Uno recarga a lo suave, para qué negarlo. Para dar factor y poco más. Y claro, en la mano y al disparar, pues se nota. Tiros agradables y sin estridencias. Pero amigo... en cuanto se libera el martillo y se percute el primer cartucho de esa vieja Santa Bárbara con punta de 115 grains, que debajo lleva casi 5'3 grains de no se qué pólvora... se te quita la tontería. Menudos castañazos, y menudos fogonazos. Talmente parece que la pistola se endemonia y protesta, y las vainas percutidas acaban cayendo a distancias poco habituales


Esa munición la he cronometrado a 360 m/s largos. Ya no está mal, pero los tiempos cambian (a mejor) y la más moderna Fiocchi que se estila hoy anda por los 390 con el mismo peso de punta y con un tiro que, siendo contundente, no es tan violento. Por lo que he podido comprobar en casa lleva algo más de carga (1 grain) de una pólvora más lenta.
Aún y así, y aunque este hilo tenga un cierto aire nostálgico, ni la una ni la otra las veo adecuadas para la función que les encomiendan, equipando armas de dotación en funciones de orden público. Puntas blindadas (inadecuadas del todo) y demasiada velocidad. Antes preferiría una punta de plomo cobreado de 147 grains con menos carga y bastante más lenta, ya que se niegan en redondo a usar puntas huecas, que sería lo suyo, que no municiones de guerra que rebotan, y atraviesan lo que deben y lo que no.
Por cierto, que el alza necesitó cierto ajuste y mis recargas resultaron ser tan precisas como la munición de fábrica. El que parece que no siempre es igual de preciso es mi dedo, pero eso creo que tiene peor arreglo.