Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 11 Mar 2018 13:01

Los Voluntarios Catalanes en la Guerra de Africa


Dejando de un lado un momento las guerras de independencia de los paises de America del Sur, quiero traer un hecho casi olvidado, como es el de los voluntarios catalanes en la Guerra de Africa, desconocido y olvidado creo que intencionadamente, pues en los tiempos que corren no parece ser que a mucha gente le interese recordar la españolidad de los catalanes.

Los Voluntarios Catalanes. Marruecos 1860

Al igual que los vascos, los catalanes también contribuyeron en la Guerra de África de 1860 con la Unidad de Voluntarios Catalanes.

La unidad se creó el 24 de diciembre de 1859 constaba de cuatro compañías y estaba mandada por don Victoriano Sugrañés y Hernández, teniente coronel graduado y capitán de infantería retirado. La Plana Mayor la completaban el teniente ayudante don Manuel Vacaro y Vázquez y el subteniente don Federico Martínez Aranzana. Las Compañías eran mandadas por los capitanes de infantería retirados: don Manuel Rodríguez López Guars, la 1ª; don Antonio Giménez y Bouder, la 2ª; don Martín de Rochenflué y Ortiz, la 3ª y don Antonio Menéndez y Moron, la 4ª. Cada compañía tenía además dos tenientes y un subteniente. Todos los oficiales estaban en situación de retirados en el Ejército.

Como sucedió en el resto de regiones, fue la Diputación de Barcelona la encargada de gestionar todo lo relativo a la Unidad de Voluntarios. En un principio cada población que aportaba voluntarios debía costear la confección de los uniformes pero, finalmente, el coste fue asumido por la Diputación de Barcelona y alcanzó la cantidad de 10 000 duros. Este detalle fue correspondido por la reina Isabel II quien envió a la Diputación una carta de agradecimiento. La uniformidad constaba de un «gorro del país o barretina», 3 camisas de algodón, 2 pares de calzoncillos, 2 camisetas de algodón, una túnica y un pantalón de pana, un par de botines de cuero, 2 pares de alpargatas con peales, un morral‑mochila, una manta y una bolsa de aseo. Los oficiales lo mismo pero el poncho como el de los oficiales de Infantería.

Las divisas eran para los capitanes tres galones de panecillo de plata que llevarán en la manga de la túnica entre el codo y el hombro, en forma de ángulo cuyo vértice se colocará dos pulgadas debajo de la costura. Los tenientes usarán dos galones de la misma clase y forma y uno los subtenientes. Los sargentos usarán dos galones y uno los sargentos segundos colocados como los de infantería del Ejército y los cabos dos galones de estambre encarnado como los de los regimientos de infantería. El armamento era una carabina rayada como la de los Cazadores que se las entregó el Parque de Artillería de las existencias de los almacenes.

Para el reclutamiento se admitieron voluntarios entre los 17 y los 36 años con buena resistencia física y sin estar sujetos a la próxima quinta. Mientras dure la guerra quedarán acogidos a las leyes y ordenanzas militares. Cada compañía la compondrán 125 hombres y entre ellos se elegirán a 8 cabos, 3 sargentos segundos y un sargento primero, teniendo preferencia los que hubiesen pertenecido a esas clases en el ejército o en los cuerpos francos. Su hubiese voluntarios bastantes se formaría un segundo batallón con las mismas características. Finalmente, la Unidad estuvo compuesta por 466 hombres, 312 del partido judicial de Barcelona y el resto distribuidos por toda Cataluña.

La Unidad partió del puerto de Barcelona a bordo del buque “San Francisco de Borja” con destino a Tarifa. Su comandante al embarcar dio el grito: «Adeusiau barcelonins» (adiós barceloneses). El día 3 de febrero de 1860 la Unidad llegó a Ceuta a bordo del buque “El Piles”, justo antes de la batalla de Tetuán, siendo recibidos en la misma playa por el general O’Donnell y toda su plana mayor. Fue el general Joan Prim, conde de Reus y marqués de Los Castillejos, quien les dio la bienvenida y tras recordarles que debían corresponder con su valor a los honores recibidos por el ejército “del bravo O'Donnell, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios”, les dijo la siguiente arenga en catalán:

«Catalanes: Acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido, en el ejército de África, cuyo renombre llena ya el universo. Vuestra fortuna es grande, pues habéis llegado a tiempo de combatir al lado de estos valientes. Mañana mismo marchareis con ellos sobre Tetuán.
Catalanes: Vuestra responsabilidad es inmensa; estos bravos que os rodean y que os han recibido con tanto entusiasmo, son los vencedores en veinte combates, han sufrido todo género de fatigas y privaciones; han luchado contra el hombre y contra los elementos; han hecho penosas marchas, con el agua hasta la cintura; han dormido meses eternos sobre el fango y bajo la lluvia: han arrostrado la tremenda plaga del cólera; y todo lo han sufrido sin murmurar, con soberano valor, con intachable disciplina. Así lo habéis de soportar vosotros. No basta ser valientes: es menester ser humildes, pacientes, subordinados. Es menester sufrir y obedecer sin murmurar. Es necesario que correspondáis con vuestras virtudes al amor que yo os profeso, y que os hagáis dignos con vuestra conducta de los honores con que os ha recibido este glorioso ejército, de los himnos que han entonado las músicas en vuestro loor, del general en jefe a cuyas órdenes vais a tener la honra de combatir; del bravo general O´Donnel, que ha resucitado a España y reverdecido los laureles patrios…


Pensad en la tierra que os ha equipado y os ha enviado a esta campaña; pensad en que aquí representáis el honor y gloria de Cataluña; pensad en que sois depositarios de la bandera de vuestro país…y que todos vuestros paisanos tiene los ojos fijos en vosotros para ver como dais cuenta de la misión que os han confiado. Uno solo de vosotros que sea cobarde, labrará la deshonra de Cataluña…
Y si así no lo hacéis; si alguno de vosotros olvidase sus sagrados deberes y diese un día de luto a la tierra en que nacimos, yo os lo juro por el sol que nos está alumbrando: ni uno solo de vosotros volvería vivo a Cataluña…”

Si correspondéis a mis esperanzas y a las de todos vuestros paisanos pronto tendréis la dicha de abrazar a vuestras familias y dirán llenos de orgullo: “Tu eres un bravo catalán”».
¡Adelante, catalanes! ¡Acordaos de lo que me habéis prometido! ¡Adelante!».


Víctor Balaguer, cronista de la guerra, comentaba: «Después de la arenga, los voluntarios catalanes desfilaron delante de O´Donnell y al verlos desfilar, este se dirigió a Prim: “Me parecen algo faltos de instrucción”, a lo que éste, contestó: “Mi general, mañana la completaran en el combate”».

La Unidad de Voluntarios Catalanes tuvo su bautismo de fuego nada más llegar, tomando parte destacada en la batalla de Tetuán donde murió su comandante Victoriano Sugrañes. Los hechos de esta batalla se narraron así en el Diario de un testigo de la Guerra de África:

«Los voluntarios catalanes han levantado su nombre con una singular hazaña. Los nobles hijos del Principado iban de vanguardia mandados por el General Prim, pero en el instante crítico al llegar a la artillada trinchera, los moros se ponen de pie sobre sus parapetos y fusilan sin piedad a nuestros hermanos. Pero los catalanes no retroceden. […] aunque la franja está llena de muertos y heridos unos 100 catalanes consiguen pasar.
El General Prim se pone a su frente y con voz tremenda les grita en su lengua: “Adelante catalanes no hay tiempo que perder” […] los voluntarios acometen como toros la formidable trinchera. Prim va por delante el primero de todos. Ensangrientan sus bayonetas y vengan a sus compañeros. Vítores sin cuento a la madre España».


Víctor Balaguer en Los Españoles en África, comenta sobre la muerte de su comandante:

«Tan brillantes resultados, Excmo. señor, no se consiguen sino con pérdidas sensibles, doblemente cuando recaen en personas tan dignas y beneméritas como las que tenemos que lamentar. Por el estado adjunto, verá V.E cuan cara nos ha costado la victoria; solo llamaremos la atención de V.E sobre las nunca bien lloradas del comandante don Victoriano Sugrañés y Hernández y don Mariano de Moxó, muertos gloriosamente en su puesto, al conducir sus soldados a la victoria».

Los catalanes sufrieron cuantiosas bajas en la toma de Tetuán, pero no fue esa su única hazaña. Cuando los rifeños cortaron el paso a los españoles en Wad-Ras, en su marcha hacia Tánger, se produjo la batalla más dura y sangrienta de toda la guerra. En un momento determinado del combate los batallones españoles fueron rodeados por los rifeños, en ese momento el general Prim, a bayoneta calada, lanza a los 250 voluntarios catalanes que quedaban a romper el cerco. Estos heroicos hechos fueron inmortalizados por los cuadros de Mariano Fortuny y Frances Sans i Cabot.

La Diputación de Barcelona encargó el diseño de la medalla conmemorativa a Josep Pomar i Lladó, se acuñó en los talleres de Bernat Castells, y constó de tres categorías:

¾ Categoría Oro: Fueron dos, una para el general Prim y la otra para el coronel Francesc Fort Segura, quien comandó a los Voluntarios tras la muerte de Sugrañés.
¾ Categoría plata: 492 unidades, medalla de pecho para los soldados que regresaron.
¾ Categoría bronce: 140 unidades, medallas de mano para los familiares de los muertos en combate.

Según el historiador Alfredo Redondo, regresaron a casa 237 de los 466 voluntarios, con pensiones garantizadas en función de la condecoración recibida y un ofrecimiento por parte de la Diputación de Barcelona de trabajo en alguna de sus obras.

También se conoce a los Voluntarios Catalanes en la Guerra de África como «Los Voluntarios de Prim»

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 11 Mar 2018 15:43

Los Tercios Vascongados en la Guerra de Africa de 1860


Los Tercios Vascongados. Marruecos 1860

La intervención de España en Guerra de África de 1860 se produjo para garantizar la seguridad de sus plazas de soberanía e incluso su propia independencia. Esta lucha tuvo un espíritu de unidad y fue una guerra popular, se podía decir que fue una «Cruzada», una guerra santa que despertó en el pueblo un verdadero sentimiento de defensa nacional. Si la integridad de todo el territorio peninsular no peligraba, sí que estaba en juego la seguridad de la plaza española de Ceuta y se ponía gravemente en cuestión el honor nacional, lo que aunó aún más el sentimiento de unión.

En unos años tan convulsos, este movimiento tuvo un amplio respaldo en todas regiones y provincias de manera que se formaron y organizaron tropas especiales para la contienda, unas fueron forzosas, otras voluntarias y algunas con soldados de ambas procedencias, siendo una de estas las llamada División Vascongada o Tercios Vascongados con los que el Señorío de Vizcaya y las provincias de Álava y Guipúzcoa acudieron a formar parte de este empeño de nivel nacional.

Las provincias vascas vivían en aquellos años en Régimen Foral y dentro de esta estructura se creó todo el proceso de formación de los Tercios. Así, el 12 de noviembre de 1859 se reunieron en la Casa de Juntas de Guernica los Comisionados del Señorío de Vizcaya y los de las provincias de Álava y Guipúzcoa, junto al histórico árbol símbolo de las libertades vascas. Al ser un asunto excepcional el llamamiento a la guerra, ese mismo día se tomaron los acuerdos necesarios como respuesta inmediata. Estos acuerdos fueron: 1º Poner inmediatamente a disposición de la Reina («Su Majestad la señora de Vizcaya») un donativo voluntario de cuatro millones de reales por cuenta de las tres provincia hermanas. 2º Un alistamiento general del país, con arreglo al Fuero por el tiempo que dure la guerra de Marruecos y, 3º La creación de tres Tercios fuertes de 3 000 hombres, en dichas provincias durante el tiempo de la misma guerra.

La Junta del Señorío comunica a los vizcaínos por circular de la Diputación, el 20 de noviembre de 1859, los términos del acuerdo adoptado con las otras dos provincias de esta manera:

«Vizcaya, que a fuerza de sacrificios ha conquistado el renombre de Muy Noble y Muy Leal, sin que en la dilatada serie de los siglos haya desmentido tan glorioso dictado,—Vizcaya, que siempre ha concurrido con sus esfuerzos y servicios generosos el día del peligro, cuando el principio religioso, el principio monárquico, la independencia nacional o el honor del pabellón español se hallaban comprometidos, no puede, sin faltar a su historia, a sus antecedentes, a sus mayores y, a lo que a si propia se debe, dejar de tomar parte voluntaria y digna, en los sacrificios, ahora que se trata de obtener cumplida satisfacción de los repetidos agravios inferidos al pendón de Castilla, por una nación bárbara y descreída, y de llevar a ella, con la gloria de las armas españolas, la semilla fecunda y civilizadora del Evangelio, cumpliendo así el Testamento de aquella gran Reina Católica, la imagen de cuyo esposo tiene la Junta presente en el acto de jurar en este mismo sitio, a la sombra del árbol venerando que le cobija, los fueros, libertades y franquezas de este suelo infanzón. La España toda se apresta llena de entusiasmo a la guerra. ¿Cómo por primera vez en los fastos del honor vascongado había de quedar Vizcaya mera espectadora de la lucha, sin tomar parte en los sacrificios y en el peligro de sus hermanos? (…)»

Los «Tercios Vascongados» o «División Vascongada» estaba mandada por el mariscal de campo don Carlos María de la Torre Navacerrada como Comandante general de la División Vascongada, y al coronel don Rafael Sarabia Núñez como jefe de la plana mayor. Se dividía en cuatro Tercios que contaría cada uno con seis compañías, con un capitán, un teniente y un subteniente cada una de ellas.

El primer Tercio era el de Álava, con 709 hombres, el segundo el de Guipúzcoa, con 766, el tercero el de Vizcaya, con 776, y del cuarto correspondían a Guipúzcoa las Compañías 1ª, 2ª y 3ª, con 364, y a Vizcaya las 4ª, 5ª y 6ª, con 415. Aportan un total de 3 000 hombres que sumados a los 42 000 del resto de regiones forman los 45 000 efectivos del ejército de África. El 1º Tercio se reunió en Vitoria, el 2º en Tolosa, el 3º en Bilbao y el 4º en Durango.

Los jefes nombrados para cada uno de los Tercios fueron: el teniente coronel don Isidro Eleicegui Otamendi para el 1º; el teniente coronel don José Ochoteco Vergara para el 2º, este jefe fue cesado por insubordinación y sustituido por el teniente coronel don Antonio Palma Barrios quien enfermó y se hizo cargo del Tercio el comandante don Telesforo Gorostegui Saralegui; el teniente coronel don Juan Zabalainchaurreta Aboitiz para el 3º y el teniente coronel don Ignacio Arana Ganzarain para el 4º.

La única condición para alistarse era ser vascongado. En primer término se admitían los voluntarios de la Diputación y los que faltaban para completar el contingente lo proporcionaban los municipios (Ciudad, Villas y Anteiglesias), según su número de habitantes y como cupo forzoso.

Los voluntarios debían ser naturales de una de las tres provincias, de 18 a 40 años al principio, más adelante se matizó de 20 a 30 años, solteros o viudos sin hijos, y en enero de 1860 se acordó en admitir voluntarios a hijos del país de 20 a 40 años, foráneos que hayan salido libres del compromiso de la última quinta en sus provincias de origen, y casados que reúnan las condiciones para servir en campaña. Estos voluntarios recibían una gratificación de 4 000 reales de vellón: 160 al ser admitidos, el resto hasta 2 000 el día de su presentación y los 2 000 restantes en el momento de partir hacia la guerra.

El contingente se completaba con los cupos forzosos del modo que cada ayuntamiento considerase más oportuno, propio del espíritu foral vizcaíno que daba total libertad a sus municipios, comprendiendo a los solteros y viudos sin hijos de 20 a 30 años cumplidos, con una talla mínima de 1,56 m, quedando exentos los impedidos, los religiosos, los hijos que sostuvieran a la familia con su trabajo, etc. Para el caso de los sustitutos, se amplió la edad a 20-40 años, y se admitió a los casados.

Los jefes, oficiales y sargentos primeros se proveían de las clases activas del Ejército, procurándose, que fuesen naturales de las provincias Vascongadas.

Para cada Tercio se designaron 29 mandos: 1 teniente coronel, un primer comandante, un 2º comandante, 6 capitanes, 7 tenientes, 7 subtenientes y 6 sargentos primeros (1 teniente y 1 subteniente eran para la plana mayor del Tercio).

Los haberes que tenían eran los siguientes: mientras están en el País, 6 reales los soldados, 6 y medio los cabos segundos, 7 los cabos primeros, 8 los sargentos segundos, 9 los sargentos primeros que se incrementaban en 1 real a los soldados, 2 a los cabos y 3 a los sargentos, por cuenta del Señorío cuando salían fuera. Se establecieron pensiones para los inutilizados y para las familias de los muertos y preferencias de destino en el Señorío a los voluntarios de los Tercios.

El equipamiento corrió a cargo de las Diputaciones. Consistió en: vestuario, cananas, botas para líquidos, ollas de rancho y los siguientes efectos que fueron importados de Francia: mochilas, tiendas, mantas y botiquines (encargados en París por el general Latorre). El armamento fueron fusiles nuevos, procedentes del Ejército, de fabricación belga. La uniformidad de los Tercios Vascongados era la de la Infantería de Línea de la época, pantalón rojo y poncho azul, con la boina vasca de color rojo.

El 3 de febrero de 1860 se reúnen en Santander los cuatro Tercios. En los días siguientes son embarcados con destino a San Fernando donde realizan el periodo de instrucción. El 27 de febrero se encuentran todos en territorio africano donde son revistados por el general O’Donnell. Se distinguieron especialmente en la batalla de Wad-Rás donde lucharon heroicamente aunque no tuvieron el protagonismo que, sin duda, hubiesen deseado.

El retorno de los Tercios Vascongados se produjo de manera escalonada durante el mes de mayo de 1860 y la División fue oficialmente disuelta por Real Orden del 4 de mayo de 1860, en la que se expresó la gratitud de su majestad por el servicio prestado a la Monarquía.

El recibimiento a los Tercios en las tres constituyó una gran manifestación festiva, en un ambiente de exaltación patriótica vasco-española que ensalzaba el amor a España y la lealtad a la Corona, al mismo tiempo que el amor y la lealtad también a la provincia, al País Vasco y al régimen foral.

Cada Diputación dirigió una proclama a los Tercios, que fue ampliamente difundida por tos la provincia. La proclama que la Diputación de Vizcaya dirigió al Tercio de Vizcaya, decía así:

La Diputación general de este Señorío os saluda con toda la efusión de su alma. Os felicita por la brillante campaña de África, donde con vuestro sacrificio y valor, habéis aquilatado los nobles blasones de este ilustre solar. Dignos herederos de vuestros mayores, los habéis igualado, imitando aquellas grandiosas empresas que hicieron a España tan gloriosa. (…) Honor y memoria eterna también a los héroes que han merecido sellar con su sangre el testimonio de su lealtad: (…) la nación los bendice, la fama perpetuará sus nombres, y el Señorío no olvidará nunca sus servicios.
Al despediros del noble pendón de Castilla, de esa enseña sagrada que ha enardecido vuestro heroico corazón ante la hueste agarena, depositadla repitiendo vuestro juramento de adhesión y lealtad a la Regia Señora que ocupa el trono de San Fernando: no olvidéis nunca que os ha sido confiada su custodia; y al regresar tranquilos a vuestros pacíficos hogares, sea cada uno de vuestros pechos un firme muro donde se consolide la paz y el engrandecimiento del pueblo Ibero.


El general Latorre recibió en Álava y en Vizcaya la distinción honorífica de «Padre de Provincia» otorgada por las Juntas Generales, y en Guipúzcoa, donde no existía esa figura, un «voto de gracias» de la Asamblea Foral.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 11 Mar 2018 15:51

El Marruecos de 1860 en la Guerra de Africa


El Marruecos de finales del diecinueve era un territorio convulso donde reinaba la anarquía y que constituía un constante peligro para las potencias que tenían intereses o posiciones en el norte de África. La administración del país era un tanto peculiar ya que estaba dividido en dos tipos de territorios: los Guich y los Naiba.

Dice el Corán que: «… sólo a Allah pertenece lo que hay en los cielos y en la tierra, y que siendo de Dios, El la da, a quien quiere de sus servidores…», explicándose así que los musulmanes no considerasen más que dos clases de tierras: las tierras del Islam y las tierras de infieles. Las tierras del Islam se las consideraba de dos procedencias, las que hubiesen sido conquistadas por las armas o las conseguidas por medio de capitulaciones.

Según esto en el Marruecos del Protectorado, las dos verdaderas clases de terrenos eran: las tierras de gobierno marroquí o «Blad el Majzén», las que estaban verdaderamente sometidas al dominio y gobierno del Imán de los Creyentes —Sultán—, de extensión muy considerable; y las tierras en rebeldía o «Blad es Siba», las que se consideraban insumisas por no reconocer la autoridad del Sultán, aparte de la meramente religiosa.

Así las cabilas del territorio sometido del Majzén se encontraban divididas a su vez en dos grupos llamadas tierras o cabilas Guich y tierras o cabilas Naiba. Las tierras Guich eran las que los sultanes concedían, desde tiempos antiguos, en usufructo a sus soldados y se constituían en colonias militares nutriendo al Ejército permanente según un sistema de recluta que estaba en vigor desde hacía más de un siglo, a cambio de ello recibían tierras y se les eximía del pago de impuestos. Por otra parte las tierras Naiba eran las cedidas a las tribus o cabilas en uso mediante el pago de un impuesto llamado «Naiba» y solo aportaban harkas, formaciones militares irregulares y temporales, en caso de guerra.

La falta de un ideal común en Marruecos, debido a estar constituido por distintas cabilas que se consideraban independientes y enemigas las unas de las otras determinó un estado de anarquía tan grande, que produjo como consecuencia el atraso enorme que, en todos los órdenes, atravesaba Marruecos, llegando a tal extremo, que incluso la agricultura y ganadería apenas si daban lo necesario para el sostenimiento de la población.

Este estado de cosas dio lugar a la creación de las Cabilas Guix o Guich, cuyo número no pasó de seis, pero que fueron las suficientes para sostener en Marruecos una relativa tranquilidad; que tomase algún incremento la agricultura y por último que al mismo tiempo fuese reconocida en más de una ocasión la autoridad del Sultán.

En aquellos territorios, cuyos habitantes aparecían con caracteres más indómitos, se establecía una Cabila Guich a cuyos individuos, además de los elementos indispensables de combate, se les daba una parcela de terreno de extensión suficiente para que, cultivada, produjese lo necesario para el mantenimiento, no sólo del individuo a quien se concedía, sino también de su familia. Se trataba, por tanto, de un ejército compuesto de voluntarios que no costaba un solo céntimo al Tesoro del Sultán, puesto que éste pagaba concediendo parcelas de terreno comprendidas dentro del territorio de las cabilas más insumisas.

Por este medio consiguió el Sultán tener una fuerza militar permanente, extremo muy difícil de conseguir en Marruecos, así tenía siempre personal necesario para formar una harca ya que la pertenencia a ésta llevaba consigo la razzia del enemigo lo que atraía al marroquí ya que debido a su carácter voluble le hace prácticamente incompatible con una larga permanencia en filas. Así una vez conseguido el objetivo de la expedición, el Sultán no se preocupaba de licenciar sus harcas, pues esto tenía lugar sin que para ello fuesen precisas ordenes emanadas de su autoridad.

Con este sistema no faltaban voluntarios para formar parte de los Guich y además, los Sultanes, conociendo muy bien el modo de ser de sus súbditos, les concedían todo aquello que más apetece un marroquí: armas, una parcela de terreno, que era heredada por sus hijos si seguían formando parte del Guich y les declaraban libres de pagar los impuestos que no fuesen los coránicos.

Estos Guich llegaron a constituir grandes contingentes, pues solo el denominado Abi el Bojari o simplemente Buajaras, que significa «Servidores del libro de Bojarí», tenía en filas 150.000 negros. Con el tiempo se relajó la verdadera misión de estas fuerzas, en las cuales era frecuente que se apoyasen los agitadores que aspiraban al Sultanato y esto dio lugar a que se convirtiesen en una especie de guardia pretoriana, constituyendo con ello un elemento más de desorden, por lo que fue preciso dividirlos y aún trasladarlos de territorio.

Con esta medida no se consiguió otra cosa, que aumentar la perturbación que en el orden jurídico representaba la propiedad rústica y la concesión de parcelas, en la forma que lo el Sultán. Por todo lo dicho disminuyó la eficiencia militar de los Guich y quedo latente la dificultad que en la transmisión de la propiedad rústica constituye las concesiones hechas a las Cabilas Guich.

De los seis Guich, el Guich el Riffi se estableció en la región del Fahs después de haber contribuido a tomar a los ingleses la plaza de Tánger, y que si bien los Buajaras los estableció el Sultán Muley Ismail en gran número por el territorio del Ríf, pero que una vez muerto el Sultán la región recobró su independencia y los rífenos, aprovechándose de la debilidad de los Sultanes sucesores de aquél, dieron buena cuenta de los Buajaras.

Como dato curioso el documento especial que otorgaba el Sultán para la concesión de tierras a los Guich decía:

«Loor a Dios único.
Que Dios reparta sus bendiciones entre nuestro señor y amo Mahoma, su familia y sus compañeros y que le conceda la salud.
Por la gracia de Dios y la liberalidad de nuestro amo Mahoma, asistido de Dios, otorgamos por esta nuestra carta a…… el disfrute de la parcela situada en...... y limitada…… que antes se encontraba en poder de quien no la merece, a fin de que aquél la disfrute en las mismas condiciones que sus compañeros del Guich el Ríffi.
Todo el que conozca esta carta dará cumplimiento a lo en ella mandado.
Y la paz».

Por último, hay que decir que de todas estas concesiones se llevaba un registro especial que estaba en poder del jefe de la Cabila Guich correspondiente.

Salaudos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 11 Mar 2018 15:58

Un Caso de Regulares


Hoy voy a contar un caso que contaba el capitán Juan Valdés Martel cuando estaba destinado en como 2º Teniente en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Larache nº 4, al mando de la 3ª Sección de la 1ª Compañía del primer Tabor, durante las clases de preparación que recibían los nuevos oficiales recién llegados a Marruecos, antes de incorporarse a los distintos cuerpos de destino, a modo de enseñanza práctica a tener presente.

En mayo de 1916 todas las columnas de operaciones del territorio de Larache se encontraban en Regaia con objeto de realizar una acción combinada con las fuerzas de Ceuta y Tetuán sobre las Kabilas de Wad-Ras y Anyera en apoyo a la labor político-guerrera del Raisuni, que por aquel entonces era aliado nuestro, para unir al territorio.

El teniente Valdés tenía en su sección a dos indígenas de la Kabila de Beni‑Mestara, de la zona montañesa bajo control francés, una de las más indómitas de Marruecos, que se había unido a las tropas españolas unos días de su partida a Regaia. Estos indígenas eran fuertes, serios y obedientes, tenían unos 25 años y planta de buenos soldados.

El teniente recelaba de ellos, conociendo su procedencia y su carencia de toda garantía personal y económica, suponía que su alistamiento se debía a la intención de desertar con el armamento. Los nombró camilleros de la sección y ordenó a sus hombres que los vigilasen constantemente, supervisando el mismo la vigilancia sobre ellos.

Participa su compañía en la operación del Azib del Hach el‑Arbi, sobre Wad‑Ras y la de Sidi Talha sobre Anyera. En Sidi Talha murieron un cabo y seis soldados de la compañía que salieron a hacer la descubierta de la avanzadilla El Borch, guarnecida por la 1ª sección. Durante toda la operación los susodichos cabileños no dieron ningún motivo de sospecha. Al tener bajas en la unidad, ambos dejaron de ser camilleros para coger un fisil y se incrementó la vigilancia sobre ellos.

El 29 de junio los regulares de Larache tomaban el Zoco del Tzein de Melusa, mientras las fuerzas de Ceuta ocupaban el Biutz y la compañía del teniente Valdés quedó en aquella posición de guarnición. Al día siguiente se dispuso que una avanzadilla de la sección de Valdés ocupara una altura que dominaba la zona y la guarneciera con un sargento y veinte hombres. Para el cometido eligió a los veinte soldados más bravos y aguerridos, ya que tras los sucesos de Sidi Talha en la sufrieron bajas sin hacer ninguna al enemigo, la moral estaba un poco decaía, y con ellos era consciente de que tales acontecimientos no les habrían dejado ningún tipo de huella.

El teniente con los otros 18 hombres, entre los que se encontraban los dos Beni‑Mestara, salió a realizar la descubierta dejando en el recinto al sargento con el resto de hombres. Ahora es cuando viene el caso:

“La avanzadilla, por la disposición topográfica de su emplazamiento, había de mantener durante el día tres centinelas en el exterior, los cuales, por tratarse de lugar tan avanzado y próximo al enemigo, eran dobles y Valdés dio la orden de que aquellos dos individuos no formaran nunca un puesto ellos solos.

Al quinto día y cuando faltaba poco para anochecer y por consiguiente para retirar el servicio exterior, se encontraba el teniente dando unos anticipos de su dinero particular a los soldados libres de servicio porque llevaban varios días sin cobrar la «muña», ya que no había llegado de Larache el dinero de la compañía, cuando las voces del cabo de guardia le hicieron salir rápidamente al exterior. Os podéis imaginar lo que había ocurrido. El cabo, por un olvido, había puesto juntos de centinela a los dos cabileños, en contra de la orden del teniente Valdés, y éstos se habían escapado.
Salió Valdés con varios hombres a buscarlos, dispuesto a cazarlos a tiros si lograba darles alcance. Fue inútil, como buenos montañeses y con los minutos de ventaja que les llevaban, en aquel terreno quebrado y cubierto de bosque, fueron más que suficientes para que escaparan. Como era de noche y tenía que mantener el puesto en la línea avanzada, tuvo regresar a él y dar parte a de la deserción a sus superiores.”

La lección que les quería dar a los nuevos oficiales es que a pesar del cariño o aprecio que les había cogido a los cabileños, que habían sufrido peligros y penurias a su lado, toda precaución sobre el indígena de tierras lejanas y guerreras que no ofrece garantías materiales, es poca. A pesar de las precauciones que había tomado, sufrió el fracaso de la deserción por culpa de una clase descuidada en sus cometidos. La enseñanza es que las clases tienen que ser buenas y hay que exigirles mucho sin lo cual, por grande que sea el celo que pongamos de nuestro lado, siempre estaremos vendidos.

Y como moraleja final: “El oficial no puede hacer, en ocasiones, de sargento y de cabo, pero si que tiene que conseguir que sus sargentos y cabos sean excelentes”.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 11 Mar 2018 16:04

Cambray 2 de Octubre de 1595


Estando en guerra con Francia, convenía a las armas españolas la toma de Cambray, plaza fuerte y populosa de los Países Bajos, gobernada, en nombre del Rey Enrique IV de Francia, por el Mariscal Juan de Montluc de Balagny, con el título de príncipe de Cambray, al mando de unos 3 000 soldados entre franceses, suizos y valones; unos 7 000 milicianos de la población, casi todos calvinistas.

El conde de Fuentes, don Pedro Enríquez de Acevedo, se propuso tomar la plaza, contando con espías dentro de la ciudad, cuyos habitantes estaban cansados del carácter despótico de Montluc, y reuniendo un fuerte ejército de 25 000 hombres, entre españoles, alemanes y walones, se presentó ante sus muros el 14 de agosto, empezando el 16 los primeros trabajos de circunvalación y contravalación. Levantó cuatro fuertes: el de San Olano, al Norte; el de Nierny, al Sur; el de Evandure, al Este, y el de Premy, al Oeste. El conde se situó en el de Evandure, y de él partieron los primeros ramales de trinchera hacia la plaza.

Por el lado del Mediodía era por donde la ciudad tenía sus puntos más débiles, y por lo tanto los franceses lo habían fortificado con más ahínco, estando juntos el muro de circunvalación con la ciudadela por medio de un baluarte con un gran orejón que protegía la muralla, entre el baluarte de Roberto y la puerta de Malle.

El maestre de campo don Agustín Mejía se encargó con su Tercio de construir el ramal de trinchera contra el primero, y el mariscal Varlotta, con los valones, hizo lo propio contra la puerta de malle, pudiéndose llegar, aunque con gran dificultad y en medio de fuertes combates, hasta el foso, que era seco pero muy hondo. Mientras tanto, los defensores realizaban salidas que estorbaban los trabajos de los Tercios y que conseguían que algunos pequeños refuerzos entraran en la ciudad, entre ellos el de 300 Dragones al mando de Mr. Vich.

El 24 de septiembre, la artillería española, que había sido emplazada por el hábil artillero Cristóbal Lechuga, rompió el fuego, con tres baterías de 14, 9 y 10 cañones dirigido al frente atacado, además de otros 30 situados en otras partes. El ataque fue contestando por los sitiados con tal energía, que al llegar la noche habían desmontado 9 piezas, muerto más de 100 artilleros y volado la segunda batería, que quedó inutilizada por completo.

Se realizó de nuevo la construcción de mejores emplazamientos para destruir el orejón defensivo, pues sólo así quedarían al descubierto las casamatas de las piezas de la plaza. El 2 de octubre se rompió de nuevo el fuego sobre la muralla y tras ocho horas de continuo castigo de las defensas se abrió una brecha de 30 varas, se destruyó una batería de 15 piezas y quedó al descubierto la puerta de Nuestra Señora, preparándose todo para el asalto.

Cuando se preparaban los españoles para el asalto y los defensores para resistirlo se produjo la sublevación de los ciudadanos católicos de Cambray, que secundados por suizos y valones, arrojaron las banderas blancas, enarbolando las rojas de España, para pedir a los sitiadores un trato. Abiertas las puertas se apresuró a entrar en la plaza don Agustín Mejía con 1 000 hombres de su Tercio, obligando a evacuar la población a franceses y calvinistas, que se refugiaron en la ciudadela. La esposa de Montluc, Renata de Clermont, se distinguió por su valentía quien con una pica en la mano, y seguida de sus criados con sacos de monedas, se metió entre los amotinados para comprarlos; pero sus esfuerzos por conservar el Principado de Cambray fueron inútiles, se auto envenenó ese mismo día por miedo a ser capturada por los españoles.

Intimada la rendición a los guarecidos en la ciudadela, contestó Montluc que si no le recibía refuerzos en seis días por parte de su rey, rendiría la fortaleza; contestándole el conde de Fuentes: «Si me aseguráis que Enrique va a acudir en vuestro auxilio, no digo seis días, muchos más os concederé gustoso para darle lugar a que venga y le veamos».

Como era de suponer Enrique IV no fue a socorrer la plaza, y el día 8 de octubre, Montluc de Balagny, esclavo de sus propias palabras, rindió la ciudadela, saliendo con todos los honores de guerra y siendo agasajados por el conde de Fuentes, que sentó a su mesa a los Jefes principales, y les dio caballos para que se unieran al ejército francés.

Las bajas enemigas fueron menores que las españolas, quienes hallaron, al entrar en la ciudad, gran material de guerra, provisiones, víveres y efectos de todas clases. En este sitio fue herido el insigne artillero Cristóbal Lechuga.

El rey don Felipe felicitó al conde de Fuentes otorgándole el título de Capitán General de España y lugarteniente real para los asuntos de guerra. Tras la muerte de Felipe II, Felipe III le hizo grande España y el duque de Lerma, valido del rey, consiguió alejarlo de la Corte, encomendándole el gobierno de Milán.

Don Pedro Enríquez de Acevedo murió el 25 de julio de 1610 a los ochenta y cinco años reconocido por todos como uno de los mejores políticos y militares de su tiempo.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 00:30

La defensa a ultranza de la Torre CoIón. Cuba. 24 de Febrero de 1871


Los hechos que se cuentan a continuación ocurrieron en el transcurso de la primera guerra separatista cubana conocida como Guerra de los Diez Años o Guerra Grande (1868-1878).

En la zona de Camagüey, su capital Puerto Príncipe, se veía constantemente sometida a bloqueos por parte de los insurrectos quienes cortaban la línea férrea que la unía con el puerto de Nuevitas por donde se comunicaba con el resto de la isla. Era de vital importancia evitar la interrupción del ferrocarril, y con este motivo se construyeron 6 fortines-torre a lo largo del recorrido para evitar que la inutilizaran.

Estos fuertes consistían en una torre de dos pisos hecha con troncos y mampostería y con un techo de cinc, estando en el piso superior la torre de vigilancia. Todo el conjunto estaba rodeado de un pequeño foso, sin agua, y defendido por una guarnición de 20 a 30 hombres, en el mejor de los casos, en ocasiones eran menos.

La Torre Colón estaba situada a pocos kilómetros de Puerto Príncipe y su guarnición la componían 25 hombres del batallón de cazadores Chiclana nº 7, al mando del alférez don Cesáreo Sánchez, y tres paisanos que se habían presentado del campo enemigo. No contaban con más medios de defensa que las endebles tablas de madera de la torre, sus propios cuerpos y los viejos fusiles de avancarga que por aquel entonces utilizaba el ejército de Cuba.

En la mañana del 24 de febrero de 1871, el centinela que estaba situado en lo alto de la torre de vigilancia, dio el aviso a sus compañeros de que numerosas fuerzas enemigas, desplegadas por pelotones, estaban rodeando la torre. Inmediatamente se colocaron todos en sus puestos para defender el reducto.

Los insurrectos eran, aproximadamente, unos 500 hombres armados y un número aún mayor desarmados quienes bajo las órdenes de los cabecillas Agramonte, Mendoza, Espinosa y alguno más se disponían a atacar la torre. Los atacantes formaron tres líneas o escalones: el primero estaba formado por negros provistos de machete y cargados de faginas, para romper la empalizada de madera que rodeaba al foso y cegar éste; el segundo, formado por infantes a pie haciendo fuego, y el tercero por jinetes que también hacían fuego desde sus caballos sobre la débil fortificación española y desde la que respondían los bravos soldados del Chiclana.

El primer ataque fue muy duro ya que los insurrectos rompieron la empalizada, cegaron el foso y trataron de incendiar el fuerte mediante el lanzamiento de ramas encendidas, pero fueron rechazados por el arrojo de los defensores que consiguieron ocupar el foso y los alrededores de la torre y evitar que se quemaran las tablas que los protegían.

La defensa de la línea ferrea era primordial para asegurar los suministros, los transportes de tropas y las comunicaciones. Continuaba el ataque y las balas atravesaban los débiles muros de madera del fuerte. En un momento del combate fue herido el sargento Fernández y muertos los cabos Herrero y Suárez y también heridos, el cabo Brías, que recibió tres balazos, y el alférez Sánchez, al que le atravesaron el muslo. A la hora ya había dos muertos más y el número de heridos se elevaba a 13, quedando sanos, aunque con pequeñas contusiones los ocho o diez restantes.

El alférez, que no podía ponerse en pie, se recostó sobre la puerta, que se abría por los balazos que impactaban sobre ella, hacha en mano para morir matando. Los restantes heridos cargaban los fusiles que iban entregando a los sanos, y así sostenían el fuego. Pronto comenzaron a escasear las municiones y si se llegaba a carecer de ellas será la perdición de todo el destacamento. En esta tesitura el corneta Máximo Garrido Andreu, salió de la torre, y arriesgando su vida consiguió atravesar las líneas enemigas y llegar a Puerto Príncipe y dar aviso. Inmediatamente acudieron en su auxilio fuerzas de ingenieros, caballería y guerrillas que llegaron a tiempo de salvarlos, que ya no tenían útiles nada más que cinco fusiles al rojo vivo y muy pocos cartuchos. El enemigo al ver la llegada de refuerzos a los españoles se retiró dejando muchos cadáveres y llevándose en carretas más de 100 muertos y heridos. El destacamento español tuvo cuatro muertos y doce heridos, entre ellos uno de los paisanos.

El alférez Sánchez fue ascendido a capitán y recompensado con la Cruz Laureada de San Fernando, y los supervivientes con las cruces rojas pensionadas que les fueron impuestas en un acto solemne en Puerto Príncipe el 19 de abril de 1872.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 00:34

El hundimiento del Castillo Olite. Cartagena. 7 de marzo de 1939


Durante la Guerra Civil el despliegue de la Basa Naval de Cartagena supuso un bastión fundamental para la disuasión de los ataques navales, mientras que la estructura defensiva antiaérea dificultó los continuos bombardeos de la aviación alemana e italiana al servicio del bando nacional, consiguiendo dar protección a la Escuadra de la Marina Republicana con base a este puerto.

Fundamentada en el despliegue Vickers consiguió mantener su poder disuasorio durante todo el conflicto y la única vez que debió ser utilizada su capacidad de fuego causó el hundimiento del transporte nacional Castillo Olite, convirtiéndose este hecho en la mayor tragedia naval de la guerra.

En la mañana del 7 de marzo de 1939. A solo 25 días del término de la Guerra Civil Española, el vapor Castillo Olite se acerca confiado al puerto de Cartagena. En sus bodegas, más de 2.000 soldados pertenecientes al ejército de Franco esperaban ansiosos la entrada en una ciudad que creían ganada al enemigo.

En esos momentos desde la batería de costa de La Paraloja en las inmediaciones de la Algameca Grande, al suroeste de la ensenada de Cartagena a una distancia de 4 km en línea recta de la ciudad, en el segundo saliente hacia el mar y a una cota media de 154.45 n, uno de sus cuatro cañones de costa Vickers de 152,4/50 cm (seis pulgadas) modelo 1923 le disparó un proyectil que impactó en la bodega en la que transportaban la munición, reventando al buque, que se hundió en pocos minutos en las cercanías del islote de Escombreras, llevándose contigo la vida de 1.477 militares, en lo que constituye la peor tragedia de la España marítima contemporánea.

Los cañones Vickers de 152,4/50, Modelo 1923 tenían una longitud de 7,86 m, con 36 rayas de paso constante. Eran de tubo de acero cromo níquel forjado, templado y revenido y pesaban, sin cierre, 8628 kg. La velocidad inicial de disparo era de 915 m/s y la velocidad de tiro de 10 disparos/minuto. Tenían un alcance máximo de 21.200 m.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 00:38

14 de julio de 1535: la conquista del fuerte La Goleta

En julio de 1535 el Emperador Carlos I, en vista de los daños que causaba en las costas e islas del Mediterráneo, pertenecientes a los reinos cristianos el famoso corsario tunecino Haradin Barbarroja, determinó realizar una expedición a Túnez y arrasar aquellos nidos de piratas.

Para ello invitó a los monarcas interesados a formar parte en la expedición. A ella se adhirieron todos los reinos de Europa, excepto Francia, cuyo Rey, a pesar de titularse cristianísimo y en cuyas costas mediterráneas hacían estragos los piratas africanos, se dice que avisó al Rey de Túnez del peligro que le amenazaba. Conocida era su rivalidad con el Emperador.

En breve espacio de tiempo se reunió, en Barcelona, una potente Armada que constaba de 12 galeras pontificias a las órdenes de Virginio Morisco; 27 galeras de la orden de Malta; y hasta 400 más de Portugal, Cerdeña, Nápoles, Génova y Flandes, llamando la atención por su magnificencia los barcos españoles, cuya capitana, mandada por Andrea Doria, ostentaba 24 banderas de brocado de oro con las armas imperiales.

La expedición iba regida por el propio Emperador, asistido de sus célebres capitanes: don Álvaro de Bazán, marqués del Vasto; don Hernando de Alarcón, duque de Alba; don Antonio Doria; don Antonio de Saldanha; don García de Toledo; don Berenguer de Requesens; don Bernardino Mendoza, duque de Nájera; y otros ilustres próceres y caudillos. La tripulación estaba compuesta por 17.000 españoles, 8.000 alemanes, 5.000 italianos y muchos aventureros de otros países.

La Escuadra partió de la capital del Principado, el 30 de mayo de 1535, con rumbo a Cerdeña, donde se le unieron otras naves y desde donde pusieron rumbo a las costas tunecinas, yendo en vanguardia los portugueses, en el centro el grueso de la flota con el Emperador al mando y a retaguardia el resto de la Escuadra con don Álvaro de Bazán, llegando el 14 de junio a la costa de La Goleta, donde ya eran esperados por los tunecinos.

La Goleta se hallaba situada en la costa, en la boca de un canal que une a Túnez con el mar, y sus fortificaciones eran robustísimas, resguardadas por un ancho foso y cuya guarnición estaba al mando del famoso pirata de Esmirna, Sinan el judío.

El Emperador empezó por atacar la fortaleza, las trincheras y las baterías, comenzando el bombardeo el día 15 con 80 cañones. El fallo estuvo en no haber arrasado unos olivares próximos a su campamento, lo que dio lugar a que Barbarroja emboscase en ellos varios escuadrones que, atacando de improviso y ayudados por una salida vigorosa que hizo la infantería de la guarnición en la mañana del 24, día de San Juan, causaron gran alarma en el campo y muchas bajas entre las tropas cristianas, pereciendo entre otros don Luis de Mendoza y los alféreces Lara y Liñán, pero se les pudo rechazar y obligarlos a regresar a la fortaleza.

Salida de los sitiados del fuerte La Goleta

Los tunecinos hicieron una nueva salida el día 26, en la que el Emperador corrió grave peligro y estuvo a punto de caer prisionero pues cargó, lanza en ristre, al frente de su escolta sin mirar por su propia seguridad, consiguiendo con su ejemplo rechazar las tropas auxiliares de Barbarroja que pretendía hacerle levantar el sitio.

En estos días se presentó en el campamento cristiano ante el Emperador el rey de Túnez, Muley Hassan, destronado por Barbarroja, pidiéndole protección para recobrar su trono, y ofreciéndole su ayuda, a lo que accedió el Emperador.

El bombardeo continuaba sin causar gran daño a la fortaleza, por lo cual, y por consejo de don Hernando de Alarcón, se establecieron nuevas baterías que consiguieron derribar la torre principal, ordenándose el asalto por la brecha resultante. Al no estar del todo libre el paso se hubo que sostener un largo y sangriento combate cuerpo a cuerpo hasta que, animados por el Emperador, entraron en la fortificación arrasándolo todo y acuchillando a los 1.500 veteranos que quedaban dentro, de los 6.000 que formaban la guarnición al mando de Sinan. Quedaron en poder de las tropas imperiales los 40 cañones que se encontraban en La Goleta además de los víveres, municiones y los 42 buques de la escuadra de Barbarroja, que estaba anclada en el lago, y que se rindió sin ofrecer resistencia. Se tomó la fortaleza el 14 de Julio, tras un mes de asedio.

En el primer asalto se distinguió el alférez Marmolejo, que llegó a plantar la bandera de su compañía en el muro, pero herido en el brazo derecho, cogió la bandera con los dientes y la espada en la izquierda, salvándose desangrado, pero con su enseña.

En el segundo, el alférez Diego Ávila fue el primero que clavó su bandera en el muro, cayendo muerto al pie de ella, animando a su gente y, según documentos de la época, los primeros en asaltar el muro fueron los soldados Miguel de Salas y Andrés Toro, ambos naturales de Toledo, distinguiéndose además don Álvaro de Bazán y el Príncipe de Salerno.

Tomada La Goleta, la decisión del Emperador fue la de continuar a Túnez para reponer a Muley Hassan en eltrono, y dejando a Andrea Doria al mando de la plaza, partió a la conquista de aquella ciudad. Las bajas españolas no llegaron a 1.500.

El resultado de la expedición fue un gran éxito para el Emperador Carlos ya que la flota del corsario Barbarroja fue destruida y en Túnez quedó establecido un protectorado español, mientras se iniciaban una serie de obras de fortificación en La Goleta.

Esta fortaleza era un punto estratégico de gran importancia. El fuerte de La Goleta constaba de un cuerpo central cuadrado y cuatro bastiones (Goleta la Vieja), pero este primitivo recinto de tiempos de Carlos i quedó luego incluido dentro de la nueva fortificación que Felipe II encargó al ingeniero italiano II Fratino, en 1565, para reforzar las defensas de la plaza, y que estaba provista de seis bastiones (Goleta la Nueva).

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 00:45

Los Mogataces


Tras la conquista de Orán en 1509, España fue la primera potencia que utilizó en África tropas coloniales indígenas. Estos primeros soldados moros se llamaron Mogataces.

El término Mogataz significa bautizado, que quiere decir, en el sentido irónico de la palabra, renegado de su fe religiosa. Este fue el mordaz calificativo que los moros del campo de Orán aplicaron a los que, por sus rivalidades, abandonaban la tribu y se acogían al amparo de nuestra bandera.

De esta manera quisieron infamarles por su apostasía, señalarles con ese estigma que fuese un oprobio en el orgullo de su fanatismo mahometano. Pero como suele ocurrir en estos casos, gracias al heroico esfuerzo de estos soldados, el infame calificativo se convirtió en un timbre glorioso que reflejaba una brava y ruda e incansable lucha diaria, que alcanzó sus máximas cotas durante la conquista y que el ejercicio de las armas lo redimió y dignificó llegando a ser un preciado título de valor y lealtad.

Los Mogataces acudieron al refugio de Orán huyendo de un odio o una esclavitud, y ese mismo sentimiento de rebeldía contra los suyos les sostenía en su fidelidad a España y en el ansia de salir a pelear y a tomar presas en los más alejados aduares —pequeñas aldeas— de los enemigos.

Los Mogataces, como fuerza de guerra, aparecen en la historia militar de Orán desde los primeros tiempos de la conquista, en el siglo XVI. La dominación española, impetuosa y avasalladora, alentada en el espíritu de la magna empresa de los Reyes Católicos y en ideal caballeresco de llevar las armas españolas a las tierras de África, necesitó de una tropa de choque, osada y valerosa, hecha a los rigores del clima, conocedora del terreno, adiestrada en las prácticas guerreras de la gentes del país y que sirviese de avanzada a la invasión.

Así se formaron los Mogataces. Con los moros más guerreros de los aduares protegidos de España y con muchos de los refugiados en las plazas de Orán y Marzalquivir se organizó un grupo de caballería, un gum, una tropa ligera y suelta, de blanda disciplina y fácil manejo, que estaba siempre dispuesta para la guerra. Los Mogataces se costeaban su caballo y sus armas y recibían como premio de su servicio una parte de las presas que se hacían en las tribus rebeldes y se les eximía del tributo que debían de pagar por razón de la seguridad que se les daba como indígenas acogidos a la protección española.

Los Mogataces además, abastecían las plazas de carne y verduras, cultivaban y protegían el cultivo de los huertos cercanos, vigilaban los aduares sometidos, informaban a las autoridades, facilitaban las negociaciones con el campo, servían de intérpretes y mediadores políticos, guiaban las expediciones militares y constituían para los gobernadores de Orán uno de los más útiles elementos de dominio.

Pero el principal servicio de los Mogataces consistía en ir a «cabalgadas y presas», es decir, a castigar a las tribus levantiscas y arrebatarles el botín, sosteniendo sobre todo el extenso territorio sometido el valimiento real y absoluto del protectorado de España, que entonces llamaban seguro o siguro.

Las «presas» las preparaban siempre los Mogataces, quienes acudían a todos los ardides para sorprender y engañar a los enemigos, evitando a nuestras tropas trabajos y quebrantos. Hubo presas valiosísimas y el afán por conseguir el espléndido botín les llevaba a las más atrevidas empresas, llenas de multitud de hechos loables.

Los Mogataces formaron siempre la vanguardia de nuestro ejército de Orán y el brillante historial de esta caballería mora abarca los más notables hechos de armas registrados en la época de nuestra primera dominación africana. Fueron, con el marqués de Comares, a socorrer al Bey de Tlemecén, Muley Abdallah el Maçote, contra el célebre corsario Baba Aruch o Barba Roja; después, ya con el conde de Alcaudete, gobernador de Orán tras la renuncia de Comares, en dos expediciones más hasta conquistar nuevamente la ciudad argelina. También son memorables las empresas contra la ciudad de Mostaganem, tan desgraciadas y tan sangrientas al mismo tiempo. Luego, con el hijo del conde, tomaron victorioso desquite en la defensa de Orán durante el sitio de 1563. Con el Maestre de la Orden de Montesa, realizaron provechosas presas y razzias que reportaban valiosos tesoros que dieron a la plaza tal esplendor de lujo y riqueza que la llamaban la Corte Chica...

Igual hicieron con sucesivos gobernadores como el duque de Maqueda, Jorge de Cárdenas, con el marqués de Flores-Dávila, Antonio de Zúñiga y de la Cueva, con el marqués de Leganés, Gaspar Dávila Mesía y Felípez de Guzmán en cuyo tiempo derrotaron y tomaron cuantioso botín a las tropas del Bey; y con lñigo de Toledo, quien al frente de cien escogidos Mogataces se adelantó al ejército y trabó primero una sangrienta escaramuza y después combate formal con el numeroso enemigo, haciéndole huir, quedando levantado el cerco que sufría la plaza.

Los Mogataces siempre se sacrificaron con la causa española, resistieron valientemente los asedios y llegaron en la defensa de los castillos a una lucha verdaderamente épica. Dejaron buena memoria de sus valerosos hechos en la historia de nuestras primeras tropas coloniales, durante tres siglos que duró la dominación de Orán.

En la segunda conquista de Orán, ya en 1732, se reorganizó la antigua caballería de Mogataces, como cuerpo regular, dándoles armas y caballos, formando una compañía de cien jinetes, con su capitán o adalid, Almanzor Ben Ozar, el teniente, Alí Ben Hamú, y cuatro sargentos, a estos se les unieron como tropas extraordinarias para servir en Orán, «para hacer la guerra que ellos quieran, con el estímulo de su propia conveniencia», un cuerpo de 300 moros a caballo, mandados por Ahmed Udd Amar, xej de la parcialidad de Ulad Zayer, tomando parte ambas fuerzas en todas las acciones de guerra, siempre en la vanguardia.

El capitán recibía cuarenta escudos de vellón al mes; el teniente, veinticinco escudos: los sargentos, nueve; los cabos, seis: y los Mogataces, cuatro y medio. Además, disfrutaban una ración de pan de libra y media al día, peso de Castilla, y un celemín de cebada y diez libras de paja, para cada caballo. A los moros del cuerpo de los 300 se les daba una fanega de trigo al mes, y media arroba de paja y celemín y medio de cebada para su caballo.

La compañía de Mogataces tuvo los siguientes capitanes: Almanzor Ben Onzar, Gali Ben Ozar, Abdelkader Ben Busayan, Gali Ben Almanzor, Lajadar Ben Buoayan y Kaddur Ben Onzar, quien se retiró con el grado de teniente coronel.

Y la historia militar de esta segunda época de dominación de Orán es el historial mismo de los Mogataces, porque donde iban las armas españolas allá iban ellos los primeros, cuando hubo que resistir duros asedios, ellos no cedieron nunca, no se rindieron jamás, y cuando el destino quiso que nuestra nación abandonara su imperio colonial en Argelia y su influencia en las Regencias, ellos fueron también los primeros que embarcaron para España, quizás para no ver como se arriaba una bandera que ellos habían defendido orgullosamente tantas veces.

La compañía de Mogataces fue destinada a Ceuta, después de un accidentado viaje que duró dos meses, y al ser revistada a por el Comandante General éste se los encontró en tan deplorable estado que dictó enseguida esta curiosa comunicación:

«Hallándome informado que la compañía de Mogataces de Orán que S. M. ha destinado a esta plaza, se ve en la mayor indigencia por no tener para alimentarse, dispondrá V. S. se les entregue sus pagas de enero anterior, ínterin represento a S. M. sobre este particular: bien entendido que si la piedad del Rey no les concede las raciones que han consumido durante su embarco, se les descontarán en los meses siguientes los cargos que resulten. —Ceuta 13 febrero 1792.—Josef de Urrutia.»

El primer día que pisaron tierra española padecieron hambre y hasta habían de comer por la piedad del Rey. Pero ellos, luchando y derramando su sangre en muchos años de guerra, aprendieron a ser generosos. No les importaba esta tacañería de su nación. Les bastaba, para estar satisfechos, salir al campo y pelear. Pelear por España... aunque no comieran.

Tiempo después, pasadas muchas vicisitudes que no son contadas aquí, constituyeron la base para la organización de las fuerzas indígenas de la Milicia Voluntaria, y luego éstas dieron lugar al heroico Grupo de Regulares de Ceuta, dignos herederos de los fieles, leales y valerosos Mogataces.

Ssaludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 00:50

Hechos heroicos del Regimiento de Infantería Cartagena nº 70 en Marruecos


La edición melillense de la revista gráfica de información africana, “La Ilustración del Rif”, de septiembre de 1925, relata unos hechos de armas llevados a cabo por los heroicos miembros del Regimiento de Infantería Cartagena nº 70 en su participación en la Guerra de Marruecos, que me gustaría recordar a continuación.

Siendo coronel del Regimiento Cartagena nº 70, don Victoriano de la Peña Cussi, el sábado 5 de julio de 1924 uno de sus dos Batallones con 730 componentes embarca con rumbo a Melilla.

El Batallón Expedicionario de Cartagena nº 70, desembarca en Melilla el día 6 de julio, y el 13 de igual mes y año, marcha, por jornadas ordinarias, al campamento de Tafersit; siendo felicitado por el Excmo. Sr. Comandante General del Territorio, durante estas jornadas, por la buena organización, elevada moral y la excelente resistencia física de los soldados.

Manda el Batallón el comandante don Rodolfo Espa Manzano que tiene como ayudante al teniente don Rodolfo Espa Mora. La 1ª Compañía está bajo el mando del capitán don Enrique Tomás Luque, auxiliado por el teniente don Arturo Sánchez y los alféreces don Isidoro Belmonte y don José Mª Puig. La 2ª Compañía está bajo el mando del capitán don Francisco Moreno Duarte, auxiliado por los tenientes don Mariano Sastre y don Maximino Garcés y por el alférez don Jesús Soto. El teniente don Francisco Padillo manda la Sección de Ametralladoras y los Servicios Sanitarios están a cargo del capitán médico don Esteban Diez Uroza.

El Batallón ha guarnecido varias veces las posiciones de los sectores de Tizzi‑Assa y de Benítez sosteniendo diariamente, durante su permanencia en estas posiciones, constante fuego con el enemigo, prodigando muchos actos dignos de mérito entre los que se pueden citar los siguientes como más representativos:

¾ El día 24 de marzo de 1925, la harka que manda el comandante Varela iba a atacar el emplazamiento de un cañón que el enemigo tenía colocado en el monte Ifermín. Varias posiciones por las que habían de pasar dichas fuerzas, por falta de comunicación telefónica no tenían aviso de ello y los recibieron con fuego, malogrando la empresa. El sargento Antonio Rodríguez, un cabo y tres soldados se prestaron voluntarios para darles aviso y, a las tres de la mañana, marcharon a cumplir la misión impuesta, realizándola felizmente. La harka, sin el menor contratiempo circuló libremente por nuestras posiciones y realizó su empresa con el mayor éxito. Al sargento, la oficialidad del Batallón, le otorgó un premio de 50 pesetas, y al cabo y a los soldados se les adjudicó el premio de 100 pesetas que el cartagenero Excmo. Sr. don Juan Antonio Gómez Quiles dona mensualmente para el que más se distinga.

¾ El 20 de igual mes, se percibieron en la posición de Benítez, unos golpes que hacían suponer la preparación de una mina por el enemigo. Al ir a efectuarse la descubierta al día siguiente, el soldado Fernando Romero Ureña se presentó a su Jefe, solicitando reconocer él solo la zapa y los puestos exteriores, manifestando: «Así, si hay mina volaré yo sólo y se ahorrarán las bajas». Desempeñado este servicio, el Comandante Jefe del Batallón le concedió un premio de 25 ptas. de su peculio particular.

¾ El día 6 de abril, al hacerse la descubierta en la posición de Benítez, el cabo Juan Navarro Delgado observó entre la zapa un cordón telefónico que, partiendo del parapeto de un puesto exterior, se prolongaba disimuladamente hacia un barranco próximo al enemigo, lo que hizo suponer la colocación de una mina. Este cabo, después de recibir instrucciones del Jefe de Sector, el Sr. Espa, simula la ocupación del puesto, con el consiguiente peligro personal que ello representa, y con inteligente iniciativa arroja su capote manta, dejando parte de él hacia el exterior, con lo que consiguió engañar al enemigo, que suponiendo ocupado el citado puesto, hizo explotar la mina sin daño alguno para nuestras fuerzas. La citada clase de tropa fue felicitada por el Jefe del Batallón, por el Coronel de la circunscripción y por el Comandante General del este Territorio. Se le ha concedido el premio «Gómez Quiles» (100 ptas.), y la prensa ha anunciado otro de 1.000 por el Excmo. Sr. General en Jefe del Ejército de España en África.

La misma publicación recalcaba que el campamento del 70 de línea llama la atención por su policía y urbanización, y de cómo se nota, en todo el personal, la satisfacción y elevada moral de que está poseído.

De hechos heroicos como los descritos hay muchos, siendo el valor, la lealtad y el compañerismo pilares fundamentales del espíritu que siempre ha caracterizado a nuestros soldados, sirvan estas líneas para recordarlos.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 11:32

Unidades del Ejército Colonial Español en África: La Policía Indígena


Continuamos con las Unidades indígenas del Ejercito español en Marruecos. Una unidad policial creada en el Protectorado que probablemente tuvo luces y sombras por igual.

LA POLICÍA INDÍGENA


Al ocuparse en 1908 la cabila de Quebdana, limítrofe con Melilla, se crea la Policía Indígena, con dos núcleos de fuerza, uno en Cabo de Agua y otro en La Restinga. Por R.O. de 31 de diciembre de 1909, en la cabila de Guelaya se crean tres Mías o Compañías a pie y la primitiva se convierte en mixta a pie y a caballo.

En la campaña del Kert de 1911, son empleadas las mismas, en unión de harkas amigas y por R.D. de 5 de enero de 1912, se crea en Melilla la Subinspección de Tropas y Asuntos Indígenas, organizándose la Policía en las Mías nº 1 de Quebdana, nº 2 de Mazuza, nº 3 de Beni-Sicar, nº 4 de Beni-Bu-lfrur, nº 5 de Beni-Bu-Gafar y nº 6 de Beni-Sidel, según la cabila en la que prestaban sus servicios. El total de la plantilla indígena se elevaba a 8 oficiales (kaídes), 30 sargentos (mokaden), 60 cabos (maunin) y 565 policías (askaris).

Entre 1910 y 1912 en la parte occidental del Protectorado se crean una serie de Tabores de Policía Marroquí, con oficiales y suboficiales españoles, recibiendo los nombres de Tánger, Tetuán, Larache y Casablanca, los cuales, el 25 de abril de 1913, son reorganizados en una Plana Mayor, dos Mías a pie y una a caballo. En cada uno habría de indígenas tres oficiales, diez sargentos, veintitrés cabos, seis cornetas y trompetas, veinte policías de primera y ciento noventa y dos de segunda, recibiendo los nombres de Tetuán, Larache, Alcazarquivir y Arcila. Dos meses antes en la zona de Melilla se creó la 7ª Mía. Por Circular de 31 de julio de 1914, se indica que las misiones de la Policía serán tanto policiales como militares y en Melilla se crean otras dos Mías, mientras que en la zona de Ceuta se crean las de Condesa y Tetuán y en la de Larache las de Larache, Alcázar y Arcila, al desaparecer los tabores de Policía de dichos nombres.
Miembros de una Mía de Policía Indígena

A medida que aumenta la zona de influencia española las Mías de Ceuta se amplían a seis y en Melilla, en 1917, se crea la 10º Mía en Ras Tikermin y en la zona de Larache, lo hacen otras tres. Por Circular de 24 de septiembre de 1919 en Larache se crea la 9ª y en Melilla la 13ª, clasificándose todas como de «Contacto», en misiones de vanguardia y primera línea; de «Retaguardia», las de las zonas más seguras, y las de «Apoyo», para ser utilizadas indistintamente.

El 26 de noviembre se crea la de «Frontera» en la zona de Tánger y la 4ª de Ceuta se funde con las 5ª y 6ª de Larache, que pasan a depender de Ceuta. En total seis en Ceuta y seis en Larache. En 1920 en Larache se crean otras dos y en Melilla una más de «contacto», la 14ª.

En 1921 se crea en Melilla la 15ª y, en la zona de Xauen, una 7ª, dependiente de Ceuta, con lo que el número total de Mías de Policía Indígena en todo el Protectorado se eleva a 30. Con motivo del desastre de Annual, en la zona de Melilla desaparece la casi totalidad de dichas unidades debido a la muerte o deserción de sus componentes, si bien, como suele ocurrir en estos casos, queda un núcleo de fieles a España que servirán para la recreación de algunas Mías a medida que se va reocupando el terreno perdido y pueden reintegrarse los que desertaron por circunstancias familiares y personales.

La actuación reprobable de algunos estos mandos contribuyó a enajenarnos el respeto de los nativos
El 29 de noviembre, se recrea en Tetuán la Sección de Policía Indígena y dos días más tarde, a las órdenes del fidelísimo Abd-el-Kader, se crea en la cabila de Beni-sicar.

Sus componentes, a los que se denomina majarines, van armados con carabina y una vara, el «yaich». Se forman en unidades por cada cabila, al mando cada una de ellas de un jalifa y como bandera enarbolan la marroquí con el anillo de Salomón y la media luna, en la que figura la inscripción «los leales de Guelaya» y en la parte superior un lazo con los colores de la bandera española.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 11:39

La emotiva despedida de un soldado español en África



En la primavera de 2012, en excavaciones en lo que antaño fue el fortín español de Monte Arruit (a unos 30 km de Melilla) apareció el cuerpo momificado de un soldado español. Según cuentan los arqueólogos y antropólogos, las condiciones climáticas de la zona han hecho posible la buena conservación del cuerpo así como la de alguna de sus pertenencias y restos del uniforme. Entre sus pertenencias destaca una pitillera de cuero y metal con las iniciales P.G., una foto de una mujer joven, una pequeña moneda de plata con la efigie de Alfonso XIII y una extensa carta todavía legible.

Todos los indicios, y sobre todo por el lugar del hallazgo y datación de la carta, apuntan a que este hombre fue una de las víctimas de la matanza de españoles acaecida el 9 de agosto de 1921 en Monte Arruit. Es uno de los episodios más lamentables ocurridos en la Guerra del África.
Los investigadores quedaron asombrados al leer la carta que portaba este soldado. El papel amarillento, compuesto por dos páginas y doblado por la mitad estaba metido en un sobre. Los datos personales no han sido revelados por las fuentes investigadoras.
En el sobre dice: Hermano de armas, si lees esto será porque yo habré muerto. Por favor, cumple la última voluntad de este soldado español que ha caído por la Patria y haz llegar esta carta a María […] que vive en Málaga en la calle […]. Sus padres se llaman Manolo y Antonia.

En la carta se puede leer:

“Mi dulce María, Nunca pensé escribir esta carta, pero lo preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria. Según dicen, el General Berenguer le ha prometido a Navarro que mandarán refuerzos desde Melilla, pero la ayuda nunca parece llegar. Hay descontento y pesar entre los hombres aquí. Hay rumores fiables de que se negociará la rendición de la plaza, pero no sabemos mucho más al respecto. No sé qué pasará, hemos pasado muchas penurias en esta maldita guerra, pero como la de Monte Arruit no la he vivido. Ya se sabe como actúan los moros y tengo mucho miedo por lo que pueda pasar, estamos prácticamente a su merced y no creo que podamos resistir mucho más el hostigamiento al que nos someten. En el campamento tratamos de animarnos los unos a los otros; por su parte, día tras día, los oficiales nos recuerdan lo que implica ser un soldado español con arengas patrióticas, pero lo que más nos reconforta, dentro de lo que se puede, es la camaradería que hacemos todos en estos difíciles momentos. La verdad que no sé por qué te estoy contando esto, supongo que por egoísmo al desahogarme con este papel. No quiero robarte más líneas, ya que esta carta es para ti: la dulce niña de mis ojos, mi morena, mi malagueña, mi razón de vivir, mi anhelo, la estrella que me guía en las noches, la única persona por la cual suspiro día tras día y me reconforta pensar que pronto te veré, que pronto te abrazaré, que pronto te besaré y que pronto me casaré contigo. Dios sabe lo mucho que te quiero. Aún me acuerdo de la primera vez que te vi, con aquel vestido azul, tu pelo negro azabache recogido en un coco, esos ojos verde esmeralda que son capaces de cegar más que este sol africano y convertir a cualquier hombre en estatua de sal con sólo regalarle una mirada tuya. Me acuerdo de la canasta de mimbre llena de pescado que llevabas pues venías del mercado y como yo, apoyado en la pared de la calle de mi casa, quedé absorto ante tu belleza. Te eché un piropo cuando pasaste por delante de mí, no pensé que me hicieras caso, ya que tal hermosura tiene que estar acostumbrada a que te los digan, pero giraste tu preciosa cara, me miraste y me sonreíste. Bendito piropo aquel. Te pedí acompañarte a casa para hablarte por el camino y me lo permitiste. Desde entonces fuimos inseparables, me costó que tu padre me aceptara, pero ya sabes que la insistencia siempre ha sido mi virtud. Aún me tiemblan las piernas cuando me acuerdo de aquel primer beso que te robé en la puerta de la casa de tu tía, se nos paró el mundo alrededor en ese instante. En fin, hay tantas cosas que podría contar… Seguro que mientras lees esto estás esbozando una sonrisa. En estas líneas que llevo hablando de ti se me ha olvidado momentáneamente todo lo que estoy pasando aquí. Siempre serás mi mejor medicina y el remedio de todos mis males. Ya sabes que al comienzo de esta carta te dije que nunca pensé escribirla. Es de despedida, mi amor. Si recibes esta carta será porque yo ya no estaré. No quiero ser egoísta y por ello te pido que no me guardes luto, que no te apenes por mí, que rehagas tu vida lo más pronto posible y que no me eches en falta pues yo siempre estaré contigo en cada momento de tu vida. Que seas muy feliz y que hagas realidad todos tus sueños, ya que los míos se cumplieron cuando me dejaste amarte. Quiero que sepas que mis últimos pensamientos son para ti y que siempre te querré y cuidaré allá donde esté. Monte Arruit a 8 de agosto de 1921. De tu soldadito, Pedro”.


Según narran las fuentes investigadoras, el 9 de agosto el General Navarro parlamentó la entrega de Monte Arruit con los jefes tribales marroquíes. Las condiciones fueron que los españoles entregaban las armas y saldrían del fortín sin hostigárseles y, además, se proporcionaría transporte a los heridos. Así pues, los soldados españoles desarmados comenzaron a salir de Monte Arruit en columna, pero al poco tiempo los moros, de manera inesperada, atacaron a los españoles desde distintos flancos produciéndose una enorme matanza. De un contingente de 3000 hombres, sólo 60 lograron sobrevivir.

A veces el destino y la suerte se unen. Aunque no ha sido fácil, según revelan los investigadores, se ha podido localizar a familiares de la destinataria (María) de la carta. Antonio, un nieto de ésta mujer ha contado que su abuela, aunque se casó años después de lo acontecido en Monte Arruit, siempre tuvo en su mesita de noche la foto de un joven soldado con un rosario sujeto en la esquina del marco.

Durante muchos años, incluso ya casada y con hijos, día tras día acudía al puerto de Málaga con la esperanza de que llegara el barco que habría de traerlo. Mi abuelo siempre respetó a mi abuela y supo que jamás ocuparía el puesto de aquel primer novio. No obstante, fueron un matrimonio feliz. Falleció en 1987, a la edad de 85 años. Pidió ser enterrada con la foto de su primer amor y el rosario entre las manos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 11:48

Unidades del Ejército Colonial Español en África: las Mehal-las Jalifianas


En 1913 con la creación del Protectorado Español de Marruecos se decide formar una unidad eminentemente marroquí, tipo regimiento, para protección del representante del Sultán, el Jalifa, cuyo Mando recaía en el Majzen (el gobierno del Jalifa) y se le da el ancestral nombre de Mehal-la Jalifiana. Esta unidad debía servir de base para la formación de un Ejército propio del Protectorado y estaba controlada mediante los oficiales españoles asignados a ella.

Se le asignan las misiones de dar guardia a S.A.R el Jalifa, rendir honores en los actos oficiales y auxiliar como tropa y policía al ejército español en campaña. Todo el personal, con excepción de un cuadro de instructores (jarrub) enviados desde España, será indígena, si bien el mando supremo se da a un jefe español, el teniente coronel de caballería Miguel Cabanellas Ferrer.

Organización

Se organizaron en secciones —Yemaas—, compañías —Mías— y batallones —Tabores—, que estaban mandadas, respectivamente por un «mulazemin», un «Kaíd de Mía» y un «Kaíd de Tabor». Los suboficiales eran llamados «mokaddemin», los cabos «maauenin» y los soldados «askaris». En definitiva, la Mehal-la se componía de dos Tabores de Infantería con una o dos Mías cada uno y 110 askaris en cada una de éstas. Las Mías de Caballería tenían 75 askaris.

Entre octubre y noviembre de 1913 se constituye en Tetuán la 1ª Mía, en diciembre lo hace la 2ª, en enero de 1914 la 3ª, en abril la 4ª, en diciembre la 5ª y en enero de 1915 la 6ª. A finales de este año se crean dos Mías de caballería y una Yemaa de artillería, que pronto fue disuelta. En 1914 se creó la banda y música. Una vez probada su eficacia en combate se la reorganizó para hacerla más operativa y se la dispuso en dos Tabores de tres Mías de Infantería, cada una de éstas con ciento diez hombres. Las Mías de Caballería, cada una con setenta y cinco jinetes, se disponían también en un Tabor.

Las armas principales eran los fusiles de 7 mm y las granadas de mano. Durante la Guerra Civil Española, los Tabores recibieron una sección de ametralladoras y dos morteros de 81 mm. Cada Mía tenía también tres ametralladoras ligeras.

El uniforme de los oficiales era verde-gris, botas altas negras, correaje de cuero y gorra de plato con los colores rojo y verde esmeralda (los tenientes lucían el gorrillo con estos colores). Los tabardos llamados «candoras» de color arena eran muy populares, pese a que la «chilaba» marrón con finas rayas blancas era el uniforme oficial. La tropa lucía en la cabeza el típico turbante o la «chechia», un gorro rojo sin visera en forma de casquete redondeado.

En 1922 se reforma a fondo las fuerzas del Protectorado y se disuelve la Policía Indígena para integrase en Mehal-las. Con las 30 Mías de Policía incorporadas existían en 1926 seis Mehal-las de tres Tabores de Infantería y uno de Caballería cada una y cada Tabor compuesto por tres Mías. Estas Mehal-las eran:

Tetuán nº1 es la antigua Mehal-la. Melilla nº2 se forma con unidades de Policía de la zona de Melilla. Larache nº3 a base de las unidades de Policía de dicha zona. Xauen nº4 con Policía de la zona de Tetuán, fue disuelta en 1925 y vuelta a crear en 1926 como Yebala nº4. Tafersit nº5 teniendo como base la harka del Amalato del Rif, de Sidi Dris er Riffi y el goum de Melilla, estaba al mando del teniente coronel Llano de la Encomienda y que en 1929 pasa a denominarse Rif nº5. En 1926 y teniendo como base la harka Capaz para los dos primeros Tabores y formado el tercero con reclutas de la zona francesa, al mando del capitán Bayo, se constituye la Gomara nº6, bajo las órdenes del teniente coronel Capaz Montes.

En 1925 se creó la Inspección General de Intervención y Tropas Jalifianas del Majzen y cuayas fuerzas estaban compuestas por: Guardia Personal del Jalifa, Mehal-las Jalifianas, Mehaznías Armadas, Harkas y Mehaznías Auxiliares.

El Jalifa, Muley Hassan, era un títere del Gobierno español desde 1925 que junto con el Gran Visir de Tetuán decidió apoyar el alzamiento militar en 1936 proporcionando voluntarios al bando sublevado. Como anécdota, cabe recordar que un destacamento de las Mehaznías formó la Guardia Mora de Franco.

La Mehal-la no sólo fue una tropa nominalmente al servicio del Jalifa. Fue un cuerpo autóctono, afín al de Regulares aunque de menor entidad —300 hombres por Tabor frente a los casi 500 de los Regulares—, pero más enraizado en el mundo “harqueño” y por tanto, utilizado en aquellas labores a realizar en terreno montañoso ya que era considerada como tropa nativa de choque. Su actuación en las Campañas de Marruecos fue bastante relevante aunque por su forma de reclutamiento eran en ellas más frecuentes las traiciones y deserciones. Varios Tabores participaron en el desembarco de Alhucemas.

La Guardia Personal se crea para dotar al Jalifa de una fuerza de protección permanente y se compone de veteranos, muchos de ellos negros, en recuerdo de las «Guardias Negras » de los sultanes marroquíes. De entidad tipo Mía, consta de un kaid de Mía al mando, de un músico mayor, cinco músicos de primera, diez de segunda y diez de tercera, así como de cuatro sargentos, doce cabos, cuatro askaris de primera y ciento cinco de segunda, en total cien hombres de infantería y veinticinco de caballería.

Cada Mehal-la Jalifiana tendría tres Tabores de infantería, cada uno de ellos con Plana Mayor y tres Mías, y un Tabor de caballería, con Plana Mayor y tres Escuadrones. Para vigilar la frontera con Tánger, la Mehal-la de Tetuán está dotada además de un Tabor mixto de fronteras con Plana Mayor, tres Mías de infantería y una Mía de caballería.

Las de Melilla y Tafersit son un poco mayores que las de las demás, con un total de 5.230 indígenas, incluidos nueve kaídes de Tabor y cuarenta y ocho de Mía y 265 españoles, desde jefes hasta soldados, aunque éstos últimos destinados a tareas burocráticas.

Hechos de Armas en la Guerra del Rif


En cuanto a los hechos de armas más importantes en los que tomaron parte las Mehal-las se pueden citar los siguientes:

La Tetuán nº1 participa en 1919 en la ocupación de Monte Cónico, en 1920 en las de Gorgues y Xauen, en 1921 en combates en Gomara, en 1924 en los de Draa el Aseff y Yebel Sucna. En 1925 en Coba Darsa, convoy a Kudia Tahar, Bu Zeitum, desembarco de Alhucemas y ocupación de Yebel Andukay y Tabarrán.

La Melilla nº2 interviene en 1923-24 en la reconquista del territorio de Melilla, en 1925 en el desembarco de Alhucemas y en las operaciones posteriores al mismo y en 1926-27 en las operaciones en las Cabilas de Ketama y Senhaya.

La Larache nº3 participa en 1925 en la ocupación Sekaday Bufar, en los combates de Xarkin, Kasor, Tzenin de Sidi Yamani, en el desembarco de Alhucemas y operaciones subsiguientes. En 1926 toma parte en los combates de Tefer, Muies, Seriya, Meserah, Tanakob y Draa El Aseff. En 1927 en los de Aduar de Mohacen, Ula-Musa, Tasar, Adra, Shebas, Nuader, Maiserah y Ain Yedida.

La Tafersit nº5 participa en 1923 en la ruptura del cerco de Tifaruin, en 1924 en el convoy a Tizzi-Assa y Afrau y en 1927 en la ocupación de Tannaya.

La Gomara nº6 toma parte en la ocupación de Sebt de Tamorot, Bab Darutan, Ankod, Zoco Tzelata de Beni Ahmed, Cudia Sebaa y Draa de Ain Megar, así como en los combates de Cudia Mem-la, L'Mauden, Sidi-El-Hach Marsok, Sor del Medina, Bab Taza, Beni Salah y conquista de Zebel Tangaia y Guezana.

Kaides y Bajaes, amigos de España, crearon algunas sin carácter oficial, como la del Baja de Xauen, que no tiene nada que ver con la oficial del mismo nombre, y que se distinguió por la defensa y retirada de dicha zona en 1924 y la creada por El Raisuni, según las alianzas de su jefe, unas veces combatió contra España y otras a su favor, en estas ocasiones fue asesorada por oficiales españoles.
La Mehal-la Tafersit en la toma de Afrau en 1923

Al constituirse las Mehal-las derivadas de la Policía Indígena y por falta de oficiales moros suficientes, se las proveyó de varios oficiales procedentes de los Grupos de Regulares con los que se contaba por su especial fidelidad. Finalizadas las campañas, como recompensa a los kaides de las harkas se les destinó a las Mehal-las como oficiales de las mismas con carácter efectivo.

Reconocimiento


Las Mehal-las de Tetuán, Melilla y Larache por su actuación durante las Campañas de Marruecos fueron premiadas con el derecho a ostentar la bandera de España y la de Tetuán además con la Medalla Militar Colectiva. Los miembros españoles fueron condecorados, al menos, con cinco Cruces Laureadas de San Fernando y trece Medallas Militares Individuales. Los pertenecientes a la Policía Indígena a título individual recibieron seis Laureadas, una de ellas el cabo moro El Buzziam, y cinco Medallas Militares, de las cuales dos fueron para los policías indígenas: Alí Ben Silan Ben Lahsen y Abdselam Ben Alí Guasani.

Participación en la Guerra Civil

Durante la Guerra Civil Española, cada Mehal-la envió dos Tabores a la Península que fueron asignados a las diferentes Divisiones. A finales de 1938 estaban distribuidos de la siguiente manera: 1º y 3º —Mehal-la Tetuán— en la 53ª División (Aragón); 1º —Mehal-la Melilla— y 1º —Mehal-la Rif— en la 11ª División (Centro); 2º —Mehal-la Melilla— en la 107ª División (Centro); 1º —Mehal-la Larache— en la 18ª División (Centro); 2º —Mehal-la Larache— en la 14ª División (Centro); 3º —Mehal-la Rif— en la 108ª División (Ebro); 1º —Mehal-la Gomara— y 2º —Mehal-la Gomara— en la 83ª División (Ebro)

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 12 Mar 2018 13:23

Unidades del Ejército Colonial Español en África: Los gums


Los gums o goums era unidades típicamente marroquíes, fueron muy poco utilizadas por España, al contrario que por Francia, que los empleó hasta en la Segunda Guerra Mundial. Eran totalmente irregulares, se empleaban en terreno montañoso, en cualquier tiempo, realizando razzias y emboscadas.

Los “goumiers”, fueron principalmente las tropas coloniales del Marruecos francés, muy respetados por su alta capacidad de combate. El término «goum» se refería literalmente a una compañía, siendo denominado «goumier» el integrante de una compañía de infantería. Este término no se aplicaba a todos los soldados nativos de infantería sino que se hacía únicamente a los provenientes de ciertas tribus marroquíes.

Era una tropa totalmente irregular que combatían montados a caballo o en camello y que como tales tropas irregulares no disponían de ningún uniforme específico y así cada soldado se proveía su propia indumentaria. Inicialmente llevaban trajes tribales con sólo mantos azules como prendas del uniforme, pero a medida que logran estatus permanente adoptan el manto marrón y la chilaba a rayas gris que los definiría específicamente durante su historia con el ejército francés. Su tocado normal era un turbante.

Se componían de elementos de infantería y caballería, sus armas tradicionales eran sables y dagas alargadas y su especialidad era el asalto sobre posiciones fortificadas. En el ejército francés fueron considerados como fuerzas de élite. Las unidades recogían sus nombres de sus prácticas militares tradicionales. Su organización era similar a las tropas regulares: Goum era una compañía, Tabor un batallón y Grupo de Tabores un regimiento.

Los gums del ejército español

El primer gum español se creó en 1911 en Alcazarquivir al mando del teniente Cases, compuesto por 80 soldados marroquíes. En 1913, todavía seguía actuando en la zona.

Al mismo tiempo, en la zona de Melilla se creó otro gum con carácter temporal y exclusivamente de caballería, mandado por el capitán Parache. Compuesto de 90 jaialas (jinetes) realizó un recorrido por la cuenca del Muluya, que hasta entonces estabainexplorada, por orden del general Marina. De los jinetes que formaban la unidad solo eran españoles el capitán y un sargento. De los indígenas, 50 pertenecían a la Policía Indígena y los otros 40 fueron alistados exclusivamente para la expedición ya que cuando ésta acabó, el gum se disolvió.

En 1914, también en la zona de Melilla, se empleó el gum de Bu Amarra, más conocido con el nombre de su jefe indígena: Abd Allah, quien había luchado repetidamente contra los franceses, que habían puesto precio a su cabeza. Entró al servicio de España y se mantuvo fiel a ella hasta su muerte en combate, momento en el cual la unidad se disolvió.

En septiembre de 1922, también en la zona de Melilla, se formaron dos gums que son empleados a mitad de mes en unión de las harcas amigas de Beni Buyahi y M'Talza, Driss er Riffi y las auxiliares de Quebdani y Ulad-Setut. Uno de ellos es puesto bajo el mando del capitán de artillería Muñoz Rocatallada, que había pertenecido a la Policía Indígena, al que ayudaban dos oficiales españoles y varios kaídes marroquíes.

El 15 de noviembre del mismo año, uno de los gum tuvo un encuentro con el enemigo en las inmediaciones de Naach, poniéndole en fuga y capturando 25 fusiles Remington, siete Mausers y 200 cartuchos. Entre los días 16 y 19 de enero de 1923 mantiene combates con núcleos enemigos en las cercanías de Tamasurin.

El 16 de febrero el otro gum recorrió las proximidades de Hart, tiroteándose con los rebeldes, a los que causó tres muertos y varios heridos que fueron tomados prisioneros, apoderándose de diversas armas. El 26 sostienen chej Bufarcus. En 1924, ambos gums fueron utilizados, con otras fuerzas indígenas, para formar la Mehal-la de Tafersit.

Combate en Tauriat-el-Hamara. El 26 de marzo, en la garganta de Busfedauen, desalojó al enemigo de las posiciones que ocupaba, cogiéndole tres muertos, dos carabinas, cinco bolsas con cartuchos y más de 450 cabezas de ganado y prosiguió en persecución de los desalojados causándoles otros nueve muertos, entre los que se encontraba el

Existían otras unidades irregulares llamadas “yunds” o “younds”, que si bien aparecen mencionados en algunas disposiciones oficiales y en algunos artículos, no hay constancia escrita de que fuesen efectivamente creados o que se les utilizase en operaciones militares.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 13 Mar 2018 22:32

La Batalla de Salas

Muchos son los hechos heroicos que en España han protagonizado sus gentes a lo largo de la Historia que llenan de orgullo a sus descendientes, paisanos y convecinos. Por el hecho de ser acciones prácticamente desconocidas no dejaron de tener en su momento su importancia, este el caso ocurrido en la localidad altoaragonesa de Salas Altas durante la Guerra de la Independencia, que os cuento a continuación.

El 22 de enero de 1812, durante la Guerra de la Independencia española, los guerrilleros aragoneses Sarasa, Tris y Alegre prepararon una emboscada a un convoy francés que discurría por la ruta entre Bielsa y Barbastro. Los rebeldes aragoneses cortaron el paso a un convoy francés de 120 bueyes de carga con víveres en el camino entre Salas Altas y Hoz de Barbastro dando lugar a una auténtica y cruenta batalla que terminó con grandes bajas entre los franceses y con la conquista de un importante botín por parte de los guerrilleros.

La batalla fue pionera en lo que se ha calificado como «guerra asimétrica», entendiendo por guerra asimétrica cuando la diferencia entre las tropas enfrentadas es muy diferente entre los contendientes y uno de ellos no dispone de fuerzas organizadas equiparables a las de su adversario. En este caso se enfrentaron a unos 50 o 60 soldados franceses, gendarmes de la guardia republicana, el cuerpo de elite del ejército napoleónico, el mejor preparado y más moderno de Europa, pertenecientes al XII Escuadrón Napoleónico de guarnición en Barbastro al mando del teniente Pelantier, aproximadamente unos 400 guerrilleros reclutados de los pueblos del Somontano cuando el convoy regresaba de Naval donde había realizado un aprovisionamiento de víveres.
El asalto sorpresa dejó numerosas bajas de uno y otro bando y el enfrentamiento fue tan brutal según narran las crónicas que se saldó con el aniquilamiento de las tropas de elite francesas. Sólo sobrevivieron un gendarme y el teniente Pelantier, que malherido, dejó testimonio de esta cruenta batalla.

La denominada Batalla de Salas Altas tuvo lugar el 22 de enero de 1812 y está recogida en los anales de la Gendarmería francesa.

Este año los vecinos de Salas Altas han conmemorado el X Aniversario de la “Batalla de Salas” en un acto de hermanamiento con la localidad francesa de Lau Balagnas y al que asistieron, además de las autoridades de ambos municipios, representantes de la Real Hermandad de Veteranos de la Fuerzas Armadas de Huesca, de veteranos franceses con insignias, banderas y guiones, gendarmes franceses en activo y representantes del puesto de la Guardia Civil de Barbastro.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 15 Mar 2018 17:48

El Capitán MALAGON y su Compañia de Enfermos


El capitán Malagón y su compañía de enfermos

El 5 de septiembre de 1921 los legionarios habían salido para proteger un convoy que debía aprovisionar la posición de Tizza. Durante todo el camino fueron hostilizados por el enemigo. Aprovechando que las posiciones habían quedado ahora mermadas de guarnición, los rifeños aprovecharon para atacar Ait Aixa.

Primero la bombardearon con el cañón que habían emplazado en el Gurugú y después se acercaron en masa, abriendo fuego con sus fusiles. La posición iba a caer en manos de la harca, y no había modo de conseguir que recibieran auxilio. En el campamento legionario solo habían quedado los enfermos, los asistentes y los rancheros.

El capitán Malagón, enfermo, ordenó tocar llamada, reunió a los soldados enfermos, a los rancheros, a los conductores, a los heridos leves y a los escribientes y salió en socorro de la posición, ayudado por dos oficiales recién incorporados aquel mismo día y que esperaban el regreso del teniente coronel para que les fuera asignado destino.

Escalaron los peñascos cercanos al Barranco del Lobo y ganaron la posición. Cuando los defensores recibieron el apoyo legionario su moral se reforzó considerablemente y consiguen rechazar el ataque. El precio había sido caro. El capitán Malagón es herido muy grave de dos balazos y el alférez Cisneros leve; entre la tropa había tenido un muerto y tres heridos.

El sacrificio de Malagón ilustra como pocos el Espíritu de acudir al fuego:

"La Legión, desde el hombre solo hasta La Legión entera, acudirá siempre a donde oiga fuego, de día, de noche, siempre, siempre, aunque no tenga orden para ello".

Ese mismo día La Legión combatió en cuatro frentes: había protegido el convoy a Tizza, había soportado el hostigamiento en el blocao Mezquita, había defendido el puesto de Ait Aixa y había sufrido el intenso bombardeo enemigo en Sidi Hamed.

Fuentes:
Alfonso Ruiz de Aguirre Bullido: La legión en las Campañas de Marruecos (1921-1927)
Francisco Franco: Marruecos, Diario de una Bandera


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1937 Laureada colectiva al Tercio de Monserrat

Mensajepor Brasilla » 18 Mar 2018 11:15

El Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat —o simplemente Tercio de Montserrat—​ fue una unidad militar compuesta por requetés carlistas catalanes que participó en la Guerra civil española.

Constituyó una de las unidades militares del Bando sublevado más famosas y condecoradas de la contienda,​ y destacó por su participación en el Frente de Aragón y en la Batalla del Ebro. El Tercio es reconocido en la historiografía como la unidad franquista que durante la contienda sufrió un mayor número de bajas en porcentaje.n. ​ El número total de efectivos que lucharon en el Tercio está estimado en torno a unos 1.600 oficiales y requetés.

Orígenes y formación

Poco antes del estallido de la contienda, la organización del requeté carlista en Cataluña tenía una fuerza estimada de 3.000 voluntarios de primera línea y alrededor de 15.000 más en unidades auxiliares.5​6​ Poco después de producirse el Golpe de Estado de julio de 1936, que fracasó completamente en Cataluña, estos militantes se encontraron en total desorden: algunos murieron, otros fueron capturados, muchos se escondieron y los que pudieron, huyeron de la región.

En el momento de producirse el Golpe de Estado la consigna interna de los carlistas era la de encontrarse en Pamplona, por lo que muchos cruzaron la frontera francesa y llegaron a la zona sublevada. La intención era formar un cuerpo militar propio de acuerdo a la tradición carlista, aunque a medida que avanzó la contienda las distintas unidades carlistas fueron integradas en el Ejército franquista. Los antiguos líderes carlistas catalanes Mauricio de Sivatte y Jose María Cunill acuñaron la idea de formar un unidad de combate propia a partir de los carlistas catalanes "exiliados", separada de las demás fuerzas del Bando sublevado.​

Inicialmente la unidad iba a ser denominada en honor a San Jorge, pero en septiembre se acabó escogiendo a la Virgen de Montserrat.​ El 3 de diciembre de 1936 se formó a todos los efectos el tercio de requetés, llamado Tercio de Nuestra Señora de Montserrat,​ bajo la dirección inicial de José María Cunill.​ Hasta comienzos de 1937 la unidad no estuvo plenamente organizada.​ De acuerdo a lo que se hacía en otras unidades, fueron nombrados oficiales del Ejército de predilección carlista para que formaran el núcleo de mando del tercio.

Organización

Hasta enero de 1938 el Tercio formó parte de la V División Orgánica de Zaragoza, primero, y luego del V Cuerpo de Ejército que estaba integrado en el Ejército del Norte.​ Posteriormente fue asignado a otras unidades —entre otras, a una división de caballería, una brigada de reserva y una división compuesta por regulares marroquíes—.​ En junio de 1938, el Tercio fue transportado por ferrocarril hasta la zona de Extremadura y quedó incorporado a la 74.ª División del Ejército del Centro, unidad a la que el Tercio permaneció asignado durante el resto de la contienda.​

A comienzos de la primavera de 1937 la unidad aumentó su tamaño hasta disponer de 200 efectivos, divididos en dos compañías; esta estructura continuó manteniéndose hasta su destrucción en Codo, en agosto de 1937.​ En términos numéricos el Tercio era equivalente a un batallón regular del Ejército, aunque en comparación, el Tercio contaba con menor entrenamiento y estaba peor equipado. La mayoría de sus soldados no fueron sometidos al entrenamiento regular del ejército, y su formación militar se veía reducida a unos meses —en algunos casos, unas pocas semanas— de ejercicios militares, ya fuera en los cuarteles o en la retaguardia del frente de combate.

Durante la reconstitución del Tercio, este fue reconstruido y reestructurado en cuatro compañías regulares de infantería y una compañía de ametralladoras, sumando unos 800 efectivos —incluidos 20 oficiales del Ejército—. En esta ocasión la peculiaridad fue una Sección de choque, formada en junio de 1938 y algo que hasta entonces no tenía precedentes en otras unidades carlistas.​ En cuanto a las unidades de apoyo, estas se reducían a los servicios médicos. Tras las fuertes pérdidas sufridas durante la Batalla del Ebro, el Tercio volvió a su fuerza numérica original. En mayo de 1939, poco antes de su disolución, la unidad estaba compuesta por alrededor de 900 efectivos.​

El poder de fuego de la unidad descansaba principalmente en los rifles Mauser Modelo 1889, además de granadas de mano, ametralladoras y morteros (de 50 mm y 81 mm).​ Exceptuando momentos puntuales en que se le proporcionaba apoyo externo, el Tercio nunca dispuso de secciones de artillería o transporte propias.​ En contraste con lo que ocurría en las unidades del Ejército Franquista, en el Tercio el idioma común era el catalánn. y las órdenes se transmitían en dicha lengua.

Historial de operaciones
Frente de Aragón

La nueva unidad fue enviada como guarnición al tranquilo y secundario Frente de Aragón, siendo destinada en las cercanías de Codo, a comienzos de enero de 1937.​

Durante los siguientes meses tuvo una estancia tranquila, sin apenas incidencias de mención. Su bautismo de fuego tuvo lugar durante la Ofensiva de Zaragoza, en agosto de 1937, cuando el Ejército republicano trate de conquistar la capital aragonesa. Para ese momento los carlistas catalanes se encuentran destacados cerca de las posiciones de los tercios carlistas aragoneses, ubicados en Belchite y también Quinto. Durante las batallas que se desarrollaron los requetés sufieron un elevado número de muertos, perdiendo 150 hombres de los 182 que disponía la unidad y quedando prácticamente aniquilada.

Sin embargo, su fuerte resistencia provocó un considerable retraso de las unidades republicanas que avanzaban hacia Zaragoza, a pesar de que Codo era un objetivo secundario. El 25 de agosto los restos del Tercio, que había desaparecido como unidad operacional efectiva, lograron evadir el cerco y se retiraron a Zaragoza.​ Años después de la contienda, en 1943, la unidad sería condecorada colectivamente con la Cruz Laureada de San Fernando por su actuación en Codo.​

Otros frentes


Entre octubre de 1937 y enero de 1938 el Tercio fue reconstruido como un batallón en la retaguardia franquista, en Torres de Berrellén, cerca de la capital aragonesa.

Posteriormente fue desplegado en el frente sur de los Montes Universales, en la región del región del Alto Tajo. La unidad permaneció en esta área hasta junio de 1938 —inicialmente en el sector Mazarete – Huertahernando, luego en Mirabueno—, tomando parte en pequeñas escaramuzas con pocas bajas.​ En junio el batallón fue transferido a la Sierra de Gredos (Ávila),​ para ser trasladado de nuevo en julio hacia Extremadura. Allí tomó parte en algunos avances menores en el río Zújar, encontrado muy poca resistencia por parte de las unidades republicanas de la zona. De hecho, la mayoría de requetés que acabaron en los hospitales lo hicieron debido al enorme calor.​ Cuando el 25 de julio comienza la batalla del Ebro, el Tercio es embarcado en un tren y enviado urgentemente a Cataluña.

Batalla del Ebro


Integrado en la 74.ª División franquista, el 29 de julio el Tercio llegó a Villalba de los Arcos, entrando inmediatamente en combate en la zona de Quatre Camins.​ Durante las siguientes 70 horas la unidad mantuvo combates de forma constante.​ En estas operaciones fallecieron un capitán, cuatro alféreces, seis sargentos y cincuenta hombres, mientras que otros ciento sesenta y tres efectivos resultaron gravemente heridos.​ Los combates se alargaron por espacio de diez días, logrando mantener Villalba.​ El 9 de agosto los requetés catalanes fueron relavados por fuerzas de la 13.ª División.

El 19 de agosto el Tercio protagoniza el asalto a la llamada posición «Targa» o cota 481, situada en el cruce de las carreteras que enlazaban Villalba de los Arcos, Corbera de Ebro, la Fatarella y Gandesa, y que se encontraba defendida por la 60.ª División republicana y por una brigada de la 3.ª División, la 31.ª BM.​ Durante la mañana del día 19 los defensores republicanos fueron sometidos a un intenso fuego artillero y aéreo, aunque en la práctica no se vieron afectados; al mediodía los requetés, desde sus posiciones en Cuatro Caminos, se encaminaron al asalto de la posición Targa.

Sin embargo, la unidad no recibió el apoyo esperado por parte de los batallones «Ceuta» y «Bailén», por lo que los requetés se vieron sometidos al intenso fuego de las ametralladoras republicanas. Bajo el fuego enemigo, el Tercio tuvo 58 muertos y 170 heridos, quedando prácticamente deshecho.​ En ese momento el Tercio sólo conservaba 215 de sus 850 efectivos con los que llegó al Ebro. La posición Targa sería finalmente capturada al anochecer de aquel día, después de que los republicanos abandonaran la posición debido a la fuerte presión enemiga. La unidad mantuvo más combates durante los siguientes días, hasta el 30 de agosto, sufriendo en ese tiempo unas bajas que alcanzaron los 150 muertos y 700 heridos.

Durante los siguientes meses Tercio permaneció situado en la orilla del Ebro realizando misiones de vigilancia y patrulla, mientras recibía refurezos y nuevos reclutas.

Final de la contienda

A mediados de diciembre de 1938, desde Fatarella el Tercio fue transportado en trenes y a comienzos 1939 fue desplegado al sur de Extremadura, para hacer frente a la última ofensiva republicana de la contienda. Varias semanas después, durante la contraofensiva franquista, la unidad capturó Valsequillo antes de volver a ser trasladada por tren, esta vez a Navalmoral. Luego fue transferida a Chozas de Canales (Toledo) y a finales de marzo fue traslada en camiones a Albarreal de Tajo, tras lo cual tomó parte en la llamada «Ofensiva final» y avanzó en el interior de la zona republicana sin encontrar ninguna resistencia.​

El 1 de abril de 1939, con el hundimiento y la derrota de las fuerzas republicanas, se declaró el final de la contienda.Tras ello, el Tercio permaneció situado en Castilla occidental hasta que fue enviado a la capital y participó junto a otras unidades franquistas en el Desfile de la Victoria de Madrid, el 19 de mayo de 1939.​ Después, volvió a trasladarse. El 31 de julio entró en Barcelona, tomando parte en varias celebraciones locales hasta que la unidad fue estacionada en los cuarteles de Jaime I. La desmovilización de efectivos tuvo lugar hasta mediados de septiembre, mientras que los miembros restantes fueron transferidos a los cuarteles de Moncada.​ El Tercio fue disuelto oficialmente el 26 de octubre de 1939, y sus miembros licenciados después de una subida a la montaña de Montserrat, donde entregaron la bandera del Tercio al Monasterio.

Composición social

Una parte importante del tercio estuvo compuesto por jóvenes procedentes de familias acomodadas, muy religiosas y de tradición carlista.

La escasez de datos oficiales impide establecer con certeza la base social de los miembros de la unidad.​ De acuerdo con la información disponible, alrededor del 55% de sus miembros eran de clase trabajadora, la mayoría de los cuales eran campesinos —eran un 25% del total—, aunque también había trabajadores industriales, artesanos y/o asalariados. El siguiente grupo más numeroso estaba compuesto por profesionales asalariados —estos eran un 29% del total—. Los miembros del tercio identificados como «propietarios» constituían el 10%, aunque muchas veces no está claro qué significa esta categoría (posiblemente, la mayoría de estos eran terratenientes).

En torno al 83% de los requetés eran hombres de entre 18 y 30 años de edad, la mayoría de los cuales tenían alrededor de 21-25 años —un 35% del total—. Otro 13% eran varones entre 30 y 40 años de edad, mientras que el grupo restante estaba formado por menores de 18 años —muy pocos casos— y mayores de 40 años.​ Llegó a haber dos casos en que padre e hijo sirvieron en la misma unidad, además de otros nueve casos en que hermanos germelos sirvieron en el tercio e, incluso, un caso de trillizos que se alistaron.

Los datos disponibles arrojan que el 91% de los miembros del tercio procedían de Cataluña, aunque el porcentaje restante procedía de las Islas Baleares o incluso de sitios como las Islas Canarias o Galicia.​ Las dos provincias catalanas con mayor representación en la unidad eran Gerona (35%) y Barcelona (31%), mientras las otras provincias tenían porcentajes menores: un 16% procedía de la provincia de Lérida, y un 8% procedía de la provincia de Tarragona.

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Re: La Guardia Civil en las Campañas de Melilla

Mensajepor Brasilla » 18 Mar 2018 19:27

LA GUARDIA CIVIL EN LAS CAMPAÑAS DE MELILLA


Artículo escrito por Jesús Núñez y publicado en la Sección "Ayer y Hoy" de la Revista profesional "GUARDIA CIVIL", núm. 538, correspondiente al mes de febrero de 1989, págs. 44-48.
El original está ilustrado con cinco fotografías en blanco y negro y un plano en color.


Introducción.


Año 1893. Son tiempos difíciles para la Plaza de Melilla. Los sangrientos ataques a los Fuertes de Sidi-Guariach y de Cabrerizas Altas están en la angustia de los habitantes de la ciudad.

EI General Martínez Campos, Capitán General de Cataluña, manda el Cuerpo expedicionario que desde la Península acude en auxilio de la población. Con él llega el día 1 de noviembre una Unidad de Infantería de la Guardia Civil mandada por el primer Teniente don José Martínez Ibáñez. Sus primeras misiones son la escolta del Cuartel General y el servicio de Policía de la ciudad. Un mes más tarde llega otra sección del Cuerpo, esta vez de Caballería, que es empleada en el servicio de vigilancia y avanzadas en todo el denominado campo exterior. de Melilla.

Entre los servicios realizados entonces destaca la desarticulación de una importante red de contrabandistas de armas y pólvora que había surgido al amparo de aquella campaña militar y que es conocida hoy día como la Guerra de Margallo o de Sidi-Guariach. Asimismo se distinguió individualmente de forma extraordinaria el Guardia Antonio Carro Barrios, quien con gran riesgo de su vida recuperó una partida de madera para fortificación y que un temporal había arrastrado hacia el mar.

Una vez finalizada esta Campaña, las fuerzas expedicionarias de la Guardia Civil regresan junto a las del resto del Ejército a la Península, quedando un destacamento al mando del Teniente don José Sanz.

La primera Casa-Cuartel.

Poco después, en junio de 1895, se acuerda por la Junta de Arbitrios de la Plaza, antecesor del actual Ayuntamiento, la construcción de una Casa-Cuartel en el barrio de Mantelete en la que pudieran alojarse fuerzas del Instituto destacadas en la Plaza.

En marzo de 1896, y a propuesta del Comandante General de Melilla se constituye con carácter fijo y permanente una Sección de la Guardia Civil. El día 13 de agosto se ocupa el nuevo Acuartelamiento, siendo todavía casi un siglo después la Residencia de la Jefatura de la Comandancia.

Nuevas Campañas militares.


Las fuerzas del Cuerpo irán participando activamente en todas las Campañas Militares que se desarrollaron en torno a Melilla. Así el día 9 de julio de 1909, cuando los rifeños atacan a los obreros que trabajan en la línea de ferrocarril de Beni-Bu-lfrur de la Compañía Española de Minas del Rif, dando muerte a cinco de ellos, el Comandante General de la Plaza ordena responder a tal hecho y una Sección de la Guardia Civil al mando del Primer Teniente don Gerardo Alemán Villalón, se encontrará entre las unidades militares que salen en su persecución.

En el mes de septiembre la guarnición de Melilla es reforzada con varias Divisiones procedentes de la Península, llegando con ellas más fuerzas del Cuerpo.

Dos meses después, el día 23 de noviembre, el Guardia segundo Francisco Martín González moría entre Tauhima y Zeluán, cuando se trasladaba a este último poblado en compañía de dos cantineros y un carro. Durante el trayecto fueron atacados por varios rifeños, Iogrando huir y salvar la vida los dos paisanos montados en sus mulas, pero no así el componente del Cuerpo que se quedó solo luchando contra los cabileños durante una hora, hasta que se le agotaron las municiones.

Herido de gravedad, inutilizó el cerrojo de su mosquetón contra el eje del carro que le había servido de improvisado parapeto. Una vez que vieron que estaba muerto se acercaron y se llevaron como botín su uniforme y el arma inutilizada. Su cadáver fue enterrado en la Alcazaba de Zeluán.

Nuevos hechos heroicos.


En 1911, los Guardias segundos Miguel García Gómez y Valeriano Silva Franco que están concentrados en el Campamento de Beni-Chicar, son felicitados por el Director General del Cuerpo porque con gran riesgo de sus vidas, salvaron a dos soldados que habían caído al Río de Oro.

En la noche del 13 de septiembre de 1915 un grupo de rifeños se infiltran en las calles del poblado de Nador y hacen fuego por ,sorpresa sobre la Pareja compuesta por los Guardias Trinitario Navarro Castellón y Francisco de la Cruz Expósito, que prestaban servicio de vigilancia de población, cayendo heridos ambos. Cuando los cabileños se acercan a ellos para rematarlos, el Guardia Navarro se reincorpora y utilizando su fusil como maza derriba a dos de ellos y dispara sobre un tercero causándole la muerta, haciendo que el resto huyera en desbandada.

El día 14 de octubre de 1917, cuando los Guardias Paulo Sánchez Sáez y Rafael Luna González se encuentran prestando servicio de vigilancia en el poblado de Zeluán, son atacados por un grupo de rifeños apostados. El Guardia Luna cae gravemente herido. No obstante repelen la agresión haciendo fuego contra los atacantes que ante esa respuesta y amparados por la noche salen huyendo.

El Desastre de Annual.

Año 1921. Llegan las páginas más tristes de Melilla. El día 16 de julio, las cábilas de Abd-el-krim, ataca a las tropas del General Fernández Silvestre. La terrible derrota que ha pasado a las páginas de nuestra Historia como el "Desastre de Annual", se traduce según los distintos historiadores entre nueve mil y quince mil muertos españoles. Las mutilaciones que sufrieron muchos de los cadáveres de aquellos desafortunados soldados son una patética muestra de lo que debió suceder allí.

Embriagados. por su dantesca victoria las cábilas inician el ataque de todos los puestos y posiciones que encuentra a su paso en dirección a Melilla.

Así el día 23 de julio, la Fuerza del Puesto de San Juan de las Minas compuesta por el Cabo Juan Ruiz Sánchez y los Guardias Cándido Puertas, Félix Quintero, Matías Labrador y Manuel Rastrojo se repliegan al campamento de Segundan acompañados de la esposa, la hermana y tres hijos del primero de ellos. Cuando alcanzan la citada posición militar comprueban que ha sido abandonada, sufriendo el ataque de los rifeños.

Al llegar la noche y tras haber agotado las municiones se despojan del correaje e inutilizan sus armas, intentando escapar al amparo de la oscuridad. Desgraciadamente son sorprendidos en su intento de evasión y hechos prisioneros. No obstante gracias a la mediación de unos indígenas de la cábila de Beni-Bu-lfrur, y a cambio de un precio de 125 pesetas por persona, son disfrazados y trasladados sanos y salvos a Melilla a donde llegan el día 28 de julio.

La defensa de Nador.

El día 24 de julio las cábilas atacan Nador. La guarnición española, bajo el mando del Teniente Coronel Pardo está compuesta por dos secciones de Infantería pertenecientes a la Brigada Disciplinaria, así como por las fuerzas de los Puestos de la Guardia Civil de Segundan y Nador a cuyo frente se encuentra su Teniente Jefe de Línea don Ricardo Fresno Urzay. En total, contando a los familiares de los militares y demás personal civil, serían unas doscientas personas.

Dadas las escasas posibilidades de defensa del poblado los efectivos se atrincheraron en espera del envío de refuerzos desde Melilla en dos baluartes: La iglesia y la fábrica de harina. El Alférez del Cuerpo don Lisardo Pérez García, con tropa propia y parte de una sección de Infantería sería el encargado de la defensa de la iglesia. El resto se guarnecería en la fábrica pues era el edificio más sólido.

Los defensores de la iglesia, una vez agotadas las municiones y víveres se re- plegaron el día 31 de julio hasta la fábrica dejando por el camino numerosas bajas propias y enemigas. Los rifeños se hacen con un cañón y abren fuego sobre el edificio, causando grandes destrozos. El asedio durará diez días, destacando por su valentía y continuos actos de heroicidad el Guardia Manuel Almancha García que llegó a ser propuesto para la Laureada de San Fernando.

La heroica defensa distraerá muchas fuerzas enemigas que no serán utilizadas para atacar Melilla, dando tiempo a que llegaran a esta Plaza las tropas de socorro.

El día 2 de agosto, agotadas las municiones y los víveres, con el edificio en ruinas por el impacto de las granadas y sin esperanza de poder recibir el pronto auxilio de Melilla que dista tan sólo quince kilómetros, el teniente Coronel Pardo para salvar la vida de los familiares y demás paisanos que se encontraban con ellos, se rinde y entrega las armas. Como nota curiosa apuntaremos que en una cláusula especial del pacto se hace constar que los miembros de la Guardia Civil podrán conservar sus pistolas ya que forman parte de su uniformidad.

Se forma una columna con los supervivientes y son trasladados a Melilla en donde les esperan el General Sanjurjo y el Teniente Coronel Millán Astray.

La matanza del Puesto de Zeluán.

A pesar de este acuerdo, que se realiza según las normas internacionales, los ataques de las cábilas continuaron.

El día 3 de agosto, tras una heroica resistencia y haber agotado sus municiones y víveres, las fuerzas del Puesto de Zeluán son convencidas por los rifeños de que se les respetará sus vidas y podrán marcharse a Melilla si entregan las armas, Esta vez el pacto no se cumple. Nada más abandonar su refugio los defensores son degollados y arrebatados sus uniformes.

En el suelo yacen sin vida los cuerpos del Cabo Francisco Carrión Jiménez y los Guardias segundos Paulo Sánchez Sáez, José Noguera Aznar, Constantino Ferrero López y Sotero Alonso Herranz.

Con la llegada de refuerzos a Melilla se inicia la lenta reconquista del territorio ocupado por los sublevados. La Guardia Civil acompaña en su avance al resto de las Unidades Militares con la finalidad de irse asentando en los antiguos Puestos perdidos.

El desembarco de Alhucemas.

En 1925, con el desembarco de Alhucemas y las operaciones militares que se desarrollaron a continuación se llega a la pacificación de territorio. En dichas acciones destacaron las Fuerzas del Cuerpo mandadas por el Capitán don Marcelino Gómez-Plata Mateu y el Teniente don Juan Luque Arenas.

Al llegar a estas fechas podemos hablar del fin de las Campañas de Melilla. Las recompensas obtenidas por los miembros de la Guardia Civil a lo largo de este período constituyen por sí solas testimonio inalterable de Gloria para nuestra Historia de cuáles fueron los méritos contraídos, y los sacrificios realizados por aquellos hombres que supieron hacer del Honor su principal divisa.

Recompensas.
12 ascensos por méritos de guerra.
3 Cruces de María Cristina.
15 Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo pensionadas.
146 Cruces del Mérito Militar con distintivo rojo.
7 Cruces del Mérito Militar con distintivo bicolor.
3 Medallas de Sufrimientos por la Patria.
11 Cruces de la Beneficencia.
Fuentes consultadas.
Documentación de la 232ª Comandancia (Melilla) de la Guardia Civil.
Documentación de la Asociación de Estudios Melillenses

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