HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 00:33

Excmo. Sr. D. Juan ALAMINOS Y VIVAR LXXXVII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Juan Alaminos y Vivar (1813 - 1899) fue un general español.

Nació el 27 de octubre de 1813 en Cuéllar. Empezó su carrera militar en la primera guerra carlista, distinguiéndose en numerosos hechos de armas. Asistió a la guerra de África mandando el regimiento de Albuera, significándose por su adhesión al general Prim.

Ascendió a Teniente general en 1869 y desempeñó las capitanías generales de Castilla la Nueva y Filipinas y la Dirección general de inválidos.

Además, fue senador del Reino de España por las provincias de Burgos y de Córdoba.

En 1872 el municipio filipino de Zarapzap, bajo el mando del capitán Domingo Montemayor, cambia su nombre por el de Alaminos, en honor del entonces Gobernador General de Filipinas Juan Alaminos y Vivar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 00:40

Excmo. Sr. D. José MALCAMPO Y MONGE LXXXVIII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

José Malcampo y Monge (San Fernando, 1828-Sanlúcar de Barrameda, 23 de mayo de 1880), marqués de San Rafael, fue un marino español, presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Amadeo I.

Nació en San Fernando. Participó en la Revolución de 1868. Fue presidente del Consejo de Estado, gobernador y capitán general de Filipinas y senador por la provincia de Cádiz. Falleció el 23 de mayo de 1880 en Sanlúcar de Barrameda. Le fueron concedidos los títulos nobiliarios de conde de Joló y vizconde de Mindanao

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 00:46

Excmo. Sr. D. Domingo MORIONES y MURILLO LXXXIX Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


Militar y gobernador español de las islas Filipinas, nacido en Leache (Navarra) el 20 de diciembre de 1823 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1881, que ejerció el mandato colonial entre 1877 y 1880. Su gobierno estuvo caracterizado por las reformas administrativas y económicas así como por la consolidación del dominio español sobre el archipiélago de Joló.

Domingo Moriones ingresó en el ejército en las filas del regimiento de lanceros de María Cristina, participando en diversas acciones durante la guerra carlista, entre ellas la toma de Morella (1840). Terminado este conflicto estuvo destinado en Aragón y Cataluña, aunque los avatares políticos le llevaron al retiro en dos ocasiones (1857 y 1863). Tras el triunfo de la revolución de 1868 le fue confiada la Capitanía General de Navarra, y al estallar la tercera guerra carlista fue nombrado general en jefe del Ejército del Norte. Por su brillante victoria en Oroquieta (mayo de 1872) se le concedió el título de marqués de dicha localidad. Ascendido al empleo de teniente general, fue a continuación nombrado gobernador de Filipinas, cargo del que tomó posesión el 28 de febrero de 1877 recibiéndolo de manos de José Malcampo.

Entre sus primeras medidas de gobierno, el nuevo gobernador castigó duramente a los artilleros amotinados en el mandato anterior y concluyó las negociaciones con el sultán de Joló para la firma de un nuevo tratado de paz (julio de 1878) que reafirmó la soberanía española sobre el archipiélago. Continuando con la línea política reformista de sus antecesores, Moriones expidió diversos decretos para mejorar la administración colonial y las infraestructuras materiales de las Filipinas. Así, entre otras medidas impulsó el tendido de nuevas líneas telegráficas y las obras de alcantarillado de Manila (1878); amplió el servicio postal entre islas, a cuyos trabajadores eximió de la prestación personal; defendió el monopolio del tabaco; y fundó el Monte de Piedad de Manila (decreto de 17 de marzo de 1880)

En materia educativa, el gobernador Moriones mostró al parecer un genuino interés por extender la alfabetización a toda la población, especialmente entre huérfanos o niños de familias pobres, y aumentó la dotación económica para la construcción de escuelas. Con el fin de sanear sus cuentas, expidió un decreto que reorganizó la administración del Colegio San José y la Universidad de Santo Tomás (septiembre de 1877), mientras otro de diciembre de 1879 creó la Escuela Especial de Comadronas, dependiente de la Facultad de Medicina. Sin embargo, y siguiendo la política dictada desde Madrid, este gobernador hizo oídos sordos a todas las peticiones de los ilustrados filipinos en cuanto a la situación de discriminación sufrida por los nativos frente a los españoles a la hora de ocupar puestos en la administración civil, las instituciones religiosas, o el ejército.

Debido a su delicado estado de salud Domingo Moriones renunció al cargo en marzo de 1880, siendo sustituido por Fernando Primo de Rivera.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 20:56

Excmo. Sr. D. Rafael RODRIGUEZ ARIAS XC Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Rafael Rodríguez de Arias y Fernández de Villavicencio (San Fernando, 1820 – Madrid, 1892) fue un político y marino español.

Marqués consorte de Blegua. Contraalmirante en 1872. Comandante general de la escuadra del Mediterráneo. Fue capitán general de Filipinas en 1880.

Fue ministro de Marina entre el 13 de mayo y el 31 de diciembre de 18741 en un gabinete Zabala; entre el 13 de enero y el 13 de octubre de 1883 y desde 10 de octubre de 1886 al 21 de enero de 1890, en gabinetes presididos por Sagasta. Senador. Vicepresidente del Consejo Supremo de Marina.

Tiene calle dedicada en Bilbao.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 21:10

Excmo. Sr. D. Fernando PRIMO DE RIVERA Y SOBREMONTE XCI Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Fue Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas en dos periodos, el primero 15 de abril de 1880 al 10 de marzo de 1883, y un segundo desde el 23 de abril de 1897 al 11 de abril de 1898, todos sus datos constan en otro post, de este mismo hilo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 21:28

Excmo. Sr. D. Emilio TERRERO Y PERRINAT XCII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Este militar de origen sevillano detentó el cargo en el periodo del 4 de abril de 1885 hasta finales de 1888, entre otros problemas relativos a la piratería tuvo que hacer frente a la que podemos llamar la primera insurrección de los independentistas filipinos.

Un levantamiento como el que estalló allí, en agosto de 1896, sólo es atribuido a diferentes causas, y se puede considerar dentro del modelo típico de insurrección colonial. El sentimiento separatista venía gestándose desde tiempos atrás, fundamentalmente, por la deficiente administración colonial española, agudizada por la inestabilidad política de la España isabelina, y el apoyo norteamericano a dichos movimientos separatistas, encabezado por el rebelde Datto Utto.

Estas rebeldías fueron resueltas en principio por el entonces Capitán General de Filipinas en 1886, el sevillano, General Terrero Perinat, pero no pudo evitar que algunas sociedades secretas se encargaran de canalizar el descontento hacia acciones revolucionarias.

El ejército en Filipinas estaba compuesto en su mayoría por indígenas, excepto los mandos. Cuando comienzan las deserciones, aquel ejército ve sus filas reducidas, y al adversario más fuerte y peligroso. A partir de 1890, el nacionalismo filipino fue tomando gran auge. Los más radicales, encabezados por Andrés Bonifacio, fundan Katipunan, que significaba en español "Suprema y Venerable Asociación de los Hijos del Pueblo", y lo constituían una sociedad eminentemente revolucionaria, adaptada al ideario indígena, cuya finalidad era luchar con métodos violentos contra el régimen español. La influencia del Katipunan, fue decisiva en la sublevación tagala.

La revolución definitiva daría comienzo en agosto de 1896. Era a la sazón Capitán General de las islas D. Ramón Blanco, Marqués de Peña Plata.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 22:50

Excmo Sr. D. Joaquin JOVELLAR SOLER XCIII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


Joaquín Jovellar Soler, o Jover (Palma de Mallorca, 28 de diciembre de 1819-Madrid, 16 de abril de 1892) fue un militar y político español, presidente del gobierno de España en 1875, capitán general de Cuba (1872-1874; 1876-1878) y capitán general de Filipinas (1883-1885).

Nacido en Palma de Mallorca el 28 de diciembre de 1919, inició su carrera militar durante la Primera Guerra Carlista, y casi toda la década de 1840 estuvo destinado en Cuba. En 1859 fue secretario de campaña del general Leopoldo O'Donnell en la guerra de Marruecos, participando en algunas operaciones militares, entre ellas la batalla de Wad-Ras, donde fue herido el 23 de marzo de 1860.

En 1863 recibió el ascenso a brigadier y al año siguiente se le nombró subsecretario del Ministerio de la Guerra. En junio de 1866 resultó nuevamente herido al combatir a la sublevación progresista de los sargentos del cuartel madrileño de San Gil, promovida por el general Juan Prim. No obstante, el hecho de que el gobierno le relegara a continuación incidió notablemente en su ánimo, adhiriéndose a la revolución de 1868, que destronó a Isabel II.

Seis años más tarde fue ascendido a teniente general y en el transcurso del año 1873 el presidente de la I República, Emilio Castelar, le nombró capitán general de Cuba. Desde ese puesto tuvo que hacer frente a la delicada crisis del denominado asunto del Virginius. A su regreso a España en 1874 fue designado general en jefe del Ejército del Centro, con el que se sumó a los preparativos del pronunciamiento encabezado por el general Arsenio Martínez Campos en Sagunto para restablecer en el trono a la Casa de Borbón.

Desempeñó por primera vez el cargo de ministro de la Guerra en el primer gobierno presidido por el conservador Antonio Cánovas del Castillo, entre diciembre de 1874 y septiembre de 1875, y además recibió el ascenso a capitán general. Posteriormente fue designado presidente del gobierno que, desde septiembre hasta diciembre de 1875, debía gestionar la celebración de las elecciones para formar las Cortes Constituyentes de la Restauración, y en el cual de nuevo desempeñó el cargo de ministro de la Guerra. Cánovas le conservó como ministro del mismo ramo en el siguiente gobierno y pocos días después fue nombrado otra vez capitán general de Cuba, puesto en el que permanecería entre 1876 y 1878. Años después fue designado capitán general de Filipinas en 1883.

A su vuelta a la península en 1885, ocupó una vez más la cartera de Guerra (1885-1886), bajo el primer gobierno de la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, encabezado por el liberal Práxedes Mateo Sagasta.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Abr 2016 22:56

Excmo. Sr. D. Valeriano WEYLER Y NICOLAU XCIV Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


El Capitán General Valeriano WEYLER detentó el cargo de Gobernador de las Islas Filipinas en el periodo comprendido desde inicios de 1888 hasta finales de 1891, teniendo que hacer frente a frecuentes insurrecciones y ataques de los separatistas financiados por los Estados Unidos, sus datos biográficos constan en otro post de este mismo hilo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 Abr 2016 22:43

Excmo. Sr. D. Eulogio DESPUJOL Y DUSAY XCV Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


Eulogio Despujol y Dusay (Barcelona, 11 de marzo de 1834 – Ribarroja del Turia, 18 de octubre de 1907), I conde de Caspe, fue un militar, político y gobernador colonial español.

Destacado participante en la tercera guerra carlista, Alfonso XII le nombró conde de Caspe en 1878 por la victoria obtenida en Caspe sobre las fuerzas carlistas.

Fue sucesivamente gobernador de Puerto Rico, de Filipinas, capitán general de Valencia y de Cataluña; diputado del congreso por la provincia de Puerto Rico en las elecciones de 1884, distrito de Aguadilla, senador vitalicio desde 1896 y por derecho propio en 1903.

El 7 de julio de 1892 fue el responsable del arresto de José Rizal y su posterior deportación a la isla de Mindanao.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 Abr 2016 22:50

Excmo. Sr. D. Federico OCHANDO XCVI Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas (interino)


Federico Ochando y Chumillas (1848-1929) nació en Fuentealbilla, distrito de Casas Ibáñez, Albacete. Ingresa en la academia militar de Estado Mayor en 1864, siendo promovido a alférez en 1867 y a teniente de Estado Mayor en junio de 1869. La historia de sus ascensos y méritos va pareja a la luchas y guerras mantenidas por la monarquía alfonsina. Una de sus primeras acciones militares fue el encuentro librado en Barcelona, contra los insurrectos republicanos, combatió a varias partidas republicanas y libro combate en San Celoni, por el que obtuvo como recompensa el grado de capitán. Posteriormente fue destinado a Valencia para combatir a los carlistas del Maestrazgo, por lo que se le concedió la Cruz Roja de primera clase al mérito militar.

Las crónicas de la época, recogen el continuo ascenso de Federico Ochando y Chumillas como militar “No satisfecho su ardor patriótico, por la pacificación de España, hombre de guerra ante todo, a la guerra había de ir donde quiera que se ascendiese”. Unido a su brillante carrera militar ha de atribuirse su larga vida política y parlamentaria en el Congreso y en el Senado, desde 1879 a la Dictadura de Primo de Rivera, en el que se disolvió el parlamento, a excepción de algunas legislaturas. Fue electo por los distritos de Alcaraz y Casas Ibáñez en varias legislaturas; senador electo por La Habana (1896-1898), por Albacete a partir de 1898, senador vitalicio desde 1906 y vicepresidente del Senado en la legislatura de 1902 y 1911

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 Abr 2016 22:54

Excmo. Sr. D. Ramón BLANCO Y ERENAS XCVII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

D. Ramón Blanco y Erenas ostentó el cargo de Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas en el periodo indeterminado que se inicia en 1893 y duró hasta el 13 de diciembre de 1896.

Para más datos sobre este militar, consultar su biografía en otro post de este mismo hilo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 20:12

Excmo. SR. D. Camilo GARCIA DE POLAVIEJA y DEL CASTILLO NEGRETE, XCVIII Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


Camilo García de Polavieja y del Castillo-Negrete, marqués de Polavieja (Madrid, 13 de julio de 1838 - ibíd., 15 de enero de 1914) fue un militar y político español, apodado «el general cristiano» a causa de su religiosidad. En el terreno militar fue calificado como un gran estratega y se le consideró, junto a Joaquín Costa, uno de los más notables regeneracionistas —en el caso de Polavieja de carácter conservador— de España. Su carrera política se caracterizó por el respeto a la monarquía —gozó de una buena relación con la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena, así como tuvo cierta cercanía con los sectores más católicos y conservadores del país— y por su intento de impulsar cambios en España, sumida en una grave crisis por el punto final del imperio colonial. Los apoyos que recibió en su vuelta a la península tras sus éxitos militares en Cuba y Filipinas se aglutinaron en un movimiento conocido como «polaviejismo»,que se ha llegado a comparar con el boulangismo francés.Considerado un hombre de carácter «enérgico»,participó en la guerra de Marruecos, la Tercera Guerra Carlista, la Guerra de los Diez Años, la Guerra Chiquita; así como fue capitán general de Cuba y de las islas Filipinas.

Nació el 13 de julio de 1838 en Madrid, en el seno de una familia acomodada, sus padres gozaban de brillante posición social y económica. Era además sobrino del conde de Morphy. Hizo sus primeros estudios en Madrid, Málaga y Alcoy y terminados estos comenzó los preparativos para ingresar en la Academia de Estado Mayor, deseo que no pudo materializarse por el fallecimiento de sus progenitores, en primer lugar de su madre en 1849 y más tarde el de su padre, en 1858. El día 20 de agosto de 1858 se inscribió como soldado en el regimiento Navarra número 25; a primeros de octubre del mismo año ascendió a cabo segundo por elección y un año después ya era sargento segundo.

Al estallar la Guerra de Marruecos el entonces sargento Polavieja acudió con su regimiento, que se hallaba de guarnición en Valladolid, al teatro de operaciones; su bautismo de fuego tuvo lugar en la batalla de Wad-Ras, después de la cual recibiría el grado de sargento primero y la felicitación personal del general Leopoldo O'Donnell. Terminada la campaña de Marruecos pidió y obtuvo el pase al ejército de Cuba con el grado de alférez, en 1863.

Tercera guerra carlista

Polavieja participó en la Tercera Guerra Carlista. Durante el desarrollo de la contienda, en junio de 1872, alcanzó el grado de teniente coronel, el cual le fue otorgado por el general Arsenio Martínez Campos por su actuación en Valencia; participó además en el sitio de Cartagena. Nuevamente a las órdenes del general Martínez Campos se enfrentó en varios encuentros con las tropas carlistas, especialmente con la columna de Savalls. También participó en la rotura del sitio de Manresa, además de la ocupación de la ciudad de Vich. Continuó con la campaña en el norte formando parte del tercer cuerpo del ejército y después de numerosas operaciones entró en Bilbao, tras lo cual sería recompensado con el ascenso a coronel, además de tomar el mando del batallón de Toledo. Más tarde se puso bajo órdenes directas del rey Alfonso XII para levantar el bloqueo de Pamplona, tras lo cual participó en la batalla de Treviño y la toma de Salvatierra, además de proteger el flanco y la retaguardia del ejército en la marcha de este sobre Munguía; más tarde tomó el paso de los Pagos y el pueblo de Peñacerrada, donde derrotó a las tropas carlistas. En el año 1876, después de duros combates, tomó varias posiciones carlistas, como el fuerte de San Carlos, y asistió a la batalla de Elgueta, tras lo cual sería ascendido a brigadier.

Tras una breve etapa mandando la 2.ª Brigada de Cataluña y desempeñando el gobierno militar de Gerona, fue destinado a la isla de Cuba, donde entró de lleno en la Guerra de los Diez Años. Durante 1877 combatió a los independentistas cubanos Pancho Jiménez y Antonio Maceo; se recompensó su proceder con la concesión de la Gran Cruz del Mérito Militar.

En 1878 obligó al brigadier rebelde Emiliano Sánchez a rendirse con 44 oficiales y toda su partida. El 17 de julio fue ascendido a mariscal de campo y nombrado comandante general y gobernador de la provincia de Puerto Príncipe. El año siguiente fue nombrado gobernador de Santiago de Cuba. Puso fin además a la llamada «Guerra Chiquita», en la que Polavieja hizo especial énfasis en insistir en el «carácter negro» de las revueltas, intentando minimizar frente a la opinión pública el apoyo de los blancos al movimiento y haciendo del conflicto en la isla una supuesta «guerra de razas». Existe la versión de que la tajante actuación del general Polavieja impidió la pacificación de la región.

En 1882 regresó a la península y pasó a desempeñar numerosos cargos, entre ellos el de consejero del Consejo Supremo de Guerra y Marina o el de capitán general de Andalucía, cargo que ostentó hasta enero de 1888. El 19, 20 ó 21 de marzo de 1885 se casó con doña María de la Concepción Castrillo y Medina, de familia sevillana, llamada también Concepción Benjumea de Polavieja en algunas fuentes. El mayor de sus hijos —de nombre Alfonso y fundador en 1916 del periódico La Nación— nació el 11 de enero de 1887; Polavieja tuvo al menos otros dos vástagos, llamados Camilo y Ángeles.

Gobernador general de Cuba

El 20 de agosto de 1890 fue nombrado gobernador general de Cuba, tras la dimisión de José Chinchilla. Nada más llegar procedió con la expulsión de la isla del líder independentista Antonio Maceo, al que acusó de racismo y de querer establecer una «república negra», declaraciones que han sido a su vez consideradas también como racistas.

La visita de Maceo a Cuba fue imprevista, este incluso llegó a pasearse por la «Acera del Louvre» de La Habana, símbolo de las clases altas criollas de raza blanca en la isla y a tener una entrevista con el bandolero Manuel García Ponce, el «Rey de los campos», antes de ser deportado por Polavieja. Durante su mandato como gobernador, Polavieja siguió una política de «mano dura», represiva, con la oposición al Partido Liberal de Cuba y una persecución del bandolerismo —al que relacionaba con los movimientos independentistas, y contra el que llevó a cabo una campaña que dio como resultado la captura de 164 «bandidos, cómplices y encubridores»—, los republicanos, el movimiento obrero, el protestantismo y la masonería; intentó recortar la libertad de prensa a la vez que influyó fuertemente en la Unión Constitucional —españolista—, de la que pretendió erigirse en «jefe natural».

Polavieja criticó el «oportunismo» de muchos autonomistas, aunque mostraba sin embargo cierta inclinación hacia un desarrollo futuro de la autonomía e independencia cubanas y ya en 1892 mostró una opinión crítica hacia el papel de España en las colonias, viendo también con temor el crecimiento de la influencia de los Estados Unidos en la región. Polavieja defendía una «separación amigable» de Cuba y España, previo paso de una etapa de mayor autonomía para la isla.

Abandonó el cargo de gobernador el 20 de junio de 189229 —se dice que por la negativa del Gobierno a aceptar sus sugerencias autonomistas, aunque Polavieja alegó motivos de salud— el cual pasó a manos de Alejandro Rodríguez Arias. A su regreso a la península, en 1893, puso en marcha la revista La Caridad, medio de comunicación perteneciente a la Cruz Roja Española, que terminaría desapareciendo precisamente con la marcha del general a las islas Filipinas en 1896, orquestada por el arzobispo Cascajares.

Capitán general de Filipinas.

Tras embarcarse en Barcelona en el vapor Alfonso XIII, Polavieja llegó el 3 de diciembre de 1896 a las islas Filipinas, para desempeñarse en principio como segundo del entonces gobernador Ramón Blanco y Erenas. Sin embargo Polavieja sería nombrado gobernador general, capitán general y general en jefe del Ejército sólo unos días después, el 8 de diciembre, cargos de los que tomaría posesión el día 13. Su mando fue muy enérgico, dominó la insurrección que había estallado en las islas, con distintas victorias sobre los independentistas.

Una de sus decisiones más importantes fue no conceder el indulto al independentista filipino José Rizal, sellando la muerte de este. El proceso de detención y juicio se lo encontró ya iniciado por su predecesor en el cargo, el general Blanco, al cual más tarde Polavieja criticaría en su correspondencia con la península. Se ha mencionado que en esta decisión —considerada por algunos como su principal error en las islas, en el contexto de la Revolución filipina— pudieron influir las relaciones de Rizal con la masonería, hacia la cual Polavieja manifestaba un profundo desagrado.

En concreto Polavieja acusaba a esta masonería de tener un papel influyente en los procesos de emancipación e independentismo de las colonias españolas, hipótesis refutada por otros autores; por otra parte también se ha afirmado la posibilidad de que el general Polavieja llegara a desaconsejar la ejecución de Rizal. Las duras actuaciones de Polavieja tanto en Cuba como en Filipinas fueron criticadas por el masón Miguel Villalba Hervás.

Durante la estancia del general en Filipinas el arzobispo Antonio María Cascajares apoyaba y movía hilos en la península en favor de Polavieja y su carrera política. El 9 de marzo el general Polavieja dimitió de sus cargos, argumentándolo de nuevo en su mal estado de salud, aunque también influyó la negativa por parte del Gobierno español —del presidente Cánovas del Castillo y el ministro de la Guerra, Marcelo Azcárraga Palmero— a destinar más tropas y refuerzos a las islas; su renuncia fue finalmente aceptada el día 24 de marzo. Su sucesor fue Fernando Primo de Rivera, tras un breve periodo en el poder de José de Lachambre, que hizo de gobernador general interino hasta la llegada de Primo de Rivera, el 23 de abril.

Retorno a la península y manifiesto

Tras su renuncia como gobernador general en Filipinas regresó a la península, donde obtuvo una bienvenida oficial por parte del periódico El Imparcial, el cual ya había alabado previamente su gestión en las islas. Polavieja estaba por entonces visto como un militar de prestigio por la opinión pública.

Tras desembarcar en Barcelona el día 13, donde cerca de 40 000 ciudadanos se congregaron para recibirle —al grito de «¡viva el general cristiano!»— su llegada a la capital española tuvo lugar el día 16 de mayo de 1897, contando también con el apoyo de El Heraldo de Madrid. En esta situación se generó un incidente que terminó conociéndose como «crisis del balcón» en el cual Cánovas y la regente tuvieron un pequeño roce por los atentos saludos de María Cristina a Polavieja desde un balcón, lo cual podía interpretarse como una demostración de preferencias personales de ésta hacia el general.

A su vuelta también fue condecorado con la Gran Cruz de San Fernando. En estos momentos existía cierto convencimiento de que Polavieja estaba destinado a encabezar un nuevo partido que aspirase a la presidencia del Gobierno, sin embargo la presencia de Cánovas dificultaba el surgimiento de alternativas. El camino se despejaría al ser Cánovas asesinado en agosto del 1897, con la subsiguiente sustitución provisional por Azcárraga. Hubo un intenso debate dentro del Partido Conservador en lo referente a la sucesión de Cánovas; con la salida de Romero Robledo del partido. El gobierno pasó finalmente al Partido Liberal de Sagasta.

Estimulado por la opinión pública Polavieja se lanzó al ruedo político publicando una carta-manifiesto el 10 de septiembre de 1898, en el periódico El Heraldo, —tras el desastroso verano de 1898 con la pérdida de las posesiones españolas de Ultramar, Cuba, Filipinas, Puerto Rico y las islas Marianas— en la que propuso Polavieja una política regeneracionista, que pretendía poner fin al «viejo y corrupto» sistema turnista de Sagasta y Cánovas.

La propuesta pretendía realizar determinadas reformas en la administración pública y una descentralización administrativa que fueron, en parte, bien recibidas por algunos sectores de la burguesía catalana. Con el objetivo de recabar apoyos creó la «Junta Regional de Adhesiones al Programa del General Polavieja», Polavieja intentó la construcción de un partido cristiano —descrito por Unamuno como «partido católico-democrático-militarista (!!!)»— apoyado por Cascajares, a aunque finalmente el proyecto no prosperó.

Hay fuentes que afirman que Polavieja no pensó en ningún momento en la posibilidad de establecer una dictadura, debido a su respeto por la monarquía, sin embargo también existen otras voces que afirman que fue sólo su alianza con Silvela lo que evitó el indefectible ascenso al poder de Polavieja —al conseguir «integrarle en el sistema»— y que la regente María Cristina le habría pedido unirse a Silvela y formar Gobierno con él.

Carrera política y últimos años

En su ascenso político Polavieja contó con el apoyo de la burguesía y empresarios catalanes, a los que prometió reformas políticas en la línea de una mayor descentralización del Estado, además de un concierto económico similar al obtenido por el País Vasco en 1876, mayor independencia fiscal y respeto de sus instituciones. Fue nombrado ministro de Guerra en el Gobierno de Francisco Silvela del 4 de marzo de 1899, pero el mismo año dimitió por los recortes presupuestarios al ejército establecidos por el entonces ministro de Hacienda Raimundo Fernández Villaverde, quien también elevó la presión fiscal sobre Cataluña dando lugar al llamado cierre de cajas (tancament de caixes).

José Andrés-Gallego escoge las siguientes líneas para simbolizar la marcha de Polavieja:

«Se va del ministerio solo, completamente solo, despedido como un huésped molesto, como un criado cuyos servicios no considera útiles el amo que le paga, sin producir en su caída la más ligera conmoción, sin que nadie le salude al paso agitando en el aire un pañuelo».
(Andrés Gallego, 1981, p. 417)


En 1904, al crearse el Estado Mayor Central del Ejército, Antonio Maura —por aquel entonces presidente del Gobierno— a propuesta de su ministro de la Guerra, Arsenio Linares, presentó al rey la candidatura del general Loño para la jefatura del nuevo Estado Mayor. El rey Alfonso XIII se negó sin embargo a aceptar el nombramiento de Loño y muy probablemente influido por su madre, que tenía en gran estima a Polavieja, nombró a este último jefe del Estado Mayor. El nombramiento de Polavieja tuvo como consecuencia la caída del primer Gobierno maurista, quien presentó su renuncia.

En 1906 fue nombrado presidente del Consejo Supremo de Marina y Guerra. En 1910 actuó como embajador de España en México durante la celebración del centenario de la independencia de esta nación y devolvió al Gobierno de Porfirio Díaz distintos objetos capturados como botín de guerra a José María Morelos casi un siglo atrás.

En ese mismo año fue nombrado capitán general del Ejército. Polavieja fue también miembro de la Real Academia de la Historia, con la medalla 34, de la cual tomó posesión el 28 de enero de 1912 y que ostentaría hasta su muerte dos años después. Polavieja falleció el viernes día 15 de enero del año 1914. Se retiró a la cama a las 4:00 AM sintiéndose mal, tras haber estado jugando solitarios; a las 5:00 AM tuvo un colapso o un ataque de disnea y fallecería media hora más tarde, rodeado de su mujer y varios de sus hijos. Fue enterrado la mañana del 17 de enero —durante la cual cayó una copiosa nevada— en la Sacramental de Santa María

Condecoraciones


Cruz y gran cruz roja del Mérito Militar.
Medalla de Alfonso XII con los pasadores Pamplona, Treviño, Elgueta y Oria .
Caballero del collar de la Orden de Carlos III.
Caballero gran cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo.
Caballero gran cruz de la Orden de la Corona de Italia.
Gran cruz Laureada de San Fernando.
Medallas de Filipinas y de leales voluntarios de aquel archipiélago.
Caballero gran cruz de la Orden de Avis.
Medalla de oro de la casa de S.M. El Rey.
Medalla de plata conmemorativa de la regencia.
Cruz de primera clase de la Cruz Roja de Serbia.
Caballero gran cruz de la Orden de Santiago de la Espada.
Medalla conmemorativa de la proclamación de Nuestra Señora de Monserrat como Patrona de los somatenes catalanes.
Gran Cruz de la Cruz roja de Rusia.
Medalla conmemorativa de la guerra ruso-japonesa.
Medalla conmemorativa de la sociedad Cruz Roja de Roma.
Medalla conmemorativa de los sitios de Zaragoza.
Medalla de oro al mérito, de Chile.
Medalla al mérito del sitio de Gerona.
Cruz al mérito del Estado, Méjico.
Cruz del orden teutónico, de Austria-Hungría.
Medalla conmemorativa del sitio de Astorga.
Gran Cruz de Danilo I, de Montenegro.
Gran Cruz del Águila Blanca de Serbia.
En 1895 se le concedió el marquesado de Polavieja.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 21:04

Excmo. Sr. D. Basilio AGUSTIN y DAVILA XCIX Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas


Basilio Augustín y Dávila (12 de febrero de 1840-7 de agosto de 1910) fue militar español conocido principalmente por ser el capitán general de Filipinas durante la guerra hispano-norteamericana y por su desafortunada actuación en ella.

Fue nombrado para sustituir a Fernando Primo de Rivera, que había terminado una exitosa campaña militar contra los independentistas con un tratado de paz que a pocos convencía. La nueva situación de paz hizo que se pensara en un general menos beligerante que Primo de Rivera y Basilio Augustín fue el elegido por el gobierno de Sagasta.

Para que el general se pusiera al día en los asuntos de Filipinas, Primo de Rivera quedaba como general del ejército mientras que Augustín quedaba como gobernador de la isla, en espera de resolución del conflicto surgido con los norteamericanos tras el hundimiento del Maine.

Sin embargo, el optimismo del gobierno español, que esperaba reconducir la situación al poco tiempo, ordenó a Primo de Rivera su regreso a la península, lo que dejaba a Basilio Augustín con toda la responsabilidad. A pesar de emitir comunicados de alto sentido patriótico, no fue visto que el general llegara a su cargo acompañado de su esposa y de sus hijas, pues parecía más de vacaciones que en acción bélica.

Agravado el problema con los norteamericanos y reiniciada la rebelión de los Tagalos el general pronto comenzó a tomar posturas equivocadas. Durante el ataque de la armada norteamericana a la española en el Cavite, ante la amenaza norteamericana de bombardear Manila ordena que las baterías cesen de apoyar a la armada española lo que tuvo consecuencias desastrosas. Su siguiente plan fue organizar una milicia filipina dirigida por nativos leales, pero tras armar varios regimientos estos desertaron y se pusieron al lado de Aguinaldo. Ante el desastre de sus actuaciones decidió rendirse al almirante George Dewey, mientras el gobierno de España le destituía por Fermín Jáudenes.

Falleció el 7 de agosto de 1910 en Vitoria

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 21:12

Excmo. Sr. D. Fermin JAUDENES y ALVAREZ C Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Este militar sustituyó de forma interina al general D. Basilio AGUSTÍN y DAVILA permaneciendo en el cargo desde el 24 de julio de 1898 hasta el 13 de agosto de 1898, fecha en que fue relevado por el también interino D. Francisco RIZZO.

No constan más datos en español sobre este militar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 21:20

Excmo. Sr. D. Diego DE LOS RIOS y NICOLAU CI Capitán General y Gobernador de las Islas Filipinas

Tras el mandato interino de un solo día de Francisco RIZZO, se hizo cargo de la Capitanía General de Filipinas.

Diego de los Ríos y Nicolau (9 de abril de 1850 - Madrid, 4 de noviembre de 1911) fue un militar y senador español.

Destinado en Filipinas, tomó parte en la guerra contra los insurrectos filipinos. Como general al mando de Visayas y Mindanao, se distinguió en sofocar la rebelión en Mindanao. Posteriormente se trasladó a Iloilo, capital de la isla de Panay, en Visayas, donde sostuvo nuevos combates contra los insurrectos, venciéndoles en la batalla de Panay, el 2 de mayo de 1898.

El 13 de agosto, tras la caída de Manila (otras fuentes hablan de septiembre) era el comandante español más veterano de Filipinas, y fue nombrado gobernador-general de Filipinas en funciones, haciéndose cargo de los restos de las fuerzas españolas en Visayas y el sur de Filipinas. No abandonó Iloilo (otras fuentes hablan de que se trasladó a Manila, en manos de los estadounidenses, si bien posteriormente volvió a Iloilo). Dado que se había firmado un armisticio con los estadounidenses el 12 de agosto su función fundamental fue organizar la repatriación de las tropas españolas, incluyendo los prisioneros de guerra.

Deseando conservar Visayas y Mindanao para España, De los Ríos solicitó al gobierno español que le permitiera efectuar algunas reformas, por lo que hizo una declaración al pueblo de Visayas concediendo la creación de un Consejo de Reformas, compuesto por filipinos, la mitad elegidos por voto popular y la otra por él mismo. Sin embargo, las reformas nunca se pusieron en marcha, ya que la sublevación se produjo el 28 de octubre.

Permaneció en Iloilo hasta el 24 de diciembre del mismo año, cuando tuvo que abandonar su base en Panay debido a los ataques de los insurrectos filipinos, trasladándose a Zamboanga, en Mindanao. El 6 de enero se trasladó a Manila, efectiva y formalmente en manos estadounidenses (tras la firma, el 10 de diciembre, del Tratado de París), desde donde se encargó de la repatriación y la liberación de los últimos prisioneros de guerra, tratando tanto con el general Otis por parte estadounidense como con el presidente filipino, Emilio Aguinaldo. De los Ríos permaneció en Manila hasta el 3 de junio de 1899 cuando, en compañía de un gran contingente de tropas españolas (fundamentalmente las tropas estacionadas en Zamboanga y Jolo, llegadas a Manila en mayo), zarpó hacia España.

Tras su retorno a España, fue jefe del Estado Mayor Central. En 1907 fue nombrado teniente general y en 1910 capitán general de la I Región Militar (Castilla la Nueva, incluyendo Madrid, y Extremadura). El mismo año fue elegido senador por Cáceres. Ocupó ambos puestos hasta su fallecimiento en 1911

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 22:03

EL SITIO DE BALER


El asedio de Baler (30 de junio de 1898 - 2 de junio de 1899) es la defensa de la última posición española en Las Filipinas. Durante casi un año, 54 soldados españoles resistieron el ataque de 400 soldados tagalos desde el interior de la pequeña iglesia de Baler.

Después de 337 días, el teniente Saturnino Martín Cerezo y sus compañeros, salieron de la iglesia, harapientos con los máuser enmohecidos, sin municiones, muchos desdentados, pero salieron con honor de la iglesia que les había protegido durante 337 días, desfilando con marcialidad de cuatro en fondo orgullosos y con la cabeza bien levantada, recibiendo los honores de las tropas zagalas.

El sitio de Bales es la gesta de un pequeño grupo de españoles, los últimos de filipinas, que apagaba definitivamente un Imperio de 400 años en América. El imperio terminó y la cultura, la lengua, el derecho, la religión y la tradición actual de los paises americanos de hoy, mucho tienen que ver con las de aquellos que durante 4 siglos defendieron con esfuerzo y sangre el Imperio Español en América.

A lo largo del siglo XIX los imperios murieron y también nacieron. Nacía el imperio americano. A lo largo del siglo XIX España perdió las colonias americanas, las continentales y las insulares, Cuba, Puerto Rico, Guam. El imperio español se desmoronaba y nos enfrentamos a la mayor crisis de la historia de España.

Muchos españoles murieron como héroes, lejos de su país y muchos murieron porque no tenían las 2.000 pesetas para librarse del servicio militar. Fue un guerra injusta y miles de españoles salieron de sus pueblos, de sus huertas, de sus aldeas y fábricas, simplemente por el hecho de ser pobres; y por eso fueron a la guerra y murieron en ella. Fueron los héroes del 98, los últimos de Filipinas

La situación a finales del siglo XIX era sumamente compleja, USA se abría paso a codazos, compraba territorios como Alaska, o se apropiaba de ellos como Hawái. Cuba y Puerto Rico estaban tan cerca que constituían una seria amenaza a la expansión del imperio de USA y los dueños de Cuba y de Puerto Rico eran los españoles.

El 25 de abril de 1898 llegó el pretexto para limpiar esas islas de españoles. En Cuba saltaba por los aires el Maine. Este hecho justificó oportunamente la declaración de una guerra contra España. Pero la verdad fue que lo del Maine no fue un sabotaje español, fue un mero accidente como se demostró más tarde porque el orificio ocasionado por la explosión se produjo en el interior de la bodega y no por una mina de contacto. El colmo de la desfachatez americana fue que declarando la guerra el 25, se hacía con efecto retroactivo desde el 21 de abril … jajaja!!. Es decir que el 25 de abril , ya llevábamos 4 días de guerra con USA y nosotros sin saberlo.

Los americanos, además de Cuba y Puerto Rico, querían también las Islas Filipinas, puertos ideales para abastecer de carbón a sus colonias de Asia.

La guerra con los Estados Unidos fue un desastre; pero fue también una demostración magnífica del espíritu heroico de España, del heroísmo de los marinos españoles en Cavite y en Santiago de Cuba. El combate de Cavite fue entre una escuadra poderosísima, escuadra de acero, y una escuadra de madera. Mostraron los españoles, mandados por Patricio Montojo, una serenidad, un estoicismo,una intrepidez extraordinarias. Sabían que iban a ser destruidos, aniquilados, y serenamente se presentaron en línea de batalla y abrieron el fuego. Sabían que iban a jugar con ellos, como una fiera juega con un cordero, y se dispusieron sin vacilaciones, resueltamente, al combate.

En 1896 después del Pacto de Biak/Nna/Bato, Emilio Aguinaldo se largó a Hong Kong con los bolsillos llenos de dinero. Aguinaldo pertenecía a la sociedad secreta filipina denominada Katipunan y a finales de 1897, en ese clima de aparente paz, el gobierno español redujo el número de efectivos destinados en algunas de sus guarniciones. España tenía desplegados en esos momentos unos 28.000 soldados en Filipinas, no eran muchos si los comparamos con los 100.000 que teníamos en Cuba.

Con la crisis de abril de 1898, el líder filipino, Aguinaldo volvió a las islas para dirigir la insurrección contra los españoles. Los filipinos en número mucho mayor, fueron tomando territorio; y los 28.000 efectivos allí desplazados ya no eran suficientes para repeler los ataques de los filipinos, eso sí, bien apoyados desde la costa por los buques de USA.

Llegó el desastre de Cavite, donde se perdió toda la flota española en una hora y media. Los españoles tuvimos 800 bajas y los americanos no llegaron a 20.


Comienza el Sitio de Baler

En la isla de Luzón, en el Distrito Píncipe, estaba la pequeña población de Baler, un pueblecito situado sobre un recodo, al sur de la ensenada o bahía de su nombre, distante de la playa unos 1.000 metros cerca del Océano Pacífico. Contaba con un grupo escaso de casas dispersas y una iglesia.

Con un cabo y 4 guardias civiles filipinos, eran suficiente para cumplir con la misión de controlar a los contrabandistas del lugar. Pero como consecuencia de la tensión , llegaron a Baler refuerzos, el teniente Mota, de 18 años, con 50 cazadores. Los cazadores del grupo expedicionarios, constituían la fuerza de choque de los españoles en las Filipinas.

Con los primeros ataque de los filipinos, esta fuerza de 50 efectivos fue masacrada , fue barrida del mapa rápidamente y el propio teniente Mota, se suicidó, se pegó un tiro antes de rendirse. Entonces, desde Manila, la capital, se volvieron a mandar más refuerzos .

En febrero de 1898 salía de Manila una nueva expedición con dirección a Baler. Otros 54 cazadores al frente del capitán Enrique de la Morenas y los tenientes Saturnino Martín Cerezo y Juan Alfonso Zayas, junto con el teniente médico Rogelio Vigil de Quiñones, se desplazaron a Baler. Eran 54 cazadores dispuestos a defender Baler para los intereses de España.

En mayo Aguinaldo y los suyos, financiados y armados por USA, volvieron clandestinamente a Filipinas y reanudaron la revolución contra los Españoles. Aguinaldo creyó inocentemente que los americanos eran su aliados en el proceso de su independencia de España.

Los 54 cazadores , llegaron a Baler se instalaron en el pueblo y fortificaron la comandancia. En la isla de Luzón, los españoles había fundado 1400 pueblos y en todos ellos, el principal edificio era la Iglesia. La iglesia de Baler estaba muy fortalecida, casi una auténtica fortaleza militar, con unos profundos muros perimetrales de 1,5 metros de ancho y unos 20 metros de fachada. Esta construcción era la más adecuada para resistir los fuertes huracanes, tan habituales en este territorio. Enrique de las Morenas, acordó con el padre Carreño, que si las cosas se ponían difíciles, los españoles se retirarían a refugiarse a la Iglesia al ser el lugar más sólido y seguro de la población .

La sociedad secreta Katipunan decide atacar a los españoles. Al frente de este ejército revolucionario estaba Emilio Aguinaldo y Novicio Luna. Katipuna tenía miles de efectivos a su disposición y Baler era una pieza muy apetitosa. Sería muy fácil tomar aquella iglesia defendida por tan solo 54 españoles. Pero las cosas no iban a ser tal como se lo imaginaba Aguinaldo.

El 27 julio de 1898 Enrique de las Morenas decide refugiarse con todo el destacamento en la iglesia del pueblo. Se van a defender de los filipinos con todo lo que tienen, que no es mucho; pero están decididos a aguantar hasta el final, hasta que lleguen más refuerzos o nuevas órdenes desde la capital, desde Manila.

La iglesia era reducida y de muros débiles.Se taparon las ventanas. En torno de la iglesia, muy próximo a sus paredes, el enemigo formó una recia trinchera.

Los españoles reúnen toda la alimentación disponibles y la meten en la iglesia: 4.500 kgr de arroz en mal estado, habichuelas, tocino rancio, mucho azúcar pero no disponían de sal para conservar los alimentos frescos. Comienza la resistencia de Baler. Serán 337 días, lo que en principio iba a ser una resistencia a la espera de refuerzos, se convirtió en una resistencia heroica. A las pocas horas los filipinos atacan la iglesia de Baler.

Cientos de tagalos atacan a los españoles por todas las partes pero los cazadores logran repeler todas las ofensivas. Los tagalos después de reagruparse vuelven a la ofensiva y los españoles vuelven a repelerlos. Los días van pasando y la decisión de los españoles de defenderse no cambian, se han clavado al terreno y están dispuestos a soportar todos los envites tagalos hasta nuevas órdenes.

Los tagalos les enviaban a los sitiados, de tarde en tarde, mensajeros de paz; pero los sitiados los desdeñaban. Reducidos al interior de la iglesia, tabicadas las ventanas, la ventilación era deficiente; se respiraba un aire denso y viciado.

El problema se llama beri-beri. Comenzó a asomar la terrible epidemia del beri-beri. Los efectos comenzaban por los pies. Se hinchaban las extremidades inferiores con tumefacciones dolorosas; iba ascendiendo el mal, y poco a poco, entre dolores agudísimos, acababa la vida del atacado

El beri-beri es una enfermedad producida por carencia de vitamina B1 (tiamina), que afecta el aparato cardiovascular (beri-beri húmedo) o el sistema nervioso (beriberi seco). En estos años todavía no se conocían las vitaminas. Se descascarillaba el arroz y en esa cáscara estaba la vitamina B1, que tan necesaria era para los españoles. Muchos soldados se ven afectados por el beriberi y también por la disentería. La disentería es una enfermedad infecciosa asociada a dolor abdominal, fiebre, diarrea, e inflamación y ulceración de la boca.

El Capitán de las Morenas se desespera. La enfermería se fue llenando de soldados, incluso el mismo Capitán estuvo afectado por el beriberi. Cuando se agotó las raciones de carne, se comieron lagartijas, ratas, serpientes. Cualquier animal que se movía era apto para el consumo. Y los hombres comenzaron a morir, la mayoría por las enfermedades y el hambre. Finalmente fallece el capitán Enrique de las Morenas y el teniente Juan Alfonso Zayas.

La situación es desesperada y al frente de la guarnición queda el teniente Saturnino Martín Cerezo. Los tagalos siguen atacando, ahora ya con cañones. Manila ya había caído y los filipinos llevan las piezas de artillería desde la capital a Baler para rematar a los españoles.

El techo de la iglesia fue destruido por el cañón enemigo. Lla lluvia inundaba los lechos. Apenas se dormía. La ropa se había gastado. Iban todos vestidos de andrajos. No había calzado. Se iba también casi descalzo. A todo esto el enemigo no cesaba de enviar mensajes de paz. Acabaron los sitiados por decir que no recibirían ya a ningún emisario.

La bandera española que flameaba en la torre se había consumido por el sol, la lluvia y el viento. Afortunadamente, en la iglesia pudieron encontrar telas de color amarillo y rojo. La bandera fue rehecha, pero la torre, a fuerza de cañonazos, se vino abajo.

España se había rendido a los americanos. El 13 de agosto de 1898 España firma el tratado de Paris donde capitula y entrega a USA, en el mismo tratado, las Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Por las Filipinas sólo pagaron 20 millones de dólares. España estaba desmoralizada, estaba hundida ante una grandísima crisis económica. Todo ya se había perdido pero qué sería de los hombre de Filipinas. Comenzaron las repatriaciones, pero en Baler el teniente Saturnino Martín Cerezo seguían resistiendo en Baler.

Desde Manila los españoles enviaron emisarios a Martín Cerezo, anunciando la rendición de España y que ya todo había terminado. Que depusieran las armas y se rindieran. Llegó el capitán Olmedo con las noticias, pero Martín Cerezo desconfiaba de todos. Hasta 5 veces se intentó convencer a Martín Cerezo de que la guerra había terminado.

Llegó la Navidad de 1898, la situación era angustiosa. Los alimentos ya se habían terminado y les quedaban infusiones de naranja amarga. El teniente Martín Cerezo con el teniente médico Rogelio Vigil de Quiñones, deciden salir para ir a cazar algo que llevarse a la boca. 10 hombres salieron de la iglesia y a tiro limpio se hicieron con una buena pieza. Los españoles había logrado cazar un carabao, una especie de búfalo y terminaron por meterlo en la iglesia. Ya tenían carne fresca para tres días. Mientras tanto los soldados españoles seguían demostrando de un heroísmo sublime, seguían haciendo oídos sordos a las órdenes de los diferentes emisarios que iban llegando a la iglesia.

La guerra había terminado, pero ahora los filipinos luchaban contra los norteamericanos, el tratado de Paría había sido una traición para los intereses locales, el tratado no les otorgaba la independencia. Ahora sería una colonia de USA.

El 13 abril de 1899, el almirante Dewey envió al cañonero USS Yorktown, los americanos tuvieron el gesto de intentar la salvación de los cazadores de Baler. Los americanos deciden ir en ayuda de los españoles y sacarles de Baler. El cañonero americano , Yorktown ilumina por la noche la iglesia de Baler; el teniente Cerezo interpretan que son los refuerzos que llevan esperando desde julio y se produce un explosión de euforia entre los españoles. Pero los 16 fusileros americanos del Yorktown, al frente de su teniente James C. Gillmore murieron en Baler sin lograr rescatar a los españoles, resultaron totalmente insuficientes. El Yorktown se retiró. Martín Cerezo ordenó seguir con la resistencia con la bandera clavada hasta el final empeñados en una defensa a ultranza hasta el último hombre.

En mayo, el teniente coronel Cristóbal Aguilar y Castañeda, llegaba a Baler desde Manila a bordo del cañonero Uranus. Martín Cerezo , en su ofuscación, confundió el cañonero español con una barco filipino y supuso que era un intento de los filipinos para engañarle, pensó que el barco era filipino y estaba camuflado como barco español para tenderle una trampa. Martín Cerezo se niega a salir de la iglesia y Aguilar no consigue convencerle de que la guerra ha terminado.

Entonces el teniente coronel Aguilar, se entrega unos periódicos para que los lea y verifique lo que le está diciendo. Y Martín Cerezo lee los periódicos y las notocias de España, se convencen de su error y asume la realidad. Todos tenían razón él estaba confundido, nadie le había engañado. El había defendido la plaza, él había resistido.

Durante el sitio de Baler, en la iglesia se produjeron 8 deserciones, 6 se escaparon y 2 fueron fusilados el 1 de junio, dos días antes de salir de la iglesia de Baler. Martín Cerezo le pide al teniente médico, Rogelio Vigil de Quiñones, que inscriba ese suceso como dos muertos por la enfermedad.

El 2 de junio de 1899, 337 días después, la bandera española era arriada y en su lugar se izó la bandera blanca. Martín Cerezo consiguió negociar la rendición, logró una rendición más honrosa que la que consiguieron firmar sus superiores en Manila unos meses antes. En la capitulación firmada en Baler, se decía que las dos partes habían decidido abandonar las hostilidades, que los españoles serían respetados, que saldrían de la iglesia portando sus armas y que serían escoltadas hasta las tropas españolas o un lugar seguro.

Se presentó en la Iglesia, Simón Tecson, oficial al mando de las fuerzas filipinas sitiadoras y Martín Cerezo le indicó su intención de rendirse siempre y cuando se aceptaran una serie de condiciones. Tecson le pidio a Cerezo que las redactara y que si no había nada que resultara degradante, aceptaría la rendición y permitiría a los españoles salir con las armas hasta el borde de su jurisdicción, donde deberían entregarlas.

En Baler a los dos días del mes de junio de mil ochocientos noventa y nueve, el 2.º Teniente Comandante del Destacamento Español, D. Saturnino Martín Cerezo, ordenó al corneta que tocase atención y llamada, izando bandera blanca en señal de Capitulación, siendo contestado acto seguido por el corneta de la columna sitiadora. Y reunidos los Jefes y Oficiales de ambas fuerzas transigieron en las condiciones siguientes:

Primera. Desde esta fecha quedan suspendidas las hostilidades por ambas partes beligerantes.

Segunda. Los sitiados deponen las armas, haciendo entrega de ellas al jefe de la columna sitiadora, como también de los equipos de guerra y demás efectos pertenecientes al Gobierno Español.

Tercera. La fuerza sitiada no queda como prisionera de guerra, siendo acompañada por las fuerzas republicanas a donde se encuentren fuerzas españoles o lugar seguro para poderse incorporar a ellas.

Cuarta. Respetar los intereses particulares sin causar ofensa a personas.

Y, para los fines que haya lugar, se levanta la presente acta por duplicado, firmándola los señores siguientes:

Teniente Coronel de la fuerza sitiadora,Simón Tecson. El Comandante, Nemesio Bartolomé. Capitán, Francisco T. Ponce. Segundo Teniente Comandante de la fuerza sitiada, Saturnino Martín. El Médico, Rogelio Vigil."


Martín Cerezo había entrado con honores en la historia militar de España. Cuando salen de la iglesia, sólo quedan 33 soldados y 2 frailes, 17 habían muertos y los 6 que se habían escapado y 2 fusilados . Hasta el cura Carreño había fallecido. Salieron de la iglesia, harapientos con los máuser enmohecidos, sin municiones, muchos desdentados, pero salieron con honor de la iglesia que les había protegido durante 337 días, desfilando con marcialidad de tres en fondo orgullosos y con la cabeza bien levantada, recibiendo los honores de las tropas tagalas.

Nadie se explica cómo pudieron resistir tanto, como pudieron soportar enfermedades como el beriberi y la disentería, cómo la mayor parte de las bajas, lo fueron por enfermedad y no por el combate, cuando ellos le habían causado al enemigo centenares de bajas.

Más tarde el 30 de junio se publicó un decreto firmado por Aguinaldo, presidente de la República Filipina, en el que se podía leer lo siguiente:

"Habiéndose hecho acreedoras a la admiración del mundo las fuerzas españolas que guarnecían el destacamento de Baler, por el valor, constancia y heroísmo con que aquel puñado de hombres aislados y sin esperanzas de auxilio alguno, ha defendido su bandera por espacio de un año, realizando una epopeya tan gloriosa y tan propia del legendario valor de los hijos del Cid y de Pelayo; rindiendo culto a las virtudes militares e interpretando los sentimientos del ejército de esta República que bizarramente les ha combatido, a propuesta de mi Secretario de Guerra y de acuerdo con mi Consejo de Gobierno, vengo a disponer lo siguiente:

Artículo Único. Los individuos de que se componen las expresadas fuerzas no serán considerados como prisioneros, sino, por el contrario, como amigos, y en consecuencia se les proveerá por la Capitanía General de los pases necesarios para que puedan regresar a su país. Dado en Tarlak a 30 de junio de 1899

El Presidente de la República, Emilio Aguinaldo.

El Secretario de Guerra, Ambrosio Flores."


El día 29 de julio los héroes de Baler embarcaron en el vapor Alicante, de la Compañía Trasatlántica y el 1° de septiembre desembarcaron en Barcelona, siendo recibidos por las primeras autoridades.

El teniente Saturnino Martín cerezo, fue condecorado con la Laureada de San Fernando y nadie se explica porque no se concedió una Laureada colectiva a los compañeros del teniente Martín Cerezo.

A la familia del capitán Enrique de las Morenas y Fossi, se le concedió una pensión anual de 5.000 pesetas válida para su viuda o sus herederos. Enrique de las Morenas, nacido Chiclana de la Frontera, el 23 de mayo de 1855; fue ascendido a título póstumo al grado de Comandante. Tiene dedicadas calles a su nombre en Chiclana, Cabra, Baena, y una plaza en Madrid.

El teniente Martín Cerezo llegó al empleo de general.

A los soldados el estado les concedió 60 pesetas de pensión; algunos de ellos murieron como mendigos en las calles de España; 12 llegaron a la Guerra Civil; incluso alguno de aquellos murió fusilado en la Guerra civil.

En las Filipinas quedaron dispersos los cuerpos de más de 5.000 españoles, oficialmente se les consideró como desaparecidos en combate. Nunca volvieron con nosotros ni recibieron ni el agradecimiento ni el reconocimiento debido; sólo ingratitud y olvido en las generaciones posteriores. Así somos los españoles

Los Últimos de Filipinas

En total fueron sitiadas 60 personas, incluyendo los dos misioneros enviados por los filipinos, de las cuales 15 murieron enfermos de beriberi o disentería, 2 murieron por heridas de combate, 6 desertaron y 2 fueron fusilados por orden de Martín Cerezo tras ser declarados culpables de intento de deserción.

LOS ULTIMOS DE FILIPINAS


Comandante Político-Militar del Príncipe
Capitán de Infantería Enrique de las Morenas y Foss, natural de Chiclana de la Frontera. Falleció por enfermedad el 22 de noviembre de 1898.

Tropa del Destacamento de Baler
2º Teniente Juan Alonso Zayas. Falleció por enfermedad el 18 de octubre de 1898.
2º Teniente Saturnino Martín Cerezo, natural de Miajadas, Cáceres.
Cabo Jesús García Quijano, natural de Viduerna de la Peña, Palencia.
Cabo José Chaves Martín. Falleció por enfermedad el 10 de octubre de 1898.
Cabo José Olivares Conejero, natural de Caudete, Albacete.
Cabo Vicente González Toca. Fusilado el 1 de junio de 1899.
Corneta Santos González Roncal, natural de Mallén, Zaragoza.
Soldado de 2ª Felipe Herrero López. Desertó el 27 de junio de 1898.
Soldado de 2ª Félix García Torres. Desertó el 29 de junio de 1898.
Soldado de 2ª Julian Galvete Iturmendi. Falleció debido a heridas el 31 de julio de 1898.
Soldado de 2ª Juan Chamizo Lucas, natural de Valle de Abdalajís, Málaga.
Soldado de 2ª José Hernández Arocha, natural de La Laguna, Tenerife.
Soldado de 2ª José Lafarga Abad. Falleció por enfermedad el 22 de octubre de 1898.
Soldado de 2ª Luis Cervantes Dato, natural de Mula, Murcia.
Soldado de 2ª Manuel Menor Ortega, natural de Sevilla, Sevilla.
Soldado de 2ª Vicente Pedrosa Carballeda, natural de Carballino, Orense.
Soldado Antonio Bauza Fullana, natural de Petra, Mallorca.
Soldado Antonio Menache Sánchez. Fusilado el 1 de junio de 1899.
Soldado Baldomero Larrode Paracuello. Falleció por enfermedad el 9 de noviembre de 1898.
Soldado Domingo Castro Camarena, natural de Aldeavieja, Ávila.
Soldado Emilio Fabregat Fabregat, natural de Salsadella, Castellón.
Soldado Eufemio Sánchez Martínez, natural de Puebla de Don Fadrique, Granada.
Soldado Eustaquio Gopar Hernández, natural de Tuineje, Las Palmas.
Soldado Felipe Castillo Castillo, natural de Castillo de Locubín, Jaén.
Soldado Francisco Real Yuste, natural de Cieza, Murcia.
Soldado Francisco Rovira Mompó. Falleció por enfermedad el 30 de setiembre 1898.
Soldado Gregorio Catalán Valero, natural de Osa de la Vega, Cuenca.
Soldado Jaime Caldentey Nadal. Desertó el 3 de agosto de 1898.
Soldado José Alcaide Bayona. Desertó el 8 de mayo de 1899.
Soldado José Jiménez Berro, natural de Almonte, Huelva.
Soldado José Martínez Santos, natural de Almeiras, La Coruña.
Soldado José Pineda Turán, natural de San Felíu de Codinas, Barcelona.
Soldado José Sanz Meramendi. Falleció por enfermedad el 13 de febrero 1899.
Soldado Juan Fuentes Damián. Falleció por enfermedad el 8 de noviembre 1898.
Soldado Loreto Gallego García, natural de Requena, Valencia.
Soldado Manuel Navarro León. Falleció por enfermedad el 9 de noviembre 1898.
Soldado Marcelo Adrián Obregón, natural de Villalmanzo, Burgos.
Soldado Marcos José Petanas. Falleció por enfermedad el 19 de mayo 1899.
Soldado Marcos Mateo Conesa, natural de Tronchón, Teruel.
Soldado Miguel Méndez Expósito, natural de Puebla de Tabe, Salamanca.
Soldado Miguel Pérez Leal, natural de Lebrija, Sevilla.
Soldado Pedro Izquierdo Arnaíz. Falleció por enfermedad el 14 de noviembre 1898.
Soldado Pedro Planas Basagañas, natural de San Juan de las Abadesas, Gerona.
Soldado Pedro Vila Garganté, natural de Taltaüll, Lérida.
Soldado Rafael Alonso Medero. Falleció por enfermedad el 8 de octubre de 1898.
Soldado Ramón Buades Tormo, natural de Carlet, Valencia.
Soldado Ramón Donat Pastor. Falleció por enfermedad el 10 de octubre 1898.
Soldado Ramón Mir Brills, natural de Guisona, Lérida.
Soldado Ramón Ripollés Cardona, natural de Morella, Castellón.
Soldado Román López Lozano. Falleció por enfermedad el 25 de octubre 1898.
Soldado Salvador Santamaría Aparicio. Falleció debido a heridas el 12 de mayo 1899.
Soldado Timoteo López Larios, natural de Alcoroches, Guadalajara.
Soldado Melchor Martin López, natural de Aznalcollar, Sevilla.
Soldado Luis Ruiz de la Torre, natural de Moral de Calatrava, Ciudad Real
Soldado Mariano Miguel de Marcos, natural de Marlín, Ávila

Enfermería.
Médico provisional Rogelio Vigil de Quiñones, natural de Marbella, Málaga.
Cabo indígena Alfonso Sus Fojas. Desertó el 27 de junio de 1898.
Sanitario indígena Tomás Paladio Paredes. Desertó el 27 de junio de 1898.
Soldado Bernardino Sánchez Cainzos, natural de Guitiriz, Lugo

Párroco de Baler:
Fray Cándido Gómez Carreño. Falleció por enfermedad el 25 de agosto de 1898.

Misioneros: Enviados por las tropas filipinas, decidieron quedarse en la iglesia a petición de Enrique de las Morenas.


Fray Juan López Guillén.
Fray Félix Minaya.

Honor y Gloria a todos los Españoles que murieron defendiendo su bandera y su Patria.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 27 Abr 2016 22:46

Hasta aquí los Capitanes Generales y Gobernadores de las Islas Filipinas, a continuación iremos viendo los Virreyes y Gobernadores de la Nueva España y de Sudamerica.

Vuelvo a insistir y rogar a los foreros que conozcan personajes, o hechos de armas, que pueden ser desconocidos para otros muchos, los aporten, compartir engrandece y nos hace a todos conocer y amar un poco más a nuestra patria.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 28 Abr 2016 15:10

D. Antonio de MENDOZA y PACHECO 1er. VIRREY DE NUEVA ESPAÑA


Antonio de Mendoza y Pacheco (Mondéjar o Alcalá la Real, España; 1490- Lima, Perú; 1552), político y militar español, que fue caballero de Santiago, comendador de Socuéllamos, primer virrey de la Nueva España (durante 15 años) y segundo del Perú (durante 10 meses).

Antonio de Mendoza fue hijo de Íñigo López de Mendoza y Quiñones, segundo conde de Tendilla y primer marqués de Mondéjar (a la vez nieto de Íñigo López de Mendoza, el gran poeta), y de su segunda esposa, Francisca Pacheco Portocarrero (hija de Juan Pacheco, primer conde de Escalona).

Nunca fue conde de Tendilla, como muchas informaciones, biografías y publicaciones erróneamente le adjudican, ya que el título y mayorazgo recayó en su hermano mayor, Luis Hurtado de Mendoza. El único título perpetuo que tuvo a su merced fue el de comendador de Socuéllamos.

Se casó con Catalina de Vargas, hija de Francisco de Vargas, contador mayor de los Reyes Católicos, de la que tuvo tres hijos: Íñigo, el primogénito, Francisca y Francisco.

El lugar del nacimiento de Antonio de Mendoza es muy discutido, se considera tradicionalmente Granada, donde su padre era Capitán General, pero Arthur Scott Aiton ofreció como alternativa Alcalá la Real (Jaén), y a éste siguieron muchos otros, como Guillermo Tovar de Teresa. También se dice que fue Valladolid, porque su primera fundación en Nueva España fue una ciudad con dicho nombre, actualmente llamada Morelia.

Francisco Javier Escudero Buendía aportó prueba documental del expediente de caballero de su nieto Francisco Fernández de Córdoba y Mendoza, en donde su genealogía no deja lugar a dudas, afirmando que su abuelo nació en Mondéjar (Guadalajara, España).

A pesar de ser de orígenes alcarreños, Antonio de Mendoza marchó al reino de Granada, donde su padre fue el primer capitán general con funciones de virrey, nombrado por los Reyes Católicos. Es en esta tierra donde los nobles y militares castellanos vivían encerrados en la Alhambra, rodeados de una población cuya mayoría aplastante eran moriscos, cristianos nuevos recién convertidos, donde el futuro primer virrey de Nueva España forjó su carácter tolerante y negociador, al estilo de su padre, Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla y posteriormente marqués de Mondéjar.

Allí aprendió el oficio de virrey sustituyendo a su progenitor, el de regidor de cabildo, el de tesorero de la Casa de la Moneda, y las dificultades de gobierno de una población étnica y confesionalmente distinta a la suya.

La identificación con los moriscos entre los Mendoza fue tal, que en 1509 su padre tuvo que recordar que cuando saliera de viaje vistiera a la castellana, señal de que lo hacía habitualmente con las vestiduras musulmanas, como nos indican Peggy K. Lyss y Emilio Meneses. Esta misma identificación la tuvo con la nueva tierra americana:

Da Priesa en que se venga luego tu hermano don Antonio, que me escrivió el marqués de Denia que lo enbiase, y di a Lázaro de Peralta lo que le haga de vestir y sea a la castellana, y véngase luego él y los Añascos con él. De paramentos para su cama no curas que acá se avrán

El papel de Antonio de Mendoza, hermano de María Pacheco y cuñado por tanto de Juan de Padilla, en la Guerra de las Comunidades es contradictorio, habiendo algún autor —como Escudero Buendía— que lo califica como «Realista y Comunero», frente a otros que lo desmienten, como J. Benedict Warren. Efectivamente, la correspondencia de su hermano Luis Hurtado de Mendoza, transcrita por Emilio Meneses, prueba cómo una vez nombrado representante de Granada a las Cortes de Valladolid de 1518, se puso a favor del Doctor Zúmel y en contra del monarca, es decir, en la línea de los comuneros, y que por ello no le querían nombrar procurador de nuevo para las de 1520.

Que él estovo presto en Valladolid en faser lo que (debe) syn tener respeto a otra persona alguna y podría ser que se ofreciese cosa.

Sin embargo, dos años después aparece en el bando realista en la batalla de Huéscar, Baza y el perdón de Volteruela (actualmente llamada Puebla de Don Fadrique) (1520), donde lidera un ejército de 4000 moriscos, vestidos a su usanza, frente a cristianos viejos, incluso religiosos, a cuyos cabecillas castiga con dureza. Esta actitud mendocina recordará mucho a la Guerra del Mixtón, por muchos motivos, porque en aquella ocasión también el ejército contaba con un numeroso contingente indígena, y además porque la respuesta frente a los sublevados fue similar.

Otro de los episodios desconocidos de la vida del futuro virrey fue la escaramuza que tuvo lugar en Almazán (Soria) donde era señor el conde de Monteagudo, su cuñado. Éste se había marchado a Flandes, dejando en el cargo de alcaide de la fortaleza a Juan Garcés, vecino de Ágreda (Soria), quien parece ser que impidió a los Mendoza, Antonio y su hermano Bernardino de Mendoza, hacerse con el control de los destinos de la ciudad.

La partida mendocina atacó el baluarte defensivo sin piedad, utilizando incluso fuego de alquitrán, apresando en su huida al desgraciado alcaide, torturándolo y ajusticiándolo después.

Antonio de Mendoza fue condenado a un año de destierro por proceso ilegal, en el Monasterio de Uclés (Cuenca), ya que era caballero de la Orden de Santiago, momento que aprovechó para ir a residir a Socuéllamos (Ciudad Real) y rehabilitar la casa-encomienda de dicha localidad manchega.

Antonio de Mendoza y su rama familiar pasaban por sus horas más bajas, y su futuro no era nada halagüeño. Tenía en 1526 posiblemente 35 años, toda una vida para la época, y apenas había conseguido logros fuera de Granada y su entorno familiar. Nada hacía presagiar que él y todos sus hermanos pasarían de ser unos nobles y militares asentistas con intereses rurales en Andalucía, Extremadura y La Mancha.

Sin embargo, el destino les tenía guardada una grata sorpresa: el 10 de marzo de 1526 el rey decide casarse en Sevilla con la infanta Isabel de Portugal y realizar un viaje por toda Andalucía, para conocer sus posesiones más meridionales en alza por el comercio indiano. En premio a la atención recibida por el nuevo capitán general de Granada, Luis Hurtado de Mendoza, todos sus hermanos reciben grandes mercedes, el primero Antonio de Mendoza nombrado ese mismo año embajador en Hungría, al año siguiente su hermano Diego Hurtado de Mendoza es nombrado embajador en Venecia, Bernardino de Mendoza, capitán de La Goleta en 1535, y definitivamente Luis Hurtado es intitulado Grande de España en 1530.

Antes de partir hacia América, realizó tantas misiones diplomáticas en tres etapas, que se puede considerar que éste era su oficio antes de aceptar el cargo de virrey: Desde 1516 hasta 1517 en Flandes e Inglaterra, donde incluso pudo conocer a Enrique VIII. En 1527 viajó al reino de Hungría para llevarle fondos a Fernando I de Habsburgo, el hermano menor de su rey Carlos I de España, pues tras la derrota de los ejércitos húngaros en la batalla de Mohács en 1526, el reino había sido ocupado por los otomanos victoriosos y el Habsburgo deseaba obtener el control. En la batalla de Mohács murió el rey Luis II de Hungría, y ante el trono vacante, Fernando lo reclamó sobre la base de sus derechos adquiridos por su matrimonio con Ana Jagellón de Hungría y Bohemia, hermana del fallecido monarca. Antonio pronto viajó a Italia y Alemania (1527-1530), participando también en la coronación imperial de Carlos V en Bolonia (Italia). También en 1528 fue nombrado gobernador en la Provincia de León dentro de la Orden de Santiago, para apaciguar una sublevación de los moriscos de Hornachos (Badajoz).

Según alguna doctrina y opinión, como la de Germán Vázquez, Antonio de Mendoza, y por extensión muchos de los políticos, estadistas y militares de la época, tuvieron que improvisar estrategias de organización y políticas en un mundo nuevo del que no tenían referencias ni modelos anteriores.

Frente a esta idea, están los que creen que la conquista de América tiene bastantes paralelos con la de las islas Canarias, y la organización posterior con el Reino de Granada como Miguel Molina Martínez y José Szmolka Clares, pero son pocos los que habían advertido que ambos protagonistas, los que fueron los primeros encargados del mando del Reino de Granada — después de haber sido conquistado en 1492 por los Reyes Católicos—-y del Virreinato de Nueva España, eran padre e hijo con similares formas de pensar y de entender el gobierno.

En el caso de Antonio de Mendoza, el desconocimiento de su formación anterior había ocultado la realidad de que era un diplomático, militar y político con cuarenta años de experiencia, con fases de gobierno en la capitanía general-virreinato de Granada, en el que la convivencia con una población mayoritaria recientemente conquistada y convertida a una nueva religión y por supuesto hostil —los moriscos—tenía a los ojos de la Corte española de la época grandes paralelismos con los indios americanos.

Éste fue, sin duda, uno de los principales argumentos de su nombramiento como primer virrey americano —aunque también ayudó mucho que fuera camarero real en 1530— y su experiencia junto a los moriscos, su ejemplo a la hora de afrontar el gobierno de Nueva España, donde no pocas veces (en las ordenanzas, en el urbanismo, en la política económica, en los descubrimientos, en sus relaciones con la iglesia, etc.) aplicó comportamientos aprendidos y heredados en Granada.

Primer virrey de Nueva España

Fue el primer hombre que recibió el cargo de virrey en un territorio americano, junto con los nombramientos de gobernador, capitán general de Nueva España y presidente de la Real Audiencia de México, el 17 de abril de 1535.

Mantuvo una contienda de competencia con el capitán general Hernán Cortés, quien al final tuvo que subordinarse a su mandato. Después de tomar posesión de su cargo el 14 de noviembre su primer acto fue llamar a México y someter a juicio de residencia al gobernador de Nueva Galicia Nuño Beltrán de Guzmán (que había sido presidente de la primera audiencia), bajo la acusación de corrupción y maltrato a los naturales. Nuño fue enviado preso a Castilla, en 1538.

El virrey hizo también abortar una conspiración de los esclavos negros (septiembre de 1537). En 1541 debió enfrentar en forma personal una grave sublevación de los indios caxcanes y chichimecas, en la región de Nueva Galicia, episodio conocido como la guerra del Mixtón, la cual culminó con la derrota de los indios, en febrero de 1542.

Durante los quince años de su mandato en Nueva España, las leyes administrativas que impartió le convirtieron en el supremo organizador del virreinato novohispano.

Obras y otros sucesos importantes

Fundó en 1535 la Casa de la Moneda en la ciudad de México, en 1536 se empezaron a acuñar monedas de plata y cobre como las españolas, llamadas por su forma macuquinas.
Estableció la imprenta que fue la primera de América, siendo el impresor Juan Pablos. El primer libro americano publicado fue la Breve y compendiosa Doctrina Christiana en lengua mexicana y castellana del obispo de México Juan de Zumárraga (1539).
Durante su gobierno se continuaron los viajes de exploración: apoyó a Hernán Cortés en los viajes que dieron por resultado el descubrimiento de la península de Baja California, apoyó a fray Marcos de Niza en 1539 en la empresa exploratoria en la búsqueda de las míticas ciudades de Cíbola y Quivira, así como a Francisco Vázquez de Coronado en 1540, en cuya expedición se exploraron los territorios que constituyen actualmente el suroeste de Estados Unidos y noroeste de México.
El 20 de noviembre de 1540 firmó una capitulación con el gobernador de Guatemala Pedro de Alvarado para explorar los territorios en la llamada «Tierra de la especiería». Por muerte al año siguiente de Alvarado en la campaña del Miztón, la expedición fue efectuada por Juan Rodríguez Cabrillo, quien se dirigió por mar hacia el Pacífico norte. Dicho navegante reconoció en 1542 las hoy costas de los estados de Baja California Sur, Baja California y California (EE.UU.), y nombró un cabo en California con el nombre de cabo Mendocino en honor del virrey.
Otra expedición importante fue la que se envió hacia el Pacífico sur, en el archipiélago filipino, al mando de Ruy López de Villalobos (1542), quien tuvo que regresar por el occidente al ser atacado por los portugueses.
Se fundó el colegio Imperial de Santa Cruz de Tlatelolco, destinado a la educación de los indios nobles, donde colaboraron frailes como Andrés de Olmos, Juan de Gaona y Bernardino de Sahagún. Asimismo se fundaron otros colegios como el de San Juan de Letrán, para los indios y mestizos, y de La Concepción, para mujeres.
Dictó ordenanzas para dar buen trato a los nativos.
Impulsó y ordenó la minería. Se aperturaron las minas de Zacatecas (1548).
Se puso en marcha de numerosas obras públicas que ampliaron las infraestructuras.
Inició el acondicionamiento del Puerto de Veracruz.
Fundó en 1541 la ciudad de Valladolid, en el valle de Guayangareo (hoy Morelia, en el estado de Michoacán), y otras en lo que hoy es el estado mexicano de Jalisco.
Inició las gestiones para crear la primera Universidad de México.
Acató la promulgación de las Leyes Nuevas el 24 de marzo de 1543, pero al poco tiempo las suspendió hasta que la Corona decidiera acerca de la protesta en contra de las mismas por parte del cabildo de México. A diferencia de lo sucedido en Perú, el virrey atendió prudentemente los reclamos de los conquistadores y encomenderos en contra de las Leyes Nuevas, lo que evitó que estallaran revueltas. Las Leyes Nuevas finalmente fueron derogadas por este virrey el 20 de octubre de 1545. En 1546 el visitador Francisco Tello de Sandoval elevó a la corona 46 cargos en su contra y, simultáneamente, fray Bartolomé de las Casas lo excomulgaba por apoyar a los encomenderos. Sin embargo, en 1548 el Consejo de Indias lo declaró libre de todos los cargos.
Hacia 1547 ocurrió el extraño incidente de la llegada del falso visitador, el licenciado Vena, quien, descubierto, fue azotado públicamente y condenado a 10 años de prisión.
El 12 de febrero de 1546 la diócesis de México fue elevada a la categoría de arquidiócesis. El 8 de julio de 1548 el obispo Juan de Zumárraga fue promovido a arzobispo. La bula llegó tarde a la capital de la Nueva España, cuando ya Zumárraga había muerto, el 3 de junio de 1548.

Segundo virrey en el Perú.

Estimando que la dilatada experiencia de don Antonio en el gobierno de la Nueva España sería apropiada para refrenar los ímpetus sediciosos y dirigir sagazmente la vida peruana, la corte le asignó los cargos de virrey, gobernador y capitán general del Perú y presidente de la Real Audiencia de Lima (8 de julio de 1549). Fue de este modo el primero en la extensa serie de mandatarios novohispanos que recibieron como premio el traslado al gran virreinato de América del Sur.

En su reemplazo, el Consejo de Indias nombró a Luis de Velasco como virrey de la Nueva España, ante quien, antes de partir, dejó Mendoza una relación de su gobierno (25 de noviembre de 1550).

Mendoza, ya achacoso y enfermo, se embarcó en Acapulco, tocó tierra en los puertos de Realejo y Panamá y llegó finalmente a Tumbes (costa norte del Perú), el 15 de mayo de 1551. Desde aquí prosiguió por el camino terrestre de la costa e hizo su entrada solemne en la Ciudad de los Reyes (Lima) el 12 de septiembre de dicho año, aunque sin entrar bajo palio. Recibió el mando del presidente de la Audiencia Gobernadora, Andrés de Cianca.

A pesar de su mala salud y de las secuelas de una hemiplejía, se dedicó a poner orden en la administración y el servicio público. Su mandato sería breve, durando solo diez meses.

Obras y otros sucesos importantes

Debido a su avanzada edad delegó en su hijo Francisco de Mendoza la visita o recorrido de las bien pobladas comarcas del sur, desde Lima hasta Potosí, examinando el aprovechamiento de los recursos naturales y el tratamiento que se daba a los indios, con especial atención a las condiciones de trabajo en el Cerro Rico de Potosí, de inmensa riqueza argentífera. El informe de Francisco de Mendoza, acompañado de los primeros dibujos y planos del centro minero, fueron remitidos a España y depositados presumiblemente en el Consejo de Indias hasta su pérdida.
En 1552 expidió unas ordenanzas para la Audiencia de Lima, que significan el primer código de procedimientos judiciales promulgado en el Perú, con señalamiento de las atribuciones y obligaciones de magistrados, fiscales, relatores, abogados y demás ministros del foro.
Se preocupó por hacer recoger informaciones veraces sobre el Tahuantinsuyo o Imperio de los incas, alentando al conquistador Juan de Betanzos a que culminara su crónica Suma y Narración de los Incas (1551).
Recibió dos cédulas, del 12 de mayo y de 21 de septiembre de 1551 que autorizaban la fundación de la Universidad de San Marcos en el convento de Santo Domingo de Lima.
Concedió licencia a Baltazar Zárate para introducir camellos en el Perú como medio de transporte, pero la empresa fracasó.
Dictó una serie de normativas con el fin de reglamentar el uso de los bienes comunales de los indios, conformar una compañía de alabarderos para servir como escolta virreinal y obligar a los encomenderos a casarse.
Finalmente, agregaremos que bajo su administración se creó el Obispado de la Plata, en Chuquisaca; tuvo lugar la llegada de los primeros sacerdotes de la orden de San Agustín y la celebración del primer concilio provincial limense, por convocatoria del arzobispo Jerónimo de Loayza (1551).

Descontento de los encomenderos

A poco de empezar su gobierno, Mendoza debió enfrentar el descontento de los encomenderos, muchos de los cuales consideraban no haber sido lo suficientemente recompensados por sus servicios durante las guerras civiles. En noviembre 1551 se produjo en el Cuzco una revuelta encabezada por los hidalgos Francisco de Miranda, Alonso de Barrionuevo y Alonso Hernández Melgarejo. La Audiencia envió al Cuzco al mariscal Alonso de Alvarado, investido con el oficio de corregidor y justicia Mayor. Alvarado entró en la ciudad imperial el 3 de diciembre de 1551, ocasionando la fuga de la mayor parte de los revoltosos. No obstante, ajustició a los tres nombrados cabecillas, desterró del Perú a otros y envió preso a alguno.

Pero lo que caldeó más los ánimos de los encomenderos fue la supresión del «servicio personal» de los indios, o sea el aprovechamiento gratuito de su mano de obra por parte de los encomenderos. Esta medida había sido ordenada desde la metrópoli un par de años, y más aún, Mendoza trajo una Real Cédula confirmatoria de tal orden, pero se dejó sin efecto en el Perú por temor al estallido de revueltas. No obstante, los magistrados de la audiencia de Lima resolvieron que no debía posponerse más la aplicación de dicha medida, y el 23 de junio de 1552 libraron una provisión aboliendo el trabajo no remunerado de los nativos. Mendoza avaló la decisión de los oidores (entre los que se contaba Andrés de Cianca), en quienes prácticamente había delegado el mando.

Dicha medida provocó, como era de esperar, la furiosa protesta de los encomenderos. Se descubrió en Lima un plan de conspiración para apresar a los oidores y enviarlos a España luego que falleciese el Virrey, que se hallaba muy enfermo y al borde de la muerte. Se sindicó como cabecilla del complot al general Pedro de Hinojosa, mas éste caudillo supo congraciarse a tiempo con los oidores y quien fue ajusticiado fue su lugarteniente Luis de Vargas.

Muchos descontentos que residían en el Cuzco pasaron a Charcas (actual Bolivia) donde fraguaron una nueva rebelión, pero don Antonio de Mendoza ya no se enteraría de ello. El anciano virrey murió en el palacio de Lima, el 21 de julio de 1552, y fue sepultado, en una pomposa ceremonia fúnebre, en la sacristía de la Catedral limeña. La Audiencia tomó el mando del Virreinato, presidido nuevamente por el oidor Andrés de Cianca.

La primera declaración de independencia de América

Antonio de Mendoza, perdida la posibilidad de crear una estirpe de virreyes Mendoza tanto en la Nueva España como en el Perú, preparó un memorial en 1551, que envió con su hijo Francisco de Mendoza a España —según Rafael Diego Fernández— para ser entregado al Emperador Carlos I, que podría ser considerado por su incendiario contenido la primera declaración de independencia de América, máxime teniendo en cuenta que el propio virrey dice en ella que no oso decirle más porque me va mal de ello, frente a la que tradicionalmente ha sido considerada hasta ahora —entre otros por Simón Bolívar—, que era la carta de Lope de Aguirre a Felipe II (1561.

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