Es evidente que toda clasificación tiene utilidad cuando de la misma se derivan varias clases diferentes, siendo absurdo y nada práctico que el resultado sea una única clase.
En el caso de la clasificación por la que se define el tiro reactivo, es lógico suponer que además existiría el tiro activo, el tiro proactivo o el tiro pasivo, así como en el caso de la clasificación que define el tiro defensivo también existiría el tiro ofensivo o el tiro neutral.
Sin embargo, éste no es el caso porque en realidad no se trata de clases sino más bien de cualidades de algunas de las TTPs empleados en el tiro táctico.
Efectivamente existen ciertas TTPs de carácter reactivo o defensivo pero ello no justifica hablar de tiro reactivo o tiro defensivo, sino que se trataría del mismo tiro táctico del que se ha hablado anteriormente, en el cual podemos encontrarnos con TTPs de carácter reactivo, activo, proactivo, ofensivo, defensivo, etc…, es decir, la situación táctica determinará el carácter de las TTPs a utilizar. Además, reactivo y defensivo guardan una relación entre sí tan estrecha que prácticamente podrían considerarse sinónimos.
También podemos encontrarnos otra posible clasificación que atiende al nivel o grado de eficacia o rendimiento del tirador en la ejecución de las TTPs empleados.
No obstante, esta clasificación se aplica normalmente al tiro táctico y pretende establecer una progresión en el adiestramiento en virtud de la dificultad y la dependencia entre sí de las TTPs a ejecutar.
Por ejemplo, no se puede ejecutar una TTP con munición real si previamente no se han aprendido las TTPs relativos a la manipulación del arma y a la seguridad con las armas.
Es importante destacar que jamás se ha de utilizar una clasificación para limitar el nivel de ejecución a alcanzar por el tirador, sino que éste ha de ser siempre el máximo posible sólo condicionado por las circunstancias (disponibilidad de medios, capacidad del tirador, etc…).
Resulta imperdonable establecer una norma por la que se restrinja el nivel de adiestramiento a alcanzar por un individuo en virtud de los cometidos que éste desempeñe habitualmente, ya que todo el personal tiene el mismo derecho a recibir un adiestramiento en calidad y cantidad suficiente.
Por ejemplo, que una persona ocupe habitualmente un puesto de oficina no implica que ésta haya de recibir adiestramiento sólo hasta el nivel en el que el tirador bate un único blanco desde una posición estática, sino que ha de continuar progresando por cada nivel hasta “conocer” prácticamente todas las TTPs
(recarga táctica, resolución de interrupciones, blancos múltiples, fuego en movimiento, empleo de una cubierta o parapeto, …).
Conocer unas TTPs no supone dominarlas, sino que el dominio vendrá condicionado por la práctica habitual y ésta a su vez dependerá de las circunstancias, ya que no todo el personal dispondrá de las mismas oportunidades para adiestrarse.
Aquí juega un papel importante el puesto o los cometidos específicos de una persona, de modo que las oportunidades para adiestrarse serán mayores en el caso de un puesto en un equipo operativo que en el caso de un puesto en una oficina.
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