Tengo el defecto de contar la verdad ya sea más o menos feliz, de mis cacerías. El lance fue muy bonito. Lo he descrito en el hilo de esperas la misma noche que volví a casa, aún con la esperanza de encontrarlo por la mañana.
El lugar es muy complicado de rastrear, porque es una rambla espesa, de mucha maleza y si el jabalí consigue adentrarse hacia la cabecera, aunque no ande muy lejos, resulta difícil dar con él.
Si vas con un perro, ya es otra cosa. Conozco a uno que tiene uno que me podía haber resuelto la situación, pero el muchacho no me inspira confianza alguna y, como suele decirse, perdono el beso por el coscorrón. Vamos, que es de los que te acompañan al monte y acabas diciendo eso de: "No me fío de la mitad de la cuadrilla... ¡Y la cuadrilla somos dos!

"
En este caso el asunto se complicó mucho porque ni una gota de sangre encontramos (tres hombres), con lo cual sólo sabemos por dónde bajó a la rambla, pero no que ruta siguió. Me desorienté mucho y me quedé con mal cuerpo, pero es que no había otra, porque no es que no pudiéramos seguir, es que dimos palos de ciego, siguiendo una trayectoria supuesta, pues realmente no sólo no hallamos sangre, sino que tampoco fuimos capaces de establecer por dónde pudieron largarse los jabalíes. Si hubiéramos dado con el perdedero, lo habríamos seguido por ver qué nos deparaba. Pero parecía como si se los hubiera tragado la tierra.
En fin, me hubiera gustado coronar un lance para mí bueno, bastante bueno, con el jabalí y haber puesto algunas fotos como colofón, aunque no hubiese sido un gran ejemplar, pues disfruté mucho, pero no me ha sido posible.
Ya tengo otro justo en el cebadero que monté esa misma tarde. Entró al día siguiente, ayer. Hacia las 23:00 horas, pero no voy hasta la semana que viene porque me han organizado el finde mi mujer y el trabajo. Tal vez sea mejor, pues como el marrano se ve que tiene tablas, puede que se confíe, aunque con la luna en creciente... Veremos, que los jabalíes son muy difíciles de predecir. Mira lo que me pasó: no estaban entrando al cebadero donde los aguardaba (sólo un marranujo y de forma errática) y esa noche apareció una piara de cinco con otros tantos marranillos justo cuando me había apostado a unos 300 m para esperarlos al paso y los vi porque desde el apostadero se divisaba el cebadero... De modo que tuve que recechar de noche tras una batallita algo complicada.
Pero me lo pasé bomba y luego, ¡ah luego! La sonrisa con la que me obsequia mi L. cuando llego sudoroso a por mi Sin y el bocata de jamón...
