tsman escribió:No se si es mas peligroso un cetme un una ley injusta y viendo lo que vemos todos los días creo que la estupidez humana(lease política) es muuuucho mas peligrosa que las balas y hace mas daño.
Las balas las escuchas y con suerte te puedes esconder, la estupidez te persigue y te acosa

Hombre, una bala a 900 mts/sg como te disparen a menos de un km (ojo que yo me debo al subforo de aire y estos temas de armas de fuego reconozco desconocerlos profundamente) o eres Flash Gordon o no dices ni la A del ¡Ay que me han dado!
Es más peligroso un gilipollas que uno malo pero malo de arrancao. Eso ya lo dijo Reverte. Al malo, una vez clichado, lo tienes fijado. El gilipollas, al ser imprevisible, te puede volver majara.
En mi pueblo, distinguimos perfectamente al tonto del que hace tontear.
Siguiendo con el hilo, parece una operación a gran escala. Reconozco que he sido un poco crédulo al pensar que éste hombre había conseguido zamparse cien señoras, aunque expresé mis reservas. Desconozco si éste señor posee una cámara frigorífica industrial para conservar a las señoras (me causa reparo hablar de "carne" si esta es humana)o si las prefiere de una en una. De todas formas parece una operación a gran escala, y lo que me preocupa es que exista gente con posibles, completamente normal, buen trabajo, esposa amada y bonita, hijos atletas universitarios, que se hayan convertido en "clientes" de éste particular... jo, no sé cómo llamarlo, pero seguramente él se considera una especie de carnicero excelso o cazador sublime.
Creo que ya lo he escrito, pero una vez, en la interminable clase de Geografía Humana, de tres horas sin intervalos, de 8 a 11 de la mañana en un seminario de un extremo de la Facultad, frío oscuro y encima colindante con una muy transitada calle (tráfico, obras) el Doctor Silván de repente se quedó colgado a mitad de frase. Era la pulcritud en persona, siempre trajeado, muy mayor, hablaba muy bajo y no escribía ni usaba proyecciones, ni hablemos del ordenador. Bien, allí estábamos 10 o 14 mataos: 4 o 5 jevis, mi colega Luis y yo rememorando la mejor moda tweed "mod" tres monjitas y una pareja de Canadienses muy gordos y muy majos. Del resto no recuerdo las jetas. La frase en la que el Doctor Silván se quedó a medias fue: "La ciudad produce... -se quedó mirándonos uno por uno- ... la ciudad produce... -la verdad, se le torció el rostro mirándonos-... la ciudad produce, en esencia, ¡¡¡TARADOS!!!...
Se lo recordé en el examen, y aunque era una mierda de examen -en aquélla época me lo pasaba ciertamente bien- lleno de grandilocuentes contrapuntos en líneas de mala caligrafía encima torcidas, mezclando mi estilo decimonónico con retazos de lo que recordaba, vagamente, de sus clases susurrantes, me puso un siete del que quedé agradecido. Hasta fui a decírselo a su despacho pero no me dejó traspasar el umbral.
Qué cojones no habrá en Nueva York...
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