Si tenemos en cuenta que el ojo humano no está situado en la perpendicular del hombro, que es donde colocamos la culata, esa pequeña ventaja que se le da a la culata facilita muchísimo el poder coger la linea de la solista y el punto de mira sin tener que pegar demasiado apretada la cara sobre la culata, que en definitiva se traduce en un castañazo en el pómulo que a los pocos tiros no quieres ni ver la escopeta.

