HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 10 Feb 2016 20:36

Bueno hasta aquí, las principales batallas que se dieron en la guerra de independencia, si bien no están todas las que son, seguro que si son todas las que están.

Me voy a permitir retroceder en el tiempo, e iniciar una serie con las principales batallas de la guerra de sucesión española, que acabó con la colocación de un monarca de la rama borbonica en el trono de España, intentaré ser lo más exhaustivo posible, ruego a todos comprensión y si se me olvida alguna que no duden en recordarmela o ponerla en el hilo.

Gracias anticipadas a tod@s por su colaboración.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 10 Feb 2016 20:42

Por cierto la Guerra de Sucesión Española se desarrollo en toda Europa, no solamente en España, inicialmente intentaré limitarme a las acciones bélicas que transcurrieron dentro de la Península Iberica, salvo en aquellos casos en los que entraron en liza tropas españolas.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 10 Feb 2016 21:32

COMBATE DEL ALBUJON

El combate del Albujón fue un enfrentamiento militar ocurrido el 21 de septiembre del año 1706 entre las tropas borbónicas, dirigidas por el comandante Patricio Morán y el cabo José Hernández, y las austracistas junto a sus aliados ingleses, en el contexto de la Guerra de Sucesión Española. El encuentro tuvo lugar en la localidad murciana de El Albujón y se saldó con una victoria borbónica que, junto a la obtenida ese mismo mes en la batalla del Huerto de las Bombas, determinó la reconquista del enclave de Cartagena y evidenció el fiasco de la campaña austracista en el reino de Murcia.

Tras el estallido de la Guerra de Sucesión en 1701, el reino de Murcia permaneció alineado en el bando borbónico, de la misma manera que hicieron, en general, los territorios de la Corona de Castilla. Hubo sin embargo algunas reticencias en Cartagena, ciudad con fuertes vínculos mercantiles con los Estados de la Gran Alianza, y cuyos regidores demoraron la ceremonia del juramento de fidelidad a Felipe de Anjou durante un año.

La posición felipista en la jurisdicción quedó reforzada con llegada a Murcia de Luis Antonio de Belluga y Moncada, en mayo de 1705. Este canónigo, que entendía la ascensión al trono del rey Felipe como un designio de la divina providencia, apareció en calidad de Obispo de Cartagena, aunque pronto asumió el mando político y militar. En el momento inmediato al que el obispo ocupó su sede diocesana, la guerra parecía tornarse en favor de la causa del archiduque Carlos de Austria, cuyos partidarios habían logrado en octubre la capitulación de Barcelona. Asegurado el dominio habsburguista del Principado de Cataluña, el pretendiente Carlos desembarcó el día 22 de octubre en la Ciudad Condal, siendo proclamado Carlos III de España tras jurar las constituciones catalanas mientras las tropas aliadas lanzaban una ofensiva sobre los reinos de Valencia y Aragón, cuyas capitales caerían en diciembre de 1705 y junio de 1706, respectivamente. En el reino valenciano, el carolismo fue capitaneado por los maulets de Juan Bautista Basset, un grupo de partisanos campesinos y mercaderes movidos por su hostilidad a los privilegios feudales.

Con el teatro de operaciones cada vez más cerca del reino murciano, el obispo Belluga comenzó a enviar expediciones de milicias al auxilio de diversas plazas alicantinas, y desplegar una campaña de movilización social que cristalizó con la publicación del periódico La Gazeta de Murcia, al tiempo que perseguía a los agentes austracistas con la colaboración de la Inquisición.

Entrado el año 1706, no parecía que fueran a mejorar las circunstancias para los borbónicos. Si en enero un contingente despachado por el prelado Belluga había logrado romper el asedio al que estaba sometida Alicante, en junio Elche pasaba a manos de los imperiales. La amenaza que para la Murcia felipista suponía la ocupación de esta localidad no haría más que agravarse durante ese mismo mes, con los acontecimientos sucedidos entre el 22 y el 24 de junio.

Antes de aquellas fechas, se habían reunido en Cartagena dos naves cargadas con 40 000 pesos, municiones y alimentos destinados a la guarnición de la plaza fuerte norteafricana de Orán7 sitiada por el bey Bouchelaghem de Muaskar. El responsable de hacer la entrega era el conde de Santa Cruz de los Manueles, a la sazón cuatralbo de las galeras reales, quien estaba involucrado en una conspiración austrófila en la ciudad. Por este motivo, al salir de puerto lideró un motín en el que anunció su lealtad a Carlos III y abandonó el rumbo a la Berbería para dejarse alcanzar por la Royal Navy inglesa al mando del vicealmirante John Leake, que había partido desde Altea en su busca. En la mañana del 24 de junio, se producía la entrada inglesa en Cartagena, y los regidores más afines a los sublevados se encargaban de negociar la capitulación. Una semana más tarde, tenía lugar la primera entrada en Madrid del archiduque Carlos, donde se le coronó ante la patente animadversión de los castellanos.

De nada habían servido las tentativas del rey Felipe V de ganarse la vacilante fidelidad de la ciudad, a la que había querido satisfacer concediéndole la antigua reivindicación de un corregimiento propio e independiente del murciano. Los partidarios de la Casa de Habsburgo se habían hecho con un estratégico puerto, resguardado de forma natural gracias a su situación en una bahía y que, desde 1670, era la base naval permanente de las galeras españolas en el mar Mediterráneo. Por lo tanto, su captura había sido un objetivo primordial para la conquista del reino de Murcia y la consolidación austracista en el Levante, dada su significación tanto comercial como militar.

La rendición de Cartagena tuvo como consecuencia casi inmediata la defección en julio del marqués de Rafal junto a la ciudad de Orihuela, así como el avance imperial sobre Albacete, Almansa y Chinchilla de Monte-Aragón, y como efecto más tardío la caída de Orán en enero de 1708, a causa de la falta de provisiones. Ante esta alarmante coyuntura en la que el reino murciano se convertía en escenario de la contienda, el rey Felipe nombró a Belluga capitán general y virrey de Murcia y Valencia el 11 de julio de 1706,1 con el cometido de hacer frente a esta amenaza.

La ciudad de Murcia había quedado aislada desde el norte —Albacete y Almansa—, el sur —Cartagena— y el este —Orihuela—, subsistiendo únicamente sus líneas de comunicación con Andalucía, por el oeste. Los austracistas enviaron el 18 de agosto una delegación con la que demandaban la rendición de la capital, que recibió una tajante negativa por parte de Belluga, resuelto a mantener la adhesión del reino a Felipe V a toda costa. En contrapartida, Madrid había regresado a manos felipistas haciendo patente el fracaso del archiduque en su intento de atraerse a la población castellana.

Entre mediados de agosto y los primeros días de septiembre se produjeron escaramuzas en los alrededores de Murcia, que presagiaban el asalto final. A la vez que lanzaban razias sobre los pueblos de la Cordillera Sur, los carolistas tomaban Beniel y Espinardo entre el 24 y el 27 de agosto. El obispo Belluga partió hacia Lorca para ponerse a la cabeza de las tropas de refuerzo provenientes de Andalucía, mientras dejaba instrucciones precisas al brigadier Fernando de Arias y Ozores para que se hiciera cargo de la defensa de la ciudad.

El enfrentamiento decisivo tendría lugar el sábado 4 de septiembre, en la llamada batalla del Huerto de las Bombas. Un regimiento anglo-neerlandés de unos 6000 hombres con varios cañones se aproximó desde Orihuela a la parte septentrional de la huerta murciana, donde les esperaban los soldados borbónicos parapetados en las acequias y plantaciones. Siguiendo el plan ideado por el obispo, se abrieron las compuertas de las acequias, inundando la huerta e impidiendo las maniobras de la caballería enemiga. A aquello siguió una refriega con artillería en la casa conocida desde entonces como «del Huerto de las Bombas», que provocó tantas bajas en las filas austracistas que se vieron obligados a retirarse.

La batalla fue magnificada por la propaganda del bando angevino, pero permitió aliviar la presión sobre Murcia y que los partidarios de Felipe V pudieran lanzar una contraofensiva. El virrey Belluga reapareció con fuerzas de refresco y fijó como prioridad la reconquista de Cartagena, motivo por el cual implantó una cadena de puestos de vigilancia a lo largo de las localidades fronterizas con la comarca del Campo de Cartagena, a fin de cortar las comunicaciones terrestres del reducto cartagenero con los núcleos austracistas valencianos. Entre estos núcleos se encontraba ahora Alicante, que había capitulado en septiembre tras haber vuelto a ser cercada en agosto.

La principal fuente de información acerca de este combate es el número de La Gazeta de Murcia perteneciente al día 23 de septiembre de 1706, y que relata una acción bélica ocurrida dos días antes en la localidad de El Albujón, situada a medio camino entre Cartagena y Murcia. Desde antes de la puesta en marcha del bloqueo habían sido comunes los choques de baja intensidad entre partidas de milicianos de ambos bandos, debidas en muchas ocasiones a incursiones como las que practicaban algunas bandas de migueletes valencianos o expediciones de saqueo, como el efectuado en junio en las proximidades de Torre-Pacheco, en el que sólo los borbónicos sufrieron 5 muertos y 10 heridos.

El martes 21 de septiembre salió de Murcia un contingente de 400 soldados de caballería y 200 de infantería, dirigido el escuadrón ecuestre por el comandante Patricio Morán y la compañía de infantes por el cabo José Hernández, de gran popularidad entre la soldadesca por su renombrada actuación en el Huerto de las Bombas dos semanas antes. El objetivo de este destacamento era entorpecer los trabajos de recogida del trigo, de forma que se estrechara el bloqueo o «cordón», como es referido en La Gazeta. Al llegar a la aldea de El Albujón encontraron a unos 350 soldados austracistas entre caballería e infantería, de los cuales todo el grupo de hombres a caballo se retiró a Cartagena al comprobar la superioridad numérica de los contrarios. La caballería borbónica cargó entonces contra la infantería imperial, que retrocedió y se atrincheró en las casas y la torre del pueblo —de origen andalusí y desaparecida en la actualidad. Los felipistas arremetieron contra los defensores de la torre, hasta que éstos se dieron a la fuga sin dejar de ser perseguidos.

Los partidarios del Archiduque, entre los que se encontraban soldados regulares ingleses —los célebres casacas rojas—, perdieron toda la unidad de hombres a pie, entre muertos, capturados y huidos. Los prisioneros, cifrados por La Gazeta en al menos 54 personas, fueron llevados a Murcia junto a los bienes que se requisaron en el pueblo, cinco carros de cereal y un gran número de cabezas de ganado. Los angevinos por su parte sufrieron menores bajas que sus adversarios, si bien entre ellas se encontraba la del cabo Hernández.

La consecuencia inmediata del combate fue el repliegue total de las tropas austracistas hacia el interior de las murallas de Cartagena y el comienzo del asedio de la plaza, si bien los choques extramuros continuaron hasta su rendición. Belluga recurrió al reclutamiento de levas en aquellos lugares del reino de Murcia que no se habían visto afectados por la guerra, y sus filas se incrementaron a finales de octubre con la llegada del veterano ejército francés del duque de Berwick y el regimiento de dragones irlandeses del coronel Daniel O'Mahony. Berwick, a la sazón distinguido con el título de Mariscal de Francia, había acudido al Levante en respuesta a las repetidas reclamaciones de ayuda por parte del Obispo al rey Felipe V, ocupando Orihuela y Elche entre los días 8 y 24 de octubre.17

Sitiada por 4000 soldados de infantería, 1000 de caballería y un número indeterminado de milicianos, Cartagena resistió hasta la noche del 17 de noviembre de 1706, cuando su gobernador el conde de Galve capituló ante Berwick. La semana anterior se había intensificado el bombardeo sobre la plaza, y cuando se produjo la entrega los mandos borbónicos consintieron a sus subordinados darse al pillaje en la ciudad. Al día siguiente llegó una flota de socorro enviada por Carlos III, pero rehusó desembarcar los 5000 hombres que traía a bordo al comprobar que había llegado tarde. La Royal Navy, británica desde la firma del Acta de Unión de 1707, siguió merodeando el puerto cartagenero el resto del conflicto, pero no volvió a suponer un peligro serio.

El austracismo dejó de ser materia de preocupación para el reino murciano el 25 de abril de 1707, cuando el duque de Berwick obtiene una aplastante victoria sobre la Gran Alianza en la batalla de Almansa, en la que se destaca una brigada murciana. La batalla significó la apertura del avance sobre los reinos de Valencia y Aragón, que fueron ocupados sucesivamente entre mayo de 1707 y enero de 1708, ante la incapacidad de los aliados de levantar una resistencia entre unos habitantes desmotivados y contrariados por la derogación de las medidas antiseñoriales promulgadas por los maulets. El escenario bélico se trasladaba a Cataluña, último refugio habsburguista en la península ibérica.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 10 Feb 2016 23:15

BATALLA DE ALMANSA

La batalla de Almansa se produjo durante el conflicto internacional de la Guerra de Sucesión Española el 25 de abril de 1707 en Almansa (actual provincia de Albacete, en los límites entre Valencia, Alicante y Murcia, en España). En el enfrentamiento, las tropas de Felipe de Anjou (nieto de Luis XIV de Francia), que había sido coronado como Felipe V, mandadas por el duque de Berwick, derrotaron a las del archiduque Carlos de Austria, comandadas por Henri de Massue y el Marqués das Minas. La batalla no fue decisiva para el fin del conflicto internacional, pero sí abrió las puertas hacia el Reino de Valencia. Como consecuencia de esta batalla, el Reino de Valencia fue ocupado por las tropas borbónicas (con mucha resistencia austracista) aunque los fueros quedaron abolidos, junto con los de Aragón, tras la publicación de los Decretos de Nueva Planta.

El ejército austracista contaba con una importante ventaja logística, ya que la superioridad naval angloholandesa le permitía abastecerse por mar sin problemas. La base de operaciones al inicio de la campaña estaba situada en Alicante, donde además se recibieron importantes refuerzos ingleses, el 8 de febrero, antes del inicio de las operaciones militares, llegó al puerto de Alicante una flota inglesa transportando 3 regimientos de dragones y 13 batallones de infantería. El abastecimiento marítimo permitió al ejército austracista salir en campaña a principios de abril, mientras que el ejército borbónico, que había sido forzado a extender sus acuartelamientos de inviernos por una amplia región, no pudo concentrarse para esas fechas.

El plan de operaciones del ejército austracista consistía en atacar Orihuela para amagar un avance sobre Murcia que encubriera su propósito real, que era trasladar el ejército a Aragón y desde allí invadir Navarra para aislar a Felipe V de la ayuda francesa. Se había desechado un avance directo sobre Madrid a través de La Mancha porque el ejército borbónico se hubiera retirado hacia sus bases, acortando sus líneas de abastecimiento y recogiendo refuerzos mientras que los austracistas tendrían que atravesar un territorio devastado por el enemigo en retirada, cada vez más lejos del centro de abastecimiento en Alicante.

El ejército marchó a Castalla y de allí a Fuente La Higuera, donde llegó el 10 de abril, pero allí el general Galway decidió cambiar el plan de operaciones. Había recibido información de lo desperdigado que se hallaba el ejército borbónico y decidió avanzar sobre él antes de que pudiese reunirse y recibir refuerzos. Los austracistas avanzaron sobre Yecla, adonde llegaron el 12 de abril, y después sobre Montealegre del Castillo, llegando el 14 de abril. En ambos casos el ejército bórbonico, todavía insuficientemente preparado, hubo de abandonar las plazas, con importantes depósitos de víveres que permitían a los austracistas abastecerse en su avance. Además, se perdieron buen número de carros del tren de abastecimiento. El duque de Berwick finalmente estableció su campamento en Pétrola, donde comenzaron a llegar refuerzos, y comenzó a organizar su ejército para la campaña.

Mientras tanto, el ejército austracista marchó sobre Villena, que tomó el día 17, pero el castillo, con una guarnición de 150 hombres, se resistió y hubo de ser sometido a asedio formal. El tren de asedio había sido dejado en Valencia a la espera de juntarse al ejército en su marcha prevista hacia Aragón, por lo que se formó una batería de asedio con 6 cañones de campaña, pero fueron incapaces de abrir brecha en las murallas medievales del castillo. Tras 7 días de infructuoso asedio, el 24 de abril los austracistas levantaron el campo. La semana perdida había sido vital para permitir al ejército borbónico recuperarse y organizarse.

Berwick mientras tanto había movido su campamento hacia Almansa, donde tenía un importante depósito de provisiones, calculados en 12.0000 quintal de trigo, y además la llanura permitía pastar a la caballería. El 22 de abril ordenó que un destacamento de 2.000 infantes y 500 jinetes marchara a Ayora para reconquistarla, pues había sido capturada por una partida de miqueletes austracistas. Galway recibió información de este hecho, pero sus informadores exageraron el tamaño del destacamento hasta 8.000 hombres, y además le confirmaron que los refuerzos que se esperaban de Francia en el campo borbónico aún no habían llegado. Todo esto decidió al general inglés a avanzar sobre el enemigo a marchas forzadas esperando encontrarlo en inferioridad numérica y bien obligarlo a combatir o a abandonar el gran depósito de Almansa.

La batalla se inició a las 15.00 horas del 25 de abril. Ambos ejércitos se desplegaron cara a cara a lo largo de 6,5 km. Los aliados, partidarios del Archiduque Carlos, alinearon 42 batallones de infantería, y 60 escuadrones de caballería, de 100 jinetes cada uno, mientras que los borbónicos dispusieron 50 batallones de infantería y 81 escuadrones de caballería, formando ambos ejércitos con dos líneas de profundidad. Paradójicamente la única representación valenciana era el regimiento Valencia -luego rebautizado Jaén- de 300 hombres al mando del coronel Riera en el bando borbónico.

La batalla dio comienzo con el fuego de artillería. Las tropas aliadas, cansadas, en inferioridad numérica y mal dirigidas, rompieron la formación entre el centro y el flanco debido al empuje de la caballería borbónica. La caballería francesa provocó la retirada de las tropas aliadas en el flanco izquierdo, mientras que las tropas de la zona central acabaron por rendirse a las 17.00 horas.

La batalla de Almansa no fue decisiva para la guerra, pero abrió el camino para la ocupación del Reino de Valencia, aunque no significó la rendición de los austracistas del reino. El ejército borbónico hubo de ir conquistando las poblaciones que se le resistían, como antes el austracista se había visto obligado a hacer con las fieles a Felipe V. Játiva fue la primera ciudad asediada. El 6 de junio de 1707 se rendía la ciudad, tras lo cual, el día 19, fue incendiada por orden del rey Felipe V. Posteriormente se le cambió el nombre por el de San Felipe y se procedió a su repoblación por personas fieles a la causa borbónica (en la actualidad se conserva un cuadro de Felipe V en el Museo Municipal de Játiva colgado boca abajo desde 1940 en señal de condena por el incendio de la ciudad).5 Más tarde lo fueron, también con gran oposición, Alcoy, Denia y Alicante.

La ocupación del Reino de Valencia continuó a pesar de la oposición austracista. El Archiduque llegó a liberar al líder austracista Juan Bautista Basset (que había sido encarcelado por sus políticas favorables al campesinado y opuestas a los privilegios nobiliarios), a fin de organizar las pocas fuerzas fieles a los austracistas, sin conseguir frenar el avance borbónico. Tras la conquista del Reino de Valencia, tan sólo Cataluña y las Islas Baleares continuaron apoyando la causa austracista.

En la actual Comunidad Valenciana todavía pervive el dicho: «Quan el mal ve d'Almansa, a tots alcança» (Cuando el mal viene de Almansa, a todos alcanza), o «De ponent, ni vent ni gent» (De poniente, ni viento ni gente), recordando esta derrota.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 11 Feb 2016 22:27

BATALLA DE ALMENAR

La batalla de Almenar tuvo lugar el 27 de julio de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española, en el marco de la última ofensiva de los partidarios del archiduque Carlos contra las tropas de Felipe de Borbón.

El ejército internacional formado por tropas austriacas, británicas y holandesas, y acompañados de tropas valenciano-catalanas favorables al archiduque Carlos, dirigidas por el príncipe austríaco Guido von Starhemberg y del inglés James Stanhope, derrotó al ejército borbónico al mando del Marqués de Villadarias. La batalla fue una victoria decisiva que permitió organizar la última contraofensiva austracista, obligando al ejército borbónico a abandonar Cataluña para ser derrotado más tarde en Zaragoza.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 11 Feb 2016 22:35

SITIO DE BARCELONA EN 1705

El Sitio de Barcelona fue uno de los episodios de la Guerra de Sucesión Española, en la que los aliados tomaron la ciudad de Barcelona en 1705.

El 27 de mayo de 1704 se produjo un primer intento de desembarco aliado en Barcelona, con Jorge de Darmstadt al frente de 20 barcos ingleses y 18 neerlandeses, pero la prevista sublevación austracista de la ciudad condal no se produjo por lo que los alrededor de 2.000 soldados desembarcados tuvieron que volver y la flota angloholandesa abandonó las aguas de Barcelona el 31 de mayo. En su viaje de vuelta a Lisboa la flota conquistó Gibraltar.

Una año después, el 20 de junio de 1705, se firmaba el pacto de Génova. Se trataba de una alianza política y militar entre Inglaterra y un grupo de propietarios y nobles catalanes austracistas (denominados vigatans) en representación del Principado de Cataluña. Según los términos del acuerdo, Inglaterra desembarcaría tropas militares en Cataluña, que unidas a las fuerzas catalanas lucharían en favor del pretendiente al trono español Carlos de Austria contra los ejércitos de Felipe V, comprometiéndose asimismo a mantener las leyes e instituciones propias catalanas.

Los vigatans cumplieron su parte del pacto y desde la Plana de Vic, que ya controlaban desde la primavera, fueron extendiendo la rebelión en favor del Archiduque por las comarcas vecinas del interior del Principado. Lo mismo hizo la familia Nebot de Riudoms desde el Campo de Tarragona, así como Antoni Desvalls, Marqués de Poal, desde las comarcas de Lérida, y Joan Esteve y el doctor Francesc Carreu, desde Seo de Urgel. Los sublevados iban vestidos con distintivos imperiales y a principios de octubre de 1705 se habían adueñado prácticamente de todo el Principado, excepto de Barcelona donde seguía dominando la situación el virrey felipista Francisco Antonio Fernández de Velasco y Tovar.

Por su parte el archiduque Carlos, en cumplimiento de lo acordado en Génova, embarcó en Lisboa rumbo a Cataluña. La flota aliada estaba compuesta por 180 barcos, 9.000 soldados ingleses, neerlandeses y austríacos y 800 caballos bajo las órdenes del conde de Peterborough, el neerlandés Shrattenbach y Jorge de Darmstadt. Cuando llegó a la altura de Alicante intentó tomarla y la ciudad fue bombardeada el 3 de agosto.El 17 de agosto se detenía en Altea donde el archiduque fue proclamado Rey, extendiéndose la revuelta austracista valenciana de los maulets liderada por Juan Bautista Basset y Ramos.

La flota llegó a Barcelona el 22 de agosto de 1705 cuando estaba en pleno apogeo la revuelta austracista. Pocos días después desembarcaban unos 17.000 soldados aliados y comenzó el sitio de Barcelona, al que se sumaron los vigatans, que por otro lado tomaron represalias contra felipistas que vivían fuera de la ciudad y contra casas de jesuitas, que apoyaban a Felipe V. El ataque a Barcelona se inició con la batalla de Montjuic, en la que perdió la vida el príncipe de Darmstadt.

Nada más capturar el castillo de Montjuic, los aliados comienzan el 15 de septiembre el bombardeo de la ciudad desde allí.5 El virrey felipista Velasco forma a la milicia armada de los gremios de la ciudad, la Coronela, mientras la población vacila.

Barcelona, rodeada de las tropas aliadas capituló el 9 de octubre, a causa también de la revuelta popular iniciada en el barrio de la Ribera ante el temor de que el virrey Francisco Antonio Fernández de Velasco y Tovar se llevara a los prisioneros acusados de conspiración. Cuando entraron las tropas de Peterborough hubo vivas a la patria y a la libertad y a Carlos III. Gracias a la intervención del Consejo de Ciento el virrey Velasco y algunos felipistas destacados lograron salvar la vida. Cuando el Archiduque Carlos, Carlos III, entró en Barcelona el 22 de octubre se le hizo entrega de las capitulaciones de la rendición en las que se insistía en que fueran respetadas las Constituciones catalanas y las disposiciones de las últimas Cortes catalanas reunidas por Felipe V en 1701-1702, en clara referencia a lo acordado en el Pacto de Génova.

Carlos III el Archiduque el 7 de noviembre de 1705 jura las constituciones catalanas y a continuación convoca las Cortes.
La ofensiva aliada para ocupar España continúa y Valencia no cae en manos aliadas hasta finales de diciembre y el castillo de Alicante aguanta hasta el 1706.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 11 Feb 2016 22:40

BATALLA DE TALAMANCA


La Batalla de Talamanca (13 y 14 de agosto de 1714) fue una victoria del austracista ejército de Cataluña al mando del Marqués del Poal sobre las tropas borbónicas de Felipe V al mando del Conde de Montemar, en el actual municipio de Talamanca (Barcelona), en el marco de la Campaña de Cataluña (1713-1714) —última fase de la Guerra de Sucesión Española—. El combate de Talamanca fue la última victoria militar del ejército austracista catalán que obligó a las fuerzas borbónicas a retirarse hasta Sabadell.

Talamanca, junto con otras poblaciones de la montaña de la Cataluña Central, como Mura, era entonces un punto de importancia geoestratégica, ya que se dominaba el paso del collado de Estenalles, que conectaba la plana vallesana con la Cataluña interior. El Coronel Antonio Desvalls y de Vergós, nombrado marqués del Poal y comandante supremo de todas las tropas austracistas en el exterior de Barcelona con acuartelamiento en Cardona, se encontraba con sus fuerzas en el castillo de Talamanca. Desde allí vio la llegada de las tropas borbónicas desde Mussarra, masía situada en el actual término municipal de Monistrol de Calders. Tanto el Coronel Antonio Desvalls como el jefe borbónico Conde de Montemar eran conocedores de la importancia de aquel territorio y ambos aspiraban a dominarlo, uno para mantener comunicaciones con la Barcelona asediada para intentar auxiliar la ciudad, y el otro para impedirlo.
La batalla

Los tropas borbónicas, comandadas por José Carrillo de Albornoz conde de Montemar, se encontraban en el llano de Mussarra, al noreste de Talamanca, donde instaló su puesto de mando. Los borbónicos sumaban más de 3.000 hombres, menos de la mitad de ellos de caballería. La batalla comenzó el 13 de agosto, en la riera de Talamanca, y se prolongó hasta el día 14, con las tropas austracistas persiguiendo a los borbónicos hasta la vista de Sabadell, con enfrentamientos en Sant Llorenç Savall y Castellar del Vallès. La victoria del ejército austracista en la batalla se debió en buena parte al conocimiento de la complicada orografía del territorio y a la mejor visión sobre el escenario de la batalla. Entre sus mandos figuraban algunos de los oficiales más destacados que integraban el ejército del pretendiente Carlos en Cataluña: el coronel Pedro Bricfeus, el coronel Francisco Busquets y Mitjans y los coroneles de fusileros Armengol Amill, Juan Vilar y Ferrer y Ramón de Rialp.

Las narraciones de la época hablan de unas 650 bajas, entre muertos y heridos, cifra elevada en la carta del marqués del Poal a los Consellers de Barcelona hasta 800 bajas borbónicas. No se puede precisar el número exacto de muertos, pero se calcula que aproximadamente murieron 100 hombres, 80 de los cuales borbónicos, y alrededor de 20 austracistas. El campo de batalla ha sido objeto de prospecciones arqueológicas y existe la intención de musealizar el mismo.

El resultado de la batalla fue la victoria de las tropas austracistas sobre las borbónicas y la retirada de éstas hasta Sabadell. Reunidos los oficiales del ejército del Pretendiente en un Consejo de guerra en Olesa de Montserrat, decidieron proseguir la ofensiva para auxiliar a Barcelona rompiendo el asedio. Pero a pesar de que lo intentaron por todos los medios, incluso por mar, la intentona se vio frustrada. Pocos días después, el 12 de septiembre de 1714, la ciudad de Barcelona capituló ante las tropas borbónicas del mariscal de Francia, duque de Berwick.

Tras el fracaso de la intentona para auxiliar a la ciudad asediada, las tropas austracistas en el exterior de la ciudad se replegaron a su acuartelamiento en la fortaleza de Cardona, de la que era gobernador Manuel Desvalls, hermano del coronel Antonio Desvalls. Finalmente, el 18 de septiembre de 1714, el gobernador de la plaza Manuel Desvalls rindió el castillo al Conde de Montemar, dándose por concluidas todas las operaciones militares en el Principado de Cataluña.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 11 Feb 2016 22:45

BATALLA DEL CABO DE LA ROCA

La Batalla del cabo de la Roca fue un enfrentamiento naval enmarcado dentro de la Guerra de Sucesión Española y que tuvo lugar el 22 de mayo de 1703. En la batalla se enfrentaron un convoy con escolta comandado por Roemer Vlacq y perteneciente a las Provincias Unidas de los Países Bajos y un escuadrón naval francés bajo las órdenes de Alain Emmanuel de Coëtlogon. La batalla se saldó con una victoria francesa.

Esta batalla algunas veces es nombrada como la "Batalla de la Bahía de Vizcaya", pero es geográficamente incorrecto pues el Cabo da Roca está situado al Sur de Portugal.


Antecedentes

Durante la Guerra de Sucesión Española las flotas españolas y francesas no podían hacer frente a la poderosa flota aliada anglo-neerlandesa por lo que se incrementaron las acciones de los corsarios. Esta situación obligó a ingleses y neerlandeses a proteger sus barcos mercantes organizando convoyes con escolta.

El 21 de mayo de 1703 una gran flota mercante aliada formada por 110 buques cargados principalmente con sal, pero también con vino, azúcar y otras mercancías, abandonaron Lisboa escoltados por 5 barcos de guerra neerlandeses. La escolta estaba formado por:

3 navíos de línea; Muiderberg de 50 cañones, Gaesterland de 46 y Schermerde 48.
2 fragatas; Rotterdam con 34 cañones y Rozendaal con 36.

El convoy estaba comandado por el capitán Roemer Vlacq quien iba a bordo del Muiderberg.

Al día siguiente, el 22 de mayo, cerca del Cabo da Roca el convoy se encontró con el escuadrón francés del marqués de Coëtlogon compuesto por 5 navíos de línea : Le Vainqueur, 88 cañones, Le Monarque, 86 cañones, L'Éole, 64 cañones, L'Orgueilleux 80 cañones y La Couronne 82 cañones. En general los barcos franceses eran mejores y estaban más artillados que los navíos aliados
La batalla

Vlacq, después de hacer señales a los mercantes para que emprendieran la huida, montó una línea con sus barcos para cubrir a la flota en su retirada y enfrentarse a los franceses. Los neerlandeses lucharon valientemente pero los franceses eran muy superiores y barco tras barco fueron capitulando.

Roemer Vlacq en el Muiderberg peleó hasta que la mitad de su tripulación estuvo muerta o herida. El capitán perdió un brazo y parte del hombro, pero sólo se rindió cuando el palo mayor cayó y el barco estaba a punto de hundirse. Los supervivientes fueron evacuados antes de que el Muiderberg ardiera en llamas y se hundiera.

Resultado de la batalla
Pérdidas neerlandesas Navío Cañones Capitán Desenlace Prisioneros Apresado por
Muydenberg 50 Romio Vlaq Hundido 220 Apresado por Le Monarque
Roosendaël 32 André Borel Capturado 143 Abordado por L’Éole
Rotterdam 46 Fornam Capturado 180 Apresado por L’Orgueilleux
Rescherner 48 Teenos Capturado 200 Apresado por La Couronne
Gasterlaudt 46 De Widt Capturado 190 Apresado por Le Vainqueur

Los navíos capturados junto con sus tripulaciones fueron conducidos a Tolón donde el capitán Vlacq falleció el 17 de julio a causa de las heridas recibidas.

A pesar de ser una incontestable victoria para los franceses la tenaz resistencia de Vlacq propició que el convoy mercante llegara intacto a su destino por lo que la derrota naval, a la postre, tuvo escasa repercusión en la causa de la Segunda Gran Alianza.

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Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 15:43

BATALLA DE BRIHUEGA

La batalla de Brihuega tuvo lugar el 8 de diciembre de 1710 durante la Guerra de Sucesión Española. La retaguardia del ejército aliado que se retiraba de Madrid, compuesta por las tropas británicas lideradas por Lord James Stanhope, fue atacada y derrotada por el ejército franco-español al mando de Luis José de Borbón, Duque de Vendôme.

Stanhope se rindió junto con casi todos sus hombres supervivientes y fue hecho prisionero. Sólo un pequeño destacamento inglés logró llegar a Barcelona, y tras la subsiguiente batalla de Villaviciosa, la alianza formada alrededor de la Casa de Habsburgo empezó a derrumbarse.

Tras las victorias de Almenar (27 de julio) y Zaragoza (20 de agosto), los aliados, partidarios del Archiduque Carlos, conquistaron Madrid por segunda vez: el 21 de septiembre el Archiduque entraba en la ciudad.

Pero la invasión de 1710 resultó ser una repetición de la de 1706. El ejército aliado, que contaba inicalmente con 23.000 hombres, sufrió unas 2.000 bajas entre muertos y heridos tras las batallas de Almenar y Zaragoza; las enfermedades y las acciones guerrilleras rebajaron aún más su número, de forma que la fuerza resultante, sin ayuda portuguesa, era totalmente incapaz de ocupar militarmente ambas Castillas.

Las tropas españolas se reorganizaron bajo el mando de Luis José de Borbón, Duque de Vendôme, enviado a las órdenes de Felipe V de España por su abuelo; a estas se sumaron los soldados de la Brigada Irlandesa, así como varios franceses que se alistaron al servicio de España.

La posición de los aliados en Madrid, evacuada por casi toda la población civil exceptuando a los sectores más pobres, era insostenible. El 9 de noviembre procedieron a abandonar la ciudad, iniciando su retirada hacia Cataluña. El Archiduque se adelantó al resto del ejército junto con 2.000 jinetes, llegando a Barcelona a marchas forzadas. El resto del ejército avanzó separado en dos grupos debido a las dificultades para aprovisionar a las fuerzas sobre el terreno si se mantenían unidas. El general Starhemberg lideraba el cuerpo principal, de unos 12.000 hombres, avanzando a un día de marcha de las tropas británicas, unos 5.000 hombres a las órdenes de James Stanhope, Primer conde de Stanhope. Semejante distribución era una invitación al desastre contra un general tan capaz como Vendôme.

Enterado del inicio de la retirada, Vendôme partió de Talavera con el grueso de las fuerzas bajo su mando, algo más de 20.000 hombres según todas las fuentes, y comenzó la persecución del ejército aliado en retirada, con sorprendente velocidad e intensidad. Las tropas marcharon día y noche, cruzando a nado y en barcazas el río Henares, y en tan sólo unos días atrapó al pequeño grupo de retaguardia inglés liderado por Stanhope. Este, ignorante de la acelerada aproximación del ejército franco-español, había decidido detenerse en Brihuega para dar un descanso a las tropas, y llevaba dos días acantonado en dicho pueblo.

"Nadie de los que me acompañaban", dijo posteriormente el general inglés, "imaginó que hubiera tropas enemigas a menos de varios días de marcha de nosotros, y nuestra desgracia vino causada por la increíble diligencia con la que el ejército enemigo avanzó." Pillado casi por sorpresa, Stanhope apenas tuvo tiempo de enviar un mensajero al grueso de su propio ejército, que se encontraba casi a un día de marcha de Brihuega, antes de que Vendôme y sus hombres le alcanzaran la noche del 8 de diciembre. Las tropas británicas se atrincheraron en el pueblo, esperando poder resistir hasta que llegara la ayuda, mientras el ejército franco-español, superior en una proporción de más de 5 a 1, les rodeaba casi por completo.

A la mañana siguiente se lanzó el asalto por todos los frentes. Las murallas fueron batidas con fuego de artillería, y una batería logró hacer saltar la puerta de la ciudad. En el asalto subsiguiente, los soldados ingleses mantuvieron un fuego graneado sobre los atacantes, causándoles tremendas bajas, y defendiéndose a la bayoneta al agotar la pólvora. Tras repeler varias oleadas, y consciente de que la defensa era ya imposible, Stanhope negoció la rendición, y la tarde del 9 de diciembre los supervivientes de su grupo se rendían en términos honorables.

Al poco de haber firmado las condiciones de capitulación, Vendôme recibió noticias de la aproximación de Guido Starhemberg al mando del resto del ejército aliado, en un intento de auxiliar a Stanhope. Acto seguido procedió a encaminarse a Villaviciosa de Tajuña, donde se les enfrentó al día siguiente, 10 de diciembre, en la que sería llamada batalla de Villaviciosa.

Los soldados ingleses no permanecieron durante mucho tiempo como prisioneros de guerra; en octubre de 1711 fueron canjeados y llevados de vuelta a Inglaterra.

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Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 15:47

BATALLA DE CADIZ

En julio de 1702, una gran flota anglo-neerlandesa bajo el mando de George Rooke y el Duque de Ormonde fue enviada a la captura de Cádiz, con el fin de obtener una base naval en la zona mediterránea. Pequeñas disputas entre los mandos, y la dificultad de desembarco de las tropas, permitieron que el conde Fernán Núñez llegara a la ciudadela en poco tiempo con refuerzos. Villadarias y su caballería ligera, los famosos jinetes españoles, fueron desplegados con excelente efecto, explotando el terreno para hostigar e impedir el avance inglés. Los abusos anglo-neerlandeses enfurecieron a la población civil, y la aparentemente desesperada defensa de la ciudad tuvo el carácter popular de una cruzada contra los agresores protestantes.

La flota anglo-neerlandesa, mientras tanto, que disponía de 25 navíos de línea, no pudo reducir las defensas exteriores de Cádiz. Después de un mes de vana lucha, los ingleses y neerlandeses se retiraron y zarparon hacia Lisboa.

Antes de reembarcar el 19 de septiembre, las tropas aliadas se dedicaron al pillaje y al saqueo del Puerto de Santa María y de Rota, lo que sería utilizado por la propaganda borbónica -según el felipista Marqués de San Felipe los soldados «cometieron los más enormes sacrilegios, juntando la rabia de enemigos a la de herejes, porque no se libraron de su furor los templos y las sagradas imágenes»- e hizo imposible que Andalucía se sublevara contra Felipe V tal como tenían planeado los austracistas castellanos encabezados por el almirante de Castilla.

Ingleses y neerlandeses tuvieron que retirarse, pero se oía en las casas que el tesoro de la flota española de América, acompañado por una flota francesa, había anclado en la ría de Vigo. Rooke compensó la mayor parte del fracaso en la conquista de Cádiz por valor de 14.000 libras de plata en la batalla de Rande.

Rooke partiría a la toma de Gibraltar dos años más tarde, supuestamente en nombre del archiduque Carlos, a pesar de que esta distinción sería menos clara a los británicos en el curso de las negociaciones de paz.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 15:49

BATALLA DE CALCINATO

La batalla de Calcinato se libró en el marco de la Guerra de Sucesión Española en las cercanías de Calcinato, Italia, el 19 de abril de 1706, entre las tropas franco-españolas del mariscal Vendôme (41.000 hombres) y las austriacas del general Reventlow (19.000 hombres). La victoria correspondió al bando franco-español.

En 1706, en Italia había dos disputas abiertas: La lucha por el Piamonte y la lucha entre las tropas francesas de Lombardía y el Segundo ejército austriaco que se unió a Victor Amadeo y Starhemberg en el Piamonte. Este último ejército, rechazado por Vendome en el combate de Cassano, se había retirado a Brescia y el lago Garda. Vendome le siguió y se estableció cerca de Castiglione y Mantua.

En abril de 1706, aprovechando la ausencia de Eugenio de Saboya, Vendome atacó el campamento imperial de Montechiaro-Calcinato. Su intención era sorprender mediante una marcha nocturna el puesto de Ponte San Marco en el flanco izquierdo, pero al amanecer descubrió que podía atacar el flanco izquierdo de su enemigo sin que el flanco derecho pudiera intervenir. Sus vanguardias rompieron las defensas imperiales y empujó los restos de su ejército hacia las montañas, donde el Príncipe Eugenio tuvo la mayor dificultad para reorganizarlos de nuevo.

Los franco-españoles apenas tuvieron 500 bajas, mientras que las pérdidas austriacas llegaron a 6.000 hombres. Hasta mediados de junio, Vendome desbarató todos los intentos del Príncipe Eugenio de penetrar en el Piamonte. Pero ese mes Vendome fue trasladado con su ejército a Flandes como refuerzo a causa de la estrepitosa derrota de Ramillies. En consecuencia, la posición francesa en Italia se debilitó, y a finales del año los franceses fueron expulsados de Italia.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 15:55

SITIO DE CEUTA

El sitio de Ceuta, también llamado sitio de los treinta y tres años, fue un bloqueo armado de fuerzas marroquíes sobre la ciudad de Ceuta. Comenzó el 23 de octubre de 1694 y se dio por finalizado el 22 de abril de 1727. Durante los treinta y tres años que se prolongó el asedio la ciudad de Ceuta experimentó una transformación que provocó la pérdida de su carácter portugués. Aunque la mayoría de las operaciones se desarrollaron en torno a las murallas reales, también se produjeron pequeñas incursiones de los españoles en zonas de la costa marroquí y captura de barcos en el estrecho de Gibraltar. Es uno de los asedios más largos de la historia, superando en varios años al sitio de Candía.

Muley Ismaíl había conseguido crear un nuevo Estado capaz de combatir a los europeos en el norte de África y a los otomanos en la actual Argelia. Sus tropas habían tomado La Mámora, Tánger, Larache y finalmente, Arcila en el año 1691. En el año 1694 encomendó al gobernador Alí ben Abdalá la conquista de Ceuta.

Tras la ocupación del campo exterior de Ceuta, las tropas del sultán comenzaron a construir casas y roturar el campo para abastecer las tropas. El gobernador de Ceuta pidió inmediatamente ayuda a la corte de Madrid. Llegaron efectivos de las capitales andaluzas y de Portugal. La llegada de estos últimos causó fricciones entre la población local. Se dudaba de sus intenciones, puesto que Ceuta había sido portuguesa hasta hacía unas décadas y la presencia de tropas lusas se consideraba un intento de ejercer presión para retornar a la soberanía del rey de Portugal. Las tropas portuguesas se retiraron sin llegar a entrar en combate.

Durante todos estos años se produjeron una serie de bombardeos, tomas y pérdidas de posiciones, conquistas y reconquistas alrededor de las murallas reales. En julio de 1695 bajo una intensa niebla, muy común en los meses de verano en Ceuta, las tropas marroquíes sorprendieron a la españolas durante un cambio de guardia. Los sitiadores tomaron la Plaza de Armas y los sitiados que no pudieron cruzar el puente levadizo perecieron en el enfrentamiento o al arrojarse al foso intentando escapar. Un contraataque posterior de los sitiados recuperó la Plaza de Armas.

En 1704 tropas anglo-neerlandesas conquistaron Gibraltar. Esto supuso un duro golpe para Ceuta ya que Gibraltar era la principal vía de abastecimiento de Ceuta con la península. La comunicación con Tarifa resultaba dificultosa por los vientos en el estrecho de Gibraltar y el resto de ciudades peninsulares cercanas estaban enfrascadas en la Guerra de Sucesión Española.

El día 7 de agosto de ese año el Príncipe de Darmstadt envió a Juan Basset con algunos buques a Ceuta para que se rindiesen al archiduque Carlos de Austria con la promesa de que el cerco a la ciudad se acabaría. El marqués de Gironella, gobernador de Ceuta, y la población se negaron a rendirse a los británicos y reforzaron la zona de la Almina previendo un posible bombardeo de la flota británica. El ataque británico nunca llegó a efectuarse debido a que la flota británica se dirigió a enfrentarse a una flota franco-española que pretendía reconquistar Gibraltar.

Desde la llegada de los británicos a Gibraltar, se prestaría desde allí abastecimiento a los sitiadores marroquíes.

El asedio continuaría durante los siguientes años sin apenas cambios reseñables hasta la llegada en 1720 de 16.000 soldados con el marqués de Lede. Las tropas del marqués regresaban de la Guerra de la Cuádruple Alianza, que no había dado los frutos esperados. Al perder todos los territorios italianos, Ceuta se convirtió en un sitio estratégico del cordón defensivo del Mediterráneo. El marqués inició una expedición victoriosa contra los sitiadores, que se retiraron hacia Tetuán. Sin embargo, unos meses más tarde se declara una epidemia de peste en Ceuta y el marqués decidirá marcharse de la ciudad ante la nula perspectiva de poder tomar Tetuán o Tánger. Los marroquíes retornan inmediatamente el sitio.

El asedio continuaría, con varios combates, hasta la muerte de Muley Ismaíl en 1727. Los hijos del sultán se enfrentaron en una guerra por el trono. Una expedición de reconocimiento desde Ceuta comprobó que los marroquíes se habían marchado el 22 de abril de 1727.

Tras treinta y tres años de asedio muchos edificios fueron destruidos y tuvieron que ser reconstruidos. La zona de la Almina, que hasta el principio del asedio estaba prácticamente deshabitada, comenzó a ser poblada. Por otra parte, una de las consecuencias más notables del asedio fue la progresiva pérdida de los rasgos portugueses en Ceuta: la moneda y la lengua portuguesa fueron reemplazadas por la moneda y la lengua castellana. A esto ayudó el éxodo de varias familias de la ciudad que huyeron por el dilatado asedio y que los soldados que auxiliaron a Ceuta, así como otras personas atraídas por el número de tropas, procedieran principalmente de Andalucía.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 21:06

DESEMBARCO DE BARCELONA

El desembarco de Barcelona fue uno de los episodios de la Guerra de Sucesión Española, en el que fuerzas aliadas intentaron tomar la ciudad de Barcelona en 1704.

Tras la muerte el 1 de noviembre de 1700 de Carlos II de España sin descendencia, Felipe de Anjou ocupó el trono de la Monarquía Hispánica según lo estipulado en el testamento del rey fallecido. Una de las primeras medidas que tomó fue destituir al virrey de Cataluña Jorge de Darmstadt por su vinculación con la Casa de Austria –que no lo había reconocido como rey– y en abril de 1701 lo expulsó de sus dominios.

Durante los tres años en que había desempeñado el cargo de virrey de Cataluña, el príncipe de Darmstadt había alcanzado una gran popularidad gracias al apoyo que había dado a las reivindicaciones de las instituciones catalanas, como la de recuperar el control de la insaculación para la designación de los miembros de la Diputación del General y del Consejo de Ciento, dos de los Tres Comunes de Cataluña, o intentar resolver el controvertido tema de los alojamientos de tropas en el Principado. También le había granjeado muchos apoyos la reclamación de más medios para defender Cataluña de los ataques franceses y la decisión de aumentar los aranceles de los tejidos de lana y de seda franceses para proteger la manufactura catalana. Llegó a asistir incluso a una de las reuniones de la «Academia de los Desconfiados» que agrupaba a los miembros de la élite catalana más firmes partidarios de la Casa de Austria, en un momento en que en la corte de Madrid se dilucidaba quien sería el sucesor de Carlos II.

El príncipe de Damstadt, convertido en uno de los principales valedores de la causa del archiduque Carlos, le acompañó a Lisboa en marzo de 1704 y allí fue nombrado vicario de la Corona de Aragón, siendo destinado junto con el almirante George Rooke a bordo de la flota angloholandesa del Mediterráneo.

Mientras tanto en Cataluña el "partido austracista", con cuyos dirigentes Darmstadt mantenía contacto, iba ganando adeptos, especialmente por el rechazo a la política autoritaria y represiva emprendida por el nuevo virrey de Cataluña Francisco Antonio Fernández de Velasco y Tovar, chocando continuamente con la Conferencia de los Tres Comunes, lo que, al contrario de lo sucedido con Darmstadt, le había ganado la antipatía de los catalanes. Como Barcelona estaba estrechamente vigilada por los oficiales del virrey, el primer núcleo activo austracista surgió en el interior de Cataluña, en la Plana de Vic –de ahí el nombre que recibieron sus miembros de vigatans, apodo que luego se extendería al conjunto de los partidarios del Archiduque Carlos–. Los vigatans prepararon el ambiente para realizar un movimiento armado, persiguiendo a los felipistas motejándolos de botiflers o gabachos, y llegando incluso a retirar el retrato de Felipe V del ayuntamiento de Vich.

El desembarco fracasa


El 27 de mayo de 1704 una escuadra de 30 barcos ingleses y 18 holandeses, comandados por el almirante George Rooke y con Jorge de Darmstadt al frente, se presentó ante Barcelona a la espera de que se produjera el alzamiento austracista de la ciudad. Pero los implicados en la sublevación fallaron y tampoco las instituciones catalanas actuaron, a pesar de sus simpatías por la causa del Archiduque, adoptando en cambio una actitud temerosa y servil ante el virrey.5 El virrey tuvo que solicitar la formación de la milicia de los gremios de Barcelona, la Coronela, con 3.700 hombres, para reforzar los setecientos infantes y ciento ochenta soldados de caballería de la guarnición, entre la ciudad y Montjuïc.

"Harto de esperar una respuesta y molesto por la ambigüedad de las instituciones catalanas [que se debatían entre una admiración incuestionable hacia Darmstadt y la fidelidad debida a Felipe V, máxime cuando la amenaza de represión por parte del virrey Velasco era incontrovertible], Darmstadt bombardeó la ciudad, desconcertando a sus partidarios". También ordenó que desembarcara un contingente de 2.600 soldados en la desembocadura del río Besós, pero esto tampoco logró disipar los temores de los austracistas y el alzamiento de la ciudad nunca se produjo, por lo que los soldados reembarcaron y la flota aliada abandonó las aguas de Barcelona.

Conocida la existencia de la armada aliada, el 22 de julio zarpaba de Tolón la escuadra borbónica de Luis Alejandro de Borbón con 51 navíos, 6 fragatas y 5 galeras al encuentro de George Rooke, pero no pudo evitar que en el viaje de regreso a Lisboa la escuadra aliada tomara Gibraltar.

La escalada represiva del virrey Velasco

El virrey Velasco dedujo de unos documentos encontrados al austracista Josep Duran –que había sido uno de los enlaces del príncipe de Darmstadt– que era la Conferencia de los Tres Comunes, presidida por el deán y canónigo de Tarragona Buenaventura de Lanuça, «la oficina donde se formó la conspiración antecedente» y señalaba al brazo militar de Cataluña como «la parte más poderosa y dominante» de aquella. El virrey se excusó en «lo que le estrechan las Constituciones» y en la «benignidad del rey» para justificar no haber abortado a tiempo la conspiración austracista. Procedió entonces a encarcelar a muchos sospechosos, la mayoría de ellos miembros de la Conferencia de los Tres Comunes, entre los cuales se encontraban uno de los líderes del austracismo catalán, Narcís Feliu de la Penya, el jefe de los vigatans Jaume Puig de Perafita y miembros de las principales familias de la nobleza catalana, lo que hizo que muchos indecisos se decantaran ya claramente a favor del Archiduque, incrementándose así los miembros del "partido austracista" –todo lo contrario de lo que pretendía el virrey–. No pudo detener a una parte de los conjurados porque habían embarcado con Darmstadt rumbo a Lisboa –participando en la toma de Gibraltar– donde se reunieron con el Archiduque. Velasco también ordenó requisar las estampas, efigies cuadros e imágenes de Jorge de Darmstadt. La espiral represiva continuó al año siguiente, durante el cual fueron detenidos jueces de la Audiencia de Cataluña y miembros del Consejo de Ciento, así como el obispo de Barcelona Benet Sala Caramany. Finalmente el virrey Velasco ordenó la supresión de la Conferencia de los Tres Comunes.

En ese contexto de persecución de austracismo catalán fue en el que se produjo la firma el 20 de junio de 1705 del famoso pacto de Génova entre el Reino de Inglaterra y Cataluña con el objetivo de derrocar a Felipe V y hacer rey al Archiduque Carlos, a cambio de mantener las leyes e instituciones catalanas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 21:11

SITIO DE GERONA

El asedio de Gerona fue uno de los últimos episodios de la Guerra de Sucesión Española. Se desarrolló entre finales de 1710 y principios de 1711 y culminó con la toma de la ciudad, que se mantenía fiel a la causa del archiduque Carlos, por parte de un ejército francés.

Durante la Guerra de Sucesión Española, Francia había luchado del lado de Felipe V, el nieto del entonces monarca francés Luis XIV.

En 1709, al encontrarse al borde del colapso militar y económico, el "Rey Sol" se vio obligado a buscar la paz. Pero las inaceptables condiciones que exigían los representantes de la Gran Alianza, que incluso querían que luchase contra su nieto, hizo imposible llegar a un acuerdo.

Ante este panorama Luis XIV, mediante levas forzosas, levantó un nuevo ejército que dividió entre todos los frentes: Claude Louis Hector de Villars en el frente continental, y Luis José de Vendôme y Adrien Maurice de Noailles en el frente peninsular, en auxilio de su nieto Felipe V.

Desde ese momento Francia consiguió numerosos éxitos militares: en el frente continental, el duque de Villars logró una victoria decisiva en la Batalla de Denain, y en el peninsular, Vendôme salió victorioso en las batallas de Brihuega y Villaviciosa.

Vendôme y Felipe V trazaron la nueva estrategia: Alexandre Maître de Bay defendería la frontera con Portugal, Noailles asediaría Cataluña, cruzando los Pirineos por el Rosellón, mientras Vendôme se ocuparía de la defensa de la península.1

Noailles, pues, se lanzó a la invasión del norte de Cataluña, que finalizaría definitivamente con la caída de la ciudad de Gerona.

La previa contraofensiva austracista de 1710 había dejado Cataluña con un contingente militar insuficiente, que fue incapaz de detener la ofensiva sobre el norte catalán. Por tanto, las tropas francesas, comandadas por Noailles, llegaron a la ciudad de Gerona.

La ciudad fue asediada a mediados de diciembre de 1710, y el 29 de diciembre ya capitulaba el Castillo de Montjuïc de Gerona (al norte), hecho que permitió a Noailles emplazar sus baterías en el Puig d' en Roca, desde donde bombardeó la ciudad, ataque solo parado por las fuertes lluvias y la crecida del río Oñar, del 9 al 12 de enero, que inmovilizó a las tropas francesas. La ciudad capituló el 14 de enero de 1711 y el día 25 fueron firmadas las capitulaciones, por las que los ciudadanos que habían sido movilizados no serían castigados.

Con la capitulación de Gerona la resistencia catalana a las tropas de Felipe V quedaba reducida a las plazas de Cardona y Barcelona. Tras reunirse los brazos generales, se decidió continuar con la lucha en defensa propia. En marzo de 1713 las tropas de Felipe V, dirigidas por el duque de Berwick, iniciaban el asedio de Barcelona.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 21:19

BATALLA DE LA GUDIÑA

La Batalla de La Gudiña, en Portugal conocida como Batalla de Caia (en portugués Batalha de Caia), fue un enfrentamiento ocurrido el 7 de mayo de 1709 a mitad de camino entre Elvas y Badajoz, en la frontera hispano-portuguesa, entre tropas borbónicas españolas al mando de Alexandre Maître, Marqués de Bay y un ejército británico y portugués comandado por el conde de Galway y el marqués de Fronteira. El choque tuvo como resultado una aplastante derrota anglo-portuguesa con más de 4.000 bajas entre muertos, heridos y prisioneros contra los 400 soldados españoles muertos o heridos.

Avanzando desde la población de Elvas y tras cruzar el río Caya (Caia en portugués) el ejército anglo-portugués tenía enfrente al ejército español y el 17 de mayo ambas fuerzas se encontraron en la "llanura de La Gudiña". La caballería portuguesa fue derrotada sin apenas resistencia dejando expuestos a dos batallones ingleses de infantería que fueron rodeados y obligados a dejar sus armas. El conde de Galway también estuvo a punto de ser capturado, pero poseedor de un veloz caballo, consiguió escapar. El resto de portugueses y británicos se retiraron hasta Elvas manteniendo esa posición durante el resto de la campaña.

Como consecuencia la amenaza austracista en la frontera portuguesa fue neutralizada por el momento.

Después de la derrota en la Batalla de Almansa los británicos se encontraban en una situación desesperada. Apenas tenían presencia en el Sudoeste de la Península Ibérica y su peso e influencia en la guerra era poca o ninguna. Fue entonces cuando el conde de Galway realizó una petición formal a Londres solicitando refuerzos y Londres contestó mandando 25.000 hombres de los que aproximadamente 8.000 fueron enviados a Portugal bajo las órdenes de Galway y el resto a Cataluña.

En Portugal, Galway tuvo un encuentro con el marqués de Fronteira para preparar su ataque conjunto contra los aliados borbónicos en España y avanzar hacia Madrid. Pero para ello, primero debían capturar la ciudad de Badajoz cercana a la frontera portuguesa. En el pasado el conde de Galway ya había intentado conquistar la ciudad hasta en dos ocasiones sin éxito, pero en esta ocasión no quiso correr riesgos. Sabiendo que los franceses había retirado sus tropas a causa de las derrotas sufridas por Luis XIV en su patria, su ejército anglo-portugués (compuesto por 20.000 portugueses y 8.000 británicos) atravesó la frontera cerca de la fortaleza de Campomayor en las proximidades de Badajoz. Mientras el enorme convoy de suministros atravesaba el río Caya los anglo-portugueses se encontraron en los campos de La Gudiña con la vanguardia de la caballería española.

Según el recuento portugués su ejército lo componían 49 regimientos de infantería y caballería contra los 40 de los borbónicos. Según la Gaceta de Londres Nº4538 el ejército aliado estaba formado de unos 17.000 hombres a pie y 5.000 a caballo "todos en muy buen orden" y según el informe posterior de los supervivientes y en cualquier caso, los aliados eran muy superiores en número a los españoles.

Por otra parte las fuerzas españolas, según su informe oficial de la batalla, estaba compuesta por 24 batallones y 47 escuadrones. La artillería de ambas partes se encontraba equilibrada con 20 piezas en cada bando.

El ejército conjunto, quien había tendido hasta nueve puentes a lo largo del río Caya, estaba preparado para la lucha. En el centro fueron desplegadas las tropas del marqués de Fronteira, aunque sus hombres no llegaban a ver a la infantería española por lo que no sabían qué ocurría en el campo de batalla. En el flanco izquierdo la primera línea la mandaba el conde de San Juan y la segunda línea, con tres regimientos británicos, estaba bajo las órdenes del conde de Galway. De este modo buscaban alargar su flanco aprovechando su superioridad numérica y así sobrepasar el flanco opuesto del enemigo.

Tras varios ataques españoles ideados para atraer a las fuerzas anglo-portuguesas, Alexandre Maître, Marqués de Bay, quien había posicionado a la caballería española en el flanco derecho, lanzó un ataque sobre las tropas portuguesas de la primera línea. La muy experimentada y bien entrenada caballería española obligó a los portugueses a retirarse y aunque el conde de San Juan trató desesperadamente de reorganizar sus tropas le resultó imposible y fue capturado por la caballería junto a muchos de sus hombres y una batería de artillería.

Lord Galway entonces lanzó un ataque con tres regimientos para tratar de retomar la batería pero los dragones españoles desmontaron y entablaron combate contra ellos obligando a los ingleses a retirarse dentro de un edificio. Fue en ese momento cuando Lord Galway montó en un caballo y huyó. Dos oficiales ingleses fueron capturados y los regimientos británicos prácticamente aniquilados.

La primera y segunda línea británico-portuguesa huyeron y el centro de la formación, sin caballería, también huyó antes incluso de que la caballería española llegara a su posición abandonando en su huida sobre el campo de batalla pertrechos, equipamiento y armas. Huyeron atravesando de nuevo el río Caya pero sin destruir los puentes a su paso. La caballería española los persiguió matando a unos 1.500 y capturando a unos 1.000.

El ejército conjunto anglo-portugués sufrió una severa derrota. En total, sus bajas ascendieron a unos 4.000 hombres de los que 1.700 resultaron muertos o heridos y unos 2.300 hechos prisioneros, siendo los ingleses quienes soportaron mayores perdidas contabilizándose entre los prisioneros 1.500 ingleses y 800 portugueses. Por el otro lado, los españoles tan sólo perdieron 400 hombres y 100 caballos entre muertos y heridos además de apresar 17 cañones, 15 estandartes, diverso equipamiento y varios oficiales de alto rango aunque Lord Galway consiguió escapar por muy poco.

Sobre el comportamiento de los británicos en el campo de batalla, quienes desacreditaron a los portugueses, un analista londinense actual ha dicho: "Por mi parte yo creo que las historias y las excusas que nos llegaron desde allí son, como poco, tan pobres como parece haber sido nuestra conducta y lucha. La victoria que trajo tan buenos resultados a Felipe V de España se debe al brigada Henry Crofton quien al mando de su regimiento de dragones formado por cuatro escuadrones estaba en la primera línea del ala derecha y su impetuosa carga sobre los oponentes portugueses rompió, superó y puso en fuga en menos de media hora a toda la caballería de la segunda línea".

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 21:33

HECHOS DE LA GLEVA

Los Hechos de la Gleva se refieren al combate librado entre lo que podría llamarse Ejército de Cataluña y el Real Ejército de Felipe V el 3 de febrero de 1714, y la posterior masacre de prisioneros de guerra catalanes ocurrida en el santuario de La Gleva (Las Masías de Voltregá) el 4 de febrero de 1714, en el marco de la Campaña de Cataluña —última fase de la Guerra de Sucesión Española—.

La muerte sin descendencia del rey Carlos II en 1700 dio lugar a una guerra internacional que pronto se volvió guerra civil dentro de la misma Monarquía de España entre los partidarios de que su sucesor fuera del archiduque Carlos de Austria y los partidarios del duque Felipe de Anjou. Este último había sido elegido legítimo sucesor testamentario y en 1701 fue nombrado rey Felipe V de Castilla y IV de Aragón. En 1702 juró respetar las Constituciones de Cataluña pero la guerra ya había comenzado en los campos de batalla de Europa para la Casa de Austria había invadido los territorios españoles de Italia reclamando la sucesión para el archiduque Carlos de Austria. Ante las continuas derrotas militares borbónicas Felipe V no pudo continuar su itinerario para jurar los fueros del reino de Aragón y del reino de Valencia, trasladándose en persona al frente italiano. Ya en Barcelona en 1703 los austracistas, los partidarios del archiduque Carlos de Austria, recibieron el mote de Imperiales y Aguiluchos, mientras que los borbónicos, los partidarios de Felipe V, eran tildados de Butifleros. La Casa de Austria firmó una alianza militar con Inglaterra y Holanda y en 1704 las tropas aliadas lanzaron un desembarco sobre Barcelona con la complicidad de un reducido número de aguilucho barceloneses. Pero la tentativa fracasó y varios caudillos austracistas se tuvieron que exiliarse. Para evitar nuevos intentos de insurrección el virrey de Cataluña Francisco de Velasco lanzó una represión indiscriminada, conculcando repetidamente las Constituciones de Cataluña, hecho que incrementó el odio contra Felipe V. Habiendo este regresado a Madrid después de la campaña italiana, la ciudad de Barcelona, que tenía el privilegio de nombrar embajadores propios, nombró embajador Pau Ignasi Dalmases para denunciar ante Felipe V en persona la actitud del virrey Velasco y la constante vulneración de las constituciones catalanas. Pero el 5 de febrero de 1705 , nada más llegar a la corte de Madrid, el embajador fue detenido y encarcelado. Tres meses después estallaba la revuelta en Cataluña, siendo Vich el centro de la rebelión, y el 20 de junio de 1705 los caudillos austracistas catalanes exiliados firmaban el Tratado de Génova, una alianza militar entre Cataluña e Inglaterra en virtud de la cual Cataluña se comprometía a luchar por la causa del pretendiente al trono español Carlos de Austria con la ayuda militar de Inglaterra, y ésta se comprometía a defender las Constituciones de Cataluña fuera cual fuera el resultado de la guerra. En octubre de 1705 las tropas del archiduque Carlos de Austria conquistaron Barcelona tras asediarla, y la Generalidad de Cataluña y los Consellers de Barcelona le aclamaron como a un liberador. Días más tarde el archiduque Carlos de Austria era proclamado legítimo rey Carlos III de España, jurando respetar las Constituciones de Cataluña y convirtiendo a Barcelona en sede de su corte y baluarte austriacista durante el resto de la guerra.

En abril de 1706 las tropas de Felipe V contraatacaron e iniciaron el sitio de Barcelona (1706) para reconquistar la ciudad. Fracasado el asedio, poco después el reino de Aragón y el reino de Valencia reconocían a Carlos de Austria como a legítimo rey. Las tropas austracistas conquistaron Madrid en 1706 , pero se retiraron de la ciudad hasta ser derrotados en la Batalla de Almansa en 1707. Tras un fallido tratado de paz en 1709, las tropas austracistas lanzaron una nueva ofensiva que culminó en 1710 con la conquista nuevamente de Madrid, pero fueron forzados a abandonar la ciudad tras la llegada de refuerzos franceses. En 1711 la posición militar de los austracistas era ya muy comprometida; en septiembre de este año del archiduque Carlos de Austria dejó la Península porque su hermano había muerto y él era el sucesor como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. El 1712, durante las primeras negociaciones de paz en Utrecht, los embajadores del ya emperador Carlos VI insistieron en que el Principado de Cataluña fuera elevado a la categoría de república independiente. Pero tras la renuncia de Felipe V al trono de Francia (artículo 2), la entrega del peñón de Gibraltar (artículo 10 º) y de la isla de Menorca (artículo 11 º), y las concesiones comerciales en América (artículo 12 º), los ingleses cedieron ante Felipe V. A pesar de haber firmado el Tratado de Génova en virtud de la cual Inglaterra se comprometía a defender las Constituciones de Cataluña fuera cual fuera el resultado de la guerra, abandonaron la causa de los catalanes y firmaron la paz con Felipe V. Este se comprometió en el artículo 13 º del Tratado de Utrecht a conceder una amnistía general a los catalanes, y a concederles sólo los mismos derechos y privilegios que los habitantes de Castilla, lo que suponía una abolición de facto de las Constituciones de Cataluña.

El 9 de julio del 1713 Cataluña declaró oficialmente la guerra contra Felipe V y contra Francia. En esta carta del 25 de julio de 1713 enviada a diversas villas y ciudades catalanas los Consellers de Barcelona informaban de la proclamación de la guerra y apelaban a la lucha para que «pueda la Nación Catalana lograr glorioso desempeña en tanto justa empresa»

El 30 de junio de 1713, ante las noticias que iban anticipando la consumación de la traición inglesa, se convocó en Barcelona un Parlamento de Brazos (Junta de Brazos) para deliberar si Cataluña debía someterse a Felipe V o proseguir la guerra en solitario. Finalmente el 6 de julio de 1713 se llegó a la resolución de continuar la guerra, pero los diputados de la Generalitat, contrarios a la proclamación, dilataron la entrada en vigor legal del edicto tres días. En la sexta instancia presentada por los parlamentarios de los brazos generales se recordaba a los diputados de la Generalitat que era su deber la «conservación de las libertades, privilegios y prerrogativas de los catalanes, que nuestros antecesores a costa de sangre gloriosamente derramada consiguieron, y nosotros hemos asimismo de mantener ». Finalmente el 9 de julio de 1713 Cataluña declaraba oficialmente la guerra contra Felipe V y contra Francia.2 Proclamada la guerra se inició la movilización para levantar el Ejército de Cataluña; días después los representantes del reino de Aragón y del reino de Valencia exiliados en Barcelona se adhirieron formalmente a la declaración de guerra. Mientras estando las tropas aliadas habían ido abandonado sus posiciones en Cataluña para ser evacuadas, y las tropas borbónicas ocuparon todo el Principado sin la menor oposición mientras proclamaban que la guerra había terminado y que Felipe V respetaría las Constituciones de Cataluña. El 25 de julio de 1713 llegaron ante las murallas de Barcelona, que junto con las fortalezas de Cardona y Castellciutat eran los últimos baluartes resistentes a la invasión borbónica, mientras el resto de villas y ciudades catalanas confiaban en que la guerra había terminado.

Los dirigentes catalanes cercados por las tropas borbónicas en Barcelona se apresuraron a enviar cartas a todas las villas y ciudades desmintiendo la propaganda borbónica e informando que en Barcelona se había declarado la guerra contra Felipe V y contra Francia para que en el Tratado de Utrecht Felipe V no se había comprometido a respetar las Constituciones de Cataluña, sino que en realidad las había abolido de facto imponiendo en Cataluña las leyes de Castilla. Durante agosto salió de Barcelona una expedición militar a fin de explicar los hechos ocurridos, abrir el frente de guerra en el exterior de Barcelona, reclutar tropas para la Ejército de Cataluña, y enlazar con las guarniciones que resistían a Cardona y Castellciutat, pero la expedición terminó en fracaso. En noviembre del 1713 Rafael Casanova llegó al poder en Barcelona y su nuevo gobierno supuso un cambio radical con el anterior ejecutivo, que había sido encabezado por Manuel Flix, quien públicamente había declarado contrario a la guerra pero había continuado en el cargo por lealtad institucional. Durante los tres meses de su gobierno Rafael Casanova racionalizó la jerarquía militar de las tropas catalanas y cambió la estrategia bélica. El ejército catalán pasó a la ofensiva y en enero de 1714 se abrió finalmente el frente de guerra en el exterior de Barcelona. El éxito del gobierno de Rafael Casanova vino favorecido por la revuelta armada en diversos puntos del país debido al cobro de las contribuciones, un impuesto de guerra que las tropas borbónicas querían cobrar a todas las villas del país. La razón era que el intendente del ejército borbónico José Patiño Rosales había recibido órdenes de la corte de Madrid de cobrar a cualquier precio impuestos en Cataluña para evitar la inminente bancarrota que amenazaba las arcas de Felipe V, lo que de producirse le imposibilitaría continuar la guerra en Cataluña. Uno de los principales focos de la revuelta del enero del 1714 fue el Llusanés.


Los Hechos de La Gleva

El combate

En una fecha no determinada del mes de enero del 1714 los recaudadores borbónicos fueron a San Hipólito de Voltregá y de otras villas de zona para cobrar las contribuciones, el impuesto de guerra. Con las armas en la mano los lugareños se enfrentaron a los recaudadores borbónicos y en diferentes lugares los tomaron 89 caballos. El coronel de infantería Antonio Desvalls y de Vergós , marqués del Poal, había sido nombrado comandante supremo de todas las tropas catalanas que luchaban en el exterior de Barcelona. El 27 de enero ordenó al capitán de caballería aragonés Juan de Casanova que se dirigiera con un escuadrón de 30 caballos en la villa de San Hipólito de Voltregá para apoyar los aldeanos sublevados.

El 3 de febrero, llegado a La Gleva, el capitán Juan de Casanova reunió hasta 1.200 habitantes enviados por los Alcaldes de sus pueblos para levantar somatenes y preparar la defensa contra la previsible ofensiva borbónica. Poco después le llegó la noticia de que el mariscal de campo borbónico José Carrillo de Albornoz conde de Montemar había llegado a Vich, ciudad sometida por los borbónicos, y había ordenado al caudillo leal a la causa borbónica Ambrosio que con sus hombres cortaran los pasos cercanos a San Hipólito para evitar que las tropas catalanas pudieran retirarse mientras él preparaba el cuerpo principal de las tropas borbónicas para atacarlos frontalmente. El capitán Juan de Casanova informó de la situación al capitán José Cararac y de Solà, hijo de la localidad cercana de San Martín de Sescorts y veterano de la guerra, pues había servido en el Real Ejército de Carlos de Austria en el regimiento de La Reina. Viendo que les habían cortado la retirada por los caminos, y que no había ningún otro escapatoria posible más que huir hacia la montaña pie arriba, el capitán Casanova y el veterano capitán de infantería José Cararac acordaron que este último con 300 aldeanos se haría fuerte en la villa de La Gleva para cubrir la retirada por la montaña del resto de somatenes. El capitán aragonés Juan de Casanova se comprometió a que en tres días retornaría con el grueso de las tropas catalanas a las órdenes del marqués del Poal para rescatarlos. En este tiempo, mientras terminan de organizar las tropas y los preparativos para la defensa, las tropas borbónico del mariscal conde de Montemar embistieron La Gleva y en la confusión de la retirada sólo quedaron en la villa con capitán Cararac 120 hombres, mientras el capitán Casanova con 58 caballos se enfrentó con las tropas borbónicas el tiempo suficiente para que los lugareños, en número de hasta 1.400, atravesaran la plana y huyeran por la montaña.

La masacre de La Gleva

El capitán Cararac, al encontrarse con menos hombres de los que había previsto, no pudo defender las casas y subió al santuario de La Gleva, una posición elevada desde la que podía defenderse con más seguridad. Seguidamente ordenó fortificar la posición y construir parapetos. Los hombres bajo las órdenes del capitán Cararac se mantuvieron toda la tarde del 3 de febrero defendiendo la posición, pero al día siguiente, 4 de febrero, mientras estaba reconociendo la línea de defensa temiendo que las tropas borbónicas se construyeran fornells para hundirlas y atacarlos, fue muerto de un disparo. Muerto el capitán Cararac, todo el resto del día 4 de febrero quedó como comandante el capitán Rata, de San Hipólito de Voltregá. Habiendo perdido al veterano capitán Cararac y sintiéndose abandonados, el párroco de San Hipólito y el cura que residía en La Gleva5 persuadieron los lugareños que se rindieran y que permitieran que se acercaran dos oficiales borbónicos con los que podrían pactar una capitulación de palabra, las condiciones que obtuvieron los dos clérigos fueron las siguientes: que respetaran la vida de los lugareños, que no les desnudaran, ni les pidieran documentación, y que fueran conmutados en el primer cambio de prisioneros de guerra que hubiera. El capitán Rata consiguió escapar sin ser descubierto aprovechando la oscuridad de la noche del 4 al 5 de febrero. El 5 de febrero de madrugada llegaron a toda prisa 4.000 hombres bajo las órdenes del marqués del Poal, las tropas catalanas atacaron el destacamento borbónico que quedaba en San Hipólito para socorrer a los sitiados en el santuario de La Gleva, mientras el grueso de tropas borbónicas se mantenía a salvo al otro lado del río después de haber incendiado la población. Pero entonces ya era demasiado tarde; una vez rendidos y desarmados, las tropas borbónicas habían traicionado la buena fe y la palabra dada a los religiosos de San Hipólito: entre 100 y 1205 aldeanos presos de guerra habían sido degollados.

Venganza por la masacre de La Gleva
Masacre del collado de la Matanza


Durante la sublevación del enero del 1714 también había tenido lugar el combate de Balsareny. Después del combate dos batallones borbónicos enteros del regimiento de infantería de León se habían rendido a las tropas catalanas. Los soldados leoneses prisioneros eran conducidos a la fortaleza de Cardona para estar encarcelados, pero de camino un destacamento borbónico comenzó a perseguir la columna con la esperanza de liberar a los soldados borbónicos cautivos. El comandante del destacamento felipista envió a decir a las tropas catalanas que custodiaban los presos que estaba tan cerca que los cogería a todos y les haría colgar como les había sucedido a los de La Gleva. Informados de esta manera de lo que había sucedido en La Gleva, las tropas catalanas que custodiaban los presos borbónicos comenzaron a decir «Mueran estos, pues los nuestros fueron muertos», y todos los presos de guerra leoneses fueron asesinados en venganza por la masacre que anteriormente habían cometido los borbónicos en La Gleva.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 21:42

LA BATALLA DEL HUERTO DE LAS BOMBAS

La Guerra de Sucesión no llegó a los límites de la actual Región de Murcia hasta 1706, aunque antes de ese año se produjeron algunas circunstancias que, a posteriori, influirían en el desarrollo de la contienda.

En septiembre de 1704, falleció el Obispo de Cartagena, Francisco Fernández de Angulo. Su sucesor fue un partidario incondicional de la causa de Felipe de Anjou, el hasta entonces canónigo de Córdoba, Luís Belluga quién llegó a Murcia el 8 de mayo de 1705. Apenas unas semanas más tarde, el nuevo Obispo mandó imprimir un pequeño panfleto titulado 'Defensa de los derechos del señor D. Felipe V, de gloriosa memoria a la Corona de España'. Belluga, providencialista acérrimo, interpretaba la defensa de Felipe V como un mandato divino insoslayable.

Durante el primer semestre del año 1706, el desarrollo de la guerra fue favorable a los intereses del archiduque Carlos. El punto álgido se produjo el 20 de junio tras la llegada de las fuerzas aliadas a Madrid, al mando de un francés al servicio de Inglaterra, Henri de Ruvigny, Conde de Galloway, y de un portugués, Luis de Sousa, Marqués de las Minas que obligaron a Felipe V a abandonar la ciudad. El 26 de junio, el archiduque Carlos llegó hasta la capital dónde fue recibido por un grupo de nobles que le juraron obediencia. Ese mismo día fue proclamado rey de España con el nombre de Carlos III. Sin embargo, la mayoría de los madrileños eran fieles a Felipe V, por lo que inmediatamente se produjeron enfrentamientos entre los partidarios del candidato Borbón y las tropas aliadas.

El mismo día en que Carlos III era proclamado Rey de España en Madrid, la ciudad de Murcia se preparaba para una posible invasión. Aquel 26 de junio se constituyó una junta para la defensa de la ciudad de la que formaban parte el Corregidor y Justicia Mayor, Don Manuel Luna y Peralta y los regidores y los representantes del Cabildo eclesiástico bajo la presidencia del Prelado. Se formaron dos cuerpos de ejército de 1.000 hombres cada uno compuestos por voluntarios de Murcia y de sus pedanías que rápidamente se pusieron a reparar las maltrechas defensas de la ciudad.

El 5 de julio, una flota aliada compuesta en su mayoría por ingleses y holandeses tomó Cartagena y amenazó seriamente a Murcia. El día 13, el Conde de la Corzana y el Marqués de las Minas, escribieron al concejo murciano dando relación de los avances y triunfos del ejército de Carlos y de los reveses que estaban sufriendo las tropas de Felipe V. En vista de ello, requerían a Murcia para que aclamase por rey al austriaco. Esta intimidación fue recibida con una enérgica repulsa. La representación de la ciudad, de acuerdo con el ánimo popular, decidió defender la causa de Felipe de Anjou.

Mediado el verano, el desarrollo de la contienda comenzó a ser favorable para Felipe V. El 4 de agosto, un numeroso grupo de partidarios del candidato Borbón entró en Madrid y se hizo con el control de la Villa. Sin embargo, en Murcia la realidad era bien distinta, porque si la ciudad se veía amenazada por la conquista de Cartagena, el temor aumentó después de que el 8 de agosto la flota anglo-holandesa se apoderara de Alicante tras una enconada lucha, que culminó con un feroz saqueo religioso en el que los invasores mostraron su desprecio hacia la fe católica. Las profanaciones fueron reflejadas con todo detalle en las páginas de Gazeta de Murcia con el fin de conmover a la opinión pública.

Una vez consumada la conquista de Alicante, los aliados se dirigieron hasta la ciudad de Orihuela que no ofreció resistencia, ya que su gobernador, Jaime Rosell, Marqués de Rafal, apoyaba al candidato austriaco. Después de apoderarse de Cartagena, Alicante y Orihuela, el siguiente objetivo de los aliados era la conquista de Murcia. Con el fin de evitar la lucha, el 14 de agosto dos comisarios enemigos, uno eclesiástico y otro secular, solicitaron una entrevista a Luís Belluga para negociar la rendición de Murcia. El encuentro se produjo el día 18, y en el mismo, los visitantes obtuvieron una rotunda negativa del Obispo que les comunicó su intención de luchar en favor de la causa de Felipe V, hasta las últimas consecuencias.

El conflicto era ya inevitable. La situación del enemigo hizo cundir la alarma de que sus tropas irrumpirían desde Orihuela en dirección a Monteagudo para llevar a cabo la conquista de Murcia. El ejército que tenía que proteger la ciudad era muy bisoño. Entre los defensores destacaban por su experiencia unas cuantas compañías del Tercio de Mahonis, todos irlandeses veteranos, que se situaron en Monteagudo por ser éste el sitio de mayor peligro. El Obispo solicitó capellanes para acompañar a las tropas, pero sólo se atrevieron a acudir a aquel lugar Fray Diego de Cantillana y el padre Luís de Oviedo.

Durante los últimos días de agosto, los aliados realizaron varias incursiones por los pueblos de la Cordillera Sur quemando las barracas y despojando las iglesias, cuyas imágenes convertían en astillas. Las mujeres, los niños y los ancianos se tuvieron que refugiar en el Santuario de la Fuensanta. El día 24, los invasores tomaron Beniel, mientras que el 27 llegaron hasta Espinardo y se hicieron con el control de la Contraparada tras un encuentro que causó varios muertos.

La ciudad se prepara para la invasión

El enfrentamiento estaba próximo. Es cierto que en Murcia había partidarios del archiduque, pero la gran mayoría de la población simpatizaba con el candidato Borbón. Las compañías de milicias que guarnecían la ciudad se encontraban apostadas en la Lonja de la Plaza de Santa Catalina. Desde la orilla del río, por Santa Eulalia, en todo el contorno septentrional del casco urbano, se construyeron trincheras, terraplenes y empalizadas para suplir las aberturas de la muralla. En la huerta fueron abatidos muchos árboles con el fin de evitar que los invasores se ocultaran en la espesura. Los huertanos estaban decididos a defenderse bien armados y pertrechados.

A principios de septiembre, Luís Belluga salió en dirección a Lorca para recoger a los refuerzos que venían de Andalucía, pero dejando todo dispuesto para la defensa de la ciudad bajo el mando del brigadier Don Fernando de Arias y Ozores, con instrucciones hasta para el caso (a su juicio, casi imposible) de que la ciudad se viera obligada a rendirse. Si el enemigo lograba su propósito, el Obispo esperaría en Lorca en dónde dispondría de una fuerte resistencia con efectivos llegados desde Andalucía.

La responsabilidad de los murcianos era muy grande: una derrota supondría la pérdida de la ciudad, lo que conllevaría que el archiduque se hiciera con el control de casi todo el este de España. Así pues, el ejército se preparaba para la defensa. Se acercaba el que sería el día clave: el 4 de septiembre de 1706.

En el amanecer del 4 de septiembre de 1706, un regimiento anglo-holandés compuesto por más de 6.000 hombres de infantería, varias piezas de artillería y una sección de ingenieros con un puente portátil de madera para franquear las acequias, avanzó desde Espinardo, con la intención de apoderarse de Murcia.

Los murcianos se asentaron tras unos parapetos levantados en las afueras de la Puerta de Castilla, para impedir el paso de las fuerzas invasoras a la ciudad y se desplegaron por los terrenos que hoy ocupan los barrios de Santa María de Gracia y de San Basilio, y que por aquel entonces eran un mar de huertas y acequias. Unos 400 soldados se situaron en la residencia de Baltasar de Fontes que, a partir de ese mismo día sería conocida como la casa del Huerto de las Bombas.

La clave que determinó el fracaso de la invasión fue la idea de Belluga de abrir los tablachos de las acequias para inundar la huerta. En muy poco tiempo, toda la zona (salvo los lugares más elevados) quedó convertida en un inmenso lago. Los invasores no podían aventurarse por él, por desconocer la profundidad del fondo. Aquellos que lo intentaron quedaron atascados en el inmenso barrizal.

Como el lodazal impedía las maniobras de la caballería, las tropas del archiduque trataron de hostilizar con artillería a los soldados que se encontraban en la casa del Huerto de las Bombas, quiénes respondieron a este ataque, causando numerosas bajas al enemigo. Resguardados en la trinchera y en el terraplén que bordeaban el azarbe estaban situados Don Fernando de Arias Ozores, su teniente Don Antonio Marzo y el sargento mayor de la brigada Don Juan Antonio de Contreras y Torres que comandaban los dos cuerpos de infantería de Granada, compuesto por unos 500 hombres, y unos 200 caballos del regimiento de Don Gabriel Mahon. Por espacio de dos horas hicieron fuego incesante y en su lucha contra el enemigo contaron con la ayuda de huertanos que, en grupos o aisladamente, disparaban desde sus viviendas o desde las ramas de los árboles.

Al ejército aliado no le quedó más opción que la retirada. La contienda dejó más de 400 muertos, entre ellos varios coroneles y oficiales, algunos de los cuales fueron enterrados en la iglesia de Espinardo. Los heridos fueron trasladados a Orihuela en 36 carros que estaban cargados de soldados. El Acta Capitular del día 4 de septiembre narra los pormenores de la lucha:

"Que en el día de hoy, al amanecer, hizo movimiento el enemigo con más de 6000 hombres, la mayor parte ingleses, marchando para esta ciudad con algunas piezas de artillería y puentes de madera para su pasaje por las cortaduras y acequias de la huerta prevenidos para impedirles el paso y habiendo avistado la casa que llaman de las Bombas distante de esta población medio cuarto de legua y avanzando a ella haciendo fuego y echando granadas con el ánimo de apoderarse de ella, como con efecto lo hubiese logrado a no haberle rechazado con gran valor la infantería que estaba de guarnición en la dicha casa y socorro de los naturales que ocurrió para este lance, obligándoles a hacer fuga que ejecutó con perdida de 400 hombres heridos y muertos y entre ellos algunos oficiales y dos coroneles. Cuyo feliz suceso se ha celebrado"

Consecuencias de la victoria

En cabildo del 6 de septiembre, la ciudad acordó que se celebrara misa de gracias y procesión en términos que revelan la piadosa confianza de los murcianos en la mediación de la Virgen María.

Dos años más tarde, y a propuesta del regidor Alonso de Contreras, se acordó declarar el 4 de septiembre, día de Santa Rosa de Viterbo, como festivo con la intención de perpetuar la fiesta. Aunque el deseo de Alonso de Contreras se vio frustrado, ya que no le logró dar a ese día el carácter de perpetua conmemoración cívico-religiosa, el recuerdo de la victoria debió de conservarse durante mucho tiempo en la Murcia de antaño.

El entusiasmo popular dio al suceso proporciones de resonancia épica. Aún reconociendo que este enconado encuentro tal vez no merezca el nombre de batalla, si es cierto que fue algo más que una escaramuza. Es obvio que la victoria cambió el desarrollo de la guerra en el sureste peninsular. Los partidarios de Felipe V se recobraron, recuperaron Cartagena y Orihuela y afrontaron con grandes garantías de éxito la decisiva batalla que tendría lugar siete meses más tarde en Almansa.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 13 Feb 2016 22:24

BATALLA DE MALAGA O VELEZ MALAGA

La batalla de Málaga (o de Vélez-Málaga) fue el mayor combate naval de la Guerra de Sucesión Española, frente a las costas de Málaga, el día 24 de agosto de 1704, entre la flota anglo-holandesa del almirante George Rooke y la flota franco-española del Conde de Toulouse y el almirante d'Estrees, con victoria táctica franco-española, pero con victoria aliada desde un punto de vista estratégico.

La batalla

Apenas una semana después de haber tomado Gibraltar, Rooke recibió un aviso de la inteligencia británica de que una gran flota francesa se aproximaba. Dejando la mitad de sus marines para defender la nueva plaza conquistada, partió de inmediato con toda la flota anglo-holandesa para enfrentarse a la franco-española. La escuadra francesa había salido de Tolón y en Málaga se habían unido algunas galeras españolas mandadas por el conde de Fuencalada.

El resultado del combate que siguió fue indeciso. Ningún navío fue hundido ni capturado en los dos bandos, y todo se redujo a un intercambio de disparos que dejó importantes bajas en ambos bandos. El escuadrón del Almirante Byng, a consecuencia de haber gastado demasiada munición en la toma de Gibraltar, se vio forzado a abandonar la línea de batalla.

A lo largo del día, la flota franco-española se mantuvo a distancia de la flota aliada. A la mañana siguiente, los franco-españoles habían desaparecido. Rooke temió que la flota enemiga le hubiera sobrepasado por la noche y hubiera llegado a Gibraltar. En realidad, los franceses volvieron a Toulon reclamando una gran victoria naval, pero en la práctica, resultó una victoria estratégica para los aliados, ya que desde ese momento la flota francesa no volvió a enzarzarse en otra batalla naval de envergadura en lo que restó de guerra.

La fuerza naval franco-española la componían 50 navíos y 6 fragatas, con un total de 24.275 hombres. La flota anglo-holandesa consistía en 53 navíos, 6 fragatas y 7 cañoneros, con un total de 22.543 hombres. Por parte francesa hubo 1.600 muertos y heridos, y por parte aliada hubo 3.000 muertos y heridos.

En 2010 se ha publicado un libro específico sobre esta batalla naval, de los profesores Francisco Montoro Fernández y Miguel Ranea Fernández, bajo el título Batalla naval de Vélez-Málaga (24 de agosto de 1704), testimonios.

En esta batalla participó (y perdió una pierna) siendo un muchacho Blas de Lezo Olavarrieta, que luego sería almirante de la Armada Española.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


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