Mensajepor Invitado » 14 Sep 2011 18:20
Sigue pasando:
Policías heridos por armas blancas…
Ernesto Pérez Vera
Instructor de Tiro Policial y Defensivo
14 de septiembre de 2011 y ha vuelto a pasar: 3 funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía han resultado heridos en Madrid, mientras identificaban a un sospechoso. ¡Lo ven…ESTAS COSAS PASAN AQUÍ TAMBIÉN!
Situación rocambolesca: cuando una pareja de agentes uniformados identificaban a un varón de nacionalidad nigeriana, de cierta corpulencia física, este arremetió con un arma blanca a uno de ellos, y desarmó al otro. Como resultado final, el agente acometido, varón de género, recibe cortes en la cabeza, hombro y escápula. El otro funcionario, una chica en prácticas, “pierde” su pistola. El arma de ella queda en poder del agresor, que huye del lugar a la carrera.
Segundos después, otra pareja de policías del mismo cuerpo intercepta al subsahariano. Se repite la historia: agentes heridos y desarmados. El delincuente se hace con una segunda pistola reglamentaria, e hiere a los funcionarios a machetazos. Ahora, además, dispara contra ellos. Por suerte, y sin que esto sea lo habitual en nuestro país, los agentes portaban chalecos antibalas —seguramente de adquisición particular y no reglamentaria—. Ambos agentes son alcanzados por los disparos, pero las protecciones blindadas funcionan y hacen su trabajo. Los impactos producen leves contusiones en los cuerpos de los policías, algo propio al recibir el impacto con el chaleco puesto. No redundaré en algo obvio: con determinados tipos de fundas, como las que entregan en los cuerpos estatales, el desarme o pérdida del arma es muy sencillo.
Finalmente otra tercera unidad policial, compuesta también por dos policías patrulleros y uniformados, detiene al homicida “tentón”.
Pocos segundos, poca distancia y muchos heridos y sangre derramada. En realidad, demasiado de todo. Esto recuerda un poco al suceso acaecido el 13 de febrero de 2009, también en Madrid, cuando un ciudadano de Ghana hirió a un PL y a un miembro del CNP, en el instante en el que ambos trataban de detener al africano. Para colmo el agente del Estado, por error, disparó en el pie a su compañero de la PL. Cortas distancias y situaciones no entrenadas y asimiladas, y todo por ser formados bajo planes de entrenamiento desfasados y arcaicos. Por tener miedo a decir la verdad y entrenar en función de esa mentira. ¡Qué leches, TAMBIÉN POR NO ENTRENAR…! Pero la culpa no es del funcionario casi nunca, sino de la administración y de sus técnicos: superjefes.
No voy a decir lo que yo hubiera hecho o dejado de hacer en esa calle próxima al tanatorio de la M30 de Madrid, pues ni estaba allí ni tengo idea de como llegar siquiera al sitio. Tampoco voy a decir lo que yo hubiera hecho de haber estado allí. Es muy sencillo, hay que estar allí para saber qué hacer, y la verdad…casi nunca sale lo que uno quiere hacer o sabe hacer: no controlamos más que nuestros actos —a veces ni eso— y allí siempre hay terceros con otras predisposiciones mentales y fisiológicas. “…PUEDO HACER ALGO BUSCANDO UN RESULTADO POSITIVO Y EFECTIVO…PERO POR CAUSAS AJENAS A MI, Y MOVIDAS POR TERCEROS, EL RESULTADO PUEDE SER OTRO TOTALMENTE DIFERENTE...”. Mientras no comprendamos eso, y los jefes, jueces y fiscales lo sepan…seguiremos con el miedo a defendernos con los medios a nuestro alcance en ese momento que uno quiere que nunca se presente.
Lo que sí que voy a decir es esto: las cosas pasan señores, y pasan siempre a estas distancias, a las del: “…hola caballero…me da su documentación por favor…” ¿A cuántos han entrenado en esto, en sus academias o plantillas…? No me llamen loco, o sí me lo llamen, como quieran: ¿cuántos hablan con su silueta…?
Un amigo mío dice que el problema de esta actuación de Madrid es de intervención y no de manejo de armas, y es cierto, es de intervención, pero no hablaré de que posición debía tener cada actuante y con que misión. No entro en eso, aunque el problema o fallo, si es que lo hay, es de intervención. Yo me centro en el asunto de otro modo: dejo cuestiones en el aire y que cada cual piense un poco y obtenga una idea o conclusión. Todos alcanzarán la misma.
Yo creo que el temor a usar el arma, por miedo a la Justicia, es el foco del tema. Mucho miedo a muchas cosas. El miedo viene marcado a fuego, casi siempre, desde la propia institución. No se inculca tanto miedo al hecho de verse apuntado por un arma, como al hecho de responder ante el juez o jefe. Sí, eso creo. Unido a eso, y de la mano, viene el escaso y débil entrenamiento que se posee como norma general: también esto genera dudas, miedos y temores en quien debe hacer uso de algo que sabe que no sabe usar con eficacia…
A ver: de los 6 actuantes en la intervención comentada, 3 resultan heridos y dos desarmados. Mala suerte, pero como siempre digo, esa mala suerte la tiene el que saca billete para ello: el que está en la calle, donde se hacen las detenciones y se juega uno el tipo. Me pregunto yo, a tan corta distancia que se produjeron los hechos —es corta porque todos los heridos tienen cortes de arma blanca de puño, de las que se usan a distancia de contacto—, ¿ninguno de los 6 actuantes pudo o supo desenfundar y disparar…? ¿Por qué no supieron o pudieron? ¿Se acordaron de aquello de la mal explicada y mal comprendida proporcionalidad de los medios de defensa…? ¿Acaso dispararon y fallaron…?
Y al hilo de la proporcionalidad en los medios de defensa. Hace poco he sabido que un instructor de tiro policial, amigo mío, ha podido cumplir uno de mis anhelos profesionales: mostrar la realidad del enfrentamiento armado a jueces y fiscales. Algunos de esos juristas asistentes a la jornada celebrada en la galería de tiro del cuerpo, eran poseedores de la codiciada Licencia de armas clase B. Eran personas que sin previa formación técnica —jurídica toda—, habían adquiero armas cortas de fuego, armas que siempre portan bajo sus ropas. Entrenar, según me cuentan, entrenaban poco o nada. Conocer el correcto funcionamiento del arma…menos aún.
Algunos solamente habían disparado a distancias y tiempos de tiro de precisión: 25 metros de distancias del blanco. Otros, los que más soltura tenían, o creían tener, habían sido invitados a entrenamientos de “elite” en galerías de tiro de otros cuerpos: habían efectuado uno o dos recorridos de tiro muy divertidos y simpáticos. En cualquier caso, todos se creían poderosos y seguros con sus armas pegadas al cuerpo… ¡Preparaos pa mata!
Todo cambió de pronto. Los asistentes, poseedores o no de licencia de armas, fueron atacados en simulaciones realistas: distancias cortas y con gran celeridad. A todos les fueron producidas en sus prendas, trazas de tiza con el cuchillo de entrenamiento y ninguno pudo alcanzar su arma en menos de unos pocos segundos. Muchos segundos: todos gravemente heridos o muertos. Alguno manifestó: “…macho…ahora que hago yo. Hasta hoy me creía seguro y poderoso…nunca me planteé estas situaciones…”
Así es, sus señorías, con todos mis respetos, no tenían ni idea de algo que después, llegado el caso, tendrían que interpretar, comprender, asimilar y juzgar. También admitió alguno de los presentes, que creía que las cosas eran como en los recorridos que antes les habían mostrado en otras galerías, y que tan divertidos eran. Pensaban que las cosas eran como en realidad nunca son… ¡Qué cosas…! Para más colmo aún, admitían que nunca veían justificados los disparos de arma de fuego contra ataques de arma blanca: ILUSOS…
Sigo con el hilo del artículo. Yo entreno a mi gente —además de en otras técnicas de distancias cortas— en esas distancias tan “íntimamente” cortas y de contacto, e incluso les hago que hablen con la silueta (que simulen una identificación, sólo eso). Muchos de los que se ponen en mis manos me admiten, casi en confidencia, que tienen miedo a disparar a tan corta distancia, y eso que el papel no suda, ni grita ni ataca. Les pido que desenfunde y disparen a medio metro del objetivo, con el arma “pegada” al cuerpo, y dicen NO. Incluso alguno cree imposible disparar a una mano…y acertar. Eso sí, una vez convencidos de la eficacia y nula posibilidad de accidente —si se obedecen las indicaciones claro—, todos pasan a usar la técnica en sus entrenamientos personales periódicos. ¡Hay que abrirles los ojos! Tras comprender esto, el camino está abierto a mejorar la eficacia y confianza propia.
Dicho todo lo anterior: espero de todo corazón que esos compañeros sanen pronto, y completamente, de las heridas sufridas esta mañana.