Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 29 Dic 2017 23:30

La primera Batalla de Roncesvalles


En primer lugar quiero pedir perdón dado que al liarme con la reconquista, se me paso todo lo relativo a Roncesvalles, creo que aún es momento de retroceder unos años (mas bien siglos) e intercalar en este punto ambas batallas de Roncesvalles.


La batalla de Roncesvalles tuvo lugar el 15 de agosto de 778 (según otros autores, en alguna fecha no identificada ​), posiblemente en Valcarlos, en las proximidades del desfiladero de Roncesvalles del Pirineo de Navarra, en la que la retaguardia del ejército de Carlomagno mandada por Roldán fue diezmada en una emboscada efectuada por vascones, como tesis más probable. La misma ocurrió en el contexto de los intentos de realizar en la zona una Marca Hispánica carolingia, que en el territorio pamplonés se logró únicamente durante 10 años, del 806 al 816.


La ubicación exacta del lugar de la batalla se desconoce, ya que los cronistas carolingios no mencionan con un topónimo el puerto por donde pasaron las tropas ni el desfiladero donde aconteció la emboscada. La historiografía del siglo IX y tradicionalmente la población la situó en Luçayde (actual Valcarlos, Luzaide en euskera, la última procedente de Vallis-Karoli en relación a la mención explícita del valle de Carlos). Es a raíz de la Canción de Roldán, en el siglo XII (hacia 1150) cuando se localiza más al sur, en Rozaballes o Renzeval (Roncesvalles). En estudios recientes se dan distintas posibilidades. Así Rita Lejeune lo situó en el paso del Perthus, en los Pirineos orientales gerundenses actuales. El historiador Antonio Ubieto concluyó que fue en el puerto del Palo en el valle de Ansó del actual Pirineo oscense, cuando utilizaban la calzada romana de Zaragoza al Bearne. José María Jimeno Jurío en sus conclusiones, posteriores a los anteriores, se decanta por la hondonada de Valcarlos-Luzaide.​ Iñaki Sagredo por su parte amplía el campo de búsqueda y no descarta un ataque de desgaste y posterior engaño. La ruta del ejército la sitúa en dirección Belate-Baztán, con desplazamiento al Bidasoa. Sus conclusiones se refuerzan con la idea de que el ataque se produjo al atardecer tras arrastrarlos a un valle fuera de la ruta.


El interés de Carlomagno en los asuntos hispánicos le movió a apoyar una rebelión en el Vilayato de la Marca Superior de al-Ándalus, de Sulaymán al-Arabi, valí de Barcelona, que pretendía alzarse a emir de Córdoba con el apoyo de los francos, a cambio de entregar al emperador franco la plaza de Saraqusta (Zaragoza).

Entre mayo y junio​ de 778 Carlomagno, rey de los francos, se había adentrado en tierras hispanas, acudiendo a la llamada del gobernador de Zaragoza, Sulaymán al-Arabi, quien se había rebelado contra Abderramán I un año antes, para apoyarle en su sublevación a cambio de la plaza de Zaragoza. En su avance, Carlomagno llegó a Pamplona que capituló. La conjura fue un desastre, pues Sulaymán se negó a su llegada a entregar Zaragoza y Carlomagno puso asedio a la ciudad. Dado que llegó la noticia de la sublevación de los sajones, los francos levantaron el cerco e iniciaron la retirada llevando consigo como rehén al propio Sulaymán al-Arabi. Sulayman, que marchaba junto a sus tropas a unirse a las fuerzas rebeldes al emir y al ejército de Carlomagno, fue capturado por este frente a Saraqusta. Al llegar de nuevo a Pamplona, arrasa las murallas como se describe en los Anales regios y en los Annales de Gestis Caroli Magni del Poeta Sajón, y además destruye totalmente la ciudad para abandonarla y retornar al Pirineo por el mismo camino que en la venida.​

Al paso por el desfiladero de Valcarlos (transformación etimológica de Vallis-Karoli), la retaguardia del ejército franco, unos 20 000 soldados acaudillados por Roldán, sobrino de Carlomagno, y por el resto de los Doce Pares de Francia, fue desbaratada el 15 de agosto de 778 por unas huestes formadas probablemente por contingentes de tribus vasconas. Sulaymán fue liberado en esta batalla.

Los primeros textos relatan que el ataque se efectuó sobre la cola de la retaguardia, como punto más débil, y que utilizaron la estrechez del camino (angustiae viae), lo angosto de los parajes (angustus locus) y los tupidos bosques (opacitas silvarum). Se lanzaron dardos y piedras y cayeron rodando pesadas rocas por las laderas que sorprendieron al ejército creando pánico que les hizo precipitarse por el barranco sin tiempo para reaccionar (Anales Regios hasta 829).​ Murieron un gran número de caballeros francos entre los que destacaban Oliveros y Roldán. ​En los textos iniciales no se dice nada de la agonía y muerte de Roldán, no encontrándose su cadáver.


No se conoce con exactitud quiénes fueron los vencedores. Los historiadores manejan tres hipótesis. La primera dice que una coalición de vascones y musulmanes; la segunda, una combinación de vascones de ambas laderas del Pirineo y, la tercera, vascones ultrapirenaicos descontentos con el fortalecimiento del régimen franco en Aquitania. En una redacción casi coetánea de la época, en los Anales regios, hacen protagonistas de la emboscada únicamente a los vascones. Es en la Canción de Roldán y otros del siglo XII donde se sustituye a los atacantes por sarracenos, ya que describe un enorme ejército de cuatrocientos mil sarracenos distribuido en escuadrones a las órdenes de los doce Pares musulmanes (equivalente a la organización franca). Ramón Menéndez Pidal concluye que en la celada tomaron parte vascones y musulmanes juntos, en el contexto entre alianzas y relaciones familiares entre los primeros caudillos pamploneses y la familia Banu Qasi del valle del Ebro que arrancan en el 734.

No existen relatos sobre estos hechos de los vascones del siglo VIII, cuyos caudillos establecieron en los años siguientes el reino de Pamplona, que evolucionó al reino de Navarra.

Los principales textos carolingios recogidos en los Anales regios (hasta 829), Annales Mettenses priores, Vita Karoli Magni imperatoris de Eginhardo, Annales de Gestis Caroli Magni del Poeta Sajón y Vita Hludowici imperatoris del Astrónomo Lemosín recogen estos hechos en los años siguientes a la batalla.

Los Anales Mettenses Priores (hasta el 805) son anónimos y fueron escritos en Metz a los 25 años de la masacre, son los más cercanos en el tiempo y aunque «silencian el desastre son valiosísimos por cuanto anotan expresamente la ruta seguida por Carlomagno entre Aquitania y Pamplona», como refiere José María Jimeno Jurío.
Los Anales Regios también anónimos, fueron escritos a los 50 años de los hechos:

Habiendo decidido volverse (a Francia), entró en los bosques del Pirineo (Pyrenei saltum ingressus est), desde cuyas cimas los vascones habían tendido una emboscada. Al atacar a la retaguardia (extremun agmen) se extiende el tumulto por todo el ejército (totum exercitum magno tumultu perturbant), y aunque los francos eran superiores a los vascones, tanto en armamento como en valor, lo escarpado del terreno y la diferencia en el modo de combatir los hizo inferiores. En la lucha fueron muertos la mayoría de los paladines que el rey había puesto al frente de las fuerzas. La impedimenta fue saqueada. El enemigo desapareció rápidamente gracias al conocimiento del terreno.

Anales regios

Eghinardo, que era el biógrafo de Carlomagno en el relato Vita Karoli Magni, realizado 50 años después, describe:

Marchó a Hispania con todas las fuerzas disponibles, y salvados los montes Pirineos, logró la sumisión de todas las fortalezas y castillos que encontró. Al regreso, en la misma cima de los Pirineos, tuvo que experimentar la perfidia de los vascones cuando el ejército desfilaba en larga columna, como lo exigían las angosturas del lugar. Los vascones emboscados en el vértice de la montaña, descolgándose de lo alto, empujaron al barranco a la columna que escoltaba la impedimenta que cerraba la marcha, provocando que los hombres se precipitasen al valle situado más abajo, y trabando la lucha los mataron hasta el último. Después de lo cual, apoderándose del botín, protegidos por la noche que caía, se dispersaron con gran rapidez. Ayudó a los vascones no sólo la ligereza de su armamento, sino también la configuración del lugar en que la suerte se decidía. A los francos, tanto la pesadez de su armamento como el estar en un lugar más bajo, les hizo inferiores en todo momento. Entre otros muchos perecieron el senescal Egiardo, el conde de palacio Anselmo y Roldán, prefecto de la Marca de Bretaña. Este fracaso no pudo ser vengado inmediatamente, porque los enemigos se dispersaron de tal manera que ni siquiera quedó rastro del lugar donde podían hallarse.

Eghinardo, Vita Karoli Magni
El astrónomo Lemosín, biógrafo de Ludovico Pío
:

Decidió atravesar los escarpados Pirineos, y con la ayuda de Cristo socorrer a la Iglesia que cruel yugo sarraceno. Había una montaña muy alta que casi toca el cielo; una montaña de escarpadas peñas, sombría por los tupidos bosques, tenebrosos y oscuros, y con estrechos senderos que entorpecen el paso tanto de un gran ejército como de un pequeño grupo. Carlomagno consiguió franquearla con la ayuda del cielo.
[...] La gloria de la feliz hazaña fue gravemente mancillada por la fortuna pérfida. Terminados los asuntos que le habían llevado a España, después de la feliz marcha de retorno, surgió un contratiempo. Los hombres de la retaguardia fueron degollados en la montaña.

[b]Lemosín
El Poeta Sajón un siglo después de la batalla, cuenta que el rey iba por delante y que ya había pasado los puertos cuando se produjo el ataque:
[/b]


Habiendo penetrado (el rey) a su regreso en la profunda hondonada del Pirineo, cuando el ejército cansado atravesaba por los estrechos senderos, los vascones osaron poner asechanzas bajo el sumo vértice del monte. Una abominable muchedumbre de ladrones victoriosos que arrebatan el inmenso botín, matando a varios ministros palatinos encargados de custodiar las riquezas. Enriquecidos por los óptimos despojos, los ladrones huyen por senderos inabordables en medio de los bosques del profundo valle que sólo ellos conocían. Se ponen a salvo gracias a la huida y a la noche que se echaba encima. No dejaron rastro y no hubo posibilidad de represalias.

Este suceso histórico también dio lugar a relatos y poemas épicos con versiones en el siglo X que llevarían a la leyenda recogida en la versión más antigua del Cantar de Roldán conocido como el manuscrito de Oxford del siglo XII,3​ compuesta por 4002 versos agrupados en estrofas relatando una batalla abierta localizada en Roncesvalles, en vez de una emboscada como en realidad fue6​ y que cuenta que Roldán hizo sonar su olifante de marfil en el vértice de Ibañeta para advertir al grueso del ejército, que descansaba en Valcarlos. En la versión legendaria de la Chanson de Roland, Carlomagno creyó oír el olifante de Roldán pidiendo ayuda, pero Ganelón le convence de que no tiene importancia. Cuando caen heridos los doce paladines imperiales y Roldán, éste arrojó al agua su gloriosa espada, «Durandarte», a fin de que no cayera en manos del enemigo.

Antes de esta versión existe una variante recogida por la Nota Emilianense, fechada por su descubridor Dámaso Alonso entre 1065 y 1075, donde aparecen los duodecim neptis (los futuros doce pares de Francia) con los nombres de Rodlane, Bertlane, Oggero Spatacurta, Ghigelmo Alcorbitunas, Olibero y del obispo Turpín. En esta Nota Emilianense emplaza la muerte de Roldán en Rozaballes.

En 1066, durante la batalla de Hastings, el juglar Incisor Ferri o Taillefer animó a los franceses cantando las hazañas de los héroes muertos en Roncesvalles:

Taillefer, qui mult bien chantout

sor un cheval que tost alout
devant le duc alout chantant
de Karlemaigne et de Rolant
et d´Oliver et des vassals

qui moururent en Rencevals.
En el libro IV del Codex Calixtinus (también denominado Historia Turpini y Pseudo Turpín), en tiempos de las cruzadas en Tierra Santa y la reconquista de al-Ándalus, se cuenta que Carlomagno en siete años conquistó toda la Hispania mora, excepto Zaragoza. La gesta de Roldán en Roncesvalles se relata en el capítulo XXI. La ubicación que realiza copia a la Canción de Roldán en la zona donde se fundará el hospital de Santa María en el 1132, pero como novedad utiliza el Vallis Karoli por donde camina la vanguardia francesa, que denota el uso ya popular de esta denominación. Hay un reconocimiento explícito de la utilización del camino de Luzaide/Valcarlos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Dic 2017 01:05

Segunda Batalla de Roncesvalles o de Orreaga


La Segunda batalla de Roncesvalles librada en el año 824, en ocasiones llamada Batalla de Orreaga (usando el nombre de Roncesvalles en euskera para distinguirla de la Primera batalla de Roncesvalles, librada en el 778) fue una batalla librada por los vascones al mando de Íñigo el "Aritza" ("rey". de los vascones) contra los condes Eblo y Aznar, que dirigían el ejército franco formado por mandato del rey Ludovico Pío para recuperar el occidente de la Marca hispánica.


Las fuerzas francas comenzaron la expedición sin dificultad y con apenas resistencia. Entraron en Pamplona y ahorcaron a muchos habitantes como castigo y escarnio, también como aviso para prevenirse de ataques por la retaguardia, como ya le pasó a Roldán en la batalla del 778.

Al dirigirse de vuelta al reino franco por el mismo camino que el ejército que años antes volvía de sitiar Zaragoza, fueron detenidos por un ejército vascón dirigido por Íñigo Ximenez el "Aritza" (en euskera "roble"), que había reunido vascones de todos los buruzagis, incluyendo el apoyo de tropas de los Banu Qasi de Tudela, que eran una famosa facción visigoda que se habían convertido al Islam en la generación anterior.

La Batalla

La batalla se libró en los claros previos al puerto montañoso, donde las fuerzas vasconas sorprendieron a las francas formadas por guardias gascones, que sufrieron una derrota semejante a la recibida 50 años antes.

Los generales francos, condes Eblo y Aznar, recibieron destinos muy distintos. Eblo, fue enviado a Córboba como trofeo y símbolo de la cooperación que los vascones buscaban con ellos. Sin embargo, Aznar fue devuelto a Gascuña debido a su condición de gascón, con los que los vascones consideraban que tenían consanguinidad, y por las buenas relaciones entre Gascuña y Vasconia.

Debates sobre la batalla

Algunos historiadores, como Vicente José González García, defienden que esta fue la "auténtica batalla de Roncesvalles" dejando la batalla del año 778 como una mera leyenda medieval, aunque esta es una postura minoritaria, siendo ampliamente aceptada esta batalla como verídica y siendo considerada como la causa de la sucesiva formación institucional del Reino de Pamplona.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 30 Dic 2017 23:22

Batalla y conquista de Molina


Según el Cantar de mío Cid, tras asentarse en el Poyo del Cid Rodrigo impuso el pago de un tributo al señor musulmán de Molina. Este, de nombre Avengalvón, se convierte en un fiel aliado y amigo de paz. De noble y hospitalario carácter, hace de la Molina islámica una plaza segura para Jimena, sus hijas -Elvira y Sol-, Álvar Fáñez y otros caballeros del Cid.

Aquí pernoctan en varias ocasiones e incluso son escoltados por guerreros musulmanes molineses en sus viajes entre Castilla y Valencia.Al parecer, la figura literaria de Avengalvón tiene su origen en la figura histórica de Ibn Galbun, líder militar musulmán, a caballo entre los siglos XI y XII, señor de Molina. Es posible que a principios del siglo XI, durante la fitna o guerra civil andalusí, Molina estuviera bajo la influencia de la taifa de Zaragoza, pasando en 1046 a pertenecer a la taifa de Toledo, regida por Al Mamún. Años después, en 1085, Alfonso VI se haría con el poder de la taifa toledana, pero Molina quedó fuera de su influencia.

En realidad, la pertenencia según las circunstancias a uno u otro reino era bastante endeble: este tipo de plazas de frontera disfrutaban de una gran autonomía. Molina era un enclave militar bereber. Uno de sus gobernadores fue Ibn Galbun, quien quizá pactó en su tiempo con el Cid (es probable que esto sucediera pero no hay pruebas documentales que lo confirmen).

Y es posible que este Ibn Galbun sea el mismo que aparece del lado musulmán como señor de frontera en la batalla de Cutanda, en 1120.La conquista de la Molina musulmana por Alfonso I el Batallador tuvo lugar en 1128, tras un asedio de más de un año. Como base de operaciones el aragonés Alfonso mandó edificar una fortaleza a unos cinco km al sureste de la población, un "castillo nuevo" que con el tiempo daría lugar a la pequeña población de Castilnuevo.

Esta primera ocupación cristiana de Molina no pudo consolidarse y en 1134, a la muerte del Batallador, Molina pudo ser ocupada por los musulmanes, aunque pronto sería recuperada y pasaría a manos de la Corona castellana.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 02 Ene 2018 00:37

Conquista de Cuenca


Las crónicas medievales nos cuentan que, en medio de los rigores de diciembre puso en marcha Alfonso VIII a su ejército llegando a dar vista a Cuenca a fines del año 1176. Algunos dicen que esto ocurre el día de la Epifanía del año siguiente. El día de los Reyes se bendice a las banderas por mano de los obispos. Los fondos para la campaña se agotan y el Rey parte a Burgos para convocar Cortes y pedir nuevos dineros. Deja a cargo del asedio a su tío Alfonso II de Aragón casado con Sancha de Castilla, tía paterna de Alfonso VIII. Los sitiados al ver el regreso del rey de Cartilla rinden la plaza. Era Miércoles día de San Mateo, a veinte, y uno de Septiembre del mismo año, habiendo sufrido nueve meses de sitio.

Alfonso VIII llevó a la toma de Cuenca como era su costumbre una imagen de Nuestra Señora, imagen con la que entra triunfante y la coloca donde se levantará la Catedral. Cuenca es sede episcopal desde el 1183. En este sentido diremos que era costumbre en los reyes castellanos llevar en sus campañas una imagen de la Virgen conocida como la Virgen de las Batallas. Esta imagen que deja Alfonso VIII, según la tradición, es la talla románica que podemos ver en la Capilla del Sagrario de la Catedral Es la patrona de la Catedral que podemos ver vestida. La Virgen de las Batallas es una representación sentada de la Virgen en el trono o sede de la Sabiduría con el niño Jesús en sus brazos en actitud de bendecir. En la catedral de Sevilla se encuentra la imagen que llevaba Fernando III el Santo, reconquistador de esta ciudad. Alfonso VIII deja también en Cuenca el estandarte Real que se guarda también enla Capilla del Sagrario y que se muestra en la Fiesta del Corpus y el día de San Mateo.

Un pastor Martin Alaja indica a las tropas castellanas por donde deben romper el cerco de los defensores de Cuenca, llamaron Martin Alaja a este que era un home anciano, e guardaba unos carneros de los moros. En la batalla de las navas de Tolosa en 1212 otro pastar también llamado Martín Alaja, el Pastor de las Navas, ayuda a Alfonso VIII guiando por camino seguro a las tropas cristianas de Alonso VIII a través de Sierra Morena hasta el campamento musulmán de Miramamolín.

La bandera de la ciudad de Cuenca es rojo carmesí con el escudo municipal al centro. La provincia de Cuenca tiene su propio Escudo de Armas.

La conquista según la fundación Alfonso VIII

Conquista de Cuenca por Alfonso VIII

Al frente de los ejércitos, Alfonso ordena el asalto final para conquistar a los moros la ciudad de Cuenca el miércoles 21 de septiembre de 1177 tras nueve meses de mantenerla sitiada, bien cierto que con la inestimable ayuda de su tio el rey de Aragón Alfonso II el Casto.

Respecto a aquel hito histórico, escribió el arzobispo de Toledo don Rodrigo Ximénez de Rada, coetáneo del rey Alfonso VIII:

...Puso sitio a Cuenca, asilo y refugio de los árabes, estrechándolos con muchos y continuos trabajos, labrando en su circuito muchas máquinas sin cesar de día ni de noche. Pero, aunque le faltó el alimento y los víveres, le confortó su corazón real; y despreciando las delicias engañosas, se encontró más con el estímulo de la gloria, adelantándole su misma magnificencia, hasta reducir su constancia real a los infieles a tal estrecho que les fue preciso ocurrir a su clemencia. Porque, aunque habían enviado embajadores a los almohades para que expresasen a la gente de Arabia su miserable estado, endurecido el corazón de su príncipe, cerró los oídos a su demanda negándoles el socorro que pedían confusos con el temor de la guerra y atemorizados con su peligro porque la fama del rey cerró el mar y su nombre detuvo a los que le habían de pasar, hasta que se le entregó la fortaleza de Cuenca. Y derribadas sus torres y abierto camino por sus deshechos peñascos, reducidas a llanura sus asperezas, entró en la posesión suya después de muchos y continuados trabajos.

Giraldo, canciller de Alfonso VIII, escribió;

...Ficiéronse quatro puestos, porque no podiesen salir los moros. Posieron uno en el puente del río Xúcar a guarda de Martín Sacedón con doscientos ballesteros e pedreros; e otro en la loma del cerrillo con otros tantos a car de Ferrani Martínez de Zevallos. E otro había de cinquenta caballos, que corrían la tierra, a car de Alfonso Pérez Cherino; e otro en el campo llano del señor rey, hazia su tienda, e lo tenía Andrés de Cañizares.

Y no hay nada más escrito de autores de la época que nos ocupa, por cuanto lo reflejado en siglos posteriores carece de la comprobación necesaria en orden a establecer la veracidad del suceso. Así, el padre Francisco Escudero, en su obra Vida de San Julián, escrita en 1589, dice: Hay memoria y tradición muy antigua en esta ciudad, de padres a hijos, que, viendo el rey que Cuenca era inexpugnable por su fortaleza y que en aquel tiempo no se había hallado pólvora ni artillería para poderla batir, usó de este ardid, que se concertó con un maestro christiano llamado Martín Alhaxa, cautivo, que guardaba los carneros del rey moro, al qual le dio los carneros. Y se encubrieron los soldados con los pellejos y entraron por una puerta falsa que hoy día se muestra, la qual guardaba un moro viejo y ciego, y solía tentar de noche quando se recogían los moros a la fortaleza. Y quando entraron los soldados cubiertos con los pellejos, se engañó pensando que eran carneros, y lo mataron a él y a los que guardaban la fortaleza.

No parece lógico que, tras una permanencia de nueve meses de las tropas cristianas cercando la ciudad, pusieran los sitiados a guardar una de las puertas a un moro viejo y ciego, por cuanto esta historia no pasa de la mera leyenda.

El padre Fray Alonso de Santa María (1739-1822), en la página 65 de su obra titulada asimismo Vida de San Julián, refiere que el mencionado Giraldo, en un manuscrito, había dejado escrita la conquista de Cuenca y, entre otros pasajes, había uno que se refería al tal Martín Alhaja. Ofrece una versión algo diferente de la expresada por el padre Francisco Escudero: Caminando los soldados hacia las murallas de Cuenca para tomarla, con la obscuridad de la noche perdieron el camino; pero descubriendo una cueva, hallaron en ella tres pastores, dos moros y el tercero un cautivo cristiano llamado Martín Alhaja. Quitaron la vida a los dos moros y el cristiano los fue conduciendo por un camino excusado o sendilla que había entre aquellos riscos, por donde baxaban los ganados al pasto. Llevaba delante de sí parte del ganado y después dél iban algunos soldados disfrazados con las pieles de carneros que mataron para este efecto. Llegó Martín Alhaja a las centinelas del enemigo, dio su seña para que le conociesen y abriesen las puertas para introducir el ganado dentro de la plaza. Abrió el capitán que estaba de guardia la puerta del castillo y al mismo tiempo embistieron todos nuestros soldados.
Nótese la similitud de esta estratagema con la empleada por Ulises para liberarse a sí mismo y a sus compañeros de Polifemo, al salir de su cueva agarrados a las panzas de los carneros cuyos lomos tentaba el cíclope imaginando que podían salir cabalgándolos, como refiere el clásico Homero en el Libro IX de La Odisea.

No sólo aparece el pastor Martín Alhaja en la toma de Cuenca, sino que también aparecerá treinta y cinco años más tarde —el 16 de julio de 1212— en la batalla de Las Navas de Tolosa con el mismo objetivo de contribuir de manera definitiva a la victoria de Alfonso VIII frente a las tropas moras.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 02 Ene 2018 01:17

Batalla de Alarcos


Es mucho y bueno lo que hay escrito sobre la batalla en la que un puñado de españoles cambió el rumbo de la historia de España y de todo el occidente cristiano. Sin embargo, hay un aspecto que, en mi opinión, no se ha analizado con el suficiente detalle, y es mi propósito hacerlo. Me refiero a los motivos que en Alarcos condujeron a la derrota, y en Las Navas propiciaron la victoria. Y tiene su interés, ya que no se puede entender qué y cómo ocurrió en Las Navas, sin entender qué y cómo ocurrió en Alarcos.

Vamos a iniciar nuestra historia cuando Alfonso VII “El Emperador”, en 1157 acudió a socorrer Almería, ciudad que entregó a los almohades a cambio de salvar la guarnición. De regreso a casa por el camino del Muradal, murió el 21 de agosto en el paraje llamado “La Fresneda” (hoy “La Aliseda”) y, aunque se desconoce la etiología del óbito, me inclino a pensar que los insolentes calores estivales de estas serranías no debieron de ser ajenos al suceso.

Su testamento debilitó considerablemente el poder militar cristiano porque dividió su reino, a pesar de que en vida había predicado la unidad de la España cristiana (España es el nombre que las crónicas de la época daban a la parte cristiana de la península). A su primogénito Sancho III le dejó el reino de Castilla y al segundogénito Fernando II, el de León. Se formó así la “España de los 5 reinos”, denominación de don Ramón Menéndez Pidal que ha hecho fortuna.

AlarcosNavas (8)Sancho III reinó un año y 10 días. Murió con solo 25 años, el 31 de agosto de 1158.

Le sucedió su hijo Alfonso VIII, nuestro protagonista, con solo 2 años y 9 meses de edad. La regencia y la tutoría del pequeño rey hasta su mayoría de edad (14 años), fue ejercida por la casa de Lara. Primero don Manrique Pérez de Lara y, a su muerte, su hermano don Nuño Pérez de Lara. Ambos fueron gobernantes prudentes que supieron inculcar al rey las cualidades humanas y morales que guiarían su conducta a lo largo de su dilatado reinado, que duraría nada menos que 56 años (1158-1214), algo inusitado en la Edad Media. Otro Lara, Álvaro Núñez de Lara, hijo de don Nuño, sería su alférez real en la batalla de Las Navas de Tolosa.

A lo largo de tan extenso reinado, el enfrentamiento entre Alfonso VIII y los almohades fue prácticamente continuo. No obstante, los historiadores distinguen 4 guerras. Durante las dos primeras hubo incursiones, razias que en el bando musulmán se llamaban aceifas, asedios y toda la gama de expedientes medievales para debilitar al enemigo sin poner en juego todos los recursos militares del reino.

En la tercera guerra (1194-1197), Alfonso decidió que ya se habían tanteado lo suficiente y que llegado era el tiempo de aniquilar o ser aniquilado; de hecho faltó un ardite para que lo exterminaran a él y a su reino de Castilla.

Con el fin de amedrentar al califa almohade, reunió su hueste y organizó una exitosa incursión que se plantó en las mismísimas puertas de Sevilla, saltándose a la torera la profusa red de castillos que habían construido los almohades por toda la frontera.

Ante el fracaso estrepitoso de las medidas defensivas, el califa Abu Yusuf ibn Yacub, algo acongojado, la verdad sea dicha, gritó aquello de ¡A mí el Islam! Es decir, proclamó la guerra santa y reunió un enorme ejército llegado desde todos los rincones de su enorme Imperio. Con él atravesó el puerto del Muradal y se dirigió hacia la fortaleza de Alarcos, donde Alfonso VIII había reunido su hueste y lo esperaba impaciente.

El rey Alfonso eligió este emplazamiento a pesar de que la ciudad fortificada estaba aún inconclusa, porque delante hay una extensa llanura muy a propósito para una carga de caballería, y él en ningún momento pensó que tuviera que refugiarse en las fortificaciones. Así de convencido estaba de que la superioridad de la caballería castellana le daría la victoria. Por eso, a pesar de su clamorosa inferioridad numérica, en cuanto tuvo a los almohades delante, atacó, sin esperar a las tropas de Alfonso IX de León y de Sancho VII de Navarra, que estaban en camino.

Sin embargo, Alfonso debía saber, al igual que toda la cristiandad, que ocho años antes Saladino había destrozado a los cruzados francos en la batalla de Seforia (01/05/1187) y los había aniquilado en la batalla de los Cuernos de Hattin (04/07/1187), donde 38.000 de los 40.000 freires franceses quedaron pudriéndose al sol en el campo de batalla.

Lo que al parecer desconocía Alfonso, era que estas victorias no habían sido fruto de la casualidad. Saladino había encontrado la estrategia adecuada para anular la eficacia de la caballería pesada cristiana. A diferencia del rey castellano, Abu Yusuf ibn Yacub, sí la conocía a la perfección.

En el arma cristiana por excelencia, la caballería pesada, cada elemento estaba constituido por un caballo percherón de media tonelada de peso, sobre el que se incrustaba en una silla envolvente, un caballero con cota, perpunte, brafoneras, casco, espada, lanza, maza… otros doscientos kilos más. En total unos setecientos kilos de hierro y músculo que, lanzados a galope tendido, constituían lo más parecido a un misil tierra-enemigo que había en la época. El conjunto de elementos, el haz o formación de caballeros, cargando en bloque compacto, codo con codo y estribo con estribo, resultaban imparables. O lo habían sido hasta que Saladino supo tomarles la medida con su caballería ligera y la táctica del tornatrás o tornafuye.

El arma musulmana más eficaz eran los arqueros, tanto a pie como a caballo. Utilizaban unos arcos compuestos casi tan potentes como las ballestas cristianas, pero considerablemente más rápidos de cargar y disparar. Con sus flechas de punta piramidal, podían atravesar las cotas de malla y los perpuntes, penetrando profundamente en el cuerpo.

La única caballería pesada que militaba en el bando almohade era la andalusí, que tanto en armamento como en técnica de combate, era similar a la cristiana. El resto era caballería ligera: caballería bereber, caballería árabe mercenaria y caballería agzaz (turca-kurda) que AlarcosNavas constituía el elemento fundamental sobre el que se basaba la eficacia del tornatrás. El jinete guzz (singular de agzaz) sabía cabalgar controlando su pequeña y rápida montura con las piernas, lo que le dejaba las manos libres para manejar su arco con singular maestría. Los agzaz disparaban a galope tendido tanto hacia adelante, cuando amagaban cargar contra la caballería cristiana, como hacia atrás, cuando perseguidos por ésta, volvían grupas y huían, dejando el terreno cubierto de cadáveres de caballeros y caballos atravesados por sus flechas. Esta técnica se llama “disparar a la persa”, porque los antepasados de los agzaz, los arqueros del Imperio Persa, ya la utilizaron contra las tropas de Alejandro Magno.

En Alarcos, el 18 de julio de 1195, el desastre castellano fue total. Murieron miles de hombres entre los que estaban tres obispos, el maestre de la Orden de Santiago, el de la Orden de Évora, la Orden de Trujillo prácticamente al completo, así como la flor y nata de la caballería castellana. El propio rey y su alférez don Diego López de Haro, salvaron la vida por los pelos.

En el bando musulmán las pérdidas también fueron elevadísimas, el visir Abu Yahya y Abi Bakr el comandante de los benimerines entre ellos, pero al final obtuvieron la victoria. Estas fueron las causas, sucintamente enumeradas:


1 – La enorme superioridad numérica por parte musulmana, que permitió al califa mantener en reserva tropas de refresco, su guardia negra y los almohades, para hacerlas intervenir en el momento oportuno.

2 – Alfonso VIII cometió el grave error de subestimar la potencia del formidable ejército que tenía enfrente y se precipitó atacando sin esperar a sus aliados que estaban en camino.

3 – El calor del verano en la llanura manchega, “in crescendo” conforme el sol se acerca a su apogeo, convertía las cotas de malla y las armaduras en auténticos hornos. Tiempo después de Las Navas, se cubrirían con túnicas de algodón para atenuar este efecto.

4 – Los caballeros llevaban grandes y embarazosos escudos “de cometa” que protegían también al caballo. En Las Navas, los escudos serán más pequeños y manejables, y el caballo llevará su propia cota de malla.

5 – Entre la primera línea cristiana, la caballería pesada mandada por don Diego López de Haro, y la segunda, caballería e infantería mandadas por el propio rey, había una separación que permitió la maniobra envolvente de la caballería ligera sarracena.

6 – Los almohades habían aprendido de Saladino, y aplicaron en Alarcos, la estrategia para vencer a la caballería pesada: la caballería ligera practicaba el tornafuye, atacando una y otra vez el frente y los flancos, y retrocediendo.

7 – La caballería cristiana rompió su formación para perseguir a los jinetes musulmanes que atacaban y huían sin orden aparente, perdiendo así su efectividad que se basaba en mantener la formación cerrada.

8– Las flechas agzaz causaban estragos a distancia, mientras que los caballeros cristianos solo empezaban a matar enemigos cuando llegaban al combate cuerpo a cuerpo.

9 – Los pesados caballos cristianos se agotaron en estas persecuciones, quedando en pésimas condiciones para la carga definitiva.

10 – Descompuesta la formación cristiana tras la tercera carga, la caballería ligera realizó una maniobra envolvente por los flancos y se introdujo entre las líneas castellanas separando retaguardia de vanguardia. Ésta quedó rodeada y acabaron con ella sin que la retaguardia pudiera acudir en su auxilio.

11 – En este decisivo momento, cuando el sol había llegado a su cénit y los combatientes estaban agotados tras más de tres horas de lucha y sofocados por el insoportable calor, el califa hizo intervenir a sus tropas de reserva. El ejército castellano no estaba preparado para aquella nueva táctica y no pudo contrarrestarla, sufriendo una derrota demoledora.

El califa vencedor, Abu Yusuf ibn Yacub, sería conocido desde entonces como al-Mansur (el Victorioso), y para celebrar la victoria, mando construir la Giralda en Sevilla, la capital de su Imperio.

De todo tomó buena nota el rey Alfonso, que no volvería a cometer los mismos errores en Las Navas de Tolosa.

Las consecuencias de esta espectacular derrota fueron catastróficas, aunque pudieron haber sido aún peores. Los almohades llevaron la frontera hasta las puertas de Toledo, y como a perro flaco todo se le vuelven pulgas, Alfonso IX de León y Sancho VII de Navarra, se aliaron con al-Mansur y atacaron Castilla por tres frentes simultáneamente, con la alevosa intención de rematar al vencido y repartirse su territorio. Sólo el rey de Aragón Pedro II permaneció fiel a su aliado y acudió en su auxilio.

Sin embargo, contra todo pronóstico, Castilla resistió el triple acoso. ¿Cómo fue posible esta resistencia sin ejército que la defendiese? Pues porque cada castellano, hombre o mujer, anciano o joven, era un guerrero. Para rendir a Castilla, había que derrotar a todos y cada uno de sus habitantes, y eso nunca ha sido tarea fácil.

La inquebrantable resistencia castellana, hizo desistir a navarros y leoneses, que al año siguiente, hartos de perder hombres y dineros sin conseguir nada a cambio, se volvieron a casa.

El califa almohade se quedó solo, y aunque penetró profundamente en el reino, solo consiguió expugnar una plaza: Talamanca de Jarama.

Quiso entonces la fortuna veleidosa favorecer a los sufridos castellanos. Surgieron problemas en el Norte de África y al-Mansur se vio obligado a firmar una tregua con Alfonso VIII, para acudir a resolverlos dejándose la espalda cubierta. Ya no volvería a pisar Al-Andalus. En 1199 falleció en Marruecos y le sucedió su hijo Abu Abd Allah Muhammad ibn Yusuf, más conocido por los suyos como al-Nasir, aunque los cristianos lo apodaron Miramamolín, deformación del título “amir al-mu’minin” o “príncipe de los creyentes”.

Durante los diecisiete años que mediaron entre el “desastre de Alarcos”, como se llamó en Castilla a la batalla, y la victoria de Las Navas, el rey Alfonso esperó impaciente el tiempo necesario para disponer de una nueva generación de caballeros que sustituyera a la que fue sacrificada en Alarcos. En cuanto la tuvo, volvió a plantearle al almohade el encuentro definitivo, pero esta vez llevaba la lección bien aprendida.


Porque no es vano que desde entonces se dice aquello de:

Y Vinieron los sarracenos
Y nos molieron a palos
Que Dios ayuda a los malos
Cuando son mas que los buenos

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 02 Ene 2018 14:25

Batalla de Las Navas de Tolosa


Por un momento, los cristianos olvidaron sus disensiones de linaje, sus peleas territoriales y tuvieron un objetivo común y por fin vencieron a los musulmanes dirigidos por Alfonso VIII de Castilla, Pedro II de Aragon y Sancho VII de Navarra


El 16 de julio de 1212, la coalición cristiana formada por unos 70.000 soldados , encabezada por Castilla, derrotó a los 120.000 musulmanes del imperio almohades en el norte de la provincia de Jaén, junto a Despeñaperros. Aquella victoria marcó el declive musulmán e inicio de la fase final de la Reconquista.

En efecto la Batalla de las Navas de Tolosa fue la hecatombe para el imperio Almohade en la Península Ibérica. Con esta histórica victoria de la alianza cristiana se había iniciado el declive del dominio musulmán de España. La Batalla de las Navas de Tolosa, fue sin duda, la batalla más importante de la Reconquista.


Antecedentes Históricos de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Los Musulmanes Invaden España


Los musulmanes, las tropas de Alá, mantuvieron 780 años de presencia activa en nuestra Península Ibérica. Primero llegaron los Omeya de Damasco y se creó el Emirato dependiente de Damasco. Era el año 711, pero en el 756, la tremenda masacre producida por los Omeyas sobre los Abasidas de Bagdad, provocó que el Príncipe de los errantes, el gran Abderramán I llegara al-Ándalus y se creara el Emirato Independiente. Del Emirato, pasaríamos con Abderramán III al Califato de Córdoba.

Pasó el Sultanado y empezaron a llegar sucesivas hordas fanáticas del Magreb. En 1085 llegaron los Almorávides y un siglo más tarde llegaron los Almohades, un imperio Beréber norteafricano. Los almohades fueron unos defensores férreos de la Fé. Contra ellos combatieron los reinos cristianos del norte penínsulas. En 1195, las tropas castellanas de Alfonso VIII sufrían una gravísima derrota a manos de los almohades, si bien fue esta en Alarcos, la última gran victoria musulmana en España, Alfonso VIII estuvo a punto de morir en la batalla; pero afortunadamente consiguió escapar con algunos de sus leales y preparó la venganza, preparó la contraofensiva. La pérdida de Alarcos, extendió el dominio musulmán hasta los Montes de Toledo y el Valle del Tajo amenazando a la propia ciudad de Toledo.

En 1211,el almohade Muhammand Al-Nasir, llamado por los cristianos "El Miramamolin", preparó un gran ejército amenazando a los reinos cristianos. Ambicionaba ocupar completamente la Península Ibérica. El califa logró reunir un ejército de 125.000 soldados bien pertrechados y muy fanatizados. La caída de Salvatierra en manos de los Almohades, alarmó a toda Europa.

Los cristianos andaban envueltos en guerra civiles , guerra fratricidas por problemas de fronteras entre ellos. Había 5 reinos en la Península Ibérica.

- Corona de Aragón con su rey Pedro II.

- Reino de Castilla con su rey Alfonso VIII.

- Reino de Navarra con Sancho VII.

- Reino de León permanecía con su rey Alfonso IX.

- Reino de Portugal, independizado desde 1140.


El Papa Inocencio III Convoca una Santa Cruzada

La amenaza almohade recomendaba la unión de los 5 reinos para luchar o sucumbir ante el dominio de Al-Nasir. En 1212, el rey Alfonso VIII, convenció al Papa Inocencio III para que proclamara Santa Cruzada para parar el impulso almohade en la Península Ibérica.
AL NASHIR

El Papa instó a los Reyes cristianos que olvidaran sus rencillas so pena de excomunión. El Arzobispo de Toledo don Rodrigo Jimenez de Rada, estuvo predicando la cruzada por Francia y en las iglesias de toda Europa que animó a los creyentes a alistarse . Llegaron a España miles de cruzados procedentes de Italia, Francia y Alemania y a su frente los obispos de Narbona, Nantes y Burdeos

Los Reyes de Portugal y de León, no acudieron a la llamada; pero sí los reyes de Aragón y de Navarra.


Los Cruzados Salen de Toledo


Toledo, mayo de 1212, lugar y fecha elegida por Alfonso VIII para reunir a la Santa Cruzada. Para evitar roces y problemas con la población civil de Toledo, Alfonso intentó acuartelar a los cruzados extranjeros fuera del casco de Toledo; pero no fue posible. Los tramontanos, acostumbrados a las cruzadas de oriente, asaltaron la judería toledana provocando una masacre y rapiñando el botín.

Alfonso, forzado por la necesidad de estos cruzados para la alianza cristiana, hizo la vista gorda por el bien de la empresa.

20 de julio de 1212; las tropas cristianas salen de Toledo hacia el frente de batalla. El ejército estaba formado por unos 85.000 soldados, al frente con los cruzados extranjeros, don Diego López de Haro, el señor de Vizcaya. Esta era la tropa de choque contra los almohades, la vanguardia del ejército cristiano.

A los pocos día llegaron a la fortaleza de Malagón. Los musulmanes ofrecieron la rendición a cambio de la supervivencia. Pero los cruzados extranjeros negaron cualquier tipo de acuerdo y pasaron a cuchillo y degollaron a los habitantes de Malagón. El rey Alfonso VIII llegó dos días más tarde a la fortaleza y contemplo horrorizado el espectáculo dejado por los tramontanos. Esa no era la batalla que quería el rey de Castilla, había que negociar de otra manera. Empezaron los roces entre los cristianos españoles y los extranjeros.

Días más tarde llegaron a la fortaleza de Calatrava, aquella que habían perdido los Templarios. En esta ocasión Alfonso llegó a tiempo de negociar con los musulmanes y le permitió salir a cambio de no combatir. Esto fue la gota que colmó el vaso y los cruzados tramontanos decidieron abandonar la cruzada y marcharse, los hispanos nos quedamos solos ante el poder almohade.

La deserción de los cruzados extranjeros fue importante para la moral del ejército cristiano, la sombra de Alarcos se le apareció otra vez a Alfonso VIII. Aproximadamente se marcharon un 27 % del total, quedando constituido finalmente, el ejército cristiano, por unos 60.000 hombres. Afortunadamente, al ejército cristiano se incorporó el gran Pedro II de Aragón, el gran amigo de Alfonso VIII. Aragón aportó a la empresa, unos 3.000 caballeros y unos 2.000 soldados. Los reyes cristianos decidieron continuar y combatir.

Al-Nasir esperaba tranquilamente en la estribaciones de Sierra Morena, con fuerzas preparadas para la emboscada en los peligrosos pasos de Despeñaperros. Esperaba que los cruzados se cansaran por el duro caminar por la sierra.

Sierra morena era un difícil obstáculo para los cruzados cristianos. El ejército era numeroso y atravesarla no iba a resultar sencillo. Además en los únicos pasos disponibles, estaban emboscados los almohades. Los exploradores de los cristianos trataban de encontrar pasos francos que permitiera el movimiento de tropas sin riesgos.


El milagro de Pastor o de San Isidro Labrador

Entonces, dice la leyenda, se produjo el milagro. San Isidro Labrador o un humilde pastor se apareció a las tropas cristianos y les dijo que él conocía un paso. El avanzado de don Diego López de Haro comprobó que el paso existía y que el pastor no les había engañado. Se dieron las indicaciones oportunas a los reyes y las tropas se dirigieron hacia el paso descubierto. Para entonces ya se había incorporado Sancho VII el rey de Navarra con 200 caballeros y unos 2.000 peones. El paso les condujo hacia un lugar llamado la Mesa del Rey, donde se estableció el campamento cristiano.

Al-Nasir al comprobar que los cristianos habían pasado los pasos serranos, dio la orden de formar a su ejército . Al-Nasir mandó algunas vanguardias de jinetes y arqueros para provocarles y cansarles aún más.

El 15 de julio de 1212, los dos ejército estaba frente afrente. Fueron 24 horas de tensión e incertidumbre, se estaban midiendo las fuerzas del adversario mediante pequeña avanzadillas. En la madrugada del 16 de julio las tropas están dispuestas para el combate.

En esa madrugada los cristianos se prepararon para vencer o morir. Al amanecer se dio la comunión a las tropas cristianas, los soldados encomendaron su alma al cielo y se prepararon para la batalla. Se iban a enfrentar dos ideología totalmente diferentes, la Espada contra el Alfanje y la Cruz contra la Media Luna.

Despliegue de los Ejércitos en de Las Navas de Tolosa

Los Cristianos

En el ejército cristiano, unos 70.000 hombres divididos en 3 Cuerpos .

En el centro la caballería castellana, en su vanguardia el abanderado de Castilla , el vasco, don Diego López II de Haro ;el nuevo Alférez de Castilla , don Álvaro Núñez de Lara. Situado en el centro de la retaguardia del cuerpo central, estaba el Rey de Castilla Alfonso VIII y el Arzobispo de Toledo, don Rodrigo Jiménez de Rada.

En el ala derecha , junto con los 200 caballeros y peones navarros , el rey Sancho VII “El Fuerte”.

En el ala izquierda los aragoneses con su Rey Pedro II .

En la retaguardia las milicias urbanas castellanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo que auxiliaban a un flanco y al otro. También en esta tercera fila de retaguardia estaban integradas las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Templarios y Hospitalarios.

La financiación de la empresa , en un 66 % estuvo a cargo del tesoro castellano y el resto por parte de la Iglesia. De todo el reino llegaron a Toledo armas, caballos y provisiones.


Los Almohades

Los 120.000 musulmanes instalaron su campamento en el Cerro de los Olivares o de las Viñas con un despliegue clásico de la época. La infantería al frente y la caballería ligera en los flancos.

En primera línea, el cuerpo que debía recibir el choque frontal de la caballería cristiana. Era las tropas más fanatizadas por el Islam, los que entendían que estaban en una cruzada santa contra los infieles cristianos. Tropas ligeras y útiles para descabalgar y para las escaramuzas. Pero no fuertes en el cuerpo a cuerpo.

En segunda línea el gran grupo de fuerzas almohade. En esta segunda línea estaba constituida por tropas de voluntarios , posiblemente eran tropas procedentes del imperio almohade, procedían del Magreb, también había andalusíes. En tercera línea, las mejores tropas, era el cuerpo de élite almohade.

En Tercera línea, en la retaguardia la caballería pesada guardando la inmensa tienda de campaña del califa al-Nasir . Era una tienda roja, vistosa no se ocultaba a nadie. Estaba rodeada de fortificaciones y de la terrible Guardia Negra. Esta guardia eran hombres absolutamente fanáticos, hombres dispuestos a morir por el islam, por le califa al-Nasir. Esta guardia personal estaba constituida por los imesebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se enterraban en el suelo o se anclaban con cadenas para mostrar que no iban a huir.

Comienza la Batalla de Las Navas de Tolosa

El primero que dio la orden de combatir fue Alfonso VIII.

Después de una larga operación de lanzamientos de flechas, “la clásica preparación artillera de la época”, atacó la caballería pesada castellana.

El abanderado de castilla, el vizcaíno López de Haro , atacó frontalmente con miles de jinetes . El choque fue absolutamente brutal, y el golpe hizo daño en la vanguardia almohade. Esta operación obligó a un primero movimiento de retirada de las vanguardias musulmanas; pero más tarde los infantes musulmanes desorganizaban el ataque de la caballería y descabalgaban a los jinetes castellanos. Los alfanjes degollaban a los cristianos , entonces al-Nasir ordenó el contraataque con el grueso del ejército musulmán lo que obligó a retroceder a los Cristianos .

La segunda línea con la caballería ligera almohade, equipada con arcos y alfanjes, atacó con gran eficiencia produciendo un gran desgaste a las tropas de López de Haro. La segunda línea cristiana se adelantó y entró en combate para suplir las abundantes bajas sufridas. La situación fue crítica para los cristianos , muchos se retiraron, exceptuando López de Haro, su hijo, Núñez de Lara y las órdenes militares, que se mantienen heroicamente en combate cerrado.

Al ver retroceder a los cristianos, los musulmanes rompieron su formación cerrada para perseguirles, lo que fue un grave error táctico. Esta peligrosa maniobra de los musulmanes, debilitó el centro del ejército almohade .


La Carga de los Tres Reyes

Algo había que hacer. Alfonso VIII se miró con los obispos que le rodeaban , se miró con sus amigos, los reyes de Aragón y de Navarra y tomó la última decisión. Esa decisión que provoca que una batalla se pueda ganar , se pueda vencer. Se lanzó la última y desesperada carga, la que se consideró como la carga de los tres reyes. Pedro II, Alfonso VIII y Sancho VII se pusieron al frente de sus hombres y de la órdenes militares ; era el último aliento de los cruzados. Los cristianos se lanzaron al campo de batalla con todo lo que tenían. Era vencer o morir, vencer o ser invadidos por los almohades.


[b]FINAL BATALLA NAVAS DE TOLOSA
[/b]
Los cristianos rebasaron la segunda y la tercera línea almohade. Una acción heroica de sancho VII de Navarra, provocó que las tropas navarras se presentaran delante de la majestuosa tienda roja de campaña de al-Nasir para aplastar a la guardia personal del Miramamolin. El Califa sólo tuvo tiempo para huir junto con un grupo de leales. La guardia negra se había quedado para defender la tienda. Los hombres de Sancho fueron matando uno a uno a los miembros de la guardia y rompieron las cadenas de circundaban la tienda. Esta cadenas pasaría posteriormente la parte fundamental del escudo de Navarra.

Miles de hombres cayeron , pero finalmente la victoria se decantó del lado cristiano. El Califa Miramamolín escapó huyendo a toda prisa una vez perdida ya la batalla. Esa noche se refugió en Baeza.

Los muertos musulmanes 90.000 y 5.000 los cristianos.

Finalizada batalla, Rada, el Arzobispo de Toledo rezó en el campo de batalla con el ejercito castellano, un "Te Deum" de agradecimiento a Dios.


El rey Alfonso VIII mandó una carta al Papa Inocencio III anunciando la gran victoria de los cristianos. La Cruzada había sido un éxito.

Los navarros y aragoneses perseguían en su huida a los Almohades. En su huida , Al-Nasir perdió sus tesoros y los cristianos consiguieron un colosal botín de guerra. De este botín se conserva el Pendón de Las Navas en el Monasterio de Las Huelgas en Burgos.

Y qué fue de los comandantes de los ejércitos

Al-Nasir nunca se repuso del desastre de las Navas. Abdicó en su hijo, se encerró en su palacio de Marraquech , en la gran capital imperial y se entregó a los placeres y al vino. Murió a los pocos meses de su derrota.

Alfonso VIII de Castilla extendió sus conquistas por Andalucía consolidando su frontera sur . Murió a los dos años ( 1214) escasos de la victoria

Pedro II de Aragón, murió al año siguiente(1213) en la batalla de Muret, combatiendo a don Simón de Monfort, que estaba al frente de los cruzados que Inocencio III contra los herejes cátaros. Pedro II era el feudatario de los cátaros y tuvo que defenderlos, muriendo en el intento. Con esto también Aragón perdía su presencia en el sur de Francia.

Sancho VII el Fuerte de Navarra sobrevivió veintidós años a la batalla. Al final de su vida, atacado de alguna especie de neurastenia "a causa de su mucha grossura y de la poca salud que tenía", se recluyó en su palacio de Tudela, donde permaneció encerrado hasta su muerte en 1234 cuando tenía 80 años.


Los Im-Esebelen

Según la leyenda la guardia de la tienda de Miramamolin, eran esclavos negros, en realidad no es así, la guardia pretoriana del Al-Nasir “El Miramamolín”, no eran esclavos negros encadenados para evitar su huída. Eran fanáticos voluntarios, llamados "imesebelen" (desposados) , juramentados para ofrecer sus vidas en defensa del Islam . Se ataban por las rodillas con cadenas para que el enemigo viera que vencerían o morirían; pero que nunca retrocederían. Eran negros y su uniforme también de color negro.


[b]Consecuencias de la Batalla de Las Navas de Tolosa[/b]

Desde 1212 los almohades dejaron de ser una fuerza combativa. Los musulmanes de la Península Ibérica nunca más se recuperaron de esta derrota. Esta victoria expandió los territorios cristianos consolidando el avance definitivo de la Reconquista.

Esta batalla estableció el inicio de la superioridad militar, económica y política de los reinos cristianos iniciándose la decadencia de la civilización árabe en la Península Ibérica. Se inició el desmembramiento de al-Ándalus en reinos de Taifas, lo que favoreció el avance del empuje cristiano, hasta quedar al último vestigio musulmán el reino de Granada (Granada, Málaga y Almería), gobernado por la dinastía nazarí.

El reino de Granada sobreviviría precariamente hasta que Boabdil “el Chico”, último rey musulmán español, entregó las llaves del reino a los Reyes Católicos y se retiró a África desde Albuñol (Granada) .

Era el 2 de febrero de 1492 el proyecto de la Reconquista había concluido pero empuje social y militar logrado se prolongó, durante muchos años más en nuevo proyecto : El Descubrimiento del Nuevo Mundo.


Crónicas Contemporáneas de la Batalla de Las Navas de Tolosa
Testimonio de don Rodrigo Jiménez de Rada ( Arzobispo de Toledo ), en Historia de los Hechos de España

Alrededor de la medianoche del día siguiente estalló el grito de júbilo y de la confesión en las tiendas cristianas, y la voz del pregonero ordenó que todos se aprestaran para el combate del Señor. Y así, celebrados los misterios de la Pasión del Señor, hecha confesión, recibidos los sacramentos, y tomadas las armas, salieron a la batalla campal; y desplegadas las líneas tal como se había convencido con antelación, entre los príncipes castellanos Diego López con los suyos mandó la vanguardia; el conde Gonzalo Núñez de Lara con los frailes del Temple, del Hospital, de Uclés y de Calatrava, el núcleo central; su flanco, lo mandó Rodrigo Díaz de los Cameros y su hermano Álvaro Díaz y Juan González y otros nobles con ellos; en la retaguardia, el noble rey Alfonso y junto a él, el arzobispo Rodrigo de Toledo y los otros obispos mencionados.

De entre los barones, Gonzalo Ruiz y sus hermanos, Rodrigo Pérez de Villalobos, Suero Téllez, Fernando García y otros. En cada una de estas columnas se hallaban las milicias de las ciudades, tal y como se había dispuesto. Por su parte el valeroso rey Pedro de Aragón, desplegó su ejército en otras tantas líneas; García Romero mandó la vanguardia; la segunda línea, Jimeno Coronel y Aznar Pardo; en la última, él mismo, con otros nobles de su reino; y de forma semejante, encomendó su flancos a otros nobles suyos.

Además, llevó consigo algunas fuerzas de las milicias de las ciudades de Castilla. El rey Sancho de Navarra, notable por la gran fama de su valentía, marchaba con los suyos a la derecha del noble rey, y en su columna se encontraban las milicias de las ciudades de Segovia, Ávila y Medina.

Desplegadas así las líneas, alzadas las manos al cielo, puesta la mirada en Dios, dispuestos los corazones al martirio, desplegados los estandartes de la fe e invocando el nombre del Señor, llegaron todos como un solo hombre al punto decisivo del combate. Los primeros en entrar en lid en la formación de Diego López de Haro, fueron su hijo y sus sobrinos ya citados, valerosos y decididos. Por su parte, los agarenos levantaron en la cima un reducto parecido a un palenque con los escriños de las flechas, dentro del cual estaban apostados infantes escogidos; y allí se sentó su rey teniendo a su alcance la espada, vistiendo la capa negra que había pertenecido a Abdelmón, el que dio origen a los almohades, y además, con el libro de Mahoma, que se llama Alcorán.

Por fuera del palenque había también otras líneas de infantes, algunos de los cuales, tanto los de dentro como los de fuera, con las piernas atadas entre ellos para que tuvieran por imposible el recurso de la huida, soportaban con entereza la cercanía de la batalla..., luego supimos por los agarenos que eran ochenta mil jinetes...

Los agarenos, aguantando casi sin moverse del lugar, comenzaron a rechazar a los primeros de los nuestros que subían por lugares bastante desventajosos para el combate, y en estos choques algunos de nuestros combatientes, agotados por la dificultad de la subida, se demoraron un rato. Entonces, algunos de las columnas centrales de Castilla y Aragón llegaron en un solo grupo hasta la vanguardia, y se produjo allí un gran desconcierto y el desenlace no se veía claro...

El noble Alfonso, al darse cuenta de ello y al observar que algunos, con villana cobardía, no atendían a la conveniencia, dijo delante de todos al arzobispo de Toledo: "Arzobispo, muramos aquí yo y vos"... Y en todo esto doy fe ante Dios, el noble rey no alteró su rostro ni su expresión habitual, ni su compostura, sino que más bien, tan bravo y resuelto como un león impertérrito, estaba decidido a morir o vencer. Y no siendo capaz de soportar por más tiempo el peligro de las primeras líneas, apresurado el paso las enseñas de los estandartes llegaron jubilosamente hasta el palenque de los agarenos por disposición del Señor.

La cruz del Señor, que solía tremolar delante del arzobispo de Toledo, pasó milagrosamente entre las filas de los agarenos llevada por el canónigo de Toledo Domingo Pascasio, y allí, tal como quiso el Señor, permaneció hasta el final de la batalla sin que su portador, solo, sufriera daño alguno... Mientras tanto, fueron muertos muchos miles de agarenos ante la presión simultánea de los aragoneses, los castellanos y los navarros por sus frentes respectivos...


Testimonio del cronista Ibn Abi Zar

"Al oír Alfonso que Al-Nasir había tomado a Salvatierra, se dirigió contra El con todos los reyes cristianos que le acompañaban y con sus ejércitos. Al saberlo Al-Nasir, le saló al encuentro con las tropas musulmanas: avistáronse los combatientes en el sitio llamado Hisn al'Iqab, (Castillo de la Cuesta, hoy Castro Ferral); allí se dio la batalla.

Se plantó la tienda roja, dispuesta para el combate en la cumbre de una colina, Al-Nasir vino a ocuparla y se sentó sobre su escudo con el caballo al lado; los negros rodearon la tienda por todas partes con armas y pertrechos. La zaga, con las banderas y tambores, se puso delante de la guardia negra con el visir Abu Said ben Djami. Se dirigió contra ellos el ejército cristiano. En filas, como nubes de langostas; los voluntarios les salieron al encuentro y cargaron sobre ellos en número de 160.000, pero desaparecieron entre las filas de los cristianos, quienes los cubrieron y combatieron terriblemente. Los musulmanes resistieron heroicos, todos los voluntarios murieron mártires, sin dejar uno; las tropas almohades, árabes y andaluzas los miraban sin moverse. Cuando los cristianos acabaron con los voluntarios, cargaron sobre los almohades y sobre los árabes con inaudito empuje; mas al entablarse el combate huyeron los caídes andaluces con sus tropas por el odio que había dirigido Ibn Djimi al despedirlos.

Cuando los almohades, los árabes y las cábilas bereberes vieron que los voluntarios habían sido exterminados, que los andaluces huían, que el combate arreciaba contra los que quedaban, y que cada vez los cristianos eran más numerosos, se desbandaron y abandonaron a Al-Nasir. Los infieles los persiguieron espada en mano, hasta llegar al círculo de negros y guardias que rodeaban a Al-Nasir; pero los encontraron que formaban como un sólido muro, y no pudieron abrir brecha; entonces volvieron las grupas de sus caballos acorazados contra las lanzas de los negros, dirigidas contra ellos, y entraron en sus filas.

Al-Nasir seguía sentado sobre su escudo, delante de su tienda, y decía "Dios dijo la verdad y el demonio mintió", sin moverse de su sitio, hasta que llegaron los cristianos junto a él. Murieron a su alrededor más de 10.000 de los que formaban su guardia; un árabe entonces, montado en una yegua, llegose a él y le dijo: "Hasta cuándo vas a seguir sentado?, ¡Oh, Príncipe de los Creyentes!, se ha realizado el juicio de Dios, se ha cumplido su voluntad y han perecido los musulmanes." Entonces se levantó para montar el veloz corcel que tenía al lado; pero el árabe, descabalgando de su yegua le dijo: "Monta en esta que es de pura sangra y no sufre ignominia, quizás Dios te salve con ella, porque en tu salvación está nuestro bien." Montó Al-Nasir en la yegua, y el árabe en su caballo le precedía, rodeados ambos por un fuerte destacamento de negros, a cuyos alcances iban los cristianos. El degüello de musulmanes duró hasta la noche, y las espadas de los infieles se cebaron en ellos y los exterminaron completamente, tanto que no se saló uno de mil. Los heraldos de Alfonso gritaban: "Matad y no apresad, el que traiga un prisionero será muerto con él". Así que no hizo el enemigo un solo cautivo este día.

Fue esta terrible calamidad el lunes 15 de safar del 609 (16 de julio de 1212), comenzó a decaer el poder de los musulmanes en al-Ándalus, desde esta derrota, y no alcanzaron ya victorias sus banderas; el enemigo se extendió por ella y se apoderó de sus castillos y de la mayoría de sus tierras, y aún no hubiera llegado a conquistarla toda, si Dios no le hubiese concedido el socorro del emir de los musulmanes Abu Yusuf ben Abd al-Haqq, que restauró sus ruinas, reedificó sus alminares y devastó en sus expediciones el país de los infieles.

De vuelta de Hisn al-Iqab fue Alfonso contra la ciudad de Úbeda, y la ganó a los musulmanes por asalto, matando a sus habitantes, grandes y pequeños, y así siguió conquistando al-Ándalus, ciudad tras ciudad, hasta apoderarse de todas las capitales, no quedando en manos de los musulmanes sino muy poco poder. Sólo le impidió apoderarse de este resto de botín la protección divina por medio de la dinastía de los benimerines. Dícese que todos los reyes cristianos que asistieron a la batalla de Hisn al-Iqab, y que entraron en Úbeda, no hubo uno que no muriese aquel año."

En esto yerra el cronista musulmán, el Rey Sancho de Navarra, moriría a los ochenta años en su palacio de Tudela, muchos años más tarde, no así el Rey de Aragon y el de Castilla.

Creo que este hecho de armas merecía una crónica individual dentro de esta pequeña historia.


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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 02 Ene 2018 20:40

La reconquista de Alcantara


La toma de la Villa de Alcántara en el año 1213 se enmarca dentro del juego político militar de los monarcas cristianos, sobre todo de León y Castilla, aunque tampoco podemos olvidar al de Portugal.

La intención de Alfonso IX de León es expandir su reino hacia el Sur peninsular. Por eso uno de los primeros pasos que debe dar es hacerse con el control de reino Taifa de Badajoz. Estos eran los deseos que Alfonso VII, El Emperador, había dejado traslucir en su testamento.

Aunque éstas son las intenciones leonesas antes tiene que solventar otro tipo de problemas internos y externos de su reino, sobre todo con su primo el rey Alfonso VIII de Castilla. Éste había conquistado una serie de plazas de León no respetando el encuentro que habían mantenido ambos en Carrión en torno a 1188, en el que habían llegado a un acuerdo de buen entendimiento.

En 1194 el Cardenal Gregorio, Legado Pontificio del Papa Celestino III, intentó mediar para poner fin a estos enfrentamientos. Todos se encontraron en la vallisoletana villa de Tordehumos y allí llegaron al acuerdo de la devolución de las villas y castillos conquistados a León y éste a reconocer como su heredero al rey castellano si no tenía descendencia legítima. Este tratado se cumplió a medias ya que no se restituyeron todos los lugares.

Inmersa toda la Península en luchas y desconfianzas de unos reyes hacia otros, el tiempo pasó y en el año 1195 el Castellano pidió ayuda al Leones para enfrentarse a los almohades en Alarcos a lo que accedió con un sí condicionado a que le reintegrase las plazas que le faltaban. El primero se negó y el segundo le retiró su apoyo, consiguiéndose la derrota.

En el año 1212 Alfonso VIII, queriéndose desquitar del fracaso sufrido y avanzar hacia el sur en su afán de reconquista, intenta acercarse la voluntad de los reyes cristianos y formar un ejército para hacer frente común a los musulmanes. Alfonso IX aunque no se hace presente sí permite a sus caballeros y vasallos tomar parte en esta lucha a la que se le dio rango de cruzada. El 16 de julio del mismo año se obtuvo la victoria en las Navas de Tolosa satisfaciendo así el honor perdido.

En este ínterin León retoma las plazas ocupadas que estaban en litigio. Y después de poner en orden el reino inicia su plan reconquistador, intentando expandir sus dominios hacia las fronteras de la Taifa de Sevilla. Para ello tiene que tomar una serie de plazas en Extremadura que le dé la seguridad suficiente para poder acometer esta conquista.

El primer paso es hacerse con el reino de Badajoz y así poner unas bases firmes que le ayuden a conseguir el deseado y perseguido anhelo hispalense.

Dentro de este plan se encuentra inmerso el querer retomar Alcántara, ya que es paso necesario y estratégico que cierra las puertas a la entrada desde el norte hacia el sur peninsular.

Con la vuelta a manos cristianas tanto del puente como la villa León puede emprender las conquistas de Cáceres, Mérida y Badajoz.

ANTIGÜEDADES ÁRABES DE ALCÁNTARA.

Para hablar de la reconquista de Alcántara a los musulmanes primero tendremos que situarla dentro del contexto de la época.

La conquista de la España Visigoda por parte de los árabes se puede decir que fue un paseo triunfal, ya que en pocos años de apoderaron de la Península Ibérica.

Pocas fueron las ciudades que les opusieron resistencia; una de ellas fue la ciudad Arzobispal de Mérida, que cayó el año 713 d. C. Supongo que poco tiempo después caería la población que nos ocupa.

No puede negarse la influencia de esta cultura en la villa pues el mismo nombre delata su ascendencia; Al-Qantara: el puente.

La primera noticia que tenemos es cuando Abud Asuad, hijo de Yussut el Fehrí, emir de Al-Ándalus, que se enfrentó a Abderramán I cuando éste huye desde Damasco, se escapa de las manos de éste y dirigiéndose hacia Coria, en el último cuarto del S. VIII, es perseguido por el Walí, o gobernador, de Alcántara1.

El Alcázar parece que fue construido por Hacen-A-Med según una inscripción incompleta que todavía se podía leer en la Puerta del Xartín en el S. XVI2:

EN EL NOMBRE DE ALLAH,
ELCLEMENTE, EL MISERICORDIOSO.
ESTA OBRA MANDO HACER
HACEN-A-MED, EMIR IGUAL A MUZA



Pedro Barrantes Maldonado refuerza este dato cuando nos dice que “…y la torre del Alguazil que es la que tiene letras caldeas…”, es decir, inscripción con grafías árabes.

Algunos autores indican que esta obra data de tiempos de Abderramán I (aunque mejor pudiera serlo en los del III).

En el S. X Ibn Hawqal, geógrafo oriental que visitó España durante el reinado de Abd-Al-Rahman III, habla del puente como fortaleza.

A mediado del mismo siglo Al-Razi nos transmite lo siguente:

“…es Alcantara que es mui buena villa. Et esta Alcantara tiene una puente sobre el rrio Tajo que nunca omen oyo fablar de tal otra puente, nin omen que vos lo pudiesse contar si visto non la oviesse.”

En la primera mitad del S. XII, el geógrafo árabe, Abu-Abd-Mohamed-Al- Idrisi nos dice6:

[i]“Qantara-as-said, es una de las maravillas del mundo. Es una fortaleza construida sobre un puente, población habita esta fortaleza donde se halla al abrigo de todo peligro pues no puede atacarse más que del lado de la puerta”.[/i]

Don Manuel Terrón Albarrán abre más el abanico con una serie de citas árabes que hacen referencia al Puente de Alcántara de distintos siglos posteriores a los ya citados. Entre ellas encontramos la de Al-Umari: “Al-Qantara es una fortaleza inexpugnable construida sobre el puente romano”; también la de Al-Himyari en el S. XIV: “…es un sólido castillo que domina el río…”; o la de Kitab Al-Chugrafiya: “…gran puente conocido por el nombre de Puente de la Espada…”.

Al desaparecer en el S. XI el Califato de Córdoba y dividirse en los reinos de Taifas pasa a depender del de Badajoz.

Los intereses cristianos por esta villa son permanentes así encontramos que son distintas las veces que se reconquista.

El rey Fernando II de León la retoma por primera vez en el año 1166 según consta en un códice de la Catedral de Astorga que dice8:

Facta carta in Asturica, mense noviembris, era 1204 eo anno (1166), quo is Famosissimus rex, cepit, Alcantaram. Ego Ferdinandus, Dei Gratia, rex Hispaniorum.

Aunque algunos historiadores apuntan que hay otra antes.

Esta ofensiva es la plasmación del Tratado de Sahagún por el cual los reyes Fernando II de León y Sancho III de Castilla quieren liberar la zona trasserrana.

Se la dona al Conde de Urgel, D. Armengol, que le había ayudado en la toma. La vuelve a recuperar para el rey de Badajoz el caudillo Jusut Abu Jacob, coincidiendo con el dominio y control de los Almohades de este territorio.

Éstos recuperan como frontera el valle del Tajo y lo fortifican reforzando los castillos que allí se encuentran para frenar así los envites de los reinos norteños. De esta política se benefician los castillos de Albalat en el término de Romángordo; el de Monfragüe y el de Alcántara. Posiblemente en esta época se aseguraría más el alcázar y se construiría la muralla que cercaba la villa o se ampliaría.

Recientemente se ha descubierto un aljibe de esta época en el que se reutiliza una pilastra visigoda y una columna romana sobre el que se asienta un arco, aunque un tanto deformado, de herradura.

También encontramos inscripciones en las Laudas romanas del arco del puente que la investigadora Sophie Gilotte muestra en su artículo Al-Mutadd y el puente de Alcántara (Cáceres). Y una pizarra con otra que se encuentra depositada en la Biblioteca pública de Alcántara.

No podemos olvidar que Torres y Tapia y Jacinto Arias de Quintana Dueñas nos informan que durante toda la ocupación musulmana existió una comunidad cristiana de orígenes visigodos. Éstos a pesar de soportar las duras condiciones e impuestos mantuvieron su fe y su culto, son los cristianos mozárabes. La parroquia, heredada de la época goda (durante la dominación musulmana solo se permitió conservar lo que existía sin permitir crear instituciones nuevas) estaba bajo la advocación de Santiago, muy común entre ellos.

Durante el emirato de Yufuf-Ben-Tasufín (480-500 H; 1087-1106 d. J.C.) los centros emisores de moneda en Al-Ándalus fueron muy prolíferos e incluso algunas poblaciones de menor entidad que las grandes ciudades tuvieron ceca entre ella encontramos Alcántara.

Esta cultura dejó de la misma manera su impronta en la gastronomía destacando de entre toda la Moromentera; dulce realizado a partir de almendra y miel.

Poco sabemos de la identidad de los moradores en esta época. Sí conocemos el nombre de uno de ellos y tenía que ser importante ya que tenía una casa fuerte cerca de la finca Campofrío; es Ab-a-dalla.

Quedaron además una tradición de huerteros muy importante, que hasta hoy se conserva, con la consiguiente elaboración de pozos, máquinas como norias y cigüeñales, para sacar el agua de ellos y terrazas en las vertientes al Tajo.

RECONQUISTA DE ALCÁNTARA

El Prior Frey Alonso de Torres y Tapia15 en Las Crónicas de la Orden de Alcántara, además de relatar la conquista, aporta tres testimonios independien- te; son los de dos obispos y la Crónica General.

El del arzobispo de Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada dice:

“et Rex Legionis in eo introitu cepit Alcantaram, quam postea dedit Fratribus Calatravae.”


El del Obispo de Tuy:

“et acepto a Rege Castellae in auxilium sui potentisimo viro Didaco Lupi, sumpsit arma contra Sarraceno, et obsedit Alcantaram , et cepit eam.”

Y la Crónica General:

“entonces envió el Rey de León a Don Diego López de Haro, e derribaron los castiellos ambos, e fincaron ambos los Reyes de hacer guerra a los Moros. De esa vez tomó el Rey de León a Alcántara, e diola a la Orden de Calatrava.”

Estas son las referencias de tipo nacional. No se detienen que narrar como fue la ofensiva. Sí encontramos crónicas locales, no por ello menos importantes, que reparan e incluso se recrean en contarla. Son Las Antigüedades y Santos de la Villa de Alcántara de Jacinto Arias de Quintana Dueñas, Las noticias de Pedro Barrantes Maldonado, siendo ésta las más extensa y completa en datos, y las Crónicas de Torres y Tapia.

Ninguna de las tres se contradicen, si bien, todo lo contrario, se complementan. A grandes rasgos los acontecimientos sucedieron así:

Los asaltantes

El Rey Alfonso IX pone cerco a la villa en 1212, posiblemente después de la batalla de las Navas de Tolosa. Es acompañado, además de por sus tropas, por diez mil castellanos capitaneados por Don Diego López de Haro, Señor de Vizcaya, enviados por el rey de Castilla. Otros autores apuntan que no fueron tantos los que participaron y los reducen a seiscientos16. Además también se encontraban presentes:

“…Dn Nuño Frz. Maestre de la Orden y Cavª del Perero, y con sus cavºs de la Orden, y Ferndº Frz, Sºr de la Cassa de los Barrantes en Gallizia, y de Vª García y San Andrés de Barrantes y sus hermanos Alfonso Frz y Hernán Gar- cía y otros muchos…”

Uno de los caballeros que iba en las huestes leonesas era Bernardo Roco:

“Otro si mando al dicho mi fijo Juan Martínez sopena de la mi maldition que non faga venta trueque nin cambio de la mi casa e cortina de Campofrio e que assi mando a sus fijos que lo fagan después del de guisa que siempre la ayan e tengan los del mi linaje ca fue merced del señor Rey Don Alfonso que le hizo e dio al mi rebisabuelo Bernaldo Roco quando gano de los moros esta villa dalcantara”

Torres y Tapia nos hace saber algunos más:

“Hallaronse en esta conquista en servicio del Rey el Maestre D. Benito Suarez y sus caballeros, y de la Orden de Santiago todos los que eran naturales ó tenian Encomiendas en el reino de Leon, a regimiento de Don Nuño Freyle,

Comendador de S. Maria de la Barra, que traía las veces de su Maestre. Hallaronse también alguno de los caballeros del Templo, y otras muchas gente noble, y Ricos hombres sus vasallos.”



No se ponen de acuerdo Barrantes y Torres y Tapia en quién fue el Maestre de la Orden del Perero que se encontraba en el asedio, ya que el primero asegura que es Nuño Fernández y el segundo Benito Suárez. Por los datos que se manejan no podemos decir que sea uno o el otro. Sí dejan constancia que está presente esta Institución que después haría de Ella su Casa Matriz y le daría su definitivo nombre.

Parece raro que ninguno mencione a la Orden de Calatrava que a la definitiva, aunque por pocos años, sería la beneficiaria de esta victoria.

Sin olvidar el importante testimonio del geógrafo Al-Idrisi, donde la describe como inexpugnable, y la de los demás visitantes árabes, bien antes o después de la reconquista, que abundan en esta idea, traemos a Barrantes Maldonado que muestra así las defensas del castillo:

Es uno de los más fuertes pueblos de España, estaba apostado sobre el río Tajo, que lo cerca por una parte, y por otra parte dos arroyos muy hondos y por la otra parte tenía una grande y honda cava llena de agua y un Alcázar muy grande, y la mºr parte del terrapleno son sus barbacanas pocos menos altas que los adarves20.

Se puede deducir que además de las defensas naturales habían construido un foso para defenderse.

Situación de los campamentos cristianos.

Divide sus huestes en tres campamentos alrededor del castillo. El Real que lo instala en Gibel Alfarrias, o el Cerro de las Vigas; López de Haro en Azobor de Mezeltuyn, u Osario, hoy el Teso; el resto del ejército donde hoy se encuentra la ermita de Santa Ana fortalecido por un arroyo profundo (el de la Pileta). Así tenían cercada la plaza e incomunicada frente a posibles ayudas externas.

Preparativos de los asediados.

El gobernador árabe, ante el peligro que se avecinaba, había mandado recoger todo tipo de vituallas y enviado avisos a diferentes poblaciones del reino Taifa de Badajoz para que le ayudasen en la defensa: Cáceres, Montánchez, Medellín, Valencia de Alcántara y la misma capital, Badajoz. Éstos tuvieron algunas escaramuzas pero fueron reducidos en un cerro alto donde los cristianos les vencieron. Hoy ese lugar se conoce como las Miras de Mata Moro.

Además había mandado destruir uno de los arcos del puente y hundir las barcas del río hasta el puente de Alconétar para impedir el paso del enemigo.

Máquinas de Guerra.

Ambos contendientes tenían máquinas de guerra:

Le tiraban con ingenios y cabridas que son de madera grandes pelotas de piedra de ocho y diez arrobas cada una. Los de dentro también tenían ingenios, saetas con Ballestas de Garrucha y de torno, algunas saetas tan grande que pesaban media arroba. Llegaban a los muros con mantas de madera y cegando parte de la cava, los moros echaban aceite hirviendo, muchas piedras y copos de lino ardiendo con pez y sebo. Con trietes y otros artificios querían tirar los muros.

La toma y la rendición.

El Asedio fue largo y faltó la comida. Todos indican que fue un año de gran esterilidad para los campos y si los de fuera lo pasaban mal pudiendo ser abastecidos, cuanto más lo de dentro que estaban incomunicados:

“Los Moros de dentro q. no tenían socorro, ni ayuda de nadie aunq. se mantenían con poco mantenimiento acabosseles todo, y cayéndose de hambre…”

Agua a los de dentro no les faltaba ya que tenía acceso directo al Tajo por medio de una mina o túnel que habían excavado.

A la vista de los acontecimientos se ordenó asaltar la villa. Las tropas leonesas entraron por la puerta de Xartín y la tomaron escalando los muros, estos son dos testimonios del momento:

“…Y los christianos entraron en la villa por la escala de noche, y defendiosse el castillo, y no lo pudiendo sufrir determinaron de se dar al Rey Don Alonsso de Leon,…”


Diego Sánchez, hijo de Hernán Sánchez, Alférez de Alfonso de León, subiendo por el tronco de un álamo por la puerta de Xartín fue el primero que puso la bandera sobre los muros y quedó tres años por alcaide de Alcántara, hasta que el Rey la dio a la Orden de Calatrava24.

Desde el memorial de los Topete llega la misma información, aunque tiene ciertas diferencias como el nombre del asaltante o el árbol por el que sube:

[i]“Don Fernan Sanchez,…, y fue el primero que trepando por un Roble, montó la muralla y enarboló el Estandarte Real,…”[/i]

Torres y Tapia ofrece algunos datos más que Barrantes:

“…abrieron las puertas de la Villa, haciendo notable estrago entre sus vecinos y haciendas: recogieronse al castillo, que a pocos días entregaron, que- dando todo por el rey de Leon.”

Con esta información entendemos que existieron dos recintos fortificados: el primero que defendía la villa y el segundo que sería el alcázar donde la fortificación sería más robusta pero dentro del anterior o junto a él. Los materiales constructivos son mampostería de pizarra, apreciándose en algunas torres sillarejos.

Los defensores se refugiaron en el Castillo y el día 17 de enero de 1213, festividad de San Antonio Abad, lo rindieron y entregaron a Alfonso IX de León.

Se levantó un templo en honor de este Santo e hicieron voto de ir todos los años a Misa el día de su fiesta.

Arias de Quintana Dueñas añade que en la contienda murieron tres capitanes defensores: Alí-Maimón, El Bendecido, Xartín, El Esbelto, Mad-Omadiel, El Elogiado. Los tres nombres coinciden con riachuelos del término municipal, el Jartín, Maimón y Jumadiel. Jartín además es el nombre de una de las puertas y Maimón el nombre de una finca cercana a la población.

CONCLUSIÓN

Estudiar esta actuación de la Reconquista Española da más claridad a todo lo que fue este periodo en tierras extremeñas, y atisbar la realidad musulmana en ella, ya que salvo en ciertas ciudades y enclaves de la Taifa de Badajoz, poco se sabe de la presencia árabe en todos sus periodos, por lo menos en Alcántara y estamos hablando de cinco siglos, que ya es tiempo.

Vemos como tanto asediados como asediadores sabían bien lo que hacían y lo que querían, que estaban al tanto de todos los adelantos bélicos necesarios para tomar y defender una plaza fuerte bien guarnecida por los elementos naturales y mejor defendida por hombres de armas, ya que poseían y manejaban las máquinas de guerra que se construían en la época.

Aunque no es una de las grandes batallas que se libraron en España durante toda la Reconquista como pueden ser la de Clavijo o de las Navas de Tolosa por el lado cristiano, o la de Alarcos por el árabe, no deja de ser un movimiento importante dentro de esa gran jugada de ajedrez, pues se obtenía una plaza que aseguraba el territorio para poder ganar otras más. Lo que nos da a entender lo estratégico tanto del Puente Romano como de la Villa.

Vemos como a pesar de relaciones tensas entre León y Castilla, a medida que el tiempo avanza, unen esfuerzos en este plan común de todos los reinos cristianos. Así encontramos tropas de distinta procedencia juntando fuerzas en un proyecto común. No se quedan atrás la Órdenes Militares de Santiago y la San Julián del Perero a la que quedará vinculada de por vida.

La Historia, en estos acontecimientos valerosos y de cómo se forjaron, nos enseña que a través del sacrificio, de la constancia, del trabajo y de la alianza por encima de las pequeñas o grandes diferencias podemos vencer todos los problemas y contrariedades que la vida y los adversarios nos plantean. De eso se dieron cuanta nuestros antecesores y salieron victoriosos. De la misma manera tenemos que caer en la cuenta y así buscando la unidad y cediendo posiciones en vistas al bien común, que no de la mayoría, venceremos ante cualquier enemigo.

Que sea también una llamada a todos a buscar y bucear para encontrar ese periodo de nuestro pasado que si bien sabemos que existió todavía se encuentra envuelto en cierta nebulosa.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 02 Ene 2018 21:54

La reconquista de Caceres


Esta no demasiada conocida nos cuenta la historia de la princesa mora Mansaborá. La leyenda relata como fue reconquistada la ciudad de Cáceres por el ejército de Alfonso IX el 23 de abril 1229, día de San Jorge gracias a amores entre un capitán cristiano y la Princesa Mansaborá. Las tropas cristianas asediaban la ciudad protegida por la infranqueable muralla, mientras el jefe musulman se encontraba en el alcázar (hoy, Casa de las Veleta). Y lo que no podían hacer las armas, lo hizo el amor. A través de un túnel que atravesaba la muralla, los cristianos, al mando del rey Alfonso IX, entraron en el alcázar y conquistaron la ciudad.

Aquel mes de abril de 1229 se encontraban las tropas del rey cristiano Alfonso IX rodeando la amurallada ciudad de Qazris (Cáceres), tras varios meses de asedio. El rey leonés enviaba una embajada para que convenciera al rey moro de lo inútil de su resistencia a entregar la ciudad. La comitiva, que porta una bandera blanca junto a la enseña real, va encabezada por uno de sus capitanes. La gran puerta se abre y un grupo de soldados árabes sale al su encuentro. Rodean a los cristianos y se dirigen al interior de las murallas hasta llegar al alcazar, en lo que hoy se conoce como el palacio de los Veletas. Los cristianos son conducidos hasta un gran salón, donde se encuentra el Caíd.

Allí, el capitán cristiano le entrega el documento firmado por el rey. El Caíd lee con detenimiento la petición de entrega de la ciudad a los cristianos. Alfonso IX garantiza la vida y protección hasta la frontera a los árabes si rinde la plaza sin resistencia alguna.

El Caid mira al capitán cristiano. Es cierto que su pueblo se encuentra asedidoa y el hambre y la sed está minando la moral de sus súbditos. Es cierto que los cristianos les superan ampliamente en número. Pero su raza no se rinde. La ciudad les confiere la protección necesaria para resistir todo cuanto necesiten. La muralla con sus 22 torres albarranas es infranqueable. Mirando a los ojos del capitán, severamente le responde que la ciudad nunca será cristiana. Le pide que le diga a rey que será él el que tendrá que abandonar el asedio o morir en el intento.Todos escuchan con atención unas palabras que resuenan en la sala como un trueno. Como un consejo, como una venganza. El silencio se adueña de la sala. Mientras, en un rincón del salón, una joven escucha las palabras de su padre. Su nombre es Princesa Mansaborá. Sus ojos negros miran fijamente a aquel apuesto capitán cristiano. Este también repara en ella, a la que ve brillar con luz propia en aquel oscuro lugar. Aquella bella joven queda prendada de él.

Cuando la embajada cristiana se dispone a salir del salón, una esclava se acerca con discreción al capitán y le hace entrega de un pañuelo de seda. El joven lo guarda y mira hacia el lugar donde se encuentra la joven y ve en ella el brillo del amor. Después, todos abandonan la ciudad. De vuelta al campamento la comitiva cristiana con el rey y le comunican la negativa del arrogante Caíd a entregar la ciudad. El rey jura tomar la ciudad por la armas y hacer ondear su bandera en lo más alto de la muralla.


El joven capitán, una vez en su tienda, saca el pañuelo de seda, y halla en envuelto en él una nota que le dice que, al caer la noche, se dirija hacia una de las puertas de la ciudad donde le esperará una persona a la que entregará el pañuelo. La misma persona que le llevará hasta su presencia en el interior del palacio. El corazón del se aceleró de pasión.

Cuando cae la noche y la luna reina en el cielo, el joven capitán se dirige hacia el punto indicado en completo silencio, escondido entre las sombras. Cuando llega, la esclava que le había dado el pañuelo le está esperando. Le entrega el pañuelo y ella le pide que jure no revelar el camino que le va a mostrar. El jura por su honor no hacerlo y ella le pide que le siga. A través de un camino secreto llegan hasta una puerta oculta tras unas malezas y cerrada con una verja. La esclava abre con una llave y, tras recorrer un corto pasadizo, penetran hasta los sótanos del alcázar para, desde allí, ser conducido hasta los aposentos de la princesa. Allí le espera la princesa. Ambos se abrazan y se juran amor eterno.

Desde entonces, todas las noches el capitán se dirigía hacia el punto indicado y alguna de las esclavas de la princesa le esperaba para llevarle hasta sus aposentos. Una de esas noches, la princesa le hizo entrega al capitán cristiano de la llave del pasadizo. Le hace jurar que su secreto jamás será revelado. El joven jurar de nuevo por su honor y se despide hasta la noche siguiente.

Mientras ambos jóvenes disfrutaban de su amor, el asedio a la ciudad continuaba sin que el rey cristiano consiguiera su objetivo. El rey no encontraba la forma de entrar en aquella ciudad. El capitán cristiano empezaba a dudar de su promesa entre el amor de la princesa y su deber como soldado. Y aunque había jurado que a nadie revelaría el camino que el solo conocía, un día pidió hablar con el rey a solas. Ante él, el joven miró al suelo y, tras pedirle perdón, le contó sus amores con la princesa y cómo cada noche entraba en el alcázar para encontrarse con ella. El rey le preguntó cuál era aquel camino secreto y él le pidió que, una vez conquistada la ciudad, le hiciera entrega de la princesa para desposarse con ella cristianamente. El rey se comprometió a ello y le prometió una espléndida dote. El capitán le reveló el camino secreto a la ciudad.

El rey hizo llamar después a todos sus capitanes para urdir el plan de asalto a la ciudad. Así, la noche del 22 de abril del año 1229, un pequeño grupo de soldados cristianos capitaneados por el joven capitán entran en la ciudad por el pasadizo secreto. Una vez dentro, encienden hogueras como señal para el rey Alfonso IX con su ejército atraviesen las murallas y, aprovechando la oscuridad de la noche asaltan por sorpresa y toman la ciudad. Qazris es conquistada por los cristianos.

Cuando el caíd se entera de la traición de su amada hija entró en cólera por lo sucedido, preguntándole por qué había traicionado a su pueblo, a su raza y a él mismo. Ella respondió, con lágrimas en los ojos, que el amor a su enamorado había nublado sus actos. El caíd lanzó una maldición sobre ella en castigo a su traición. Pidió a Alá que la condenara a vagar eternamente por estas tierras y no descansaran en paz mientras los cristianos reinen en ellas: “Así ha de ser hasta que Qazris vuelva a ser musulmana”.

Y la arrojó, junto a sus esclavas, a los pasadizos del alcázar, enterrándolas en ellos, desapareciendo desde esa noche a la vista de todos. Desde entonces, la princesa encantada y sus doncellas salen en la noche de San Juan, a recorrer la ciudad antigua convertida ella en gallina y sus esclavas en doce polluelos, cubiertas de oro, que pían y cacarean desconsoladas por amor, esperando el fin del conjuro.

Aquel 23 de abril de 1229, festividad de San Jorge, el joven capitán buscaba sin fortuna a su amada princesa por toda la ciudad, mientras Alfonso IX mandaba ondear su bandera en la torre más alta dela ciudad. Hoy, esta leyenda inspira una tradición en la noche de San Jorge: la búsqueda de la gallina; en la que participan niños y mayores después de la también tradicional quema del dragó

Me imagino que la realidad fué bastante más prosaica, pero que menos que recoger aquí esta leyenda que aún hoy inspira la tradición relatada, y decir aquello de Si non e vero, e ben trovato

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 03 Ene 2018 13:50

La Conquista de Badajoz


La toma de Alcántara en 1213 y los ataques ese mismo año contra Cáceres y Mérida ponen de manifiesto las intenciones de Alfonso IX de extender el Reino Leonés por el Sur, tal como se preveía en el testamento de Alfonso VII el Emperador y en el Tratado de Tordehúmos (1158), incorporando el Reino musulmán de Sevilla. En 1217 la fortaleza de Alcántara es otorgada a la Orden de Calatrava, que un año después cede, junto con todas sus posesiones y miembros en el Reino de León, a la Orden Militar de San Julián del Pereiro, que fijó allí su sede. La orden adoptó entonces el nombre del Pereiro y Alcántara y finalmente el de Alcántara, constituyendo a partir de entonces uno de los pilares leoneses en la reconquista y repoblación de la Transierra, inspirada por un decidido cruzadismo, que alcanzaba al mismo monarca, corroborado por las campañas de 1218 en las que llega hasta Sevilla y el Guadalquivir con el objetivo de quebrantar la retaguardia musulmana. La toma de otras plazas como Valencia de Alcántara (1221) y especialmente el núcleo fortificado de Cáceres (1229), abren definitivamente el camino hacia el Guadiana a las fuerzas leonesas. Alfonso IX empeñado en la conquista del territorio de la Taifa de Badajoz, emprende en 1230 la deseada conquista de Mérida, que asegura la independencia eclesiástica del Reino de León, y la de la capital musulmana, Badajoz, ambas a la misma orilla del Guadiana. El objetivo último serían Sevilla y Niebla.

Reunión de las huestes.

Pasada la Navidad de 1229, Alfonso IX partió de Alba de Tormes con un formidable ejército en el que, además de las huestes del monarca se encontraban caballeros las de las Ordenes Militares del Temple, Alcántara y Santiago, con sus maestres, a los que se unieron obispos con sus mesnadas (D. Bernardo II, arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Oviedo, León, Zamora y Coria) y otras fuerzas. Se dirigieron a principios de cuaresma (hacia el 20 de febrero) al Sur con el objetivo de apoderarse de Mérida, a la que sometieron a sitio.

La toma de Mérida y la batalla campal de Alange (1230).


La noticia del asedio de Mérida debió llegarle al caudillo hispanomusulmán Ibn Hud al-Mutawakkil, vencedor de los almohades, reconocido como lugarteniente y Emir del Califato abbásida de Bagdag –tomó por enseña el estandarte negro de los abbasíies- primero en Murcia y luego en casi todo Al-Andalus (Almería, Málaga, Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Mérida, Trujillo). Se dirigió a Córdoba, donde reunió un gran ejército de caballeros e infantes para acudir en ayuda de la ciudad sitiada, posiblemente por la calzada que parte desde Córdoba y transcurre por Azuaga y Hornachos. Ibn Hud acampó en las proximidades del castillo de Alange o en el lugar conocido como Posadas de Abenfut, ligeramente al noreste del actual Campillo de Llerena y dentro de los límites de su término municipal.

Mérida se negó a rendirse, por lo que fue atacada por el puente de la ciudad y se tomó al asalto, teniendo un papel destacado las huestes zamoranas, de Ledesma y de la Orden de Alcántara, como ponen de manifiesto el hecho de que Alfonso IX incorporara el puente de Mérida al escudo de la ciudad de Zamora, o que así conste respectivamente en la inscripción sobre la Puerta de Olivares –llamada también del obispo- en Zamora (Zamo[ren] ses fuerunt uictores in prima acie), en el Fuero de Ledesma (que indica que la milicia de Ledesma rindió buenos servicios en Mérida) y en la carta de donación que Alfonso IX hace el 30 de marzo al maestre de Alcántara, Arias Pérez, de posesiones en la ciudad de Mérida y en su proximidad ("por los muchos buenos servicios que en muchas ocasiones me prestasteis, y especialmente en la conquista de Mérida y en la batalla campal que tuve con Abenfut al otro lado del Guadiana"). El reconocimiento y donaciones por los servicios prestados en la batalla de Mérida alcanzará a personas concretas, como a Rodrigo Fernández, alférez de Alfonso IX, que recibirá Friera y la tierra de Aguilar, por llevar bien su enseña en la batalla.

La llegada de las tropas musulmanas decidió a Alfonso IX a enfrentarse a las mismas, a pesar de ser muy inferiores en número. Las fuentes afirman que el contingente de las tropas de Ibn Hud era innumerable, o que se componía de unos ochenta mil hombres (veinte mil a caballo y sesenta mil a pie). Para ello el rey leonés y las huestes que le acompañaban, atravesaron el Guadiana una noche y, a la mañana siguiente, el 15 de marzo de 1230 (de acuerdo con el Cronicon cordubense) tuvo lugar el enfrentamiento en campo abierto, una batalla campal, ‘una de las más señaladas de aquel siglo’.

Cuenta Juan Gil de Zamora que cuando Alfonso IX se prepara para entrar en combate pierde una de las espuelas, lo que todos interpretan como un mal presagio, menos el monarca que argumenta que «el rey no debe entrar en combate con espuelas como los miedosos y por esto cayó la espuela, para animarme a quitar también la otra» demostrando así que no pensaba huir sino perseverar en el combate hasta el final. ¿Estaba decidido a no perder la ciudad recién conquistada? ¿Deseaba infligir una derrota al enemigo que le permitiera avanzar hasta Badajoz y más tarde hasta el Guadalquivir? La imagen del cronista pone de manifiesto que, en cualquier caso, no estaba dispuesto a echarse atrás.

Ibn Hud vio que los leoneses se dirigían contra sus tropas a fin de entablar la batalla, ordenó sus gentes y salió a su encuentro, la batalla fue muy sangrienta y por algún tiempo dudosa, pero el valor de los cristianos superó la muchedumbre enemiga y se declaró por Alfonso IX la victoria. Tan señalada fue que hay crónicas que al hablar de Alfonso IX dicen «el que ganó la batalla de Mérida». Las crónicas recogen también la participación del Apóstol Santiago y de San Isidoro del lado de los cristianos con una hueste de ángeles apocalípticos que segaban las gargantas agarenas.

Los efectivos musulmanes sufrieron una derrota completa y salieron en desbandada perseguidos por los leoneses, resultando el mismo Ibn Hud herido. Según Moreno de Vargas, el ejército leonés infligió una gran matanza en los musulmanes que huían hacia Badajoz a una legua de Mérida, en el denominado valle de la Matanza

La toma de Mérida permitía restablecer la silla metropolitana de tan gran prestigio en la época romana y visigoda, trasladada a Compostela por la persecución de los mozárabes, pero lo impidió Bernardo, el arzobispo de Santiago.

La conquista de Badajoz (1230).

El victorioso rey leonés permaneció en Mérida hasta después del 20 de marzo, partiendo después con el ejército y los maestres de las órdenes militares, los obispos y el arzobispo de Santiago de Compostela, con sus huestes sobre Badajoz.

La conquista de la capital debió de ser rápida, pudo establecerse un asedio hacia el 19 de abril, rindiéndose la ciudad el 26 de mayo, como indica el Chronicon conimbricense o a primeros de junio, como indica el Cronicón cordubense; pero antes del 9 de junio, porque ese día ya estaba Alfonso IX en Cáceres, de vuelta hacia el norte, y empleaba el título de «rex Legionis et Badalocii».

Alfonso IX, tras la toma de la ciudad de Badajoz, decidió dejarla dentro del realengo y ceder los derechos temporales de Mérida a la Iglesia de Compostela, teniendo en cuenta su proximidad a la frontera con el reino de Portugal. La confirmación y entrega de Mérida al arzobispo de Santiago la efectúa el 20 de julio, fecha en la que pasaba por Salamanca en su peregrinación hacia Compostela cuando iba a dar gracias al apóstol por las recientes conquistas.

Últimos meses de Alfonso IX (1230).


Rendida Badajoz, la expansión hacia el sur fue incontenible, ocupando los templarios Jerez, Burguillos. Fregenal y Alconchel. El propio Alfonso IX recorrió estas zonas meridionales, pues encontrándose en el castillo de la Atalaya, cerca de Zafra, el 2 de junio de 1230 hizo donación de Mérida y de los extensísimos términos que se le señalan al Arzobispo de Santiago. El monarca diseñó por entonces los objetivos y ciudades a conquistar en la siguiente campaña del invierno de 1230-31, que pretendían llevar el Reino de León hasta el Guadalquivir. Su fallecimiento retrasó esta expansión dos décadas.

Alfonso IX murió mientras iba en peregrinación a Santiago de Compostela en acción de gracias, en Sarria (Villanueva de Lemos) el 24 de septiembre de 1230. Se frustraba así el matrimonio de su hija primogénita Sancha con el monarca aragonés Jaime I, aportando al mismo el Reino de León.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 04 Ene 2018 22:58

La conquista de Mallorca por Jaime I el Conquistador


El 5 de septiembre de 1229 la expedición partía rumbo a Mallorca, desde Salou, Cambrils y Tarragona, con una flota formada por más de 150 naves, la mayor parte de ellas catalanas. Las distintas fuentes hablan de un contingente armado formado entre 800 y 1 500 caballeros y unos 15 000 soldados. El rey musulmán de la isla, Abú Yahya, disponía entre 18 000 y 42 000 hombres y entre 2 000 y 5 000 caballos​ (según las distintas crónicas) y no obtuvo apoyo militar, ni de la península, ni del norte de África, por lo que intentaron dificultar lo máximo posible el avance cristiano hacia la capital.

Algunas de las naves cristianas habían sido construidas a expensas de la corona, pero la mayoría de ellas eran aportes particulares.​ Se designó como dirigente de la flota, por su experiencia y conocimiento de las Baleares a Pedro Martell, mientras que Guillermo de Moncada, que anteriormente, y debido al peligro que la empresa conllevaba había solicitado al rey hacerse cargo de la misión, hacía las veces de lugarteniente; todos ellos bajo el mando personificado de Jaime I, quien por su fogosidad no admitía imposiciones y desechó la petición.​ La nave real, en cabeza de la flota, fue patroneada por Nicolás Bonet, siguiéndola en orden las de Bearne, Martell y Carroz.


El viaje hacia la isla estuvo dificultado por una fuerte tormenta que estuvo a punto de provocar que el convoy retrocediese, pero finalmente, luego de 3 días, entre el viernes 7 de septiembre y parte del sábado, la totalidad de la flota cristiana arribó al islote Pantaleu,situado en la costa de la actual localidad de San Telmo, núcleo de población perteneciente al actual municipio de Andrach. Las fuerzas de Jaime I no se vieron dificultadas por la flota musulmana, en el caso de que hubiera existido, pero fue tal la dureza del temporal que, el rey, durante la tormenta, le juró a Santa María que le construiría una catedral para venerarla si les salvaba la vida.​ La tradición local cuenta que, la primera misa real se llevó a cabo en este islote y que en él se conservaba una pila de agua donde el rey abrevó su caballo, pero en 1868 fue destruida por unos revolucionarios que pretendían acabar con los vestigios del pasado feudal.

Mientras los cristianos se preparaban para comenzar el asalto, Abú Yahya acababa de reprimir una revuelta que había sido provocada por su tío, Abu Has Ibn Sayri y como reprimenda, se disponía a ejecutar a 50 de los alborotadores. No obstante, el valí los indultó para que ayudasen en las labores de defensa. Sin embargo, una vez que los indultados partieron de la medina hacia sus casas, algunos de ellos prefirieron ponerse de parte de los cristianos; como fue el caso de «Alí del Pantaleu», conocido también por «Alí de la Palomera» o el de Ben Abed, un musulmán que suministró provisiones a Jaime I durante tres meses y medio.​

El domingo 9 de septiembre, mientras las tropas cristianas se encontraban descansando fondeadas en la Dragonera, junto al Pantaleu, recibieron la visita de Alí de la Palomera, que se acercó nadando hasta esta isla y les proporcionó noticias sobre Mallorca y la situación en la que se encontraba.

La llegada de los cristianos no había tomado por sorpresa a los moros, ya que desde las atalayas costeras habían divisado a la flota cristiana e informado al valí de la presencia de las naves, el cual dispuso de un ejército de 5.000 soldados y doscientos caballos que acamparon frente a la costa de Andrach dispuestos a repeler el ataque.​ Debido a que Jaime había sido informado por Alí de los pasos del valí y del contingente que le esperaba, la temeridad de tentar la operación ante tantos enemigos le hizo convocar a los nobles, resolviendo que, Nuño Sanz y Ramón de Moncada, cada uno con una galera, costeasen la costa hasta que encontrasen un buen lugar para tomar tierra. Esta escuadra de reconocimiento y exploración regresó con la noticia de haber encontrado un lugar llamado Santa Ponsa, desde el cual había un montecillo que, con unos 500 hombres apostados en él, podrían defender el desembarco de los soldados.


Una vez alcanzada la bahía de Santa Ponsa, al llegar la medianoche y en completo silencio, tal y como Alí les había aconsejado, el rey ordenó que se levasen anclas y que la señal de ataque se daría golpeando con un palo en la proa de las taridas y galeras.​

Por el otro lado, parte del ejército musulmán había avanzado intentando averiguar el lugar del desembarco, pero a pesar del silencio que mantenían los cristianos, los moros oyeron sus remadas y comenzaron a gritar y a galopar hacia la playa, por lo que una vez los cristianos en tierra, se produjo el primer enfrentamiento armado entre ambos ejércitos, el cual acabó con una victoria fácil cristiana; alrededor de 1.500 bajas al ejército del valí, mientras que el resto de sus fuerzas se desplegaron huyendo hacia las montañas de la zona. Durante este primer combate, el rey, seguido por 24 caballeros aragoneses produjo una escaramuza temeraria contra un gran grupo de enemigos que desagradó a los Moncada, quienes le reprocharon su temeridad: ya que llevó a cabo la acción por su cuenta poniendo en peligro su vida y la misión al no haber advertido de sus intenciones al resto del ejército.

La transcripción al castellano de la crónica del desembarco dice:

Encontramos un lugar que tenía por nombre Santa Ponsa y decidimos que era un buen sitio para atracar. El domingo a mediodía un sarraceno llamado Alí, de La Palomera, vino nadando hasta nosotros, y nos dio noticias de la isla, de la ciudad y del Rey. Yo ordené que cuando fuese media noche, las galeras y las taridas levasen anclas...

El martes, el rey descansó en el campamento provisional que habían instalado en la playa, mientras parte de la armada, que ya había avanzado hasta la zona conocida actualmente como la La Porrassa, se asentó esperando nuevas órdenes. Mientras tanto, el grueso de las fuerzas del valí, que ya habían salido de la medina, avanzaban hacia Santa Ponsa uniéndose a las divisiones moras que anteriormente se habían dispersado tras la escaramuza inicial. Avisados los cristianos de los movimientos enemigos, el monarca ordenó permanecer en alerta para poder repeler un hipotético ataque por sorpresa. Al día siguiente, Berenguer de Palou, el obispo de Barcelona, celebró una misa sobre una roca que se encuentra entre la actual urbanización Galatzó y la actual zona turística de Palmanova, en acción de gracias por los recientes éxitos de la campaña. Sobre esta roca, en 1929, se construyó un pequeño templo de estilo románico denominado capilla de la piedra sagrada.

Se cree que durante el recorrido hacia la medina, el primer objetivo militar de las tropas cristianas fue el Puig de sa Morisca, ya que desde su montículo se controla una amplia zona del lugar y porque en el mismo sitio, en 2008, un equipo de arqueólogos descubrió dentro de un contexto del siglo XIII un pequeño escudo de metal con el blasón que se estima de los caballeros Togores, junto a otros restos musulmanes.

En la localidad de Santa Ponsa, se eleva hoy día una cruz conmemorativa del acontecimiento en el lugar del desembarco, y durante las mismas fechas, se celebran las fiestas del núcleo de población, con representaciones en la playa de la típica batalla de «moros y cristianos».

Batalla de Portopí



La batalla de Portopí fue el principal enfrentamiento armado en terreno abierto entre las tropas cristianas de Jaime I y las musulmanas de Abú Yahya en toda la conquista. Se llevó a cabo el 12 de septiembre, en diversos puntos de la sierra de Na Burguesa (antiguamente llamada sierra de Portopí), aproximadamente a mitad de camino entre Santa Ponsa y la Ciudad de Mallorca, zona conocida localmente como el Coll de sa Batalla. Aunque los cristianos resultaron vencedores, sufrieron bajas de importancia, como la de Guillermo II de Bearne y el sobrino de este, Ramón, cuyo parentesco había sido confundido con anterioridad creyendo que eran hermanos, por lo que son usualmente más conocidos como «los hermanos Montcada».

Antes de comenzar la escaramuza, el ejército musulmán se había desplegado por toda la sierra de Portopí a sabiendas de que los cristianos tendrían que cruzar por estas montañas en su camino hacia la medina. Por la otra parte, horas antes de comenzar el enfrentamiento y conscientes del peligro que les acechaba, Guillermo de Moncada y Nuño Sánchez discutieron por la decisión de encabezar la vanguardia de las tropas, la cual terminó siendo dirigida por los Moncada. Sin embargo, estos se adentraron torpemente entre los musulmanes, cayendo en una emboscada que los dejó completamente rodeados, hasta que finalmente perdieron la vida combatiendo.​


Jaime I, que desconocía en ese momento la muerte de aquellos hombres, siguió su mismo camino, avanzando con el resto del ejército con intención de agruparse con ellos y participar juntos en la liza, hasta que tomó contacto con el enemigo en la sierra. Los cuerpos de los Moncada fueron encontrados desfigurados por las múltiples heridas que tenían y enviados a enterrar en riquísimos ataúdes al monasterio de Santes Creus, en el actual municipio de Aiguamurcia, de la provincia de Tarragona.

Según la crónica del historiador Bernat Desclot, las fuerzas cristianas dejaron mucho que desear, pues varias fueron las veces que tuvo que insistir el rey a sus hombres para que entrasen en combate, llegando incluso a amonestarles hasta en dos ocasiones, en las que exclamó la frase que posteriormente pasó a la historia mallorquina de forma popular; «Vergüenza caballeros, vergüenza».128​129​ Finalmente, la superioridad militar de los cristianos consiguió que los musulmanes se retirasen, pero al solicitar los caballeros de Jaime I un alto para rendir homenaje a los nobles que habían fallecido, los dejaron huir hacia la medina donde terminaron refugiándose. Desclot comenta en su crónica que solo murieron catorce caballeros, probablemente deudos de los Moncada, de los cuales nombra a Hugo Desfar y a Hugo de Mataplana, pero que gente de a pie murió poca.89​

Al llegar la noche, el ejército de Jaime I se detuvo a descansar en la zona de la actual localidad de Bendinat, donde según la leyenda, comieron unas sopas con ajos. La tradición popular cuenta que, el rey, al terminar la cena, pronunció en catalán las palabras «bé hem dinat» (bien hemos comido) pudiendo así haberle dado nombre al lugar. La noticia de la muerte de los Moncada le fue dada a Jaime I por Berenguer de Palou y dos días después, el 14 de septiembre, fueron enviados a enterrar entre escenas de dolor y tristeza.

En el lugar donde fueron abatidos los Moncada, según cuenta la leyenda, se conservaba hasta 1914 un pino conocido como «el pino de los Montcada». En el siglo XIX, un grupo de poetas catalanes y franceses, entre los que se encontraba Jacinto Verdaguer, construyeron bajo el patrocinio del archiduque Luis Salvador un monumento en conmemoración del acontecimiento en el lugar donde habían reposado sus cuerpos, el cual forma parte del Paseo Calviá en su recorrido por la cercanía de la actual localidad turística de Palmanova.

Tras esta gran batalla campal el camino hacia la capital de la isla se presentó libre de obstáculos para las tropas invasoras, momento en que se prepararon para dar el asedio final a la ciudad.

Asedio de Madina Mayurqa

El asedio a Medina Mayurqa duró más de tres meses. El dolor por la pérdida de los Moncada y la decisión del próximo emplazamiento del campamento, mantuvo al rey y a sus tropas ocupado durante los siguientes ocho días. A partir de ahí, avanzaron y acamparon al norte de la ciudad, entre la muralla y la zona conocida hoy día como «La Real», ordenando Jaime I que se montasen dos trabuquetes, una catapulta y un mangonel turco con los que posteriormente comenzaron a bombardear la ciudad.​ El emplazamiento del campamento real fue escogido estratégicamente basándose en la cercanía a la acequia de agua que abastecía a la ciudad, pero lo suficientemente lejano de las ballestas y mangoneles musulmanes. Teniendo Jaime en mente lo que le ocurrió a su padre en Muret y presintiendo que el asedio se iba a alargar más de la cuenta, ordenó construir una empalizada alrededor del campamento que garantizase la seguridad de sus tropas.


Estando el ejército cristiano acampado frente a la medina, recibió la visita de un acaudalado y bien considerado musulmán llamado Ben Abed que, presentándose ante el rey, le comunicó que se encontraba al mando de 800 aldeas musulmanas de los montes y que deseaban ofrecerle todo tipo de ayuda y rehenes con tal de mantenerse en paz con él, hecho que, junto a los consejos sobre las prácticas de los sitiados, supuso a los cristianos un poderoso auxilio.​ Como primera prueba de sumisión, Abed le entregó a Jaime veinte caballerías cargadas de avena, así como cabritos y gallinas, mientras que el rey, le proporcionó uno de sus pendones, a efectos de que sus mensajeros pudiesen presentarse ante las huestes cristianas sin ser atacados.

La respuesta de los sitiados no se hizo esperar y respondieron con catorce algarradas y dos trabuquetes, pero ante el imparable avance de las tropas del rey, los moros ataron a varios prisioneros cristianos completamente desnudos en lo alto de las murallas para impedir así que éste los bombardease, al tiempo que los mismos exhortaban gritando a sus compatriotas que no cesasen de disparar.

Escuchando Jaime I sus plegarias, en las que decían que con su muerte alcanzarían la gloria, los encomendó a Dios y redobló las descargas que, al pasar por encima de las cabezas de estos, provocó que los musulmanes los devolviesen al calabozo viendo fallido el chantaje. Asimismo, en respuesta a la estratagema musulmana, Jaime I les catapultó las cabezas de 400 infieles que habían capturado en una escaramuza (comandada por el lugarteniente del Valí, Fati Allah), intentando reabrir la fuente de agua de abastecimiento de la Medina que anteriormente habían cegado los cristianos.

Al verse los musulmanes perdidos, ofrecieron varias negociaciones para tratar la rendición de Abú Yahya, a lo que Jaime I, a fin de cortar por lo sano, salvar vidas y recibir una ciudad intacta, era partidario de llegar a un acuerdo, pero los parientes de los Moncada y el obispo de Barcelona exigieron venganza y exterminio. Cuando Abú Yaha se retiró al no aceptar Jaime las condiciones, el valí aseguró que desde ese momento cada sarraceno valdría por dos.​ Ante semejante panorama, el rey se vio obligado a ceder a las pretensiones de sus aliados y continuar con la campaña que culminó con la toma de Palma de Mallorca.

Toma de Madina Mayurqa

La dificultad que entrañaba llevar a cabo un asedio a una ciudad amurallada solía convertir la estrategia en el cerco y esperar a que sus defensores sufriesen las consecuencias de la sed y el hambre, pero debido a las condiciones climatológicas de la isla durante esta época del año y la baja moral y cansancio de las tropas de Jaime I, llevaron al rey a no desistir en su empeño por derribar los muros y asaltar las torres para terminar cuanto antes la empresa. Entre las distintas máquinas que solían usarse en la época se encontraban los castillos de madera, los tejidos de zarzo, los bozones, las ballestas de torno y los trabuquetes.

Tras duros combates que se prolongaron durante meses de asedio, los cristianos fueron abriendo brechas, derribando muros y torres de defensa.139​ La dureza del asedio fue tal, que cuando los cristianos abrían una brecha en una de las murallas, los musulmanes levantaban otro muro de cal y de piedra detrás para taparla.138​

Una de las principales estrategias del ataque cristiano consistió en llevar a cabo una pugna subterránea a base de minas para socavar las murallas, pero el contraataque musulmán respondía con contraminas.​ Por fin, el 31 de diciembre de 1229, Jaime I logró tomar Madina Mayurqa. El momento inicial ocurrió cuando una cuadrilla de seis soldados consiguió colocar un pendón en lo alto de una de las torres de la ciudad y comenzó a hacerle señas al resto del ejército para que los siguiesen, al tiempo que gritaban: «adentro, adentro, que todo es nuestro!»

El soldado que se adelantó al resto de la tropa enarbolando el estandarte de la corona de Aragón sobre aquella torre y animó a los otros cinco a seguirle, se llamaba Arnaldo Sorell, y fue posteriormente nombrado caballero por Jaime I en recompensa por la valentía de su hazaña. El resto del ejército cristiano entró en la ciudad al grito de: «Santa María, Santa María», evento que era típico en la época medieval.

El cronista Pedro Marsilio, por orden del segundo hijo de Jaime I, el rey Jaime II y cuyo manuscrito se encuentra en la catedral de Palma, relató en su crónica que, 50 caballeros lanzaron sus caballos contra los sarracenos en nombre de Dios, mientras en voz alta gritaban: «ayúdanos Santa María, madre de nuestro señor» y una vez más: «vergüenza caballeros, vergüenza!», al tiempo que espoleaban sus caballos embistiendo y arrollando con ímpetu a los sarracenos que habían quedado en la medina, mientras otros miles de ellos huían por las puertas traseras de la ciudad.

La entrada triunfal de Jaime se produjo por la puerta principal de la medina, denominada en árabe «Bab al-Kofol» o «Bab al-Kahl» y localmente «Porta de la Conquesta», de «Santa Margalida», del «Esvaïdor» o «Porta Pintada». De ella se conserva una placa conmemorativa, pues fue demolida en 1912, años después de hacerlo también con la muralla.​ En el museo diocesano de Mallorca, se aprecia una imagen medieval con una escena de la lucha en el retablo de San Jorge elaborado por el pintor de estilo flamenco Pedro Nisart.

Cuentan que, una vez tomada la ciudad, los cristianos apresaron a Abú Yahya y lo torturaron durante mes y medio para que les confesase dónde se encontraban los tesoros acumulados de la piratería, llegando incluso a cortarle el cuello a su hijo de 16 años en su presencia, mientras que su otro hijo se convirtió al cristianismo para salvar su vida. Finalmente, el valí fue torturado hasta que murió, aunque jamás reveló dónde escondía sus riquezas. Al mismo tiempo, incendiaron la medina y pasaron a cuchillo a la población que no había logrado huir por la puerta norte y había quedado rezagada entre las casas, aunque algunos pocos se convirtieron al cristianismo para salvar sus vidas.​ La matanza fue tan grande que los miles de cadáveres no pudieron ser enterrados, por lo que poco después las tropas cristianas resultaron diezmadas por una epidemia de peste producida por la putrefacción de los cuerpos.​

Según la crónica de Jaime I, aunque al parecer es información literaria acorde al ambiente épico de la campaña, resultaron muertos 20 000 musulmanes, mientras otros 30 000 abandonaron la ciudad sin ser advertidos. Por otro lado, en la sierra de Tramontana y en la comarca de Artá, habían conseguido refugiarse unas 20 000 personas entre civiles y hombres armados, aunque finalmente fueron capturados por los cristianos.

Resistencia musulmana


Gracias a las disputas internas entre los conquistadores derivadas del reparto del botín, los musulmanes que lograron huir pudieron organizarse en las montañas septentrionales de Mallorca y resistir durante dos años, hasta mediados de 1232, cuando finalizó la conquista total del territorio. Sin embargo, la mayoría de la población musulmana no ofreció demasiada resistencia y permaneció desunida, facilitando la invasión.

Para combatir los focos de resistencia que se habían organizado en las montañas se organizaron varias cabalgadas, pero la primera de ellas, comandada por el mismo Jaime I fracasó debido a que las tropas se encontraban con pocas fuerzas y en tiempo de enfermedades.​ La segunda incursión se llevó a cabo en marzo, contra los que se habían escondido en la sierra de Tramontana, donde encontraron a un grupo de rebeldes que pactaron rendirse si no recibían ayuda de otros grupos moros que se encontraban en la sierra. Así, mientras los cristianos cumplían el pacto, aprovecharon para explorar en busca de nuevos refugiados, llegando un destacamento bajo el mando de Pedro Maza a encontrar una cueva donde se había escondido una multitud de musulmanes que terminaron por rendirse.

Habiendo solucionado Jaime los principales problemas y deseoso por volver a sus estados, decidió retornar a Barcelona, nombrando para ello como su lugarteniente a Berenguer de Santa Eugenia, quedando el mismo como gobernador de la isla y al cargo de aniquilar la resistencia musulmana en los castillos y montañas de Mallorca.​ El viaje de regreso a Cataluña lo llevó Jaime a cabo en la galera del caballero occitano Ramón Canet, al parecer, la mejor de la flota,​ el 28 de octubre de 1230, para tres días después, ser recibido en Barcelona con innumerables festejos, pues habían llegado hasta sus tierras las noticias de su triunfo y sus vasallos querían ensalzarlo como al mayor monarca del siglo. No obstante, poco después, se corrió el rumor de que se estaba formando una gran escuadra en Túnez para contraatacar y arrebatarle la isla, por lo que volvió de nuevo a Mallorca y aprovechó para tomar los castillos donde se encontraba parte de la resistencia musulmana; El castillo del Rey, en Pollensa, el de Santueri en Felanich y el de Alaró, en la localidad homónima. El último reducto de las fuerzas sarracenas se agrupó dentro del castillo del Rey, una fortaleza situada sobre un promontorio de 492 metros sobre el nivel del mar.​ Una vez hubo tomado estas fortalezas y habiéndose convencido de que no vendría ninguna armada desde África para hacerle frente, retornó de nuevo al reino de Aragon.​

Durante el periodo del 31 de diciembre de 1229 al 30 de octubre de 1230 se tomaron las poblaciones situadas en el Pla, Migjorn, Llevant y el nordeste de la isla. Finalmente, los que no lograron huir al norte de África o a Menorca fueron reducidos y convertidos en esclavos, aunque algunos pocos lograron mantenerse en sus tierras.

El último foco de resistencia, hizo que Jaime volviese de nuevo a la isla en mayo de 1232, cuando unos 2000 sarracenos que se habían amparado en las montañas no permitieron entregarse ni rendirse a otro que no fuera el mismo Jaime I.

La visión de la conquista de Ibn Amira Al-Mahzumi

Uno de los principales historiadores y arqueólogos de Mallorca, Guillermo Rosselló Bordoy, trabajó junto al filólogo Nicolau Roser Nebot en la traducción de la primera crónica conocida de la conquista de Mallorca, Kitab ta’rih Mayurqa, descubierta por el profesor Muhammad Ben Ma'mar. La obra, de la que se tenía conocimiento desde finales del siglo XVI y se creía perdida, fue hallada dentro de un CD en una biblioteca de Tinduf, debido a que bajo el auspicio de un mecenas estaban realizando un trabajo de catalogación y digitalización de documentos árabes por todo el mundo.​ Con esta aportación es la primera vez que se conocen detalles sobre el punto de vista de los vencidos.

Su autor fue Ibn Amira Al-Mahzumi, un andalusí nacido en Alcira en 1184 que, consiguió huir a África durante la contienda y quien se cree fallecido en Túnez entre 1251 y 1259.​ Su relato está considerado de importantísimo valor histórico y literario, ya que es el único documento que narra la visión de la campaña por parte de los vencidos. En sus 26 páginas, se describen detalles desconocidos hasta la fecha, como por ejemplo el nombre que tenía el lugar del desembarco; Sanat Busa, que en árabe significa lugar de juncos.

Muhammad Ben Ma’Mar, profesor de la universidad de Orán llevó a cabo la primera transcripción y anotación,160​ hasta que finalmente Guillermo Rosselló Bordoy llevó a cabo su traducción al catalán en 2009, donde desde su presentación se convirtió rápidamente en un pequeño best seller en Baleares.

Entre otras aportaciones, se confirma el número de 150 barcos para la escuadra cristiana, así como su desvío por la costa de Tramuntana, ya que esta fue divisada por los vigías de las atalayas costeras que informaron a Abú Yahya. No así sucede con el trato que se le dio a la postre al gobernador musulmán de Mallorca, que parece que fue ajusticiado junto a su familia sin cumplir las promesas hechas en el pacto de rendición que se mantienen según las crónicas cristianas. Asimismo, coinciden también detalles como la captura de las naves cristianas en Ibiza como excusa para la invasión, el lugar del desembarco, la batalla de Portopí y un número de 24 000 bajas musulmanas.

Según el relato de Amira muchas fueron las chapuzas cometidas por el bando musulmán. En principio, una vez fue alertado el valí de los preparativos bélicos en la península para la invasión, envió tres barcos espías: uno fue capturado, otro confirmó la inminente invasión y el último fue arrastrado por los vientos hasta Cerdeña, donde capturaron a cinco cristianos que informaron que el ataque había sido pospuesto hasta la primavera y Abú Yahya, creyéndoles, desmontó su dispositivo de defensa.​ El destacamento enviado a la costa de Andrach a repeler la invasión, consistía en un grupo almohade que había sido expulsado de al-Ándalus y se había aliado a Abú Yahya, pero al parecer, se dedicaron a la bebida y a la distracción, dando ventaja a los cristianos durante las maniobras de desembarco. Durante la batalla de Portopí, cuando los musulmanes estaban venciendo, el valí realizó una torpe maniobra que hizo creer a su ejército que debía retirarse, de modo que sus tropas se precipitaron en una caótica huida hacia la ciudad.

Según consta en las crónicas cristianas y musulmanas, la isla contaba aproximadamente con una población de 50.000 habitantes, repartidos entre las doce alquerías que la dividían. La mayoría consistían en mallorquines descendientes de los habitantes que la poblaban antes de la conquista musulmana de 903.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 05 Ene 2018 14:42

Sirvan estas lineas para pedir perdón a todos los que siguen el presente hilo, con las prisas me he dejado atrás una de las principales batallas de la reconquista, quizás si lo miramos bien la principal, no tanto por la cantidad de tropas que intervinieron en ella, como por lo que significó, ya que es la primera batalla de la reconquista y dió lugar al inicio de la misma.

Un saludo

Batalla de Covadonga


Pelayo era el jefe o espatario de la guardia personal de don Rodrigo. Pelayo y Rodrigo eran primos y pertenecían la linaje de Chindasvinto. El gran rey Chindasvinto tuvo tres hijo, Recesvinto, el primogénito, Teodofredo y Fávila. Don Rodrigo fue hijo de Teodofredo y Pelayo de Fávila. pelayo

Pelayo, sobrevive a la batalla de Guadalete y posteriormente se refugia en Toledo. Con el Arzobispo Urbano se retira, buscando refugio, al norte de la Península, cerca de donde había nacido, en Cosgaya.

Muchos nobles se refugiaron en la Septimania Fanca, otros se aliaron directamente con los musulmanes y fueron vasallos suyos. Pero los irreductibles se refugiaron en Asturias.

Cuenta la tradición histórica, que el moro Munuza, gobernador musulmán de la zona, quiso conseguir a la hermana de Pelayo, para lo cual envió a éste a Córdoba como rehén, pero en el verano de 717 Pelayo pudo escaparse y retornar a su querida tierra. Pelayo se opuso al enlace de su hermana con el gobernador y se echó al monte, para buscar refugio en el macizo de los Picos de Europa. Pelayo no era el bandido de la versión musulmana, sino un vengador.

Pelayo acudió a Cangas donde los cristianos sometidos celebraban una asamblea. Pelayo les reprochó un ignominiosos y cobarde comportamiento y les animó a la rebelión ante el opresor musulmán. Aquel grupo de astures irreductibles, decidieron unirse a Pelayo y se alzaron en armas con él. Les convocó a una asamblea general; en ella le reconocieron como caudillo y de esta forma, el antiguo estepario de don Rodrigo, se convirtió en jefe de un levantamiento popular.

[b] Inicio de la Rebelión Asturiana[/b]

Asturias era gobernada y controlada por Munuza desde Gijón. Al principio los astures fueron vasallos, pero poco a poco se fueron convirtiendo en rebeldes populares hasta que dejaron de pagar tributos al gobernador musulmán.

En el 718, los nobles astures a las órdenes del caudillo Pelayo, decidieron recuperar su legitimidad y el territorio perdido. Recuperar Hispania para los Cristianos, su lucha se iba a convertir también en una guerra de religión: la cruz contra la media luna.

Pelayo se niega a seguir pagando tributo, ya no es vasallo de los musulmanes. Se inicia la sublevación con hombres vascos, astures, gallegos, todos ellos dispuestos a levantar su espada contra el invasor musulmán.

La crónica musulmana de Córdoba, habla de unos “asnos salvajes” que se han levantado en el norte de Hispania. Les consideran salvajes, sin educación, bárbaros. Entonces, desde Córdoba se envía un ejército al mando de Alqama para rendir a los “asnos salvajes”. Alqama era uno de los mejores generales de Muza, había que rendirlos lo antes posibles, no se debía correr riesgos de nuevas sublevaciones.

Entre tanto, Pelayo ampliaba su control sobre la zona desde el valle de Cangas y a inquietar a las guarniciones de Munuza de la comarca. Los nobles se fueron, poco a poco sumando a la rebelión.

Comienza la Batalla de Covadonga

Pelayo, no contaba con muchos medios, entre 200 y 300 soldados estaban a sus órdenes en las montañas de los Picos de Europa. Su cuartel general o corte lo establece en Cangas de Onís, desde donde va a iniciar las acciones de castigo a las escultura de don pelayo tropas musulmanas. Pelayo guió a sus hombres a una montaña mágica, el monte Auseva que será su refugio de Pelayo y sus irreductibles.

Según la crónica musulmana, Alqama se dirigió a Asturias con un ejército de 185.000 hombres, historiadores reducen la cifra a 20.000. Los musulmanes tenía la razón de la fuerza pero Pelayo tenía la razón de su tierra, de un linaje de 300 años de historia. Un enorme ejército de jinetes, arqueros, honderos se van acercando a Cangas.

En ese momento Pelayo recibe una visión, ve en el cielo una inmensa cruz bermeja, es el pendón perdido de los godos en Guadalete; y además se le aparece la Virgen y le anuncia que la victoria estará de su lado; después de esta visión, un ermitaño atestigua que la Virgen le entrega una cruz, una cruz confeccionada con las ramas de un roble, es la Cruz de la Victoria. Pelayo está convencido de su papel y decide presentar batalla.

Alqama recurre a la guerra psicológica, envía al traidor don Oppas como parlamentario para negociar con Pelayo. Don Oppas, anima a Pelayo a la rendición, a la entrega de las armas, ofreciéndole todo tipo de promesas. Le habla de lo bueno que son los musulmanes, le asegura que le devolverán sus tierras y posesiones, que con los musulmanes se vive bien. Según el rey Alfonso III, las palabras del traidor al caudillo, fueron estas:

“Escucha mi consejo y vuelve tu ánimo de tu decisión, ara que poseas muchos bienes y disfrutes del consorcio de los caldeos”

Pero afortunadamente, Pelayo ha cambiado y le asegura al ex-arzobispo de Toledo, que él ya no lucha por sus tierras, que no es una guerra por las posesiones, que es una guerra por la Fe . Está convencido que es una lucha por la Cruz, que él no va a ser gobernado por alguien que no asume la creencia de la Cruz.

Pelayo se preparó para resistir la embestida musulmana contra su cueva el 28 de mayo del año 722 , año 103 de la Hégira.

Pelayo toma a su ejército y se atrinchera en la Cova Dominica, en Covadonga. Los musulmanes inician los ataques, eran por los desfiladeros, Pelayo a desplegado a sus 300 guerreros godos. Los godos eran expertos en arcos y lanzamiento de piedras con ondas. Conocían el territorio perfectamente, atacaban en emboscada, se replegaban y volvían al ataque; no paraban, no permanecían fijos en el terreno.


Los sarracenos avanzan por aquellos estrechos desfiladeros y son blanco muy fácil de las piedras y flechas de los hombres de Pelayo. Los 300 de Pelayo están logrando, con sus medios parar a la mole de los 20.000 ismaelitas de Alqama. Cuenta la leyenda, que los hombres de Alqama lanzaban las flechas y piedras con las ondas, contra los hombres de Pelayo, y que por intercesión divina o por el cumplimiento las leyes de la física clásica, se volvieron contra aquellos que las lanzaron.

Subiedes, peña fragosa,
sobre los Moros cayó
y a los Cristianos libró
Ved qué cosa milagrosa.
Verso popular


Los musulmanes estaban teniendo demasiadas bajas, y decidieron retroceder. En este momento, Pelayo lanzó un ataque desesperado desde la Cova Dominica. Los soldados de Pelayo saltaron como posesos sobre las fuerzas musulmanas. El espíritu combativo era enorme, los cristianos estaban determinados a la victoria; los musulmanes seguían retrocediendo por aquellos estrechos desfiladeros. Era imposible, no podía ser que 300 asnos salvajes hicieran retroceder a todo un cuerpo de ejército musulmán.

Alqama murió en el combate y Oppas, el cristiano traidor, que habló de paz a los rebeldes, fue hecho prisionero en el mismo campo de batalla. Los agarenos al ver muerto a su jefe, se dividieron y el pánico le obligó a huir desordenadamente.

[b]La Victoria de los Irreductibles Astures[/b]


La verdad es que Covadonga no fue una gran batalla, fue un encuentro, una refriega que tuvo un gran impacto en la moral de las fuerzas de resistencia al poder emergente. Esta victoria llenó de orgullo y seguridad a los de Pelayo y fue suficiente para iniciar un movimiento de resistencia al invasor. Los escritos árabes de época, reconocen que algo ocurrió en esas fechas en Covadonga.

Los hechos históricos confirma que los musulmanes, estando en las Galias, tuvieron que desviar importantes efectivos al norte de Hispania. Esto confirma que algo importante, algo grave estaba ocurriendo en estas fechas en Asturias. Esta rebelión alivió presión musulmana sobre la Septimania Francesa lo que sin duda tuvo consecuencias positivas para el continente europeo.

Aquellos irreductibles vascos, gallegos, astures, cumplieron haciendo bien su trabajo. Don Pelayo amplió tu territorio y consiguió ocupar la ciudad de León. Aquello fue el germen, el inicio del Reino Asturiano, desde Cangas de Onis, Pelayo permaneció durante muchos años luchando, era incansable, acudía a todos los frentes, estaba en primera línea junto a sus hombres, era frenético y no pudieron matarle.

En la crónica musulmana nos dicen que aquellos 300 fueron reducidos a 30, a 30 hombres y 10 mujeres, decían las crónicas musulmanes. 30 asnos, qué pueden hacer 30 asnos, no pueden causarnos ningún perjuicio. Pero la reconquista había comenzado. Hubo muchos muertos, prueba de ellos son los topónimos conservados hasta hoy, aludiendo a los montones de huesos que quedaron en los barrancos de los caminos y que siguen hoy encontrándose huesos de los invasores de España.
[b]
Consecuencia de la Batalla de Covadonga
La Reconquista Termina 8 Siglos más Tarde
[/b]


Pelayo fue caudillo hasta su muerte en el 737, le sucedió su hijo Fávila, que gobernó sólo dos años, ya que en el 739 murió a causa del abrazo de un enorme oso. Después llegó Alfonso I, llamado el Católico, Alfonso era yerno de Pelayo, se había casado con su hija y fue un gran Rey. Alfonso I, le consideran los historiadores el primer rey del Reino de Asturias, Alfonso I el Católico. El Reino de Asturias se transformaría más tarde en el Reino de León.

En el año 1035, aparecería el Reino de Castilla. Durante esos siglos, inmensas luchas, sangrientas razias, interminables batallas, fue un larguísimo camino sin retorno al pasado de Guadalete. Finalmente todo se regeneró, aquel viejo y decadente reino visigodo se transformó, dolorosamente con el paso de los tiempos y en el 1482, estallaba con virulencia la última guerra de la Reconquista, la Guerra de Granada. Durante 10 años estuvieron combatiendo moros y cristianos en el reino Nazarí de Granada.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 05 Ene 2018 20:28

La Batalla de Alange


La toma de Alcántara en 1213 y los ataques ese mismo año contra Cáceres y Mérida ponen de manifiesto las intenciones de Alfonso IX de extender el Reino Leonés por el Sur, tal como se preveía en el testamento de Alfonso VII el Emperador y en el Tratado de Tordehúmos (1158), incorporando el Reino musulmán de Sevilla. En 1217 la fortaleza de Alcántara es otorgada a la Orden de Calatrava, que un año después cede, junto con todas sus posesiones y miembros en el Reino de León, a la Orden Militar de San Julián del Pereiro, que fijó allí su sede. La orden adoptó entonces el nombre del Pereiro y Alcántara y finalmente el de Alcántara, constituyendo a partir de entonces uno de los pilares leoneses en la reconquista y repoblación de la Transierra, inspirada por un decidido cruzadismo, que alcanzaba al mismo monarca, corroborado por las campañas de 1218 en las que llega hasta Sevilla y el Guadalquivir con el objetivo de quebrantar la retaguardia musulmana. La toma de otras plazas como Valencia de Alcántara (1221) y especialmente el núcleo fortificado de Cáceres (1229), abren definitivamente el camino hacia el Guadiana a las fuerzas leonesas. Alfonso IX empeñado en la conquista del territorio de la Taifa de Badajoz, emprende en 1230 la deseada conquista de Mérida, que asegura la independencia eclesiástica del Reino de León, y la de la capital musulmana, Badajoz, ambas a la misma orilla del Guadiana. El objetivo último serían Sevilla y Niebla.

[b]Reunión de las huestes.[/b]

Pasada la Navidad de 1229, Alfonso IX partió de Alba de Tormes con un formidable ejército en el que, además de las huestes del monarca se encontraban caballeros las de las Ordenes Militares del Temple, Alcántara y Santiago, con sus maestres, a los que se unieron obispos con sus mesnadas (D. Bernardo II, arzobispo de Santiago de Compostela y los obispos de Oviedo, León, Zamora y Coria) y otras fuerzas. Se dirigieron a principios de cuaresma (hacia el 20 de febrero) al Sur con el objetivo de apoderarse de Mérida, a la que sometieron a sitio.

La toma de Mérida y la batalla campal de Alange (1230).

La noticia del asedio de Mérida debió llegarle al caudillo hispanomusulmán Ibn Hud al-Mutawakkil, vencedor de los almohades, reconocido como lugarteniente y Emir del Califato abbásida de Bagdag –tomó por enseña el estandarte negro de los abbasíies- primero en Murcia y luego en casi todo Al-Andalus (Almería, Málaga, Granada, Jaén, Córdoba, Sevilla, Badajoz, Mérida, Trujillo). Se dirigió a Córdoba, donde reunió un gran ejército de caballeros e infantes para acudir en ayuda de la ciudad sitiada, posiblemente por la calzada que parte desde Córdoba y transcurre por Azuaga y Hornachos. Ibn Hud acampó en las proximidades del castillo de Alange o en el lugar conocido como Posadas de Abenfut, ligeramente al noreste del actual Campillo de Llerena y dentro de los límites de su término municipal.

Mérida se negó a rendirse, por lo que fue atacada por el puente de la ciudad y se tomó al asalto, teniendo un papel destacado las huestes zamoranas, de Ledesma y de la Orden de Alcántara, como ponen de manifiesto el hecho de que Alfonso IX incorporara el puente de Mérida al escudo de la ciudad de Zamora, o que así conste respectivamente en la inscripción sobre la Puerta de Olivares –llamada también del obispo- en Zamora (Zamo[ren] ses fuerunt uictores in prima acie), en el Fuero de Ledesma (que indica que la milicia de Ledesma rindió buenos servicios en Mérida) y en la carta de donación que Alfonso IX hace el 30 de marzo al maestre de Alcántara, Arias Pérez, de posesiones en la ciudad de Mérida y en su proximidad ("por los muchos buenos servicios que en muchas ocasiones me prestasteis, y especialmente en la conquista de Mérida y en la batalla campal que tuve con Abenfut al otro lado del Guadiana"). El reconocimiento y donaciones por los servicios prestados en la batalla de Mérida alcanzará a personas concretas, como a Rodrigo Fernández, alférez de Alfonso IX, que recibirá Friera y la tierra de Aguilar, por llevar bien su enseña en la batalla.

La llegada de las tropas musulmanas decidió a Alfonso IX a enfrentarse a las mismas, a pesar de ser muy inferiores en número. Las fuentes afirman que el contingente de las tropas de Ibn Hud era innumerable, o que se componía de unos ochenta mil hombres (veinte mil a caballo y sesenta mil a pie). Para ello el rey leonés y las huestes que le acompañaban, atravesaron el Guadiana una noche y, a la mañana siguiente, el 15 de marzo de 1230 (de acuerdo con el Cronicon cordubense) tuvo lugar el enfrentamiento en campo abierto, una batalla campal, ‘una de las más señaladas de aquel siglo’.

Cuenta Juan Gil de Zamora que cuando Alfonso IX se prepara para entrar en combate pierde una de las espuelas, lo que todos interpretan como un mal presagio, menos el monarca que argumenta que «el rey no debe entrar en combate con espuelas como los miedosos y por esto cayó la espuela, para animarme a quitar también la otra» demostrando así que no pensaba huir sino perseverar en el combate hasta el final. ¿Estaba decidido a no perder la ciudad recién conquistada? ¿Deseaba infligir una derrota al enemigo que le permitiera avanzar hasta Badajoz y más tarde hasta el Guadalquivir? La imagen del cronista pone de manifiesto que, en cualquier caso, no estaba dispuesto a echarse atrás.

Ibn Hud vio que los leoneses se dirigían contra sus tropas a fin de entablar la batalla, ordenó sus gentes y salió a su encuentro, la batalla fue muy sangrienta y por algún tiempo dudosa, pero el valor de los cristianos superó la muchedumbre enemiga y se declaró por Alfonso IX la victoria. Tan señalada fue que hay crónicas que al hablar de Alfonso IX dicen «el que ganó la batalla de Mérida». Las crónicas recogen también la participación del Apóstol Santiago y de San Isidoro del lado de los cristianos con una hueste de ángeles apocalípticos que segaban las gargantas agarenas.

Los efectivos musulmanes sufrieron una derrota completa y salieron en desbandada perseguidos por los leoneses, resultando el mismo Ibn Hud herido. Según Moreno de Vargas, el ejército leonés infligió una gran matanza en los musulmanes que huían hacia Badajoz a una legua de Mérida, en el denominado valle de la Matanza

La toma de Mérida permitía restablecer la silla metropolitana de tan gran prestigio en la época romana y visigoda, trasladada a Compostela por la persecución de los mozárabes, pero lo impidió Bernardo, el arzobispo de Santiago.

La conquista de Badajoz (1230).

El victorioso rey leonés permaneció en Mérida hasta después del 20 de marzo, partiendo después con el ejército y los maestres de las órdenes militares, los obispos y el arzobispo de Santiago de Compostela, con sus huestes sobre Badajoz.

La conquista de la capital debió de ser rápida, pudo establecerse un asedio hacia el 19 de abril, rindiéndose la ciudad el 26 de mayo, como indica el Chronicon conimbricense o a primeros de junio, como indica el Cronicón cordubense; pero antes del 9 de junio, porque ese día ya estaba Alfonso IX en Cáceres, de vuelta hacia el norte, y empleaba el título de «rex Legionis et Badalocii».

Alfonso IX, tras la toma de la ciudad de Badajoz, decidió dejarla dentro del realengo y ceder los derechos temporales de Mérida a la Iglesia de Compostela, teniendo en cuenta su proximidad a la frontera con el reino de Portugal. La confirmación y entrega de Mérida al arzobispo de Santiago la efectúa el 20 de julio, fecha en la que pasaba por Salamanca en su peregrinación hacia Compostela cuando iba a dar gracias al apóstol por las recientes conquistas.

Últimos meses de Alfonso IX (1230).


Rendida Badajoz, la expansión hacia el sur fue incontenible, ocupando los templarios Jerez, Burguillos. Fregenal y Alconchel. El propio Alfonso IX recorrió estas zonas meridionales, pues encontrándose en el castillo de la Atalaya, cerca de Zafra, el 2 de junio de 1230 hizo donación de Mérida y de los extensísimos términos que se le señalan al Arzobispo de Santiago. El monarca diseñó por entonces los objetivos y ciudades a conquistar en la siguiente campaña del invierno de 1230-31, que pretendían llevar el Reino de León hasta el Guadalquivir. Su fallecimiento retrasó esta expansión dos décadas.

Alfonso IX murió mientras iba en peregrinación a Santiago de Compostela en acción de gracias, en Sarria (Villanueva de Lemos) el 24 de septiembre de 1230. Se frustraba así el matrimonio de su hija primogénita Sancha con el monarca aragonés Jaime I, aportando al mismo el Reino de León.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 05 Ene 2018 20:47

La Reconquista de Trujillo


El primer antecedente lo encontramos en el Rey Leonés Alfonso III el Magno, cuando en una de sus treinta militares correrías, intentó, en el año 881, liberar Trujillo del poder agareno. La Extremadura del Sur siempre fue una empresa muy marcada en la Idea Imperial Leonesa. De hecho, la misma empresa fue intentada después de Alfonso III; tanto por Fernando II de León como por Alfonso VIII de Castilla. Su definitiva liberación se vivió el día 25 de Enero del año de 1232, reinando en León y en Castilla Fernando III el Santo.


Al Alcázar de la Imperial Toledo, bastión del Santo Monarca, llegó un día del año 1231 el Maestre de Alcántara, Don Arias Pérez Gallego, quien expuso a San Fernando III la situación aflictiva de la villa de Trujillo e hizo relación detallada de sus esfuerzos para reconquistarla en el 1227. Suplicaba la Autoridad Real que el Monarca ordenase que se hicieran levas de soldados aún enfosados, que los señores se aprestasen con armas y bagajes y que las Órdenes Militares aparejasen sus mesnadas y concurrieran a la Reconquista de Trujillo. Plació el Rey al proyecto del Monje Guerrero y, a mediados de Diciembre del 1231, Don Arias intimaba, en nombre del Rey a los Maestres de Santiago, del Temple, de los Hospitalarios, y al Obispo de Plasencia, Don Domingo, y a todos los Caballeros obligados al tributo de sangre a capitanear mesnadas para que en los primeros días del próximo Enero se encontrasen, al frente de sus huestes, en lugares cercanos a Trujillo ( Que sería la cuna del Conquistador de la Nueva Castilla y también del mejor explorador del Amazonas….), que había ser asaltada para su definitiva Reconquista. Comenzaba, pues, el año de 1232 y con los albores de su primer día llegaron las tropas, desplegados al viento sus pendones, muy altas las señeras de los que gozaban de este privilegio, caballeros unos sobre alazanes y cuatralbos; peones otros guarnecidos de cotas de cueros, pica al hombro y escudo al brazo. Las trompetas y atabales regulaban la marcha y enardecían los corazones de aquellos valientes; otras veces la música de algunas chirimías sostenían las notas vehementes de cantos bélicos, y como oración, la salmodia, que fortalecíalos, Dios mediante, con sobrenaturales energías y prestaba aliento de heroísmo para la empresa que acudían. Eran los mansos corderos al tañido de la campana que llama a razar y los bravos leones hispánicos al sonido del clarín que convoca la pelea.


La Caballería, desplazada en escuadrones, a una legua a la redonda del pueblo trujillense, impedía el exceso de socorros de la gente, de avituallamiento y de pertrechos de guerra. Fue ésta la primera providencia estratégica del Obispo Don Domingo y del Maestre de Alcántara, Generalísimo de aquel abigarrado ejército. El caso es que Trujillo estaba ya sitiada por las tropas de la Catolicidad.


Importaba estrechar el cerco, esquivando la lluvia de piedras y flechas que los sarracenos lanzaban desde la muralla contra los sitiadores, pero una densa niebla se lo impidió durante algunos días en que el frío y la enfermedad hicieron presa en las tropas españolas. Serenóse el tiempo, se rehicieron los soldados, y despreocupados de aquella contingencia, el Obispo Don Domingo y Don Arias Pérez combinaron el plan de ataque que sería por asaltos parciales a la peñalosa villa. Duros los ataques del peonaje guerrero, prontos y valientes eran al mismo tiempo los rechazos de los morunos. Ni una vez consiguieron los cristianos escalar los muros y muchos murieron.


Las tropas, mermadas, el tiempo poco favorable, las dificultades del asalto por la situación estratégica de Trujillo y el arrojo de los mahometanos trajeron a consejo a los Capitanes para levantar el cerco o planear una nueva táctica. Prevaleció el dictamen del Prelado Placentino ( Gentilicio de Plasencia; provincia de Cáceres ), que aceptaron los Maestres de las Órdenes Militares y los Capitanes del Fonsado : Era éste atacar todos a la vez por una de las puertas del recinto amurallado, más fácil de acceso. Al Poniente del pueblo se replegaron las milicias, hacia allí estaba la puerta, el objetivo de su ataque, la cual pasada, se obtendría la victoria…


Era el 25 de Enero. El Obispo y los Sacerdotes que acompañaban a los Ejércitos de la Cristiandad Hispánica, pasada la media noche anterior, habían oído las confesiones de capitanes y soldados.


Aún el día no era venido y los clarines llamaron a la pelea y por las fragosidades de la derecha del espolón del castillo y por los riscos ingentes que se escalonaban sinuosos y quebrados a la izquierda del viejo matadero, suben los Infantes del Ejército Católico. Abajo, en la llanura de los prados de San Juan, hasta rebasado el estanque de la Magdalena y por cualquier parte que pudiera ser paso de refuerzos agarenos, la Caballería protege el avance de los hispanistas. Terrible es la lucha en que el coraje de los muslimes vence por un par de veces a la valía cristiana. El bravo empuje de los guerreros de Castilla y de León sufre el quebranto que le causan los mahometanos parapetados en los muros de la villa, muriendo otra vez muchos de ellos….


Alea jacta est : ¡¡ Vencer o Morir !! constituía el grito de aquellos soldados patriotas….El Historiador de Trujillo, el señor Naranjo Alonso, lo relata con las siguientes palabras :


“ No muy lejos del fragor de la lucha, el Obispo se puso en oración y pidiendo todos a Nuestro Señor se sirviera por la gloria de su Nombre, darle la victoria e invocando a la Divina Madre como auxilio de los cristianos, cerraron de nuevo contra los muros al tiempo que un vivo resplandor sobre la muralla les alentó con visión sobrenatural en la que todos reconocieron a la Celestial Señora que confortaba a sus hijos.


Poco antes, por la parte de adentro, un cristiano valeroso, intrépido, al frente de un puñado de leales convecinos, luchaba por ganar la puerta del muro frente al cual se precipitaron los primeros caballeros. Se le conoció con el nombre de Fernán Ruiz y era uno de los principales cristianos de la Villa.


Pronto se generalizó la lucha entre las calles, sembrando los cristianos de cadáveres moros los lugares más estratégicos hasta que lograron confinar al Castillo a los pocos que escaparon de las tropas españolas, para tener que entregarse a a discreción.


El Obispo, reunidos los Capitanes y gran parte del Ejército, en transportes de alegría y después de haber sido testigos de aquella singular manifestación del Cielo a favor suyo, postróse de rodillas junto al muro y entonó un himno de acción de gracias al Todo Poderoso, aclamando con todo el ejército a la Santísima Virgen con el título de la Victoria por Patrona y especial abogada en la conquista de Trujillo….”


Desde entonces, del triunfo se llamó esta Puerta que franquearon las cristianas huestes el 25 de Enero del 1232. Para perpetua memoria de este histórico y trascendental hecho, y en testimonio de agradecida veneración, el ayuntamiento colocó en nombre de Trujillo una imagen de la Santísima Virgen en una artística hornacina cobijada por un tejaroz y practicada en el paño mural que se alza sobre esta puerta y ante la cual todas las noches lucía una lámpara.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 07 Ene 2018 13:37

Reconquista de Ubeda


Según la leyenda, Úbeda fue fundada por un descendiente de Noé, Tubal.

Los primeros asentamientos que existieron en Úbeda se remontan a la Prehistoria, cuando durante las culturas de la Edad del Cobre y del Bronce –III y el II milenio a.C.–, distintas comunidades habitaron en el lugar que hoy ocupa el barrio del Alcázar. Se sabe que estos pueblos se dedicaban a la ganadería y a la agricultura por los múltiples restos que se han encontrado: vasijas de cerámica, punzones, hoces, etc.

También se han encontrado restos de la época tardorromana y visigoda, que hacen suponer la existencia de un pequeño núcleo de población dependiente de la colonia romana de Salaria, conocida como Úbeda la Vieja.

En busca de intercambios llegaron a Úbeda los griegos y más tarde los cartagineses, siendo éstos últimos vencidos por los romanos tras largas guerras. Bajo el Imperio Romano la ciudad sería conocida como Bétula (Baetula). Sin embargo, Úbeda adquiere su verdadera entidad como un importante núcleo de población en época árabe.

Época árabe

Es fundada por Abderramán II (822-852), que la llamó Medinat-Ubbadat Al-Arab (Úbeda de los Árabes). Debido a su artesanía, comercio y agricultura se convirtió en una de las ciudades de mayor importancia de Al-Ándalus. Su recinto encerraba más de 35.000 hectáreas.

Reconquista

La ciudad es conquistada –tras algunos intentos como el de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), con Alfonso VIII– en 1233 por el Rey Fernando III "el Santo", que hábilmente aprovechó la anarquía del reino almohade para su anexión, formando parte de las conquistas que realizó: el Reino de Jaén, Córdoba, Sevilla y Cádiz, dando un decisivo impulso a la Reconquista.

La toma de Úbeda dio paso a la coexistencia de diferentes culturas (árabe, judía y cristina), aunque en la época cristina Úbeda vio aumentar notablemente su ámbito jurisdiccional, llegando su término desde Torres de Acún (Granada) hasta Santisteban del Puerto, pasando por Albanchez de Úbeda, Huesa y Canena. Aunque ya a mediados del siglo XVI se había establecido su jurisdicción sobre los términos de Cabra de Santo Cristo, Quesada y Torreperogil junto con algunas alcaicerías.

Factor decisivo en este período es su importante valor geoestratégico. Su carácter fronterizo (Granada-Castilla), provoca que los reyes castellanos le otorguen numerosos privilegios y concesiones, como el fuero de Cuenca.


“Por los cerros de Úbeda”


En el siglo XII y durante la Reconquista Española, estando las tropas del rey Fernando III a punto de atacar Úbeda, en la provincia de Jaén, uno de sus capitanes, desapareció antes de que empezase la batalla y reapareció después de la conquista; cuando se le preguntó dónde había estado durante toda la lucha, él respondió que se había perdido por los Cerros de Úbeda; dicha frase fue tomada irónicamente por cortesanos y soldados y se perpetuó como signo de cobardía, después se extendió a otros significados: que alguien al hablar se pierda en divagaciones innecesarias, se salga del argumento del que se está tratando, cambia de tema de conversación sin motivo o responde a preguntas concretas con algo que nada tiene que ver con la cuestión.

El Rey Fernando III “El Santo”, “martillo de la Reconquista Española”, murió en Sevilla, el 30 de mayo de 1252 y su cuerpo incorrupto se encuentra en la Capilla Real de la Catedral Hispalense.
Su epitafio en latín, castellano, árabe y hebreo, reza así:

AQVI YAZE EL MVY ONDRADO HERNAN-DO, SEñOR DE CASTIELLA, E DE TOLEDO, E DE LEON, E DE GALICIA, DE SEVILLA, DE CORDOVA, DE MVRCIA, DE IAHEN, EL QVE CONQUISSO TODA ESPAñA, EL MAS LEAL, EL MAS VERDADERO, EL MAS FRANCO, EL MAS ESFORZADO, EL MAS APVESTO, EL MAS GRANADO, EL MAS ZOFRIDO, EL MAS HOMILDOSO, EL QVE MAS TEMIE A DIOS, EL QVE MAS LE FACIE SERVICIO, EL QVE QVEBRANTO, E DESTRVYO A TODOS SVS ENEMIGOS, EL QVE ALZO, E ONDRO TO-DOS SUS AMIGOS, E CONQVISSO LA CIV-DAD DE SEVILLA, QVE ES CABEZA DE TODA ESPAÑA, E PASSO EN EL POSTRIMERO DIA DE MAYO, EN LA ERA DE MIL E CC.E NOVAENTA.

Respecto de este epitafio, es muy interesante su lectura, que cada cual saque la conclusión que quiera, aunque la reconquista de Ubeda no fue un hecho de armas especialmente significativo, no he podido por menos que traerla a colación en este hilo tanto por que entiendo que le corresponde, como por incluir este epitafio que demuestra la existencia de una idea de España allá por el 1200 y aún antes


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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 07 Ene 2018 13:46

Reconquista del Castillo de Malgacena


La Bella Leila y la Toma del Castillo de Magacela


Durante la Reconquista, en el siglo XIII, Arias Pérez, III maestre de la Orden de Alcántara capitaneaba las tropas cristianas que trataban de expulsar a los musulmanes de la actual comarca de La Serena. La orden alcantarina ya había conseguido conquistar los castillos de Zalamea de la Serena y Medellín y se dirigían hacia a fortaleza de Benquerencia de la Serena. No muy lejos de allí, en el castillo de Magacela se encontraba el alcaide sarraceno, Ahmed-Ben-Alí, junto a su hija Leila, una joven de la que destacaban su belleza y valentía. Leila que era conocida como “La Bella Leila” era una mujer de belleza singular, esbelta de tez bronceada y con ojos negros, pero de entre todas sus cualidades sin duda por las que más destacaba era por su valentía y heroísmo.

Tras la conquista cristiana de la fortaleza de Benquerencia de la Serena, Ahmed-Ben-Alí, viendo que las tropas cristianas se acercaban hasta su bastión quiso anticiparse. El alcaide musulmán tramó un plan y dividió su ejercito en dos, una parte quedó a las ordenes de su hermosa hija Leila en el castillo y otro grupo capitaneado por él mismo saldría al encuentro de los cristianos para tenderles una emboscada y así pillarlos desprevenidos. Ambas facciones se encontraron en una llanura cercana a Quintana de la Serena que fue testigo mudo de la feroz lucha, tras largas horas de terrible combate y cientos de muertos por ambas partes los cristianos se alzaron con la victoria, en aquella batalla le llegó la muerte al mismísimo alcaide sarraceno. Los soldados musulmanes supervivientes corrieron a comunicar a Leila el fatal desenlace de su padre, y ésta presa de ira juró vencer o morir.

Aprovechando la muerte del alcaide, las mermadas huestes cristianas avanzaban hacia el castillo de Magacela sin contar que allí se encontraba su hija con un buen número de tropas para ofrecer resistencia. Se produjeron varios días de combate sin que los cristianos lograran asaltar la inexpugnable fortaleza, lo escarpado del terreno hacía casi imposible su toma. Pero Arias Pérez que era un hábil estratega diseño un plan: dividió sus tropas en tres grupos, dos de ellos estarían formados por jinetes que portarían haces de paja encendidos y se aproximarían veloces hacia la fortaleza, mientras tanto el otro grupo asaltaría el castillo entretanto los soldados musulmanes intentaban contratatacar esas luminarias de fuego. Cierta noche, tras el atardecer, los cristianos decidieron poner en marcha en plan, desde el noroeste, comenzaron a avanzar veloces los jinetes con sus antorchas de paja encendidas. Los vigías sarracenos al ver tal cantidad de luminarias aproximarse hacia el castillo dieron la voz de alarma y el ejército se preparó para la defensa. Cuentan que en aquel momento Leila se encontraba disfrutando de una abundante cena y al enterarse de que estaban siendo atacados gritó colérica:

“Amarga cena, amarga cena para mí. ¡Resistid mis leones!”
Pero era demasiado tarde, mientras las tropas sarracenas defendían la zona noroeste del castillo, el tercer grupo de soldados había hecho pedazos la puerta de la fortaleza y un importante numero de cristianos tomaba el patio de armas y parte de la muralla suroeste, el castillo había caído en manos cristianas.



En medio de aquel caos, Leila salió de la torre, con gesto serio pero desafiante, miró a los ojos a Arias Pérez y sacando su daga atravesó su pecho con ella. Su cuerpo inerte rodó escaleras abajo hasta los mismísimos pies del maestre. Decidió suicidarse antes que caer en brazos de los cristianos.

Cuentan que el hombre del municipio surgió de la famosa frase pronunciada por Leila “Amarga Cena!, que con el tiempo derivó en Malgacena y, en la actualidad, es Magacela. Aunque recientes estudios aseguran que es más que discutible esta teoría.


Según otras versiones no fueron jinetes con haces encendidos los que provocaron las luminarias sino cabras con antorchas colocadas en sus cuernos.

Otra interpretación de la leyenda habla que mientras ambos ejércitos luchaban por tomar el control de la fortaleza Leila se encontraba encerrada en una torre junto a su hijo y que en el mismo instante en que iba a ser apresada arrojó a su bebé desde lo más alto de la torre y detrás se lanzó ella.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 07 Ene 2018 20:24

Conquista de Cordoba por Fernando III


La Reconquista de Córdoba fue realizada por Fernando III de Castilla en el 29 de junio de 1236, con la entrega de las llaves de la ciudad del príncipe Abul-l-Casan.

Historia

El monarca castellano dirigió sus esfuerzos a la toma de Andalucía, consiguiendo tomar varias plazas. Los emires Alhamar de Sevilla, Zayan de Valencia y Mahfuz de Niebla se habían declarado reinos independientes al Califato de Córdoba, por lo que el Emir de Córdoba firmó en 1235 una tregua de un año con Fernando III. Para esto, el emir debió pagar 430.000 maravedíes. Sin embargo, esta tregua no impedía que los castellanos atacaran baluartes que ya no dependían del emir, por lo que este tomó los castillos de Iznatoraf y San Esteban. Ese año muere Beatriz de Suabia y Fernando se traslada al Norte. El emir decide no pagar lo pactado y cristianos de los consejos fronterizos dirigidos por el segoviano Domingo Muñoz toman los arrabales de Córdoba y se hacen fuertes. Además, unos desertores moros informaron a los cristianos de que la ciudad estaba desguarecida y sería muy fácil llegar a la Axerquía, cosa que hizo un pequeño grupo de soldados.

Fernando se encontraba con sus tropas en Benavente a mediados de enero de 1236 cuando llegó un correo del Sur que le informó de que la Axerquía de Córdoba, un barrio oriental amurallado de la ciudad, había sido tomada por un puñado de hombres y que estos pedían refuerzos para completar la toma de la Medina, también amurallada, donde se encontraban el Alcázar y la famosa Mezquita. El rey, al informarse, junta fuerzas de León, de Salamanca, de Zamora y de Toro y de las órdenes militares y marcha hacia Córdoba.1​ El monarca, partió, con intensas lluvias, por la Ruta de la Plata hasta Mérida y allí, ya en la frontera con la zona mora, siguió el curso del río Guadiana y se aproximó a Córdoba por Castuera, Benquerencia y Belalcázar, llegando el 7 de febrero a Córdoba.

Ibn Hud, alertado por los cordobeses, parte de Murcia con un potente ejército y acampa en Écija. Fernando se colocó en la orilla izquierda del río para taponar el puente romano, defendido por el castillo de Calahorra. Esto era una posición arriesgada, pero ese puente comunicaba Córdoba con Écija, Sevilla y toda la parte meridional de al-Ándalus, por lo que era la única posibilidad de los cordobeses y asumió el riesgo. Mientras, otros cristianos mantenían sus posiciones en el otro lado del río, en la Axerquía.

Junto al rey moro se encontraban Lorenzo Suárez y su mesnada de 200 hombres. Lorenzo Suárez había sido desterrado de Castilla por "malferías que ficiere" y le propuso a Ibn Hud dirigirse al campamento cristiano como espía para informarle de lo que hacían las tropas de Fernando, sin embargo lo que él realmente quería era hacer las paces con el monarca castellano. Cuando Lorenzo Suárez se encontró con Fernando le propuso lo siguiente: que realizase hogueras en diversos puntos por la noche para dar la sensación de tener muchas tropas mientras él iba a volver a hablar con Ibn Hud para convencerle de la fortaleza del ejército cristiano.2​

Ibn Hud, que tampoco necesitaba demasiados argumentos para no combatir contra Fernando, tomó la decisión de retirarse. Jaime I de Aragón estaba acechando Valencia y planeó dirigirse a Almería para tomar unos barcos e irse a proteger aquella ciudad, dando Córdoba por perdida. La ciudad, abandonada por su Emir, planteó rendirse y pedir a Fernando que les dejase marcharse llevando sus enseres, sin embargo, al notar que el contingente cristiano era muy pequeño decidieron resistir más. Los concejos de León, al pasar tres meses de campaña, proponen volver ya a su tierra, pero Fernando persevera.

Fernando III, liberado del peligro de Ibn Hud, firma una tregua con el entonces Rey de Jaén, Alhamar, y que era enemigo de los cordobeses y de Ibn Hud, para así, sin enemigos en la retaguardia poder resistir un poco más.

Córdoba, famélica por el asedio, decide rendirse. El 29 de junio, fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo, se hizo la entrega de las llaves. Aunque algunos nobles hablaron de pasar a cuchillo a los moros de la ciudad, el rey Fernando aceptó la rendición en los mismos términos en los que había sido pactada antes; salir vivos y con sus bienes muebles a todos los musulmanes de la ciudad. Todos los edificios quedaron intactos tras la toma. En el alminar del Alcázar fue colocado el pendón de Castilla y un crucifijo. La caída de Córdoba en manos cristianas conmocionó al mundo musulmán, ya que era la antigua capital del antaño poderoso Emirato, y posterior Califato, de Córdoba, la etapa más gloriosa de Al-Ándalus.

El 30 de junio Fernando III hizo su entrada solemne en la ciudad. El Obispo de Osma, y el maestro Lope Fitero, futuro obispo de Córdoba, purificaron aquella tarde la Mezquita para el servicio al culto cristiano, bajo la advocación de la Asunción de la Virgen María. En la Mezquita-Catedral pasó a celebrarse solmene pontifical por el Obispo de Osma y se entonó el te deum. Después Fernando III pasó a residir en el Alcázar. Las campanas de la Catedral de Santiago de Compostela, que Almanzor trajo en 997 a hombros de cristianos, fueron encontradas en la mezquita cordobesa utilizadas como grandes lampararios y fueron llevadas a hombros de moros a Galicia para que sonaran de nuevo ante la tumba del apóstol.

El rey Fernando dejará como gobernador de la ciudad a Alfonso Téllez de Meneses y como gobernador militar a Alvar Pérez de Castro

La conquista como fue

Córdoba represento no solo en el periodo Arabe, sino también en el romano a la ciudad por excelencia, a la “urbe”. Durante muchas generaciones los cordobeses de antaño supieron transmitir a los ojos foráneos una visión esplendorosa del solar que habitaban.

Hasta hace muy poco tiempo se atribuyo al periodo Califal el principal protagonismo, aunque a raíz de los nuevos descubrimientos arqueológicos en nuestra ciudad, referentes al mundo antiguo, la época romana, por las dimensiones de estos nuevos hallazgos se esta acercando en importancia a la Córdoba de la media luna. Pero no es esta la exposición que deseo abordar en este articulo, mas adelante sin duda analizare las claves de estos descubrimientos , hoy quiero hablar de la reconquista de la ciudad de Córdoba, de cómo los cristianos arrebataron en el año de 1236 a los musulmanes la joya de la península, la capital del Califato.

Todos conocemos en parte como tras un periodo de decadencia, los cristianos fueron tomando fuerza; desde sus núcleos norteños , progresivamente fueron bajando hacia el sur a base de batallas, asaltos y conquistas de plazas y castillos, es por eso por lo que muchas villas de España llevan tras su nombre el apelativo “de la frontera”, como Aguilar de la frontera, Arcos de la Frontera, Jerez de la frontera, Jimena de la frontera ...etc, pues indicaban que en un momento determinado allí estuvo el limite con el Islam.

Andábamos por el año de 1236, siglo XIII, cuando una serie de acontecimientos hicieron posible que el antiguo vergel betico pasara definitivamente al Rey de Castilla. Algunos almogavares y adalides llegados de Andújar , conocieron a través de algunos moros traidores, la desidia defensiva en la que se encontraba una parte de la villa, la denominada como Ajarquia . Es necesario recordar que la fecha en que nos encontramos es aun muy temprana, pues la mayoría de las ciudades y villas de Andalucía permanecían aun en manos árabes, y Córdoba era y había sido demasiado fuerte como para proyectar un plan de conquista, recordar que Granada no se conquisto hasta 1492 , mas de 200 años después.

En una cerrada y húmeda noche las escalas se lanzaron sobre las deterioradas murallas de esta parte de Córdoba, Domingo Muñoz, arengó a los presentes y encomendó su alma a Dios antes de comenzar a escalar. Benito de Baños y otros habían conseguido subir a una torre ataviados a la usanza mora. La guardia estaba adormecida, era inconcebible una empresa de tal dimensión por parte de los cristianos. Benito y Alvar Colodro, por ser profesionales de la frontera se dirigieron en lengua Arabe a la guardia que los habían visto, explicaron eran jefes de inspección, y con el aturdimiento de esta procedieron fulminantemente, sin dilación alguna, en un gesto de fiereza propia de la época, a cercenar gargantas de los infieles, algunos arabes consiguieron huir despavoridos.

La escena debió ser grotesca, conmovedora, la sangre apareció por doquier, emanada de las arterias y venas de los tajos dados por los cristianos, caliente plasma que incluso resultaría agradable al entrar en contacto con la fría piel de los atacantes, habida cuenta de la gelidez de la noche, y su olor espeso y penetrante enmascararía el fétido hedor de aquella parte de la ciudad donde se acumulaban los pozos ciegos, la basura acumulada de los vecinos, además de las inmundicias del ganado domestico.

Este grupo de fanáticos cristianos, durante toda la noche continuo conquistando varas y varas del adarve de las murallas, hasta llegar a la puerta de Martos , donde habían quedado con Pedro Tafur para abrirle la puerta al resto de la tropa y a los caballos.

Los mahometanos que se habían refugiado temerosos en la otra parte principal de la ciudad, denominada como Madina, comenzaron a organizar la defensa, y los cristianos solicitaron mandando emisarios la ayuda de Ordoño Alvarez y del Rey Fernando III que se encontraba en Benavente. El monarca quedo perplejo ante la misiva que le trajo el jinete, ¿cómo podía ser posible que el sueño de sus antepasados y el suyo propio se pudiera estar cumpliendo?. En tan solo 12 días, a caballo marcho con sus ejércitos a la anhelada Córdoba, algunos corceles sufrieron los avatares de tan veloz viaje, pero la gesta bien lo merecía.

Cuando llego a la ciudad decidió cortar el abastecimiento que tenían los arabes a través del puente antiguo. Paso el río con sus tropas por el puente de Alcolea, para acampar en la entrada del puente Mayor.

El emir cordobés intento que le ayudasen desde otras ciudades limítrofes pero la trama desarrollada por Lorenzo Suárez, un mercenario cristiano que estaba en las filas musulmanas por desavenencias con el Rey, gracias a su ingenio aparento que las tropas asediantes de Córdoba eran muy numerosas cuando en realidad no lo eran. Ante Ello se desmorono todo intento de ayuda.

Unos meses después , tras muchas confabulaciones, la ciudad capitulaba. Mientras los musulmanes cordobeses se marchaban cayéndose de hambre a catervas, su príncipe Abu Hassen entrego al rey Castellano las llaves de la ciudad. Fernando ordeno que la enseña de la cruz precediese a la real y que fueran puestas en la muy alta torre de la Mezquita, para goce de la cristiandad y desconsuelo del Islam.Córdoba había caido.

Que sugestivo resulta imaginar aquellos momentos cuando los cristianos entraron en el recinto fortificado y admirados pudieron ver sus jardines y palacios, sus edificios , sus templos, en definitiva aquellas descripciones tan narradas por los trovadores y que ahora se encontraban a merced de los conquistadores.

Dentro del templo se encontraban almacenadas las campanas de Santiago, años atrás Almanzor las hizo traer desde Santiago hasta Córdoba a hombros de Cristianos, era justo ahora hacer lo contrario , así se hizo.

Así fue como el solar de Córdoba cambio de propietario , así fue como comenzó a desarrollarse una población que es nuestro autentico origen, a partir de este momento seria necesario repoblar esta ciudad con colonos que la sacaran adelante, en ellos debemos buscar nuestro origen biológico , serian ellos nuestros primigenios ascendientes y de los que procedemos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 08 Ene 2018 02:00

La Batalla de Formigues


La Batalla naval de Formigues tuvo lugar en las Islas Formigues en 1285. En ella, la flota francesa fue derrotada por la aragonesa comandada por el almirante Roger de Lauria (Roger de Llúria).

En 1284, el rey Felipe III de Francia decidió invadir Cataluña con un gran ejército, al que el papa Martín IV dio la consideración de cruzados. Se la llamó "Cruzada Aragonesa", y en opinión del historiador Chaytoe se trató de "la más injusta, innecesaria y calamitosa empresa realizada por la monarquía capeta". El objetivo del rey francés no era otro que coronar a su propio hijo Carlos de Valois rey de Aragón (el hijo de éste, Felipe VI, lo sería de Francia) y apoyar a su primo Carlos de Anjou en su conflicto con los aragoneses por el trono de Sicilia. Apenas dos años antes, Pedro el Grande y sus aliados bizantinos habían urdido las Vísperas Sicilianas que habían arrebatado la isla al de Anjou, en favor de Aragón.

El rey de Mallorca, Jaime II, hermano del monarca aragonés y conde del Rosellón, también apoyaba al Capeto. En Cataluña, el rey Pedro el Grande había ofendido a los nobles debido al vigoroso ejercicio de autoridad real, recibiendo escaso apoyo por su parte. Sin embargo, las atrocidades cometidas por los invasores en los asedios de Elna y Gerona levantaron la las ciudades y al campo en contra de ellos.

El ejército invasor avanzaba lentamente, rindiendo las obstinadamente defendidas ciudades una por una, contando con la cooperación de un gran número de aliados, estacionados en escuadrones a lo largo de la costa, los cuales traían suministros desde Narbona y Aigües-Mortes. De hecho, las líneas de suministro dependían totalmente de la flota francesa.

El rey Pedro se dio cuenta de que la interrupción de las línes de suminitro francesas les forzarían con toda seguridad a retirarse. Para ello, estaba dispuesto a arriesgar Sicilia durante un tiempo, y llamó a la flota aragonesa, al mando de Roger de Lauria, de Palermo a la costa catalana. El almirante alcanzó Barcelona el 24 de agosto al frente de 40 galeras de guerra, siendo informado de la disposición de los franceses.

Advirtió que si podía romper el centro de la línea de escuadrones, tan estirada como estaba, podría posteriormente deshacerse de los extremos. En la noche del 28 de agosto, cayó sobre el escuadrón central de la flota francesa cerca de las islas Formigues. El hábil Lauria colocó dos fanales encendidos en cada galera, para que en la oscuridad de la noche su flota pareciera el doble de grande. La flota del enemigo estaba formada por 10-16 galeras genovesas al mando de Juan de Orreo y 15-20 francesas al mando de Henri de Mari.

Los aragoneses rodearon las líneas enemigas, provocando al retirada de los genoveses y el desastre para los franceses. Mediante un uso enérgico de los espolones, así como con una destructiva lluvia de tornillos lanzadas con las ballestas, que limpió las cubiertas francesas, la victoria fue completa. La derrota francesa fue seguida, como habitualmente en las guerras navales del Medievo, por una matanza masiva.

A continuación, Roger se aproximó a la bahía de Rosas, donde se hallaba estacionada otra flota de más de 50 barcos, engañada al aproximarse Lauria bajo colores franceses. En mar abierto, los franceses fueron derrotados 3 de setiembre y toda su flota capturada o hundida. A continuación, con refuerzos llegados de Barcelona, al cabo del día capturó la plaza y todos los suministros y tesoros almacenados allí por los franceses pasaron a manos aragonesas.

Esta brillantísima acción naval, junto con la derrota de las armas galas en el collado de Panissars, fuerza a Felipe III a retirarse. Felipe, gravemente enfermo, moriría en Perpiñán, siendo sucedido por el "Rey de Hierro", Felipe IV el Hermoso. Sin embargo, los franceses mantuvieron la ocupación del Valle de Arán hasta 1313, fecha en que fue recuperado por Jaime II de Aragón, el cual restituye los usos y constituciones de sus habitantes, suprimidos por los franceses.

La derrota francesa supuso también la confiscación del reino de Mallorca por parte del rey aragonés. Jaime II de Mallorca no recuperaría su reino hasta 1295.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 08 Ene 2018 13:21

Conquista de Valencia por Jaime I


Hay que remontarse al año 138 a.C. Cuando el cónsul de Hispania Décimo Junio Bruto concedió unas tierras y campos a los soldados que habían luchado en las campañas Lusitanas. Se trataba de una aldea en la costa del levante en una ruta comercial, vía Augusta, que unía Cádiz con el norte de la península por el mediterráneo.

La llamaron 'Valentia Edetanorum' y la instalaron en lo que por entonces era una isla en el río Túria.Hasta el siglo V d.C. la ciudad es destruida y reconstruida en diferentes ocasiones. Hasta que llega la decadencia del Imperio Romano. Entre los siglos V y VIII existe un tiempo de conquistas y guerras por toda la península entre los pueblos bárbaros, suevos, alanos, vándalos y más tarde los visigodos, quienes dominaron la ciudad de 'Valentia' hasta el siglo VIII.

En el año 711, el rey Rodrigo es vencido en el río Guadalete y se produce el avance de los musulmanes en la península. Valencia fue sitiada por los musulmanes. Tras varios intentos de conquista rechazados por los defensores y viendo ambos la complejidad de la situación, finalmente el gobernador de Valencia Agrescio entregó la ciudad a cambio de seguir viviendo en sus casas con sus costumbres y religión o bien marcharse de la ciudad con sus pertenencias. Mas tarde, la ciudad se convertiría en el reino 'Taifa de Balansiya'.

El 17 de junio de 1094 el Cid Campeador toma Valencia después de meses de asedio y cerco a la ciudad. Se tituló príncipe de Valencia y se instaló en la ciudad hasta su muerte el 10 de julio de 1099. En 1101 el rey Alfonso VI de Castilla ordena la evacuación de la ciudad y Valencia vuelve a manos de los almorávides restaurando el culto musulmán.

La conquista se realizó entre 1232 y 1245. Hijo de Pedro II el Católico y María de Montpellier, Jaime I, vivió unos primero años de vida difíciles viviendo junto con los caballeros templarios en el castillo de Monzón. Durante los primeros 15 años de su reinado tuvo diversas luchas contra la nobleza aragonesa.Una vez asentado en el trono y tras las conquistas de Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera, en 1232 comienza una serie de conquistas por la zona levantina que le encaminarán a la conquista de la ciudad de Valencia.

La táctica para dicha conquista era tomar enclaves estratégicos como Morella, Peñíscola y Burriana, de donde se repartía la mayoría de los alimentos de la zona a las poblaciones de los alrededores. Así con el control de estos castillos la mayoría de ciudades que dependían de éstas se rindieron sin batalla previa debido a la falta de alimentos.

Ciudades como Almenara, Museros, Bétera, Paterna o Silla fueron rendidas por los musulmanes.Una vez que Jaime I tuvo cercada Valencia, el rey de Tunís (Túnez) mandó 12 galeras y 6 tarifas a la costa del Grau para ayudar a las tropas musulmanas en la defensa de la ciudad. Pero Jaime I se instala en un campamento entre las naves del rey de Tunís y las tropas de la ciudad. Por lo que el ejército naval no se atreve a desembarcar y las tropas de la ciudad tampoco se atreven a salir en su protección. Así que los barcos se marchan hacia Peñíscola y atacan la ciudad. Tras una dura batalla, pierden y huyen de la zona.

En uno de los enfrentamientos Jaime I se dio cuenta de que sus tropas estaban entrando en una emboscada y acudió en su ayuda acercándose tanto a la villa que un ballestero disparó una saeta y se le clavó en la frente. Afortunadamente para el rey de Aragón, la flecha no traspasó el casco y sólo le quedó una llaga durante unos días como consecuencia del ataque.

La última batalla se produjo en la torre Portal de la Boatella, en la vía San Vicente. Tras la pérdida de este enclave el rey Çaén decide rendir la ciudad tras no poder recibir refuerzos, debido a la escasez de alimentos y hambruna que pasaba su ejército tras las murallas y ésta última pérdida de la torre.Por estos motivos rinde Valencia a cambio de un salvoconducto a Cullera. Los musulmanes se llevaron todo cuanto pudieron portar en las manos.

La conquista de los territorios continuó hasta el año 1245 llegando a obtener las ciudades de Alicante, Dénia, Cullera o Elche. Las tierras al sur de Biar - Villajoyosa fueron reservadas para la corona de Castilla, Murcia entre ellas.Ya en el año 1261 se juran los Fueros de Valencia, por lo que se convertía en un reino diferenciado frente a la corona de Aragón. 100 años después de la conquista de la ciudad, el 9 de octubre de 1338, se conmemora por primera vez esta entrada triunfal del rey Jaume I, y ya desde entonces no se dejaría de celebrar, salvo por unos pocos años, hasta el día de hoy.

En 1238, hace casi ochocientos años, Jaume I entra en la Ciudad de Valencia como Rey Conquistador. Pero esta aventura ha empezado mucho antes, porque en aquel tiempo era muy lento y complicado movilizar todo lo necesario para una empresa de esa envergadura. Era necesario contar con tropas, caballeros, animales de carga, caballos, alimentos para todos. También había que estudiar las rutas y caminos más adecuados para desplazar al ejército. Y además hacía falta mucho dinero.

La Formación del Reino

En 1233 se inició la conquista de Valencia desde el norte. De este modo, poblaciones como Morella, Burriana y Peñíscola fueron cayendo en poder del Rey Jaume, que se aproximaba así a la Ciudad de Valencia.

Corre el año 1237 cuando la victoria de las tropas de Jaume I en la Batalla de El Puig, a pocos kilómetros de Valencia y última defensa del Rey Musulmán Zayyan, abre las puertas de Balansiya, que es como los árabes llamaban a la ciudad. De este modo, en 1238, Jaume I toma al fin Valencia.

La conquista del resto del Reino duraría todavía siete años más. En una primera fase se conquistó hasta la línea marcada por el río Júcar, incluida la importante ciudad de Xàtiva, continuando hasta Murcia. Los límites del Reino de Valencia quedaron fijados a través del Tratado de Almizrra, firmado en 1244 por Jaume I y Fernando III de Castilla. Así, se estableció una frontera entre la población de Biar, en el interior de Alicante, y Busot, en la costa.

Los mudéjares, con el caudillo Al-Azraq al frente, encabezaron varias revueltas en el norte de la provincia de Alicante entre 1247 y 1275, que fueron aplastadas y sirvieron para expulsar a la población musulmana y aumentar la repoblación cristiana. Por su parte, en 1296 Jaime II de Aragón supo aprovecharse de las luchas dinásticas de la Corona de Castilla para conquistar el Reino de Murcia, anexionándose al Reino de Valencia los dos tercios sur de la provincia de Alicante, a través de la Sentencia Arbitral de Torrellas de 1304. De este modo, ciudades como Orihuela, Guardamar, Elche, Santa Pola o Novelda quedaron incorporadas. El valle de Ayora pasaría también de la Corona de Castilla al Reino de Valencia en 1281.

En resumen, los territorios adquiridos entre 1232 y 1245 fueron conquistados a los musulmanes por Jaume I; el valle de Ayora y la mitad sur de la provincia de Alicante fueron originalmente conquistados por el Reino de Castilla, y fueron cedidos al Reino de Valencia entre finales del siglo XIII y principios del XIV. La villa de Caudete, isla del Reino de Valencia en territorio manchego, pasó administrativamente a Castilla a principios del siglo XVIII. Las comarcas de Villena y de Requena-Utiel pertenecieron durante todo el Antiguo Régimen a la Corona de Castilla, pero fueron incluidas en las provincias de Alicante y de Valencia tras la nueva división territorial de España de mediados del siglo XIX.

Con pocas variaciones, esas fronteras se han mantenido a lo largo de los siglos, y son casi las mismas que las de la actual Comunitat Valenciana, aunque ahora es algo más extensa, ya que se unieron posteriormente los pueblos y tierras al norte del Río Segura, y otros territorios más de las fronteras.

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