HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 21 Mar 2016 01:53

Excmo. Sr. D. Juan Domingo DE MONTEVERDE Y RIBAS Capitan General de Venezuela Ejercito Español

Juan Domingo de Monteverde y Ribas (San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, 1773 - San Fernando, Cádiz, 1832) fue un reconocido militar, político y administrador colonial español que, defendiendo los intereses de la Corona, combatió la causa revolucionaria independentista americana durante los años 1812 y 1813 en Venezuela, asumiendo el liderazgo del Ejército Realista en dicho país.

Dirigió con éxito la campaña militar que acabaría con la caída de la I República de Venezuela en 1812, ello tras la firma de la Capitulación de San Mateo, donde obtuvo la rendición de los Ejércitos Patriotas, con lo cual asumió el mando de la Capitanía General de Venezuela y la Presidencia de la Real Audiencia de Caracas. Fue vencido un año después por las fuerzas al mando de Simón Bolívar, durante la "Campaña Admirable", tras lo cual regresó a España, convaleciente de heridas de guerra.

Monteverde fue posteriormente ascendido a Brigadier y condecorado con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica y la Cruz Laureada de San Fernando, en su segunda clase, en reconocimiento a los servicios prestados a la Corona Española. Ejerció brevemente como Capitán General de Puerto Rico, fue Comandante Principal de los Tercios de Levante y llegó a ser Jefe de Escuadra de la Real Armada Española.

Juan Domingo Francisco de Paula José Rafael del Sacramento de Monteverde y Ribas nació el 2 de abril de 1773 en la ciudad canaria de San Cristóbal de la Laguna, hijo de Estanislao Monteverde Lugo y de Francisca Ribas, pertenecientes a familias de terratenientes canarios. En 1785 ingresó como cadete en el Regimiento de Milicias Provinciales de La Villa (Orotava). Entró a la Armada en el año 1789, sentando plaza de guardiamarina el 17 de octubre de 1789 en la compañía del departamento de Cádiz . En 1793 fue ascendido a Alférez de Fragata, siendo embarcado en la escuadra de Juan de Lángara, que unida a la británica del almirante Samuel Hood, defendió el arsenal y la ciudad de Tolón frente al asedio de los revolucionarios. A las órdenes del general Federico Gravina, tomó parte en casi todas las acciones protagonizadas por este, siendo las más destacadas la defensa del fuerte de Málaga y su evacuación.

Ya como Alférez de Navío, a bordo de la fragata Paz, participa en la Batalla del Cabo de San Vicente, entre la escuadra española del general don José de Córdova y la británica del almirante John Jervis, el 14 de febrero de 1797. A finales de ese año pasó al apostadero de Algeciras, donde se le confirió el mando alternativo de varias cañoneras durante el ataque a Gibraltar, actuando como escolta de algunos de los convoyes que transitaban por la zona. En 1789 embarcó en el navío Bahama para servir en la escuadra de don José de Mazarredo Salazar, siendo destinado al año siguiente al arsenal de Ferrol, donde también combatió contra los británicos1 .

Pasó después a los batallones de Infantería de Marina en el departamento de Cádiz y siguiendo órdenes superiores, en 1801 embarcó en la fragata Santa Sabina para cruzar el océano y llegar a Cartagena de Indias, donde se le dio el mando del bergantín Cartagenero, que pertenecía a aquel apostadero. Luego transbordó al navío San Leandro, con el cual regresó a España a fines de 1803. Al presentarse nuevamente al apostadero de Cádiz en 1804, se le dio el mando una cañonera. Participó en la Batalla de Trafalgar, el 21 de octubre de 1805, a bordo del navío San Ildefonso, siendo herido y hecho prisionero. Luego de ser canjeado, fue destinado una vez más al departamento de Cádiz, donde se le nombró ayudante en la compañía de guardiamarinas y fue ascendido al grado de Teniente de Navío.

Al sobrevenir la invasión napoleónica, recibió en Cádiz el mando de una batería de artillería con la cual estuvo hostigando a la escuadra francesa del almirante Rosily durante junio de 1808, contribuyendo a su rendición el 14 de ese mes. Hacia finales de ese año se le nombró Capitán de Cazadores del Segundo Batallón del Regimiento de Infantería de Marina, destinándosele a la región de Extremadura. Tomó parte en todas las acciones de guerra que se produjeron en esa región, a las órdenes de diferentes jefes e interviniendo decididamente en la batalla de Ciudad Real y posteriormente en la de Talavera, en la que fue derrotado el ejército napoleónico. Por esta última acción, Monteverde fue recompensado con el ascenso a Capitán de Fragata y condecorado con la cruz conmemorativa de dicha batalla.

Comienzan a soplar vientos de insurrección en las colonias americanas y el 19 de abril de 1810, en Caracas, se conforma una junta de gobierno en defensa de la legitimidad y derechos de Fernando VII, Rey de España. Dicha junta cae en manos del sector más radical del proceso, llegando incluso a una total declaración de independencia el 5 de julio de 1811 y el establecimiento de la Primera República de Venezuela, con Francisco de Miranda como jefe militar. Monteverde aborda el navío San Lorenzo con destino a Cuba y Puerto Rico, recibiendo luego órdenes de partir hacia Venezuela para sofocar la revuelta y restablecer el orden colonial.

Con el prestigio ganado en las Guerras Napoleónicas, llegó a Coro en marzo de 1812 procedente de Puerto Rico, con doscientos treinta soldados "entre españoles y corianos, un cura de nombre Torellas, un cirujano, diez mil cartuchos, un obús de a cuatro y diez quintales de galletas". Como se ve, la fuerza militar de la cual disponía era ridícula para emprender una campaña militar exitosa. Tal escasez de recursos era una consecuencia directa de lo debilitado de las comunicaciones entre Madrid y los territorios americanos luego de la anulación del poderío naval español en Trafalgar. Sin embargo, hubo un suceso determinante que terminó jugando en favor de Monteverde y la causa realista: el descontento social de la población con los nuevos gobernantes, lo cual impulsaría posteriormente a Bolívar a plantear una Guerra Social, reflexión que quedaría plasmada en su célebre Manifiesto de Cartagena.

Monteverde tenía órdenes de marchar hacia Siquisique y unir sus fuerzas con las del cacique jirahara Juan de los Reyes Vargas, quien era afecto a la causa realista y tenía a su servicio otros doscientos fusileros y cien flecheros, con lo cual acumuló 1.550 hombres, entre oficiales y soldados. A pesar de que le fue comunicado que no prosiguiera su avance sin antes recibir apoyo de Coro, desobedeció tales órdenes, mezclando un poco de valentía y experiencia militar con buenas dosis de fortuna y asaltó Valencia, Barinas, El Tocuyo y San Carlos. Como no podía dejar fuerzas de ocupación, tuvo que regresar a Valencia a enfrentarse con los alzados republicanos, obteniendo una contundente victoria. Por esta hazaña, se le ascendió a Capitán de Navío y se le nombró Capitán General de Venezuela. Para neutralizar esta ofensiva, el gobierno republicano de Caracas había nombrado al general Francisco de Miranda como comandante en jefe del Ejército, quien estableció el grueso de sus tropas en Valencia y Puerto Cabello.

Camino de Caracas, fue sumando cada vez más voluntarios a su ejército, produciendo un repliegue de las fuerzas patriotas, al mando de Miranda. En junio llegó a las proximidades de La Victoria y San Mateo. Su exitoso avance fue favorecido por el apoyo social que le brindaron las castas desposeídas, quienes veían a su enemigo en los nuevos gobernantes mantuanos, hecho que además se reforzó con sucesos como el terremoto del 26 de marzo de 1812, cuando Monteverde tomaba la plaza de Barquisimeto, al mando de un ejército integrado en su mayoría por pardos, zambos, mulatos e isleños.

La caída de la plaza de Puerto Cabello, al mando del entonces coronel Simón Bolívar, dio notable impulso a sus acciones, hasta entonces paralizadas como consecuencia de los fallidos ataques a La Victoria y a la carencia de material de guerra. En esa batalla, las fuerzas patriotas al mando de Miranda no pudieron resistir el embate de las tropas realistas comandadas por Monteverde, quien recibió en reconocimiento a esta acción la condecoración con la cruz de la Orden de Carlos III. Monteverde impuso a Miranda una capitulación que fue firmada por representantes de ambas partes beligerantes en San Mateo, el 25 de julio de 1812. Con este acto cesó toda la resistencia que hasta ese momento se había opuesto a la ofensiva realista y como consecuencia, Monteverde aniquiló la República proclamada el año anterior y restauró el sistema monárquico en la provincia de Venezuela. Miranda fue apresado y enviado a Puerto Rico y luego a Cádiz, y la mayoría de los oficiales patriotas fueron al exilio.

Monteverde asumió entonces la jefatura territorial en Venezuela con el cargo de Capitán General, restableciendo momentáneamente la autoridad de la Corona española. Ya instalado en Caracas, concibió un plan ofensivo contra la Provincias Unidas de la Nueva Granada, el cual sería puesto en ejecución a comienzos de 1813. En dicha operación participarían las fuerzas que tenía destacadas en Barinas y los Andes; sin embargo, este plan fue alterado como consecuencia de las acciones en oriente y occidente, a cargo de los coroneles Santiago Mariño y Simón Bolívar respectivamente. A comienzos de enero de 1813, procedente del islote de Chacachacare, una expedición armada, bajo el mando de Mariño, desembarcó en las costas orientales de Venezuela, tomando con éxito el puerto de Güiria, donde no había guarnición realista y tras algunas acciones rápidas y sorpresivas, dominando la plaza de Maturín. Informado de tales sucesos, Monteverde se embarcó en La Guaira el 21 de abril, con una fuerza cercana a los trescientos efectivos. El 3 de mayo llegó a Barcelona, donde aumentó su columna a unos quinientos hombres, para llegar finalmente el día 25 de ese mes a Maturín, defendido ahora por Manuel Piar. Allí ejecutó un ataque contra las posiciones republicanas, pero la acción devino en completo fracaso para las armas realistas.

Bolívar, en tanto, comenzó su Campaña Admirable, entrando desde Nueva Granada por los Andes venezolanos. Preocupado por este avance, Monteverde estableció entonces su cuartel general en Valencia, el punto de la llanura donde convergían los caminos de Barinas, de los Andes y de Maracaibo. Su flanco derecho estaba guarnecido por el castillo San Felipe de Puerto Cabello y su retaguardia se apoyaba en Maracay y La Victoria. Su posición militar era tan buena como había sido la de Miranda en 1812; sin embargo, había perdido ya buena parte del apoyo popular que había logrado cosechar el año anterior: el pueblo que lo había llevado de Coro a la capital, lo había dejado solo frente a Mariño en Maturín y lo dejaba solo frente a Bolívar en Valencia, tal vez porque su movimiento ya no encarnaba las aspiraciones y necesidades populares.

La llegada desde España del Regimiento de Granada, comandado por el coronel Miguel Salomón, en septiembre de 1813, le permitió emprender una ofensiva desde Puerto Cabello hacia Valencia para tratar de recuperar el territorio del centro. Inició su ofensiva a la cabeza de algo más de mil hombres; pero la vanguardia fue destruida en Bárbula por el ejército patriota al mando del coronel Atanasio Girardot, el 30 de septiembre, y el grueso de su columna durante el combate de Las Trincheras, el 3 de octubre. En esta acción resulta gravemente herido, perdiendo casi toda la mandíbula inferior y quedando incapacitado para proseguir la guerra. El enfrentamiento terminó en la derrota total de los realistas, que fueron forzados a huir a Puerto Cabello, donde terminaron siendo derrotados por las fuerzas de Bolívar. Cuando el año 1813 se acercaba a su fin y debido a su delicado estado de convalecencia, fue convencido por el general Juan Manuel de Cajigal y Martínez de entregar el mando, lo que realizó el 28 de diciembre de 1813, partiendo hacia Puerto Rico para finalmente, en septiembre de 1816, seguir hacia España.

Al llegar a España, ya en el año de 1817, fue ascendido a Brigadier y condecorado con la gran cruz de la Orden de Isabel la Católica y la Cruz Laureada de San Fernando, en su segunda clase, en reconocimiento a los servicios prestados a la Corona. Intentó recuperar rápidamente su delicado estado de salud, quebrantado por las numerosas heridas recibidas en combate; sin embargo, ello le llevó casi seis años, hasta 1823. Sintiéndose repuesto, aceptó su nombramiento como Capitán General de Puerto Rico, pero poco después tuvo que renunciar al percibir que su salud se hallaba gravemente deteriorada.

Regresó de nuevo a la península, donde en 1824 se le ascendió a Jefe de Escuadra, ciñéndole el cargo de Comandante Principal de los Tercios de Levante. En 1827 fue creada la Brigada Real de Marina, que reunía por primera vez a las armas de Infantería de Marina y la Artillería de Marina, de la cual fue nombrado como su primer Coronel General. Durante un pronunciamiento militar ocurrido el 3 de marzo de 1831, fue hecho prisionero por los sublevados y al ser vencida la intentona de rebelión, fue puesto en libertad, pero posteriormente fue sometido a consejo de guerra. Sin embargo, fue absuelto y ratificado en sus cargos. Su salud, nunca completamente recuperada, comenzó a agravarse progresivamente y finalmente, falleció en la isla de San Fernando, en Cádiz, el día 15 de septiembre de 1832.

Batallas en las que participó

Sitio de Tolón: 18 de septiembre-18 de diciembre de 1793 (derrota).
Batalla del Cabo de San Vicente: 14 de febrero de 1797 (derrota).
Batalla de Trafalgar: 21 de octubre de 1805 (derrota).
Batalla de la Poza de Santa Isabel: 14 de junio de 1808 (victoria).
Batalla de Talavera: 28 de julio de 1809 (victoria).
Batalla de Valencia: 3 de mayo de 1812 (victoria).
Batalla de Maturín: 25 de mayo de 1813 (derrota).
Batalla de Bárbula: 30 de septiembre de 1813 (derrota).
Batalla de Las Trincheras: 3 de octubre de 1813 (derrota).


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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 21 Mar 2016 14:25

Excmo. Sr. D. Eusebio ANTOÑANZAS Militar Español


Eusebio Antoñanzas fue un militar español y uno de los jefes realistas más activos durante la Guerra de Independencia de Venezuela. Sirvió primero a las órdenes de Domingo Monteverde y después a José Tomás Boves, a quien reclutó en la ciudad de Calabozo después de haber sido encarcelado por el caudillo Diego Jalón.

Antoñanzas era natural de Calahorra La Rioja (España) donde nació en 1770, llega al Virreinato de Nueva Granada a finales de la década de 1790, estableciendo un comercio de mercería que le daría una pequeña fortuna. El 28 de marzo de 1810, en la ciudad de Caracas, casa con María Guadalupe Oliva, hija de José Oliva y María Antonia del Pozo.

El 19 de abril de 1810 era capitán en el batallón Veterano que guarnecía la ciudad de Caracas; ese día, al saber que el gobernador y capitán general Vicente Emparan había sido derrocado, quiso acudir con las armas en su defensa y pidió a las autoridades eclesiásticas que las campanas de los templos tocasen la alarma, pero una orden del canónigo chileno José Cortés de Madariaga, acatada por los sacerdotes, lo impidió. Posteriormente logró incorporarse en Coro a las fuerzas realistas del brigadier José Ceballos, quien a mediados de 1811 lo envió en ayuda de los sublevados en Valencia a favor de Fernando VII, pero no pudo llegar hasta esa ciudad. Cuando el realista Domingo Monteverde emprendió la ofensiva contra las fuerzas del general Francisco de Miranda en abril de 1812, Antoñanzas, como segundo, realizó operaciones desde San Carlos sobre Calabozo. Era ya, entonces, teniente coronel. Durante su avance, cometió numerosas atrocidades, asesinando sin distinción a hombres, mujeres y niños de las familias consideradas como adictas a la República. Hacia el 21 de mayo, luego de 4 horas de combate, se apoderó de Calabozo, donde sus tropas saquearon la población y mataron a muchos habitantes; allí puso en libertad a José Tomás Boves, a quien los republicanos habían hecho preso por desafecto. A partir de ese momento Boves militó abiertamente en las filas realistas. El 23 de mayo de 1812 Antoñanzas entró en San Juan de los Morros, que a pesar de no haber ofrecido resistencia recibió el mismo tratamiento que Calabozo. Luego se unió en Maracay al grueso del ejército realista y a las órdenes de Monteverde participó en los combates de La Victoria y El Pantanero, donde fueron rechazados por Miranda a fines de junio de 1812. Después de la caída de la Primera República, fue nombrado por Monteverde a fines de 1812, para tomar el mando militar de la provincia de Cumaná en sustitución del coronel Emeterio Ureña.

Allí la represión estuvo más bien en manos de oficiales subalternos que dependían directamente de Monteverde, como Francisco Javier Cervériz y Antonio Zuazola. Antoñanzas adoptó una actitud más moderada y en informes enviados al Gobierno español en mayo de 1813 cuestionó la política de Monteverde de la cual, decía, iba a resultar «...un total aborrecimiento del nombre español...» en Venezuela.

A comienzos de 1813, Antoñanzas fue nombrado gobernador de la provincia de Cumaná, hasta que dicha ciudad es atacada por las tropas del general patriota Santiago Mariño a mediados de agosto. En la refriega, producto del sitio al que había sido sometido el Castillo San Antonio de la Eminencia, es herido gravemente de un balazo; asistido por sus partidarios, después de evacuar la ciudad, fallece en Willemstad, Curazao, al poco de haber llegado, a comienzos de septiembre del mismo año

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 21 Mar 2016 14:30

Excmo. Sr. D. José CEBALLOS Militar Español

José Ceballos ostentaba el cargo de brigadier español y gobernador de la provincia de Coro al estallar la rebelión de Caracas el 19 de abril de 1810. Era protegido del capitán general de Venezuela Vicente Emparan, y se mantuvo fiel a la Regencia de España durante la revolución independentista hispanoamericana. La Junta Suprema de Caracas envió comisionados a fin de convencer a Coro de la razón de sus argumentos. Ceballos no sólo rechazó la solicitud sino que hizo presos a los comisionados.

A fin de someter a la provincia rebelde, la Junta Suprema reunió un ejército de cuatro mil hombres y confió al marqués del Toro su conducción. La derrota de sus tropas fue vergonzosa porque tan pronto Ceballos les hizo frente, se batieron en retirada sin haberse comprometido en un verdadero combate. El marqués del Toro regresó a Caracas derrotado y humillado.

El capitán de la armada Domingo de Monteverde desde la provincia de Coro, gobernada por Ceballos, se sustrajo de su mando y dio lugar a una fulgurante campaña militar que concluyó con la caída de la Primera República de Venezuela en 1812.

José Ceballos insistía en la necesidad de atraer a las castas y esclavos a la causa realista. En 1815 el general Pablo Morillo encargó interinamente como gobernador de Caracas a Ceballos hasta ser relevado por desavenencias, siendo sustituido el 4 de junio de 1816 por el jefe expedicionario Salvador Moxó, que añadió la gobernación de Caracas a su cargo de Capitán general de Venezuela.

Batallas y campañas

Coro, Capitanía General de Venezuela 28 de noviembre de 1810 Batalla de Coro (victoria sobre el Marqués del Toro)
Bobare, Venezuela 17 de octubre de 1813 victoria sobre Juan Manuel Aldao
Barquisimeto, Venezuela 10 de noviembre de 1813 Batalla de Tierrita Blanca (victoria sobre Simón Bolívar)
Araure, Venezuela 5 de diciembre de 1813 Batalla de Araure (derrota frente a Simón Bolívar)
Barquisimeto, Venezuela 11 de marzo de 1814 victoria sobre Rafael Urdaneta
Arao, Capitanía General de Venezuela 16 de abril de 1814 victoria sobre Santiago Mariño
Carabobo, Capitanía General de Venezuela 28 de mayo de 1814 Batalla de Carabobo (1814) (derrota frente a Simón Bolívar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 21 Mar 2016 21:31

Excmo. Sr. D. Juan DE LOS REYES VARGAS Coronel del Ejercito Español


Juan de los Reyes Vargas, apodado el Indio, fue un caudillo que participó activamente en la Guerra de Independencia de Venezuela. Nació en o cerca del caserío de Uriche (actual Estado Lara) en el 6 de enero de 17802 ó de 1785, hijo de José Santelíz, un isleño (canario) que vivía en río Tocuyo, y de una india de la etnia jirahara. Fue criado en Siquisique por su padrastro Cecilio Vargas, de quien tomó su apellido.

Inició su vida militar en 1810 formando parte del ejército expedicionario de Francisco Rodríguez del Toro (1761-1851). No obstante su origen mestizo, fue convencido por el clérigo y coronel Andrés Torellas, quien era partidario del bando realista, para que participe en la lucha a favor de dicha causa. Reyes Vargas obtuvo notoriedad por su alzamiento en Siquisique contra la causa republicana el día 15 de marzo de 1812, a la cabeza de 200 fusileros y 100 flecheros, todos indios o mestizos y proclamar su lealtad al rey Fernando VII de España (1784-1833), uniéndose a la fuerza expedicionaria de infantes de marina comandada por el capitán de fragata Domingo Monteverde (1773-1832), que arribó a Siquisique el 17 de marzo y fue recibido con vivas y vítores por parte de los locales. Por ello, Monteverde, además de conceder a dicha población el título de «Leal Villa», nombró a Vargas «capitán urbano de los naturales de Siquisique».

Este alcanzaría más tarde el grado de coronel e incluso, por su apoyo a la causa de la Corona, la categoría de caballero de la Orden de Carlos III y como "caballero del hábito cruzado".

Rápidamente se volvió el caudillo más importante de la región centro-occidental de Venezuela, líder indiscutido de indios y mestizos, derroto y decapito a los rebeldes que encontraba en su paso por Falcón, Lara y Trujillo. Monteverde había sido enviado por el brigadier José Ceballos, gobernador de Coro, con 1.500 hombres a unirse a la guerrilla del Indio Vargas, que había alcanzado el millar de miembros. En muchas regiones de Hispanoamérica seguían siendo muy usadas armas como «el arco y la flecha, hondas con piedras, la macana, arcabuco, lanza y fusil», especialmente en las variopintas formaciones de milicianos e indios.

Otros movimientos contrarrevolucionarios populares estallaban en otras partes de Venezuela, los llaneros de Eusebio Antoñanzas (1770-1813) de Calabozo y San Juan de Los Morros. La convergencia de estas fuerzas, el terremoto de 1812 y la rebelión de esclavos propiciaran el final de la Primera República.

Combatió en varias acciones en contra de los republicanos. Durante la Segunda República de Venezuela la región coriana permaneció en manos monárquicas, produciéndose una serie de combates que mermaron seriamente las fuerzas de los indios locales. El 13 de septiembre de 1813 fue derrotado en el combate de Cerritos Blancos, por el coronel Ramón García Sena. El 21 de enero de 1814 derrotó a las fuerzas del general Rafael Urdaneta (1788-1845) en el combate de Baragua. El 24 de diciembre de 1815 se enfrentó y venció en La Ceibita al comandante republicano Francisco Colmenares. Tras la revolución del Trienio Liberal, Reyes Vargas, quien tenía sus tropas concentradas en Barinas, se pasa a las filas independentistas como lo harían también otros caudillos realistas hispanoamericanos.

Simón Bolívar (1783-1830) consideró de gran importancia para la naciente república hacerse con los servicios de un militar como él y por ello le conservó su grado de coronel dentro de las fuerzas republicanas. Reyes Vargas fue entonces designado especialmente para tomar parte en la conquista de Coro. El 12 de julio de 1821, Bolívar le ordenó desde San Carlos que se encargara del mando de Carora. Derrotó en Baragua a las tropas realistas al mando del coronel Lorenzo Morillo el 1 de octubre de 1821 y nuevamente el 16 de enero de 1822.

Reyes Vargas fue llevado bajo engaño a Carora por el coronel patriota y amigo personal Reyes González el Cojo, a manos de quien murió asesinado a machetazos el 28 de marzo de 1823.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 21 Mar 2016 23:12

Excmo. Sr. D. José Tomás BOVES DE LA IGLESIA Comandante del Ejercito Español de Barlovento

José Tomás Boves y de la Iglesia (Oviedo, 18 de septiembre de 1782 - Urica, estado Anzoátegui, 5 de diciembre de 1814), también conocido como el León de los Llanos, el Urogallo, la Bestia a caballo o simplemente Taita, fue un militar español, comandante del Ejército Real de Barlovento (también llamada la Legión Infernal) y caudillo de los llaneros en el transcurso de la Guerra de Independencia de Venezuela durante la Segunda República (1813-1814).

A lo largo de su breve pero notoria carrera militar, Boves se transformó en un auténtico caudillo popular. Valiéndose de los resentimientos sociales de las clases más bajas contra los abusos y explotación de que eran objeto por la aristocracia criolla desencadenó una feroz ofensiva contra los ejércitos independentistas y se convirtió en un auténtico peligro para la causa republicana de las élites venezolanas.

El liderazgo de Boves constituyó una causa fundamental para la caída de la Segunda República. Sin embargo, nunca llegó a gobernar el país ya que, al mando de los realistas en la crucial batalla de Urica, perdió la vida.

Hijo de Manuel Boves y Manuela de la Iglesia. Su padre falleció cuando tenía apenas cinco años por lo que tanto su madre como sus dos hermanas tuvieron que trabajar de criadas. Cursó estudios de Náutica y Pilotaje en el recién inaugurado Real Instituto Asturiano de Naútica y Mineralogía entre 1794 y 1798, de donde pasó a prestar servicio en la Real Armada Española y en buques mercantes o de correos.Involucrado en el contrabando por la necesidad de ayudar a mantener a su familia en España, fue juzgado y sentenciado a 8 años de prisión y deportado al castillo de Puerto Cabello en la entonces Capitanía General de Venezuela. Gracias a que Lorenzo Joves, amigo de su padre, le consiguió los servicios del abogado criollo venezolano Juan Germán Roscio, futuro primer vicepresidente de la Gran Colombia, vio conmutada su pena de prisión por la de destierro a la Villa de Calabozo.

Cesáreo Fernández Duro (1830-1908) afirma que su verdadero nombre era José Tomás Rodríguez, que había nacido en Gijón y que mandó un buque corsario. No obstante, en su expediente militar no hay constancia de su servicio en ningún buque corsario. De hecho, España no organizó apenas este tipo de fuerzas en aquella época.

Después de su sentencia se asentó en la región de los Llanos donde abrió una pulpería, actividad considerada infame por los mantuanos de Caracas; ampliando luego sus actividades comerciales con tráfico de ganado cimarrón o salvaje. Rechazado por la aristocracia criolla Boves prefería pasar su tiempo con el pueblo llanero formado por negros, mulatos, mestizos e indios a los que trataba como iguales y por lo que ellos empezaron a llamarle Taita (papá). Allí contrajo nupcias con la mulata María Trinidad Bolívar con la que tuvo un hijo (José Trinidad Bolívar).

En cuanto a su semblanza física, Boves es frecuentemente descrito como grueso de cuerpo, cabeza grande de frente alta y chata, barba rojiza, rubio y «hundidos ojos azules de los que emanaba una clara mirada con fulgores primitivos».

Al estallar la Guerra de Independencia de Venezuela en 1810, Boves intenta unirse a la causa independentista apoyándola económicamente con su patrimonio. A pesar de su experiencia militar y de su habilidad como jinete, su solicitud de un mando militar fue rechazada por los criollos de Caracas debido al desprecio a su condición social. Inesperadamente, fue acusado de traidor y sentenciado a muerte en San Carlos, posiblemente por enemigos personales. Su pulpería fue saqueada y quemada y su mujer asesinada delante de su hijo. Finalmente, fue liberado en Calabozo por los jefes militares realistas Eusebio Antoñanzas y Antonio Zuazola cuando estos tomaron la ciudad el 20 de mayo de 1812. A continuación, se unió a la columna de vanguardia del ejército de Domingo de Monteverde (1773-1832) bajo el mando de Antoñanzas.

Participó en la sangrienta toma y saqueo de San Juan de Los Morros el 23 de mayo, destacando por su valor. Gracias a esto, fue nombrado comandante del Cuerpo de Urbano de Calabozo, unidad de milicianos a caballo.10 Poco después, el 29 de julio Monteverde entraba en la capital venezolana y la Primera República quedaba liquidada.

En Cartagena de Indias se reunían numerosos oficiales venezolanos exiliados. Ahí empezaron a fraguar un plan con el que recuperar Venezuela, rápidamente reunieron un ejército gracias al apoyo de las Provincias Unidas de Nueva Granada e iniciaron una impresionante ofensiva militar encabezada por Simón Bolívar (1783-1830), la famosa Campaña Admirable.

Entre tanto, la unidad de Boves se unía al ejército de Juan Manuel de Cajigal y Martínez (1757-1823), segundo de Monteverde, que marchaba al este puesto que otro grupo de exiliados había desembarcado el 13 de enero de 1813 en Güiria bajo el mando de Santiago Mariño (1788-1854), Manuel Piar (1774-1817) y José Francisco Bermúdez (1782-1831), todos procedentes de la Trinidad, donde habían contado con apoyo británico. Establecieron su base de operaciones en Maturín, ciudad a la que Cajigal puso bajo asedio e intentó tomar por asalto el 20 de marzo, 11 de abril y 25 de mayo, fracasando en las tres ocasiones. Por este motivo la ciudad fue llamada por Bolívar Tumba de los Tiranos.

Tras el tercer y último fracaso, Cajigal abandonó la idea de tomar Maturín y decidió ir a apoyar a Monteverde, quien se mostraba incapaz de contener el avance triunfante de Bolívar por el oeste. Ordenó a Boves ir con su unidad de setecientos jinetes a los Llanos y reclutar a todos los locales que pudiera en nombre del rey. Pronto Boves utilizó un discurso muy demagógico contra las élites clasistas y racistas bajo el lema ¡Guerra a los blancos explotadores del pardo y del indio! ¡Las tierras de los blancos para los pardos!,unidas a promesas de botín, revancha y ascenso social llevaron a que en octubre, apenas dos meses después del inicio de su guerrilla, tuviera bajo su mando más de mil hombres, y para diciembre alcanzaran los tres millares, momento en que envió a su segundo, Francisco Tomás Morales (1781-1845), a reclutar más hombres en la provincia de Guayana. Después de la segunda captura de Calabozo dispondrá, según los informes del oidor de la Real Audiencia de Caracas e inmigrante dominicano, José Francisco de Heredia y Mieses (1766-1820), de veinte mil lanzas llaneras. Boves castigaba con dureza a los desertores, imponía una férrea disciplina y vivía con y como sus hombres.

Sus tropas, aunque inicialmente actuaron como montoneras que obligaban a sus enemigos a dispersarse por la región, llegado cierto punto actuaron como un ejército capaz de vencer a tropas regulares en batallas campales.

El 6 de agosto Bolívar entró en Caracas y se proclamó la Segunda República, pero aún quedaban núcleos de resistencia dispersos por Venezuela. Según una estimación oficial de los revolucionarios del 11 de enero de 1814, había 2.200 realistas en la provincia de Coro con Carlos Miguel Salomón, 500 en San Felipe a cargo de José de Milliet, 1.500 en Apure con José Antonio Yáñez y Sebastián de la Calzada y 2.000 en Calabozo a cargo de José Tomás Boves. Extrañamente, Boves y el otro caudillo llanero realista, Yáñez, nunca unieron sus fuerzas. Al parecer, cada uno prefería operar de manera independiente: Boves en los llanos de Calabozo (provincia de Caracas) y Yáñez en la provincia de Barinas.

Su primera acción militar de importancia sucedió en el caño de Santa Catalina el 21 de septiembre, con 800 jinetes emboscó a una pequeña unidad republicana enviada desde Calabozo en su búsqueda. Los prisioneros en su mayoría fueron lanceados. Al día siguiente entraba en Calabozo por primera vez.

El gobierno republicano de Caracas no tardó en reaccionar y el general Vicente Campo Elías (1759-1814) fue enviado a derrotar a la guerrilla monárquica con 500 infantes y 1.000 jinetes. Boves salió a su encuentro con 1.000 infantes y 1.500 jinetes para caer en una trampa que Campo Elías le tendió en la sabana de Mosquiteros. El caudillo escapó con Morales y apenas 17 seguidores.

Boves parecía acabado pero volvería a resurgir gracias a la dura represión que desataron las tropas republicanas contra los habitantes de los Llanos y a la captura de esclavos fugitivos que vivían ocultos en la región desde el colapso de la Primera República (un momento caótico en que muchos negros aprovecharon para huir de las plantaciones de la costa, precisamente, una de las misiones de Campo Elías era recuperarlos). También se daban numerosos casos en que peones y esclavos reclutados a la fuerza en la costa desertaban y se sumaban a las huestes llaneras. Estas acciones supusieron el completo rechazo de la población llanera a la naciente república.

Poco después Campo Elías y el grueso de sus hombres partió al noroeste para participar en la batalla de Araure el 5 de diciembre, lo que fue aprovechado por Boves para reunir un nuevo ejército.

Unidos en torno a Boves y con una bandera pirata como principal estandarte, un cuerpo de cuatro mil llaneros aniquilo a la columna del coronel Pedro Aldao en el paso de San Marcos. Aldao terminó con su cabeza clavada en una pica. Esta victoria permitió la recuperación de Calabozo, ciudad que fue saqueada el 14 de diciembre. En la matanza se contaron entre las víctimas a un centenar de realistas peninsulares que salió a recibirlo. Posteriormente, la urbe se convertiría en la base de operaciones del asturiano.

Derrotado en San Mateo, Boves se enteró de que Mariño marchaba con un ejército para liberar a Bolívar de su asedio y decidió salir a su encuentro antes de que ambos unieran sus fuerzas. Lo enfrentó el 31 de marzo en la sabana de Bocachica, cerca de Villa de Cura.42 Las feroces cargas de caballería llanera fueron incapaces de romper las líneas de la infantería y artillería republicanas. La batalla terminó cuando ambos bandos agotaron sus municiones, el comandante realista se retiró con 3.000 sobrevivientes al Guárico,43 44 región llanera intransitable para sus enemigos, donde su ejército podía subsistir y recuperarse gracias a su conocimiento del terreno y sus recursos como del apoyo de la población.45 Mariño, viendo a sus tropas agotadas, se negó a perseguirlo, posteriormente se reunió con Bolívar, hubo fricciones entre ambos de inmediato y para evitar un conflicto mayor se nombró jefe del Estado Mayor a Rafael Urdaneta (1788-1845) quien acompañó a Mariño en sus acciones.46

Durante su retirada Boves se encontró con José Ceballos mientras éste asediaba Valencia, tras ser informado de los sucesos de Bocachica Ceballos levanto el asedio y se retiró con su ejército a San Carlos (3 de abril). Mariño, envalentonado por su victoria, le atacó en la sabana de Arao el 16 de abril a pesar de los consejos de Urdaneta; al carecer de municiones estuvo a punto de sufrir un desastre militar. Tras esto, finalmente, reconoció la necesidad de unir fuerzas con su rival, Bolívar.

La rivalidad entre el Libertador-Dictador del Occidente (Bolívar) y el Libertador-Dictador del Oriente (Mariño) se empezó a notar tras la acusación de este último al otro culpándole de la ola masiva de deserciones, en efecto, su ejército se había reducido de 4.000 soldados justo antes de Bocachica a solo 2.000 tras Arao. Aunque el mando de jure estaba a cargo de Bolívar, de facto estaba dividido entre ambos caudillos rivales, algo muy frecuente en las primeras etapas de las guerras independentistas y que fue clave en su derrota. A esto hay que sumar las diferencias en la composición de ambas tropas: los soldados de Bolívar eran andinos y los de Mariño eran costeros. Sin embargo, el ejército reunido era poderoso, 5.000 combatientes experimentados y apertrechados acantonados en Valencia, incluidos 2.000 reclutas caraqueños. Entre tanto, Ceballos, tenía solo 2.500 hombres después de Arao y había sido reforzado por solo 400 jinetes apureños y la pequeña escolta que trajo Cajigal desde Coro, es probablemente que no tuviera más de 3.000 hombres para hacer frente. Por eso el historiador José Manuel Restrepo (1781-1863) estimó en 3.000 combatientes por bando al llegar el enfrentamiento decisivo en la sabana de Carabobo, rechazando las cifras tradicionales de 6.000 realistas y 5.000 republicanos.

La batalla se libró el 28 de mayo. El ejército monárquico asumió una postura defensiva, negándose a avanzar contra el enemigo, esperando que Boves llegara a reforzarle pero nunca paso. Finalmente, Bolívar atacó con sus tropas, la victoria republicana parecía decisiva. Entre muertos, heridos y prisioneros los realistas habían perdido unos tres mil soldados; fueron capturados también cuatro mil caballos, cinco mil fusiles, toda la artillería y el parque completo. Ceballos escapo a Coro (región que había aportado el mayor número de soldados al ejército destruido) y Cajigal a Apure, donde logró reclutar una hueste de 3.000 jinetes con los que apoyo la ofensiva de Boves posteriormente. Pero en esos momentos la única fuerza realista capaz de enfrentarse a Bolívar era la hueste irregular que reunía Boves en el Guárico, no obstante, el Libertador no marchó inmediatamente contra él con todas sus fuerzas, en su lugar dividió a su ejército enviando 700 hombres con Urdaneta al oeste, 1.100 soldados a perseguir a Cajigal y Ceballos para que no auxiliaran al asturiano, 700 con él mismo volvieron a Caracas a calmar la situación política y conseguir refuerzos y 2.300 con Mariño a finiquitar a Boves.

Ribas crítico al Libertador por dispersar sus fuerzas. Lo cierto es que había una razón política detrás: la posición de Bolívar dependía del apoyo de sus oficiales y soldados ya que el grueso del pueblo seguía siendo realista, debido a ello decidió dejar satisfechos a sus lugartenientes dándoles mandos independientes.7 Acababa de cometer el error de subestimar al caudillo de los Llanos.

Este último, a pesar de las peticiones de ayuda de Cajigal, se negó a involucrarse en la campaña de Carabobo, aprovechando el tiempo para conseguir refuerzos y apertrechar a sus tropas.58 Había recibido armas y suministros por vía fluvial, armado a nuevos reclutas y recuperado la moral de su milicia59 organizando una flotilla encargada de traerle armas en secreto desde las Antillas.60 Se levantó así un nuevo ejército llanero en Calabozo, dos o tres mil soldados a pie y cuatro o cinco mil a caballo. En total ocho mil hombres.11 61 62

Poco antes de la batalla decisiva, el asturiano envió al arzobispo Coll y Prat a negociar con Bolívar. Se le informó de los éxitos realistas en Chile y México, que Boves había sumado a su ejército los dispersos de Bocachica y los fugitivos de Carabobo y le llegaban envíos de armas y caballos procedentes de Guayana, siendo capaz de tomar Caracas.7 Finalmente, se le ofreció un armisticio honorable, de prometer interceder en la desmovilización de otras fuerzas insurgentes podría participar en el gobierno de la Capitanía General o del Virreinato. Bolívar consideró llegar a ser un día virrey, aunque luego lo desecho.

Mariño marchó solo a enfrentarse a Boves, quien lo esperaba en la quebrada de La Puerta, el mismo lugar de su victoria sobre Campo Elías. El campo de batalla elegido por el asturiano estaba cerca de grandes planicies, si conseguía atraer al terreno abierto a los revolucionarios su caballería quedaría en condiciones de invencibilidad.63 En un extremo estaba la sabana de Ocumare, La Puerta en medio y la entrada del desfiladero en el otro lado, allí se atrincheraron los republicanos.

La tropa de Mariño se componía de 1.500 infantes, 700 jinetes, 100 artilleros y 7 cañones,64 se les sumaron los 700 refuerzos que trajo apresuradamente Bolívar desde Caracas poco antes de la batalla.56 En vista de lo vulnerable de su situación, Mariño ordeno a sus tropas permanecer en su posición de combate toda la noche anterior al combate. En la madrugada siguiente las tropas republicanas permanecían muy ordenas mientras que las realistas cambiaban constantemente de posición, el aparente caos servía para ocultar mejor el verdadero tamaño de la División Infernal. El comandante rebelde los estimó en 3.000 hombres, las cifras que daban sus informantes, casi tantos como él disponía.65 En esos instantes llegó Bolívar con los refuerzos, viendo el campo de batalla y sabedor de la anterior victoria de Boves en el mismo lugar dio órdenes de comenzar la retirada a un sitio más seguro, pero el asturiano se percató de inmediato y ordeno a sus batallones de infantería apoyados por alguna caballería atacar, pronto el combate se generalizado por todo el frente.

La hueste llanera cargó de frente dos veces contra el batallón Aragua pero fue rechazada por el nutrido fuego de infantería y artillería. Los monárquicos retrocedieron a la planicie y Bolívar ordenó entonces la carga general. El batallón Barcelona en el flanco izquierdo, el Cumaná en el derecho y el Aragua en el centro. En ese momento salieron sorpresivamente tres grandes unidades con más de mil quinientos jinetes cada una desde distintas posiciones. Los republicanos huyeron aterrorizados y su caballería fue aniquilada rápidamente por dos columnas.66 El Cumaná quedó rápidamente cercado por la caballería realista por lo que su comandante, el coronel Antonio María Freites, dio orden de formar un cuadrado defensivo. Todos los soldados con una rodilla al piso pusieron sus fusiles al hombro y, al agotar sus municiones, utilizaron las bayonetas como picas. Resistieron una y otra carga hasta que todos murieron. Freites, al final, se suicidó.

Los comandantes del ejército republicano se dieron cuenta de que habían sido vencidos y escaparon como pudieron. Bolívar por Villa de Cura y Mariño por San Sebastián. Más de mil de sus soldados quedaron muertos en el campo de batalla, incluidos el ministro Antonio Muñoz Tébar, Manuel Aldao, Ramón García de Sena y el coronel Pedro Sucre. Diego Jalón fue capturado y decapitado.68 Parece ser que, en 1811, éste había arrestado a Boves en San Carlos cuando intentaba unirse a los revolucionarios.69 Hasta mil quinientos soldados vencidos fueron capturados y fusilados.70 Toda la artillería y tres millares de fusiles cayeron en manos de Boves.71 Menos de mil integrantes del ejército republicano consiguieron volver vivos a Caracas.72

La derrota en la quebrada significó la condena de la Segunda República. Boves, no obstante, no marchó inmediatamente sobre Caracas. Consideró que, primero, debía apoderarse de Valencia, urbe defendida por el gobernador militar, coronel Juan de Escalona, y el doctor Miguel Peña.73

El 17 de junio el asturiano avanzó sobre La Cabrera, pueblo defendido por 500 hombres capitaneados por el coronel José María Fernández, el mismo día capitularon y todos los sobrevivientes fueron degollados.74 Otras fuentes hablan de 1.600 ejecutados.75 El día anterior, justo después de su victoria en La Puerta, el caudillo envió a su vanguardia a cargo del capitán Ramón González contra Caracas; 1.500 jinetes, los primeros que entraron en ella el 8 de julio, saqueándola de inmediato.

Boves llegó a Valencia en la jornada del 19. Inicialmente invitó a los defensores a rendirse bajo la amenaza de que sí luchaban mataría a todos los que en la urbe moraban. Tras ser rechazado su ofrecimiento ordenó el ataque contra la ciudad pero fracaso. Pasarían tres días más para que los realistas pudieran lanzar un nuevo ataque, que también fue rechazado.74 Solo tras conseguir ubicar su artillería en puntos estratégicos desde donde podían bombardear el centro de Valencia se consiguió algunos avances. Un nuevo asalto general fue nuevamente rechazado el 28, pero para ese entonces la situación de los defensores era insostenible. Les era obvio que no recibirían auxilios del exterior, más de seiscientos heridos se amontonaban en los hospitales locales sin suministros médicos y empezaban a sacrificar todo tipo de animales para alimentarse.77 El 3 de julio los defensores habían sido reducidos a menos de dos centenares, entonces hubo un nuevo ataque que consiguió apoderarse de parte importante de la ciudad. Al día siguiente llegaron numerosos refuerzos de Cajigal, Ceballos y La Calzada. Todo acabó el día 9 con la capitulación de la ciudad bajo el compromiso de Boves de perdonar la vida a los rendidos.

Durante la noche próxima se produjo una de las matanzas más infames de la guerra. Boves invito a los altos funcionarios y oficiales de Valencia a un baile en honor de su victoria, mientras ordenaba a las mujeres bailar un canto popular llamado El Piquirico sus parientes varones eran ejecutados.78 Trescientos soldados, sesenta oficiales y noventa civiles fueron asesinados,79 y eso a pesar de que el caudillo prometiera ante el Santísimo Sacramento respetar las condiciones de la capitulación.80 Entre sus víctimas destacan el músico y jurista Francisco Javier Uztáriz, el poeta Vicente Salías, el licenciado Miguel José Sanz, también los compositores Juan Caro de Boesi y Juan José Landeata que fueron forzados a tocar El Piquirico hasta el final de las ejecuciones, momento en que fueron fusilados ellos también.81

El asturiano de inmediato dividió su ejército: 2.000 jinetes irían bajo su mando personal a Caracas mientras el resto de la tropa, 6.000 u 8.000 llaneros a pie y a caballo bajo la dirección de Morales, debían interceptar a la columna de refugiados que huía al este.78 82 Aunque otras fuentes dicen que dividió su hueste en dos mitades de 4.000 guerreros cada una.83

Aprovechando que Boves asediaba Valencia Bolívar consideró inicialmente resistir a ultranza en Caracas, pero dado lo escaso de su tropa y ante el miedo que los esclavos se alzaran decidió ordenar la retirada que comenzó el 6 de julio. En el día siguiente siguió sus pasos una enorme masa de refugiados, más de 20.000 con solo 1.200 soldados para defenderlos. Otros 5.000 se quedaron en la ciudad, principalmente realistas.

Nueve días más tarde entraba Boves a Caracas, iniciándose tiempo después la persecución de aquellos involucrados en las matanzas de españoles.88 Permanecería ahí hasta el 26, cuando parte a apoyar a Morales tras dejar en la capital a su vanguardia acantonada y reclutar a varios monárquicos locales. La columna de refugiados entre tanto, llegaba a Barcelona el 27 de julio, durante la marcha más de 12.000 gentes habían muerto, víctimas del hambre, agotamiento, fieras, clima, enfermedades, llaneros y serpientes.89 De los sobrevivientes, algunos siguieron por tierra a Cumaná, los que pudieron embarcaron a las Antillas. El 18 de agosto Morales intenta interceptarlos en Aragua de Barcelona, el combate es encarnizado, muere un millar de monárquicos y otro tanto de republicanos, dos mil llaneros son heridos.90

A finales de agosto y comienzos de septiembre José Félix Ribas (1775-1815) reunía una importante tropa en Maturín con apoyo de Bermúdez a la vez que Piar se hacía fuerte en Isla Margarita. Ribas y Piar terminaron por desconocer el rango de Bolívar y Mariño, obligándoles a exiliarse en Cartagena de Indias. Morales decidió asedia a Ribas y Bermúdez, llegó el 7 de septiembre a la ciudad y la puso bajo sitio, pero cinco jornadas después los republicanos salieron de sorpresa contra el campamento realista aprovechando que no había vigías. La horda llanera incluía 3.090 jinetes y 3.400 infantes,91 pero 2.200 murieron, 85 fueron heridos y 865 capturados junto a 2.100 fusiles.92 Tras el desastre Morales se refugió en Urica para unirse con Boves.

Los republicanos han conseguido reclutar más de 6000 soldados, pero están agrupados en dos núcleos distintos: en Cumaná Piar ha reunido 2000 efectivos entre locales y margariteños;93 en Maturín Ribas y Bermúdez 2200 infantes y 2500 jinetes, incluyendo varios centenares de prisioneros.94 Los dos últimos esperaban marchar contra Morales antes de que se reuniera con Boves mientras Piar debía distraer al asturiano.95 Posteriormente irían contra el caudillo pero aquel demostró una velocidad tan en la campaña que consiguió aniquilar por separado a los grupos revolucionarios.
Mapa de las guerras entre 1806 y 1814 en las actuales repúblicas de Colombia y Venezuela.

Entre tanto Boves marchaba al oriente, a su hueste se les suman numerosos realistas, especialmente de Barcelona y Cumaná.96 El 15 de octubre la primera es saqueada. Al día siguiente se encuentra en la sabana de El Salado con la tropa de Piar al que aplasta, Cumaná es incendiada esa misma fecha. La tropa de Boves se compone de aproximadamente cinco mil combatientes.93 Poco después el caudillo intercepta a Rivas y Bermúdez en Los Magueyes cuando marchaban contra Morales, el primero decide retroceder a Maturín pero el segundo, con dos mil soldados, opta por presentar batalla. Boves obtiene así el 9 de noviembre una nueva victoria.95

Poco después Morales consigue reunirse con su comandante, ambos juntan más de 8.000 efectivos.95 Rivas y Bermúdez aún tienen unos 4.227 con los que salen a enfrentarlos en Urica el 5 de diciembre. Ahora el desastre es definitivo, se dice que hasta 3.000 soldados republicanos fallecen en ese campo.97 A pesar de lo decisiva de la victoria por ser destruido el último ejército revolucionario en Venezuela, se produce también otro suceso: el precio a pagar por los realistas fue la muerte de su carismático comandante, José Tomás Boves. Según varias versiones, su pecho fue atravesado durante el choque de caballerías por la lanza del oficial Pedro Zaraza (1775-1825).98

Boves, tan cruel y astuto como carismático y valiente, tuvo una breve pero destacada carrera militar desde su reclutamiento el 20 de mayo de 1812 hasta su muerte el 5 de diciembre de 1814. En su momento de mayor poder era el amo absoluto de los Llanos, capaz de movilizar una hueste que empequeñecía a las unidades de aliados y enemigos, 6.000 a 7.000 jinetes y 2.500 a 3.000 infantes.99 Menos de 160 eran europeos.100 Todo gracias a que supo ganar para su causa el resentimiento social de la masa de negros, indios y pardos identificando a los republicanos con los blancos propietarios, dándoles una justificación para sus matanzas.4 101 Esto último no era del todo demagogia, habían sido los blancos ricos e imbuidos por las ideas de la Ilustración los que habían iniciado la guerra.102 Este discurso de promesas concretas resultaba atractivo para poblaciones cuyas nociones de lo que era la monarquía eran muy simples.103 Desde su punto de vista, el poder real era visto por buena parte de la población como un control lejano del poder de las élites locales en defensa de los pequeños burgueses y gentes de color.100 En el caso específico de los llaneros, el poder real era un freno para las ambiciones de los comerciantes y terratenientes caraqueños deseosos de usurparles sus tierras, acabando así con su modo de vida tradicional.104

Como otros caudillos apoyaba su poder en el prestigio conseguido por sus victorias entre sus lugartenientes, soldados y el pueblo (entendido como una forma mucho más concreta que las abstracciones de los ideólogos políticos) identificando sus intereses y objetivos con los de éstos; gozando de un poder personalista, autoritario y arbitrario que podía volverlo un déspota para algunos y un salvador para otros.105 Boves, como jefe militar de los individualistas y desconfiados llaneros, su autoridad se depositaba en una disciplina de hierro.16

Repartía entre sus mejores guerreros a las damas aristocráticas que capturaba. También frecuentemente antes de fusilar a los prisioneros ordenaba disparar salvas de pólvora para ver sus expresiones de terror al creer que morirían, a muchos oficiales de alta cuna los toreaba y clavaba banderillas en la nuca, a otros simplemente los decapitaba.4 37 Su Legión Infernal solía masacrar a todos los blancos en cada pueblo que encontraba, sin distinguir entre edad o género, sin importar que fueran españoles o criollos.106 Según los escritos del capellán de la División Infernal, Ambrosio Llamosas, Boves venía masacrando a los blancos desde Mosquiteros.107 Sus matanzas de blancos, en especial mantuanos, llegaron a tales niveles que muchos terminaron diciendo que planeaba exterminar a los criollos para repoblar Venezuela con "gallegos".103 Solía permitir a sus tropas el saqueo de los bienes de sus enemigos y llevar a cabo todo tipo de excesos.108

Tras la invasión francesa de 1808 se produjo un desorden institucional que llevó al colapso de los sistemas políticos tradicionales. Mientras las autoridades oficiales de mantuvieron no hubo mayor conflicto en Venezuela, de hecho, ese año la segunda incursión de Francisco de Miranda (1750-1816) será unánimemente rechazada.109 Sin embargo, gracias al ambiente intelectual generado por las obras ilustradas entre las élites mantuanas su caída estaba pronta, iniciándose un conflicto entre la Junta Suprema de Caracas (autodenominada representante del rey) y la Junta Suprema Central (depositaria de los poderes del apresado monarca) en 1810. Las consecuencias fueron la guerra civil, la insurrección popular de los marginados y finalmente, los gobiernos personalistas, primero Monteverde y luego, en forma más acuciada, de Boves.102 Algo que heredaron los gobiernos independentistas y decimonónicos.109

El caudillismo surgió en Venezuela como consecuencia de la anarquía reinante en las etapas finales de la Primera República, sobre todo en aquellas áreas de dominio republicano (1812). En aquellos momentos el poder estaba en el personaje con la capacidad de atraer y armar a un grupo de seguidores.

La caída del orden colonial estaba siendo sucedida por gobiernos débiles, lo que permitía a caudillos regionales, descontentos con el reparto del poder, romper la frágil paz institucional y armar expediciones para derrocar al poder instalado en Caracas. En 1812, Monteverde se apoyó en los corianos; en 1813, Bolívar alzó a los andinos y Mariño a los orientales o guayaneses; y, en 1814, Boves hizo lo propio con los llaneros. Este fenómeno continuó durante las posteriores guerras civiles.

Las causas del rápido éxito de Monteverde habían sido la anarquía y debilidad militar de la dictadura de Miranda, el rechazo popular a la Primera República y el alzamiento de los negros.

En efecto, entre 1811 y 1816, los esclavos, libertos y campesinos se rebelaron contra la clase dominante criolla y su orden socioeconómico.112 En varios lugares fueron alentados por españoles aunque estos tuvieron que huir al comenzar las matanzas de blancos, siendo las provincias más afectadas Cumaná y Margarita.113 Este alzamiento significará la perdida del apoyo mantuano a Miranda y su caída.

Entre la entrada de Monteverde en Caracas y la muerte de Boves se desata la fase de mayor violencia y expansión de la rebelión que supuso el colapso de una nueva «república mantuana».112 La guerra de razas o castas empezó a volverse cada vez más sangrienta desde 1813.114 Se inició un círculo vicioso en el que cada bando buscaba ganarse o aterrorizar al pueblo siendo más violento que el contrincante.81 En todo caso, desde la llegada de Monteverde, la situación era pavorosa para los venezolanos: la economía arruinada por la guerra, un devastador terremoto, despoblación de provincias enteras, emigración de los comerciales, fuga de capitales a las Antillas, hambruna por no poderse producir alimentos y malas políticas de la tiranía del canario y sus asesores.103 El reconquistador jamás aplicó la Constitución de Cádiz: solo su ley de conquista, que no era más que la violenta persecución de cualquier sospechoso de ser afín de la rebelión, lo que fue un factor clave en el éxito de la Campaña Admirable de Bolívar. Luego vino la Guerra a Muerte, que fue un eficaz método para financiar la guerra: los bienes de los españoles asesinados se repartieron entre oficiales, soldados y Estado.115 El mismo Bolívar decía:

Será mérito suficiente para recibir premio o grado en el ejército, presentar un número de cabezas de españoles europeos o isleños (canarios): el soldado que presente 20 cabezas será ascendido a alférez, 30 valdrán el grado de teniente; 50 el de capitán (...)

Esta etapa, caracterizada por la degollina y el robo, no dejó más que muerte y cenizas a los venezolanos.Bolívar apodó a Boves el azote de Dios, comparándolo con el huno Atila y acusándolo de ser responsable de la muerte de ochenta mil personas en sus campañas. 1814 fue conocido como el Año terrible en Venezuela. Durante los constantes combates, masacres y devastación que asolaron dicha tierra murieron entre cien y ciento cincuenta millares de seres humanos.117 Según los estudios del historiador Francisco Antonio Encina (1874-1965) de los 12.000 peninsulares y canarios y 220.000 criollos que vivían en Venezuela al comienzo de la guerra, 7400 de los primeros habían muerto en combate o fueron masacrados por los patriotas entre julio de 1813 y abril de 1814, y 200.000 criollos habían sido masacrados antes de llegar Morillo por ser las víctimas preferidas de Boves, Morales y Yáñez.118 Por esta razón, el arzobispo Narciso Coll y Prat (1754-1822) dijo que «Boves era un héroe para destruir, no un hombre para edificar».

(...) en Venezuela se derramó más sangre en aquel año que en toda la Revolución Francesa. Ningún pueblo ha conocido una lucha de clase de esa magnitud.120

Entre 1815 y 1816 se dará una baja en la intensidad del conflicto gracias al licenciamiento de muchos llaneros, la llegada de un ejército profesional desde la metrópolis, el discurso más inclusivista de los rebeldes y la ausencia de grandes operaciones bélicas. Cuando la guerra se reactive ambos bandos mostraran un lado mucho más humanizado,121 pero la guerra arrasará con mayor o menor intensidad Venezuela hasta 1821, momento en que dejaran de librarse en su territorio las principales operaciones militares.

El fenómeno del caudillismo fue una de las peores consecuencias de la guerra independentista, acompañando el país por casi un siglo hasta la imposición final del poder civil en 1903.122 Es la causa de que diversos historiadores consideren a los caudillos agentes de la barbarie, atraso en la institucionalidad del país, luchadores de la igualdad o hasta democratizadores nacionales.123 Por eso mismo, Boves ha sido visto usualmente como un antihéroe, símbolo del retroceso a los estados más primitivos y bárbaros de la sociedad.

Al eliminar el sistema de castas Boves fue considerado por el historiador Juan Vicente González (1810-1866) como «el padre de la democracia venezolana»; democracia entendida como un factor de igualdad social.110 Esta afirmación es criticada por Augusto Mijares (1897-1979), un personaje llamó a los venezolanos a matarse entre sí en nombre de sus diferencias étnicas o sociales no puede ser un genuino democratizador. La democracia no nació de caudillos como él sino de las ideas de los revolucionarios y azares del destino.124 Sus hordas de llaneros seguían al caudillo con una espontaneidad que Bolívar nunca consiguió de las propias.125 Un «fanatismo de tribu islámica» que los hacía en extremo valientes en las cargas de caballería que el mismo asturiano encabezaba.126

Los líderes rebeldes por otra parte, debieron enfrentar constantemente a poblaciones muy divididas y reacias a movilizarse, debiendo depender de sus dotes personales de mando más que una sólida institucionalidad, elemento clave el la preponderancia del caudillismo durante la construcción posterior de los Estados hispanoamericanos.127 Debían ser a la vez militares (tácticos y estrategas), estadistas (organizadores de un Estado) y soldados (combatientes que sabían hacer lo mismo que el resto de la tropa); personas que por medio de la disciplina y la confraternización con la tropa pudieran ganarse a los soldados para que identificaran su causa ideológica con sus intereses sociales o étnicos.128 Por ejemplo, tras el colapso del sistema militar tradicional colonial de milicias en 1812 y el apoyo de las guarniciones regulares a Monteverde, los independentistas debieron realizar levas en masa con las que defender la Segunda República. Tras la caída de ésta habrá que esperar hasta 1817-1819 para que vuelva a reconstruirse una tropa armada rebelde, esta vez como el Ejército de la Gran Colombia.129

El historiador Samuel Phillips Huntington (1927-2008) propuso no usar el término caudillismo sino que pretorianismo oligárquico por el bajo nivel de institucionalización y participación política decimonónica. Surge antes de que se formen ejércitos nacionales modernos y verdaderamente efectivos, cuando los caudillos por medio de amenazas y violencia podían intervenir militarmente en la política civil para conseguir sus fines.130 La debilidad de los ejércitos estatales era producto de la falta de modernización en el material bélico y pobre profesionalización de oficiales y soldados (muchas veces los gobiernos solo se preocupaban de lo primero), por esto muchos militares hacían carreras influyentes en la política. Sin embargo, otros estudiosos distinguen a estos pretorianos de los "genuinos caudillos" y clasifican a los militares en tres grupos: militares de carrera o profesionales, que servían libres de personalismos o intereses políticos; pretorianos o militares-políticos, que ejercían indebida influencia en la política; y caudillos o guerreros personalistas políticos.131 Los primeros venían de lo mejor de la excelencia militar hispánica y las reformas borbónicas de mediados del siglo XVIII, los segundos eran fruto de las distorsiones asociadas al proceso independentista y los terceros resultaron de los lazos de clientelismo entre patrones y trabajadores del periodo colonial.

Otros autores sostienen también que durante las guerras independentistas se encontraron en el mismo bando rebelde dos polos opuestos:25 políticos y militares de carrera, provenientes usualmente de grandes ciudades, más imbuidos por las ideologías, vistos como representantes de la élite administrativa y económica, buscaban crear ejércitos regulares que sirvieran de base para organizar los nuevos Estados de forma ordena y coherente; jefes rurales informales, dueños de un poder unipersonal sobre sus seguidores, a quienes sus milicianos obedecían en tanto defendieran y satisficieran sus intereses ya que estos líderes carismáticos conocían sus condiciones de vida y anhelos de cambio material, ellos mandaban las guerrillas locales. Los ejércitos independentistas son una mezcla de ambos con un peso mayor de los segundos, en tanto que los primeros eran usualmente oficiales de las milicias americanas, posteriormente esos cuerpos de milicianos serán reemplazados por unidades de profesionales en las últimas etapas de la guerra.129 128

Los denominados «guerreros personalistas políticos» eran sujetos usualmente carismáticos, capaces de identificar sus intereses personales a los populares y movilizar seguidores, esto último era fundamental puesto que un caudillo «no podía dejar de ser era el jefe de una hueste armada». Se los clasifica en tres categorías distintas: caudillos menores, gamonales o caciques dominantes en una zona local pequeña; provinciales o regionales con poder sobre una comarca o unidad sub-estatal; y nacionales, de los que por definición podía haber solo un a la vez en cada país, cuyo poder venía de la violencia, compromisos y negociaciones con sus pares.132 Laureano Vallenilla Lanz (1870-1936) dice que el caudillismo se expresaba de dos modos: anárquico y despótico. El primero periodo de lucha general por el poder donde ningún bando logra imponerse completamente como entre 1846-1849 y 1859-1863. El segundo es cuando termina imponiéndose un solo líder nacional, un «hombre de compromisos», que impedía nuevos periodos de guerra.

Boves y Monteverde tienen similitudes: comandaron las reacciones contrarrevolucionarias de la población local y una vez triunfantes se negaron a reconocer a sus legítimos superiores e iniciaban sus propios gobiernos y beneficiaban a sus partidarios con puestos de poder: Monteverde a los canarios134 y Boves a los pardos.135 Posteriormente el régimen de Monteverde será reconocido por Cádiz, Boves morirá demasiado pronto como para eso.

Se puede entender de este modo porque el popular y exitoso Boves se negaba a seguir las órdenes provenientes de Cajigal, cuyo gobierno estaba a punto de colapsar.110 Esto quedó patente tras La Puerta, cuando al capitán general, hombre moderado pero débil, le escribió «He recobrado las armas, municiones y el honor de las banderas españolas que S.E. perdió en Carabobo».16 Siguiendo el ejemplo de Monteverde, el ambicioso asturiano de no morir prematuramente en Urica hubiera sido otro dictador del país.

Debido a su falta de reconocimiento de la autoridad de Cajigal, su exterminio de blancos o la repartición de tierras entre los pobres algunos autores consideran que Boves no era un verdadero realista, sino que era un subterfugio su adhesión a este bando,135 tal como declararía Hugo Chávez (1954-2013) en un evento oficial.136 Quizás por no querer aceptar que hasta 1815, por lo menos, la mayoría de los venezolanos eran monárquicos137 y el conflicto vivido no fue uno entre países sino una guerra civil donde España simplemente auxilio a esa mayoría.100 La proyectada «guerra continental contra España» había fracasado,25 hasta esos momentos la mayoría de los americanos eran realistas y siempre la mayoría de los realistas fueron americanos. Solo la llegada de la expedición ultramarina permitió el final del conflicto interno.81 Sin ese apoyo la guerra jamás hubiera podido durar tanto ni ser tan sanguinaria,100 su pérdida fue la causa determinante de la victoria independentista.

A su muerte el mando lo asumió su segundo, Francisco Tomás Morales, quien se dice estuvo involucrado en el deceso de su predecesor. En la noche inmediatamente posterior a Urica ejecutó a todos los oficiales realistas que en la asamblea convocada propusieron reconocer el mando de Cajigal.138 Morales asumió el poder absoluto en Venezuela, persiguiendo a las últimas unidades rebeldes en el país hasta la llegada de la Expedición Pacíficadora de Morillo, 10.642 soldados veteranos de la Guerra de Independencia Española, momento en que sometió a la nueva autoridad, partiendo a la Nueva Granada.139 140 Al caer Cartagena de Indias masacrara a 400 civiles inocentes y en la batalla de Carabobo demostrara su indisciplina retirándose con el grueso de la caballería al comenzar el combate.

Su falta de obediencia a sus superiores ha sido vista por algunos como una señal de que sí no hubiera perdido la vida en Urica la guerra civil desatada habría continuado, esta vez entre sus milicias y el ejército venido desde España.102 Después de todo, al momento de su fallecimiento diversos actores en el conflicto, de los dos bandos involucrados, estaban ya buscando un modo de deshacerse de él y poner fin a la carnicería. Esta sería una de las causas del envío del ejército peninsular.135 No es del todo impensado, cuando la expedición desembarco en Venezuela más que a combatir a los rebeldes se dedico a restituir el antiguo orden social.106 Su comandante, Pablo Morillo (1775-1837), simplemente siguió las pautas del rey para restaurar el status quo de 1808, lo que a la larga se demostró imposible.

Fue llamada diablocracia el que crueles caudillos asumieran el mando y consiguieran ascender socialmente gracias a su brutalidad y capacidad de desatar la violencia de los sectores más humildes de la sociedad.141 Hombres como Monteverde, Yáñez, Boves, Morales, Zuazola, Antoñanzas, Puy y Cervériz.81

Pero él y sus lugartenientes no fueron los únicos personajes despiadados que destacaron en la independencia venezolana, se pueden mencionar al coronel Manuel Gogorza Lechuga (1796-1814) o al mismo Arismendi, ambos encargados del cumplimiento de las órdenes de Bolívar referidas a la Guerra a Muerte. También se ha acusado que el sangriento comportamiento de Boves fue una respuesta de los realistas, en especial españoles y canarios, a las masacres que empezaron a sufrir por parte de los rebeldes después de que ésta fuera decretada por Bolívar.133 103 Dicha táctica había sido iniciada por Bolívar y asociados responsabilizando a los españoles de la violencia de la guerra, pero en Venezuela ni había tantos peninsulares ni se enviaron muchos soldados.100 De hecho, cuando se envió finalmente el gran contingente de Morillo fue que la guerra empezó a bajar su intensidad, licenciándose a las milicias llaneras y reemplazándolas con tropas de línea.

A pesar de actuar de forma autónoma, se debe señalar que Boves recibió órdenes y rangos por parte del Consejo de Indias por correspondencia.117 Tras su muerte, su madre y dos hermanas, por orden del rey Fernando VII (1784-1833), fueron beneficiadas con una pensión y honores de por vida. Ciertamente, a Boves más que las riquezas materiales le interesaba el poder y la venganza contra los mantuanos que consideraba culpables de sus desgracias personales.16

El apoyo de los llaneros era fundamental para quien lo tuviera. Su región era siempre rica en recursos, con un inagotable suministro de valientes reclutas acostumbrados a una vida dura, jinetes muy buenos en la guerra móvil, disciplinados, veloces y capaces de gran improvisación.32 143 144 Su vida semi-nómada como arrieros de ganado o peones de hatos los acostumbraron a cabalgar sin monturas y a combatir con lanzas artesanales hechas con las rejas de ventanas.103 En cambio, las regiones andinas o de la costa noroeste apenas participaron en la guerra. Poblaciones sedentarias poco belicosas y que producían recursos de forma estacional, quien tuviera el apoyo de solo estas últimas sin duda sería derrotado.144 Por ejemplo, en 1814 ambos bandos habían agotado los recursos de las zonas andinas y costeras donde dominaban, solo los llaneros permitirán a los monárquicos continuar la guerra y vencer tras perder al ejército coriano en Carabobo.

La región de los Llanos venezolanos y neogranadinos tenía poca ciudades aunque la más importante era Calabozo, su población era escasa y dispersa en comparación a su extensión, las noticias iban lentas y erráticas, sin vías formales de comunicación.32 Su economía se centraba en la captura del ganado cimarrón y su cría en hatos. Aunque los llaneros tenían por costumbre pastar sus animales libremente por el territorio, los mejores lugares quedaron en manos de hacendados que rápidamente generaron lazos de clientelismo con sus peones.145

A pesar de que algunos eruditos sostienen que sus pobladores vivían en una especie de sociedad de gentes libres, iguales, solidarias, pacíficas y hasta agnósticas,24 esto choca con la gran mayoría de fuentes y opiniones de estudiosos (como con la crueldad y habilidad guerrera demostrada por los llaneros). La mayoría considera la región como un «territorio de frontera» donde el robo de ganado era común y frecuentemente impune puesto que la autoridad española apenas hacía sentir su influencia.146 Numerosas partidas de esclavos fugitivos escapaban ahí y formaban bandas de forajidos. Esto creo entre los llaneros un sentimiento de autonomía que defendería ferozmente de quien la amenazara. La guerra convirtió a los delincuentes en guerrilleros y a algunos en caudillos.147

Varios historiadores han comparado a los llaneros venezolanos con los gauchos rioplatenses.148 Poblaciones mestizas, lanceros nómadas, de regiones planas y abiertas (Pampas y Llanos), criadores de vacas y caballos en tierra realenga, acostumbrados a vivir con lo puesto que pasaban de servir de una estancia a otra.149 Combatirían del lado de sus caudillos toda esa centuria después de las independencias en las guerras civiles argentinas y venezolanas; y como con Boves muchos historiadores han considerado a personajes como los cabecillas federales Facundo Quiroga (1788-1835), Estanislao López (1786-1838) y Juan Manuel de Rosas (1793-1877) como agentes del salvajismo mientras que sus rivales unitarios de la civilización.150 Se diría:

La plebe se puso en armas y de ella brotaron como emanaciones telúricas, los caudillos de la guerra. Para los siervos y esclavos, que nada entendían de constitución y concepciones jurídicas, el enemigo natural resultaba ser, precisamente, el gran propietario de tierras, el acaudalado comerciante en bienes de consumo básico (...).El gaucho y el llanero resultaban por su propia condición, guerreros natos. Muy pronto surgieron bajo las órdenes de caudillos que entraron en la leyenda como expresiones avasalladoras de la violencia elemental: un Quiroga en la Argentina, un Boves en Venezuela.

Deseando disminuir la intensidad del conflicto social y reconciliarse con los mantuanos y revolucionarios tiene que limitar el poder adquirido por las masas populares y sus caudillos. Se destituyeron de sus cargos a numerosos pardos y llaneros premiados por Monteverde y Boves.152 Defraudados por esta política, el grueso de los venezolanos podrán sus esperanzas de una mejor vida en los líderes rebeldes. Además, promoviendo la humanización de la guerra Morillo prohibió los saqueos, disminuyendo el botín del pillaje. De hecho, con el país bajo el control monárquico la única forma de poder saquear era uniéndose a los rebeldes.153 Fue este último factor era posiblemente la principal causa de que se les sumaran tantos millares de hombres junto a la promesa de ascenso social,110 durante el breve gobierno de Boves en Caracas los puestos de mayor importancia fueron ocupados por llaneros y libertos.135 Previendo la reacción negativa, un numeroso contingente de tres mil llaneros fue enviado a Nueva Granada.154 Inicialmente Morales se opuso a esta medida por temor a que sus tropas desertaran.128

En cuanto al saqueo, los caudillos siempre lo practicaron, en especial, los rebeldes que carecían de ingresos regulares mientras negociaban el apoyo económico británico.128 Por ejemplo, Páez tenía al robo como método exclusivo de pertrechar y pagar a sus huestes153 y tras vencer a Cajigal en Carabobo Bolívar permitió a sus guerrilleros hostilizar al enemigo y quedarse con el armamento, utensilios y vestimentas que capturasen.128 También recurrieron a métodos más sofisticados: embargo de bienes, préstamos forzosos, multas y donaciones.

Hasta la llegada de la expedición los caudillos locales habían sido los principales enemigos de la revolución, aún más que los «ejércitos propiamente realistas» (tropas regulares) pues tenían mayor autonomía y recursos que estos últimos, y los usaban sobre todo para defender y expandir sus haciendas. Otra causa de la perdida del apoyo de estos cabecillas fue el miedo a perder el liderazgo autónomo conseguido frente al recién llegado Morillo.155 En algunas regiones la guerra fue constante por cinco, diez o hasta quince años y la única autoridad a la que se podía recurrir por protección durante y después del conflicto era el caudillo cuyo dominio se veía así legitimado, por eso tras la independencia quedaba listo un escenario de guerras entre jefes rivales. Como dijo el portugués Joaquim Pedro de Oliveira Martins (1845-1894) sobre la devotio ibérica «los pueblos ibéricos acuden como por instinto a sus tradiciones más primigenias».

En la práctica el ejército de Morillo solo sirvió para radicalizar a los opositores al monarca y hacerlos ver su lucha como una resistencia hasta la muerte, su dura política de represión contra los insurrectos o sospechosos, en especial criollos, solo contribuyo a la pérdida de apoyos a la monarquía.157 Debe mencionarse que inicialmente el español intento una política de amnistía con los anteriores rebeldes, como con Juan Bautista Arismendi (1775-1841), quien fue perdonado a pesar de los consejos de Morales, ya que había sido verdugo de numerosos prisioneros españoles.158 En cuanto Morillo partió a Cartagena de Indias Arismendi se escapó a Isla Margarita, donde alzo a los locales y masacro a la guarnición realista. Tras esto los indultos se hicieron más difíciles de conseguir.

Ni Morales ni Morillo consiguieron jamás el dominio sobre los feroces llaneros, serán hombres como José Antonio Páez (1790-1873), Manuel Cedeño (1784-1821), José Gregorio Monagas (1795-1858), José Antonio Anzoátegui (1789-1819), Francisco de Paula Santander (1792-1840), Ramón Nonato Pérez (1778-1819), Juan Nepomuceno Moreno (1779-1839) y Pedro Zapata128 159 los que con su fama ganaran el apoyo de estos jinetes.160 Hábilmente Bolívar consiguió el apoyo de estos personajes, clave en su victoria final.144 En palabras de Morales, personaje que partió a Nueva Granada justo cuando los republicanos empezaban a establecer sus guerrillas en los Llanos, Boves tenía características personales que le permitieron unificar a las partidas de llaneros que ni los independentistas pudieron:

Boves tuvo la fortuna de penetrar los sentimientos de los llaneros, gente belicosa que es necesario saberla manejar. Comía y dormía con ellos. Tenía un no sé qué que le atraía su simpatía. Los dominaba con imperio. Llegó a mandar 19.000 hombres de los que podía presenta en una acción 12.000 (…) Boves fomentó la insurrección con el bando de Guayabal del primero de noviembre por el cual disponía el degüello de los blancos y el reparto de sus propiedades (Carta de Francisco Tomás Morales a Pablo Morillo, 31 de julio de 1816).

Como señalan Landázuri y Ayala, «la necesaria unidad entre blancos, pardos, mulatos e indios era indispensable para superar el racismo y conquistar la independencia. Citando de nuevo a Morales:

La igualdad legal es indispensable donde hay desigualdad física (...).

Tras la caída de Caracas y Bogotá millares de rebeldes se refugiaron en los llanos de Cumaná, Barcelona, Apure y Casanare, donde tras fracasar en reconstruir un gobierno como los desaparecidos por la impopularidad que resultaba para los locales tuvieron que aceptar el liderazgo de Páez en Arauca en septiembre de 1816.162 Armados con más lanzas que rifles pudieron cortar las comunicaciones, emboscar patrullas, bloquear los abastecimientos y dejar inmovilizadas a las guarniciones realistas en las grandes ciudades.

Páez menciona en su Autobiografía el caso de un soldado llamado Pedro Camejo, originalmente esclavo de un propietario apureño se sumó a las tropas de Yáñez en vista que todos los que partían a la guerra volvían enriquecidos por lo robado.163 Tras la derrota de éste en Araure se oculto en Apure hasta que lo recluto Páez con la promesa de más botín y un discurso nacionalista. Hábilmente el apureño supo tomar para sí el discurso y símbolos del asturiano, atrayendo para la causa independentista a numerosos llaneros.135 Esto es visible ya que ambos usaron una bandera negra con una calavera como estandarte y una pluma de zamuro negra como símbolo.164 165 Sin embargo, al final de la guerra los grupos que se apoderaron del poder no cumplirán sus promesas, dejando el germen de una nueva gran insurrección popular igual de violenta, la Guerra Federal, bajo el mando de un nuevo caudillo: Ezequiel Zamora (1817-1860).135 166

La guerra beneficio a caudillos como Monagas y Páez que pasaron de ser pobres a grandes propietarios y hombres de enorme prestigio, miembros de la nueva clase dirigente surgida del conflicto gracias a la expropiación de las propiedades y armas de los vencidos.167 Por el contrario, en palabras del historiador Acisclo Valdivieso Montaño (1876-1935), el asturiano actuó de una manera muy distinta:

"(...) Desprendido, a su muerte en Urica, solo legó a su heredera, su madre, pues que murió soltero, trescientos pesos, como herencia única, ya que las contribuciones solo las aprovechaba para el mantenimiento de su ejército y los botines producto de los saqueos, los daba a sus tropas. Fue sobrio y desprendido hasta el extremo de no tener con que vestirse (...)"

Comparaciones

Aunque la táctica favorita de Páez era simplemente cargar con su desordenada caballería contra los cuadros enemigos hasta romperlos,160 la de Boves y Quiroga era similar al «¡Vuelvan caras!» de Las Queseras del Medio: primero se fingía una carga para luego retirarse tentando al enemigo a salir en su persecución, luego los jinetes se daban media vuelta y volvían a atacar mientras la reserva atacaba por sorpresa la retaguardia enemiga,169 similar a los sucedido en La Puerta. Los llaneros resultaron invencibles en campo abierto, por eso muchas veces se sostiene que los caudillos vencían más por audacia y habilidad bélica de su tropa que por sus tácticas.

Otro personaje con el que Boves ha sido comparado es el carlista Ramón Cabrera (1806-1877).156 Ambos habían sido marineros carismáticos que sin experiencia militar previa movilizaron a pueblos enteros bajo su mando sin gran apoyo logístico en momentos de desorden para defender la continuidad Monarquía Católica, iban al frente en la batalla y vivían como sus hombres, tratan de tomar lo mejor de su tradición sin renunciar al progreso, son personajes resolutivos, prácticos, austeros y meritócratas que tuvieron serias desavenencias con las élites amigas y enemigas.

Boves en la educación media venezolana

En Venezuela la figura de Boves se ha convertido en el arquetipo de guerrero terrible. Este hecho ha generado cierta distorsión en la enseñanza de la historia oficial de la independencia venezolana sobre todo en la fase media; es así como muy pocas veces se le menciona en los libros de texto utilizados como referencia en esta fase del proceso educativo.

Uno de los más discutidos hechos históricos que se le atribuyen a la figura de Boves como guerrero es que, contrario al ejército independentista ante el decreto de guerra a muerte, logró aglutinar a las múltiples razas y los miserables habitantes de la Venezuela colonial en un mismo ejército que más que luchar en contra de la independencia de Venezuela, lucha más bien en contra del mantuanaje caraqueño y sobre todo del carácter clasista y racista de la formación de la república independentista. Otro hecho que genera suspicacia es la omisión de personajes del ejército patriota que fueron tan o más crueles que el mismo Boves, tal como lo fue el coronel Manuel Gogorza Lechuga (1796-1814) quien ostentaba el cargo de comandante de las tropas del Libertador Simón Bolívar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 01:16

Excmo. Sr. D. Pablo MORILLO Y MORILLO Capitán General del Ejercito Español


Pablo Morillo y Morillo, conde de Cartagena, marqués de La Puerta, conocido como El Pacificador (Fuentesecas, Zamora, España, 1775 - Barèges, Francia, 1837) fue un militar y marino español.

Durante su etapa en la Real Armada Española participó en distintos combates, entre los que destacan la Batalla del Cabo de San Vicente y la de Trafalgar.

Sirvió también en el Ejército español y participó en las guerras de independencia de Venezuela y Nueva Granada como jefe de la expedición encargada de sofocar la rebelión. En su haber destacan la toma de Cartagena de Indias y las posteriores acciones militares que llevaron a la caída de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, así como el restablecimiento del virreinato. En Venezuela consiguió detener el avance de Simón Bolívar hacia Caracas tras vencerle en la tercera batalla de La Puerta. Con el posterior Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra de 1820 consiguió establecer una tregua y se abolió la Guerra a muerte proclamada por Bolívar en 1813.

Previamente, había participado en la Guerra de Independencia española, en las dos batallas más importantes de su inicio y de su final: Bailén, la primera derrota napoleónica, y Vitoria, que forzó la retirada de las tropas francesas de España. También fue decisiva su intervención en Puentesampayo, al dirigir el ejército que derrotó al mariscal Ney y obligar al ejército francés a evacuar Galicia.

Pablo Morillo nació el 5 de mayo de 17751 en Fuentesecas (Zamora), y fue bautizado dos días más tarde. Sus padres fueron Lorenzo Morillo y María Morillo.

El 19 de marzo de 1791, a los trece años de edad, se alistó como soldado en el cuerpo de Infantería de Marina. Muy pronto, con quince años recién cumplidos, participó en las guerras revolucionarias francesas. Se halló en los primeros días de mayo de 1793 en el desembarco de la isla de San Pietro, en Cerdeña, y después, en el sitio de Tolón, donde tomó parte en siete acciones hasta que fue herido y retirado del combate. Pasó luego a Cataluña, concurrió al combate del 13 de agosto de 1794 en las alturas de Cullera, y se halló en el sitio del [castillo de la Trinidad] en Rosas, formando la guerrilla, y asalto en lanchas, nuevamente bajo fuego enemigo.

Posteriormente, fue hecho prisionero a bordo del navío San Isidro en el ataque naval de 14 de febrero, siendo liberado poco después. A continuación, estuvo presente en el bombardeo de Cádiz por los ingleses. Por sus méritos y servicios en la Marina Real obtuvo los galones de sargento segundo, concedidos el 1 de octubre de 1797. Participó en la batalla del Cabo de San Vicente y en esta clase de sargento concurrió al combate naval de 21 de octubre de 1805 sobre el cabo de Trafalgar a bordo del navío San Ildefonso, donde fue herido y nuevamente hecho prisionero.

El 2 de junio de 1808 se incorporó a la milicia con el grado de subteniente de infantería formando parte del recién creado regimiento de infantería de Voluntarios de Llerena, y concurrió el 19 de julio a la memorable victoria en la batalla de Bailén sobre las tropas francesas invasoras enviadas por Napoleón Bonaparte. Allí, una vez más, sobresalió por su valentía y llamó la atención del general en jefe, Francisco Javier Castaños, que desde entonces se convirtió en su mentor. Tras la batalla, fue ascendido a teniente de infantería.

Pasó luego a Extremadura, donde se halló en el sitio y rendición de la plaza de Yelbes al mando de una guerrilla. En Almaraz, el 18 de diciembre derrotó a ciento cincuenta caballos enemigos. Destinado con esta misma fuerza en 22 de dicho mes al puente del Conde y acometido allí por tropas superiores, las repelió. Repetidas veces desde el principio de la campaña solicitó siempre los puestos más avanzados. Accediendo sus jefes a sus deseos se halló en la rendición de la escuadra francesa en Cádiz, donde pidió voluntariamente situarse en lo más inmediato del combate, teniendo la honra de que se lo concediesen. Siguió en guerrillas mandando asimismo en el sitio de Yelves una partida de descubierta (exploración). Aumentó la partida de su mando, reclutando entre Madrid y Somosierra. Tuvo la importante comisión por el general Vázquez Somoza de infiltrarse para observar los movimientos de los enemigos.

Castaños escribe al ministro Saavedra, ya que la Junta central necesitaba del liderazgo una persona para enviarla a montar una fuerza en Galicia, designó a Morillo, el cual, promovido al grado de capitán del regimiento de Voluntarios de España en 22 de enero de 1809, y nombrado el 18 de febrero para aquella misión, partió para Galicia inmediatamente, y al mando de guerrillas, participará activamente contra el ocupante francés. Acepta la rendición de las fuerzas francesas en Vigo, alcanzando por ello el grado de coronel. Poco después será uno de los comandantes destacados de la victoria de la Batalla de Puentesampayo (7-8 de junio de 1809). En 1810, al mando de una división volante, actuó en la sorpresa de Millarada el 29 de mayo y en las acciones de Castro de Faria. Fue ascendido a brigadier en 1811.

En 1813 se une al ejército inglés de Arthur Wellesley, duque de Wellington, y a su propuesta por orden de la Regencia del reino español, fue promovido a mariscal de campo, el 3 de julio de 1813, en reconocimiento a su actuación en la batalla de Vitoria librada el 21 de junio de 1813, al frente de la primera división de infantería del Cuarto Ejército. Luego es nombrado teniente general y su prestigio aumenta en España. Como consecuencia de una nueva salida de Napoleón en campaña, en 1814, fue reforzada la línea de los Pirineos, ocupada por los aliados; en esa oportunidad enfrentó de nuevo a los franceses en su terreno, el 26 de enero de 1814; 4 veces consecutivas se apoderó Morillo de las posiciones francesas y al final las abandonó ante la llegada de numerosos contingentes enemigos. En ese mismo año, junto al duque de Wellington, Morillo participó en la operación cuyo resultado fue la derrota del Ejército francés al mando del mariscal Soult en Orthez (Francia), el 27 de febrero. Finalizada la guerra de Independencia de España y repuesto Fernando VII al trono, el 14 de agosto de 1814 recibió su nombramiento como capitán general de Venezuela.

En 1815 estaba reunida en la bahía de Cádiz una expedición pacificadora que tendría a Morillo como jefe, quien había sido designado para este puesto a finales de 1814 por el rey Fernando VII. Esta expedición se encontraba destinada originalmente a la sitiada plaza de Montevideo, para con posterioridad contribuir con el Ejército Real del Perú en la pacificación de las provincias del Río de la Plata. Sin embargo, las noticias de la revolución del Cuzco en la retaguardia del Ejército Real, la derrota de la Real Armada en el Río de la Plata en la Campaña Naval de 1814, y la consiguiente caída de Montevideo en manos de los patriotas, así como la alarma por la guerra de exterminio (Guerra a muerte) en la insurrección de las provincias de Costa Firme hicieron que la expedición española fuera destinada hacia Venezuela y Nueva Granada.

Sin embargo se mantuvo el secreto sobre los planes la expedición lo que mantuvo el estado de alerta entre los independentistas de Buenos Aires. El 22 de mayo de 1815 un día después de llegar la noticia desde Río de Janeiro de que la expedición había zarpado con dirección a Buenos Aires el Director Supremo y el Cabildo de la ciudad publicaron dos proclamas llamando al pueblo a combatir contra Morillo.6 Se recaudó todo el dinero o especies posibles para pagar los trabajos de defensa, los extranjeros fueron obligados a trabajar en ellos, se reclutaron hombres para engrosar los cuerpos de voluntarios y se ordenó la movilización obligatoria de todos los ciudadanos en las milicias. Sin embargo, el 1 de julio la Gaceta del Gobierno informó del desembarco de la expedición en Venezuela según informes de un diario inglés. La noticia no se creyó hasta que el 24 de septiembre llegaron informes a Buenos Aires desde Río de Janeiro de que, efectivamente, la tropa realista había desembarcado en Carúpano en el oriente venezolano. Por fin el 9 de mayo por medio de un real decreto el Rey Fernando VII informó del destino de la expedición de Morillo a Venezuela, además de informar del próximo envío de otros refuerzos a Perú y Panamá, y que en el futuro se planeaba contra Buenos Aires otra gran expedición cuando se pudiera, pero que nunca zarpó, de veinte mil infantes, mil quinientos jinetes y su artillería correspondiente. Durante las negociaciones del Congreso de Viena el delegado plenipotenciario de España el Marqués de Labrador fracasa en el intento de obtener el apoyo de las potencias europeas (Rusia, Prusia y Austria) dirigido a someter las colonias americanas sublevadas.

La expedición partió de Cádiz el 15 de febrero de 1815. Constaba de unos sesenta y cinco buques, de los cuales dieciocho eran de batalla al mando de Pascual Enrile Acedo, incluyendo un navío de línea, el San Pedro de Alcántara, de sesenta y cuatro cañones. El total de la expedición entre la marinería, servicios logísticos y fuerza de combate sumaban unos 15.000 hombres, aunque el ejército destinado a combatir estaba formado por 10.612 hombres, organizados en seis batallones de infantería, dos regimientos de caballería, dos compañías de artilleros, un escuadrón a caballo, y un piquete de ingenieros militares, además de pertrechos y víveres. Fue el mayor esfuerzo que saldría de España en el curso de la contienda.

Luego de tocar tierra el 7 de abril en Puerto Santo, cerca de Carúpano, en el oriente de Venezuela, y de entrevistarse con el brigadier Francisco Tomás Morales, quien comandaba unos 7.000 soldados realistas, Pablo Morillo se reembarca con 3.000 ó 5.000 hombres para anclar en Pampatar (isla de Margarita) el 9 de abril, reduciendo así al último foco patriota venezolano, que pese a contar con una guarnición de hasta 3.000 hombres se rinde con poca oposición. Bermúdez y 300 hombres, incluyendo la mayoría de los oficiales, evacuaron la isla hacia Cartagena de Indias.10 El día 10 desembarcaron las tropas restantes y el 11 ocuparon La Asunción. Morillo fue muy piadoso con los oficiales y soldados rebeldes que se rindieron, a pesar de las exigencias de Morales de que fuera severo con ellos. Organizó varios batallones y guarniciones con los soldados rendidos y llegó a cenar con el gobernador de la isla, Juan Bautista Arismendi. Posteriormente, cuando se dirige a Cumaná explota el San Pedro Alcántara que se hundió entre Coche y Cubagua el 25 de abril. La pérdida de mil tripulantes y un millón de pesos que transportaba el navío significo que Morillo rápidamente viajara al continente y dejara en Pampatar una pequeña guarnición. Luego sigue a La Guaira, Caracas y Puerto Cabello antes de partir el 5 de julio al Virreinato de Nueva Granada donde tras tomar la plaza fortificada concluye el asedio a Cartagena de Indias, que le valió el título de Conde de Cartagena. En Venezuela dejó una guarnición de 5000 españoles y 3000 a 4000 venezolanos, estos últimos acostumbrados al clima y veteranos de la lucha de 1813-1814;15 nombrando al coronel Salvador de Moxó y Quadrado Presidente del Consejo de Guerra y al brigadier José Ceballos Capitán General interino de Venezuela.

Poco después Moxó fue elevado al grado de Mariscal de Campo de los Ejércitos del Rey y nuevo Gobernador y Capitán General de Venezuela16 con la clara misión policial y militar de reinstaurar el orden, acabar con las guerrillas rebeldes y desmovilizar a los combatientes. Debido a estos hechos Ceballos nunca tuvo mucha estima a Salvador, y gracias a los oficiales expedicionarios Moxó obtuvo el dominio sobre él en varias decisiones de la guerra, poco acertadas, que permitieron el fortalecimiento de los republicanos y la separación de los realistas. Por último Cajigal, despreciado por Morillo por sus derrotas, volvió a España. Desde Cartagena se había organizado el auxilio militar para la restauración de la independencia de Venezuela en el año 1813 durante la guerra a muerte.

Al consolidar la ocupación de Cartagena las tropas de Morillo bloquean los puertos de La Dorada y Salgar penetrando en territorio neogranadino hasta llegar a Santafé de Bogotá donde restaura al virrey Juan de Sámano en el poder.

Este periodo histórico que comienza con la toma de Cartagena y concluye con las condenas a miembros de la insurrección de Nueva Granada se denomina en Colombia "Régimen del Terror".

Pablo Morillo en principio aplica una política de indultos que suspende tras quedar conmocionado al recibir la noticia de la traición de Arismendi, gobernador de la isla Margarita, y al que había perdonado de la sentencia de muerte, y que sin embargo se rebelaba a su partida, pasando además a cuchillo a toda la guarnición española. En represalia Morillo puso en marcha tribunales militares de justicia, denominados tribunal "de guerra" para juzgar hechos de sangre, y tribunal "de purificación" para juzgar delitos comunes, adjudicándose la oportunidad al reo de una defensa, todo de manera tal y como era uso en España. Con la instauración de las "juntas de secuestro" en Nueva Granada y Venezuela, y lo mismo que en España durante la guerra de independencia española, se incautó propiedades y bienes para cubrir los gastos de mantener el ejército en campaña, que a pesar de ello resultaron insuficientes ya que Morillo sufrió de carencias y oposición.

Una tradición colombiana dice que se empleó la exclamación: "España no necesita de sabios" para rechazar una solicitud de indulto que Caldas pidió tras ser condenado a morir por un tribunal de guerra. La tradición adjudica la frase a Pablo Morillo o a Pascual Enrile, pero se duda de que alguna vez fuera pronunciada.

Tampoco está claro si la negativa a indultar al sentenciado Caldas fue de Pablo Morillo o de Pascual Enrile Acedo. Se dice[¿quién?] que Morillo era favorable al indulto y Enrile no. Además, Morillo detuvo su política de indultos tras quedar conmocionado al recibir la noticia del engaño de Arismendi, gobernador de la isla de Margarita, y al que había perdonado de la sentencia de muerte, y que sin embargo se rebelaba a su partida al desembarcar el 14 de noviembre en Margarita con 30 hombres reuniendo rápidamente 1.500 armados principalmente con machetes y azadones pasando además a cuchillo a toda la guarnición española de Juan Griego, unos 200 hombres al mando del gobernador Joaquín Urreiztieta (16 de noviembre) apoderándose de la isla. Francisco Tomás Morales había advertido a Morillo que no creía en su arrepentimiento por la ferocidad desatada contra los españoles de Caracas en la Guerra a Muerte.

Por último, la ordenanza venida de Europa con el ejército expedicionario de Morillo alejó también a caudillos y huestes realistas, veteranos de la Guerra a Muerte, y que no vieron satisfechas sus propias expectativas. Asimismo la necesidad de instaurar un estado policial extraordinario debilitó aún más la ya maltrecha administración colonial tradicional. Muchos de los milicianos llaneros terminaron desertando y pasando a servir a los republicanos.

Tras recuperar la Nueva Granada, Morillo debe regresar a Venezuela en 1817 preocupado por el recrudecimiento de la guerra, pues Bolívar, Piar, Páez y otros jefes venezolanos reactivan su movimiento durante la estancia de Morillo en Nueva Granada. El 31 de julio de 1817, es derrotado en la Batalla de Matasiete por el coronel Francisco Esteban Gómez pero logra tomar en forma cruenta Juan Griego en la isla de Margarita. Su lugarteniente Miguel de la Torre no logra frenar la invasión de Guayana en 1817. Al conocer de la caída de Angostura por parte de los patriotas y ante la proximidad de más ataques por parte del ejército al mando del coronel Gómez, motivaron a Morillo que partiera con sus tropas restantes el 17 de agosto de 1817 rumbo a Cumaná, dejando definitivamente a la Isla de Margarita en poder de los patriotas. En 1818, Bolívar avanza hacia Caracas en su Campaña del Centro de Venezuela, pero Morillo le detiene al derrotarlo en la Batalla de La Puerta. Su dirección desde la primera línea de batalla le vale una herida de lanza en el abdomen y su victoria el título de Marqués de La Puerta. Más tarde Bolívar extiende su ofensiva a Nueva Granada en 1819 y ocupa Santa Fe de Bogotá tras derrotar al coronel José María Barreiro en la batalla de Boyacá. A finales de 1820 Morillo contaba con unos quince mil hombres mientras que Bolívar ya disponía de veinticinco mil aunque otras estimaciones reducen los ejércitos a 9.000 y 20.000 respectivamente. Morillo recibe nuevas instrucciones del gobierno liberal de España de negociar un armisticio con los colombianos, y se entrevista con Bolívar en Santa Ana de Trujillo el 27 de noviembre de 1820, firmando el Tratado de Armisticio y Regularización de la Guerra y dando fin al periodo histórico venezolano denominado de Guerra a Muerte.

Finalmente Pablo Morillo consigue su retiro, solicitado en 16 ocasiones anteriormente, y regresa a España, dejando el mando del ejército realista al general Miguel de la Torre en diciembre de 1820. Siempre mostró desinterés en el percibo de sueldos, de los que se le debían a su retorno como jefe expedicionario la suma de 58.526 pesos fuertes, siendo el único General con mando en América en esta situación. Sin embargo a su retorno inmediatamente es llamado por el monarca para una nueva misión. El 4 de mayo de 1821 fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva, cargo que matuvo 18 meses durante el periodo de mayor furor revolucionario consiguiendo mantener el orden, sin embargo para no participar de la radicalización política dimitió de su cargo.

En julio de 1823 le fue encomendado su primer mando de Galicia a la entrada del ejército de los Cien Mil Hijos de San Luis al servicio de la Santa Alianza, y donde sufrió tentativas de asesinato por parte de Quiroga y los insurrectos. El gobierno constitucional, ya en el tercer año de la revolución del Trienio Liberal, le destituye de todos sus honores y empleo en el mes de agosto de 1823. Sólo la persona de Morillo mantuvo la lealtad de las tropas españolas que se unieron al ejército del Duque de Angulema. Se le dio el mando de la brigada francesa del conde de Bourk con la que rindieron las plazas de Vigo y La Coruña, restituyendo la paz en toda Galicia. Morillo consigue permiso para viajar a Francia por motivo de salud en el año 1824. Sin embargo, concluida la restauración de Fernando VII, tras la caída del trienio liberal en 1823, Morillo por su afinidad al bando constitucional es sentenciado por un tribunal "de purificación", mientras se encontraba de permiso en Francia, perdiendo sus cargos bajo un ambiente de intrigas y purgas en el gobierno español.

Después de algún tiempo, en 1832 nuevamente se hace cargo de la Capitanía General de Galicia, desempeñado en dos ocasiones, esta segunda vez en 1836, pero su deteriorada salud y la necesidad de su presencia en la corte lo obligaron a volver a Madrid. Participa en la Primera Guerra Carlista en apoyo de la reina regente Cristina, luchando en contra de los partidarios absolutistas de Carlos María Isidro de Borbón. No llega a ver el final de esta guerra, su deteriorada salud lo obliga a buscar atención en Bareges bajo permiso de la reina, y en estas circunstancias muere el 27 de julio de 1837 a la edad de sesenta y dos años, dejando a su viuda sin bienes y con cinco hijos menores. Refiriendo de él el historiador Rodríguez Villa:

Falleció este ilustre caudillo, tan rico en honores, como tan pobre en hacienda, que no pudo cubrir a su muerte la dote de su mujer, habiendo consagrado toda su vida a la grandeza e independencia de su patria y al servicio leal y desinteresado a su Rey. ¡Ejemplo digno de admiración y de eterna memoria por su elevado patriotismo y sus eminentes virtudes cívicas y militares!. 1 de Mayo de 1908. Rodríguez Villa.

Inicialmente fue enterrado en el cementerio de Luz-Saint Sauveur en París, hasta que por mediación del gobierno constitucional de la reina Isabel II fue trasladado al cementerio de San Isidro de Madrid el 8 de agosto de 1843, donde desde entonces reposan sus restos.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 01:22

excmo. Sr. D. Juan Manuel DE CAJIGAL Y MARTINEZ Capitan General del Ejercito Español

Juan Manuel de Cajigal y Martínez (Cádiz, 1757 - Guanabacoa, Capitanía General de Cuba, 26 de noviembre de 1823) fue capitán general de Venezuela y de Cuba.

Nació en Cádiz, en 1757, hijo de Felipe Cajigal y Niño, tercer marqués de la Casa Cajigal. Miembro de una familia con antigua tradición militar en el régimen borbónico, comenzó su carrera en el Regimiento de Asturias, donde se licenció como capitán en 1777. Después formó parte del Regimiento de Zamora y, con más de dos décadas de servicio, Cajigal llegó a Venezuela en 1799 para dirigir el Regimiento Veterano de Caracas. De 1804 a 1809 fue Gobernador de la provincia de Cumaná, denominada también Nueva Andalucía, en el oriente de Venezuela.

Desde Puerto Rico, donde se había refugiado al estallar la Revolución del 19 de abril de 1810, acudió otra vez a Venezuela y, promovido a mariscal de campo, en junio de 1813 se puso a la cabeza de las fuerzas realistas. Reconquistó la provincia de Barcelona tras nueve encuentros victoriosos. Tuvo que acudir en auxilio de Guayana, venciendo a las fuerzas independentistas en Santa María de Ipire. Tras ser nombrado segundo jefe de Costa Firme, mantuvo Puerto Cabello bajo dominio realista. Cajigal trató de conservar los restos del viejo orden habiendo recibido el mando interino de la Capitanía General de Venezuela de manos del brigadier Domingo de Monteverde, aquejado de graves problemas de salud.

Sin embargo, el comandante José Tomás Boves, renuente a aceptar órdenes superiores, dirigía de manera independiente la contrarrevolución en los Llanos de Venezuela. La situación se agravó al ser derrotado por Simón Bolívar en la primera Batalla de Carabobo el 28 de mayo de 1814. A la muerte de Boves en Urica, Cajigal quedó como único jefe del ejército realista, cargo al que renunció tras la llegada del general Pablo Morillo a finales de 1815.

En 1816 parte para España, donde fue nombrado caballero de la Orden de San Hermenegildo y caballero de la Orden de Isabel la Católica. También recibió el nombramiento oficial de capitán general de Venezuela el 6 de noviembre de 1817. Sin embargo, no salió de Cádiz hasta que no se le comunicó la orden procedente el 2 de julio de 1819 en un pliego cerrado. Tras abrirlo en alta mar, conoció la noticia de su nombramiento como capitán general de Cuba. Tomó posesión de su nuevo destino el 29 de agosto de 1819 y mantuvo la disciplina en la isla en medio de los tumultos ocasionados por la revolución de Riego, entregando el mando de la capitanía el 3 de mayo de 1821 a su sucesor, Nicolás de Mahy y Romo.

Ese mismo año, debido a problemas de salud, se retiró a Guanabacoa, donde murió el 26 de noviembre de 1823.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 01:27

Excmo Sr. D. Miguel DE LA TORRE Y PANDO Capitán General del Ejercito Español

Miguel de la Torre y Pando, I Conde de Torrepando (Bernales, Vizcaya, 1786 - Madrid, 1843), fue un militar y político español que luchó en las guerras de independencia de Venezuela y Colombia como parte de la expedición encargada de sofocar la rebelión. De esta etapa destaca la victoria que obtuvo en la batalla de La Hogaza y que supuso un duro revés para los planes de Simón Bolívar, quien más tarde lo derrotaría en la decisiva batalla de Carabobo.

De la Torre ocupó, además, los cargos de Capitán General de Venezuela y Capitán General de Puerto Rico.

Miguel de la Torre era hijo de Miguel de la Torre y Bernales y de María de Pando Ortiz. Nació en Bernales, Vizcaya, el 13 de diciembre de 1786 y fue bautizado el día 15. A los 14 años de edad se unió al ejército español como soldado y, cuatro años más tarde, entró en la Guardia de Corps.

Con el estallido de la Guerra de la Independencia Española se unió a la lucha contra los ejércitos napoleónicos. Finalizada la contienda, alcanzó el rango de coronel en 1814.

Al año siguiente fue asignado a la expedición militar dirigida por Pablo Morillo, que tenía por fin reconquistar Nueva Granada, en ese entonces en poder de los independentistas.

Ascendido a brigadier después de la reconquista de Nueva Granada, De la Torre comandó un ejército en los Llanos de Colombia y Venezuela. Allí trató de defender Angostura, pero fue derrotado por las fuerzas de Manuel Piar en la batalla de San Félix, en abril de 1817. Más tarde, llevó a sus hombres a lo largo del río Orinoco, llegando al Océano Atlántico. Durante los siguientes tres años, continuó sirviendo al ejército español en Venezuela, logrando victorias en el Hato de la Hogaza (1817) y en la batalla de La Puerta y el Rincón de Los Toros (1818). Durante este período se casó con una criolla perteneciente a una importante familia venezolana, María de la Concepción de la Vega y Rodríguez del Toro, prima de Francisco Rodríguez del Toro, IV Marqués del Toro y de Fernando Rodríguez del Toro, hermana de José Manuel de la Vega Rodríguez del Toro, Caballero de la Orden de Calatrava y prima de la esposa de Simón Bolívar, María Teresa Rodríguez del Toro y Alayza.

En 1820, fue nombrado gobernador (jefe político superior) y capitán general de Venezuela, cargo que ocupó hasta 1822. Participó en las negociaciones entre los generales Bolívar y Morillo que dieron por resultado el Armisticio de Trujillo, el cual estableció una tregua de seis meses y una regulación de las reglas de combate.

Tras la dimisión de Morillo y su posterior partida, De la Torre también recibió el mando supremo del ejército español compuesto, además de la oficialidad española, de un gran componente de criollos e indios. El 24 de junio de 1821 De la Torre fue derrotado en la decisiva batalla desarrollada en el campo de Carabobo. Pese a que el comienzo le fue favorable, el ataque de la caballería del general José Antonio Páez, la desobediencia del general Francisco Tomás Morales cuando se le ordenó contraatacar y las deserciones entre sus filas, obligaron a De la Torre a emprender la retirada, la cual llevó a efecto gradualmente, logrando refugiar a la mayoría de los supervivientes realistas en Puerto Cabello. Esta acción sería clave para las fuerzas independentistas del general Bolívar y dejaría prácticamente sellada la independencia de la Gran Colombia. Al año siguiente, De la Torre fue reemplazado en sus funciones por Francisco Tomás Morales el 4 de julio de 1822.

Entre 1823 y 1837 De la Torre ocupó los cargos de capitán general y gobernador de Puerto Rico, siendo quien más años estuvo al mando de la isla durante el período colonial. Junto con su intendente José Domingo Díaz, al que conocía de Venezuela, el objetivo principal de De la Torre fue la prevención de una rebelión en la isla, recurriendo tanto al despotismo como a la demagogia. Estableció así el llamado gobierno «de las Tres Bes»: baile, botella y baraja, pues según él, un pueblo entretenido no piensa en rebeliones. Rechazó el intento de invasión de Henri Ducoudray y reprimió las ideas liberales.

A pesar de la opresión de su gobierno, De la Torre fue un propulsor del desarrollo cultural y educativo del país. Durante su administración se construyó el Teatro Municipal (Teatro Tapia), se autorizó la fundación de 7 municipios y se fundó el Seminario Conciliar San Ildelfonso. Otro importante cambio administrativo de De la Torre fue el establecimiento de la Audiencia Territorial de apelaciones de Puerto Rico, lo que facilitó la administración de la justicia en la isla. También favoreció el desarrollo de la producción de azúcar a gran escala.

En 1834 fue nombrado Prócer del reino y en 1836 se le concedió el título de conde de Torrepando por los servicios prestados. En 1837 regresaría a España, estableciéndose en Madrid.

En 1841 fue nombrado Capitán General de Castilla la Nueva. Durante su mandato se desarrollaron los hechos graves del intento de rapto de Isabel II, perpetrado por ilustres militares y políticos con el objetivo de derrocar al regente Baldomero Espartero. Miguel de la Torre como capitán general abortó el complot y los conjurados fueron perseguidos, muchos de ellos capturados y sometidos a un consejo de guerra sumarísimo en el que fue sentenciado a ser fusilado el general Diego de León entre otros, a pie de cuya sentencia tenía obligación de firmar De la Torre por su condición. Sin embargo, dada la amistad entre ellos se negó a firmar, por lo que voluntariamente cesó en el cargo de Capitán General. El conde de Torrepando murió en Madrid en mayo de 1853 a los 67 años de edad.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 19:20

Excmo Sr. D. Francisco Tomás MORALES GOMEZ General del Ejercito Español- Capitán General de Venezuela

Francisco Tomás Morales Guédez (Carrizal de Agüimes, 20 de diciembre de 1781 o 1783-Las Palmas, 5 de octubre de 1845) fue un militar español, el último en ocupar el cargo de Capitán General de Venezuela, alcanzando el grado de mariscal de campo durante la Guerra de Independencia de Venezuela.

Inicialmente pulpero, había emigrado a Venezuela en 1804 se enroló en 1813 en la famosa División Infernal de José Tomás Boves, llegando a ser su segundo, teniendo una participación destacada en la Emigración a Oriente. Tras la muerte de éste en la batalla de Urica, el 4 de diciembre de 1814, asumió el mando de los llaneros y quedo como amo absoluto del país hasta la llegada de Pablo Morillo, sometiéndose a su autoridad y participando en el asedio de Cartagena de Indias.

Durante la Retirada de los Seiscientos se dedico a acosar sin piedad a los republicanos. En 1817 recupera junto al brigadier Pascual del Real Barcelona. Un año después participaba en la batalla del Semen y a continuación dirigía la caballería en la Campaña de Apure, acabando vencido por José Antonio Páez. En 1821 estaba en Calabozo cuando salió a enfrentar a José Francisco Bermúdez, quien amenazaba desde el este a Caracas. También participo en la Batalla de Carabobo, donde la retirada del grueso de su caballería fue clave en la victoria patriota.

El 4 de julio de 1822 desplazó al mariscal Miguel de la Torre como capitán general y dirigió la Campaña de Occidente. Forzado a capitular en Maracaibo el 3 de agosto de 1823, un día después embarco a Santiago de Cuba. Rápidamente volvió a España para ser nombrado comandante general de las Canarias en 1827 y presidente de la Real Audiencia. En 1834 regresa a España, ahí permanece en reserva hasta 1837, cuando se establece definitivamente en las Canarias.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 19:33

Excmo Sr. D. Isidro BARRADA VALDES General del Ejercito Español


Isidro Barrada Valdés (Puerto de la Cruz, 6 de octubre de 1782 – Marsella,14 de agosto de 1835) denominado también Isidoro o Isidro Barradas, fue un militar español originario de las islas Canarias con un destacado papel en la revolución hispanoamericana, distinguido en el ejército realista de Costa Firme, dirigió el ejército realista de Nueva España en su última tentativa de restaurar la monarquía de Fernando VII de España.

Isidro Plácido del Rosario Barrada y Valdés nació en el Puerto de la Cruz, isla de Tenerife, el 6 de octubre de 1782. Era hijo de Matías, natural del Puerto de la Cruz, y de María Valdés, de la isla de Fuerteventura. Los abuelos paternos de Isidro fueron Matías Barrada y Luisa Miranda, que fue hermana de Sebastián de Miranda, que sería padre del precursor Francisco de Miranda, primo hermano por tanto del padre de Isidro Barrada. El matrimonio de Matías y María Valdés, de economía modesta, junto a su hijo Isidro, pasaron de Tenerife a Venezuela, donde se encontraban sus parientes de la rama de los Miranda, y se establecieron en Carúpano, en la costa del Caribe antillano, donde en su oficio de marino se dedicaron al comercio en La Guaira. Matías hizo en Venezuela una fortuna importante.

A la edad de veinte años Isidro entra en las Milicias de Carúpano como soldado distinguido, el 14 de febrero de 1803, al año siguiente tiene su primer combate en el propio puerto, rechazando un desembarco inglés desde el bergantín “Victory”.

El estallido del movimiento independentista dirigido por la élite criolla venezolana, denominada mantuanos, empujó a los canarios, menospreciados por los mantuanos, a posicionarse contra los revolucionarios. En el año 1812, Isidro tomó parte con las milicias en el apresamiento del bergantín “Botón de Rosa”, mandado por el patriota Vidó, en la defensa del puerto de Carúpano y la costa de Guira invadidos por Santiago Mariño, y en los combates en Vigirima en 1813. En otro episodio de la Guerra a muerte, Don Matías, el padre de Isidro Barradas, fue una de las víctimas de la represalia del patriota José Francisco Bermúdez cuando ocupó Carúpano en 1813, y que a su vez había perdido a su hermano pasado por las armas por el caudillo realista Cerverís.

El extraordinario valor de Isidro le valió el ascenso a teniente el 6 de febrero de 1814, y a capitán el 22 de junio de 1814. Mandó una compañía en los combates de Barquisimeto en julio, en Mucuchíes en septiembre. Más tarde, formando parte del regimiento de infantería de Sagunto, combatió en San Fernando de Apure el 18 de agosto de 1815. Pasó al mando de una compañía de granaderos del segundo batallón de infantería de Numancia y quedó al mando de la plaza de San Fernando de Apure con 453 soldados. Su heroico comportamiento en la resistencia de la plaza del año 1816 frente a los 3600 hombres de José Antonio Páez le valió el ascenso al grado de teniente coronel. En la plaza se agruparon las fuerzas de La Torre tras la batalla de Mucuritas, junto a las que venían con Pablo Morillo.

Desde el año 1818 hasta febrero de 1819 combatió en los llanos de Casanare al mando de la columna de Paya. Seguidamente se incorporó en la Tercera División del ejército que mandaba el brigadier José María Barreiro. Tuvo una destacada intervención en la batalla del Pantano de Vargas el 25 de julio de 1819, enfrentando a Simón Bolívar, durante la cual Isidro Barrada al mando de 80 granaderos manda una carga que logró desalojar la posición defendida por 500 hombres de las fuerzas patriotas situados en la altura principal del camino de Toca, a los que puso en fuga. Por esta acción recibió una mención de su comandante general. La Tercera División fue destruida el 7 de agosto de 1819 en la batalla de Boyacá, pero Isidro Barradas logró salvar 270 hombres que el 17 pudo reunir a orillas del Río Magdalena, dirigiéndose hacia Mompox constantemente hostigados por el ejército enemigo.

Por fin consiguió llegar a Cartagena de Indias incorporado a la guarnición que mandaba el Brigadier Gabriel de Torres y Velasco. Se le dio el mando de una compañía de granaderos del regimiento León, que formó la vanguardia de una columna de 400 hombres que hizo una salida de la plaza el 1 de septiembre de 1820 y que consiguieron una victoria en la batalla de Turbaco frente a 1400 patriotas, y que sufrieron 300 muertos, además de perder sus piezas de artillería. Isidro Barradas, que tuvo un comportamiento en esa batalla declarado de “servicios distinguidos en grado heroico”, resultó gravemente herido por una bala en el muslo derecho y fue evacuado a Cartagena. Por sus acciones se le propuso para la Cruz Laureada de San Fernando. Allí permaneció hasta la evacuación de la plaza de Cartagena el 11 de octubre de 1821.

En enero de 1823, Isidro Barradas embarcó en La Habana con fuerzas que fueron a Maracaibo en refuerzo de su paisano Francisco Tomás Morales. Logró atravesar con su bergantín la escuadra colombiana al mando del corsario John Daniel y consiguió hacer llegar 240 tropas de leales corianos.

Por esta acción fue recompensado con la faja militar de color rojo para usar en su casaca, y era entonces capitán graduado de teniente coronel, y el 21 de febrero de 1823 fue elevado a comandante de batallón de infantería de línea. El 15 de marzo de 1823 Morales decidió enviar a Barrada a la península en una comisión sobre la apurada situación del ejército de Costa Firme al gobierno de España.

El arribo de Isidro Barrada a la Península con el urgente pedido de Morales sucede en los últimos momentos del trienio liberal, el traslado de Fernando VII a Sevilla, donde recibe a Barrada, la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y el restablecimiento del régimen absolutista. Las muestras de lealtad para con el Rey hacen que le fuera encomendado llevar a la isla de Cuba los Reales Decretos de 3 y 20 de octubre de 1823, dirigidos al Capitán General y demás autoridades, por los que se disponía la proclamación del absolutismo en Cuba. Era una misión delicada ante la convulsión de las provincias americanas que aún quedaban fieles a España y que podían sublevarse.

Barrada embarca en Cádiz el 29 de octubre de 1823 en la fragata de guerra francesa "L'Euridice", rumbo a La Habana, y en ella misma regresa a Cádiz el 28 de enero de 1824 para dar cuenta del éxito de su misión. El Gobernador militar de Cádiz, se dirige al siguiente día al Secretario de Estado y del Despacho de Guerra para darle cuenta de las noticias favorables que trae de La Habana, lo que indica la preocupación del Gobierno por la isla. El Teniente Coronel Barrada aprovechó su estancia en La Habana, tan favorable, para que le fuera concedida la Cruz de San Fernando por sus servicios en el sitio de San Fernando de Apure en 1816; su salida de Cartagena de Indias el 19 de septiembre de 1820, en la que fue herido y por la que fue propuesto, para la Laureada, y la acción del Pantano de Vargas. Con fecha 19 de diciembre del 1823 el Mariscal de Campo don Francisco Tomás Morales recomienda al Rey sea atendida la solicitud de Barrada. Las condecoraciones y el ascenso a Coronel se conceden en mayo de 1824 , cambiándose la faja roja, no empleada por el ejército, por un escudo portando el lema: “A fieles al Rey”.

En febrero de 1824 Fernando VII ordena a Barradas hacer una leva en Canarias, pero se desiste de socorrer Costa Firme y lo manda para reforzar la dotación de Cuba, formando un batallón expedicionario de voluntarios canarios, para lo que tuvo el decidido apoyo del capitán general de Canarias, pero con la resistencia de la población al embarque, ya que muchas familias habían regresado diezmadas de la guerra americana. Barradas solo pudo reunir 1.036 hombres con los que embarcó en Santa Cruz. De Tenerife se dirigió con el bergantín Eudogia y seis barcos a la isla Martinica. El gobernador de la isla proporcionó escolta hasta Puerto Rico con la fragata francesa “Clorinde” de 60 cañones, y desde Puerto Rico hasta Cuba con la fragata “Nimphe” y la “Tenus” de 40 cañones.

A su llegada a Cuba el batallón de Leales Canarios fue disuelto por el capitán general de Cuba, Francisco Dionisio Vives, en una confrontación personal, incorporando la tropa en varios regimientos de la isla. El 16 de septiembre de 1824 Isidro Barradas es nombrado Gobernador de Santiago de Cuba, y se le dio el mando de uno de los batallones de La Habana. Ese mismo año viaja a España y el 11 de septiembre es nombrado Gobernador Político y Militar de la isla de Cuba, sin embargo Vives propone su cese, que ocurre el 4 de julio de 1826, y se da pasaporte para que regrese a la península el 14 de octubre. Regresa nuevamente a Cuba al mando del Regimiento de Infantería de la Corona. El 22 de marzo de 1828 es ascendido a Brigadier de infantería y en septiembre vuelve nuevamente a la corte española.

En una situación de inestabilidad política en México, y con un ambiente internacional favorable a la reconquista por el apoyo de la Santa Alianza y la anuencia del nuevo gabinete británico de Lord Wellington, el gobierno español decide emprender una expedición de reconquista. El mando de la empresa recayó en Isidro Barradas que solicitó el mando convencido equivocadamente, y al gobierno español, que la población mexicana se sumaria en masa a su causa. Isidro Barradas arriba a La Habana el 28 de mayo de 1829 para retomar el mando de su regimiento. Eran en total 3.556 hombres en la División de Vanguardia, formada por los tres batallones del regimiento de infantería de La Corona principalmente, que luego de algunas escaramuzas se atrincheraron en Altamira, Tampico y otros puntos de la costa del Golfo de México. La defensa de México junto a una expedición diezmada por enfermedades epidémicas acabaron con la empresa de reconquista y finalmente el 11 de septiembre terminaron por firmar su capitulación en la Antigua Casa de Castilla frente a la Plaza de la Libertad de la ciudad de Tampico.

Se dice que Tomás Mejía fue el único amigo de un soldado español que llegó huyendo a la Sierra Gorda y ocultando su verdadera identidad bajo el nombre de Darío Bissarda. Se supone que ambos llevaron una estrecha amistad y no fue sino haste en su lecho de muerte que Bissarda reveló a Tomás su verdadero nombre: Isidro Barradas, que había sido enviado al Continente Americano a reconquistar el territorio mexicano para devolverlo a la Corona Española, pero habiendo fracasado su misión, se vio obligado a refugiarse en la Sierra bajo otra identidad.

Isidro Barrada se traslada a Nueva Orleans para buscar transporte para su tropa capitulada, pasando seguidamente a Nueva York , desde donde se dirige a El Havre a borde del paquebote “Francisco I”, donde llega el 2 de febrero de 1830, para dirigirse a París, y seguidamente a la Corte española.

Conocedor el Gobierno español de lo ocurrido con la expedición por su enemigo personal, el capitán general de Cuba Dionisio Vives, se emite una orden reservada para que Barrada sea detenido en España y trasladado para ser juzgado en Cuba con un resultado predecible de una condena a la última pena. Pero enterado de la noticia en Francia de que se le acusaba de haber rendido su expedición a traición cuyo precio habría cobrado en Nueva Orleans decide quedarse en París. El gobierno español no le abre proceso de rebeldía, pero sin embargo no le da la oportunidad de ser juzgado en Madrid en consejo de guerra para depurar su responsabilidad militar, lo que habría puesto al descubierto los errores de la expedición entre las más altas autoridades del gobierno.

En el exilio de Francia sufre una penuria económica y de la que sobrevive gracias a la venta de sus pertenencias y a la ayuda que recibe por la estima de los oficiales de su regimiento. El Rey posiblemente le ayuda y el gobierno español le concede una pensión “por vía de socorro”. En 1831 tuvo un hijo en Francia, y todavía en 1832 se le acusa para que se le imponga pena por rebeldía. En 1833 a las puertas de las guerras carlistas un Fernando VII moribundo recibe un escrito de París:

"En este mismo día, veinte de junio de mil ochocientos treinta y tres, vuestro fiel vasallo Isidro Barrada, en su triste destierro, se regocija contemplando la dulce satisfacción con que vuestra Majestad deberá disfrutar al ver reunido lo más distinguido de nuestros amados vasallos para hacer, ante la real presencia de Vuestra Majestad, el sagrado juramento de fidelidad a la augusta Princesa heredera de la Corona, del Trono y de la Monarquía". Isidro Barrada, 1833

A la muerte de Fernando VII el pretendiente al trono Carlos María Isidro de Borbón le solicita para incorporarle como general de las filas carlistas pero Barrada, a pesar de su modesta economía, se niega a aceptar el ofrecimiento para no faltar a su juramento de fidelidad a Fernando y su hija la princesa Isabel. En la última etapa de su vida Isidro Barrada se traslada a Marsella, donde en compañía de su hijo pequeño, fallece por enfermedad en su casa de la calle Glandeves, número 1, el 14 de agosto de 1835.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 19:36

Excmo. Sr. D. Ramón CORREA Y GUEVARA VASCONCELOS General del Ejercito Español

Ramón Correa y Guevara Vasconcelos (19 de marzo de 1767 - 29 de abril de 1822)1 fue un militar al servicio del Imperio Español. Nació en Ceuta, sus padres fueron Melchor y María Concepción. Combatió en las guerras de independencia de Colombia y Venezuela.

Recibió la distinión de caballero de Santiago y el nombramiento de capitán de Regimiento de infantería de Aragón. Sirvió en Venezuela como capitán en el Batallón Veterano, y luego se traslada a Barcelona y Maracaibo, en esta última ciudad y en Barinas ocupó el cargo de Gobernador. En 1809 casó con Ursula Miyares (hija del entonces Capitán General de Venezuela Fernando Miyares), que fallecería en Santiago de Cuba el 2 de noviembre de 1855, tuvo cinco hijos: María Concepción, Fernando, Gertrudis, Ramón e Inés.

Combatió la revolución venezolana desde su principio contra Francisco de Miranda y siendo coronel, fue derrotado durante la Campaña Admirable por Simón Bolívar el 28 de febrero de 1813 en la Batalla de Cúcuta. En 1817 defendió con éxito San Fernando de Apure del asedio del general rebelde José Antonio Páez. Siendo Brigadier figuró como miembro de la comisión española en los tratados de Santa Ana de 1820 firmados por Bolivar y Morillo. Un año más tarde, siendo Capitán General interino de Venezuela, tuvo que enfrentar la derrota del Batallón Hostalrich a manos del general Bermúdez en camino hacía la capital. Ramón Correa abandonó Caracas y a finales de 1821 partió para siempre de Venezuela hacía Puerto Rico.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 19:41

Excmo. Sr. D. Sebastián DE LA CALZADA


Sebastián de la Calzada fue un militar español nacido en Sevilla el 1770 que sirvió en el Ejército realista en América. En 1808 se encontraba en Caracas como soldado del batallón Veterano. Tras la muerte del caudillo llanero José Antonio Yáñez en la batalla de Ospino, el 2 de febrero de 1814, asumió el mando de los llaneros de Apure y Barinas como coronel. En marzo asedio San Carlos y Valencia. Tras la batalla de Carabobo, Calzada fue perseguido por el general Rafael Urdaneta en su fuga a Apure con el capitán general Juan Manuel Cajigal. Trajo refuerzos a la Emigración a Oriente para José Tomás Boves.

Pablo Morillo lo puso al mando del primer batallón del regimiento de infantería de Numancia. Al mando de la quinta división, salió de Guasdualito para amenazar Bogotá mientras Morillo asediaba Cartagena. Después entró en Casanare y fue vencido por el brigadier Joaquín París Ricaurte en la sabana de Chire (30 de octubre de 1815). Venció en Chitagá a Urdaneta (25 de noviembre) y en Cachirí al brigadier Custodio García Rovira (21 de febrero de 1816). Entró con Morillo a Bogotá el 6 de mayo y a inicios de diciembre volvió a Barinas. El 3 de septiembre de 1817 vence al comandante Juan José Rebolledo en Apurito.

Durante la campaña del Centro guarneció San Fernando de Apure y Camaguán. El 14 de marzo de 1818 tomó el paso de La Cabrera, acción que junto a la batalla de Semen obligó a los rebeldes a retirarse a Angostura. Fue regresado a Bogotá con el batallón Aragón y tras la batalla de Boyacá se refugió en San Juan de Pasto, reorganizo a los monárquicos y recupero Popayán el 24 de enero de 1820. Así se enfrentó al Ejército del Cauca del general Juan Manuel Valdés de Yarza Casanova (1780-1845).

Finalmente volvió a Venezuela y se hizo segundo del mariscal Francisco Tomás Morales en Puerto Cabello. Era entonces general. Después que éste capitulara en Maracaibo quedo como el último jefe realista en el país hasta que se rindiera el 8 de noviembre de 1823. Murió en 1824 en Cuba, lugar a donde evacuó tras su liberación

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 24 Mar 2016 19:50

Excmo. Sr. D. José María FERNANDEZ DE CORDOBA Y ROJAS Militar y Marino Español

José María Fernández de Córdoba y Rojas, José de Córdoba y Rojas o José de Córdova y Rojas (San Fernando (Cádiz), 6 de abril de 1774 - Potosí, 15 de diciembre de 1810) fue un militar y marino realista español, que murió fusilado por oponerse a la Revolución de Mayo del Virreinato del Río de la Plata.

José de Córdoba y Rojas provenía de una antigua familia de la nobleza, dedicados por tradición a la marina de guerra; su padre, José de Córdova y Ramos, mandaba la escuadra española derrotada por los ingleses en 1797 en la Batalla del Cabo de San Vicente, hecho por el cual fue posteriormente degradado.

Estudió en la academia naval de Cádiz, y a los 16 años era alférez de fragata. Participó en expediciones navales hacia las costas italianas contra las fuerzas francesas, y posteriormente contra la marina británica. Participó en la toma de Tolón, la defensa de Cádiz, y finalmente se unió a la escuadra española incorporada a la francesa en los últimos años del siglo XVIII.

Llegó al Virreinato del Río de la Plata en 1801 con el grado de capitán de fragata, destinado al apostadero naval de Montevideo. Durante las Invasiones Inglesas participó en la Reconquista de Buenos Aires, y en 1807 en la Defensa contra el segundo intento. Fue ascendido por su comportamiento en esta última acción.

En 1809 se incorporó al ejército con el grado de mayor general, a las órdenes del brigadier Vicente Nieto; éste había llegado a Buenos Aires con Baltasar Hidalgo de Cisneros, el nuevo virrey sustituto de Santiago de Liniers y que luego fue depuesto por la Junta de Buenos Aires. En Buenos Aires se le tildó de mal funcionario y oficial, corrupto y deshonesto.

A principios de junio de ese año, al tenerse noticias de la revolución de Chuquisaca, el virrey envió a reprimirla al brigadier Nieto. Éste se puso de inmediato en camino, con importantes fuerzas militares comandadas por Córdoba, e incorporó otras en Salta. A órdenes de Córdoba, estas fuerzas reprimieron la revolución, que ya se había extendido a Cochabamba y La Paz. En esta última ciudad, la rebelión fue aplastada por el general José Manuel de Goyeneche, enviado por el virrey del Perú, José Fernando de Abascal, que por otra parte no tenía atribuciones para hacerlo. El virrey estaba alarmado frente a una revolución que se extendía aparentemente imparable, no solo en el Alto Perú, sino también por Quito y otras regiones, y amenazaba con extenderse al Río de la Plata, Nueva España, Nueva Granada, Costa Firme y Chile.

Nieto se puso a las órdenes de virrey del Perú, que lo confirmó en el gobierno como gobernador de Charcas con plenos poderes, que incluían la presidencia de la Real Audiencia. Organizó la defensa de Charcas nombrando a Córdoba segundo comandante del "Ejército Pacificador de Charcas", con el grado de coronel.

La represión de Nieto y Córdoba se distinguió por el dictado de muchas penas de prisión, aunque no resultó en ejecuciones. En cambio, la simultánea campaña de Goyeneche a La Paz fue ahogada en sangre: atacó la ciudad, causando centenares de muertos, y dictó decenas de penas de muerte. Estas noticias llegaron tergiversadas a Buenos Aires, donde se supo que Nieto y Córdoba habían ido a derrotar las revoluciones, y que se habían dictado muchas penas de muerte.

Producida la Revolución de Mayo en Buenos Aires con la creación de la Primera Junta, el 25 de mayo de 1810, ésta inmediatamente envió al Ejército del Norte a fin de terminar con la contrarrevolución realista de la provincia de Córdoba que culminó con la ejecución de Santiago de Liniers continuó su avance para auxiliar a las provincias del Alto Perú.

El gobernador Nieto marchó junto al general Córdoba a frenar el avance del Ejército del Norte fortificándose en Santiago de Cotagaita, donde esperó el avance de los revolucionarios porteños al mandado de Antonio González Balcarce. Éste atacó la fortificación realista sin contar con artillería, y tras algunas horas de combate fue dispersado por Córdoba en el Combate de Cotagaita.

Córdoba tardó algunos días en salir en la búsqueda del ejército revolucionario hasta Tupiza, tiempo que aprovechó Balcarce para recibir al grueso de sus tropas, que contaban también con artillería.

El 7 de noviembre, Balcarce atacó a las fuerzas de Córdoba en la Batalla de Suipacha; como Córdoba no se decidiera a atacarlo, simuló una retirada y emboscó a sus enemigos, derrotándolos por completo. Esta fue la primera victorida de los ejércitos de las Provincias del Río de la Plata sobre los ejércitos realistas españoles.

Córdoba huyó hacia el norte, pero fue capturado a los pocos días. Consultado por Balcarce y Juan José Castelli, el representante de la Primera Junta, sobre la situación en el Alto Perú, admitió que todo el territorio quedaba abierto al avance revolucionario. No obstante, había una fuerza militar considerable estacionada en Oruro al mando de Juan Ramírez Orozco; ésta demostró su incapacidad para oponer resistencia a la revolución al ser derrotada el 14 de noviembre en la Batalla de Aroma, viéndose obligada a retirarse hacia el Perú.

El ejército dirigido por Balcarce y Castelli ya traía consigo la sentencia de muerte firmada por la Primera Junta. Ésta incluía a Nieto, el gobernador potosino Francisco de Paula Sanz y al general José Manuel de Goyeneche pero Castelli la hizo extensiva a Córdoba. Córdoba fue conducido hasta Potosí y, siguiendo la misma suerte que anteriormente había sufrido Santiago de Liniers, fue ejecutado el día 15 de diciembre junto con Vicente Nieto y Francisco de Paula Sanz.

Goyeneche no pudo ser capturado, y más tarde derrotó a los revolucionarios en la batalla de Huaqui.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2016 01:46

Excmo. Sr. D. Bernardo DE VELASCO Y HUIDOBRO General del Ejercito Español

Bernardo Luis de Velasco y Huidobro nació en (Villadiego, Burgos, España, el 20 de agosto de 1742 y falleció en Asunción, Paraguay, en fecha desconocida, posiblemente después del año 1821. Fue un militar español y el último gobernador de la provincia del Paraguay. Fue depuesto por el congreso celebrado en Asunción, el 17 de junio de 1811.

Fue el segundo hijo de don Miguel Gervasio de Velasco Fernández de Humada y doña Josefa Gabriela de Huidobro y Mier. Estudió matemáticas en Barcelona y con 25 años de edad ingresó al ejército. Participó desde 1793 a 1795 en la campaña del Rosellón contra las tropas francesas.

Era un hombre de buena apariencia, modesto, cortés y afable, con conocimientos clásicos y científicos. Estas características, agregadas a su desempeño como militar, figuraron como antecedente favorable en la recomendación que en 1803 hizo su superior:

"Ha tenido siempre crédito de mayor instrucción que los dos anteriores [...]. Sus servicios de 36 años son ciertos y ha contraído un mérito distinguido de guerra en ellos".
Inspector general del ejército, Madrid, 17 de marzo de 1803 en (Archivo General de Simancas, , 1803, p. SGU, Leg. 6882,7)

El candidato reunía, en definitiva, las condiciones para llevar adelante el ideal borbónico de militarizar la administración civil indiana con vista a lograr orden, pronta obediencia y disciplina. Velasco no ocultó su

"mayor temor, [pues] careciendo de los conocimientos para poder manejar los negocios" con tino, [...], le quedaría "el consuelo de que los yerros o faltas" que cometiese serían involuntarios"
(Abásolo, 2010, p. 158)

Debido al estado ruinoso de las reducciones guaraníes tras la expulsión de los jesuitas, el rey Carlos IV decidió crear, por Real Decreto del 28 de marzo del 1803, un gobierno militar y político de los llamados "treinta" pueblos de las antiguas Misiones guaraníes. A tal efecto, por Real Cédula del 17 de mayo de 1803, lo nombró gobernador del mismo. Se trataba de una gobernación particular porque se la declaraba autónoma e independiente de las provincias de Buenos Aires y del Paraguay. El teniente coronel Velasco llegó a Buenos Aires en enero de 1804 y el 2 de agosto el virrey Joaquín del Pino autorizó el costo del viaje de soldados, un asesor, sirvientes y equipaje que lo debían acompañar. Después de estar detenido un mes en Yapeyú por culpa de las lluvias, Velasco llegó a Candelaria el 8 de octubre de 1804. Al día siguiente, Santiago de Liniers, gobernador interino, le hizo el traspaso del mando.

Velasco fue ascendido a coronel en junio de 1804. Teniendo en cuenta el estado de las milicias y el expansionismo lusitano en la zona, se propuso crear una fuerza de 600 soldados bien armados y disciplinados pero por una serie de factores esa fuerza no pudo superar la tercera parte. Otra forma de proteger los pueblos fue levantar el estado ruinoso en que se encontraban incentivando la ganadería y la agricultura. Fomentó la educación que fue extendida a las niñas. Fue uno de los pioneros en la vacunación antivariólica. La eficiente administración y su capacidad de acción produjo una mejoría en diversos aspectos económicos como la producción de cueros y yerba mate.

El gobernador del Paraguay, Lázaro de Ribera, se había convertido en un funcionario tiránico, venal, falto de sinceridad y respeto por sus superiores. Además, desde 1798, se opuso en duros términos al virrey marqués de Avilés respecto de la compleja abolición del sistema comunitario de los pueblos guaraníes y sus posibles consecuencias. Con el virrey del Pino, sucesor de Avilés a partir de junio de 1801, la controversia continuó. En mayo de 1803 el rey dispuso la abolición de las encomiendas y la liberación de los naturales. Félix de Azara, el funcionario español que más conocía el Paraguay informó negativamente sobre Ribera. Además sugirió que los pueblos de las Misiones, por razones militares, culturales y administrativas, debían unirse a la provincia del Paraguay bajo un solo gobernador. Propuso al coronel Bernardo de Velasco para ese cargo.6 El 12 de septiembre de 1805, Carlos IV nombró a Velasco como gobernador de la provincia del Paraguay incorporando el territorio de los pueblos de las Misiones. Velasco asumió su cargo el 5 de mayo de 1806.

Sus medidas económicas promovieron la agricultura, el mejoramiento de los caminos, la construcción y reparación de puentes. Fomentó la producción de miel de caña, azúcar, ladrillos, maderas, sal. Reorganizó la administración pública creando nuevos cargos. Para las obras públicas solicitó la ayuda del ingeniero naval Eustaquio Giannini quien después sería gobernador interino cuando tuvo que ausentarse a Buenos Aires con motivo de las invasiones inglesas. Propuso la creación de un cuerpo de 600 hombres pagados, disciplinados y bien armados que realmente sirvieran para la defensa de la provincia y liberaran a los vecinos de los servicios en las fronteras para que se dedicaran a la producción. Este plan, que desapareció de los archivos provinciales y de la secretaria del virreinato, lo iba a poner en práctica Cisneros cuando fue destituido de su cargo el 25 mayo de 1810.

El 27 de junio de 1806, dos meses después de su asunción como gobernador, fuerzas inglesas ocuparon Buenos Aires. El virrey Sobremonte pidió a Velasco tropas para reconquistar la ciudad. Con su diligencia habitual y pese a la resistencia de la población y demás autoridades a enviar soldados fuera de la provincia que la dejaría sin defensa frente a los portugueses y tribus chaqueñas, Velasco envió finalmente dos contingentes que sumaron unos 953 hombres mal equipados y escasamente armados. Además, Sobremonte y luego la Real Audiencia solicitaron su presencia en Buenos Aires a lo que también se opusieron el cabildo, el obispo y la población que no querían que abandonara el gobierno de la provincia. Finalmente tuvo que viajar a Buenos Aires donde organizó la defensa con el cargo de subinspector general de la ciudad. Suya fue la idea de no librar combates en terreno abierto sino atrincherarse en la ciudad. En el tratado de cesación de hostilidades firmado el 7 de julio de 1807 figura su firma conjuntamente con Liniers y el general inglés Whitelocke. Expulsados los ingleses recibió elogiosos comentarios por su actuación del fiscal de la Real Hacienda y del Tribunal de Cuentas de Buenos Aires. Por tal causa, en 1808, Carlos IV lo ascendió a brigadier de infantería. Liniers lo retuvo en Buenos Aires para reorganizar la ciudad. En noviembre de 1808 cruzó a Colonia con un ejército de 1000 soldados y artillería para marchar contra el gobernador Elío y la junta de Montevideo. Por diferencias con Liniers respecto de los objetivos de esa expedición solicitó su renuncia siendo reemplazado por el brigadier Francisco Agustini el 9 de febrero de 1809. Finalmente, el 3 de marzo de 1809 solicitó su traslado a Asunción para retomar su cargo.

"20 de marzo de 1809: en este día al ponerse el sol se embarcó a bordo de un buque el señor don Bernardo de Velasco, gobernador intendente del Paraguay y Misiones, que se regresa a su gobierno, llevando consigo su amable familia y tropa para su custodia. Se dice que va embarcado hasta Salto y de allí caminará por tierra pasando por los pueblos de las Misiones"
Diario de un soldado en (Mateo Pignataro, 1963, p. 157)

El 19 de junio reasumió sus funciones en Asunción como gobernador después de una ausencia de dos años.

El congreso celebrado en Asunción el 24 de julio de 1810 decidió reconocer al Consejo de Regencia y suspender todo reconocimiento de superioridad de la junta de Buenos Aires. A las medidas políticas y económicas que esta adoptó contra la provincia siguió el envío de una expedición militar al mando de Manuel Belgrano. Ante esta situación, Velasco demostró una gran capacidad organizativa y de acción: incursionó en las Misiones en busca de armas, ocupó Ñeenbucú hasta el río Paraná para vigilar la costa desde Paso del Rey hasta Campichuelo de la Candelaria, envió una flota a rescatar los buques retenidos en Corrientes y movilizó las milicias concentrándolas en Yaguarón y Barrero Grande. Debido a la falta de experiencia y armamento de las milicias convocadas adoptó como estrategia la defensa en profundidad dejando una vasta zona vacía que debía complicar la logística del enemigo para luego elegir el lugar y momento adecuados para presentar batalla. Esa zona la cubrió con patrullas volantes que debían observar la línea de avance del enemigo. De esta manera, Belgrano fue derrotado estratégicamente al desperdigar sus unidades para controlar su larga línea de abastecimiento y seguridad y llegó con la mitad de sus fuerzas a Paraguarí, punto que determinó Velasco para detener su avance y derrotarlo tácticamente.

Entre octubre de 1810 y mayo de 1811, Velasco tuvo que sofocar varios intentos subversivos en Asunción, Yaguarón, Itá y Villa Real de Concepción. Distintos grupos políticos pugnaban por imponer sus ideas: el de los partidarios de la alianza con la corona portuguesa, con fuerte presencia en el cabildo. Los partidarios del Consejo de Regencia y la alianza con el virrey Elío de Montevideo. Los que querían someterse a la junta de Buenos Aires enviando un diputado. Finalmente los partidarios de independizar al Paraguay y formar con el resto de las provincias del virreinato una alianza de tipo confederal, es decir, entre iguales. Finalmente triunfó este último grupo por el poder que tenía en el ejército. El 15 de mayo de 1811, Velasco tuvo que aceptar la incorporación en el gobierno de dos consocios: José Gaspar Rodríguez de Francia y Juan Valeriano Zevallos. El 9 de junio fue suspendido en sus funciones acusado de querer entregar la provincia a los portugueses. El congreso del 17 de junio de 1811 determinó su destitución como gobernador "subrogándose en su lugar una junta de gobierno". Tenía 69 años.

En un oficio a la junta de Buenos Aires del 12 de febrero de 1812, la junta del Paraguay comunicó que:

"No tanto por temor de que Don Bernardo de Velasco sea capaz de maquinar cosa alguna contra nuestro sistema [...] cuanto por sepultar las remotas esperanzas de sus allegados y desembarazarnos de su persona, cuya existencia en el Cuartel es gravosa, hemos determinado en remitirlo hasta Santa Fe para que desde allí se sirva destinarlo a un lugar.
Disposiciones de la Junta Gubernativa del Paraguay: enero-abril 1812 en (ANA, SH, 1812, p. [Vol.] 217, N° 4)

Esto no se aplicó. Velasco fue posteriormente liberado y decidió quedarse en el país. Gil Navarro menciona un episodio que ocurrió en 1822, cuando por orden del doctor Francia fueron convocados los españoles residentes en Asunción. Entre ellos estaba el anciano ex gobernador Velasco. Se desconoce el lugar y la fecha de su fallecimiento.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2016 02:10

Excmo. Sr. D. Jacinto DE ROMARATE SALAMANCA Militar y Marino Español

Jacinto de Romarate Salamanca fue un marino español que tras participar de la lucha contra las Invasiones Inglesas de 1806 y 1807 en el Río de la Plata, combatió contra la revolución iniciada en Buenos Aires en mayo de 1810.

Durante la lucha, se hizo acreedor por su valor y capacidad a la consideración de sus vencedores, especialmente del comandante de la escuadra revolucionaria, Guillermo Brown, quien lo venció finalmente en el Combate de Martín García, durante la Campaña Naval de 1814.

Aislado en el río Uruguay y sin apoyo de la fuerza principal de la escuadra realista, mantuvo exitosamente su posición, rindiéndose sólo al hacerse efectiva la caída de Montevideo.

En España, se desempeñó como Ministro de Marina del gabinete liberal moderado de La Rosa, durante el período constitucional iniciado en 1820, viéndose obligado a renunciar ante la reacción absolutista.

Participó luego en la Primera Guerra Carlista, defendiendo el derecho al trono de Isabel II. Alcanzó al finalizar su carrera la jefatura de Escuadra y los honores de Consejero de Estado.

Nació en la localidad de Sodupe, en el concejo de Güeñes del señorío de Vizcaya el día 12 de febrero de 1775. Era hijo de Manuel José de Romarate y Nicolasa de Salamanca, familias de acreditada nobleza y desahogada situación económica. Su familia era oriunda del cercano municipio de Orduña donde en el Siglo XVII había sido una de las principales junto a la de los Herrán, Ortiz de Zárate, Ribaguda y Llanos.

El 29 de mayo de 1792 sentó plaza de guardiamarina en el departamento de Ferrol y en marzo de 1793 tras la declaración de la guerra a la República Francesa embarcó por primera vez en el navío Reina Luisa nave capitana de la escuadra del almirante Juan de Lángara, con el que operó en el Mediterráneo y en combinación con la escuadra inglesa al mando de Sir Samuel Hood, tomó posesión del puerto de Tolón con su arsenal y fortaleza.

El 30 de octubre de ese año fue ascendido a alférez de fragata, puesto con el que participó en las acciones terrestres y navales que se desarrollaron hasta la evacuación de la plaza. Vuelto a España participó en operaciones navales en Cartagena, Argel, las costas de Valencia, Cataluña, Sicilia e Islas Baleares, navegando en los buques Mahonesa, San Gil y Tártaro.

Promovido el 5 de octubre de 1802 a alférez de navío y embarcado en la corbeta Infante Francisco de Paula hizo su primer viaje a América en misión de transporte de correo, navegando el mar de las Antillas con destino en Puerto Rico.

Tras regresar a España volvió a salir en el mismo buque rumbo a Montevideo, apostadero a que arribó el 1 de febrero de 1806 y al cual quedó agregado en razón de haberse tenido noticias el 2 de enero de que una flota británica había repostado en Todos Los Santos, Brasil en diciembre de 1805.

Tras la conquista del Cabo, la flota inglesa se dirigió efectivamente hacia el Río de la Plata y el 27 de junio las fuerzas de tierra al mando del coronel William Carr Beresford tomaron la capital.

En Montevideo y con la ayuda del gobernador de la plaza, Pascual Ruiz Huidobro, el comandante del puerto de Ensenada de Barragán Santiago de Liniers organizó la reconquista. Romarate obtuvo el mando de la cañonera La Vizcaína y se sumó a la pequeña flotilla que en agosto cruzó el Río de la Plata, controlado por la flota británica al mando del comodoro Sir Home Popham, aprovechando una sudestada que dejó inmovilizados a los buques enemigos.

El 12 de agosto Liniers avanzó sobre la ciudad y obtuvo la capitulación de los invasores el 20 de agosto. En la reconquista Romarate fue herido y por su conducta el 8 de diciembre de 1806 fue ascendido a teniente de fragata.

Poco después tras la llegada de refuerzos se produjo la Segunda invasión inglesa al Río de la Plata. El primer ataque fue esta vez contra Montevideo que fue sitiada y ocupada el 3 de febrero. Liniers había decidido cruzar el río con unos 3.000 milicianos cuando ya era tarde, por lo que debió volver a Buenos Aires.

Ante la inminencia de un nuevo ataque el 24 de febrero de 1807 Romarate fue promovido a teniente de navío. En julio el teniente general John Whitelocke al mando de una fuerza de más de 11000 hombres intentó conquistar Buenos Aires, pero la defensa al mando de Liniers y de Martín de Álzaga pudo rechazar el ataque y el 7 de julio los ingleses capitularon.

Romarate se destacó nuevamente en la defensa como parte del batallón de marina que formó en la división de la derecha de las fuerzas de Liniers y obtuvo el ascenso a capitán de fragata conferido con fecha 23 de noviembre de aquel año. Estuvo luego al mando de la balandra San José y de la zumaca Carmen.

El 21 de septiembre de 1808 en franca desobediencia con Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata, el Gobernador de Montevideo Francisco Javier de Elío mediante un cabildo abierto organizó la Junta de Gobierno. Elío estaba enemistado con Liniers, quien había sido confirmado como nuevo Virrey, y desconfiaba de su lealtad en razón de su origen francés.

Tanto Jacinto de Romarate como sus camaradas el capitán de navío Juan Ángel de Michelena y el capitán de fragata José Laguna se negaron a reconocer la Junta por considerarla evidentemente ilegal y subversiva y pasaron a Buenos Aires.

Por similares motivos tampoco se sumaron a la fracasada asonada dirigida contra Liniers por Álzaga en 1809 en connivencia con la Junta de Montevideo. Esa posición inalterable se sostendría cuando el levantamiento en Buenos Aires diera vuelta la situación en el Río de la Plata.

El 25 de mayo de 1810, tras conocerse la caída de la Junta de Sevilla, tropas criollas y vecinos de Buenos Aires, capital hasta entonces del Virreinato del Río de la Plata, forzaron la renuncia del Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y la elección de un Junta revolucionaria.

En esos momentos la mayor parte de los oficiales de marina pertenecientes a la comandancia de Montevideo se encontraban en Buenos Aires, algunos (Romarate entre ellos) por la razón citada y otros como parte de los movimientos habituales entre el principal apostadero y la capital.

Ante las novedades, Romarate y la mayoría de sus compañeros se presentaron pidiendo pasaporte para trasladarse a Montevideo, sin querer reconocer antes a la Junta con el pretexto de que su comandante los llamaba perentoriamente para escuchar sus órdenes verbales. La Junta pese a lo evidente de la excusa, para evitar incidentes no forzó la jura ni los retuvo, con lo que la flotilla realista pudo recuperar sus mandos.

Habiendo siendo llamado Elío a España, ejercía como gobernador interino de Montevideo el Brigadier Joaquín de Soria y Santa Cruz (comandante general de la campaña de la Banda Oriental y antiguo Gobernador de Misiones), pero quien controlaba efectivamente la plaza era el comandante general de marina José María Salazar.

El 12 de julio de 1810 Salazar apoyado por las fuerzas de mar desarmó los cuerpos urbanos de Cazadores de infantería ligera y Voluntarios del Río de la Plata al mando de los coroneles Juan Balbín González Vallejo y Prudencio Murguiondo con lo que aseguró el control del apostadero. Romarate tuvo un papel fundamental en la operación al armar a la maestranza y al frente de la artillería volante sorprender al cuartel de dragones donde estaba el anciano Balbín.

En agosto se rompieron relaciones entre la Junta revolucionaria de Buenos Aires y los realistas de Montevideo por lo que se dispuso el bloqueo de Buenos Aires efectivo a partir del 3 de septiembre y al mando del capitán de fragata José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo.

Ante el fracaso de Primo de Rivera y su renunciamiento ante la presión de Roberto Ramsay, oficial británico a cargo temporalmente de la estación naval de su país en el Plata, Romarate fue designado al frente del bloqueo en octubre de ese año pero se vio obligado a levantarlo definitivamente ante la imposibilidad de hacerlo cumplir a los buques de bandera británica y al comprobar una conspiración de sus subalternos que se proponían apoderarse de su persona y sus principales oficiales y entregarse al enemigo.

En septiembre de 1810 Manuel Belgrano fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas destinadas a operar en la Banda Oriental, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Paraguay, recibiendo instrucciones para dirigir una expedición a este último territorio, la denominada "Expedición de Belgrano al Paraguay".

En Asunción, el gobernador español, Velasco, tuvo noticias de la expedición y ordenó reforzar los pasos sobre el Río Paraná, mientras que la flota realista de Montevideo patrullaba el Río Uruguay amenazando las comunicaciones del ejército revolucionario. El 6 de noviembre de 1810 una escuadrilla realista ocupó la villa de Concepción del Uruguay lo que alejaba las posibilidades de reforzar a Belgrano. Para cerrar el cerco, una flotilla de siete naves al mando de Romarate partió de Montevideo hacia el Río Paraná.

Tras la confusa Batalla de Paraguarí, Belgrano se retiró al sur a esperas de refuerzos. Buenos Aires había confiado al salteño Francisco de Gurruchaga la formación de la primera escuadrilla de la revolución. El 20 de febrero de 1811 tomó conocimiento el gobierno por un patrón de lancha llegado ese día al puerto que había sido reconocido en aguas del Paraná una flotilla de siete buques por lo que dio la orden de partir a la pequeña escuadrilla compuesta de la goleta Invencible, el bergantín 25 de Mayo y la balandra América al mando de Juan Bautista Azopardo.

Las ambiciosas órdenes consistían en reforzar a Belgrano, destruir la flota de Romarate e impedir la fuga de los buques del Paraguay (que temía se produjera en caso de triunfar aquel) situándose en las inmediaciones del Colastiné donde debían ser apoyadas por una batería construida en la costa.

Respecto de la flotilla realista, las instrucciones en sus artículos VI y VII afirmaban:

"Teniendo noticia el gobierno que el bergantín Cisne y otro más de guerra, han salido de Montevideo, convoyando dos lanchas que van cargadas de fusiles y municiones en auxilio del Paraguay, procurará el Comandante de nuestros buques de fuerza, si sabe de ellos, no atacarlos hasta que, bien entrados en el río Paraná, se les inutilice la retirada que podrían hacer á la Colonia, ú otro de los puertos de la Costa Oriental, burlando nuestros esfuerzos. Encontrándose nuestras fuerzas navales con las ya indicadas de Montevideo, entrarán precisamente en combate con ellas y le continuarán hasta hacerlos presa; procurando antes perecer que permitir se le escapen ó caer en sus manos prisioneros."

El 2 de marzo ambas escuadras se enfrentaron en San Nicolás de los Arroyos. Tras un primer momento en que habiendo varado los bergantines Belén y Cisne la flota realista fue vulnerable, oportunidad que fue desaprovechada por los revolucionarios, Romarate ordenó un ataque en toda la línea. La tripulación inexperta de la América y del 25 de Mayo se arrojó por la borda por lo que el combate se redujo al abordaje de la Invencible. Azopardo luchó por dos horas hasta que la situación se hizo insostenible y tras varios intentos de volar la santabárbara accedió a rendirse.

Tras el triunfo fue ascendido a capitán de navío y condecorado con la Cruz de la Marina laureada.

En abril de 1811, sus buques fueron desarmados por considerarse innecesarios en razón del control asegurado sobre los ríos, la desaparición de la flota patriota lo que permitía reiniciar el bloqueo de Buenos Aires9 y la urgencia impuesta por la sublevación de la campaña oriental auxiliada por las fuerzas revolucionarias, por lo que se le encomendó la organización de un batallón de marina para reforzar la defensa de Montevideo.

De las operaciones navales se hicieron cargo durante los siguientes dos años fundamentalmente Juan Ángel de Michelena, quién operó sobre el Río Uruguay y luego bloqueó y bombardeó Buenos Aires en julio y agosto de 1811 y José Primo de Rivera y Ortiz de Pinedo, responsable del tercer bloqueo y bombardeo de Buenos Aires, con acciones menores a cargo de otros oficiales como las operaciones sobre el Río Paraná y el bloqueo de Santa Fe en abril y mayo de 1811 a cargo de Toubes, el ataque a la ciudad de Corrientes del 19 de julio de 1811 al mando de Manuel de Clemente o incursiones de hostigamiento y abastecimiento.

Tras el fracaso del armisticio pactado el 20 de octubre de 1811 entre el Primer Triunvirato y el Virrey Francisco Javier de Elío, el 20 de octubre de 1812 se inició el segundo sitio de Montevideo.

En enero de 1813 se envió una división ligera al mando del capitán de artillería urbano Antonio Zavala a operar en las costas del Paraná. El gobierno envió al coronel José de San Martín con su recién formado Regimiento de Granaderos a Caballo con la misión de seguir por la costa los movimientos de la división realista y atacarlos cada vez que intentaran desembarcar. El 3 de febrero se produjo el desembarco en San Lorenzo y en el combate subsiguiente los realistas fueron completamente derrotados.

En agosto de 1813 llegaron a Montevideo refuerzos de tropas de línea, entre 2200 y 2400 hombres, lo que daba a los sitiados una superioridad aplastante.10 No obstante la plaza era víctima en esos momentos de una epidemia, al punto de estar los hospitales y casas de caridad atestadas de enfermos y moribundos.11 Ante la situación, Vigodet resolvió crear un cuerpo de desembarco de 700 hombres que puso al mando del coronel Domingo Estanislao de Luaces (alias Loaces). El objetivo era por un lado concentrar a los enfermos, que no servían para la defensa y consumían muy escasos recursos, en la Isla Martín García, mientras que la fuerza de Loaces recorría las aguas del Río Uruguay desembarcando para hostilizar a los insurgentes y recoger ganado y demás recursos que reconcentraría después en la citada isla.

El miércoles 3 de noviembre zarpó en diecinueve buques escoltado por cuatro naves de guerra al mando de Romarate. En Colonia fue ya detectada por los patriotas al mando de Blas José Pico y hostilizadas permanentemente. Tras tocar Martín García recorrió el Ibicuy e intento desembarcar en el Arenal Grande, pero fue batido por las milicias al mando del teniente Joaquín Lima. Un nuevo intento también fracaso al ser rechazado por las tropas enviadas por el Comandante general de Entre Ríos, a la sazón, Hilarión de la Quintana. En ese punto la fuerza expedicionaria se retiró a Martín García. Finalmente Loaces volvió a Montevideo dejando la isla a cargo del capitán José Benito de Azcuénaga.

El 7 de julio de 1813 un grupo de 13 soldados revolucionarios al mando del Teniente José Caparrós efectuó una sorpresiva y exitosa incursión en la Isla Martín García, aún en manos realistas y guarnecida por 70 hombres.

Ante el riesgo de perder el dominio de la estratégica isla, llave de los ríos interiores, y con el objetivo de tener una base de ataque a Colonia del Sacramento, ocupada por los revolucionarios, a principios de 1814 Romarate fortificó la isla y estacionó una flota de 9 embarcaciones artilladas con piezas de 18 y 24.

Iniciada la Campaña Naval de 1814, el 11 de marzo fue atacado por la nueva escuadra argentina al mando de Guillermo Brown. La fuerza contaba con la fragata Hércules, buque insignia al mando del Sargento Mayor Elías Smith, la corbeta Zephir (Sargento Mayor Santiago King), el bergantín Nancy (Sargento Mayor Richard Leech), la goleta Juliet (Teniente Coronel Benjamin Franklin Seaver), la goleta Fortuna (o Fortunata, John Nelson), el falucho San Luis (Sargento Mayor John Handel) y la balandra Carmen

En la primera y sangrienta jornada del combate de Martín García Romarate consiguió rechazar el asalto. Hubo 45 muertos y 50 heridos y las pérdidas de la fuerza atacante fueron elevadas. Se contaban entre ellas la de los Comandantes Benjamín Server y Elias Smith, así como el Jefe de las tropas embarcadas Capitán Martín de Jaume. La Hércules con sus velas y aparejos destrozados y 82 impactos en el casco pudo retirarse aprovechando la marea y maniobrando por el Banco de las Palmas. Tras las reparaciones y contando con el refuerzo de 45 Dragones enviados desde Colonia al mando del Teniente Primero Pedro Oroná, Brown volvió al ataque.

A las 20:00 horas del día 14 fondeo sigilosamente a media milla al sudeste frente a Puerto Viejo y a las 02:30 del 15 desembarcaron 240 hombres transportados mediante 8 barcazas. El avance fue detectado y al subir el cerro para acceder al puerto recibieron el fuego de las fuerzas realistas. El ataque se detuvo brevemente, pero en un nuevo asalto a bayoneta calada la posición fue tomada.

Al no contar con los auxilios que había solicitado, Romarate se vio obligado a refugiarse en la desembocadura de los ríos Negro y Uruguay. Contó con la ayuda de Fernando Otorgués, segundo de José Gervasio Artigas, quien ante la inminencia del desenlace del sitio de Montevideo que había abandonado a comienzos del año se veía enfrentado a Carlos María de Alvear..

En el Combate de Arroyo de la China, donde Romarate mantenía conversaciones con Otorgués "sobre el modo de proporcionar víveres para la subsistencia de esta división, interín recibía auxilios y órdenes [de Montevideo]", rechazó el 28 de marzo un ataque de la escuadrilla argentina, enfrentamiento en el que Samuel Spiro, comandante de la balandra "La Carmen", hizo volar su buque antes de rendirse.

Tras la victoria decisiva de Brown en el Combate naval del Buceo, el 11 de junio el Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata Gervasio Antonio de Posadas ofreció a Romarate la rendición garantizando el traslado de la oficialidad a Montevideo y la remisión de la tropa a España. Romarate rechazó el día 17 la rendición que se le proponía expresando que:

"Esta escuadrilla no se entregará a nadie que no la busque por el camino de la gloria militar que ha seguido siempre".

No obstante, al tener noticias de la capitulación de Montevideo se vio obligado a rendirse solicitando que de acuerdo al ofrecimiento anterior se le diera pasaporte a la oficialidad y tropa para pasar a la península donde podrían

"ayudar a nuestros compatriotas en la honrosa lucha que sostienen contra el tirano de la Europa"

El 08 de julio le fue aceptada la rendición pero permitiendo sólo la liberación de la oficialidad quedando la tropa prisionera de guerra. El 18 de octubre de 1814 el gobierno disponía que Romarate y los oficiales de su escuadrilla debían ser admitidos en los buques que salieran para la Península. El 27 del mismo mes el Romarate solicitó se prorrogara el plazo concedido para permanecer en Buenos Aires a los efectos de resolver cuestiones personales, a lo que accedió el Directorio.

El 12 de diciembre de ese año se embarcó para Río de Janeiro en el puerto de Buenos Aires siendo despedido con honores por sus adversarios. Lo acompañaban el teniente de navío Juan Latré y José Ignacio de la Sierra, 2° piloto de la Armada. Arribó a Málaga en la fragata mercante Perla el 3 de abril de 1815.

Como era norma de la marina española se juzgó de oficio su conducta y se resolvió de inmediato que "nada resulta contra él" siendo el primero de todos en quedar libre de culpa y cargo. El gobierno español apreciando sus servicios en América le confirmó en el rango de capitán de navío el 29 de mayo, le reconoció la graduación de brigadier el 12 de septiembre de 1815, nombrándole en 30 de mayo de 1816 vocal de la Junta Militar de Indias, cargo que desempeñó hasta marzo de 1818 En febrero de 1818 se nombró al Brigadier Romarate como segundo jefe de "cierta expedición" ordenándole concurrir en Madrid a la Junta Militar de Indias La expedición, como tantas otras proyectadas no se produjo y en marzo fue nombrado comandante del tercio naval de Santander, en cuyo ejercicio fue designado brigadier efectivo el 26 de febrero de 1819.

En Santander le sorprendieron los sucesos políticos de 1820 iniciados por el levantamiento de Rafael de Riego. Romarate fue nombrado primero comandante general y jefe político de la provincia de Santander y en el mes de agosto se le encargó la comandancia de los buques que existían en la bahía de Cádiz, confirmándosele, sin perjuicio de aquélla, la Comandancia General del Departamento.

El 23 de enero de 1821 tomó posesión como jefe superior político de Cádiz Joaquín Escario en sustitución de Jáuregui, mientras que el mando militar fue confiado a Romarate. En octubre de ese año aumentó la agitación popular en varias provincias. Ese mes se efectuó en Cádiz una procesión patriótica en la que se paseó el retrato de Riego, rodeado de todos los emblemas de la Constitución.

Por prudencia Romarate no la reprimió e incluso asistió, asegurándose así que se efectuara sin incidentes. Esto provocó la caída de Romarate. El gobierno Bardají-Feliú nombró a Francisco Javier Venegas, marqués de la Reunión, como comandante general de Cádiz en reemplazo de Romarate.

El 29, conocidas las novedades, se produjeron serios tumultos en la ciudad. Llamados al orden, los manifestantes respondieron que

"la intención de los habitantes de Cádiz es denegar la entrada al general Vanegas por sospechar de sus principios y que cualquier acto arbitrario del gobierno sería resistido a menos que se eligiera un jefe militar que fuera conocido por su mérito, su apego a la Constitución y contara con la confianza del público."

Finalmente se restableció el orden con la promesa del jefe político de transmitir al rey de manera respetuosa pero enérgica los deseos de los habitantes de Cádiz.

Por real decreto del 25 de febrero de 1822, le fue confiado el Ministerio de Marina en el gabinete de Francisco Martínez de la Rosa compuesto también por José Maria Moscoso de Altamira Quiroga (Gobierno), Diego Clemencin (Ultramar), Nicolás María Garelly Battifora (Justicia), Felipe de Sierra Pampley (Hacienda) y Luis María Balanzat de Orvay y Briones (Guerra).

De signo moderado, el gobierno se veía jaqueado por numerosos levantamientos de partidarios del absolutismo, a los que Fernando VII alentaba secretamente, y la constante presión de los sectores republicanos o extremistas, los denominados exaltados.

A comienzos de julio de 1822 cuatro batallones de la Guardia Real, partidarios de Fernando, se sublevaron retirándose a El Pardo y el día 07 de ese mes avanzaron sobre la Plaza Mayor defendida por las Milicias, las que pese a componerse de tropas bisoñas, consiguieron imponerse.

Vencedor el partido constitucional, el mismo día recibió una nota firmada por todos los representantes de las Cortes europeas donde hacia responsable al gobierno de la persona y posición del Rey. A esa presión y a la enemistad del Rey, se sumó la radicalización del sector constitucionalista más exaltado, por lo que el gabinete presionado por ambos lados presentó su renuncia. Fernando tras rechazarla inicialmente, pidió al Consejo que propusiera un gabinete alternativo, a lo que este se negó afirmando que la salvación nacional dependía de que los mismos Ministros continuasen en sus puestos.

No obstante estos insistieron en su dimisión, la que se reconoció el 6 de agosto de 1822, siendo reemplazados por el gabinete de Evaristo Fernández de San Miguel, lo que implicó por un lado el triunfo del sector más radicalizado y por otro obligar a los absolutistas a recurrir a la invasión extranjera, que se haría efectiva con la intervención del ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, bajo los auspicios de la Santa Alianza, restableciendo la monarquía absoluta en España en octubre de 1823.

Desde su renuncia el brigadier Romarate se retiró de la vida pública, radicándose con real licencia en Vizcaya. Casó el 28 de diciembre de 1826 en Durango (Vizcaya) con Segunda Echazarreta y tuvo dos hijos, José Jacinto de Romarate y Justa de Romarate.

En 1830 se le confió en comisión la Comandancia de Marina de la provincia de Bilbao. Poco después fue electo Procurador de Cortes por la provincia de su nacimiento. Fernando VII murió el 29 de septiembre de 1833 y su hija Isabel II de España fue proclamada reina bajo la regencia de su madre María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, lo que provocó el estallido de la Primera Guerra Carlista en defensa de los derechos sucesorios de Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando.

El campo y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente al pretendiente Carlos debido a su tradicionalismo y gracias al apoyo que le dio el clero, mientras que los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su hija Isabel. Romarate tomó este último partido.

En 1833 la Marina española se encontraba prácticamente desmantelada por lo que sólo pudo destinar a vigilar y bloquear la costa vasca la fragata Lealtad y el bergantín Guadiana, mientras que la agrupación naval más potente se situaba en Vigo para vigilar las costas de Portugal, donde se había refugiado el pretendiente. En enero de 1834 naufragó la Lealtad por lo que se envió el 2 de mayo al bergantín Guadalete formándose una división naval bajo el mando de Romarate.

El 30 de mayo los carlistas pudieron burlar el bloqueo efectuando en Zumaya un desembarco de armas procedente de Ámsterdam. Para reforzar su división y poder hacer efectivo el bloqueo Romarate fletó barcos particulares y del Resguardo Marítimo (guardacostas) mientras que la Diputación de Vizcaya armó las trincaduras Isabel II, Cristina y Vizcaya que puso a disposición de la Armada.

Cuando en junio de 1834 Carlos pudo huir de Portugal y refugiarse en Inglaterra, la flota estacionada en Vigo fue disuelta y la mayoría de sus buques asignados a la de Romarate. En julio quedó definitivamente organizada la División de Bloqueo del Cantábrico, cuyo mando pasó el 07 de ese mes al brigadier Melitón Pérez del Camino.

Tras las elecciones del 30 de junio de 1834 ingresó en el Parlamento como representante de Vizcaya en unión con José Ventura Aguirre-Solarte Iturraspe, obteniendo 21 votos de los 28 electores. Se incorporó a la Legislatura el 20 de agosto de 1834 y finalizó su mandato el 27 de agosto de 1835, siendo suplantado por el brigadier de marina Martín de los Heros y de las Barcenas.

La reina regente promovió a Romarate en 1835 al elevado y muy honroso cargo de Jefe de Escuadra y vocal de la Junta Superior de la Armada. Agregó funciones de procurador del reino para el ramo, junto a Juan Subercase, Luis de San Simon, Eduardo Galwey, Francisco Domecq y Honorato de Puig.25 Falleció el 27 de agosto de 1836 en Madrid, gozando de los honores de Consejero de Estado

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2016 10:18

Excmo. Sr. D. Manuel Atanasio CABAÑAS Y GAMARRA Coronel del Ejercito Español

Manuel Atanasio Cabañas fue un militar y hacendado paraguayo que tuvo una participación fundamental en el rechazo de Expedición Libertadora enviada por el gobierno revolucionario de Buenos Aires en 1810 y en la gestación del movimiento independentista de ese país.

Manuel Atanasio Cabañas y Gamarra (o Cavañas ) nació en 1768 en Pirayú, en las Cordilleras, a treinta leguas de Asunción, capital de la Intendencia del Paraguay, hijo de Francisco Cavañas Flores, nieto del mestre de Campo General y teniente de Oficiales Reales Felipe Cavañas.

Descendiente de una antigua familia colonial gozaba de una gran fortuna. Sus estancias se extendían desde Itacurubi, San José y Barrero Grande hasta el Tebicuarí, y era uno de los más ricos tabacaleros del país. Al influjo de su fortuna, sumaba un gran prestigio personal entre los hombres de campo de la región, a cuyas faenas se había entregado desde muy pequeño.

El 25 de mayo de 1810 se produjo en Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata el movimiento independentista que depuso al virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros y formó una Junta de Gobierno, la primera presidida por un americano.

La Junta de Buenos Aires solicitó la adhesión del interior del Virreinato y el envío de diputados para la formación de un gobierno representativo. La mayoría de las ciudades adhirieron al gobierno revolucionario, formándose así la Junta Grande en diciembre de 1810. La Junta envió al coronel paraguayo José de Espínola y Peña a Asunción para obtener la adhesión de la Provincia y con instrucciones secretas de suplantar a Velasco, sin saber que este personaje era odiado en su país. Ante el fracaso de su misión y el peligro que lo confinaran en Concepción, Espínola huyó hacia Buenos Aires donde mintió sobre la existencia de un importante partido por la independencia.

En el Real Colegio Seminario de Asunción se reunió el 24 de julio de 1810 un congreso de funcionarios y vecinos que resolvió no adherir al movimiento revolucionario porteño, al que asistió Cabañas, en su caracter de sargento mayor de milicias. En ese congreso se decidió conformar una junta presidida por el gobernador Bernardo de Velasco, reiterar la fidelidad a Fernando VII de España y reconocer al Consejo de Regencia. La Junta de Buenos Aires aceptaba lo primero pero no lo segundo.

Basándose en el informe de Espínola, la Junta de Buenos Aires cortó el 19 de agosto las comunicaciones con el gobierno de Asunción e inició los preparativos de una pequeña expedición que, con el apoyo local, debería ser suficiente para lograr la adhesión de la Provincia del Paraguay.

En septiembre de 1810, Velasco detuvo a algunos simpatizantes del movimiento, el doctor Pedro Somellera (teniente asesor de la gobernación), Narciso de Echagüe, Pedro Nolasco, Manuel Domecq, José Fortunato Roa, José Luis Mora y el franciscano José Baca, tras lo que envió fuerzas contra el territorio de las Misiones y la ciudad de Corrientes para asegurar el contacto con la plaza realista de Montevideo. Movilizadas las milicias locales, Cabañas se convirtió en uno de los principales jefes del ejército provincial y lugarteniente de Velasco.

El 4 de septiembre de 1810 Manuel Belgrano fue nombrado comandante en jefe de las fuerzas destinadas a operar en la Banda Oriental, pero al conocerse la evolución de los sucesos, el 22 de septiembre se extendió su autoridad a las jurisdicciones de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y Paraguay, ordenándosele que comenzara sus operaciones sobre esta última provincia.

Mientras Belgrano avanzaba por Entre Ríos y Velasco reforzaba sus fronteras, en noviembre, una división de Montevideo ocupaba la villa de Concepción del Uruguay, mientras al norte los portugueses en comunicación con Velasco, situaban un ejército en la frontera de las Misiones Orientales.

En la madrugada del 19 de diciembre de 1810, tras ser detenido su parlamentario, capitán Ignacio Warnes, Belgrano efectuó el cruce desde Candelaria (Misiones) y en la mañana capturó la posición fortificada de Campichuelo.

Entretanto Velasco concentraba sus fuerzas, más de 6.000 hombres, en el río Paraguary, a 14 leguas de Asunción, Belgrano continuaba su avance con fuerzas notoriamente inferiores, y sin recibir el esperado apoyo de la población. El 6 de enero de 1811 llegó al río Tebicuary, donde en el Combate de Maracaná una compañía dispersó un destacamento paraguayo de 400 hombres al mando del comandante Rojas. A mediados de mes se encontraron ambos ejércitos y tras infructuosos intentos de Belgrano de promover la causa entre los mandos paraguayos, el ataque de Belgrano dio comienzo a la batalla de Paraguarí.

A las 3 de la mañana del 19 de enero las dos divisiones patriotas, en total 460 soldados al mando de José Machain, iniciaron su avance y una hora más tarde el combate se había generalizado. El ataque tomó por sorpresa a los realistas, que abandonaron sus posiciones iniciales mientras el gobernador Velasco huía a Asunción. Cabañas comandaba la caballería del ala izquierda y ante el inminente desastre retiró sus fuerzas sin combatir y las desplegó en los flancos del ejército atacante.

Cuando la mitad de las tropas de Belgrano abandonaban el combate para saquear los víveres del ejército paraguayo, este envió la reserva (unos 120 hombres) en apoyo de Machain, quien creyó que eran enemigos, y considerándose rodeado ordenó la retirada, momento que aprovechó Cabañas para atacar, desbandando a las fuerzas del gobierno de Buenos Aires.

Si bien la derrota era parcial, y asumiendo el hecho de la falta de apoyo a la Junta de Buenos Aires, Belgrano inició la retirada al sur hasta Tebicuary, donde se le unieron algunas milicias de la Reducción de Yapeyú, pero pronto perdió esperanzas de recibir refuerzos. Por un lado, la situación en la Banda Oriental ante el levantamiento de la campaña generaba una oportunidad para aislar a Montevideo que tornaba urgente contar con recursos militares en la región por lo que la Junta ordenaba su regreso y por otro la primera escuadrilla patriota que debía cortar las comunicaciones entre Montevideo y Asunción y apoyar al ejército expedicionario era derrotada en el Combate de San Nicolás.

Tras Paraguarí, el general Diego de Souza, jefe de las fuerzas portuguesas en las Misiones, ofreció a Velasco el envío de tropas. Velasco aceptó y solicitó el envío de 200 hombres con el acuerdo de Cabañas, pero ante la insistencia de Souza en enviar una división de 1.000 hombres para "socorrer a las autoridades legítimamente constituidas por el Señor Rey Don Fernando Séptimo, con los auxilios que me pidieren contra los insurgentes de Buenos Aires, y reconociendo los derechos de la Princesa Nuestra Señora Doña Carlota Joaquina, a falta de sus augustos hermanos" decidió desechar el ofrecimiento.

Las fuerzas paraguayas, unos 2400 hombres al mando de Cabañas, Fulgencio Yegros y Juan Manuel Gamarra seguían a distancia al ejército invasor, que contaba con solo 400 hombres. Al detenerse Belgrano a orillas del Río Tacuarí, Cabañas decidió atacar. Contaba con 1.400 hombres y 10 piezas de artillería, frente a poco más de 400 hombres de Belgrano.

El 7 de marzo de 1811 comunicó su plan a Velasco:

(...) estoy resuelto desde mañana a comenzar mis hostilidades al enemigo y no darle cuartel hasta el sábado en que pienso meterlo dentro de tres fuegos (...) [el plan] es pasar por un puente (...) cuatro piezas de artillería y mil hombres y atacarlos de improviso si es posible de aquella parte y enfrente (...) [apoyados por] los fuegos de la falúa y dos botes que tengo apostados en la boca del Tacuary.
Prócer Fulgencio Yegros.

El 8 de marzo se terminó de construir el puente río arriba y comenzaron a pasar las tropas paraguayas. Al día siguiente Cabañas atacó la posición de Belgrano frontalmente y, mientras la artillería golpeaba las posiciones enemigas, sus fuerzas envolvieron sus flancos. Contra el flanco izquierdo de las fuerzas de la Junta de Buenos Aires amagó una flotilla que fue rechazada por el mayor Celestino Vidal. El grueso cruzó el puente y marchó por una picada abierta en la selva para flanquear el ala derecha enemiga, adelantando sus avanzadas cerca de las posiciones de ésta. Belgrano envió al coronel José Machain con 150 hombres y 2 cañones para que las dispersase, siempre que pudiera asegurarse que no se encontraba ante la fuerza principal paraguaya. Contra sus órdenes, Machain entabló combate y se dejó envolver por el grueso de las tropas que salieron de sus escondites en el bosque.

Considerando decidida la acción Cabañas intimó rendición, pero Belgrano la rechazó y procedió a concentrar sus escasas fuerzas en una loma cercana, que desde entonces fue conocida como el Cerrito de los Porteños, donde instaló los dos pequeños cañones que le quedaban. Cuando las fuerza paraguayas iniciaron su avance y rodearon por completo a sus enemigos, contra toda previsión Belgrano con sólo 135 hombres cargó sobre las líneas enemigas que fueron momentáneamente rechazadas a los lindes del bosque.

Belgrano envió entonces como parlamentario al intendente del ejército José Aberto de Cálcena y Echeverría para conseguir un armisticio con Cabañas a quien le manifestó que:

"las armas de Buenos Aires han venido a auxiliar y no a conquistar al Paraguay. Pero, puesto que rechazan con la fuerza a sus libertadores, he resuelto evacuar la provincia, repasando el Paraná con el Ejército de mi mando…"

Cabañas tomó esa comunicación en la que manifestaba lo dolorosa que le resultaba "la efusión de sangre entre hermanos, parientes y paisanos" como un pedido de armisticio y lo condicionó a que en el perentorio término de un día abandonara la provincia. El parlamentario solicitó una suspensión de hostilidades ya que era propósito del general Belgrano evacuar el territorio paraguayo y repasar el río Paraná el día siguiente, 10 de marzo.

El jefe paraguayo recibió amistosamente al parlamentario y se mostró favorable a la negociación del armisticio. Le contestó por el emisario a Belgrano "haber convenido conceder la proposición hecha por dicho parlamentario, y siempre y cuando se convenga, no hacer más hostilidades de armas". El proceso negociador tuvo como consecuencia la evacuación pacífica del Paraguay por parte de las fuerzas de la Junta de Buenos Aires en marzo de 1811, pero principalmente permitió un entendimiento entre Belgrano y Cabañas, quienes mantendrían posteriormente correspondencia epistolar, que haría madurar la idea libertaria. Cabañas fue después duramente criticado por Velasco en Asunción, por haber permitido retirarse a Belgrano con todas sus armas y pertrechos.

Belgrano redactó e hizo llegar a Cabañas las bases para un tratado de paz entre Asunción y Buenos Aires que incluían la liberación del comercio entre las dos capitales, la formación de una junta de gobierno en Asunción la que una vez formada esa junta enviaría un diputado a la Junta de Gobierno de Buenos Aires, acuerdo que se traduciría en el Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires (1811).
Revolución de mayo de 1811

El golpe fue previsto para el 25 de mayo de 1811: Fulgencio Yegros debía llegar con sus tropas desde la frontera del sur para hacerse cargo del Comando en jefe mientras se sublevaban Cabañas en las Cordilleras y Blas José de Rojas en Corrientes y marcharían sobre Asunción.

Sin embargo se tuvieron noticias de que Velasco tendría la ayuda de los portugueses por lo que en la noche del 14 y 15 de mayo de 1811 el capitán Pedro Juan Caballero desde Asunción adelantó el levantamiento. Apoyado por los patriotas asunceños Fulgencio Yegros, el capitán español Juan Valeriano Zeballos, Vicente Ignacio Iturbe y José Gaspar Rodríguez de Francia entre otros, tomaron el cuartel exigiendo a Velasco que evitara la salida del emisario portugués.

El Gobernador al principio se resistió pero en la madrugada del 15 de mayo capituló y el 16 de mayo se constituyó un gobierno provisional con Velasco, Zevallos y Francia. El golpé de Caballero tornó innecesaria la intervención de Cabañas, quien se encontraba en una de sus estancias preparando el reclutamiento de sus hombres cuando se constituyó el primer gobierno revolucionario. La independencia se declaró formalmente el 17 de mayo decidiendo "No reconocer otro soberano que Fernando VII y sostener los derechos, libertad, defensa e indemnidad de esta provincia".

El 19 de junio se destituyó a Velasco acusándolo de complotar contra el nuevo gobierno con el gobernador de Montevideo Francisco Javier de Elío. El Congreso nombró una junta gubernativa presidida por Fulgencio Yegros e integrada por Francia, Pedro Juan Caballero, Francisco Javier Bogarin y Fernando de la Mora.

La posterior falta de colaboración de Cabañas con el proceso de la independencia se explica por su antagonismo con José Gaspar Rodríguez de Francia, quien contrario al partido favorable a un entendimiento con Buenos Aires había criticado duramente su inteligencia con Belgrano y se hallaba convertido ya en figura directiva del movimiento.

Desde entonces se mantuvo alejado de la política dedicándose al cuidado de su hacienda aún cuando Gervasio Artigas buscó su apoyo en 1817 contra Francia. El aislamiento en que vivió en la campaña y el respeto que inspiraba a Francia hicieron que sobreviviera a su dictadura. Francia tomó conocimiento en 1822 de su relación con Artigas, pero no hizo nada hasta agosto de 1833, tras la muerte de Cabañas en 1828. Lo sobrevivía su esposa, Juana Rosa Franco de Torres, no habiendo tenido descendencia.

La sentencia dictada en Asunción el 3 de agosto de 1833, cuando tras refugiarse en el Paraguay Artigas estaba bajo control de Francia, comenzaba afirmando que "Manuel Atanasio Cabañas, muerto sin herederos, ha sido un traidor a la patria y al Gobierno, manteniendo correspondencia con el malvado caudillo de bandidos y perturbador de la pública tranquilidad José Artigas, por cuya prevención se encargó de reunir y aprontarle gente de auxilio, cuando viniese según sus ridículos ofrecimientos a tomar la República, llevar la cabeza del Dictador y ponerlo a él y a otros en el Gobierno...".

Respecto de su participación en el movimiento emancipador afirmó que Cabañas "no quiso tomar parte alguna en la revolución que aquí se hizo para extinguir el mando de España, cuando avisado del cuartel en que se habían reunido los patricios para que viniese á incorporarse con ellos, no sólo se enfadó con el portador del recado, sino que, con descarada vileza, respondió que vendría en siendo llamado por el Gobernador, que era el europeo Velasco".

Finalmente, declaraba "confiscados y aplicados á gastos públicos y servicio del estado todos los bienes que aparecieran corresponder al citado Manuel Cabañas ó ser de su pertenencia en su fallecimiento; y á ese efecto, se expedirán las providencias convenientes, rompiéndose igualmente el insinuado título de Coronel de que se ha mostrado indigno y sin honor para obtener semejante grado cuya denominación tampoco se le ha de poder dar en lo sucesivo."

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2016 10:26

Excmo. Sr. D. Juan Angel MICHELENA Militar y Marino Español


Juan Ángel Michelena (n. Maracaibo, Virreinato de Nueva Granada, 1774 – † Ferrol, Betanzos, Galicia, 1831), marino español, criollo de Nueva Granada, de activa participación en contra de los gobiernos independentistas argentinos, inmediatamente después de la Revolución de Mayo.

Viajó muy joven a la metrópoli, e ingresó en la Real Armada en el puerto militar de Cádiz a los doce años. Hizo una campaña por el mar Mediterráneo, visitando decenas de puertos árabes.

Más tarde prestó servicios en La Habana, Puerto Rico y combatió en la batalla de San Vicente.

Era capitán en 1805, cuando llegó a Montevideo, poniéndose a órdenes del general Pascual Ruiz Huidobro. Al año siguiente se unió a la campaña de Santiago de Liniers para luchar contra las invasiones inglesas a Buenos Aires, como jefe de los marineros que pelearon en tierra. Más tarde fue uno de los capitanes que llevaron y trajeron tropas desde y hacia la Banda Oriental, peleando en la defensa de Montevideo durante la segunda invasión inglesa.

Permaneció durante los años siguientes en Montevideo, pero no apoyó la junta de gobierno instalada por Francisco Javier de Elío en esa ciudad en 1808. En septiembre, el virrey Liniers lo envió a hacerse cargo del gobierno de Montevideo; llegó sin escolta, fue insultado y golpeado en público por el propio Elío, fue Gobernador de Montevideo del 17 de septiembre al 28 de septiembre de 1807 y una revuelta de apoyo a Elío lo obligó a huir. Un año más tarde, Elío fue depuesto por el nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros.

Estaba en Buenos Aires cuando estalló la Revolución de Mayo, y acompañó al general Joaquín de Soria a Montevideo. En un acto de torpeza que le costaría muy caro, la Primera Junta no intentó evitar que Soria se llevara toda la flota a Montevideo, donde se formó el más poderoso centro realista. Michelena contribuyó a desarmar el intento de revolución urdido por el coronel Prudencio Murguiondo.

En diciembre de ese mismo año de 1810, dirigió una campaña contra las costas del río Uruguay, logrando pasar varias villas a la obediencia a Montevideo; entre ellas, Concepción del Uruguay, Gualeguaychú, Paysandú, Soriano, Mercedes, Colla, etc. Cuando los orientales se alzaron en armas a principios del año siguiente, no pudo evitar que los porteños le enviaran refuerzos, pero al menos retrasó mucho su avance. Junto al capitán Jacinto Romarate, atacó a los patriotas en varias campañas, y saquearon las costas del río Paraná, debilitando a los porteños y proveyendo de carne a Montevideo.

En julio de 1811, por orden de Elío, bombardeó la ciudad de Buenos Aires. En realidad, dadas las costas demasiado playas del Río de la Plata, no pudo acercarse demasiado a ellas. Lanzó varias decenas de cañonazos contra las costas de la ciudad, que quedaban demasiado lejos para sus cañones. Cuentan las crónicas de la época que las familias lo miraban desde las azoteas o desde la playa, mientras almorzaban y se divertían.

A fin de año viajó con el virrey Elío a España, adonde llegó con toda su tripulación enferma de escorbuto. Regresó con algunos refuerzos en agosto, y poco después volvió a “bombardear” Buenos Aires; esta vez tuvo el cuidado de que el viento favorable le permitiera acercarse un poco más, con lo que logró destruir algunas casetas armadas por los pescadores en las playas inundables. Lanzó un sonoro ultimátum al Triunvirato, contestado por otro de tono igualmente altanero.

Combatió en la derrota naval del Buceo, y fue uno de los prisioneros tomados unos días después, cuando la ciudad se rindió al general Alvear.

Fue llevado preso a Las Bruscas, cerca de la actual ciudad de Dolores, pero pronto pasó al hospital de Buenos Aires. Intentó varias veces fugarse, pero no lo consiguió hasta 1820. En medio de la anarquía de ese año, logró evadirse en un bote hasta Colonia. Desde allí pasó a Río de Janeiro y Gibraltar, llegando finalmente a Cádiz.

En 1823 se puso a las órdenes de un general francés, con el cual ayudó a la restauración absolutista de ese año, venciendo a los liberales. Fue ascendido al grado de general. Fue gobernador de la ciudad y puerto de Ferrol, lugar donde falleció en septiembre de 1831.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Mar 2016 21:04

Excmo. Sr. D. José POSADAS Militar y Marino Español


José Posadas o José Posada fue un marino español. En 1811, cuando era capitán de fragata y estaba en Montevideo, el virrey Francisco Javier de Elío lo puso al frente de una fuerza heterogénea de tropas que debían detener el avance de los revolucionarios comandados por José Artigas. Fue derrotado y tomado prisionero en la batalla de las Piedras, el 18 de mayo de 1811. En octubre del mismo año se puso en libertad en virtud de un canje de prisioneros.

Iniciado el segundo sitio de Montevideo, Posadas comandó el batallón de Infantería de Marina. Durante la fase final de la ofensiva de la escuadra patriota en la Campaña Naval de 1814, Posadas zarpó el 14 de mayo de ese año con la escuadra realista a bordo de la fragata Neptuno como segundo del comandante de la escuadra (y del Apostadero de Montevideo) Miguel de la Sierra.

Ya trabado el combate su superior abandonó la escuadra a su suerte y se retiró de la lucha, por lo que Posadas debió asumir el mando. La escuadra fue completamente derrotada, cayendo Montevideo poco después.

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