Siguiendo con el tema de las maniobras, en las unidades u en este caso en el Rgto., había podíamos decirlo así, tres categorías, los “
pringadillos”, los “
guerreros” y los que dentro de los guerreros eran los “
privilegiados”.
Quieran unos y otros? Pues los pringadillos, eran los pobres miembros del Rgto., tanto mando como tropa y en especial esta última, que formaban parte de los denominados Comisión Aposentadora, que era la que partía unos días antes –
a lo sumo 1 ó 2 días antes - del grueso de la unidad y que era la encargada de instalar el “campamento base” del Rgto. ¡Ojo! hablo siempre a nivel Rgto., si eran de escuadrón, salía todo junto y el primer día era montar el vivac.
Estos pringadillos, eran los responsables de montar cocinas, tiendas de mando, comedores colectivos – si los había – zonas de aparcamiento para los escuadrones, 2º escalón, aguada, etc., y preparaban la llegada del grueso.
Los guerreros, pues lógicamente era todo el mogollón, los escuadrones, los que durante 4 ó 5 días y ¡ojo! Hasta 15 ó 20 días si eran unas Cierzo en Zaragoza con la Academia General, nos chupábamos, el polvo, el barro, las plagas de mosquitos y langostas, el sol que te cocías dentro del carro y un largo etc., de lindeces campestres.
Y dentroooooo de los currantes, estaban los que vivían a la sombra del mando mundial y que se dedicaban, pues a MANEJAR el TOA DE MANDO

, cuando lo tuvimos, las transmisiones, el puesto de mando, etc, etc.
Pero también dentro de los currantes había dos categorías, los que salían en convoy por carretera, normalmente los de ruedas – hasta que tuvimos los TOAs y los VECs – y los que nos chupábamos 2 días dentro de un vagón de tren para llegar desde la base hasta Chinchilla ó Zaragoza y menudo palizón.
Estos viajes eran un palizón como digo, porque aparte de cargar los carros y TOAs., en las bateas, asegurarlos bien con tensores y eslingas, tener que parar en casi todas las estaciones a comprobar el estado y tensado del material de sujeción de los vehículos, luego estaba el aburrimiento de estar esperando en alguna estación perdida en el recorrido, a que pasaran los trenes de pasajeros y eso que tuviéramos la suerte de que no fuera en verano – que siempre solía ser en esta estación – o en invierno invernal. Entonces era más duro, tener que bajar a las 3 ó las 4 de la mañana con un frio del carajo, a comprobar tensores. Y rezar que no se quedara algún capullin de la Mancha, olvidado en una batea – como sucedió una vez – y nos lo encontramos en la siguiente parada a punto de hipotermia o incluso dejarse alguno en una estación ya pasada y tenerlo que traer la Guardia Civil. El rabo que se le metía era de órdago.
Pero los pringadillos y mas los de cocina eran los que peor lo pasaban. Por la mañana, la tarde y la noche, todo el día en la cocina, fregando, lavando, pelando, cocinando y recibiendo los “atentos favores” del brigada o del cabo 1º de turno. Que tiempos.
Y como es lógico, la crem de la crem, eran la gente del 2º escalón. Estos ya era la leche como vivían, si no tenían faena. Se montaban su garito, su “imperio” y sus tiendas cerca del curro y como tenían o se fabricaban artilugios para todo, pues vivían como curas, eso sí, si no había trabajo. Como hubiera una racha de averías gordas en los carros o en los TOAs – estos muy pocas la verdad – o en los ligeros, ya sabían lo que tocaba, hasta que no estaba la cosa solucionada, a currar como cabro…, eso sí siempre ayudados por las sufridas tripulaciones, que nos tocaba la faena más sucia y dura.