HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 02 Abr 2016 18:38

Excmo. Sr. D. Pedro Agustín GIRON Y LAS CASAS General del Ejercito Español


General y político español, nacido en San Sebastián, el 2 de enero de 1778, y fallecido en Madrid, el 17 de mayo de 1842. Nació en el seno de una importante familia perteneciente a la aristocracia militar: era hijo de Jerónimo Girón y Montezuma, marqués de las Amarillas, y de Isabel Las Casas y Aragoni; sobrino de Castaños, sería con el tiempo cuñado de los mariscales de campo José Ezpeleta y Pascual Enrile, yerno por tanto del viejo Ezpeleta. Tíos suyos eran también Simón de las Casas, ultrarreaccionario embajador en Venecia en la época de la Revolución Francesa; el conde Alejandro de O'Reilly, el de la expedición a Argel; y Pedro Gómez Ibarnavarro, consejero de Castilla, ambos casados con hermanos de Isabel Las Casas.

Girón y las Casas se educó en San Sebastián, hasta que su familia se trasladó a Madrid hacia 1784; con ocasión de un largo viaje por Andalucía, comenzó el estudio de la Gramática y de la Geografía con el P. Felipe Scio de San Miguel, para proseguir el proceso de su formación en Pamplona y en Barcelona (hacia 1788), donde llegó a cursar incluso Física y Química, idiomas, piano, etc. Su gran afición a la lectura hizo de él un hombre culto y también inteligente, y todas estas condiciones fueron las que le convirtieron finalmente en la figura contrarrevolucionaria que llegó a ser.

Ya en 1793 acompañó a su padre a la guerra del Rosellón, de simple aventurero, como entonces se decía. El 13 de mayo de 1798 ingresó oficialmente en el ejército como capitán del regimiento provincial de Sevilla. Tomó parte también en la guerra de Portugal (1801). Se casó en 1802 con Concepción Ezpeleta y Enrile, hija de José de Ezpeleta y Galdeano, conde de Ezpeleta, y de María de la Paz Enrile y Alcedo. La Guerra de la Independencia le permitió conseguir grandes y rápidos ascensos: empezó como coronel; en julio de 1808 ya era brigadier; y, tres años después, jefe de Estado Mayor del quinto ejército. La guerra le ocasionó también algunos sobresaltos: el 30 de julio de 1809 la Junta Central ordenó su detención y que se le formase causa; pero, afortunadamente para él, los hechos no tuvieron mayores consecuencias. La sentencia de la Audiencia de Sevilla, en la que se le declaraba libre y sin costas y se hacía constar que el procedimiento no debía perjudicarle, apareció en el Redactor, nº 627, del 3 de marzo de 1813. El 15 de julio de 1811 dirigió un oficio a la Junta de Cádiz en el que agradecía las atenciones del pueblo gaditano y pedía que a uno de sus regimientos se le denominase en adelante "de Cádiz". Se le contestó en ese mismo día en sentido afirmativo, respuesta de la que se dio cuenta en un oficio publicado de nuevo en el Redactor, nº 40, del 24 de julio de 1811.

Como general en jefe del Estado Mayor del Cuarto ejército, sus órdenes generales, fechadas en Aldea del Obispo (Salamanca) el 16-17 y el 19-20 de abril de 1813, se publicaron en el Redactor, nº 693, del 8 de mayo de 1813. Una proclama suya dirigida a los franceses, Cuartel general del ejército de reserva de Andalucía, fechada a 27 de septiembre de 1813, se publicó en el Diario de la Coruña, nº 21, del 21 de octubre de 1813; en ella denunciaba la guerra como la "loca ambición del emperador". Fue felicitado el 9 de octubre de 1813 por las acciones de los dos días anteriores, y contestó tal felicitación en el Caserío de Urrola, a 10 de octubre de 1813 (la respuesta se publicó en el Redactor, nº 860, del 22 de octubre de 1813). La orden general del ejército de reserva de Andalucía se publicó en el Redactor, nº 980, del 19 de diciembre de 1813. Terminó la Guerra de la Independencia en 1814 como teniente general, y le fue concedida la Gran Cruz de San Fernando en 1815.

Fue, como era de esperar, contrario a la Constitución. En enero de 1820, Riego le ofreció el mando del ejército sublevado si se sumaba a la insurrección, pero él prefirió situarse en Ronda, junto a Escoiquiz, en una especie de Junta absolutista de vigilancia de los movimientos de Riego, para mantener informado al Rey. Esto no fue obstáculo para que apareciera como Ministro de la Guerra en el gobierno constitucional (marzo de 1820). Desde este puesto clave preparó sistemáticamente la contrarrevolución: movimientos de tropas, cambios de oficiales, destierro de otros, nepotismo por todo lo alto, intento de soborno de Torrijos, disolución del Ejército de la Isla y creación de una gendarmería cívica (fracasará en este último proyecto, pero su hijo será luego el creador de la Guardia Civil). A través de los Ezpeletas protegió también la contrarrevolución navarra.

Los liberales se manifestaron tanto contra él que en agosto de 1820 tuvo que dimitir, dimisión que se le admitió a pesar de la resistencia del Rey. No fue a ningún ostracismo, sino a la Dirección General de Ingenieros, plaza también fundamental para los planes de la contrarrevolución. Complicado en la contrarrevolución del 7 de julio, huyó a Gibraltar, para volver a España a la caída de la Constitución y establecerse en Sevilla; pero a la llegada del Rey fue desterrado como los demás. Volvió a la capital andaluza en cuanto el Rey la abandonó. En el breve tiempo que estuvo fuera de España oficialmente se le borró del ejército, pero en diciembre de 1832 fue nombrado capitán general de Andalucía, y en 1833 formó parte del Consejo de Regencia dejado por Fernando VII.

Consejero de Estado, participó después en las Guerras Carlistas, militando en el bando isabelino: se le describe entonces como "el hombre más aristocrático y más impopular de España". Fue nombrado prócer del Reino y premiado con la Gran Cruz de Carlos III en 1834, así como designado Grande de España, con el título de duque de Ahumada, el 6 de junio de 1835, y ministro de la Guerra el 17 de junio de 1835. En 1838 viajó por Francia, ya retirado de la vida pública. Sus Recuerdos (1778-1837) fueron publicados en Pamplona por Ana María Berazaluce en 1978-1979.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 21:27

Excmo. Sr. D. José SANJURJO SACANELL General del Ejercito Español


(José Sanjurjo y Sacanell; Pamplona, 1872 - Estoril, Portugal, 1936) Militar español. Huérfano de un coronel carlista, siguió la carrera militar y recibió destinos en Cuba (1894-98) y Marruecos (1898-1921). Ascendió por méritos de guerra hasta el generalato en 1921, año en que fue nombrado gobernador militar de Zaragoza.

Desde allí secundó el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera (1923), con cuya dictadura colaboró estrechamente. Como comandante general de Melilla preparó el desembarco de Alhucemas (1925), que acabó con la insurrección de Abd-el-Krim, consolidó el protectorado español en Marruecos y proporcionó a la dictadura uno de sus mayores éxitos. Su labor al frente del ejército de Marruecos le proporcionó ascensos, condecoraciones, un título nobiliario (marqués del Rif, en 1927) y un prestigio incontestado entre los jóvenes oficiales africanistas.

Al proclamarse la Segunda República (1931), aceptó el cargo de director de la Guardia Civil, del que fue destituido por sus excesos en la represión contra movimientos obreros como el de Arnedo (Logroño) en 1932. Pasó entonces a dirigir el Cuerpo de Carabineros; pero la derecha instrumentalizó este cambio presentándolo como una discriminación sectaria del gobierno de Manuel Azaña.

Desde luego, Sanjurjo no simpatizaba ni con la orientación izquierdista del gobierno ni con el carácter democrático del régimen republicano, como demostró encabezando un intento de golpe de Estado en Sevilla, que fracasó (1932); aquella intentona reafirmó la voluntad reformista de las autoridades republicanas, decidiéndolas a aprobar poco después la Ley de Reforma Agraria y el Estatuto de autonomía de Cataluña.

En cuanto a Sanjurjo, la pena de muerte le fue conmutada por la de cadena perpetua; pero apenas había empezado a cumplirla cuando fue excarcelado por el gobierno de derechas que salió de las elecciones de 1933. Partió al destierro en Portugal (1934), donde pudo conspirar contra la República con total libertad.

Convertido en un símbolo para los militares reaccionarios descontentos con el triunfo electoral de la izquierda en 1936, fue reconocido como jefe por Emilio Mola, Francisco Franco y los demás conspiradores que prepararon el alzamiento del mes de julio. Murió en un accidente de aviación cuando se disponía a viajar a Burgos para asumir la jefatura del Estado que le ofrecían los sublevado

Carrera militar

Inicia su carrera como teniente en Cuba, donde asciende a capitán. Tras el final de la guerra de Cuba vuelve a España y participa en varias campañas en Marruecos (1909). Con el empleo de comandante de regulares fue premiado por su acción en el combate de Beni Zaiem (Tetuán) el 1 de febrero de 1914. En la reconquista del territorio perdido en Melilla después del desastre de Annual (1921), alcanzó el grado de general de división. De hecho, en diciembre de 1921 fue nombrado comandante general de Melilla para hacerse cargo de la situación. En 1922, estando al frente de la comandancia militar de Larache, investigó los casos de corrupción en la Intendencia e Intervención militar. Cuando en septiembre de 1923 se produce el golpe militar de Primo de Rivera, Sanjurjo en ese momento era gobernador militar de Zaragoza y apoya sin reservas la sublevación y la posterior dictadura que aquel instaura.

En 1925, el dictador le nombra jefe de operaciones del desembarco de Alhucemas, donde el ejército expedicionario bajo su mando consigue una importante victoria , y antes de acabar el año es nombrado alto comisario de España en Marruecos, convirtiéndose así en la máxima autoridad del Marruecos español. En 1927, al finalizar la contienda, el rey Alfonso XIII le concedió el título de marqués del Rif. Ese mismo año también nombrado jefe superior de todas las fuerzas militares en Marruecos.

En 1928 es nombrado director general de la Guardia Civil, puesto que también simultanea con el de alto comisario en Marruecos. En 1931, Alfonso XIII le concederá la gran cruz de la Orden de Carlos III. Tras la caída de la dictadura de Primo de Rivera en enero de 1930, el rey lo remplazó por el general Dámaso Berenguer para que tutelara una vuelta al orden constitucional anterior a 1923. Este hecho contrarió enormemente a Sanjurjo, que se consideraba mejor preparado para el cargo. Sin embargo, el Gobierno Berenguer fracasó estrepitosamente en sus propósitos y pronto quedó patente la nueva situación.

Segunda República

A pesar de las anteriores muestras de confianza por parte de Alfonso XIII, las elecciones del 12 de abril de 1931 significaron la victoria de las candidaturas republicanas y socialistas en las principales ciudades y centros urbanos, incluidas Madrid y Barcelona. La población se lanzó a la calle a celebrar el éxito, dejando patente la soledad del rey y sus partidarios. Preguntado por el gobierno del Almirante Aznar si éste podía contar con el apoyo de la Guardia Civil y el suyo propio, Sanjurjo afirmó que no podía garantizarlo y se inhibió. Poco después Alfonso XIII abandonaba el poder y oficialmente era proclamada la Segunda República. Esta acción consolidó la llegada del nuevo régimen republicano y por ello fue confirmado en el cargo de Director General de la Guardia Civil por las nuevas autoridades. Este cambio en las fidelidades de Sanjurjo parece estar motivado por el rencor que le causó el abandono de Primo de Rivera por parte del rey tras la caída de la Dictadura en 1930. El nuevo gobierno confirmó su confianza en Sanjurjo cuando le nombró nuevamente, y por breve tiempo, alto comisario Español en Marruecos.

No obstante, su desagrado con el nuevo régimen empezó bien pronto: las reformas militares de Azaña no gustan a Sanjurjo, especialmente la reducción de efectivos del ejército y el nombramiento de López Ferrer, un civil, como alto comisario en Marruecos, por lo que muestra su desagrado. A finales de 1931 se producen los sucesos de Castilblanco (Badajoz), donde mueren cuatro guardias civiles a manos de manifestantes. Poco después, en Arnedo (La Rioja), mueren cinco civiles al disparar la Guardia Civil contra una concentración de trabajadores en los denominados sucesos de Arnedo. Al iniciarse las investigaciones de ambos sucesos, Sanjurjo muestra su disconformidad, lo que junto con sus críticas a las reformas militares hace que sea sustituido al frente de la Guardia Civil por el general Miguel Cabanellas, pasando él a la Dirección de Carabineros. Esta creciente confrontación con el gobierno por las reformas militares de Azaña junto con el proyecto de estatuto de autonomía para Cataluña le llevan a preparar con algunos carlistas seguidores de Manuel Fal Conde y el conde de Rodezno, así como otros oficiales militares, una rebelión en Sevilla el 10 de agosto de 1932. El bando militar del general Sanjurjo rezaba:

Queda declarado el estado de guerra en toda la región andaluza, con las consecuencias que dicho estado lleva consigo. Como Capitán General de Andalucía, asumo el mando concentrado en mi autoridad de todos los poderes. Así como Dios me permitió llevar al Ejército español a la Victoria en los campos africanos, ahorrando el derramamiento de sangre moza, confío en que también hoy me será permitido, con mi actitud, llevar la tranquilidad a muchos hogares humildes, y la paz a todos los Espíritus.

¡Viva España Única e inmortal!


La rebelión, conocida como la Sanjurjada, inicialmente tuvo éxito en Sevilla, donde logró hacerse con el control de la situación, pero fracasó absolutamente en Madrid, donde el gobierno pudo controlarla y reprimirla fácilmente. Posteriormente también en la capital andaluza tuvo problemas y, tras una huelga general se le escapó el control de la situación, terminó por desistir e intentó huir a Portugal, aunque fue detenido en Ayamonte (Huelva) junto con un hijo suyo cuando intentaba alcanzar la frontera.
Sanjurjo con otros oficiales siendo juzgado en el tribunal en 1932.

Sanjurjo, como cabecilla de la fracasada sublevación, fue juzgado y condenado a muerte, aunque el gobierno republicano no quiso repetir la actuación de la Dictadura con los sublevados de Jaca, por lo que la condena a muerte le fue conmutada por la de cadena perpetua. En un primer momento fue ingresado en el penal de El Dueso, pero posteriormente es trasladado a la prisión militar del castillo de Santa Catalina de Cádiz, donde recibe informaciones de una posible amnistía (que finalmente obtendrá).

Cuando, tras las elecciones de noviembre de 1933 que dieron el triunfo a la coalición radical-cedista, se formó el nuevo gobierno presidido por Lerroux, este propone la concesión de una amnistía tanto a Sanjurjo como al resto de militares implicados en la sublevación. El presidente de la república, Alcalá-Zamora, se resiste a la firma del decreto y aunque finalmente lo acepta el último día del plazo legal, fuerza una modificación del mismo que impedía el retorno de Sanjurjo al ejército. Estas dilaciones y la modificación del decreto provocan una crisis de gobierno que hace dimitir a Lerroux, quien es sustituido por Ricardo Samper. En esta situación, Sanjurjo marchó al exilio en Estoril (Portugal), donde permanecerá un tiempo como uno de los conspiradores contra el régimen republicano.

Conspiración y Guerra Civil

Desde mediados de marzo de 1936, en determinados ambientes políticos y militares, empezó a fraguarse la idea de derribar al recién elegido gobierno del Frente Popular mediante un golpe de Estado. En un principio, la fecha fijada iba a ser el 20 de abril y el estilo del golpe muy similar al que dio el general Pavía en 1874, pero el ejecutivo desbarató la conspiración y ésta tuvo que desplazarse de Madrid. El general Emilio Mola asumió entonces la dirección del complot, orientándolo hacia un modelo similar al que protagonizó Riego en 1820 o el reciente de Primo de Rivera (1923).

En el organigrama de los sublevados estaba previsto, desde el principio, que Sanjurjo asumiera la Jefatura de la sublevación, ya que era considerado como el general de más prestigio y como un líder aceptable para las distintas tendencias ideológicas que participaban en el golpe. Estos planes se concretarían en la sublevación que se inicia en el norte de Marruecos la tarde del 17 de julio de 1936, que debía hacerse con el control del país de forma rápida. No obstante, los planes no salieron según lo planeado: al no conseguir triunfar de forma inmediata en toda España, esta sublevación inicial daría origen a una guerra civil.

Accidente de aviación

El 20 de julio, el aviador Juan Antonio Ansaldo va a Estoril a recogerle con su avioneta para trasladarle a Burgos, donde asumiría el mando del Golpe de Estado. Sin embargo, el aparato se estrella a los pocos momentos del despegue y termina envuelto en llamas al impactar contra una valla de piedra en la actual rua de Santa Cruz, en la pedanía de Areia (Cascais), donde sus compañeros de armas erigieron años después un sencillo monolito conmemorativo. Sanjurjo muere y el piloto, que logró sobrevivir con heridas leves, atribuirá el siniestro al exceso de equipaje del general.

Su muerte y los fracasos de Goded y Fanjul (arrestados y, más tarde, fusilados) obligaron a reorganizar los planes de los golpistas. Mola, el Director, se trasladó el 21 de julio desde el norte hasta Zaragoza, donde se reunió con el general Cabanellas y le invitó a presidir la Junta de Defensa Nacional, que se formó en Burgos tres días después.

Condecoraciones

Gran cruz de la Orden del Mérito Militar (1920).
Gran cruz de la Orden de San Hermenegildo (1926).
Gran cruz de la Orden del Mérito Naval, con distintivo rojo (1926).
Gran Cruz laureada de San Fernando (1927).
Gran cruz de la Orden de Carlos III (1931).

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 21:49

Excmo. Sr. D. Miguel PRIMO DE RIVERA Y ORBANEJA Capitán General del Ejercito Español


Militar y dictador español (Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, Jerez de la Frontera, Cádiz, 1870 - París, 1930). Procedía de una familia de militares ilustres, en la que había destacado su tío Fernando Primo de Rivera, marqués de Estella (1831-1921), héroe de la última guerra carlista, gobernador de Filipinas y varias veces ministro de la Guerra. Miguel ingresó en el ejército a los 14 años y desarrolló la mayor parte de su carrera en destinos coloniales: Marruecos, Cuba y Filipinas (adonde acompañó a su tío) fueron los escenarios que le permitieron ascender rápidamente por méritos de guerra, de manera que en 1912 ya era general.

Vinculado por su formación al grupo de militares africanistas, sin embargo defendió el abandono de las colonias norteafricanas, por lo que hubo de sufrir represalias políticas. Desde 1919 pasó a destinos en la Península, que le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la época: fue capitán general de Valencia, de Madrid y de Barcelona.

Desde este último puesto, que ocupó en 1922, se vio confrontado a los problemas de orden público de la ciudad en la época del terrorismo anarquista, del pistolerismo patronal, del auge del catalanismo, de la inestabilidad ministerial y de la descomposición del sistema de partidos. Como reacción, Primo de Rivera enarboló sus ideales militaristas, nacionalistas y autoritarios para dar un golpe de Estado en 1923, que puso en suspenso la Constitución, disolvió el Parlamento e implantó una dictadura.

Con la connivencia del rey Alfonso XIII y la aquiescencia de buena parte de la patronal, del clero, del ejército y de las fuerzas conservadoras, Primo de Rivera encabezó un Directorio Militar que concentró todos los poderes del Estado excluyendo a los políticos profesionales. Inicialmente encontró poca resistencia, en la medida en que venía a sustituir a un régimen desprestigiado y en que prometía una dictadura meramente transitoria inspirada en los ideales expresados por los regeneracionistas de comienzos de siglo (como Joaquín Costa), para restaurar el orden y desarraigar la influencia caciquil de la vida política (incluso los socialistas le prestaron una benévola neutralidad). Aunque formalmente se inspirara a veces en el modelo fascista de la Italia de Mussolini, su dictadura fue más moderada y conservadora.

Durante los años del Directorio Militar (1923-25) se limitó a perseguir a los anarquistas (cuyo sindicato CNT fue declarado ilegal), a liquidar la Mancomunidad de Cataluña (primer experimento de autogobierno regional), a desterrar de la vida política a los partidos y las instituciones representativas (sustituidos por tecnócratas conservadores, agrupados a partir de 1924 en la Unión Patriótica), a reforzar el proteccionismo estatal en favor de la industria nacional y a fomentar la construcción de grandes obras públicas.

Uno de sus mayores éxitos consistió en consolidar la presencia española en Marruecos mediante una victoria militar que puso fin a años de permanentes guerras y dificultades (como el «Desastre de Annual» de 1921, por el que se habían querido pedir responsabilidades a los militares y al propio rey, propiciando el golpe de Estado de 1923): el desembarco de Alhucemas (1925) formó parte de una operación combinada con el ejército francés para acabar con la rebelión de las cabilas del Rif. Si bien contradecía todas las ideas anteriores del dictador, fue un éxito tan significativo que animó a Primo de Rivera a institucionalizar su dictadura de forma duradera.

El Directorio Militar dio paso a un Directorio Civil (1925-30) y se reunió una Asamblea Nacional (1927) que elaboró un anteproyecto de Constitución (1929). Aquel simulacro de Parlamento no democrático, sin embargo, mostró la diversidad de posiciones políticas que había entre los seguidores de la dictadura, entre católicos conservadores de viejo cuño y corporativistas autoritarios atraídos por el fascismo. Divididas las huestes primorriveristas y enrarecidas las relaciones del dictador con el rey, no fueron capaces de afrontar el auge de la oposición, crecientemente unida y movilizada ante la amenaza de ver perpetuarse el régimen. Socialistas y republicanos se unieron en la campaña contra la dictadura, que amenazaba con arrastrar también a la Monarquía que la había apoyado; estudiantes, obreros e intelectuales se manifestaban en contra del régimen; y los propios militares conspiraban contra Primo de Rivera.

Finalmente, desautorizado por los altos mandos militares y por el rey, Primo de Rivera presentó su dimisión en 1930 y se exilió en París, no sin antes recomendar a Alfonso XIII algunos nombres de militares que podrían sucederle (entre ellos el general Berenguer, que asumió la presidencia). En París moría dos meses más tarde, en medio de una gran amargura y decepción por las ingratitudes recibidas. Su hijo mayor, José Antonio Primo de Rivera entraría en la política poco después para reivindicar la memoria de su padre, según dijo.

CARRERA MILITAR

A la edad de catorce años ingresó en la Academia Militar. Tras completar la instrucción, fue destinado a Melilla, destino en el que logró una serie de rápidos ascensos que le llevaron al grado de capitán, obteniendo incluso la Cruz Laureada de San Fernando. Desarrolló la mayor parte de su carrera militar en destinos coloniales, como Marruecos, Cuba (1895-1897) y Filipinas (a donde acompañó a su tío, Fernando
Contrajo matrimonio en 1902 con Casilda Sáenz de Heredia, hija del último alcalde de La Habana bajo dominio español; fallecida en 1908, el matrimonio tuvo seis hijos. En 1908 fue ascendido a coronel y en 1909 fue destinado al norte de África, tomando parte en la Guerra de Marruecos. En 1912 fue nombrado general de brigada, por sus méritos militares. Era el primer militar de su promoción en llegar al generalato. En 1915 volvió a la península, como gobernador militar de Cádiz.

Debido a su trayectoria militar, estaba vinculado al grupo de militares africanistas. En un primer momento se pronunció a favor del abandono del protectorado norteafricano.

Fue capitán general de Valencia, de Madrid y de Cataluña. Estos destinos le pusieron en contacto con los agudos problemas sociales y políticos de la época. En noviembre de 1921, tras sus declaraciones a favor del abandono de las colonias norteafricanas («Yo estimo, desde un punto de vista estratégico, que un soldado más allá del Estrecho, es perjudicial para España»), fue destituido de su destino por el gobierno, ferviente partidario de la permanencia en África.

Primo de Rivera llegó a sugerir, por primera vez en 1917 —lo volvería a hacer en 1921 y 1923—, la posibilidad de realizar un trueque con el Reino Unido intercambiando Ceuta y Gibraltar; estas propuestas le supondrían su cese como gobernador civil de Cádiz en 1917 y como capitán general de Madrid en 1921.

En mayo de 1922 fue nombrado capitán general de Cataluña. Desde este puesto, tuvo que enfrentarse a la conflictividad social de la época en Barcelona: terrorismo anarquista, pistolerismo patronal, auge del catalanismo, al tiempo que la descomposición del sistema de partidos de la Restauración creaba una situación insostenible de inestabilidad ministerial. En Barcelona, Primo de Rivera se ganó el apoyo de los sectores más conservadores de la Lliga Regionalista, gracias a su política de mano dura contra la delincuencia y la conflictividad social.

En septiembre de 1923 el entonces capitán general de Cataluña, se trasladó a Madrid para tratar de recabar apoyo para un pronunciamiento, que no llegó de Francisco Aguilera y Egea, pero sí del Cuadrilátero de generales africanistas. Volvería a Barcelona el día

Como reacción a esta situación, agravada entre los militares por el Desastre de Annual (en el que había muerto su propio hermano, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja), y al Expediente Picasso, Primo de Rivera, de ideales militaristas, nacionalistas y autoritarios, dio un golpe de Estado (13 de septiembre de 1923) con el apoyo de diversos sectores de la sociedad española (militares, el Somatén industriales y sectores conservadores en general), suspendiendo la constitución de 1876, prohibiendo la libertad de prensa, disolviendo el Gobierno y el Parlamento e implantando un régimen dictatorial dirigido por un Directorio Militar.

De acuerdo a Ucelay-Da Cal y Susanna Tavera el golpe de Primo de Rivera habría finiquitado uno de los logros del canovismo, la desacreditación del «recurso interclasista a la insurrección» como herramienta política.

Con el visto bueno del rey Alfonso XIII, el apoyo de buena parte de la patronal, la iglesia católica, el ejército, el ala maurista de Antonio Goicoechea, y el resto de fuerzas conservadoras en general, Primo de Rivera encabezó un Directorio Militar que concentró en él todos los poderes del Estado.

En un principio, y dado el carácter del régimen que derrocó, totalmente desprestigiado, y el hecho de que prometiese que la dictadura sería un mero estado transitorio antes de traspasar el mando a un gobierno civil elegido democráticamente, la oposición a la dictadura fue mínima. Primo de Rivera proclamó su inspiración en los ideales de los regeneracionistas de principios de siglo (como Joaquín Costa), a fin de restaurar el orden social y eliminar el caciquismo (lo que hizo que incluso los socialistas fueran poco beligerantes e incluso participasen en sus tribunales de arbitraje laboral y que Largo Caballero formase parte del Consejo de Estado).

Su dictadura, aunque formalmente inspirada en el modelo fascista de Mussolini, fue menos totalitaria y de carácter fundamentalmente conservador.

En septiembre de 1923 extendió el Somatén, la milicia tradicional catalana, a todo el territorio español mediante el Real Decreto de 17 de septiembre de instauración del Somatén Nacional.

Durante la primera fase de la dictadura (el Directorio Militar, entre 1923 y 1925), persiguió a los anarquistas (cuyo sindicato CNT fue declarado ilegal) y a los comunistas (que se habían escindido del PSOE y adherido a la III Internacional), suprimió la Mancomunidad de Cataluña (primer órgano administrativo que abarcó a toda Cataluña desde el siglo XVIII), eliminó los partidos políticos, creó un partido único, la Unión Patriótica (1924), reforzó el proteccionismo estatal en favor de la industria nacional, fomentó la construcción de grandes obras públicas y prohibió el uso de las lenguas regionales en los actos públicos.

En un intento de ocupar el espacio dejado por los partidos conservadores y liberales dinásticos, Primo de Rivera puso en marcha la Unión Patriótica en abril de 1924, aunque los orígenes de esta organización hay que trazarlos hasta la Unión Patriótica Castellana de Ángel Herrera Oria— La composición del partido fue variopinta; en este, de acuerdo a José Manuel Cuenca Toribio, confluyeron miembros de la burguesía rural, de las clases urbanas, funcionarios, labradores y, en segunda instancia, oportunistas.

Tras su acceso al poder, tomó distancia de sus anteriores posiciones abandonistas y de modo contrario, consolidó la presencia española en Marruecos mediante una victoria militar, el desembarco de Alhucemas de 1925 —operación con la que el monarca se había mostrado en contra—, que puso fin a años de permanentes guerras y dificultades, como el «Desastre de Annual» de 1921, por el que se habían querido pedir responsabilidades a los militares y al propio rey, y que fue lo que, a la postre, provocó el golpe de Estado de 1923.

El mencionado desembarco, en el que Primo de Rivera comandó personalmente al ejército y a la flota españoles, formó parte de una operación combinada con el ejército francés para acabar con la rebelión de las cábilas del Rif. Si bien contradecía las ideas anteriores del marqués, opuesto a la aventura africana, fue un éxito tan significativo que animó a Primo de Rivera, condecorado por el rey con la Cruz Laureada de San Fernando, a institucionalizar su dictadura de forma duradera.

El Directorio Militar dio paso a un Directorio Civil (1925–1930) y se nombró una Asamblea Nacional (1927) que sin embargo sólo sirvió para desnudar las divisiones que había entre los seguidores de la dictadura: entre católicos conservadores de viejo cuño y corporativistas autoritarios atraídos por el fascismo.

La Asamblea Nacional elaboró un anteproyecto de Constitución, de carácter antiliberal y autoritario. presentado en julio de 1929, que suscitó el rechazo mayoritario de las fuerzas liberales, monárquicas y republicanas.

El cambio de la peseta, que en el periodo 1926-1927 había experimentado una tendencia al alza, cambió dicha tendencia en 1928, entrando de nuevo en una fase de devaluación, apareciendo incluso defensores como Flores de Lemus de fijar el cambio al patrón oro, Esta situación económica fue uno de los factores detrás del desgaste y dimisión del ministro de Hacienda Calvo Sotelo. El cambio de la peseta en relación a la libra esterlina casi se triplicara e hizo que la mejora económica se esfumara.

Divididas las huestes primorriveristas y enrarecidas las relaciones del dictador con el rey, no fue posible afrontar el auge de la oposición, crecientemente unida y movilizada ante la amenaza de ver perpetuarse el régimen. Socialistas, republicanos e intelectuales de ideología de izquierdas se unieron en la campaña contra la dictadura, que amenazaba con arrastrar también a la monarquía que la había tolerado; estudiantes y obreros se manifestaban en contra del régimen; los propios militares conspiraban contra Primo de Rivera (la conspiración fallida en su contra tuvo lugar en 1926 y fue conocida como la

Desilusionado, crecientemente impopular, tras haber perdido el apoyo brindado por el monarca Alfonso XIII y por el grueso de los mandos militares —una excepción fue el general Sanjurjo— y experimentar un agravamiento de la condición física debido a la diabetes que padecía, Primo de Rivera dimitió el 28 de enero en 1930, y se exilió en París. El monarca asignó el gobierno al general Dámaso Berenguer, dando paso al periodo conocido como la «Dictablanda», con el que se pretendía volver gradualmente a la normalidad constitucional previa a 1923. Por otro lado, los socialistas, republicanos y catalanistas de izquierda firmaron en agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián, que posteriormente formaría las bases del gobierno provisional de la Segunda República española.

Seis semanas más tarde, el 16 de marzo de 1930, falleció en París, a causa de la diabetes en medio de una gran amargura y decepción. Sus restos mortales descansan en la Basílica de la Merced de Jerez de la Frontera.

En 1947, 17 años después de su fallecimiento, fue nombrado Capitán General del Ejército a título póstumo por el gobierno de Francisco Franco.

Su régimen se presentó inicialmente como regeneracionista y de carácter provisional, y el propio Primo de Rivera llegó a afirmar que su Directorio Militar duraría sólo tres meses. Sin embargo no tardó en crear un partido político, la Unión Patriótica como base política del régimen. Impresionado por el fascismo italiano; llegó a llamar a Mussolini en una visita a Italia «mi inspiración y maestro», Primo de Rivera intentaría institucionalizar el régimen durante el Directorio Civil. Pedro Carlos González Cuevas apunta que, a diferencia del fascismo, su dictadura no fue más que un típico régimen burocrático-conservador o militar-corporativista, además de señalar también la falta de inquietudes culturales y el desprecio manifiesto a la intelectualidad por parte de Primo de Rivera. Martin Blinkhorn señala que Primo fue un «benevolente y sincero paternalista». Stanley G. Payne indica que el fascismo italiano —a pesar de que no estaba en los objetivos del régimen un calco del fascismo italiano— fue en cualquier caso lo «más cercano a un modelo» que tuvo la dictadura. El pensamiento político de Primo de Rivera, que se veía a sí mismo como el «cirujano de hierro» regeneracionista de Joaquín Costa, es descrito por Raymond Carr como «primitivo, personal y naíf».

Notas

Hubo el rumor de que el propio Primo de Rivera habría sido el asesino del general Margallo —en vez de la versión oficial y aceptada por la mayor parte de la historiografía de que habría sido un miembro de los cabilas bereberes—, muerto de un tiro en la cabeza durante la llamada Guerra de Margallo en Cabrerizas Altas; de acuerdo a este rumor Primo estaría furioso por el hecho de que Margallo hubiera vendido armas a los clanes norteafricanos; esta teoría es considerada como sin base por Stanley G. Payne y James H. Rial.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 21:58

Excmo. Sr. D. Damaso BERENGUER Y FUSTE Capitan General del Ejercito Español


Militar español, nacido en Cuba en 1873 y muerto en 1953. El general Berenguer, cuyo período al frente del ejecutivo ha sido calificado de Dictablanda por oposición a la Dictadura de Primo de Rivera, que le precedió, ocupó la jefatura del gobierno español entre enero de 1930 y febrero de 1931.

Militar enérgico, alcanzó prestigio y honores dentro del ejército español gracias a las campañas de Marruecos. Estudioso de la denominada “guerra científica” que Francia llevó a cabo en sus territorios coloniales marroquíes, Berenguer obtuvo éxitos para las tropas españolas en el Rif oriental gracias a la aplicación metódica de dicho sistema bélico a sus campañas, entre las cuales quizás su mayor éxito fue la derrota que infligió a El Raisuli, líder de las kabilas de Jibala, que le mereció el ascenso a general en 1909.

En 1918 fue nombrado ministro de la guerra, cargo que abandonaría poco después para ocupar en su lugar la jefatura de la Alta Comisaría de Marruecos. Desde esta instancia militar se propuso entonces que el ejército español ocupara definitiva y firmemente todo el territorio marroquí que España tenía bajo su protectorado. El único éxito visible, sin embargo, de su ambicioso plan, fue la toma de la ciudad de Xauen (por la que obtuvo el título de conde de Xauen), viniéndose estrepitosamente abajo su campaña con el desastre de Annual en julio de 1921. Si bien el comandante general de la zona de Melilla era Fernández Silvestre, un subordinado de Berenguer, a cuyos osados propósitos de avanzar sin fortificar suficientemente la retaguardia, no se opuso Berenguer, quien se vio por ello envuelto en el proceso abierto posteriormente para depurar responsabilidades. El desastre de Annual, además de acabar con el prestigio del ejército español, causó catorce mil bajas entre muertos y prisioneros, incluidos el propio Silvestre y todo su estado mayor. Berenguer fue por ello separado del ejército, si bien por poco tiempo.

En 1924 y con la instauración de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, Dámaso Berenguer fue no solamente amnistiado, sino nombrado además jefe de la casa militar del rey durante los siguientes seis años. Sería Alfonso XIII quien, tras el exilio del dictador en enero de 1930, nombrara a Berenguer jefe del gobierno. El nuevo gobierno adoptó medidas destinadas a paliar en parte los excesos represivos de la dictadura (liberación de los estudiantes detenidos, reposición en sus cargos de las autoridades municipales y provinciales de 1923, regreso de los deportados, reincorporación a sus cátedras de los profesores sancionados o destituidos, etc.), que no sirvieron sin embargo a los fines continuistas que Berenguer representó.

El sentimiento republicano generalizado difícilmente permitiría reinstaurar la situación política previa al golpe militar primoriverista dejando indemne a la institución monárquica. Las responsabilidades político-administrativas de la dictadura, apoyada por el rey, sólo quedarían purgadas a ojos de los políticos monárquicos, que sometían el régimen al juicio de unas Cortes constituyentes, posibilidad ni siquiera contemplada por los políticos republicanos quienes, reorganizados y fuertes y en alianza con los socialistas, eran los claros representantes del sentir general antimonárquico. El gobierno de Berenguer cargó además con la responsabilidad de los dos muertos y múltiples heridos que quedaron tras los incidentes registrados en el entierro de unos obreros. Las manifestaciones y huelgas de un movimiento obrero que, tras la férrea dictadura se reincorporaba a la legalidad, se multiplicaron. Los intelectuales, por su parte, contribuyeron al definitivo aislamiento de un régimen que el general Berenguer no pudo mantener ni apoyándose en el ejército. Éste, aun contando entre sus filas con oficiales leales al rey, apostó en su conjunto por un cambio radical en las instituciones. Berenguer, enfermo y en una silla de ruedas, se encontró, según sus mismas palabras, haciendo el papel de tapón en una botella de champán a medio descorchar, ya que ni física, ni anímica, ni moralmente se halló con energía para parar la marea prorepublicana que siguió a la dictadura.

En 1930 y bajo su mandato, tuvieron lugar el Pacto de San Sebastián (cuyo comité revolucionario se convertiría después en el gobierno provisional de la República) y el levantamiento prorepublicano del mes de diciembre, a raíz del cual numerosos políticos fueron detenidos.

Tras el fracaso de la conspiración tuvieron lugar los fusilamientos de Galán y García Hernández, militares sublevados en su guarnición de Jaca. Ajusticiados el 12 de diciembre, la actuación de Berenguer exacerbó el sentimiento general antimonárquico y anticipó la caída de su gobierno arrastrando con él al propio régimen.

A la vista de tantas dificultades, Berenguer convoca elecciones generales para el mes de marzo de 1931, pero los representantes políticos contestaron que jamás participarían en esos comicios, pidiendo la abstención. Ni siquiera los monárquicos como el conde de Romanones hicieron caso de esta propuesta: la gran mayoría sólo quería que Berenguer y Alfonso XIII abandonaran sus puestos. Así, Berenguer y su gobierno dimiten en bloque el 14 de febrero de 1931, lo que provoca que Alfonso XIII busque desesperadamente un sustituto, recibiendo las negativas de sus amigos incondicionales —el duque de Maura, el conde de Romanones y del marqués de Alhucemas—, los cuales le aconsejaron otros hombres que consideraban más apropiados. Así, el primer consultado fue José Sánchez Guerra, que, en principio, se negó. Luego lo intentó con Melquíades Álvarez, que también se negó. No obstante, Alfonso XIII tuvo mejor suerte en el siguiente intento con Sánchez Guerra, tras aceptar su petición de integrar a republicanos y socialistas moderados, pero éstos se negaron a establecer cualquier tipo de pacto con la Monarquía, y tras ese rechazo, el líder conservador declinó definitivamente la oferta real. Por tanto, finalmente, tras una reunión de urgencia en el Ministerio de la Guerra, Berenguer fue sustituido del cargo de presidente del gobierno por el almirante Aznar, que presidió un gobierno de concentración monárquica, donde el propio Berenguer seguía ejerciendo como ministro de la Guerra.

El nuevo gobierno estableció una senda gradual para establecer la vuelta de la "normalidad constitucional" en España: el 12 de abril se celebrarían elecciones municipales, el 3 de mayo serían las elecciones provinciales y en el mes de junio se celebrarían las elecciones generales a unas Cortes Constituyentes para redactar una nueva Constitución que sustituyese a la Constitución de 1876.

No obstante, la Monarquía no resistió siquiera la primera prueba electoral y cayó ante la victoria republicana en las principales ciudades españolas. Se ha dicho que fue así porque en ellas no se podía dar el caciquismo electoral que controlaba las zonas rurales. Es sabido que las elecciones municipales de 1931 condujeron a la Proclamación de la Segunda República Española el 14 de abril de 1931, pero en ello desempeñó un papel más importante la maniobra política de Miguel Maura, tal como él mismo lo relata en sus memorias (Así cayó Alfonso XIII, 1962). Según dicho autor, los miembros de lo que horas después sería el gobierno provisional del nuevo régimen, descartaban su ascenso al poder en breve y pensaban en las elecciones generales que debían celebrarse meses después o en unas Cortes Constituyentes que saldrían de aquéllas. El relato de Josep Plà (Madrid. El advenimiento de la República, 1933) coincide con esa versión.
Finalmente Berenguer resolvió convocar elecciones generales para el 19 de marzo. Falto de apoyos y ante la insostenible situación, cedió la jefatura del gobierno al almirante Aznar el 14 de febrero de 1931, lo que dejó sin efecto la convocatoria electoral. Ya desde el Ministerio de la Guerra, al que volvió, y como última acción de gobierno, Berenguer se dirigió a los capitanes generales del ejército en abril de 1931 reconociendo la derrota monárquica y aconsejado orden y sumisión a la voluntad nacional.

A su muerte, Dámaso Berenguer dejó un libro de memorias, De la dictadura a la república, que fue publicado en 1946.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 22:42

BATALLA DE ANNUAL o "El Desastre de Annual"


La batalla de Annual (episodio conocido en la historiografía española como Desastre de Annual) fue una grave derrota militar española ante los rifeños comandados por Abd el-Krim cerca de la localidad marroquí de Annual, el 22 de julio de 1921, que supuso una redefinición de la política colonial de España en la Guerra del Rif.

La crisis política que provocó esta derrota fue una de las más importantes de las muchas que socavaron los cimientos de la monarquía liberal de Alfonso XIII. Así, los problemas generados por Annual fueron causa directa del golpe de Estado y la dictadura de Miguel Primo de Rivera.

El 12 de febrero de 1920, el general Manuel Fernández Silvestre tomó posesión del cargo de Comandante General de Melilla. Con la idea de llegar hasta la bahía de Alhucemas, centro de operaciones de la tribus rifeñas más belicosas, en enero de 1921 empezó el avance para acabar con la escasa resistencia existente. La empresa era arriesgada, ya que los soldados españoles, en su mayoría procedentes de reclutas forzosas, estaban muy poco entrenados, mal pagados y alimentados, pésimamente armados (con fusiles y artillería pesados y anticuados) y peor calzados (abarcas y alpargatas), se desmoralizaban enseguida y tenían verdadero pavor a los rifeños. Había asimismo serios problemas de corrupción tanto a nivel de intendencia y oficialidad como entre la tropa, que vendía sus propios fusiles y municiones a los rifeños.

Sin embargo, entre mayo de 1920 y junio de 1921, Silvestre protagonizó un espectacular progreso, rápido e incruento: avanzó 130 kilómetros sobre el Rif en un total de 24 operaciones, estableciendo 46 nuevas posiciones sin apenas sufrir bajas; ocupó Tafersit, adelantó el frente hasta el río Amekrán y obtuvo la sumisión de las cábilas de Beni Ulixek, Beni Said y Temsaman, llegando a acuerdos con sus cabecillas, ofreciéndoles dinero a cambio de su amistad. Todos en España creían que por fin se alcanzaría la bahía de Alhucemas y finalizaría la sangría de Marruecos.

Pero tal ilusión pronto se derrumbó de manera cruenta. Silvestre había cometido el error de no desarmar a las tribus rifeñas cuya lealtad había comprado, y precisamente por esto extendió mucho más de lo prudente sus líneas de abastecimiento. Las fuerzas de la comandancia de Melilla se distribuyeron entre nada menos que 144 puestos y pequeños fuertes o blocaos, a lo largo de 130 kilómetros de zona ocupada, con una parte de ellos dedicados, además, a tareas puramente burocráticas. Los blocaos se situaban siempre aprovechando los lugares altos, pero a pesar de que desde estas posiciones se podían dominar amplias zonas, normalmente no había agua, lo que obligaba a ir a por ella con reatas de mulas periódicamente, a veces a diario (conocidas entre los soldados como "aguadas"). La distancia entre estos emplazamientos era variable, de 20 a 40 kilómetros, según el terreno, y con fuerzas tan repartidas no era posible hacer frente de manera eficiente a un ataque del enemigo. Las condiciones de los soldados, ya de por sí malas, eran pésimas en los blocaos. Los suministros escaseaban, durante el día hacía mucho calor y por la noche mucho frío. Las ratas y los piojos eran habituales en fortificaciones y campamentos.

Así las cosas, en mayo de 1921, el grueso del ejército español estaba en el campamento base instalado en la localidad de Annual. Desde allí Silvestre esperaba realizar el avance final sobre Alhucemas. Entre Melilla y este campamento había tres plazas fuertes separadas unos 31 km entre sí, y en torno a él un anillo formado por otros pequeños fortines, cada uno con una guarnición que variaba entre 100 y 200 soldados. En la costa se habían ocupado las dos posiciones de Sidi Dris, cercana a la desembocadura del río Amekrán, y Afrau, algo más a retaguardia.

Hasta este punto apenas se había disparado un solo tiro, aunque se guardaban las distancias con las tribus hostiles, y en las pequeñas escaramuzas que se producían apenas sí hubo algunas bajas.

La ocupación de Abarrán

A finales de mayo, una delegación de la cabila de los Tensamán convenció a Silvestre para que cruzara el río Amerkan y estableciera una posición en el monte Abarrán, en contra de las órdenes de su jefe, el Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenguer.

Un contingente de 1500 hombres, al mando del comandante Villar, llegó a la posición la mañana del 1 de junio de 1921, estableciendo una base fortificada. Al mando de la posición quedó el capitán Juan Salafranca Barrio, cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán, unos 200 policías indígenas y 50 soldados españoles, y Villar se volvió a Annual. Cuando los rifeños comenzaron el ataque a las 18:00, la harka de Tensamán se les unió, así como muchos de los policías rifeños. Los españoles sufrieron 141 bajas, incluyendo a todos los oficiales, a excepción del teniente de artillería Diego Flomesta Moya, al que los rifeños dejaron vivo para que arreglase los cañones y les enseñase a usarlos, negándose a ello, lo mismo que a ser curado de sus heridas, y a comer, por lo que murió de hambre en cautividad el 30 de junio.

Decidido por el éxito, Abd el-Krim dirigió entonces sus tropas contra la posición costera Sidi Dris, a la que llegó la madrugada del día siguiente, 2 de junio. Sidi Dris fue asaltada durante 24 horas, siendo rechazados por la defensa realizada por el comandante Julio Benítez Benítez, que tuvo 10 heridos (él mismo incluido), por 100 rifeños muertos. El 22 de julio de 1921 la posición sufrió un nuevo asedio que duró tres días, al cabo de los cuales las tropas de Abd el-Krim se hicieron con el lugar, falleciendo casi la totalidad de la guarnición española.

A pesar del fracaso de Sidi Dris, la toma de Abarrán demostró a los rifeños la vulnerabilidad de los españoles. Abd el-Krim no dudó en exhibir los cañones y el material tomados, convenciendo a los rifeños que unidos podrían derrotar a Silvestre y obtener un gran botín, de modo que en pocos días los efectivos de su harka pasaron de 3000 a 11 000 hombres.

Silvestre, creyendo que se trataban de acciones aisladas, no adoptó ninguna medida especial. Ocupó en respuesta Igueriben el 7 de junio de 1921, manteniendo de ese modo una posición adelantada entre Izumma y Yebbel Uddia, con la idea de defender el campamento de Annual por el lado sur. Después marchó a Melilla, para entrevistarse con su superior, el Alto Comisario Berenguer, y solicitarle refuerzos, municiones, víveres para la población y dinero para comprar a los rifeños antes de iniciar la ofensiva final.

La caída de Igueriben

El 17 de julio Abd el-Krim, antiguo funcionario de la Administración española en la Oficina de Asuntos Indígenas en Melilla, al mando de la cabila de los Beniurriagel (Ait Waryagar), y con el apoyo de las tribus cabileñas presuntamente aliadas de España, lanzó un ataque sobre todas las líneas españolas.

Igueriben, guarnecida por 350 hombres bajo el mando del comandante Benítez, el defensor de Sidi Dris, no tardó en quedar sitiada. El 17 de julio Abd el-Krim inició el asalto, y la posición cayó el 22 de julio. Durante cinco días, y a pesar del esfuerzo heroico de tres columnas de refuerzo,nota 5 los españoles habían sido incapaces de auxiliar la posición de Igueriben, fracaso que hizo cundir la desmoralización entre las tropas de Annual.

La caída de Annual

Tras estos sucesos se concentró alrededor del campamento gran cantidad de fuerzas rifeñas, mientras que la moral del ejército español caía por los suelos. Al comenzar el asedio de Igueriben había unos 3100 hombres presentes en Annual. Al cabo de dos días se incorporaron 1000 más, y dos días después llegaron otros 900 de refuerzo. Así pues, el 22 de julio Annual acogía a unos 5000 hombres (3000 españoles y 2000 indígenas), con una fuerza de combate de 3 batallones y 18 compañías de infantería, 3 escuadrones de caballería y 5 baterías de artillería. Sobre ellos iban a lanzarse unos 18 000 rifeños bajo el mando de Abd el-Krim, armados con fusilesnota 6 y espingardas.

Entró el general (Silvestre) en Igueriben, y los rebeldes (que indudablemente vieron entrar el grupo y supusieron que se trataba de Silvestre) se lanzaron con premeditada táctica y con imponderable furia, logrando cercar. El general decidió la retirada, y con las fuerzas se retiró a Annual; pero bien pronto vio que el retroceso había sido inútil y que se imponía una retirada más completa de la primera línea.
Entonces lanzó mensajes radiofónicos a Tetuán y a Ceuta, que algún barco recogió y reexpidió a Madrid, declarando que se hallaba en situación desesperada y anunciando que, bajo su responsabilidad, ordenaba la evacuación de todas las posiciones avanzadas con la consigna de que las fuerzas se reunieran en el campamento de Dar-Drius. Se emprendió, pues, el repliegue general y, en su primera parte fue ordenado y, relativamente, con poco fuego; pero el enemigo, advertido del movimiento, se lanzó impetuosamente sobre algunas compañías peninsulares y sobre los grupos de Regulares. ¿Aguantaron todos estos con la debida cohesión? ¿Hubo vacilaciones o, lo que es peor, defecciones? Esto se aclarará en las informaciones. (...)
Terminaba el repliegue y el general Silvestre seguía en la posición Annual, cercada por los Beni Urriaguel. En persona fue ordenando el desfile de las últimas secciones. Parece que se le hicieron algunas indicaciones; pero se resistió a dejar aquel sitio.

El campamento de Annual disponía de víveres para cuatro días y municiones para un día de combate, pero carecía de reservas de agua. El general Silvestre, consciente de la imposibilidad de defender la posición, acordó con sus oficiales la evacuación del campamento. Sin embargo, a las 3:45 del día 22 llegó un mensaje de radio del Alto Comisario Berenguer, prometiendo la llegada de refuerzos desde Tetuán. Una hora más tarde el general Silvestre comunicó de nuevo a Berenguer y al Ministro de la Guerra, Luis Marichalar y Monreal, su desesperada situación y su decisión de tomar urgentes determinaciones.

Al rayar el alba tuvo lugar una segunda reunión de oficiales, en la que Silvestre dudó entre la evacuación inmediata y la espera de la llegada de refuerzos. Las dudas se despejaron cuando se tuvieron noticias del avance de tres columnas rifeñas de unos 2000 hombres cada una. Ante esta información, el general ordenó evacuar, anunciando su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar-Drius, posición esta última, que reunía las características para albergar gran cantidad de tropa y con el abastecimiento de agua muy fácil.

La retirada comenzó a las 11:00 horas: había dos convoyes, uno para retirar los mulos con la impedimenta, y otro para el grueso de la tropa, los heridos y el armamento pesado. Pero para entonces las alturas del norte, que dominaban los caminos de huida ya habían sido tomadas por los rifeños. La gran mayoría de los policías indígenas que las defendían se pasaron al enemigo, matando a sus oficiales españoles. De modo que cuando las tropas españolas abandonaron el campamento, comenzaron a recibir disparos. En ese momento comenzó el caos: los dos convoyes de evacuación se mezclaron sin ningún tipo de orden de hombres, mulos y material. En medio de la confusión, los oficiales perdieron el control de la situación. Sin nadie que cubriera su retirada, los hombres trataron de ponerse a cubierto de las balas corriendo hacia delante. Los carros, el material y los heridos comenzaron a ser abandonados; muchos oficiales escaparon ajenos a su deber, y la retirada ordenada no tardó en convertirse en una desbandada general bajo el fuego de los rifeños.

Algunos oficiales y unidades mantuvieron la calma y lograron ponerse a salvo con un número de bajas relativamente pequeño; pero, en su inmensa mayoría, los soldados salieron a la carrera y en completo desorden. El desastre pudo haber sido mayor si los Regulares al mando del comandante Llamas no hubiesen resistido en las alturas del sur. Ello dio tiempo a los huidos para pasar por el angosto paso de Izumar, evitando así una muerte segura a manos de los rifeños. Los Regulares se replegaron por escalones, retrocediendo monte a través en paralelo a la carretera, sin mezclarse con la riada de soldados en fuga. Silvestre, que aún estaba en el campamento cuando comenzó el desastre, murió en circunstancias no esclarecidas, y sus restos nunca fueron encontrados. Mientras una versión dice que, al ver el desastre, fue a su tienda de campaña y se voló la cabeza, otra versión dice que fue abatido a tiros por los rifeños junto con el coronel Manella y varios oficiales que trataban de defenderse. Una última versión cuenta que sus impropias últimas palabras, dirigidas a sus hombres en estampida, fueron: ¡Huid, huid, que viene el coco...!

En las cuatro horas aproximadas que duró el desastre murieron un total aproximado de 2500 españoles, a los que hay que sumar los ocupantes, 1500 en total, de las posiciones de Talilit, Dar Buymeyan, Intermedias B y C, Izumar, Yebel Uddia, Mehayast, Axdir Asus, Tuguntz, Yemaa de Nador, Halaun y Morabo de Sidi Mohamed, todos muertos. Quedaron 492 prisioneros españoles de los que sobrevivieron 326. Algunos de ellos fueron liberados al comienzo de la misión de rescate llevada a cabo, entre otros, por los miembros de la Delegación de Asuntos Indígenas Gustavo de Sostoa y Luis de la Corte Lujan; los demás cautivos fueron liberados finalmente el 27 de enero de 1923, tras las negociaciones llevadas a cabo con Abd el-Krim por parte de Horacio Echevarrieta, a cambio de 80 000 duros de plata.

El asedio de Monte Arruit

Las pocas fuerzas que pudieron salir vivas, bajo el mando del general Navarro, segundo jefe de la Comandancia de Melilla, retrocedieron hasta Dar Drius, posición bien fortificada y con agua disponible. Sin voluntad de resistencia, creyendo que todo estaba perdido, se replegaron hacia Barbel y Tistuin. En la marcha, al llegar al río Igan, se produjo una nueva huida de oficiales, seguida de la estampida de sus tropas. En medio de aquella desbandada, el Regimiento de "Cazadores de Alcántara", de Caballería, mandado por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, hermano del futuro dictador, trató de proteger la retirada enfrentándose a las oleadas de indígenas primero con sus ametralladoras y después con sucesivas cargas de caballería. Su sacrificio fue enorme, pues de los 691 jinetes que lo componían, 471 murieron, lo que supuso un 80 por ciento de bajas. Pero gracias a su acción muchos soldados que huían tuvieron tiempo de ponerse a salvo. El teniente coronel Primo de Rivera recibió a título individual la Cruz Laureada de San Fernando, la máxima condecoración militar española, y en 2012 el Consejo de Ministros concedió la Laureada Colectiva al Regimiento,6 siendo entregada por Juan Carlos I de España el 1 de octubre de 2012.

Finalmente, tras seis días de agotadora marcha, alcanzaron el campamento de Monte Arruit, una posición más difícil de defender pero más fácil de socorrer que Dar-Drius. Aquí, los 3017 hombres de Navarro intentarían recomponerse, pero pronto Monte Arruit fue también cercado, y cortados sus suministros. El 2 de agosto cayó Nador, siendo su guarnición la única que, tras rendirse, fue respetada por los rifeños. Con la caída de esta plaza quedó sentenciado el destino tanto de Monte Arruit como de Zeluán, asediada desde el 24 de julio. Ésta se rindió el 3 de agosto, siendo los supervivientes asesinados, y los oficiales, el capitán Carrasco y el teniente Fernández, quemados vivos.

Navarro desistió de intentar una huida desesperada hacia Melilla, negándose a abandonar a sus heridos. Al agotamiento físico había que sumar la desmoralización de la tropa, en algunos momentos al borde de la insurrección, y la carencia de agua (sólo tenían los bloques de hielo que dos aviones dejaban caer sobre la posición). El 31 de julio una granada destrozó el brazo de Fernando Primo de Rivera, que fue operado sin anestesia, y murió el 5 de agosto por causa de la gangrena.

Vistas las condiciones, el general Berenguer, Alto Comisario de España en el protectorado, autorizó la rendición formal el 9 de agosto, a pesar de que ese día llegó de la Península un refuerzo de 25 000 soldados. Se pactó con los rifeños la entrega de las armas a cambio de respetar la vida de los soldados. Una vez aceptadas las condiciones por los hombres de Abd el-Krim, los españoles salieron de la posición y amontonaron sus armas. Los heridos y enfermos comenzaron a alinearse en la puerta del fuerte, preparándose para la evacuación.

Pero cuando se dio la orden de partir, los rifeños atacaron a los indefensos españoles, degollando a casi todos. Sobrevivieron 60 hombres de los 3000 que se refugiaron allí, y salvó la vida el general Navarro de casualidad. Los cadáveres fueron recogidos y enterrados en los cementerios de Monte Arruit, Zeluán y Melilla por los Hermanos de La Salle, quienes, además, instalaron en su colegio (situado en el Cerro de Santiago) un hospital que permitió a Cruz Roja curar y atender a los soldados heridos.

Pronto corrió la noticia de la victoria rifeña, y tanto las cabilas como parte de las fuerzas marroquíes al servicio de España se sumaron a la guerra santa proclamada por Abd el-Krim. Ninguna ayuda llegó desde Melilla, situada a unos 40 km, y así las pocas unidades que aún conservaban la disciplina se vieron obligadas a retirarse bajo el constante acoso enemigo hasta Melilla. Se produjo así una espantosa retirada en la que los rifeños asesinaron y torturaron a los heridos, enfermos y a la población civil dejada atrás.

Las guarniciones de las posiciones murieron tras duros combates. Lograron escapar vivos los defensores de Afrau, rescatados por la Armada y el destacamento de Metalsa, que logró llegar a las posiciones francesas de Hassi Ouzenga tras perder dos terceras partes de sus efectivos. En Dar Quebdana, el comandante pactó la rendición, pero en cuanto ésta tuvo lugar él y sus hombres fueron descuartizados.

Tan terrible derrota se saldó, según el expediente Picasso, con 13 363 muertos (10 973 españoles y 2390 indígenas), por sólo 1000 rifeños. No obstante, las cifras seguramente fueron inferiores, ya que los registros eran a menudo hinchados para cobrar más soldadas y recibir más suministros. El comandante Caballero Poveda (1984) calculó el total de bajas españolas en 7875 hombres. Indalecio Prieto calculó en 8668 los españoles muertos o desaparecidos en octubre de 1921. Por último, Juan Tomás Palma Romero (2001, p. 169-171) estimó en 8180 los muertos o desaparecidos. En todo caso, había tantos cadáveres que se decía que, del segundo día en adelante los buitres sólo comían de comandante para arriba. A las pérdidas humanas se añadieron las de material militar (20 000 fusiles, 400 ametralladoras, 129 cañones, aparte de municiones y pertrechos) y la destrucción de las infraestructuras (líneas férreas y telegráficas, hospitales, escuelas, cultivos, etc.) construidas con el dinero y el esfuerzo español a lo largo de 12 años.

El Expediente Picasso

El desastre de Annual provocó una terrible crisis política. El gobierno de Allendesalazar se vio obligado a dimitir, y en agosto de 1921, el rey Alfonso XIII encarga a Antonio Maura formar un gobierno de concentración nacional del que formaron parte todos los grupos políticos. Este gobierno estuvo dividido entre quienes deseaban una intervención más decidida en Marruecos y los partidarios del abandono. Llegó a decir Indalecio Prieto en las Cortes:

Estamos en el periodo más agudo de la decadencia española. La campaña de África es el fracaso total, absoluto, sin atenuantes, del ejército español.

El ministro de la Guerra ordenó al general Juan Picasso elaborar un informe conocido como Expediente Picasso, en el que, a pesar de diversas acciones obstructivas, se señalaban múltiples errores militares, calificando de negligente la actuación de los generales Berenguer (Alto Comisario) y Navarro (2º Jefe de la Comandancia General de Melilla) y de temeraria la del general Silvestre.

Quedaban desestimados los testimonios infundados de que el Rey había animado, con el telegrama: "Olé los hombres", la penetración irresponsable de Silvestre hasta puntos alejados de Melilla sin contar con una defensa adecuada en la retaguardia.

Pero la crisis política continuaba. El gobierno de Maura cayó en marzo de 1922 y tras él los gobiernos de Sánchez Guerra y García Prieto. Antes de que el informe Picasso se debatiera en el Pleno de las Cortes, el general Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado el 13 de septiembre de 1923, decidido a poner fin a la deriva política.

Con respecto al Rif, Abd el-Krim extendió su dominio por todo el protectorado español, creando la República del Rif, que llegó en 1924 a la cumbre de su poder. Sin embargo, su éxito y sus ataques al Marruecos francés determinaron el giro de la política de Primo de Rivera, hasta entonces pasiva y de contención, frente al problema del Rif. España se entendió con Francia para hacer frente común a los rifeños y pasó a la ofensiva. Con el éxito rotundo del Desembarco de Alhucemas, en 1925, Primo de Rivera obtuvo una posición fuerte que le permitió pacificar la zona en menos de un año y restituir la autoridad española en el Protectorado.

El desastre de Annual en la literatura

Las primeras obras significativas sobre el desastre de Annual fueron publicadas al año escaso de la derrota. Las más destacadas fueron Las responsabilidades del desastre, Ecce Homo, Prueba documental y apuntes inéditos sobre las causas del derrumbamiento y consecuencias de él, de Víctor Ruiz Albéniz (1922) y Del desastre al fracaso. Un mando funesto, de Francisco Hernández Mir (1922), ambas publicadas en Madrid en 1922. Cabe destacar así mismo la obra del teniente coronel Eduardo Pérez Ortiz (2010) 18 Meses de Cautiverio. De Annual a Monte-Arruit. Crónica de un testigo en la que describe su experiencia durante el Desastre y el posterior cautiverio.

La dictadura de Primo de Rivera relegó los sucesos de Annual a un segundo plano. Aun así, la obra de Hernández de Herrera y García Figueras (1929) Acción de España en Marruecos explicaba el desastre de Annual con una solidez documental y una minuciosidad extraordinarias. Aún hoy día es considerado uno de los mejores y más detallados trabajos acerca de la acción española en el Protectorado marroquí.

El Desastre de Annual fue un tema de importancia para la narrativa. En 1928 se publicó la obra de José Díaz-Fernández (2007) El blocao, y poco antes de la caída de Alfonso XIII vio la luz la célebre novela Imán, de Ramón J. Sender (1930), quizá el relato más estremecedor y terrible de la tragedia del ejército español. En 1939 se publicó, en inglés, la famosa trilogía autobiográfica de Arturo Barea (2012), La forja de un rebelde, en cuyo segundo tomo se recogen las experiencias del autor, sargento de Ingenieros, durante su servicio militar en África entre 1920 y 1924.

Durante la dictadura franquista, las referencias históricas a la batalla fueron escasas y, en último término, justificadoras. Así ocurría en 1948 cuando Maura Gamazo y Fernández Almagro (1999) publicaron Por qué cayó Alfonso XIII. Evolución y disolución de los partidos históricos durante su reinado y la extraordinaria recopilación documental de Manuel Galbán Jiménez (1965) sobre las causas del desastre de Annual en España en África. La pacificación de Marruecos. Las escasas obras que hicieron frente a la interpretación oficial del régimen procedieron del exilio republicano: España y Marruecos, de Indalecio Prieto (1956), La España de mi vida. Autobiografía, de Ángel Ossorio y Gallardo (1941), y La pequeña historia, de Alejandro Lerroux (1945), también Fernández de la Reguera y March (1969) le dedicaron un volumen en sus Episodios nacionales contemporáneos llamado El Desastre de Annual.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 22:47

Batalla de UARGA


La Batalla de Uarga, también conocida como el Annual Francés, fue un enfrentamiento armado sucedido entre el 13 de abril y el 20 de julio del año 1925 entre los ejércitos de la República del Rif y Francia. Los rifeños eran capitaneados por Abd el-Krim, mientras que las tropas coloniales francesas eran mandadas por el mariscal Louis Hubert Lyautey. La derrota de éstos últimos en el Norte de África actuó como un casus belli por el que Francia acabó apoyando a España diplomática y militarmente en la Guerra del Rif.

Antecedentes

En 1921 empieza la ocupación pacífica del Rif por parte del ejército español, al mando del general Manuel Fernández Silvestre. Sin embargo, el dirigente rifeño Abd el-Krim se sublevó contra la ocupación colonial y derrotó a los españoles, ocasionándoles el desastre de Annual y poniendo a la defensiva al ejército español hacia Melilla en 1922, 1923 y 1924.

Abd el-Krim atacó a los franceses en abril de 1925, ocasionándoles una derrota similar a la de Annual de cuatro años antes que sufrieron los españoles. La derrota empujó a los franceses a apoyar el desembarco español en Alhucemas de septiembre de ese mismo año, lo que supuso el comienzo del fin del gran caudillo rifeño.

Combates

El 13 de abril de 1925 una fuerza estimada de 8.000 hombres al mando de Abd el-Krim atacaron la línea del Uarga para cortar las comunicaciones de la zona francesa del protectorado marroquí con Argelia. Atacaron la cábila de Beni Zeruel, cuyo territorio era mucho menos abrupto que el de Annual, e hicieron tambalear la línea defensiva que había construido el mariscal Lyautey. En el mes de junio llegaron a amenazar muy seriamente las ciudades de Taza y Fez, lo que obligó la franceses a evacuar la población civil de la primera sobre la segunda para evitar una masacre.

El ejército francés del mariscal Lyautey disponía de 20.000 soldados con su material al completo y armamento moderno. Estaba apoyado por cinco escuadrillas de aviones y su mando no estaba sometido a ningún tipo de presión política ni de la opinión pública (los intereses coloniales franceses eran muy grandes). A pesar de ello, el 20 de julio, las bajas francesas eran de unos 2.000 muertos o desaparecidos y unos 3.710 heridos, lo que representaba el 20% del total de las fuerzas francesas desplegadas en la zona.2 En dos meses y medio cayeron 48 posiciones de un total de 66 que había en la zona. Los rifeños se apoderaron de 51 cañones, 35 morteros, 5.000 fusiles, más de 200 ametralladoras, 7.000.000 de cartuchos, 60.000 granadas de mano, 10.000 granadas de mortero, 16.000 proyectiles de cañón y destruyeron todos los aparatos que había en el aeródromo de Ain Meduina.

Consecuencias

Las tropas rifeñas llegaron a situarse a tan solo 30 km de Fez. Los franceses reaccionaron enérgicamente y no sólo atacaron con brío a Abd el-Krim, sino que apoyaron el desembarco español en la bahía de Alhucemas, ocurrido en septiembre de ese mismo año de 1925.

En definitiva, el ataque a los franceses supuso el comienzo del fin para Abd el-Krim.

NOTA: Aunque este hecho de armas no implico la intervención directa del Ejercito Español, si he creido conveniente reseñarlo, porque debido a él, se dio la colaboración hispano-francesa para llevara a cabo el Desembarco de Alhucemas

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 22:58

Desembarco de ALHUCEMAS


El desembarco de Alhucemas fue un desembarco militar llevado a cabo el 8 de septiembre de 1925 en Alhucemas por el ejército y la Armada españolas y, en menor medida, un contingente aliado francés, que propiciaría el fin de la Guerra del Rif. Se le considera el primer desembarco aeronaval de la historia mundial.

La operación consistió en el desembarco de un contingente de 13.000 soldados españoles transportados desde Ceuta y Melilla por la armada combinada hispano-francesa. La operación tuvo como comandante en jefe al entonces "Director Militar" de España, general Miguel Primo de Rivera, y como jefe ejecutivo de las fuerzas de desembarco en las playas de la bahía de Alhucemas al general José Sanjurjo, a cuyas órdenes estaban las columnas de los generales jefes de las brigadas de Ceuta y Melilla, Leopoldo Saro Marín y Emilio Fernández Pérez, respectivamente. Entre los jefes participantes en la acción se encontraba el entonces coronel Francisco Franco, quien por su actuación al frente de las tropas de la Legión fue ascendido a general de brigada. El general estadounidense Dwight Eisenhower años después estudió a fondo la táctica empleada por los españoles en Alhucemas para trazar el plan del desembarco de Normandía

Antecedentes

Tras el desastre de Annual, el Ejército español era materialmente incapaz de recuperar el territorio perdido. Por ello se optó por una política de contención orientada a impedir la expansión de la zona rebelde, ejecutada mediante acciones militares limitadas y de carácter local. Paralelamente, se inició la depuración de responsabilidades (Expediente Picasso), a la vez que las fuerzas políticas, la opinión pública e incluso el Ejército se dividían entre los partidarios de abandonar el Protectorado y los que abogaban por reiniciar cuanto antes las operaciones militares.

En septiembre de 1923 se produce la insurrección del general Primo de Rivera; éste, partidario inicial del abandono del Protectorado, en 1924 y tras nuevos ataques de Abd el Krim que obligan a un nuevo repliegue español a las zonas de Tetuán, Ceuta y Melilla, se hace firme partidario de pasar a la ofensiva para derrotar al líder rifeño y restituir la autoridad española en el Protectorado.

El planteamiento del desembarco

En abril de 1925 se produce un hecho crucial: Abd el-Krim, seguro de sí mismo por sus éxitos frente a los españoles, atacó la zona francesa del Protectorado. Ello abrió las puertas a un efectivo entendimiento franco-español para hacer frente común a los rifeños. Con este fin, en junio de ese año tiene lugar la Conferencia de Madrid, que concreta las acciones necesarias. Entre los acuerdos alcanzados se encuentra el de efectuar un desembarco español en la bahía de Alhucemas, con la cooperación y apoyo de una flota combinada, naval y aérea, franco-española.

Alhucemas, zona de asentamiento de la cabila de Beni Urriaguel, a la que pertenecía Abd el Krim, constituía el foco permanente de la rebelión rifeña. Por tierra, todas las operaciones militares españolas, incluida la de 1921, que culminó en el Desastre de Annual, tuvieron como objetivo la ocupación de Alhucemas, fracasando una tras otra (fundamentalmente por el excesivo alargamiento de las líneas).

El propósito de la operación se fijó en el desembarco de 18.000 hombres, aunque finalmente serían 13.000 los desembarcados, para ocupar una base de operaciones en la zona de Alhucemas y hacer frente a unos 11.000 hombres que se calculaba que podrían haber reunido los rifeños. Esta operación constituía la primera acción anfibia en la que participaba España en la era moderna y ello, junto al fracaso de la similar operación anglofrancesa en Gallípolli en 1915 durante la Primera Guerra Mundial, suponía un motivo de preocupación. Por si fuera poco, el terreno presentaba dificultades para realizar el desembarco, además de ser una región bien conocida por los rifeños. Ello llevó a Primo de Rivera a investigar los motivos del desastre de Gallípoli y preparar una cuidadosa planificación para el desembarco.

El probable conocimiento de la proyectada operación impulsó al caudillo rifeño a fortificar, artillar y minar la zona. Estas circunstancias obligaron al mando español a cambiar el lugar del desembarco, eligiéndose la Playa de la Cebadilla y Cala del Quemado, al oeste de la bahía de Alhucemas. El primer y principal esfuerzo para apoderarse de la cabeza de playa se ejercería en las citadas playas; una vez conseguido con éxito este desembarco, el segundo esfuerzo se realizaría en algunas de las calas adyacentes o bien se aprovecharía el éxito inicial para profundizar y ampliar la cabeza de playa, dependiendo de las circunstancias.

El desembarco

El desembarco, previsto para el 7 de septiembre, comenzó, debido al mal tiempo, el 8 de septiembre de 1925 en las playas de Ixdain y la Cebadilla, en el territorio de la cábila de Bokoia, empleándose para ello 24 barcazas tipo K compradas a los británicos y que estaban en Gibraltar, siendo las mismas que éstos habían empleado en su fracasado desembarco en Gallípoli.

En la costa, los rifeños disponían de catorce piezas de campaña de 70 y 75 mm que habían sido capturadas a los españoles y que ahora eran manejadas por instructores mercenarios extranjeros. También contaban con ametralladoras.

Apoyados por los cañones de las escuadras navales y el bombardeo de la aviación, la primera oleada comenzó a las 11:30. Debido a la presencia de rocas, el contingente de la playa de Ixdain debió desembarcar a unos 50 metros de la costa. Entretanto, se descubre que la playa de la Cebadilla está minada. Hay unas 40 minas enterradas en la arena. Detonadas las minas, comenzó la segunda oleada a las 13:00 horas, emprendiéndose a continuación un rápido avance hasta ocupar las alturas que dominan la playa. En un primer momento desembarcaron 9.000 hombres y durante el resto del día se procedió a desembarcar el material necesario para continuar la operación. Al caer la tarde, la artillería rifeña reanudó el fuego con intensidad contra las tropas españolas y la escuadra, causando numerosas bajas y alcanzando a los acorazados Alfonso XIII y Jaime I, sufriendo éstos daños menores. La artillería fue respondida con un ataque aéreo español y al final del día, 13.000 hombres estaban ya en tierra.

Cabe destacar que en Alhucemas se utilizaron por primera vez en la historia de la guerra carros de combate en un desembarco, concretamente 11 Renault FT-17 y 6 Schneider CA1, que fueron poco útiles, aunque causaron gran impresión. Además, fue la primera vez en la historia en la que las fuerzas de apoyo aéreo al desembarco, las fuerzas navales y las fuerzas de tierra actuaron bajo un mando unificado (el de Primo de Rivera), creándose así mundialmente el concepto moderno de desembarco anfibio.

El 23 de septiembre se dio la orden de continuar el avance, ocupándose la línea de alturas que domina la bahía de Alhucemas el día 26. El 30, tras otro nuevo periodo de mal tiempo que impedía el desembarco del apoyo logístico necesario, así como el apoyo aéreo, se inició la fase final de la penetración terrestre destinada a consolidar la base de operaciones, finalizando el 13 de octubre. Desde Alhucemas, en la primavera de 1926, se ejecutaron las operaciones que determinaron la derrota de Abd el-Krim y la ocupación y pacificación total de la zona española del Protectorado.
Orden de batalla

Mando supremo: general Miguel Primo de Rivera.
Mando terrestre: general José Sanjurjo Sacanell.
Mando aéreo: general Jorge Soriano Escudero.
Mando naval: almirante Guerra.

Fuerzas españolas

Fuerzas terrestres (aprox. 13 000 hombres):
Agrupación oriental (I Escalón): 2 banderas del Tercio de la Legión, 7 tabores de Regulares, Batallones de África 3 y 8; 1 batería de obuses de 105 mm y 2 de 75 mm; una unidad de ingenieros, otra de intendencia y una tercera de Sanidad. Mandos: general Leopoldo Saro Marín, teniente coronel Miguel Campins, coroneles Francisco Franco Bahamonde y Emilio Esteban Infantes.
Agrupación occidental (II Escalón): 1 bandera del Tercio, 2 tabores de Regulares, 1 harka de Fuerzas Indígenas, fuerzas de la Mehal'la Indígena; 1 Batallón Expedicionario de Infantería de Marina; 1 batería de obuses de 105 mm y 2 de 75; una unidad de ingenieros, otra de intendencia y una tercera de sanidad. Mandos: general Emilio Fernández Pérez, coroneles Manuel Goded Llopis y Adolfo Vara de Rey

Portahidroaviones Dédalo.
Acorazado Alfonso XIII.
Crucero Blas de Lezo.

Fuerzas navales (almirante Guerra y contraalmirante García):
2 Acorazados: Jaime I y Alfonso XIII.
4 Cruceros: Méndez Núñez, Blas de Lezo, Victoria Eugenia y Extremadura.
1 Portahidroaviones: Dédalo.
2 Destructores: Alsedo y Velasco (el primero de ellos, no intervino finalmente al estar en pruebas y el segundo, por ser abordado por el Canalejas, tras lo cual hubo de retirarse).
7 Cañoneros: Cánovas del Castillo, Canalejas, Eduardo Dato, Lauria, Laya, Recalde y Almirante Bonifaz.
11 Guardacostas: Uad Muluya, Uad Kert, Uad Martin, Uas Ras, Uad Lucus, Uad Torga, Tetuán, Ardía, Larache', Alcázar y Xauen.
6 Torpederos Clase T1: T-1, T-11, T-16, T-18 y T-22.
7 Guardapescas: Marinero Jarano, Cardólo, Maquinista Macias, Condestable Zaragoza, Marinero Gante, Torpedista Hernández y Contramaestre Castelló.
4 Remolcadores.
2 Aljibes: África y E.
26 barcazas de desembarco tipo K de 300 t.
27 Transportes.

Fuerzas aéreas (general Soriano):
3 escuadras (formada cada una por un grupo de reconocimiento y otro de bombardeo).
6 hidroaviones de caza - reconocimiento (Savoia-Marchetti SIAI) Savoia S-16
6 hidroaviones de bombardeo Macchi M-18AR
1 globo cautivo tipo Avorio Prassone de 1.100 m³
1 dirigible semirrígido de SCA de 1500 m³
2 aviones Junkers F-13 de la Cruz Roja.

Fuerzas francesas

Fuerzas terrestres:
1 batallón de infantería de marina (que desembarcó a las 24 horas).

Fuerzas navales (almirante Hallier):
1 acorazado: "París".
2 cruceros: "Metz" y "Strasbourg".
2 torpederos: "Annamite" y "Tonkinois".
2 monitores avisos: "Reims" y "Amiens"-
1 remolcador.

Fuerzas aéreas:
1 escuadrilla de bombardeo: Farman Goliath compuesta por 6 aparatos.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 23:04

Excmo. Sr. D. Leopoldo SARO MARIN General del Ejercito Español


Leopoldo Saro Marín (Morón, Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey, 11 de enero de 1878 - Madrid, 19 de agosto de 1936) fue un militar y aristócrata español, I conde de la Playa de Ixdain. Ascendido al rango de general, Leopoldo Saro tuvo una destacada participación durante la Guerra del Rif y la Dictadura de Primo de Rivera.

Hijo del coronel de Infantería Lesmes de Saro y González y de María Martina Marín de Almansa, nació en la entonces colonia española de Cuba. Muy joven ingresa en la Academia de Infantería y en 1895 es destinado a Cuba con el empleo de 2.º Teniente donde participa en numerosas acciones contra los insurgentes; regresa a la península pocos meses antes de la derrota española en esa guerra.

De servicio en Madrid hasta que se desencadena en 1909 la Guerra de Melilla, donde es inmediatamente movilizado al frente. Desempeñó numerosas acciones contra el enemigo, destacando en la dramática acción del Barranco del Lobo, por la que sería ascendido a Comandante y destinado de nuevo a Madrid, donde ocuparía diversos puestos en el Ministerio de la Guerra y el Estado Mayor Central hasta que es nombrado coronel del Regimiento Inmemorial del Rey n.º 1.

En 1921 la Guerra del Rif vuelve a destinarle a Marruecos, donde se destaca en numerosas acciones bélicas junto a los generales Cabanellas, Sanjurjo y Dámaso Berenguer entre otros, por lo que sería ascedido al rango de general.

El ya general Saro fue miembro del núcleo conspirativo conocido como el Cuadrilátero que desempeñó un importante papel en el golpe de Estado de Primo de Rivera de septiembre de 1923 y que tras el éxito del mismo acabaría instaurándose una Dictadura. Poco aficionado a la política y más a las fatigas de la guerra, volvió rápidamente a África a organizar los preparativos del Desembarco de Alhucemas, donde dirigió con acierto una de las columnas de ataque, por cuya actuación es ascendido a General de División y el monarca le otorga la merced de Conde de la Playa de Ixdain.

De vuelta a la península promueve la creación -y preside- el Patronato de Casas Militares antes de ser ascendido a Teniente General, ocupando una de las capitanías generales.

Con la llegada de la Segunda República, el general Saro es separado del servicio y procesado por el Tribunal de Responsabilidades Políticas por su actuación en el pronunciamiento de 1923, por lo que es sentenciado en 1932 por el delito de alta traición y auxilio, e ingresa en prisión, para ser amnistiado en 1934 y pasar a la situación de 2ª reserva.

Fue asesinado en Madrid el 19 de agosto de 1936 por milicianos republicanos, pese a no estar probada su adhesión a la reciente sublevación militar.

Al margen de su carrera militar, promovió numerosas actividades para el desarrollo social, cultural y económico de la provincia de Jaén a la que estaba unido por lazos familiares. Destacan la construcción del ferrocarril Baeza-Utiel1 (al que el dictador Francisco Franco calificaría como el "capricho del General Saro") y la Comunidad de Regantes del Canal de Jandulilla, así como en Úbeda, la biblioteca municipal, varios grupos escolares, el Parador de Turismo, la reconstrucción de la Casa de las Torres, la Escuela de Artes y Oficios y el Teatro Ideal Cinema. Por todo ello y mediante suscripción popular, el escultor local y discípulo de Mariano Benlliure, Jacinto Higueras, erigió un monumento en su honor al que el escritor Antonio Muñoz Molina hace referencia en su novela Beatus Ille. La restauración de su estatua en la plaza de Andalucía de Úbeda generó polémica en 2006. Muñoz Molina se refiere a la citada plaza en la novela El jinete polaco como "la plaza del General Orduña" en Mágina, trasunto de Úbeda.

Era Gentilhombre de cámara con ejercicio del Rey Alfonso XIII, estaba en posesión de tres cruces al mérito militar de primera, una de segunda y dos de tercera clase todas ellas con distintivo rojo así como tres cruces de guerra "María Cristina" -dos de primera y una de segunda clase-, y también de la gran cruz de la Orden de San Hermenegildo, así como de numerosas condecoraciones nacionales y extranjeras.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 23:09

Excmo. Sr. D. Manuel GODED LLOPIS General del Ejercito Español


Manuel Goded Llopis (San Juan de Puerto Rico, 15 de octubre de 1882 – Barcelona, 12 de agosto de 1936) fue un militar español que participó en la Guerra del Rif y al comienzo de la Guerra Civil Española.

Nacido en la isla de Puerto Rico cuando aún esta era territorio español, tras la guerra hispano-estadounidense la familia de Goded retornó a España, su país de origen.

Goded empezó su carrera militar a los catorce años, siendo enviado a España por su familia, donde ingresó en la Academia Militar de Infantería. En 1905 llegó a ser capitán del Estado Mayor. Como muchos militares de la época, ascendió por mérito de guerra gracias a la guerra de Marruecos (1909-1927), donde en 1926 fue ascendido a general. Participó en el desembarco de Alhucemas y fue jefe del Estado Mayor del general Sanjurjo.

Aunque ofreció su apoyo a la subida al poder del general Primo de Rivera, posteriormente participó en intrigas contra él, lo que le valió ser juzgado por traición y pasar a la reserva. Participó en la Sanjurjada del 10 de agosto de 1932, por lo que fue de nuevo retirado de la actividad militar por parte del gobierno. No obstante poco después fue amnistiado por el gobierno republicano de derechas y regresó a filas. Cuando llegó la República, Goded fue restablecido en el servicio activo y nombrado jefe del Estado Mayor Central del Ejército.

En octubre de 1934 colaboró con Franco por orden del gobierno republicano en la represión de la revuelta de Asturias, por lo que el gobierno radical-cedista le otorgó el cargo de director general de Aeronáutica y de la III Inspección del ejército. En 1935 fue nombrado director general de Aeronáutica.

A principios de 1936, con el Frente Popular en el poder, volvió a mostrar tendencias abiertamente derechistas y reanudó sus conspiraciones contra el gobierno republicano, lo que motivó que fuera alejado de Madrid, siendo enviado como comandante general de Baleares, en la confianza de que esta jefatura (alejada de los grandes centros de poder y con pocas tropas a su mando) le impediría realizar alguna revuelta exitosa contra el gobierno.

Guerra Civil Española

El 19 de julio de 1936, al producirse el golpe de Estado que dio origen a la guerra civil, Goded aprovechó su puesto para sublevar las plazas de Mallorca e Ibiza y dejarlas en manos de los rebeldes. Para entonces su prestigio había aumentado mucho dentro de los militares derechistas que conspiraban contra la República y había sido propuesto para dirigir la revuelta militar en Valencia, pero luego Goded terminó dirigiéndose a la ciudad de Barcelona el 19 de julio en un hidroavión para tratar de conseguir el levantamiento de esta ciudad. Tras llegar a Barcelona, Goded logró destituir y arrestar al general Francisco Llano de la Encomienda, comandante de la IV División Orgánica y de toda Cataluña, pero fracasó en su intento de tomar el control de la ciudad. Tras duros combates fue arrestado por las autoridades republicanas en la tarde del mismo 19 de julio, siendo obligado a confesar por radio el fracaso del levantamiento y su rendición:

La suerte me ha sido adversa y he caído prisionero; si queréis evitar que continúe el derramamiento de sangre, quedáis desligados del compromiso que teníais conmigo.

Conducido al barco-prisión Uruguay, días después, fue acusado de traición y condenado a muerte por un consejo de guerra. El 12 de agosto de 1936, Goded fue fusilado junto a otros militares (como Álvaro Fernández Burriel) que participaron en la sublevación del 19 de julio.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 23:12

Excmo. Sr. D. Fernando PRIMO DE RIVERA Y SOBREMONTE Capitán General del Ejercito Español


(Fernando Primo de Rivera y Sobremonte; Sevilla, 1831 - Madrid, 1921) Militar y político español que fue gobernador general de Filipinas. En 1844 ingresó en el Colegio General Militar y tres años más tarde alcanzó el grado de subteniente y se licenció. En 1848 se encontraba destacado en Madrid cuando estalló la insurrección del 26 de marzo en la cual tomó parte, al igual que en los sucesos del 7 de mayo siguiente. Por su distinguido comportamiento se le concedió la Cruz de San Fernando y el ascenso a teniente.

En los años siguientes se dedicó a la enseñanza militar en el Colegio de Infantería y alcanzó el grado de comandante del regimiento de Burgos. Cuando el 22 de junio de 1866 estalló una nueva insurrección en Madrid, el comandante Primo de Rivera fue encargado de sofocarla, lo que logró con éxito, por lo que fue ascendido al grado de teniente coronel. En 1867 fue encargado de perseguir el contrabando en el Campo de Gibraltar.

Cuando al año siguiente estalló la Gloriosa, Primo de Rivera se encontraba en Granada, desde donde partió al frente de sus hombres con dirección a Antequera, donde logró restablecer la calma. Partió de inmediato a Granada, donde también había estallado la revolución. En diciembre de 1868 fue ascendido a coronel por su labor en el mantenimiento de la paz y en octubre del siguiente año fue ascendido a brigadier. En 1872 se le otorgó la Gran Cruz de Isabel la Católica en recompensa por los servicios prestados.

Cuando estalló la tercera Guerra Carlista, en 1872, como general en jefe del II Cuerpo de Ejército, tomó Montejurra, el 7 de noviembre de 1873. Fue nombrado mariscal de campo en 1872. El 5 de septiembre de 1874 fue nombrado capitán general de Castilla la Nueva. En 1876 tomó la plaza de Estella, que supuso el final de la sublevación carlista.

Al ser proclamado Alfonso XII en Sagunto, con lo que se ponía fin a la Primera República Española, se adhirió a la restauración, siendo a la sazón capitán general de Castilla la Nueva. Entre 1880 y 1883 ejerció como capitán general de Filipinas. Durante su mandato en Filipinas luchó contra el contrabando y el bandolerismo, pacificó el territorio y llegó a un acuerdo con los indígenas, que se rindieron a cambio de tierras. En 1883 presentó su dimisión de todos sus cargos, que fue admitida. Al año siguiente regresó a España donde fue nombrado director general de infantería.

En julio de 1890 volvió a ser nombrado capitán general de Castilla e inspector de infantería. En noviembre de 1893 le fue confiado el mando del primer cuerpo de ejército de operaciones en África. El 24 de marzo de 1897 fue nombrado gobernador y capitán general de Filipinas, en sustitución de Polavieja, con el fin de acabar con la sublevación del archipiélago. Firmó el acuerdo de Biacnabató en 1897 y exilió a los líderes revolucionarios a Hong-Kong. El 12 de abril de 1898 pidió ser relevado de su mando, una vez cumplida su misión, y regresó a España. En 1907 recibió el cargo de ministro de la Guerra del gobierno de Maura y en 1917 volvió a desempeñar el mismo cargo en el gobierno de Dato. Entre 1920 y 1921 fue presidente del Consejo Supremo de Guerra y Marina, cargo que desempeñó hasta su muerte.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 23:18

Excmo. Sr. D. Fernando PRIMO DE RIVERA Y ORBANEJA Teniente Coronel del Ejercito Español


Fernando Primo de Rivera y Orbaneja (Jerez de la Frontera (Cádiz) 1879 – Monte Arruit, Marruecos, 1921) fue un militar español, hermano del dictador Miguel Primo de Rivera y Orbaneja y tío del fundador de Falange José Antonio Primo de Rivera. Ingresó en la Academia de Caballería en 1898, donde se convirtió en un excelente jinete y campeón de esgrima. Completó su formación en la Academia de Caballería francesa de Saumur.

Guerra de Marruecos

Tras diversos destinos en la península y ascender a capitán, es destinado a Melilla, al mando del 2º Escuadrón de Cazadores de Taxdirt. Por su actuación en los combates de ese año, es propuesto para la Cruz del Mérito Militar. Ese mismo año, tras tomar a la carga el poblado de Ulad Garen, fue ascendido a comandante y recompensado con la Cruz de María Cristina. Era muy crítico con la intervención española en Marruecos, al igual que su hermano Miguel.

En 1920, siendo Teniente Coronel, es destinado al Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” nº 14, como segundo jefe del mismo, y seguía al mando cuando acaeció el Desastre de Annual. El día 22 de julio de 1921 el Teniente Coronel Primo de Rivera tenía desplegados los cinco escuadrones del regimiento, cuatro de sables y uno de ametralladoras (461 hombres: 22 oficiales y 439 de tropa) detrás de Izumar. El jefe del Regimiento, el coronel Manella, se hallaba en Annual al mando de la circunscripción desde hacía tres días.

El 23 de julio de 1921, el teniente coronel Primo de Rivera, en cumplimiento de la órdenes recibidas y al frente de su 2° escuadrón, dos secciones del 4° y una del 1° del Regimiento de Alcántara, con un total de 192 jinetes, protege la retirada de Chaif hacia Dar Drius. Durante la retirada el Regimiento Alcántara, carga repetidamente contra los rifeños, sufriendo fuertes perdidas. Por su actuación fue propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, que se le concedió póstumamente en 1923.

Ese mismo día, se le dio la orden de proteger la retirada desde Dar Drius a Batel, durante la retirada volvió a realizar valerosas cargas contra los rifeños, que supusieron la casi aniquilación de su maltrecho regimiento. Las cargas realizadas durante el cruce del río Igan fueron durísimas, teniendo que realizarlas al final a pie debido a haber perdido ya la mayoría de los caballos.

Unos meses después, en el lecho del río Igan se localizaron los restos de los caballos y los jinetes en el mismo lugar donde habían caído. De 461 hombres que formaban su regimiento unos días antes, el 24 de julio los sobrevivientes no llegaron a 80.

Muerte

El teniente coronel Primo de Rivera murió en Monte Arruit el 6 de agosto de 1921, por herida de un casco de granada de la artillería enemiga que le llevó el brazo derecho mientras observaba el fuego de cañón desde el parapeto. Por esta herida se le hubo de amputar el brazo sin anestesia, debido a los escasos medios con los que se contaba en la posición. Murió poco después a causa de la gangrena. Durante el asedio se comportó brillantemente, siempre en constante combate, dirigiendo y animando a todos con su heroico ejemplo.

El teniente coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja figura desde entonces como número uno de los tenientes coroneles de la Caballería española.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 03 Abr 2016 23:36

LAS CARGAS DEL REGIMIENTO ALCANTARA


Nos encontramos en pleno Desastre de Annual. Los rifeños hostigan la retirada española hacia la posición de Dar-Drius, que se bate de forma totalmente desorganizada. Atrás quedan heridos, armas y suministros. No obstante se encarga al teniente coronel Fernando Primo de Rivera y a sus hombres proteger la columna española de todo ataque rifeño. Durante esta huida estos tienen que cargar contra las tropas rifeñas y atraviesan sus líneas volviendo a cargar contra estas por la retaguardia lo que permite salvarse a parte de la columna española. Esta acción permitió a Primo de Rivera recibir la Cruz Laureada de San Fernando. Pero la situación era tan insostenible que incluso Dar Drius debía ser también evacuada y la columna debería marchar hasta Batel por la orilla del río Igan, por un peligroso camino propicio para los ataques rifeños. Primo de Rivera se puso al mando del regimiento de Cazadores de Alcántara que casualmente se encontraban en dicha fortificación. El día acababa de comenzar para ellos y pronto estarían ante el hecho más importante de sus vidas.

El plan español era evidente, la caballería protegería la retirada de la infantería. Aunque todos los altos mandos sabían perfectamente que en realidad la caballería se sacrificaría por la infantería. Los ataques que presumiblemente llegarían por la retaguardia y flancos serian neutralizados mediante cargas de caballería que permitiesen ganar tiempo a la columna española para ponerse a salvo.

Las peores previsiones se hicieron realidad, y al poco tiempo de salir, los rifeños atacan un convoy adelantado de heridos sobre el que el regimiento de Caballería de Alcántara liderado en todo momento por Primo de Ribera, hace la primera carga. Pero no seria hasta mas adelante cuando la situación se volviese más delicada. Cuando la columna española alcanza el cauce del río Igan, se produce el ataque rifeño a gran escala. Primo de Rivera consciente de la que se avecina arenga a sus soldados diciendo: "¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos".

Tras la arenga, 12 cornetas marcaban el principio de la heroica gesta. 461 jinetes en formación cabalgan por un angosto terreno levantando un gran nube de polvo entre la que se apreciaba el reflejo del sol en los sables de los jinetes que sin temor se acercaban cada vez mas al grito de ¡España! a las tropas rifeñas las cuales abrieron fuego causando grandes bajas entre el regimiento. Aun así, este alcanzó su objetivo y castigo a aquellos que amenazaban la columna. Nada mas acabar la carga, las cornetas vuelven a sonar y el regimiento ya diezmado y sin tiempo a descansar efectúa una segunda carga. La historia se vuelve a repetir los rifeños abren fuego y las misma nube de polvo se les vuelve a acercar, esta vez los sables lucen menos, están cubiertos de sangre. De nuevo el regimiento vuelve a alcanzar su objetivo volviendo a lamentar grandes bajas, cadáveres de hombres y caballos se entremezclan en la arena, el regimiento estaba quedando destrozado, pero el enemigo, muy superior en número también estaba sufriendo bajas incluso mayores.

La fatiga y las heridas tanto en hombres como en caballos ya son realmente graves. Aun así, los jinetes ciegos ya por la heroicidad de sus actos realizan una tercera carga, esta carga la tienen que realizar al trote, puesto que los caballos no daban más de sí. Las fuerzas marroquíes incrédulas antes semejante temeridad, disparan de nuevo contra la nueva carga volviendo a causar mas bajas, mayores incluso que las anteriores, ya que los blancos, mas lentos eran esta vez mas fáciles de acertar. El caballo del Primo de Rivera pereció al final de esta tercera carga. Aun así, la batalla no finaliza, entre la incredulidad enemigo, que veía como aquellos diablos a caballo volvían contra ellos una y otra vez.

Al finalizar esta carga Primo de Rivera observa que la columna española que se retira aun no se ha alejado lo suficiente del lugar y cumple con el juramento de defender a la infantería hasta la muerte, ordenando una nueva carga, la cuarta, en la que ya definitivamente queda el regimiento destrozado. Esta carga es efectuada por los restos de la tercera, muchos de los atacantes con sus caballos e incluso ellos mismos heridos, con los mulos utilizados para transportar suministros e incluso a pie. De los 461 hombres que cargaron aquel día solo 60 sobrevivieron los cuales siguieron escoltando a la columna española. En cuanto a Primo de Rivera moriría días mas tarde a causa de una gangrena en el brazo producida por el estallido de una granada.

Como curiosidad, meses más tarde cuando las fuerzas españolas ocuparon los territorios perdidos se encontró al cadáver de Primo de Rivera desenterrado pero no ultrajado como era habitual en esas tierras. Los rifeños simplemente querían ver quien era ese hombre que enviaba una y otra vez aquellas cargas llenas de valor y agresividad

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 01:22

Desastre del BARRANCO DEL LOBO


Se conoce como Desastre del Barranco del Lobo la acción militar acaecida en ese lugar, próximo a Melilla, el 27 de julio de 1909 en la que las tropas españolas fueron derrotadas por los rifeños. Es considerada una parte de la Guerra de Melilla.

A comienzos del siglo XX el gobierno español decide ejercer en Marruecos una influencia que devolviera al país el prestigio perdido como consecuencia del Desastre del 98. A este fin se adhiere a la Declaración de Londres de 1904, que asigna a España la misión de facilitar ayuda a Marruecos para llevar a cabo las reformas militares, económicas y administrativas de las que estaban tan necesitados. En esta época el control de las cabilas que circundaban Melilla estaba en manos de un pretendiente al trono de Marruecos, que afirmaba ser el hermano del sultán Abd al-Aziz de Marruecos, Yilali Mohamed el-Yusfi ez-Zerhuni, conocido en la historia como Bu Hamara (el de la burra), por lo que una compañía española (la Compañía Española de Minas del Rif) y una francesa negocian con él la explotación de yacimientos mineros.

Sin embargo, estas concesiones hacen que las cabilas que antes apoyaban a Bu Hamara consideren que éste les ha traicionado, y para demostrar su enojo el 8 de agosto de 1908 atacan las explotaciones, aunque sin causar víctimas, y Bu Hamara es apresado y enviado a Fez, donde moriría encarcelado por el sultán.

La muerte de Bu Hamara deja a España sin interlocutor con los rifeños y la situación se hace más tensa. El general Marina, Comandante General de Melilla, pide instrucciones y refuerzos al gobierno, ya que con las fuerzas con que cuenta no pueden continuar las labores pacificadoras, esto es, la continuidad de las explotaciones mineras. El gobierno se limita a pedir calma al general y no hace nada ; es más, le prohíbe cualquier acción militar y el 7 de junio de 1909 autoriza a las compañías mineras a proseguir sus trabajos. La tranquilidad dura poco, puesto que a finales de junio comienza una gran agitación, con predicación de la guerra santa, en las cabilas próximas a Melilla. Ante la negativa gubernamental a autorizar la ocupación y fortificación de posiciones que permitieran defender a los trabajadores de un posible ataque rifeño, Marina ordena una expedición por estas cabilas, que lo único que consigue es la captura de seis agitadores que son conducidos presos a Melilla.

Las detenciones son el detonante de la sublevación, y el 9 de julio de 1909 se produce en Sidi Musa un ataque de los rifeños a un grupo de obreros españoles que construían un puente para un ferrocarril minero, matando a seis de ellos e hiriendo a uno. Cuando los hechos son conocidos por el gobierno, presidido por Maura, éste decreta el 10 de julio la movilización de tres brigadas mixtas de Cazadores, formadas en su mayor parte por reservistas de las quintas de 1903 y 1904, lo que provoca disturbios en Madrid y en Barcelona, donde se producen los sucesos conocidos como Semana Trágica.

En días sucesivos, menudean los enfrentamientos con francotiradores ocultos en las alturas que dominan las posiciones españolas. El día 16 comienza la llegada a Melilla de las fuerzas expedicionarias y el 18 entran en combate. El 20 se produce un nuevo ataque rifeño en Sidi Musa, aunque fue rechazado por los españoles tras largos combates, bajo un sol abrasador sin agua y sin comida. El 22 los ataques se aproximan a Melilla, por lo que para detener el avance enemigo se ordena una concentración del fuego artillero sobre el principal núcleo atacante. El general Marina, en previsión de un ataque a Melilla, acantona una columna de seis compañías de infantería y una sección de obuses en las proximidades de la ciudad, al mando del coronel Álvarez Cabrera. Este mando, por iniciativa propia, ordena una marcha nocturna hacia Ait Aixa, perdiéndose durante la noche y amaneciendo en el barranco de Alfer, donde son sorprendidos y diezmados por los francotiradores apostados en las alturas. Esta imprudencia, que cuesta la vida al coronel, produce además 26 muertos y casi 230 heridos. Sin embargo, se consigue el objetivo de sacar a los rifeños de sus posiciones y de hacerlos retroceder.

El 26 de julio se reciben noticias a través de confidentes rifeños sobre la preparación de un potente ataque rebelde. El general Marina, ya teniente general y Comandante del Ejército de Melilla, ordena la salida de tropas para proteger la posición de la Segunda Caseta. Asimismo, dispone que la brigada de Cazadores de Madrid, mandada por el general Guillermo Pintos Ledesma, vigile la zona del barranco del Lobo y el de Alfer, situados en las estribaciones del monte Gurugú.

Es en el barranco del Lobo donde los españoles se ven expuestos al fuego graneado de los rifeños que continúan dueños de las alturas. Se comete, además, el grave error de intentar la retirada sin apoyo de la artillería, lo que causa gravísimas pérdidas. El general Marina, a la vista de la gravedad de la situación, se hace cargo del mando y organiza la retirada con apoyo artillero y de fuerzas procedentes de la posición de la Segunda Caseta. Esta emboscada originó más de 100 muertos, entre ellos el General Pintos, que estaba al mando de la expedición, y casi 600 heridos. Según la historiadora María Rosa de Madariaga murieron 153 militares (17 jefes y oficiales y 136 hombres de tropa) y 599 resultaron heridos (35 jefes y oficiales y 564 hombres de tropa).

Ante la gravedad de los acontecimientos se decide suspender todas las operaciones bélicas y continuar reforzando el contingente español en Melilla, que a mediados de agosto ya cuenta con más de 35.000 hombres y un elevado número de piezas de artillería y munición. A finales de agosto se reinician los combates por parte española, aunque ahora desde una posición de claro dominio, lo que llevaría a la pacificación total de la zona a finales de año.

El desastre del Barranco del Lobo ha sido considerado, junto con el de Annual en 1921, como una de las más sangrientas derrotas sufridas por el ejército español en las guerras coloniales sostenidas en el norte de África. Sin embargo, a pesar de las pérdidas de vidas, se consiguen los objetivos marcados y se rechaza al enemigo.

Canciones populares

El Desastre del Barranco del Lobo causó una profunda conmoción en España, siendo tema para una coplilla popular difundida durante muchos años, especialmente entre los soldados que servían en África, y cuya letra era la siguiente:

En el Barranco del Lobo
hay una fuente que mana
sangre de los españoles
que murieron por España.
(otras versiones: «por la patria»)

¡Pobrecitas madres,
cuánto llorarán,
al ver que sus hijos
a la guerra van!
(otras versiones: «ya no volverán»)

Ni me lavo ni me peino
ni me pongo la mantilla,
hasta que venga mi novio
de la guerra de Melilla.

Melilla ya no es Melilla,
Melilla es un matadero
donde van los españoles
a morir como corderos.

En la campiña de Jerez se cantaba esta otra canción menos conocida, en la que se aludía al conde de Romanones que era uno de los propietarios de la Compañía Española de Minas del Rif:

Los obreros de la mina
están muriendo a montones
para defender las minas
del conde de Romanones.
que luego los asesina.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 01:35

Excmo. Sr. D. José MILLAN-ASTRAY TERREROS General del Ejercito Español


José Millán-Astray y Terreros (La Coruña, 5 de julio de 1879–Madrid, 1 de enero de 1954) fue un militar español, fundador de la Legión y de Radio Nacional de España. Fue procurador en las Cortes entre 1943 y 1952.

Nace en La Coruña el 5 de julio de 1879, hijo de José Millán Astray (de quien tomará, uniéndolos, ambos apellidos) y de Pilar Terreros Segade. El padre, abogado de profesión y con aficiones literarias, obliga al joven José a estudiar Derecho, si bien éste aspiraba a ser militar, lo que finalmente hará.

Ingresa el 30 de agosto de 1894 en la Academia de Infantería de Toledo donde sigue el programa de estudios abreviado dispuesto por el Gobierno para atender las necesidades de oficiales de los conflictos de Ultramar (Cuba y Filipinas), graduándose con apenas diecisiete años como teniente segundo y sirviendo después en el regimiento de infantería Asturias nº 31 Madrid. El 1 de septiembre de 1896 ingresa en la Escuela Superior de Guerra, en la que interrumpe sus estudios para incorporarse voluntario a un batallón expedicionario que zarpa para Filipinas. Durante su estancia en las islas se distingue por su valor, especialmente por su actuación en la defensa, con apenas diecisiete años, de la población de San Rafael con treinta hombres contra un número muy superior de rebeldes tagalos, hecho que le vale la Cruz de María Cristina.
Carrera militar

A su regreso a España reingresa en la Escuela de Guerra obteniendo el Diploma del Estado Mayor. El 2 de marzo de 1906 se casa con Elvira Gutiérrez de la Torre, hija del general Gutiérrez Cámara. Se dice que después de la boda, ésta le informó de que había jurado mantener su castidad de por vida. A partir de entonces, en palabras del propio Millán-Astray, mantendrían una «relación fraternal». Por su parte, ella se encargaría de cuidar del general con verdadera devoción. Aunque si eso hubiera sido así, el matrimonio católico podría haber sido declarado nulo. Interesado en crear un cuerpo de voluntarios extranjeros a semejanza de la Legión Extranjera Francesa, va a Argelia a estudiar in situ el funcionamiento de dicho cuerpo del ejército francés. El ministro de la Guerra general José Villalba Riquelme manda fundar la Legión por orden del día 28 de enero de 1920 y le encomienda crear después el llamado “Tercio de Extranjeros”, siendo su primer teniente coronel jefe y contando con la colaboración de Franco. Haría famosos los lemas «¡Viva la muerte!» y «¡A mí la Legión!». También actúa como director de la Oficina de Radio, Prensa y Propaganda del Cuerpo de Mutilados de Guerra.

Durante la Guerra de Marruecos sufrió cuatro graves heridas:

La primera se produjo el 17 de septiembre de 1921, en el barranco de Amadí es herido en el pecho cuando estaba dando órdenes para la toma de Nador.

La segunda el 10 de enero de 1922 después del combate de Draa-el Asef, se estableció el bloqueo “Gómez Arteche”. Al ser relevado por el Teniente Coronel González Tablas, fue herido en una pierna mientras se retiraba.

La tercera fue el 26 de octubre de 1924, cuando, ascendido a Coronel y camino del Fondak de Ain Yedida para tomar el mando de la columna R´gaiga, encontró la carretera cortada por el fuego enemigo. Cuando se aproximó a primera línea para arengar a los soldados del Batallón de Burgos, recibió un disparo que le destrozó el brazo izquierdo. Dicho brazo le fue amputado al habérsele diagnosticado gangrena.

La cuarta herida la sufrió el 4 de marzo de 1926, cuando se encontraba al mando de una columna, entabló combate con el enemigo y consiguió tomar Loma Redonda, dando orden de fortificarla. Mientras examinaba los primeros puestos, recibió un disparo en el rostro que le destrozó el ojo derecho y le produjo desgarros en el maxilar y en la mejilla izquierda. A causa de esta herida perdió dicho ojo y sufriría de vértigo cada vez que girase la cabeza durante el resto de su vida.

Durante la Guerra Civil Española tuvo un papel secundario en el ejército sublevado contra la II República Española. Siendo célebre el altercado que mantuvo con Miguel de Unamuno el 12 de octubre de 1936 en el paraninfo de la Universidad de Salamanca, al que habían asistido diversas personalidades franquistas con motivo de la celebración de la Fiesta de la Raza (lo que hoy es el Día de la Hispanidad, el aniversario del descubrimiento de América): el obispo de Salamanca, Enrique Plá y Deniel, el gobernador civil, Carmen Polo Martínez-Valdés (esposa de Francisco Franco) y el propio Millán-Astray.

Lo que sucedió, según cuenta en La guerra civil española el hispanista inglés Hugh Thomas, es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado, tras las formalidades iniciales y un apasionado discurso de José María Pemán, pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y las Vascongadas, calificando a estas regiones como «cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá cómo exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos».

Alguien grita entonces, desde algún lugar del paraninfo, el famoso lema «¡Viva la muerte!». Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: «¡España ...»; «... una!», responden los asistentes.

(Algunos jóvenes estudiantes falangistas (según otros carlistas) intentan enmendar el viva la muerte con vivas a Cristo Rey y a la paz misericordiosa (...) pero son apagados por los ensordecedores gritos de ritual pseudorracionales y acaban siguiéndolos).

- «¡España ...», vuelve a exclamar Millán-Astray; «... grande!», replica el auditorio.

- «¡España ...», finaliza el general; «... libre!», concluyen los congregados.

Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista, brazo derecho en alto, al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared. Se intenta así enmendar el incidente aunando esfuerzos de hermandad y moral (algo quebrada por el incidente) al unísono.

Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta lentamente y dice: «Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo,» dice Unamuno señalando al obispo de Salamanca-, «lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito “¡Viva la muerte!” y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.»2

En ese momento Millán-Astray exclama irritado «Muera la intelectualidad traidora», «Viva la muerte», aunque por el gran alboroto del público no se percibió esa frase, que fue solo oída por la gente que estaba más cerca del general, naciendo así la leyenda de que realmente dijo: «¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!» (leyenda que nace de las declaraciones de Serrano Suñer, el cual no se encontraba en la universidad), aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: «¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!».

Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: «Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho».

A continuación, el público asistente se encolerizó con Unamuno y le dirigió todo tipo de insultos por lo que, gracias a la intervención de Carmen Polo de Franco, quien le acompañó cogida del brazo, abandonó el recinto universitario y se trasladó hasta su domicilio.

Tras el final de la contienda, Millán-Astray actuará como jefe de Prensa y Propaganda de la dictadura militar. Se dice que dirigiría la oficina de prensa como un cuartel militar, obligando a los periodistas a cuadrarse y alinearse al tocar el silbato. En 1941 conoce y se enamora, durante una partida de bridge, de Rita Gasset, hija de Rafael Gasset, antiguo ministro de Fomento, y prima del filósofo José Ortega y Gasset. Cuando ésta queda embarazada, decide separarse de su esposa Elvira y marchar a Lisboa ante el temor de Francisco Franco de que se produjera un escándalo, naciendo allí, el 23 de enero de 1942, su hija Peregrina.

Fallece, enfermo del corazón, el 1 de enero de 1954, en Madrid, siendo director general del llamado “Cuerpo de Caballeros Mutilados de Guerra por la Patria”. Su médico, el Dr. Mauro-José Rodríguez Rey, amigo personal y pupilo de Millán-Astray en la Legión, se encargó de comunicárselo al mismo Franco. Fue enterrado en el cementerio de la Almudena.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 15:11

Bueno y van más de diez mil vistas, parece que el hilo interesa, a ver si se anima alguno ahora que van siendo militares más actuales, cronológicamente, y así aumentan las aportaciones.

Saludos
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 15:27

Excmo. Sr. D. José Enrique VARELA IGLESIAS Capitán General del Ejercito Español


José Enrique Varela Iglesias (San Fernando, 17 de abril de 1891-Tánger, 24 de marzo de 1951), fue un militar español, alto comisario de España en Marruecos y ministro del Ejército durante la dictadura de Francisco Franco. Recibió en dos ocasiones la Gran Cruz de San Fernando.

Guerra en África

José Enrique Varela Iglesias nació en la ciudad gaditana de San Fernando el 17 de abril de 1891. Su padre, Juan Varela Pérez, era sargento jefe de la banda del 1º Regimiento de Infantería de Marina.

A los 18 años ingresa como corneta en el mismo regimiento de su padre y en 1912, ya con el grado de sargento, logra el ingreso en la Academia de Infantería, obteniendo en 1915 el despacho de alférez de manos del rey Alfonso XIII.

A su salida de la Academia es destinado a las fuerzas regulares de Melilla con el empleo de teniente; allí obtiene por dos veces la más alta condecoración militar española, la Cruz Laureada de San Fernando. La primera en los combates de Muires y Ruman, el 20 de septiembre de 1920. La segunda en combate en Adama 12 de mayo de 1921. Si la concesión de la laureada es excepcional puesto que se reserva al valor muy distinguido, la concesión de dos de ellas es una rareza hasta el punto de que sólo hay constancia de otros cuatro militares "bilaureados": Los generales Sanjurjo y Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, el capitán Miguel Rodríguez Bescansa y el capitán Pablo Arredondo Acuña, si bien estos dos últimos recibieron la segunda laureada a título póstumo. En 1922 es nombrado Gentilhombre de cámara con ejercicio del rey Alfonso XIII. Asciende a capitán por méritos de guerra y participa en diversas campañas bélicas, entre las que destaca el desembarco hispano-francés de Alhucemas (1925), que modifica el curso de la guerra colonial e inicia el rápido proceso que llevará a su conclusión.

En febrero de 1926 es ascendido a teniente coronel por méritos de guerra, es destinado a Ceuta y recibe la Medalla Militar Individual. En 1929 tras el final de la guerra es ascendido a coronel.

Segunda República

El advenimiento de la II República, el 14 de abril de 1931, lo ve el coronel Varela, de ideas carlistas (Varela redactaría la ordenanza del Requeté), con reserva, y participa en 1932 en la sublevación del general José Sanjurjo, por lo cual será detenido y hecho preso en Sevilla y Guadalajara.

En 1935, siendo José María Gil-Robles ministro de defensa y el general Franco Jefe de Estado Mayor de Defensa, es ascendido a general. A finales de 1935 y ante la probable disolución de las Cortes y convocatoria anticipada de elecciones generales, participa en los planes para derrocar a la República, que no se llevan a cabo en ese momento por no considerarse la situación adecuada.

También participa en los preparativos definitivos del golpe militar del 18 de julio de 1936, que iniciará la

Guerra Civil Española

En abril de 1936 asistió a la reunión celebrada en Madrid por un grupo de generales para preparar el alzamiento del 18 de julio. Confinado en Cádiz y preso en el castillo de Santa Catalina, fue liberado por los militares sublevados y, de inmediato, se sumó a la sublevación. Durante la Guerra Civil española intervino en la ocupación de Cádiz y en los frentes de Sevilla, Córdoba, Málaga, Antequera, Toledo (donde consiguió levantar el asedio del Alcázar de Toledo), Madrid, Brunete, Teruel y Ebro. Terminada la contienda, fue ascendido a general de división cuando mandaba el Cuerpo del Ejército de Castilla.

Al comienzo de la sublevación, el 18 de julio de 1936, Varela junto a José López Pinto y con la ayuda de refuerzos procedentes de Marruecos ocupan la ciudad de Cádiz, después de que una huelga general parecía haber ganado la ciudad para los obreros.

Participa en operaciones militares de sometimiento en Sevilla, Córdoba, Antequera (Málaga) y Málaga. El 24 de septiembre 1936, sustituye a Yagüe al mando de las tropas que, tras haber avanzado por Extremadura y el valle del Tajo, se disponen a liberar el Alcázar de Toledo (en el que resistía después de varios meses de asedio, cercado por milicianos de la República, el teniente coronel José Moscardó). Antes de acabar 1936 participa en las batallas que se desarrollan en Madrid y los alrededores (Ciudad Universitaria). El fracaso en la toma de Madrid significó el alargamiento de la guerra, y Varela tomó parte en numerosas batallas posteriores: Jarama, Brunete), así como en las de Teruel, Aragón y Levante. Finaliza la guerra civil como general de división y es nombrado ministro del Ejército en el primer gobierno de la dictadura del general Francisco Franco.

En 1940 fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de San Lázaro de Jerusalén.

Se le acusa de haber sido sobornado junto a otros generales franquistas por Gran Bretaña para influir sobre el Caudillo y evitar que España entrara en la 2ª Guerra Mundial. Churchill autorizó un total de 20 millones de dólares de la época (equivalentes a unos 331 millones de hoy en día) para sobornos que se fueron concediendo por periodos de seis meses hasta finales de 1942, pues a partir de entonces el régimen franquista ya había girado hacia los Aliados. De este montante el General Varela, Ministro del Ejército, cobró 2 millones de dólares de la época.

Desde agosto de 1939 hasta 1942 fue Ministro del Ejército. Creó la Escuela Politécnica del Ejército para Ingenieros de Armamento y Construcción, el Regimiento de la Guardia del Jefe del Estado, el Museo Histórico Militar, la Milicia Universitaria y las Juntas de Acuartelamiento. Al tiempo, restableció la Academia General Militar y fundó la Academia de Transformación de Oficiales Provisionales.

El 16 de agosto de 1942, en una ceremonia religiosa organizada por los carlistas delante de la basílica de Begoña en Bilbao y que estaba presidida por Varela, un grupo de falangistas provocó un incidente sangriento cuando uno de ellos arrojó dos bombas a la muchedumbre. La primera no explotó, pero la otra hirió a casi un centenar de asistentes. La autoría fue adjudicada a Juan José Domínguez Muñoz del Sindicato Español Universitario (SEU). El hecho se calificó como intento de asesinato al Ministro del Ejército y puso de manifiesto la separación entre éste y la Falange.

En la agenda de Domínguez se encontraron los nombres de diplomáticos alemanes en España y a raíz de su muerte, Hitler le condecoró con la Cruz del Águila alemana, lo que dio pie a la posible implicación de este país en el asunto. A raíz de este suceso, Varela escribió una carta de dimisión al general Franco en la que se quejaba del tono falangista de sus últimos discursos, añadiendo que sólo continuaría en su cargo si se cumplían una serie de condiciones, que eran el castigo de los responsables e instigadores y la formación de un gobierno "de autoridad para rectificar los errores del pasado"; esto parecía significar un gabinete en el que dominaran los monárquicos. Domínguez es fusilado y el 2 de septiembre, Franco después de intentar retenerlo acepta su dimisión y cesa a Galarza, Ministro de Gobernación. Como medida compensatoria también cesa el 3 de septiembre a su cuñado, Ramón Serrano Suñer, como Ministro de Asuntos Exteriores.

A raíz de la rendición de Italia, Varela junto con otros generales de la guerra civil, como Kindelán, Orgaz, Solchaga y Saliquet, firmaron una carta a Franco que fue entregada a éste por el propio Varela en la que se decía que había llegado el momento de dotar a España de un régimen estatal bajo la forma monárquica.

En marzo de 1945 fue nombrado alto comisario de España en Marruecos.

Según Paul Preston, "Varela era un reaccionario duro, relacionado con los carlistas, pero al haber recibido dos veces la Gran Cruz Laureada de San Fernando, la más importante condecoración militar española, por mostrar valor ante el enemigo, gozaba de enorme autoridad dentro de las Fuerzas Armadas. Sin embargo, aun cuando Varela fue ministro del Ejército, el general Franco se aseguró de que estuviese vigilado, nombrando a tal efecto para el puesto de subsecretario del Ministerio del Ejército a su íntimo confidente Camilo Alonso Vega".
Hechos póstumos

Tras su muerte se le otorgó de manera póstuma el título de capitán general del Ejército, así como el de marqués de Varela de San Fernando.

Fue uno de los treinta y cinco altos cargos del franquismo imputados por la Audiencia Nacional en el sumario instruído por Baltasar Garzón, por los delitos de detención ilegal y crímenes contra la humanidad cometidos durante la Guerra Civil Española y durante el primer franquismo; no fue procesado al comprobarse su fallecimiento, acaecido 57 años antes de la imputación.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 21:06

Excmo. Sr. D. José LOPEZ PINTO BERIZO General del Ejercito Español

Nacido en Cartagena, ingresa en la Academia General Militar en 1890. En 1896 es ascendido a Primer Teniente de Artillería. En 1921 ascendió a Teniente Coronel, (siendo en ésta época cuando protagonizó junto con otros compañeros la “Sublevación de los Artilleros”, en la que se negaban a ascender por méritos de guerra).

En 1930 es nombrado Director del Parque de Artillería de Cartagena. También mandó las plazas durante el año 1931 de Granada y Murcia. Fue promovido a General de Brigada en Junio de 1932 y destinado al cargo de Comandante General de Artillería de la 3ª Región Militar y en 1933 General Gobernador Militar de la Plaza de Cartagena. En Febrero de 1936 con la entrada del Frente Popular fue destinado al cargo de General Gobernador Militar de Cádiz.

El 18 de Julio de 1936 y de acuerdo con el General Queipo de Llano que en Sevilla declaró el Estado de Guerra, lo proclamó en Cádiz y su provincia, de acuerdo con las instrucciones del General Franco. A continuación sacó los Regimientos de Infantería y Artillería de Cádiz, hasta que, habiendo ordenado la salida del Castillo de Santa Catalina del General que allí se encontraba detenido por orden del Gobierno de España, D. José Enrique Varela Iglesias, le dio a éste el mando de esa columna operante para apoderarse del Gobierno Civil.

Con éstas fuerzas más otras traídas de Algeciras se apoderó del Gobierno Civil. Rendido el Gobierno Civil y pacificada la plaza de Cádiz al amanecer del día 21 apareció sublevado el Arsenal de la Carraca y lo dominó a las 12 del mismo día. Se consiguió tomar los pueblos de la provincia de Cádiz, así como de la provincia de Málaga y limítrofes y todos estos hechos de armas bajo su dirección y mando, y así se continuó hasta que el 9 de Diciembre de 1936 recibió orden del General Franco de marchar a Burgos para tomar el mando de la 6ª División Orgánica. Desde allí dirigió todas las operaciones militares de dicha División hasta conseguir la rotura del cinturón de Bilbao y entrada en esta plaza el 17 de Junio de 1937. En todas dichas operaciones asistió y dirigió desde su puesto del Cuartel General, como también en las que llevaron a la entrada en Santander el 27 de Agosto de 1937.

Con todo esto quedó constituida la 6ª Región Militar con sus 8 provincias, tomando el nombre de Región de Cuerpo de Ejército de Navarra y Capitanía General como lo era antes de la República en el año 1940. Formó parte de la Embajada extraordinaria enviada a Roma, con motivo de la Coronación de Su Santidad el Papa Pío XII en Marzo de 1939. Estuvo en posesión de 2 cruces de 1ª clase y otra del Mérito Naval, otra del Mérito Militar Blanca de Oficial, cruz de la misma orden de Coronel, Cruz Roja, Cruz de Guerra, Medalla de la Campaña, Medalla de Melilla con 5 pasadores, Medalla de Oro de Bilbao, Gran Cruz de San Hermenegildo, además de la Cruz y Placa, Grandes Cruces del Mérito Naval, del Aguila Alemana con Espadas, de la Corona de Italia y de San Silvestre del Vaticano. Distintivo del profesorado con una barra dorada (5 años) y 4 azules (4 años).

Nunca sufrió correcciones ni estuvo separado del mando de tropas. Fue citado en Ceuta como distinguido en Kudia Federico, durante cuya acción tuvo una licencia de enfermo en el empleo de Capitán por haber padecido el tifus, siendo ésta la única ocasión que faltó del servicio durante los 50 años de servicio hasta su fallecimiento en 1942.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Abr 2016 21:12

Excmo. Sr. D. José ASENSIO TORRADO General del Ejercito Español



Este general, apreciado por sus cualidades castrenses, es rápidamente designado por Largo Caballero para asumir un papel decisivo en la contienda, aunque acaba destituyéndolo por la presión del Partido Comunista

Los comunistas lo apodan “el general de las derro­tas”, entre otras por la frustrada toma del Alcázar de Toledo. Pese a ello, entre los repu­blicanos tiene fama de profesional organizador y buen conocedor de la técnica militar, características que le valen para escalar posiciones en el escalafón y participar en importantes escenarios bélicos, como Guadarrama, Toledo, Andújar y Málaga.

Nacido en La Coruña en el año 1892, José Asensio Torrado inicia muy joven su carrera militar y con sólo 34 años se convierte en coronel. Tras com­partir promoción de Infantería con el general Francisco Franco, se une a la causa del Gobierno republicano nada más producirse el alzamiento militar. Asensio, que se encuentra de veraneo en San Rafael (Segovia), se pone rápi­damente a disposición de la República.

Ya en los primeros días de la Guerra participa en el asalto al cuartel de la Montaña. Aunque su primera incursión destacable tiene como escenario el frente de la sierra madrileña. Allí susti­tuye al general Riquelme y protagoniza una eficaz resistencia ante la presión que las columnas del ge­neral Mola ejercen sobre la zona.

Las capacidades de este gallego impresionan a Largo Caballero, que le asciende a general el 5 de septiembre de 1936, justo después de su propio nombramiento como ministro de la Guerra y jefe del Gobierno, poniéndole al man­do de las operacio­nes que se desarrollan en la zona cen­tro. Después de su ac­tuación en el Frente de Guadarrama es enviado a Toledo, donde participa en e| definitivamente malogrado sitio del Alcázar.

Este episodio, así como las sucesivas derrotas en las batallas que tienen lugar en Illescas y Talavera de la Reina, contribuyen a su descrédito sobre todo entre los comunistas que no habían conseguido la adscripción incondicio­nal del general a su causa. Probablemente por esta razón, de esta ala de la izquierda -que le había nombrado comandante honorario del Quinto Re­gimiento resaltando las cualidades militares de este “héroe de la Repúbli­ca”- proceden las críticas más duras contra Asensio Torrado, convirtiéndose en el centro de sus ataques.

Disciplinado y riguroso en el acata­miento de la orden militar, adopta im­placables medidas contra los milicianos que, desobedeciendo sus órdenes, se baten en retirada en el campo de batalla.

A pesar de todo ello, sigue gozando de la buena consideración que tiene su persona en ambos bandos, que le reco­nocen como un buen profesional.

También Largo Caballero, que se ve forzado a relevarle del mando del Frente Central ante las presiones comunistas, reco­noce su valía nombrándole sub­secretario del Ministerio de Guerra el 22 octubre de 1936 en sustitución de Rodrigo Gil, partidario de la causa comunista y antiguo segui­dor político del propio Largo Caballero. Durante esta etapa Asensio Torrado contribuye a la creación de un Ejército republicano, que se convierte después en el Ejército Popular. Gracias a su influencia se crean también varias escuelas para oficiales, el centro de reclutamiento, instrucción y moviliza­ción, el centro de organización perma­nente de Artillería y el centro de orga­nización permanente de ingenieros.

Tras participar en las contiendas del Jarama y Brúñete, el “ojito derecho” de Largo Caballero en el Ministerio de Guerra vuelve a ser objeto de los ata­ques comunistas durante la Batalla de Málaga. En esta ocasión, culpan a Asensio de la pérdida de la ciudad en febrero de 1937 y le acusan además de acudir a un conocido cabaret valencia­no mientras las fuerzas nacionales arrasan la ciudad andaluza.

Según un relato comunista publica­do en Guerra y revolución en España, “Asensio no desconocía las dificulta­des que iba a encontrar el coronel Villalba (jefe militar del Frente de Málaga) en el mando de un sector como el de Málaga, que el general daba por perdido y al que no pensaba prestar la debida ayuda”.

La pérdida de esta posición causa indignación entre los republicanos, que incluso se manifiestan en Valencia con el objetivo de exigir responsabilidades. Tras este episodio, a pesar de las reti­cencias de Largo Caballero -que llega a enfrentarse con el embajador soviéti­co Marcel Rosenberg, entre otros, por este asunto- el subsecretario de Guerra es finalmente destituido y, acu­sado de negligencia y traición, es pro­cesado y condenado.

Según reconoce el propio Largo Caballero en sus memorias, Mis recuer­dos, el ataque contra Asensio Torrado “no tenía nombre”. Y añade “(...) Los ministros comunistas, en todos los Consejos, planteaban la misma cues­tión: tenía que echar al subsecretario, era un peligro en el Ministerio. Les pedía pruebas y ofrecían llevarlas pero nunca lo hacían. ¡Inocentes olvidos!... Cuando se convencieron de que acu­sándole de traidor no conseguirían nada le acusaron de borracho y muje­riego. Les contesté que nunca le había visto embriagado, y que me extrañaba que repudiasen a un general español porque le gustasen las mujeres, cuando me constaba que habían dado ingreso en su partido a invertidos”.

Su estancia en la cárcel no se pro­longa durante mucho tiempo y queda en libertad tras sobreseerse la causa instruida contra él por falta de pruebas. Uno de los motivos que propician su libertad es su famoso escrito El general Asensio: su lealtad a la Repú­blica, que redacta en prisión mientras espera que se investi­guen los hechos por los que se le acusa.

Aunque queda en libertad, Asensio no vuelve a ocupar un puesto militar hasta los últimos días de la guerra. Tras una etapa como asesor del Ministerio de Defensa, en enero de 1939 es nombrado agregado militar de la embajada española en Washington.

Desde Estados Unidos, se suma a las gestiones de paz que se están llevando a cabo por el Consejo Nacional de Defensa que crea Segismundo Casado y tiene, entre otras, la pretensión de que una vez finalizado el conflicto los oficiales leales a la República sean res­petados y reconocidos con la gradua­ción y honores alcanzados.

Al terminar la Guerra Civil española José Asensio Torrado se traslada a la ciudad de Nueva York donde, durante algún tiempo, se gana la vida impar­tiendo clases de español. En febrero de 1949, es nombrado ministro sin cartera del Gobierno republicano en el exilio hasta que fallece en esa misma ciudad en 1961.

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