Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

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Brugent
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Brugent » 01 Feb 2015 02:49

Hola compañeros:

He recopilado una información interesante sobre el miliciano cominista que fue enterrado con uniforme de sargento del ejército español actual, grado que tenía reconocido oficialmente.

Fue hecho prisionero en Tardienta (HU) y se salvó del campo de prisioneros y de algo mucho peor por ser familiar de una importante personalidad del bando nacional.

Un anciano de mi BCN que estuvo exiliado hasta que la embajada oficiosa española en México (no hubieron relaciones diplomáticas oficiales hasta después de 1975) le garantizó que podía regresar a España sin miedo, pues no hizo nada especial, me comentó que conoció a la anarquista Federica Montseny y que ella tenía una imprenta (¿Clandestina?) en el barrio del Carmelo de BCN:

https://es.wikipedia.org/wiki/Federica_Montseny

En México capital, conocío personalmente al comunista que asesinó a Trotski, Ramón Mercader:

https://es.wikipedia.org/wiki/Ram%C3%B3n_Mercader

Seguramente con los recuerdos de este difunto, se podría haber rodado una película de acción, pero siempre aseguró que jamás había matado a nadie (por lo menos a sangre fría y no en combate).

Repito el "Brugentrollo": cada persona que muere es como una biblioteca que arde o dicho más modernamente, como un disco duro que es roto a martillazos.

Saludos. Brugent.
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor JotaErre » 01 Feb 2015 11:45

A muchos oficiales y suboficiales de las milicias y el Ejército Republicano se les reconocieron (honoríficamente) grados militares tras la llegada de la Democracia.

Yo tuve un vecino, un señor ya muy mayor, que me explicó que, por tener estudios, había sido seleccionado como "Teniente en campaña" del Ejército Republicano. Tras la guerra, estuvo en un campo de prisioneros del que salió para cumplir dos años de servicio militar en Ceuta. Y a mediados de los 80, se le reconoció el grado de Sargento retirado.

Gabriel Cardona, en su libro "El Gigante Descalzo: el Ejército de Franco" cuenta que hubo reclutadores de la Legión que iban con su banderín de enganche a los campos de prisioneros republicanos. Y que bastantes se alistaron en la Legión ante la más que probable alternativa de un pelotón de fusilamiento. Aunque no da nombres concretos dice que "más de un republicano muy comprometido políticamente hizo carrera en la Legión y llegó a suboficial e incluso a oficial".

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Munty » 09 Feb 2015 14:41

Gracias Genmingen por las anécdotas de tus abuelos (me meo).

Buena aportación, Brugent, como siempre.

Yo conozco un caso, el padre de un amigo, capitán de artillería republicano, que con la llegada de la democracia recibió el ascenso honorífico a coronel y una pensión. Para entonces ya habían pasado 50 años del final de la guerra.
Este amigo, dibujante de cómics, hizo un álbum de la guerra y postguerra de su padre: "Un largo silencio", editado por Astiberri, muy recomendable:
https://www.astiberri.com/ficha_prod.php ... gosilencio

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Rescoldo » 10 Mar 2015 23:49

Hola a todos:
De la guerra pocas cosas puedo contar, dos tíos míos por parte materna la hicieron, el primero lo enrolo la república en los primeros días de la guerra, le avisaron unos compañeros de que le iban a detener y a fusilarle por sus ideas, por lo que se paso al bando contrario, donde hizo toda la guerra enrolado en la IV de Navarra, tomando parte entre otras en la batalla del Ebro, cuando volvió a casa llevaba tres agujeros de bala en los costados y el sobaco de la guerrera, le habían pasado rozando tres balas, participó en varias acciones más, en casa esta una medalla militar individual, y ahora viene lo más triste, en la posguerra en el año 43, cuando volvía de ver a la novia, iban delante de él unos jóvenes cantando y armando escándalo, salió un carabinero borracho, y les dio el alto, como mi tío iba más atrás quiso cambiarse de acera, el carabinero saco la pistola y le disparo, le dio un tiro en el pulmón que le causo la muerte en unas horas.
El otro pertenecía a la llamada quinta del biberón, los movilizaron pero no llego a entrar en combate, los tuvieron haciendo faenas agrícolas en la zona de Madridejos (Toledo).
Mi abuelo como era "capitalista" tenía tres mulas y seis fanegas de tierra de regadío que alguno ambicionaba, le avisaron de que iban a darle el paseo, por lo que se pasó casi dos años escondido en un pajar, y ahora viene lo más chusco, el pajar en cuestión hacia pared medianera con la estancia donde se reunían los que componían el equipo que se dedicaba a dar los ·paseos", y donde tomaban la decisión de a quien pasear, lo que le permitió enterarse anticipadamente de algunos de los paseos previstos y avisar a los interesados por medio de mi abuela y mi madre, evitando así algunos crimenes.
A mi tío no lo conocí, yo nací en el 54, y lo que cuento me lo contaba mi abuelo cuando yo era un crío, así como me contaba las historias de la guerra de Marruecos, y el desembarco de Alhucemas,
De mis tios paternos no se historias, solo se que a uno de ellos lo deportaron como mano de obra barata a la Alemania nazi, me imagino que no era por ser simpatizante del régimen.
Saludos a todos:
:zombie2: :zombie1: :zombie2: :zombie1: :zombie2: :zombie1:
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Munty » 11 Mar 2015 10:35

Muy interesantes, Rescoldo, las experiencias de tus familiares. En especial la de tu abuelo.
Me llama la atención cuando hablas de que deportaron a un familiar a la Alemania nazi como trabajador. Mi abuelo materno también fue a trabajar a Alemania durante la guerra mundial, pero a menos que me equivoque, lo hizo voluntario. No queda nadie de la familia que me pueda sacar de dudas.
Estaba en Kiel, viviendo en los bunkers donde fabricaban los submarinos, porque con bombardeos constantes de americanos e ingleses la ciudad estaba destruida. Cuando entraron los rusos los capturaron y los trasladaron a una ciudad ocupada por los aliados para ser repatriados, pero en una "marcha de la muerte" en la que muchos se quedaron por el camino. Menuda suerte más perra la de esta generación: guerra civil + guerra mundial + postguerra x dictadura... mis respetos más sentidos por todos nuestros abuelos.
Saludos

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Brasilla » 31 Ene 2016 19:13

MUNTY escribió
Muy interesantes, Rescoldo, las experiencias de tus familiares. En especial la de tu abuelo.
Me llama la atención cuando hablas de que deportaron a un familiar a la Alemania nazi como trabajador. Mi abuelo materno también fue a trabajar a Alemania durante la guerra mundial, pero a menos que me equivoque, lo hizo voluntario. No queda nadie de la familia que me pueda sacar de dudas.
Estaba en Kiel, viviendo en los bunkers donde fabricaban los submarinos, porque con bombardeos constantes de americanos e ingleses la ciudad estaba destruida. Cuando entraron los rusos los capturaron y los trasladaron a una ciudad ocupada por los aliados para ser repatriados, pero en una "marcha de la muerte" en la que muchos se quedaron por el camino. Menuda suerte más perra la de esta generación: guerra civil + guerra mundial + postguerra x dictadura... mis respetos más sentidos por todos nuestros abuelos.
Saludos - See more at: https://www.armas.es/foros/historia-mili ... NBODw.dpuf



Bueno pues no es exacto, como no tenían la suficiente mano de obra, reclutaron a muchos que habían tenido mal comportamiento (sindicalistas y similares) y los mandaron forzosos como mano de obra barata, es decir que por un lado se quitaban personas que podían ser conflictivas para el régimen, y por otro cumplían los compromisos con los alemanes, junto con ellos también mandaron gitanos y otras etnias.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Munty » 03 Feb 2016 09:11

Brasilla escribió:Bueno pues no es exacto, como no tenían la suficiente mano de obra, reclutaron a muchos que habían tenido mal comportamiento (sindicalistas y similares) y los mandaron forzosos como mano de obra barata, es decir que por un lado se quitaban personas que podían ser conflictivas para el régimen, y por otro cumplían los compromisos con los alemanes, junto con ellos también mandaron gitanos y otras etnias.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier:


Gracias compañero por la aclaración.
Con los años voy dibujando mejor el mapa de la vida de mi abuelo materno, que es un no parar: emigró a Chicago con 17 años, en 1921, y cuando regresó para ver a su madre enferma pilló la Guerra Civil, y aquí se quedó. Acabada esta aún tardó más de un año en poder volver a casa, y los suyos no supieron si estaba vivo o muerto hasta que apareció por la puerta. Así que es posible que sea como tu cuentas, ya que estuvo preso. Lo mismo que parte de la tropa que combatió con la división Azul lo hizo forzada y por los mismos motivos, para expiar ese "mal comportamiento" que dices; no así los oficiales y suboficiales, que eran todos voluntarios, la mayoría falangistas o simpatizantes, por lo que he leído.
Saludos

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Farmaceútico Rueda, de Barcelona.

Mensajepor Brugent » 16 Feb 2016 19:57

Hola:

El farmaceútico Sr. Rueda, de Barcelona ya lleva muchos años muerto.

Me contó que cuando la G.C.E. él era todavía un estudiante y fue destinado a un hospital de Barcelona, posiblemente el Hospital Militar, situado entonces en los límites de la ciudad, en un barrio que aún tenía campos y casas de labranza, pues se buscaba un clima sano.

Recuerdo que me comentó que tenían que introducir Mercromina:

https://es.wikipedia.org/wiki/Mercromina

En las profundas heridas de bala mediante "alambres", que seguramente no eran de hierro, sino de aleacciones inoxidables, o como mínimo de cobre estañado.

El Sr. Rueda me curó cuando niño, pues me clavé eun tubo de vídrio de unos 6 mm de diámetro, cuando estaba construyendo un termómetro de alcohol: yo estaba aterrorizado por que había oído la persistente mentira según la cual las estrías de las bayonetas son para que entre aire en el cuerpo y causar la gangrena, y yo me clavé un tubo...

Ya tratamos de esa estupidez en "Armas Blancas".

El Sr. Rueda me tranquilizó y me dijo que eso era mentira.

Para los que peinamos canas, el farmaceútico era muchas veces el médico de urgencia que siempre estaba al alcance de la gente y que administraba los primeros auxilios.

Saludos: brugent.
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Farmaceútico Rueda de Barcelona (2).

Mensajepor Brugent » 16 Feb 2016 20:31

Hola de nuevo:

El Sr. Rueda también me contó que el jabón de verdad (no hablo de detergentes sintéticos), el de pastilla tipo "Lagarto", hecho con aceite preferentemente de oliva y por ejemplo sosa caústica, tiene un enorme poder desinfectante y que siempre que era posible se lavaban las heridas con jabón de verdad antes de intentar curarlas.

Las maternidades de U.S.A. comparaban jabón de verdad a España y eso evidencia su gran poder desinfectante.

Consulté una enciclopedia alemana centenaria, de química insdustrial, traducida, y leí que no sé conocía científicamente la causa del gran poder desinfectante del jabón de verdad, pues es sólo la combinación de un ácido graso, como el ácido oléico del aceite de oliva y un alcali, como un carbonato o un hidróxido de sosa o potasa, o incluso ceniza de madera.

Hace tiempo que "di la patada al gel de ducha" y uso "jabón de verdad".

Saludos: Brugent.
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor xesus60 » 01 Mar 2016 06:04

La participación en la Guerra Civil de nuestro último premio Nobel de Literatura no ha sido muy divulgada. En su autobiografía Memorías, entendimientos y voluntades explica muy claramente su historia personal en el conflicto.

El comienzo de la guerra civil le sorprendió en Madrid con apenas veinte años. Su familia vivía en el barrio de Salamanca y era acomodada (su abuelo inglés, John Trulock, había fundado el primer ferrocarril de Galicia, y Cela recordaba haberle acompañado con frecuencia en su automóvil, un Ford montado sobre ruedas de tren para desplazarse por las vías). Es significaba que en el caótico y violento Madrid de comienzos de la guerra, la vida de Camilo José Cela corría peligro. Durante más de un año soportó ese peligro resignadamente, esperando que cualquier día unos milicianos se presentaran en su casa para llevárselo a un viaje sin retorno.

Curiosamente, frente a la exacerbada violencia exterior, en el interior de la casa de sus padres se vivía un clima de tolerancia. La criada, republicana convencida, solía discutir cordialmente con la madre de Cela:

- Señora, los suyos han tomado Toledo, pero Navalcarnero será la tumba del fascismo.

La tensión que soportaba el joven en su trabajo y en las calles llegó a tal extremo que a finales de noviembre de 1937 fue a Valencia como pudo con la esperanza de embarcar en algún barco con destino al extranjero. Corriendo un grave peligro, tras un viaje de tres días y gracias al caos del bando republicano, fruto de la multiplicidad de autoridades sindicales y políticas que emitían cada una sus propios documentos e imponían sus propios controles, pudo embarcar en un buque francés que se dirigía a Marsella el 1 de octubre. De allí se trasladó a Hendaya en tren y pasó al bando franquista. En La Coruña acudió a alistarse, y para su sorpresa el recibimiento no fue nada cordial:

- ¡Ya tenía yo ganas de echarte la mano encima, mamón! – Le espetó un oficial en la Caja de Recluta. - ¡A ti te voy a sentar las costuras a hostias por prófugo! ¡Aquí hay mucho señorito emboscado! ¿Dónde te habías metido? ¡A ver! ¿Dónde te habías metido? –

Lo curioso es que el verdadero emboscado era aquel energúmeno, que se servía de su puesto (bien seguro y alejado del frente) para avasallar a otros que iban a arriesgar sus vidas en combate. Cela le replicó en esos términos tan suyos y el oficial, furibundo, le advirtió:

- Por tu insolencia te voy a destinar a infantería.
- Pues eso no lo veo como un castigo. – Contestó el escritor.

Fue asignado al Regimiento de Infantería Bailén nº 24, en el que tras sólo dos semanas de instrucción entró en combate. Recibió dos heridas de metralla en la sierra de Alcubierre el 25 de octubre de 1937.

Tres “margaritas” visitaron la sala n.° 5 de su hospital, en una cesta llevaban los regalos.

-Soldadito, te voy a condecorar con un escapulario del Sagrado Corazón para que te preserve de todo mal, mira lo que dice: «Detente, bala, el Corazón de Jesús está conmigo»-.

Me puse pálido y les contesté:

-«No, no, muchas gracias, condecore usted a otro, se lo ruego, se lo pido por favor, yo llevaba uno prendido con un imperdible en la guerrera y aún no hace un mes me lo sacaron por la espalda, se lo digo con todo respeto, señorita, pero para mí que el Sagrado Corazón es gafe»-.

Mazurca para dos muertos. Pág. 183


Exonerado de servicio por las heridas, y contando con las ventajas de una familia adinerada y de la aureola de haber sido herido en combate, Camilo José Cela pudo haber utilizado las influencias familiares para medrar en la retaguardia, labrándose una carrera política dentro del nuevo régimen o dedicándose a los negocios que suelen prosperar en tiempos de guerra, pero Cela tenía apenas 22 años y una personalidad aventurera e inconformista, que le hacía buscar experiencias nuevas e intensas. Tras un tedioso año de inactividad utilizó las influencias familiares no para medrar sino para ser reenganchado.

El 4 de diciembre de 1938, rehabilitado para el servicio, lo destinaron al Regimiento de Artillería Ligera nº 16, batería 17, donde pasaría los últimos seis meses de la contienda.

“Los soldados éramos setecientos o más en un galpón en el que ni cabíamos ni tampoco había camas más que para ciento veinte, y yo entiendo de sobras que los que mandaban tuvieran que mantener el orden, es un decir, a rebuznos, a tortas, a patadas y a palos”.

El calibre de su batería era el 77/24, bajo el mando del capitán Don Luis González García. En el museo de la Fundación Camilo José cela se conserva su chapa con el número E 166294, el machete, el galón de cabo provisional y la cruz de Santiago que llevaban los gallegos en el pecho.

Debido a su segundo apellido inglés, Trulock, todo el mundo le llamaba: Turuló.

Los medios de transporte eran insólitamente lentos. El Regimiento, para desplazarse de Coruña a Zaragoza en tren tardó dos días y medio. El 12 de diciembre de 1938 la batería se aloja en Gallur, Castellón. Cerca había un aeródromo de la Legión Cóndor. Los alemanes miraban a los militares españoles por encima del hombro. Un día apareció en la plaza del pueblo un cartel: Parken Verbotten, el capitán le preguntó a Cela:

- ¿Tú sabes que significa eso?
- No, mi capitán
- Pues mañana te vas a Zaragoza con el camión de suministros y no vuelves hasta que lo sepas.
- Una vez de vuelta le dijo: -Mi capitán, quiere decir: prohibido aparcar.
- ¡Coño! ¡Que venga el teniente Ordax! – Replicó rápidamente el capitán.
- Oiga usted, teniente, me pone usted los tres camiones de la compañía en la plaza, estacionados justo debajo del cartel de los alemanes.

En Gallur se adiestraron en el uso de los cañones del 77/24, y al comienzo de 1939 se les notificó su nuevo destino: Extremadura, formando grupo con las baterías: 26 del Regimiento de Costa nº 2, la 13 del 12 Ligero y la 13 Transportada de Ceuta.

El 14 de enero de 1939, en la Majada de la Burra, acometieron su primera acción: batir el puerto de Calabar. Los cañones había que cambiarlos de emplazamiento empujando a brazo, no había más remedio, y en el esfuerzo colaboraban todos: oficiales, suboficiales y tropa, en un terreno duro, el puerto de Calabar, encharcado por las lluvias y con precipicios, pero no hubo accidentes.

El 19 de enero Cela se encarga del teléfono entre el observatorio y la línea de piezas: los republicanos respondieron al cañoneo con un ataque por el flanco izquierdo de las baterías, pero los frenó una intensa cortina de fuego. Debido a su buen hacer fue habilitado para cabo.

Los recursos, en general, eran escasos en aquel frente secundario. La batería debía trasladarse por sus propios medios y viviendo sobre el terreno. Los mandos no reunían en ocasiones toda la calificación que sería deseable: Un teniente de la escala de reserva le dijo:

- Oye tú, que eres estudiante, ¡qué burros sois los estudiantes! ¿Tú también dices eso de que los proyectiles no salen del cañón en línea recta?

Tanto nacionales como republicanos vestían como podían, Cela llevaba un tabardo con cuello de piel, un abrigo gris, un jersey de punto, boina y botas con suelo de madera, nada de eso era reglamentario

Un teniente coronel de infantería le dijo:

- Oiga, ¿usted es combatiente nacional, combatiente rojo o paisano?
- Un servidor es combatiente nacional, mi teniente coronel, un servidor es cabo de artillería.
- ¿Pues sabe usted que lo disimula muy bien?

En aquel principio del último año de guerra los republicanos ya estaban bajos de moral para el ataque, pero en la defensa resistían con firmeza.

“Rojo le dijo al presidente Negrín que ya no había frentes, eso tampoco era así, aunque la resistencia se iba desmoronando sobre todo en los grandes frentes, en los pequeños se resistía más”.

En la provincia de Córdoba acompañaron el avance de las divisiones 11 y 74. En la toma de la sierra Trapera fueron atacados por cinco carros de combate republicanos, a los que detuvieron disparando las piezas antiaéreas a tiro rasante. Lograron destruir los cinco tanques, que se incendiaron cuando los proyectiles antiaéreos perforaron los depósitos de combustible. “Cuando los inspeccionamos, descubrimos con estupor que tres de los carros tenían las portezuelas cerradas por fuera con candado”.

El 30 de enero quedaron a merced del fuego de una batería republicana a la que no podían replicar con eficacia. Sobre la batería de Cela cayeron varios proyectiles: “lo muy encharcado del terreno restó eficacia al fuego del enemigo y, aunque parezca mentira, nosotros no tuvimos ni una sola baja, de haber estado seco el terreno, o de haber tenido ellos mejor material, no hubiéramos quedado ni uno”.

Un teniente le ordenó poco después:

- Turuló, cuando se haga de noche te vas con dos hombres a esa loma, donde los rojos han puesto una alambrada, y miras si la tienen enchufada a la luz.
- ¿Y cómo lo averiguo? ¿Hay algún aparatito, algún detector?
- ¡Coño! ¿Cómo lo vas a saber? Tocando, leche, tocando.

Una noche la aurora boreal, muy inusual en España, provocó espanto en ambos frentes, los republicanos creyeron que era un invento alemán, y los nacionales que era un invento ruso, y ambos se prepararon para que les cayera encima lo peor.

Una mañana el capitán le mandó hacer una descubierta con su escuadra en un frente sin líneas delimitadas. Durante la patrulla sorprendieron a un miliciano de la CNT:

- Tú te vienes a pasar, ¿verdad? – Le dijo Cela, ofreciéndole una salida airosa al miliciano.
- No, no, yo es que me he perdido. – Respondió lleno de miedo el miliciano.
- Coño, que somos los nacionales!!!!!!!!.-
- Ya lo veo, ya, pero es que me he perdido, lo juro.
- ¿Y no te quieres pasar?
- ¿Yo? No, no, que bah…
Y en vista de la tozudez de aquel hombre Cela le dijo:

- Mira rapaz, vuélvete por donde has llegado, que si no te fusilan. “Aquel hombre, o era tonto del bote o tenía más valor que Napoleón Bonaparte y yo no soy quien para detener a Napoleón Bonaparte”.

En otra descubierta llegaron a un cortijo del que salía humo por la chimenea, sin centinela, entraron despacio, con precaución, dentro se oían voces, discutiendo, diez hombres hablaban en torno a una mesa con papeles, mapas y restos de comida y sólo uno llevaba pistola al cinto. Los apresaron sin ninguna dificultad.

- ¿Quienes sois? –preguntó el cabo Cela convencido de haber detenido a la plana mayor del Ejército Republicano.
- Los nacionales, coño, ¿es que no lo ves?
- Arre carallo! Pues ahora sí que la jodimos…
Eran el comité de la brigada, estaban discutiendo si acataban o no las órdenes del mando.

Por las noches, calentándose con unas hogueras, había un pacto no hablado ni escrito por el que ninguno de los dos bandos tiraba sobre las hogueras, para no morirse todos de frío.

El pueblo de Valsequillo fue escenario de duros combates: a lo largo de tres días, tres veces fue tomado por los nacionales en la mañana y tres veces recuperados por los republicanos en la tarde. Al cuarto día ya al fin no hubo contraataque republicano. “Cuando nuestra batería entró por fin en el pueblo nos quedamos de piedra: ya había un moro en la plaza, sentado delante de su improvisado tenderete para vender tabaco, chocolate, papel de fumar y de escribir”.

Tras Extremadura fueron enviados a Calatayud, y allí el Cuerpo de Ejército de Galicia fue separado del resto y asignados a la 58 división del coronel Navarro, bajo el mando del general Aranda “uno de los hombres con la cabeza más en su sitio entre los militares que anduvieron metidos en aquel trance”.

El viaje duró 135 horas en tren y en camión hasta Nules, Castellón. Debido a la interminable duración de aquel viaje llegaron tarde para participar en una de las más desafortunadas acciones de la guerra, la travesía del transporte Castillo de Olite hasta Cartagena. En principio estaban destinados a participar en esa acción de socorro a los marinos que se habían rebelado contra la República para forzar el fin de la guerra, pero la batería llegó tarde a Catellón, el barco ya había zarpado y eso, muy probablemente, salvó la vida de Cela.

Para entonces ya no había combates. Cela recuerda como un día, de improviso, muchos hombres comenzaron a avanzar desde las líneas republicanas. Se llevaron un buen susto temiendo algo parecido a una carga banzai, pero sólo era la rendición. La guerra había terminado. Por los prisioneros se enteraron de que los nacionales ya estaban en Madrid y llegó al orden de crear un campo de prisioneros en la playa.

“La guerra la perdimos todos, incluso los vencedores, pero nosotros, los veinteañeros del 36, la perdimos todavía un poco más.”

La quinta de 1937 fue la que más bajas tuvo sumadas ambas zonas.

Una de sus novelas lleva esta dedicatoria: “A los mozos del reemplazo del 37, todos perdedores de algo: de la vida, de la libertad, de la ilusión, de la esperanza, de la decencia”.

En 1997 encargó una misa por tres amigos muertos, Papiano, Modesto y Rosalino, que con él estuvieron en aquellas operaciones. Y escribió:

"Los tres eran conmilitones míos y los cuatro hicimos la guerra juntos, tratando de echar del país a los piernas de los brigadistas internacionales, que eran unos cursis seudoliterarios que vinieron hasta aquí para recibir estopa, los hay insaciables, al metafórico grito de ¡no pasarán!, y lo que decía Papiano Grillo, ¡pues, anda, que si llegamos a pasar!"

Un saludo.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Mosin-1936 » 06 Mar 2016 08:08

Mi padre alguna vez medio cantaba una canción de aquellos tiempos:

"Desde Jadraque
Hasta Sigüenza
Chaquetearon cincuenta mil sinvergüenzas.
Guadalajara no es Abisinia
porque los rojos tiran con bombas de piña.".

Claramente, a algunos en el bando nacional no les caia bien el CTV...

Un saludo.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 10 Jun 2016 19:43

Por suerte yo he podido escuchar de primera mano de sus protagonistas bastantes recuerdos de la Guerra Civil.

El primero que os quiero contar me lo narró un profesor jubilado que conoci hace ya muchos años y al que la Guerra Civil le pillo siendo un niño en San Sebastián. Es una historia que suena más bien a chiste, pero yo a aquel hombre le doy toda la credibilidad, no era ningún fanfarrón, era culto y bastante serio.

Según él, cuando los Requetes navarros entraron en San Sebastián, dos de ellos comentaron en su presencia mirando al mar Cantábrico:

_"Tu crees que es más grande que el Ebro?"

_"a ancho le gana, pero... y a largo?"

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 10 Jun 2016 20:02

Un albañil jubilado en Puebla de Sanabria, al que la Guerra le pillo de niño en esa localidad de Zamora, me contó como por las mañanas aparecían cuerpos de asesinados en las cunetas, curiosamente de gente de fuera que nadie conocía, pero que eran enterrados sin preguntar ni quienes eran, ni quien los había matado. Todo ello con total "normalidad".

En otra ocasión me hablaron de cierto enterrador de otra localidad zamorana, muy querido por los pelotones de fusilamiento, ya que evitaba el gasto de una bala, en el "tiro de gracia", con su pala. Un auténtico "bestia" temido por su crueldad e influencias.

También me hablaron de un campesino en la zona de Castilla que al paso de un camión no se le ocurrió otra cosa que saludar a sus ocupantes con la mano izquierda. Era un camión de Falange y el hombre quedó en el sitio con un tiro en el pecho.

El pueblo de mis abuelos (con unos 1000 habitantes en la época y sin ningún interés militar, estratégico, ni mucho menos industrial) fue bombardeado en dos ocasiones por la aviación republicana. Ésta se dirigía a bombardear Salamanca y al ser interceptada por la aviación nacional, para poder escapar más veloces, dejaban su letal carga por el camino. Por suerte, en ninguna de las dos ocasiones hubo muertos o heridos, aunque si mucho pánico.
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 10 Jun 2016 20:20

De la posguerra os puedo contar una anécdota, quien me la contó hizo la mili en Asturias, en pleno apogeo del maquis. Su sección fue destinada a un pequeño destacamento que se encargaba accidentalmente una noche de la protección de un polvorín. Este se sabía objetivo del maquis y se esperaba un ataque inminente. Cuando tocó nombrar los turnos de guardia para el polvorín para esa noche, el sargento empezó a nombrar soldados, uno tras otro iban poniendo una tras otra excusa para no ir, y el sargento iba repartiendo arrestos, amenazas e insultos por doquier. Cuando le tocó a quien me la contó, este le dijo que él tampoco iba. El sargento le dijo que lo iba a fusilar, a lo que le contestó que ya que iba a morir igualmente, prefería que lo matasen sus compañeros, que por lo menos les conocía y tenía aprecio. Cuando la única opción de guardia era ya el propio Sargento, éste les mandó a todos al catre, que rezasen para que no pasase nada esa noche y que si pasaba los fusilaban a todos. Amaneció con el polvorín intacto, y todos hicieron como si aquella noche nunca hubiese existido. La mayoría eran gente de campo, a cientos de kilómetros de sus casas, haciendo una mili obligatoria y sin ideología política, aquel polvorín les importaba bien poco... y al maquis parece que también.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 10 Jun 2016 20:32

Un capitán que tuve en la mili nos contó en cierta ocasión a un grupo de soldados de reemplazo, que él venía de una familia de tradición militar. Su abuelo fue Capitán en el bando republicano, el hombre le contaba a su abuela, que era imposible que su bando ganase la guerra; según él, tras cada planteamiento estratégico u orden que daba, el comité de su compañía se reunía para votar a favor o en contra y aquello era desesperante y totalmente ineficaz. El abuelo cayó en la Batalla del Ebro.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Hoplon » 11 Jun 2016 19:04

Igual valdría la pena recopilar todas las intervenciones d este hilo en un librito. Es muy muy interesante todo.

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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 12 Jun 2016 23:50

No quiero acaparar este hilo, pero como ya escribí, por suerte he conocido a mucha gente que vivió y sufrió nuestra Guerra Civil. En esta ocasión me gustaría escribir sobre lo que me contó una de las personas más importantes en mí vida. Voy a intentar escribir más o menos en orden cronológico lo que él me contó, aunque no lo hizo así, si no en forma de anécdotas sin un orden. Además, si fuese posible, me gustaría que los más expertos en nuestra contienda arrojasen un poco de luz sobre lo que me narró esa persona, yo he intentado averiguar algunos datos sobre la posible unidad militar en la que hizo la guerra, pero nunca me ofreció en ese aspecto más que algunos retales y no es tarea fácil. Así mismo tampoco he encontrado nunca su cartilla militar, cosa que hubiese ayudado muchísimo, y lo que voy ha escribir ahora me lo contó hace más de 20 años, por aquel entonces esta persona tenía ya más de ochenta años, y yo ahora una memoria muy mala, pena que en aquella época me importaba más ligar y comprarme un coche molón, que escribir las memorias de esa gran persona.

Me gustaría añadir algo más antes. Sirva como primer apunte que tardó dos generaciones en hablar de la guerra, más de 55 años. Que sus propias nietas, que desde niñas le habían preguntado por la contienda, nunca pudieron sacarle palabra alguna sobre la misma. Alucinaban cuando le oyeron hablar de "su guerra" espontáneamente. También quiero aclarar que, por respeto, yo nunca le hice la típica pregunta morbosa de "¿si había matado a alguien en la guerra?", ni cosas por el estilo. Simplemente escuchaba... y le admiraba.

Y él siempre repetía "que no tengas que vivir nunca una guerra".
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Re: Nuestros recuerdos de los veteranos de la Guerra Civil.

Mensajepor Amilotz » 13 Jun 2016 00:10

Creo que pertenecía a alguna quinta cercana al año 1931. Me contó que hizo la mili en el ultimo reemplazo monárquico y que los licenciaron antes de tiempo por la llegada de la República, no llegando a servir nunca bajo la bandera tricolor republicana. Ese año se sintió muy afortunado, licenciado de la mili y padre de una niña.

El golpe militar del 36 le pilló en la provincia de Salamanca, "Bando Nacional". Él y dos jóvenes más de su quinta fueron llamados a la vez al frente en su pueblo. Desde aquel momento empezó a creer en "El destino"; uno de aquellos jóvenes se tiró toda la despedida llorando que lo iban a matar, que no quería ir. Fué el único muerto en combate de todo el pueblo; mientras se encontraba sentado con la espalda apoyada en un árbol, una bala perdida atravesó el árbol y lo mató en el acto, o eso contaron en el pueblo, y él lo creía, ya que decía que la bala de un Máuser era muy capaz de atravesar un tronco de árbol. A mí esa afirmación me sorprendía y aún extraña hoy en día, pero así lo contaba él.

Les hicieron presentarse en Ciudad Rodrigo (Salamanca) para desde allí mandarles a la guerra (no sé si les formaban allí, si siquiera tenían una formación previa antes de entrar en combate, o si desde allí los mandaban a algún centro de formación). Me contó que el día de la despedida de su familia, su hija lloraba desconsolada aterrada por la visión de la Guardia Mora a caballo, decía que eran impresionantes e imponían mucho. Sirvió en Infantería.
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