carlos III solicitó a Cevallos —gobernador en esa época de Madrid— un plan de respuesta a la agresión portuguesa; Cevallos organizó un plan de campaña muy cuidadoso, para invadir y anexar completamente a Portugal, aprovechando la distracción de Inglaterra enfrascada en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. El plan fue juzgado muy peligroso, pero la parte dedicada a las operaciones contra el Brasil, en cambio, fueron aprobadas. En su informe, Cevallos solicitaba que no se pusieran esas tropas en manos del gobernador de Buenos Aires, Juan José de Vértiz, a quien consideraba excesivamente veterano; el rey ordenó entonces poner las tropas al mando de un general aún más antiguo, el propio Cevallos.

Días antes de ponerse al mando de la expedición que debía partir, Cevallos fue notificado que debía asumir el cargo de Virrey del recién creado Virreinato del Río de la Plata; se trataba de una creación provisoria y limitada a la misión militar de Cevallos, pero que duraría treinta y cuatro años, hasta que fuera disuelto por la independencia. El territorio bajo su mando estaría formado por las gobernaciones de Buenos Aires, el Tucumán, el Paraguay, la Real Audiencia de Charcas y el Corregimiento de Cuyo, todos ellos dependientes hasta entonces del Virreinato del Perú.

El nuevo Virrey no se daría a conocer con ese cargo hasta después que la flota estuviera en alta mar.

El 12 de octubre de 1776 zarpó de Cádiz la poderosa escuadra de Cevallos, con seis buques de guerra y 117 buques de transporte de personal y mercaderías; su comandante era el marqués de Casa Tilly. Las tropas transportadas eran, en total, 9386 hombres de las tres armas.

El día 23 de febrero de 1777, las tropas españolas ocuparon completamente la isla de Santa Catarina, mientras las tropas portuguesas —unos 3200 hombres— huían sin combatir.

El día 20 de abril, Cevallos llegó a Montevideo; el exgobernador del Río de la Plata, Vértiz, había iniciado el avance hacia San Pedro por orden de Cevallos, pero éste le ordenó regresar hasta Santa Teresa. El día 22 de mayo se inició el sitio de Colonia, ciudad que se rindió incondicionalmente el 3 de junio; la ciudad no volvería a manos portuguesas hasta 1817.

Poco después, Cevallos se unió a Vértiz en Santa Teresa y marchó hacia Río Grande; la ofensiva fue detenida por una orden del rey Carlos del día 11 de junio, que el virrey recibió el 4 de septiembre.

Por medio del Tratado de San Ildefonso, del 1 de octubre de ese año, Portugal cedió definitivamente a España la ciudad de Colonia y las Misiones Orientales, pero se reconocía la soberanía portuguesa sobre Río Grande y Santa Catarina.

La mayor parte de las tropas expedicionarias fue enviada de vuelta a España en los meses siguientes, pero 930 hombres permanecieron en Buenos Aires en previsión de nuevos enfrentamientos con Portugal, por decisión del virrey Cevallos.

Fin del mandato

El 15 de octubre de 1777, Cevallos entraba a Buenos Aires con su flamante cargo de Virrey y Capitán General, y dedicó los meses siguientes a crear las comunicaciones con las gobernaciones que acababan de pasar a depender de la nueva capital.

Durante su mandato se aplicó la Pragmática o Ley de Libre Comercio de 1778, que favoreció especialmente el desarrollo de Buenos Aires. La expulsión de los portugueses también implicó una disminución del contrabando, y ambas cosas redundaron en un incremento de las rentas fiscales. La disposición para la libre internación de productos motivó un aumento en la producción de carretas.

Estimuló la agricultura y reguló el horario de las labores, la alimentación diaria de los peones y el nivel de salario de los mismos. También se establecieron penas para los ebrios y los jugadores. Para aumentar las fuerzas de trabajo disponibles favoreció el comercio de esclavos negros, ya sea directo o en virtud del Tratado de Asiento.

En junio de 1778, recibió de regreso en Buenos Aires a Juan José de Vértiz, que acababa de ser nombrado segundo Virrey del Río de la Plata. Pocos días después, el 30 de junio de 1778, partió desde Montevideo hacia España.

Llegado a España, se encontraba seriamente enfermo; de todos modos inició la marcha hacia Madrid, debiendo detenerse en Córdoba por razones de salud.

Falleció el día 26 de diciembre de 1778 en el convento de San Jacinto de los padres Capuchinos de Córdoba (España), y fue sepultado en la Catedral de la Asunción de esa ciudad, tras una fastuosa ceremonia.

Estaba casado con María Luisa Pinto y Ortega. Su hijo Pedro Antonio de Ceballos Pinto fue ministro de Hacienda del general Martín Miguel de Güemes cuando éste era Gobernador de Salta. Después de su muerte, el rey Carlos III concedió a su hermana Antonia de Cevallos Cortés Hoyos y Calderón el marquesado de la Colonia; el mismo se extinguiría en 1929.

Ricardo Levene considera a Cevallos uno de los grandes virreyes:

Representa al virrey innovador por excelencia. Sobran para consagrarle la serie de medidas orgánicas de carácter económico adoptadas a iniciativa suya, en franca oposición con el medio y el pasado.

El historiador Enrique Barba destaca la penetración en el territorio bajo su mando, el estudio de los problemas que se presentaban y las medidas adoptadas durante su gobierno, que reactivaron el impulso de la colonia:

Buenos Aires se multiplicaba a su impulso, las provincias ven renacer un comercio que no sospechaban y todo el Río de la Plata marcha, sin saberlo aún, al camino de la revolución.

Su prestigio había sido enorme en su época. En su homenaje, Juan Baltasar Maciel publicó un poema titulado Canta un guaso en estilo campestre los triunfos del Excelentísimo Señor Don Pedro de Cevallos, que dio inicio a la literatura gauchesca.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 23 May 2016 00:40

Excmo. Sr. D. Juan José DE VERTIZ y SALCEDO Capitán General 2º Virrey de Rio de la Plata

Nacido en Mérida, Nueva España. Su padre, Juan José de Vértiz y Hontañón, fue gobernador y capitán general de Yucatán. En 1778, tomó el mando del virreinato del Río de la Plata. El virrey Vértiz creó un cuerpo de funcionarios de Aduanas. Fundó el primer grupo de población en la Patagonia, en el intento de desviar la corriente de emigrantes que llegaban de España a Buenos Aires. Creó un orfanato y un hospital para infecciosos; fundó el Real Colegio de San Carlos; creó el Tribunal del Consulado. El territorio estaba dividido en ocho intendencias, de las que se desmembraron después cuatro gobiernos militares: Montevideo, Misiones, Moxos y Chiquitos. Vértiz fue un incasable inspector de todos los órganos de la Administración virreinal. En 1784 entregó el mando.

ejerció el cargo de último gobernador de Buenos Aires desde 1770 hasta que fuera creado el nuevo virreinato rioplatense en 1776 y en el cual sería nombrado como nuevo virrey del Río de la Plata entre 1778 y 1784, siendo el único nacido en América que ejerció dicho cargo.

Juan José de Vértiz y Salcedo había nacido en el año 1719 en la ciudad de Mérida de la Capitanía General de Yucatán que formaba parte del Virreinato de Nueva España2 y a su vez, del Imperio español, por lo cual era un criollo, hijo del navarro Juan José de Vértiz y Hontañón quien fuera gobernador del Yucatán y un importante político peninsular, y de María Ana de Salcedo.

Estudió en España y se formó como militar, y de esta forma intervino en varias campaña españolas, como las de Italia y de Francia. También militaría en el Imperio ruso.

Vértiz y Salcedo desempeñó el cargo de último gobernador de Buenos Aires desde el 4 de septiembre de 1770,4 bajo la administración del Virreinato del Perú, hasta que fuera creado el nuevo Virreinato del Río de la Plata el 1 de agosto de 1776.

Tuvo como prioridad el echar a los portugueses de la Banda Oriental, en donde tenían fundada Colonia de Sacramento. Creó un impuesto municipal de guerra para poder afrontar los gastos de las milicias que defendían a las poblaciones de los malones aborígenes. También fundó el Real Colegio de San Carlos, el 10 de febrero de 1772, y la Casa de Recogidas, además de establecer el alumbrado urbano.

Segundo virrey del Río de la Plata

Asumió el cargo de virrey el 26 de junio de 1778, y realizó una obra de gobierno muy vasta, desarrollando la economía regional, colonizando tierras deshabitadas, instalando intendencias por todo el virreinato y preparando el camino para que fuera fundada la Real Audiencia de Buenos Aires. Además fundaría la Casa de Niños Expósitos el 7 de agosto de 1779.

Durante su gobierno se censó por primera vez la ciudad de Buenos Aires en 1778, por el cual se supo en aquel entonces que contaba con 24.754 habitantes, a los que había que sumar los 12.925 habitantes de la campaña bonaerense. En tarea social intentó agrupar a todos los artesanos en diferentes gremios, imitando el sistema vigente en Europa. También se creó el primer teatro de la ciudad, La Ranchería.

Tuvo un importante papel en la represión de la sublevación de Túpac Amaru II, aplastada en 1781. Igualmente, ordenó una sumaria secreta de los principales cabecillas de la rebelión de Oruro, haciéndolos traer a Buenos Aires, la capital del virreinato, para ser sujetos a una extensa y penosa causa judicial.

En 1784 pidió regresar a España, y una vez autorizado dejó el virreinato, entregándoselo al nuevo virrey Nicolás del Campo.

Murió en Madrid, España, en el año 1799.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 May 2016 01:20

Excmo. Sr. D. Nicolas Felipe Cristobal DEL CAMPO y RODRIGUEZ DE SALAMANCA Brigadier del Ejercito Español 3º Virrey del Rio de La Plata

Nicolás Felipe Cristóbal del Campo y Rodríguez de Salamanca (Sevilla, 12 de marzo de 1723 - Madrid, 17 de febrero de 1803) era un noble español que heredó el título de segundo marqués de Loreto, además de ser un militar, ilustrado, coleccionista y numismático que ejerció el cargo de tercer virrey del Río de la Plata desde 1784 hasta 1789.

Nicolás del Campo y Rodríguez de Salamanca nació en Sevilla en 1723 en el seno de una familia noble y culta de origen flamenco emparentada con la nobleza local (su abuelo paterno se apellidaba Van der Velde que traducido al castellano pasó a ser del Campo). Sus padres fueron Nicolás Ignacio del Campo y Cuesta, quien fuera el primer marqués de Loreto (n. en 1687), y Josefa Arcadia Rodríguez de Salamanca y García-Olaya (n. en 1706). Sus abuelos paternos eran Diego del Campo y Maestre (nacido Jacopus van der Velde und Meesttere) y Bernarda Laureana de la Cuesta y Saavedra; mienstras que sus abuelos maternos fueron Pedro Rodríguez de Salamanca y Solís y Florencia García-Olaya y Vivanco

Como ilustres vecinos que eran de la feligresía de San Nicolás, la familia Del Campo costeó en buena parte las obras de reconstrucción de la parroquia que culminaron en 1758. También eran patronos de su capilla mayor, en cuyo retablo permanece todavía el escudo del linaje.

Nicolás del Campo tuvo nueve hermanos, de los cuales guardó especial relación con Pedro José, que fue canónigo racionero de la catedral de Sevilla, así como con Benito, veinticuatro, procurador mayor de la ciudad y caballero maestrante.

El II marqués de Loreto fue un ilustrado, como demuestra el hecho de haber formado parte de los fundadores, junto con su hermano Benito del Campo y otros caballeros sevillanos, de la Sociedad Económica Sevillana de Amigos del País en 1775. Era un entusiasta coleccionista de libros raros, pinturas, figuras de yeso y monedas antiguas.

Hizo carrera militar, teniendo los empleos de coronel del regimiento de milicias provinciales de Sevilla y brigadier de los Reales Ejércitos. Participó en la invasión del norte de Portugal de 1761 en el marco de la guerra de los siete años y en el Sitio de Gibraltar de 1779.

Por real provisión de Carlos III de España de 13 de agosto de 1783 Nicolás del Campo y Rodríguez de Salamanca fue nombrado virrey del Río de la Plata, cargo en el que tomó posesión en Buenos Aires el 7 de marzo de 1784.

Como era pelirrojo los vecinos de la capital virreinal lo apodaron Bicho Colorado. A diferencia de la mayoría de los anteriores virreyes, no había tenido experiencia política alguna en Hispanoamérica antes de llegar a Buenos Aires. Demostró ser un administrador honrado y capaz para ejercer el virreinato, cuya importancia crecía vertiginosamente.

Durante su virreinato se continuaron los trabajos de los comisarios enviados para la demarcación del los límites entre los dominios de España y Portugal en América del Sur acordados en el Tratado de San Ildefonso de 1777.

El 8 de agosto de 1785 estableció la Real Audiencia de Buenos Aires, que había sido creada en 1783 por su predecesor; tuvo que hacer frente al establecimiento de la Real Ordenanza de Intendencias en el Río de la Plata —instituyendo ocho de ellas y creando la Intendencia de Puno, incorporada al Virreinato del Perú en 1796— prosiguió el arreglo de las calles, haciendo el empedrado algunas y al nuevo sistema de relaciones entre los intendentes y el virrey, con sus facultades y prerrogativas tradicionales.

Aplicó sus ideas ilustradas en la política económica virreinal. Influenciado por la fisiocracia fomentó la economía en todos sus niveles, tratando de promover la agricultura, estimulando el cultivo del trigo y la instalación de silos para conservar las cosechas.

No descuidó la industria ganadera, buscando nuevas fuentes de sal de buena calidad y bajo costo para facilitar el funcionamiento de los saladeros de carne vacuna (introducidos una década antes). Ello lo logró a través de dos objetivos: introdujo una nueva política de coexistencia pacífica y un comercio provechoso con los indios lo que le permitió enviar una expedición a las Salinas Grandes a fin de traer el mineral que necesitaba la provincia.

Mejoró las instalaciones del puerto y luchó contra el contrabando.

En 1789 el virrey marqués de Loreto fue reemplazado por el virrey Arredondo, volviendo a su Sevilla natal con el grado militar de mariscal de campo. Soltero y ya anciano, se fue a vivir junto a su hermano Benito del Campo, habitando junto a él y a su esposa en la casa que el matrimonio había edificado en la calle de San José nº 13. Esta casa palaciega, cuya fachada preside el escudo del marqués de Loreto, todavía se conserva gracias a que fue rehabilitada a finales del siglo XX como una de las sedes de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía.

Años después de su regreso a Sevilla, Nicolás del Campo fue nombrado Gentilhombre de Cámara de Su Majestad, con entrada, lo que le facultaba para pertenecer a los círculos cortesanos más inmediatos al rey Carlos IV de España. Por ello se trasladó a Madrid, donde murió el 17 de febrero de 1803 a la edad de 79 años. Fue sepultado en la cripta del altar mayor de la parroquia de San Sebastián.

Errores comunes en su biografía

Numerosas fuentes cometen frecuentes errores e inexactitudes a la hora de nombrar al virrey Loreto. En primer lugar, su nombre de pila fue Nicolás Felipe Cristóbal y no Nicolás Francisco Cristóbal.

Por otra parte, su segundo apellido suele aparecer frecuentemente como Rodríguez de las Varillas en lugar de Rodríguez de Salamanca, debido a que ambos apellidos se utilizaban en la época indistintamente ya que hacen referencia al mismo linaje. De hecho, los dos poseen el mismo escudo de armas con cuatro barras o varillas rojas sobre fondo dorado, rodeado el conjunto por una bordura azul con ocho cruces. Estas armas son las mismas que aparecen formando parte del escudo de la ciudad de Salamanca, ya que son las atribuidas al conde don Vela, juez de Castilla y repoblador de la ciudad, así como a sus descendientes, los Rodríguez de las Varillas, que habitaron durante siglos en Salamanca. También aparecen estas armas en el escudo que adoptó Hernán Cortés, ya que pertenecía a la familia Monroy-Rodríguez de las Varillas establecida en Extremadura. En cualquier caso, tanto el virrey Nicolás del Campo como su madre y hermanos, usaron más frecuentemente como apellido la forma Rodríguez de Salamanca o incluso simplemente Salamanca, si bien es verdad que en alguna ocasión aparezca apellidado como Rodríguez de las Varillas de Salamanca.

Otro de los errores frecuentes en la historiografía sobre este personaje es el hacerle I marqués de Loreto, cuando realmente fue el II de este título. Fue su padre el que había recibido del rey Carlos III de España tal dignidad en 1766. El marquesado de Loreto hace referencia a la propiedad por parte de la familia de la antigua alquería de Loreto, conocida en época romana como Laurentum y en época andalusí como Lorit, en la localidad de Espartinas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 May 2016 01:26

Excmo. Sr. D. Nicolas Antonio ARREDONDO PELEGRIN Capitán General del Ejercito Español 4º Virrey del Rio de La Plata

Militar español nacido en Bárcena de Cícero (Cantabria) en 1726 y muerto en Madrid en 1802. Desempeñó diversos cargos en la administración indiana y se distinguió por su acción como virrey del Río de la Plata durante una coyuntura favorable de desarrollo económico y social.

Ingresó en la carrera militar y realizó sus primeras acciones en Italia. Al sobrevenir la guerra de independencia norteamericana, fue asignado al ejército que combatió en la Florida en 1780. Terminada dicha guerra fue nombrado Gobernador de Santiago de Cuba (1785), cargo del que fue suspendido por haber permitido abusos de sus amigos. Pese a esto, fue nombrado Presidente de la Audiencia de Charcas en 1787, pero antes de tomar posesión fue nombrado Virrey del Río de la Plata; entró en dicha plaza en 1789. Poco después fue nombrado Teniente General.

Su mandato rioplatense coincidió con un enorme desarrollo económico y social de la región, que él favoreció positivamente. En Buenos Aires, que era ya una población de unos 60.000 habitantes, estableció los alcaldes de barrio y la persecución de los delincuentes. Niveló y cimentó las calles (llegó a empedrar incluso la Plaza Mayor), y vigiló las medidas sanitarias.

Dictaminó que los esclavos traídos al virreinato fueran desembarcados en Barrancas, donde se les sometía a una cuarentena. Activó también el negocio del comercio de cueros, persiguió los delitos de robo y venta ilegales y emitió normas rigurosas para el marcado del ganado. El comercio contó además con la instalación del Consulado. Especial importancia tuvo lo relativo a la introducción de esclavos, activada a partir de la libertad de tráfico de 1789. Procedían de África, pero también de Brasil, a cambio de ganado y plata. Desde Buenos Aires se enviaban a todos los territorios del virreinato y a Chile, vía Mendoza.

Arredondo colaboró en la delimitación de la frontera con Brasil, fortificó Montevideo y Maldonado y fundó Rocha, en la Banda Oriental (hoy Uruguay). También ordenó varias expediciones a las islas Malvinas e hizo reconocer las islas de los Estados. En 1793 se declaró la guerra de la Convención contra Francia; prohibió la circulación de libros y propaganda francesa y mandó vigilar estrechamente a los súbditos de dicho país. Terminó su mandato en 1795. Regresó entonces a España, donde fue nombrado Capitán General de Valencia.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor españahistori » 28 Ago 2017 21:30


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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 14 Dic 2017 01:09

EL SITIO DEL SANTUARIO DE SANTA MARIA DE LA CABEZ


El asedio al santuario de Nuestra Señora de la Cabeza fue un episodio de la Guerra Civil Española llevado a cabo por tropas republicanas contra un grupo de guardias civiles (unos 200) y personas civiles (alrededor de 1000) refugiados en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza en Andújar, Jaén. El asedio duró un total de nueve meses.

[b]Sublevación militar[/b]

En la provincia de Jaén el golpe de Estado de julio de 1936 fracasó estrepitosamente: el gobernador civil Rius Zunón, que apenas llevaba un mes en Jaén, quiso actuar con cautela; por un lado tenía instrucciones del Gobierno de Madrid de no armar al pueblo, y por otro lado, recibía en Jaén presiones de los diputados Vicente Uribe Galdeano (PCE), Alejandro Peris (PSOE), y Vicente Sol Sánchez (IR) para que ordenase armar al pueblo.

Al final, ese mismo 18 de julio de 1936 el Gobernador decidió mandar un telegrama mostrando su adhesión a la República y ordenó armar de forma ordenada al pueblo. El jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de Jaén, teniente coronel Pablo Iglesias, recibió la llamada del gobernador y discutieron las medidas que adoptarían. Iglesias se negó a armar al pueblo inmediatamente, pues temía que hubiera enfrentamientos con los guardias civiles en los diferentes puestos, y ordenó la concentración de guardias civiles en los cuarteles de Jaén, Úbeda, Linares, Andújar, Martos y Villacarrillo. Durante el día 19 de julio, los puestos de la provincia (98 en total) se van abandonando y se concentraron en los cuarteles conforme lo ordenado. Cuando comprobó el repliegue a estos cuarteles, el teniente coronel Iglesias permitió dar la orden de armar al pueblo.

[b]Primer repliegue de guardias civiles a Lugar Nuevo[/b]

El Gobierno de la República organizó una columna armada para intentar adueñarse de Córdoba, y se nombró al general Miaja para el mando. El 28 de julio las tropas de Miaja llegaron a Andújar. En Andújar, el Cuartel de la Guardia Civil estaba al mando del capitán Antonio Reparaz Araujo, quien convenció a Miaja para que sólo 40 de sus 90 Guardias se unieran a la columna, después de un intenso forcejeo dialéctico entre Miaja, el diputado Sol, que era el comisario político de la columna y el propio Reparaz, quien acompañaría a Miaja hasta el frente de Córdoba.

Los últimos días de julio, Andújar fue asolada por la violencia. Los milicianos sacaron de sus casas a terratenientes para fusilarlos, al igual que sacerdotes y padres trinitarios. Los sublevados bombardearon la ciudad para destruir un aeródromo. Visto este estado de cosas, Reparaz consiguió la orden el 5 de agosto, por la que los guardias civiles de Andújar se debían replegar a la sierra, hasta Lugar Nuevo. Junto a los 50 guardias civiles que habían quedado en Andújar, parten al mando del teniente Francisco Ruano Beltrán, para Lugar Nuevo, otros 25 guardias civiles de Venta Cárdenas, 20 paisanos armados y 231 civiles.
Segundo repliegue de guardias civiles a Lugar Nuevo y al Santuario

Mientras, en Jaén, la situación de los guardias civiles era igualmente tensa, y Reparaz de nuevo consiguió convencer a Miaja para que se ordenase el traslado de los guardias civiles de Jaén, y sus familiares, hasta la sierra de Andújar; allí, los familiares quedarían a buen resguardo de posibles represalias incontroladas, y los guardias civiles podrían incorporarse al frente cordobés. Este plan contó con el apoyo del Gobernador de Jaén, el ministro de Guerra y el general Miaja.

El traslado de Jaén a Andújar se hizo los días 17 y 18 de agosto de 1936, tanto en un convoy de varios camiones, como por tren. El propio alcalde de Andújar, Pablo Expósito Colomé, recibió en la estación al convoy, y despidió a los guardias civiles y sus familias, que en la tarde del día 18 de agosto tomaron la carretera del Santuario. Fue una expedición numerosa, que poco a poco iba llegando a Lugar Nuevo, a las casas del Encinarejo y al Santuario, que estaba casi desierto, ya que tras el alzamiento, los Padres Trinitarios habían sido detenidos y asesinados, y los pocos veraneantes de las inmediaciones, decidieron regresar a sus casas. No obstante, el Santuario estaba intacto, pues había sido respetado en su integridad. Todo este trasiego fue organizado por el teniente coronel Iglesias, el comandante Nofuentes, el capitán Cortés, y el propio capitán Reparaz, quien en realidad era el verdadero organizador de facto y mentor del traslado. Reparaz escribió en julio de 1937 un libro (Desde el cuartel de Miaja hasta el Santuario de la Virgen de la Cabeza) en el que indicaba que todo era un plan urdido de antemano por él, con el que consiguió engañar a los mandos de la República.

[b]Los guardias civiles quedan aislados en el Santuario[/b]

El teniente coronel Iglesias es enviado a Madrid, y más tarde a Guadalajara, por lo que el 21 de agosto abandona el Santuario, quedando allí su esposa e hija, que estarían hasta el final del asedio. Reparaz vuelve a Montoro con Miaja. Quedó al mando de los efectivos del Santuario y Lugar Nuevo el comandante Nofuentes, en una situación de tensa espera. La situación empezó con total normalidad, ya que los guardias civiles eran considerados afectos a la República, e incluso todos los días bajaba una partida a Andújar, al mando del alférez Carbonell, para abastecerse de provisiones y para recibir atención médica.

Hasta que el día 22 de agosto, en el frente de Córdoba, Reparaz se pasó a las líneas nacionales con unos 200 guardias civiles. En el bando republicano comienzan a pensar que la neutralidad de los guardias civiles del Santuario podía ser una farsa y se sienten engañados. El ministro de la Gobernación envía el 25 de agosto una orden para que los guardias civiles de Lugar Nuevo y el Santuario entreguen totalmente las armas. El 26 de agosto los milicianos llegaron al Santuario y el comandante Nofuentes les entregó las ametralladores y muchos de los fusiles, pistolas y cartuchos. El 28 de agosto es el último día que el alférez Carbonell bajó a Andújar, como hacía los días precedentes, para adquirir avituallamiento.

Desarrollo de las operaciones

Los guardias civiles se sublevan


El gobernador civil de Jaén designó a Lino Tejada para acudir al Santuario y conocer la realidad de la situación. El día 9 de septiembre Lino Tejada llega a Andújar y se entrevista con el alcalde, los días siguientes hace varias salidas a la sierra. En una de ellas, el 12 de septiembre, le pide explicaciones a Nofuentes quien responde: «tengo demasiados años y categoría para aceptar consejos de usted que para mi nada es ni representa, omitiendo por tanto toda explicación».

Finalmente el día 14 de septiembre se produce una reunión entre el comandante Nofuentes, el capitán Santiago Cortés González, el teniente Manuel Rueda García y los alféreces Carbonell y Hormigo, por un lado, y por el otro Lino Tejada, el alcalde de Andújar, y Agustín Cantón, capitán de los guardias de asalto enviados a la zona. La reunión fue muy tensa. Los guardias civiles deciden consultar a la tropa y a los falangistas, y hay división de opiniones, al final Nofuentes firma la evacuación a Andújar, que comienza a organizarse ese mismo día.

Mientras se organiza y comienza la evacuación, el capitán Cortés se va indignado al Santuario, pero una algarabía hace que salga a la lonja del Santuario; allí, unos guardias civiles le informan de que al subir algunas de las mujeres y niños a los camiones, para la evacuación, fueron insultadas por unos milicianos, quienes incluso decían que se las llevarían a la fuerza.

Cortés acudió a ver qué pasaba y ordena parar la evacuación, a su vez ordena detener a Nofuentes y los milicianos que quedaban en el cerro, quienes quedarán detenidos todo el asedio. El capitán Cortés asume el mando. A partir de la tarde de ese día 14 de septiembre, comenzó propiamente el asedio. Mientras, en la carretera, seguían su camino a Andújar varios camiones, con varios milicianos, y con los mandos republicanos creyendo que seguía la evacuación, incluso había con ellos 32 Guardias, dos cabos, un sargento y sus familias, quienes no tenían idea del incidente y la suspensión de la evacuación.

En el Santuario quedarán unas 1.200 personas de los que unos 165 son guardias civiles. La cifra exacta nunca se sabrá, pues hay cifras divergentes según las fuentes; el general Luque hablaba de unos 270 hombres combatientes y unos 870 hombres no combatientes, mujeres y niños.

Primeros meses del asedio

Del 15 de septiembre en adelante se sucedieron, por parte del Frente Popular, los intentos de negociación y rendición, y comienzan inmediatamente con los bombardeos aéreos, aunque al principio de escasa potencia. A su vez, desde el primer momento se envían proclamas y octavillas a los asediados. Una de las primeras proclamas dice:

«Excapitán Cortés:
Mentir amparando a más de 1200 mujeres y niños y llevarles a la ruina, manteniendo por el terror un estado de rebelión que no encuentran eco en los que engañados sufren y aún sufrirán más las consecuencias de ella, será muy hábil,pero no tiene nada de esa caballerosidad de que alardea. Es una doble traición; primero a las autoridades legítimas, incumpliendo sus deberes, y después a esas personas indefensas que intenta proteger. Además es inútil, aunque a su feroz egoísmo le duela; su responsabilidad extrema es clara y se exigirá inexorablemente. Si aún le queda un resto de conciencia no haga víctimas inocentes. Virgen de la Cabeza 15 de septiembre de 1936».

Una de las bombas de estos días de septiembre mata al guardia civil Juan Molina Gómez, la primera baja mortal del asedio. El 20 de septiembre una partida de milicianos tuvo un enfrentamiento en Lugar Nuevo, donde habían acudido para dispersar un rebaño de vacas, resultando como bajas tres guardias civiles y un miliciano.

El 9 de octubre se produjo el primer aprovisionamiento del Santuario por aire, por medio de un bimotor DC-2 pilotado por el capitán Haya, aprovisionamientos que siguieron todo el asedio, y sin los cuales, los sitiados no podrían haber resistido tanto tiempo. De las 170 misiones aéreas de abastecimiento al Santuario, 70 serían realizadas por él.

El 31 de octubre los republicanos enviaron refuerzos a la sierra de Andújar. Durante todo el día fueron llegando milicianos en un convoy de unos 200 camiones y coches, y el 1 de noviembre se lanzó un fuerte bombardeo por tierra y aire al Santuario y sus inmediaciones, que provocó la destrucción de numerosas casas de cofradías. Los civiles comenzaron a trasladarse al Santuario. El bombardeo aéreo continuó los días siguientes. El capitán Haya seguía lanzando provisiones y armas, y también lanzaba al Santuario palomas mensajeras. El 22 de noviembre, Cortés envía varios mensajes pidiendo ayuda, en uno de ellos, dirigido a Queipo de Llano, dice; «Precisa que por humanidad, por compañerismo, por patriotismo, pues a algo nos ha de dar derecho nuestro gesto, venga nuestra Aviación y nos atienda, siquiera sea en lo más esencial, que es la comida». Los sitiados comienzan a pasar hambre.

Meses centrales del asedio

En diciembre de 1936 y enero-febrero de 1937 la situación no cambiaba ni para uno ni para otro bando. Seguían los bombardeos, seguía el capitán Haya aprovisionando al Santuario, el teniente Francisco Ruano Beltrán seguía resistiendo en Lugar Nuevo, y seguía el capitán Cortés solicitando de forma desesperada ayuda a Queipo de Llano. En un mensaje del 6 de diciembre, Cortés describe la situación con las siguientes palabras; «Un mes de verdadera angustia moral y material, tanto por la furia desarrollada por nuestros enemigos como por la escasez de alimentos, al extremo de no tener que comer en los últimos días más que madroños recogidos entre tiros».

En enero hubo un ataque general contra Lugar Nuevo que fracasó.

A primeros de diciembre de 1936 Queipo de Llano lanzó una importante ofensiva en el frente de Córdoba para intentar liberar al Santuario, pero aunque se conquista Lopera, a unos 30 km del Santuario, los avances son escasos y finalmente el 29 de marzo, tras el fracaso de Pozoblanco, Queipo desiste de intentar nuevas ofensivas ante la eficacia de la defensa promovida por Antonio Cordón García, nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército del Sur de la República.

Comprobado el cese del ataque de Queipo, y controlado el sector de Pozoblanco, Cordón decide intervenir de forma decisiva en el Santuario.

Final del asedio; abril de 1937

Los efectivos del bando republicano son muy difíciles de calcular, aunque están presentes efectivos de las Brigadas mixtas 16.ª, 82.ª, 91.ª y 115.ª, algunas de las cuales son traídas de otros frentes. La más eficaz fue la 16.ª BM al mando de Pedro Martínez Cartón, que sería a la postre la brigada que culminó el ataque y ganó el Santuario. Dicha brigada contaba con unos 2.200 hombres.

El 1 de mayo sigue el bombardeo, los tanques penetran en las ruinas de las casas de cofradías, y detrás de ellos la tropa. Sigue la lucha hasta las 15:00 horas en que una granada hiere gravemente a Cortés. A las 15:30 horas el guardia de asalto Herrera, que había estado preso de los sitiados, ondea una bandera blanca. Los milicianos llegan a la lonja del Santuario y lo ocupan. El capitán Cortés fue trasladado a Las Viñas, donde murió el 2 de mayo.

Consecuencias

Los guardias civiles y demás hombres combatientes quedaron presos, y fueron enviados a Valencia, y de allí, serían trasladados a otros penales hasta el fin de la guerra. Los familiares y demás personal civil fueron llevados al Viso del Marqués (Ciudad Real) y alojados en el palacio renacentista del Marqués de Santa Cruz, y posteriormente, en casas del pueblo y la comarca.

La imagen de la Virgen de la Cabeza desapareció. Es un absoluto misterio su destino. El Santuario quedó casi totalmente derruido, y fue reconstruido tras la Guerra Civil.

Versión cinematográfica
En 1949 fue rodada una película que relataba los hechos acontecidos durante la contienda, El Santuario no se rinde, dirigida por Arturo Ruiz Castillo.

Hasta aqui la historia conocidad y oficial


Lo cierto es que cualquier opinión que se ejerza sobre cualquier cuestión relativa a la Guerra Civil en un país tan sumamente acomplejado cómo el nuestro que, aún después de setenta y dos años es incapaz de superar unos hechos que, pasados y enterrados siguen causando dolor y dividiendo a la sociedad Española.

Por ello, quiero dedicarme a desgranar uno de los hechos más conocidos y a la vez menos documentado de la Guerra Civil Española. El Asedio al Santuario de la Virgen de la Cabeza fue un enfrentamiento encarnizado en que, paradójicamente, los ganadores fueron los perdedores, pues la imagen de la Virgen en Jaén es de tal devoción y amor que, incluso aquellos que no creen en Dios se emocionan cuando la ven en su camarín. Estos son los hechos de un acontecimiento que podría haber eclipsado al mismo Alcázar de Toledo sino hubiera sido porque mientras que allí Moscardó pudo resistir, en Andujar, Cortés se dejó la piel en el Intento.

El Alzamiento fracasa en Jaén.

La provincia de Jaén no era de las más pobladas al inicio de las hostilidades. En sí apenas superaba los seiscientos mil habitantes dedicados casi en exclusiva al campo y muy polarizados en consecuencia hacía la izquierda. A ésto se añadía el hecho de que se mostraba el tópico latifundista. En jaén, cómo en toda Andalucía el campo estaba en toda su extensión en manos de unos pocos y éstos, muy ricos y nadando en la opulencia más absoluta oprimian a unos jornaleros que, apenas subsistian del trabajo temporal que daba el campo estando, en su mayor parte inmersos en una pobreza y hambre difíciles de compatibilizar con una paz social que se escapaba por momentos. Cómo únicos polos diferenciales se encontraba la cuenca minera de Sierra Morena, dedicada a la extracción de plomo y localizada en la zona de repoblación desde Santa Elena a Linares. Ésto no hacía sin embargo que, las condiciones de trabajo, fueran distintas a los de los labriegos, si bien tenían más estabilidad. está se veía descompensada por unas condiciones pésimas de trabajo, mal remunerado y con constantes muertes y accidentes. Éstos factores, unidos a la desidia de los “señoritos” a la hora de mejorar las condiciones laborales, hacían que el vivero de sindicalistas fuera fértil. Sólo la Federación de Trabajadores de la Tierra, afines a la Unión General de Trabajadores contaba con cincuenta y cinco mill afiliados muy cabreados. La CNT y la FAI, en su apogeo, juntaban trece mil desalmados más (No creian en Dios, y por tanto no tenían alma, a ver que se van a pensar). No sólo el sindicalismo andaba bullendo en la provincia. La victoria del Frente Popular dió mecha a las esperanzas de una población masivamente afín al socialismo con unos ochenta mil afiliados al Partido Socialista Obrero Español y trece mil más repartidos entre el partido comunista y las Juventudes Socialistas Unificadas. Un polvorín que buscaba un reordenamiento de una República que se consideraba burguesa en una dictadura del proletariado afín a la Unión Soviética.

Por toda la provincia se comenzó a notar la falta de pudor a raiz de la incipiente guerra. Los cortijos comenzaron a ser saqueados por toda la provincia sin que las fuerzas de orden público quisieran o pudieran hacer nada. Los asesinatos, los robos, las quemas de cosechas se convirtieron en el pan nuestro de cada día hasta mediados de Julio en que la situación, recrudecida, se tornaba insoportable e irreversible. Máxime cuando las fuerzas militares en la provincia se componían de la Guardia Civil y la Guardia de Asalto, no habiendo acuartelamientos del Ejército de renombre. Por parte de la Guardia de asalto, los efectivos, dirigidos hasta poco antes de iniciada la Guerra por el capitan de la guardia civil Rodriguez de Cueto se componían de unos cien hombres. Todos a favor de secundar y apoyar el alzamiento. Por parte del Benemérito instituto, los efectivos eran unas siete centenas agrupados en seis compañias distribuidas por toda la provincia y bajo al dirección del teniente coronel Pablo Iglesias Martinez. Los comandantes Nofuentes y Navarro serían sus lugartenientes y tendrían un papel fundamental en esta historia. De reciente destino, los mandos referidos no habían tenido tiempo de conocer los sentimientos de sus hombres en torno a la cascada de acontecimientos que se avecinaba, habiendo sido mandados ajaén en la reorganización del Instituto surgido de las Elecciones de Febrero del treinta y seis.

El hecho de ser relativamente novatos en el ejercicio del mando en la Provincia actuaría en favor de inhibirse de participar en el Alzamiento. El capitan de infantería Eduardo Gallo que, estando adcrito a la caja de reclutamiento, había comprometido medio millar de efectivos, actuaba de contacto con los rebeldes encontrándose en una dificil tesitura ante tal indecisión. El parte del Estado de Guerra, en poder del militar, ordenaba la entrega de armas a los paisanos a las tres de la tarde del día dieciocho de Julio. Ante la insistencia en secundar la revuelta, la reunión dilató la ejecución de dicho parte hasta últimas horas del Golpe, culminando en un rechazo forntal al mismo por parte del Gobernador Militar de Jaén, coronel Revuelta. Ésto terminó con los titubeos de la Guardia Civil que se inclinó definitivamente por permanecel fiel a la legalidad y la República, encarnando ésta decisión el mismo teniente Coronel Iglesias. Un cohete certificaría, según las consignas la unión a los sublevados. Los civiles implicados, en corrillos diseminados por los alrededores de la Comandancia esperaban esa señal. Sólo recibieron la orden de disgregarse y volver a sus casas. La sublevación había fracasado en Jaén.

Los acuartelamientos de la Guardia Civil acogieron con distinto humor la orden de mantenerse fiel a la República. A la orden del teniente coronel Iglesias de dar armas a los paisanos por orden gubernamental, algunos puestos se negaron o mostraron reticencias. Ésto ocasionaría los primeros enfrentamientos entre la Guardia Civil y la población. A fin de evitar que éstos choques fueran a mayores, se ordeno la concentración inmediata de los guardias en Jaén. En Andujar se habían concentrado ya bajo el mando del Capitán Antonio Reparaz y de igual modo la guarnición de Linares se había desplazado a Úbeda, concentrándose toda la tercera compañia evitando en lo posible los enfrentamientos armados con los paisanos en una situación que amenazaba con irse definitivamente de las manos en cualquier momento. Éste hecho dió pie a numerosas checas por todos los pueblos de la provincia que quedaron sin fuerzas de orden. Las venganzas políticas se fueron sucediendo en cada punto de la provincia donde los responsables del Orden Público dejaron el terreno expedito a los grupos incontrolados.



El Frente Popular vió, no obstante, éstas concentraciones cómo una amenaza latente. La Guardia Civil no era demasiado confiable para la República y aún se temía que secundaran el alzamiento.. la solución más lógica fue disgregar a los concentrados enviándolos a los frentes de batalla. Así ochenta guardias de Úbeda y noventa de Andujar serían desplazados con caracter de urgencia a puestos lejos de la provincia. Además, en Andujar se ordenó enviar el resto de la guarnición, con familia y todo, al palacio de Lugar Nuevo, a unos veinte kilómetros de la ciudad donde quedarían reconcentrados y en espera de órdenes. Una vez adquirida cierta tranquilidad al hacer ésto, el Frente Popular fijó sus ojos en la guarnición de Jaén. Se desplazarían en Agosto cincuenta guardias a Campillo de Arenas, en el límite conla provincia de Granada. y unos días despu´ñes el teniente coronel Iglesias, con ciento cincuenta guardias más sería despachado a defender el frente en Alcalá la real, donde quedaría al frente de todas las fuerzas militares y de paisanos de la localidad. Ésto y el hecho de que los guardias patinaran con la situacion de pertenecer a las órdenes de la República estando a favor del Alzamiento no tardó en provocar el paso de los primeros guardias a los pocos días de llegar a su nuevo destino. Por ésta razón el teniente coronel Iglesias perdería el mando en favor del comandante Navarro (recordemos que era lugarteniente de Iglesias). Ésto no sirvió de nada. El capitán Amezcua haría una gestión que dejaría pasmadas a las autoridades Repúblicanas cuando, a los pocos días ciento treinta y dos guardias, dos oficiales y él mismo pegaban el bote dejando a Navarro con un marrón de tres pares.

La desconfianza y hostilidad hacía la Guardia Civil fue en aumento por parte de la Républica. Haciendo cuentas, sólo con la tropa de la capital y liberando a los favorables a la rebelión inclusos en la Cárcel provincial y en la prisión provisional sita en la Catedral sobraban para volcar la situación y hacer la capital hostil al Gobierno. La fatídica estación del Tio Raimundo tan famosa en tiempos recientes sería el destino de cientos de presos que, bajo el eufemismo de ser destinados a cárceles más seguras, se dejaron la piel bajo los fusilamientos de los milicianos. Este tren, conocido cómo “de la Muerte”, sería quizás un claro predecesor de aquellos trenes que ya en tiempos de demecracia segarían la vida de casi doscientos inocentes.

Para los guardias civiles y sus familias se propusieron distintos destinos en un claro objetivo de disgregar la amenaza latente. Ante ésta posibilidad y conscientes de que sólo unidos podrían garantizar su propia seguridad y la de sus familias los interesados se negaron a la readjudicación de puestos, solicitando en cambio el reasentamiento en el Santuario de la Virgen de la Cabeza, a unos diez kilómetros de Lugar Nuevo y treinta y dos de Andujar. En tal lugar no habría problemas para dicho reasentamiento al albergar varias edificaciones pertenecientes a las cofradias y la misma servidumbre del Santuario. Éste hecho podría causar sorpresa ante la eventualidad de que el Gobierno aceptara la proposición de los guardias civiles. Nada más lejos de la verdad. El Frente Popular se quitaba así un problema mandando a la guardia civil lejos de los nucleos donde una eventual eclosión de rebelión pudiera actuar cómo catalizador de un levantamiento. Los guardias por su parte se quedaban todos juntos en un punto no demasiado lejano del frente nacional y en un punto alto relativamente fortificado y facílmente defendible. Los guardias civiles de la columna Miaja, a los que se había destinado un buen número de efectivos y que tenían en mente pasarse en Córdoba tomaron la decisión de esperar, a fin de dar opción a los reasentados a pasarse una vez el frente de Córdoba avanzara hacía Jaén. Abastecidos y montados en trenes, los guardias civiles de Jaén y sus familias fueron montados en un tren que los dejaría en Andujar el dieciocho de Agosto.

El veinticinco de agosto Reparaz cruzaría a Córdoba llevándose a doscientos guardias consigo y provocando el consecuente enfado en las altas esferas gubernativas. Santiago Cortés, a la sazón uno de los oficiales al mando de los reasentados y en continuo contacto con Reparaz acogería algunos días después a otros cincuenta guardias procedentes de Linares, desarmados y cómo todos, bajo sospecha. Cortés no perdía el tiempo y, ante la eventual necesidad de defender el Santuario, ideó, junto con Reparaz unsistema basado en cinco anillos concentricos o sectores defendibles prestando especial atencion a la defensa norte, menos abrupta y más facilemente atacable. Al pasarse Reparaz a Córdoba la situación se complicó. El hecho de que fueran ya cerca de cuatrocientos guardias los que se habían pasado al bando nacional no hacía sino sospechar de las intenciones de la Guardia Civil que, a pesar de su buena disposición al pedir ser trasladados al Cerro no dejaban de mostrase ambiguos y no mostrar apasionamiento alguno en pasar a formar parte de las fuerzas republicanas.

El nueve de septiembre Lino Tejada, nombrado enviado especial por parte del Gobernador Civil arriba a Andujar cómo encargado para conocer, de primera mano, la leatad de los refugiados en el Cerro, disolver el campamento y reincorporarlos a las fuerzas activas o entregarlos a los tribunales militares. Nofuentes, al mando de las tropas del Cerro, despreció al enviado mediante una nota que éste recibió el doce de septiembre. En ella le dajaba patente que, por su edad, graduación y servicios podía irse a tomar por donde la espalda pierde su noble nombre. Ésto dejaba meridianamente claro la predisposición de los guardias y el comienzo de las hostilidades. Hostilidades que, en principio y de forma suave se encrno en el lanzamiento de octavillas con el finde minar la moral de los residentes y que la tropa depusiera a sus jefes del mando. Al poco, ésto dió resultado. La tropa se desmoralizaba por momentos, el avance de tropas nacionales se había ralentizado quedando más lejos de lo que debiera esperase y el comandante Nofuentes decidió consultar sobre que hacer. Mientras los paisanos decidieron apoyar la causa nacional los guardias quedaron en su mayoría en un sepulcral silencio. El catorce de septiembre, acuciados por los panfletos una nueva reunión se celebra en el Santuario. En esa ocasión sólo los guardias fueron los únicos convocados, la decisión fue de evacuar el reducto, entregarse a las fuerzas repúblicanas y no alargar algo que no tenía visos de acabar bien.

Cortés no se decidia a abandonar el campamento. En sí sabía que era un suicidio. Lo mismo era quedarse en el Santuario. La diferencia era que arriba tendrían una oportunidad para pasarse si el frente de Córdoba avanzaba con la suficiente celeridad. A éstos pensamientos se unió el hecho de que, vigilando la explanada donde se organizaba, por la Guardia de Asalto la expedición de evacuación vió cómo, tras el primer convoy las mujeres se resistian a evacuar. Que una mujer hiciera lo que un hombre debiera hacer en razón a su género le resolvió el dilema. Acompañado por unos cuantos partidarios se abalanzó por la Calzada obligando, a punta de pistola a abandonar la evacuación. Se detuvo a los guardias de asalto y, a la vuelta, al comandante Nofuentes, asumiendo el mando el mismo Capitán Cortés. Ante la desesperanza en que los hombres de la primera expedición hubieran sido fusilados y sus mujeres violadas en cuanto salieron del Santuario, negoció el canje de los guardias retenidos en base a la entrega de éstos evacuados en la misma forma y estado en que salieron. Aquellos evacuados pertenecian a los puestos de El Tranco y Linares. Obviamente, éstos no se reintegraron y las autoridades republicanas siguieron lanzando octavillas para conseguir la rendición. En el tiempo, las octavillas fueron recrudeciendo el lenguaje e incluso se acompañaron de artefactos explosivos de poca potencia con caracter disuasor y de advertencia.

Cada vez acudian más parlamentarios a negociar una rendición que no llegaba desde Jaén, enviado por un gobernador civil que veía cómo, por momentos, el pequeño problema del Santuario se iba hacíendo cada vez mayor. Por contra, en el campamento la situación pintaba bastos. No todos la tenían consigo y, si bien los paisanos estaban firmemente convencidos de aguantar, los guardias eran los que más pegas ponían. Al poco treinta y cinco guardias habían desertado del lugar y Cortés tomó la determinación de ordenar que se disparara a matar a todo aquel que osara salir del perímetro de seguridad. En Lugar Nuevo la cosa no iba mejor. Si bien parece que entre ambos campamentos la compenetración era total el hecho real es que entre el teniente Ruano, al cargo de Lugar Nuevo y el Capitán Cortés a cargo del Santuario tuvieron constantes desencuentros a la hora de planificar y actuar. Ésta actitud hizo que Cortés entregara el mando a un brigada, según testimonio de Juan Beltrán, tio del mismo teniente. Ésto sucedería a mediados de septiembre cuando tal testigo, acercándose el mismo día diecisiete al puesto con la intención de hacerle recapacitar se lo encontró detenido. Más tarde el mismo Cortés declararía veraz ésta situación, al confírmárselo al Sargento de la Guardia Civil José Garrido, nuevo enviado de los repúblicanos al asegurarle que el teniente había sido depuesto del mando y contado entre los detenidos.

Así, poco a poco, Cortés iba a ir depurando a todos aquellos que, en el ejercicio del mando y en la defensa del Santuario pudieran ocasionarle problemas. El teniente Ruano no había conocido de manera previa a Cortés, al hallarse recien ingresado en la Guardia civil, por lo que aquella situación fue la primera en la que coincidieron. Según se puede suponer, Ruano, al haber sido designado por Reparaz como supremo jefe de la guarnición no aceptaba las órdenes de Cortés aún cuando aquel era superior en el mando. La destitución por insubordinación parece ser la más normal para justificar la detención. Ruano, de carácter soberbio sería descrito a posteriori por Nofuentes que lo describiría cómo un patán cuando, terminado el asedio pasó ante él con la cara baja cuando antes lo había tratado cómo a una porquería. Señalar que éste relato Nofuentes lo hace para limar asperezas para entrar, una vez liberado, en la Guardia Nacional Republicana.

Aquello, en principio parecía el Ejército de Pancho Villa. Cómo primer oficial, Cortés vería cómo su mando era reiterativa y sistemáticamente puesto en duda. Cómo así mismo su persona, en cuanto oficial de la Benemérita se vería ninguneado al no solocitársele órdenes u opinión en determinados momentos. El doce de abril, por ejemplo y sin que supiera nada, se lepresentan doscientas personas en el Santuario procedentes de Lugar Nuevo.

El repliegue, organizado de manera unilateral por los acampados en Lugar Nuevo contaría con varías oleadas, la primera de las cuales, con el referido número de refugiados, arribaria a altas horas de la mañana. Cortés, en el cementerio no podía dar crédito a sus ojos. La marabunta humana que se le sobrevenía llegaba por que sí, sin que el hubiera ordenado ni sabido nada. Al dia sigueinte comunicó el hecho a Córdoba. Se referiría aún una vez más al día siguiente, el catorce, cayendo el mensaje en manos de la guarnición repúblicana. El teniente coronel Cordón al mando de dicha guarnición conocería así la pesadumbre de Cortés, que señalaba un empeoramiento notable en las condiciones de vida en el Santuario. Hacía exclusivamente responsable de aquel hecho que ponía en un mal paso a todos los resistentes al oficial al mando. Es de reseñar que, en aquel momento, Cortés decide mezclar a todos los hombres, paisanos y guardias cómo un único cuerpo.

Por contra, el oficial detenido, Ruano, lo hace para ser educado, según reseña en su comunicado Cortés, al considerarlo inmaduro en el ejercicio del mando. El veinticinco de septiembre, Lino Tejada cesa en su delegación cómo negociador. Antes de ello lo habrá intentado todo, panfletos, soflamas y muchísimas bombas, a cada cual más potente que iran desgastando la moral de los resistentes. Al mando de las operaciones de acoso y derribo se asumirá el comandante general de la columna de Andalucía, Hernandez Sarabia. A el corresponderan las órdenes y estrategia para rendir un puesto declarado en rebeldía a la República. En su perímetro quedaban un total de doscientos treinta y tres combatientes para defenderse a ellos y una población de doscientos cuarenta mujeres, niños y ancianos en el Santuario y ochenta y cinco combatientes y doscientos treinta personas no aptas. En total Cortés se enfrentaba a lo inevitable con tan sólo trescientos veinte combatientes para proteger a casi un millar de indefensos.

Comienza el Asedio guardia

El Asedio se prolongaría por mas de siente meses en unas condiciones de vida y combate infrahumanas. Aislados en un promontorio rocoso en medio de Sierra Morena, los defensores tendrían que lidiar no sólo con un ejército mucho más nutrido en hombres, sino mejor pertrechado, organizado y preparado. Ellos carecian de todo lo más básico y sólo contaban con la ventaja de estar en alto, con lo que el movimiento de tropas era perfectamente visible. Por lo demás el tiempo corría en su contra y el prometido paso a las filas nacionales se vería ralentizado por la eficiencia de la columna de Andalucía en el combate. El operativo inicial por parte repúblicana rondaría unos mil quinientos hombres. Éstos, milicianos de los alrededores, equipados con fusiles y sin preparación militar se encontraban al mando del Capital de la Guardia de Asalto Agustín Cantón, de Jaén.

Éste número de hombres sería sin embargo una ventaja para los sitiados, militares en su mayoría, mucho más disciplinados y preparados para el combate. Éste número, tanto de sitiadores cómo de sitiados será siempre orientativos pues las deserciones y bajas fueron constantes y sólo una exhumación de los cadáveres en el cementerio del Cerro podría arrojar algo de luz. No se sabe si estan todos los que son pero si, se supone, que son todos los que están. Debemos tener en cuenta que el número de deserciones entre los combatientes fue constante, si bien aumento más al principio y final de la contienda. Lo paradójico es que, a la inversa y a pesar de las malas condiciones de los sitiados, hubo miembros de las fuerzas repúblicanas que se pasaron al bando de Cortés. Varios suboficiales y números tanto de la Guardia Civil cómo de la Guardia de Asalto que, además de compartir el funesto fin de los defensores, asegurarían a Cortés la existencia de más compañeros dispuestos a pasarse. Ésto generaría un baile de cifras dificil de afinar por cuanto lo que hay en el Cementerio son fosas comunes y no hay registros fiables de personas de un lado a otro.

Lo que si es evidente es que la situación se agravaba. No se podría permitir permanentemente el paso de personas de abajo a arriba pues no había alimento para tanta gente y a tal fin en noviembre Cortés tuvo que comenzar a deshechar las porpuestas de adhesión. Fueron momentos precarios en que Cortés tuvo que derivar los esfuerzos de la tropa que pretendía pasarse a actuar de quinta columna, bien saboteando al Ejército Republicano, bien actuando para tomar Jaén. Del mismo modo tuvo que ir rechazando el dar asilo a un contingente de personas, más de doscientos procedentes de Fuencaliente, en Ciudad Real donde sufrían persecución.

El ambiente en el campamento era irrespirable y todas las peores cosas que una persona pueda imaginar en un momento de apretura eran la moneda corriente en aquel lugar. Desvalidos, sin ropa y sin saber, a ciencia cierta, cual sería el desenlace de aquel sitio, los defensores se obcecaban en mantener la moral alta y no dudo que éstos gestos de adhesión en cierto modo quebrantaban la monotonía y elevaban la moral de los asediados. Los republicanos querian romper esa moral, pues sabian que un sitio se mantiene, más que por las fuerzas que lo surten, por las ganas de resistir que se tengan. Tener mujeres y niños no era demasiada buena prensa y se propusieron quebrantar la moral empezando por cortar todo contacto con la zona nacional. Puesto que la radio de la comandancia había sido requisada por las fuerzas leales, las comunicaciones con el frente nacional se hacían mediante un receptor modificado, éste se alimentaba por la electricidad de un generador situado cerca del Camarín. En el se comenzaron a emplear los leales cómo medio para vencer la moral del enemigo.

Una vez destruido el equipo de radio, la incomunicación supuso una nueva traba en el discurrir de la vida en el Santuario. La esperanza de una ofensiva que los liberara se hacía más difusa con el discurrir de los días. Las esperanzas iniciales de que los cuatrocientos guardias que se habian pasado a los nacionales intercedieran para recuperar el Santuario donde muchos tenian a sus familiares se vino abajo una vez se conocíó que los planes de Franco eran avanzar lo más rápidamente posible a Madrid, en una suerte de guerra relámpago que, cómo sabemos, no se pudo llevar a cabo. Los efectivos que quedaron atrás, a las órdenes de Queipo de Llano eran insuficientes para una ofensiva rápida y eficiente con el objetivo de librar al Santuario. En la Campaña de la Aceituna no obstante, el General consiguió avanzar hasta Lopera y Porcuna, visibles desde el Santuario. Así se pudo suplir la radio por heliógrafo, restableciendo en precario la comunicación que se veía complementada por el uso de palomas mensajeras con mensajes encriptados. Así supo Cortés que los cuatrocientos guardias en los que basaba sus esperanzas habían sido diseminados por todos los frentes nacionales con lo que llegar al Santuario sería, al menos de forma inmediata, imposible.

Carlos Haya, aviador experto de la Aviación Nacional, sería también una de las figuras más destacadas del Asedio. El hecho de que el aislamiento del Santuario fuera practicamente total, hacía dificil el aprovisionamiento que debía alimentar, vestir y municionar a un contingente de mil personas. todo éste abastecimiento debió hacerse, de manera forzosa por aire. Lo que hacía más dificil la situación es que los aeródromos más cercanos estaban en Córdoba y Sevilla. Por ello Haya tuvo que realizar sus aprovisionamientos, forzosamente, de noche. A fin de evitar a las fuerzas republicanas y rentabilizar al máximo los envíos tuvo que ingeniarse varios métodos para garantizar que si no toda, la mayor parte de la carga llegara, en buenas condiciones, a destino. Para ello reforzó su DC-2 aligerándolo en lo posible para aumentar la carga y aumentando la potencia de sus motores. Además añadió toda una panoplia de sistemas para mejorar la entrega, desde acolchamiento con dobles sacos al empleo de pavos que, planeando, llegaban al Santuario depositando las cargas más delicadas.

De las 157 salidas que abastecieron al campamento Haya lideró 70 por lo que recibiría la Cruz Laureada de San Fernando en el cuarenta y dos. Aún así y a pesar de su buena voluntad, el sistema de abastecimiento era insuficiente para el suministro a tal población. Los setecientos cincuenta kilos de pan y trescientos de legumbre o patata que se precisaban para una ración mínima eran imposible de abastecer por vía aérea. Se comenzó a cubrir esta carencia con el aditamento a la dieta de animales y frutos silvestres en el area circundante del Santuario. El hecho de que el Invierno se adviniera y que lo poco comestible en derredor de la zona se extinguiera motivó que la desesperación hiciera a algunos de los habitantes el probar con hierbas desconocidas. Miguel Chamorro y sus dos hijas moririan por ésta causa en febrero del treinta y siete. A parte de éstas carencias, entre los sitiados empezaron a aparecer enfermedades motivadas por el frío y las condiciones insalubres en el Santuario. El hecho de que la población creyera en Agosto, cuando se produjo el traslado, que la estancia sería corta, hizo que en el aprovisionamiento inicial no se tuviera en cuenta el abrigo para una estacióninvernal que no esperaban pasar en aquellas condiciones. Un otoño-invierno particularmente lluvioso y unas instalaciones precariasm pues los obuses republicanos habían reducido el Santuario a escombros, manteniendose apenas algunas partes en pie supuso un handicapo añadido a una situación ya de por sí desesperante.

El particular Guernica Repúblicano se dió, sin duda, en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza. La incipiente aviación militar repúblicana y nacional hicieron sus pinitos en éste conflicto mientras la artillería fue la protagonista indiscutible de una batalla que no fue tal. Los Defensores apenas tenían sus armas automáticas y lo poco suministrado por aire merced a los envíos llevados por Haya. Así, si al principio la artillería se usó para amenazar al final fue un elemento machacante para las vidas y la moral de los sitiados.

Las demostraciones de fuerza tanto de la aviación cómo de la artillería fueron devastadores. Esos medios que reducirian a escombros la casa de la Morenita, se unirían a los primeros ataques ordenados por Tejada a mediados de Septiembre y efectudos con aparatos procedentes de los aeródromos de Andujar y Baeza. De reseñar que en esos primitivos ataques, el brigada de Carabineros Juan Molina tendría el dudoso honor de convertirse en la primera victima mortal del enfrentamiento, siendo además, el primer inquilino del cementerio que, a partir de aquel día, se convertiría en el melancólico lugar en el que reposarían muchos de los defensores.

Los bombardeos por aire fueron irregulares no obstante. Las condiciones meteorológicas y las condiciones de la guerra no permitián tener siempre una disponibilidad total para bombardear la posición. para suplir ésta carencia, el Ejército Repúblicano fue, con el paso del tiempo, desplazando piezas de artillería con el que machacar, día sí y día tambien, con algunos de clama según se terciara. Lo curioso es que, cómo la aviación, las piezas de artillería se iban moviendo a los frentes de los leales según necesidades, con lo que se puede suponer que el Cerro si bien era un grano incómodo, no parecía ser un objetivo más allá de la molesta insistencia de los defensores en resistir. Aún así, la inteligencia detectó que Queipo de Llano seguía avanzando por la zona de Lopera, lo que se interpretaría cómo un intento de liberar el Santuario, por lo que se reforzaría la posición con piezas de artillería estables, incorporando incluso una bateria del 10, 5 a fin de batir todo el lateral norte del Santuario para forzar la rendición de una población que no podría encontrar resguardo ante un eventual ataque de la aviación.

El ridículo rodeó en todo momento las posiciones republicanas. Ante un enemigo exhausto, hambriento y armado sólo con fusiles, los leales fracasaron en su intento de tomar el Cerro el día de los Santos del treinta y seís. En éste ataque que tuvo una participación desmesurada de nueve aparatos, abundante fuego de artilleria y fusilería sobre una posición derruida y en escombros llevó a la conclusión a los sitiadores que que no estaba dando suficiente caña. El cinco de noviembre llegan dos piezas de 12´40 a la zona llamada Casa de Orti, empezando a machacar loq eu queda del Santuario. No parece ser suficiente y se emplaza, para forzar una resolución rápida del conflicto una nueva bateria de 7,5 que se añade al bombardeo ya de por si intenso. El resultado de tan intenso y a la vez inutil bombardeo fue que los leales sólo pudieran ocupar escasas zonas machacadas intensamente por los bombardeos. Si bien hubo unos veinte muertos entre los asediados, la moral de éstos se reforzará por el hecho de que el ejército republicano sabe ahora que, para terminar el asedio es absolutamente preciso tomar el Cerro ocupado por la cuarta sección. En enero los sitiados tienen un leve respiro pues las necesidades de la Guerra obligan a los republicanos a disminuir el efectivo sito en la zona. Así los efectivos no llegaran a cuatrocientos entre cuadros de mando, milicianos y guardias de asalto con una bateria de 11,5. Calentitos, bien equipados y pertrechados mientras los de arriba las van a pasar canutas durante, al menos, cinco meses más.

[b]El principio del Final.[/b]

Para entender los desmanes de éste Asedio hay que comprender que el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza está en un promontorio rocoso en el centro de lo que hoy es el parque natural de Sierra Morena. mal comunicado y sin interés estratégico alguno para ninguno de los dos bandos al estar lejos de cualquier probable posición valiosa. La población residente en aquel momento era eminentemente civil, el efectivo militar estaba mal armado y suministrado y el hecho de que la via de acceso hasta andujar sea un camino tortuoso y mal asfaltado no permitiría una ofensiva exitosa ni contra Andujar ni contra ninguna otra posición militar. Lamentablemente el ejército republicano no tenía interés militar en acabar con el Santuario sino propagandístico.
El hecho ampliamente cubierto por la empresa de que el Alcazar de Toledo hubiera resistido la embestida del ejercito repúblicano hacía necesario contrarrestar aquella mala prensa fuera al precio que fuera. El Asedio se estaba conviertiendo en unporblema mcuho más serio de loq ue pudiera parecer para el ejército republicano que veía cómo el ridiculo se cernía sobre el al tomar en la prensa nacional e internacional el hecho de que Cortés y los suyos resistieran, desde aquellos riscos, sin más defensa que la moral y la Fé ciega en que serían rescatados mas pronto que tarde. En un ejercito en retroceso que mantenía a duras penas Madrid, se dío un punto de inflexión cuando, conquistando Guadalajara a las tropas italianas que la defendían los republicanos sitos en el Santuarión se vieron ávidos de moral en un mes de marzo, inicio de primavera en que el campamento yacía más muerto que vivo.

El Santuario no sería otro Alcázar ni Oviedo y a ello se emplearían desde aquel momento con rigor los desplazados a aquella nueva Numancia. A todo ésto se uniría el afán del nuevo jefe del Ejército de Andalucía Gaspar Morales por demostrar la nueva eficiencia del Ejército Repúblicano, reorganizado en los primeros meses y constituido en Brigadas Mixtas y Divisiones, tomándose la decisión en los promeros días de Marzo de terminar definitivamente con el Santuario y lo que supone. Entre las medidas a adoptar por parte del Gobierno para terminar con el asunto de Santa María de la Cabeza estaban el reforzar un altavoz de frente con el que desmotivar a los sitiados mediante las palabras de todo aquel que se aviniera a pedir la rendición de la posición. Si esto no resultaba se tendría en cuenta el posicionamiento de nuevas piezas de artillería y, si fuera menester, incluso la incorporación de una Unidad de Tanques.

Todo en un desproposito que había costado ya mucho más presupuesto a la República que lo que, en verdad, valía la posición. El funcionamiento del altavoz dio un resultado casi inmediato, procurando la rendicion de cinco personas de Lugar Nuevo que, en el colmo de la mala suerte, fueron apresados de inmediato. Sabiendo que el Palacio de Lugar Nuevo se ocupaba por una desmoralización total a través de los detenidos, Cortés envía catorce guardias civiles para reforzar una moral que, sin embargo, se resquebraja por momentos. En el mes de abril, la República comienza la ofensiva final con el reforzamiento intensivo de pertrechos y hombres, que ya no cesaría hasta la caida del Santuario el día uno de Mayo.

En éste punto en que la República se jugaba su prestigio al todo por el todo, los efectivos destinados a acabar con tan molesto grano supurante rondarian los diez mil soldados en batalla. Una cifra que, de ser veraz, sería desproporcionada en toda regla suponiendo una División casi al completo para acabar con un problema que en principio sería menor. Deberíamos tener en cuenta que el ridiculo era creciente y que había que acabar de raiz, sin contemplaciones y dándole el mayor pábulo posible con tan espinoso asunto que, en los medios nacionales e internacional aparecia cómo el colmo de la heroicidad. Por si diez mil hombres fueran pocos para reducir a unos escasos quinientos sitiados de los que menos de la mitad estarían en situación de combatir, se despalazó una compañia de tanques compuesta por unos doce carros de fabricación rusa T-26B con cañon de 45mm y ametralladora coaxial. Éstos tanques serían los portagonistas de la última jornada del Asedio y llegarían recomendados por la batallas de Seseña y Guadalajara, sirviendo de parapeto a los ofensores al mismo tiempo que los dotaría de una capacidad de fuego superior. Desde el día diecisiete los ataques se intensificarían de día y de noche. Treinta y siete sitiados se dejaron la piel sólo ese día siendo el diecinueve cuando los tanques empiecen a funcionar.

Así ese día fatídico dio comienzo a las dos de la mañana con fuego intenso y graneado dando la luz del día un fatídico balance de dieciseís víctimas mortales. El avance de los carros hace ceder la resistencia en las casas de la Plaza hacíendo retroceder a los sitiados que ven, impotentes, cómo los tanques comienzan a ascender por la Calzada que conduce al Santuario. La intervención en última instancia de la Aviación Nacional y la resistencia, ya sobrehumana de los defensores hace que dos carros se descuajaringuen y que se aborte una operación que comienza a crispar los nervios del alto mando leal.

En aquel momento tanto uno cómo otro bando experimentaron una subida de moral considerable. Por parte de unos se había roto el cerco, por parte de otros se había resistido incluso a carros de combate. La realidad no obstante era que la situación era del todo insostenible y cómo tal el mismo Franco decidió interceder en una resolución pactada. A tal fin contacta de motu propio con la Cruz Roja Internacional para que ésta interceda en la evaciación de mujeres y niños. El plan era sencillo y así se lo expuso Queipo de Llano a Cortés que, sin embargo dudaría de la efectividad del mismo. Una vez evacuadas las mujeres, niños y ancianos, los defensores aprovecharían la noche para dispersarse e intentar alcanzar, a la desesperada, las lineas nacionales. La Cruz Roja llegaría a las nueve de la noche si bien en ese momento comenzarían los problemas. Para empezar los republicanos no permitieron que se accediera al Santuario por lo que se pidió que una delegación de los sitiados acudiera a una reunión con ellos. Entre las condiciones que se pactarían seria la de salida en conjuntos de cuarenta personas hacia la zona nacional saliendo un convoy cuando el anterior llegara a destino y éste término se comunicara por Heliógrafo desde Porcuna. Cordón rechazó de plano éstas peticiones.

No podía tolerar que un capitan que llevaba ocho meses poniendo en ridículo al ejército que el mandaba le ninguneara, por lo que de haber evacuación, sería a zona republicana. El gobierno de la república, ya en Valencia fue aún más radical. Largo Caballero ordenaría que las evacuaciones estuviera subordinadas a la total e incondicional rendición de los defensores. La sanción que le esperaba a Cordón de incumplir la orden iba a ser de órdago. El día de San Marcos, veinticinco de marzo las negociaciones se iban a pique junto con la última oportunidad de una rendición pactada. El General Franco volvió a contactar no obstante con la Cruz Roja para solicitar que se evacuara a las mujeres y niños quedando agrupados hasta concertar un canje de prisioneros con el Gobierno de Valencia que no llegó a fuctificar, preparándose, ahora sí, la población del Santuario para el envite final.

Las piezas de artilleria comenzaron a derramar miedo y muerte en torno a las cuatro de la mañana sobre los ya arruinados restos de un Santuario que habia permanecido en pie por siglos. Se batió la posición hasta las seis de la mañana en que los tanque stomaron la iniciativa. Según Cordón iban a poner toda la carne en el asador. Una fuerza forntal batiría en ascenso con todo lo que se pudiera aprestar al Santuario. Después una fuerza auxiliar en retaguardia iria rematando lo que quedara. La infantería cayó sobre las secciones I,III y V fijando todo lo que se movía en la zona mientras los tanques avanzaban hacia la explanada para ascender por la Calzada dejando listas a las secciones II y IV.

Se hallaba Cortés con el fusil en mano defendiendo lo que quedaba de los muero del Santuario cuando le llegó, como un mazazo la noticia de la caida de la sección IV. La caida de esa posición suponía dejar expedito el camino a la toma de todo el campamento. Con todo perdido, Cortés se sobreexpuso al peligro no valorando correctamente el peligro que corría hasta que fue alcanzado por la metralla de una granada en un hecho que no parecía sino dar la impresión de que deseaba dejar la vida cómo había dejado su impronta entre aquellos peñascos graníticos. Mientras su vientre se desangraba no cejaba en el empeño de beber agua para, por lo que parece, acelerar su muerte ante la inminente entrada del enemigo en el recinto del campamento. El espectáculo que encontrarian los soldados republicanos sería apocalíptico. Un sinfin de figuras demacradas, hambrientas y cubiertas de harapos que terminaban su resistencia para entrar en la Historia de España.

De los trescientos cincuenta combatientesiniciales sólo quedaban ilesos cuarenta y dós. Las mujeres y los niños se concentraron en la explanada del Santuario donde fueron atendidos por Cruz Roja mientras que los combatientes se concentraron al cargo del Alférez Carbonell en la casa de Peones.

En la carretera de acceso al Santuario se fueron concentrando las camillas en las que reposaban los heridos que iban siendo examinados por el personal sanitario y evacuados según gravedad al hospital de sangre situado a veinte kilómetros, en las Viñas de Peñallana. En la primera ambulancia que se improvisó se envió a Cortés, dos milicianos y la hija del Brigada Jiménez, llegando ésta cadáver al Hospital. Cortés sería intervenido de urgencia por el doctor Santos laguna a su llegada al Hospital en torno a las ocho. Sería interrogado y moriría finalmente el dos de mayo sobre las tres a consecuencia de la gravedad de sus heridas.

Hoy su cadaver reposa en la cripta del Santuario que con tanto ahínco defendió. Fue condecorado a título postumo con la Cruz Laureada de San Fernando que hoy reposa sobre la sagrada imagen de Santa María de la Cabeza. Corre la leyenda que, viéndose perdido el Santuario ordenó Cortés esconder la primitiva imagen de la virgen para que no fuera ultrajada una vez caido el Santuario. Que verdaderamente pasara así y que la virgen siga escondida es base de todo tipo de controversias y opiniones que añaden un rayo de romanticismo a una historia triste de nuestra Historia reciente.

El resto de combatientes fueron derivados a Andujar, donde se concentraron en el antiguo cuartel de la guardia Civil a la espera de ser enviados al presidio de San Miguel de los Reyes, en Valencia, en el que permanecerían hasta su liberación por parte del General Aranda. Los cadáveres de aquellos que murieron en el Asedio reposan hoy, en varias fosa comunes en un pequeño cementerio, heredero de aquel improvisado que inaugurara Cortés en el que varias lápidas, sin nombres y con una escueta cruz, dan descanso eterno a los que allí murieron. Una pared con el nombre de los fallecidos da fe de los que cayeron en el Asedio. La población civil se derivó al Viso del Marqués donde quedaría alojada en primera instancia en el palacio de Santa Cruz hasta el acogimiento por parte de familias de la población.

Hoy en día y merced de la Ley de Memoria Histórica muchos de los simbolos y posiciones han quedado destruidos o se han retirado rompiendo la memoria de un hecho que no debería ser olvidado por nadie para impedir que se repita el día de mañana. El Santuario, reconstruido por la Direccion General de Regiones Devastadas alberga hoy la imagen de Nuestra Señora de la Cabeza, reina indiscutible de Sierra Morena, patrona de la Diócesis de Jaén y protagonista de la Romería más antigua de España y la segunda en importancia tras la del Rocio. Quien visite el lugar no podrá evitar sentirse sobrecogido por lo austero de un paisaje que aún, en cierta forma, alberga una parte de aquellos hechos, en cada una de sus piedras.

Yo no puedo por menos de preguntarme, ¿Si no hubiera existido la rivalidad entre Franco y Queipo de Llano? ¿Se habría intentado la liberación del Santuario con más medios? o con alguna otra operación militar que hubiera desahogado a los defensores.

Saludos Gloria y Honor a quienes dieron su vida por su Patria :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Ene 2018 17:04

De soldado a Maestre de Campo, la gran historia de Don Juan del Águila.



Nacido en Ávila en 1545 y criado en la localidad de donde era natural su familia materna, El Barraco, Juan era el cuarto hijo de Miguel del Águila y Sancha de Arellano, nieto del señor de Villaviciosa. Al tener tantos hermanos por delante, poco o nada podía heredar el joven Juan, así que como muchos en la época decidió labrarse un futuro en la religión de hombres honrados, en la milicia, en los famosos Tercios. Con 18 años se alista en la Compañía de Pedro González de Mendoza, hermano del Maestre de Campo Gonzalo de Bracamonte.

Su primera acción -integrada su Compañía en el Tercio de Cerdeña según unos autores, en el de Sicilia, según otros- será en 1564 la toma del peñón de Vélez de la Gomera, habitual refugio de piratas. Al año siguiente participa en el socorro de Malta, salvándola del asedio de los turcos; y en 1566 en la ayuda a los genoveses en Córcega contra el rebelde Sampiero Corso. Llega 1567 y parte con el Tercio Viejo de Sicilia, o el de Cerdeña, a Flandes. Allí participa en la batalla de Heiligerlee, con lo cual nos decantamos por la opción de que estaba en el Tercio Viejo de Cerdeña, pues este fue disuelto por el duque de Alba como consecuencia de la venganza que por la derrota en esta batalla, lo soldados de este Tercio ejercieron contra la población. Además como les culpó el gran duque, en muchos años fue la única victoria holandesa en campo abierto y eso tenían que pagarlo.

Tras estos sucesos la Compañía de Juan se integra en el Tercio de Flandes y su capitán le designa como alférez de la misma. En 1574 participa en la victoriosa Batalla de Mook. Dos años después es enviado a socorrer el castillo de Gante. Muerto el gobernador Luis de Requesens, Guillermo de Orange aprovecha para instar a la revuelta. Las tropas imperiales, como siempre estaban faltas de pago, y los alemanes y valones aprovechan la revuelta para cambiar de bando y dejar entrar a los rebeldes holandeses en Amberes, donde Sancho Dávila queda sitiado en la ciudadela. Aquí Juan del Águila da grandes muestras de liderazgo pues en Alost, donde los soldados españoles se habían amotinado por la falta de pagas, convence a estos para que depongan su actitud y le ayuden a salvar a sus compatriotas de Amberes.

Los soldados de los Tercios, como tantas otras veces, anteponen su deber al dinero y toman la ciudad, eso sí cometiendo grandes saqueos y llevándose todo lo de valor. Juan del Águila es nombrado capitán y obtiene su propia Compañía. Estamos en 1577 y con la paz del Edicto Perpetuo, marcha, ahora sí, con el Tercio Viejo de Sicilia a Lombardía, pero enseguida es reclamado de nuevo por Don Juan de Austria, siendo repatriado en 1580 por Alejandro Farnesio, ya que se les adeudaban 24 pagas. Vuelve a Flandes en 1582 y al año siguiente, muerto su maestre de campo, es elegido para el cargo con tan solo 38 años. En veinte años había pasado de soldado bisoño a mandar todo un Tercio Viejo.

En 1584 participa en el asedio de Amberes, donde se destaca su Tercio, especialmente en la batalla del dique de Covenstein. Rendida Amberes el 17 de Julio, los soldados reciben las 37 pagas que se les debían desde su retorno a Flandes. Son destinados a la Isla de Bommel, donde vivirán el famoso Milagro de Empel y posteriormente, en 1586, participa en las conquistas Grave, Neuss, Alpen y el socorro de Zutpehn, expulsando de allí al ejército inglés que asediaba la ciudad.

En 1587 es herido gravemente en el asedio de la Esclusa y es llamado a la corte. Una vez allí, es presentado al rey Felipe II como “un hombre que nació sin miedo”. El monarca le concede crear un Tercio en Santander para la invasión de Inglaterra, pero ante el fracaso de la Invencible, se paraliza el proyecto. Parte a Francia en 1590 para ayudar a los católicos en las luchas religiosas de este país. Desembarca en Nantes y la Bretaña durante 8 años será su dominio. En Port Louis construye la fortaleza conocida como “Fuerte del Águila”. Toma en 1591 el castillo de Blain.

En 1592 derrota aun ejército anglo-francés en Craon y persigue a los ingleses hasta destrozarlos en Ambrières. Este mismo año toma Brest, donde construirá la fortaleza del “puente de los españoles”, que ante la conversión al catolicismo de Enrique IV, con su aumento de fuerzas, se ve asediada, no pudiendo llegar a tiempo Juan del Águila para su socorro. La fortaleza resistió heroicamente y solo tuvo 13 superviviente, el resto fueron masacrados. Por suerte, las victorias españolas en el norte de Francia, obligan a Enrique IV a dejar casi abandonada la Bretaña, lo que permite a Juan del Águila rehacerse y organizar la, ya comentada aquí, expedición de Carlos de Amézquita contra suelo inglés. Nantes era una excelente plataforma para atacar Inglaterra, pero Felipe II, viejo y enfermo, harto de guerras, forma la paz de Vervins con Enrique IV y le devuelve todas las plazas de Bretaña.

De vuelta a España, Juan del Águila y su Tercio se dedican a escoltar galeones españoles, hasta que en 1600 es encarcelada acusado de estafar a la hacienda española. Es absuelto y para compensarle se le entrega la organización de la expedición a Irlanda, como base para atacar Inglaterra. Será la última gran campaña de este héroe y por la que será mal juzgado.

En 1601 zarpa desde Lisboa con 33 barcos y dos Tercios con 4432 hombres en total. Tras las típicas inclemencias meteorológicas, Juan del Águila queda aislado en la localidad irlandesa de Kinslale con 3000 hombres. Los irlandeses apenas le aportan 900 hombres sin experiencia. Los ingleses les asedian con más de 12000. Juan del Águila no cesa de pedir refuerzos a España, pero los pocos que le mandan casi nunca llegan a buen puerto, nunca mejor dicho. El más destacado fue el de Pedro de Zabiaur, que zarpó el 7 de Diciembre de La Coruña con 829 soldados, además de numerosas provisiones y municiones. De los diez barcos que traía, cuatro los perdió en una tempestad.

El resto llegó el día 17 a 48 km de Kinslale, donde los ingleses envían siete barcos, consiguiendo hundir solo un galeón español y sin poder tomar puerto al ser atacados por las baterías españolas desde tierra. En la madrugada de ese día, 1500 hombres salen de Kinslale para cavar con 700 ingleses y destruirles 20 cañones. Esta acción anima a los irlandeses a jurar fidelidad al ya rey Felipe III y entregar varios castillos y hombres a los españoles.

Ahora los ingleses ya solo tenían 8000 hombres, pero seguían siendo superiores en número. Llegamos al 24 de Diciembre, cuando se produce la desgraciada Batalla de Kinslale, en que los ingleses supieron aprovechar la dispersión de las tropas hispano-irlandesas. Las tropas que habían llegado de socorro, más un ejército irlandés formado en el norte de la isla por los nobles de la zona, intentan romper el cerco y llegar a Kinslale. Sabiendo que los irlandeses eran de lejos los más débiles, lanzaron sobre ellos su caballería, la cual les desbandó. El español Ocampo será el único que plante una resistencia seria y profesional a los ingleses, pero al precio de la muerte de 90 hombres y tener 52 prisioneros, aunque logro que los irlandeses “solo” perdieran 1200 hombres de los alrededor de 6000 que huían como alma que lleva el diablo.

Los ingleses, en este desbarajuste fruto de la falta de coordinación y de la poca profesionalidad de los bisoños irlandeses, tan solo tuvieron 12 bajas. Juan del Águila pacta una capitulación honrosa, cede las plazas de la zona a los ingleses a cambio de salir con todas sus banderas y pertenencias de Kinslale. Además se les tenía que asegurar el viaje a España a los 1800 hombres que le quedaban, más todos los irlandeses que se le quisieran unir. El 13 de Marzo de 1602 llega Juan del Águila a La Coruña. En un gran gesto, con los 59000 escudos que llevaba encima crea un hospital de campaña para atender a los soldados heridos.

Pese a todas las dificultades de la empresa irlandesa y de conseguir salir de aquel desaguisado con la cabeza bien alta, se le abre un Consejo de guerra a Juan del Águila, acusándole de haber perdido la reputación. Antes de ser juzgado, deprimido por que se pusiera en duda su conducta militar y el arresto domiciliario que sufría, muere en Agosto este gran soldado. Aún después de muerto el Consejo de guerra le acuso de tibieza, sin tener en cuenta que había soportado un asedio de 3 meses en condiciones penosas ante fuerzas muy superiores.

Desde aquí reclamamos el honor que este soldado se merece y limpiamos su buen nombre, aquel que quisieron manchar burócratas que hacían la guerra a miles de kilómetros de donde sonaban los arcabuces y se plantaban las picas.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Ene 2018 19:48

Fray Francisco Garcia Jofre de Loayza



Fray Francisco Jose García Jofre de Loaísa o García Jofré de Loayza (* 1490 -1526) fue un marino español, descubridor del Cabo de Hornos. Descendiente de Guido Jofre quien lo fue de Godofedro de boullon primer rey de Jerusalem.

Las informaciones proporcionadas por Juan Sebastián Elcano sobre el estrecho de Magallanes, movieron al rey Carlos V a organizar una nueva flotilla, ahora al mando de fray García Jofré de Loayza. Éste entró en el estrecho de Magallanes el 8 de abril de 1526. Una de sus embarcaciones, la San Lesmes, llegó hasta el grado 55 arrastrada por un temporal y al regreso comunicó su llegada "hasta el acabamiento de tierras", anunciando, de este modo el descubrimiento del Cabo de Hornos.

La noticia del descubrimiento del "Paso", que llegó a Sevilla a bordo de la "Victoria", la sobreviviente de la expedición de Magallanes, se desparramó por España como un reguero de pólvora. Carlos V, apremiado económicamente por sus empresas bélicas, auspició una nueva y rápida expedición con rumbo a las Molucas, haciendo caso omiso a las protestas de Portugal que alegaba derechos conforme a la demarcación alejandrina. Así, se organizó la expedición de Fray José de Loayza, comendador de Malta. Siete naves fueron equipadas en La Coruña. Como segundo jefe de esta armada fue designado Sebastián Elcano y su oficialidad estaba integrada por los pilotos que habían regresado entre los 18 de la Victoria. Un lustro después se hacía a la mar esta escuadra en demanda del Estrecho.

El 14 de enero de 1526, cuatro de las naves embocaron el "Paso"; las otras tres lo confundieron con el estuario del Río Gallegos. Encallaron, pero lograron zafar con la alta marea. Una tempestad hizo naufragar a la nave comandada por Elcano. De inmediato, un fuerte ventarrón empujó fuera del Estrecho a las naves salvadas. Dos regresaron a España. El 24 de enero, García Jofré de Loayza logró entrar en el canal con tres de las naves; una de ellas, la San Lesmes mandada por Francisco de Hoces, impulsada por los violentos vientos, fue obligada a salir del Estrecho y es llevada a contornear la costa de Tierra del Fuego hasta llegar a la latitud 55° sur. Al reunirse luego con el resto de la escuadrilla, informó haber alcanzado allí donde hay acabamiento de Tierra". ¡Un nuevo paso hacia el Pacífico al sur de Tierra del Fuego! (se le nominará "Pasaje Drake"). La nave capitana llegó exhausta a las Molucas. Durante su travesía murieron Loayza y Sebastián Elcano. Otra nave recaló en México y la última tuvo dificultades con los portugueses. De toda la tripulación, el primero que llegó de regreso a España fue una marinero llamado Urdaneta. ¡Habían pasado doce años desde la partida

La Expedición de García Jofre de Loaísa fue una expedición marítima española (1525 - 1526) dirigida por García Jofre de Loaísa con objeto de tomar y colonizar las islas Molucas, ricas en especiería, cuya propiedad era disputada por las coronas de Castilla y Portugal.

La expedición, formada por una flota de siete naves y 450 hombres, se hizo a la mar en La Coruña el 24 de julio de 1525. Figuraban en ella dos de los más insignes marinos españoles: Juan Sebastián Elcano, que perdió la vida en la expedición, y el jovencísimo Andrés de Urdaneta.

Realizaron numerosos descubrimientos geográficos y marítimos, pero su travesía fue una sucesión de desastres, calamidades y deserciones. Durante el viaje murieron, entre otros, el capitán Loaísa y Elcano. Tres de las naves no llegaron a cruzar el Estrecho de Magallanes y sólo una, la Santa María de la Victoria, alcanzó a las Molucas, donde la tripulación tuvo que enfrentarse con los portugueses durante casi un año. Tras sufrir vicisitudes innúmeras a lo largo de un durísimo y amargo viaje, sólo 24 hombres de esta nao regresaron a España.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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