Un día de puesto en febrero. Nos fuimos 3 amigos que habitualmente nos juntamos + el JuanMi. Estaba en el bar y que me voy y que me voy y se vino

.¿Dónde nos ponemos? A mí me da igual , y a mí, y a mí. (El Juanmi)¡Yo al lado del cortijo!. Qué pillín sabe que allí hay un par de bandos buenos, y es fácil tirar.

. Pero amigo cuando llegamos hacía un día de perros, caían aguavientos, una niebla que podías cortar a cuchillo, o sea un día de los muy malos, para el puesto de la perdiz.
Dejamos los coches al lado del cortijo, y Juanmi se fué a colgar a su puesto. El puesto está a unos doscientos metros pero por detrás del morro dónde está el cortijo. Nosotros lógicamente nos fuimos a almorzar. Almorzamos, pero cómo pensábamos que nos íbamos a ir enseguida puesto que hacía mucho frío y yá las rachas de lluvia eran muy continuas no encendimos las chimenea, a pesar del día que hacía. Nos acercamos a la ventana, porque alguno hizo algún comentario sobre el tiempo. En ésto que vemos al Juanmi acercándose a uno de los dos coches, que habíamos traído. Abre su puerta, mete el mochuelo (los tres; -Supongo que no habrá cantado, para que luego diga que tiene unas máquinas.)

. Saca del coche otro pájaro, saca el almuerzo, saca el impermeable, saca sus dos perdices muertas..........

Nos miramos, nos callamos pero uno con las lágrimas a la cara abajo, otro sentado en el suelo riendo ¿o llorando? el caso que lo hacía a moco tendido, y yo diciendo chssst, con el dedo en la boca para que se callaran. Se vá, y a los cinco minutos, (sabíamos que teníamos que darnos prisa), efectivamente suena el primer disparo (el que daba cuenta del valeroso macho)

que desafiando a la meteorología manchega, y a pesar de lo fuerte que llegó a ponerse el macho de la jaula, entró con las alas a rastro y porque le disparó que si nó palabra de honor, que se sube a la jaula a cascarle al mío. Cinco minutos después caía la brava y arisca hembra que estuvo trasteando a su reclamo de todas la formas posibles, haciendo salidas o pichareándose, cómo decimos en estos lares, hásta que su macho con unos reclamos embuchaetes, la metió a la rasa

. Eso no es todo, después de los gin-tonics, cuando la mente se relaja y la lengua también, ya le contamos la versión nuestra, Pedro asomó, con las perdices en cuestión, pues estaban en su coche y eféctivamente, eran las tres de la tarde y aún estaban medio congeladas. Y sin tripas.
Ésto pasó hace unos cuatro años, désde entonces, para referirnos a perdices inexistentes en ésta comarca, decimos: ésas sí......... ¡¡¡¡Cómo las perdices del Juanmi!!!!.
Os juro que ésta historia no és una trola, aunque pueda parecerlo.

" No somos más ignorantes que ingenuos. Sabemos siempre lo que
creemos que nos conviene saber. "