Mensajepor Carchuto » 26 Oct 2007 01:34
En el nº 6 de nuestra revista Armas, de noviembre de 1982, viene un lindo artículo firmado por Juan Castillo Solís, donde habla birguerías de la T.H.V. (Tres Haute Vitesse, Muy Alta Velocidad). Se monta, o se montaba en varios calibres. Concretamente en 9 para y a 7 metros de la boca de la pistola, el proyectil T.H.V. de parábola invertida e interior hueco, con la parte cilíndrica exterior estriada transversalmente, pesando solo unos increíbles 2,95 gramos, construída con una aleación de cobre, alcanzaba los ¡700! m/s. Eso le confería una energía de 75 kilográmetros (como un 357 mágnum en revólver de 4 pulgadas) y se detenía completamente entre los 14 y los 15 centímetros de un bloque de gelatina balística, cediendo por tanto en el blanco hasta el último gramómetro de energía cinética y siendo capaz de atravesar, a esa misma distancia, una chapa de acero de blindaje normalizada de ¡¡¡8 mm.!!! de espesor.
Disparada sobre plastilina, deja una hoquedad permanente de 30 centímetros de diámetro de entrada, que va estrechándose progresivamente en forma de embudo de paredes covexas quedando atrapada la bala en su parte estrecha, sin llegar a perforar el bloque.
No me digáis que no os gusta.
El primer paso para convertir a una persona normal en inútil, es hacérselo creer.
 Â