PRESENTACIÓN EN SOCIEDAD:
Estimados amigos,
Buenas noches

Ya he ido consiguiendo toda la información detallada para mi propósito.
Aquí presento al nuevo miembro de nuestra familia. Nació el 17-3-12 y lo recibí ayer.
Tras visita al veterinario para examen y desparasitación y limpieza completas, así como tras implantación de su microchip con todos los datos, recibí esta "fiera peligrosa".
Ha sido "bautizado" con el nombre de "Goupil", que es la denominación que en francés medieval corresponde al zorro (vulpes vulpes, donde la "v" evolucionó a convertirse en "G").
Con sus ojitos y oídos aún cerrados, ayer lloriqueaba y sólo se calmaba y dormía cuando era cogido en brazos, a lo calentito. Buscaba el contacto cálido de otro animalico (yo).
Yo me todo estas cosas con el máximo rigor y respeto, por lo que de antemano me comprometí en firme a proporcionarle la vida más digna y exquisita posibles. Ello conlleva, para comenzar, que aquí, El Cabo Pistolo, con sus dos cojo..., se vea convertido en una auténtica madre. El "bebé" requiere, además de limpieza minuciosa, caricias, masajes, cariño y (por qué no) conversación, también su biberón especial cada 3 horas, noche incluida.
La primera noche: El amigo Goupil (pronunciado "gupi") estaba algo inquieto y lloroncillo. Pues nada: Cogí uno de los pañales que me dio el Veterinario, lo extendí sobre la sábana, junto a mi y hala, a dormir bien calentito

El animalico, cuando se despertaba buscaba alguna tetilla donde mamar, llegaba hasta mi cuello y, tal vez porque encontraba la piel lisa y calentita, abría toda su boca y me pegaba buenos chupetones. Eso me indicaba que necesitaba alimento. Así que me ha todado levantarme dos veces para darle su biberón bien calentito.
Por la mañana, mi mujer (como todas, una madraza), comenta: ¡¡Joé, cómo huele a fiera en la cama!!!
Pero peor huele la orina de gato y hasta la de perro. Además, la mantita-pañal impedía que cualquier humedad fuese a parar donde no debía.
Hoy está mucho más tranquilo y lleva todo el día durmiendo a la bartola, bien calentito en su caja y con sus pañales bien limpitos.
Para darle su biberón me toca despertarlo y, después, pasarle bien un algodón impregnado con mi saliva (por su contenido en bacterias y encimas es lo más indicado) para lavarlo, como si fuese su madre cuando lo asea a lengüetazos. Los masajes con el algodón a lo largo de su columna vertabral parecen agradarle mucho, a juzgar por los gestos de placer que expresa.
Mi amigo, el que me lo ha facilitado, me asegura que los zorros así criados, son mucho más agradecidos que los perros y expresan más alegría y excitación que éstos últimos cuando llega su "papá" a casa. Me comenta que el suyo da saltos de alegría y con relativa frecuencia no puede contener la orina de emoción.
Por desgracia, el zorro, desde el punto de vista legal, no goza de protección alguna y sólo se le contempla como carne de cañón, destinado exclusivamente a ser linchado salvajemente, envenenado, matado con cepos y lazos y, naturalmente, como blanco de cualquier escopeta o rifle.
En fin..., éste es ya de mi familia
Un abrazo a todos
El Cabo Pistolo