Pero quizás la prueba más evidente de que el arma funcionaba sea el firme propósito que huvo durante el reinado de Carlos IV de dotar con este sistema a las armas militares.
Francia había sido durante el siglo XVIII aliada de España en virtud de los "Pactos de Familia" (en los dos países reinaba la casa Borbón). Pero en 1789 triunfa la Revolución y Francia se convierte en República. Esto produce en la monarquía española un esfuerzo adicional en la fabricación de armamento además de un profundo rechazo de todo lo francés. De hecho, la reglamentaria llave modelo 1757 del tipo francés es sustituida por la nueva llave modelo 1789, de patilla y totalmente española.
En primer lugar la llave 1757, debajo el modelo de 1789.
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Utilizando como base esta última llave se realiza el propósito de dotar a determinadas unidades con armas de retrocarga utilizando el sistema que hemos visto. Estas unidades contarían con una superior potencia de fuego inicial y la ventaja de estas armas era que aunque se agotase la cartuchería metálica podrían seguir utilizándose (dejando un cartucho ya disparado en la recámara) como armas de avancarga que utilizasen el reglamentario cartucho de papel.
En 1793 estalla la guerra con Francia. Las tropas de la Convención pasan los Pirineos ocupando y saqueando importantes zonas de Cataluña y el País Vasco, cebándose sobre todo en la industría armera.
Las Reales Fábricas (RRFF) de armamento tienen que ser reorganizadas. Es necesario alejarlas de la frontera pero que cuenten con una industria siderurgica próxima. En estas fechas se crean las RRFF de fusiles en Oviedo y de artillería en Trubia.
Cualquier innovación tecnológica debe ser relegada ante la necesidad logística.