De "todoababor.es:
Listado de presas británicas capturadas por la escuadra de Luis de Córdoba en 1780.
(Fuente: Revista de Historia Naval del Ministerio de Defensa)
Estando la escuadra del Teniente General Luis de Córdoba (27 navíos españoles y 9 franceses) bloqueando el estrecho de Gibraltar, se recibió el aviso de la salida de Inglaterra de un importante convoy con destino las Indias Orientales y Occidentales, con una escolta de sólo un navío y dos fragatas. El 9 de agosto de 1780 fueron descubiertos y tras la caza general fueron apresados 52 de los 55 buques que formaban dicho convoy (los más grandes estaban fuertemente armados), poniendo en fuga la menguada escolta. La lista de los buques apresados se publicó en Cádiz (en la Real imprenta de Marina) y es la que sigue a continuación. Este apresamiento es la mayor pérdida de buques británicos en una sóla acción de todo el siglo XVIII.
En total fueron apresados 52 transportes, de ellos 36 fragatas, 10 bergantines y seis paquebotes, y con ellos 1.350 hombres de las dotaciones, 1.357 oficiales y soldados de regimientos británicos que pasaban a ultramar y unos 286 pasajeros; total 2.943 prisioneros, además del botín que llevaban y pertrechos de todo tipo, todo valorado en 1.600.000 libras de las de antes, una cifra tan alta que afectó a la Bolsa de Londres. Algunos de los buques apresados formaron parte de la Armada posteriormente, especialmente los 5 fuertes y marineros indiamen apresados fueron valorados en lo que se merecían, y tras algunas remodelaciones pasaron a prestar servicio como fragatas en la Real Armada, Así el Helbrech de 30 cañones pasó a ser la Santa Balbina de 34 cañones; el Royal George de 28 pasó a ser la Real Jorge de 30; el Monstraut de 28 a ser Santa Bibiana de 34, y los Geoffrey de 28 y Gaton del mismo porte en Santa Paula de 34 y Colón de 30 cañones.
No sería el último apresamiento de convoyes a gran escala de este gran almirante español. El 23 de junio de 1782, con una flota más poderosa todavía, apresó 19 mercantes ingleses, a la altura de las Sisargas, que iban a Terranova."
No sólo de Blas de Lezo vive la Marina Española. Espero que los foreros lo disfruten.
orgullo marino
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Re: orgullo marino
Por aquel entonces no teníamos complejos y nadie nos chistaba al oido, igualito que ahora 

CUANTOS ERAIS ANTES DE LA BATALLA????????
CONTAD LOS MUERTOS!!!!!!!

CONTAD LOS MUERTOS!!!!!!!

Re: orgullo marino
BATALLA DE TOLON (22 Febrero 1744)
Sobre las doce y cuarto del día 22, estando los navíos británicos del centro a tiro de fusil de los cinco españoles agrupados junto al buque insignia Real Felipe, salieron de la línea para atacar a Navarro. Comenzó el movimiento el navío insignia Namur, seguido del Marlborough y del Norfolk. Imitando a su almirante, llegaron los navíos Princess y Somerset para atacar al grupo de cinco españoles que habían quedado separados, eran los navíos Hércules, Constante, Poder, Real Felipe y Neptuno.
En ese primer momento del ataque británico, De Court ordena forzar la vela, quedando los navíos españoles rezagados y a merced de los enemigos.
Algunos buques británicos de la vanguardia de Rowley se acercaron y atacaron a los navíos españoles Oriente y América, que trataban de mantener el contacto con los franceses del centro. Contra estos dos españoles, y en algunas ocasiones el Neptuno, lucharon dos o tres navíos enemigos por cada uno de los españoles. Estos dos españoles se habían alejado al mandar el almirante francés forzar la vela, señal obedecida por su centro y vanguardia.
Por la popa del grupo de cinco navíos españoles navegaban, demasiado retrasados, por el poco andar de los que iban en cabeza, los navíos Brillante, San Fernando, Halcón, Soberbio y Santa Isabel. Estos buques se enzarzaron con los más adelantados de la retaguardia de Lestock.
Por lo que se ve, Mathews aprovechó que los españoles estaban separados de los franceses para atacar a Navarro y avasallarle con su mayor fuerza. Fue el momento crucial de la batalla, donde se cimentó la victoria española.
El ataque británico se centró en el Real Felipe, que se defendió de tal manera que fue elogiado por el enemigo, en una mezcla de heroísmo, pericia marinera y artillera. Hubo un momento en que era cañoneado por cinco navíos británicos al mismo tiempo, y no pudieron con él, aunque quedó totalmente desmantelado, herido su comandante y con muchas bajas. El Marlborough, que se encontraba a popa del Namur, fue el más decidido, llegando a cruzar la línea española. Quedó tan destrozado que se creyó que su hundimiento era inminente, pero finalmente fue remolcado a Mahón por una fragata aprovechando el cese el fuego ordenado por Mathews a las cuatro y media de la tarde, con grandes destrozos, quedando desarbolado de sus palos mayor y mesana, y muchas bajas, entre ellas las de su comandante, el capitán Cornwall, junto a otros 53 hombres y 90 heridos. También el Namur, otros tres puentes, perdió a su comandante y sufrió mucho en el combate contra el insignia español.
El navío Hércules, que se encontraba a popa del Real Felipe, rechazó el ataque de tres navíos británicos, apoyando con su fuego al buque insignia de Navarro, aunque recibió muchos impactos en su costado de babor y en los palos y aparejos, teniendo que salirse de la línea para reparar las averías importantes.
El navío Constante, que se encontraba a proa del Real Felipe rechazó al navío que le atacó primero, echándole abajo la verga del trinquete y haciendo que se retirase con grandes destrozos. Fue reemplazado por otros dos navíos que le atacaron durante las tres horas que duró este primer ataque. Muerto su comandante, Agustín de Iturriaga, con muchas bajas y averías, tuvo que irse a sotavento para poder repararlas.
El navío Poder fue otro de los que tuvo que aguantar este primer envite de los británicos. El primer navío que le atacó era el navío Princess, al que le produjo tales averías que su comandante Pett arrió su bandera, y esto pasó por dos veces, impidiendo su rendición la resolución de su segundo comandante. Seguidamente fue atacado por el Somerset, al que también rechazó con su fuego enérgico de artillería y fusilería, dejándolo desarbolado. Aún pudo zafarse del ataque de los navíos Bedford, Dragon y Kingston, aunque quedó muy destrozado. Herido su comandante, Rodrigo de Urrutia, y con muchas bajas fue apresado por el Berwick, que había abandonado su puesto en la vanguardia británica.
El navío Neptuno combatió a tiro de pistola contra cuatro navíos y una fragata, que casi llegaron a rodearle. Se defendió tenazmente durante casi cuatro horas. Cuando los británicos cesaron este primer ataque, el navío español tuvo que retirarse a sotavento y luchar para que no se fuera a pique. Los enemigos, que no se atrevieron a rematarle, se retiraron también para poder reparar en lo posible sus muchos daños recibidos.
A las cinco de la tarde, el almirante Mathews, después de reparar los daños lo mejor que pudo, volvió al ataque con el Namur y otros dos navíos y el brulote Anne Galley, para destruir al Real Felipe que se encontraba sólo en ese momento. La situación era desesperada, pero el navío Brillante, el que se encontraba en cabeza del grupo de los retrasados, se percató del peligro y acercándose disparó cincuenta cañonazos contra el brulote, deteniéndole, y, situándose a popa del Real Felipe, le defendió de los navíos británicos, que no atreviéndose a presentar su costado le atacaban e intentaban abordarlo por la popa.
Viendo el peligro que representaba el brulote, se echó al agua una falúa desde el Real Felipe. Al mando del teniente de navío Pedro Sáenz Sagardía, y tripulada por voluntarios, el alférez de navío Pedro Arrigoni, el guardiamarina Juan Gayoso, el condestable Noguera y 17 marineros y soldados, se acercaron al brulote, desafiando el fuego de fusilería que se hacía desde el brulote y de los tres navíos británicos que lo defendían, abordándolo con el objetivo de desviarlo de su rumbo. Conseguido el propósito ya pudo el Real Felipe dispararle algunos cañonazos con sus cañones de popa, consiguiendo acertar de llenó y hacerle explotar, matando a los pocos británicos que quedaban vivos. En el brulote, murieron su comandante, Mackie, un oficial y 19 marineros.
Mientras tanto habían llegado los navíos San Fernando y Santa Isabel, que con la ayuda de una nueva intervención del Hércules, consiguieron rechazar este segundo ataque, en el que llegaron a tomar parte hasta siete navíos británicos. El Hércules tuvo que apartarse debido a las averías anteriores.
Mathews juzgó prudente retirarse y así lo ordenó a las 18:30 de la tarde al ver acercarse a la vanguardia francesa de De Court. La escuadra francesa había sido una mera espectadora del combate y sólo efectuó la maniobra de acercarse cuando era evidente que los británicos se retiraban El almirante francés manifestó que había hecho señales a Gavaret para que virase con la vanguardia, pero Gavaret dijo que no había visto las señales con el humo de los cañones. Al fin Gavaret viró por contramarcha y De Court lo hizo cuando pudo, por giros simultáneos. Gavaret tuvo ocasión de doblar a la vanguardia británica, pero De Court se lo impidió haciéndole señales de que arribase para que se acercara a él; “esta vez el humo no impidió ver la señal”. Por otra parte, tres navíos británicos de la vanguardia salieron de la formación para impedirlo, por si Gararet lo hubiese intentado.
De haberse acercado la escuadra francesa a media tarde, en lo más duro del combate, se hubiera logrado una gran victoria y, lo más importante, evitar muchas bajas en la tripulación española, además de los severos daños en las naves.
Perdonad el ladrillo, pero es una historia que siempre me ha impresionado, y al ver el post, no he podido resistirlo.
, pero cómo decía un profesor, tranquilos, que ésto no saldrá en el examen.
Aunque para mí tenía que ser materia obligatoria. 
Sobre las doce y cuarto del día 22, estando los navíos británicos del centro a tiro de fusil de los cinco españoles agrupados junto al buque insignia Real Felipe, salieron de la línea para atacar a Navarro. Comenzó el movimiento el navío insignia Namur, seguido del Marlborough y del Norfolk. Imitando a su almirante, llegaron los navíos Princess y Somerset para atacar al grupo de cinco españoles que habían quedado separados, eran los navíos Hércules, Constante, Poder, Real Felipe y Neptuno.
En ese primer momento del ataque británico, De Court ordena forzar la vela, quedando los navíos españoles rezagados y a merced de los enemigos.
Algunos buques británicos de la vanguardia de Rowley se acercaron y atacaron a los navíos españoles Oriente y América, que trataban de mantener el contacto con los franceses del centro. Contra estos dos españoles, y en algunas ocasiones el Neptuno, lucharon dos o tres navíos enemigos por cada uno de los españoles. Estos dos españoles se habían alejado al mandar el almirante francés forzar la vela, señal obedecida por su centro y vanguardia.
Por la popa del grupo de cinco navíos españoles navegaban, demasiado retrasados, por el poco andar de los que iban en cabeza, los navíos Brillante, San Fernando, Halcón, Soberbio y Santa Isabel. Estos buques se enzarzaron con los más adelantados de la retaguardia de Lestock.
Por lo que se ve, Mathews aprovechó que los españoles estaban separados de los franceses para atacar a Navarro y avasallarle con su mayor fuerza. Fue el momento crucial de la batalla, donde se cimentó la victoria española.
El ataque británico se centró en el Real Felipe, que se defendió de tal manera que fue elogiado por el enemigo, en una mezcla de heroísmo, pericia marinera y artillera. Hubo un momento en que era cañoneado por cinco navíos británicos al mismo tiempo, y no pudieron con él, aunque quedó totalmente desmantelado, herido su comandante y con muchas bajas. El Marlborough, que se encontraba a popa del Namur, fue el más decidido, llegando a cruzar la línea española. Quedó tan destrozado que se creyó que su hundimiento era inminente, pero finalmente fue remolcado a Mahón por una fragata aprovechando el cese el fuego ordenado por Mathews a las cuatro y media de la tarde, con grandes destrozos, quedando desarbolado de sus palos mayor y mesana, y muchas bajas, entre ellas las de su comandante, el capitán Cornwall, junto a otros 53 hombres y 90 heridos. También el Namur, otros tres puentes, perdió a su comandante y sufrió mucho en el combate contra el insignia español.
El navío Hércules, que se encontraba a popa del Real Felipe, rechazó el ataque de tres navíos británicos, apoyando con su fuego al buque insignia de Navarro, aunque recibió muchos impactos en su costado de babor y en los palos y aparejos, teniendo que salirse de la línea para reparar las averías importantes.
El navío Constante, que se encontraba a proa del Real Felipe rechazó al navío que le atacó primero, echándole abajo la verga del trinquete y haciendo que se retirase con grandes destrozos. Fue reemplazado por otros dos navíos que le atacaron durante las tres horas que duró este primer ataque. Muerto su comandante, Agustín de Iturriaga, con muchas bajas y averías, tuvo que irse a sotavento para poder repararlas.
El navío Poder fue otro de los que tuvo que aguantar este primer envite de los británicos. El primer navío que le atacó era el navío Princess, al que le produjo tales averías que su comandante Pett arrió su bandera, y esto pasó por dos veces, impidiendo su rendición la resolución de su segundo comandante. Seguidamente fue atacado por el Somerset, al que también rechazó con su fuego enérgico de artillería y fusilería, dejándolo desarbolado. Aún pudo zafarse del ataque de los navíos Bedford, Dragon y Kingston, aunque quedó muy destrozado. Herido su comandante, Rodrigo de Urrutia, y con muchas bajas fue apresado por el Berwick, que había abandonado su puesto en la vanguardia británica.
El navío Neptuno combatió a tiro de pistola contra cuatro navíos y una fragata, que casi llegaron a rodearle. Se defendió tenazmente durante casi cuatro horas. Cuando los británicos cesaron este primer ataque, el navío español tuvo que retirarse a sotavento y luchar para que no se fuera a pique. Los enemigos, que no se atrevieron a rematarle, se retiraron también para poder reparar en lo posible sus muchos daños recibidos.
A las cinco de la tarde, el almirante Mathews, después de reparar los daños lo mejor que pudo, volvió al ataque con el Namur y otros dos navíos y el brulote Anne Galley, para destruir al Real Felipe que se encontraba sólo en ese momento. La situación era desesperada, pero el navío Brillante, el que se encontraba en cabeza del grupo de los retrasados, se percató del peligro y acercándose disparó cincuenta cañonazos contra el brulote, deteniéndole, y, situándose a popa del Real Felipe, le defendió de los navíos británicos, que no atreviéndose a presentar su costado le atacaban e intentaban abordarlo por la popa.
Viendo el peligro que representaba el brulote, se echó al agua una falúa desde el Real Felipe. Al mando del teniente de navío Pedro Sáenz Sagardía, y tripulada por voluntarios, el alférez de navío Pedro Arrigoni, el guardiamarina Juan Gayoso, el condestable Noguera y 17 marineros y soldados, se acercaron al brulote, desafiando el fuego de fusilería que se hacía desde el brulote y de los tres navíos británicos que lo defendían, abordándolo con el objetivo de desviarlo de su rumbo. Conseguido el propósito ya pudo el Real Felipe dispararle algunos cañonazos con sus cañones de popa, consiguiendo acertar de llenó y hacerle explotar, matando a los pocos británicos que quedaban vivos. En el brulote, murieron su comandante, Mackie, un oficial y 19 marineros.
Mientras tanto habían llegado los navíos San Fernando y Santa Isabel, que con la ayuda de una nueva intervención del Hércules, consiguieron rechazar este segundo ataque, en el que llegaron a tomar parte hasta siete navíos británicos. El Hércules tuvo que apartarse debido a las averías anteriores.
Mathews juzgó prudente retirarse y así lo ordenó a las 18:30 de la tarde al ver acercarse a la vanguardia francesa de De Court. La escuadra francesa había sido una mera espectadora del combate y sólo efectuó la maniobra de acercarse cuando era evidente que los británicos se retiraban El almirante francés manifestó que había hecho señales a Gavaret para que virase con la vanguardia, pero Gavaret dijo que no había visto las señales con el humo de los cañones. Al fin Gavaret viró por contramarcha y De Court lo hizo cuando pudo, por giros simultáneos. Gavaret tuvo ocasión de doblar a la vanguardia británica, pero De Court se lo impidió haciéndole señales de que arribase para que se acercara a él; “esta vez el humo no impidió ver la señal”. Por otra parte, tres navíos británicos de la vanguardia salieron de la formación para impedirlo, por si Gararet lo hubiese intentado.
De haberse acercado la escuadra francesa a media tarde, en lo más duro del combate, se hubiera logrado una gran victoria y, lo más importante, evitar muchas bajas en la tripulación española, además de los severos daños en las naves.




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Re: orgullo marino
Joder,vaya par de hachas en Historia.
Yo a mis 35 años,solo conocía la Eurocopa 2008 y el Mundial de Sudáfrica.
Yo a mis 35 años,solo conocía la Eurocopa 2008 y el Mundial de Sudáfrica.
Disculpen si les llamo caballeros, pero es que no les conozco muy bien
Groucho Marx
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Re: orgullo marino
FERARRFE escribió:Por aquel entonces no teníamos complejos y nadie nos chistaba al oido, igualito que ahora
y pobrecillo el quien decia algo
Si en el frente os encontráis a un soldado mal afeitado,sucio,con las botas rotas y el uniforme desabrochado, cuadraos ante él,es un héroe, es un español(Jí¼rgens Comandante General del XXXVIII - Cuerpo de Ejército de la Wehrmacht)
Re: orgullo marino
Muchas gracias, unas apasioanantes historias que me ponen los pelos de punta
y HONOR A LOS HEROES!!
y HONOR A LOS HEROES!!
 Y sepa, ella no es una cosa, ella es un ser, ella tiene un alma, que sueña y canta, el tiempo la rodea, y fue, de miles de cazas, el viento silencioso.
Re: orgullo marino
Batalla de Cornualles: Wikipedia:
Antecedentes
Tras el asesinato de Enrique III de Francia, la corona francesa recayó en el protestante Enrique III de Navarra. La Liga Católica, el papa Sixto V y el rey Felipe II de España se negaron a reconocerle como rey de Francia. Así, el rey español envió en 1590 una expedición al país galo al mando de Juan del Águila.
Los ingleses, como protestantes y enemigos de España por la guerra que había comenzado en 1585, apoyaron a Enrique de Navarra y enviaron tropas a Francia.
[editar]Combate
En 1595 Juan del Águila decidió organizar una expedición de castigo contra Inglaterra. La expedición fue encomendada a Amésquita, quien, al mando de tres compañías de arcabuceros (unos 400 hombres), zarpó en cuatro galeras (Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana) el 26 de julio de Blavet en cuatro galeras de la escuadra de Pedro de Zubiaur. Tras recalar en Penmarch, desembarcaron en la Bahía de Mounts (Cornualles; Cornwall, en inglés) el 2 de agosto.1
Las milicias inglesas, que aglutinaban a varios miles de hombres y eran la piedra angular de la defensa inglesa en caso de invasión de tropas españolas, arrojaron las armas y huyeron presas del pánico. En dos días los españoles tomaron todo lo que necesitaban y quemaron las localidades de Mousehole, Paul, Newlyn y Penzance.2 También desmontaron la artillería de los fuertes ingleses y la embarcaron en las galeras.
Al final del día, celebraron una tradicional misa católica en suelo inglés, prometiendo construir una iglesia después de que Inglaterra fuera derrotada, embarcaron de nuevo, arrojaron a todos los prisioneros por la borda, hundieron una embarcación de la Royal Navy que les había dado alcance y esquivaron una flota de guerra al mando de Francis Drake y John Hawkins que había sido enviada para expulsarlos.3
[editar]Vuelta a Francia
El 5 de agosto, un día después de zarpar de vuelta a Francia, se toparon con una escuadra holandesa de 46 barcos de la que consiguieron escapar no sin antes hundir dos buques enemigos. El 10 de agosto, Amézquita y sus hombres desembarcaron victoriosos en Blavet, aunque previamente habían parado de nuevo en Penmarch, donde se llevaron a cabo algunas reparaciones. La expedición se saldó con 20 bajas, todas ellas en la escaramuza contra los holandeses.
[editar]Consecuencias
La expedición de Amésquita fue una de las pocas veces en que soldados españoles desembarcaron en Inglaterra (pero no la única).
Esta victoria, unida a una serie de derrotas inglesas, facilita la hegemonía española en Europa al firmar el tratado de Londres de 1604 durante varios años más
Antecedentes
Tras el asesinato de Enrique III de Francia, la corona francesa recayó en el protestante Enrique III de Navarra. La Liga Católica, el papa Sixto V y el rey Felipe II de España se negaron a reconocerle como rey de Francia. Así, el rey español envió en 1590 una expedición al país galo al mando de Juan del Águila.
Los ingleses, como protestantes y enemigos de España por la guerra que había comenzado en 1585, apoyaron a Enrique de Navarra y enviaron tropas a Francia.
[editar]Combate
En 1595 Juan del Águila decidió organizar una expedición de castigo contra Inglaterra. La expedición fue encomendada a Amésquita, quien, al mando de tres compañías de arcabuceros (unos 400 hombres), zarpó en cuatro galeras (Capitana, Patrona, Peregrina y Bazana) el 26 de julio de Blavet en cuatro galeras de la escuadra de Pedro de Zubiaur. Tras recalar en Penmarch, desembarcaron en la Bahía de Mounts (Cornualles; Cornwall, en inglés) el 2 de agosto.1
Las milicias inglesas, que aglutinaban a varios miles de hombres y eran la piedra angular de la defensa inglesa en caso de invasión de tropas españolas, arrojaron las armas y huyeron presas del pánico. En dos días los españoles tomaron todo lo que necesitaban y quemaron las localidades de Mousehole, Paul, Newlyn y Penzance.2 También desmontaron la artillería de los fuertes ingleses y la embarcaron en las galeras.
Al final del día, celebraron una tradicional misa católica en suelo inglés, prometiendo construir una iglesia después de que Inglaterra fuera derrotada, embarcaron de nuevo, arrojaron a todos los prisioneros por la borda, hundieron una embarcación de la Royal Navy que les había dado alcance y esquivaron una flota de guerra al mando de Francis Drake y John Hawkins que había sido enviada para expulsarlos.3
[editar]Vuelta a Francia
El 5 de agosto, un día después de zarpar de vuelta a Francia, se toparon con una escuadra holandesa de 46 barcos de la que consiguieron escapar no sin antes hundir dos buques enemigos. El 10 de agosto, Amézquita y sus hombres desembarcaron victoriosos en Blavet, aunque previamente habían parado de nuevo en Penmarch, donde se llevaron a cabo algunas reparaciones. La expedición se saldó con 20 bajas, todas ellas en la escaramuza contra los holandeses.
[editar]Consecuencias
La expedición de Amésquita fue una de las pocas veces en que soldados españoles desembarcaron en Inglaterra (pero no la única).
Esta victoria, unida a una serie de derrotas inglesas, facilita la hegemonía española en Europa al firmar el tratado de Londres de 1604 durante varios años más
Re: orgullo marino
Guerra de los Cien Años
El Tratado de Toledo de 20 de noviembre de 1368, que Enrique de Trastámara había firmado con Carlos V de Francia, decía que Enrique se comprometía con Carlos a prestarle ayuda militar naval en su pugna con Inglaterra (Guerra de los Cien Años). El francés reanudó las hostilidades con los anglosajones en 1369 y solicitó entonces la colaboración del castellano, que respondió a sus compromisos dando frutos en victorias como la de La Rochela (1372). El rey castellano tenía también interés directo, puesto que el duque de Lancaster tenía pretensiones al trono castellano desde 1371.
En 1374 Enrique II nombró a Sánchez de Tovar Almirante Mayor, reemplazando al fallecido genovés Ambrosio Bocanegra. Precisamente como marino Tovar demostrará su mayor destreza en la carrera militar. Ese mismo año se le ordena dirigirse hacia Inglaterra al frente de 15 galeras. A éstas se sumarán cinco más de Portugal que, según el Tratado de Santarem (1373) firmado con Castilla, estaba obligado a aportar media decena de este tipo de embarcaciones (armadas) en las confrontaciones anglo-castellanas de la Guerra de los Cien Años. A la armada ibérica se unieron más tarde unas pocas naves más al mando del almirante francés Jean de Vienne, y la flota combinada realizó varias acciones de castigo sistemáticas contra la costa inglesa. Una de ellas fue un arriesgado asalto, y posterior saqueo, de la Isla de Wight (1374). Esto, junto con la destrucción de navíos enemigos en el Canal de La Mancha, también ayudaba a proteger la ruta comercial entre Castilla y Flandes.
Principales ataques de Tovar y Vienne contra Inglaterra (1374–1380).
En junio de 1375, la Tregua de Brujas puso paz entre todos los contendientes, pero en la práctica se quebró por la temprana y reiterada intervención de corsarios, primero ingleses y después de sus rivales. En 1377, ya abiertas oficialmente las hostilidades, el rey Trastámara tomó la iniciativa enviando de nuevo a las costas británicas a Sánchez de Tovar, quien junto a Vienne formó una potente flota de hasta unas 50 galeras con 5.000 hombres a bordo preparados para desembarcar. Propósito que llevaron a cabo atacando e incendiando las poblaciones litorales de Rye, Rotingdean, Lewes, Folkestone, Portsmouth, Dartmouth y Plymouth. Un mes más tarde hicieron lo mismo con Southampton, Hastings, Poole y de nuevo Wight, que quedó completamente arrasada.
En 1379 Juan I sucedió en el trono de Castilla a su recién muerto padre Enrique, mientras continuaba la guerra. En agosto de ese año, Sánchez de Tovar conquista con ocho galeras el castillo de La Roche-Guyon, capturando al mismo tiempo cuatro naos inglesas que portaban un buen número de tropas para la campaña del continente. Un año después, en 1380, zarpa de Sevilla al mando de veinte galeras (diez de ellas pagadas por el rey de Francia), con orden de reunirse, una vez más, con su homólogo galo, cosa que hizo a principios de julio en La Rochelle. La campaña comenzó con un victorioso enfrentamiento de los aliados en Winchelsea contra las tropas del abad de Battle, a las que hicieron huir, tras lo cual se retiraron hacia el puerto de Harfleur. Después de aprovisionar convenientemente barcos y tripulaciones, los dos almirantes ejecutaron la operación más ambiciosa de sus carreras: partiendo a finales de agosto de Harfleur, se dirigieron a la desembocadura del Támesis, remontando a continuación el río hasta llegar a las proximidades de Londres, concretamente a la villa de Gravesend, la cual incendiaron, al igual que otras pequeñas aldeas costeras cercanas.
De Wikipedia
El Tratado de Toledo de 20 de noviembre de 1368, que Enrique de Trastámara había firmado con Carlos V de Francia, decía que Enrique se comprometía con Carlos a prestarle ayuda militar naval en su pugna con Inglaterra (Guerra de los Cien Años). El francés reanudó las hostilidades con los anglosajones en 1369 y solicitó entonces la colaboración del castellano, que respondió a sus compromisos dando frutos en victorias como la de La Rochela (1372). El rey castellano tenía también interés directo, puesto que el duque de Lancaster tenía pretensiones al trono castellano desde 1371.
En 1374 Enrique II nombró a Sánchez de Tovar Almirante Mayor, reemplazando al fallecido genovés Ambrosio Bocanegra. Precisamente como marino Tovar demostrará su mayor destreza en la carrera militar. Ese mismo año se le ordena dirigirse hacia Inglaterra al frente de 15 galeras. A éstas se sumarán cinco más de Portugal que, según el Tratado de Santarem (1373) firmado con Castilla, estaba obligado a aportar media decena de este tipo de embarcaciones (armadas) en las confrontaciones anglo-castellanas de la Guerra de los Cien Años. A la armada ibérica se unieron más tarde unas pocas naves más al mando del almirante francés Jean de Vienne, y la flota combinada realizó varias acciones de castigo sistemáticas contra la costa inglesa. Una de ellas fue un arriesgado asalto, y posterior saqueo, de la Isla de Wight (1374). Esto, junto con la destrucción de navíos enemigos en el Canal de La Mancha, también ayudaba a proteger la ruta comercial entre Castilla y Flandes.
Principales ataques de Tovar y Vienne contra Inglaterra (1374–1380).
En junio de 1375, la Tregua de Brujas puso paz entre todos los contendientes, pero en la práctica se quebró por la temprana y reiterada intervención de corsarios, primero ingleses y después de sus rivales. En 1377, ya abiertas oficialmente las hostilidades, el rey Trastámara tomó la iniciativa enviando de nuevo a las costas británicas a Sánchez de Tovar, quien junto a Vienne formó una potente flota de hasta unas 50 galeras con 5.000 hombres a bordo preparados para desembarcar. Propósito que llevaron a cabo atacando e incendiando las poblaciones litorales de Rye, Rotingdean, Lewes, Folkestone, Portsmouth, Dartmouth y Plymouth. Un mes más tarde hicieron lo mismo con Southampton, Hastings, Poole y de nuevo Wight, que quedó completamente arrasada.
En 1379 Juan I sucedió en el trono de Castilla a su recién muerto padre Enrique, mientras continuaba la guerra. En agosto de ese año, Sánchez de Tovar conquista con ocho galeras el castillo de La Roche-Guyon, capturando al mismo tiempo cuatro naos inglesas que portaban un buen número de tropas para la campaña del continente. Un año después, en 1380, zarpa de Sevilla al mando de veinte galeras (diez de ellas pagadas por el rey de Francia), con orden de reunirse, una vez más, con su homólogo galo, cosa que hizo a principios de julio en La Rochelle. La campaña comenzó con un victorioso enfrentamiento de los aliados en Winchelsea contra las tropas del abad de Battle, a las que hicieron huir, tras lo cual se retiraron hacia el puerto de Harfleur. Después de aprovisionar convenientemente barcos y tripulaciones, los dos almirantes ejecutaron la operación más ambiciosa de sus carreras: partiendo a finales de agosto de Harfleur, se dirigieron a la desembocadura del Támesis, remontando a continuación el río hasta llegar a las proximidades de Londres, concretamente a la villa de Gravesend, la cual incendiaron, al igual que otras pequeñas aldeas costeras cercanas.
De Wikipedia
Re: orgullo marino
¡Que tiempos! Orgullo de ser español y respetado.
Hoy a los que nos queda algo de orgullo y amor por España nos llaman fachas
Hoy a los que nos queda algo de orgullo y amor por España nos llaman fachas
Re: orgullo marino
naranjero escribió:¡Que tiempos! Orgullo de ser español y respetado.
Hoy a los que nos queda algo de orgullo y amor por España nos llaman fachas
Todo se arreglara, pero no con Chacon en Defensa.
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