HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 21:04

D. Marcos TORRES y RUEDA 20º Virrey de Nueva España


Eclesiástico y administrador colonial español nacido en fecha desconocida y muerto en abril de 1649 en México. Obispo de Yucatán, fue virrey de Nueva España de 1648 hasta la fecha de su muerte.

Don Marcos de Torres y Rueda ejercía como obispo de Yucatán cuando, en septiembre de 1647, recibió una cédula real que le nombraba virrey interino de Nueva España. Debía reemplazar al conde de Salvatierra, cuya sonora disputa con el obispo de Puebla y visitador general, Juan de Palafox y Mendoza, supuso su traslado al Virreinato del Perú. Torres y Rueda hizo varios intentos frustrados para tomar posesión del virreinato, puesto que el conde estaba dispuesto a todo, amenazas y sobornos incluidos, con tal de retener el cargo. Finalmente, tras la llegada de una nueva serie de cédulas de Madrid, Salvatierra partió rumbo a Perú y permitió a Torres y Rueda entrar a la ciudad de México para tomar posesión formal del virreinato, el 13 de mayo de 1648.

El gobierno del obispo fue breve pero convulso; Torres y Rueda afrontaba la difícil tarea de resolver el conflicto entre Palafox y los jesuitas, que tanto escándalo había provocado no sólo en América, sino también en Europa. Al principio, Torres y Rueda tomó partido del lado de Palafox. En la medida de lo posible, realizó una purga de los criados y amigos de Salvatierra, por ejemplo, Don Diego de Orejón, el ambicioso corregidor de México fue inmediatamente destituido y sometido a residencia.

También restableció las milicias que Palafox había creado en la ciudad de México y que Salvatierra había desmantelado. Asimismo, cuando algún cargo público quedaba vacante, aprovechaba para nombrar a uno de los muchos criollos cuyas peticiones el conde había denegado. Reformista, populista y moderada, la política de Torres y Rueda le mereció la admiración de Palafox, la devoción del pueblo y la enemistad de los jesuitas, quienes le acusaron de sectario ante el Consejo de Indias.

Sin embargo, esta situación duró sólo los primeros seis meses de su gobierno. Mal aconsejado por su sobrino, Juan de Salazar, Torres y Rueda pronto descubrió las ventajas económicas al alcance del poder. Atrajo a su lado a los mismos personajes que habían rodeado, apoyado y asesorado a Salvatierra: el rico mercader don Antonio de Urrutía y Vergara, el fiscal de la audiencia, don Pedro Melián y el arzobispo de México, Juan Mañozca. Comenzó a vender oficios públicos, nombró a sus criados a las alcaldías mayores más lucrativas del virreinato e invirtió dinero en repartimientos de comercio y en el comercio de Filipinas. En menos de un año, el obispo virrey se hizo una impresionante fortuna: 400.000 pesos.

Inesperado y radical, el cambio de actitud del virrey fue para Palafox un serio revés. Lo vivió como una gran traición, no sólo política, sino personal. Pero lo único que lograron sus críticas es que Torres y Rueda se asociara con los jesuitas en su contra. El último acontecimiento notable del gobierno de Torres y Rueda fue un impresionante auto de fe que organizó en la ciudad de México en abril de 1649. Unos días más tarde moría de una enfermedad repentina, dejaba el gobierno en manos de la audiencia de México y a Palafox haciendo las maletas para regresar a Madrid.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 21:09

D. Luis ENRIQUEZ DE GUZMAN 21º Virrey de Nueva España


Político y administrador español, XXI virrey de Nueva España (1650-1653) y XVII virrey del Perú (1655-1661), nacido en Madrid en fecha no precisada y muerto en España en lugar y fecha también desconocidas.

Fueron sus padres los Condes de Alba de Liste y de Villaflor. Desde su infancia actuó como gentil hombre de la cámara del rey. Tras obtener el grado militar de alférez, fue designado alguacil mayor de Zaragoza, y luego alcalde mayor escribano de Sacas. Ostentó el título de Caballero de la Orden de Calatrava. Por descender de la Casa Real de Aragón, se le confirió el título de Grande de España.

Nombrado virrey de Nueva España, recibió el mando de la Audiencia en ciudad de México en noviembre de 1650. Su gestión fue corta, y lo único que alcanzó a realizar fue el reordenamiento de la Hacienda Real, aumentando el cobro de los impuestos de gabela y alcabalas, ingresos que fueron remitidos de inmediato a España. Otro acto destacado de su gestión fue hacer sofocar incruentamente la rebelión de los indios tarahumaras, quienes habían asesinado a los misioneros franciscanos y jesuitas. En premio a su esfuerzo por mejorar la recaudación fue nombrado virrey del Perú a mediados de 1654.

Se embarcó en Acapulco con dirección a Paita, y llegó a este destino el 22 de enero de 1655. Hizo su entrada en Lima bajo palio el 24 de febrero de 1655. Su preocupación por mejorar el estado de la Hacienda Real le llevó a reinstalar en Lima, ante la incomprensión de la Corona, la Casa de la Moneda que en 1572 el virrey Álvarez de Toledo había traslado a Potosí. El virrey adujo que tal era el único modo de controlar de cerca la acuñación de las monedas y acabar con el dinero falsificado, además de obligar a las piñas de plata producidas en el Perú a pagar el quinto real y el señoreaje que antes evadían.

Otro modo de hacer engrosar el erario público fue exigir donativos a los vecinos, con lo que llegó a ingresar por este concepto 97.000 pesos. En el asunto de la minería, por orden real se inspeccionó las minas de azogue Huancavelica para diagnosticar las causas de su bajo rendimiento. El arreglo al que se llegó con los azogueros para que reinvirtieran en la explotación de nuevas vetas condujo al aumento de la deuda de Hacienda por un total de 425.084 pesos al finalizar este gobierno.

Entre las medidas que se aplicaron para mejorar el rendimiento de las minas de plata de Potosí estuvo la supresión en 1660 de los llamados indios de faltriquera o de alquiler, medida que provocó la protesta de los mineros y la muerte por envenenamiento del juez visitador al que se encomendó aplicar dicha orden. Por otro lado, el desmedido prohibicionismo y los cupos que se incrementaron sobre el tráfico de mercancías intensificaron el comercio de contrabando por la vía del Río de la Plata. Otro hecho destacado fue el descubrimiento en 1660 de la mina de plata de Laicacota (Puno) por los hermanos Salcedo. En el área de la defensa, se fabricaron al costo de un millón de pesos dos nuevos galeones en Guayaquil para renovar la obsoleta Armada del Sur. También se hicieron inversiones en la refacción de las murallas de El Callao para evitar el ataque de los corsarios ingleses, para lo cual se obtuvo el dinero de la sisa sobre las carnes.

Durante este gobierno estalló, en 1659, en la jurisdicción de la Audiencia de Charcas, la rebelión del andaluz Pedro Bohorques, apodado "El inca". Apoyado por 8.000 indios calchaquíes, Bohorques expulsó a los jesuitas de las misiones pampeanas, y cercó después la gobernación de Tucumán. Las tropas enviadas por el virrey debelaron rápidamente la insurrección y tomaron preso a Bohorques, quien murió en la horca en 1667.

En 1657 se creó la Escuela Náutica en el hospital del Espíritu Santo de Lima, para la formación de nuevos pilotos de mar. En lo que se refiere al patronato regio, se entabló una disputa jurisdiccional entre el conde de Alba de Liste y el arzobispo Villagómez por la conformación de las nóminas de eclesiásticos para cargos vacantes. La enemistad entre ambas autoridades condujo al virrey a prohibir al arzobispo la consagración del obispo de Huamanga por emitir sus bulas sin la correspondiente aprobación del Consejo de Indias.

La Inquisición también tuvo serias desavenencias con el virrey, sobre todo cuando éste se negó a entregarle un escrito que poseía del hereje holandés Guillermo Lombardo. La Corona medió en el asunto y obligó al virrey a acceder al pedido de los inquisidores. En lo que respecta a la instrucción, fue fundado en 1655 el beaterio franciscano en Arequipa y cuatro años después un colegio para niñas huérfanas en Lima. Entre los fenómenos naturales más trascendentales cabe mencionar la erupción en 1660 del volcán Pichincha.

El Conde de Alba de Liste entregó el mando a su sucesor, el Conde de Santisteban, el 31 de julio de 1661. Durante el juicio de residencia se levantaron en su contra varios cargos por abuso de autoridad y despilfarro de la Hacienda Real. Retornó a España, desconociéndose el año en que murió.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 22:49

D. Francisco FERNANDEZ DE LA CUEVA y ENRIQUEZ DE CABRERA 22º Virrey de Nueva España


Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera (Barcelona, 1619 - Madrid, 27 de marzo de 1676) fue un aristócrata, diplomático y militar español, titular de la Casa de Alburquerque, destacado por sus cargos de 22º Virrey de Nueva España y 45º Virrey de Sicilia, así como por su participación en la Guerra de los Treinta Años.

Sucedió a su padre en la Casa de Alburquerque cuando contaba diecisiete años, y un año más tarde comenzó su carrera militar participando en el Sitio de Fuenterrabía (1638) a las órdenes del marqués de Mortara. Tras varias campañas de servicio en Flandes como soldado de pica, fue ascendido a maestre de Campo y puesto al frente de un tercio español que llevó su nombre, con el que participó en las batallas de Châtelet (1642), Honnecourt (1642) y Rocroi (1643), por la que fue más reconocido.

Tras servir como general de la caballería de Cataluña (1645-1649) y obtener victoria en Villafranca del Panadés y Montblanch (1649), fue nombrado Virrey de Nueva España (1653-1660), donde finalizó las obras de la catedral de México, y de regreso a España fue capitán general de la Armada (1662-1664) y teniente general de la Mar (1664), y custodió a Margarita de Austria hasta Trento para su matrimonio con Leopoldo I de Habsburgo. Finalmente nombrado Virrey de Sicilia (1667-1670), terminó sus días como consejero de Estado y Guerra, y mayordomo mayor de Carlos II de España, falleciendo en el Palacio Real de Madrid el 27 de marzo de 1676 de un ataque al corazón.

Nació de paso en Barcelona, en el año 1619 cuando su padre ocupaba el virreinato de Cataluña, siendo originario de la villa segoviana de Cuéllar, donde la familia tenía su residencia, un imponente castillo-palacio. Fue hijo de Francisco III Fernández de la Cueva, VII duque de Alburquerque, Grande de España, IV marqués de Cuéllar, VII conde de Ledesma y de Huelma, miembro de los Consejos de Estado y Guerra, Virrey de Cataluña y de Sicilia, y presidente de los Consejos Supremos de Italia y de Aragón; y de su tercera mujer Ana Enríquez de Cabrera y Colonna, hija de Luis Enríquez de Cabrera y Mendoza, IV duque de Medina de Rioseco y IX Almirante de Castilla.

En 1635 fue nombrado caballero de la Orden de Santiago, en la que más tarde ocuparía los cargos de Trece y comendador militar de Guadalcanal. Fallecido su padre en 1637, sucedió en la Casa de Alburquerque, siendo VIII duque de Alburquerque, Grande de España, VI marqués de Cuéllar, VIII conde de Ledesma y de Huelma, señor de Mombeltrán, Pedro Bernardo, La Codosera, Lanzahíta, Mijares, Aldeadávila de la Ribera, San Esteban, Villarejo del Valle y Las Cuevas.

Comenzó su carrera militar a los dieciocho años, cuando Felipe IV de España le escribió solicitándole cuantas piezas pudiera enviar de la vasta armería que se custodiaba en su castillo de Cuéllar, para armar a los soldados que combatirían en el Sitio de Fuenterrabía. Tras hablar con su tío Juan Alfonso Enríquez de Cabrera y Colonna, Almirante de Castilla, consiguió formar parte de las filas del ejército real que lucharía en la Guerra de los Treinta Años.

Primeros años de servicio

Reclutado en el ejército de Felipe IV, participó en la expedición que expulsó a las tropas francesas lideradas por el cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII de Francia, que habían tomado Fuenterrabía durante el desarrollo de la Guerra de los Treinta Años.

Fue encuadrado en el tercio del marqués de Mortara y combatió en la ocupación del Monte Jasquivel. El día de la batalla, lo hizo en el cuerpo derecho de las picas, en la vanguardia y primera hilera de los escuadrones del ejército, donde se distinguió con valor y coraje. Los españoles salieron victoriosos de la batalla, dejando liberada la plaza. En julio de 1639 el duque ya se encontraba de nuevo en Madrid, y el valor mostrado en Fuenterrabía fue la llave de acceso para viajar al año siguiente, a los Países Bajos.

El duque, teniendo en cuenta el momento que vivía la guerra en Flandes contra los franceses y holandeses, se ofreció al rey para formar parte de la defensa de aquellas plazas, solicitud que fue aceptada. Antonio Rodríguez Villa atribuye esta decisión del duque a un alarde de valentía y coraje, y a un anhelo de conseguir fama y laureles, pues como él mismo expresa, el duque lo tenía todo en aquel momento:

No podía ser otra, en verdad, la nobilísima aspiración del propietario de un título esclarecido, de un pingüe y valioso mayorazgo, de una de las más poderosas y opulentas casas de Castilla. Loable determinación y plausible energía argüiría en tal arriesgado peligroso análoga resolución en un hidalgo arruinado, en un labrador empobrecido, en un estudiante aventurero; pero en un acaudalado magnate, en la flor de su juventud, á quien las delicias y placeres de una corte fastuosa, la suntuosidad y magnificencia de sus propios palacios y castillos, la adulación y respeto de sus servidores, colonos y protegidos, y la vida muelle y placentera brindaban por do quiera, ¿no revela claramente un espíritu esforzado y valeroso?
Antonio Rodríguez Villa


Después de servir en varias campañas como soldado de pica, fue ascendido a Maestre de Campo de Infantería Española y puesto al frente de uno de los gloriosos tercios españoles.

El ascenso a Maestre de Campo llegó en enero de 1641, y lo ocupó hasta 1643. Con este nombramiento accedió a un tercio español, aquellos que tantas victorias reportaron a la Corona española desde los tiempos del gran capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba. El tercio que le fue confiado lo heredó de José de Saavedra, I vizconde y I marqués de Rivas de Saavedra, que había marchado a España para hacer valer sus servicios. Su tercio, como fue costumbre en otros, se bautizó con su título, y fue llamado Tercio de Alburquerque; el duque lo vistió a su costa. El tercio participó en las batallas de Chatelet, Honnecourt y Rocroi, la más significativa de todas.

Batalla de Châtelet.

Participó junto a su tercio, en la batalla de Châtelet, en la que vencieron los españoles a los franceses el 26 de mayo de 1642. El duque se distinguió subiendo por las fortificaciones enemigas en pleno día, rompió los regimientos de Bresse y Piamonte, y ganó con sus tropas siete de las diez piezas de artillería que se capturaron en la batalla, asegurando la victoria con sus acertadas disposiciones. Como él mismo escribió, recogió los soldados que se derramaban en el alcance, me formé y sustenté la plaza de armas y abrigué a los que volvían rechazados, con que se aseguró la buena fortuna de aquel día.

Batalla de Honnecourt

Más tarde el tercio se halló en la batalla de Honnecourt, obteniendo la victoria de tres plazas fuertes, dos de ellas ganadas por ataque y una por asedio. También defendió la ribera del Sasso, y rechazó los ataques del príncipe de Orange, que empezaba a penetrar por los esguazos de Selsat. Asimismo, acompañó constantemente a su general, Francisco de Melo, como lo demuestra el diario de éste. Distinguido en esta batalla, Felipe IV le recompensó nombrándole general de la Caballería Ligera del Ejército de Milán, y más tarde de Flandes, empleo que ejerció en la Batalla de Rocroi y durante el resto de la campaña, a las órdenes de Francisco de Melo, siendo llamado a la Corte a la conclusión de la misma.

Batalla de Rocroi

En 1645 desempeñó el mismo cargo en el Ejército de Cataluña, donde volvió a servir a las órdenes de Melo, recibiendo posteriormente el generalato de las galeras de España. El Tercio de Infantería del Duque de Alburquerque no fue proveído en el teniente de maestre de campo general Baltasar Mercader hasta el mes de octubre de 1643, tomando parte en la Batalla de Rocroi a las órdenes del sargento mayor Juan Pérez de Peralta. Tuvo una actuación muy destacada, logrando rechazar 6 cargas de la infantería y caballería francesas, que no lograron descomponerle. Fue el último en aceptar la capitulación ofrecida por el duque de Enghien, pero su resistencia sólo sirvió para endurecer los términos de la misma, constituyéndose en prisioneros de guerra.

En cuanto al duque, su actuación como jefe la Caballería de la Izquierda fue muy controvertida. Como fruto de su montaje propagandístico, los franceses le acusaron de haber abandonado el campo de batalla, cabalgando a brida tendida más de 30 millas hasta refugiarse en Marienburg, hecho que destapó el duque de Aumale en su «Historia de los Príncipes de Condé» y que provocó en España la aparición de algunos opúsculos impugnatorios (Rodríguez Villa, Cesáreo Fernández Duro, etc.).

Más tardíamente, la Duquesa de Alba dio a conocer la correspondencia del duque conservada en su casa en relación con dicha batalla, cuyo desarrollo fue completamente adulterado por los franceses para tornar en una victoria definitiva y resplandeciente el primer éxito militar conseguido bajo la égida del todavía niño, pero ya rey, Luis XIV. Lo cierto es que Rocroi fue una victoria pírrica donde los franceses sufrieron más pérdidas que los españoles, aunque ganaron el campo y socorrieron la plaza asediada.

La infantería española no fue aniquilada en aquellos campos; en cambio, los franceses, hubieron de formar un nuevo ejército para continuar la campaña, saldada con la conquista de dos plazas menores y periféricas: Sierk y Thionville.

Caballería de Cataluña

Su actuación como general de la caballería de Cataluña desde 1645 le reportó las victorias de Villafranca del Penedés en 1649 y de Montblanch el 14 de noviembre del mismo año junto a Juan de Garay. Estas victorias consolidaron su ascenso que se producía el año siguiente, siendo nombrado General de las Galeras de España.

Virrey de Nueva España

Tenía 34 años cuando fue nombrado Virrey de Nueva España; nunca habían visto los mexicanos un virrey tan joven. Hizo su entrada en la ciudad de México el 15 de agosto de 1653.

Llegaba, como los anteriores virreyes, con una ayuda económica para los costes del viaje, establecida por el rey. En el caso de Alburquerque fue de 12.000 pesos, que recibió al desembarcar en México, y que inmediatamente devolvió al rey, pues su excelente economía personal le permitía no aceptar este tipo de ayudas.

Ante el peligro de desembarco de tropas inglesas a causa de la guerra que mantenía España con aquel país, una de sus primeras actuaciones fue reforzar las defensas de Veracruz y San Juan de Ulúa, y envió armas y munición a Jamaica y La Habana; además, reforzó la Armada de Barlovento. En su tarea fundadora y poblacional, envió cien familias a Nuevo México, y entre otros lugares fue fundada la villa de Alburquerque en su honor, que posteriormente perdería la primera erre, dando lugar al nombre de Albuquerque, llamada así en su honor. Por otra parte, apoyó en gran medida, las misiones jesuitas en California.

Respecto a la economía, acuñó monedas de oro del prestigioso cuño mexicano, y recaudó cuidadosamente las rentas reales, que remitió a España en grandes cantidades de plata. Además, acrecentó el comercio con Filipinas, y mandó construir en la dársena de Campeche algunos navíos para el servicio de cabotaje y de ultramar..

Como los anteriores virreyes, se preocupó por el desagüe de la laguna, y puso especial atención en el progreso de las obras de construcción de la Catedral de México, pues su intención era finalizarlas antes de entregar el bastón de mando a su sucesor. Tenía costumbre de pasear diariamente por las calles de la ciudad, y generalmente recorría el trayecto entre su residencia, el Palacio Virreinal y la catedral.

Una tarde que se encontraba rezando en la capilla de la Soledad, fue atacado por la espalda, recibiendo un golpe de espada. Inmediatamente la guardia del virrey inmovilizó al agresor, Manuel de Ledesma y Robles, de quien más tarde se supo que sufría trastornos mentales. A pesar de ello, fue sentenciado y ajusticiado al día siguiente del atentado, acusado de regicidio, inaugurando así este delito en Nueva España. Durante varios días se abrieron las iglesias de la ciudad día y noche para que el pueblo dirigiera sus oraciones de agradecimiento por la suerte que tuvo el duque, quien a los pocos días, retomó sus paseos habituales y la asistencia junto a su mujer, a las fiestas a que eran invitados.

El 16 de septiembre de 1660 entregó el gobierno de Nueva España y regresó a Madrid.

Regreso a España

A su regreso, fue nombrado General de la Caballería del Ejército de Cataluña; más tarde Capitán general de la Armada de la Mar Océano y, desde 1664, gozó del título y preeminencias de Teniente general de la Mar.

Embajada a Viena

El duque custodió a Margarita de Austria hasta Trento para su matrimonio con Leopoldo I.

Fue enviado como embajador extraordinario a Viena, para acompañar a la Infanta Margarita de Austria, que iba a contraer matrimonio con su tío materno, el rey Leopoldo I de Habsburgo, enlace concertado cuando ella era una niña.

La embajada llegó a Génova el 20 de agosto de 1666, donde fue recibida de manera triunfal. La Infanta Margarita desembarcó de la mano del duque de Alburquerque mientras era asistida por la mujer de éste, que gozó del cargo de camarera mayor. La comitiva, compuesta por Grandes de España, capitanes, gobernadores y otros mandatarios políticos y religiosos, la completaban dos hermanos del duque de Alburquerque.6

De Génova viajaron a Milán, donde la comitiva entró de incógnito. El 17 de septiembre, coincidiendo con el primer aniversario de la muerte de Felipe IV, la infanta, asistida y custodiada por el duque de Alburquerque visitó la catedral de la ciudad, donde se celebró una misa por el difunto rey. El 8 de octubre partió hacia Roveredo y dos días después llegó a Trento, donde el duque de Alburquerque entregó el 10 de octubre la infanta al duque de Dietrichstein y al cardenal Harrac, nombrados para ello por el emperador Fernando III de Habsburgo. Una vez hecha la entrega, el duque de Alburquerque se despidió de la infanta y se embarcó en el Puerto del Final, en las galeras de Sicilia.

Últimos años de vida

Fue nombrado Virrey de Sicilia en 1667, cargo que ocupó hasta 1670. Tras regresar a Madrid, obtuvo plaza en el Consejo de Estado y el puesto de Mayordomo mayor del nuevo rey, Carlos II y, por tanto, máximo jefe de la Real Casa. Ambos cargos los desempeñaría hasta su muerte.

Falleció en Madrid, de un ataque al corazón, en los aposentos del Palacio Real que por su cargo de mayordomo mayor le correspondían, la noche del 27 de marzo de 1676 a los 57 años tras haber sido sin duda alguna uno de los personajes más carismáticos de la España del siglo XVII.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:22

D. Juan Francisco Jacinto DE LEIVA y DE LA CERDA 23º Virrey de Nueva España


Juan Francisco Jacinto de la Cerda de La Lama y de la Cueva Leyva Arteaga y Gamboa, conocido como Juan Francisco de Leiva, conde de Baños (Alcalá de Henares, 2 de febrero de 1604 – Guadalajara, 27 de marzo de 1678), fue un político y aristócrata español que ocupó el cargo de Virrey de Nueva España desde el 16 de septiembre de 1660 hasta el 28 de junio de 1664.

Nació en la casa del conde de La Coruña en Alcalá de Henares (Madrid) el 2 de febrero de 16041 en el seno de una familia aristocrática dedicada a las armas y descendiente de Beltrán de la Cueva, primer duque de Alburquerque. Fue hijo de Gonzalo de La Cerda y La Lama, IV marqués de la Adrada, y de Catalina de Arteaga Leyva y Gamboa, señora de Arteaga e hija de Pedro de Leiva y Mendoza, capitán general de los galeones de España, Nápoles y Sicilia.

Fue por nacimiento V marqués de la Adrada, señor de Villovela y Las Lastras, del Estado y fortaleza de La Lama y del mayorazgo de Monjara en el obispado de Segovia; de Arteaga y Gamboa, y preboste de Guernica, Ondárroa y Bermeo. Fue además, caballero de la Orden de Santiago y gentilhombre de Felipe IV de España.

Contrajo matrimonio con Mariana Isabel de Leyva y Mendoza, quien se tituló por derecho II condesa de Baños y II marquesa de Leyva, títulos que también usó su marido. Nacieron de este matrimonio tres hijos y una hija: Pedro, que sucedió en los títulos de sus padres; Gaspar, casado con la IX marquesa de Tavara; Antonio, y Úrsula, casada con el IV conde de Montijo.

Su carrera militar comenzó cuando todavía era un niño, que aprovechando las influencias de su abuelo, empezó a navegar en las galeras de la Armada Española, formando parte de los batallones que lucharon contra la piratería argelina. Posteriormente participó junto al rey en la sublevación de Cataluña en 1640, destacando en los conflictos surgidos en el sitio de Lérida y en el de Tarragona.

Fue nombrado Virrey de Nueva España en 1660, cargo que mantuvo cuatro años, destacando en su mandato las irregularidades administrativas llevadas a cabo por ambos cónyuges. Una vez en España y viudo de su mujer, ingresó en 1676 en los Carmelitas Descalzos de Guadalajara, donde permaneció hasta su muerte, acaecida en 1678.

Virrey de Nueva España

A pesar de no ser muy conocido en la Corte, Felipe IV de España se empeñó en nombrarlo virrey, cargo que le concedió el 26 de febrero de 1660, y se trasladó a la Ciudad de México junto con su mujer e hijos, tomando posesión del cargo el 16 de septiembre del mismo año.

Su gobierno se caracterizó por las irregularidades administrativas, y ya a los pocos meses la virreina se dedicaba a enriquecerse a través del tráfico de influencias, vendiendo los cargos y haciendo firmar a su marido los documentos, sin que éste tuviese constancia de los hechos. Estas acciones, que pronto fueron conocidas fuera del palacio virreinal, disgustaron profundamente a la población, acostumbrada a otros virreyes de mayor seriedad y compostura, como es el caso del antecesor, Francisco IV Fernández de la Cueva, octavo duque de Alburquerque.

La mala gestión del virrey, la codicia de la virreina y las escandalosas fiestas de sus hijos llegaron a oídos de la Corte en España, quien preparó su destitución en el cargo, pero el virrey retenía la correspondencia oficial para no permitir la llegada de los documentos. El 30 de diciembre de 1663 Antonio Sebastián de Toledo y Salazar ya había recibido su nombramiento como sucesor en el virreinato.

La situación se agravó cuando Pedro, uno de los hijos del virrey insultó a un criado del conde de Santiago de Calimaya, y más tarde, lo atravesó con la espada, falleciendo a las pocas horas. Los oidores de la Real Audiencia de México quisieron poner justicia ante un escándalo como éste, nunca visto en la ciudad, pero llegó antes la justicia popular, y la familia virreinal fue apedreada al salir de misa. El virrey fue cesado de inmediato el 28 de junio de 1664. Se nombró virrey interino a Diego Osorio de Escobar, obispo de la Puebla de los Ángeles, quien entregó el bastón de mando al virrey Antonio de Toledo el 15 de octubre de 1664.

Los excesos y abusos cometidos por los subordinados a su cargo provocaron la revuelta de algunas comunidades indígenas en más de una ocasión, siendo la más notable la acaecida en 1661, cuando los indígenas de Tehuantepec al mando de Juan Arellano se levantaron en armas. Esta rebelión fue pacificada gracias a la intervención de Alonso de Cuevas Dávalos, obispo de Oaxaca.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:25

D. Diego OSORIO DE ESCOBAR y LLAMAS 24º Virrey de Nueva España


Diego Osorio de Escobar y Llamas (1608, La Coruña, España - 17 de octubre de 1673, Puebla, Nueva España) fue religioso español, obispo de Puebla (1656-73) y virrey interino de Nueva España desde el 29 de junio de 1664 hasta el 15 de octubre de 1664.

Osorio de Escobar y Llamas fue inquisidor y vicario general de la diócesis de Toledo. Fue miembro del clero secular, aunque muy cercano a los jesuítas. Fue elegido obispo de Puebla por la recomendación del cardenal Baltasar Moscoso y Sandoval.

Asumió el cargo en 1656 y permaneció en él hasta su muerte en 1673. Construyó el convento de la Santísima Trinidad, el el templo del Oratorio de San Felipe Neri y apresuró la construcción de la catedral, pagó por la capilla y altar de Nuestra Señora de Guadalupe. En 1663 fue nombrado arzobispo de México, pero él declinó la oferta con el fin de permanecer en la ciudad de Puebla (aunque administró la diócesis durante unos meses hasta la llegada del nuevo arzobispo, Alonso de Cuevas Dávalos).

Servicio como virrey


Ejerció el cargo de virrey de Nueva España durante casi cuatro meses, de junio a octubre de 1664. Accedió al cargo para reemplazar al virrey Juan de Leyva de la Cerda, a quien le fue ordenado volver a España a causa de la corrupción. Osorio, al parecer, aceptó el cargo con reticencia. Fue un extraño en los asuntos profanos, y renunció a su virreinato en la primera oportunidad que dispuso para regresar a su diócesis en la ciudad de Puebla.

Durante su breve administración, envió 30.000 pesos a Cuba para la reparación del castillo de Santiago y la reconstrucción de la ciudad, que había sido destruida por los ingleses en 1662. También fundó una fábrica de pólvora y envió parte de la producción a Cuba. Tomó medidas para que la Armada de Barlovento se preparara para un ataque en la costa del Golfo de México. Aportó el dinero para la fortificación de Campeche. España se encontraba todavía en guerra con Inglaterra.

Reformó el servicio postal, que dejaba bastante que desear antes de su llegada a la administración y que tras su reforma, fue mucho más eficaz. También reformó la comercialización de mercurio e intervino en una controversia entre los franciscanos y el gobernador de Yucatán.

Regreso a Puebla

Después de renunciar como virrey en 1664, el obispo Osorio tuvo dificultades con su sucesor, Antonio Sebastián de Toledo. El obispo fue recluido en la ciudad de Tlatlauquitepec hasta 1666, cuando pudo regresar a su diócesis de Puebla. Murió allí en 1673 y su cuerpo fue enterrado en la catedral. Más tarde se trasladó a La Santísima Trinidad, el convento que el mismo había fundado.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:34

D. Antonio Sebastián ALVAREZ DE TOLEDO MOLINA y SALAZAR 25º Virrey de Nueva España


Político español, vigésimo quinto virrey de Nueva España, nacido en 1620 y muerto en 1715. Su nombre completo era el de Antonio Sebastian de Toledo Molina y Salazar, fue segundo marqués de Mancera y Grande de España. Hijo de Pedro de Toledo y Leyva y de doña María Luisa de Salazar y Enríquez, había acompañado a sus padres cuando estos se embarcaron en Cádiz, en mayo de 1639, rumbo a Perú. El primer marqués de Mancera desempeñó el cargo de virrey de Perú hasta el año 1648, fecha en que la familia regresó a la Península.

Antonio Sebastián se distinguió como marino y en Perú alcanzó el grado de general de galeras. De regreso a Madrid fue mayordomo en Palacio y sirvió en la carrera diplomática, como embajador en Venecia y Alemania. Casó con Leonor Carreto, hija del marqués de Grana.

El Marqués de Mancera se había ganado a lo largo de su carrera la confianza de Felipe IV, que lo eligió para hacerse cargo del virreinato de Nueva Españay aunque aquél alegara su mal estado de salud, se firmó su nombramiento el 30 de diciembre de 1663, logrando así el monarca vencer su resistencia. Recibió las instruccciones para hacerse cargo del gobierno virreinal en Madrid, el 20 de febrero de 1664 y tras el viaje acostumbrado, llegó a Chapultepec e hizo su entrada solemne en la ciudad de México el 15 de octubre de 1664, para tomar posesión de su cargo ese mismo día, sin saber que el rey Felipe IV había muerto en Madrid el 17 de septiembre.

El Conde Mancera, según los cronistas de la época, fue un buen gobernante. Estuvo al mando del virreinato del 15 de octubre de 1664 al 20 de noviembre (aunque otro cronista se refiere al mes de septiembre) de 1673: Nueve años, un mes y cinco días. Las instrucciones que se le habían entregado como era habitual, antes de iniciar viaje, tenían un contenido muy semejante a las que recibió el conde de Baños, excepto en el apartado 62, por el que se le obligaba a dejar a su sucesor una relación diaria y circunstanciada de los negocios del reino. La Relación que escribió, destinada a su sucesor, es un modelo de obra bien hecha.

Se dice que fue un guadalupano eminente. Según los cronistas de la época, al llegar a Veracruz "mandó cambiar el viejo estandarte de la Concepción, bordado en Sevilla, por uno nuevo con la imagen de la virgen de Guadalupe". Por su intermediación se promovieron las Informaciones de 1666, final de un proceso en forma, solicitado por la curia romana, para conceder a la Virgen de Guadalupe las tres gracias de "oficio, misa y fiesta propia".

Desde el primer momento el nuevo virrey manifestó su prudencia y virtudes personales al ordenar que no se hiciera gasto alguno en su recepción, debido a la situación en que se encontraban las arcas virreinales. Continuaba la guerra contra Inglaterra y Portugal, iniciada en 1663 y eran constantes las peticiones que llegaban desde la corte solicitando remisión de fondos y ayudas de todo tipo, ya que los piratas británicos tenían en jaque las flotas y los intereses españoles en América.

John Morgan, pirata nacido en el país de Gales en 1635, era el terror de las Antillas. Había tomado Puerto Príncipe, Puerto Bello y Maracaibo, llegando a incendiar la ciudad de Panamá. Por esta razón el virrey se ocupó de continuar la política de su antecesor reforzando la armada de Barlovento y ordenando la construcción de barcos ligeros y bien armados, capaces de perseguir a los piratas y de atender a cualquier contingencia en el Golfo de México y las islas del Caribe.

En política interna, seguía pendiente de resolución el proyecto de obras del desagüe de la ciudad y el valle de México, para hacer frente a las inundaciones regulares del sistema de lagos en que se asentaba la ciudad. Fue positiva su resolución de volver a encargar a la orden de los franciscanos, en la persona de fray Manuel Cabrera, la superintendencia de este proyecto. Para lograrlo tuvo que mantener una copiosa y muy interesante correspondencia con la corte, en la que el Consejo de Indias y la reina madre intervinieron directamente. Ese nombramiento fue ratificado por real cédula de 22 de diciembre de 1670. El virrey, a lo largo de su mandato se preocupaba de visitar y supervisar personalmente las obras en curso de realización.

Al iniciarse el año de 1666 llegó a la capital la noticia de la muerte de Felipe IV así como la información de que, durante la minoría de edad de Carlos II, gobernaría el imperio la reina madre Mariana de Austria. En la Catedral de México, todavía en construcción, se celebraron solemnes honras fúnebres, prólogo inmediato de la jura de fidelidad al nuevo rey de España y de las Indias. A continuación tuvieron lugar las celebraciones y festejos habituales.

A pesar de los problemas económicos con que se enfrentó, tratando de obtener recursos en apoyo de las actividades de la Corona, el marqués recurrió con frecuencia a suscripciones voluntarias entre eclesiásticos y seglares y logró algunos recursos, que también utilizó para completar el ornamento interior de la catedral metropolitana. Sin embargo y pese a sus esfuerzos, la corte entendía insuficientes sus envíos, por lo que se le reconvino con frecuencia, urgiendo un mayor esfuerzo de recaudación.

En estos años continuaron los intentos de expansión territorial por el noroeste, aunque el regreso del almirante Pinadero demostró la dificultad de conseguir algún éxito. En 1668 volvió a salir una nueva expedición, al mando del capitán Francisco Lunecilla, que tocó en el cabo San Lucas y desembarcó en el puerto de la Paz, abandonados poco después “en busca de tierras más fértiles”. Sin embargo, en estos viajes, solían acompañar a los oficiales algunos misioneros que desarrollaban una obra catequística. A pesar de todo, los dominios virreinales seguían ensanchándose por las provincias del norte, más allá de Monterrey, Saltillo y Chihuahua.

En octubre de 1670 se firmó la paz con Inglaterra, lo que trajo consigo un cambio de actitud entre los mandos de la armada británica apostados en Jamaica, que recibieron órdenes de no seguir apoyando a los piratas y corsarios de la zona. Sin embargo, la presión de cuantos merodeaban por el Golfo de México y las costas de Nueva España prosiguió, apoyándose en otras bases.

Fue, junto con su esposa, protector decidido y constante de Juana de Asbaje, conocida por Sor Juana Inés de la Cruz, una de las poetisas más eminentes de la época virreinal en México. Juana Inés había llegado a la corte virreinal a la edad de 16 años, elegida como dama de honor de la virreina, doña Leonor Carreto, undécima virrreina de Nueva España, a quien Sor Juana llamaría Laura en sus primeros poemas. Se dice que fue la dama predilecta de doña Leonor.

Espoleado por las dudas de la corte virreinal y de sus canónigos, que creían a Juana Inés inspirada por el demonio, el Marqués de Mancera decidió convocar a cuarenta sabios de la Universidad, con el fin de examinar a la muchacha. A pesar del apuro en que la pusieron, al parecer, contestó con todo éxito a sus preguntas. Más tarde, tras el regreso de los virreyes a la península, su confesor la convenció para que tomase el hábito religioso.

El Marqués de Mancera concluyó el interior de la catedral de México, en obras durante los años de 1664 a 1667, ya que presidió el cierre de la bóveda del templo, la nave que se encuentra sobre la portada. En su "Relación", al referirse a estas obras, menciona que "hice fenecer las bóvedas que halle comenzadas, edificar y perfeccionar tres de la nave principal y dos de las procesionales y repasar la de la capilla de San Miguel…"

La segunda dedicación del templo mayor, que se celebró el 22 de diciembre de 1667, se puede leer en una crónica de esta fiesta, que en realidad constituye una verdadera historia de la construcción de la catedral. Según los textos, comisionó para este acto al Lic. Don Francisco Calderón y Romero, el oidor más antiguo de la Audiencia, investido de plenas facultades. Se fijó el itinerario, se construyeron tablados y se levantaron "resplandores" a la altura de cada monumento".

La terminación definitiva de la Catedral de México, en 1813, sería obra del arquitecto valenciano Manuel Tolsá, quien también esculpió el famoso "Caballito" de la Ciudad de México, en honor de Carlos IV.

Enfrentado a los abusos que cometían los alcaldes y otras autoridades virreinales a costa de los indios se ganó su enemistad, actitud que resultó extremada cuando se negó a la trata de negros, a la que la mayoría de los interesados entendía como fuente de copiosos beneficios. Acusado por la Audiencia de cometer algunas trivialidades, enfermo y molesto por las críticas recibidas, solicitó varias veces su retiro que no le fue aceptado hasta julio de 1673.

Su Relación, fechada el 22 de octubre de 1673, un mes después de que su sucesor Pedro Nuño Colón de Portugal, duque de Veragua, tomase posesión del mando, es una de las piezas mejor redactada por los virreyes. Está bien organizada y resulta amplia y sincera. La estructuró, de acuerdo con las funciones que tenía asignadas, en Gobierno, dividido en gobierno temporal, gobierno eclesiástico secular y gobierno eclesiástico regular. A continuación, Patronato y después Hacienda.

Finalmente, indicaba que recibió el virreinato en mal estado, tanto por la situación externa de la política europea, como por los errores de sus antecesores, los que trató de remediar, a pesar de la incertidumbre que le produjo el nombramiento de su sucesor, en la persona del marqués de Villafranca, que finalmente no llegó a trasladarse al virreinato, cediendo este puesto al duque de Veragua.

Dejaba advertido a su sucesor que se pusiera en guardia sobre "los sujetos cavilosos, los principales caudillos y motores de desórdenes, sus autores y aliados, manifiestos y ocultos, los voluntarios, los estipendiados, los naturales, los desertores y los únicamente atentos al saco y al despojo…"

Esta relación, según de la Torre Villar, tiene otra virtud: la de contener una buena descripción de la sociedad mexicana en general. Hace un excelente análisis de los diversos grupos sociales: del pueblo bajo, de la administración civil y eclesiástica, de los criollos, de los peninsulares, de las clases inferiores, etc.

Regresó a la península cuando don Fernando Valenzuela, el Duende de palacio, acababa de ser elegido favorito de la reina y fue mayordomo mayor de Mariana de Austria y recadero entre ésta y Carlos II, que había accedido al trono en 1675, cuando cumplió los 15 años de edad. En aquel momento se enfrentaban dos bandos de nobles, los seguidores de Juan José de Austria y quienes apoyaban a Valenzuela, convertido en hombre fuerte de palacio. Mancera, adicto a la reina, tras la marcha victoriosa de don Juan José a Madrid, fue confinado al destierro en la primavera de 1678.

La muerte de Juan José de Austria en 1679, tras la firma de la paz de Nimega y la bancarrota económica subsiguiente, abrió en el reinado de Carlos II la llamada Década de las reformas, dominada por las políticas del duque de Medinaceli y del conde de Oropesa, reformistas y buenos administradores, quienes llamaron a su lado a hombres de experiencia administrativa y de gobierno, como el conde de Mancera, perdonado por el rey a mediados de 1679. Un año más tarde accedió al cargo de consejero de Estado, en el que permaneció largos años, como celoso defensor de los intereses y la política de doña Mariana.

Aunque inicialmente había sido partidario de la candidatura austríaca, en las discusiones y enfrentamientos de 1698, siguiendo a Manuel de Portocarrero, obispo de Toledo, se decidió por la sucesión en la persona de Felipe de Anjou, más tarde Felipe V, tomando parte en las intensas discusiones que tuvieron lugar en el Consejo de Estado. El cardenal Portocarrero fue quien le nombró Presidente del Consejo de Italia en 1701, en recompensa por su adhesión a la nueva dinastía, y poco después se le designó para formar parte del Consejo del Gabinete de Felipe V, presidido por el cardenal.

En los enfrentamientos posteriores, a lo largo de la Guerra de Sucesión Española, se adhirió al descontento de parte de la nobleza, que rechazaba las formas de gobierno del Borbón, por lo que cayó en desgracia, pero en 1704 fue exonerado de todos sus cargos y en 1706, siguiendo a la reina y a los tribunales, adherido nuevamente a la corte borbónica, se retiró a Burgos, mientras el pretendiente Carlos entraba temporalmente en Madrid.

Retirado de toda actividad, murió en Madrid, cuando contaba 95 años de edad, al llegar el año de 1715.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:38

D. Pedro Ñuño COLON DE PORTUGAL y CASTRO 26º Virrey de Nueva España


Administrador colonial español, vigésimo sexto virrey de Nueva España de 1672 hasta la fecha de su muerte, acontecida en diciembre de 1673, se desconoce la fecha de su nacimiento. Fue sexto duque de Veragua, marqués de Jamaica y de Villamizar y conde de los Gelves. Era además almirante y adelantado mayor de las Indias así como caballero de la Orden del Toisón de Oro.

Hijo único y sucesor de don Álvaro Jacinto Colón de Portugal, cuarto nieto de Cristóbal Colón, descendía en línea directa del almirante también por parte de su madre, doña Catalina de Portugal y Castro. Casó dos veces, la primera el 7 de febrero de 1645 con doña Isabel de la Cueva y Enríquez, hija del duque de Alburquerque y hermana de los virreyes de Perú y Nueva España; enviudó dos años más tarde y volvió a contraer nupcias en 1663 con su prima María Luisa de Castro, Girón y Portugal, a la sazón dama de la reina Mariana de Baviera.

El duque de Veragua recibió el nombramiento de virrey de Nueva España el 10 de junio de 1672, a consecuencia de la renuncia de Enrique de Toledo y Osorio, Marqués de Villafranca, designado en abril para suceder al marqués de Mancera, que alegaba su mala salud para rechazar esta encomienda. Llegó a Veracruz en septiembre de 1673 y se demoró unos meses en este lugar, tanto para descansar del largo viaje como para revisar y ordenar que se reforzaran las fortificaciones del puerto, ya que se había declarado la guerra con Francia y se temían nuevas incursiones a tierra firme.

Al llegar a Nueva España había vuelto a enviudar, por lo que le acompañó Álvaro, hijo de María Luisa, marino distinguido más tarde, mientras su primogénito y heredero al título de duque, Pedro Manuel, permanecía en Madrid. Tras recorrer el itinerario habitual llegó a Chapultepec el 16 de noviembre y resolvió quedarse ahí, por encontrarse más a gusto. Tras tomar posesión del cargo el 20 de ese mes, se retiró de nuevo al castillo, aquejado de sus graves dolencias.

A pesar de sus virtudes personales y del reconocido valor militar del personaje, entusiasta y buen servidor real, su delicado estado de salud le obligó a posponer el desfile solemne de entrada en la ciudad hasta el día 8 de diciembre, con la pompa y colorido habituales. Su hijo, acompañado del Marqués de Mancera, que tuvo que permanecer en México algunos meses más, contemplaron el desfile desde los balcones del Marqués del Valle de Oaxaca. Pocos días después, afectado seguramente por las adversas condiciones de clima y altura, se sintió gravemente enfermo y falleció el 13 de diciembre de 1673, según dicen las crónicas, “en forma tan violenta que no hubo tiempo de administrarle los últimos sacramentos”.

Se le dio solemne sepultura en la Catedral, que seguía en obras de construcción, y al cabo de algún tiempo sus restos mortales fueron trasladados a España.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:43

D. Payo ENRIQUEZ DE RIBERA 27º Virrey de Nueva España


Religioso español nacido en Sevilla en 1622 y muerto en Ávila en 1684. También conocido como fray Payo Enríquez de Rivera, fue arzobispo de México y vigésimo séptimo virrey de Nueva España (1673-1680).

Era hijo bastardo de un comandante militar de plaza en Andalucía, Fernando Afán de Ribera y Enríquez, duque de Alcalá. Hizo sus primeros estudios en esa ciudad y años más tarde ingresó en la orden de San Agustín. Maestro de teología en Osuna y enseñante en las universidades de Burgos, Valladolid y Alcalá de Henares, en esta ciudad conoció al rey Felipe IV que lo estimó en gran medida, hasta el punto de que poco después era nombrado obispo de Guatemala, puesto en el que permaneció por espacio de diez años.

Llegó a Nueva España en 1667 para hacerse cargo del obispado de Michoacán, con sede en Valladolid (actual Morelia) y posteriormente se le nombró arzobispo de México. Como en la corte se conocía sobradamente la enfermedad del duque de Veragua, que había aceptado el cargo de virrey por compromiso con la corona, la reina regente expidió un pliego secreto, enviado a México acompañando al duque, en el que se nombraba al arzobispo virrey sustituto de la Nueva España.

Abiertos los pliegos reales y enterados de su contenido la Audiencia, la Inquisición y el resto de autoridades, tomó posesión de su cargo interino el mismo día 13 de diciembre de 1673, pero tuvo que gobernar durante siete años, en el curso de una época que resultó de gran alivio para los habitantes del virreinato, cansados de las incidencias y sobresaltos ocurridos durante el largo periodo anterior. Su nombramiento, alabado por los cronistas de la época, agradó mucho en la colonia, porque llegaba precedido de la fama de santidad y desinterés que se había labrado durante casi una década en Guatemala.Terminado su periodo de mandato se dijo de él que “de tal modo supo templar la justicia con la mansedumbre, la liberalidad con la economía, que su gobierno servirá en los siglos venideros de ejemplo”.

Para el cronista Vetancourt era “modesto, grave y desinteresado; aderezó el palacio real, hizo puentes y calzadas y puso su cuidado en la que va al santuario de Guadalupe y merió el agua en él; fue vigilante en los socorros que envió a S. M.; hizo minuta de las rentas reales y otras obras pías de limosnas considerables”.

Se aplicó inicialmente a reforzar las obras de defensa de los litorales, en los que pululaban destacamentos ingleses, a los que expulsó con el apoyo de las milicias de voluntarios de la costa de Barlovento, obligándoles a abandonar Coatzacoalcos y la Laguna de Términos, al tiempo que aumentaba y fortalecía las construcciones militares de Campeche.

Dio un gran impulso a las obras públicas, tanto en la ciudad de México como en otras plazas importantes; sustituyó las viejas pasarelas de madera por más de 20 puentes de cal y canto sobre los canales de la capital; construyó una calzada empedrada desde la ciudad de México hasta la Villa de Guadalupe; inició la reconstrucción de la iglesia de San Agustín, donde décadas más tarde se instalaría la Biblioteca Nacional, que había sido destruida por un incendio; desplazó un destacamento militar con el fin de pacificar las tribus de Nuevo México, en revuelta casi permanente desde años atrás y fundó la villa de Paso del Norte, hoy Ciudad Juárez, sobre el río Bravo, en 1677.

Bajo su mandato se dio un gran impulso a las obras del desagüe de la ciudad y del valle, empresa gigantesca y monumental, iniciada el siglo anterior y que pretendía remediar los altos niveles que alcanzaban lagos y canales, como consecuencia de las lluvias de temporada. El proyecto, que años más tarde Humboldt calificó de "el más gigantesco de América", consistía en abrir un ancho cauce que permitiera a las aguas atravesar las cordilleras que cerraban el valle y derramarse al exterior.

Fray Payo encontró en el padre Manuel Cabrera, de la orden de los franciscanos y superintendente de la obra, que actuaba en medio de fuertes controversias y discusiones políticas y técnicas, un colaborador muy eficaz, por lo que decidió mantenerlo en su puesto. Lo acertado de esta medida se demostró muy pronto, ya que 1674 resultó el año más abundante en lluvias de toda la década y a pesar de todo las obras resistieron y el desagüe funcionó a la perfección.

Durante su virreinato se prohibió a los virreyes que cobrasen su sueldo en monedas de oro, que habían comenzado a elaborarse en 1679, cuatro años más tarde de ser aprobada su acuñación, aunque en un volumen enormemente inferior al de la acuñación en plata.

Gracias a las obras de los misioneros en esta zona, se había fundado la villa de San Gabriel del Yunque que poco después tomó el nombre de Santa Fe. Por entonces fueron muy frecuentes las revueltas de las tribus tanos, picuriés y tehecas, que incendiaron el pueblo de San Cristóbal y pasaron a cuchillo a los españoles allí residentes; quienes pudieron salvarse se refugiaron en Santa Fe y en Paso del Norte. Las guerras del norte se habían extendido a lo largo de varios años, desde que en 1675 los misioneros jesuitas iniciaran la penetración en la provincia de los papigoches, llamada después la Purísima, a partir de Sonora y Sinaloa. Los franciscanos, por su parte, se habían instalado en Nueva Vizcaya y Nuevo León.

A partir de 1676 se registraron en las costas del Golfo nuevas acciones de piratas, que destruyeron y saquearon Pánuco y Campeche. En Campeche quinientos bandidos atacaron el puerto, pasaron a cuchillo a una guarnición de siete hombres y se llevaron consigo a numerosas mujeres, además de un abultado botín.

Notificado el virreinato de la subida al trono de Carlos II, ocurrida en 1675, se celebró este acontecimiento el año siguiente, con gran número de festejos y otros entretenimientos que eran habituales en tales casos. Junto a los pliegos del monarca que daban cuenta de su mayoría de edad, recibió Fray Payo la noticia de que el rey le solicitaba que permaneciera en el cargo, alabando su forma de gobernar y la excelente contribución con subvenciones generosas a las cuentas de la corona.

En 1679, presionado por los fabricantes y comerciantes de seda en España, el rey ordenó que se erradicasen de Nueva España las moreras, para impedir la competencia local con los productos que llegaban de la Península y de Europa. Por otra parte, aunque el consumo de cera había llegado a constituir una fuente de riqueza muy importante, se siguió desarrollando la cría de abejas, especialmente en Yucatán; en Oaxaca, la cochinilla era cada día más apreciada.

Al llegar el año de 1680, fray Payo insistió ante la corona en el sentido de que se le relevara, tanto del cargo de virrey como de su responsabilidad arzobispal, deseo que le fue concedido el mes de mayo, por lo que se aprestó a poner en orden todos los temas pendientes dando cuenta, como dicen las crónicas de la época, de “hasta del último centavo gastado durante su administración”. Entregó lo que tenía en propiedad a un asilo de huérfanos y toda su biblioteca al Oratorio de San Felipe Neri.

Retirado en España, adonde viajó en compañía de un solo criado, se dirigió al convento de Santa María del Risco, en Ávila, algunas fuentes señalan el de San Agustín en Alcalá de Henres, donde falleció el 8 de abril de 1684.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:49

D. Tomás Antonio Manuel Lorenzo DE LA CERDA y ENRIQUEZ DE RIBERA 28º Virrey de Nueva España


Tomás Antonio Manuel Lorenzo de la Cerda y Enríquez de Ribera, III marqués de la Laguna de Camero Viejo, conde consorte de Paredes de Nava y Grande de España (Cogolludo, Provincia de Guadalajara, España, 24 de diciembre de 1638 - Madrid, 22 de abril de 1692), fue un noble y gobernador colonial español, 28º virrey de Nueva España de 1680 a 1686.

Era caballero de la orden de Alcántara y comendador de Moraleja. Ocupó además los cargos y dignidades de maestre de campo del Tercio Provincial de las Milicias de Sevilla, ministro del Consejo y Cámara de Indias, capitán general del mar Océano, del Ejército y Costas de Andalucía, mayordomo mayor de la reina Mariana de Austria.

Tomás de la Cerda nace en el palacio de Cogolludo, en una pequeña población de la Serranía de Guadalajara, en el seno de una poderosa familia de la nobleza española con conexiones militares y políticas muy antiguas. Fue el cuarto hijo de Antonio de la Cerda, VII duque de Medinaceli, y de Ana María Luisa Enríquez de Ribera, V duquesa de Alcalá de los Gazules. En 1675 se casó con María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, XI condesa de Paredes de Nava, con quien tuvo tres hijos. En 1679 es nombrado virrey de Galicia, aunque nunca asumió su puesto, y muy poco después le fue adjudicado el título más importante de virrey de Nueva España.

Virrey de Nueva España

Tomás de la Cerda fue nombrado virrey de Nueva España para reemplazar al arzobispo Payo Enríquez de Ribera. Hizo su entrada formal en la Ciudad de México el 30 de noviembre de 1680 y tomó posesión del gobierno.

Insurrección de 1680

Bajo su mandato, 25.000 indios de 24 pueblos de Nuevo México se levantaron contra los españoles. Mataron a todos los europeos que encontraron, entre ellos colonos, soldados y misioneros. Veintiún misioneros franciscanos fueron asesinados el 10 de agosto de 1680. Los indios lanzaron un ataque sorpresa sobre Santa Fe, capital de la provincia. Tras el fracaso de dicho ataque, sitiaron la ciudad durante diez días. Los españoles que consiguieron escapar se dirigieron a Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua), donde se refugiaron.

El virrey repobló la villa de Santa Fe con 300 familias españolas y mestizas, dándole el título de ciudad. En 1681 envió unas tropas de caballería a Nueva Vizcaya para perseguir a los rebeldes indios, quienes rehusaron luchar. También aumentó las guarniciones de la región.

La expedición de Atondo

En 1681 Tomás de la Cerda Manrique de Lara envió otra expedición a California, está bajo las órdenes del capitán Isidro Atondo. A dicha expedición se le encargó conquistar a los indios y colonizar el territorio. Exploraron las costas de Baja California hasta La Paz, y volvieron para atracar en Navidad, Jalisco. Había en esta expedición tres misioneros jesuitas, entre ellos el Padre Eusebio Kino, quien sería más tarde famoso como misionero, explorador y colonizador de Baja California, Sonora y Arizona.

La toma de Veracruz

En 1683 el pirata Lorencillo atacó Veracruz junto con 800 hombres. Los habitantes se refugiaron en las iglesias mientras los piratas saqueaban la ciudad. Retuvieron la ciudad desde el 17 hasta el 23 de mayo de 1683. Cuando el ejército español llegó al lugar, los piratas huyeron rápidamente, llevándose una enorme cantidad de mercancías y 1.500 rehenes. El valor del botín sería más tarde estimado en 7 millones de pesos. Tras dejar Veracruz, atacaron Campeche y Yucatán.

El Tapado

El 22 de mayo de 1683 Antonio Benavides, marqués de San Vicente, desembarcó en Veracruz. Mejor conocido más tarde como El Tapado, declaraba ser visitador general y gobernador de Nueva España, enviado por la reina Mariana de Austria. Fue arrestado en Cuetlaxcoapa (Puebla), acusado de ser uno de los piratas de Lorencillo. Fue encadenado y llevado a Ciudad de México. El 12 de julio de 1684 fue conducido al cadalso, pero cuando apareció se produjo un eclipse de sol. A pesar de que la gente interpretó este hecho como un signo del descontento de Dios con la ejecución de un inocente, fue ahorcado de todos modos.
Últimos años

El mandato de Tomás de la Cerda fue extendido tres años por el rey Carlos II. El 16 de noviembre de 1686 fue sucedido por Melchor Portocarrero, tercer conde de Monclova. El virrey y su esposa, María Luisa Manrique de Lara y Gonzaga, tenían una buena relación con la gran poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz, quien pagó los gastos de publicación de Inundación castálida en 1689 y de un segundo volumen en 1692.

En 1689 en España fue miembro del Consejo de Indias. Más tarde fue mayordomo mayor de la reina Mariana de Austria. Murió el 22 de abril de 1692 en Madrid.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:54

D. Melchor PORTOCARRERO LASSO DE LA VEGA 29º Virrey de Nueva España

Melchor Antonio Portocarrero y Laso de la Vega, 3.er Conde de Monclova (Madrid, 1636, España; †Lima, Perú 1705), fue un aristócrata, militar y político español, XXIX Virrey de la Nueva España, XVII virrey del Perú.

Desde muy joven sirvió como capitán de infantería, maestro de campo y teniente general de caballería. Acompañó a don Juan de Austria a Sicilia, Cataluña y Portugal (1662); estuvo en los sitios de Arrás, Condé y Saint Guillame; perdió el brazo derecho en la batalla de las Dunas de Dunquerque (1658), motivo por el cual sus soldados le llamaran: Brazo de Plata, pues usaba una prótesis de este metal.

Virrey de Nueva España

Fue ministro del Real Consejo y de la Real Junta de Guerra de las Indias y capitán general del Virreinato de la Nueva España entre el 30 de noviembre de 1686 y el 19 de noviembre de 1688. Mandó construir en la ciudad de México el acueducto que partía de la Alberca Chica de Chapultepec, al pie del cerro, recorría las antiguas calzadas de Tacubaya y de Arcos de Belén y terminaba en la fuente de Salto de Agua. La faraónica obra de 3.908 metros de longitud, repartidos en 904 arcos de mampostería, fue concluida en 1779 por el Virrey Antonio María Bucareli y Ursúa.

Con la presencia de los franceses merodeando, desde 1686, en la bahía de Matagorda ó de San Bernardo y Del Espíritu Santo, Portocarrero aceleró la pacificación de la provincia de Nueva Extremadura de Coahuila y nombró gobernador de ella, al Capitán Alonso de León, quien funda Santiago de Monclova el 12 de agosto de 1689 y cuyo nombre perpetuó el Nombre del Virrey. Éste mandó vigilar, también al Golfo de México, más allá de Tampico, pues las fuerzas del Capitán francés Robert Cavalier, Señor de la Salle, merodeaban desde el fuerte de San Luis en Matagorda.

Virrey del Perú

La Corona le nombró virrey del Perú el 20 de noviembre de 1688, pero no pudo embarcar hacia El Callao hasta 1690, por falta de embarcaciones. El 11 de mayo de 1689 zarpó de Acapulco hacia su nuevo destino, Paita, adonde llegó el 22 de junio. Hizo su ingreso oficial en Lima bajo palio el 15 de agosto de 1689.

En el gobierno económico, se concentró en enfrentar el problema de la decadencia de la producción minera. En relación con las minas de azogue de Huancavelica, afectadas por el terremoto de 1687, dispuso la rebaja de la carga sobre los mitayos y ordenó que su salario se elevara a siete reales por jornada. A continuación, trasladó las mismas reformas a las minas de plata de Potosí, con las consiguientes protesta de los mineros que pagaban hasta entonces cuatro reales a cada indio.

Pese a esta medida, la villa potosina siguió despoblándose y la producción de plata continuó su declive. El comercio del virreinato entró en una fase de prosperidad, que se vio alentada por el tráfico de navíos que hacían la ruta de Guayaquil, Panamá, Arica y Valparaíso, lo que animó a la Corona a proyectar el financiamiento de las flotas y galeones de Indias con nuevos impuestos a este sector.

El Consulado de Lima, como representante de los grandes comerciantes, elevó su protesta a la Casa de Contratación de Sevilla ante tal medida, pero sólo logró paralizarla después de remitir dos donativos en 1690 y 1695 por un valor de 30.000.000 de pesos. El 21 de agosto de 1701, Portugal se enemistó con España a consecuencia del contrato celebrado con la corporación francesa Compañía Real de Guinea, que concedía a esta última la exclusividad en el tráfico de esclavos por sus territorios. Esta alianza contribuyó al incremento del contrabando francés por las costas peruanas, en el que se especializó el navío "Aurora" del capitán Rigodier.

En el área de la defensa, en 1696 el virrey tuvo conocimiento de que, aunque un corsario francés había saqueado Cartagena de Indias, las tropas españolas al mando del general Juan Díaz Pimienta habían logrado reconquistar dicho puerto caribeño. En 1700 el virrey se dispuso a comandar una expedición naval hacia la zona del Darién con el fin de enfrentar al corsario escocés que había ocupado Caledonia, pero la misma fue suspendida al comunicarle Díaz Pimienta la expulsión de tales enemigos.

Uno de los primeros actos del conde de la Monclova fue emprender la reconstrucción de la Lima arruinada por el terremoto de 1687. Bajo su gestión fueron reedificados el palacio virreinal, la Catedral, la Real Audiencia y el Cabildo, y, asimismo, en 1693, quedó concluida la remodelación de la Plaza de Armas con ochenta y tres portales. En 1696 se terminó de construir el nuevo muelle del puerto de El Callao, hecho de piedras extraídas de la isla San Lorenzo.

En lo que respecta al Patronato Real, bajo el gobierno de la Monclova se fundaron el monasterio del Carmen de Huamanga en 1690, los beaterios de las Nazarenas del Cuzco en 1695 y de las indias nobles de Nuestra Señora de Copacabana en Lima en 1698 y el monasterio de Jesús María y José en Lima en 1699. La Inquisición celebró dos autos de fe, el primero el 16 de marzo de 1693 en el que fueron penitenciadas catorce personas, y el segundo el 20 de diciembre de 1694, con seis castigados, entre los que destacó la beata agustina de origen tucumano Ángela Carranza por ejercer de iluminada.

En el terreno de la instrucción, fueron creadas en la Universidad de San Marcos las cátedras de Método Galeno, Prima y Vísperas de Dogmas y Prima de Escoto. En el Cuzco se fundó el colegio de San Buenaventura en 1691 y el colegio de San Antonio Abad fue convertido en Universidad por Real Cédula de 1 de junio de 1692.

Entre los desastres naturales más importantes estuvo el terremoto de Quito de 1698, que atañó también a las provincias de Latacunga, Ambato y Riobamba, con un saldo de tres mil muertos, y la epidemia de viruela que afectó a los indios de Quito y Potosí en 1694. Bajo el mandato del Conde de la Monclova se produjo la extinción de la Casa de Austria en el gobierno de España y el advenimiento de los Borbones.

Al cumplir dieciséis años en el gobierno, el virrey falleció en Lima de una enfermedad desconocida el 22 de septiembre de 1705. Sus restos fueron sepultados en la Catedral de Lima; el mando interino fue asumido por el oidor decano Juan de Peñaloza hasta la llegada del nuevo virrey.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 10:57

D. Gaspar DE LA CERDA SANDOVAL SILVA y MENDOZA 30º Virrey de Nueva España


Administrador colonial español nacido el 11 de enero de 1653 en Pastrana y muerto el 12 de marzo de 1697 en Cádiz. Fue conde de Galve y trigésimo virrey de Nueva España(1688-96). Su genealogía es complicada; era miembro de la influyente casa de los Silva y Mendoza, su padre fue Rodrigo de Silva y Mendoza, cuarto duque de Pastrana, casado con Catalina de Sandoval y Mendoza, duquesa del Infantado.

Nació el 11 de enero de 1653 en el palacio de los duques en Pastrana y se le bautizó el domingo día 19 en la iglesia colegial de la villa. Sus primeros años los pasó en Pastrana, donde se educó en el ambiente aristocrático, manierista y elitista de la alta nobleza, en el que se rendía un culto especial a las letras y a las artes. Inclinado a la práctica del teatro, demostró una gran afición al arte escénico, que conservó a lo largo de toda su vida.

En 1675, recién cumplidos veintiún años y tras la muerte de su padre, se trasladó a la corte de Madrid en compañía de su madre y hermanos, para instalarse en el palacio de las Vistillas, que fue su residencia durante largo tiempo. A partir de entonces desarrolló funciones cortesanas y gozó de la confianza y amistad de Carlos II, como segundón de su hermano mayor, que había heredado el título del padre. Su ascenso en la corte real fue rápido y eficaz, al compás de la promoción general de sus favoritos impulsada por la reina Mariana de Austria.

En la capital y en la corte destacó “con el lucimiento y autoridad que correspondía a su sangre”, en palabras de un cronista de la época. Se empleó en el aprendizaje y la práctica de las buenas letras, el conocimiento de las lenguas y la participación en las representaciones teatrales, colaborando con el director de escena Fernando Valenzuela, favorito de la reina y apodado “el duende de palacio”, por la información que le proporcionaba y la devoción que siempre le mostró.

Casó en primeras nupcias en 1677 con doña María Atocha Ponce de León y Guzmán, en ceremonia que ofició el cardenal Pascual de Aragón, Arzobispo de Toledo. No tuvo descendencia y su esposa falleció en 1684, lo que le llevó a contraer segundas nupcias con doña Elvira María de Toledo, nieta de una de las camareras favoritas de la reina madre.

En 1679 acompañó a su hermano Gregorio, quinto duque de Pastrana y de Éboli, a la ciudad de París, al formar parte de la embajada que llevó las joyas nupciales a la princesa María Luisa de Orleans, prometida de Carlos II. El título de Conde de Galve, con el que se le conoció más tarde, recayó en su persona al morir su tío Diego de Silva y Mendoza y fracasar los intentos de su hermano Gregorio, que lo reclamaba para su primogénito. Conviene tener en cuenta que este clan familiar, en las luchas sucesorias de finales de la casa de Austria, junto con otros personajes como el marqués de Mancera, se habían inclinado a favor del “partido austriaco”.

Una acusada característica de esta familia fue la relación de sus miembros con la representación real en tierras de América. Su suegro, el marqués de Villafranca había sido propuesto virrey de Nueva España en abril de 1672, a lo que renunció en favor del duque de Veragua. Su hermano José estaba casado con la única hija del marqués de Mancera, virrey de México en la década anterior. No es de extrañar, por lo tanto, que en sus deseos de obtener fama y riqueza, en un ambiente cortesano de fuerte competencia pero de carencias económicas graves, presionado tanto por su esposa como por otros familiares, solicitara del monarca, que lo consideraba entre sus favoritos, la provisión del virreinato novohispano. A su favor obró que el candidato previsto, marqués de Fuente de Sol, casado y con una prole numerosa, no contara con el beneplácito del Consejo de Indias; algunos autores se inclinan a pensar en la recompensa a la fidelidad “austriaca” del recién titulado conde de Galve.

Aceptada su petición, recibió la notificación real el 6 de mayo de 1688 por lo que se aprestó a navegar lo antes posible, con salida desde de Cádiz. Llegó a Veracruz a finales de agosto y el 17 de septiembre, en compañía de su esposa y de una amplia comitiva compuesta de más de 80 servidores, se dispuso a realizar el viaje tal y como estaba programado. En su camino hacia la capital se entrevistó con el conde de Monclova, que partía hacia el virreinato de Perú. Todavía se demoró unos meses, hasta que hizo su entrada en la ciudad de México en noviembre, recibido con la pompa y el lucimiento, las procesiones y los festejos acostumbrados.

Jurada lealtad al rey ante la Audiencia, inició el ejercicio de su gobierno a comienzos de diciembre, para ocuparse de combatir la piratería, así como de atajar las incursiones francesas en los territorios del noreste, confirmadas plenamente. Informado de la presencia de comerciantes británicos en las costas de Tabasco y Campeche dedicados a cortar maderas preciosas que enviaban a Jamaica, ordenó la salida de otra fuerza armada a combatirlos. Más tarde se supo que esta actividad la realizaban los indios mayas, dirigidos por soldados ingleses que pagaban a los indios con aguardiente y algunas monedas.

Como por aquellos años la corona había establecido una nueva alianza con Inglaterra para hacer la guerra contra Francia, el virrey dispuso en 1691 que, con el apoyo de la marina británica, se recuperase La Española, isla que estaba en poder de los franceses. Derrotados en Santo Domingo, se les quitaron cañones y municiones y se aprovechó la ocasión para levantar algunos fuertes.

Una de las preocupaciones más relevantes del virrey fue la colonización de Nuevo México y las provincias del norte, en las que numerosas tribus indias estaban en pie de guerra desde hacía décadas. Gracias a la experiencia acumulada con el paso de los años, a las expediciones anuales que se despachaban con el propósito de su pacificación y a la visita de oficiales encargados de establecer informes y de plantear reformas, se fue configurando un conjunto de políticas y planes, que el virrey discutió, a lo largo de una copiosa correspondencia, con los funcionarios del Consejo de Indias.

En 1691 se nombró gobernador de la provincia a Diego Vargas Zapata, que recibió la orden de llegar hasta Santa Fe, donde resistían los tanos, a los que dominó sin necesidad de entablar combate. Nuevo México quedó pacificado a partir de este momento y en Santa Fe, convertida en capital de la nueva provincia, se establecieron 800 nuevos pobladores hispanos.

Esta obra colonizadora continuó gracias a la incorporación de nuevos contingentes y al refuerzo de familias españolas, que llegaban acompañadas de los misioneros franciscanos, dispuestos a continuar su catequesis. Santa Cruz de la Cañada se fundó el 12 de abril de 1695, mientras los misioneros procedían a la constitución de congregaciones de indios. Al establecerse las ciudades de Cerrillo y Bernalillo, a mediados de junio de 1696, se rebelaron las tribus de los tehacos, los taos, los gemes y otras comunidades indias, que fueron combatidas y lograron ser pacificadas por el gobernador Vargas y sus hombres.

En la zona del Golfo, entretanto, proseguía la tarea de investigar la presencia de colonos franceses. En marzo de 1689 Alonso León, gobernador de la nueva provincia de Coahuila, salió al frente de una expedición, que se dirigió por tierra hasta la laguna de San Bernardo, junto a la bahía del Espíritu Santo, donde descubrieron las ruinas de un fuerte de madera y los cadáveres de algunos defensores. Enterado el gobernador de que sobrevivían algunos prisioneros envió a buscarlos y así pudo conocer con detalle lo ocurrido: el Gobierno francés había organizado en 1684 una expedición al mando de Robert Cavalier de la Salle, quien en 1682 había descendido desde Canadá hasta las bocas del Mississippi y navegado por el Golfo hasta llegar en enero de 1685 a una bahía al la que llamó de San Bernardo, en realidad ya visitada por los españoles, que la conocían con el nombre del Espíritu Santo.

En marzo de 1690 el gobernador León volvió a dirigir otra expedición, que partió de Monclova para someter a las tribus vecinas y tomó la decisión de fundar la misión de San Francisco Texas, en el mismo lugar que más tarde ocuparía San Antonio Béjar, pero antes de regresar a Coahuila instaló una nueva misión llamada de Jesús, María y José. Como consecuencia de estas actuaciones, se decidió llamar Texas a estos territorios, aceptando un nombre tomado de la palabra india que significaba “amigos”. Su primer gobernador fue Domingo Terán, sucesor de Alonso León en el gobierno de Coahuila, ahora ampliado, al que se encomendó la tarea de establecer nuevas misiones.

Para defender esta zona de las incursiones francesas y tras conocer los informes recibidos, se ordenó desde Madrid la construcción de un fuerte en Panzacola (Florida) por lo que el 25 de marzo de 1693 salió de Veracruz el almirante Andrés de Pez en compañía del historiador y cosmógrafo Carlos de Sigüenza y Góngora, buenos conocedores de estos mares. La expedición llegó el 8 de abril a la bahía del Espíritu Santo, en la que el cosmógrafo realizó un completo estudio geográfico de los contornos, alabando su posición estratégica y recomendando su poblamiento. Se inició la construcción del fuerte, que recibió el nombre de Santa María de Galve en honor del virrey, pero su terminación se prolongó hasta 1696.

En el otro extremo de la frontera norte, por tierras de Chihuahua y Sonora, a comienzos de 1692, se habían producido los levantamientos de indios que asolaban pueblos, rancherías y reales de minas. Juan Isidro de Pardiñas, gobernador y capitán general de Nueva Vizcaya, dirigió la represión desde Papigoche auxiliado por misioneros jesuitas, entre los que se encontraban Juan María Salvatierra y Eusebio Kino, que emprendieron una prolongada tarea de pacificación.

Establecidos en Sonora a partir de 1688, los jesuitas Salvatierra y Kino, éste último había aprendido la lengua de los pimas y llegó a escribir un vocabulario y un catecismo en esa lengua, penetraron en 1691 en territorio pima, a orillas del mar de California. Más tarde, mientras Salvatierra se dirigía en misión al país de los tarahumaras, Kino se dedicó a catequizar en tierras de la Pimería. Los indios pimas permanecieron en paz hasta 1695, fecha en que se registró un nuevo levantamiento general. La inquietud entre las tribus se mantuvo durante muchos años, lo que provocó el envío de nuevas expediciones de castigo, ordenadas por el gobernador de Sonora.

En política interior, el conde de Galve demostró un gran interés hacia las obras públicas, sobre todo por la atención que prestó a la mejora de las obras de desagüe de la ciudad y el valle de México. Al llegar a la capital el virrey había podido comprobar personalmente el deplorable estado y el abandono evidente de cuanto se había realizado en fechas anteriores, por lo que repuso en su cargo a fray Manuel Cabrera, como superintendente de las obras. La muerte de Cabrera en 1691, sin embargo, impidió superar los conflictos personales, las opiniones contradictorias y los problemas técnicos de que siempre adoleció tan ambicioso proyecto.

Por otra parte, su inclinación por las letras y las artes, así como por el teatro, resultó patente, al favorecer de manera notable y especial la actividad de los poetas, literatos, pensadores y científicos más destacados. Se puede mencionar a Sor Juana Inés de la Cruz, fallecida en 1695, que contó con la protección virreinal para publicar algunas obras y representó comedias en el propio palacio, así como la actividad incomparable de Carlos de Sigüenza y Góngora, sacerdote, filósofo, historiador, crítico y cosmógrafo, cronista de “las proezas” civiles y militares del virrey y que murió a comienzos de 1700. Ha llamado la atención de los historiadores la polémica entre Sigüenza y el doctor Salmerón, catedrático de cirugía de la Universidad de México, en la que intervino el padre Kino, en torno al famoso cometa de 1681, que tenía aterrorizada a la población.

A pesar de sus aptitudes para las artes, Gaspar de la Cerda fue incapaz de satisfacer la presión cada día mayor de la corte, que exigía el envío de fuertes contribuciones económicas para paliar los gastos de la corona. La verdadera crisis de este periodo tiene un claro acento social y fue consecuencia del enfrentamiento entre clases y grupos, de condición muy desigual. Los problemas de subsistencia ocurridos en 1691, resultado de las sequías prolongadas y las malas cosechas de maíz y trigo, fueron el detonante final que provocó el levantamiento de los indios y otros grupos, integrantes de la llamada “plebe” (en los escritos de Sigüenza y Góngora) de la capital, que prendieron fuego al palacio del virrey, las casas del cabildo y otros edificios oficiales. Estos sucesos se conocen como “el motín del 8 de junio de 1692” y han sido estudiados y revisados recientemente.

Los festejos de 1691, con motivo del casamiento de Carlos II y Mariana Neoburgo, habían constituido un precedente mal acogido, pero la celebración del Corpus Christi el 5 de junio de 1692 y las fiestas de palacio y en plazas y calles, donde se habían instalado tablados para la representación de sainetes, el ofrecimiento de colaciones a personas distinguidas, la lidia de toros, los desfiles de gremios, los juegos de cañas y combates, etc. se entendieron como provocación a quienes sufrían la pobreza y el hambre. Al parecer la protesta se inició en los mercados, pero se extendió a los barrios bajos, de los que salieron las turbas armadas de piedras, teas y cuchillos.

Existe constancia documental de la intervención de Sigüenza y Góngora, que logró salvar los archivos virreinales y contener a los tumultuosos con ayuda de otros criollos y a pesar de la actitud titubeante de autoridades y funcionarios peninsulares. El virrey tuvo que huir de palacio y se refugió, junto con su esposa, en el convento de San Francisco. Cuando se inició la represión, después de sofocada la revuelta, algunos comentaristas destacaron la intervención de los jesuitas en favor de los indios.

Por fortuna, el año 1693 resultó de cosechas abundantes con lo que volvió a prevalecer la tranquilidad en todo el país. A partir de entonces, sin embargo, cayó por los suelos el prestigio y la opinión que en la corte se mantenía con respecto al virrey. Pese a todo, aunque solicitó permiso para retirarse en enero de 1693, la corte decidió que se mantuviera en su puesto. La publicación por el polígrafo Sigüenza y Góngora de un relato de estos hechos, favorable al virrey, constituyó para éste un notable alivio personal.

No obstante, en la zona de Yucatán proseguían los asaltos y ataques piratas, por lo que se ordenó al gobernador de Tabasco que emprendiera una nueva expedición a la Laguna de Términos, lo que permitió apresar a dos barcos piratas. Algo más tarde el capitán Martín Rivas, que dirigió una nueva acción defensiva frente a los ataques ingleses fue mortalmente herido y regresó a Veracruz.

En cuanto al conflicto con Francia, que había desembarcado en 1695 tropas en La Española, al llegar a México la noticia de sus triunfos el virrey envió 2.000 hombres que lograron vencer a los franceses en la llanura de la Limonada, gracias a una brillante carga protagonizada por los lanceros mexicanos.

Enfermo y disgustado por tanto contratiempo, el conde de Galve presentó su renuncia, que le fue admitida en septiembre de 1695, tras reiterarla varias veces. Cedió el virreinato en 1696 y regresó a la Península, donde contaba con el apoyo de su hermano, duque del Infantado y consejero de Estado. Sin conseguir su propósito de recompensa por los méritos que creía haber contraído, murió en el Puerto de Santa María, en Cádiz, el 12 de marzo de 1697.


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 14:26

D. Juan DE ORTEGA y MONTAÑES 31º Virrey de Nueva España


Integrante de la elite cultivada, Ortega y Montañés desempeñó funciones eclesiásticas y administrativas tan notables como las de arzobispo e inquisidor.

Fue asimismo virrey de Nueva España, lo cual lo hace figurar entre los clérigos que cumplieron su misión en ambas orillas del Atlántico.

Nacido en la población asturiana de Llanes en 1627, y fallecido en México en 1708, Ortega y Montañés ejemplifica todo un ciclo cultural hispánico, nutrido con aportes procedentes de muy variados saberes.

Según hicieron constar sus biógrafos, fue colegial en Alcalá de Henares, en cuya Universidad alcanzó el grado de doctor en Leyes. Ese aleccionamiento, unido a su título sacerdotal, propició su evolución en el ámbito de la burocracia eclesiástica. Ya en 1670 lo encontramos en México, donde desempeñó el cargo de fiscal del Tribunal de Santo Oficio. Tres años después, los fieles de la Catedral de México conocían su designación como obispo de Durango y efectivo de Guatemala; dos misiones que desempeñó entre 1676 y 1684.

A partir de 1684 fue obispo de Michoacán y, desde 1696, ocupó una plaza de gran importancia política y administrativa cuando accedió al cargo de virrey interino de Nueva España. A efectos prácticos, Ortega y Montañés desempeñó esa labor entre febrero y diciembre de 1969.

De nuevo fue el 33º virrey de la Nueva España entre el 4 de noviembre de 1701 y el 27 de noviembre de 1702, nombrado en el cargo por decreto real expedido durante el reinado de Felipe V integrante de la Casa de Borbón. Preparó la defensa de las costas y reparó la armada de Barlovento. Envió una flota cargada de tesoros, que fue hundida por holandeses y británicos en el puerto de Vigo. Falleció en la Ciudad de México en 1708, en cuya Catedral reposan sus restos mortales.

Arzobispo de México desde 1700, el clérigo español abandonó su cargo al frente del Virreinato en 1702, siendo sucedido por el Duque de Albuquerque, Francisco Fernández de la Cueva. Si bien ya no volvió a ocupar puestos de orden administrativo, continuó al frente de la diócesis mexicana hasta la fecha de su fallecimiento.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 14:31

D. José SARMIENTO y VALLADARES 32º Virrey de Nueva España


Administrador español, nacido en San Román de Sayamonde (Pontevedra) y fallecido en Madrid el 10 de septiembre de 1708. Fue el trigésimo segundo virrey de Nueva España(1697-1701), conde de Moctezuma y de Tula, duque de Atlixco y Grande de España.

Hijo de Gregorio Sarmiento y de Juana Sarmiento, señores de San Román de Sayamonde, fue bautizado en la iglesia parroquial de su aldea el 4 de mayo de 1643. Su hermano Diego Sarmiento de Valladares fue presidente del Consejo de Castilla, inquisidor general y obispo de Plasencia. El título le viene de su matrimonio con María Jerónima Moctezuma y Jofre de Loaisa, hija del segundo conde de Moctezuma y cuarta nieta del jefe azteca.

Enviudó pronto y casó en segundas nupcias en 1694 con María Andrea de Guzmán y Dávila, nieta tercera del Marqués de Villamanrique. Nombrado virrey el 9 de abril de 1696, las “instrucciones” del rey están firmadas en Madrid el 10 de mayo de ese año, pero no pudo llegar a la ciudad de México por la ruta habitual ni celebrar las ceremonias tradicionales. El 18 de diciembre hizo su entrada de incógnito y tomó posesión del cargo, según el cronista Robles, “a las nueve de la noche, previo juramento a la Audiencia reunida en Real Acuerdo”; la entrada pública y solemne se efectuó el 2 de febrero de 1697. Se cuenta que causó general regocijo el hecho de que “al entrar por el arco de Santo Domingo lo derribó el caballo en que venía y se le cayó la cabellera”.

Una de sus primeras decisiones fue la concesión, fechada el 5 de febrero de 1697, de permiso oficial a los jesuitas Juan María Salvatierra y Eusebio Kino, grandes conocedores de las comunidades indígenas del noroeste, para emprender nuevas actividades misioneras y de exploración territorial de California. Continuaban y extendían la labor que ambos habían realizado anteriormente y que, a pesar de las penurias y carencias oficiales, contaba con la colaboración de clérigos y nobles, el apoyo de la virreina Andrea de Guzmán y la protección de la condesa de Galve, que desde Madrid seguía atentamente sus esfuerzos.

Salvatierra, al que había ayudado el padre Ugarte en la obtención de recursos económicos, visitó la región de los tarahumaras y llegó hasta la boca del río Yaqui, donde le esperaba una galeota en la que embarcó el 10 de octubre de 1697 con destino a California. Llegados al antiguo puerto de San Bruno, buscaron un emplazamiento mejor situado algo más al sur. Lo encontraron en una ensenada accesible, a pocas leguas de la cual el jesuita fundó una población a la que llamó Loreto y convirtió en capital. Poco después se le incorporó el padre Piccolo, que le acompañaría durante muchos años. Sin embargo, los problemas de la monarquía y el cambio de dinastía, retrasaron y dificultaron la cristianización de estos territorios.

El padre Kino, que había permanecido en la región de la Pimería, proseguía su labor de misionero y explorador, en su ascenso hacia el norte, que le permitió levantar mapas y corroborar viejas teorías que lo convencieron de que la California no era una “inmensa isla”, sino una península unida al continente. Desde la Pimería, en la actual Sonora, pasó a tierras de la Arizona actual y descendió por el río Colorado hacia el mar de Cortés. Finalmente, en 1700 volvieron a reunirse Salvatierra y Kino en Sinaloa, desde donde emprendieron nuevas actividades.

Seguía siendo frecuente el problema de la escasez de víveres en la ciudad de México y el hambre consiguiente. Enfrentado a las consecuencias de la sequía y para remediar la amenaza del hambre, el virrey dispuso la compra y almacenamiento en la alhóndiga local de trigo y maíz, traídos de distintas regiones, que se redistribuyeron a precios convenidos. A pesar de ello no pudo evitar, en mayo de 1697, el levantamiento de los grupos más pobres, a los que tuvo que hacer frente y dispersar con el apoyo de la nobleza y otras autoridades, además de una corta fuerza armada que tenía a su servicio. Quizá como compensación, ordenó la autorización del consumo de pulque, bebida preferida de los indios mexicanos.

Al mismo tiempo, tuvo que enfrentarse a una situación interior grave porque los caminos y las ciudades, incluida la capital, estaban plagadas de ladrones y malhechores, dedicados a la rapiña y el asalto de viajeros; una Real Cédula de marzo de 1700 imponía la pena de muerte a los salteadores. Por otra parte, la escasez de azogue paralizaba el trabajo en las minas y obligaba a mendigar a los trabajadores. Para remediar esa carencia, tomó la decisión de encargar al gobierno de Filipinas que comprase todo el azogue que le fuera posible y lo remitiera a Acapulco por medio de la nave de Manila. Para seguridad de la capital, ordenó dividirla en ocho cuarteles a cargo de los alguaciles mayores y tomó la decisión de que los delincuentes encontrados culpables fueran desterrados a la isla de Puerto Rico.

Las inundaciones causadas por las intensas lluvias de 1697 provocaron graves perjuicios en edificios y personas aunque, en respuesta a las peticiones del virrey, se consiguió reunir donativos abundantes, con cuyos recursos se procedió al arreglo de los canales del desagüe y a reducir los niveles de agua acumulada en el valle y en la ciudad. En la primavera de 1699 se terminaron las obras de reconstrucción del palacio virreinal, destruido durante el motín de 1692, por lo que el 25 de mayo el conde de Moctezuma se trasladó a residir en sus nuevas instalaciones.

En relación con los problemas planteados por la presencia inglesa en las costas de Campeche y Yucatán, el virrey recibió una Real Cédula, fechada en junio de 1699, que insistía en la vigilancia de esas costas y en que las naves llegaran hasta Guatemala, donde se sabía que estaban apostados algunos ingleses.

La ausencia del virrey en algunas de las celebraciones que cada 13 de agosto conmemoraban la victoria de Hernán Cortés, dio pie a que los cronistas de la época lo atribuyesen falsamente a su condición de descendiente del emperador azteca. Esta motivación quedó desmentida al comprobar su presencia en los desfiles de otros años. Con motivo de la canonización de San Juan de Dios se organizaron grandes fiestas, incluidas corridas de toros, la primera de las cuales tuvo lugar el 15 de noviembre de 1700.

El 7 de marzo de 1701 llegó a México una cédula firmada por la reina gobernadora, Mariana de Neoburgo, dando cuenta del fallecimiento del rey Carlos II, ocurrida el 1 de noviembre del año anterior. La publicación de los lutos se hizo el 16 de marzo y las honras fúnebres, celebradas los días 26 y 27 de abril, fueron de “las más solemnes nunca vistas en la Nueva España”. La proclamación y juramento de Felipe V, el nuevo rey, había tenido lugar el día 4 de este mes.

Por el testamento de Carlos II se supo que había nombrado sucesor al duque Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, pero que en ausencia o a falta del duque, debiera sucederle su hermano el duque de Berri o el archiduque Carlos, hijo del emperador de Alemania. Decisión tan delicada como sorprendente, provocó el enfrentamiento de los reinos de Europa y el alineamiento de las potencias en torno al rey de Francia o al emperador. Se iniciaba al mismo tiempo, en los diversos reinos de España, el enfrentamiento entre la nobleza y los grupos que representaban otros intereses, para dar comienzo a la Guerra de Sucesión.

El virrey Sarmiento manifestó su inclinación en favor de la casa de Habsburgo y del archiduque Carlos, por lo que fue objeto de intrigas y acusaciones que le provocaron profundo malestar. Coincidiendo con el anuncio de que una armada compuesta de navíos ingleses y holandeses, partidarios de Carlos, se dirigía a Veracruz y que, por su parte, Luis XIV había ordenado el despliegue de los barcos franceses en apoyo de Felipe V, Sarmiento recibió la orden de entregar el mando interinamente al recién promovido arzobispo de México, Juan Ortega y Montañés.

Resignó sus poderes, en solemne ceremonia, el 4 de noviembre pero permaneció en la ciudad algunos meses, hasta que logró embarcar en la flota que salió de Veracruz el 12 de junio de 1702 rumbo a España. A su regreso a la Península y tras prometer fidelidad al nuevo rey, Felipe V premió su gestión al nombrarle duque de Atlixco el 25 de noviembre de 1704. Dos años más tarde esta recompensa se amplió con el señorío y la merced de nombrar alcaldes mayores y obtener rentas en una amplia zona del valle de Atlixco y otras poblaciones, incluida Tula.


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 14:38

D. Francisco FERNANDEZ DE LA CUEVA y DE LA CUEVA 34º Virrey de Nueva España


Francisco Fernández de la Cueva y de la Cueva (Génova, 17 de noviembre de 1666 – Madrid, 23 de octubre de 1733) fue un aristócrata, diplomático y militar español, titular de la Casa de Alburquerque, destacado por su cargo de 34º Virrey de Nueva España.

Heredero de la Casa de Alburquerque, con Grandeza de España, sucedió a su padre en las dignidades ajenas a ella. Educado en un ambiente militar, con diecisiete años fue nombrado caballero de la Orden de Santiago, y a lo largo de su vida ocupó los cargos de capitán general de la Costa de Granada, capitán general del Mar y Costas y de Andalucía y Virrey de Nueva España, donde creó el Tribunal de la Acordada, acabando con la plaga de bandolerismo que había cuando llegó. Tras finalizar su mandato se convirtió en el primer virrey al que el monarca concedió el collar de la Orden del Toisón de Oro por sus servicios en Nueva España.

Falleció en Madrid el 23 de octubre de 1733, ejerciendo su cargo de gentilhombre de cámara de Felipe V de España, dejando como heredero a Francisco Fernández de la Cueva y de la Cerda, que habría de ser XI duque de Alburquerque.

Nació en Génova el 17 de noviembre de 1666, donde su padre estaba de paso, prestando servicio al rey. Fue hijo primogénito de Melchor Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera, IX duque de Alburquerque, Grande de España, VII marqués de Cuéllar, IX conde de Ledesma y de Huelma, y de su mujer Ana Rosalía Fernández de la Cueva, III marquesa de Cadreita, V condesa de la Torre, hija del VIII duque de Alburquerque, Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera, 22º Virrey de Nueva España y 45º Virrey de Sicilia, y nieta de Lope Díez de Aux de Armendáriz, I marqués de Cadreita y 16º Virrey de Nueva España.

Como heredero de la Casa de Alburquerque nació titulado VIII marqués de Cuéllar, y a los diecisiete años recibió el hábito de la Orden de Santiago, y tan sólo tres años más tarde, cuando rondaba la veintena, falleció su padre, a quien sucedió como X duque de Alburquerque, X conde de Ledesma y de Huelma, y X señor de Mombeltrán, Pedro Bernardo, La Codosera, Lanzahíta, Mijares, Aldeadávila, Villarejo, Las Cuevas, San Esteban y Santa Cruz, mientras que a la muerte de su madre en 1724, fue IV marqués de Cadreita, VI conde de la Torre señor de la villa y palacio de Cadreita, de Guillena y del mayorazgo de la familia Castilla en Madrid.

Durante los primeros años de su carrera fue comendador militar de Guadalcanal en la Orden de Santiago, y más tarde de Benfayán en la Orden de Alcántara. Dentro de sus rangos militares, destacan sus oficios de capitán general de la Costa de Granada y capitán general del Mar Océano y Costas de Andalucía.
Virreinato de Nueva España

Fue el segundo virrey nombrado por Felipe V de España, y llegó al puerto de Veracruz acompañado de su mujer, en una flota enviada especialmente por Luis XIV de Francia, abuelo del rey de España. Con su llegada acercó al virreinato las modas europeas: el lujo en los vestidos, en los muebles o en la vajilla. El color negro en la vestimenta se reservó únicamente para los golillas, y los mandatarios de la corte virreinal usaron casacas de vivos colores, bordadas en oro y plata y de tejidos nobles, mientras que las damas conocieron los encajes y las sedas de colores.

Llegó con el angustioso encargo de enviar dinero a España, pues la Guerra de Sucesión Española frente al archiduque Carlos estaba dejando las arcas vacías. Comenzó confiscando los bienes, comercios y cuentas de muchos ingleses y holandeses (con los que los españoles estaban en guerra), y también de los comerciantes portugueses, motivado por el monopolio que éstos últimos tenían del comercio en México, a lo que se sumaba su condición de judíos; además de en Veracruz, hizo lo mismo en Nuevo México y en Luisiana.

Estas medidas fueron aplaudidas por los criollos, y realmente efectivas, y mientras que para los ingleses y holandeses no pasó de ser casus belli, los portugueses regresaron a su tierra. Las cantidades de dinero que se enviaron a España fueron escoltadas por la Real Armada Francesa, puesta por le roi Soleil queriendo velar por los intereses de su nieto, llegando los navíos intactos a los puertos españoles a excepción de uno, interceptado en la Ría de Vigo por una escuadra anglo-holandesa que hubieron de hundir con casi todo el cargamento.

Acusó a la Iglesia católica de sus grandes fortunas, escribiendo al rey que «Todos los caudales se concentran en el estado eclesiástico». Además, acusó a las órdenes religiosas de ser muy criollas y de fomentar el criollismo; le preocupó la pugna entre criollos y españoles, y él mismo se consideraba públicamente anti-criollo, y llegó a decirle en una ocasión al rey que «La innata enemistad que los criollos tienen a los de Europa, sin que puedan disimular su antipatía».

Tras su llegada a Nueva España pudo comprobar el azote de una plaga de bandolerismo: los caminos estaban en poder de ladrones y asesinos, y no se podía circular por ellos salvo con fuertes escoltas, esto impedía el tráfico de mercancías y dificultaba la vida comercial. Por ello tomó enérgicas medidas con castigos que se imponían en el momento, y siendo considerados reos de muerte, se les ajusticiaba donde eran encontrados, por lo que cientos de ellos aparecieron colgados en las orillas de los caminos.

Fortaleció aún más estas medidas creando el Tribunal de la Acordada, institución similar a la santa hermandad que dispuso de varios miles de hombres que podían actuar en todas partes, acabando con la plaga de delincuencia que había encontrado a su llegada.

Su mandato como virrey finalizó el 13 de noviembre de 1710, cuando entregó el bastón de mando a su sucesor, Fernando de Alencastre Noroña y Silva, III duque de Linares. A su regreso a España, el rey le impuso el collar de la Orden del Toisón de Oro por sus excelentes servicios, siendo el primer virrey en recibir tan alta condecoración. Falleció en Madrid el 23 de octubre de 1733, ejerciendo el cargo de gentilhombre de cámara de Felipe V de España, dejando como heredero a Francisco Fernández de la Cueva y de la Cerda, que habría de ser XI duque de Alburquerque.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 14:44

D. Fernando DE ALENCASTRE NOROÑA y SILVA 35º Virrey de Nueva España


Administrador colonial español nacido en 1640 (se desconoce el lugar) y fallecido en la ciudad de México el 3 de junio de 1717. Fue duque de Linares, marqués de Valdefuentes, comendador de la Orden de Santiago y trigésimo quinto virrey de Nueva España (1711-16).

Fernando de Alencastre era hijo del segundo duque de Abrantes y Grande de España. Su apellido es la variante portuguesa del inglés "Lancaster", nombre de un hijo del rey de Inglaterra, que enlazó en tiempos de Eduardo III con la familia real de Portugal; Felipe II, a cuyo servicio entró su abuelo, había concedido el primer título de duque de Linares. Fernando casó en 1685 con su parienta Leonor de Silva con la que tuvo dos hijos que fallecieron pronto. Su nombramiento de virrey de Nueva España lo firmó Felipe V, como una muestra del afecto y la confianza que le profesaba, el 16 de mayo de 1710.

Llegó a Veracruz a mediados de octubre y días más tarde, el 7 de noviembre, fue recibido en San Cristóbal Ecatepec por el cabildo y el resto de las autoridades virreinales, que le acompañaron hasta la villa de Guadalupe y el palacio de Chapultepec. Tomó posesión el 13 de noviembre y entró con toda solemnidad en la ciudad de México dos días después.

Señalan los historiadores la extrema dureza con que se expresó el duque de Linares al describir la situación del virreinato en la relación que dejó a su sucesor años después. Según el virrey “la sociedad mexicana había llegado a la mayor corrupción de costumbres. Los principales sólo tratan de acaudalar tesoros y obtener caballería… la plebe es pusilánime pero mal inclinada, especialmente a robar. En cuanto a los eclesiásticos, embarazan la administración de la justicia con sus escandalosos amancebamientos… y los alcaldes mayores son plaga de las provincias”.

Se dice que trató de acudir a la solución de todos estos males, aunque con escasos resultados. En los últimos párrafos de aquel testimonio añadía: “No le turbe a V.E. su gobierno: ánimo, aunque cada día se oiga levantar mil testimonios, porque a mí me ha servido de pasatiempo el oír contar muchas cosas que me dicen he mandado y dicho, sin que me haya pasado por la imaginación; y de versos y sátiras me río…”.

Según Orozco y Berra, su gobierno “fue blando y justo; dedicado a los ejercicios piadosos, dominado por los jesuitas, si no desplegó energía ni aun mucha capacidad, quiso sujetar sus acciones a los preceptos del cristianismo y se mostró afable y benévolo”. Durante su mandato se firmó el tratado de Utrecht y terminó la Guerra de Sucesión; la nueva casa reinante en España iba a cambiar profundamente la administración, las formas y el estilo de gobernar en América.

Muy pronto tuvo que atender a las necesidades más urgentes de la población, el día de toma de posesión cayó sobre la ciudad de México una terrible nevada y el 16 de agosto de 1711 se sintió en México un fuerte temblor de tierra, que produjo multitud de víctimas y el derrumbe de numerosos edificios. Se dice que acudió con su propio dinero en ayuda de los pobres y a la reconstrucción de las viviendas.

Pero la mayoría de los conflictos locales mantenían su vigencia. En las provincias del norte, especialmente las fronteras de Sonora y la península de California, proseguía la obra misionera de los jesuitas, a pesar de la muerte del padre Kino acaecida el 15 de marzo de 1711, gracias a la incorporación de nuevos sacerdotes, apoyados por las cédulas reales favorables a su actividad, aunque faltos de los recursos de la corona. En California los jesuitas habían establecido un sistema de gobierno que presidía el padre Salvatierra, a cuyo mando estaban sometidos los soldados y marineros del virreinato.

Por la parte de Texas, la presencia francesa en las orillas de Mississippi seguía siendo motivo de preocupación. Louis de Saint Denis, que había iniciado sus incursiones a principios de siglo, logró alcanzar en 1714 los establecimientos españoles del Río Grande, avanzando por una ruta paralela a la costa. En realidad, la ingenuidad del franciscano fray Francisco Hidalgo, que propuso a los franceses de la Luisiana su colaboración en la evangelización de Texas, fue el mejor pretexto que encontró el gobernador Cadillac para aprobar el proyecto de Saint Denis.

La respuesta española no se hizo esperar y el duque de Linares encargó al capitán Domingo Ramón la reocupación del territorio, partiendo del presidio de Río Grande, en compañía de los religiosos franciscanos dirigidos por fray Antonio Margil. Al comenzar el año 1716 se instalaron seis nuevas misiones con la pretensión de alcanzar el establecimiento francés en Natchitoches, lo que permitió comprobar la extensión del contrabando y el provechoso comercio que los franceses habían estado desarrollando con las tribus indias de la región. En el reino de Nuevo León se fundó una colonia que se llamó de San Felipe de Linares.

En Veracruz, como consecuencia de los tratados de Utrecht y la reanudación de relaciones con Inglaterra, al amparo de un nuevo “Asiento”, se instaló una factoría británica según el modelo francés, a la que se concedió el monopolio para la introducción de esclavos negros en territorio americano bajo dominio español. Aunque para la defensa del comercio con la metrópoli se estipuló la prohibición de vender mercaderías, los ingleses supieron sortearla, por lo que aumentó el contrabando y la introducción en el virreinato de todo tipo de bienes de consumo.

En las costas del sureste, que no aparecían mencionadas en los tratados de paz, la corona española se sintió libre para aplicar una política de contención frente a los ataques exteriores. En la laguna de Términos, adonde habían regresado los colonos británicos, continuaban los cortes de madera y su exportación a Jamaica. Como respuesta, el virrey hizo construir en la dársena de Coatzacoalcos cuatro barcos de navegación ligera, que reforzaron la Armada de Barlovento y permitieron una defensa más eficaz de los intereses españoles. Por otra parte, se ordenó el envío de pertrechos militares y la finalización de las obras del fuerte de Cumaná.

El 7 de diciembre de 1716 salió una escuadra española, preparada en Veracruz y Campeche, al mando del sargento mayor Alonso Felipe de Andrade, que sorprendió a los ingleses y los expulsó de la laguna, donde se habían fortificado. Cuando trataron de reconquistarla en julio de 1717 volvieron a ser derrotados, por lo que la isla y la laguna de Términos quedó definitivamente libre de colonos ingleses.

En política interior, prosiguieron las obras del desagüe, tan elogiadas por Humboldt, que las llegó a considerar “una de las obras hidráulicas más gigantescas que han ejecutado los hombres”. La opinión del científico ilustrado se recogía en el análisis crítico del llamado “tajo de Nochistongo”, lo que le permitió evaluar el esfuerzo de la corona y las autoridades virreinales a lo largo de tantos años. El marqués de Linares fundó la primera biblioteca pública y el primer museo de animales y plantas de Nueva España.

Para cumplir con su obligación de remitir a Madrid una aportación económica importante, trató de aumentar los ingresos de la corona, que estaban basados en los tributos, alcabalas, quintos, el asiento de pulque y el juego de naipes. Pero como por otra parte seguían creciendo los “situados” de fondos en las islas y otras plazas de ultramar, la hacienda virreinal se vio obligada a cobrar por adelantado alguno de esos tributos, lo que hizo que aumentara el endeudamiento "crónico" habitual.

Todavía en el ejercicio de su mando, intervino en las discusiones del Cabildo, que en junio de 1816 planteó la manera de pagar los enormes gastos que suponía la preparación de los festejos de bienvenida al nuevo virrey. Tenía que conceder su autorización para disponer de las pensiones de carnicerías, que se pagarían en el plazo de tres años, lo que hizo de buen grado. El 16 de julio recibió al marqués de Valero cuando éste llegó a la ciudad de México y tomó posesión de su cargo.

El marqués de Linares había llegado a México viudo, sin hijos y de bastante edad, con una salud precaria que se resintió gravemente en los últimos meses. Con la esperanza de que “el temperamento de México le curara de sus males”, permaneció en la capital, pero con el paso de los meses sus condiciones físicas empeoraron sensiblemente. El nuevo virrey trató de ayudarle, ordenando que se trajera la imagen de Nuestra Señora de los Remedios, desde su santuario hasta la casa del duque, con la esperanza de que le sirviera de consuelo espiritual.

Incapaz de superar la enfermedad, el duque de Linares falleció en la ciudad de México el 3 de junio de1717. El Cabildo en cuerpo acordó asistir a su entierro en la iglesia de San Sebastián, del monasterio de carmelitas descalzos

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 30 Abr 2016 16:18

D. Baltasar DE ZUÑIGA GUZMAN SOTOMAYOR y MENDOZA 36º Virrey de Nueva España


Baltasar de Zúñiga Guzmán Sotomayor y Mendoza (Béjar, diciembre de 1658;[cita requerida], bautizado el 9 de enero de 1659 y fallecido en Madrid el 26 de diciembre de 1727) fue I duque de Arión, II marqués de Valero, VII de Ayamonte, V de Alenquer, miembro del consejo del rey y del consejo de guerra de los reyes Carlos II y Felipe V, virrey y capitán general de Navarra, virrey y capitán general de Cerdeña, virrey, gobernador y capitán general del reino de la Nueva España, presidente de la real audiencia de México, mayordomo mayor del rey Felipe V, presidente del consejo de Indias y miembro de la Casa de Zúñiga.

Hijo de Juan Manuel de Zúñiga Sotomayor y Mendoza, IX duque de Béjar y de Plasencia, V duque de Mandas y Villanueva, X marqués de Gibraleón, V de Terranova, XIII conde de Belalcázar, X de Bañares, I marqués de Valero, etc., primera voz de la nobleza de Castilla, justicia mayor y alguacil mayor hereditario de Castilla, Grande de España, y su esposa Teresa Sarmiento de Silva y Fernández de Híjar, hija de Rodrigo Sarmiento de Silva Villandrado, Conde VIII de Salinas y de Ribadeo, y de su esposa Isabel Margarita Fernández de Híjar, IV duquesa de Híjar, IV marquesa de Alenquer.

Su padre Juan Manuel, IX duque de Béjar, fallecido el 14 de noviembre de 1660, en su testamento del 7 de noviembre de 1660 nombra herederos de sus títulos y estados a sus hijos Manuel Diego, X duque de Béjar, Baltasar, II Marqués de Valero, y Manuela; por ser menores de edad nombra tutora a su esposa Teresa, duquesa IX de Béjar.3 Su madre Teresa encarga el tutelaje de Baltasar a su tío Diego Gómez de Silva (hermano de Teresa), nombrándolo su curador por escritura del 28 de mayo de 1664.

Al fallecimiento de Brianda de Zúñiga y Sarmiento de la Cerda, VI marquesa de Ayamonte, acaecido en 1648, surge un largo pleito sobre la sucesión y posesión del marquesado entre Luisa Josefa Manrique de Zúñiga, III marquesa de Villamanrique, y su hijo Manuel Luis de Guzmán con los hermanos Manuel Diego, Baltasar y Manuela. Pleito mantenido sobre la sucesión del mayorazgo que incluía el marquesado de Valero mantenido por Leonor de Zúñiga y Dávila, Marquesa de Loriana y de Baides (nieta de Diego de Zúñiga Sotomayor (hermano menor del padre de Baltasar).

Toma de posesión del lugar de Guijo de Ávila, Salamanca, por su curador Diego Gómez de Silva, realizada el 28 de julio de 1664.7 Por sentencia del 21 de abril de 1710 se le da a Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, la posesión del mayorazgo de Ginés. Por privilegio del 12 de mayo de 1712 confirma el rey Felipe V a Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero y Alenquer, hijo y testamentario de su madre Teresa Sarmiento de Silva y la Cerda, las alcabalas y demás derechos de las villas de Morales y de Talamanca de Jarama, Madrid, así como de Casasola de Arión, Valladolid. Por escritura de convenio del 4 de junio de 1712 hecha entre Baltasar y su sobrino Juan Manuel XI duque de Béjar, por la que a Baltasar se adjudican las villas de Casasola de Arión, Salamanca, y Talamaca del Jarama, Madrid. Toma de posesión realizada el 20 de junio de 1712 por Baltasar, marques de Valero, de la villa de Casasola de Arión, Valladolid, con su jurisdicción, alcabalas y demás derechos.

Ayuda al Sacro Imperio en la guerra contra la amenaza turca

Viena sitiada por el turco desde julio 1683 es librada en la victoriosa batalla de Kahlenberg el 12 de septiembre de 1683. El ejército turco se retira y la amenaza turca se concentra en Hungría. Baltasar viaja a Bruselas en febrero de 1686 a reunirse con su hermano mayor Manuel Diego, X duque de Béjar y Plasencia, etc., y juntos tomar parte en la guerra contra el turco, que seguía asediando el imperio de la casa de Austria. En el asalto de Buda, Hungría, recibió su hermano Manuel Diego, General del Regimiento de Caballería de España, una herida mortal el 17 de julio de 1686, Baltasar sufrió heridas no tan graves. Leopoldo emperador del Sacro Imperio escribe a Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, el 31 de julio de 1686 carta de condolencia por el fallecimiento de Manuel Diego, X duque de Béjar y Plasencia. El duque de Lorena escribe al rey Carlos II para felicitarle por el sacrificio realizado por la nobleza española y la pérdida del duque de Béjar.

Al servicio del rey Carlos II de España

El rey Carlos II lo nombró Virrey y capitán general del reino de Navarra, cargo que ejerció del 15 de noviembre de 1692 al 1697. Por provisión real del 8 de julio de 1693 se le concedió la exención del pago del servicio de lanzas durante el tiempo que desempeñe el cargo de virrey de Navarra. El rey Carlos II y Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, cruzan correspondencia entre 1692 y 1697, así como le envía algunas órdenes. El consejo de Navarra le escribe consultas en 1696. El consejo real le remite cartas de 1693 al 1696. El rey Carlos II le informa en cartas de 1693 al 1697 sobre la Guerra de los Nueve Años., llamada así porque duró del 1688 al 1697 y se combatió en dos frentes, el uno en Flandes, el otro en Alicante y Barcelona. Baltasar de Zúñiga, marqués de Valero, propone al rey Carlos II tomar la ciudad de Bayona, Francia, con motivo de la guerra de los Nueve Años, para disminuir la presión francesa sobre Cataluña. En el tratado de paz de Rijswijk firmado el 20.09.1697 se devolvieron a España las plazas conquistadas por Francia.

Al servicio del rey Felipe V de España


A la muerte del rey Carlos II de España acaecida el 1.º de noviembre de 1700 sin dejar descendencia y de acuerdo a su testamento del 2 de octubre de 1700, le sucedía en la corona de España Felipe duque de Anjou, segundo hijo del Delfín, hijo de su hermana María Teresa, casada con el rey Luis XIV de Francia, quien era nieto del rey Felipe III de España. El archiduque Carlos pretendiente de la Casa de Austria, quien tenía los mismos derechos que Felipe duque de Anjou, por ser hijo de Leopoldo emperador del Sacro Imperio, otro nieto del Rey Felipe III de España, casado con Margarita, hermana mayor del rey Carlos II de España, no quiso reconocer la clausula testamentaria.

En mayo de 1702 el Sacro Imperio y las potencias europeas aliadas (Inglaterra, Holanda, Saboya y Portugal) declararon a España y Francia la guerra, llamada la Guerra de sucesión, que duró hasta la firma de los tratados de paz en Utrecht en 1713, Rastatt en 1714 y entre Madrid y Viena en 1725.

El rey Felipe V por carta del 8 de mayo de 1701 exige a Baltasar prestarle el juramento de fidelidad y homenaje en el Convento de los Jerónimos de Madrid. Baltasar, respetando el testamento del fallecido rey Carlos II, cumple con la exigencia de Felipe V.

Virrey y Capitán General del Reino de Cerdeña

El rey Felipe V lo nombra virrey y capitán general del reino de Cerdeña, cargo que ejerció del 1704 al 1707. Baltasar cruzó correspondencia con el rey Felipe V y con miembros del consejo de estado sobre asuntos relacionados con su cargo. El conde de Frigiliana le informa por cartas del 19 de septiembre, 14 de octubre y del 1.º de noviembre de 1705, así como del 26 de marzo de 1707 sobre temas administrativos y militares relacionados con la Guerra de Sucesión. Por carta del 28 de junio de 1708 el rey Felipe V le prorroga sus servicios a la corona de España y lo nombra miembro del consejo del rey y del consejo de guerra

Virrey, Gobernador y Capitán General del Reino de la Nueva España

Baltasar de Zúñiga fue nombrado por el rey Felipe V el 22 de noviembre de 1715 virrey, gobernador y capitán general del reino de la Nueva España y presidente de la real audiencia de México. Salió con su comitiva del puerto de Cádiz el 10 de marzo de 1716 en la nave "La Hermiona" mandada por el maestre Antonio García, con los navíos de la escuadra al mando de su jefe Fernando Chacón para la Nueva España. Hizo su entrada oficial en la ciudad de México el 16 de agosto de 1716. Fue el primer virrey soltero que tuvo la Nueva España.

Al comienzo de su gobierno recibió la noticia de que los indios en Texas sufrían de hambre y no podían servir a los colonos. Los colonos sin ayuda de los indios abandonarían las poblaciones y Texas se iba a perder por esa razón. El marqués de Valero ordenó se socorriera a esa región y que se enseñase a los indios el cultivo de la tierra y la cría de ganado, para que se abastecieran en sus necesidades, como se hizo. Creó puestos avanzados para evitar la invasión de colonos franceses.

Los caciques indígenas de La Florida reunidos en Panzacola en 1717 quisieron venir a la ciudad de México, se les facilitó el viaje en un barco de la flota de Barlovento que los trajo a Veracruz y de allí en diligencia marcharon a la capital, donde fueron muy bien recibidos y bautizados y ofrecieron ser amigos de los españoles, compromiso que cumplieron. Durante esta época la corona de España ordenó se estableciera el monopolio del tabaco en Cuba y en México, desapareciendo las fábricas privadas que antes lo labraban. Este negocio representó una gran entrada de dinero para la corona.

Al mismo tiempo que se desalojaban definitivamente de la Laguna de Términos a los ingleses que se dedicaban al corte y al contrabando de maderas finas, el virrey, marqués de Valero, se ocupó de ir colonizando el territorio de Texas, fundó en 1718 la ciudad de San Antonio de Béjar en Texas y creó puestos avanzados para evitar que los franceses se establecieran en esos lugares. En el llamado "Palacio del Gobernador" de San Antonio de Béjar se conserva su retrato y una fotocopia de su partida de bautismo.

En la Sierra Gorda, del ahora Estado de Tamaulipas, se llevó a cabo la pacificación de los indios lipanes, estableciendo algunas misiones. Durante su gobierno se conquistó a los indios de Nayarit, que habían permanecido en estado salvaje y se les redujo a la civilización y admitieron a misioneros jesuitas, quienes los cristianizaron. El ídolo que más veneraban fue traído a México y la Inquisición en una Acto de Fe lo hizo quemar. La provincia era rica en minerales. Una de las poblaciones tomó el nombre de San Francisco de Valero. También se reconstruyeron las fortificaciones de Florida.

Fundó en México el convento de Capuchinas Indias que se llamó de Corpus Christi para indios nobles. El día de Corpus, 16 de junio de 1718, después de la procesión y de regreso a palacio, el virrey marques de Valero fue atacado con un cuchillo por un loco llamado Nicolás Camacho, quien no logró herirlo por haber sido detenido a tiempo y fue enviado al hospital de San Hipólito para enfermos mentales.

El cardenal Julio Alberoni, protegido de la reina Isabel de Farnesio, figura principal del 1716 al 1719 en el gobierno del rey Felipe V inicia una política agresiva con el fin de recuperar los reinos españoles en Italia, provocando el acercamiento de Inglaterra a Francia. Inglaterra declara la guerra a España el 29 de diciembre de 1718 y Francia el 9 de enero de 1719.

Estos hechos repercutieron en la América. Los colonos franceses invadieron Panzacola el 19 de mayo de 1719, a consecuencias de la guerra entre España y Francia, y fueron obligados por las tropas del virrey a rendirse. Ante la amenaza de una nueva invasión los colonos se retiraron a Coahuila. El virrey, marqués de Valero, no aceptó la capitulación y envió tropas bajo el mando del nuevo gobernador de Florida y Texas, don Agustín Echeverri y Subiza, marqués de San Miguel de Aguayo, con 500 milicianos para ocupar la bahía del Espíritu Santo, desalojando a los franceses que allí se habían establecido, ordenando que cesaran las hostilidades y restablecieran las misiones y los presidios.

El Virrey marqués de Valero se ocupó en hacer que los franceses, que habían fundado colonias importantes en la isla Española, fueran desalojados. En 1720 se ajustó una paz definitiva entre España y Francia y entonces hubo necesidad de emprender operaciones para arrojar a los dinamarqueses que se habían apoderado de las islas de San Juan y Santo Tomás, que fortificaron y en las que montaron artillería. A fines de 1720 se celebró la primera feria de Jalapa, organizada por los comerciantes y en 1722 se publicó el primer periódico en la capital de México. Durante su gobierno la corona nombró visitador al inquisidor de México don Francisco Garzarón. El fiscal de la Audiencia de México, Ambrosio de Santaella Melgarejo, realizó la residencia final.

Al efectuarse el matrimonio del príncipe de Asturias, el futuro rey Luis I, con la princesa de Orleáns el marqués de Valero fue nombrado Mayordomo mayor del rey en Madrid, por lo que tuvo que entregar el gobierno de la Nueva España el 15 de octubre de 1722. Baltasar estuvo presente el 10 de enero de 1724 en el monasterio de El Escorial, Madrid, en la ceremonia de abdicación del rey Felipe V en la persona de su hijo Luis, estando presentes los infantes Fernando y Carlos y otros personajes. El rey Luis I lo nombra en enero de 1724 Presidente del consejo de Indias. El reinado de Luis I fue muy corto, falleció el 31 de agosto de 1724, volviendo a reinar Felipe V hasta su fallecimiento en 1746.

El rey Felipe V le concedió el 20 de septiembre de 1725 el título de I duque de Arión con Grandeza de España de primera clase para él y sus sucesores. Ese mismo año es designado para el influyente cargo cortesano de Sumiller de Corps del Monarca. Dos años más tarde, el rey Felipe V le concede usar estampilla para su firma el 6 de noviembre de 1727.

Baltasar estuvo gestionando su matrimonio con Victoria Francisca de Saboya, hija del duque de Saboya Víctor Amadeo II, pero que por diversos motivos no llegó a concretizarse. Otorgó testamento el 4 de diciembre de 1727. Baltasar falleció, sin haber tomado estado, en Madrid el 26 de diciembre de 1727. Por disposición testamentaria su corazón fue enviado a México y es conservado en la capilla de la Iglesia Convento de Corpus Christi fundada por él.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 01 May 2016 01:05

D. Juan DE ACUÑA y BEJARANO 37º Virrey de Nueva España


Militar y administrador español, nacido en Lima, el 9 de marzo de 1658 y muerto en México en 1734. Fue el trigésimo séptimo virrey de Nueva España (1722-34), marqués de Casafuerte y caballero de la Orden de Santiago.

Fue bautizado dos meses después de su nacimiento en la catedral limeña. Era hijo menor y póstumo del general Juan Vázquez de Acuña y de Margarita Bejarano de Marquina, natural de San Luis Potosí (México). El padre había sido corregidor de La Plata y de San Luis Potosí, donde conoció a su esposa, pasando más tarde al gobierno de Huancavélica, lugar famoso por las minas de azogue. Tras de su muerte, la familia regresó a la Península donde Iñigo, el hermano mayor, ayudó a Juan para que sirviera como paje en la corte de Carlos II. Gracias a esta ayuda consiguió ingresar en 1679 como caballero de Santiago, abrazando la carrera de las armas, en la que hizo rápidos progresos.

Participó en la Guerra de Sucesión española, apoyando el bando de los borbones. Felipe V le nombró gobernador de Messina, Sicilia y en premio a sus servicios creó a su favor el título de marqués de Casafuerte por Real Acuerdo del 12 de julio de 1708. Capitán general del ejército español, “alcanzó fama de valiente, enérgico, justiciero e inteligente”. Cuando el 22 de abril de 1722 le llegó el nombramiento de virrey de Nueva España, desempeñaba el cargo de comandante militar de los reinos de Aragón y Mallorca. Se iniciaba la aplicación de una nueva política en la gobernación de los virreinatos, que abriría paso a nuevas clases sociales, fuera del círculo cerrado de la nobleza, habitual en la época de los Habsburgo. Acuña pertenecía a la clase emergente de los criollos al servicio de la corona.

Llegó a Veracruz el 25 de agosto de 1722 y así lo anunció el repique de las campanas de la catedral tres días más tarde. Como las instrucciones recibidas desde la corte limitaban los gastos de recepción y el agasajo a los nuevos virreyes, el Cabildo deliberó sobre la posibilidad de obtener recursos con los que cubrir el programa habitual, lo que provocó una amplia correspondencia entre las instituciones y obligó a la intervención personal del duque de Linares.

Fue recibido en Puebla pero no se quedó en Chapultepec, por lo que llegó directamente al palacio virreinal en la ciudad de México. Tomó posesión de su mando el 15 de octubre y como gozaba de la confianza del monarca, permaneció en el virreinato durante doce años. Criollo y soltero, aunque de cierta edad al llegar a México, su figura destaca sobre los demás virreyes “por los aciertos, la honestidad y los sentimientos profundamente humanitarios con que se condujo. Sus méritos recuerdan los de los primeros virreyes del siglo XVI”.

Contó desde el primer momento con la simpatía general de la población, que aprobó sus medidas de contención de gastos y el recorte de todos los abusos, empezando por el propio palacio y la corte virreinal, la selección de sus colaboradores y la simpatía en favor de los criollos novohispanos. Una de sus primeras preocupaciones consistió en ordenar las finanzas locales, cubrir las deudas pendientes y recuperar las fuentes regulares de ingresos, con lo que logró equilibrar la balanza de la hacienda virreinal.

En las fronteras del norte se mantenía una rebelión larvada permanente, por la débil presencia de los presidios antiguos o los recién construidos, la expedición del marqués de Aguayo regresó de Texas coincidiendo con la llegada del virrey, mientras crecía y se renovaba la presión de las tribus o naciones comanches, a la que se incorporaron poco más tarde los apaches. Se exploraba el curso del Río Grande y, siguiendo las costas de California, continuaba la búsqueda de un puerto seguro más al norte de Acapulco en el que recibir la nao de Filipinas. Por el sureste, entre tanto, volvieron los colonos ingleses a Belice y mantuvieron la explotación del palo de tinte, apoyados en la flota británica asentada en Jamaica.

En 1724 repercutieron en el virreinato los sucesos de la Península. Llegó la noticia de la inesperada abdicación de Felipe V en su hijo Luis, que fue jurado y reconocido con toda solemnidad el 9 de febrero, pero poco después se supo su muerte, ocurrida el 31 de agosto y la vuelta al poder del propio Felipe V, nuevamente acatado y jurado. Entre tanto, el fortalecimiento del erario virreinal se reflejaba en las sumas crecientes de recursos monetarios que se enviaban a la corte.

La flota que venía de la Península y llegó a Veracruz a finales de 1725 sufrió graves contratiempos y la pérdida de toda la correspondencia oficial, así como gran cantidad de hombres, por lo que hubo que construir nuevos barcos. Estos acontecimientos, unidos a la amenaza de hostilidades por parte de Inglaterra, obligaron a retrasar la salida del viaje de regreso. Al fin se consiguió trasladar a Cádiz algo más de 18 millones de pesos en dinero y efectos. La satisfacción real por la buena y eficaz administración del marqués se puso de manifiesto en junio de 1727, cuando Felipe V decidió prorrogar su mandato por otro período más.

La importancia adquirida por la expansión española en Texas y las praderas del norte aconsejó enviar una misión a cargo del brigadier Pedro de Rivera, gobernador de Yucatán y de Tlaxcala, con el encargo de llevar a cabo una completa y exhaustiva visita a los presidios. Rivera empleó en esta tarea algo más de tres años, lo que le proporcionó una gran experiencia y el conocimiento directo de enormes extensiones vacías, que necesariamente debían ser pobladas, tanto para impedir la llegada de colonos franceses como para hacer frente a la presión de las tribus vecinas. El “Reglamento general de presidios” de Rivera, compuesto de 196 artículos, fue promulgado por el marqués de Casafuerte el 22 de mayo de 1729.

En sus informes Rivera se refería a la situación que había encontrado con estas palabras: “Siendo la mejor tierra la que se halla despoblada de la Vizcaya por el temor de los enemigos, si las armas continuasen en sus correrías pudieran encontrarse algunos parajes a propósito para poblarlos y suponiendo que no fuese así, siempre será conveniente se transite aquella tierra para tenerla limpia de enemigos que puedan insultarla”. La reacción del virrey fue inmediata: se impartieron instrucciones al gobernador de Nueva Vizcaya y poco después se inició la expedición del capitán Berroterán, compañero de Rivera, que se internó a través del desierto para recorrer los territorios de Mapimí hasta Coahuila. Berroterán volvería a dirigir otra expedición, de enero a mayo de 1729, en la que remontó Río Grande en busca de un lugar donde instalar otro presidio.

Planteada la necesidad de aumentar la población, se decidió traer a centenares de familias canarias que ocuparían las nuevas misiones, aunque la opinión en contrario del virrey, que trataba de obtener cualquier reducción en los gastos, obligó a reducir el proyecto a tan sólo quince familias, que se instalaron en el cabildo de San Fernando. Por otra parte, se registraron enfrentamientos entre los canarios y los misioneros franciscanos, que habían acaparado las mejores tierras. A partir de 1730 se iniciaron los ataques apaches, por lo que se llevaron a cabo expediciones militares de castigo, pero en 1733 el virrey nombró capitán de Béjar a José de Urrutia, un soldado experimentado en la lucha contra los indios, que dirigió nuevas campañas a partir de San Antonio, hasta el final de la década.

En el interior del virreinato continuaba el desarrollo de una política de pacificación y concordia entre las clases y los grupos sociales. También se limitó la actividad represora de la Inquisición, para que las causas judiciales resultaran justas y las penas y castigos apropiados al delito cometido. El virrey solicitó del papa su intervención para que se publicara una bula favorable a la construcción de la Colegiata de Nuestra Señora de Guadalupe, a la vez que instaló una magnífica reja en el coro de la catedral, forjada en Macao y que había traído la nave de Manila. Por estos años mejoraron las instalaciones del puerto de Acapulco, en el que fondeaba anualmente la flota que venía del otro lado del Pacífico. La llegada de la nao daba motivo a fiestas y mercadillos en los que se intercambiaban mercaderías y objetos procedentes de Asia.

Un desarrollo similar tuvo lugar en el entorno de Veracruz, puerta de entrada del comercio con Europa, aunque debido a la insalubridad de su clima, la feria comercial se desplazó a partir de 1721 a la ciudad de Jalapa. Más tarde, por razones fiscales se prohibió su celebración, pero el virrey consiguió hacer cumplir una cédula anterior que localizaba las ferias de la región en la ciudad de Orizaba, donde se estableció una fundición de cañones. Para resolver la situación de Veracruz, azotada por las fiebres y otras epidemias, hizo traer nuevas conducciones de agua de mejor calidad, procedente de los ríos de montaña.

En enero de 1728 se reanudó la publicación de la Gazeta de México, el periódico mensual que el virrey había autorizado en 1722, dirigido entonces por el obispo de Yucatán, pero que se había suspendido poco después. En esta ocasión lo dirigió Juan Francisco Sahagún de Arévalo y se imprimió en la calle de San Bernardo de la ciudad de México.

El virrey había obligado a los productores y vendedores de plata de la capital a instalarse en una de las calles principales, que se llamó de Plateros (actual Madero) con la finalidad de evitar la anarquía de las fundiciones artísticas. También se esmeró en la construcción de grandes edificios como la aduana, al que se unieron almacenes y depósitos, o la reconstrucción de la Casa de la Moneda (1732-4), cuyos cuños y calidad tanta fama habían alcanzado en todo el mundo. La acuñación oficial reglamentaba rigurosamente el peso, la forma y la ley, tanto de la plata como del oro producidos en Nueva España, un viejo problema que estaba sin resolver desde los primeros años de la conquista.

Preocupaba entre las autoridades el problema del desagüe, al que tantos esfuerzos se había dedicado, pero también seguía pendiente la provisión de agua de calidad, por lo que el virrey realizó visitas de inspección a las cuencas acuíferas más importantes, antes de decidir las obras de conducción y los trabajos para su transporte hasta la capital. En 1728, en compañía de dos oidores, se trasladó a las fuentes y tomas de agua de la hacienda de Santa Mónica, cerca de Gudalupe, así como a Tlalnepantla, Tulpa y la hacienda de Santa Ana, todas ellas en el valle de México.

Fue un gobernante bien dispuesto a la reconstrucción de edificios que estaban en mal estado, como los hospitales de San Lázaro y San Juan de Dios o los reales colegios de Santa Cruz de Tlatelolco, San Juan de Letrán y San Ignacio, además de iniciar las obras del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, cuya construcción había sido aprobada por medio de una bula potificia y transmitida a las autoridades virreinales en Real Cédula de 5 de agosto de 1727.

En el sureste, los ingleses seguían instalados en la zona del río Valis (Belice) y explotando desde hacía años los recursos madereros y el palo de tinte, lo que provocó enfrentamientos e intervenciones, tanto en el ámbito virreinal como desde la corte de Madrid. A partir de 1724 se multiplicaron las expediciones navales desde Yucatán, como resultado de las consultas y reales órdenes emanadas desde la corona o a través del virrrey Casafuerte. El gobernador Antonio Cortaire y Terreros en 1724 y su sucesor el mariscal Antonio de Figueroa Silva en 1725, enviaron varias expediciones de castigo a la zona, con la orden “de expulsión y exterminio” de los ingleses “del río Valis” como se llamaba al Belice actual. Conviene recordar que Yucatán, dentro del gobierno virreinal, trataba de mantener cierta autonomía, discutida y nunca aceptada plenamente por la Administración novohispana.

Sin embargo los ingleses, a pesar de todos los esfuerzos, de los apresamientos de navíos y colonos y de su desalojo de las zonas en litigio, se rehicieron muy pronto gracias al apoyo que encontraban en el apostadero de Jamaica. En 1733, la última expedición que salió de Campeche al mando de Figueroa, logró alcanzar las instalaciones y depósitos de Belice, que fueron arrasados. El contencioso hispano-británico en torno a esta zona se prolongó durante varios años y produjo una copiosa correspondencia entre la corona y el virrey; la colonia maderera de Valis o Belice siguió atrayendo el interés de los comerciantes ingleses durante muchos años.

Pero la edad y las enfermedades que había contraído el virrey en los últimos años, especialmente “la perniciosa gota que pronto arruinaría su constitución”, acabaron con su salud, por lo que falleció en la madrugada del 17 de marzo de 1734. Se dice que ante las malas noticias que en los últimos años le llegaban de México, el rey Felipe V preguntaba una y otra vez: “¿Vive Casafuerte?” y a una contestación positiva respondía: “si vive, sus prendas y virtudes le darán el vigor que necesita un buen ministro”. Días antes de morir había firmado testamento nombrando por heredero único de sus bienes a su sobrino José Joaquín de Acuña y Figueroa. De acuerdo con su última voluntad fue solemnemente enterrado en el convento de San Cosme y San Damián.

Los funerales oficiados en su honor se prolongaron durante varios días y culminaron en una procesión por las calles de la ciudad, celebrada el 21 de marzo. Los presidió Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta, arzobispo de México, designado virrey de Nueva España, según se disponía en un Real Acuerdo que estaba en poder de la Audiencia, previsto para estos casos. La Gazeta de México publicó varios reportajes en los que describía la pompa y el boato con que se concibieron tan “suntuosos funerales”.


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 01 May 2016 01:08

D. Juan Antonio DE VIZARRON y EGUIARRETA 38º Virrey de Nueva España


Administrador colonial español nacido en 1658 (se desconoce el lugar) y muerto en la ciudad de México el 25 de enero de 1747. Fue arzobispo de México y trigésimo octavo virrey de Nueva España (1734-40).

Tras el fallecimiento del marqués de Casafuerte, se abrieron en la Real Audiencia los pliegos que contenían las disposiciones del caso, en las que por decisión real y con carácter interino, sucedió al virrey fallecido el 17 de marzo de 1734, el doctor Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta, arzobispo de México. Tomó posesión del mando el día siguiente y presidió los funerales programados, de los que se ocupó por extenso La Gazeta de México.

Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta había nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz) y fue arcediano titular de la catedral de Sevilla, sumiller de cortina del rey y electo arzobispo de la diócesis de México en 1730. Durante su ejercicio había dotado numerosas obras pías, entre ellas una a favor de las niñas enclaustradas en espera de tomar el hábito de religiosas. Recibió y solemnizó el juramento del patronato de la virgen de Guadalupe e hizo entrada pública bajo palio, contra lo mandado por las leyes pero según lo dispuesto por el Real Acuerdo.

El 5 de abril el nuevo virrey se vio obligado a iniciar diligencias judiciales, para averiguar quiénes habían sido los causantes de una irrespetuosa representación de los funerales del marqués de Casafuerte. Se descubrió que “un grupo de gente moza, de la servidumbre de don Diego Velázquez de la Cadena, había organizado un entierro fingido, ridiculizando el que tuvo lugar”, por lo que se impuso a Velázquez el correspondiente castigo, que consistió en el encierro domiciliar.

Durante el mandato del virrey-arzobispo Vizarrón continuaron los enfrentamientos hispano-británicos en torno a Valis o Belice. En 1734 salió una expedición dirigida por el gobernador Juan Fernández de Sabariego, que tuvo éxito y regresó con cuatro balandras corsarias, abundantes mercancías y 28 ingleses presos. Otra expedición posterior, ordenada por el nuevo gobernador Manuel de Salcedo, fracasó en el intento de recuperar la zona y, finalmente el mismo Salcedo fue derrotado en 1737, al encontrarse con una flota de guerra británica desplegada en sus alrededores. Los intentos posteriores resultaron igualmente desgraciados pero los informes de Salcedo, dirigidos tanto al rey como al virrey-arzobispo, resultaron inútiles. La Armada de Barlovento no pudo hacerse a la mar para enfrentarse con los navíos ingleses.

Los seis años de su mandato se caracterizan por la alta conflictividad entre España e Inglaterra, mientras se consolidaban los Pactos de Familia con Francia. Resultado de esta política fue la presión de la marina británica en todas las costas, tanto del Pacífico como del Golfo, además de Guatemala y Honduras. El comodoro Anson invadió el Pacífico y el almirante Vernon dominó las Antillas y penetró en el Golfo. Hubo enfrentamientos y combates en Portobelo, tomado por los ingleses, La Guaira y Santiago de Cuba, en las que fueron rechazados y Cartagena, donde el almirante Vernon sufrió una derrota importante. Las gestiones diplomáticas en las cortes europeas lograron poner fin a este enfrentamiento.

Una nueva declaración de hostilidades, la llamada Guerra de la Oreja de Jenkins, obligó en 1739 al virrey, gracias a los recursos facilitados desde la Península, a tomar las medidas apropiadas para la defensa de las guarniciones y la prevención de la llegada de navíos enemigos a las costas de México. El obispo Vizarrón también tenía que atender con armas, víveres y soldados a las posiciones militares de La Florida, Puerto Rico, Santo Domingo y Cartagena, que dependían de los “situados” en recursos, procedentes de Nueva España.

En política interior, la situación fue de inseguridad generalizada, debido a la extensión e importancia del bandidaje tanto en la capital, donde se intentó asaltar el palacio virreinal, como en las ciudades y los pueblos, que en muchos casos gozaban del apoyo o el encubrimiento popular. También se multiplicaron los conflictos y las intervenciones de la autoridad judicial.

A finales de 1736 se propagó una epidemia de fiebre amarilla, llamada “Gran Matlazahuatl”, que se inició en Tacubaya y mató a miles de indios. Según escribe el jesuita Alegre en su Historia de Nueva España, en México fallecieron más de cuarenta mil personas y cincuenta mil en Puebla, pero la mortandad en el resto del país alcanzó a las dos terceras partes de las poblaciones indígenas. El virrey-arzobispo trató de atajar esta situación, para lo cual estableció ocho hospitales y algunas boticas donde obtener medicinas gratuitas. “Se hicieron plegarias, novenas y rogativas, tratando de calmar el azote de la enfermedad con procesiones y penitencia”. Al parecer, se aprovechó la ocasión para jurar como patrona a la Virgen de Guadalupe.

También hubo levantamientos de indios en los territorios de misión en California, sofocados gracias a la intervención del gobernador de Sinaloa, que ordenó restaurar las misiones destruidas y con el paso del tiempo se aseguró la paz en toda la Península. Por entonces se decidió acabar con las prerrogativas de que gozaban los jesuitas, cancelando la obediencia de los jefes militares al superior de la misión y la preminencia religiosa en el orden civil.

Una de las últimas decisiones del virrey fue ordenar la exploración y el levantamiento de planos de las costas del Nuevo Santander, con la intención de establecer puertos y poblar lugares, según había propuesto el coronel José de Escandón, que había explorado los territorios de Tamaulipas, para tratar de impedir el establecimiento de los colonos franceses.

El virrey-arzobispo Vizarrón llevaba seis años de gobierno interino en Nueva España, cuando el 26 de mayo de 1739 el rey decidió nombrar a su sucesor, en la persona de Pedro de Castro, Figueroa y Salazar, duque de la Conquista, sin embargo el interinato se prolongó hasta julio del año siguiente, fecha de la llegada del nuevo virrey. Vizarrón, que volvió a ejercer sus obligaciones de arzobispo, falleció en la ciudad de México el 25 de enero de 1747 y recibió sepultura en la catedral metropolitana.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


Volver a “Historia Militar”

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 13 invitados