El montante del crédito concedido en las "hipotecas basura" y en las normales excedía y con mucho el valor real del inmueble a adquirir. Y excedía porque las mismas entidades financieras se encargaban de que las valoraciones estuviesen infladas a la medida en que fuese necesario. En no pocas hipotecas se añadían los gastos de notaría, comisiones de estudio y apertura... e incluso, no era infrecuente de que, englobados, fuesen los muebles, un coche (o dos, si era una unifamiliar o un piso de postín) y lo que se terciase. Pero todo eso hacía que el recibo mensual creciese enormemente.

Recuerdo que un inmigrante sudamericano estaba ilusionadísimo con comprarse un piso en los alrededores de Madrid. Y cuando ya, según me dijo antes, suponía que habría firmado ya la hipoteca, le llamé para interesarme y me dijo:
"No, Jordi, no hemos podido ir a la notaría porque el garantizador nos han dicho en la caja que no estaba disponible".

Se cometieron un sinfín de barbaridades de este tipo -bien es verdad que con la anuencia y complicidad de las entidades, pero con el conocimiento de quienes se hipotecaban- o de muy peores y ahora, en esos casos, entiendo que la dación en pago no es suficiente.
Sí que lo sería si se hubiese hipotecado, por ejemplo, el 70% del valor del inmueble, pero... ¿quién tenía el 30% de una -que eso es precisamente lo que costaban- barbaridad?
