Hernan2 escribió:VBull escribió:pgv1973 escribió:Pues claro que estaba en condiciones de poseer armas, prueba de ello es que hay que echarle muchos huevos para quitarse de en medio de una manera tan limpia y bien planificada, ese poder de decisión no está al alcance de la inmensa mayoría de los mortales. De ser cierto todo lo que nos han contado, obviamente.
La gente sostiene casi por unanimidad que todo suicidio es un acto de cobardía o demencia en su caso, mentira podrida y craso error, en un enfermo puede ser consecuencia de su enfermedad, cierto, pero en un tío sano y con una vida regalada yo lo leo como un ahí os quedáis pringaos y vais a joder a vuestra .... sin más.
Pues no. Uno que es de otra época y corte moral sabe que el que se suicida sé condena, a no ser que sea un enfermo. Y en rigor los estudios psiquiátricos muestran que el 90% de los suicidas tienen algún tipo de enfermedad mental. Y también es mentira que hoy se tome como cobarde al suicida, cosa muy frecuente en otra época más sana. Lo cierto es que se les compadece bastante. Erróneamente.
En lo que sí estoy de acuerdo es en que en la mayoría de los casos, no estamos por cometer el disparate de suicidarnos. Le echamos pelotas, aunque pinten bastos.
Más todavía, no es necesario tener armas para suicidarse. Pero el muy desgraciado tenía que hacerlo así.
Q.E.P.D. A rezar por él
Copy y paste de Miles Christi:
Al hablar sobre la vida humana, la Iglesia Católica enseña que nadie puede atentar contra ella sin justo motivo: por ejemplo en una guerra justa, en defensa propia o como ejecución de la pena de muerte por mandato civil.
Quien atenta sin uno de los motivos anteriores, se toma para sí un derecho exclusivo de Dios, quien nos dio la vida y solo El nos la quita cuando lo decide.
El suicida no solo se priva de la vida por su voluntad cometiendo así un pecado mortal, sino que su acto impide la oportunidad de arrepentirse y garantiza su condenación eterna.
Además de la muerte física y espiritual del suicida, se añade el escándalo que genera un mal gravísimo entre los feligreses.
Por esta razón, los párrocos niegan las exequias y sepultura cristiana a estos hombres y mujeres, quienes en un acto supremo de cobardía y desesperanza renuncian a la Divina Providencia.
Sin embargo, existe la salvedad de aquellos que, afectados por un mal mental, se ven privados del uso pleno de la razón o de otros que por ignorancia se provocan la muerte. Estos casos no constituyen necesariamente un pecado mortal.
Como lo enseña la Iglesia, un acto malo hecho sin conciencia no es un pecado mortal, pues no cumple con uno de los tres requisitos a saber: gravedad, conciencia, y sin que alguna causa de fuerza mayor obligue a su realización, es decir, voluntario.
Asimismo, quien se priva deliberadamente de la vida, pero por una razón justa, como lo hizo Santa Lucia lanzándose al vacio para impedir que aquel hombre ultrajara su virtud Consagrada a Jesús, y el mismo no fuera excomulgado por atentar contra una religiosa; en este caso no hay pecado sino heroísmo.
Revista Trento, Año 2, No. 3, Segunda Epoca.