Que tal de nuevo.
A mí me apasiona la historia. Creo que estudiándola de la forma lo más objetiva posible podemos llegar a comprender el origen de muchos, quizá hasta de todos, de los problemas que nuestro mundo padece en la actualidad. Y siempre resulta lo mismo. Como dije en un mensaje anterior, no creo que existan ni buenos ni malos, quienes estén en posesión de la verdad y quienes estén equivocados, ni que las cosas sean blancas ni negras. Las herramientas que tenemos a nuestra disposición para alejarnos del fanatismo y la intolerancia son la cultura y el conocimiento, y cuanto menos tengamos de ambas mejor para los que nos dirijen. Cuando desde que eres niño tus propios padres son los que te inculcan una serie de creencias que quedan grabadas en tu interior a fuego, es muy difícil llegar a ser objetivo. Si cualquiera de nosotros naciera (por ejemplo) en el seno de una familia de una comunidad racista del sur de los USA en la que desde que tienes uso de razón te están constantemente diciendo que el mejor lugar en el que puede estar una persona de raza negra es colgando de una soga atada a la rama de un árbol, la inmensa mayoría de nosotros diría a esto amén. Yo no dudo de que en la actualidad los israelíes cometan multitud de abusos y tropelías sobre la población palestina, pero también creo que si estos últimos tuvieran la posibilidad de borrar del mapa a todos los judíos, la mayoría de ellos lo haría.
Voy a contar (animado por las varias Voll-Damm que me he tomado hace un rato, todo hay que decirlo

) una anécdota personal que creo que tiene que ver un poco con todo esto. Tengo una amiga que hace ya muchos años se marchó a trabajar a una ciudad que, si bien no pertenece al País Vasco, el entorno abertzale la considera integrante del espacio que ellos denomina Euskal Herría. Esta amiga mía vivía en un piso compartido, y de cuando en cuando yo iba a visitarla (por San Fermín ese piso parecía una pensión

). En los primeros años en que estuvo allí, una de sus compañeras de piso era una chica muy agradable y atractiva (al menos para mí) de un pueblo de Guipúzcoa (no recuerdo cual era), al parecer de una familia abertzale hasta la médula. Dado que yo por aquel entonces ya era GC, a todos los efectos y para evitar malos rollos con cualquiera de los que andaban por aquel piso, trabajaba como vigilante de seguridad. Pues bien, resulta que curiosamente desde el primer momento que nos conocimos se estableció entre esa chica y yo esa especie de "feeling" que muy de vez en cuando tiene lugar entre dos personas que aunque se desconozcan parece que hayan estado juntos toda la vida. Mismos gustos musicales, misma forma de hablar, similar forma de vestir, etc. Yo sabía de sus creencias e ideología porque mi amiga me había advertido previamente de ello, pero la verdad es que nunca en el poco tiempo que estuve con ella hablamos ni una sola vez de política. A mí, ideologías aparte, la verdad es que me caía de puta madre y me lo pasaba genial con ella. Joder, me sentía a su lado como si fuera un infiltrado. Todavía a día de hoy 20 años después (a esta chica no la volví a ver nunca) de vez en cuando mi amiga saca este tema a relucir y aún se parte la caja y se hace cruces a partes iguales recordando la situación, diciendo que si esta chica hubiera llegado a enterarse de la situación sin duda le hubiera pegado fuego a su colchón. A lo que quiero llegar es a que creo que es una verdadera lástima que a las personas se nos llegue a inculcar debido a oscuros intereses este odio visceral hacia los que nos dicen que no son como nosotros y que nos quieren presentar como nuestros enemigos naturales. Negro y blanco, derecha e izquierda, cristiano y musulmán, serbio y croata,... Qué pena.
Salu2.
