VBull escribió:Lo que tu digas corazón, como siempre. Vuestras plegarias (sobre la nacionalización de Bankia) han sido escuchadas y vuestras peticiones atendidas, ahora a disfrutar del espectáculo. Saludos.
Vayamos por partes.
Las nacionalizaciones, por definición, no son ni buenas ni malas.
Todo depende de cómo se hagan y, sobre todo, para qué.
El problema es que, en este país, que no es Islandia, las nacionalizaciones de entidades financieras han sido un pozo sin fondo de dinero público para sanearlas y venderlas luego a los amigos a precio de saldo.
Vayan a continuación un par de ejemplos para el asueto, alborozo y regocijo tanto de los observadores cautos como de los despistados contumaces.
BANESTO:
El comprador de Banesto, el Banco de Santander, recibió en su día un alud de dinero público para reflotarlo entre acusaciones de fraude fiscal multimillonario.
Rafael Pérez Escolar, ex consejero de Banesto, intervenido por el Banco de España en 1993, se querelló por apropiación de dinero público contra Emilio Botín. Acusó al presidente del Santander no sólo de haber recibido 4.500 millones de euros del erario público, sino de que la no utilización de esos fondos públicos para una morosidad artificialmente exagerada produjo un delito tributario que cifró en 1.570 millones de euros.
Con otras palabras: La tesis del querellante y no pocos observadores era que el Santander consiguió ser el primer banco de España gracias a un Banesto que le regalaron (todos los contribuyentes) y que, además, le sirvió para embolsarse casi 2.000 millones de euros, con lo que Botín se convirtió en el banquero más importante del país. En paralelo, a su hija Patricia le cayó la pedrea de Banesto por "méritos propios" y no por "herencia y bragueta", desafortunada expresión acuñada en su día por un ex senador cántabro respecto a las dinastías.
UNNIM:
Unnim requirió la intervención del FROB, que adquirió el 100% de la entidad catalana fruto de la fusión de las cajas de Sabadell, Terrassa y Manlleu.
La entidad fue adjudicada al BBVA por el precio simbólico de un euro y con ayudas del Fondo de Garantía de Depósitos, que se nutre de las aportaciones del sector bancario, por importe de 953 millones de euros.