HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 16:28

Excmo Sr. D. Felix María CALLEJA del REY BRUDER LOSADA CAMPAÑO y MONTERO DE ESPINOSA Capitán General del Ejercito Español


Félix María Calleja del Rey Bruder Losada Campaño y Montero de Espinosa (Medina del Campo, 1 de noviembre de 1753 - Valencia, 24 de julio de 1828), fue un destacado militar y político español, I Conde de Calderón, 2º Jefe Político Superior de Nueva España desde el 4 de marzo de 1813 hasta el restablecimiento del absolutismo y 60º virrey de la Nueva España, desde 1814 hasta el 20 de septiembre de 1816, durante la Guerra de Independencia de México. Se distinguió por sus métodos expeditivos contra la insurgencia, a la que prácticamente desarticuló, tanto antes de ocupar el cargo de Virrey, como al frente de éste. Su esposa fue doña María Francisca de la Gándara de Calleja, originaria de San Luis Potosí y que fue la única virreina totalmente criolla.

Nació el 1 de noviembre de 1753 en Medina del Campo, Valladolid. Se educó en España.1 Ingresó a muy temprana edad en el servicio de las armas, donde se distinguió por su inteligencia y se especializó en cartografía militar. Participó en la fracasada expedición contra Argel de 1775. Siendo teniente, intervino en la reconquista del puerto menorquín de Mahón en 1782 y, ese mismo año, en el mes de septiembre, se encontraba entre las tropas que sitiaron infructuosamente Gibraltar.

Capitán y director del Colegio Militar de El Puerto de Santa María desde 1784 hasta 1788, Félix María Calleja del Rey llegó a la Nueva España en 1789 acompañando al II Conde de Revillagigedo, cuando este tomó posesión como virrey. Hombre de gran seriedad y rigor, Calleja ocupó en un primer momento el cargo de capitán de infantería en el regimiento de Saboya, que cambió por el del regimiento de Puebla. Luego fue promovido a comandante de la brigada de infantería de la Intendencia de San Luis Potosí.1 Bajo el gobierno del virrey Miguel José de Azanza, reprimió con severidad las rebeliones de este sector del virreinato. También luchó contra indios de las praderas y los filibusteros angloamericanos que se infiltraban en el lejano y casi despoblado territorio tejano. Bajo sus órdenes estaba el entonces comandante Ignacio Allende, que posteriormente se convertiría en uno de los héroes de la Independencia mexicana. El 26 de enero de 1807 contrajo matrimonio con doña María Francisca de la Gándara de Calleja, hija de don Manuel Jerónimo de la Gándara, dueño de la hacienda de Bledos. En la Iglesia de San Sebastián de San Luis Potosí, bendijo el matrimonio Mateo Braceras, cura del lugar; y fueron padrinos el coronel don Manuel José Rincón Gallardo y doña Ignacia de la Gándara.

Actos contra los insurgentes


El ejército insurgente, después de la exitosa y relativamente breve campaña en 1810, a las órdenes del cura Hidalgo, decidió retirarse hacia Valladolid. Ante los vandálicos excesos cometidos por los rebeldes de Hidalgo en Guanajuato, el virrey Francisco Javier Venegas ordenó a Calleja, ahora brigadier de la división de caballería, marchar a la Ciudad de México en su auxilio: los insurgentes habían cosechado una importante victoria —muy onerosa en vidas y haberes, sin embargo— sobre las fuerzas virreinales en el Monte de las Cruces.2 En las planicies de Aculco, se enfrentó por primera vez con los insurgentes, y los derrotó por completo. Las deserciones fueron cuantiosas y se capturó a unos seiscientos rebeldes, así como armamento y otras pertenencias. Calleja derrotó decisivamente a los insurgentes en la batalla de Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, donde infligió terribles bajas a los alzados. El remanente de sus fuerzas se trasladó hacia el norte del país, donde los principales líderes serían capturados. Miguel Hidalgo, Allende y otros jefes fueron presos y llevados a consejo de guerra, sentenciados y fusilados en Chihuahua. Como recompensa por su victoria, el teniente general Félix María Calleja recibiría el título de conde de Calderón.

Después de eso reconquistó Guanajuato y, a principios de 1811, Guadalajara.

Las 4,000 tropas iniciales de Calleja se convertirían en la base de los leales a la Corona, y pelearían contra López Rayón y el cura Morelos
.
Virrey de la Nueva España

Después de fracasar en el sitio de Cuautla, que Morelos logró romper después de 72 días, Calleja regresó a la ciudad de México. Su casa se convirtió en centro de reunión de los descontentos con el Jefe Político Superior Venegas, a quien consideraban incapaz de someter a los rebeldes. El 28 de enero de 1813 recibió el cargo de Jefe Político Superior (de acuerdo con la Constitución de Cádiz), en reemplazo de Venegas, pero no tomó posesión hasta el 4 de marzo.

Con la actividad, energía y capacidad que lo caracterizaban, puso manos a la obra para reorganizar el gobierno, la hacienda pública en bancarrota y el ejército mal pertechado, al que se debían varias soldadas. Calleja confiscó las propiedades de la Inquisición, abolida en España por la constitución de Cádiz de 1812. Entre otras medidas, solicitó un préstamo de dos millones de pesos al sector comercial e hipotecó las alcabalas. Con el dinero obtenido organizó un ejército poderoso y bien equipado, pagado y disciplinado, que llegó a los 39.000 hombres, además de 44.000 milicianos distribuidos entre la población civil. También restableció el libre comercio y reorganizó el servicio postal, interrumpidos ambos por los ataques de los insurgentes.

Mientras tanto, Morelos continuaba sus brillantes campañas por el sur del país, buscando al mismo tiempo una base política para su movimiento.

En 1814 proclamaría una constitución en el Congreso de Apatzingán. Con la llegada del Deseado Fernando VII, se restableció la normativa imperante hasta 1808, y se abolió la constitución de Cádiz. Con esto Calleja del Rey pasó de ser Jefe Político Superior de Nueva España a ser Virrey de la Nueva España, con una jurisdicción territorial mucho más amplia.

El jefe realista Agustín de Iturbide venció a las fuerzas de Morelos en la batalla de las Lomas de Santa María, frente a Valladolid. El ejército insurgente se dispersó, y el propio jefe de la independencia cayó prisionero poco después.

El 22 de diciembre de 1815, con el fusilamiento de Morelos, la rebelión parecía llegar a su fin. Sin embargo, gracias a la resistencia de caudillos como Vicente Guerrero (único que se mantuvo en pie de guerra durante toda la insurgencia), el movimiento insurgente no se extinguió por completo, e incluso recibió nuevos ánimos con la breve intervención del liberal español Xavier Mina, que llegó a combatir por la independencia, aunque pronto fue derrotado y fusilado.

Calleja fue un hombre brillante y resuelto, pero de escasos escrúpulos, que no se detuvo ante nada para acabar con los rebeldes (por ejemplo, diezmó y quintó —hizo ahorcar a uno de cada diez o de cada cinco— a los varones de aldeas y pueblos que habían apoyado la rebelión o recibido en paz a sus contingentes). Permitió a sus comandantes numerosos abusos, siempre y cuando sirvieran con efectividad la causa realista, y fue profundamente odiado por sus contemporáneos. Amigo y protector de Agustín de Iturbide, Calleja y sus medidas brutales, hábilmente exageradas por los insurgentes, provocaron a la postre un rebrote rebelde. La gente comenzó a ver en estos actos una muestra de la injusticia del gobierno realista. Algunos de los mismos realistas, temerosos de perder sus elevadas y lucrativas posiciones con tan enérgico virrey, lo acusaban de ser la causa principal por la que seguían en armas algunas partidas de insurgentes después de la muerte de Morelos. El 20 de septiembre de 1816 fue relevado del gobierno virreinal.
Regreso a España

A su regreso a España en 1818 fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de Isabel la Católica y caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo, y el título de Conde de Calderón. Reconociendo su saber hacer, fue asimismo nombrado capitán general de Andalucía y gobernador de Cádiz (1819), y Fernando VII le encargó, a iniciativa del marqués de Casa Irujo, la organización de un ejército para reconquistar los territorios ultramarinos de España. Este ejército, al mando de Rafael de Riego, sería el que se alzaría en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) el 1 de enero de 1820 a pesar de los esfuerzos del conde de La Bisbal para sofocar la insurrección, lo que dio inicio al Trienio Constitucional y acabó con cualquier esperanza de restaurar el dominio español en América. Hecho prisionero por Riego, Calleja permaneció encarcelado en Mallorca hasta la restauración absolutista de 1823, cuando volvió al servicio como capitán general de Valencia, cargo que había ocupado anteriormente el también absolutista Francisco Javier Elío, y que él desempeñaría hasta su muerte en 1828.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 19:24

Excmo. Sr. D. Pedro Francisco NOVELLA AZABAL General del Ejercito Español


Pedro Francisco Novella Azabal Pérez y Sicardo (Madrid,1 21 de enero de 1769 - La Habana, Cuba, 9 de abril de 1822) fue un militar español con un papel destacado en el virreinato de Nueva España al servicio de la corona de España en las guerras de independencia hispanoamericanas.

Francisco Novella nació en Madrid en 1769. Fue promovido al cargo de subteniente en 1787. Teniente, asiste a la defensa de Orán (1792). Concurre luego a la Guerra del Rosellón y Cataluña (1793- 1794). Bajo el mandato del virrey Félix María Calleja del Rey, primer conde de Calderón, se estableció un fuerte en los viejos almacenes de tabaco de la ciudad de México, que se conocía con el nombre de "La Ciudadela". El nuevo virrey Juan Ruiz de Apodaca convirtió el fuerte en un depósito de armas y municiones, y ordenó al brigadier Francisco Novella hacerse cargo de la plaza. Obtuvo los nombramientos de Mariscal de Campo de los Ejércitos Nacionales, Subinspector y Comandante General del cuerpo de Artillería.

Después de la proclamación del Plan de Iguala los sublevados bajo el mando de Iturbide iban ganado partidarios aceleradamente. Los realistas acaudillados por el Brigadier Bucelli, dieron un ultimatúm el 5 de julio de 1821 al virrey Juan Ruiz de Apodaca para renuncie al mando bajo. Apodaca regresó a España a enfrentar cargos, de los cuales, más tarde, sería absuelto y devuelto al servicio. El General Francisco Novella quedó en el mando de facto de Nueva España, y mientras tanto firmó un armisticio con Iturbide hasta el arribo del nuevo Jefe Político superior, Juan O'Donojú, a final de ese mismo mes de julio.

Novella se ocupó del mando de Nueva España del 5 de julio de 1821 hasta el 21 de julio de 1821, por la renuncia obligada de Apodaca, pero no recibió posteriormente del gobierno español el nombramiento interino de virrey ni de jefe político de Nueva España. Cuando entró en vigencia nuevamente la Constitución de Cádiz en marzo de 1820, y tras proclamarla el virrey Apodaca el 31 de mayo de 1820 en Nueva España, había desaparecido la organización por virreinatos sustituidos por provincias encabezadas por Jefes Políticos Superiores. Apodaca pidió el relevo en julio y Juan de O'Donoju fue designado en España como su sustituto para hacerse cargo del gobierno de Nueva España, en cuanto arribase a América.

Con el grado de mariscal de campo, D. Francisco Novella ejerció el mando del depuesto Apodaca durante casi un mes. Entregó a O'Donoju el mando de la guarnición militar de la ciudad de México el 10 de septiembre, y de los fuertes de Veracruz, Perote y Acapulco. Novella recibe la orden de desalojar la capital entre el 27 de septiembre para que pueda hacer su entrada el ejército Trigarante mexicano. Se trasladó a Veracruz y a mediados de octubre de 1821 embarcó para La Habana.

Su nombre en ocasiones no aparece en las listas de los virreyes o jefes políticos superiores de México. En 1822 tuvo una disputa con el capitán general de Cuba, Nicolás Mahy, ya que este ordenó no reconocer los grados otorgados por Francisco Novella bajo su mandato de facto.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 19:32

lA GUERRA DE CUBA


El término Guerra de Cuba hace referencia al conflicto bélico que mantuvo España con los independentistas cubanos a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX. Se dividió en varias fases, cada una de las cuales constituyó una guerra con distinto nombre:

Guerra de los Diez Años o Guerra Grande (1868-1878);
Guerra Chiquita (1879-1880);
Guerra de Independencia cubana o Guerra del 95 (1895-1898);
Guerra hispano-estadounidense (1898).

Intentaré ir relatando una a una todas ellas, al menos las principales batallas y sus protagonistas del lado español.
Dado que he observado que en el foro hay quien domina este tema mejor que yo, ruego a los foreros que lo tengan a bien, que aporten si así les place, lo que puedan ya sea en el tema de las batallas de cada una de las fases de la guerra o guerras, así como de los protagonistas de las mismas.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 19:41

Guerra de los diez años o guerra grande


La Guerra de los Diez Años, también conocida como Guerra de Cuba (en España) o Guerra Grande (1868-1878), fue la primera guerra de independencia cubana contra las fuerzas reales españolas. La guerra comenzó con el Grito de Yara, en la noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en la finca La Demajagua, en Manzanillo que pertenecía a Carlos Manuel de Céspedes.

Terminó diez años más tarde con la Paz de Zanjón o Pacto de Zanjón, donde se establece la capitulación del Ejército Independentista Cubano frente a las tropas españolas. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba y la abolición de la esclavitud.

Antecedentes

Las "leyes especiales" prometidas en la Constitución española de 1837 nunca se promulgaron por lo que la isla de Cuba siguió regida por un Capitán General que ejercía un poder prácticamente absoluto, generalmente en favor de los grandes propietarios de las plantaciones esclavistas de caña de azúcar -la llamada "sacarocracia"-, por ejemplo, tolerando la entrada clandestina de medio millón de esclavos procedentes de África entre 1820 y 1873. Ese estado de cosas se mantuvo hasta que apareció un nuevo grupo de propietarios ligados al comercio y a las empresas tabaqueras, en su mayoría emigrantes españoles de primera o segunda generación. Los gobiernos de la Unión Liberal del general O'Donnell formaron una comisión para estudiar las reformas que se debían aplicar en Cuba pero no llegó a ninguna conclusión. En ese contexto es en el que se produjo el Grito de Yara que inició la primera guerra de la independencia cubana.

Causas de la guerra

Cuba estaba siendo afectada por las crisis económicas de los años 1857 y 1866.
Las regiones occidental y oriental tenían diferente situación económica. La región occidental era más desarrollada, tenía más esclavos, mayor producción y más facilidades de comercio que la zona oriental. Esto hacía que muchos hacendados orientales se arruinaran.
España imponía altos impuestos y tributos sin consultar con los habitantes de la isla.
España sostenía un rígido control comercial que afectaba enormemente a la economía en la isla.
España utilizaba los fondos extraídos de la isla para asuntos ajenos al interés cubano, como financiar grandes desembolsos armamentísticos (más de la tercera parte del presupuesto nacional), desarrollar la colonia de Fernando Poo y otros. Estos gastos se hacían en un momento que se necesitaba un fuerte proyecto inversionista para modernizar la industria azucarera, lo cual empeoraba la situación de la colonia.
La comprensión de la necesidad de introducir el trabajo asalariado como única vía para hacer avanzar la industria azucarera, algo poco dado en las colonias españolas.

Causas políticas

La revolución española de 1868, La Gloriosa, fue precedida por una amplia conspiración vinculada a los intereses de los criollos reformistas cubanos, emparentados con lo generales Serrano y Dulce. Pero la Gloriosa fue también el detonante de la revolución en Cuba, donde el ambiente estaba preparado psicológicamente desde el abandono de Santo Domingo en 1865 y la Guerra de Secesión Estadounidense. Sin embargo, la revuelta no fue encabezada por negros esclavos o libertos, sino por personajes de las clases medias. Acontecimiento que no habían previsto los criollos reformistas.

España negaba a los cubanos el derecho de reunión como no fuera bajo la supervisión de un jefe militar.
No existía la libertad de prensa.
Era ilegal formar partidos políticos.
Fracaso de la junta de información de 1867 y con esto la agudización de las contradicciones colonia-metrópoli unido a la maduración de un pensamiento independentista con figuras como Félix Varela, José Antonio Saco y otros.

Causas sociales

Marcada división de clases.
La existencia de prejuicios raciales.
En Cuba existía la esclavitud, que además de ser cruel era un freno para el desarrollo económico de la isla, pues el desarrollo de la tecnología hacía imprescindible el uso de obreros cualificados.

De todos los grandes conflictos potenciales, la esclavitud era el mayor. En las Cortes de Cádiz, el abogado español antiesclavista Agustín Argüelles presentó en 1811 una proposición para abolir la trata de esclavos. El diputado cubano Andrés Jáuregui se opuso radicalmente, amenazando con una sublevación contra España si se abolía el tráfico. Las amenazas de segregarse y de pedir la anexión a Estados Unidos marcaron las siguientes discusiones y votaciones, donde los diputados americanos se manifestaron contra la trata de esclavos y los cubanos, tanto los criollos como peninsulares, a favor.

Los cubanos integrantes del bloque oligárquico que residían fundamentalmente en las provincias de La Habana y Matanzas, se habían opuesto a la Guerra de los Diez Años, prefiriendo conservar sus esclavos y plantaciones — manteniendo sus negocios — a la libertad de la Isla.

Opinión de José Martí sobre la guerra

Diez de Octubre

No es sueño, es verdad: grito de guerra
Lanza el cubano pueblo, enfurecido;
El pueblo que tres siglos ha sufrido
Cuanto de negro la opresión encierra.


Del ancho Cauto a la Escanbraica sierra,
Ruge el cañón, y al bélico estampido,
El bárbaro opresor, estremecido,
Gime,solloza y tímido se aterra.
Fragmentos del poema 10 de Octubre, escrito por Martí a razón del comienzo de la guerra

La guerra

La insurrección independentista comenzó el 10 de octubre de 1868 con el llamado Grito de Yara pronunciado por el hacendado Carlos Manuel de Céspedes en su propiedad del oriente de la isla llamada La Demajagua, un ingenio pequeño, anticuado, pobre e hipotecado por deudas[cita requerida]. Previamente Céspedes había liberado a sus esclavos. Sin embargo el grito de Yara no fue secundado por los hacendados del occidente de la isla, mucho más próspero que el oriente. Por su parte el "partido español" optó por enfrentarse tanto a los insurrectos como a los representantes del gobierno metropolitano que tras la revolución de 1868 pretendía introducir ciertas reformas en la isla, "por más que este programa liberalizador hubiese de ser, por fuerza, harto moderado, si pensamos que el poder estaba en manos de hombres como [los generales] Serrano o Dulce, asociados por sus respectivos matrimonios a la riqueza azucarera cubana".

Así pues, la guerra comienza cuando Céspedes pone en la libertad a sus esclavos y lee la Declaración de Independencia (o Manifiesto del 10 de octubre, como también se le conoce), el 10 de octubre de 1868. En este documento Céspedes explica las causas de la guerra y sus objetivos.

Esta guerra tuvo un carácter antiesclavista, anticolonialista y de liberación nacional. Además, desde el punto de vista cultural ayudó a que el sentimiento de nacionalismo se afianzara. Se luchó por el progreso de la economía y sociedad, por lo que tuvo un carácter contracultural.

El hito militar más relevante fue la toma de Bayamo por parte de los insurgentes, ciudad que posteriormente incendiarían. Cuando los generales enviados desde la península para combatirles, como el conde de Valmaseda o Valeriano Weyler, utilizaron la política de la tierra quemada, que ya habían usado en Santo Domingo, para dejar sin apoyos ni recursos a la guerrilla insurgente, Céspedes respondió con la misma política y ordenó la destrucción de las plantaciones de caña -«las llamas [habían de ser] los faros de nuestra libertad», afirmó- y a pedir que se sublevase a las dotaciones de esclavos -«Cuba libre es incompatible con Cuba esclavista». Este programa político, a pesar de que contemplaba la abolición de forma gradual e indemnizando a los propietarios, fue rechazado por los propietarios azucareros del occidente de la isla y por la burguesía de La Habana de origen metropolitano.

El Gobierno Provisional de 1868-1871 envió a Cuba al general Domingo Dulce como nuevo capitán general para iniciara ciertas reformas que pusieran fin a la sublevación, pero se encontró con la radical oposición de la alta burguesía de La Habana, que controlaba el comercio, la banca, la producción de tabaco, las navieras y otras actividades fundamentales, y que contaba con el apoyo armado de los «batallones de voluntarios del comercio».

El citado "partido peninsular" o "partido español" es el que se hizo dueño de la isla, logrando no sólo echar a Dulce sino a la mayoría de los funcionarios nombrados por los gobiernos del Sexenio Democrático. Es posible incluso que este grupo estuviera detrás del asesinato del general Juan Prim, presidente del gobierno español, que parecía dispuesto a negociar con los insurgentes, y que también fuera uno de los promotores de la Restauración borbónica en España ya que ayudó a financiar el pronunciamiento del general Arsenio Martínez Campos que el 29 de diciembre de 1874 puso fin a la Primera República Española seguramente por medio de José Cánovas del Castillo, directivo del Banco Español en la Isla de Cuba y hermano de jefe del partido alfonsino, Antonio Cánovas del Castillo.

Que la guerra durara diez años a pesar de los medios con que contaban los que se oponían a los insurgentes independentistas se debió, según Josep Fontana, a la "escasa capacidad de la metrópoli, que hubo de ver cómo se perdía la tercera parte de los soldados llevados a la isla, vestidos con malos uniformes, mal alimentados y pésimamente preparados, de modo que un 90 por 100 de los que murieron lo hicieron en hospitales y por causas naturales".

La ofensiva de la metrópoli: la "españolización" de la isla

España, al margen de su ofensiva militar, emprendió una ofensiva paralela, la civil. Para ello, incrementó el número de contingentes de inmigrantes españoles hacia Cuba, con el objeto de "Españolizar" la isla.

Del año 1868 a 1880, llegaron a Cuba 382.476 españoles, y para el año 1898, cuando Cuba logra su independencia, eran 960.682, de los cuales 449.287 eran civiles y 511.395 eran militares.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 21:49

Excmo. Sr. D. Valeriano WEYLER Y NICOLAU Capitán General del Ejercito Español

(Palma de Mallorca, 1838 - Madrid, 1930) General español. Sus primeros pasos en el ámbito castrense los dio en el Colegio de Infantería de Toledo y, en 1861, una vez terminados los estudios militares, fue nombrado capitán del Estado Mayor. Dos años más tarde pidió el traslado a Cuba, donde participó en la campaña de Santo Domingo, que le mereció la Laureada de San Fernando por sus muchos méritos. En 1868, ya con el rango de coronel, volvió a Cuba para dirigir el Batallón de Cazadores de Valmaseda.

Con la proclamación de la Primera República, Weyler luchó contra los carlistas. Derrotó a Santés en diciembre de 1873, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo. Durante la Restauración su ascensión prosiguió, fue nombrado teniente general y se le adjudicó la Capitanía General de Canarias, que ocupó durante el período comprendido entre 1878 y 1883. Años más tarde, en 1888, dirigió la Capitanía General de Filipinas, hasta 1893. En su vuelta a España sirvió en Cataluña, tratando de sofocar los numerosos atentados anarquistas que se producían en aquella ciudad.

Cuando la guerrra de independencia cubana se estaba enquistando para el gobierrno canovista, se pensó que Weyler era la figura idónea para mandar las tropas allí destacadas, de forma que, en 1896, llegó a la isla para sustituir al fracasado Martínez Campos. En los planes de Weyler estaba acabar con la insurrección en dos años. Su primer objetivo en la isla era aislar al rebelde Maceo, al que consideraba el más peligroso para los intereses españoles al tener este el apoyo de los negros. De esta manera fortificó una línea que atravesaba la isla de norte a sur. Pero su plan de aislar a Maceo fue un fracaso. La presencia de Weyler hizo, además, que la Junta de Nueva York decidiera mandar más material y armas a la isla en apoyo de los insurgentes. Además, la prensa norteamericana se encargó de que todo el mundo conociera las atrocidades que el general español estaba llevando a cabo.

Cuando en octubre de 1897 el Partido Liberal, encabezado por Sagasta, llegó al poder, una de sus primeras decisiones fue retirar de la posición cubana a Weyler, quien no sólo tenía mala prensa en Estados Unidos, sino también en España. A partir de esos momentos desempeñó diversos puestos en la estructura militar en España; fue nombrado ministro de Guerra durante el período comprendido entre 1901 a 1905, y en 1907. En 1905, ya en posesión de dicho cargo, no obedeció las órdenes del gobierno, ante los continuos ataques que estaba sufriendo el ejército por los numerosos escándalos de corrupción. Los oficiales no estuvieron tranquilos hasta que el rey les garantizó que defendería sus intereses.

En 1909 fue el general que estuvo al mando de la represión llevada a cabo en Barcelona conocida como la Semana Trágica. El 23 de enero de 1910 fue ascendido al rango de Capitán General. En 1916 se hizo cargo de la Jefatura del estado Mayor Central del Ejécito, pero en 1925, con la dictadura de Primo de Rivera, y por su abierta oposición a éste y a su régimen, dimitió de su cargo e incluso tomó parte activa en la sanjurjada que trató de derrocar al dictador.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 21:58

Excmo. Sr. D. Domingo DULCE Y GARAY Capitán General del Ejercito Español


Domingo Dulce y Garay (Sotés, 7 de mayo de 1808 – Amélie-les-Bains, Francia, 23 de noviembre de 1869) fue un militar español.

Biografía

Ingresó en 1823 en el ejército coincidiendo con el final del Trienio Liberal y participó en la Primera Guerra Carlista con los militares cristinos y bajo las órdenes de Baldomero Espartero a quien le unía una profunda amistad, obteniendo cuatro Cruces Laureadas de San Fernando. Fruto de la amistad con Espartero fue su colaboración durante la regencia de éste, siendo persona destacada para sofocar la revolución de 1841 cuando los moderados, con Diego de León y Manuel de la Concha al frente, trataron de tomar, entre otras acciones, el Palacio Real de Madrid y secuestrar a la reina Isabel II.

Ya con el grado de general, participó en la guerra de los Matiners enfrentándose victorioso al legendario militar carlista Ramón Cabrera. Participó en La Vicalvarada apoyando, en este caso, a O´Donnell y su proyecto de Unión Liberal, así como posteriormente se enfrentó al alzamiento carlista de San Carlos de la Rápita, tras cuyo aplastamiento obtuvo el título de Marqués de Castell-Florite.

Durante la mayor parte del tiempo de los gobiernos de la Unión Liberal estuvo destinado en Cuba como Capitán General dados los recelos que contra él seguía manteniendo O'Donnell, aunque fue senador de 1858 a 1860. Durante su estancia en América destacó por su clara vocación abolicionista lo que le granjeó la enemistad de los españoles allí asentados y el enfrentamiento abierto con Julián de Zulueta.

A su regreso en 1866 participó en las conspiraciones que culminaron con la revolución de 1868 y el destronamiento de la reina Isabel. Aunque permaneció todo el tiempo desterrado en Canarias por las sospechas de colaboración con elementos progresistas, fue uno de los firmantes del Manifiesto que acompañó a la revolución. De regreso a Cuba unos meses antes de su muerte, decretó la libertad de imprenta en la isla por vez primera el 9 de enero de 1869.

Gravemente enfermo de cáncer, el general Dulce falleció el 23 de noviembre de 1869 en la localidad francesa de Amélie-les-Bains.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 22:02

GUERRA DE CUBA (Guerra chiquita 1879 - 1880)


La Guerra Chiquita (1879-1880) fue el segundo de los tres conflictos de la Guerra Cubana de la Independencia contra España. Fue la continuación de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) y precedió a la Guerra de Independencia cubana, que logró que los cubanos se independizaran de España.

Comenzó el 26 de agosto de 1879, y luego de algunos sucesos menores, la guerra terminó cuando los rebeldes fueron derrotados en septiembre de 1880. El 24 de agosto de 1879 se escuchó el grito: «¡Independencia o muerte! en los campos de las inmediaciones de Rioja, próximo a la oriental ciudad de Holguín y posteriormente se extendió hacia la región de Gibara.

Causas de la Guerra Chiquita

La Guerra de los Diez Años (1868-1878) había terminado como un fracaso. El Pacto de Zanjón frustró casi cualquier idea independentista. El descontento, insatisfacción e incumplimiento de promesas llevaron a los cubanos a un nuevo alzamiento.

En Santiago de Cuba, el general Guillermón Moncada apresuraba también el levantamiento, internándose en los montes. En 1878 quedó constituido el Comité Revolucionario de la Emigración Cubana, llamado asimismo Comité de los Cinco que, bajo la presidencia de José Francisco Lamadriz, se encargó de la búsqueda de vías de auxilio a los combatientes que continuaban la lucha en la isla; además de llevar adelante la organización, preparación y dirección de un nuevo período de lucha armada. El fin de la Guerra de los Diez Años se imponía inexorablemente. La contribución de los emigrados fue efectiva. Se incorporó el mayor general Calixto García a su dirección, y asumió como nuevo nombre el de Comité Revolucionario Cubano.

La decisión de lucha era fuerte, pero la desunión e innumerables contradicciones lastraban el desempeño conspirativo. El alcance nefasto de estos problemas se pondría en evidencia al iniciarse los alzamientos armados en agosto de 1879. Dentro y fuera de Cuba se crearon clubes secretos en apoyo a la lucha.

La lucha en Cuba

No hubo muchos combates en esta guerra. Los pocos efectuados terminaron con reveses para los cubanos. A pesar de la disposición de los mambises, existía escasez de balas y el entrenado ejército español era muy superior.

Pero la ausencia en la ínsula de jefes militares de gran importancia para la dirección de la lucha, como Antonio Maceo y Calixto García, la carencia de armamentos y municiones y de ayuda exterior, condicionaban el desaliento y la falta de fe en la victoria. En occidente, los principales dirigentes del levantamiento fueron apresados y en el resto de la nación muchos líderes, entre ellos el propio Calixto García, se vieron forzados a capitular en 1879 y 1880. Inició a Martí como dirigente del pueblo cubano, con lo que ganó experiencia para organizar la Guerra del 95.

Importancia histórica para el pueblo de Cuba

Aunque fracasó, la Guerra Chiquita contó con elementos de organización superior a los de guerras anteriores libradas en Cuba y sirvió de experiencia en el difícil camino de alcanzar la necesaria e impostergable unidad en los esfuerzos revolucionarios cubano

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Mar 2016 22:19

GUERRA DE INDEPENDENCIA DE CUBA o GUERRA DEL 95


La Guerra de Independencia de Cuba (o la Guerra de 1895) es el nombre con el que se conoce a la última guerra por la independencia de los cubanos contra el dominio español y se trata de una de las últimas guerras americanas contra el Reino de España. La guerra se inició el 24 de febrero de 1895 en un levantamiento simultáneo de 35 localidades cubanas, en el Grito de Oriente (antes conocido como Grito de Baire) y terminó en 1898 con la rendición del ejército colonial español ante el avance militar estadounidense, con la asistencia y el apoyo de los mambises (miembros del ejército independentista cubano) en la conocida generalmente como Guerra hispano-estadounidense (llamada «Guerra hispano-cubano-estadounidense» dentro de la isla).

Antecedentes

El envío de reclutas peninsulares para sofocar la revuelta supuso una fuente añadida de ingresos para la industria textil catalana, gracias a "las remesas considerables que se hacían para el vestuario de los batallones que sosteníamos en combatir la insurrección".

Los proyectos de autonomía para Cuba redactados por los políticos de la metrópoli (Maura, Abarzuza, Cánovas del Castillo) cristalizaron durante el gobierno de Práxedes Mateo Sagasta, con Segismundo Moret en el Ministerio de Ultramar, en una Constitución para la isla que le otorgaba autonomía plena (25 de noviembre de 1897) con la sola reserva del cargo de Gobernador General, más los reales decretos por los que se establecía la igualdad de derechos políticos de los españoles residentes en las Antillas y los penisulares, y se hizo extensivo a Cuba y Puerto Rico el sufragio universal (25 de noviembre de 1897).

El primer gobierno autónomo estuvo presidido desde el 1 de enero de 1898 por José María Gálvez Alonso. Ninguna de las iniciativas emprendidas desde el Gobierno central tuvieron éxito a pesar de los claros avances, ya que para los intereses de la oligarquía criolla como los de los intervencionistas de los Estados Unidos de América, la presencia española era un obstáculo a eliminar.

José Martí, alma incansable y poética del patriotismo cubano, ausente de la isla desde su deportación a la península en 1871, organiza en los Estados Unidos el Partido Revolucionario Cubano cuyo principal objetivo era lograr la independencia de Cuba. Más tarde patriotas puertorriqueños se unieron con el compromiso de que una vez liberada Cuba, las fuerzas independentistas hicieran lo mismo con Puerto Rico. Conocedor de las razones del fracaso de la Guerra de los Diez Años, Martí preparó las condiciones para que las mismas no se repitieran, dándole a la fuerza militar un poder ilimitado en cuanto a estrategia y táctica, pero dejando al poder civil solamente la tarea de sustentar diplomática, financiera y legalmente la guerra y de gobernar en los territorios liberados.

Martí viajó a Costa Rica, en donde vivía Antonio Maceo, para convencerlo de la necesidad de su aporte a la gesta de independencia. Lo mismo hizo con Máximo Gómez, quien vivía en la República Dominicana. Fue en este último país en donde se firmó el Manifiesto de Montecristi que expresa la necesidad de la Independencia de Cuba. Embarcando desde Haití al frente de una reducida fuerza militar, desembarcaron en Playitas de Cajobabo para coincidir con el Grito de Baire y los levantamientos en varias zonas del oriente de Cuba.

La guerra

El 24 de febrero de 1895, por órdenes de Martí se levantan 35 aldeas en el Oriente de Cuba en lo que se ha dado en llamar el Grito de Oriente. Las autoridades lograron descabezar la insurrección en las cuatro provincias occidentales, con la detención de Julio Sanguily y José María Aguirre Valdés. La capital del Estado envía a la provincia sublevada 9 000 hombres, suspende las garantías constitucionales y aplica censura a la prensa. El 21 de marzo Antonio Cánovas envía otros 7 000 hombres y nombra a Arsenio Martínez Campos, artífice de la Paz de Zanjón, Capitán General de Cuba.

Con la experiencia de la Guerra de los Diez Años, un mayor apoyo de las fuerzas políticas y una mayor conciencia nacional, los secesionistas concibieron la campaña "Invasión al Occidente" que tenía el fin de tomar ese sector de la isla. No fue fácil someter el Oriente de Cuba, en donde las fuerzas realistas tuvieron grandes aprietos para contener a los secesionistas. Sin embargo, José Martí y Antonio Maceo murieron en la contienda: Martí casi al inicio de la guerra (19 de mayo del 1895). Maceo pudiera ser que muriera en una emboscada, pero que él mismo tenía preparada al ejército español, según se desprende de la hoja de servicios del subteniente D. José Muñoz Gutiérrez, sargento en aquella época, y cuyas operaciones desde el 22-10-1896 en Artemisa y Heras, y posteriormente en la trocha de Mariel a Majama hasta el 23-12-1896 en Pinar del Río, incluyendo la derrota de Maceo, y que le valieron al citado sargento, la consecución de dos cruces de plata al mérito militar con distintivo rojo.

Entre las victorias obtenidas por los soldados secesionistas se destaca el cruce de Trocha de Júcaro a Morón en lo que actualmente es la provincia de Ciego de Ávila, casi al centro del país con el objetivo de impedir el cruce de las tropas libertadoras hacia el occidente.

La primera era una cadena de fuertes y tropas realistas que se extendía de El paso de dicha trocha representaba no sólo una necesidad para el cumplimiento de la Campaña de liberación del Occidente, sino además una victoria que demostraría el desarrollo militar de los insurgentes.

Generalizada la rebelión en toda la isla, el gobierno central de Madrid destituyó al general Martínez Campos y decidió enviar a la isla al general Valeriano Weyler. Este último llevaría a cabo una guerra atroz en su afán de derrotar a los independentistas cubanos. Con un cuarto de millón de hombres, el general Weyler se propuso acabar la guerra en un periodo de 24 meses. Una de sus medidas sería colocar a los habitantes rurales en campos de concentración para de esta manera privar a los sublevados del apoyo del campesinado. Se calcula que murieron unos cien mil cubanos en dichos campos de concentración debido al hambre y las enfermedades. Pero a pesar del incremento constante de tropas españolas, la política de reconcentración y la abrumadora superioridad de su ejército, Weyler fue incapaz de derrotar a los rebeldes cubanos. Estos, conocedores del terreno y movidos por el espíritu secesionista llevaron a cabo una eficiente guerra de guerrillas consistente en operaciones ofensivo-defensivas que fueron desgastando al ejército español paulatinamente sin que este pudiera obtener resultados favorables, a pesar de contar con los mejores medios militares como líneas de fortificación, ferrocarriles, vigilancia de las costas y el armamento más moderno de la época. Para finales de 1897, el gobierno español se encontró con las arcas vacías y con un ejército agotado por las enfermedades tropicales y la resistencia de los rebeldes. El presidente Sagasta decidió finalmente destituir a Weyler en favor del general Ramón Blanco y Erenas, tanto por el costo político de su modo de hacer la guerra, como por su fracaso militar al no poder derrotar a los rebeldes.

Para comienzos de 1898 el gobierno de los Estados Unidos reclamaba que la guerra afectaba sus intereses y le exigió a España reformas para lograr la paz. El gobierno central otorgó a Cuba la autonomía, e inició una serie de reformas políticas y declaro un armisticio, pero los rebeldes cubanos declararon que ya era demasiado tarde para un arreglo pacífico y aseguraron que solo se detendrían hasta lograr la independencia. El acorazado estadounidense Maine, que estaba de visita en la Bahía de la Habana, explotó. Ante esta situación Estados Unidos acusó a España de agresión y anunció una guerra inminente. Ante la amenaza, el Capitán General de Cuba, Ramón Blanco, le propuso al General Máximo Gómez, líder de los rebeldes, una alianza para enfrentar a los norteamericanos.

El general Gómez se negó rotundamente y recibió órdenes del gobierno rebelde de apoyar al ejército estadounidense para lograr finalmente la sedición de Cuba respecto de la Corona de España.

La Guerra Cubano-Hispano-Estadounidense

La explosión del acorazado estadounidense Maine significó el ingreso de los Estados Unidos en la contienda. La declaración de guerra a España no se dejó esperar y los combates que antes se centraron en tierra, se trasladaron al mar: Las flotas realistas no pudieron responder a los modernos acorazados estadounidenses. La toma de Santiago de Cuba y la superioridad militar de las tropas norteamericanas, apoyadas en todo momento por las fuerzas cubanas al mando del General Calixto García (jefe cubano del departamento oriental) obligaron a los españoles, que ya estaban virtualmente acabados a rendirse en 1898. El suceso abrió paso a la ocupación estadounidense de Cuba hasta 1902.

Por el Tratado de París, España renunciaba a su soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que realmente significó dejar el campo expedito a su intervención y ocupación por los Estados Unidos. La exclusión de los representantes de las tres colonias en mención, evidenció el ánimo colonialista de los Estados Unidos, aunque las fuerzas independentistas de esos países llevaran el mayor peso de las guerras. El 24 de febrero de 1899, justo cuatro años después del inicio de la guerra, hacia su entrada triunfal a La Habana el Generalísimo Máximo Gómez al frente de su ejército. El viejo general Dominicano había guiado a los patriotas cubanos a la victoria en su guerra de emancipación contra el ejército español con la ayuda norteamericana. Miles de personas salieron a recibir al ejército libertador y Gómez sorprendido le dijo a uno de sus hombres: "Si toda esta gente hubiese peleado con nosotros habríamos derrotado a España hace muchísimo tiempo".

Transición democrática

El descontento de los libertadores al ver cambiar su tierra de amo, no se dejó esperar. Si bien Puerto Rico y Filipinas continuaron por más décadas como colonias, ya no de España sino de Estados Unidos, las presiones cubanas por constituir su propio país hicieron que bien pronto Estados Unidos preparara su retirada. Ese descontento propició las condiciones necesarias para ello, aunque dejando abierta la posibilidad de una nueva intervención como garantía de independencia (redacción de una constitución conforme a la llamada Enmienda Platt aprobada por la Asamblea Constituyente cubana el 12 de junio de 1901): el 20 de mayo de 1902 nacería la República de Cuba con la toma de posesión de su primer presidente, don Tomás Estrada Palma. Sin embargo, no será hasta 1909 con la presidencia de José Miguel Gómez (del partido liberal) que termine el Gobierno de Intervención norteamericano y no sin antes (2 de julio de 1903) firmar el arrendamiento de la base de Guantánamo aún hoy poseída por los EE. UU.

La independencia no mejoró la situación de los más desfavorecidos, produciéndose después de la secesión colonial levantamientos del sustrato poblacional negro, que en 1912 propició otra intervención estadounidense.

La Crisis del 98 en España

La pérdida de las colonias, y muy especialmente de Cuba, provocó una profunda crisis identitaria, social, política y cultural en España, dando paso a una época en la que manifestaciones culturales, como la Generación del 98 o el Regeneracionismo, se vieron marcados por la crisis y el contexto histórico, tratando entre otros temas la "Pérdida de personalidad histórica" de España.

La independencia de Cuba constituyó un factor clave de la aparición de nacionalismos contemporáneos en España como el vasco, el catalán y el español.

Uno de los eventos mas trágicos de la Guerra de los Diez Años fue el fusilamiento de los ocho estudiantes de medicina, lo que ocurrió durante el gobierno del General Blas Villate y de la Hera, Conde de Balmaseda (o Valmaseda).

Los ocho estudiantes fueron arrestados en su aula universitaria el 25 de Noviembre de 1871, por el propio Gobernador español de La Habana, acusados falsamente de haber arañado la tumba de un periodista español. Al día siguiente, bajo las órdenes del Segundo Cabo, General Crespo, por encontrarse ausente Valmaseda, los estudiantes fueron procesados en juicio sumarísimo. El fallo de este juicio no fue aceptado por los voluntarios españoles amotinados frente al edificio de la cárcel donde se celebrara el juicio. Los estudiantes fueron procesados seguidamente una segunda vez, donde fueron condenados a muerte.

Valmaseda, que había regresado a La Habana, no revocó el fallo ni lo conmutó por pena inferior. Los ocho estudiantes fueron ejecutados el 27 de Noviembre de 1871, dos días después de su arresto. La fecha de Noviembre 27 se celebra en Cuba como día de Duelo Nacional.

Propiedades Embargadas

Durante la Guerra de los Diez Años, el gobierno Español embargó las propiedades de aquellas personas que ellos consideraban que apoyaban a la causa rebelde.

El Gobernador Superior Político publicó una Orden a este efecto Abril 20 de 1869. Esta Orden fue publicada en la Gaceta Julio 9 de 1869.

Comenzando en Julio de 1869, listas de nombres de individuos cuyas propiedades habian sido embargadas fueron publicadas en el Diario de la Marina (Periódico oficial del puerto de La Habana).

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 00:21

Excmo. Sr. D. Arsenio LINARES Y POMBO Teniente General del Ejercito Español


Arsenio Linares y Pombo (Valencia, 1848-Madrid, 1914) fue un militar y funcionario del gobierno español.

Nacido en Valencia, obtuvo el grado de teniente en 1868 y participó en operaciones contra las rebeliones en Cuba, y en las guerras carlistas en la España peninsular. Ocupó cargos en Argentina, Madrid y Melilla, y más tarde regresó a Cuba.

Organizó la defensa de Santiago de Cuba durante la batalla de las Colinas de San Juan. Linares fracasó en el intento de reforzar esta posición, al mantener a cerca de 10.000 soldados de reserva españoles en la ciudad de Santiago. Las trincheras españolas de la cima de la colina, cruciales para la defensa de la ciudad, habían sido mal ubicadas y hacían difíciles incluso los disparos de fusil a corta distancia contra los avances de los estadounidenses.

1 de julio de 1898, aproximadamente 1072 españoles con el apoyo de dos piezas de artillería ligera, se enfrentaron a casi 11.000 soldados estadounidense reforzados con 4.000 mambises (insurrectos contra España), y la disposición de 12 cañones más 4 ametralladoras.

La posición de San Juan, en la colina homónima, protegía el acceso a Santiago de Cuba. Los norteamericanos pensaron que sería fácil tomarla dado el número de efectivos en la defensa y lo mal protegida por otros accidentes orográficos y tropas de reserva; pero la heroica defensa del Teniente general Arsenio Linares y sus hombres, propició una enconada lucha, derroche de munición y táctica y abundantes bajas a los asaltantes.

A las 8 horas 20 minutos del día 1 de julio de 1898 comienza el ataque con el fuego de las piezas de artillería sobre el objetivo.

Los jinetes del general Wheeler se vieron frenados por el certero fuego español, mientras los infantes del general Kent se ven duramente hostigados y deben replegarse y variar la ruta de acceso a la colina. El movimiento de flanqueo, solución táctica del atacante, es contrarrestado por la débil pero eficaz artillería española que, incluso, en fuego de contrabatería destruye piezas enemigas.

El fuego español de artilleros e infantes, abrasa las oleadas de asalto. Pero es justo reconocer el arrojo por la conquista de unos tanto como la tenacidad heroica en la defensa de los otros. La tropa norteamericana queda diezmada y son sucesivos los cambios de jefatura en las unidades participantes por baja de los respectivos titulares. Las posiciones alcanzadas son insostenibles e imposible la espera a una resolución de la simultánea batalla por la posesión de El Caney, defendida con el habitual coraje por los españoles allí apostados. No tiene otra alternativa el mando norteamericano que ordenar el avance a pesar del fuego, aprovechando la enorme superioridad numérica y la certeza de la no aparición de refuerzos para aliviar la presión de los defensores. Al valor de los atacantes se opone el de los defensores, determinados a la resistencia a pesar de las cuantiosas e insustituibles bajas.

La diferencia numérica decide el resultado, por lo que los pocos defensores todavía útiles en el manejo de las armas abandonan la posición para no ser tomados de revés y hechos prisioneros.

El resto de la línea está empeñado en el mismo duro combate.

En vista de la resistencia, de todo punto inesperada, sobre las 13:00 horas se desencadena el fuego artillero de los americanos y las fuerzas avanzan, pero son barridas por el fuego español, matando e hiriendo incluso al general Wikoff y otros dos jefes de columna y poniendo en fuga al primer batallón del 17 regimiento.

El número manda. El Teniente general Linares observa el penoso estado de la defensa y los defensores, barridos por los cañones y el empuje de tanto atacante. Ordena a los guerrilleros montados que avancen para proteger la retirada y salvar las piezas que tan bien se han desempeñado en el combate. La mayoría de jinetes cae en el intento, pero al fin logran su propósito.

La segunda línea española entra en duelo de fusilería con la vanguardia norteamericana. La falta de hombres es tal que se recurre al concurso de cien convalecientes de los hospitales. Es preciso rehacerse, y lo hacen los nuestros con inusitado valor dadas las circunstancias adversas. Y se contraataca a la desesperada. Una carga a la bayoneta a la orden del heroico capitán Patricio de Antonio; sólo sobrevivirán 6 hombres. Otra carga suicida, la del Capitán de Navío Bustamante y su Compañía, rechazada con sensibles pérdidas, entre ellas las del heroico jefe, que de herida en el vientre morirá el 19 de julio; por su gesta se le concede la Cruz Laureada de San Fernando individual.

A todo eso, la defensa de El Caney debe ser recordaba como otro episodio heroico que demoró la toma de la colina y, de alguna manera, permitió salvar de la muerte o el cautiverio a los españoles que alcanzaron en primera instancia la protección de la capital cubana

La batalla se hizo famosa en EE.UU., disimulando la propaganda oficial las más de 1.700 bajas inflingidas por los españoles, un desgaste tremendo. El futuro presidente Theodore Roosevelt, voluntario al frente de la unidad de los Rough Riders, reconoció que "en este día los españoles han demostrado ser unos bravos enemigos, dignos de honor por su bizarría".

Concluye Antonio Carrasco García en su obra En guerra con Estados Unidos. Cuba 1898, que los combates del 1 de julio produjeron en las filas americanas una profunda desmoralización. La durísima defensa de los españoles en aquellas posiciones supuso un golpe brutal el entusiasmo norteamericano al poner pie en la isla. La realidad de la guerra se abrió a sus ojos con toda crudeza. Tal es que el 3 de julio, Roosevelt escribe al senador Henry Cabot Lodge: "Diga al presidente que, por amor del cielo, nos envíe cada regimiento y, sobre todo, cada batería que sea posible, Hasta ahora hemos ganado con un alto coste, pero los españoles luchan muy duramente y estamos muy cerca de un terrible desastre militar; debemos recibir ayuda, miles de hombres, baterías y comida y munición."

No esperaban los norteamericanos tamaña proeza en los defensores, y así les costó muy caro la toma de esta colina y las posiciones de la línea defensiva de Santiago de Cuba, orgullosa de sus héroes.

Fue nombrado ministro de la Guerra en 1900 por el presidente del Consejo de Ministros Francisco Silvela Le Vielleuze (ejercería de ministro de Guerra entre el 18 de octubre de 1900 y el 6 de marzo de 1901, entre el 6 de diciembre de 1902 y el 20 de julio de 1903,1 desde el 5 de diciembre de 1903 hasta el 16 de diciembre de 1904 y desde el 1 de marzo de 1909 hasta el 21 de octubre de 1909).2 3 En 1900 fue nombrado senador vitalicio. En 1909, su llamada a filas de las tropas de Cataluña para enviarlas a Marruecos derivó en la Semana Trágica de Barcelona. Murió en Madrid en 1914.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 10:10

Excmo. Sr. D. Manuel MACIAS CASADO General del Ejercito Español


Manuel Macías y Casado (Teruel, 3 de noviembre de 18442 - Madrid, 1937) fue un general español. Sirvió o se desempeñó en la labor de gobernador-general de Puerto Rico durante la Guerra hispano-estadounidense y como gobernador de Melilla (el único que lo ha sido en tres etapas diferentes: dos antes de la guerra y una después de esta), y ocupó otros variados cargos.

Biografía

Macías y Casado nació en Teruel, España, asistió al Colegio de Infantería y llegó a ser un subteniente a la edad de 17 años. Llegó a ascender a teniente en Cuba el 1 de enero de 1863. En diciembre de 1863 fue trasladado o transferido a Santo Domingo. Fue promovido a capitán en marzo de 1864. Se le dejó en Santo Domingo hasta 1865.

Desde 1865 a abril de 1875, fue redestinado otra vez en Cuba. Estuvo en acción en Cuba durante la Guerra de los Diez Años y fue promovido a teniente coronel y entonces a coronel en marzo de 1874.

Volvió a España en 1875 y se le destinó a Melilla hasta 1886, y más tarde en Albacete y Santander. Llegó a general el 9 de junio de 1891 y fue nombrado gobernador de Cartagena. Después fue colocado en Valencia y más tarde Melilla, donde sirvió como gobernador militar (1893-). Fue nombrado teniente general y también capitán general de las islas Canarias en agosto de 1894.

Tras 1894, Julio Cervera Baviera, más tarde un pionero en el desarrollo de la radio, sirvió como aide-de-camp a Macías y Casado en varias últimas asignaciones.

En Puerto Rico

El 17 de enero de 1898, Macías y Casado fue nombrado gobernador general y capitán general de Puerto Rico.

Con la irrupción de la Guerra hispano-estadounidense, Macías declaró la ley marcial, con la resolución a oponerse a las fuerzas americanas.

Tras la guerra hispano-estadounidense

Fue nombrado capitán general de Burgos, Navarra y las Vascongadas y comandante en jefe del 6º Cuerpo del ejército.

La Guerra Civil Española estaba transcurriendo durante un año cuando él murió en Madrid en 1937. Tenía entre 92 y 93 años de edad.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 14:14

Excmo. Sr. D. Patricio MONTOJO Y PASARÓN Almirante de la Armada Española


Patricio Montojo y Pasarón (Ferrol, La Coruña, 7 de septiembre de 1839 - Madrid, 30 de septiembre de 1917) fue un almirante de la Marina española. Miembro de una de las más importantes sagas de marinos de los siglos XIX y XX. Célebre por su participación en la batalla de Cavite en 1898, decisiva en la guerra hispano-estadounidense.

Era hijo de Patricio Montojo y Albizu y de María Josefa Pérez-Pasarón y Rodríguez-Trelles.

Biografía

Nacido en Ferrol, Galicia, Montojo estudió en la Escuela Naval de Cádiz, en la que obtuvo el título de Guardiamarina en 1855. Hacia 1860 llegó a ser subteniente y luchó contra los Moros de Mindanao en las Filipinas antes de regresar a España en 1864. Montojo combatió en el combate de Abtao y en la batalla de El Callao bajo las órdenes del Almirante Casto Méndez Núñez contra el Perú. Fue ascendido al rango de capitán de navío en 1873. Sus nuevos deberes incluyeron el comandar varios navíos de guerra en la Estación naval de La Habana, así como los del Río de la Plata.

El primer asignamiento del futuro almirante fue como Guardamarina en 1855 y hacia 1860 fue propuesto para Subteniente.Aquel mismo año Montojo fue a las Filipinas,donde estaba de servicio con el Almirante Mendez Nuñez luchando en el sitio de Moros en Mindanao.En Pagalugan el fue promovido a Teniente.

Durante su permanencia en las Islas Filipinas Montojo visito China y la Cochinchina antes de regrresar a España en 1864.

Estando de servicio en la Fragata Almansa,el joven teniente participo en la batalla de Callao y propuesto para ser el secretario del Almirante Mendez Nuñez lo acompaño a Madrid donde Montojo ocupo una oficina en la Secretaria del Almirantazgo.Montojo fue promovido a comandante en 1873 y se puso al mando de varios buques de guerra en el puerto naval de La Habana y en el Rio de la Plata.El era Comodoro cuando volvio a Filipinas,regresando mas tarde de nuevo a Madrid en 1890.

Montojo se quedo en Madrid hasta Noviembre de 1891 cuando fue promovido a la categoria de Oficial General.

En 1892 propusieron a Montojo para "la Gran Cruz de la Reina Isabel la Catolica" y en 1897 "la Gran Cruz de la Reina Maria Cristina".Una vez mas,Montojo volvio a Filipinas siendo Contraalmirante y sostuvo la categoria de comandante general de todos los puertos navales en aquellas islas.Colaboro en todas las luchas con los rebeldes tagalos y fue el protagonista de los tristes dias de 1898,cuando estando al mando de la Escuadra española,esta fue aniquilada por la Escuadra estadounidense destacada en Asia en la batalla de la Bahia de Calvite/Manila el 1 deMayo de 1898.

Montojo regresó a la Filipinas de nuevo como Contraalmirante, sirviendo como Comandante General de todas las estaciones navales de Filipinas. Al estallar la guerra hispano-estadounidense, Montojo estuvo al mando de la escuadra española que fue destruida por el Escuadrón asiático de los Estados Unidos en la batalla de Cavite, el 1 de mayo de 1898. Montojo resultó herido en esta batalla, en la que uno de sus hijos también participó.

Las fuerzas navales estadounidenses, bajo las órdenes del comodoro George Dewey, vencieron a la Flota Española del Pacífico en la bahía de Manila, como ya había anticipado Montojo que ocurriría, en donde la mayoría de las naves españolas fueron hundidas u obligadas a rendirse. Montojo, para contrarrestar el poco alcance de los cañones de los buques españoles, ordenó sacar del agua algunas naves y llenar sus cañones de metralla pesada para conseguir así multiplicar el efecto de los disparos. Cuentan las crónicas de la época que al ver Montojo la inminencia del fracaso en la batalla, mandó quemar y hundir el resto de las naves que aún se encontraban a flote para impedir que fueran tomadas por los americanos.

En septiembre de 1898, Montojo fue relevado de sus deberes y se le ordenó comparecer ante el Tribunal Militar supremo en Madrid el 1 de noviembre de 1898. En marzo de 1899 fue juzgado y encarcelado, aunque más tarde, absuelto. Entre sus muchos defensores en el consejo de guerra se encontraba el que fuera su enemigo, el almirante George Dewey. Sin embargo, y a pesar de su absolución, Montojo fue dado de baja de la Fuerza Naval Española. Montojo hizo saber al Gobierno en varias ocasiones el precario estado de su flota, sin recibir respuesta en ninguna de las ocasiones.

El Comandante americano George Dewey llegó a reconocer a Montojo que, a pesar de la antigüedad de los barcos españoles, supo defenderse muy bien con los pocos medios de los que disponía.

Gran parte de su descendencia, en cualquiera de sus ramas, ha seguido la tradición familiar, llegando a haber entre ella grandes marinos y oficiales de tierra relevantes en distintas épocas de la historia de España. En la actualidad los descendientes del almirante George Dewey y los del almirante Montojo que siguen con la tradición militar de sus familias siguen manteniendo el trato amistoso que establecieran sus antepasados.

Montojo se casó tres veces. La primera, con María Martínez de Valdivieso, la segunda, con María Martínez y Viñalet -sin descendencia- y la tercera, con Carmen Alemán.

A la familia Montojo le corresponden en la actualidad diferentes títulos nobiliarios entre los que se encuentran los Marquesado de la Ensenada, de Almenara, de Casa Montalvo y otros títulos como el condado de Areny o la baronía de Claret.

Telegrama del Almirante Montojo

Texto del comunicado telegráfico que el almirante Montojo envió al ministro de Marina, Bermejo, en el que da cuenta de la derrota naval de Filipinas:

Tengo el sentimiento de poner en el conocimiento de V. E. que la Escuadra de Filipinas ha sido destruida por la americana. A medianoche del día de ayer, consiguió forzar el puerto sosteniendo fuego con las baterías de entrada. Antes del amanecer se presentó en línea la escuadra enemiga compuesta de ocho buques. A las siete y media incendió proa «Reina Cristina», poco después la popa y roto el servomotor, transbordé con mi Estado Mayor al «Cuba». A las ocho, incendiado completamente «Cristina», igualmente «Castilla»; demás buques averiados, refugiados ensenada Bacoor, fue preciso ir echándolos a pique para evitar cayeran en poder enemigo. A éste pidióle comandante general del Arsenal cesara bombardeo; puso condición quemar los buques; me consultó y acepté para evitar más pérdidas de vidas y edificios. Se calcula que las pérdidas ascenderán a unas 400 bajas; muertos Capitán de Navío Cadarso, capellán Novo y otros. Ha sido un desastre que lamento profundamente. Lo presentí y anuncié siempre por la falta absoluta de fuerzas y recursos.
Manila, a primero de mayo de 1898. Patricio Montojo y Pasarón


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Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 14:23

BATALLA DE CAVITE 1 DE MAYO DE 1898


El resultado final de la guerra hispanoamericana de 1898 estuvo, inevitablemente, marcado por dos combates navales decisivos, que tuvieron lugar en Santiago de Cuba y Cavite. En ambos enfrentamientos, los americanos aniquilaron a las fuerzas españolas, recibiendo éstas la peor y más completa derrota naval de toda su historia contemporánea.

Algunos antecedentes

España poseía, hasta 1898, dos grandes territorios ultramarinos, la isla de Cuba y el archipiélago de Filipinas. Convendría recordar, antes de entrar en profundidad en los detalles del combate, lo difícil, en el caso de este último, que se hacía para los españoles controlar un conjunto de islas que en total superaban en número las 3.000. El principal problema con el que se encontraban era la dificultad que entrañaba el erradicar la piratería de aquellas aguas. De hecho la práctica totalidad de las fuerzas del apostadero se dedicaba principalmente a este cometido, estando compuesta en su mayoría por pequeños cañoneros y unos pocos cruceros ligeros. El movimiento independentista y la guerra con los EE.UU. sorprendieron a una fuerza que no estaba preparada para un combate naval de entidad, o lo que es lo mismo, en igualdad de condiciones contra los buques americanos.

Curiosamente, es preciso señalar que ambos contendientes se conocían perfectamente. Ambas escuadras frecuentaban puertos como el de Hong Kong, estando las dos perfectamente al tanto de los últimos movimientos de la enemiga.

Tras el luctuoso hundimiento del Maine, y antes de declarar la guerra contra España, el asistente del subsecretario de marina americana, Teodoro Roosevelt, ordena al comodoro George Dewey preparar su escuadra asiática basada en el citado puerto con el fin de destruir a la española de Filipinas.

Las fuerzas enfrentadas

Los americanos contaban con seis buques, los Olympia, Baltimore, Raleigh, Petrel, Condord y Boston. Los cuatro primeros eran cruceros protegidos y, los dos últimos, grandes cañoneros. En total sumaban 19.000 toneladas de desplazamiento. El insignia del almirante Dewey, al mando de las fuerzas atacantes, era el Olympia. Su poder ofensivo combinado era el siguiente: diez cañones de 203 mm., veintitrés de 152, veinte de 127 y un total de cincuenta piezas ligeras que iban de los 57 mm a 37 mm. Completaban su armamento 10 tubos lanzatorpedos. Eran de construcción moderna.

Por parte española se contaba con 7 buques, entre los que se encontraban los Reina Cristina (insignia de Montojo), Isla de Cuba, Isla de Luzón, Castilla, Don Antonio Ulloa, Don Juan de Austria, y el Velasco, sumando un total de 14.000 toneladas. Estaban armados con treinta y siete cañones de entre 160 mm y 120 mm. nueve de entre 90 mm a 70 mm y treinta y cinco piezas ligeras de 57 a 37 mm. Se completaba el mismo con un número indeterminado de ametralladoras de entre 25 y 11 mm y trece tubos lanzatorpedos.

Aunque eran buques un poco más viejos que los de los americanos, se podría afirmar que la mayoría se encontraban en la mitad de su ciclo de vida. Esto es un hecho que nos gustaría recalcar, y que reiteradamente ha apuntado con acierto por el Doctor de Historia Contemporánea D. Agustín Ramón Rodríguez González, desterrando por completo la teoría de que la escuadra española, compuesta por buques de madera se enfrentó con una todopoderosa flota de acorazados, teoría alentada y divulgada para eximir de culpa a los responsables de tan magno desastre naval.

En Cavite pues, se iban a encontrar dos escuadras "a priori" casi equilibradas en fuerzas, con ligera ventaja de los americanos al ser sus buques en general, más grandes, rápidos, y potentes (por la mejor calidad y calibre de sus piezas) que los españoles.

A pesar de los datos anteriormente apuntados, hay que reiterar el mal estado de mantenimiento en el que se encontraban los buques españoles, y es que el arsenal de Cavite había quedado del todo punto obsoleto para las necesidades de éstos. En el momento de estallar la guerra, tres de los principales buques estaban siendo sometidos a grandes reparaciones y el resto se encontraba en deficiente estado. Diríase que aquella parecía más una escuadra que acabara de salir de un combate que una que se preparara para empezarlo. A esta deplorable situación del material a flote se unía la escasez y la falta de preparación del personal que componía en aquellos momentos la Armada Española.

Los preparativos

Don Patricio Montojo y Pasarón, jefe del apostadero de Filipinas, pidió refuerzos que nunca llegaron, por lo que en el combate su misión sería estar a la defensiva apoyado por las baterías de costa. El 15 de marzo, los principales mandos militares del archipiélago se reunieron en el palacio de Malacañang para definir la estrategia defensiva de los españoles.

Pronto se constató cierto desacuerdo entre el Ejercito y la Armada; así, mientras para los primeros el objetivo principal era defender Manila, Montojo señaló que la escuadra sólo podría defender adecuadamente Subic que, si bien se encontraba lejos de la capital, estaba más cercano a la entrada de la extensa Bahía.

Lo ideal hubiera sido que la escuadra española se hubiera situado frente a Manila, combatiendo para su defensa con el apoyo de las baterías de la ciudad, pero los mandos españoles no querían que la hermosa ciudad fuera escenario del combate, lo que hubiera supuesto con total seguridad un gran número de bajas entre la población civil.

Se decidió finalmente un despliegue de artillería de costa que no fue ni idóneo ni suficiente.

Entretanto los americanos que, como ya dijimos al principio, estaban basados en Hong-Kong, procedieron a cambiar la pintura blanca de sus buques por la gris, mientras esperaban al crucero Baltimore que había zarpado desde los EE.UU. cargado de municiones. Una vez reunida toda la flota salieron el 24 de abril de aquel puerto con el objetivo de ir hasta la isla de Luzón, donde esperaban encontrarse con la flota española, llegando el día 30 del mismo mes. Dewey había tomando la decisión, consensuada con sus comandantes, de forzar esa misma noche la entrada en Manila para, al día siguiente, atacar a la flota española.

A las 23:30 horas la escuadra americana pasaba sin ser vista frente la isla del Corregidor. Los buques yanquis iban totalmente a oscuras y sólo una pequeña luz en popa indicaba al buque siguiente la derrota a seguir. El único peligro al que estaban expuestos los buques de Dewey eran las minas, que no hicieron acto de presencia.

El combate

Al amanecer del siguiente día, el 1 de mayo de 1898 la flota americana se encontraba frente a Manila. Inmediatamente las baterías de costa comenzaron a disparar, pero la distancia a la que se encontraban los buques impedían que los alcanzasen estas.

La escuadra de Montojo se encontraba fondeada frente a Cavite, y era de todas las posibles ubicaciones de la flota la que menos garantías ofrecía para su defensa.

A las cinco y cuarto de la mañana comenzó el combate. A una distancia quizás excesiva de 5.000 metros los buques españoles abrieron fuego, contestando 25 minutos después los Olympia, Baltimore y Boston que, con su artillería de 203’2 mm, concentraban su fuego sobre los Castilla y Cristina, recibiendo estos últimos numerosos impactos que causaron grandes daños. La flota de Dewey inició entonces una serie de pasadas a una velocidad de 6 nudos, reduciéndose poco a poco la distancia del combate con los inmóviles buques españoles, que llegó a ser de 2.000 metros.

La táctica española era la de acercarse con su buque insignia el Cristina, apoyado por la artillería del Austria, lo más posible al enemigo, con el fin de torpedearlo, cosa que no se pudo conseguir al ser rechazados los intentos por el fuego enemigo.

La superioridad americana se basó principalmente en sus cañones de gran calibre, de los que carecía la escuadra española y por la mejor calidad de las denominadas piezas de tiro rápido.

Dos horas y media de combate después, la situación de la escuadra española no era tan mala como cabría imaginar. Sólo en dos cruceros españoles (el Castilla y el Cristina) la situación era casi insostenible, ya que ambos tenían graves daños y numerosas bajas, pero aún así continuaban a flote y seguían disparando (no obstante un temeroso Montojo cambió su insignia al Isla de Cuba); el resto apenas habían recibido algunos impactos y estaban en condiciones de soportar sin problemas el castigo americano durante bastante tiempo.

Dewey ordenó la retirada al ver los escasos resultados de su ataque, aprovechando esta pequeña tregua para dar de comer a sus cansadas dotaciones. La situación se tornaba preocupante para el almirante americano, haciéndole reflexionar sobre el hecho de que a pesar de haber consumido la mitad de sus municiones, no había conseguido sin embargo hundir ningún buque enemigo.

Si Montojo hubiera adivinado la preocupación del almirante yanqui no habría hecho lo que hizo: dar el combate por perdido y ordenar el abandono de sus buques, quitando el cierre de las piezas y abriendo los grifos.

Mención especial se merece el comandante del Cristina, D. Luis Cadarso y Rey, por el valor de que hizo gala mientras duró el combate; además, fue alcanzado por una granada cuando dirigía la evacuación de su buque, siendo a la postre el muerto de mayor graduación.

Dewey, gratamente sorprendido por lo que estaba presenciando, decidió reanudar el ataque, ensañándose con lo poco que quedaba a flote de la escuadra española.

Conclusiones

Pese a la superioridad artillería de los americanos, el porcentaje de acierto de sus cañones fue ridículo. Los cañones de 152 mm sólo consiguieron un 1% de impactos, los de 127 alcanzaron el 3’5% y sólo los de 203 tuvieron un aceptable 9%, siendo los que más daño hicieron a los buques españoles.

En total los americanos hicieron 5.859 disparos de los que sólo unos 145 lograron alcanzar su objetivo: 81 impactos recibieron entre los cruceros Cristina y Castilla, 33 el Ulloa, 13 el Austria, 10 el Duero, 5 el Isla de Cuba y 3 el Isla de Luzón.

Las bajas de ambos bandos fueron las siguientes: los españoles perdieron 60 hombres, resultando heridos 193; los americanos oficialmente tuvieron 1 muerto y 15 heridos, aunque otras informaciones mas veraces de países terceros, elevan esta cifra a los 50 ó 70 entre muertos y heridos.

Parece claro que la decisión de Montojo de hundir sus buques fue algo precipitada, habiéndose puesto en duda por prestigiosos entendidos en la materia. Sobre este punto, desde hace ya algunos años, existe una pugna entre la versión "oficialista", que exime a Montojo de toda responsabilidad, y una versión "revisionista", más crítica con la actitud del Almirante. Es obvio que la crítica debe ser siempre constructiva; pero, en todo caso, es también importante no olvidar que, en el fragor del combate, se pueden tomar decisiones equivocadas y que, en honor a la verdad, tampoco parece razonable el pretender ocultar estos hechos. De todas formas si, visto el estado de su escuadra, poco cabía exigir a Montojo, tampoco parecería lógico el calificar su actitud de nelsoniana…

En cualquiera de los casos, la batalla de Cavite no fue sólo una derrota total, sino también el triste aperitivo de lo que luego ocurriría en Santiago de Cuba.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 18:45

BATALLA DE EL CANEY 1DE JULIO DE 1898


El día 1 de Julio era el elegido por el US Army para iniciar su ataque sobre Santiago de Cuba. Ante la ciudad se elevaban las estratégicas Lomas de San Juan, sobre las que debería centrarse el ataque principal norteamericano, realizándose un ataque secundario y otro de diversión sobre otras posiciones españolas.

Unos km. al norte de las Lomas de San Juan existía una pequeña guarnición española en el poblado de El Caney.
Las unidades españolas allí desplegadas no representaban un serio problema, pero el general Lawton propuso realizar sobre esta posición el ataque secundario y aniquilar su guarnición en menos de dos horas para después acudir con sus tropas en apoyo del ataque principal sobre Las Lomas de San Juan.

En el poblado, protegido por el pequeño fuerte de piedra de El Viso, había 550 soldados españoles al mando del general Vara de Rey, que totalizaban un total de 3 cías. del regimiento de la Constitución, un destacamento del regimiento de Cuba, otro de movilizados cubanos, una guerrilla y dos cañones de montaña.

Las posiciones españolas, además del fuerte mencionado, se encontraban defendidas por 6 blocaos de madera dispuestos alrededor del poblado y denominados "Río, Norte, Asia, Matadero, Cementerio e Izquierdo", y por trincheras del tipo "carlista", es decir, trincheras en donde la tierra que se extraía de su excavación se esparcía hacia atrás en lugar de formar parapetos con ella, lo que las hacía más difíciles de localizar.

La iglesia y la cárcel, ambas de piedra, fueron aspilleradas (al igual que las paredes traseras de las viviendas) para contribuir a la defensa. Las posiciones defensivas españolas se completaban con una línea de alambradas de espino que dificultaban el acceso a las calles del poblado.

Al tiempo que se fortificaba el poblado, las tropas españolas de Vara del Rey practicaron diversos movimientos tácticos que sin duda habrían de desarrollar durante el combate.

El despliegue de las tropas españolas, al iniciarse el combate fue el siguiente:

El Viso y sus trincheras los hombres pertenecientes al Regimiento de Cuba;
Compañías del Regimiento de la Constitución en las trincheras y blocaos de El Caney;
Compañía del Constitución de reserva en la plaza y sus edificios;
Voluntarios cubanos distribuidos entre las casas aspilleradas.

Con este ataque se intentaba evitar que las fuerzas españolas del General Vara del Rey pudieran hostigar los flancos de los norteamericanos durante su ataque sobre las Lomas de San Juan, poniendo en peligro todo su despliegue.

Al mismo tiempo, para crear más dificultades al mando español, se llevaría acabo un ataque de diversión sobre Aguadores para evitar que el General Linares pudiera acudir en socorro de las Lomas y de El Caney con las unidades existentes en la zona.

Para atacar El Caney se utilizaron las tropas de Lawton, compuestas por la 2ª División del US. Army que contaban con cuatro brigadas con su artillería de campaña.

El despliegue norteamericano se realizó de la siguiente manera:

la 1ª Brigada, situada sobre el camino de Santiago, al suroeste del poblado.Su misión era aislar El Caney de Santiago de Cuba;
la 2ª Brigada constituía la reserva. Finalmente, al hacerse necesario su concurso debido a la dura resistencia de las tropas españolas, se desplegaría a la derecha de la 1ª Brigada;
la 3ª Brigada, se encontraba situada al este, cerca del fuerte de El Viso;
la Brigada Independiente se encontraba en camino hacia el escenario del combate.
Para apoyar el ataque se contaba con una Batería de 4 cañones de 81 mm. situada a algo más de 1 km al sur de El Caney, sobre una altura que dominaba El Viso, protegida por 1 Regimiento de Infantería y 1 Escuadrón de Caballería.

La artillería comenzó a atacar las posiciones españolas hacia las 06:30 horas de la mañana, cuando aún las tropas norteamericanas no se habían desplegado. Los dos cañones españoles de montaña no responderían al fuego sencillamente porque no contaban con munición. Hacia las 07:00 horas iniciaron el ataque dos brigadas americanas que contaban con casi 4.000 hombres, mientras las dos brigadas restantes, confiando en no ser necesaria su intervención, se mantenían algo más alejadas.
Sin embargo, las descargas efectuadas por los soldados españoles resultaron ser tan eficaces que frenaron el avance de los norteamericanos. Uno de los regimientos americanos llegó a coronar la cima, aunque fue expulsado de la misma poco después, siendo rechazado este primer ataque.

Sin embargo, Lawton lanzó a la lucha una nueva brigada con otros 1.500 hombres, que no lograría culminar con éxito su ataque.

Mientras tanto, el general Shafter, que había encontrado fuerte resistencia en su ataque a las Lomas de San Juan, pedía a Lawton que cesase el ataque sobre El Caney y se le reuniese.

Sin embargo, éste no quería que se le escapase la victoria, por lo que desoyó las órdenes de su superior e hizo entrar en lucha a la última brigada que le quedaba, aunque tampoco conseguiría nada de provecho
.
Sobre las 14:00 horas tendría lugar un hecho de capital importancia en el desenlace final de la lucha: la artillería norteamericana, que hasta ese momento no había desempeñado un papel relevante en toda la acción, adelantó su posición hasta unos 500 metros del poblado, comenzando a batir con efectividad El Viso.

A eso de las 15:00 las tropas de Chaffe se lanzaron al asalto de El Viso, apoderándose de la posición tras superar a los escasos defensores que aún se mantenían en el pequeño fuerte.

A pesar de ello, las tropas españolas siguieron combatiendo en las calles del pueblo hasta las 17:00 horas, momento en el que los norteamericanos conseguían, por fin, apoderarse del poblado cuando el batallón que lo defendía prácticamente había agotado toda su dotación de munición, consistente en 150 cartuchos de mauser por hombre, y había visto mermado su número por las bajas. El General Vara del Rey, que había visto fallecer en la acción a dos de sus hijos, moría al ser alcanzado por una descarga de fusilería cuando era evacuado en una camilla.

El resultado, para los americanos, era desolador.
Habían conseguido la victoria pero a un precio elevado: 550 soldados españoles habían resistido durante casi 10 horas el ataque de casi 7.000 soldados norteamericanos, toda la división de Lawton, distrayéndoles de su objetivo principal (que no era otro que el ataque a las Lomas de San Juan), sufriendo 235 bajas entre muertos y heridos, incluido el general Vara de Rey y sus dos hijos, y alrededor de 120 prisioneros, y causando al US. Army 81 muertos y 360 heridos.

El resto de la guarnición, unos 100 supervivientes al mando del Teniente Coronel Puñet, pudo llegar a Santiago de Cuba por un sendero inadvertido por los americanos.

Las palabras del Capitán sueco Wester, agregado militar de las embajadas de Suecia y Noruega en Washington, testigo ocular del combate muestran la admiración que los soldados españoles despertaron aquel día tanto en los propios norteamericanos como en los observadores neutrales allí presentes:

(...); la confianza reina en el campo americano, donde el único temor consiste en que el enemigo se escape sin combatir; pero en El Caney, como se verá, están muy lejos de pensar así.

Las casas del pueblo han sido aspilleradas, se han abierto trincheras en un terreno pedregoso, y el fuego de unas y otras es rasante sobre un espacio de 600 a 1.200 metros; en la punta nordeste de la posición, el fuerte de El Viso, guarnecido con una compañía, ocupa una colina desde la cual se dominan todos los aproches(...).

Hacia las seis de la mañana comenzó el fuego de las trincheras españolas; de improviso se descubre sobre ellas una línea de sombreros de paja; inmediatamente el ruido de una descarga, seguido de la desaparición de los sombreros; esta operación se repite cada minuto, observándose una gran regularidad y la acción de una voluntad firme, lo que no deja de producir una profunda impresión en la línea de exploradores norteamericanos; las balas cruzan el aire, rasando el suelo, hiriendo y matando.

Poco tiempo después, toda la brigada Chafee se encontró desplegada, pero sin poder avanzar un paso, y la de Ludlow se vió también detenida.

(...); la batería norteamericana comienza a disparar.

(...) A los pocos momentos las granadas estallaban por encima de las trincheras, alcanzaban las casas del pueblo y perforaban los muros de El Viso, proyectando los shrapnels su lluvia de plomo sobre la posición; mas, a pesar de todo, en el fuego español se observa igual continuidad e igual violencia.

Delante de El Viso se descubría un oficial paseándose tranquilamente a lo largo de las trincheras: fácil es comprender que el objeto de este peligroso viaje en medio de los proyectiles de que el aire está cruzado no es otro sino animar con el ejemplo a los bravos defensores; se le vio, de cuando en cuando, agitar la mano con su sombrero y se escuchaban aclamaciones.
¡Ah, sí! ¡Viva España! ¡ Viva el pueblo que cuenta con tales hombres!

Las masas de infantería americana se echaban y apretaban contra el suelo hasta el punto de parecer clavadas a él, no pudiendo pensar en moverse a causa de las descargas que la pequeña fuerza española les enviaba a cada instante. Se hizo preciso pedir socorros, (...).

Por fin, a las tres y treinta y seis minutos la brigada Chafee se lanza al ataque contra El Viso; pero queda al principio detenida al pie de la colina, y no invade el fuerte sino después de un segundo y violento empuje.

Los españoles ceden lentamente el terreno, demostrando con su tenacidad en defenderse lo que muchos militares de autoridad no han querido admitir: que una buena infantería puede sostenerse largo tiempo bajo el fuego rápido de las armas de repetición. ¡El último soldado americano que cayó fue herido a 22 pasos de las trincheras!

Aunque la clave de la posición estaba conquistada, la faena continuaba(...).

Desde El Viso, una vez ocupado, las tropas americanas comienzan a tirar sobre el pueblo (...), pero la ocupación no se efectuó hasta las cuatro y media, hora en que los últimos españoles abandonaron las casas para recomenzar el fuego desde una colina situada 600 metros al oeste.

¡Admirable obstinación de resistencia, a la que todos contribuyen hasta el último instante.

(...)El ruido del combate no cesó sino cuando el sol estaba a punto de ponerse. Durante cerca de diez horas 500 bravos soldados resistieron unidos y como encadenados sin ceder un palmo de terreno a otros 6.500 provistos de una batería, y les impidieron tomar parte en el principal combate contra las alturas del monte San Juan.

¡Después de esto, ni una sola palabra más se escucha en el campo americano sobre la cuestión de la inferioridad de la raza española!

Y esta lucha de El Caney ¿no aparecerá siempre ante todo el mundo como uno de los ejemplos más hermosos de valor humano y de abnegación militar?

(...) ¡Contemplad ese pueblo! Las casas están arruinadas por las granadas, las calles cubiertas de muertos y heridos (...) Todos han cumplido su deber, desde el primero hasta el último.

¡Dichoso el país que es tan querido de sus hijos!
¡Dichosos los héroes que han sucumbido en un combate tan glorioso!

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 18:56

BATALLA DE LAS LOMAS DE SAN JUAN 1 DE JULIO DE 1898


Las Lomas de San Juan se encontraban protegidas inicialmente por 137 hombres del Regimiento de Talavera, y formaban parte del dispositivo español alrededor de Santiago de Cuba. Llama la atención el hecho de que a pesar de la importancia de la posición se hubiera destinado a su defensa tan exiguas tropas.

La estratégica posición se encontraba situada en un terreno abrupto y con densa vegetación aunque las tropas españolas habían despejado algunas áreas de terreno (de igual manera que en El Caney) para facilitar así el tiro desde las posiciones defensivas.

Contaba como defensas naturales con la presencia del río San Juan y de varios arroyos que discurrían cercano a las Lomas, y con una colina (llamada "Kettle" por los americanos) como avanzadilla del sistema defensivo.

Entre esta colina y las Lomas existía, además, un estanque de agua que contribuía a facilitar su defensa.

Para reforzar el dispositivo español se habían realizado, con anterioridad al ataque norteamericano, obras defensivas consistentes en un blocao de ladrillo y algunos de madera en la cima de las Lomas, mientras que en la colina de Kettle se aprovecharon las infraestructuras de una plantación de caña. Todo el conjunto se mejoró con la excavación de trincheras "carlistas", pozos de tirador y el tendido de alambradas.
La pequeña guarnición fue reforzada con otras 2 compañías (una del Provisional de Puerto Rico y otra del Talavera, 60 Voluntarios y 2 piezas de montaña Krupp de tiro rápido. En total 521 soldados.
Una segunda línea defensiva, establecida a unos 700 metros por detrás de las Lomas de San Juan, en el punto donde el General Linares estableció su Cuartel General, estaba constituida por 3 compañías del Talavera con un total de 411 hombres.

Las fuerzas de esta segunda línea fueron desplegadas de la siguiente manera:

1 Cía. en el camino de El Pozo, cuya finalidad era evitar que las tropas norteamericanas envolvieran las posiciones españolas;
1 Cía. en la intersección de los caminos de El Pozo y El Caney;
1 Cía. en el camino a El Caney.

La tercera línea defensiva se encontraba cerca del fuerte de La Canosa, formada por una Guerrilla a caballo de 140 hombres, que formaban la reserva. A estas fuerzas se sumarían, ya finalizando el combate, 1.000 hombres de las dotaciones de la escuadra de Cervera al mando de Bustamante, que protagonizaron un contraataque que no obtuvo resultados.
Entre las Lomas de San Juan y la colina de Kettle Hill las tropas españolas habían erigido una línea de trincheras y alambradas desde las que dificultar el avance americano.

Mientras el general Lawton atacaba El Caney con casi 7.000 hombres, imaginándose poco menos que un paseo, el general Shafter se preparaba apara realizar el ataque principal sobre éste enclave.

Sus planes preveían desplegar a la derecha la división de caballería, frente a Kettle y la 1ª división de infantería a la izquierda, directamente sobre San Juan.

Como fuerzas de reserva contaba con la 2ª brigada de la división de infantería.
Una vez desplegadas estas fuerzas, la artillería batiría las posiciones españolas mientras los norteamericanos las asaltaban.

Al mismo tiempo, las "victoriosas" unidades de la división Lawton tras aniquilar El Caney deberían sumarse al ataque a la hora prevista para ello (las 10:00 de la mañana), haciéndolo por la derecha del despliegue americano.

Hacia las 08:20 de la mañana la artillería americana comienza a abrir fuego sobre las Lomas, desde una distancia algo mayor a los 2.000 metros para proteger el avance de sus tropas pero, delatados por el humo que producen sus disparos al utilizar pólvora negra, son acallados por el fuego de contrabatería de los dos cañones krupp españoles a las 09:00 de la mañana, causando bajas no sólo entre los artilleros norteamericanos sino también sobre algunas unidades que han sido desplegadas cerca de las piezas. Las tropas norteamericanas, fiadas en su superioridad numérica y en la creencia de la escasa combatividad de las tropas españolas, se lanzaron directamente al ataque sin reconocer previamente el terreno, repitiéndose la misma escena que en El Caney: lo certero y el volumen de los disparos españoles obligan a los americanos a echarse al suelo sin poder avanzar. Las tropas comienzan a apelotonarse sobre el intrincado terreno, negándose incluso algunas unidades a avanzar, por lo que son obligadas a abandonar los caminos para no entorpecer las evoluciones del resto de tropas.

El caos reinante es enorme en esos primeros momentos del combate entre las fuerzas del U.S. Army, un hecho que no llega a ser aprovechado por las tropas españolas debido a la falta de refuerzos. Ante el intenso fuego español que impedía los movimientos de las tropas americanas, éstas elevaron un globo de observación, hacia las 09:30 de la mañana, de un color amarillo que contrastaba fuertemente sobre el azul del cielo y que fue prontamente abatido por los cañones españoles.

Además, los cañones españoles dirigen su fuego sobre el lugar desde donde se ha elevado el globo al suponer, acertadamente, que allí se concentran unidades americanas, causándoles gran número de bajas. Sin embargo, antes de ser abatido desde el globo de observación se ha avistado un sendero por el que son desplegando las apelotonadas unidades del US. Army.

A pesar de ello, el fuego español no decreció ni en intensidad ni en puntería, a pesar de las bajas, obligando a los norteamericanos a ralentizar su avance ante las pérdidas que estaba sufriendo.
Sobre las 10:00 de la mañana, algunas unidades americanas ya se han desplegado frente a Kettle Hill mientras otras se han situado en posición tal que les permite llevar a cabo el ataque sobre San Juan. Sin el apoyo de sus baterías, el avance norteamericano es recibido con un nutrido fuego por parte de los 2 cañones y de los mauser españoles que provocan una gran cantidad de bajas entre sus filas, pero pronto la munición de las dos piezas comienza a agotarse. Los planes de las tropas norteamericanas se han visto seriamente alterados debido a la dura resistencia que oponen las tropas españolas.

Dándose cuenta del error cometido al enviar sobre El Caney las fuerzas de la división Lawton, que no terminan de aplastar la resistencia de las tropas de Vara del Rey y por tanto no pueden participar en el ataque a San Juan, se les ordena cesar la acción y regresar de inmediato.

Pero Lawton está librando su propia guerra y, aunque se trate de un triunfo estéril, no desea dejar escapar la oportunidad de alcanzar su propia victoria por lo que desacata las órdenes recibidas y continúa con su ataque sobre El Caney, comprometiendo seriamente las operaciones sobre el verdadero objetivo.

A las 13:00 de la mañana, las unidades de la Brigada Summer pertenecientes a la división de Caballería (los regimientos 3º, 6º y 9º) inician el asalto de Kettle Hill, al principio muy lentamente debido a la resistencia española.

Finalmente, el número se impone y los defensores, que tras haberse defendido con gran determinación han sufrido numerosas bajas que no pueden ser cubiertas con tropas de refuerzo, se repliegan hacia sus nuevas posiciones en las Lomas, permitiendo a los norteamericanos conquistar la colina.

La conquista de esta posición tendría fatales consecuencias para la escasa guarnición española, que se verá obligada a distraer unidades para defender uno de los flancos que desde Kettle Hill ahora amenazaban las tropas americanas.

Apoyados por el fuego que desde la recién conquistada posición efectúan sobre los defensores españoles las fuerzas de la Brigada Summers, se inicia el ataque a las defensas principales de San Juan.

El 16º y el 6º de Infantería de la Brigada Hawkins se lanzan al asalto, viendo su avance frenado por el fuego que desde las trincheras españolas les llega.

Mientras tanto, los dos cañones españoles que con su fuego bien dirigido habían silenciado a la artillería americana, se quedaban sin municiones, permitiéndo a los norteamericanos utilizar, ahora ya impunemente, sus baterías.

A una distancia de poco más de 500 metros, los norteamericanos sitúan 3 ametralladoras gatling que comienzan a barrer las posiciones españolas arrojando sobre ellas en pocos minutos una cantidad ingente de proyectiles que barren las trincheras provocando multitud de bajas. Poco después, a la acción de las ametralladoras se uniría el fuego de la artillería norteamericana que tan eficazmente había sido anulada por los españoles y que ahora no encontraba oposición alguna a su fuego.

Apoyados por las tropas que ocupan Kettle, las tropas americanas se lanzan al asalto de las trincheras españolas, ya vacías y encontrando tan sólo la oposición que desde los blocaos hacen un puñado de defensores.

Pero la situación para las tropas españolas es ya insostenible, con la mayoría de los defensores muertos o heridos, y sin posibilidad de recibir refuerzos, deben retirarse progresivamente hacia la seguna línea defensiva. Es tal la situación de inferioridad numérica en la que se encuentran las fuerzas españolas que para reforzar algunas de las posiciones se utilizan algunos hombres convalecientes de heridas o enfermedades, sacándolos para ello de los hospitales en los que se encuentran.

Las Lomas de San Juan son totalmente ocupadas por los extenuados soldados americanos, que se deben enfrentar ahora a las tropas españolas situadas en la segunda línea defensiva. Pero en ese momento, cuando parece que el avance norteamericano va a continuar sobre esta línea, se produce un inesperado contraataque español, llevado a cabo por una compañía formada por los trozos de desembarco de la escuadra de Cervera, al mando de Capitán de Navío Bustamante, que a no consigue recuperar las posiciones perdidas.

Bustamante, que dirige el ataque montado a caballo, es herido en el vientre, falleciendo a consecuencia de las heridas el día 19 de julio.

Sin embargo, esta acción detiene el avance americano, que ve como aún no hacen acto de presencia en el campo de batalla las tan necesitadas tropas que todavía están colapsadas en El Caney.

Por tanto, ante el temor de nuevos contraataques españoles que puedan ser llevados a cabo por las tropas de refuerzo que se sabe están a punto de recibir los españoles, les lleva a tomar la determinación de reforzar sus posiciones en todo el frente, continuando los combates, con menor intensidad, durante dos días más, pero sin decidirse a realizar un ataque definitivo.

Las tropas españolas lamentaron tanto en las Lomas como en el Caney un total de 165 muertos, 376 heridos y 121 prisioneros. Los norteamericanos sufrieron en los duros combates por hacerse con el control de las Lomas de San Juan un total de 205 muertos y 1.180heridos, lo que supone casi un 10% de las tropas del U.S. Army destinadas en Cuba.Las tropas cubanas de Calixto que participaron en la acción sufrieron unas 200 bajas.

El combate en las Lomas de San Juan produjo una honda preocupación en los mandos americanos, así como una gran desmoralización.

El propio Roosevelt escribía al senador Henry Cabot lo siguiente:
"Diga al presidente que, por amor del cielo, nos envíe cada regimiento y, sobre todo, cada batería que sea posible. Hasta ahora hemos ganado con un alto coste, pero los españoles luchan muy duramente y estamos muy cerca de un terrible desastre militar(...)".

La desesperación en las filas americanas ante la imposibilidad de superar las defensas españolas es tal, que el día 3 de julio el general Shafter le envió al Secretario de Guerra el siguiente telegrama:

"Tenemos la ciudad cercada por el norte y por el este, pero con una línea muy débil(...) y estoy considerando seriamente una retirada de 5 millas(...)".

Sin embargo, ese mismo día, se servía en bandeja la victoria a los americanos al realizar, a plena luz del día, su salida de la bahía de Santiago la escuadra española.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 19:33

Excmo. Sr. D. Joaquin VARA DE REY RUBIO General del Ejercito Español


Joaquín Vara de Rey y Rubio (Ibiza, 1840 - Santiago de Cuba, 1 de julio de 1898) fue un militar y político español, héroe de la Guerra de Cuba por su defensa del fortín de El Viso.

Se graduó en el Colegio General como subteniente, ascendiendo al grado de teniente en 1862. Combatió las rebeliones cantonales de Cartagena y Valencia y luchó en la Tercera Guerra Carlista. En 1884 solicitó su traslado a Filipinas, donde permaneció hasta 1890, tras servir como Capitán General de Filipinas y Gobernador de las Islas Marianas.

De regreso a España se le asignó la comandancia de la guarnición de Ávila hasta abril de 1895. Posteriormente se presentó voluntario para servir en Cuba. Fue nombrado comandante militar de Bayamo. Mandó el regimiento que luchó en la Batalla de Loma de Gato, en la que los españoles acabaron con el cabecilla rebelde José Maceo, hermano de Antonio Maceo. Debido a su brillante actuación fue promovido a brigadier general.

Tras el desembarco norteamericano en la isla, el general Shafter envió al 5º Cuerpo de Ejército contra Santiago de Cuba el 1 de julio de 1898. Desde el día anterior, las tropas norteamericanas y sus aliados cubanos habían estado tomando posiciones al lado este de la ciudad con la intención de comenzar el ataque al amanecer. El 5º Cuerpo estadounidense estaba organizado en tres Divisiones y dos brigadas independientes que sumaban unos 18.000 hombres. El Caney era una pequeña posición defensiva apoyada sobre el fortín de El Viso, sin artillería ni ametralladoras, con una guarnición de 550 hombres al mando de Vara de Rey. Shafter decidió tomar esta posición con el fin de no dejar tropas españolas sobre su flanco derecho. La misión se la encomendó a la 2ª División del general Henry Lawton, 6.899 hombres apoyados por una batería de artillería (4 cañones de 81 mm) al mando del capitán Capron.

El combate comenzó con la primera luz del día cuando los norteamericanos sometieron al fuego artillero las edificaciones y los pequeños fortines de madera de El Caney. Una hora después avanzaba la primera oleada de asaltantes, que se vio frenada por las descargas cerradas que los soldados españoles realizaban con sus Máuser. Los norteamericanos creyeron que los españoles huirían ante su aplastante superioridad numérica (10:1), pero a las 9 de la mañana ya había quedado claro que los españoles se preparaban para resistir. El propio Vara del Rey se paseaba impasible por las trincheras animando a sus hombres.

Lawton había calculado una hora, o dos como máximo, para que sus hombres desalojaran a los 550 españoles de El Caney, pero necesitó cerca de 12 horas. Las oleadas de asaltantes se sucedieron una tras otra, pero fueron rechazadas sistemáticamente por los españoles. La artillería estadonidense cambió de posición y se aproximó a El Viso, núcleo de la resistencia, y su fuego empezó a batir con eficacia el fortín, cuyos muros empezaron a ser demolidos por los impactos continuos que recibían. Con El Viso casi destruido y ya pasadas las 4 de la tarde, tuvo lugar un nuevo y feroz asalto, que fue frenado ante los mismos muros del fortín. Vara de Rey siguió, a pesar de sus heridas, arengando a sus hombres. A las 5 El Viso fue tomado, sólo quedaban allí muertos y algunos heridos. La artillería se situó en el mismo fortín para poder batir las casas del pueblo y las trincheras. La resistencia era ya inútil y los pocos defensores que quedaban, 84 de los 550, se retiraron ordenadamente hacia Santiago dirigidos por el Teniente Coronel Puñet.

Cuando era retirado el General Vara del Rey cargado por dos camilleros, tanto el postrado general como sus cargadores fueron atacados a tiros por tropas de los insurrectos, o mambises. El general herido fue ejecutado en su camilla, y bajo el fuego de los rebeldes cubanos, sus camilleros abandonaron el cuerpo. Este tipo de ensañamiento de los insurrectos sobre los militares heridos fue bastante común durante la guerra de Cuba, como evidencia la tristemente famosa práctica de "enguasabar" a sus prisioneros, y hasta los actos evidenciados contra los supervivientes hispanos que lograron alcanzar la costa a nado, exangües y desarmados, tras el hundimiento de sus buques en la batalla naval de Santiago. Aquellos desdichados que sobrevivieron el hundimiento y quema de sus buques, y las hordas de voraces tiburones, fueron atacados a machetazos por grupos de mambises que los esperaban en las playas.

En la batalla también murieron dos de sus hijos. El general Vara de Rey recibió la Cruz Laureada de San Fernando a título póstumo por parte de España y debido a su heroica actuación, mientras que, en reconocimiento de ese mismo valor, el ejército estadounidense enterró al General Vara de Rey con todos los honores. Pasando así a engrosar la lista de hombres y acciones que darían una imagen heroica del "soldado español" ante el público norteamericano de la época.

Finalizada la guerra, sus restos serían repatriados a España en 1898 con la colaboración estadounidense.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 20:51

Excmo. Sr. D. Eloy GONZALO GARCIA Soldado del Ejercito Español, (HEROE DE CASCORRO)


A primera hora de la noche del 1 de diciembre de 1868, las monjitas de la inclusa de Madrid recogieron a un bebé que alguien había abandonado en la puerta. El recién nacido, acurrucado dentro del canastillo, llevaba una nota que decía: "Este niño nació a las seis de la mañana. Está sin bautizar y rogamos que le ponga por nombre Eloy Gonzalo García, hijo legítimo de Luisa García, soltera, natural de Peñafiel".

La inclusa servía para eso, de modo que nadie se escandalizó ni la truculenta historia salió en los avisos del día. Las monjas se encargaron de bautizar al pequeño con el nombre y los apellidos consignados en la nota, y le buscaron una madre de alquiler, a la que la propia inclusa pagaría mensualmente por hacerse cargo del crío. La elegida fue la mujer de un guardia civil que acababa de perder un hijo y se encontraba "en actitud de lactar". Braulia Miguel se llamaba la buena mujer, y fue lo único parecido a una madre que tuvo el desdichado Eloy, obligado a vivir en una casa cuartel, donde comió poco y obedeció mucho.

A los doce o trece años, cuando la inclusa dejó de pagar los gastos del chiquillo, Braulia tuvo que pedirle que se independizase. Y así lo hizo: como tantos jovenzuelos de la época, se metió a aprendiz de albañil, de barbero y hasta de carpintero; pero ningún oficio le terminaba de convencer. Al final, en 1889 se alistó como quinto en el Regimiento de Dragones de Lusitania, donde, sacrificado como era, llegó a cabo en sólo dos años. De ahí pasó al Instituto de Carabineros del Reino, un cuerpo muy prestigioso que dependía del ministro de Hacienda.

Por aquel entonces el joven Eloy tenía el pelo, castaño; los ojos, azules; la nariz, regular; "la barba, poca"; era un cadete bien plantado que medía "1 metro con 705 centímetros " y gozaba "de color sano". La vida le sonreía; pero quiso la mala suerte entrometerse de nuevo en su vida, y además cometió un error. Cuando, una noche de 1895, se dirigía a encontrarse con su prometida, la pilló en flagrante infidelidad con un superior, un teniente al que amenazó con su arma reglamentaria. La falta le costó la expulsión del cuerpo y una larga condena en la cárcel militar de Valladolid.

Ese verano, sin embargo, algo que estaba sucediendo a miles de kilómetros de Castilla cambió su suerte para siempre. El estallido de la guerra en Cuba, con el Grito de Baire, obligó al Gobierno a efectuar una recluta extraordinaria, a la que podían concurrir los militares convictos por faltas leves. Eloy Gonzalo se apresuró a comprar ese billete a la libertad y se alistó en el primer reemplazo, bajo el juramento de verter su sangre "por la nación en los campos de la isla de Cuba".

En noviembre partió de La Coruña a bordo del vapor León XIII. Cumplió los 27 años en el mar y llegó a La Habana el 9 de diciembre. Nada más poner pie en la isla le enviaron al interior, a Camagüey, con el Regimiento de Infantería María Cristina nº 63. El tipo de guerra que los españoles se encontraron en Cuba era desconcertante para el soldado de a pie. No existían los frentes, y el enemigo aparecía y desaparecía con celeridad después de dar certeros golpes. La estrategia del general Weyler consistía, a grandes rasgos, en partir la isla en varios sectores, que, aislados entre sí, se controlaban con fortificaciones o blocaos dotados de artillería y guarniciones de infantería.

Cascorro era uno de esos blocaos, uno de los pequeños y más insignificantes. El pueblo, rodeado por plantaciones de azúcar, carecía de valor estratégico y era sumamente difícil de mantener. El cuartel más cercano estaba en Camagüey, a más de 60 kilómetros, y, por su ubicación, era presa fácil de las partidas de mambises, que se movían a su antojo por la sabana, asaltando las posiciones españolas mal defendidas en ataques en los que, por lo general, no se hacían prisioneros.

El blocao de Cascorro tenía tres fuertes, unidos por una línea de trincheras que se embarraba hasta hacerse intransitable en cuanto se ponía a llover, circunstancia climatológica muy frecuente en la isla entre mayo y octubre. El 22 de septiembre de 1896, de madrugada, un batallón de unos 2.500 rebeldes equipados con dos piezas de artillería atacó la plaza, con el conocimiento de que la guarnición española era escasa y estaba mal armada. El oficial al mando, el capitán Neila, sólo tuvo tiempo de enviar un mensajero a pedir socorro al cuartel general.

A la semana y media de sitio, la guarnición española estaba al límite de sus fuerzas. La disentería causaba estragos, y la ayuda desde Camagüey no llegaba porque los fusileros y la caballería que había enviado el general Jiménez Castellanos estaban atascados en el camino por culpa de las fuertes lluvias. Para colmo, la munición escaseaba, apenas quedaban víveres y algunos soldados estaban cayendo víctimas del tifus y la malaria. Los rebeldes, entre tanto, bombardeaban incansablemente los fuertes.

El guerrillero Máximo Gómez, sabedor de que los soldados del Rey estaban en las últimas, envió un mensaje en que conminaba a Neila a rendirse: aunque respetaba su "valor y resistencia", no era necesario hacer "mayores sacrificios". Neila respondió de inmediato como lo hubiese hecho un capitán de los Tercios de Flandes:

He admitido al parlamentario que me envía usted porque creí que, habiéndose desvanecido todas vuestras ilusiones de triunfar, y aprovechando la bondad de España, veníais a acogeros al indulto. Nosotros no nos rendiremos nunca, y no me envíen más recado, o haré fuego sobre el emisario.

El capitán sabía que la infantería española no se rendía jamás, y estaba preparado para entregar su vida y la de todos sus hombres. Los cubanos, españoles rebeldes, pero españoles al fin y al cabo, eran de idéntico talante, así que lo de Cascorro se prometía tan largo y tan sangriento como siempre que dos de los nuestros se entierran hasta la cintura y se lían a palos. Hacía falta un milagro.

A Neila se le ocurrió que el único medio de romper el asedio sería infiltrar a un hombre dispuesto a morir en el cuartel enemigo –a sólo 50 metros de distancia–; su objetivo sería incendiarlo. El 5 de octubre por la tarde pidió voluntarios entre la tropa. Eloy Gonzalo, aquel inclusero madrileño que había ido a la guerra para librarse de la prisión, dio un paso al frente. Era huérfano, nadie le esperaba en España y, si sobrevivía, podría reiniciar su carrera militar donde en mala hora y por mala mujer la había dejado año y medio antes.

Sólo pidió una cosa: que le atasen con una cuerda para que, si fallaba el plan, sus compañeros pudiesen recuperar su cadáver y honrarlo.

Salió al anochecer pertrechado de un máuser, una antorcha y una lata de petróleo. Y cumplió su cometido: aún en la noche, la casa Miguel Hernández, cuartel general de los rebeldes, era pasto de las llamas, mientras Gonzalo, agazapado, batía rebeldes sin cuento. Neila envió un pelotón en ayuda de Gonzalo, al que trajeron de vuelta a las líneas monárquicas, ya convertido en el héroe de Cascorro.

Al día siguiente llegaron las tropas de refuerzo de Jiménez Castellanos. Desmoralizados, los mambises se dispersaron. El sitio de Cascorro había sido levantado, y con heroísmo. La noticia viajó rauda en ferrocarril hasta La Habana, y de ahí a Madrid. Weyler envió un telegrama a Neila en el que le informó de que le había sido concedida la Laureada de San Fernando y se la había ascendido a comandante. El auténtico héroe, Eloy Gonzalo, tuvo que conformarse con la Cruz de Plata al mérito militar.

La machada del joven infante del regimiento María Cristina era el canto del cisne de un ejército condenado a la derrota. Dos años después, estalló la definitiva Guerra de Cuba. Nadie se acuerda de los héroes cuando las guerras se pierden. En España, a Eloy Gonzalo se le daba por muerto, y sus paisanos de Madrid recreaban una y otra vez la heroica historia del desheredado de la fortuna que daba su vida por la patria como nos gusta aquí, a pecho descubierto y con un par.

Pero no, Eloy Gonzalo no murió en Cascorro, sino unos meses después, en un hospital de Matanzas, de enterocolitis ulcerosa gangrenosa, causada por la mala vida y peor alimentación del ejército español en Cuba. Los héroes no mueren así, de algo tan vulgar como una colitis, por eso nos inventamos una versión alternativa más acorde con la talla del personaje y de la gesta. Años después, cuando las heridas empezaban a cicatrizar, el ayuntamiento de Madrid repatrió el cadáver y le erigió un monumento en una plazuela del Rastro. Y allí quedó, inmortalizado para la eternidad, corriendo con su lata de petróleo, su fusil al hombro, su bayoneta calada y su determinación suicida. España perdió una guerra; Madrid, en cambio, ganó un héroe. Y qué héroe, el de Cascorro. Casi nada.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 21:11

Excmo. Sr. D. Filomeno SANCHEZ RUBIO Soldado del Ejercito Español (HEROE DEL ASIENTO DE MABUYO

Cuando en 1928 el rey Alfonso XIII acudió a Guadalupe el día 11 de octubre, para asistir al día siguiente al acto de la Coronación de la Virgen de Guadalupen, en las escaleras del atrio que precede a la entrada a la Basílica esperaban al rey, que llegaba en automóvil, un gran número de personalidades políticas, militares, judiciales, eclesiásticas y personas destacadas de toda Extremadura, aparte de varios ministros y de todo
el pueblo de Guadalupe que se congregaba para ver y vitorear al rey.

Entre las autoridades estaba el alcalde de la localidad y, a su lado, vestido con una humilde chambra azul y pantalones de pana limpios pero viejos, zapatos de cuero y manoseando nervioso un raído sombrero de paño, con una medalla en el pecho, se encontraba el guadalupense Filomeno Sánchez Rubio, un hombre humilde a la par que reservado.

El rey saludó una tras otra a las distintas personalidades que permanecían en fila, descubiertos y en posición respetuosa. Cuando se acercó y vio en la fila de autoridades a aquel hombrecillo menudo, de
aspecto enjuto y con atuendo de anticuado labriego se mostró inicialmente sorprendido, pero al reparar en la condecoración que en forma de medalla pendía de su pecho, la Gran Cruz Laureada de San
Fernando por méritos de guerra, que el propio rey no poseía, dio un respingo, se cuadró, hizo un sonoro taconazo, se llevó la mano a la visera de la gorra saludándole militarmente, dando un paso atrás y
descubriéndose y quitándose los guantes le tendió la mano a don Filomeno Sánchez ante el general asombro de todos por el gesto deferente y especial del rey.

El alcalde hizo la oportuna presentación y expuso al rey los méritos del guadalupense y le aclaró que aparte de la Laureada ostentaba el título de Caballero Cubierto, que le atribuía la facultad de no descubrirse ante
nadie, ni siquiera ante el rey de España, aunque el interesado por su sencillez y su respetuosidad tenía el sombrero entre las manos.

A continuación, el rey tomó la prenda y la colocó en la cabeza de Filomeno, ante la presencia de todo el pueblo allí congregado.

Llamó su majestad a todos los más importantes militares que asistían al acto para que les fuera presentando uno a uno a Filomeno Sánchez.

Seguidamente se produjo un desfile de las tropas con el objetivo de proceder a rendir honores al rey, durante el cual el soberano al presidirlo estuvo acompañado de los jefes militares así como del propio laureado Filomeno que S.M. quiso tener junto a él.

Al día siguiente, el histórico día 12 de octubre de 1928, en que la Virgen de Guadalupe fue coronada como “Hispaniorum Regina”, el hombre sencillo y bueno de Filomeno tuvo el privilegio y honor de desfilar a paso marcial junto a la bandera de España, al costado del oficial que la portaba.

Filomeno Sánchez Rubio era un hombre bueno y sencillo como acabamos de mencionar, menudo de estatura, que nació y vivió en Guadalupe y que siempre se dedicó a las tareas agrícolas.

Estaba casado y no tenía hijos.

Como soldado del Batallón “Arapiles nº 11”, fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando de Segunda Clase, por Real Orden de 23 de febrero de 1899, según refleja el Diario Oficial del Ministerio de
la Guerra nº 43/1899, por méritos de guerra, en la de Cuba, por su acción en el sitio llamado “Asiento de Mabuya” el día 7 de julio de 1.897.

El relator explica que las fuerzas españolas se lanzaban con ímpetu para recuperar unas posiciones que el enemigo había tomado, siendo constante y sucesivamente rechazadas con enormes bajas y pérdidas
humanas, por la perseverancia y contundencia de los ocupantes.

Filomeno se dirigió a sus superiores y, aunque era un simple soldado, pidió que se le autorizara dirigir una acción para tomar el sitio,solicitando que se le dotara de cinco soldados escogidos por él. Así se le
concedió, sin muchas esperanzas en los resultados, dadas las dificultades ya comprobadas y sufridas, y su falta de experiencia en dirigir tropas.

Filomeno se destacó por su bravura en aquel hecho de armas, consiguiendo para las fuerzas españolas el fin propuesto, siendo el primero en coronar una trinchera enemiga que estaba apoyada en sus flancos por acantilados inaccesibles y que era defendida por gran número de insurrectos. Destacó igualmente en cuantas acciones siguieron en la campaña.

Antes de su muerte, legó testamentariamente al tesoro de la Virgen de Guadalupe su medalla, la máxima condecoración que España concede a sus héroes.

Una anécdota curiosa es también que al finalizar la guerra civil española, en 1939, Filomeno Sánchez tuvo que desplazarse a Madrid, como infante y miembro en activo Caballero de la Real Orden de San Fernando, a fin de dar su aprobación y rubricar la concesión de la Cruz Laureada al general Franco.

Mi agradecimiento al compañero forero Cabo_Tito, que en un hilo me hizo conocer la historia de este héroe español.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 31 Mar 2016 21:23

BATALLA DE CARDENAS


La batalla de Cárdenas fue una escaramuza naval durante la guerra hispano-estadounidense.

El 25 de abril de 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España. Para protegerse de los buques estadounidenses (que ya operaban en la zona antes de la declaración formal de guerra), la Ligera y la Alerta, dos lanchas cañoneras de 40 toneladas, equipadas cada una con dos cañones, y el Antonio López, un remolcador, se refugiaron en el puerto de Cárdenas (provincia de Matanzas). El Antonio López fue armado con un cañón de tiro rápido "Nordenfelt" de 57 mm para poder atacar a los insurrectos cubanos.

El mismo día 25, la Ligera entabló un combate con un torpedero estadounidense1 que reconocía la zona. El torpedero disparó 70 veces sobre el barco español, de los cuales sólo uno acertó y sin graves consecuencias. La Ligera respondió al fuego enemigo dejándole con graves averías en la sala de máquinas con 10 disparos. El buque estadounidense no tuvo más remedio que retirarse.

Esta escaramuza se convirtió en el primer combate de la guerra hispano-estadounidense.

Segundo combate

Los tres barcos españoles quedaron bloqueados en la bahía por un escuadrón estadounidense formado por el cañonero USS ''Wilmington (PG-8) (1.571 t) con 16 cañones de 10 cm y 4 ametralladoras, la goleta reconvertida en cañonero USS Machias (PG-5) (1.177 t), el guardacostas USS Hudson con 2 cañones de 57 mm de tiro rápido, y el torpedero USS Winslow.

Tras varias escaramuzas sin relevancia, y al ver los estadounidense que el bloqueo duraba demasiado, decidieron atacar frontalmente. El 11 de mayo, el Machias, el Hudson y el Winslow entraron en la bahía. Las lanchas españolas se retiraron y buscaron refugio en las zonas de menor profundidad, donde los buques estadounidenses no podían llegar. El Antonio López de mayor calado, se dirigió al puerto para que su tripulación pudiera evacuar el barco si fuese necesario.

Después de barrer el área en busca de minas navales, el capitán Todd ordenó al Winslow aproximarse a la costa e investigar. Al ver al solitario remolcador español, se dirigió hacia él disparando sus cañones. El Antonio López respondió, con tan buen acierto que al segundo disparo, ya había dejado al Winslow sin sistema de gobierno. El Wilmington acudió veloz a ayudar a sus compatriotas dando fuego de cobertura, pero tampoco consiguió gran cosa, mientras el Hudson evacuaba a la tripulación del Winslow. Tal situación era impensable para los estadounidenses, por lo que comenzaron a bombardear la ciudad esperando destruir inexistentes baterías ocultas que creían que les disparaban.

Tras dos horas y media de combate, el Wilmington se retiró con dos impactos, seguido del Hudson, con cuatro impactos, que remolcaba al Winslow, con las máquinas inutilizadas y graves averías, que obligaron a la Armada estadounidense a darle de baja.

Este combate se convirtió en la mayor victoria española de la guerra, ya que causó más bajas en el bando estadounidense que en todos los combates anteriores y posteriores.

Por su victoria, el teniente de navío Montes, comandante del Antonio López recibió la Cruz Laureada de San Fernando y el teniente de navío Pérez Rendón, comandante de la Ligera, por su acción del 25 de abril, la Cruz Naval de María Cristina

Hechos similares ocurrieron en las bahías de Manzanillo y Cienfuegos.
Versión estadounidense

En todas las publicaciones estadounidenses este combate es descrito como una batalla contra poderosas baterías ocultas. A pesar de que el comandante de artillería Severo Gómez Núñez niega su existencia en su libro "La Guerra Hispano-Americana" (1899), un año después escritores ingleses y franceses continúan dando por buena la versión estadounidense. En 1902, "A History of the United States Navy" volvió a justificar su derrota en las baterías ocultas.

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