HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 16:52

D. Luis de VELASCO y RUIZ DE ALARCON 2º VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Luis de Velasco (Carrión de los Condes, 1511 - Ciudad de México, Virreinato de la Nueva España, 1564), III señor de Salinas fue el segundo virrey de Nueva España, entre 1550 y 1564, tras haber sido virrey de Navarra entre 1547 y 1549.

Pariente de los Condestables de Castilla, sucedió en el virreinato de Nueva España a Antonio de Mendoza, quien tuvo que elegir entre este y el de Perú, mientras Luis de Velasco ocuparía el otro puesto. Llegó a San Juan de Ulúa el 23 de agosto de 1550 y pasó el mes de septiembre en Puebla, mientras Mendoza tomaba su decisión. Finalmente los dos se reunieron en Cholula y Mendoza eligió el Perú. El 25 de noviembre del mismo año, Velasco llegó oficialmente a la Ciudad de México como virrey de Nueva España, cargo que ocupó hasta su muerte el 31 de julio de 1564.

Suele considerársele gobernante prudente. Ayudó a los nativos a defenderse frente a los abusos de los propietarios de minas de oro, y liberó a 15 000 esclavos ilegales. De su mandato destacan la abolición efectiva de la encomienda, la liberación de los indios ilegalmente esclavizados, la urbanización de poblados, la realización de importantes obras públicas, la apertura en 1553 de la Universidad de México y la colonización, pacificación (inaugurada el 25 de enero) y conquista de territorios del norte del virreinato, fundando ciudades como San Miguel el Grande (hoy San Miguel de Allende), Durango (1563), San Felipe de Ixtlahuaca y Nombre de Dios. Su hijo Luis de Velasco y Castilla, Marqués de Salinas también fue virrey de Nueva España.

La supresión de la encomienda y la mejora del trato a los indios habían sido prescritas por la corona española desde 1542, con la promulgación de las llamadas Leyes Nuevas, inspiradas por Fray Bartolomé de las Casas. A diferencia de su predecesor, que no exigió su cumplimiento, aunque nominalmente las acatara, y que incluso llegó a suspenderlas, Luis de Velasco las puso en práctica venciendo con energía la oposición de los encomenderos, como por otra parte le había ordenado detalladamente Carlos I al nombrarle Virrey en Bruselas, en 1549. Otras realizaciones del mandato de Velasco fueron también resultado del disciplinado y tenaz cumplimiento de las instrucciones recibidas de la metrópoli, desde las cortes de Carlos V y de Felipe II.

En 1558 la Ciudad de México sufrió su primera gran inundación de la época española, que se convirtió en epidémica. Hasta 1560 Velasco gobernó con autoridad ilimitada. Aunque no cometió ningún abuso, en este año la Audiencia y otros influyentes españoles intentaron que el emperador limitara la autoridad del virrey, poniendo el requisito de que sus actuaciones necesitaran la autorización de la Audiencia.

En sus años finales, Velasco se centró en fundar asentamientos en Florida, en explorar el Océano Pacífico y en aumentar las riquezas del imperio. El 22 de mayo de 1559 fundó lo que es ahora la ciudad de Yurécuaro en el estado de Michoacán. En ese mismo año envió una flota de trece naves bajo el mando de Tristán de Luna y Arellano para establecerse en la costa oriental de Florida, pero la expedición fracasó debido a la hambruna y a las revueltas de los hostiles guerreros nativos. Los españoles se vieron forzados a marcharse.

Al principio de 1564 Velasco encargó a Miguel López de Legazpi y Andrés de Urdaneta una expedición por el Pacífico hasta las islas Filipinas, donde Fernando de Magallanes y Ruy López de Villalobos habían llegado en 1521 y 1543.

Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón murió en 1564. Le sucedió Gastón de Peralta, marqués de Falces.

Él fue el primer virrey en vivir en el Palacio Real o Palacio Virreinal, otrora propiedad de la familia del marqués del Valle de Oaxaca (es decir de la familia de Hernán Cortés), actual Palacio Nacional.

Su esposa fue Ana de Castilla y Medoza, descendiente de la Casa real de Castilla, hija de Diego de Castilla, señor de Gor y caballerizo mayor de Carlos V, descendiente del rey Pedro I de Castilla, y su hijo, Luis de Velasco y Castilla, también llegó a ser virrey de Nueva España y del Perú.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 16:54

D. Gastón DE PERALTA DEL BOSQUETE 3º VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Gastón de Peralta del Bosquete, (Pau, Baja Navarra, hacia 1510 - Valladolid, en 1587) noble español que ostentó los títulos de III marqués de Falces, V conde de Santisteban de Lerín. Tercer virrey de la Nueva España (1566-1567).

Gastón de Peralta fue hijo de los aristócratas navarros Antonio de Peralta y Velasco y Ana de Bosquet. Tercer nieto de Mossén Pierres de Peralta y Alfonso Carrillo de Acuña, Arzobispo de Toledo, ambos protagonistas de la boda de los Reyes Católicos. Se desempeñó como comandante militar, diplomático en Italia y gobernador de Navarra. El Real Consejo de las Indias lo propuso al Rey para que viniera de Virrey a Nueva España, cuando llegó la noticia de la muerte de Luis de Velasco. Entonces se embarcó a Veracruz donde arribó a principios de septiembre de 1566, viajó acompañado de su criado Pedro Ordóñez Pérez. A su llegada a la Nueva España tuvo que conocer de los procesos y ejecuciones a consecuencia del juicio contra Martín Cortés, Marqués del Valle de Oaxaca, acusado de conspirar contra Su Majestad el Rey Felipe II. Suspendió la ejecución de la sentencia de Don Luis Cortés, hermano del Marqués, enviado a España.

Peralta llegó a la Ciudad de México en una atmósfera tensa. Uno de sus primeros actos debía quitar la artillería y los soldados que habían sido fijados en el palacio Virreinal y en las calles principales de la ciudad.

Durante su gestión abrió un hospital para ancianos, inválidos, convalecientes y locos. Acusado de animosidad en su contar por los oidores, se le retiró a la Metrópoli; Estas acusaciones fueron comunicadas al monarca español Felipe II en una carta. Alarmado, Su Majestad envió a dos visitadores, Luis Carrillo y al Licenciado Alonso de Muñoz, a la Nueva España para investigar los casos. Ellos le ordenaron al Virrey Peralta regresarse a España para explicar su conducta, pero después fue residenciado y absuelto.

Poseía los Títulos de Marqués de Falces, Conde de Santisteban de Lerín y Barón de Marcilla, fue el primero a quien se le dio en la Nueva España el tratamiento de Excelencia. Murió en Valladolid en 1587. Uno de sus hermanos lo fue Juan de Peralta y Bosquet, tronco de los Peralta de Andalucía, Costa Rica, El Salvador y California. Rama de los Marqueses de Peralta.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 17:21

D. Martín Enriquez DE ALMANSA y ULLOA 4º VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Martín Enríquez de Almansa y Ulloa (¿Toro?, Zamora, España ¿1510? - † Lima, Perú, 1583), político y militar español que fue el cuarto Virrey de la Nueva España y el sexto Virrey del Perú.

Fue el tercer hijo de Francisco Enríquez de Almansa, I Marqués de Alcañices y Señor de la villa de Almansa, e Isabel de Ulloa y Castilla. Su padre creó el mayorazgo de Valderrábano (Toro), el 19 de febrero de 1540. Su hermano mayor heredó el marquesado de Alcañices.

En 1568 el rey de España Felipe II convocó en Madrid a una Junta Magna de los miembros del Consejo de Indias, del Consejo de Castilla, entre otros magistrados y políticos, con el fin de tomar innovadoras medidas con respecto a la administración de los dominios de América, asunto que había sido postergado por la corona. Felipe II, hasta entonces absorbido por los problemas europeos, volcó de pronto su interés en sus colonias ultramarinas, con el fin de reforzar en ellas su poder. En dicha Junta se acordó la elección de Francisco Álvarez de Toledo como virrey del Perú y la de Martín Enríquez de Almansa como virrey de la Nueva España.

El gobierno de Martín Enríquez de Almansa en la Nueva España se inició el 5 de noviembre de 1568 y culminó doce años después, antes de ser promovido al virreinato del Perú. Diversos autores concuerdan en que esta larga administración fue hábil y benéfica. En un libro publicado en 1983, Antonio F. García-Abásolo ha estudiado los aspectos principales de este gobierno, basándose en abundante documentación (Martín Enríquez y la reforma de 1568 en Nueva España, Sevilla).

La primera acción que hizo Enríquez de Almansa al llegar al puerto de Veracruz fue desalojar un puesto de piratería que habían establecido los ingleses en la Isla de Sacrificios, desde donde atacaban a los barcos que entraban o salían de la bahía. Los españoles ganaron la batalla de San Juan de Ulúa y entre los piratas o corsarios que fugaron derrotados estaban los famosos Francis Drake y John Hawkins.

Poco después, ya instalado en la capital, tuvo que enfrentar el conflicto de intereses entablado entre los frailes franciscanos y el clero secular, pretendiendo los unos que se volviese a su convento la procesión que por costumbre antigua conducían aquellos a la Iglesia de Santa María la Redonda. Las palabras no pudieron satisfacer a los contendientes, que en medio de la procesión y turbando la solemnidad de la fiesta religiosa, apelaron a la vía de los hechos, tomando parte en favor de los frailes la numerosa población de indios de aquel barrio que dejó harto mal parados a sus contrarios, hiriendo y matando a algunos con la nube de piedras que sobre ellos descargaron. Se evitaron mayores consecuencias por la prudente conducta del virrey, que a fuerza de medidas conciliatorias logró calmar los irritados ánimos.

En 1570 el virrey organizó una campaña militar contra los huachichiles, indios chichimecas que amenazaban los centros mineros de Querétaro, a consecuencia de la cual fundó en Zacatecas los presidios de Ojuelos y Portezuelos y en Guanajuato el de San Felipe.

Bajo su gestión, se creó formalmente el Tribunal del Santo Oficio o la Inquisición, llegando en 1571 el primer inquisidor Pedro Moya de Contreras. En 1574 se efectuó el primer auto de fe en Ciudad de México, en el que se castigaron a 63 penitentes.

También ingresaron nuevas órdenes religiosas, como las de los Hospitalarios de San Hipólito y la Compañía de Jesús en 1572. Los hospitalarios levantaron el Hospital de San Hipólito, y los jesuitas abrieron el Colegio de Pátzcuaro, en 1574.

Tuvo un serio incidente con el comisario de los franciscanos Francisco Rivera. Éste, molesto porque el Virrey no le había concedido una audiencia luego de larga espera, lo zahirió en una prédica que dio en la catedral. Celoso de su autoridad, el virrey logró que se ordenara al comisario volver a España. Para eludir dicha pena, el comisario reunió a todos sus frailes y, entonando los salmos sagrados, tomaron camino a Veracruz, conmoviendo a la supersticiosa población indígena, a tal punto que el virrey, temeroso de una revuelta, tuvo que cejar y escribir a Rivera en términos comedidos, suplicándole que volviese a obtener la justicia que reclamaba.

En 1573 se fundó el Convento de religiosas de Balvanera con el título de Jesús de la Penitencia y el Colegio de Santa María de Todos los Santos, que en 1700 fue declarado colegio mayor. También se comenzó la edificación de la magnífica Catedral de México y un año después las construcciones del Convento de la Merced. En 1575 se fundó la Parroquia de San Pablo y en el siguiente año el Santuario de Nuestra Señora de los Remedios, lugar este último que tenía la ermita fundada en recuerdo de la Noche Triste. Por último, en 1579 se fundó el Convento de religiosas de Santa Clara.

Se fundó la villa de Celaya, en 1571, por obra de vizcaínos (su nombre deriva de Zelaya, localidad vizcaína), y la villa de San Felipe, en los despoblados de San Luis de Potosí.

En 1576, funda la Villa de León, lo que hoy es León, Guanajuato. Estalló una epidemia de viruela que mató a millares de indígenas, hecho que motivó que el virrey ordenara que se establecieran hospitales para la atención de los enfermos, declarando además que los afectados quedaran exentos del tributo.

Comisionó a los indios la construcción de obras defensivas destinadas a evitar las constantes inundaciones provocadas por el desborde de los ríos del valle de México durante la época de las lluvias.

Quebrantada su salud por un largo mandato de más de una década, solicitó al rey Felipe II que lo relevara del cargo. Pero el monarca, queriendo aprovechar su experiencia en el manejo de los asuntos indianos, lo promovió el 26 de mayo de 1580 a los oficios de Virrey, Gobernador y Capitán General del Perú y Presidente de la audiencia de Lima. Debía sustituir en el mando al enérgico y exitoso Francisco Álvarez de Toledo, el organizador del virreinato peruano.

Virrey del Perú

Ya achacoso, Enríquez se embarcó en el puerto de Acapulco el 9 de diciembre de 1580 y tras 85 días de viaje arribó al Callao, donde desembarcó el 4 de mayo del año siguiente. Luego entró a Lima bajo palio, tomando oficialmente posesión de su gobierno el 15 de mayo de 1581. En las cartas escritas por el virrey tras su instalación en el Perú puede descubrirse alguna traza de envidia o enfado por el sello demasiado personalista que su antecesor había impreso a las tareas administrativas.

Obras y otros sucesos importantes

Una de las primeras medidas que acordó, contradiciendo el parecer de su antecesor, fue la reapertura del Colegio de la Compañía de Jesús, donde los vecinos de Lima enviaban a educarse a sus hijos. Empero, este Colegio no recibía a estudiantes foráneos y vista esta carencia, el virrey permitió a los jesuitas instituir el Colegio Real de San Martín (11 de agosto de 1582), a fin de recibir a los muchachos de origen provinciano que venían a la capital para seguir estudios universitarios. Su primer rector fue el padre Pablo José de Arriaga.

En 1581 creó el corregimiento de Huancavelica y nombró a Juan Maldonado de Buendía como su primera autoridad.

En lo que respecta al real patronato, fundó en la Universidad de San Marcos una cátedra de quechua a la que ordenó asistieran los sacerdotes vinculados a la prédica entre los indígenas.

Puso en marcha un sistema de correo de postas, utilizando corredores o chasquis, similares a los de la época incaica. La diferencia, sin embargo, consistía en su institucionalización como servicio permanente. Su fin era regularizar la comunicación postal entre Lima y el rico asiento de Potosí. Para garantizar su mantenimiento entregó su administración a un concierto de empresarios que asumieron las funciones de correo mayor.

Mejoró el servicio de la mita que hacían los indios en las minas de Potosí y Huancavelica. Remitió a España un total de 1.280.879 pesos en metales finos.

Una flota partió de España para vigilar el paso del Estrecho de Magallanes, donde años atrás había cruzado el corsario inglés Francis Drake para asolar las costas de Chile y Perú. Una sección de esta flota, bajo el mando de Pedro Sarmiento de Gamboa llegó a la boca del estrecho en febrero de 1584. Sarmiento fundó dos poblaciones para su defensa, Ciudad del Nombre de Jesús y Ciudad del Rey Felipe, que no tuvieron permanencia.

Acató una orden dada por la Corona en 1580, de construir cuatro galeones para aumentar la Armada del Sur compuesta apenas por un barco y un bergantín. Pero el virrey alegó ante las autoridades metropolitanas que la escasez de oficiales carpinteros de ribera y madera hacían imposible la conclusión de dicha empresa. Su recomendación fue que dichas naves se hicieran en Filipinas, islas colonizadas desde el virreinato de la Nueva España, con el que mantenía una constante relación. Pero el rey insistió en que se alistasen algunos navíos, en vista de la guerra que se veía venir contra Inglaterra, a lo que respondió el virrey que haría todo lo posible. En definitiva, poco se pudo hacer en lo concerniente a la defensa de las costas.

Durante su mandato llegó una real cédula que prohibía la producción en el Perú de vino, aceite, seda, papel y paños, en el marco del proteccionismo implementado por la Corona, que no quería que las industrias de sus colonias hicieran la competencia a las de la península.

Empezó a intensificarse el comercio con las Filipinas, y a través de este archipiélago, con China. En 1581 arribó al Callao un navío enviado desde Filipinas, con un cargamento de porcelana, hierro, especias, seda, cera y otros objetos procedentes del Lejano Oriente, que se vendían a precios más baratos que los productos importados de Europa. Pero el mismo virrey, temeroso del aumento del contrabando, prohibió luego este comercio transpacífico y, en coordinación con el virrey de Nueva España, lo limitó al puerto de Acapulco.

En este tiempo ocurrió la entrada en Lima de su segundo arzobispo, Toribio Alfonso de Mogrovejo, el 11 de mayo de 1581, quien convocó un Concilio de la provincia eclesiástica de Lima ó III Concilio limense, inaugurado el 15 de agosto de 1582. En esta reunión eclesiástica participaron los obispos sufragáneos de Quito, Cuzco, Charcas, Paraguay, Tucumán, Santiago de Chile y La Imperial, al lado de notables teólogos como José de Acosta y Pablo José de Arriaga y se establecieron las bases para la tarea evangelizadora en el resto del virreinato,

Al virrey le tocó presidir el tercer auto de fe celebrado por la Inquisición de Lima (29 de octubre de 1581), durante el cual fue quemado un luterano flamenco llamado Juan Bernal, y se impusieron penas menores a otras veinte personas.

Durante su período se organizaron dos entradas a la selva: la de Agustín de Ahumada al Dorado en 1583 y la de Francisco de Hinojosa a los Moxos, con malos resultados. Por el contrario, en la región del Río de la Plata, la expedición de Hernando de Lerma fundó la ciudad de Salta de los Calchaquíes (hoy Ciudad de Salta, en Argentina).4

Con respecto a catástrofes naturales, en Arequipa ocurrió un terremoto el día 22 de enero de 1582, que además de arruinar la infraestructura de la ciudad provocó algunas muertes de personas. Meses después y en ese mismo año se sintió un fuerte temblor en Lima, durante la celebración del Concilio Provincial.

Fallecimiento

Afectado por una apoplejía y parálisis muscular, el virrey falleció en Lima el 12 de marzo de 1583, cuando aún no había completado dos años en el gobierno. Durante sus exequias pontificó el obispo de Santiago de Chile, don Fray Diego de Medellín y pronunció la oración fúnebre el de La Imperial, don Fray Antonio de San Miguel (ambos entonces en Lima con motivo del Concilio provincial). En cumplimiento de su codicilo o disposición de última voluntad, donde nombraba como albaceas a los oidores de la audiencia limeña, su cadáver fue depositado en el Convento de San Francisco de esta ciudad. El arzobispo Mogrovejo (después elevado a los altares como Santo Toribio de Mogrovejo) puso el siguiente epitafio sobre su tumba:

«Hoy (12 de Marzo) murió el Virrey, de que ha tenido esta ciudad grande sentimiento y por su salud se hizo procesión general, fuera de otras muchas particulares que se hacían cada día y mañana se hará el entierro con mucha solemnidad, donde irá el Concilio y todas las Ordenes. Ha perdido esta tierra mucho en faltarle tal persona, por la mucha cristiandad y buen celo que tenía de acertar a servir a Nuestro Señor y favorecer las cosas de la Iglesia y socorrer las necesidades de los pobres, a que acudía con muchas veras. Nuestro Señor lo tenga en el cielo».

El poder fue asumido interinamente por la Audiencia presidida por el oidor Cristóbal Ramírez de Cartagena. En la corte de Madrid, la noticia de la muerte del virrey fue recibida con tristeza y preocupación tal como se percibe de lo dicho por el secretario Andrés de Eraso al rey: “Vuestra Majestad ha perdido en el virrey don Martín Enríquez un gran ministro y celoso del servicio de Nuestro Señor y de Vuestra Majestad”.

El historiador peruano Rubén Vargas Ugarte ha escrito sobre este virrey lo siguiente:

… Enríquez había sido un hombre probo e íntegro y un leal servidor de Dios y del Rey. A haber venido con menos años al Perú y no haberle precedido un gobernante de la visión y dinamismo de Toledo, hubiera sido uno de nuestros mejores Virreyes. Pero a ello vino a añadirse la brevedad de su período de mando. En tan escaso espacio de tiempo era imposible que realizara grandes cosas. Dedicóse, puede decirse, a mantener la situación existente, cosa que, por otra parte, veremos repetida en muchos de sus sucesores, aunque no tuvieran sobre sí el peso de los años

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 22:28

D. Lorenzo SUAREZ DE MENDOZA JIMENEZ 5º VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Lorenzo Suárez de Mendoza Jiménez, cuarto conde de la Coruña1 (Guadalajara, 1518 — Ciudad de México, 29 de junio de 1583), fue el quinto virrey de la Nueva España, desde el 4 de octubre de 1580 hasta el 29 de junio de 1583. Nació dentro de la nobleza española, siendo descendiente directo de Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, y primo segundo de Antonio de Mendoza, el primer virrey de la Nueva España.

Suárez Mendoza fue un docto hombre de letras, un escritor de mérito. Fue alabado por Gálvez de Montalvo (condiscípulo de Cervantes en las clases que López de Hoyos daba en Madrid) en su libro El Pastor de Filida. Participó en la guerra y conquista de Túnez, a donde fue llevado por su padre, quien acompañó al emperador. Fue patrón y protector de la Universidad de Alcalá de Henares. De 1550 a 1553 sirvió como asistente de Sevilla, cargo equivalente al de corregidor.

El 26 de marzo de 1580 fue nombrado virrey por el rey Felipe II, para reemplazar al anterior virrey, Martín Enríquez de Almansa, que había sido promovido a virrey del Perú. Suárez de Mendoza hizo su entrada solemne en la ciudad de México el 4 de octubre de 1580, y en esa fecha tomó formalmente cargo de su administración en la Nueva España. La pompa con que fue recibido no tuvo precedentes. Su carácter afable y la atención que prestó a los asuntos públicos lo hicieron muy pronto una figura muy popular.

Logros

Siendo un hombre recto y honesto, una de su mayores preocupaciones fue terminar con la proliferación del vicio y la corrupción administrativa, la cual había alcanzado enormes proporciones. Miembros de la Audiencia, oficiales de gobierno, jueces y burócratas vendían sus servicios y decisiones. Suárez intentó detener tales abusos con algún éxito. El poder de la Audiencia limitaba algunas de sus decisiones y eso le impedía el completo éxito en su lucha. Para combatir las obstrucciones de la Audiencia pidió al rey Felipe II el envío de un visitador. Esta importante posición recayó en la figura de Pedro Moya de Contreras, nombrado mediante Real Cédula en 1583, quien ya era el primer inquisidor general de la Nueva España y, además, arzobispo de la ciudad de México. Moya de Contreras sucedería a Suárez como virrey después de la muerte de este último en 1583.

Para regular el comercio y supervisar las dos grandes aduanas en Acapulco y Veracruz, Suárez instituyó el Tribunal del Comercio, conocido como el Consulado.

Suárez de Mendoza ya era viejo cuando tomó posesión del cargo y no sobrevivió más de tres años después de esto. Murió el 29 de junio de 1583 en la capital del virreinato. Sus restos fueron sepultados en la iglesia de San Francisco y más tarde trasladados a España a su tumba familiar. La Audiencia tomó control del virreinato en espera del nombramiento del nuevo virrey. La Audiencia, en ese entonces, incluía personajes tales como el Dr. Robles, el Lic. Sánchez Paredes, y don Pedro Farfán. Este gobierno interino enfrentó muchas dificultades y durante sus 16 meses en el poder hubo mucha inseguridad. En 1584 el arzobispo Pedro Moya de Contreras tomó las riendas del gobierno como sexto virrey de la Nueva España.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 22:31

D. Pedro MOYA DE MENDOZA 6º Virrey de Nueva España


Pedro Moya de Contreras (Pedroche, Córdoba, España, h. 1527 - Madrid, 21 de diciembre de 1591) fue un sacerdote español. Fue el sexto virrey de Nueva España.

Cursó estudios en la Universidad de Salamanca, doctorándose en derecho canónico y civil. Después fue maestrescuela en la escuela catedralicia de las islas Canarias, e inquisidor en Murcia. Felipe II, con la finalidad de conservar la fe y la ortodoxia de agentes internos y externos, estableció, por Real Cédula del 16 de agosto de 1570, el Tribunal del Santo Oficio en la Nueva España.

El doctor Moya fue nombrado inquisidor, y le fueron entregadas las instrucciones para cumplir con su cometido el 18 de agosto de 1570 por el inquisidor Diego de Espinosa. El Tribunal de la fe se instaló el 4 de noviembre de 1570 en la ciudad de México. Moya ocupó el cargo de 1570 a 1574. Se ordenó de sacerdote en México y en 1571 ofició su primera misa. A la muerte del arzobispo Alonso de Montúfar, fue nombrado arzobispo por el papa Gregorio XIII el 15 de septiembre de 1572. Siendo arzobispo de México, fue nombrado virrey de Nueva España, cargo que ocupó desde el 25 de septiembre de 1584 hasta el 16 de octubre de 1585.

En 1583, el precursor de Moya y Contreras como virrey, Lorenzo Suárez de Mendoza, cuarto conde de La Coruña, pidió al rey Felipe II nombrar a un visitador especial (el inspector real) para ayudar a resolver un conflicto entre el virrey y la Audiencia. Felipe II nombró a Moya, entonces arzobispo de México, como visitador.

El recién nombrado, mediante sus investigaciones encontró una corrupción generalizada, y él envió las acusaciones contra oidores corruptos y otros funcionarios del Virreinato al rey. En su informe al rey, elogió a aquellos funcionarios que habían cumplido con sus obligaciones, y pidió castigos para los otros.

Quitó el empleo a los oidores que habían abusado de su puesto, y castigó, en algunos casos con la horca, a los empleados infieles. Como virrey, remitió a la Corona sumas más considerables que ninguno de sus antecesores. Trabajó en beneficio de la población indígena, creando un seminario expreso para ellos. Realizó el primer auto de fe en la Nueva España el 28 de febrero de 1574; en el auto, entre blasfemos y herejes, destacaron las figuras de los piratas de la flota del pirata inglés John Hawkins, quienes habían sido abandonados por sus compañeros en la costa de Veracruz después de sufrir daños en sus naves por el mal clima. Destacó Moya al convocar el Tercer Concilio Provincial Mexicano, el cual inició sus actividades en 1585 en su sede; en él se decretó la abolición de la esclavitud de los indios; y cuyas disposiciones estuvieron vigentes por más de trescientos años. En 1589, volvió a España y fue nombrado presidente del Real y Supremo Consejo de Indias.

Murió tan pobre que el rey Felipe II tuvo que mandar pagar sus funerales y sus deudas.


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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 22:41

D. Alvaro MANRIQUE DE ZUÑIGA y SOTOMAYOR 7º Virrey de Nueva España


Manrique López de Zúñiga y Sotomayor, luego Álvaro Manrique de Zúñiga y Sotomayor, fue un noble personaje español, perteneciente a la ilustre Casa de Zúñiga. A lo largo de su vida, acumuló los cargos y títulos de I marqués de Villamanrique, con el señorío previo de Mures (del que fue su II Señor), I señor de Gines (Sevilla), virrey de Nueva España, presidente de la Real Audiencia de México, comendador de la Orden de Santiago.

Nació hacia 1525 en Sevilla, siendo el quinto hijo de Teresa de Zúñiga y Manrique de Castro, III duquesa de Béjar, III duquesa de Plasencia, II marquesa de Ayamonte, II marquesa de Gibraleón, IV condesa de Bañares, Grande de España, y de su esposo Alonso Francisco de Zúñiga y Sotomayor, IV conde de Belalcázar y IV vizconde de la Puebla de Alcocer. Eran sus hermanos mayores Manuel, Alfonso, Francisco y Antonio, y los menores, Pedro Gutierre y Diego Luis, teniendo también una hermana, única hembra, llamada Leonor.

Álvaro, por ser uno de los hijos menores, no tenía derecho a ninguno de los títulos familiares. Sin embargo, en 1565, a la muerte de su madre, heredó el mayorazgo de Gines (Sevilla), fundado por su abuela Leonor Manrique de Castro, y refundado por su madre, quien creara señoríos para sus tres hijos menores aún vivos, por lo que comenzó a llamarse Álvaro Manrique de Zúñiga y Sotomayor, de acuerdo a una cláusula del citado mayorazgo.

Poco después, se convirtió también en Señor de Mures, segundo de los mayorazgos creados por doña Teresa en la figura de su hijo Pedro Gutierre, quien al morir sin descendencia en 1570, según estipulaba una cláusula de su mayorazgo, éste revertía en su hermano Álvaro.

Por escritura de 30 de diciembre de 1576 funda un juro para el Convento de Nuestra Señora la Reina de los Ángeles, de Sevilla, para dotar anualmente a huérfanas de Ayamonte (Huelva), Burguillos (Sevilla) y Capilla (Badajoz).

Álvaro, como representante del cabildo de Sevilla, sostuvo un pleito en 1576 de competencia con el Tribunal de la Inquisición de Sevilla sobre la celebración de autos públicos, y otros temas.

Al servicio del rey Felipe II de España

Álvaro sirvió a la Corona de España con eficacia y lealtad, fue comendador de la Orden de Santiago. El rey Felipe II de España le concedió el 4 de febrero de 1575 el título de I marqués de Villamanrique,6 sobre el señorío previo de Mures.

Participó en el traslado solemne de los restos mortales de San Leandro, San Fernando III, rey de Castilla y León, de su esposa la reina Beatriz, de su hijo Alfonso X de Castilla rey de Castilla y León, de otros infantes y de la imagen de la Virgen, de la capilla real antigua a la capilla real nueva de la catedral de Sevilla realizado el 13 de junio de 1579, siendo uno de los portadores del féretro del rey don Fernando.

Virrey de Nueva España

Álvaro, ya I marqués de Villamanrique, fue nombrado por el rey Felipe II el 26 de febrero de 1585 virrey, gobernador y capitán general de Nueva España, así como presidente de la Real Audiencia de México.8 Por escritura fechada en Madrid el 13 de marzo de 1585 el marqués de Villamanrique da recibo de los documentos recibidos de mano de Juan de Ledesma a mandato del rey:

Título de virrey y gobernador de la Nueva España, fechado en Zaragoza el 26 de febrero de 1585.
Título de capitán general de la Nueva España.
Título de presidente de la Real Audiencia de México.
Información de lo que tiene que hacer en el ejercicio de los dichos cargos.
Cedula real para que vaya de capitán general de la flota que fuere.
Cedula real para que pueda llevar a la marquesa, su esposa.
y otras cédulas más, referentes a los dineros a recibir para el viaje, personas que lo acompañaran
.

Recibe del rey Felipe II las instrucciones para el cumplimiento de su cargo, de fecha 1 de marzo. "Lo que vos... habéis de hacer en el servicio de Dios N.S. y mío y bien de aquella tierra, además de lo contenido en los poderes que de mí lleváis, es lo siguiente:" (consta de 58 ítems), y de fecha 5 de marzo sobre las obras en realización de la fortaleza de la ciudad (castillo de San Juan de Ulúa) y puerto de Veracruz y le ordena proveerlas de la artillería necesaria para su defensa.

Álvaro viajó a México en la flota del año 1585 y desembarcó acompañado de su esposa Blanca de Velasco en Veracruz el 7 de septiembre e hizo su entrada solemne en la ciudad de México el 17 de octubre de 1585. Luego tomó cargo de su gobierno, que lo ejerció hasta la venida de su sucesor Luis de Velasco y Castilla, en enero de 1590.

El rey Felipe II, por correspondencia de 1587-1588, le da órdenes para el buen gobierno, informaciones sobre los fiscales de la audiencia, indios en servicio de los mineros, las flotas que van a Nueva España, etc. El marqués de Villamanrique ordena en 1586 que en la sumisión de los indios chichimecas se respete el buen orden y que estos no se vendiesen como esclavos.

Durante su gobierno hizo cumplir las ordenanzas sobre el comercio de vinos y regulación de los sitios de venta. Dispuso a principios de 1586 cumplir las ordenanzas de la cédula que disponía la secularización de las doctrinas encargadas hasta entonces a las órdenes religiosas. La ejecución de estas ordenanzas se había suspendido desde años atrás (estando en vigor en tiempos del virrey Martín Enríquez de Almansa). Motivo por el que surgieron agrios disgustos con los provinciales de las órdenes de san Agustín, santo Domingo y san Francisco.

Por este periodo los saqueos y robos cometidos por los piratas corsarios sir Thomas Cavendish, sir Francis Drake y Walter Raleigh en las aguas del Virreinato de Nueva España continuaron. El 18 de octubre de 1586 Drake capturó el galeón Santa Ana, que venía de Manila. Cavendish saqueó el 6 de agosto de 1587 el puerto de Huatulco y el 3 de septiembre saqueó el puerto de barra de Navidad en territorio de Nueva Galicia (hoy Jalisco). Cavendish también capturó, el 15 de noviembre del mismo año el galeón que venía de Manila en aguas cercanas a la península de Baja California.18 El marqués de Villamanrique creó un cuerpo de milicias de voluntarios para rechazar cualquier desembarco de los filibusteros y armó dos buques para combatirlos en alta mar.

El Tribunal de la Inquisición de México siguió autos del 1586 al 1589 contra el marqués de Villamanrique, virrey de Nueva España, por abuso de jurisdicción al interceptar y requisar la correspondencia de la Inquisición de México.

La real audiencia de Guadalajara creada años antes obraba independientemente de la de México, sin querer reconocer su supremacía, por lo que el virrey marqués de Villamanrique en 1588 la llamó para establecer jurisdicciones, que les parecieron arbitrarias a los oidores de Guadalajara. Las noticias exageradas de estas diferencias llegaron a la corte de España con cargos exagerados y la mayor parte injustos y se advertía que las injusticias y abusos del virrey marqués de Villamanrique producirían una guerra civil.

En su carta de 11 de mayo de 1588 pide el rey Felipe II al presidente y oidores de la real Audiencia de Guadalajara dar informe de las causas que motivaron impedir el cumplimiento de las provisiones que dio el virrey marqués de Villamanrique El marqués de Villamanrique firma el 15 de febrero de 1589 el asiento y las capitulaciones que hizo con Juan Bautista de Lomas Colmenares, sobre el descubrimiento y población de Nuevo México, remitiéndolas a la decisión regia con carta de 11 de marzo de 1589.

El rey Felipe II en su carta de 31 de agosto de 1589 informa a Luis de Velasco y Castilla, (primo de Blanca de Velasco, esposa del marqués de Villamanrique) que lo ha provisto como virrey de Nueva España. Felipe II nombra como visitador y juez de residencia del virrey marqués de Villamanrique a Pedro Romanos, obispo de Tlaxcala. Lamentablemente era el obispo Pedro Romanos un enemigo del virrey marqués de Villamanrique por los incidentes habidos en el pasado con el clero mexicano.

El obispo lo sentenció y ordenó el embargo de sus bienes libres (hasta la ropa blanca de la marquesa). El nuevo virrey Luis de Velasco hizo su entrada solemne en la ciudad de México el 27 de enero de 1590. El marqués de Villamanrique permaneció hasta febrero de 1590 en México, regresando luego a España.

Escribió Advertimientos que el marqués de Villamanrique dio al virrey Luis de Velasco, marqués de Salinas, su sucesor en el gobierno de Nueva España, por mandato de su majestad y Declaraciones del marqués de Villamanrique en relación a los cargos que contra él hizo Diego Romano, Obispo de Tlaxcala publicados en 1590.

También redactó Memorial sobre la estadía de Álvaro Manrique de Zúñiga, I marqués de Villamanrique, virrey y capitán general de la Nueva España y los asuntos que trató con el arzobispo de México. Su sucesor, el virrey Luis de Velasco, envía con carta de 18 de abril de 1592 las copias de dos documentos: Cargos que resultan de la visita secreta del obispo de Tlaxcala, Diego Romanos, tomada a Álvaro Manrique de Zúñiga, marqués de Villamanrique y Memorial del marqués de Villamanrique a Su Majestad.

Por carta de 23 de junio de 1590 el rey Felipe II informa al virrey Luis de Velasco sobre el nuevo camino de Veracruz a México hecho por orden del virrey marqués de Villamanrique, y le pide aclarar las discrepancias entre los pro y contra de la obra. Asimismo le pide información sobre la discordia y diferencias habidas entre el marqués de Villamanrique y la Audiencia de Guadalajara sobre la provisión de oficios y cosas de gobierno.

Encontrado culpable de los cargos que se le imputaron, regresó a España deshonrado y arruinado. Entre las penas que se le impusieron, estaba la del exilio de la corte, por lo que se tuvo que establecer nuevamente en Sevilla, además de la prohibición de ocupar cualquier tipo de cargo público, y el embargo de todos sus bienes.

Por real cédula de 29 de marzo de 1599 el rey Felipe III le perdona la condena en que había incurrido tras la visita que se tomó por su oficio de virrey de la Nueva España y lo habilita de nuevo para ocupar oficios de virrey, gobierno, justicia, guerra y hacienda, de los que se le había privado a perpetuidad.

Al fallecer su madrastra Brianda Sarmiento de la Cerda el 2 de enero de 1602, presentó el marqués de Villamanrique el testamento otorgado en Madrid por su madrasta el 23 de noviembre de 1601, como albacea y ejecutor del mismo.

El marqués de Villamanrique hizo su testamento el 5 de noviembre de 1601 y lo otorgó el 8 de febrero de 1602. Falleció en Sevilla el 3 de marzo de 1604, sin haber alcanzado la resolución del Consejo de Indias que ordenaba alzar el embargo de sus bienes libres.


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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 11:27

D. Luis DE VELASCO y CASTILLA 8º VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Luis de Velasco y Castilla (Carrión de los Condes, 1539 - Sevilla, 7 de septiembre de 1617) fue un noble, político y militar español titulado marqués de Salinas del Río Pisuerga, que fue virrey de Nueva España en dos ocasiones (1590-1595 y 1607-1611) y también virrey del Perú (1596-1604).

Nació en Carrión de los Condes (Palencia) en 1539, fue hijo de Luis de Velasco y Ruiz de Alarcón, señor de Salinas y pariente de los Condestables de Castilla, perteneció a la Casa de Velasco, y de su mujer Ana de Castilla y Mendoza, descendiente del rey Pedro I de Castilla.

Tras haber ocupado el Virreinato de Navarra, don Luis padre es nombrado Virrey de Nueva España, por lo que la familia se traslada al Nuevo Mundo. A la muerte de su padre, siguió en Nueva España como regidor, pero a consecuencia de sus enfrentamientos con Álvaro Manrique de Zúñiga, el nuevo Virrey, volvió a España donde Felipe II lo nombró embajador en Florencia.

De regreso a la a Nueva España continuó la labor de su padre con sus medidas a favor de los indígenas. Conquistó a los chichimecas fundando establecimientos de tlaxcaltecas, más españolizados, entre ellos, en varias ciudades en los actuales estados de Coahuila (Saltillo), Jalisco, Guanajuato, Zacatecas y San Luis Potosí, o la de San Luis de la Paz. Duplicó el tributo que pagaban los naturales. Embelleció la Ciudad de México, abriendo el parque de la Alameda Central, mejoró las fortificaciones de Veracruz y encargó a Juan de Oñate la exploración y conquista de los territorios conocidos posteriormente como Nuevo México.

En 1595 fue nombrado virrey de Perú, cargo que comenzó a desempeñar en junio del año siguiente. Como había hecho en Nueva España, trató de mejorar las condiciones de trabajo de los indígenas, particularmente en las minas. En 1604 volvió a Nueva España, siendo nombrado de nuevo virrey en 1607 a la edad de 70 años.

Durante su segundo mandato en Nueva España comenzó las obras del desagüe del valle de México, remedio propuesto por el ingeniero y cosmógrafo Enrico Martínez para resolver el problema de las frecuentes inundaciones que sufría la Ciudad de México. Sofocó una revuelta de esclavos negros cerca de Orizaba y financió las exploraciones de Sebastián Vizcaíno a Japón (1611).

Concluido su mandato, regresó a España donde se le confió la presidencia del Consejo de Indias. Considerado uno de los administradores coloniales más capaces, en recompensa a sus servicios recibió el título de marqués, con lo que pasó de señor a marqués de Salinas del Río Pisuerga.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 11:44

D. Gaspar DE ZUÑIGA ACEVEDO y VELASCO 9º Virrey de Nueva España


Gaspar de Zúñiga Acevedo y Velasco nació en Monterrey, castillo del municipio de Monterrey, provincia de Orense, en 1560 y falleció en Lima el 10 de febrero de 1606, noble español de la Casa de Zúñiga, V conde de Monterrey, señor de Biedma, Ulloa y de la casa de la Ribera, pertiguero mayor de Santiago de Compostela, virrey, gobernador y capitán general del reino de la Nueva España (México), presidente de la Real Audiencia de México, luego virrey, gobernador y capitán general del reino del Perú, presidente de la Real Audiencia de los Reyes (Lima).

Hijo de Jerónimo de Zúñiga Acevedo y Fonseca, IV conde de Monterrey, señor de Biedma, Ulloa y de la casa de la Ribera, pertiguero mayor de Santiago de Compostela, y de su esposa Inés de Velasco y Tovar, hija de Juan de Velasco y Tovar, marqués de Berlanga, y de su esposa Juana Enríquez de Ribera. A la muerte de su padre en 1563 lo vino a heredar y fue V conde de Monterrey. Se casó en 1583 con Inés de Velasco y Aragón, hija de Iñigo Fernández de Velasco, VI conde de Haro, IV duque de Frías, Condestable de Castilla, y de su esposa Ana Ángela de Aragón y Guzmán. Las capitulaciones entre el conde de Monterrey y el duque de Frías, sobre el matrimonio de sus hijos Gaspar e Inés fueron otorgadas en 1563. Gaspar e Inés tuvieron en su matrimonio varios hijos entre ellos a su primogénito Pedro Jerónimo, que murió joven, por lo que vino a heredarlo su hermano menor Manuel de Acevedo y Zúñiga, casado con Leonor de Guzmán, hija de Enrique de Guzmán, II conde de Olivares, y de María Pimentel de Fonseca y Zúñiga (hermana de Gaspar), Inés de Zúñiga y Velasco casada con Gaspar de Guzmán y Pimentel, conde-duque de Olivares, válido del rey Felipe IV, María de Zúñiga y Aragón, que murió soltera y Catalina de Fonseca y Zúñiga, monja en el Convento de Santa Cruz de Valladolid.

Ayuda militar al rey Felipe II

Gaspar estudió en Monterrey en el colegio de los jesuitas fundado por su abuelo Alonso de Zúñiga y Acevedo Fonseca, III conde de Monterrey. A la edad de dieciocho años, decidió en 1578 dar ayuda al rey Felipe II, con sus tropas gallegas pagadas a su costo, en acciones militares en la frontera de Portugal, reduciendo a la obediencia del rey Felipe II dieciocho villas.

Gaspar con sus tropas gallegas junto con las de su primo Francisco de Zúñiga y Sotomayor, IV duque de Béjar y Plasencia, y los ejércitos reales al mando de Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba de Tormes, participaron en la revista a la entrada al Portugal, que hizo el rey Felipe II, en Cantillana cerca de Badajoz, el día 15 de junio de 1580. Gaspar defendió con sus tropas gallegas el puerto de la Coruña cuando fue atacado por el corsario inglés Francis Drake en 1589. Gaspar tuvo que litigar en 1594 con su pariente Fernando de Castro y Andrade, Conde de Lemos, ante el Consejo Real de Castilla por un trámite del pleito sobre los bienes de la Casa de Ulloa.

Virrey del reino de la Nueva España

El conde de Monterrey fue nombrado por el rey Felipe II el 28 de mayo de 1595 virrey, gobernador y capitán general del reino de la Nueva España y presidente de la Real Audiencia de México. Fue el noveno virrey de la Nueva España, que gobernó del 1595 hasta 1603. El permiso de salida firmado por Felipe II en Madrid el 27 de junio de 1695 y el expediente de información y licencia de pasajero a Indias, pasando con 70 criados, de ellos doce casados con esposas e hijos, y 58 solteros, se puede consultar en el Archivo de Indias. Llegó a Veracruz a mediados de septiembre en la flota del general Luis Fajardo, se entrevistó un día con su antecesor, Luis de Velasco y Castilla, Marqués de Salinas, en Acolmán y el 5 de noviembre de 1595 hizo su entrada oficial en la capital mexicana.

El conde de Monterrey decidió al comenzar su gobierno, para conseguir un aumento de las rentas de la corona, poblar la provincia de Nuevo México. Estudió el tratado celebrado entre su predecesor y Francisco de Oñate, lo corrigió y nombró a Vicente Saldivar para su ejecución. Las compañías reclutadas se amotinaron en Taxco, a 200 leguas de México. El virrey puso la expedición al mando del capitán Lope de Ulloa para castigar a los rebeldes y obligar a las tropas a continuar con la expedición. Nuevo México fue ocupado sin que los indígenas hicieran resistencia. La expedición fundó la ciudad de Santa Fe y llegó en sus exploraciones hasta la actual Nebraska, pero no encontró las famosas siete ciudades de oro en las provincias de Cíbola y Quivira.

El virrey, conde de Monterrey, dispuso en 1596 enviar una expedición para explorar y colonizar California, de donde llegaban noticias de existir ricos criaderos de perlas. Nombró jefe de la expedición al almirante Sebastián Vizcaíno. La expedición compuesta de tres navíos salió de Acapulco y descubrió todo el litoral de California. Se le dio el nombre del virrey a la Bahía que hoy lleva el nombre de Monterrey, fundó el puerto de la Paz en la Baja California y regresó a Acapulco. Después de intentos sin éxito por colonizar California, el padre jesuita Juan María Salvatierra fundó la ciudad de Loreto en la costa oriental de la Baja California. Se fundó la capital de Nuevo León y se le dio el nombre de Monterrey en su honor.

Los piratas, al mando de Guillermo Paro, sorprenden Campeche en 1597 sembrando el terror. Después de una fuerte resistencia son vencidos por los vecinos y su jefe gravemente herido y luego ajusticiado. El virrey conde de Monterrey ordenó la protección de los puertos y el traslado de la población de Veracruz al lugar donde hoy se encuentra, frente al castillo de San Juan de Ulúa, y en 1600 se comenzó con la construcción de la ciudad.

Durante su gobierno en México puso mucho empeño en que los indios que vivían esparcidos por los montes fueran reunidos en poblados, pero conservando para aquellos sus derechos en sus tierras, así mismo dispuso que los indios fueran libres para el servicio de los campos y las minas para evitar que fueran engañados y explotados por los mineros y por los ricos propietarios. En 1601 se levantaron los indios de la sierra de Topia debido al cruel trabajo que llevaban en las minas. El obispo de Guadalajara, Ildefonso de la Mota, fundó varias misiones de jesuitas, logrando apaciguar a los indios.

El rey Felipe III lo nombró el 19 de mayo de 1603 virrey, gobernador y capitán general del reino de Nueva Castilla (Perú) así como presidente de la Real Audiencia de Lima. Esperó en México la llegada de su sucesor Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, quien vino acompañado por su esposa y a quienes el 4 de octubre de 1603 los recibió en Otumba con gran pompa, dando un hospedaje y fiestas suntuosas que duraron ocho días, a su costa, luego siguió rumbo a Acapulco acompañado por una gran cantidad de indios llorando por su partida. Una demostración como ésta de cariño y reconocimiento sentida por los indios no se había hecho con ninguno de sus antecesores y tampoco se hizo con sus sucesores. Fue un virrey, dicen los cronistas, adornado de grandes virtudes y reconocido por los indios como su "benefactor y padre".

Virrey del reino del Perú

El conde de Monterrey, fue el décimo virrey del Perú, que gobernó del 1604 al 1606. Su despedida de México fue muy suntuosa y espléndida, se embarcó en Acapulco el primero de abril de 1604 estando delicado de salud, arribó a Paita el 24 de mayo y por diversas causas, enfermedad y mal tiempo se vio obligado a proseguir el viaje por tierra, no obstante lo fatigoso de las jornadas y el 14 de julio salió en dirección a Lima, en agosto pasaba por Lambayeque y en octubre salía de Trujillo, en noviembre pasó unos días en Huaura y, finalmente, después de haberse entrevistado con su antecesor, nuevamente Luis de Velasco y Castilla, Marqués de Salinas, hizo su entrada oficial en Lima el 8 de diciembre de 1604.

El cabildo de Lima hizo postergar las fiestas, que de costumbre se celebraban al advenimiento del nuevo virrey, por tener que realizarse un auto de fe el 13 de marzo de 1605 (reos de poca consideración, que no fueron quemados). Las fiestas en honor del conde de Monterrey se celebraron con corrida de toros y juego de cañas el 15 de abril y los estudiantes del colegio de San Pablo le dieron recibimiento el 29 de julio del mismo año.

El virrey conde de Monterrey impuso en 1604 el impuesto de pesas y medidas para financiamiento del Cabildo. El 25 de noviembre de 1604 fuertes temblores de tierra causaron en la provincia de Arequipa graves daños. Conociendo el conde de Monterrey, la emigración de indios, que por temor huyeron de sus pueblos, a consecuencia de los grandes estragos y repetidos temblores que causó la erupción del volcán Huaynaputina en 1600 en la provincia de Arequipa, comisionó al licenciado Juan Antonio de Rivero y Alderete para que dé un informe sobre los daños ocurridos y para que consiga buscar los prófugos, hacer que regresen con sus familias y trabajen en la reconstrucción de sus pueblos.

El conde de Monterrey al tener conocimiento, envió una nave a la isla de Galápagos para rescatar a diez naufragados, que habían permanecido allí dos años de penurias. La nave trajo a los rescatados en noviembre de 1605 a Lima.

Mandó crear el Tribunal de Cuentas con los fueros y preeminencias de la Contaduría Mayor de Castilla. El Tribunal quedó organizado en febrero de 1607. Se erigió el obispado de Santa Cruz de la Sierra en 1605. Se fundaron en Lima los monasterios de la recoleta de Belén, de religiosos mercedarios, la recolección de Santa María Magdalena, de religiosos dominicanos y el colegio de San Ildefonso, de la orden de San Agustín.

Su obra colonizadora prevenía la fundación de villas. Se fundó el 29 de septiembre de 1606 la villa de San Miguel de Ibarra en el Ecuador. Esta villa debía de servir de enlace entre Quito y Pasto, así como entre Quito y la provincia de Esmeralda. San Felipe de Austria de Oruro en Bolivia se fundó el primero de noviembre de 1606. La villa situada en un centro minero creció rápidamente.

Ordenó la expedición para el descubrimiento de las islas Indias Australes en el Mar del Sur cumpliendo los deseos del rey Felipe III manifestadas en su nombramiento. Puso la expedición al mando del Capitán Mercante y cabo Pedro Fernández de Quirós, asistido por el Capitán de Marina Don Diego de Prado y Tovar al mando de la nao San Pedro y San Pablo, 60 toneladas, de Luis Báez de Torres al mando de la nao Almiranta San Pedrico, 40 toneladas, y de Pedro Bernal al mando de una lancha inglesa, Los Reyes Magos, lista en caso de desembarco. Las tres naves llevaban sesenta, cuarenta y doce marineros respectivamente, entre castellanos, portugueses y flamencos.

Los tres navíos llevaban el matelotaje necesario para su éxito en cuanto a agua, alimentos y armas. Fueron a bordo también seis religiosos franciscanos, Fray Martín de Bonilla como comisario de éstos. Salió del Callao con gran solemnidad el 21 de diciembre de 1605. El papa Clemente VIII había concedido tres años antes indulgencias a los expedicionarios a petición de Diego de Prado, con la intermediación de Cristóbal Clavio. Tras la travesía del Pacífico Quirós muestra más interés por el comercio con Manila que por el descubrimiento y conspira para cambiar la dirección de la expedición hacia el nordeste cuando ésta apercibía signos de aproximarse a tierra firme, a latitud 26.

Esta tierra firme estaba evidenciada por signos tales como las nubes continentales, por el tipo de tormentas y por la manera de ponerse del sol en lo que sería el Sur de Nueva Caledonia. Este cambio en contra de lo acordado en consejo de oficiales y la ira por haber utilizado parte de los toneles destinados al agua para mercar con vino en Manila provoca el motín y la separación tras haber explorado las Islas del Espíritu Santo (Vanuatu). Posteriormente Quirós vuelve desposeído de mando a Acapulco en la nao capitana.

Diego de Prado y Luis Báez de Torres continúan la empresa. Navegan por la costa de Nueva Guinea, que cartografían y a la que bautizan Magna Margarita en honor a la reina. Posteriormente navegan hacia la tierra firme de la que han tenido ya evidencias cuando navegaban en latitud 26°.

Cuando son conscientes de que se trata de tierra firme toman posesión de lo que creen un nuevo continente, lo bautizan Austrialia del Espíritu Santo, en honor a la Casa de Austria. Encuentran numerosas poblaciones de tez relativamente clara y bastante organizados, Diego de Prado los denomina canacs. La acogida es a veces pacífica y a veces violenta. La expedición muestra mucha cautela de no agredir gratuitamente a los indígenas. Así mismo, descubren evidencias de la presencia mercante esporádica de comerciantes chinos. De Prado anota todos los indicios de riqueza mineral, vegetal y animal.

Cuando han recorrido decenas de leguas de costa en lo que sería Queensland vuelven al norte, evitando las barreras de arrecifes ("baxos" en el relato). Capturan a algunos indígenas para cristianizarlos en Manila, pero no pudieron establecerse definitivamente en ellas. La expedición continúa por el estrecho de Tovar, rebautizado por los navegantes ingleses como Estrecho de Torres, por Nueva Guinea y Borneo, donde cruzan los primeros indígenas lusófonos que les indican la cercanía a tierra explorada.

En Manila, el gobernador parece retrasar la noticia del descubrimiento por intereses comerciales y celos a una nueva tierra que haría sombra a Filipinas, mientras tanto, Quirós inunda la secretaría de Estado de relatos ficticios para ganar favores reales, pues era consciente de la existencia de tierra firme austral. Pese a las cartas, relatos, mapas y envío de un indígena al Rey, la Administración Pública Española entierra en los archivos el descubrimiento y toma de posesión de Australia.

En aquellos años se predecía que la talla de las Indias Australes fuese similar a la de América, por lo que es posible que la Administración se encontrase sin recursos para emprender otra colonización. Gaspar de Zúñiga nunca conocerá el resultado de esta expedición que financió, pues el descubrimiento acaece en 1608. El cambio de Virrey en Perú ha podido influir también en el desenlace de la historia. Báez de Torres continuará sirviendo a la Marina de manera discreta, Diego de Prado y Tovar, volverá por Goa, Ormuz, peregrinando a Alepo y de nuevo en barco vía Malta hasta llegar a Madrid, se ordenará monje y se encerrará en el convento de San Basilio de Madrid, calle del Desengaño, hoy desaparecido.

Los exploradores ingleses del siglo XVIII conocían el relato de Torres y lo respetaban como precursor. El estandarte de Diego de Prado, una Cruz de Malta sobre fondo blanco figura hoy en la bandera del Estado australiano de Queensland.

También ordenó la expedición a las tierras de los mojos en el oriente del Alto Perú (hoy Bolivia).

Hizo intensificar la minería, en especial la explotación de las minas de azogue, tan importantes en aquella época, por servir el azogue para la extracción de plata y oro. Promulgó ordenanzas para asegurar la buena calidad de las obras de artesanía, impedir el monopolio y conseguir artesanos capacitados en el ejercicio de su arte y de buena fama.

La prosperidad de los mestizos y mulatos en la América fue muy notoria en esta época. El virrey conde de Monterrey se vio obligado a redactar ordenanzas prohibiendo los atuendos de lujo a las mulatas, la posesión de armas a los mulatos y, además, prohibiendo que fueran de acompañantes de personas de calidad más de dos. Estas ordenanzas fueron en Nueva España años más tarde, en 1612, ampliadas por su sucesores y se extendieron a los negros, filipinos y chinos.

El conde de Monterrey, virrey de México y del Perú fue muy piadoso, su honradez era acrisolada. Con su patrimonio cubrió las deudas del Estado. A pesar de su quebrantada salud visitaba iglesias, repartía en limosna y actos de caridad todas sus rentas. En su época vivieron en Lima ejemplares de piedad y religiosidad como el arzobispo Toribio de Mogrovejo, Isabel Flores de Oliva, Martín de Porras, que fueron santificados por la Iglesia Católica. Sucedieron en el Perú por esos años raros acontecimientos, como los cronistas de la época lo relatan, los sucesos del terremoto de Arequipa, resurrección de muertos, arrepentimiento de herejes, apariciones de almas.

El conde de Monterrey recibió el apodo el Virrey de los Milagros. El cronista indio Felipe Guamán Poma de Ayala atestigua que el conde de Monterrey daba limosna a los pobres, favorecía a los indios, honraba a los incas y caciques, y castigaba a los corregidores, encomenderos y españoles quienes maltrataban a los indios.

Falleció en Lima el 10 de febrero de 1606 después de una larga y penosa enfermedad que lo obligó a guardar cama por más de 2 meses, que pasó en la hacienda la Granja, de los padres dominicanos, situada en Limatambo. En su testamento dejó por albaceas a Diego de Portugal, alcalde ordinario de la ciudad de los Reyes en 1606 y a Diego Núñez de Avendaño, quien al ser el Oidor más antiguo de la Real Audiencia ejerció el gobierno en ausencia del virrey, pero falleció meses después el 26 de mayo 1606. Los costos de su entierro fueron cubiertos por la Real Audiencia al no haber dinero en la casa del virrey conde de Monterrey y se lo enterró en la iglesia de San Pedro de la Compañía de Jesús. Sus restos fueron trasladados a España en mayo de 1607 por el padre Alonso Mesías, quien fue elegido procurador en Roma, y sepultados en la iglesia del Colegio de los Jesuitas, castillo de Monterrey, situado en Verín, Galicia, fundada por su abuelo Alonso. Dejó unas deudas grandes. Su hermano Baltasar ayudó a su hijo heredero Manuel por el pleito de herencia del condado de Monterrey y de los mayorazgos de su casa ante los reyes Felipe III y Felipe IV.

Su esposa, la condesa de Monterrey, se quedó en España con sus hijos durante la ausencia del conde Gaspar, residiendo en su palacio en Madrid. Ella dio refugio a su prima Juana de Velasco y Aragón, VI duquesa de Gandia, en diciembre de 1599, cuando la duquesa, camarera mayor de la reina Margarita de Austria, tuvo que retirarse de la corte del rey Felipe III a insinuaciones de su válido Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma.

Su reputación de hombre honesto era tan grande que nadie propuso que se llevara a cabo el Juicio de Residencia, que normalmente se hacía al virrey saliente cuando dejaba el gobierno. La Real Audiencia de Lima en su carta del 28 de febrero de 1606 informa al rey Felipe III la muerte del virrey, conde de Monterrey, manifestando que su gobierno fue uno de los más justos y prudentes que han gozado estos Reinos y que el conde de Monterrey fue un personaje de gran talento y singulares virtudes de piedad y justicia, y las demás, que sin duda le hicieron uno de los grandes y más importantes ministros que V.M. ha tenido. Por real cédula de Felipe III, fechada el 11 de mayo de 1608 en Aranjuez, en reconocimiento a los servicios prestados a la Corona de España por el conde de Monterrey, se concedieron a sus herederos un repartimiento en el Perú, con una renta de seis mil ducados.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 11:49

D. Juan DE MENDOZA y LUNA 10º Virrey de Nueva España


Juan de Mendoza y Luna, (Guadalajara, España, Enero de 1571 - Madrid, ibid., 9 de octubre de 1628), de la Casa de los Mendoza, III Marqués de Montesclaros y administrador de las provincias españolas en América. Fue sucesivamente el undécimo Virrey de Nueva España (1603-1607) y del Perú (1607-1615).

Juan de Mendoza y Luna era el hijo póstumo del II Marqués de Montesclaros. Fue criado por su madre, Isabel Manrique de Padilla.

Se distinguió en el servicio en el ejército del Duque de Alba en la campaña portuguesa, como un Capitán de lanceros. Para su servicio, le concedieron el honor de ser Caballero de la Orden de Santiago en 1591. Más tarde será Gobernador de Sevilla.

Virrey de Nueva España

Sirvió en el ejército con distinción en la campaña de Portugal. Fue nombrado Virrey de la Nueva España el 19 de mayo de 1603, acompañado de su esposa, Ana de Medoza (también conocida como Ana Messía), llegando el 27 de octubre del mismo año. Al poco de su llegada, en Agosto de 1604, una inundación asoló a la Ciudad de México, por lo que propuso el traslado de la capital a Tacubaya. Ante lo costoso del plan, pues los palacios virreinales no se podían abandonar, pues su construcción fue muy cara, ordenó una serie de obras para el desagüe de las lagunas de la Ciudad de México (desagüe de Huehuetoca, que no fue terminado hasta el mandato de su sucesor), de forma que se evitasen nuevas inundaciones.

También mandó empedrar las calles de la Ciudad de México, construir un acueducto para el abastecimiento de agua potable desde las fuentes de Chapultepec al centro de la ciudad (que no sería finalizado tampoco durante su mandato) y una serie de calzadas que de la Ciudad de México llevaban a Guadalupe, San Cristóbal, San Antonio Abad, Chapultepec y otras; Terminose su gobierno en el 2 de julio de 1607, embarcándose en Acapulco, destino: Lima.

Virrey del Perú

Durante su mandato como Virrey del Perú, que comenzó desde el 21 de diciembre de 1607, fomentó la flota, mandó confeccionar el primer censo de Lima, construyó el Puente de Piedra sobre el río Rímac y la Alameda de los Descalzos, y se hizo conocido por su protección de los indios, por la denuncia ante el Rey de las excesivas riquezas que atesoraban las órdenes religiosas, así como por la institución del primer tribunal mayor de cuentas del virreinato. Durante su mandato (que terminó el 18 de diciembre de 1615) se descubrió una mina de mercurio en Huancavelica.

Regreso a España

Después de volver a España en 1616 se convirtió en Consejero de estado y de Guerra del Rey, gobernador del consejo de Hacienda, también de Aragón y un alto funcionario en el Tribunal. El rey Felipe IV lo hizo Grande de España

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 12:11

D. Luis DE VELASCO y CASTILLA 11º Virrey de Nueva España

El undecimo Virrey de Nueva España fue D. Luis DE VELASCO y CASTILLA, quien ya había desempeñado este cargo siendo el octavo Virrey anteriormente, y detentando el cargo desde el 2 de julio de 1607 hasta el 17 de junio de 1611, por segunda vez, para más datos vease el post relativo al 8º Virrey de Nueva España.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 12:16

D. Francisco GARCIA GUERRA O.P. 12º Virrey de Nueva España


García Guerra O.P. (Frómista, Palencia, España, 1547 - Ciudad de México, Virreinato de la Nueva España, 22 de febrero de 1612). Fue un dominico español, ocupó el cargo de Arzobispo de México, desde 1608 hasta 1612, y en el año de 1611 asumió el cargo de Virrey de la Nueva España. Durante su corto mandato procuró mejorar la situación de los indígenas. Murió víctima de un accidente.

Tomó el hábito de la Orden Dominica en el monasterio español de San Pablo de Valladolid, donde fue Prior y principal de dicha provincia. En el año de 1607 fue designado por orden del Rey de España, Felipe III como Arzobispo de México.

El 17 de junio de 1611 se hizo cargo del virreinato. Se registró en esa época un fuerte temblor de tierra que arruinó algunos edificios, sin desgracias personales. El arzobispo-virrey se ocupó de presupuestar los gastos que se podrían hacer en las obras del desagüe de la ciudad para evitar las temidas inundaciones casi anuales.

Trató de que se les devolvieran las tierras a los indígenas, pero este intento no tuvo buen resultado ante los intereses de los encomenderos y latifundistas. También quiso arreglar el problema de la comunicación con la metrópoli, que era muy tardada por la organización de flotas para seguridad contra los piratas. Fray García Guerra murió a consecuencia de un golpe sufrido al bajar de su coche. Se le hicieron solemnes funerales y fue sepultado en Catedral, asumiendo el gobierno interino la Audiencia. Su labor no se dio a notar por el poco tiempo que duró en el cargo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 12:20

D. Diego FERNANDEZ DE CORDOBA 13º Virrey de Nueva España


Diego Fernández de Córdoba y López de las Roelas, marqués de Guadalcázar y conde de las Posadas (Sevilla, 1578 – Guadalcázar, Córdoba, 6 de octubre de 1630), fue Virrey de Nueva España del 18 de octubre de 1612 al 14 de marzo de 1621 y Virrey del Perú del 25 de julio de 1622 al 14 de enero de 1629.

Nacido en Sevilla, hijo de Francisco Fernández de Córdoba y Manrique, IX señor de Guadalcázar, y de Francisca Melgarejo de las Roelas. En 1598, a la edad de 20 años, recorrió Centroeuropa como Embajador para traer a España a Margarita de Austria-Estiria, hija del archiduque Carlos II de Austria y esposa del rey Felipe III, siendo honrado con el título de marqués de Guadalcázar en 1609.

Virreinato de Nueva España

Diego Fernández de Córdoba fue nombrado Virrey de Nueva España por Felipe III, para quién había servido de ayudante de cámara.

Durante su mandato como virrey de Nueva España, envió al capitán Diego Martínez de Hurdáiz para evitar un levantamiento por parte de los tehuecos, un subgrupo étnico de los cahuitas de Sinaloa. Martínez de Hurdáiz logró vencer tras varias duras batallas. Como virrey fundó también algunas ciudades en América como Lerma en 1613, Córdoba en 1618, y Guadalcázar en 1620.

La Córdoba mexicana, ahora situada en el Estado de Veracruz fue fundada en parte para ayudar a eliminar las bandas de esclavos negros saqueadores que se aprovechaban de los viajeros entre Veracruz y México. Completó además el Fuerte de San Diego en Acapulco.

En 1616, reinició las obras del acueducto que abastecía al Valle de México, suspendidas desde 1614. El rey Felipe III había elegido al hidrógrafo neerlandés Adrian Boot para realizar el proyecto de alcantarillado y hacerse cargo de las operaciones. Boot, que estuvo al cargo de numerosos proyectos de abastecimiento en Francia, viajó a la Ciudad de México (con un sueldo de 100 ducados al mes) y revisó el trabajo ya realizado. Su opinión fue que no serviría para drenar los lagos, pero que podría servir para desviar el río Cuautitlán, la principal causa de las continuas inundaciones de la zona. El ingeniero Enrico Martínez se ofreció para completar el trabajo con 300 hombres y 100 000 pesos, pero la obra se retrasó en espera de la aprobación del rey.

El 16 de noviembre 1616 se desató otra insurrección indígena, esta vez entre los tepehuanes y las tribus vecinas del norte. El movimiento, encabezado por un cacique que afirmaba ser el «Hijo del Sol y Dios de los Cielos y la Tierra», logró acabar con la vida de varios misioneros jesuitas españoles y con unos 200 mestizos de diferentes edades y sexos. El gobernador de Durango, con la ayuda enviada por el virrey, levantó una milicia que, tras tres meses de intensos combates, consiguió acabar prácticamente con la revuelta.

También en 1616 se produjeron muy malas cosechas debido a la sequía, lo que provocó hambruna por toda Nueva España. En 1620, un incendio destruyó gran parte de Veracruz.

Diego Fernández de Córdoba también mejoró el saneamiento y abastecimiento de agua de la Ciudad de México, completando en 1620 el acueducto de Chapultepec, formado por 900 arcos. Estableció un tribunal para regular la compra y venta de mercurio, utilizado en la producción del oro y la plata que las minas de la Nueva España habían comenzado a exportar en buena cantidad en Huancavelica. Debido a sus grandes obras, recibió el apodo de «El Buen Virrey».

Virreinato del Perú

En Perú, Diego Fernández de Córdoba reformó el sistema fiscal y acabó con las luchas entre familias rivales que ensangrentaban el virreinato, sobre todo en la ciudad de Potosí. También defendió Lima de los ataques piratas, incluidos los de Jacques L'Hermite, un comerciante y almirante neerlandés, conocido por sus viajes alrededor del globo con la Flota de Nassau (1623–1626), y por su ataque a El Callao en 1624, viaje en el que perdió la vida. En 1629, Diego Fernández de Córdoba renunció a su cargo y regresó a España, donde murió al año siguiente, en Guadalcázar, a la edad de 52 años.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 15:01

D. Diego CARRILLO DE MENDOZA y PIMENTEL 14º Virrey de Nueva España


Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gelves y conde de Priego consorte (Valladolid, España - † 1636). Fue un noble español que ocupó importantes cargos en la Monarquía Hispánica, destacando los de virrey de Aragón y virrey de la Nueva España, 1621-1624.

Nació en Valladolid (Castilla, España), cerca de 1560, hijo del segundo marqués de Távara Don Pedro Alonso Pimentel y Osorio de Bazán & de doña Leonor Enríquez de Guzmán y Álvarez de Toledo, de los condes de Alba. Ingresó en la milicia a temprana edad, destacando por su energía, valor e inteligencia.

Gentilhombre de la Cámara del rey. Capitán de las Reales Guardas Españolas. Nombrado caballero de la Orden de Santiago en 1586, fue comendador de Villanueva de la Fuente por merced de Felipe III (El Pardo, 23-XI-1598). Asistente-corregidor de Sevilla, en 1599. Alcaide del castillo de Milán, donde alcanzó el rango de capitán general de la caballería de aquel ducado italiano. Virrey de Aragón (1610-1621), después de su virreinato en la Nueva España formó parte de los Consejos de Estado y de Guerra de Felipe IV.

Fue el primero y el último marqués de Gelves, pues su única hija -doña Leonor Pimentel de Portugal- murió doncella. Don Diego Pimentel y Toledo, que este era su verdadero nombre y varonía (ostentando así las armas heráldicas de Pimentel en su retrato adjunto), casó dos veces: primero, con doña Leonor Francisca de Portugal Colón de Toledo y Vicentelo, IV condesa de Gelves; esta señora era viuda de Fernando Ruiz de Castro y Portugal, quedando en su hija doña Catalina de Castro y Portugal el condado de Gelves. Viudo y sin hijos varones, matrimonió en 1621 de segundas con doña Juana Carrillo de Mendoza Zapata y Carrillo de Albornoz, X condesa de Priego y señora de Escabias & Cañaveras, que a su vez también casaba en segundas nupcias. No hubieron sucesión.

Virrey de la Nueva España

Tras el gobierno provisional de Paz de Vallecillo (14/III/1621), en nombre de la Real Audiencia de México, el XIV virrey Carrillo de Mendoza y Pimentel -designado por el nuevo gobierno de Madrid, en el mes de abril- entró en la capital del reino novohispano el 21 de septiembre de 1621, dedicándose desde los primeros días a reorganizar el gobierno y tomando a su cargo una administración desmoralizada, cuyo antecesor había dejado en un estado deplorable; implementando medidas inmediatas para aplicar estándares de moral entre sus funcionarios. Organizó las áreas de la armada novohispana y al ejército para combatir la delincuencia que azotaba al reino. También ordenó el arresto inmediato de malhechores que fueran sorpendidos en el acto.

Organizó la persecución contra los bandidos que infestaban los caminos, mandando activar los procesos y ejecutando con todo rigor las sentencias recaídas, al propio tiempo que cuidaba de la hacienda pública, conducta que le ganó las simpatías generales de las personas honradas.

Se compró gran cantidad de grano para distribuirlo entre los pobres de la capital, como una de las medidas para combatir la sequía y el hambre que azotó a la región. También se opuso, en 1623, a la monopolización que buscaban los comerciantes del maíz, monopolio formado para proponer el alza de precios sobre los productos, en contra de los intereses de muchas personas influyentes, lo cual le creó una enemistad con éstos, que se pusieron enfrente, convirtiéndose en sus enemigos.

Durante su primer año (noviembre) en la suprema magistratura virreinal, fundó una cátedra de Cirugía en la Real y Pontificia Universidad de México, a cargo del primer doctor mexicano de nacimiento, Cristóbal Hidalgo y Bandaval (+ 1660), asignatura que se enseñaba por primera vez en América.

El 7 de marzo de 1623 el virrey dio órdenes de cesar los trabajos del sistema de drenado de la Valle de México ya que lo consideraba como un proyecto costoso, y con pocas probabilidades de ser eficaz. Asimismo se mandó la destrucción del dique que controlaba el paso de las aguas del río Cuautitlán hacia la laguna de San Cristóbal y el lago de Texcoco; lo cual acarreó graves consecuencias a su imagen y a la ciudad de México ya que el periodo de lluvias de ese año fue mayor y causó inundaciones que acarrearon pérdidas económicas y humanas.

Conflicto con el Arzobispo y revuelta en el Palacio Real

Recibió numerosas quejas contra el arzobispo de México (Juan Pérez de la Serna), referentes a su venalidad y fundadas en la manifiesta injusticia de las sentencias que se dictaban en su tribunal eclesiástico, y de ahí nació un conflicto entre ambas autoridades y jurisdicciones. El virrey dio instrucciones al arzobispo para no conceder divorcios tan fácilmente, para no aceptar regalos, y no practicar el alza de los precios en la carne (de la cual algunas órdenes religiosas poseían haciendas con innumerables cabezas de ganado).

Estas diferencias entre los dos llevó a la ruptura final, la cual ocurrió debido a un proceso legal contra Melchor Pérez de Veraiz, el corregidor de la Ciudad de México y alcalde mayor de Metepec. Acusaron a Pérez de Veraiz de que apoyaba la monopolización del maíz a favor de terceros y practicaba la granjería con fines ilícitos. Él huyó al convento de Santo Domingo para evitar la detención. Los jueces fijaron a guardias alrededor del convento, pero el arzobispo, solicitó la inmunidad eclesiástica y amenazó de excomunión a los jueces, sus aliados y a los soldados. El virrey y la Audiencia apelaron al obispo de Puebla, quien era el juez apostólico en tales casos, y se le pidió absolver la amenaza de excomunión. El prelado respondió con una prohibición general cerrando todas las iglesias en el capital por algunos días.

El 11 de enero de 1624, el arzobispo hizo una visita inesperada al Palacio Virreinal en silla de manos. Estando presente el virrey quien, junto con la Real Audiencia, habían determinado el destierro y encierro del arzobispo en San Juan de Ulúa, a quien mandaron embarcar para Europa. El arzobispo respondió ya estando en San Juan Teotihuacán con la excomunión tanto del virrey como de todos los miembros de la Audiencia, ordenando también que clérigos a caballo montaran por las calles de la capital gritando "¡Viva Cristo!" y "¡Muera el mal gobierno!". Por tal medida el virrey arrestó al arzobispo ordenando una escolta que lo acompañara de regreso a España.

Tres de los miembros de la Audiencia revocaron la orden de deponer al arzobispo, pero el virrey también los tomó prisioneros, por desacato. Como consecuencia de las medidas en contra del arzobispo se originó una revuelta popular el 15 de enero de 1624 que culminó con la quema de las puertas del Palacio Virreinal y la exigencia de destitución de Carrillo de Mendoza y Pimentel.

La Audiencia destituyó al virrey (que no había logrado dominar el motín) del alto puesto que desempeñaba, nombrando en su lugar al oidor licenciado Pedro Vargas Gabiría como capitán general; el desatinado arzobispo, quien había conseguido escapar, se autoproclamó como virrey desde el 15 de enero hasta el 3 de noviembre del corriente en que tomaría posesión del reino el tercer marqués de Cerralbo. La noche del incendio Carrillo de Mendoza y Pimentel pudo escapar del asalto a palacio disfrazado como un sirviente, consiguiendo refugiarse en el Convento de San Francisco el Grande siendo custodiado durante su estancia en la Nueva España con una escolta de honor.

Siguiendo las órdenes del rey, cuando Cerralbo llegó a Nueva España ordenó la inmediata remoción del arzobispo rebelde y restableció a Gelves como virrey por dos días no más (del 31 de octubre al 3 de noviembre) como muestra de que la autoridad del soberano estaba por encima de cualquier grupo social, económico y hasta religioso de la Nueva España.

A primeros de 1625 Carrillo de Mendoza y Pimentel se embarcó para la Península Ibérica, donde tuvo audiencia con el rey Felipe IV para responder por los actos de su gobierno y administración. La majestad católica aprobó parte de las disposiciones tomadas contra el arzobispo, pero desautorizó otras medidas de su virrey.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 15:12

D. Rodrigo PACHECO y OSORIO 15º Virrey de Nueva España


Rodrigo Pacheco y Osorio, III Marqués de Cerralbo (Ciudad Rodrigo, Salamanca, España, 1580 - Bruselas, Bélgica; abril de 1640) fue un noble español, Inquisidor de Valladolid, y XV virrey de la Nueva España desde el 3 de noviembre de 16241 al 16 de septiembre de 1635.

Era hijo de Juan Pacheco de Toledo e Inés de Toledo, marqueses de Cerralbo, y fue nombrado virrey por Felipe IV al enterarse de los motines ocurridos en la Nueva España, girándole instrucciones para investigar las causas de dichos levantamientos.

Su primera acción como virrey fue la aprehender a una flotilla holandesa que pretendía invadir el puerto de Acapulco, olvidando el encargo principal, puso en estado de defensa a dicho puerto para evitar una invasión holandesa o francesa, ya que España se encontraba en guerra con estos países. En este periodo se dio la Inundación de la Ciudad de México en 1629, la peor inundación que ha tenido la ciudad de México en su historia. Se pensó incluso que la ciudad desaparecería pues el agua ascendió hasta los 2 metros, y tardó más de cuatro años en retirarse por completo.

Finalmente fue el virrey, no su cosmógrafo Enrico Martínez, quien encontró cómo sacar las aguas de la ciudad y terminar así con la inundación. Su propuesta de cambiarla de lugar no fue aceptada.

Don Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralvo, fue gobernador y capitán general de Galicia antes de ser nombrado virrey de Nueva España. En contraste con su predecesor, el puritano y reformador marqués de Gelves, era un hombre mundano y amante de las fiestas que poseía el tacto necesario para afrontar los conflictos suscitados en el virreinato, tanto entre el poder civil y el eclesiástico como entre la institución virreinal y la audiencia de México, por el dramático derrocamiento de Gelves.

El 14 de septiembre de 1624, Cerralvo y su esposa, doña Francisca de la Cueva, hija del duque de Alburquerque, llegaron a Veracruz y emprendieron el largo viaje por tierra a la ciudad de México. La principal tarea que el Consejo de Indias le había encomendado a Cerralvo era que restaurase la paz y tranquilidad en el virreinato. Recibió dos instrucciones: una pública, fechada el 18 de junio de 1624, y una secreta, del 24 de junio. En ellas, se le ordenaba restablecer la autoridad virreinal con el fin de evitar nuevos enfrentamientos entre las distintas jurisdicciones y grupos de poder. Debía restituir provisionalmente en el puesto de virrey a Gelves para que de “esa suerte vuelva la estimación y respeto que debe tener el cargo de virrey”.

Así lo hizo Cerralvo. Con la promesa de que la temida purga de los enemigos de Gelves no tendría lugar, apaciguó a don Pedro de Vergara Gabiria y a sus allegados. El 31 de octubre de 1624, restableció simbólicamente a Gelves al frente del virreinato y al día siguiente, recibió formalmente de Gelves las riendas del gobierno.

Durante los primeros meses, Cerralvo se dedicó a reafirmar su posición al frente del virreinato. Aprovechó la ausencia del recién nombrado visitador general, don Martín de Carrillo y Alderete, para designar a sus criados a cargos vacantes en la administración y entablar amistad con los hombres más poderosos de la sociedad virreinal, entre ellos, el escribano mayor Fernando Carrillo, el regidor Pedro Díaz de la Barrera, y el rico y astuto mercader, don Antonio de Urrutía y Vergara.

El visitador general llegó a Nueva España en septiembre de 1625. En diciembre de 1627, lo hizo el nuevo arzobispo de México, don Francisco de Manso y Zuñiga, un hombre con larga experiencia en el Consejo de Indias y, como su predecesor en el cargo, don Juan Pérez de la Serna, decidido a reformar las doctrinas de indios y proteger los intereses de la sociedad criolla. Para ello, se alió con Vergara Gabiria, a quien defendió de las acusaciones del visitador y, el 20 de enero de 1628, concedió un indulto general a toda la ciudad de México por su participación en el tumulto de 1624.

Inicialmente, las relaciones entre Manso y Cerralvo fueron cordiales. Pero se deterioraron rápidamente, especialmente, tras el regreso de Carrillo a España en 1628, lo que teóricamente dejaba las manos libres al virrey para gobernar. El arzobispo, sin embargo, era un poderoso rival y estaba decidido a limitar el poder del virrey, al erigirse en portavoz y defensor de los intereses de la sociedad mexicana y de los criollos en particular. Por ejemplo, exigió al virrey que desmantelara la fuerza regular de infantería que había creado en la capital porque los criollos se oponían a ella.

El principal reto de Cerralvo era imponer en el virreinato la Unión de Armas, el proyecto ideado por el conde-duque de Olivares, que exigía de los distintos territorios de la monarquía su colaboración en una fuerza militar conjunta, capaz de afrontar los objetivos bélicos de la corona en Europa. Puesto que no se podía esperar que los virreinatos americanos contribuyeran a la Unión con hombres, se acordó que lo hicieran con dinero.

Nueva España debía entregar a la corona 250 mil ducados por año durante 15 años. Pero, pese a no disponer de parlamentos, constituciones o fueros, el virreinato presentó una fuerte oposición a las exigencias reales por medio de sus cabildos. Las ciudades de México y Puebla exigieron a Cerralvo que convocara una asamblea de todas las ciudades y pueblos del virreinato para debatir el asunto, es decir, unas Cortes mexicanas. Pero el virrey rechazó esta propuesta y las demás peticiones presentadas por las ciudades que, una a una, fueron claudicando ante sus amenazas y presiones. En el caso de Puebla, Cerralvo ordenó a los alcaldes mayores de los distritos de la jurisdicción poblana que suspendieran el envío de trabajadores del repartimiento a haciendas cuyos dueños eran regidores de la ciudad.

La intransigencia de Cerralvo y su negativa a responder a las necesidades locales le enfrentaron, irremediablemente, con el arzobispo. En cartas al Consejo, Manso acusó al virrey de encabezar una amplia red de nepotismo y corrupción, y pidió que se limitaran sus poderes, en especial, la provisión de alcaldías mayores. A las acusaciones de Manso se sumaron las quejas de los criollos de la capital, quienes alegaban que el virrey no había hecho nada por protegerles de la terrible inundación de 1629, a pesar de que Cerralvo había restaurado la calzada de San Cristóbal y ordenado proseguir las obras del desagüe de México.

La política eclesiástica también provocó un fuerte malestar. Cerralvo reafirmó la alternativa, el sistema mediante el cual los criollos y los peninsulares se alternaban los puestos principales de las órdenes religiosas, lo que no sentó nada bien a los criollos, que consideraban a la alternativa un sistema injusto que restringía su acceso a cargos a los cuales creían tener derecho.

El Consejo de Indias recibió muchas quejas contra el gobierno del virrey. Pero también llegaron a Madrid críticas contra Manso, a quien Cerralvo y sus allegados acusaban de destemplanza y ambición. En febrero de 1631, los ministros resolvieron reemplazar al virrey, pero mediante pretextos y excusas, Cerralvo logró posponer su vuelta hasta 1635. Los tres últimos años de su gobierno estuvieron marcados por la crisis económica, la recesión del comercio transatlántico, el declive del tráfico comercial en el Caribe y una epidemia de cocoliztli.

En el plano político, el conflicto entre el arzobispo y el virrey se fue prolongando de forma estéril hasta principios de 1635, fecha en la que el arzobispo Manso finalmente embarcó hacia España, lo que dejó a Cerralvo como único amo del virreinato hasta la llegada, en julio de 1635, de su sucesor, el marqués de Cadereita.

Cerralvo dejó el poder el 16 de septiembre de 1635. Pero no regresó de inmediato a España. Don Juan de Palafox y Mendoza, obispo de Puebla y visitador general, le tomó la residencia y le acusó de 48 cargos de los cuales el Consejo luego le absolvió. Sólo fue condenado a pagar una suma insignificante a un platero por una vieja deuda que había dejado sin saldar. Cerralvo embarcó hacia la península a principios de 1643, tras lo cual ingresó en el servicio del cardenal infante de Bruselas.

En 1635 regresó Rodrigo Pacheco a España para ser embajador en Viena.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 15:23

D. Lope DIEZ DE AUX y ARMENDARIZ 16º Virrey de Nueva España

Lope Díez de Aux y Armendáriz (Quito, 1575 – ¿?, 1640), fue un noble, político y marino originario de España que se convirtió en el primer criollo que ocupó el Virreinato de Nueva España, cuyo cargo ejerció de desde el 16 de septiembre de 1635 hasta el 27 de agosto de 1640, destacando por ser un gobernante recto, ponderado y trabajador.

El 29 de abril de 1617, el rey Felipe III de España le concedió el Marquesado de Cadreita, siendo su primer titular, elevando así el señorío familiar de la villa de Cadreita (Navarra) a título nobiliario.

Preocupado por la piratería, creó una flota con base y arsenal en el Puerto de Veracruz, que más tarde se denominó Armada de Barlovento, y que sirvió para la defensa de las costas y mayor seguridad en la ruta marítima a España.

Nació en la ciudad de Quito (Ecuador) en el año 1575 por estar su padre, Lope Díez Aux y Armendáriz en el Virreinato del Perú ejerciendo el cargo de presidente de las Reales Audiencias de Quito, Charcas y Santa Fe de Bogotá. Su madre fue Juana de Saavedra y Recalde, hija de Gonzalo de Saavedra, caballero de Santiago, y de Francisca de Recalde, naturales de Sevilla.

A los seis años fue enviado a España para ser educado por su abuela paterna, Inés de Castejón (mujer de Luis Díez de Aux y Armendáriz), en la villa familiar de Ágreda (Soria), y desde joven sirvió en la Armada Española, comenzando a ocupar los primeros cargos de relevancia, al ser nombrado caballero de la Orden de Santiago y general de los Galeones de la Guardia y Carrera de las Indias. Felipe IV le nombró Consejero de Guerra, su mayordomo y gentilhombre de Boca, y su embajador extraordinario al emperador en Alemania.

Contrajo matrimonio con Antonia de Sandoval y Afán de Rivera, III condesa de la Torre, hija de Perafán de Rivera y Castilla, y de Inés Enríquez de Tavera, siendo padres de una única hija llamada Juana Francisca Díez de Aux y Armendáriz Afán de Rivera, II marquesa de Cadreita, IV condesa de la Torre, señora de la villa de Guillena (Sevilla), dama de la reina Isabel de Francia, y camarera mayor de las reinas María Luisa de Orleans y Mariana de Neoburgo (mujeres de Carlos II de España) y considerada una de las más grandes señoras españolas de su tiempo, que contrajo matrimonio el 12 de enero de 1645 en el Palacio Real de Madrid con Francisco Fernández de la Cueva y Enríquez de Cabrera, VIII duque de Alburquerque, 22º Virrey de Nueva España y 45º Virrey de Sicilia, de quienes hubo sucesión.

Virreinato de Nueva España

El 19 de abril de 1635 el rey Felipe IV le asignó el cargo de Virrey de Nueva España, sucediendo al depuesto Rodrigo Pacheco y Osorio, marqués de Cerralbo, que fue enviado a Viena como embajador tras once años de servicio. Hizo su entrada triunfal en la ciudad de México el 17 de septiembre de 1635 a los 60 años de edad, ante una multitud de criollos que vieron en su nombramiento una puerta abierta para que todos los hijos de españoles nacidos en Indias pudieran ocupar cargos relevantes en el reino.

Al comienzo de su mandato le dio prioridad a los trabajos de drenaje en la capital, limpiando diques y canales que atravesaban la ciudad para salvaguardarla de las inundaciones, y ejecutó las obras de reparación por los destrozos que había causado una inundación reciente.

El 17 de enero de 1637 un terremoto destruyó algunos avances de las obras del desagüe, particularmente a la altura de la zona del túnel de La Quemada. Para llevar a cabo las obras de remodelación, recibió asesoramiento de los expertos Fernando de Zepeda y Hernán Carrillo, y en marzo del año siguiente se determinó la apertura de un canal que sustituyera al túnel, aprobado por el gobierno municipal, la Real Audiencia y los gremios. Se ejecutó aprovechando una enorme fisura del Tajo de Nochistongo, y resultó muy provechoso en el control de inundaciones, siendo ampliado por el gobierno independiente en el siglo XIX.

Como experimentado marino que conocía bien las costas de las Indias, conocía de primera mano el problema de la piratería, y le preocupó especialmente el peligro que corrían continuamente los puertos y costas de Nueva España. Para combatir estos desembarcos piratas y proteger los derechos españoles, creó una flota con base y arsenal en el Puerto de Veracruz, que más tarde sería conocida como la Armada de Barlovento.

Fundó el Convento de San Bernardo y el Hospital del Espíritu Santo, y para proteger a los habitantes y colonos del Nuevo Reino de León (el actual territorio del estado mexicano de Nuevo León) de los ataques y saqueos provocados por las tribus de Apaches y Comanches, ordenó la construcción de un presidio en Cadereyta, y otra fortificación de igual nombre en Cadereyta. También ordenó una expedición a las Californias, que tuvo un resultado desastroso.

Fue acusado de muchas irregularidades y defectos por sus enemigos, entre ellos el Obispo de Puebla, Juan de Palafox y Mendoza.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 16:54

Dd. Diego LOPEZ PACHECO CABRERA y BOBADILLA 17º Virrey de Nueva EspañaVillena (1599-1653).



Político y administrador colonial español nacido en 1599 en Alcázar de Belmonte y muerto en 1653 en Navarra. Fue virrey de Nueva España de 1640 a 1642.

Don Diego López Pacheco, marqués de Villena, duque de Escalona y conde de San Esteban de Gormaz nació en 1599 en Alcázar de Belmonte, en La Mancha. Estudió en la Universidad de Salamanca y fue coronel de infantería. Heredó los títulos nobiliarios al fallecer su hermano mayor y, en 1620, contrajo matrimonio con doña Luisa Bernarda, quien murió en 1638, un año antes de su nombramiento como virrey. Escalona fue, de hecho, el primer grande de España en ser designado virrey de la Nueva España. En abril de 1640 embarcó hacia el virreinato con una inmensa comitiva de más de 70 criados. En la misma flota viajaba el visitador general y obispo de Puebla, don Juan de Palafox y Mendoza, con quien desembarcó en el puerto de San Juan de Ulúa el 24 de junio del mismo año.

El gobierno de Escalona estuvo marcado, ante todo, por su difícil relación con Palafox. Pese al intento de ambos por dar una imagen de amistad o al menos concordia, su relación nunca fue buena, y se fue deteriorando a lo largo de 1641 hasta desembocar en un enfrentamiento abierto. A ello contribuyeron las diferencias de carácter de los dos personajes, un virrey orgulloso de su noble estirpe, ostentoso y fundamentalmente interesado en su lucro personal, y un visitador puritano, tenaz y decidido a reformar los vicios, tanto políticos como morales, del virreinato. También fueron decisivos los conflictos religiosos entre las órdenes regulares y la iglesia secular, y la actitud inflexible y crítica de Palafox hacia los defectos intrínsecos al gobierno virreinal.

La actuación del obispo en la esfera religiosa fue el detonante de la discordia. En diciembre de 1640, Palafox reformó las doctrinas de indios del obispado de Puebla, para quitar a los frailes el control de las parroquias y dárselo a los curas. Este asunto tenía una vertiente política, pues los criollos, que eran mayoría entre el clero secular y consideraban injustos los privilegios de los regulares, aplaudieron la medida. Tras un titubeo inicial, Escalona, que tenía un fuerte vínculo con la orden franciscana, salió en defensa de los frailes y autorizó a los alcaldes mayores a obstaculizar los esfuerzos del prelado, encaminados a no asignar trabajadores de repartimientos a los conventos mendicantes.

Junto a las discrepancias en el ámbito religioso, fueron surigiendo entre el duque y el obispo conflictos de índole política, consecuencia de las ideas reformistas de Palafox. En concreto, Palafox acusaba al virrey de administrar las rentas reales en beneficio propio y de sus allegados, de privar de libertad a la audiencia de México, de enriquecerse a costa de los súbditos del rey, y de hacer poco o nada por acabar con los abusos y vejaciones perpetradas por los alcaldes mayores contra los indios y españoles.

Como la gran mayoría de los virreyes en esta época, Escalona se lucraba con la venta de oficios públicos. Pero además, en contra de órdenes expresas del rey, sacó una cantidad considerable de dinero de las cajas como adelanto de su salario, dinero que invirtió en el comercio de Filipinas y repartió entre sus criados a quienes nombró a alcaldías mayores.

En su ofensiva contra la corrupción y la negligencia administrativa, Palafox chocó inexorablemente con Escalona. La ruptura definitiva se produjo, sin embargo, a raíz de una cuestión bien distinta: en diciembre de 1640 y tras 60 años de dominación española, Portugal rompió definitivamente con la corona española. Por su difunta mujer, Escalona era pariente del duque de Braganza, el cabecilla de la sublevación que había sido proclamado rey bajo el nombre de Juan IV.

La corona decidió tomar precauciones. En enero de 1641 se despacharon a Nueva España diversas cédulas; Escalona recibió la orden de no admitir más lusitanos en el virreinato, debía informarse de sus posibles intenciones, retirarlos de los puertos al interior si lo estimaba conveniente y embargar los navíos portugueses que arribasen al virreinato. Palafox utilizó y manipuló los recelos para conseguir sus objetivos políticos. Adujo el peligro que suponía que un territorio de la importancia de Nueva España para la corona estuviera en manos de un pariente del rebelde y sugirió trasladar a Escalona a otra parte de la monarquía, preferiblemente en Europa.

La tensión aumentó al extenderse el rumor de que los portugueses de Brasil y Cartagena de Indias también se habían sublevado, y que los de Nueva España estaban cada vez más envalentonados y acumulaban armas, sin que el virrey tomara las precauciones necesarias. Palafox informó al Consejo de Indias, al rey Felipe IV y al conde-duque de Olivares de todo ello. Recogió rumores acerca de la supuesta intención de Escalona de proclamarse rey de Nueva España y testimonios acerca del trato favorable que daba a los portugueses. El obispo se cuidó muy mucho de acusar abiertamente al virrey de traición, sin embargo, sí hizo lo imposible por dar a entender en Madrid que el reino estaba intranquilo porque se dudaba de la fidelidad del duque por su parentesco y favoritismo hacia los lusitanos.

Para justificarse, Escalona hizo publicar un bando en el que ordenaba a los portugueses registrarse y entregar las armas a las autoridades, y en cartas a la corte acusó a Palafox de fabricar todas estas absurdas historias para hacerse con el control del virreinato. En Madrid, sin embargo, causaron gran alarma las noticias y rumores que llegaban de Nueva España, lo que no es de extrañar teniendo en cuenta que en 1641 se había producido la conspiración del duque de Medina Sidonia, cuya hermana estaba casada con el rebelde Braganza.

En enero de 1642, una junta formada por, entre otros, el conde de Castrillo, presidente del Consejo de Indias, propuso al rey que Palafox cesara a Escalona en sus funciones y, si lo encontraba culpable, lo remitiera preso a España. A ello, el rey agregó que, si hubiera indicio suficiente de su traición, se le quitara la vida. Así lo indicaban una serie de cédulas secretas que Palafox recibió en mayo de 1642; además fue nombrado arzobispo de México y virrey interino.

Palafox envió noticia al virrey de su nombramiento como arzobispo y se dirigió a la capital. En la noche del 9 de junio, convocó sigilosamente a la audiencia, al marqués de Cadreita, al cabildo de México y a otras personalidades, y les notificó la voluntad del rey. En la madrugada, envió una comitiva de oidores y funcionarios para comunicar al virrey el contenido de las cédulas. Escalona no tuvo otra alternativa que dejar el gobierno en manos de Palafox y retirarse al convento de Churubusco, donde permaneció unos meses hasta mudarse a otro convento en el cercano pueblo de San Martín.

Con el apoyo de los franciscanos y de sus muchos amigos en España, el primogénito del duque, el conde de Santisteban, presentó una convincente defensa de la fidelidad de su padre ante el rey. En ella acusaba a Palafox de prevaricación. Escalona regresó a España en abril de 1643, fecha en la que se constituyó una junta especial, formada por consejeros de Indias y de Castilla, para estudiar su caso. Tras largas deliberaciones, fue exculpado y repuesto al frente del virreinato. Pero Escalona rechazó el nombramiento y a cambio solicitó diversas mercedes. Finalmente fue designado virrey de Sicilia, y luego de Navarra, donde falleció en 1653.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 20:52

D. Juan DE PALAFOX y MENDOZA 18º Virrey de Nueva España


Clérigo y político español, decimoctavo virrey de Nueva España y obispo de Puebla, nacido en Fitero el 24 de junio de 1600 y muerto en el Palacio Episcopal de Osma, el 1 de octubre de 1659. Miembro de una conocida familia navarro aragonesa fue adoptado por Juan y Casilda (así figura en el acta de bautismo) y bautizado en Santa María la Real, el día 29 de junio. Era hijo ilegítimo de Pedro Jaime de Palafox y Rebolledo, Marqués de Ariza, que lo reconoció cumplidos los nueve años y, según Sanchez Castañer, su madre natural, que lo había abandonado, se llamaba Lucrecia de Mendoza.

Hizo sus estudios primarios en Tarazona y los de bachiller, a partir de 1615 en Huesca. De inteligencia muy despierta, aunque inicialmente parecía destinado al ejercicio de las armas, decidió trocarlas por las letras y estudió jurisprudencia en Alcalá y en Salamanca. Entre 1620 cuando se graduó de Bachiller en Cánones y 1625, residió en Ariza (Aragón) administrando las propiedades del marquesado, leyendo autores clásicos, a la vez que perfeccionaba su dominio de las lenguas. La italiana se la enseñó su propio padre, que había tratabajo en el Vaticano. Su doctorado, según descubrimiento reciente, tuvo lugar en la Universidad de Sigüenza el 2 de marzo de 1633.

Joven aún y en representación del marquesado, asistió a las Cortes de Aragón, convocadas por el rey Felipe IV, que se celebraron en 1626, primero en Barbastro y después en Calatayud, iniciando de este modo sus contactos con la actividad política del reino. A los 27 años recibió el título de Fiscal del Consejo de Guerra, gozando del favor del rey y del Conde-duque de Olivares. Se le nombró Consultor de Cámara y segundo Ayo del príncipe Baltasar Carlos. Fue por entonces cuando sufrió una profunda transformación personal, "por razones humanas y sobre todo espirituales", como señala uno de sus biógrafos, que lo condujo al sacerdocio. En 1629 fue nombrado Fiscal del Consejo de Indias, recibió las órdenes sagradas (le ordenó "de grados y de epístola" el patriarca de las Indias don Alonso Pérez de Guzmán y "de evangelio y presbiterado" el obispo de Plasencia) y fue capellán mayor y limosnero de la infanta doña María de Austria, hermana de Felipe IV, a la que acompañó a Viena, para reunirse con su esposo, el rey de Bohemia y Hungría, después emperador Fernando III, con el que se había casado por poderes.

Durante un largo viaje que duró dos años, a partir de 1629 y del que se ha conservado un extraordinario Diario del viaje… escrito por él, visitó Italia, Bohemia, Suecia y por los Palatinados llegó hasta Flandes para terminar en Francia, regresando a Madrid en 1631. En el texto del oficio que le ordenaba viajar, se puede leer que Su Majestad le encargaba "que hiciese apuntamiento sucinto de los sucesos de esta jornada y lo que hubiese en ella. La calidad de los sujetos, provincias, ciudades, ejércitos y acaecimientos y modo de gobierno de Príncipes, y muy particularmente de todo el Imperio, Norte y Flandes; y que si se detuviese en aquellos estados, que procurase pasar a Inglaterra". Para Sánchez Castañer, fruto de este fecundo viaje, fueron algunos de sus Tratados y Escritos políticos posteriores.

Durante ocho años siguió prestando servicios a la Corona, meditando y escribiendo sobre su más reciente experiencia europea y sobre el impacto que ejercieron sobre su persona los acontecimientos y sucesos vividos directamente: "¡Ay de España, cuando tenga la guerra dentro de su misma casa. ¿Sabéis qué tal es la cara de la guerra? ¿Qué tales son sus efectos?...la Religión pisada, la tiranía poderosa, la justicia, la razón, la piedad a las espaldas...", escribió en Diálogo político del estado de Alemania y comparación de España con las demás naciones. Para Sánchez Castañer, se trata del pensamiento de un gran hispanista, convencido de "la indudable variedad peninsular y extrapeninsular hispánica". Palafox había escrito: "¿Qué fatal espejismo es ese de que porque la Corte resida en Madrid, es decir en Castilla, se haya de considerar a los nacidos en las demás regiones como extranjeros, o al menos como enemigos o al menos como súbditos poco seguros?". Sus dos exigencias fundamentales eran: "La unidad política y la pluralidad nacional de la Monarquía".

Nombrado Fiscal del Consejo de Indias el 25 de octubre de 1629 y hasta que el 27 de diciembre de 1639 fuese designado y se le consagró obispo electo de Puebla de los Angeles, en México (por el cardenal Agustín Espíndola, arzobispo de Compostela) estuvo dedicado a seguir y estudiar los problemas de América, subiendo en la escala de sus responsabilidades hasta la de consejero en 1633, de tal modo que se le consideró decano de todos los demás. Simultáneamente, se le nombró visitador general de Nueva España y juez de residencia de los virreyes marqués de Cadereita y marqués de Cerralvo, en cuyos juicios procedió con gran rigor. Sus biógragos asientan el rechazo a asumir el encargo del monarca y su aceptación final, tras la insistencia de sus valedores y amigos, el conde de Olivares y el de Castrillo y los padres maestros fray Pedro de Tapia, arzobispo de Sevilla y fray Joan de Santo Thomás, confesor de su Majestad.

Partió en la flota que transportaba al mismo tiempo al nuevo virrey, recién designado por su Majestad, don Diego López Pacheco, marqués de Villena y las incidencias ocurridas a lo largo de la navegación fueron recogidas por el cronista del virrrey, el doctor Cristóbal Gutiérrez de Medina. Habían salido del Puerto de Santa María el 8 de abril de 1640 aunque, obligados a regresar por una fuerte tormenta, tuvieron que reanudar definitivamente la navegación el 21 del mismo mes.

Llegaron a Nueva España, tras repostar en Puerto Rico y demorarse frente a las costas de Yucatán, el 24 de junio de 1640, día de su onomástica y cuarenta aniversario de su nacimiento.Tras la toma de posesión por poderes, en la persona del chantre de la catedral, entró en su sede, en la ciudad de Puebla de los Angeles, solemnemente pero conforme a la tradición montado en una mula, el domingo 22 de julio, fiesta de la Magdalena.

Durante el periodo de gobierno obispal, que se prolongó a lo largo de nueve años, dedicó su talento y entusiasmo a la terminación de las obras de la catedral de Puebla, una de las más hermosas de América, sin escatimar el menor esfuerzo. Promulgó las Reglas y Ordenanzas del Coro y Constituciones para la Contaduría, estableció las Reglas de algunas comunidades religiosas y fundó los conventos de las dominicas de Santa Inés, el tridentino de San Pedro y el de teólogos de San Pablo, a los que dotó de bibliotecas especializadas en lenguas indígenas. Su interés por los idiomas hablados por los indios de México, le llevó a acudir a las clases de un seminario donde trató de aprenderlos, promoviendo la publicación del catecismo en náhuatl.

Pronto entró en conflicto, siguiendo en todo las más reciente doctrina del Concilio de Trento, con los franciscanos, dominicos y agustinos, a los que trató de recortar sus privilegios y exenciones, que entendía limitaban las prerrogativas obispales, aunque el conflicto más grave le enfrentó con la Compañía de Jesús, con cuyos miembros discutió y aclaró los puntos, tanto de doctrina como de jurisdiccion eclesiástica, mediante una ruidosa controversia. En torno a esta disputa doctrinal y teológica, escribió sendas cartas al papa Inocencio X, fechadas en 1647 y 1649, a las que éste respondió solicitando del Obispo una actitud más conciliadora, aunque igualmente firme. En un breve fechado en 1653 Inocencio X confirmó la plena aceptación de las posiciones de Palafox.

Siguiendo órdenes recibidas de la Corte, enjuició y resolvió con todo rigor las actuaciones del virrey Diego López Pacheco, Marqués de Villena (agosto 1640-junio 1642), al que destituyó y sustituyó interinamente, del 9 de junio al 23 de Noviembre de ese año, tratando de poner freno a los abusos que habitualmente se cometían y promoviendo una rebaja de precios en los consumos de los más pobres. Simultáneamente, rechazó el título de arzobispo de México, para continuar al frente del Obispado de Puebla. En cambio, durante estos cinco meses ejerció la Capitanía General del virreinato. En noviembre de 1642 entregó el mando al conde de Salvatierra, García Sarmiento de Sotomayor.

Entre las actividades que desarrolló, según los cronistas de la época, en el curso de su breve periodo virreinal, "arregló los estudios de la Universidad y redactó sus Constituciones, formó ordenanzas para la Audiencia, abogados y procuradores y levantó 12 compañías de milicias para la defensa del reino".

Al final de su gobierno, "como era talentoso e incansable", escribe de la Torrre Villar, redactó una interesante Relación en la que desmenuza la situación general de Nueva España y describe las funciones del virrey: "Conservar estas provincias en paz y en justicia, mirar con amor la hacienda del rey, amparar a los indios, despachar con brevedad las flotas y armadas, defender las costas del mar de la invasión de sus enemigos, excusar discordias públicas o tumultos en el interior y encaminar todas las materias al mayor servicio de Dios y de S.M.".

De su actuación como virrey, los jueces de residencia dictaminaron en 1652 "declarar a D. Juan de Palafox y Mendoza por bueno, recto y limpio ministro y celoso del servicio de Dios y del rey nuestro señor. Y que merece que S.M. le premie los servicios que ha hecho….honrándole y sirviéndose de su persona en iguales y mayores puestos y oficios".

Llamado por Felipe IV, obedeciendo las órdenes contenidas en cédula fechada en Madrid el 6 de febrero de 1648, a principios del año siguiente inició un largo proceso de despedida de sus feligreses, a los que había prometido no abandonar nunca voluntariamente. En enero comunicó al cabildo la noticia de su próximo viaje a España y el mes de abril lo ocupó con las fiestas de la Dedicación de la Santa Iglesia Catedral, en cuyo novenario se vistió de negro riguroso, para demostrar el dolor que sentía al dejar la sede angelopolitana. El presbítero Tamariz de Cardona describe las escenas que tuvieron lugar: "Los diluvios de gente que concurrieron en el palacio episcopal: los regulares a despedirse, los naturales a lastimarse, los nobles y capitulares a asistirle, las mujeres a enternecerse, los pobres a sentir la falta de su obispo, el clero a manifestar su desconsuelo…".

Partió de la ciudad de Puebla el 6 de mayo de 1649, creyendo que regresaría al cabo de poco tiempo y embarcó finalmente en Veracruz el 10 de junio, nueve años después de su llegada. Tras el juicio de residencia que se celebró en Madrid, Felipe IV lo designó para que ocupase la presidencia del Consejo Real de Aragón. En Madrid, entre tanto, además de escribir y estudiar, se incorporó a varias de las numerosas congregaciones y corporaciones religiosas existentes, como la de la Escuela de Cristo, de la Magdalena, del Caballero de Gracia, del Ave Maria y del Salvador.

Finalmente, mediado el año de 1654 se le otorgó la mitra del Obispado de El Burgo de Osma, "donde vivió con suma pobreza y al servicio de los pobres, visitando a los enfermos y todas las poblaciones de la diócesis". Realizó numerosos viajes por todos los lugares de la zona, sufriendo y consolándose como penitencia y y al cabo de cinco años falleció, en el Palacio Episcopal de Osma, el día primero de octubre de 1659.

"Varón de enorme espiritualidad, fecundo escritor, poeta latino y español de enormes méritos, habiendo vivido virtuosamente, sus devotos y admiradores trataron de promover su beatificación". Su causa, introducida en 1726 durante el papado de Benedicto XIII, fue objetada por los jesuitas y se convirtió en complicado asunto político, ya que aunque en la votación final, celebrada en 1777, se pronunciaron veintiséis votos a favor frente a quince en contra. Pio VI, años más tarde, suspendió definitivamente su aplicación.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 29 Abr 2016 20:59

D. Garcia SARMIENTO DE SOTOMAYOR 19º Virrey de Nueva España


Militar y administrador colonial español nacido en fecha desconocida y muerto el 26 de junio de 1659 en Perú. Fue virrey de Nueva España de 1642 a 1648.

Don García Sarmiento de Sotomayor y Enríquez, II conde de Salvatierra y marqués de Sabroso, escaló de forma rápida dentro de corte del joven rey Felipe IV. En 1625, fue nombrado gentilhombre de la cámara del rey, privilegio al cual añadiría el cargo de comendador de la villa de los Santos de Maimón, caballero de la orden de Santiago, caudillo mayor del reino y obispado de Jaén y, finalmente, corregidor de Sevilla.

Salvatierra no era letrado ni había tenido experiencia en la administración de los territorios de ultramar cuando, en 1642, fue designado virrey de Nueva España. Aunque no queda memoria de las instrucciones de gobierno que recibió del Consejo de Indias, se puede deducir que su objetivo principal era recaudar fondos lo más rápido posible para hacer frente a las urgentes necesidades financieras y militares de la corona en Europa.

Salvatierra no dudó en imponer nuevos tributos en el virreinato y demostró poca o ninguna consideración por el efecto que ello podía tener sobre la economía y sociedad novohispanas. Hizo lo posible por reprimir todo indicio de oposición a sus objetivos y por ganarse el apoyo de los oficiales reales, indispensable para llevar a la práctica las órdenes del rey. En cuatro años como gobernante, logró enviar a España cuatro millones y medio de pesos, dinero que serviría para tapar los agujeros de una costosa lucha por conservar la supremacía española en Europa.

Los objetivos financieros y fiscales del conde le enfrentaron inevitablemente con el obispo de Puebla y visitador general, el reformista don Juan de Palafox y Mendoza, quien abogaba por negociar con los cabildos locales y reducir la presión fiscal. El primer choque fue a raíz del cabildo de México, que tenía deudas con la corona que Salvatierra pretendía cobrar.

Una de las primeras medidas que tomó Salvatierra tras llegar a Nueva España fue obligar al ayuntamiento metropolitano a pagar sus deudas con la corona. El cabildo debía 100.000 pesos de los 200.000 que había acordado pagar por la abolición de la figura del corregidor, a los que se sumaban 180.000 pesos del último cabezón del contrato de alcabalas. La cantidad a pagar no era tanta, pero en los siguientes tres años el cabildo tendría que entregar otro millón y medio de pesos en concepto del tercer cabezón.

En vista de que esta cantidad apenas era menor que la que al cabildo le había supuesto tanto esfuerzo pagar en diez años, Salvatierra declaró insolvente al cabildo y, en agosto de 1643, traspasó el control de la administración de alcabalas al Consulado de mercaderes de México. Ello fue un duro golpe para el cabildo de México, que perdía así un instrumento muy eficaz para negociar concesiones políticas con la corona.

Otro objetivo de Salvatierra era imponer la composición de tierras, una medida que obligaba a los terratenientes del virreinato a pagar una cantidad a cambio de legalizar su tenencia sobre la propiedad. Salvatierra logró implementar la composición, aunque no con el éxito que hubiese deseado, puesto que encontró una fuerte resistencia en Puebla, el granero del virreinato y obispado de Palafox. Algo similar ocurrió cuando el conde intentó imponer el papel sellado, medida que Palafox como portavoz de los intereses de la población rechazaba al alegar que el virreinato no estaba en condiciones de tolerar un nuevo tributo. Pese a sus advertencias, Salvatierra impuso el papel sellado, lo que provocó fuertes protestas en la ciudad de México y un éxito moderado.

En el plano político, Salvatierra se vio obligado, a causa de la popularidad, poder y jurisdicción de Palafox, a reforzar su autoridad sobre la audiencia y otras instituciones del virreinato. Para ello, atrajo a su lado a los viejos enemigos del obispo: los frailes mendicantes los jesuitas, los despechados criados de Escalona y todos aquellos amenazados por la visita general. Nombró a sus allegados a cargos clave del virreinato, como la alcaldía mayor de Puebla y el corregimiento de México, y se puso manos a la obra para ganarse el apoyo y lealtad de los oidores de la audiencia, que hay que recordar también estaban bajo la jurisdicción de Palafox como visitador general. ¿Cómo lo hizo? Entregó a cada miembro de la audiencia al menos una alcaldía mayor, que luego podría legar a sus hijos o vender a terceros con suculentas ganancias.

Con esta medida astuta pero completamente ilícita, Salvatierra logró forjarse un poderoso círculo de cómplices y amigos con el que resistir la oposición de Palafox. Con todo su apoyo, envió informes a la corte para acusar al obispo de pretender socavar su autoridad y de poner en peligro la estabilidad del virreinato.

Palafox se defendió en cartas al Consejo de Indias, en las que acusaba al virrey de corrupción y mal gobierno. Pero sus argumentos no convencieron a los ministros. Muchos en Madrid temían que al poner en tela de juicio la autoridad del virrey, las reformas de Palafox amenazaban con destruir la única garantía de estabilidad cuando era prioritario mantener un flujo de caudal a la península. Desde la perspectiva de la corona, no era el momento adecuado para implementar reformas profundas o para experimentar con nuevas fórmulas políticas. La reforma del virreinato tendría que ser sacrificada a la supervivencia de España en Europa.

Palafox hizo un último intento por llevar a cabo su proyecto de reforma, al someter a los alcaldes mayores a la visita general. Pero la reacción de los oficiales fue instantánea. Recurrieron al virrey, quien convocó a la audiencia y revocó el edicto del visitador. Palafox amenazó con imponer fuertes multas a Salvatierra y a los oidores si no se retractaban. Pero con la ayuda del alcalde mayor de Puebla y otros allegados, Salvatierra fabricó informes en los que acusaba a Palafox de orquestar una sublevación. Al mismo tiempo que apoyaba a los jesuitas en su contienda con el prelado, con sobornos y amenazas, el virrey logró que el cabildo de México escribiera una carta al rey para pedir el fin de la visita general, en concreto, de la reforma de los alcaldes mayores. Acusado de traición y acorralado, Palafox se rindió. El 10 de diciembre de 1646 puso punto y final a la reforma de los alcaldes mayores.

Tras analizar la documentación sobre el conflicto entre Salvatierra y Palafox, el Consejo de Indias tomó una decisión con miras a la seguridad del virreinato. En mayo de 1647, los ministros presentaron una consulta al rey en la que proponían el traspaso de Salvatierra al virreinato del Perú, el nombramiento del obispo de Yucatán, don Marcos de Torres y Rueda como virrey interino, y la inmediata suspensión de la visita general. Las órdenes llegaron a Nueva España en septiembre de 1647.

En ese momento, Palafox se encontraba exiliado en San José Chiapas. Regresó a Puebla en diciembre e hizo, formalmente, las paces con Salvatierra. Pero, pese a las estrictas ordenes reales, la relación entre ello no mejoró. Salvatierra hizo varios intentos por posponer su viaje a Perú e impedir la entrada en la ciudad de su sucesor, mientras que Palafox continuaba denunciándolo en cartas a Madrid. La llegada de nuevas cédulas del Consejo en marzo de 1648 finalmente provocó que Salvatierra abandonara el virreinato. Apartado de su puesto, el conde había sido nombrado a idéntico cargo en el Perú; procedente de Nueva España, esto era considerado una promoción. Con su reputación intacta, Salvatierra abandonó la ciudad de México el 13 de mayo de 1648 camino a Acapulco, y de allí embarcó hacia el Perú.

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