Mensajepor EduardoLaporta » 02 Jul 2013 22:06
Yo lo veo un poco diferente.
No voy a ser cruel. Lo que voy a escribir son hechos objetivos.
El chache es Licenciado en Geografía y Ordenación del Territorio. Durante la carrera me topé con... cómo decirlo, el ocaso de una generación. La degeneración del ocaso. No sé. Acartonados especímenes eméritos arrastrando sus quejumbrosas osamentas y rumiando cosas ininteligibles en frente de nosotros, con la cabeza en algún otro lugar 40 años atrás, usando TRANSPARENCIAS Y RETROPROYECTOR EN PLENO 2007, tardando eterrrrnos segundos en poner otra -separarla, ahora se le cae, que la pone al contrario, que enfoca,- teníamos entre otros mamuts a la Doctora Valium, un demonio de ojos centelleantes capaz de mandar callar a una audiencia de 8 alumnos en una sala enorme cuando hacía rato que estaban perfectamente callados esperando que comenzase con las explicaciones. Otro que era tan viejo y tan cabrón que de pie conservaba la curvatura de una persona normal que estuviera dibujando en una mesa. Susurraba, apenas, para putear, bajando la intensidad de la voz en los momentos clave como cuando daba la bibliografía, o jodía la marrana hablando -para su ombligo- durante 90 minutos de una puta fórmula de su invención para la pérdida de suelo, esperar al timbre, escribirla en la pizarra cogiendo la tiza como si fuera un boli, con caracteres imposibles de distinguir con una vista normal desde la primera fila de pupitres sin un Leupold 60x, para acto seguido borrarla antes de que nadie pillase nada. Dos puntos menos salvo para el lameculos o la lameculos que mejor lama el culo, y si es inteligente, conservará el secreto.
Otra neurótica cincuentona -la juventud del staff docente- me cogió fumando al día siguiente de la prohibición de hacerlo en los pasillos,probablemente porque ni me había acordado, me agarró del brazo ¡y me levantó la mano!! Juro que por un momento pensé que me abofeteaba!! Pero hubiese preferido eso a tener que soportar sus putas clases de comercio, que hubieran hecho pedazos el cerebro más simple, que habrían llevado al suicidio a alumnos sólo un poco menos duros que nosotros. Una retahíla de chorradas inconexas soltadas en frases cortas que invariablemente acababan en una serie de "eh? eh? eh?" como si le diera un ataque. La clase duraba tres horas. Y como sólo cuatro mataos fuimos tan pardillos de elegir esa disciplina, uno ni siquiera podía abstraerse. Allí estaba ella con sus eh, eh, eh revoloteando. Llevaba el pelo corto y yo siempre pensé que era de ultra derecha pero un buen día tras unas elecciones nos deslumbró con un traje de chaqueta y pantalón rojo brillante con zapatos de tacón de igual color.
Podría contar mil y una. Desde suspender exámenes perfectos, de diez, inmaculados, y de fácil comprobación pues se pedían artículos de una ley por puntos, que había que reproducir de memoria por escrito, hasta el profesor de geopolítica que se explayaba horas hablándonos de Coca-cola y American Fruit Company. Otro nos hizo estudiar a palo seco una ley integral de 200 páginas por los dos lados con letra pequeña y formato BOA: sin espacios ni sangrados. Lo cojonudo del caso es que a ese asqueroso psicópata le derogaron su mierda de proyecto de ley, y se vengó en nosotros haciéndonos embaularla. Mi cerebro escupió eso en cuanto no lo necesitó y sólo me acuerdo del nombre del proyecto de ley, que me callo por pudor.
Competentes, cuatro. Cuatro tíos que echaban el resto, le ponían ganas, estaban a la última, y conseguían sorprenderte un par de veces por aula.
Seguramente como alumnos no éramos mucho mejor que ellos como profesores, así que nadie me acuse de ventajista. Además uno todavía era joven y disfrutaba de los placeres de la noche y la soltería... por lo que seguramente muchos días no llegaba exactamente en condiciones.
Me arrepiento mucho de no haber estudiado algo que me diera más agarraderas y que dependa tanto de la creatividad y amor por el terreno, las gentes, los sistemas humanos.
Luego he trabajado por cuenta propia en un par de rolletes sobre Ordenación del Territorio, y he sido profesor de Instituto. Ahí lo he visto al contrario, pensando cómo era posible que esa gente tan extraña fuera a llegar en su inmensa mayoría a la Universidad, si con dificultad los recomendaría para cuidar bajo vigilancia los cerdos que decía Cabo Tito. Insigne oficio, porquero, que se lo nieguen a Pizarro.
Me he encontrado una gama de absolutos incompetentes tanto en el funcionariado -hoy en día pedir información por teléfono es una auténtica locura, ya no digamos presentarse allí e interrumpir su inopia- como entre la gente del comercio. Telecomunicaciones: es indescifrable. El mecánico: te dice que te busques tú las piezas. No hay una sola tienda de teléfonos en la que el tipo que atiende sepa cómo funciona un teléfono por dentro, y eso es una locura.
Un saludo!
Soy el usuario conocido como ThisCharming.