HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 17:06

1ª y 2ª BATALLAS DE MONTEJURRA


1.ª Batalla (16 noviembre 1835)

El general Cristino Fernández de Córdova había entrado en Estella el día 15 sin apenas resistencia por parte de los carlistas, ya que replegaron sin combatir a la vista de la superioridad del enemigo. Pero esta entrada obedecía a un sentimiento de vanidad, ya que la situación era insostenible, sobre todo cuando el general Eguía, que estaba en Galdácano, acudió a recuperar la plaza. También lo hizo el general García con el refuerzo de los batalladores guipuzcoanos, vizcaínos castellanos que le llevó el general alavés Villareal. Eguía se dispuso a atacar a Córdova tanto en Estella como si salía de la ciudad. Ocurrido esto último los carlistas se desplazaron hacia Irache para coronar Montejurra, cosa que también la izquierda lo hacía en Muniáin. Generalizada la batalla, sólo a costa de grandes pérdidas lograron los cristinos continuar la marcha, si bien a duras penas lograron salir de Allo, adonde llegaron en estado de dispersión.

En la acción de Monreal, el batallón de Radica , como familiarmente le llamaban los voluntarios, se lanzó sin bayonetas sobre la artillería enemiga, y en la victoria de Eraúl (5.5.1873) ganó la placa roja de la Real orden del mérito militar.

2.ª Batalla (7, 8 y 9 noviembre 1873)

Fue uno de los grandes choques de la 3.ª guerra carlista; se alinearon 17.000 hombres con más de 1.000 caballos y 28 cañones del lado republicano, y unos 8.000 ó 9.000 del carlista. Los confidentes del pretendiente habían avisado que el general Moriones concentraba sus fuerzas en Tafalla y Puente la Reina y venía de Logroño con la idea de entrar en Estella. El día 7 flanqueo las gargantas de la sierra de Cogollo, llevando como auxiliares a los generales Primo de Rivera, Ruiz Dana. Tello y otros. Por su parte el general carlista Ollo tomó inmediatamente sus disposiciones y colocó en línea los batallones 1° de Castilla, 1° de Arratia, de Durango, de Guernica y de la Rioja, más cuatro batallones de Álava, cinco navarros y unos 200 caballos mandados por el coronel Pérula y cuatro cañones de montaña. Al romper el fuego, se presentó el general Elío, y a mediodía lo hizo Carlos (VII), que estuvo junto a sus voluntarios presenciando los combates y los movimientos de sus batallones, que duraron todo el día y parte del siguiente, pese al mal tiempo reinante. La noche del 8 supieron los carlistas que Moriones se retiraba con grandes pérdidas y el general Elío ordenó su persecución. Hubo Te Deum en Estella, las tropas fueron revistadas por don Carlos y se creó una medalla conmemorativa de la victoria.

En conmemoración de la batalla, los carlistas se reúnen en romería en la cumbre del monte. En los últimos años del régimen de Franco y coincidiendo con la evolución ideológica del propio carlismo, el acto se convirtió en una manifestación de oposición. El proceso de escisión dentro del carlismo tuvo como consecuencia los enfrentamientos ocurridos en Montejurra en 1976, en el que murió R. Pellejero. A partir de dicho momento y con el nuevo régimen democrático el acto perdió parte de su carácter reivindicativo ha ido decayendo paulatinamente.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 17:35

BATALLA DE ABADIANO


El 15 de noviembre de 1876 se enfrentaron carlistas y liberales. Es la última acción de importancia registrada en Bizkaia cuando ya la guerra tocaba a su fin. Fueron derrotados los batallones carlistas de Carasa, Cavero y Ugarte por las divisiones liberales mandadas por Loma, Goyeneche, Álvarez Maldonado y Villegas. La retirada se efectuó por el alto de Elgueta con dirección a Zumarraga.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 19:15

LA BATALLA DE SAN MARCIAL

La San Marcial, también conocida como la de la despedida del Carlismo, fue un combate sucedido entre el 29 y el 30 de octubre de 1876, durante la Tercera Guerra Carlista en el campo de operaciones del Norte, más concretamente en la zona del País Vasco. Fue una acción de destrozamiento de represalia a los carlistas por la soberbia de la sublevación tras el comienzo del reinado de Alfonso XII que había arraigado en toda la zona de habla vasca. Todo se inicia el 28 de octubre, a raíz del movimiento a la plaza de San Sebastián de una columna liberal, debido a informes en los cuales se tenía noticia de fuerzas carlistas en dicho pueblo. Una vez en la zona, dicha columna fue sorprendida por las unidades carlistas empezando así las operaciones enfrentando a lo que quedaba del ejército carlista con el ejército del Norte de los liberales. La columna de socorro, con compañías de transporte a caballo que salieron del cuerpo del ejército de Cataluña que ya había terminado sus funciones ayudó a ganar las posiciones a retaguardia para sitiar la plaza. Las numerosas fuerzas liberales en la zona y estar dichas fuerzas en terreno ventajoso sobre el pueblo hacen que decidan replegarse hacia Irún para evitar la definitiva derrota.

Las unidades Carlistas desmoralizadas apenas lucharan con la misma moral en las siguientes batallas. Nunca más rodearan a las tropas liberales, las cuales eran atacadas por todos los frentes nacionales. A raíz de estos combates el rey felón Carlos VII dirá su dichosa frase al estilo Swarzeneger "Volveré", nunca lo hará.

La compañía de transporte y caballería logra poner en aprietos a los carlistas que ante el empuje de las tropas de infantería y artillería liberal terminan por abandonar la plaza y partir hacia sus últimos reductos en la frontera vasca, el sueño de los Borbones sálicos se terminaba prácticamente al caer gran parte de sus tropas en dicha batalla, y el resto que salía huyendo, las deserciones en sus filas harán que la causa acabe definitivamente. A pesar de haber habido lucha a la bayoneta y hacerlos retirar dentro de la población, al ser sitiados huyen por el único lugar que podían hacerlo. Se hacen prisioneros y se cuentan las bajas. El fuego duró horas aún. Por la mañana vino el rey con las fuerzas a su mando y dio la batalla por ganada.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 19:18

LA TOMA DE CUENCA


La toma de Cuenca fue un enfrentamiento entre republicanos y carlistas durante la Tercera Guerra Carlista. En este choque, los carlistas lograron el dominio de Cuenca, que fue saqueada, además Alfonso Carlos, hermano del pretendiente Carlos VII, ejerció una dura represión sobre el bando gubernamental.

La guerra había comenzado en el este de España el 21 de abril de 1872, con levantamientos en Cataluña, de la mano de Francesc Savalls o Joan Castells y otros alzamientos en el Maestrazgo y en Valencia, encabezados por Antonio Dorregaray y Ferrer. Los carlistas de esta zona de España, liderados por Alfonso Carlos de Borbón, lograron durante 1873 victorias que permitieron el afianzamiento en sus territorios. Ese mismo año Isidoro del Castillo intentó tomar Cuenca, sin éxito.

En octubre de 1873, 2600 carlistas liderados por José Santés, que había emprendido una campaña por Guadalajara y Cuenca, sorprendieron a la guarnición de la capital de ésta última y se hicieron con el control de la ciudad conquense el día 16 de octubre. Inmediatamente Madrid envió un contingente a recuperar la ciudad. Los carlistas, que habían obtenido armas, munición y un generoso botín en la ciudad, la abandonaron y emprendieron la retirada. El caso es que a pesar de que la victoria aumentó la moral de los tradicionalistas, los conflictos entre el general Savalls y el infante Alfonso hicieron muy difícil que la guerra se decantase del lado faccioso. Fueron estas distensiones entre altos mandos las que llevaron a Alfonso Carlos a tomar Cuenca, en 1874.

El 12 de julio 7000 carlistas al mando de Alfonso Carlos se presentaron en las proximidades de Cuenca tras un fallido intento de tomar Teruel. Tras la posterior llegada de Cucala y sus tropas, podía haber unos 14000 soldados carlistas a la hora de tomar la plaza. El día 13 de julio todo el ejército carlista estaba ante la ciudad del Júcar. El bombardeo empezó al día siguiente. Muchos vecinos afines a la causa carlista huyeron y se incorporaron al ejército sitiador. Los carlistas pronto dominaron la Carretería y se hicieron con las casas a la orilla izquierda del río Huécar. El 14 de julio los carlistas decidieron un ataque general, la defensa era difícil para los republicanos, pero Madrid había prometido refuerzos. Sin embargo, el día 15 se ocupó una parte importante de la ciudad, haciendo que los defensores sólo controlasen el centro de la ciudad. La situación era crítica. Finalmente, el día 15, tras un bombardeo general, se abrió una brecha en la defensa. La ciudad fue cayendo poco a poco durante la madrugada, y el brigadier De la Iglesia, comandante republicano, huyó. Aun así la ciudad aguantaría hasta las diez de la mañana.

Los días posteriores a la derrota se saldaron con un saqueo general de los carlistas, por lo que este enfrentamiento es también conocido como el saco de Cuenca.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 19:20

BATALLA DE VILLAFRANCA


La Batalla de Villafranca del Cid, también conocida como de Tots Sants o del mas de la Carrasca, fue un combate sucedido entre el 29 y el 30 de octubre de 1874, durante la Tercera Guerra Carlista en el campo de operaciones del Centro, más concretamente en la zona del Maestrazgo. Fue una acción de represalia carlista por las caídas en manos liberales de los pueblos de Villahermosa del Río y Vistabella del Maestrazgo.

Todo se inicia el 28 de octubre, a raíz del movimiento desde la plaza de Morella de una columna liberal al mando del Coronel Montero hacia Villafranca del Cid, debido a informes en los cuales se tenía noticia de fuerzas carlistas en dicho pueblo. Una vez en la zona, dicha columna fue sorprendida por las unidades carlistas que sin problema alguno derrotaron al Coronel Montero y sus tropas al estar esperándolos en posiciones ventajosas. La columna de socorro, que salió desde Culla al mando del Brigadier Eulogio Despujol y Dusay no llegó a tiempo, y viendo la situación de tener numerosas fuerzas enemigas en la zona y estar dichas fuerzas en terreno ventajoso sobre el pueblo decide replegarse a Morella para evitar otra derrota.

Las unidades de Despujol inician movimiento de repliegue a las 7 de la mañana del día 29 hacia Morella, cuando en ese momento los carlistas entran en el pueblo y rodean a las tropas liberales, las cuales son atacadas por todos los frentes. Despujol, viendo la gravedad de la situación, ordena atacar uno de los costados, y con gran número de bajas consigue la columna huir hacia Morella por la zona de la cañada que lleva a Ares del Maestrat. A raíz de estos combates el Brigadier Eulogio Despujol y Dusay fue ascendido a Mariscal de Campo.

Sobre esta batalla escribió Pascual Cucala en su diario:

Día 20 y 21 de octubre. Estando al mando de dos brigadas y sabiendo que el brigadier Despujol bajaba de Zaragoza con dirección a Villafranca, tomé la marcha a ver si yo le podía atacar. Llegué a Villafranca y mandé una compañía a hacerle salir de Villafranca; toda la demás fuerza yo la tenía emboscada. Salieron dos compañías del enemigo y yo mandé retirar a la compañía. En vista de que el fuego aumentaba salió del enemigo un batallón y el brigadier Despujol. Mandé a la bayoneta y los hacemos retirar dentro de la población.
Les hacemos cinco prisioneros y 13 bajas. El fuego duró tres horas. Por la noche me quedé acampado fuera del pueblo y por la mañana vino el Jefe Gamundi con las fuerzas. Le dije a Gamundi que yo retiraría y que él tomase la población, para cortarle la retirada. Al romper el fuego el 1º batallón con la columna mandé retirar y Gamundi entró por la retaguardia. El enemigo les hace una descarga, le hace seis caballos muertos y se retiran los carlistas dentro de la población. Entonces emprendió la marcha Despujol y se encuentra con Velasco. La Caballería de Pujol rompió el cuadro al Jefe Velasco y le hizo algunas bajas.
Despujol emprendió la marcha en dirección a Morella; yo y Velasco tomamos la dirección a Castellfort y emprendimos a Pujol haciéndole retirar dispersado a Morella; las bajas del enemigo fueron 30 y nosotros 10; todo esto pasó en Villafranca.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 20:51

Excmo. Sr. D. Bruno VILLARREAL General Español (bando carlista)

Bruno Villarreal Ruiz de Alegría (Larrea, Barrundia, Álava, 24 de junio de 1802 - Vitoria, Álava, 1860) fue un oficial del ejército carlista durante la Primera Guerra Carlista.

Gran favorecedor de las expediciones de sus tropas, llegó a ser Comandante General de Álava y Mariscal del Ejército Carlista del Norte. Durante la rebelión alavesa de 1833, organizó un batallón de voluntarios en favor del pretendiente Carlos y se sumó a la sublevación liderada por José Uranga en Salvatierra el 7 de octubre. Posteriormente, tanto el mismo Villarreal como Uranga se pusieron a las órdenes de Tomás de Zumalacárregui, periodo en el que llevaron a cabo los Fusilamientos de Heredia por orden de su superior. En 1835 pasó a tener, junto a Iturralde y Gómez, el cargo de Mariscal del Ejército Carlista del Norte, al liderar una de las tres divisiones en que se dividió el ejército.

Bruno Villarreal llegó a ser Mariscal del Ejército Carlista del Norte.

Se destacó en los combates de los altos de Arlabán de 1836. El 13 de junio de 1836 se puso al mando de las tropas carlistas y favoreció las expediciones de sus tropas. Ese mismo año venció en Villasana. En octubre decidió atacar Bilbao, cuyo sitio comenzó el día 24 de ese mismo mes. Tras el fracaso en la operación y las críticas recibidas por la Corte de don Carlos, presentó su dimisión el 29 de diciembre de 1836, siendo sucedido en el cargo por el infante Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza, pasando Villarreal a ser ayudante de campo de éste.

Tras concluir la Primera Guerra Carlista en el frente del norte, con el acuerdo entre liberales y carlistas que se denominó Abrazo de Vergara, Bruno Villarreal se exilió en Burdeos (Francia).

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 20:55

Excmo. Sr. D. Rafael MAROTO General del Ejercito Español


El general español Rafael Maroto Yserns nació en la localidad murciana de Lorca (España) el 15 de octubre de 1783 y falleció en Valparaíso (Chile) el 25 de agosto de 1853. Hijo de Rafael Maroto, natural de Zamora, (militar e hijo de militar, con el grado de capitán y al que retirado ya del servicio le otorgaron importantes destinos en la vida civil, uno de los cuales fue el de administrativo de Visitador de Rentas en Lorca), y de Margarita Isern, natural de Barcelona. Fue bautizado en la iglesia parroquial de San Cristóbal, donde se conservó la partida de bautismo, documento que sirvió a sus biógrafos para aclarar detalles de su familia. Maroto vivió durante su niñez en la calle Mayor del Barrio de San Cristóbal, frente a la plaza de la Estrella.

Se casó en Chile en 1816 con Antonia Cortés García, chilena, con la que tuvo siete hijos. Antonia y dos de sus hijas fallecieron en 1830, en un naufragio cuando viajaban rumbo a Chile.

A los 18 años intervino en los conflictos y campañas de Godoy conocidos como Guerra de las Naranjas. Intervino en la Guerra de la Independencia Española, durante la que fue herido y hecho prisionero en Zaragoza. Recibió un destino en Perú y más tarde luchó en la guerra contra los independentistas chilenos siendo derrotado por el Ejército de los Andes liderado por el capitán general argentino José de San Martín en la Batalla de Chacabuco en el año 1817. En España participó también en la Primera Guerra Carlista y fue uno de los firmantes junto con el general liberal Espartero del Convenio de Vergara (también llamado Abrazo de Vergara), que puso fin a la guerra civil entre carlistas e isabelinos, con victoria de estos últimos.

A los once años partió hacia Cartagena en la provincia de Murcia donde ingresó como cadete subalterno menor de edad en el Regimiento de Infantería Asturias, en 1794, ascendiendo a segundo subteniente el 15 de junio de 1798.

Campaña de Portugal

A los 18 años fue enviado a la defensa del Departamento de Ferrol en la provincia de La Coruña y desde allí asistió a las campañas que sostuvo Godoy contra los portugueses que mantuvieron su apoyo a los ingleses en contra de Napoleón. Los ingleses habían desembarcado a la altura de Grana (A Graña) y las campañas se desarrollaron del 25 al 26 de agosto de 1800. Por los méritos demostrados en estas operaciones le concedieron un escudo de honor. Después siguió durante dos años agregado a la marina en el Departamento de Ferrol y más tarde regresó a su cuerpo del regimiento Asturias. El 15 de octubre de 1806 obtuvo el grado militar de teniente.

Guerra de la Independencia española

Rafael Maroto participó también como militar en esta guerra contra el ejército de Napoleón. Los franceses atacaron la plaza de Valencia el 28 de junio de 1808. Maroto defendió la ciudad con las baterías que tenía a su cargo, de santa Catalina y de Torres de Cuarte (éste era el nombre que se le daba en la época). Obligó a retirarse al enemigo en una hazaña bélica, por lo que fue reconocido como benemérito a la patria y se le concedió un escudo de honor.

El 23 de noviembre intervino en la batalla de Tudela, el 24 de diciembre, en los ataques de Monte Torrero y Casa Blanca en Zaragoza (o Casablanca) y poco después hizo una salida a la bayoneta para desalojar al enemigo que había tomado estos arrabales.

Con el grado de capitán (ascendió el 8 de septiembre de ese mismo año), Maroto participó también en el sitio de Zaragoza en 1809. Tuvo el mando en el reducto del Pilar, en las baterías de San José, Puerta Quemada y Tenerías. Realizó salidas desde dichas baterías, recibiendo en una ocasión una bala de fusil. Cuando la ciudad de Zaragoza capituló, Maroto fue hecho prisionero de guerra por los franceses, pero tuvo ocasión de fugarse. Por sus hazañas bélicas en Zaragoza recibió un escudo de distinción que llevaba el lema: Recompensa del valor y patriotismo. Fue declarado benemérito de la patria en grado heroico y eminente. Ascendió a teniente coronel el 9 de marzo de este año.

En 1811 estaba destinado en el regimiento de infantería de línea de Valencia. Se ocupó el 24 y 25 de octubre de la defensa a los ataques contra Puzol, alturas del castillo de Sagunto, inmediaciones de Murviedro, y el día 25 de octubre de 1812 de las líneas del Grau, Montolivet y Cuarte, de la línea de Valencia, y de todo el sitio de esta ciudad. Cuando esta plaza capituló, fue hecho prisionero, junto con su regimiento y de nuevo tuvo la oportunidad de fugarse. Tras estos eventos fue destinado al mando del depósito general de tropas con destino a Ultramar.

El 16 de noviembre de 1813 se le nombró coronel del Regimiento Talavera de la Reina y al frente de su unidad se hizo a la vela para el Perú el 25 de diciembre del mismo año y el 24 de abril de 1814 desembarcaba en el Callao para socorrer al virrey José Fernando de Abascal y Sousa, que trabajaba arduamente para mantener bajo control español su virreinato y los territorios aledaños. Maroto y sus tropas, puestos a las órdenes del brigadier Mariano Osorio, fueron enviados a Chile, hacia donde embarcaron el 19 de julio de 1814, llegando a la base naval de Talcahuano, núcleo de la actividad realista, el 13 de agosto. Osorio logró organizar con los criollos realistas un ejército de maniobra de unos cinco mil hombres, de los que prácticamente los únicos españoles eran las tropas de Maroto.

El 1 de octubre los insurgentes presentaron batalla en Rancagua para tratar de impedir que los expedicionarios tomasen Santiago de Chile. Maroto, con el desprecio que muchos de los oficiales recién llegados a América solían mostrar hacia sus oponentes, mandó atacar a sus tropas las fortificaciones del enemigo sin molestarse en enviar avanzadas ni guerrillas. El resultado fue que «los talaveras» (así llamados), acribillados por las descargas, hubieron de retirarse con cuantiosas pérdidas. Al día siguiente Bernardo O’Higgins logró abrirse paso a través de las tropas realistas y retirarse hacia la capital, donde sus oponentes entraron sin resistencia pocos días más tarde. Fuera porque consideraba que se había conducido torpemente en la batalla, fuera por otras razones que desconocemos, lo cierto es que cuando Osorio envío al virrey Abascal la lista de oficiales que debían ser ascendidos tras las últimas victorias el nombre de Maroto se encontraba en ella, pero el portador de la lista llevaba instrucciones reservadas para hacer saber a Abascal que Osorio consideraba que Maroto no debía ser ascendido. Cuando andando los meses Maroto tuvo noticia de que la lista que se había enviado a Madrid iba sin su nombre cursó a Abascal la reclamación oportuna, y éste, a quien no había gustado la poco clara forma de proceder de Osorio, acabó dándole la razón el 10 de mayo de 1815 y reconociéndole el grado de brigadier con antigüedad de 8 de noviembre de 1814.

Durante su estancia en Santiago, Maroto entró en relaciones con Antonia Cortés, perteneciente a una rica y noble familia de la oligarquía local, con quien contrajo matrimonio a finales de marzo de 1815, justo antes de abandonar Santiago, donde parece no se encontraba excesivamente a gusto. Acto seguido Maroto, al frente de dos compañías, se dirigió a Arica para auxiliar la campaña de Joaquín de la Pezuela en el Alto Perú. El 15 de junio se unió a sus tropas pero no continuó mucho tiempo con él, pues por motivos que desconocemos Pezuela le mando formar causa y le envío a Lima. El proceso se interrumpió debido a la mediación de Abascal, que convenció a Pezuela de que no merecía la pena seguir adelante. Tras pasar algún tiempo en Lima, Maroto regresó a Chile, cuya capitanía general había recaído en las manos del mariscal de campo Francisco Casimiro Marcó del Pont, con quien no tardó en indisponerse.

A principios de febrero de 1817 las tropas del Ejército de los Andes de las Provincias Unidas del Río de la Plata, al mando del general argentino José de San Martín, cruzaron los Andes para acabar con el dominio español en Chile. Ante la dispersión de las fuerzas realistas Maroto propuso abandonar la capital y retirarse hacia el Sur, donde podrían mantenerse y obtener recursos para una nueva campaña. La junta militar convocada por Marcó el 8 de febrero hizo suyo el parecer de Maroto, pero a la mañana siguiente el capitán general cambió de parecer y ordenó a Maroto presentar batalla en Chacabuco. La noche anterior al combate Antonio Quintanilla, que más tarde se distinguiría extraordinariamente en la defensa de Chiloé, comento con otro oficial que las posiciones estaban mal elegidas, y que dada la posición de los insurgentes las fuerzas realistas deberían retirarse unas leguas y ocupar los altos de Colina: «Maroto oía esta conversación de una habitación inmediata y su orgullo y presunción no pudieron o le permitieron oírme, pues llamó a un ayudante con aquella voz bronca que tenía y dijo que pusiese una orden general de pena de la vida al que dijese que convenía retirarse». Aunque Maroto y sus tropas lucharon con valor la batalla se convirtió en una completa derrota. Maroto, que logró escapar merced a la velocidad de su caballo, fue ligeramente herido en la retirada.

Tras celebrar una nueva junta militar en Santiago, Maroto, su mujer, y la mayor parte de las tropas se dirigieron a Valparaíso, donde embarcaron para el Perú. Pezuela, el nuevo virrey, que no sentía gran aprecio por Maroto, consideró sin embargo que «si no dirigió con acierto la desgraciada batalla de Chacabuco, al menos se portó con el valor y serenidad propios de un español y pundonoroso oficial», por lo que le guardo las debidas consideraciones. Maroto fue entonces destinado al Cuzco al frente del par de compañías del Talavera que habían quedado en el Perú, con instrucciones para organizar un nuevo batallón. Descontento con todo y con todos,1 el 22 de febrero de 1818 se le confió el puesto de Presidente y Comandante General de la ciudad y provincia de Charcas, en el Alto Perú, ciudad alejada por entonces de la guerra, pero en la que ejerció una notable labor administrativa. Ocurrida en España la revolución de 1820, Maroto, una vez hubo recibido las oportunas órdenes, proclamó la Constitución2 en Charcas el 23 de octubre de 1820. Allí nacieron y fueron bautizados cuatro de sus hijos: Manuel María Rafael, María del Carmen Agustina, Margarita Antonia y Justa María Mercedes Rufina. Más tarde nacerían Rafael Abdón Ignacio, Víctor, Cándida y Faustino, hijo este último de una criada con la que mantuvo relaciones durante su estancia en Asturias, y al que no reconoció, pero a quien hubo de pasar pensión debido a la denuncia formulada por su madre.

El 1 de enero de 1821 se sublevó la guarnición de Potosí, contra la que marchó Maroto, derrotando a los insurgentes y haciéndose con la ciudad. Sin embargo, al llegar el general Pedro Antonio Olañeta, que como lugarteniente del virrey ejercía su autoridad en todo el Alto Perú, le ordenó volverse a Charcas, lo que dio lugar a una acalorada discusión con Maroto, que acabó cumpliendo las órdenes recibidas. Las desavenencias entre ambos se hicieron aún mayores cuando durante la breve invasión del Alto Perú por Andrés de Santa Cruz. Maroto se negó a cumplir las órdenes de Olañeta, que representó acaloradamente en su contra al virrey La Serna, aduciendo, entre otras cosas, que «desde que este señor puso los pies en América, no ha hecho más que fomentar la insubordinación y expresarse mal contra las autoridades». El virrey, que no confiaba en exceso en Olañeta, optó por promover a ambos a Mariscales de Campo, pese a que el papel jugado por Olañeta en la campaña había sido limitado, y el de Maroto nulo. Las desavenencias entre Maroto y Olañeta culminaron e 1824, cuando Olañeta, que se había propuesto restablecer el régimen absolutista en el Perú, como ya lo estaba en España, marchó con sus tropas contra él, obligándole a abandonar sus posiciones. Pese a los intentos de diálogo del Virrey la cuestión degeneró en una guerra civil que debilitó a las tropas realistas y permitió la pérdida del Perú. Maroto fue entonces nombrado por La Serna jefe de una de las tres divisiones que al mando del general José de Canterac debía hacer frente a la invasión de Antonio José de Sucre. Tras la acción de Junín Maroto mantuvo fuertes disensiones con Canterac y acabó dimitiendo, pues consideraba que la retirada de las fuerzas realistas se estaba llevando a cabo de forma inadecuada. Nombrado gobernador de Puno allí le sorprendió la capitulación de Ayacucho, en la que quedó comprendido. En compañía de La Serna y otros oficiales, Maroto y su familia embarcaron en la fragata francesa Hernestine, que arribó a Burdeos a mediados de 1825.

De nuevo en España

Tras su regreso de América el 1 de julio de 1825 fue encomendado al ejército de Castilla la Vieja con residencia en Valladolid donde estaba la Capitanía General. El 1 de septiembre de ese año, el capitán general le nombró jefe organizador para restablecer el orden con el mando de las armas y en los voluntarios realistas del principado de Asturias. Más tarde, el 11 de julio de 1828 se le destinó por Real Orden al cuartel de Pamplona. El 21 de junio de 1829, el rey le concedió el cuartel en el Ejército de Castilla la Nueva con residencia en Madrid. El 15 de marzo de 1832 fue nombrado comandante general de la provincia de Toledo, puesto al que renunció el 31 de octubre, según nos cuenta, porque habiendo sido requerido por el conde de Negri para que apoyase una sublevación al frente de sus tropas, consideró que antes de actuar contra el gobierno debía romper todos sus vínculos con el mismo. Por este mismo motivo se negó a aceptar el cargo que se le confirió el 5 de enero de 1833 de segundo cabo y comandante general de las provincias vascongadas.

La causa carlista

Maroto cuenta en el documento titulado "Manifiesto razonado de las causas del convenio de Vergara", cómo y por qué se unió a la causa carlista. Insiste en que no fue el deseo de medrar, pues su posición social y profesional y el futuro que le esperaba eran de gran fortuna. Asegura que tomó la decisión de seguir al pretendiente de la corona don Carlos, hermano del rey Fernando VII y tío de la futura reina Isabel II por pensar que era lo mejor para España pues creyó más oportuno el posible reinado de don Carlos que el de una niña de tres años cuya minoría de edad traería consigo una regencia poco clara (a su entender). Maroto por aquel entonces tenía más fe en la persona de don Carlos, en la que veía las cualidades de principios religiosos, sistema ordenado y económico en su propia casa y observancia de las leyes. También el propio Maroto confiesa que al seguir a un príncipe proscrito estaba casi seguro del fracaso y de que las victorias que se conseguirían serían pobres, de un terreno palmo a palmo, poco extenso, sin grandes y espectaculares avances y que además ellos no serían tratados como auténticos militares sino como bandoleros y traidores.

Maroto se encontraba en Toledo con el cargo de comandante general de la provincia cuando recibió la visita de Ignacio de Negri y Mendizábal, conde de Negri, uno de los primeros personajes conspiradores carlistas de 1833. Después de la entrevista, Maroto dedicó un tiempo a considerar la causa de los revolucionarios y finalmente optó con toda calma y convencimiento por unirse a ellos. Se le pidió que, dada su posición y estando al frente de una guarnición, diera allí mismo un golpe militar, lo que habría servido de gran apoyo. Rafael Maroto era un hombre estricto y leal y no le pareció ético lo que le proponían. No quiso que su alistamiento en las filas carlistas se iniciara con una traición a la bandera que había jurado, ni con una huida. Eligió seguir los pasos legalmente y comenzó por dimitir de su cargo y posición en la comandancia general. Una vez roto este vínculo, nada le impidió pasarse al otro bando.

Marchó a Madrid donde Negri le dio instrucciones y donde se estaba preparando formalmente el partido carlista. En Madrid tuvieron lugar las primeras reuniones de comités revolucionarios. El rey Fernando VII estaba ya gravemente enfermo y su muerte próxima. Propuso entonces Maroto a Don Carlos que se intentase un pronunciamiento para proclamarle regente durante la enfermedad de su hermano, pero el Infante se opuso a la idea “y los que la propusieron no fueron creídos leales servidores, porque no vestían hábitos o sotana, porque decían que en las cosas de la tierra era menester hacer algo para que el cielo ayudase”. El gobierno detectó las conspiraciones y un gran número de personas comprometidas fueron encarceladas. Maroto no sólo se salvó de estas primeras persecuciones sino que fue nombrado comandante general, segundo cabo, de las provincias vascongadas, cargo al que renunció de inmediato. Este proceder no fue bien acogido por el gobierno que averiguó las nuevas ideas del general debido a las investigaciones realizadas tras la sublevación del coronel Juan Campos y España y determinó su arresto allí mismo, en el ministerio donde él acababa de presentar personalmente y con toda formalidad su renuncia.

Fue conducido a la cárcel permaneciendo en un calabozo durante ocho meses a lo largo de los cuales enfermó de gravedad, perdió casi del todo la vista y se quedó completamente calvo. Desde esta primera prisión, Maroto se vio desterrado a Sevilla y allí pudo obtener el traslado a Granada (donde se encontraba su familia) decidido a rehacer su vida y ocuparse de los suyos. Pasado algún tiempo le informaron en secreto que sería nuevamente preso y trasladado a un calabozo de Ceuta. Fue entonces cuando Maroto preparó rápidamente la fuga, disfrazado, ayudado física y económicamente por amigos y acompañado y guiado en el viaje por unos contrabandistas.

Desde Granada se dirigió a Madrid, de allí a Extremadura, de donde salió en dirección a Valencia, donde fletó un barco que debía llevarle a Gibraltar pero que terminó en Algeciras. Por fin llegó a Gibraltar y desde esta plaza se dirigió a los pocos días a Portugal donde se encontraba don Carlos junto a un pequeño y variado séquito. Estaban con él algunos generales, militares de otras graduaciones, eclesiásticos y personas varias. Uno de los individuos que más influencia tenía en las decisiones del aspirante era el obispo de León Joaquín Abarca, nombrado Ministro de la Guerra, consejero y favorito. Los historiadores afirman que este personaje no tenía dotes ni conocimientos militares y que no pasaba de ser un hábil cortesano con el talento de agradar a los príncipes.

En Portugal Maroto demostró a don Carlos su pericia como militar experto y como persona leal y sin ambiciones cortesanas. Y fue en Portugal donde Maroto se vio implicado en los primeros encuentros bélicos con las tropas reales seguidoras de la causa isabelina, salvando de emboscadas y batallas inútiles a don Carlos y sus seguidores (que pasaban unos momentos cruciales de estado errante y dubitativo) y organizando constantes fugas necesarias por lo mal que se estaba llevando el plan militar. Tras los fracasos de los carlistas en Portugal y ayudados por el comisionado inglés, el coronel Wylde, que había sido enviado por la corona inglesa como observador y testigo, el aspirante, su séquito y algunos militares entre los que se encontraba Maroto embarcaron en el puerto de Lisboa a bordo del navío HMS Donegal que les conduciría a Inglaterra.

Llegada a las filas carlistas

Maroto salió de Inglaterra unos días después de que lo hiciera el séquito del aspirante, pero ante su sorpresa fue detenido y arrestado en Calais y desde allí fue conducido a París donde le encarcelaron contra todo derecho de gentes, pues no había motivo ni por delito ni por falta de documentación. Cuando al poco tiempo obtuvo la libertad pidió el pasaporte para marchar a Italia, pero se detuvo un tiempo en Niza para recuperar la salud y planear la manera de entrar en España en lugar de dirigirse a Italia. Pudo atravesar sin dificultad el sur de Francia y llegar a Burdeos y desde allí se dirigió a Navarra, ayudado y protegido por los seguidores carlistas franceses.

Al llegar al territorio controlado por los carlistas, Maroto fue muy bien recibido por el Pretendiente, que le sentó en numerosas ocasiones a su mesa y trató de darle un mando de responsabilidad, lo que no pudo lograrse debido a la oposición de Zumalacárregui, que siempre vio a Maroto con prevención. Cuando éste fue herido en Bilbao, Maroto recibió la orden directa de don Carlos de reemplazarle y tomar el mando de su ejército. Sin embargo la orden escrita, manipulada, fue confusa y casi contraria: le mandaban que permaneciese en el ejército pero a las órdenes de Eraso, general mariscal de campo, hasta que, por razones de salud, esta persona se retirase del ejército del Norte. Se le decía que tuviera paciencia y que en el entretanto observase las acciones de dicho general que podían ser sospechosas. Dado su carácter serio y de auténtico militar, Maroto pudo granjearse en esta etapa la amistad y confianza de los combatientes, en especial de los soldados.

Se enfrentó por primera vez con el general Baldomero Espartero en el Sitio de Bilbao; esta plaza estaba decidida a rendirse a los carlistas si las tropas de Espartero no conseguían prestarles ayuda. Ambos ejércitos la sitiaron durante unos días. En esas circunstancias llegó el general carlista Vicente González Moreno, que a la muerte de Zumalacárregui (el 25 de junio de 1835), había recibido el nombramiento para el mando del ejército del Norte, aún cuando había sido prometido a Maroto (no debe olvidarse que antes de empezar la guerra Maroto era sólo mariscal de campo y Moreno teniente general). El general Moreno no era un buen estratega y además demostró pronto su antipatía y animadversión hacia Maroto, hecho éste que se tradujo en una serie de actos poco afortunados desde el punto de vista militar. Las órdenes de este general en el enfrentamiento con Espartero no consiguieron otra cosa que la supremacía de las fuerzas isabelinas que entraron en la plaza de Bilbao sin la menor oposición.

Tras unos meses de inactividad militar, en que le fue preciso seguir el cortejo de don Carlos en plan cortesano, Maroto fue nombrado comandante general de las fuerzas del señorío de Vizcaya cuyo cargo estaba vacante a causa de la prisión del marqués de Valdespina y Zabala. Una vez al frente de este ejército, estudió el modo de sacar el mayor partido posible poniendo en marcha una buena organización y disciplina militar. Obtuvo gran ayuda de la diputación del Señorío y de los hombres de los batallones. Con el ejército a punto, marchó sobre la plaza de Bilbao, tomó la ría, cortó la comunicación y obstruyó todas las salidas, todo sin emplear la artillería de la que carecía en absoluto. Obtuvo considerables ventajas en escaramuzas sostenidas contra las fuerzas británicas que habían desembarcado para apoyar la causa de la reina. El general Maroto siguió defendiendo su emplazamiento alrededor de Bilbao como pudo y pidió artillería y refuerzos que nunca llegaron sino todo lo contrario, pues le separaron dos batallones que fueron enviados a la línea de San Sebastián.

Estando así las cosas, llegó Espartero con un gran ejército. El enfrentamiento fue en los altos de Arrigorriaga donde dominó el ejército carlista consiguiendo que Espartero se retirase a Bilbao precipitadamente y con desorden.

La plaza de Bilbao era muy importante pero la falta de unión entre las huestes carlistas impedía la toma de la ciudad siguiendo un sistema puramente militar. Las rivalidades y la falta de sentido militar de la mayoría de los mandos hacía imposible llevar a cabo la estrategia que Maroto proponía. A los pocos días recibió la orden de que entregara el mando al brigadier Sarasa y que permaneciera a la espera de nuevo destino. La guerra continuó su rumbo, impidiendo a los carlistas una marcha favorable, por las intrigas y desavenencias habidas entre sus propios jefes y generales.

Maroto jefe de las fuerzas de Cataluña

El nuevo destino fue en las fuerzas de Cataluña, lo que probablemente fuera consecuencia de sus maniobras contra el teniente general Nazario Eguía, que había sustituido a González Moreno al frente del ejército del Norte. El viaje hasta llegar a Cataluña fue arduo y costoso. Desde Bayona llegó a Marsella para acceder después a los Pirineos atravesándolos a pie, soportando tormentas, lluvias y vendavales, acompañado de dos hombres que le servían de guía.

Al llegar al Principado, Maroto se hizo cargo de un ejército que no llegaba a los once mil hombres, y cuya instrucción, si de tal puede hablarse, dejaba mucho que desear. El 7 de septiembre Maroto dio comienzo al asedio de Prats de Llusanés, que se vio obligado a abandonar ante la derrota de las fuerzas que trataron de impedir la llegada de una columna de socorro. Sin desanimarse por ello, dedicó los días siguientes a instruir los batallones que estaban a sus inmediatas órdenes,

«y estableció en ellos tan rigurosa disciplina en ocho días... que no se vio mejor en la División de vanguardia, formada después por el conde de España»


Sin embargo, el 4 de octubre era derrotado y muerto en San Quirico de Besora el barón de Ortafá, su segundo, en una acción cuyo resultado fue atribuido por los catalanes a no haber sido socorrido a tiempo por Maroto. Mas no fue la oposición de los jefes catalanes lo que motivó la salida de Maroto de Cataluña, sino el hecho de considerarse traicionado por no haber recibido los recursos con que esperaba poder contar cuando abandonó Navarra. Así, tras efectuar al intendente Díaz de Labandero peticiones de armamento y uniformes totalmente imposibles de cumplir, Maroto abandonó Cataluña el 5 de octubre con el pretexto de marchar a ver a don Carlos para notificarle la verdadera situación de la guerra en aquel territorio, cumpliendo así.

«mi propósito de dejar el mando de las fuerzas catalanas... no siendo de mi carácter llevar una vida desastrosa y digna sólo de un capitán de bandoleros»

Los catalanes abominaron de un jefe que les había dejado abandonados, y en la corte de don Carlos no se vio con buenos ojos a quien no parecía haberse esforzado todo lo posible en cumplir la misión que le había sido encomendada.

En su viaje de regreso se vio envuelto en nuevas aventuras por Francia donde estuvo encarcelado en Perpiñán y Tours, hasta que pudo fugarse con el auxilio de su ayudante de campo José Burdeos y algunos legitimistas.

La defensa de Estella

Don Carlos le llamó otra vez para organizar las tropas del ejército y Maroto accedió. Puso en orden los batallones ampliando sus filas con soldados dispersos. Restableció la disciplina y mandó construir trincheras y obras de fortificación que cubrieron la ciudad de Estella, dando órdenes severas para recaudar toda clase de subsistencias. Además hizo una campaña para alentar el espíritu público.

Planeó la defensa de Estella y su zona, ordenando el desalojo de los pueblos por donde se suponía que habría de pasar el ejército de Espartero que se sabía estaba decidido a la toma de esta ciudad. Maroto consiguió la retirada de este general con lo que aumentaron los ánimos y la esperanza de su gente.

La idea de Maroto era conservar todas las provincias vascongadas (así se llamaban en la época) como punto de apoyo y residencia de la futura corte de don Carlos hasta que se le abrieran las puertas de Madrid. Para ello trató de ponerse en contacto con el general Cabrera para establecer una línea de operaciones por el Alto Aragón. Formó 5 batallones, aumentó la caballería (haciendo contratas de caballos extranjeros) y durante un tiempo dirigió escaramuzas, defensas y ataques contra las tropas realistas por tierras navarras.

Nuevas conspiraciones, denuncias y desavenencias llegaron a convertirse en una conjura para llevar a cabo el asesinato de Maroto, pero el asunto no prosperó. Su más encarnecido enemigo en esta época fue el carlista José Arias Teijeiro, nombrado por el aspirante, subsecretario de Gracia y Justicia. Firmó muchas sentencias de muerte de los principales generales, acusándoles de sedición. Eran los generales a los que se llamaba despectivamente de carta y compás, reputados también de masones.

Maroto envió a Estella al emisario Carmona (que también conspiraba contra él) que debía comunicar sus órdenes al militar Francisco García, cabecilla de la conspiración contra Maroto en esta ciudad. Este militar había sido Comisario de Guerra durante el reinado de Fernando VII y ahora pertenecía al grupo de Teijeiro, enemigos del general Maroto, dispuesto en Estella a insubordinar a las tropas y desobedecer las órdenes de su general. Se les acusaba de sedición. Las órdenes de Maroto era que le esperasen en un determinado lugar, con el regimiento en pleno para poderle arengar. Las crónicas que cuentan estos acontecimientos narran que Maroto entró en Estella en compañía de su escolta, aunque otras fuerzas le seguían a distancia. Las calles estaban vacías y Francisco García esperaba en su casa, haciendo caso omiso de las órdenes recibidas con anterioridad. A las 8 de la noche Maroto recibió la noticia de que García había sido arrestado por su gente (la gente de Maroto), cuando preparaba la huida disfrazado de cura. El ejército de Estella apoyaba a su general y no acataba más órdenes que las suyas, cosa que dio gran seguridad a Maroto. Después de este arresto fue hecho prisionero también el emisario Carmona y los seguidores de Francisco García. La sedición militar de todos ellos fue comprobada públicamente. Anteriormente habían sido arrestados los generales Juan Antonio Guergué, Francisco García y Pablo Sanz Baeza, más el intendente Úriz.

Se les encerró en el castillo del Puig junto con otros sediciosos y el 18 de febrero de 1839 fue ejecutada la orden de fusilamiento. Fueron fusilados los generales Pablo Sanz y Baeza, Juan Antonio Guergué y Francisco García; los oficiales Sanz e Ibáñez; el brigadier Carmona; el intendente Úriz.

Después de los hechos, Maroto escribió a don Carlos una detallada carta con información sobre las conspiraciones y desavenencias en el seno mismo de los carlistas del norte, así como una denuncia sobre la suerte que corrían en aquellos momentos los jefes militares beneméritos a la sazón encerrados en prisiones. Al mismo tiempo que hizo llegar dicha carta a su destinatario, dio a conocer al público el documento por medio de la imprenta.

Todos estos acontecimientos fueron recogidos y escritos por el militar de la época Manuel Lassala y Soleras en un libro que llevaba el larguísimo título de: Historia del partido carlista, de sus divisiones, de su gobierno, de sus ideas, y del convenio de Vergara: con noticias biográficas que dan a conocer cuales han sido don Carlos, sus generales, sus favoritos y principales ministros.

Por su parte, Pío Baroja, en su obra Aviraneta o la vida de un conspirador, narra así lo sucedido en Estella:

«Un día corrió el rumor de que Maroto se acercaba al pueblo con sus tropas... Estos rumores eran ciertos. Maroto estaba ya a las puertas de la ciudad. A media tarde empezaron a entrar en Estella los soldados del generalísimo. El general García hizo la baladronada de asomarse al balcón de su casa y no le saludó ni se presentó a él. Decían que los batallones navarros estaban tomando posiciones... para oponerse al avance de Maroto, pero no era verdad. De madrugada pasaron por las armas a los generales navarros Guergué, García, Sanz y Carmona. Los fusilaron en una era detrás de la Casa del prior, de espaldas y arrodillados, como a los traidores»

A raíz de estos hechos, Teixeiro redactó un decreto que el aspirante firmó. En este documento don Carlos declinaba toda responsabilidad de los hechos, acusaba a Maroto de crímenes y arbitrariedades y amenazaba a quienes le apoyaban: […] Separado ya del mando del ejército lo declaro traidor, como a cualquiera que después de esta declaración, a que quiero se dé la mayor publicidad, le auxilie u obedezca. […]. Sin embargo los comandantes de los batallones de Estella presentaron sus respetos y lealtad a Maroto, desobedeciendo el decreto.

Maroto mandó reunir a los batallones en el camino real que iba de Vitoria a Pamplona (en total más de 7.000 hombres). En medio de un respetuoso silencio ordenó leer en voz alta el decreto acusatorio. Al concluir, se ofreció para que cumplieran con lo que sus conciencias les dictaran. Pero fue aclamado y vitoreado con un gran griterío tanto por los soldados como por sus jefes entre los que se encontraba el conde Negri. Al final del acto, Maroto correspondió con esta frase: He triunfado de la arbitrariedad, injusticia y obcecación de un príncipe, y la historia me juzgará en su día.

Los carlistas Urbiztondo, Silvestre, Izarbe y el conde Negri se entrevistaron con don Carlos haciéndole ver que la actuación de Maroto como militar había sido la correcta, después de lo cual, el príncipe firmó un nuevo decreto en el que se retractaba del anterior, se mandaba recoger y quemar los ejemplares del manifiesto publicado y se devolvía a Maroto el honor militar. Además fueron desterrados 25 individuos, (militares, clérigos y civiles) implicados en los ataques a Maroto. Fueron conducidos a Francia por los comisionados general Urbiztondo, coronel Leandro Eguía, teniente coronel Rafael Erausquin, custodiados por una compañía alavesa.

El partido marotista

A pesar de los hechos anteriores, no cesaron las intrigas y hostilidades entre los enemigos y los seguidores de Maroto. Así las cosas, surgió y creció un partido llamado marotista, fieles todos a la causa carlista pero opuestos a cómo se estaba llevando la guerra.

Después del fracaso de la Expedición Real, el general Espartero recibió un oficio firmado por el secretario del despacho de guerra del gobierno de la reina Isabel II en que se le facultaba para la terminación de la guerra y para el gasto de 25 millones de reales en las tramitaciones. El general Alaix en nombre de Espartero, comunicó a Maroto dicho oficio. Éste insistió en que haría lo que fuera mejor para el bien de España. Se decidió una entrevista entre los dos generales oponentes que tuvo lugar en la ermita de san Antolín de Abadiano cerca de Durango. A la conferencia de Abadiano asistieron también el coronel inglés Wylde como observador, dada la mediación que en el conflicto había jugado Inglaterra desde tiempo atrás, y el brigadier Francisco Linage, secretario de Espartero. Pero las negociaciones quedaron rotas por el asunto de los fueros: Maroto había prometido defenderlos y Espartero alegó que eran opuestos a la Constitución.

En aquellos momentos ambos ejércitos se encontraban enfrentados y preparados pero no entraron en acción. Al poco Espartero insistió en las negociaciones. Los jefes presentes en la lectura del manifiesto decidieron nombrar una comisión para acordar con él la negociación. La Torre y Urbiztondo marcharon al frente de la comisión (sin Maroto) y formalizaron con Espartero el convenio, cuyo primer escrito no tenía todavía la firma de Maroto, aunque todo lo que se exponía era en su nombre. Más tarde Espartero enviaría una copia a Maroto con el ruego de que la firmara formalmente.

El artículo primero del acuerdo estaba relacionado con los fueros y en él se decía que

«El capitán general don Baldomero Espartero recomendará con interés al gobierno el cumplimiento de su oferta de comprometerse formalmente a proponer a las cortes la concesión o modificación de los fueros.»


A pesar de haber sido firmado el convenio por tantos altos jefes, los batallones navarros sobre todo, sintieron una cierta repugnancia, desconfianza y descontento, incluso hubo oficiales que intentaron la sublevación.

31 de agosto de 1839

En Vergara esperaba el general Espartero con las tropas constitucionales. Cuando llegaron los batallones y escuadrones castellanos, más los vizcaínos y guipuzcoanos, Espartero les arengó y les dio a elegir entre permanecer al servicio de la reina o volverse a sus casas. Según cuentan los historiadores, todos decidieron la adhesión al convenio.

Después fue la arenga de Rafael Maroto:

«Voluntarios y pueblos vascongados, nadie más entusiasta que yo para sostener los derechos al trono de las Españas a favor del señor don Carlos María Isidro de Borbón cuando me pronuncié, pero ninguno más convencido por la experiencia de multitud de acontecimientos, de que jamás podría este príncipe hacer la felicidad de mi patria, único estímulo de mi corazón. […]»

Las arengas de Maroto y de Espartero constan en acta y se conservan debidamente.

En el Cuartel General de Vergara, el 1º de septiembre de 1839, Espartero arengó por última vez a los pueblos vascongados y navarros, les notificó la paz firmada en los campos de Vergara y la incorporación de los ejércitos a su mando:

«El general don Rafael Maroto y las divisiones Vizcaína, Guipuzcoana y Castellana, que sólo han recibido desaires y tristes desengaños del pretendido rey han escuchado ya la voz de paz y se han unido al ejército de mi mando para terminar la guerra.»

Terminada la contienda, se le revalidó la graduación de teniente general y se le nombró Ministro del Supremo Tribunal de Guerra y Marina.

El 11 de septiembre de 1846 emprendió el regreso a Chile, donde conservaba algunas propiedades, desembarcando en Valparaíso el 22 de diciembre y estableciéndose en la hacienda que su difunta esposa tenía en Concón. Su muerte tuvo lugar en Valparaíso el 25 de agosto de 1853, ciudad a la que se había trasladado durante su última enfermedad en busca de cuidados más apropiados y en cuyo cementerio fue enterrado bajo una lápida que hacía constar su condición de teniente general del ejército español y sus títulos nobiliarios de vizconde de Elgueta y conde de Casa Maroto. Posteriormente, y con motivo de los actos conmemorativos de la batalla de Chacabuco sus restos fueron trasladados al Mausoleo del Ejército el 2 de junio de 1918 y ubicados en el nicho número 77 con la siguiente inscripción: «El Ejército de Chile al brigadier del Ejército español D. Rafael Maroto».

Rafael Maroto es una figura controvertida. Algunos historiadores tachan de traición hacia la causa carlista su intervención en la paz de Vergara y otros opinan que fue un acto inteligente y bien llevado, aduciendo que el ejército del pretendiente se encontraba casi extinguido y sin salida. Sin embargo, un vistazo a los estados de fuerzas que incluye Antonio Pirala en su "Historia de la Guerra Civil y de los Partidos Liberal y Carlista" para 1839 no parece secundar esta segunda opinión

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 21:08

Excmo. Sr. D. José BORGES General del Ejercito Español


José Borges (Vernet, 1813 - Tagliacozzo, 30 de noviembre de 1861) fue un militar tradicionalista español, que combatió en las filas del carlismo, primero, y posteriormente en las filas borbónicas en Italia meridional.

De familia católica y reaccionaria, participó en la Primera Guerra Carlista. En la guerra, perdió a su padre, que fue fusilado en Cervera, y a su hermano. Borges fue uno de los más estrechos colaboradores de Carlos de España, obteniendo el grado de coronel en 1839. Con el armisticio, emigró a Bourg-en-Bresse, en Francia.

Regresó en 1847, al estallar la Segunda Guerra Carlista, participando como general de brigada en numerosas acciones que le valieron la comandancia general de Tarragona, y más tarde la de Cataluña, aunque de forma provisional. En 1849 fue derrotado por las tropas liberales del general Quesada en Selma. Al acabar la guerra, se volvió a exiliar, pero durante el Bienio Progresista, participó en diversas agitaciones en varias comarcas catalanas.

Retornó al exilio en Francia, dado el fracaso de sus intentonas. Con el grado de mariscal de campo, en 1860 se trasladó a Roma poniéndose al servicio del ejército vaticanista. Tras mantener conversaciones con algunos oficiales enviados por el general borbónico Clary, pasó al servicio de Francisco II, destronado éste por Giuseppe Garibaldi. Su objetivo era dar una dirección legitimista a la revuelta campesina que estalló poco después de la unificación de Italia.

Borges se trasladó a Calabria y Basilicata luchando al lado de los bandoleros, en las que destacaba el famoso Carmine Crocco pero, abandonado por este último, se dirigiò a Roma para informar al rey borbónico. Durante el viaje, fue hecho prisionero y fusilado por el ejército de la Casa Saboya.

Su cadáver fue enterrado en la Iglesia del Gesù, en Roma. Borges escribió un diario, donde recoge sus acciones militares más destacadas en Calabria y Basilicata, que fue publicado por Marc Monnier, dentro de Notizie storiche documentarie sul brigantaggio nelle provincie napolitane. El diario fue traducido al español en el libro Historia del bandolerismo y de la Camorra en la Italia meridional de Joan Mañé i Flaquer y Joaquim Mola i Martinez. Victor Hugo condenó su fusilamiento, arremetiendo contra el gobierno de Víctor Manuel II por los métodos utilizados.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 21:13

Excmo. Sr. D. Manuel CARNICER General del Ejercito Español (bando carlista)


Manuel Carnicer (Alcañiz (Teruel), 1790 - Miranda de Ebro, 1835), brigadier del ejército carlista protagonista del alzamiento en Aragón contra la regencia de María Cristina de Borbón.

Ingresó muy joven en el Real Cuerpo de Guardias Valonas. Alcanzó el grado de capitán en 1822, habiendo participado anteriormente en la Guerra de Independencia de 1808. Posteriormente participó en las campañas realistas (1822-23) sirviendo en el 2º Regimiento de Cazadores de la Guardia Real.

Por sus convicciones realistas fue apartado del ejército retirándose a Alcañiz donde estuvo hasta la muerte de Fernando VII. Fue entonces cuando tomó partido en favor de don Carlos María Isidro de Borbón. Cuando comenzó el levantamiento carlista, reunió a siete guerrilleros y proclamó a Carlos V, recorriendo con ellos los pueblos de Hervés, la Pobleta de Morella y Ortells (Castellón), llegando a las puertas de Morella con 22 hombres e intimando a la fortaleza a su rendición. A la muerte de Rafael Ram de Viu, el Barón de Hervés, Carnicer asumió la jefatura militar del ejército carlista en el Bajo Aragón y Maestrazgo, obstaculizando la carrera militar de Cabrera, con quien tuvo muchos enfrentamientos y discusiones por el mando indiscutible de Carnicer.

Dirgiéndose al cuartel real del Pretendiente para recibir grado y órdenes, fue delatado, detenido por las fuerzas cristinas en Miranda de Ebro y fue fusilado allí el 6 de abril de 1835.

Tras su muerte fue desmembrado para que no se pudiera encontrar su cuerpo. Cabrera se benefició inmediatamente con su desaparición, ya que finalmente fue nombrado como sustituto. Todo apunta a que Carnicer era partidario de convenir la paz con los Isabelinos a cambio de la devolución de los Fueros a Aragón, por lo que Cabrera fue quien lo denunció, para que la guerra siguiera, y con ella, su carrera militar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 21:23

Excmo. Sr. D. Miguel GOMEZ DAMAS General del Ejercito Español (bando carlista)

Miguel Sancho Gómez Damas (Torredonjimeno (Jaén); 5 de junio de 1785 - Burdeos, Francia; 11 de junio de 1864) fue un militar español.

Comenzó a estudiar Derecho en Granada pero abandonó los estudios tras el alzamiento español contra la ocupación francesa de 1808. El 9 de junio de 1808 ingresa como subteniente en el ejército y participa en la batalla de Bailén. Toma parte en otras acciones bélicas hasta que el 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Es enviado prisionero a Autun (Francia) pero logra escaparse y vuelve a incorporarse al ejército. En septiembre de 1812 ya es capitán. Se casó en Madrid con Vicenta de Parada en 1815. Poco después se retira del servicio activo el (8 de mayo de 1816).

El matrimonio se estableció en Jaén, donde Miguel Gómez trabajó como administrador de bulas. Pero, tras el golpe del general liberal Rafael de Riego de 1820, Miguel Gómez, defensor acérrimo de las ideas absolutistas, comienza a conspirar contra el gobierno liberal. Intenta sublevar al regimiento provincial de Jaén pero no lo consigue. Como consecuencia de este acto, tiene que abandonar Jaén.

Después de la restauración absolutista, propiciada por la intervención militar de los Cien Mil Hijos de San Luis (1823), Miguel Gómez regresa a Andalucía. En Cádiz logró frenar un levantamiento y consiguió la comandancia de Algeciras, cargo del que será depuesto durante la regencia de María Cristina de Borbón por sus ideas absolutistas.

Estando en Madrid estalla la Primera Guerra Carlista. Pronto se encamina hacia Navarra para ponerse a las órdenes del general carlista Tomás de Zumalacárregui. Fue nombrado jefe de su Estado Mayor y participó en los combates de Asarta, Acción de Alegría de Álava, Acción de la Venta de Echavarri y Alsasua. En 1834 acompañó a don Carlos y fue nombrado Comandante General de Vizcaya. Posteriormente, pasó a ser Comandante General de Guipúzcoa y tras la acción de Guernica y la toma de Tolosa alcanzó el grado de Mariscal de Campo. En 1834 recibió el título de marqués de Orbaiceta. Según, Rahden, era rubio y tenía los ojos azules.

Pero, si Miguel Gómez entra en historia de España, es por su famosa Expedición de 1836.
La Expedición de 1836

Comúnmente llamada Expedición Gómez. Bruno Villarreal comandante supremo del ejército carlista en el país vasco-navarro, organizó una expedición para que marchase a "...Asturias y Galicia para fijando allí la guerra, llamase la atención del enemigo por aquella parte y desahogase al ejército de estas provincias," entregando el mando a Miguel Gómez. Su objetivo principal era dominar Asturias ya que se tenía noticias, aunque no eran ciertas, de que allí existía una importante base para poder realizar un alzamiento carlista y que debería marchar a Galicia tanto si había logrado realizar el objetivo asturiano como si habiendo fracasado en ello, se refugiase allí, intentando realizar de nuevo un alzamiento. Fracasando en ambas regiones, en vez de retirarse al país vasco-navarro, emprendió un sorprendente recorrido.

Comenzó en junio de 1836, su tropa estaba compuesta por los batallones 2º, 4º, 5º y 6º de Castilla, un pelotón de granaderos de la Guardia Real pasados del bando isabelino y dos escuadrones, en total, unos 2.700 infantes y 180 jinetes. Partió en dirección a Asturias y Galicia. Salió de Amurrio y tomó Riaño, Oviedo, Lugo, La Coruña y Santiago de Compostela. Desde aquí, decidió hacer una incursión que le llevaría hasta Andalucía. De forma efímera conquistó León, Palencia, Valladolid, Sigüenza, Utiel, Albacete, Villarrobledo, Baeza, Córdoba, Pozoblanco, Almadén, Cáceres, Alcántara, Écija, Osuna, Ronda, Arcos de la Frontera, Pedro Muñoz y El Burgo de Osma. Acabó la expedición en diciembre de 1836.

Durante este recorrido, logró formar un ejército de hasta 6.000 hombres gracias a los carlistas que se le unieron en el camino (como Ramón Cabrera) y se enfrentó a los generales liberales en varias ocasiones: venció a Tello en Baranda y a López en Matilla; fue derrotado por Espartero en Escaro y por Alaix en Villarrobledo. Además, los generales Rodil y Narváez lo persiguieron infructuosamente (batalla del Majaceite), llegando a movilizar tras de sí, en el momento culmen, a casi 25.000 soldados liberales. Su empeño por provocar y consolidar levantamientos carlistas en los territorios que atravesaba le fueron imposibles de realizar ya que no podía permanecer largo tiempo en ninguna población, debido a la permanente persecución a la que era sometido por las tropas isabelinas. "Las poblaciones habían visto aparecer a Gómez en silencio y en silencio aguardaban, no tomando apenas parte en la contienda y contentándose con tener dos ayuntamientos, uno para recibir las tropas carlistas y otro para las de la Reina". Volvió al país vasco-navarro del que había salido con 3.000 soldados aunque no todos eran los mismos que habían partido sino que las bajas habían sido cubiertas con hombres que encontró en el recorrido y que incorporó a su tropa, los unos lo hicieron voluntariamente, los otros fueron obligados. A pesar de estas acciones, Gómez fue juzgado y encarcelado por sus superiores por no cumplir las órdenes que le habían sido dadas.

Tras la rendición de Rafael Maroto (1839), Miguel Gómez decide exiliarse, junto con su esposa, en Francia. Volvió a España durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), siendo Comandante General de Andalucía. Tras el nuevo fracaso carlista, volvió al exilio francés, a Burdeos.

El 11 de junio de 1864 dirigió un escrito a Isabel II en el que la reconocía como reina de España, solicitando ser reintegrado en el ejército con los grados y empleos que había recibido de don Carlos. El ministerio de la Guerra desestimó el 14 de febrero de 1865 la demanda, "en razón a haber terminado los plazos marcados para esta clase de reclamaciones." Los legitimistas franceses ayudaban económicamente a Gómez y posteriormente a su viuda pero cuando se enteraron del escrito en el que el general reconocía a la reina, retiraron el apoyo económico a la viuda, la cual escribió el 27 de abril de 1865 a Isabel II sobre su penosa situación económica, pidiendo la "revalidación de los empleos obtenidos por su marido con anterioridad al convenio de Vergara...y se le señale la consiguiente pensión de viudedad para poder subsistir en sus ancianos días." Al no recibir contestación, presentó de nuevo la petición al cónsul de España en Burdeos, el cual la cursó, acompañando a su vez un escrito al Ministro de la Guerra en el que decía que los legitimistas "...han retirado a la viuda la corta pensión que la tenían señalada, dejándola en su avanzada edad en el último grado de misera.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 21:29

Excmo. Sr. D. Sebastián Gabriel DE BORBON Y BRAGANZA


Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza (en portugués Sebastião Gabriel de Bourbon e Bragança) (Río de Janeiro, Brasil, 4 de noviembre de 1811 - Pau, Francia, 13 de enero de 1875), fue un infante de España y Portugal conocido por su inicial apoyo al carlismo y su participación en la Primera Guerra Carlista.

El infante don Sebastián Gabriel era el único hijo del infante luso-español Pedro Carlos de España y de la infanta portuguesa María Teresa de Portugal, Princesa de Beira. Sus abuelos paternos eran el infante Gabriel, hijo predilecto de Carlos III de España, y la infanta Mariana Victoria, fallecidos ambos en 1788. Sus abuelos maternos eran el Rey Juan VI de Portugal y la infanta española Carlota Joaquina de Borbón. Consecuentemente, las generaciones inmediatas de la genealogía de don Sebastián eran netamente hispano-portuguesas, y el grado de consanguinidad de la familia era muy elevado. Su padre, nacido infante de España, vivió prácticamente toda su vida con la familia real portuguesa, y recibió el título de infante de Portugal a muy temprana edad.

Don Sebastián Gabriel nació en Río de Janeiro, en Brasil, donde se había refugiado la familia real portuguesa durante la invasión de Napoleón I Bonaparte. Recibió los nombres de Sebastião Gabriel Maria Carlos João José Francisco Xavier de Paula Miguel Bartolomeu de S. Geminiano Rafael Gonzaga (en español Sebastián Gabriel María Carlos Juan José Francisco Javier de Paula Miguel Bartolomé de San Geminiano Rafael Gonzaga) en su bautismo. En 1812 el pequeño infante quedó huérfano de padre. Cuando nació sólo recibió el título de infante de Portugal, y no sería hasta 1824 que su tío en segundo grado el rey Fernando VII de España le concedería el título y los honores de infante de España.

En 1814 la familia real portuguesa comenzó su regreso a Portugal, aunque don Sebastián Gabriel y su madre permanecieron en el país tropical hasta 1821; no obstante, a su regreso doña María Teresa se instaló en Madrid, donde reclamó para su hijo la cuantiosa herencia que por ley le correspondía a su hijo.

Con el fin de mejorar las relaciones entre ambas familias, se acordaron además las bodas dobles de las infantas portuguesas María Isabel y María Francisca con el Rey español Fernando VII y su hermano menor don Carlos María Isidro de Borbón respectivamente. Las nupcias tuvieron lugar en 1816. La presencia de las tres princesas portuguesas en la corte española sería desde entonces clave.

La situación en la corte madrileña fue muy tensa durante los últimos años de reinado de Fernando VII. El rey, tras enviudar por tercera vez, contrajo matrimonio con su sobrina, la Princesa napolitana María Cristina de las Dos Sicilias. La pareja tuvo dos hijas, Isabel y Luisa Fernanda. Tras varios tejemanejes e intrigas, se acordó que la heredera al trono fuese la pequeña Isabel y no su tío Carlos, como se pensó hasta entonces (ver carlismo). No obstante, la llegada de la princesa napolitana trajo consigo una buena noticia para don Sebastán Gabriel, que se casó el 25 de mayo de 1832 en Madrid con una de las hermanas pequeñas de la reina, la princesa María Amalia de las Dos Sicilias.

Pronto surgieron dos facciones en Palacio debido a la sucesión, y la madre de don Sebastián Gabriel, muy conservadora, apoyaba a su cuñado don Carlos en su lucha por el trono. Tras la muerte de Fernando VII en 1833 y el comienzo de la regencia de doña María Cristina, doña María Teresa y los demás partidarios del infante Carlos fueron expulsados de España.

No obstante, don Sebastián Gabriel permaneció fiel al difunto rey y a su pequeña hija, que contaba sólo tres años en el momento de su ascensión al trono. Su madre, doña María Teresa, comenzó entonces una larga correspondencia cargada de chantaje emocional para hacer cambiar a su hijo de bando. También su esposa, doña María Amalia, era fiel a la causa carlista.

Poco duró la fidelidad de don Sebastián Gabriel, que bajo un pretexto falso se fue a Barcelona y de allí a Nápoles, a la corte de su cuñado. Regresó a la ciudad condal para dirigir una campaña militar que acabó por fracasar, y de nuevo tuvo que volver a la capital napolitana. De allí pasó a Leybach, donde se reunió con don Carlos y su familia, incluida su madre, la princesa de Beira. Disfrazado de comerciante inglés, don Sebastián Gabriel entró de nuevo en España por la localidad de Zugarramurdi, donde se le nombró ayuda de campo de don Carlos y más tarde pasó a la jefatura del ejército carlista.

El infante participó en la batalla de Oriamendi (1837), así como en Huesca y Barbastro, sitió Bilbao y llegó a Castilla la Nueva. En 1838 su madre, la princesa de Beira, se casó en Azcoitia con don Carlos, convirtiéndose así en reina de los carlistas. En 1839 acabó estrepitosamente la Primera Guerra Carlista, y don Sebastián Gabriel residió en Nápoles con su esposa, donde se concertó el matrimonio de Carlos Luis de Borbón y Braganza con doña Carolina de Borbón-Dos Sicilias y Borbón.

Tras el fallecimiento de don Carlos en 1855 y de su propia esposa en 1857, don Sebastián Gabriel comenzó a plantearse su regreso a España. Su matrimonio no había dejado descendencia, y el ex infante (pues había perdido sus títulos cuando se enroló en el ejército carlista) escribió a su prima, la reina Isabel II para rogar el permiso necesario para instalarse de nuevo en Madrid.

Su llegada estuvo marcada por la acritud de su madre, que no le perdonó la traición de abandonar la causa carlista, y más aún cuando don Sebastián Gabriel contrajo segundas nupcias con la hermana pequeña del rey consorte, Francisco de Asís de Borbón, doña María Cristina de Borbón y Borbón, a quien las malas lenguas apodaban la infanta boba por sus pocas luces intelectuales y su sonada fealdad.

Desde entonces don Sebastián Gabriel, que fue restituido en sus honores de infante de España, vivió tranquilamente en la corte, al margen de las maquinaciones carlistas y siendo siempre fiel a su sobrina y ahora concuñada. Se dedicó a numerosas buenas obras y se convirtió en un personaje muy popular en la corte. En 1861 se le restituyó una valiosa colección de arte que le había sido incautada en 1835; entre sus tesoros se contaba el ahora famoso Bodegón de caza, hortalizas y frutas de Juan Sánchez Cotán.

En 1868 una revolución destronó a su sobrina, y don Sebastián tuvo que abandonar una vez más España con su familia, pasando a residir en París. Apoyó a su sobrino, Alfonso XII, en su lucha por el trono español tras la abdicación de su madre en 1873. La muerte de su madre la princesa de Beira en 1874 minó su salud, y él falleció en Pau, Francia, el 13 de enero del año siguiente.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 22:27

Excmo. Sr. D. Vicente GENARO DE QUESADA General del Ejercito Español


Vicente Genaro de Quesada (La Habana, 19 de septiembre de 1782 - Hortaleza, 15 de agosto de 1836), marqués del Moncayo, fue un militar español.

Hijo del gobernador de Nicaragua Juan Nepomuceno de Quesada, natural de Jaén y de María Josefa de Arango y Castillo, natural de la La Habana, fue bautizado el 3 de octubre de 1782 en la iglesia del Santo Ángel Custodio de La Habana. Destinado por su padre a la carrera militar, ingresó como cadete en el año 1794 en el tercer batallón de infantería de Cuba, en el que sirvió hasta 1796. Ese año fue nombrado por el Rey cadete del regimiento de la Guardia Real.

Llegado a Madrid en 1808, ingresó en la Guardia valona, participando en el Levantamiento del 2 de mayo. Huyó de la capital y se reunió con los militares que se habían refugiado en Badajoz, donde comenzaban a formar el ejército que había de enfrentarse al de los invasores franceses. Fue nombrado teniente coronel, recibiendo el mando del primer batallón de voluntarios de Plasencia y poco después del cuarto batallón de guardias valones. El ejército de Extremadura pasó a combatir a Castilla la Vieja, cayendo Quesada preso durante de la batalla de Gamonal del 10 de noviembre de 1808, tras sufrir once heridas, siendo conducido al depósito de prisioneros de Dijon en Francia. Tras dos intentos de fuga fallidos, consiguió escapar a Cataluña desde donde se dirigió por mar a Cádiz. Se incorporó al ejército pero no obtuvo el nombramiento de brigadier que creía que le correspondía ni participó en acción importante alguna, siendo finalmente nombrado gobernador militar y político de Santander.

Al volver Fernando VII a ocupar el trono, obtuvo el rango de brigadier así como varias condecoraciones por sufrimiento en cautiverio y participación en la guerra. Al oponerse al movimiento de restauración de la Constitución española de 1812, fue depuesto y perseguido, refugiándose en Francia. Aquí participó activamente en el movimiento realista, siendo nombrado capitán general del éjercito de Navarra al entrar en España con las tropas francesas. Restituido Fernando VII, obtuvo mandos militares en Granada, Valencia, Murcia y Guipúzcoa, siendo nombrado capitán general de Andalucía en el año 1825, donde se señaló tanto en reducir los movimientos constitucionales como las actuaciones de bandoleros. En 1831 fue nombrado comandante general de la guardia real de infantería e inspector general de la infantería de línea y ligera del ejército, con sede en Madrid.

Primera Guerra Carlista

Al morir Fernando VII, el círculo político que aconsejaba a la reina regente, no confiando en la lealtad de Quesada, considerándole afecto a la causa carlista que comenzaba a fraguarse, trató de alejarlo de la Corte, nombrándole capitán general de Andalucía. Quesada se opuso tenazmente a lo que consideraba un destierro y consiguió convencer al gobierno de Francisco Cea Bermúdez de su lealtad, siendo nombrado capitán general de Castilla la Vieja, con residencia en Valladolid.

Sofocó las revueltas carlistas encabezadas por Jerónimo Merino en esta región, recibiendo como recompensa título de Castilla, eligiendo el de marqués de Moncayo, tomando este nombre al hecho de que poseía un Granada un mayorazgo así llamado. A los pocos meses, en enero de 1834, fue nombrado virrey de Navarra y comandante en jefe del ejército del Norte.

Una vez allí tuvo problemas para contener a las fuerzas de Zumalacárregui, que en abril capturaron uno de sus convoyes y establecieron un bloqueo sobre Pamplona. La prensa liberal echó la culpa del fracaso a Quesada, que en junio fue relevado del mando. Tras los sucesos derivados del motín de La Granja de San Ildefonso, en agosto de 1836, trató de escapar de la capital refugiándose en casa de unos amigos en el pueblo de Hortaleza, al norte de Madrid. Pero fue descubierto y ajusticiado por una turbamulta antes de que los Coraceros de la Reina Isabel II pudieran arrestarle

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 22:34

Excmo Sr. D. José Ramón RODIL Y GAYOSO CAMPILLO General del Ejercito Español

José Ramón Rodil y Gayoso (o Galloso) Campillo, Virrey de Navarra, Marqués de Rodil con el Vizcondado previo de Trobo (Santa María de Trobo, Lugo, 5 de febrero de 1789 - Madrid, 20 de febrero de 1853), fue un militar español.

Al tiempo de la guerra de la independencia se encontraba cursando sus estudios en la Universidad de Santiago de Compostela. Como en otros centros universitarios, se formaron por los claustros unidades de voluntarios para combatir al invasor, encuadrándose Rodil en el Batallón Literario en 1808.

Pasó al Perú con el Regimiento del Infante, y poco después de llegar al Callao fue ascendido a comandante (1817). Destacado a la ciudad de Arequipa con la misión de organizar un batallón, se trasladó con sus reclutas a la pequeña isla del Alacrán, frente al puerto de Arica. Luego de un riguroso entrenamiento, al frente de ellos marchó a reforzar las unidades realistas que guarnecían Chile.

Participó en los combates de Talca, Cancha Rayada y Maipú. Al retornar a Lima fue ascendido a coronel (1820) y destinado a las fuerzas acantonadas en el Callao.

El desastre de Ayacucho puso fin al virreinato peruano, sin embargo Rodil, comandante militar de las fortalezas del Callao, se negó a acogerse a la capitulación de Ayacucho confiando en que aún podría recibir refuerzos de España. Asediado por tierra y por mar, en la Fortaleza del Real Felipe y los Castillos del puerto resistió un sitio de casi dos años, contaba para su defensa con los veteranos regimientos Real de Lima y Arequipa junto a los soldados independentistas desertores que se le habían unido. Se habían refugiado también en el Callao millares de civiles realistas que perecieron en gran número por hambre y enfermedad.

Finalmente el 22 de enero de 1826 cuando casi todos sus soldados habían muerto y los sobrevivientes se alimentaban de ratas Rodil aceptó capitular ante el comandante del asedio el general venezolano Bartolomé Salom. La asombrosa resistencia del jefe realista mereció que Simón Bolívar dijera a Salom después del triunfo, cuando éste último pedía la máxima pena para el jefe realista: “El heroísmo no es digno de castigo”. Rodil obtiene condiciones honrosas en la capitulación llevando consigo las banderas de sus regimientos que fueron las últimas en abandonar el Perú. Con la entrega del Callao, desapareció el último ejército español de América del Sur. Regresó a la península en 1826 como Mariscal de Campo por haber defendido heroicamente El Callao, y por sus méritos militares se le otorgó en 1831 el título nobiliario de Marqués de Rodil.

Unido a los liberales, con ocasión de la reorganización militar llevada a término por la Regente María Cristina de Borbón a la muerte de Fernando VII, fue encargado de perseguir y capturar al pretendiente al trono Carlos María Isidro de Borbón, hermano del difunto rey, pero la tarea fue vana al estar éste refugiado en Portugal. Durante la Primera Guerra Carlista fue nombrado General en Jefe del Ejército del Norte y virrey de Navarra (en julio de 1834), enfrentándose a Zumalacárregui, que le derrotó y provocó su fulminante destitución, cuatro meses después.

Fue fundador y organizador del Cuerpo de Carabineros con el nombre de Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras por Real Decreto de Fernando VII el 9 de marzo de 1829 en tiempos del ministro de Hacienda Luis López Ballesteros. Pocos años después, en 1833 pasa a denominarse Carabineros de la Real Hacienda dependiendo de la Dirección de Rentas Estancadas del Ministerio de Hacienda. Su dependencia de Hacienda hace que los carabineros entren en un estado de abandono. En 1842 el Cuerpo de Carabineros estaba totalmente desacreditado y era totalmente inoperante. Ese mismo año se encomienda al mariscal de campo Martín José de Iriarte, la organización del Cuerpo de Carabineros del Reino, para sustituir a los de la Real Hacienda.

Posteriormente tuvo varios destinos administrativos fuera del frente de batalla como Capitán general. Hombre de la confianza de Baldomero Espartero, cuando éste alcanzó la Regencia en 1840 le nombró Presidente del Consejo de Ministros en 1842. Con anterioridad había sido Ministro de la Guerra, Diputado y Senador. Fue Gran Maestro Masón desde 1837 hasta 1851.

Falleció en Madrid el 20 de febrero de 1853, a los 64 años de edad.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 22:41

Excmo. Sr. D. Luis FERNANDEZ DE CORDOVA General del Ejercito Español

Luis Fernández de Córdova (San Fernando, Cádiz; 2 de agosto de 1798 – Lisboa, 22 de abril de 1840) fue un militar, político y diplomático español. De marcada tendencia absolutista durante el reinado de Fernando VII, se sublevó contra el gobierno durante el Trienio Liberal lo que le obligó, tras fracasar, a huir a Francia.
Biografía

Hijo del capitán de fragata de la Real Armada José María Fernández de Córdoba y Rojas, Luis Fernández de Córdova apoyó al rey en la reinstauración del absolutismo regresando a la península con la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis encabezada por el Duque de Angulema en 1823. Con posterioridad fue embajador de España en París, Lisboa y Berlín.

Volvió a España a la muerte del rey para apoyar a Isabel II durante la Primera Guerra Carlista contra el pretendiente Carlos María Isidro de Borbón. Apoyó el establecimiento del Estatuto Real de 1834. Llegó al frente del Norte con el ejército de Rodil, recibiendo el mando de una de sus divisiones, a pesar de carecer experiencia en el mando de tropa. Tras la destitución de Rodil en octubre de 1834, recibió el mando del exiguo ejército isabelino de Navarra, enfrentándose a Zumalacárregui en las batallas de Mendaza y Arquijas. Participó en junio de 1835 en el levantamiento del sitio de Bilbao, recibiendo el mando del ejército del Norte. En julio libró la batalla de Mendigorría.

A pesar de este triunfo obtenido en Navarra, decidió que las tropas isabelinas deberían de abandonar los escenarios de combate en los valles navarros de las Amescoas y de la Borunda, en los que tantas bajas había hecho Zumalacárregui con su táctica guerrillera al ejército isabelino, trasladando el frente a los límites norteños de Álava con Vizcaya y Guipúzcoa, y ocupar desde allí estas provincias. Esta estrategia le llevó a realizar la larga Batalla de Arlabán sin obtener éxito alguno.

Cuando la regente María Cristina se vio forzada a recuperar la Constitución liberal gaditana de 1812 en agosto de 1836, abandonó el mando y huyó a Francia, ya que sus soldados estaban muy descontentos con él, debido al mal trato que les daba y, especialmente, por el inútil sacrificio de vidas en la Batalla de Arquijas, por lo que temía ser asesinado por ellos.

En París publicó su Memoria justificativa, trató de enviar la edición a España pero al ser retenida esta en la frontera, encargó realizar una nueva edición en Madrid. Vuelto a España en 1838, trató de organizar una sublevación de los cuarteles de Sevilla pero fracasó, debiendo huir a Portugal en 1838, falleciendo dos años después.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 23:43

Excmo Sr. D. Marcelino ORAA General del Ejercito Español

Marcelino Oráa, Beriáin (Navarra) 1788 - 1851) fue un militar español que tuvo gran relevancia durante la Primera Guerra Carlista. Fue casado con Josefa de Erice que en 1856 solicitó la gracia de ser nombrada Condesa de Chiva, Vizcondesa de Oráa.1

Llamado por sus soldados "el Abuelo" y por los carlistas "Lobo Cano".

Guerrillero en Navarra con Francisco Espoz y Mina, acabó la guerra siendo un gran conocedor del territorio vasco-navarro. Estuvo encargado de escoltar a los soldados franceses hechos prisioneros por el caudillo navarro hasta las playas guipuzcoanas donde eran entregados a la armada inglesa. De ésta recibía armas y municiones que a su vez transportaba a Navarra. Gran resonancia tuvo cuando consiguió llevar desde la playa de Deva en Guipúzcoa hasta Navarra un pesado cañón de batir que le entregó un buque británico, empleando para el transporte bueyes que lo arrastraban por los caminos de montaña durante la noche. Este hecho fue argumento para una novela de Cecil Scott Forester que fue llevada al cine, aunque los argumentos tanto de la novela como de la película no guardan relación alguna con el hecho realizado por Oráa.

Dado su buen conocimiento del territorio en el que operaba Zumalacárregui durante la Primera Guerra Carlista, fue el jefe isabelino que con más éxito consiguió enfrentarse a la táctica guerrillera del jefe carlista.

Al morir Fernando VII en 1833 y encenderse la cruel guerra carlista entre los partidarios del hermano del rey fallecido, don Carlos, y los de la reina madre María Cristina, de nuevo volvió a ser escenario de cruentas luchas y avatares sin cuento. Morella fue conquistada por el ejército de Ramón Cabrera el 26 de enero de 1838, defendida victoriosamente ante el ataque de las cinco divisiones del general Marcelino Oráa en verano del mismo año, y convertida en la capital carlista del territorio controlado por Cabrera hasta 1840.

El 24 de julio de 1838, día del cumpleaños de la reina regente, un poderoso ejército compuesto de 23 batallones, 12 escuadrones, 25 piezas de artillería y algunas compañías de ingenieros, al mando del general Oráa, se ponía en marcha para establecer el cerco a Morella.

El 29 de Julio quedaba establecido el cerco, en el que participaban más de 20.000 soldados, 2.000 caballos y 18 piezas de artillería. Cabrera mandó enarbolar en su castillo la bandera negra, en cuyo centro se veía una calavera de paño blanco. Los sitiadores y los sitiados comprendieron el significado de esta señal terrible.

El día 18 de agosto, tras oir en Consejo la opinión de sus generales y jefes, el general Oráa, sin víveres y sin esperanzas de éxito, da la orden de emprender la retirada hacia Alcañiz, levantando el sitio y afrontando la humillación de no haber podido tomar la plaza tan bravamente defendida por un incontablemente inferior número de defensores carlistas. Los liberales dejaron en la intentona cerca de 2.000 hombres entre muertos y heridos alrededor de las murallas de Morella. La prensa europea se hizo eco de la hazaña de Cabrera, cuyo nombre se rodeó de una aureola de leyenda y morbosa curiosidad.

El fracaso del sitio de Morella provocó una crisis ministerial en Madrid, de la que dan buena cuenta los Diarios de Sesiones de Las Cortes de la época, y el gobierno decidió la sustitución del general Oráa por el mariscal de campo D. Antonio Van Halen al frente del ejército del Centro.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 23:55

Fernando FERNANDEZ DE CORDOVA General del Ejercito Español

Fernando Fernández de Córdova y Valcárcel (Buenos Aires, 2 de septiembre de 1809 – Madrid, 30 de octubre de 1883), II marqués de Mendigorría, fue un militar español, hijo del capitán de fragata de la Real Armada José María Fernández de Córdoba y Rojas y de María de la Paz Rodríguez de Valcárcel y O'Conrry, I marquesa de Mendigorría. Junto con su hermano Luis combatió en la Primera Guerra Carlista. Perteneció al

Con veintiún años obtuvo el grado de teniente coronel y el mando de un batallón al incorporarse en abril de 1834 a la tropa isabelina de Gerónimo Valdés. Carecía de toda experiencia militar, ignorando el esfuerzo físico que debía realizar el soldado de a pie, mientras que él sólo se movía montado a caballo.

Bien pronto, al igual que su hermano Luis, fue detestado por la tropa que tenía a su mando por el mal trato que dispensaba a sus soldados. Él mismo cuenta en sus memorias que nada más recibir el mando en Vitoria, al ver que uno de sus soldados no saludaba como debía a un teniente, «...mandé en el acto al batallón poner armas al hombro y haciendo salir al granadero veinte pasos al frente, hícele despojar de sus armas y equipo y aplicar sesenta palos por cuatro cabos de la compañía al toque de fagina. Ejecutado con rigor el castigo y casi exánime el granadero, lo mandé conducir al hospital».

Ascendió a teniente general en 1847 y fue destinado a Italia para restaurar el poder temporal del papa Pío IX y derrocar a la República Romana, democráticamente elegida. Ocupó el Ministerio de la Guerra y del 17 al 19 de julio de 1854 fue presidente del Consejo de Ministros en plena crisis revolucionaria. A pesar de haber sido partidario de Isabel II, se unió al movimiento revolucionario de 1868 que puso fin al reinado de esta. Nuevamente fue ministro de la Guerra con Amadeo de Saboya y con la Primera República Española, pero en 1873 se retiró por completo de la vida política.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 25 Feb 2016 23:59

Excmo. Sr. D. Manuel GUTIERREZ DE LA CONCHA General del Ejercito Español

Manuel Gutiérrez de la Concha e Irigoyen conocido por su título nobiliario de marqués del Duero (Córdoba del Tucumán, Virreinato del Río de la Plata actual Argentina, 3 de abril de 1808 - Monte Muro, Navarra, 27 de junio de 1874) fue un militar y político español de tendencia liberal-moderada, notable por su combate contra las insurrecciones carlistas

Manuel de la Concha nació en la actual Argentina, hijo de Petra Irigoyen y de Juan Gutiérrez de la Concha y Mazón, brigadier de marina y entonces gobernador intendente de la provincia de Tucumán. Su padre murió fusilado durante las luchas que siguieron a la Revolución de Mayo de 1810, recibiendo en 1864 honras fúnebres en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz). Después de la muerte del padre, en 1814, la familia fijó su residencia en España, donde Manuel de la Concha hizo sus estudios preparatorios. Ingresó en la Guardia Real como cadete en 1820, ascendió a alférez en 1825 y a teniente en 1832.

Se adhirió al liberalismo, lo que le valió algunos meses de prisión antes de la muerte de Fernando VII. Habiéndose desencadenado la Primera Guerra Carlista, se unió a la causa de Isabel II y fue destinado al ejército del Norte, distinguiéndose en las acciones de Durango, Alsasua y Zúñiga, por las que obtuvo la Cruz de San Fernando. El 6 de abril de 1836 fue ascendido, recibiendo su primer mando por valentía demostrada en combate. Siguió siendo ascendido, alcanzando el grado de teniente coronel después de la conquista de Urrieta, en la cual se distinguió sobremanera. En la batalla de Belascoain mereció una segunda cruz de San Fernando y el ascenso a coronel. Fue ascendido a mariscal de campo en 1840. Participó entonces en la campañas de Arroniz, en las que mereció una tercera cruz de San Fernando. Habiéndose adherido al partido moderado, fue entonces nombrado comandante general de las provincias de Guadalajara y Cuenca en 1841.

En octubre de ese año participó, con Diego de León y otros militares y políticos moderados, en la tentativa fallida de derribar la regencia de Espartero, razón por la cual tuvo que exiliarse a Florencia. En el verano de 1843 contribuyó activamente a la caída del regente Baldomero Espartero, provocada por Narváez, lo que le valió la promoción a teniente general. Fue entonces nombrado inspector general de Infantería por los moderados entonces en el poder, y después capitán general de Castilla la Vieja.
Muerte del Marqués del Duero, por Joaquín Agrasot, pintura de 1884.

En 1847 recibió orden de encabezar una expedición a Portugal para ayudar a mantener el gobierno de la reina María II de Portugal, siguiendo las directrices de la Cuádruple Alianza. Tras haber vencido el 30 de junio de 1847 a las fuerzas setembristas mandadas por el general Francisco Xavier da Silva Pereira, primer conde das Antas, consiguió restablecer por la fuerza la autoridad de la soberana portuguesa en la ciudad de Oporto. Por ese hecho recibió distinciones honoríficas tanto en Portugal como en España, destacando el marquesado del Duero, con Grandeza de España de primera clase.

Fue nombrado capitán general de Cataluña, poniendo fin en 1849 a la revuelta de los matiners (catalán: madrugadores) en el ámbito de la Segunda Guerra Carlista.

Colaboró con el general Leopoldo O'Donnell durante el Bienio Progresista, ocupando, entre otros cargos, los de capitán general de Cataluña, diputado a Cortes y presidente de la Junta Consultiva de Guerra. Fue capitán general de las Dos Castillas durante el gobierno de la Unión Liberal, y en la década de 1860 fue presidente del Senado durante cinco legislaturas consecutivas.

A pesar de ser ya sexagenario, a petición del general Serrano volvió a la actividad militar y política en 1872, convirtiéndose en uno de los más firmes partidarios de Alfonso XII de España. Su gran capacidad y prestigio militar hicieron que fuese considerado el mejor estratega del siglo XIX español, lo que llevó a que el gobierno de la Primera República en 1874 le entregara el mando del Tercer Cuerpo del Ejército del Norte, una unidad crucial para la defensa del régimen. En los tres meses durante los cuales estuvo al mando del frente carlista del Norte consiguió victorias de gran resonancia y significado, con especial relieve en la liberación de Bilbao, en mayo.

En los preliminares del ataque a Estella, la capital simbólica de los carlistas, una bala le atravesó el pecho durante la batalla de Monte Muro, cerca del pueblo de Abárzuza, en la tarde del 27 de junio de 1874.

Manuel Gutiérrez de la Concha era, con toda la probabilidad, el militar que estaba destinado a proclamar con el apoyo de Antonio Cánovas del Castillo, y tras la victoria inminente sobre el carlismo, la restauración al trono español de los Borbones. Debido a su muerte, sería un subordinado suyo en la campaña carlista, el general Martínez Campos, quien lo haría unos meses más tarde en Sagunto.

Fue el autor de un Proyecto de táctica de las Tres Armas, obra considerada de gran valía técnica su tiempo y que ha sido reeditada recientemente por el Ministerio de Defensa.

Gutiérrez de la Concha estaba casado con Francisca de Paula Tovar y Gasca, marquesa de Revilla, de Aguilares y de Castro de Torres, condesa de Cancelada y de Lences, la cual aportó al matrimonio un gran patrimonio en forma de haciendas y fincas. En una de ellas, en las afueras de Málaga, el marqués logró mejoras en el rendimiento de la caña de azúcar, lo cual debió de animarle a emprender nuevas empresas agrarias relacionadas con la caña de azúcar.

Para ello, comenzó a adquirir tierras en la costa occidental de la provincia de Málaga a finales de la década de 1850. Amparándose en la leyes de fomento de la población rural de 1855, 1866 y 1868, creó la Colonia Agrícola de San Pedro Alcántara, . Un gran latifundio de 3.300 hectáreas, que se extendía por los territorios de Marbella, al que dotó de los últimos adelantos agrarios, especialmente maquinaria, además de una granja escuela y una moderna fábrica azucarera.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 26 Feb 2016 10:04

Excmo. Sr. D. Benito TRISTANY

Religioso español, natural de Cataluña, y destacado miembro carlista. Nació en la localidad de Ardévol, en el año 1794, y murió ejecutado ante un pelotón de fusilamiento en la ciudad de Solsona, junto con otros caudillos carlistas, en el año 1847.

Perteneciente a una familia de raigambre carlista y contrarrevolucionaria, Tristany obtuvo la canonjía de la colegiata de Guissona y, posteriormente, la de la catedral de Gerona. Hombre extremadamente reaccionario y violento, durante el período del Trienio Liberal (1820-23) ocupó la población de Solsona al mando de su propia partida guerrillera, bajo la dirección del barón D´Eroles, en mayo del año 1822. Durante el movimiento reaccionario conocido como Malcontent, Tristany formó la Junta de la Segara.

Su actividad carlista la inició en abril del año 1835. Meses después, alcanzó el grado de general carlista, al mando de la división acantonada en Manresa, compuesta por un millar de hombres. Tristany se destacó en la batalla de la Panadella, donde llegó a capturar unos setecientos prisioneros, y en la conquista de la ciudad de Solsona, a la que convirtió en la capital del carlismo en Cataluña. En el año 1838 abandonó Cataluña para ingresar como agregado en el cuartel general del pretendiente carlista, Carlos V. De regreso a Cataluña, Tristany procuró mantener la unidad con el otro líder carlista, Cabrera; ambos actuaron conjuntamente y con éxito en el Maestrazgo.

Tras la primera guerra carlista, Tristany no tuvo más remedio que tomar el camino del exilio hasta el año 1846, fecha en la que regresó para establecerse en Cervera, Gissona y, por último, en Solsona. Fruto de una delación, Tristany fue apresado por el coronel Baixeras y ejecutado ejemplarmente.

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Marco Tulio Cicerón.


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