Mensajepor oscashooter » 17 Jul 2018 21:03
Cuando los HECHOS se someten a un intento de explicación desde lo que es la OPINIÓN, cabe casi todo, porque opiniones, como nariz, cada cual tiene la suya.
Por otro lado, en la búsqueda de esa posible relación causal para el fin de la orden del Temple, siempre en mi opinión, ha de huirse de lo que es simple cassus belli para entrar en un panorama más amplio en el que, con toda probabilidad, encajarán mucho mejor los hechos sucedidos. Quiere decirse que, probablemente, las razones que llevan a su condena y extinción, son varias y complejas.
Veamos, con el permiso de todos cuantos participan en este hilo, algunos "hechos" que, por objetivos, contrastados e incontestables, puestos en relación -confrontación más bien- con lo que era la sociedad y la Iglesia contemporáneas de estos caballeros, tal vez arrojen algo de luz sobre el camino que llevó a su extinción:
- Eran MONJES-SOLDADOS y desde luego con una fe y una moral por las que estaban dispuestos no sólo a dar su vida, sino a sobrellevar, resistir, soportar, todo tipo de sacrificios y privaciones. Esta característica, en una Iglesia (y también sociedad) en que primaba el NEPOTISMO, la aplicación laxa de los principios morales, una sociedad e Iglesia en las que no era extraño que hubiesen cardenales con 14 años por ser "segundones" de familias reales o de la alta nobleza, en la que muchos eclesiásticos pudientes y beneficiados tenían servicio doméstico e incluso barraganas, era un verdadero canto a lo "diferente" a lo que pudiésemos llamar políticamente incorrecto.
- A pesar de esa fe y moral tan elevadas, los templarios, el Temple, NO ERA EN ABSOLUTO INTEGRISTA en el sentido de negar el pan y la sal a la ciencia, a otro tipo de saberes más "laicos" sin pretender que las supuestas confrontaciones con el dogma, oficial y admitido por la jerarquía y magisterio oficial de la Iglesia les obligasen a rechazarlos sin más. Así, y hay testimonios, la astronomía, medicina y otros saberes estaban admitidos en el Temple.
- A pesar de la riqueza, indiscutida e indiscutible de la orden, los templarios hacían honor a su voto de pobreza. Ni la ropa que vestían ni las armas que empuñaban podían llamarlas "suyas", sino que nuevamente apreciaremos que pertenecían a la orden. Ese colocar "la orden por encima y a otro nivel" rindiendo la individualidad de sus integrantes, esa conciencia colectiva llevada al extremo a la que subordinaban la propia, en ideas, palabras y actos, también es, sin duda, una especie de anomalía, de antítesis para una sociedad y una Iglesia en las que, por más que se ensalzan ciertas virtudes "caballerescas", la propia fama, el honor individual y también la posibilidad de medrar estaban siempre presentes.
- Esa misma riqueza como conjunto, la que ostentaba la orden, hizo que demasiada gente les debiese grandes favores o cantidades de dinero y, eso, sumado a la siempre presente envidia y la capacidad de "saldar las deudas a la tremenda" (aquí entra de lleno la deuda del rey de Francia) fueron indudablemente, una tentación muy fuerte para unos ánimos que, por más que se reputaban de caballeros, más bien eran de vuelo bajo y de una bellaquería innegable. Esa misma manera de "saldar deudas" será una constante en la historia, demasiadas veces repetida a lo largo de los siglos y, como todos saben, pueden hallarse ejemplos hasta en nuestra propia guerra civil: más de uno pagó a su sastre, o su arrendador, o suministrador, con una oportuna denuncia que borró de la faz de la tierra, del mundo de los vivos, a deuda y deudor de un solo plumazo.
- En un tiempo en que el papado era más Iglesia organización y poder que pastor y doctrina, el fenómeno templario suscito, sin duda, no sólo resquemor, sino incluso cierto temor además de la consecuente envidia. El Temple, con esa visión de conjunto, de "orden" por encima de las individualidades de los propios templarios y las encomiendas, se mostraba como una fuerza fenomenal capaz no sólo de hacer sombra al propio Papa, sino también de intervenir en su elección o esas disputas con dos o tres "papados" como tampoco fue infrecuente.
No pretendemos hacer una relación exhaustiva ni completa de posibles puntos de fricción, pero con lo expuesto, a modo de sana provocación, puede abrirse un poco el panorama argumental y, por supuesto, añadir tanto hechos como opiniones a la búsqueda no sólo de mejor conocimiento, sino también de sano pasatiempo histórico. Verdad y razón, a mi entender, son los únicos límites. Verdad en lo que se expone como "hecho", razón, argumentación razonada si se prefiere, en lo que se presenta como opinión o teoría.
Un saludo a todos y disculpas por la extensión de mi exposición con la que, seguramente, he abusado de vuestra amabilidad y vuestra paciencia.
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Homo sum, humani nihil a me alienum puto