Mensajepor skeet » 17 Nov 2014 12:46
Dicho esto ayer tuvimos un día muy bonito con las perdices, otro más.
Es increíble el instinto de supervivencia de estos animales. Después de casi 30 años cazándolas parece mentira que no dejen de sorprenderme, por eso me gusta cazarlas, esa magia que tienen es interminable y engancha como la peor de las drogas.
Estábamos cazando una sierra de pinos que acaba a menos. Bajaban los guarantes cara a mí, yo escondido con la intención de matar alguna a ojeo. Esa perdices suelen bajar templadas, a muy poca altura buscando refugio.
De repente pasa un misil por encima de mi cabeza, a favor de viento, alta, sin hacer ruido, me vuelvo, vacío como buenamente puedo la escopeta y tengo la sensación de que la toco. La perdiz sigue volando sin darle a las alas y para como a unos 300/400 metros. Arranca a correr pero le fallan las fuerzas, consigue llegar a unos olivos, entra andando acusando los tiros, corro hacia ella pero la pierdo de vista. Llego al sitio y me encuentro un cascajo empapado de sangre, compruebo que es fresca y a buscar, Vuelta para aquí, vuelta para allá...... nada de nada. Mis sensaciones me dicen que se ha "aplastado" y allá donde estuviere estaría muerta porque si corría tenía las patas enteras y teniendo en cuenta que los tiros fueron de culo sangrando tanto tendría herida de intestino por lo tanto herida mortal.
Después de perder 20 minutos lo dejamos por imposible con esa desazón que produce dejar una pieza tan bonita y valiosa en el campo para que sea la cena del raposo de turno.
Justo acababa de quitarle medio kilómetro más arriba otra rojilla a ese mismo bando pero una cosa no atemperaba la otra, me había quedado sin perdiz. Acaba la jornada muy bien, cumplimos con nuestros cupos y nos vamos a tomar un refresco y un pintxo, nos lo habíamos ganado. Estando de tertulia vermutera aparece un colega cazador que tiene buenos perros, charlamos y le cuento lo sucedido. Le digo que la perdiz está muerta seguro, que si los perros dan con ella la cogen sí o sí.
Terminamos el trago y nos vamos con los perros del amigo. Vuelta para aquí, vuelta para allá...... nada. En una de estas me dice: "Habéis mirado aquel ribazo?" Le digo: "no, ahí no ha llegado no de coña, la perdiz está seca donde haya parado". Pues bien, vamos allí a unos 50 metros y de repente al pasar la perra de este hombre salta la perdiz más de un metro, arranca a correr, llega a unas matas pero la perra justo la coge.
Increíble. Hubiera apostado la escopeta a que esa perdiz estaba muerta y la hubiese perdido. Tampoco podía creer cómo había llegado hasta allí, no le encontraba explicación tan sólo al hecho de que estuviera viva. Increíble.
La cojo y tenía un ala rota del tiro, pese a ello voló como 300/400 metros. A la altura de lo que sería la ingle de un humano tenía un agujero importante de 4-5 milímetros por donde perdía sangre que le corría por la pata y que era la que dejaba en el suelo..... Qué pasada de animal. Bravo, bravo por la perdiz, bravo por ser perseverante con mi convicción de que se podía cobrar, bravo por los perros de este hombre, bravo por la caza que nos genera momentos así, malos y buenos, crueles y amables.