PEDRO I DE CASTILLA El Cruel o El JusticieroPedro de Borgoña, hijo de Alfonso XI de Castilla, comenzó su reinado entre tempestades y lo acabó asesinado. La muerte del Rey en 1350 a causa de la peste, cuando solo contaba 40 años, entregó la Corona de Castilla a un imberbe Pedro I. Hasta entonces, el joven príncipe había estado aislado lejos de la Corte, donde sí estaban sus hermanos bastardos. La herencia envenenada de su padre, que también había tenido un gobierno convulso, consistía en su poderosa amante y en sus diez hijos bastardos, que acaparaban la mayor parte de los cargos y títulos de Castilla.
No obstante, al inicio del reinado fue su madre, María de Portugal, y el favorito de ésta, Juan Alfonso de Alburquerque, quienes ejercieron el poder efectivo. Y su primera decisión fue encerrar a la amante de su marido, la hermosa e influyente Leonor de Guzmán, cuando viajaba a Sevilla en el cortejo fúnebre del Rey. Desde su cautiverio, Leonor conspiró para convertir en Rey a su hijo Enrique, a la postre fundador de la Casa Trastámara.
Pedro I de Castilla era de carácter colérico, desconfiado, sufría con frecuencia paranoias a causa de una enfermedad infantil y desplegó una determinación salvaje contra sus enemigos, pero no se le puede describir como un sádico irracional. Frente al jurado de la Historia, podría alegar que su crueldad fue en defensa propia. Cuando Leonor de Guzmán concertó en secreto un matrimonio entre Enrique y la hija de Don Juan Manuel, un poderoso noble y autor de «El conde Lucanor», el Rey ordenó recluirla en el Castillo de Carmona, y poco después ejecutarla en Talavera de la Reina. Fue el primer acto señalado como cruel de su reinado, pese a que en realidad los historiadores han precisado que la decisión corrió directamente a cargo de su madre.
Sexto rey de Castilla y de León, llamado por sus partidarios el Justiciero y por sus detractores el Cruel. Hijo de Alfonso XI y doña María de Portugal. Reinó desde el año 1350 al 1369, hijo de Alfonso XI y doña María de Portugal. Nació en Burgos en 1334 y murió en Montiel en 1369. Sucedió a su padre en 1350, cuando apenas tenía 16 años, y fue proclamado en Sevilla donde se hallaba con su madre doña María. Apenas ocupó el trono, tuvo que vencer una rebelión de su hermano bastardo, Enrique de Trastámara que se había apoderado de Algeciras; sofocó después otra que fomentaban en Vizcaya Garcilaso y otros nobles, haciendo dar muerte a aquél y a los principales jefes. Reunió cortes en Valladolid, en las cuales se arregló un ordenamiento para labradores y menestrales, se reconoció de nuevo y se publicó el ordenamiento de Alcalá hecho por Alfonso XI, y se acordó que los procuradores de Toledo tuvieran el privilegio de hablar antes que los de Burgos.
Tuvo que sofocar nuevas rebeliones de sus hermanos Enrique y Tello, así como la de Alfonso Fernández Coronel, que se alzó en Aguilar, y a quien mandó dar muerte.
Se casó en 1353 con Blanca de Borbón, sobrina del rey de Francia, Juan II, a la que abandonó el mismo día de la boda, para volver con María de Padilla, su amante y de quien tenía ya hijos. Poco tiempo después se enamoró de Juana de Castro, y obligando por el terror a dos obispos a declarar roto su matrimonio con Blanca, se hizo casar con Juana, aunque la dejó muy poco tiempo después. Para poner término a estos desórdenes, la reina madre doña María se unió al partido de los descontentos, hizo que todos se declarasen a favor de la reina Blanca, y llamando al rey a Toro, hizo prender a sus favoritos y a él le detuvo también casi prisionero. Pero Pedro logró escapar, expulsó de Toro a sus hermanos, dando muerte a muchos de sus partidarios, trasladó a Blanca desde Toledo, donde la tenía presa, a Sigüenza, Jerez y Medina-Sidonia, donde la hizo dar muerte en 1361.
Venció y dio muerte al rey moro de Granada, Abusaid el Bermejo, restableciendo en el trono a Muhammad V, destronado por aquél. Habiendo penetrado en España Enrique de Trastámara, que había ido a Francia a buscar auxilios, se hizo proclamar en Burgos rey de Castilla, y reunió otras muchas ciudades a su partido. Obligado Pedro a refugiarse en Bayona, dominio entonces de Inglaterra, volvió poco después acompañado del príncipe de Gales, Eduardo, llamado el Príncipe Negro, y juntos derrotaron en Nájera, en 1367, al ejército de Enrique con lo que le obligaron de nuevo a refugiarse en Francia. Pero volviendo éste poco después con refuerzos, se hizo fácilmente obedecer de las ciudades que ya le habían aclamado, y redujo a Pedro a una situación apurada sin que pudiera evitarlo el auxilio del rey moro Mahomad. Sitiado en el castillo de Montiel, sin esperanzas de defenderse, hizo ofrecer por conducto de uno de sus caballeros, Men Rodríguez, grandes riquezas a Bertrand Du Guesclin, capitán francés al servicio de Enrique, el cual inmediatamente dio parte a su señor, conviniendo ambos en que Beltrán aceptaría aparentemente el trato, a fin de hacer salir del castillo a Pedro y, en efecto, apenas llegó Pedro a la tienda de Du Guesclin, acompañado de Men Rodríguez, entró Enrique, y dio muerte a su hermano con la ayuda de uno de sus parciales. Cortándole la cabeza, la expusieron con el cuerpo en las almenas del castillo de Montiel; después la enviaron a Sevilla, sepultando el cuerpo en Montiel, de donde fue luego trasladado a Puebla de Alcocer, y por último al convento de Santo Domingo de Madrid. Esto dio lugar al fin de la rama legítima de la casa de Borgoña y comenzó la rama ilegítima de Trastámara.
A CONTINUACION LOS HECHOS DESTACADOS DE SU REINADOPedro I de Castilla, el Cruel o el Justiciero nació en Burgos, España el 30 de agosto de 1334 y falleció Montiel el 23 de marzo de 1369. Hijo de Alfonso XI de Castilla y María de Portugal, reinó sobre Castilla y León entre 1350 y 1369, año en que fue asesinado, posiblemente por su hermano bastardo Enrique de Trastámara, el futuro Enrique II de Castilla, contra quien luchó durante todo su reinado.
Leonor de Guzmán
Su primer acto en el poder fue ceder a las instigaciones de su madre. Mandó a encarcelar a Leonor de Guzmán, a la que, sin otro delito que haber sido amante de Don Alonso, se la llevó a prisión y posteriormente fue decapitada en el Alcázar de Talavera.
Con este primer atentado, pues no de otro modo puede caracterizarse, Don Pedro captó la enemistad de los hijos de la infeliz señora, de los que el mayor, que era don Enrique, conde de Trastámara se refugió en Asturias para huir del enojo del rey; aunque no dejó de relacionarse con sus hermanos don Fadrique, maestre de Santiago, y don Fernando y don Tello, señores de Ledesma y Aguilar, para vengar el asesinato de su madre. Posteriormente cuando el rey de Aragón convocó a Enrique, a sus hermanos y a nobles castellanos contrariados con don Pedro, para hacerles la guerra a éste y germinando la división, la contienda se convirtió en una despiadada guerra civil.
Juan Alonso de Alburquerque
Tenía mucho, sino la mayor parte, en éste y en los sucesivos actos de inusitado rigor, a que se entregó en adelante el monarca, su privado, don Juan Alonso de Alburquerque.
Intento de sedición de la nobleza
Temiendo el citado Juan Alonso su caida, al ver concitada en su contra toda la nobleza y el intento de sedición de don Juan Nuñez de Lara atajada por su muerte, resolvió amenguar en lo posible los medios con aquella pudiera levantarse y con este fin aconsejó al rey que aboliese de una vez las behetrías, obteniendo mañosamente el beneplacito de las córtes que al intento se convocaron en Valladolid en el año 1351. Pero debatido largamente lo dicho, no se accedió a la abolición de las behetrías y sólo se acordó en ellas el casamiento de don Pedro y Blanca de Borbón Dieron ocasión a la rebeldía de los nobles, los desaciertos de los reyes, las <<minorías>> y las <<cuestiones dinásticas>> que se ofrecieron repetidamente.
Blanca de Borbón
Pero esta boda que habría sido señal de ventura, atrayendo la confianza de Francia, ya que Blanca era hija de Pedro de Borbón de Francia e Isabel de Valois, fueron causa de mayores males, que los que intentaban atajarse en la liviandad del rey.
María de Padilla
Había marchado don Pedro acontener los sublevados de Asturias, donde hizo las paces con su hermano don Enrique, cuando el valido para lisongear sus gustos le presentó en Sahagun, entre el acompañamiento de su esposa, una dama de singular belleza, María de Padilla hija de los señores de Villagera y fue tal la pasión que sólo su vista inspiró al monarca, que loco y desorientado no paró hasta conseguir una correspondencia amorosa con María que le hizo olvidar los compromisos ya contraídos con la citada doña Blanca, entregándose todo en brazos de su amada (fruto de esta relación fue una hija nacida en Torrijos atiempo que los embajadores mandados a Francia llegaban con doña Blanca a Valladolid).
Boda con Blanca de Borbón
En nada menos pensaba don Pedro que separarse de María de Padilla, pero su privado Juan Alonso de Alburquerque, que lejos de hallar en ella un instrumento dócil para sus planes, veía descollar un temible rival, consiguió convencer a don Pedro que fuese a casarse con Blanca de Borbón, celebrándose las bodas en Valladolid y ya creía Juan Alonso tener por suyo al rey, cuando al tercer día corrió a unirse con su amante en la Puebla de Montalbán.
Arresto de Blanca de Borbón
Cediendo a los consejos de su privado volvió don Pedro al lado de Blanca de Borbón, pero al poco tiempo la abandonó de nuevo para regresar al lado de María y mandó que se la arrestase a Blanca en Arévalo para no volverla a ver más (más tarde es llevada al Alcázar de Toledo, posteriormente al castillo de Sigüenza...hasta su fallecimiento en 1361 en Medina-Sidonia, municipio de Cádiz.
Los Padilla
Posteriormente, la caida del privado don Juan Alonso de Alburquerque y la elevación de todos los Padilla fueron consecuencia inmediata de lo citado anteriormente, si bien hijos ambos acontecimientos de la voluntad del rey, deseoso de probar su afecto a doña María y no de las intrigas y solicitud de ésta, que era querida cada día con más intensa pasión
Juana de Castro
Retirada del mundo y entregada al recogimiento y a la virtud vivía Juana de Castro, viuda de don Diego de Haro, a la que por desgracia vió el rey, Pedro I y con su gran hermosura, desear amarla fue obra de un momento en aquel inconstante corazón. Pero hallando una resistencia que no esperaba se aumentó su ardorosa pasión y persuadido que nada lograría con medios ilícitos, hizo que los obispos de Ávila y Salamanca reunidos en Cuellar le declarasen libre del vínculo con doña Blanca de Navarra y procedió a casarse con doña Juana de Castro (pero satisfecho el anhelo amoroso, la abandonó.
Coalición contra los Padilla
Posteriormente cansados de sufrir desafueros se habían coaligado Alburquerque, don Enrqiue, don Fadrique, don Tello y otros poderosos caballeros, a los que se unieron luego don Fernando de Castro, los infantes don Juan y don Fernando y don Juan de la Cerda y el pretexto de esta Liga era el siguiente:
Reponer a la reina doña Blanca en el lugar que le correspondía junto a su esposo
Alejar del lado de Pedro a todos los Padilla, estando unidos en tanto para resistir las demasías del rey
Cuando don Pedro tuvo aviso de las intenciones de los caballeros citados, puso su primer cuidado de sacar a Blanca de Navarra de Areválo y mandarla al Alcázar de Toledo (pero los habitantes de esta ciudad , vivamente conmovidos por la desgracia de la jóven reina se declararon en su favor, siguiendo al poco tiempo su ejemplo los de Cuenca, Talavera, Úbeda (Jaén), Baéza, Córdoba y Jaén).
El rey se encierra en Tordesillas
Con tan poderosa coperación los nobles citados coligados reunieron hasta 6.000 caballos y el correspondiente número de peones que forzaron a que el rey se ecerrase en Tordesillas (Valladolid)
Posteriormente la misma reina-madre les abrió a los coaligados las puertas de Toro, uniéndose a ellos y fue tal la preponderancian ue adquirieron, que don Pedro hubo de acceder a una transacción, presentandose en esta ciudad para tratar de ella.
Tal vez habría variado el aspecto de las cosas públicas y morigerádose el cáracter del rey, procurándose la tranquilidad, si los nobles coaligados hubieran obrado con cordura y desoido la voz del encono y la venganza. Pero pudiendo más ellos la pasión que la prudencia, hicieron lo siguiente:
Aislaron completamente a don Pedro
Desposeyeron de sus empleos a todos los Padilla, dándoselos a caballeros de los mas pronunciados en la facción opuesta
Los criados de la mayor confianza fueron presos a su misma presencia
Siempre rodeados de guardas de vista y de sus mas acérrimos enemigos, no era Pedro I dueño de su voluntad, ni podía hablar a nadie
La única libertad que se le permitía, era la de salir de caza y aun esta con tan minuciosas y depresivas condiciones, que en vez de placer y solaz, le proporcionaron únicamente disgustos y humillaciones
Huida del rey a Segovia
Por todo lo dicho anteriormente mal podía avenirse su altanero carácter a opresión tan vergonzosa, que mal su grado sufría; pero llegando al colmo la indolencia de los coaligados y la irritación del monarca, se aprovechó de la espesa niebla que cubría la atmósfera en una de sus cazerías y escapó a una de caballo con algunos pocos que pudieron seguirle, dirigiéndose a Segovia[ y fue señal de nuevas y prolongadas desgracias (temerosos de su venganza se unieron a él inmediatamente los infantes de Aragón y don Juan de la Cerda con varios coligados; don Fadrique se retiró a Talavera, don Tello a Vizcaya, don Fernando de Castro a Galicia y sólo quedaron en Toro don Enrique y la reina-madre).
Cortes en Burgos
En las Córtes de Burgos del año 1355, hizo presente lo siguiente:
El desacato que habían cometido los <<Grandes>> contra su persona
La necesidad de que recibieran su castigo <<a todo trance>>
Con este fin pidió auxilios para levantar un ejército
El Reino le concedió un servicio extraordinario de dinero para pagar la gente de guerra
Con tan poderosa ayuda y despues de haber despedido las Córtes marchó don Pedro sobre Toro, de donde fue rechazado con mucha pérdida, a tiempo que sabedor de la honda división que había entre los defensores de Toledo y creyendo más importante apoderarse de esta ciudad y de doña Blanca, volvió sus fuerzas contra ella.
Pronta fue la resolución del rey para llevar a la práctica sus intenciones pero el de Trastámara logró atajarlas, acudiendo apresuradamente a socorrer a su hermano don Fadrique, que se hallaba en Talavera, y mientras don Pedro se detenía en Torrijos a tratar con los que querían entregarle a Toledo, se presentaron ante los muros toledanos, ambos hermanos con las fuerzas reunidas para poner la ciudad en estado de completa defensa, pero no pudieron llevar a la práctica lo planeado por la inesperada resistencia que opusieron a su entrada los habitantes toledanos, protestando estar pendientes de las negociaciones que estaban realizando con Pedro I.
Fue tal el enojo que causó esta conducta en el ánimo del conde, que dando rapidamente un rodeo a la ciudad tras los cerros que la circundan, entró violentamente por el puente de Alcántara y se lanzó con los suyos sobre los que se habían opuesto a su entrada, haciendo una horrible matanza en sus filas.
Poco, les duró, sin embargo, su efímero triunfo, porque presentándose al día siguiente el rey sobre la citada ciudad de Toledo y apoderándose de ella, a pesar de la tenaz resistencia de sus hermanos, tuvieron que escapar hacia Talavera, para eludir los terribles efectos de su venganza, que no tardaron en hacerse sentir.
Cuantos habían favorecido los intereses de la Liga de coaligados tuvieron que padecer en mayor o menor grado la severidad del rey, que impuso a muchos caballeros, y a 22 ciudadanos la últma pena.
Una vez tranquilizada Toledo, se condujo a la desdichada doña Blanca al castillo de Sigúenza y regresó don Pedro a sitiar Toro, a cuya ciudad consiguió entrar, teniendo que retirarse al alcázar la reina-madre con el conde y su hermano don Fadrique (pero exaustos ya de recursos y mantenimientos, apremiado el cerco de la fortaleza cada vez con más dureza y conocedores de que sus mismos soldados les vendían, hubo de escaparse don Enrique, huyendo a Galicia y don Fadrique se vió reducido a hacer causa común con los que secretamente trataban de franquear las puertas del alcázar a las tropas del rey).
Ejecuciones de Esteban Carpintero, Rui González de Castañeda y otros
Posteriormente, los excesos que con este motivo se perpretaron, asesinando en presencia de la misma reina-madre a Esteban Carpintero, Rui González de Castañeda y otros indiviudos principales, forzaron a esta señora a fugarse horrorizada al lado de su hermano el rey de Portugal y la turbación y pavor que hicieron cundir tales ejecuciones, sirvieron para que todos los asociados depusiesen las armas, acogiéndose a la clemencia del rey.
Puerto de Santa María
Un suceso súbito ocurrido en el Puerto de Santa María donde se hallaba don Pedro, fue origen de que la tranquilidad volviera a alterarse y tomase auge una asoladora guerra que vinó por último a costar la vida y la corona al malhadado monarca.
Había don Pedro acudido a las almadrabas de Sanlúcar de Barrameda para procurarse alguna distracción, cuando diez galeras de Aragón, que bajo el gobierno de Francisco Perellós iban en auxilio de Francia contra Inglaterra, fonderaon el puerto donde había surtas dos naves de la República de Génova, abarrotadas de mercancias.
Tentado el almirante aragonés por la perspectiva de un copioso botín, y pretestando la enemistad que a la sazón se hallaban Aragón y Génova, se adueñó inesperadamente de ellas a vista del rey, conculcando los respetos debidos al monarca y al abrigo que le daba una nación amiga.
En vano fue que de don Pedro hiciese reclamar la devolución de la presa, amenazando tomar represalias, pues rechazando el almirante cuantas razones le hizo presentes Gutierrez de Toledo, mandado al efecto por el rey, se hizo a la vela, dando así motivo para que se llevase a efecto la amenaza de someter a presidio y embargar los bienes a cuantos catalanes había a la sazón en Sevilla.
Desafuero tan atrevido no podía menos de creerse hecho a propósito, y convencido de ello don Pedro, envió a Gil Velázquez de Segovia, uno de sus alcaldes, para que exigiese del rey de Aragón un resarcimiento cumplido y la devolución de las naves, entregándole además a Perellós, para castigarle.
Posteriormente sucedió lo siguiente:
Pedro IV el Ceremonioso se negó a entregarle al almirante citado
Reclamó a su vez por el atropello efectuado contra sus súbditos, sin que pudiese a venir a términos de avenencia
Se exacerbaron las contestaciones y se declaró al fin la guerra por don Pedro
Obstinado el aragonés en contener la insurrección de Cerdeña, se hallaba en mucho más desventajosa posición que su contrario; pero supliendo la intriga a la fuerza llamó a su lado al conde don Enrique, a sus hermanos y a los demás descontentos de Castilla y se pasó de una pugna extraña a sanguinaria guerra civil
Armisticio propuesto por el legado del Papa
En los primeros meses de guerra, la suerte de los hecho de armas le fue adversa al rey de Aragón y aceptó de buen grado la intervención del legado del papa, Inocencio VI, que intentó que los contendientes aceptasen un armisticio, al que accedió don Pedro a condición de que el monarca aragonés echase de sus estados al conde de Trastámara y sus partidarios.
Incitados por el de Aragón y llamados por él en su socorro, parecía natural que se hubiese opuesto a tan violento requerimiento del de Castilla; pero lo admitió y dejó desamparados a su destino a los proscritos castellanos.
Ventajosa era a la sazón la situación de don Pedro, que pudó muy bien haber sacado partido de ella; pero <<cercado>> por todas partes de enemigos ocultos, temiendo a cada paso una asechanza y en cada hombre una maquinación, enojado con las confidencias adquiridas de las confabulaciones de varios <<Grandes>> que trataban de abandonarle, no se ocupó más que de atajar la sedición que conminaba a su trono, inmolando a los principales jefes de ella para escarmiento de los demás
Tan infausta suerte cupo entre otros en el año 1358 a don Fadrique Alfonso de Castilla que fue muerto por varios ballesteros de maza en el patio del alcázar de Sevilla y al infante de Aragón don Juan, Señor de Elche y Vizcaya, que citado a Bilbao, fue asimismo asesinado por los heraldos del rey.
Don Enrique y don Fernando
Las dos personas citadas, Fadrique y don Juan, fueron víctimas del abandono de sus respectivos hermanos don Enrique y don Fernando, que habían hecho empeño común con el rey de Aragón y de los propósitos de revuelta y conjura que se decía iban a llevar a cabo; pero tan excesivo rigor, aplicado de un modo tan indebido y violento, sirvió sólo para encolerizar los ánimos mucho más de lo que a la sazón lo estaban, dando hasta una apariencia de legitimidad a la rebelión armada del de Trastámara y el otro infante de Aragón.
Sedientos ambos de venganza y aprovechándose del pretexto de tan sangrientas ejecuciones, acudieron con el doble ahinco a las armas, e incitaron al monarca aragonés para que quebrantara la tregua, invadiendo con su auxilio la Castilla, entrando a <<sangre y fuego>> don Enrique en las tierras de Almazan y Soria al paso que don Fernando asolaba el reino de Murcia.
Otro legado del Papa
Destruída por entonces la flota castellana aprestada contra la de Aragón por el ímpetu de una recia tempestad, mientras se pertrechaba otra, llegó un nuevo legado del Papa que a toda costa trataba en nombre de éste de avenir a los dos reyes cristianos y hubo proposiciones y exposición de agravios de una y otra parte, pero inútiles todos por las desmesuradas exigencias, prosiguió la contienda, a que dió nuevo pábulo o fundamento la declaración de rebeldes y condenación como tales que hizo publicar don Pedro contra sus hermanos don Enrique, don Tello, y don Sancho, el infante de Aragón y demas caballeros que con ellos estaban.
Lucha en los campos de Araviana
Furioso y excitado el de Trastámara, se encaminaba en busca de su hermano con 700 caballos, cuando en los campos de Araviana, de aciaga memoria por la muerte de los Siete infantes de Lara, halló las fuerzas que acaudillaban los capitanes de la frontera de Sevilla.
El choque entre las huestes fue terrible y empeñada la lucha que se trabó; pero rechazadas al fin las tropas reales, quedaron sobre el campo 300 cadáveres, entre ellos el de Juan Fernández de Hinestrosa, predilecto del rey.
Si duda hubiera costado este triunfo bien caro a los aliados, si las revueltas ocurridas a la sazón en el Reino de Granada donde fue destronado Mahomad-Yago aliado y amigo de don Pedro, no hubiesen distraido la atención de éste.
Fallecimiento de doña María de Padilla
Firmemente decidido don Pedro a expulsar al usurpador Mahomet-Aben-Alamar por la alianza que había hecho con el de Aragón, y la invasión de Castilla que como consecuencia llevó a cabo, tenía que reunir sus fuerzas y para ello hubo de concertar la paz propuesta por el legado del papa, replegando todas sus tropas sobre Sevilla, para marchar contra Alamar, pero el fallecimiento de María de Padilla vinó a sumirle en desesperación tan profunda, que sólo se ocupó de su desconsuelo (la Córte vistió de luto de su órden y se celebraron sus exequías en toda la monarquía con la mayor pompa y megestad).
Muerte de Doña Blanca
Tras el rudo golpe sufrido por don Pedro con la muerte de María de Padilla, pareció que su carácter se hiciera más áspero e inclemente, y lejos de ceder al clamor general, que imploraba se uniese a su esposa doña Blanca, le cobró tal odio y aborrecimiento que para acabar con las reclamaciones y quitar todo pretexto para ella, se dice que mandó darle muerte en Medina-Sidonia por medio de un tósigo o ponzoña y a despecho del gobernador don Iñigo Ortiz de Zuñiga, que la custodiaba, el cual hizo renuncia de su cargo para no legitimar tal acto de crueldad.
Toma de Guadix
Estos sucesos citados pasaban en el año 1361 y sosegado ya su dolor por el óbito de María, a principios del año siguiente decidió la toma de Guadix (Granada), mandando contra élla al maestre de Calatrava.
Pero habiendo acudido fuerzas muy superiores de los moros se trabó combate, que tuvo un éxito fatídico para los castellanos, quedando casi todos muertos o prisioneros y entre éstos últimos el citado maestre.
Posteriormente deseoso Alamar de granjerase y ganarse el favor de don Pedro, concedió la libertad de Calatrava y le mandó embajadores para rogarle que permaneciese neutral, pasando más tarde él mismo a Sevilla con valiosos presentes ( pero don Pedro ordenó decapitarle, enviando su cuerpo a Mahomad-Yago con la órden de que regresase para tomar posesión del Reino de Granada, que le había arrebatado el usurpador).
Francia
La muerte de doña Blanca despertó el resentimiento y la animadversión de la Francia, que Enrique de Trastamara trató de utilizar en su favor y sabedor de ello don Pedro, y antes de que se declarase la guerra con esta potencia, creyó debía de aprovecharse del descuido en que se hallaba el monarca aragonés, dándole un golpe que le obligase a estar despues inactivo en la contienda que se preparaba.
Con el objetivo citado, el de Castilla irrumpió en los estados aragoneses y tomó varios pueblos, entre ellos Ariza, Alhamar y cercó a Calatayud (Zaragoza), que al fin cayó en su poder en el 29 de agosto, despues de haber batido las fuerzas que al mando del conde de Osuna venían a ampararla y a auxiliarla.
Cortes en Sevilla
Habiánse reunido en el mismo año Córtes en Sevilla y ante ellas declaró el rey la legitimidad de su matrimonio con doña María de Padilla, haciéndose se sancionase solemnemente por ellas, y que se reconociese a sus hijos don Alonso, doña Beatriz, doña Constanza y doña Isabel , por herederos del trono.
Pero estando en lo mejor de la contienda de Aragón, recibió la noticia del fallecimiento de su hijo, con lo que se malograron sus más lisonjeras esperanzas, y hubo de retornar a Sevilla para poner órden a su sucesión.
<<Compañías Blancas>> de Bertrand du Guesclin
Tras lo dicho anteriormente, surgió entonces de la mente de don Enrique una idea que no había llegado a concebir:
Juzgó que la iiritación de los ánimos y la precaria situación del rey podían servirle para apoderarse de la Corona, saciando asi a un tiempo su ambición y su venganza
Pero no era fácil llevar a efecto esos planes, sin foráneo auxilio
Aprovechándose afortunadamente de los apuros del de Aragón, que a toda prisa demandaba su ayuda, estipuló como precio de ella que debía favorecer sus ambiciones al solio castellano, dándole seguridad de que asi obraría y cuando la obtuvo, marchó con 1.500 caballos a unirse al monarca de Aragón
Las ventajas que en las primeras reyertas obtubo y la buena voluntad que le mostraba el rey de Francia, le inclinaron a venir a este Reino, donde tomó a sueldo las célebres <<Compañías Blancas>>, que entregadas al pillaje y saqueo vagaban por el país, despues de acabada la guerra al mando de Bertrand du Guesclin y de Hugo de Careley, de imponente estatura.
Con ellos volvió a la península ibérica y emplazando a su lado a todos los descontentos que, acudieron en tropel, excepto Fernando de Castro, entró en Castilla por la villa de Alfaro y se apoderó de Calahorra (La Rioja), cuyas puertas le abrieron el obispo de élla y Fernan Sanchez de Tovar.
Ya había precedido a este paso una conferencia que hubo en Zaragoza entre don Enrique y el rey de Aragón, en lo que se había capitulado lo que de Castilla se había de dar a éste, asi que don Enrique se apoderase de élla, y que la infanta doña Leonor, hija del monarca, se casaría con don Juan, hijo del conde y con tales precedentes no dudaron los caudillos aragoneses aconsejar a éste se hiciese aclamar rey de Castilla, así que se apoderaron de Calahorra.
Burgos
Corría el año 1366 y don Pedro encerrado en Burgos no se atrevió a intentar cosa alguna, porque recelando de cuantos le rodeaban, temía a cada paso por su vida y aumentaba el peligro de su situación, lo siguiente:
Una traición nueva
Multiples deserciones
Los triunfos de don Enrique que de continuo llegaban a sus oídos
Por lo citado, llegó a ser tan apurada e insegura la situación del rey castellano, que rechazando de propia voluntad las ofertas que le hicieron en la población para defender su persona y su causa a todo trance, salió de la ciudad burgalesa, absolviendo antes del juramento de fildelidad a las ciudadanos, que posteriormente abrieron enseguida las puertas al usurpador, don Enrique.
Coronación de don Enrique en el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas (Burgos)
Dueño ya de toda Castilla la Vieja pensó don Enrique que era el momento oportuno de apropiarse de la dignidad real y de su coronación, que se verificó con el mayor enardecimiento y solemnidad, en el monasterio de Santa María la Real de Las Huelgas (Burgos)
Con la ocupación de Toledo que ejecutó sin resistencia alguna, quedó don Enrique en posesión de lo principal del Reino, y se vió don Pedro en el trance de abandonarlo y pasar a Portugal.
Luego, don Enrique, hizo lo siguiente:
Empezó a derramar <<a manos llenas>> todo tipo de indulgencias, gracias y recompensas
Todo lo dicho atrajó a su empresa a sus más enconados enemigos
Se afianzó su posición, hasta tal punto que asi que tomó Córdoba y entró en Sevilla, despidió a las <<compáñías blancas>>, que había traido de Francia, quedándose solo con 1.500 lanzas capitaneadas por Du Guesclin
Don Pedro a Galicia
Entretanto, el desdichado don Pedro, fue expulsado de Portugal, cuyo monarca se negó a proporcionarle apoyo y auxilio y se dirigió con su familia a Galicia donde el tan generoso como ofendido don Fernando de Castro le recibió favorablemente, reuniendo una hueste de 2.000 infantes y 900 caballos, que puso a su disposición.
Bayona
Pero el destronado rey no quiso fiar su suerte a tan escasas fuerzas y partió a Bayona, con el fin de implorar la protección del rey de Inglaterra, estando en élla el caballero Eduardo de Woodstock, <<El Príncipe Negro>> para quien todo lo noble y generoso tenía un aliciente irresistible, hallando muy propio de sus hidalgos sentimientos, ayudar a un rey desvalido contra sus rebeldes súbditos, hasta colocarle otra vez en su trono y ocurrió lo siguiente:
Le facilitó a don Pedro armas, dinero, tropas y mantenimiento
Unió sus esfuerzos a los de Castro y los pocos parciales de don Pedro
Presentaron casi instantaneamente un ejército que hizo vacilar en su mal trono a don Enrique
Pasada ya la frontera de Navarra, los pueblos de Castilla empezaron a pronunciarse en favor de don Pedro, temiendo los efectos de su severidad y su presencia vinó a animar a los mas pusilánimes o apocados, que abandonaran a don Enrique con la misma celeridad o rapidez que antes se habían declarado por él
Furiosa pelea en las inmediaciones de Nájera
Despues de varias marchas combinadas y cuando menos se esperaban, llegaron a avistarse los dos ejércitos, en las inmediaciones de Nájera, a las margenes del río Najerilla y abandonado don Enrique de parte de los suyos, y entre ellos de su mismo hermano don Tello, hubo de sucumbir al mayor número, a pesar del heróico valor de que hizo alarde, huyendo derrotado y casi solo acogerse a Francia, donde dió rienda suelta a su desesperación.
Victorioso don Pedro y recuperado el perdido poder, era de suponer que <<amaestrado por la desgracia>>, procurara captarse el amor de sus vasallos, por medio de la clemencia y un dadivoso perdón. Pero inexorable en su justicia y arrastrado por su impulsivo carácter, el castigo de los principales rebéldes siguió inmediatamente al triunfo qu acababa de obtener.
Nuevo ejército de don Enrique
En el vecino reino de Francia, no holgaba entretanto don Enrique y popular en él por haberse declarado vengador de la infortunada doña Blanca, y teniendo la peculiaridad de atraerse todas las voluntades por su cordial carácter, sus liberalidades y la generosidad con que premiaba a cuantos le servían, logró concitar en su favor al rey, al conde de Fox y al duque de Anjou y muy pronto se halló a la cabeza de un corto pero destacado ejército (fue aumentado en número con los descontentos que venían de Castilla y los que temían la dureza del justiciero o sañudo rey).
<<El Príncipe Negro>> se retira de la contienda
Posteriormente sucedió que don Pedro no cumplió la palabra empeñada al de Gales de otorgarle el Señorío de Vizcaya y descontento además con el proceder del rey castellano, regresó a Inglaterra con sus tropas, aprovechándose oportunamente don Enrique de esta circunstancia que desgastaba en tanto grado el partido del don Pedro, pasando los Pirineos y atravesando velozmente el valle de Andorra y todo el Aragón, llegó a las riberas del Ebro ]sin que nada se le opusiese y apeándose del caballo y sabedor que en el citado río empezaba la tierra de Castilla, hizo una cruz en la tierra, pronunciando las siguientes palabras: Juro que nunca en mi vida, por necesidad que me venga, saldré de Castilla, antes esperaré allí mi muerte o estaré a la ventura que me viniere.
Castillo de Montiel
Don Pedro mandó matar en Sevilla a Diego García de Padilla e inició la marcha y en el recorrido se encontró con su hermano, acompañado por Du Guesclin y trabaron lucha cerca del castillo de Montiel.
Tras el triunfo de don Enrique el 14 de marzo de 1379, puede decirse que se decidió la suerte de la contienda a favor de éste, a quien los pueblos todos de la monarquía se apresuraban a rendir homenaje como su rey y señor, mientras que don Pedro encerrado en los muros del castillo, en cuyo circuito había establecido don Enrique una vigilancia constante y suma, se veía en la mas triste situación, por lo siguiente:
Exhausto de toda clase de recursos
Desprovisto de los primeros artículos de mantenimiento
Un enemigo implacable, don Enrique
Temor y desconfianza hacia los suyos
Solo pensaba en salvar su vida, única ventaja a que podía aspirar
Rodríguez de Sanabria
El caballero Rodrígues de Sanabria, caballero muy leal de don Pedro, pidió al asociado de don Enrique, Du Guesclin, una conferencia en su tienda y otorgada, no dudó Sanabria en pedir al francés que si protegía la huida del castillo de don Pedro, se le entregaría los señoríos de Soria, Almanza, Atienza y otros, con 200.000 doblas de oro
Lucha de don Enrique y don Pedro
Du Gueclin dió parte del suceso a don Enrique y obtuvo de éste iguales beneficios y mercedes y aun otras mayores si conseguía atraer al destronado monarca a su tienda y con semejante fin aparentó el bretón acceder a los deseos de Sanabria, previniéndole que era menester que don Pedro se presentase en su tienda al caer la noche del 23 de marzo y que desde allí sería conducido con segura escolta a un lugar donde nada tendría que temer.
Muy ajeno el infortunado rey a la felonía o canallada del caballero francés Du Guesclin, salió con hora prefijada con tan solo tres caballeros de su confianza, pasó a la tienda del villano extranjero que le vendió. Pero las reticiencias de Du Guesclin y su tardanza en conducirle, inspiraron sospechas en don Pedro, que decidió regresar a la fortaleza amurallada de Montiel, cuando avisado secretamente el de Trastámara, se presentó furioso en la tienda lanzando insultos contra el hermano, a quien ya ni siquiera conocía.
Posteriormente, tras decirle alguien a don Enrique, Ahí esta vuestro enemigo, contestando arrogamente don Pedro Yo soy, se empezó una lucha cruenta entre los dos hermanos, <<brazo a brazo>>, y con las dagas <<sedientas de sangre>>, Du Guesclin prestó su ayuda a aquel, en situación mas compometida que don Pedro, y éste murió en dicho enfrentamiento, quedando decidida en tan feroz lucha la suerte de Castilla y de la arena enrojecida se alzó fratricida y triunfante el que había de ser rey Enrique II, con el semblante cubierto de sangre y polvo.
Era blanco, de buen rostro autorizado con cierta majestad
Cabellos rubios
Cuerpo descollado
Ceceaba un poco a la manera andaluza
Muestras de osadía y consejo
Su cuerpo no se rendía con el trabajo, ni su espíritu ante ninguna contrariedad
Muy aficionado a la cetrería
Muy mesurado en el comer y en el beber
Dormía poco
Era muy laborioso en la guerra
Desmedida avaricia
Se dejó subyugar por la lujuria
Cruel (para otros justiciero)
Valoración de don Pedro
Los cronistas coetáneos a don Pedro le tildaron de <<Cruel>> y para algunos la prosperidad no ha hecho justicia a don Pedro ( en el siglo XVII y XVIII aparecen defensores e incluso apologístas de éste, que le apellidaron <<El Justiciero>
Violento de genio y acilarada su vida con las continuas defecciones de los <<Grandes>> y las pretensiones de los nobles, la traición velaba en su derredor y la desconfianza minaba su existencia y fue por tanto don Pedro, 'lo siguiente:
La encarnación en el trono del espíritu feroz y sanguinario de una época en que libraban guerra la aristocracia y la monarquía (el poder real iba cercenando los privilegios de la nobleza que pretendía resistir hasta el último extremo y aun como su fuerza era inmensa, para contrarrestarla los reyes , procuraban imponerse por el <<terror>>)
Por tanto, trató de humillar a sus contrarios y dejándose llevar por su carácter exaltado y vengativo, se mostró implacable con los nobles altaneros que desacatando su autoridad, contra él hacían armas o rastreramente fomentaban discordias y rebeliones y le <<cupo en suerte>>, como otros reyes contemporáneos suyos, llevar el dictado de <<Cruel>>
Debidas las noticias que tenemos de su reinado al cronista don Pedro López de Ayala, acérrimo partidario de don Enrique, no es extraño que mirase con pasión y escribiese con parcialidad los hechos de su monárca, cuya muerte era preciso legitimase en algún modo, pues que había sido dada por la persona misma á quien tenía que encomiar y esto no podía conseguirse sino concitando en su contra los corazones generosos a fuerza de hacerle odioso por su crueldad .
El rigor extremo de que usaba el rey en su justicia y sus desenfrenadas pasiones amorosas, daban por otra parte harto pábulo a cuantas atrocidades quisieran achacarle y Ayala supo aprovecharse oportunamente de éstas circunstancias
Acátese como héroe por unos al que otros apellidan malvado:
La Tradición popular ha visto en este monarca el rey justo por excelencia, el enemigo de los grandes y defensores de los pequeños y apenas había aldea en España donde los ancianos al amor de la lumbre en las veladas de invierno, dejasen de referir algo de las muchas anécdotas que ha inventado la rica imaginación popular, para presentar como juez infalible y recto a don Pedro
El pueblo odiaba a la nobleza y las venganzas del monarca, de carácter fogoso e inclinado a la ira, recaían por general en personas de alta clase, le parecían justas cuando pesaban sobre aquellos poderosos magnátes, acostumbrados a ejercer tiránica dominación
Los asesinatos de don Pedro no llegaron a las últimas esferas sociales , con cuyos individuos se relacionaba amistosamente
La poesía que se alimenta de las tradiciones populares y del sentimiento nacional, representó bien pronto a don Pedro con el carácter de justiciero
Por otra parte que razón ha de haber para prestar un ciego consentimiento al único contemporáneo de don Pedro, cuyo escritos han llegado hasta nuestras manos, añadiendo a la circunstancia de que es el único, su declarada enemistad contra el monárca, al paso de la necesidad en que se hallaba López de Ayala de adular al hombre de quien era partidario, don Enrique, y cuyo reinado empezó con la muerte de su hermano, se concebirá con cuanto más apoyo y fundamento debe dudar el escritor imparcial de esos inhumanos y casi increíbles hechos que se atribuyen al llamado por ellos Pedro el Cruel
Cuando llegue a descubrirse el paradero de la crónica de su reinado que se dice escribió Juan de Castro (no confundir con otro Juan de Castro, agustino y arzobispo del nuevo Reino de las Indias), obispo de Jaén, tambien contemporáneo suyo, y que no figuró entre los partidos de la época, podrá formarse un juicio exacto y fundado del verdadero carácter del desventurado don Pedro (pero según el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, con información más actualizada, en la Biblioteca Real de España, se guardan 16 manuscritos que ilustran la vida de don Pedro y uno de ellos es la anhelada Crónica de D. Juan de Castro, obispo de Jaén?. Otros manuscritos: Razon de las muertes que hizo; Su historia verdadera; Testamento en Sevilla, año 1362, ect)
Hasta entonces y mientras no haya otros datos que los suministrados por su enemigo personal Ayala, lícito deber ser ya un asi lo exige la justicia, que no se sancione ese dictado tan odioso y harta desgracia tuvo don Pedro en verse cercado durante toda su vida de asechanzas, motines y traiciones, que al fin le condujeron a la muerte, sin que su memoria se infame en la historia, cuyas páginas hoy más que nunca deben ser dictadas por la más severa imparcialidad
Algunos autores que traten de lo dicho
Labor legislativa bajo su Reinado
Sancionó un <<Ordenamiento de menestrales>>, curiosa ley que vió la luz en el año 1351, debida a las quejas de sus vasallos que estaban en el mayor descorazonamiento porque no se cultivaban las haciendas o heredares y los que las querían trabajar demandaban tan excesivos precios y jornales que no se podían pagar por los propietarios
Para subsanar éstos y otros males el <<Ordenamiento>> decía lo siguiente:
Se condenaba la ociosidad
Prohibía la mendicación
Determinaba los jornales y salarios
Mandaba las horas de trabajo en cada estación del año
Señalaba el valor de las mercaderías o productos
Ratificó a solicitud de las Córtes reunidas en Valladolid, D. Pedro lo establecido en la obra <<Las Siete Partidas>> sobre la inviolabilidad de los Procuradores de las ciudades y villas, proscribiendo a los Tribunales de Justicia conocer de las querellas que ante ellos dieren de los Procuradores durante el tiempo de su procuración <<hasta que sean tornados a sus tierras>>
En las mismas Córtes corroboró, enmendándolo el <<Ordenamiento de Alcalá>>, ley del tiempo de Alfonso XI de Castilla y León qu daba fuerza legal a las <<Partidas>>
Legitimó de nuevo el <<Fuero Viejo>> de Castilla que publicó en el año 1356
Con la intervención del rey en las citadas Córtes:
Se aprobaron leyes contra los malhechores
Se organizó la administración de justicia
Se promulgaron disposiciones para el impulso de la agricultura, la ganadería y el comercio
Se atenuaron los encabezamientos de los pueblos por haber menguado el valor de las fincas
Se procuró aplacar la desmoralización pública
Se intentó refrenar la relajación de las costumbres de religiosos y laicos
Se trató de mitigar la suerte de los judíos, consintiéndoles que en las villas y ciudades, morar en barrios apartados y que designasen alcaldes que entendieran de sus litigios
Saludos
