Con esto, el cañón listo. Ya me quedaba solo el último empujón a las maderas para dejarlo todo listo y poder volver a montar la escopeta completa.
Llegado este momento es cuando nos acercamos al título de este post. Ya que restauraba la escopeta quería ponerle las iniciales mías y las de mi tío para que me acompañen siempre cuando la lleve encima.
Entre todos los acabados me decanté por el aceite. Ya puse en el primer post que no sabía si linaza o tung. Pues ni uno ni otro. Vi fotos en internet del acabado brillante del Tru Oil y me enamoré completamente. Compré el kit de acabado de la casa Birchwood Casey que trae el tinte de nogal, el aceite y un acabado final (Stock & Sheen conditioner). Solo he usado el aceite porque quería usar un tinte rojizo en vez del de nogal y el acabado final el propio fabricante no recomienda usarlo si quieres un acabado "glossy", (súper brillante, pa que nos entendamos: como un espejo, vamos). Con este acabado final al parecer el resultado de la madera es mate o con un brillo leve.
Vale, ya tenía la decisión del aceite. ¿Qué hago entonces con las letras?Antes de darle el acabado al aceite tenía que decidir lo de las letras. Descarté el pirograbado. Hay que ser muy bueno para que quede bien y además hay que tener la máquina para hacerlo. A partir de ahí, mucho internet y a exprimirse la cabeza.
Llegué a la conclusión de que me gustaba muchísimo el sistema del transfer. Es muy usado en manualidades. Compré el líquido y me puse manos a la obra. Me metí en el procesador de textos y busqué una letra bonita, elegante. Escribí las iniciales en varios tamaños y después tuve que convertir el archivo en archivo de imagen para poder abrirlo con un programa de edición de imágenes y voltearlo como un espejo. Lo imprimí en la papelería de debajo de mi casa (no funciona bien con la tinta de las impresoras caseras, tiene que ser con un folio de fotocopiadora o impresora láser, de tóner).
El procedimiento habitual es que se pone el folio con la parte impresa mirando a la madera, se fija con cinta y se le da por la parte de fuera con el líquido. Este traspasa el papel, separa la tinta de él y la hace "caer" sobre la madera dejando fijada la imagen que había en el papel previamente. Ya os digo yo que es verdad. El resultado es fantástico, fácil y rápido. Pero...
Siempre tiene que haber un pero.
El transfer deja una película que se queda sobre la madera, vista de cerca es como una lámina finísima con aspecto plástico, y sobre esa película quedan las letras. Se puede ver perfectamente en estas fotos el rectangulito que deja. De hecho intenté quitar una imperfección en la esquinita y ya veis que se levantó una parte de y me llevé parte de l parte baja de la "J".
La jodienda de esto es que seguí "palante" y fue peor. Al tintar la madera y después darle tres capas de aceite ocurrió lo que me temía. Este rectangulito era totalmente impermeable y claro, al oscurecerse todo salvo el susodicho rectángulo, comprobé que ni el tinte ni el aceite habían penetrado y oscurecido esa parte de la madera con lo cual el contraste era brutal. Feo, feo, feo.
Tras varias horas de cagarme en todo lo cagable, resignación al canto y a empezar de cero. Otra vez lija hasta dejar la madera pelada (entendéis ahora lo de la tendinitis del pulgar, ¿no?).