Acabada la obra, el instalador de la mampara nos hizo una delicada pregunta: ¿Cómo querrán ustedes el cristal de la mampara? ¿Traslúcido como las ventanas de la calle, totalmente biselado, o alternando rayas biseladas y translúcidas? He de reconocer que mi respuesta fue rápida, pues, mientras recordaba la letra de la canción e imaginaba una de esas escenas de película con atractiva joven duchándose, contesté sin pensarlo dos veces: ¡translúcida! Mi esposa, siempre atenta a lo que yo pienso y digo, replicó al instante: ¡opaca!
¡Ya está liada!, pensé, pero la realidad de la edad, los años de matrimonio y también una cierta concesión mutua a la fantasía hicieron que finalmente optáramos por una sugerente combinación de franjas opacas y transparentes. Y es que en la vida es bueno tener ilusión, y no sólo por cambiar una ducha o poner una mampara, sino también por imaginar que puede haber dicha, desde fuera de la ducha."...

