Su lugar fue ocupado por lo que se llamó "cuchillo giroscópico", que se lanzaba como una jabalina, impactando siempre con la hoja por delante y a unas distancias difícilmente igualables con un cuchillo de lanzar normal. En España alguien se decidió a fabricarlos de una forma casi artesanal, y fueron muy pocos los que llegaron al mercado.
Uno de ellos cayó en mis manos, buen aporte a la colección, pero como estoy cambiándola y limitándome a cuchillos militares (que no bayonetas), este me sobra. Póngolo, pues a la venta, al precio de 100 euros, que creo justo para el material de que se trata.
Para verlo (no probarlo, que se puede estropear), el chisme está en Zaragoza.