Rapiegu escribió:KeisiMekaigo escribió:
Yo no era franquista, de hecho, tengo más carreras delante de los grises que gambas tiene comidas un sindicalista. Pero, después de vivir estos 40 años de dictaduras cuatrieniales sucesivas, digo y proclamo que sólo los necios y mastuerzos que no conocieron aquella época, se pueden creer los embustes que les cuentan los sociatas, podemitas y otras excrecencias. Digo y proclamo que entonces éramos LIBRES y dueños de nuestro tiempo y nuestro dinero, y ahora meros esclavos sujetos a las ocurrencias de los más inútiles, mentecatos, iletrados, vagos y maleantes de la sociedad.
Un saludo.
. Amén hermano
A mis cincuenta y tantos tacos, yo era un chaval cuando murió el Caudillo, sin apenas ideas políticas, pero a pesar de vivir modestamente, sí que recuerdo que había bienestar y seguridad.
Me sorprende ver a mucha gente más joven que yo afirmar que ellos habían "luchado contra Franco": ¿cómo, con el traje de comunión puesto? ¿en el tiempo que te dejaba libre el "cole"?
Igualmente me sorprendió hace una semana, más o menos, ver a uno de mis vecinos, un hombre de mi edad, soltándoles el rollo a unos chavales de que con Franco en el pueblo se pasaba hambre: no pude contenerme, y le recriminé que difundiera esas mentiras, cuando me constaba que su familia había vivido muy bien, pues habíamos ido al colegio juntos y yo había jugado y merendado en su casa.
Así que se refugió en la posguerra, en la que si hubo dificultades, claro, pero le hice ver que esa época fue mala para todos, y que incluso en la riquísima Inglaterra hubo racionamiento hasta 1954. En España desapareció en mayo del 52.
En cuanto a libertades, mientras no te metieras con Franco exagerada y descaradamente, podías hacer lo que quisieras, no como ahora, que no puedes ni contar chistes. Y desde luego hoy los políticos se querellan contra los chistes y comentarios de la gente de a pie por tonterías que a Franco no le hubieran quitado ni un segundo de sueño.
Cuando muramos los que conocimos aquello, podrán contar las mentiras que quieran sin que nadie se las pueda rebatir.