HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

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Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 17:20

LA TRAGEDIA DEL GENERAL SOLANO

Con motivo de la marcha a bayona de la Familia Real, de la renuncia de Fernando VII a la corona, así como la cesión hecha de ella a Napoleón por Carlos IV, unido a la ocupación de gran parte de la nación por las tropas francesas, dieron lugar al Glorioso Levantamiento del 2 de Mayo en Madrid, secundado posteriormente por las provincias, en tanto en la capital cogía las riendas del poder el príncipe Murat, gran duque de Berg, como lugarteniente general del reino.

Ante tamaña traición empezó la población española a mirar a los franceses residentes como enemigos. En Cádiz, donde había una importante colonia francesa, hubo asesinatos que enrarecieron el ambiente. Rosily enterado de la muerte de algunos tripulantes de su escuadra, ordenó que nadie desembarcara para evitar más muertes.

Fue nombrado entonces Capitán General de Andalucía, autoridad que habitualmente residía en Cádiz, el general Solano, marqués del Socorro, persona de quien recelaba Napoleón, circunstancia que motivó precisamente dicho nombramiento al objeto de apartarlo del cuerpo del ejército que mandaba en Badajoz.

A la llegada del general Solano a Cádiz a mediados de Mayo, existía ya, como hemos dicho, en la ciudad animosidad contra la escuadra francesa, cuya presencia en aquellos momentos en la bahía gaditana arbolando la odiosa bandera del Emperador, no agradaba a nadie.

En consonancia con instrucciones recibidas anteriormente, el almirante Rosily tomó precauciones y propuso a Ruiz de Apodaca intercalar los navíos franceses y españoles, con el aparente pretexto de que quedaban así “las escuadras más a cubierto de un ataque de los ingleses”. La propuesta fue aceptada por el Comandante General del Departamento, cargo que era desempeñado por el ilustre Jefe de Escuadra D. Juan Joaquín Moreno, sin que puedan comprenderse las razones que a los almirantes españoles aconsejaron aceptar tan desventajoso dispositivo. Los navíos quedaron entonces así distribuidos: NEPTUNE, PRÍNCIPE, LE HERÓS, SAN JUSTO, ALGECIRAS, MONTAÑÉS, ARGONAUTE, TERRIBLE, PLUTÓN, SAN FULGENCIO Y SAN LEANDRO, así como la fragata francesa CORNELIA.

Los navíos españoles, se encontraban considerablemente faltos de marinería y artillería de mar, habiéndose recurrido, una vez más, a la pésima solución de cubrir dichos puestos con tropa de Artillería de Marina y de Infantería del Ejército. En cuanto al pago de haberes de estas tripulaciones, se hallaba extraordinariamente retrasado, hasta el punto de que la oficialidad no había percibido aún la paga del mes de Agosto de 1807, es decir, del año anterior, como tampoco las gratificaciones de mesa del mes en curso (mayo 1808).

La Tropa de Artillería embarcada, carecía de cinturón y sable, cuyas armas se estaban fabricando a bordo de los buques; la Marinería estaba semidesnuda por no haber recibido el auxilio del mes de abril último. Por si todo ello fuese poco, los víveres también escaseaban, por encontrase agotados los almacenes de la Intendencia del Departamento. El único navío que se encontraba mejor pertrechado y con víveres completos para cuatro meses, era el “San Justo” que con dotación escogida había sido incorporado a la división francesa de Rosily. (6 de mayo de 1808).

Las dos escuadras, francesa y española, fondeadas en Cádiz, se miraban recelosas. Rosily no se daba por enterado de los sucesos que ocurrían en España, mientras que Ruiz de Apodaca y Moreno extremaban sus precauciones procurando aislar cada vez más a los buques franceses, y así separaron las cañoneras francesas, que junto con las españolas, tenían la misión de defender la boca atlántica del caño de Sancti Petri. (22 de Mayo)

El 26 de Mayo se alzó Sevilla, una Junta de gobierno que tomó el arrogante título de Suprema de España e Indias, nació en medio del tumulto. Uno de los primeros acuerdos fue enviar dos mensajeros, uno al general Solano y otro al teniente general don Francisco Javier Castaños que mandaba el ejército del campo de Gibraltar.

El conde de Teba oficial de artillería, que era también conde de Montijo, padre de la famosa Eugenia que casó con el emperador Napoleón III, llegó a Cádiz y se entrevistó con Solano presentándole los pliegos que traía de la Junta, así como a instarle a secundar el alzamiento sevillano. Junto al conde de Tebas habían venido otros emisarios, pero no con carácter oficial, sino voluntarios; eran los fautores del alzamiento de Sevilla y querían serlo también del de Cádiz, resueltos a vencer todos los obstáculos, y hasta repetir en la persona de Solano lo acaecido con el conde del Águila en dicha ciudad. (Foto 2)

Nadie mejor que el General Solano, que con tanto desvelo se había venido ocupando de la fortificación de la plaza de Cádiz, para comprender la trascendencia que podía tener un paso en falso. Necesitaba tiempo; no era tan fácil declarar la guerra a los aliados y aliarse con los enemigos. Había que advertir a la escuadra española de Ruiz de Apodaca y contar con el acuerdo del almirante inglés Purvis. Los polvorines de Cádiz estaban desabastecidos y las baterías que defendían su puerto hubieran sido inútiles para atacar a los barcos franceses que se mezclaban en aguas de la bahía con los españoles.

De acuerdo Solano con las autoridades de Marina, se procedió a organizar la vigilancia en torno a la citada escuadra, ante el temor de que Rosily intentara apoderarse por sorpresa de alguno de los castillos; con tal motivo fueron reforzadas las guarniciones de éstos, al mismo tiempo que durante la noche patrullaban por las playas de la bahía fuerzas militares, con la orden de que: “por ningún motivo permitiesen desembarcar tropa alguna que no fuese española”.

Era Solano sospechoso para estas gentes por haber servido en los ejércitos de Francia y venir de la campaña de Portugal, donde había auxiliado a los franceses, por las costumbres fastuosas del general igualmente afrancesadas y por haber recibido y honrado al general francés Moreau, cuando pasó por Cádiz camino del destierro hacia el continente americano. Es decir: temían a Solano por su valor y su talento; por lo mismo que le temía Napoleón. ¡Destino singular el de Solano! Reconocer su lealtad el enemigo y no conocerla sus paisanos!

El 28 de Mayo, reunió Solano a los once generales de tierra y mar que se encontraban en Cádiz, entre ellos el Comandante General del Departamento D. Juan Joaquín Moreno y el Comandante General de la Escuadra D. Juan Ruiz de Apodaca.

En realidad, el Gobernador, no había reunido a los generales para deliberar; lo que deseaba de ellos era su apoyo. Su decisión estaba tomada de antemano. Cuando los tuvo a todos reunidos expuso la situación en breves palabras:

—Mientras los buques españoles estén mezclados y borda con borda, en nuestras aguas, con los franceses, no se puede declarar la guerra.

En aquellos momentos, con una multitud enardecida que recorría las calles pidiendo la guerra, era difícil esperar. Así se lo hicieron ver los demás generales. La disciplina estaba perdida.

—Es necesario hacerlo— dijo uno de los jefes de la guarnición. —El pueblo lo exige, lo pide nuestro honor— gritaba enfáticamente, como queriendo dejar constancia de su heroica decisión.

Solano aceptó el reto que aquel fatuo general le lanzaba e intentó ser ecuánime.

-- El pueblo no sabe lo que quiere, señores. Es necesario calmarlo, hacerle comprender que la vida de los hombres que hay en nuestros buques quedaría a merced de los franceses. Es necesaria una tregua. Lo contrario sería un sacrificio inútil que lamentaríamos después… la ciudad no puede, por otra parte, resistir un bombardeo. Dadme dos días para resolver la situación. —

—Es necesario hacerlo ahora mismo; lo contrario sería cobardía. —

Otro de los jefes remachó las palabras de su compañero:

—Mi general, creo que no está Su Excelencia a la altura de las circunstancias. —

—Lo estoy, y precisamente por ello comprendo que, como primera medida, a ese pueblo amotinado hay que dominarlo. Su patriotismo es ahora mismo rebeldía y motín. Si no se le domina será baldío cuanto hagamos. Escuchad, mi plan es el siguiente: Frenar esta noche a la multitud con un bando que les haga confiar en que verán realizadas sus aspiraciones. Mañana trataríamos con los ingleses una tregua. ¿No sería acaso un disparate declarar la guerra al francés estándolo aun con los ingleses?— (Foto 4)

—Los ingleses serán nuestros amigos tan pronto como Cádiz se ponga frente a Napoleón. —

—Conforme, pero debemos hacérselo saber. ¿Y nuestros barcos? ¿Es que podemos arriesgarlos así como así?

—Vendrían los ingleses en nuestra ayuda. —

—Y se plantearía la batalla naval en la mismísima bahía, borda con borda, sin que nuestras baterías pudieran intervenir. No, esperaremos a pasado mañana. Démosle tiempo a Ruiz de Apodaca para maniobrar. Prepararemos nuestra artillería. —

—La artillería siempre está dispuesta, mi General, que Daoiz y Velarde no necesitaron mucho tiempo ni mucho armamento. Eran nuestros compañeros y murieron heroicamente. Hay que vengarlos. —

--No los vengaremos haciendo disparates, sino luchando con táctica y preparación. Señores, no olvidemos que frente a nosotros no hay un grupo de guerrilleros: hemos de obrar con inteligencia. —

—Con valor.--

—El valor se da por descontado, y si es que dudáis del mío, espero tener ocasión de demostraros lo contrario. La cobardía, precisamente, la leo en vuestros ojos. Teméis al pueblo, pronto a amotinarse; teméis el qué dirán esos arrapiezos que hoy me llaman traidor por las calles de Cádiz. Vosotros sois los cobardes. Os enfrentáis con un Napoleón lejano porque tenéis miedo a esos indeseables que vociferan. ¿Está claro? Bien; les había llamado a ustedes para comunicarles mi decisión, no para pedirles opinión. Creo que queda claro, pero antes de que partáis, quiero insistiros de nuevo en que si os doblegáis a lo que el pueblo pide perderéis el control de la ciudad.

Tras una larga discusión, en lo único que estaban todos de acuerdo era en que había que actuar con precaución. Era el deseo de todos no abandonar la causa de la nación, prepararse para la guerra pero no declararla; esperar a que el criterio en varias provincias demostrase que aquello no era un alboroto pasajero de una ciudad o dos, sino una revolución deseada por España entera.

Bajo este parecer se acordó la publicación de un bando en el que se expusieran todas las impresiones que los generales determinaran, y los inconvenientes que había para seguir las ideas de la Junta de Sevilla con respecto de alistar y enviar todas las fuerzas contra los franceses.

Manifestaban los generales en ese documento que habían oído con agrado el fervor con que todos clamaban, y se ofrecían a derramar su sangre a favor de los soberanos, y querían en correspondencia sacrificar las propias vidas y las haciendas propias, pero creían oportuno hacer saber a Sevilla y a los demás pueblos levantados, las causas que se oponían a realizar ellos todos sus designios.

“Unos enemigos ansiosos de lucro (decían) amenazan nuestras costas, y no dejarán de aprovecharse de nuestra ausencia para apoderarse de la escuadra y del arsenal, hacer de esta ciudad un segundo Gibraltar, y saquear nuestros puertos.

Nuestros soberanos (continuaban) que tenían un legítimo derecho y autoridad para convocarnos y conducirnos a sus enemigos, lejos de hacerlo, han declarado Padre e Hijo repetidas veces que los que se toman por tales son sus amigos íntimos, y en consecuencia se han se han ido espontáneamente y sin violencia con ellos. ¿Quien reclama, pues, nuestros sacrificios?

Después de exponer estos y otros inconvenientes con la más noble franqueza, continuaban:
Para combatir es menester alistarse, regimentarse, disciplinarse y tener una táctica. Es necesaria una numerosa artillería que exige mucho ganado de tiro y carga además de provisiones de toda especie, pues no hemos de ir a saquear nuestras provincias.

Por último los generales terminaban manifestando su resolución de que los alistados de Cádiz para nada saliesen de sus muros, ya que la defensa de Cádiz no puede desatenderse por su importancia, por la escuadra, por el arsenal y por el puerto, y también por las riquezas que encierra.”

Este es en síntesis el bando del que hablan con error nuestros historiadores por no ser de ellos conocido. Hubo empeño grande en destruir los ejemplares que existían por algunos de los que lo firmaron. (Según Adolfo de Castro “ni aun en la escribanía de guerra se halla; únicamente en el archivo del Excmo. Ayuntamiento de Cádiz he visto un ejemplar impreso.”)

El bando, firmado por los once generales, se publicó a deshora de la noche del 28, con gran pompa y a la luz de hachones. La no acostumbrada ceremonia llevó tras sí numerosos curiosos que esperaban ver en el bando una declaración de guerra a los franceses. Más cuando vieron que de él emanaba una solicitud a la calma y a la sensatez, el gentío comenzó a alborotarse. Las voces de traición empezaron ya a proferirse contra Solano. Durante toda la noche se fue engendrando el motín.

Fue una noche aciaga en la ciudad, la multitud, esa multitud sin rostro, vocinglera e iracunda, que se lanza a la calle en los momentos de desorden, se hizo dueña de la situación. La justa indignación contra el francés que ametralla al pueblo de Madrid, encendió la ira de los gaditanos. Las noticias de que otras ciudades de España se hacían fuertes para oponerse a Napoleón, hizo que el pueblo se alzara contra sus autoridades.

Acudió en tumulto la muchedumbre a la plaza de los Pozos de la Nieve, donde vivía Solano. Un joven llamado Manuel Larrús, subido en hombros de algunos del pueblo, se dirigió al general que estaba en el balcón de su residencia, y en una corta arenga procuró rebatir uno a uno los razonamientos que había en el bando, para terminar pidiendo en nombre de Cádiz se declarase la guerra a los franceses y a su escuadra la rendición, buenamente o a sangre y fuego.

Solano oyó a Larrús y ofreció en respuesta al pueblo volver a reunir a los generales para ver el modo de conseguir que los deseos de la ciudad fuesen atendidos.

Mientras, otros aprovecharon el momento para vengar rencillas personales, y no quedó prestamista ni cobrador de impuestos o vigilante de aduanas que no pasara un buen susto. Allanaron la casa del cónsul francés Mr. Le Roy, que era muy aborrecido por su carácter soberbio, y por haber anunciado en diferentes ocasiones por medio de carteles y con arrogantes palabras, las victorias de Napoleón. El cónsul francés se refugió en el convento de San Agustín, de donde luego trabajosamente huyó para buscar refugio en la escuadra francesa.

Algunos de los generales que el día anterior fueron llamados al lado del Gobernador volvieron a su lado. En su mayor parte habían quedado convencidos de que al Marqués del Socorro le sobraba razón. Su valor estaba más que comprobado y su hoja de servicios era una garantía irrefutable. Ninguno de sus compañeros podía dudar tampoco, ni de su lealtad ni de sus conocimientos; por otra parte, era de sobra conocida su manifiesta antipatía hacia Napoleón, antipatía que, en tiempos de la alianza, le había costado ser condenado al ostracismo.

Algunos de sus compañeros le sugirieron una solución, en vista de que los odios del pueblo se centraban en él.

—Sólo hay un recurso, mi General, para acallar al pueblo. —
--¿Cuál?—

—Entregad el mando. —

En la calle, la multitud pedía a grandes voces que se asomara el Gobernador; los más decididos golpeaban el portón de madera que la guardia había cerrado.

—Jamás entregaré un mando que se me ha confiado, y menos a un pueblo amotinado. La autoridad máxima soy yo, y, mientras viva o no sea depuesto, la mantendré por encima de todo. Ordenad a los regimientos que mantengan el orden en la calle. –

El general abrió de par en par el balcón y se asomó ante la multitud. Su uniforme impecable, su elegancia natural, que en Cádiz era popular, resaltaba ahora altiva y desafiante. Al aparecer, los gritos fueron en aumento.

--¡Guerra al francés! ¡Arrasemos su escuadra! ¡Muerte a los franceses y a quienes piensen como ellos!— Chillaban en la calle.

--¡Silencio!— “ gritó el General.

Poco a poco se fueron callando las voces.

--¡Silencio!— gritó de nuevo y, después, cuando callaron dijo: -- El Gobierno de la ciudad interpreta y comparte vuestra justa ira por los sucesos de Madrid, pero es necesaria la prudencia…--

--¡Cobarde! … ¡Muera el cobarde!—
--¡Silencio! Es necesaria la prudencia. Yo os prometo que…-- Las palabras del General fueron apagadas por los gritos de la turba. Un ayudante, se acercó y le susurró:

--Mi General, la guarnición no vendrá en su defensa… Los soldados indisciplinados no quieren… (Este ayudante era José de San Martín, el futuro libertador de Argentina, Perú y Chile que tenía a sus órdenes 30 mozos aragoneses o miñones en el edificio de Capitanía. Además Solano contaba con un sargento y nueve de tropa como guardia de prevención. Dispararon al aire, nada más. Nada hicieron. Cuando en 1850, desengañado de sus compatriotas, moría en Bulogne Sur Mer en Francia, confesaba que su conciencia siempre le había reprochado que no hubiese defendido a su querido jefe y amigo, Francisco Solano. Hasta su muerte este recuerdo le había atormentado.

El Marqués del Socorro cerró, indignado, la ventana.

--¿Y qué que no vengan? El general Solano sabe defenderse por sí solo cuando le sobra la razón, y todo el que no esté con él es un traidor. —

--¿Y si se le diera a conocer al pueblo lo difícil de la situación?—

--¿Cómo vamos a publicar a los cuatro vientos, antes de iniciar una lucha, que no estamos preparados para ella? ¿Cómo vamos a pregonar a voces que estamos desguarnecidos y a merced de los cañones de la escuadra francesa?—

La multitud seguía en la Plaza del Pozo de las Nieves silbando y gritando. Ante la puerta de la casa de Gobernador una compañía mantenía el orden. Llegó la noticia de que los amotinados habían asaltado el Parque de Artillería, al mismo tiempo que llegaban del lado de la Alameda varios hombres armados que arrastraban un pequeño cañón. El Gobernador salió de nuevo al balcón.

--¡Ceded en vuestro empeño! –

Una rechifla general acogió sus palabras. Los que llevaban armas dispararon. La guardia entró en acción a una orden de Solano, pero con tan poca energía que el Gobernador comprendió que estaba solo ante la multitud enfurecida.

—Todo está perdido, mi General. ¡Huya y ocúltese! Le matarán si no lo hace. —

--¡Al traidor! ¡Muerte al traidor!—gritaban en la plaza.

Hubiera querido gritar a todos su razón, pero nadie le oiría. Estaba solo, indefenso.
El Marqués huyó hacia la azotea y pasó a la casa contigua cuando sonaba ya el estruendo del cañón rompiendo la puerta. Los soldados huían en desbandada. Los amotinados saquearon la mansión, quemaron los papeles, robaron cuanto de valor hallaron y destruyeron lo que no podían robar.

--¡Buscad al general! ¡Que no escape el traidor!—

Era la furia de la masa innominada. Los mediocres, erigidos en dominadores, rebosaban el odio contenido de su incapacidad y su impotencia, soñando con destruir y matar, ya que jamás fueron capaces de crear nada.
--¡Muerte al traidor!—

Llegaron hasta a la azotea y allí encontraron el cinto y la espada que el general había abandonado para saltar el pretil de la casa de al lado, de la que era dueño su vecino y amigo el irlandés don Pedro Strange.
Osa poner las manos sobre él un ex seminarista de la Cartuja de Jerez llamado Olaechea, que lo había seguido hasta la azotea con el fin de detenerlo, pero Solano, más fuerte, lucha con él y cogiéndolo por debajo de los brazos lo arrojó desde el segundo piso al patinillo donde aquel desdichado expira.

— ¡Ha huido por aquí!—

Algunos saltaron a la casa vecina, otros se asomaron a la calle para advertir a los que allí quedaban del lugar donde podría ocultarse. La casa vecina fue registrada minuciosamente, sin encontrar al fugitivo. Ya se iban a marchar cuando uno de los manifestantes, un joven albañil llamado Segundo, exclamó:

—En la chimenea del salón hay un armario secreto. Yo mismo intervine en su construcción. —

Al fin es detenido. La multitud grita enfurecida mientras los más próximos golpean al Marqués. Le ataron las manos y arrancaron las charreteras y condecoraciones. El uniforme estaba hecho jirones.

Una horca permanecía levantada en la plaza de San Juan de Dios para ejecutar en ella a los forajidos de las partidas del Rubio de Espera, de Pichardo, del Zapatero de Jerez y otros facinerosos de aquel tiempo, en el momento de ser cogidos.

¡Vamos a ahorcarlo en la Plaza de San Juan de Dios!—

Cádiz queda en manos de la turba. Sin autoridad y sin ley.

Un gitano de ridículo sobrenombre y muy conocido en esta ciudad, caminaba sable en mano a la cabeza de la muchedumbre por toda la calle de la Aduana en dirección a la horca, echando atrás a cuantos venían. En el extremo de un palo y cual bandera llevaba uno tremolada la faja del general. Por todas las esquinas fluían gentes que venían a engrosar aquella gran manifestación que caminaba detrás del Gobernador, llenando por entero la calle.

Un marinero llamado Florentino Ibarra, joven en edad (27 años), viejo en el crimen, fue el primero que le asestó una puñalada. Con la sonrisa del más alto desdén miró Solano a tan ruin enemigo, y por única queja le dirigió estas palabras.

¡Gran hazaña has hecho!

Cubierto de heridas y ninguna mortal, todavía en su pecho había lugar para la esperanza; la numerosa guardia de la Puerta del Mar que no ha de abandonar a su jefe.

En la muralla, algunos soldados se asomaban, indiferentes. Los manifestantes les hacían contestar a sus gritos.

--¡Muera el traidor!—

--¡Muera!—

--¡Mueran los franceses!—

--¡Mueran!—

Las personas de orden que presenciaban aquel lamentable espectáculo esperaban que la tropa que montaba su guardia ante la Puerta del Mar entrara en acción para defender a su general. En vista que la guardia no hacía nada por impedir aquel desastre, increparon al oficial diciéndole:

—No pueden permitir ustedes esto—

—Nuestras órdenes son las de vigilar esta entrada. Allá él si ha traicionado al pueblo.

Tuvieron que callar. El oficial estaba armado y con la chusma.

La debilidad por la sangre perdida no ha hecho decaer el vigor del general, pero la impasible actitud de sus soldados le obliga a inclinar el cuello al sacrificio. Andado ya gran trecho entre tormentos y no muy lejos del patíbulo, un caballero envuelto en una capa y con una espada en la mano, que había seguido de cerca a Solano, al ver que se adelanta el magistral D. Antonio Cabrera a prestarle los auxilios espirituales, se dirige al General y al grito de ¡muerte al traidor! lo atraviesa de parte a parte. Mano de amigo y amigo muy estimado, puso fin a sus padecimientos liberándolo de las injurias de la plebe y de la ignominia del suplicio. Se cree, sin fundamento, que este amigo era D. Carlos Pignatelli.

--¡Ahorquémosle aunque esté muerto!—

El magistral Cabrera llegó con el intento de exhortar a las turbas a que respetasen al general, que expirante lo llevaban a la horca. Cabrera se interpuso, lo cubrió con su manteo, habló en nombre de la religión, se apartaron por un momento los malvados, y así pudo administrarle el Sacramento de la penitencia.
El Padre Cabrera había llegado tarde. El Magistral, al que en Cádiz se conocía por “el padre de los pobres”, y era querido y respetado por el pueblo entero, se enfrentaba valientemente a la multitud: (Foto

--¡Su sangre caerá sobre vuestras cabezas!—

--¡No hacedle caso!—
El que gritó no tardó en enmudeced al ver la frialdad con que la multitud acogió sus palabras. El Padre Cabrera hacía oír su voz autoritaria:

--¡Entregad ese cadáver a la Iglesia!—

El Magistral los convenció con su elocuencia y los obliga a llevar el cuerpo de Solano a una capilla, la única terminada en la catedral nueva que entonces servía de depósito a los cadáveres. La multitud les seguía, como persiguen los lobos hambrientos a una presa que se les escapa de las fauces. Muchos manifestantes habían reaccionado al ver la sangre y apoyaban al Magistral.

En dicha capilla dejaron el cadáver de Solano, y a su lado permanecía vigilante y en oración el magistral Cabrera.

Al salir, los cabecillas de la muchedumbre decían en voz baja, que entrada la noche regresarían por el cadáver de Solano y que entonces lo colgarían de la horca sin que nadie, invocando la palabra divina, estorbara sus intentos.

No descansó la furiosa multitud aquella noche. Más de una vez se dirigió a la Catedral nueva para recuperar el cadáver de su víctima. Pero sus deseos siempre se vieron contrarestados. El magistral Cabrera no se apartó del cadáver en toda la noche, estando toda ella rezando el oficio de difuntos en su breviario, acto de caridad sólo interrumpido por los gritos de los asesinos y por las exhortaciones con las que conseguía rechazarlos aquel digno eclesiástico y fiel amigo.

Antes que despunte la luz de la mañana, 29 de Mayo, el Magistral, hace llevar en un carro cubierto al cementerio el cadáver de Solano. Por disposición de Cabrera, que asistió al acto, fue enterrado en un nicho, pero no dentro de un ataúd porque no lo encontró. Exigió Cabrera a los que le dieron sepultura el más absoluto silencio para que en aquel día y lo siguientes no fuesen profanados los restos de aquel varón ilustre.

Sólo en los Archivos del Ayuntamiento quedó inscrito el lugar donde reposa: Nicho 43, fila quinta del Este en el patio hoy tercero, entonces único. Fila cuarta es hoy por estar cubierta de arena la primera. La partida de defunción se guarda en la iglesia parroquial Castrense. En ese documento no se dice que Solano pereciese en un tumulto; se habla de él como si hubiese fallecido de muerte natural.

A la tarde acompaña gran muchedumbre el entierro del que fue arrojado por el General, el ex seminarista Olaechea, y lo depositan en el nicho que está a mano izquierda del de Solano, sin saber que pared en medio queda el cuerpo de su matador, objeto del odio público, y sin que el fresco material, que cubre la sepultura inmediata, les incite a la sospecha de que allí reposan los restos del Marqués de Socorro. Ellos creían que descansaba en una fosa común, único consuelo que les cabía en su encono.

Una lápida en honor de Olaechea, si tal puede dársele, indica cual es su sepulcro. Aquí yace don Pedro Pablo Olaechea, capitán que fue de las tropas voluntarias de esta plaza, natural de la plaza de Guernica en el señorío de Vizcaya. Falleció el día 29 de Mayo de 1808, de edad de 38 años.
¡Capitán se llama en ese epitafio al que fue cabecilla de una banda de asesinos!

El nicho de Solano no tiene inscripción. En aquellos tiempos mal podía ponérsele.
Tiempo después Adolfo de Castro dice que viendo la losa de Solano vacía no pudo por menos escribir, con un lápiz, este pasajero epitafio.
29 de Mayo de 1808. Aquí yacen los restos del teniente general don Francisco Solano, marqués del Socorro, a quien sacrificó el engañado odio popular. De la epopeya de la guerra de la independencia debió ser el héroe y fue la más ilustre victima. ¡Triste y noble lección a pueblos y autoridades!

Y nosotros sólo añadiremos que descanse en paz tan honrado ciudadano.

Así perdió España a Solano. Probablemente la guerra de la Independencia hubiera sido de menos duración bajo el mando de un general tan competente.

Posteriormente su familia ignoraría donde se encontraban sus restos, creyendo que yacían en una fosa común; ya que el Magistral Cabrera, pasado el tiempo, creyó oportuno no decir a la familia donde se encontraban los restos del General, para no abrir las heridas de tan horripilante tragedia.

Tras la muerte de Solano, fue nombrado Capitán General D. Tomás de Morla, a quién la Junta de Sevilla puso cerca al mariscal de campo D. Eusebio de Herrera, miembro de la misma, para que procediese de acuerdo con él en todo. Es decir, la suprema autoridad quedaba encarnada, de hecho, en el citado D. Eusebio Herrera.

Morla, esa misma noche publicó el bando que Solano había mandado imprimir, bando que contenía todas las primeras disposiciones de de la Junta de Sevilla. Morla solamente tuvo que borrar el nombre de Solano y poner el suyo.

Mientras, la escuadra francesa continuaba fondeada en la bahía gaditana… pero eso es ya otra historia.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 17:29

Excmo. Sr. D. Francisco GIL DE TABOADA LEMOS Y VILLAMARIN Capitán General de la Armada Española

Francisco Gil de Taboada Lemos y Villamarín (Santa María de Soutolongo, Lalín (Pontevedra), 1733 - Madrid, 1809) fue un noble, político, militar y marino español, IX virrey de Nueva Granada (1789), XXXV virrey del Perú (1790-1796) y XIº capitán general de la Real Armada Española.

A los 16 años de edad se convirtió en caballero de San Juan de Jerusalén, orden en la que llegó a ser Gran Cruz y bailío, y comendador de Puertomarín.

Sentó plaza de guardiamarina en la Compañía del Departamento de Cádiz el 27 de octubre de 1752. Fue ascendido a alférez de fragata el 23 de diciembre de 1754, a alférez de navío el 12 de abril de 1760, a teniente de fragata el 8 de abril de 1765 y a teniente de navío el 3 de septiembre de 1767. Durante estos mandos estuvo embarcado en diferentes buques, haciendo cruceros por el Mediterráneo y los océanos Atlántico y Pacífico.

Ascendió a capitán de fragata el 22 de octubre de 1770. Con este mando se le nombró gobernador de las islas Malvinas (1774 - 1777),1 pero luego fue ascendido a capitán de navío el 17 de febrero de 1776, siendo nombrado capitán de la recién creada Compañía de Guardiamarinas del Departamento de Ferrol, cargo que desempeñó durante algunos años.

Fue ascendido a brigadier el 19 de junio de 1781, siguiendo en el cargo anterior; a jefe de escuadra, el 21 de diciembre de 1782 y a instancias de Antonio Valdés, ministro de Indias, a finales de 1788 fue nombrado virrey, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de Granada y presidente de la audiencia de Santa Fe. Ascendió a teniente general el 4 de marzo de 1789.

Con este grado, pasó en 1790 a virrey del Perú y presidente de la audiencia de Lima. A su regreso a España pasó con éxito por el Juicio de residencia, donde unos secretarios y un tribunal especial analizaban todas las actuaciones de su gobierno como tal virrey, con arreglo a lo establecido en las Leyes de Indias. En estos juicios nada quedaba sin investigar, hasta cuadrar la última cuenta, dándose el caso de durar varios años.

Fue nombrado consejero del Consejo Supremo de Guerra y, sin dejar este alto cargo, desempeñó otros, también importantes, del ramo de la Marina. En 1799 fue nombrado director general de la Armada, primero con carácter interino y después en propiedad. El 6 de febrero de 1805, al ser designado el general Domingo Grandallana para el mando de la escuadra de Ferrol, se encargó interinamente a Gil de Taboada de la secretaría de Estado y del departamento de Marina.

Por real decreto del 9 de noviembre del mismo año, fue ascendido a capitán general de la Real Armada. Se considera en el decreto que por sus méritos debe de ser ascendido: "al tiempo que S. M. premia el mérito de los combatientes de la escuadra del general don Federico Gravina". Se le confirmó en propiedad, como ministro de Marina, por real decreto del 22 de abril de 1806. También siguió desempeñando la dirección general de la Armada hasta 1807, en que se dispuso que en sustitución de dicho cargo se crease el empleo de inspector general de Marina.

Ejerciendo todos estos altos cargos sobrevino el Motín de Aranjuez y los graves sucesos que le siguieron, entre ellos la abdicación del rey Carlos IV en su hijo Fernando VII. Gil de Taboada, como los demás ministros, fue ratificado en el ejercicio de su cometido y en él continuó hasta la salida del rey hacia Bayona. Para actuar durante la ausencia del monarca se formó una junta, compuesta por los ministros y presidida por el infante don Antonio, tío de Fernando VII.

El conde de Toreno, en su comentario sobre la junta, se expresa de la siguiente manera: Continuó al frente de la marina don Francisco Gil de Taboada y Lemos, anciano respetable, de carácter entero y firme. Esta cualidad pronto hubo de manifestarla oponiéndose al deseo del gran duque de Berg de que le fuese entregado Godoy, que se hallaba confinado en el castillo de Villaviciosa para ser sometido al fallo de un tribunal. Previendo que la junta de ministros pronto sería anulada por la presión de los invasores, Gil de Lemos lanzó la idea de que fuese sustituida por otra, reunida fuera de Madrid.

Cuando los franceses obligaron al infante don Antonio a salir hacia Bayona después de la explosión popular del 2 de mayo, escribió a Gil de Taboada una carta instándole a que la junta siguiese por los mismos cauces trazados para evitar males mayores. Pero el 4 de mayo Murat quiso presidirla, asistiendo algunos de los miembros, que al fin cedieron. No así Gil de Taboada, que se mantuvo firme, presentando su dimisión y retirándose a su domicilio.

Al ser evacuado Madrid por los franceses después de la victoria española sobre los ejércitos imperiales en Bailén, Gil de Taboada juró de nuevo su cargo el 29 de septiembre de 1808 en Aranjuez, donde se reunió la Junta Central como depositaria del poder supremo de la nación durante la ausencia del Rey.

Cuando entraron de nuevo los ejércitos franceses en la capital de la nación, Madrid, se instó a que pasase a prestar juramento ante el rey intruso José Bonaparte. Se negó a ello con entereza, quedando expuesto a las represalias, ya que su avanzada edad -era octogenario- le impedía fugarse.

Aunque algunos ministros del corso instaron al monarca a que persiguiese a Gil de Taboada, el Rey se negó, prohibiendo se molestara a tan valiente anciano. Cuando falleció al año siguiente, 1809, la guarnición francesa de Madrid le tributó los honores fúnebres que le correspondían por su alta dignidad. Un destacado descendiente suyo en América es el escritor chileno Antonio Gil Iñiguez y los caudillos argentinos y gobernadores de Santiago del Estero Antonino Taboada y Manuel Taboada.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 17:35

MUERTE DEL CAPITAN GENERAL ANTONIO FILANGIERI

Al comenzar la Guerra de la Independencia española con el alzamiento, el 2 de mayo, del pueblo madrileño, estaba vacante el cargo de Capitán General de Galicia desde que había muerto, en el mes de enero (1808), su titular, don Francisco de Taranco y Llano, que se encontraba en Oporto al frente de las fuerzas gallegas que habían ocupado el norte de Portugal al servicio de los franceses. Interinamente desempeñaba en La Coruña ese cargo el mariscal de campo don Francisco de Biedma, que era mirado con gran desconfianza por los patriotas, tanto civiles como militares.

La guarnición de La Coruña había quedado muy mermada con el envío al norte de Portugal de esas tropas de ocupación. La mayor parte de la oficialidad, sobre todo la del regimiento de Navarra, que había hecho varias campañas en los Pirineos contra los franceses, figuraba en el bando patriota. Temeroso Biedma de un alzamiento popular, había dictado una serie de medidas preventivas que habían irritado más a los patriotas civiles y militares. La llegada durante las últimas semanas de mayo de enviados de las Juntas patriotas de Asturias y León había echado todavía más leña al fuego patriótico de la población coruñesa.

El gobierno de Madrid, la titulada Junta Suprema, estaba presidida por el mariscal francés Joaquín Murat, cuñado de Napoleón, verdugo del pueblo madrileño en las jornadas del 2 de mayo, que forzó a la Junta a aceptarle como presidente, después de estos sucesos, con la única protesta del Ministro de Marina, don Francisco Gil de Taboada y Lemos, natural de la actual provincia de Pontevedra, Murat, verdadero rey en aquellos días de España, seguía con especial interés los sucesos de La Coruña por ser nuestra ciudad la principal plaza militar del norte de España. Tratando de combinar la diplomacia con el rigor, decidió Murat enviar a Galicia de Capitán General a una persona de su entera confianza y que al propio tiempo no despertara los recelos de los patriotas. Esta persona era el napolitano don Antonio Filangieri, de una de las familias más ilustres de Nápoles, que hacía muchos años prestaba sus servicios en el ejército español.

Filangieri era hermano de uno de los juristas y economistas italianos más famosos de la Ilustración europea, Gaetano Filangieri, cuya obra La Ciencia de la Legislación era tenida en alta estima por el propio Napoleón. Un hijo de Gaetano, Carlos Filangieri1 era oficial del ejército francés; y en aquel momento era el jefe de la guardia personal del rey José Bonaparte en Nápoles. Murat tenía un gran afecto por Carlos Filangieri, que había combatido bajo sus órdenes en algunas de las batallas napoleónicas más famosas en Alemania (Ulm, Austerlitz, etc.). Cuando José Bonaparte, designado ya rey de España por Napoleón, salió de Nápoles para Bayona, donde estaban las Cortes españolas, Carlos Filangieri se quedó en su ciudad natal unos días más, para poder acompañar con una escolta a la nueva reina de España por los caminos de Italia y Francia que llevaban a Bayona. Era muy estrecha la amistad de Carlos Filangieri con José Bonaparte y con Murat. Tan fuerte era que cuando Murat fue nombrado rey de Nápoles, en sustitución de José Bonaparte, se llevó como persona de su máxima confianza a Carlos. Y este a su vez tenía una gran devoción por su tío Antonio Filangieri, que había sido su tutor al morir, en 1788, su padre Gaetano. Don Antonio había hecho entonces un viaje especial a Nápoles para poder llevar con él a España a sus sobrinos huérfanos, pero las nuevas leyes españolas, que prohibían la entrada en España de nacionales napolitanos, se lo impidieron, cuando estaba ya para embarcarse con ellos en el puerto de Livorno. Carlos frustrado en sus deseos de ir a España con su tío, se fue a Francia, e ingresó en la Academia Militar francés.

Filangieri, el nuevo Capitán General de Galicia enviado por Murat, tenía la misión difícil de apaciguar con medidas diplomáticas a los patriotas, mientras les cortaba el posible brazo armado de la rebelión que era el regimiento de Navarra, que fue trasladado al Ferrol. Pero la situación se agravaba de día en día y no admitía paliativos; y cuando estalló el alzamiento, el 30 de mayo, día de San Fernando, que era el nombre del rey Fernando VII, el nuevo Capitán General viendo que era incapaz de contenerlo, se refugió prudentemente en el vecino convento de Santo Domingo, dejando al mariscal de campo don Antonio Alcedo la tarea de entenderse con los alzados patriotas y organizar la Junta de Defensa y Armamento del Reino de Galicia. Don Antonio Alcedo, ecuatoriano de nacimiento, era una noble figura de la Ilustración española, que alternaba las letras con las armas. Su Diccionario geográfico de las Indias y su Biblioteca americana, compuestas en gran parte en La Coruña, fueron las primeras obras maestras sobre la geografía y la sociología americana de la época moderna.

Organizada la Junta del Reino de Galicia para la defensa del país, una de sus primeras actividades fue poner en pie de guerra un ejército de 40.000 hombres, el mejor equipado y disciplinado de todo el norte y centro de España. A su frente marchó el capitán general don Antonio Filangieri, que estableció su cuartel general en Villafranca del Bierzo, ya en el reino de León, mientras las avanzadillas del ejército gallego vigilaban los puertos del Manzanal y Fuencebadón, que comunicaban la meseta leonesa con el valle del Bierzo.

En Villafranca se desarrolló la tragedia que puso fin a la vida de don Antonio Filangieri. El historiador inglés Napier, que anduvo por Galicia con las fuerzas expedicionarias de Sir John Moore, cree que Filangieri dimitió en Villafranca su cargo por enfermedad; mientras que el historiador gallego Benito Vicetto afirma que fue destituido por la Junta Suprema de Galicia. Cualquiera que fuera la razón, apenas cesado de su cargo fue asesinado en Villafranca por unos soldados indisciplinados. Napier dice que estos soldados eran del regimiento de Voluntarios de La Coruña, Vicetto los da como del regimiento de Navarra, que trataban de vengar viejos agravios con este acto de sangre. Pero cabe sospechar, conocidas las relaciones que Filangieri y su familia tenían con Murat y José Bonaparte, ya rey de España, que su muerte no fue obra de soldados indisciplinados simplemente, sino que formaba parte de un plan más complejo cuya iniciativa procedía de más alto, como lo comprueba, además, el hecho de que poco tiempo antes fuera destituido Filangieri de su cargo o forzado a presentar la dimisión.

Le sustituyó en el mando de las fuerzas gallegas don Joaquín Blake, malagueño de nacimiento e irlandés de origen, otra de las nobles figuras de la Ilustración española, radicada en La Coruña, que estuvo entrañablemente unido a la Junta de Galicia. Blake fue, un año más tarde, el organizador del Cuerpo de Estado Mayor del ejército de España.

En Nápoles, la bella ciudad del sur de Italia, vive todavía un recuerdo lejano de don Antonio Filangieri. Es el Museo Filangieri, fundado en aquella ciudad por un hijo de Carlos Filangieri, para honrar a los hombres ilustres de su familia, sobre todo su padre Carlos y a su abuelo Gaetano. Por el museo, en el honor de los ilustres y triunfantes Filangieri, vaga la sombra trágica de don Antonio Filangieri, Capitán General de Galicia, muerto en Villafranca del Bierzo por ser un miembro de esa familia en aquel momento estrechamente unida a los franceses invasores de España.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 17:43

LOS FUNERALES DEL GENERAL FRANCISCO TARANCO LLANO EN OPORTO EN 1808


Curioso relato exhaustivo de las exequias del famoso general Francisco Taranco , que ocupó el norte de Portugal por orden de Godoy , y se hacia llamar Virrey de Galicia. Oporto fue " capital de Galicia " (diciembre 1807 a diciembre 1808)

El relato de "Prescripcion de los funerales echos en la ciudad de Porto al General en Xefe del Exto. Español al Exmo. Señor Don Francisco Taranco"

Fallecio el 26 a las dos de la tarde , en la misma hora se puso la guardia segun corresponde con las armas a la funerala y no se dio entrada a las oraciones se hizo señal en la Cathedral con una campana que solo se toca a las personas Reales y obispo de esta Diocesis y luego ejecutaron lo mismo en todas las parroquias y conventros , dandose las ordenes conducentes para su entierro. Al amanecer del 27 se hizo la señal con tre cañonazos y sucesivamente de media en media hora se tiraba uno. no se permitio berlo por la mañana, pero despuses de haverle embalsamado para evitar la corupcion a las dos de la tarde se manifesto al publico en la sala principal de la casa de su habitacion.El aparato funeral era digno de un detalle circunstanciado, pero solo se hara mencion de lo que merecia mayor atencion. Estava formada la guardia al frente de la portada para impedir la multitud de pueblo que se agolpaba a verle , la puerta estaba vestida de bayeta negra , todo el portal techos , transistos de la escalera y piezas que conducian a donde estava colocado el cadaver de pana negra galonada de plata, en cada transito habia centinelas e iluminando con achas , la pieza en donde se hallaba el dinfunto estaba magnificamente adornada de pana negra formando su techo un cielo raso de lo mismo formado de muchas gasas galones plateados y dorados que presentaban dibujos primororos , habia dos centinelas a la entrada y dos a la cabecera , doce blandones (sic) , una caja o feretro correspondiente a la demas magnificencia. El 28 por la mañana se pusieron en la pieza donde se hallaba el cadaver dos altares portatiles y en ellos celebraron misa todos los capellanes del Exto.. A las ocho se tendio todo el Exto desde la casa de su habitacion sita en la rua de los yngfleses hasta el conbento de los canonigos seglares de san Eloi donde se le dio sepultura en le panteon que le ha cedico el Vizconde de Balsaman (hermano?) politico del Señor marques de Mos . A los que se presento el tren de artilleria y tropas que habian de acompañar el cadaver y sucesivamente asta las diez concurrieron hermandades communidades segun orden que ha dado el Obispo , y demas persona covidadas por el estado mayor . A las diez y media despues de la señal con los cañones el ordenanta salio el entierro en la disposicion siguiente:
1 Bastidores de caballeria franqueando el paso
2 Un esquadron de la misma
3 Dos Gefes y un ayudnates de acaballo
4 El segundo batallon de la columna de Galicia
5 Un Batallon del principe
6 El tren de artilleria compuesto de quatro cañones
7 Un piquete de infanteria
8 Quatro caballos desherrados y enlutados con la (.) del General difunto
9 Ocho curas en representacion de otras tantas parroquias
10 La hermandad de la Caridad compuesta de los hermanos con sotana encarnada y capa azul con cruz algunos sacerdotes
11La de los huerfanos compuesta de 36 cruces y algunso scerdotes ropon blanco cruz roja al pecho y bonete blano
12 la Hermanda de los Santos Pasos conpuesta de 56 , Cruz y saderdotne su bestuario negro capa morada de seda y presidida por dos Jueces
13 Communidad de SAn Francisco
14 Yden de San Antonio
15 Yden La de la piedad
16 Yden de Santo Domingo
17 Yden de Carmelitas
18 Yden de Agustinos descalzos
19 Yden de los mismos calzados
20 El cuerpo de la relacion de oidores
21 La Camara ( la Ciudad )
22 Varias cruces he incensarios
23 Ochenta y ocho clerigos
24 Un piquete de Caballeria
25 El cadacver conducido por quatro granaderos de la columna y las borlas por los Governadores que han sido de esta ciudad y Biana Silba y Castro Coronel y teniente coronel de artilleria
26Dos edecanes a los costados, que eran Barela y Cadaval
27 La tapa que la llevaron quatro oficiales de graduacion , dos portugueses y dos españoles
28 La guardia de honor a la funerala
29 Alguna tropa de infanteria
30 Dos esquadrones de Caballeria
31 El Teniente general Señor Carrafa y el mariscal del campo Don Dominog Belsio-
Oficicialidad española y portuguesas y otra mucha gente de distincion que compondrian 800 personas.

Con este funebre aparato se dirigieron a SAn Elou cuya Yglesia estaba ricamente adornada de colgaduras de pana negre figurando colunnas istriadas guarnecidas de pasamanos plateados , en medio se levantava una especie de mausoleo con ocho colunnas colaterales formando sus arcos de muy buena arquitectura cubierto todo de la misma pana negra con sus bordados plateados y un remante de bellisima perspectiva cuya total altura era de quarenta palmos y en su mediio esta una especie de mesa de doce palmos don se coloco el cadaver......[i]

....Ardian varios blandones de cera alrededor y el altar mayor enlutado todo con terciopelo conteniendo solo un crucifijo en medio , estatura natural y luces proporcionadas que infundia el mayor respeto . Cantar con mas de treinta voces de la catedral y quarenta instrumentos un solenne oficio con su misa que oficio Don Luis Ramon teniente Vicario genela el ( capellan ? ) de Toledo de Diancono y el de la colunna de Subdiacono. Ardian mas de mil achas y todo se concluio con las formalidades prescriptas por la ordenanzas en semejantes casos retirandos el exercito junto formando por delante de la puerta de la yglesia y en seguida bajo el bicario general con los Capellanes de Exto. y mas Clero portuguese en procesion asta la puesta de la casa del difunto en la que cantaron un responso con la que se dio fin a la funcion
nota :El dia que estuvo cuerpo presente fueron tres retratistas para la relacion asacar el retrato del difunto, otros tres a hacer lo mismo para la ciudad. La vispera del entierro se echo un bando para que durante la funcion no rodasen coches ni carros por las calles por donde habia de pasa el cadaver. El dia siguiente hubo soldados de acaballo apostados en todas las bocas calles pare inpedirlo . Se dio Orden para cerra el Coliseo y Aduana por tres dias y el comercio voluntariamente cerro sus tiendas

La ocupación de portugal por el general Francisco Taranco , fue de forma pacífica y según creo dicho personaje era del agrado de los vecinos de Porto.

No he podido encontrar más documentación sobre este general, que únicamente consta como invasor de Portugal, ya que murió al inicio de la guerra de independencia.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 18:17

Excmo. Sr. D. José María DE TORRIJOS Y URIARTE General del Ejercito Español

General español, nacido en Madrid el 20 de marzo de 1791 y muerto en Málaga el 11 de diciembre de 1831, fusilado por orden de Fernando VII.

Hijo de Cristóbal Torrijos y Petronila de Uriarte, pasó su infancia en la Corte de Carlos IV, del que su padre era Ayudante de Cámara. Paje del rey a los diez años, eligió la carrera militar, así que a los trece años -ya con el grado de capitán- ingresó en la Academia de Alcalá de Henares, donde realizó los estudios de ingeniero hasta 1808. El día dos de mayo de ese año acudió al cuartel de Voluntarios del Estado en Madrid, donde se le encargó la misión de ir a parlamentar con Gobert; en el transcurso de la misma estalló el combate, y fue detenido y luego liberado por intervención de Borely, ayudante de campo de Murat.

Acudió a la defensa de Valencia junto al que sería luego verdugo suyo, el general González Moreno; pasó después a Murcia y, en 1809, a Cataluña. En 1810, con el grado de teniente coronel, cayó prisionero de Suchet en Tortosa y fue llevado a Francia; a pesar de todo, consiguió escaparse y volver a España, donde en 1811 fue nombrado instructor en la Isla de León del Regimiento de Tiradores de Doyle.

En mayo de 1812 fue enviado a Badajoz, donde se casó al año siguiente con Luisa Carlota Sáenz de Viniegra, y tomó parte en la batalla de Vitoria, en la que sedistinguió tan notablemente que fue propuesto por Wellington para brigadier. En 1814 no quiso ir a América con Morillo, de forma que permaneció en Madrid hasta que en 1815 fue nombrado gobernador militar de Murcia, Cartagena y Alicante. En 1816 se le concedió la Gran Cruz de San Fernando, y al año siguiente era ascendido a coronel del regimiento de Lorena, 46 Infantería de línea, donde permaneció hasta 1818.

Comenzó a conspirar siguiendo a Van Halen en pro de la vuelta a la Constitución, lo cual no le ocasionó más que disgustos y persecuciones que le hicieron verse reducido a prisión el 26 de diciembre de 1817, primero en el castillo de Santa Bárbara de Alicante y en enero de 1818 en la Inquisición de Murcia, lo cual no fue óbice para que desde su encierro siguiera trabajando a favor de la revolución. La llegada de ésta trajo su liberación, el 23 de febrero de 1820, así que en cuanto triunfó la Constitución se marchó a Madrid para hacerse cargo del regimiento de Infantería de Fernando VII.

Amarillas le quiso corromper, invitándole lisa y llanamente a la contrarrevolución, a lo que él se negó. Fue miembro de la Sociedad de Amantes del Orden Constitucional (Madrid, junio de 1820) y de la de la Fontana (6 de junio de 1820), una lista del Archivo General de Palacio le atribuye el nombre masónico de "Aristogitón", y ese mismo año de 1820 fue juez de hecho de imprenta. Fue uno de los fundadores de la Comunería en enero 1821. En 1822 defendió el sistema constitucional en Navarra y Cataluña, lo que le valió el ascenso a mariscal de campo, tras lo cual fue destinado a Navarra para ponerse al mando del ejército, con el que consiguió vencer a los realistas.

Al iniciarse la era absolutista de 1823, Torrijos fue de los llamados comuneros constitucionales, partidarios de un pacto con los masones. El 28 febrero de ese año, Fernando VII le nombró ministro de la Guerra, pero no pudo tomar posesión de su cargo. Siguió al Rey a Andalucía, de allí a Aragón, y luego a Alicante y Cartagena, y aunque no quiso adherirse a la capitulación de Ballesteros, no tuvo más remedio que ceder y negociar un convenio con los franceses cuando vio que la resistencia ya era inútil el 3 noviembre 1823. Finalmente, huyendo de las persecuciones absolutistas, embarcó el día 18 para Marsella.

Primero estuvo en Alençon (Orne), pero como viera que los franceses no cumplieran las condiciones de la capitulación, en abril de 1824 marchó a Inglaterra. Se estableció en Blackheath, cerca de Londres, donde permaneció alejado de la política y en buenas relaciones con Espoz y Mina hasta 1826.

La crisis portuguesa de este año le movilizó, poniéndose al frente de la Junta directiva del alzamiento de España o Junta de Londres el 1 de febrero de 1827. Era miembro de algunas sociedades secretas, como la "Asamblea de Constitucionales Europeos" o "Los Unidos contra el trono y el clero", mantuvo proyectos iberistas, colaboró con los independentistas de la América española y estrechó sus lazos con los radicales ingleses. En julio de 1829 perdió el subsidio que la pasaba el gobierno inglés, teniendo que dedicarse a traducir a los autores hispanoamericanos para ganarse la vida; entre otros libros aparecieron entonces las Memorias del general Guillermo Millwer, al servicio de la República del Perú (Londres, 1829, y Madrid, 1910) y las Memorias de Napoleón para servir a la historia de Francia, así como las de Gourgaud y Montholon. También escribió una Relación de la Guerra de la Independencia en Cataluña.

Intentó una primera expedición el 29 de julio de 1830 desde Londres, pero lo impidió la policía inglesa. Marchó entonces a Francia, y de allí a Gibraltar con el propósito de esperar un buen momento para entrar en España y derrocar el absolutismo. Convirtió el Peñón en su centro, clandestino, de actividades, formando con Manuel Flores Calderón la Comisión ejecutiva de Gibraltar. Logró llegar a La Línea en la madrugada del 28 al 29 de enero de 1831, pero tuvo que desistir. Torrijos era ya el único emigrado que inquietaba en la Corte y, aunque contenía sus ansias de actuar el recuerdo de otras expediciones fallidas, su natural impaciente le impelía a moverse.

Fue entonces víctima de "Viriato", pseudónimo bajo el que se ocultaba su corresponsal, que no era otro que el propio gobernador de Málaga Vicente González Moreno, quien le atrajo con falsas promesas: unos sesenta hombres tomaron rumbo hacia las costas malagueñas hacia las 9 de la noche del 30 de noviembre de 1831. Tras ser atacados el 2 de diciembre por guardacostas y después en tierra, se rindieron el día 4 al propio gobernador González Moreno. El Consejo de ministros ordenó la ejecución inmediata de los expedicionarios, sin formación de causa, y fueron fusilados.

Sin embargo, la memoria de Torrijos le sobrevivió. Al rehabilitarse en España el régimen constitucional, su esposa, que recibió en 1837 el título de Condesa de Torrijos y en 1838 el de Vizcondesa de Fuengirola, escribió la Vida de su esposo, aparecida en 1860.

Nada más conocer su muerte, el poeta liberal José de Espronceda escribió este soneto, en honor a Torrijos:

A la muerte de Torrijos y sus compañeros

Helos allí: junto a la mar bravía

cadáveres están ¡ay! los que fueron

honra del libre, y con su muerte dieron

almas al cielo, a España nombradía.

Ansia de patria y libertad henchía

sus nobles pechos que jamás temieron,

y las costas de Málaga los vieron

cual sol de gloria en desdichado día.

Españoles, llorad; mas vuestro llanto

lágrimas de dolor y sangre sean,

sangre que ahogue a siervos y opresores,

y los viles tiranos con espanto

siempre delante amenazando vean

alzarse sus espectros vengadores.


Ignacio López Pinto, hermano de uno de los fusilados en Málaga y diputado del Congreso de Diputados en 1837, dijo ante la Cámara el 5 de julio:

Señores: se ha presentado esta tenacidad y constancia de Torrijos y sus compañeros, que nada podía abatir, como una especie de manía o locura [...]. Se ha afirmado también que era una temeridad. Señores, dichosas las naciones que en las crisis políticas encuentran hombres semejantes a aquellos. Los opresores... no humillarían por siglos enteros los derechos de la humanidad y la filosofía

Esta es en fin compañeros del foro, como un rey felón, acabó con los mejores de su época.

Gloria y Honor a los que supieron dar la vida por sus ideales :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 18:27

Excmo. Sr. D. Francisco Javier VENEGAS DE SAAVEDRA Y RODRIGUEZ DE ARENZANA General del Ejercito Español

Francisco Javier Venegas de Saavedra y Rodríguez de Arenzana, marqués de la Reunión y de Nueva España (Zafra, provincia de Badajoz, 1754 – Madrid, 1838) fue un oficial de la Armada Española, destacado militar español y Virrey de Nueva España desde el 14 de septiembre de 1810 al 4 de marzo de 1813, durante la segunda fase de la guerra de Independencia de México. Le fue concedido el Marquesado de Reunión de Nueva España el 11 de octubre de 1816. Fue sustituido por el General Félix María Calleja del Rey, siendo acusado por haber sido blando en contra de los insurgentes mexicanos.

Comenzó estudios literarios aunque rápidamente se volcaría en su carrera militar. Obtuvo el grado de teniente coronel, tomando parte de la guerra contra Francia. Ya estaba retirado de la vida militar activa cuando Napoleón Bonaparte invadió España en la Guerra de la Independencia Española pero se unió al ejército de nuevo. Tomó parte de la Batalla de Bailén, siendo nombrado comandante jefe del ejército en Andalucía. Durante la campaña, a través de sus actos, que demostrarían su gran inteligencia, su valor y su energía, consigue la protección del ministro Saavedra y escala rápidamente en la jerarquía militar. A pesar de ello, fue derrotado por los franceses en Uclés en enero de 1809.

En 1810 fue nombrado gobernador de Cádiz, donde se encontraba la sede del gobierno español que se resistía a las tropas francesas. Estuvo en este puesto hasta que la Regencia lo nombró Virrey de Nueva España

Llegó a Veracruz el 28 de agosto de 1810, haciendo su entrada oficial el 13 de septiembre de 1810 para tomar posesión de su cargo. Una de sus primeras decisiones fue ratificar el decreto por el cual se suspendía el pago de tributos por parte de los pueblos indígenas de México y los mulatos.

Asimismo, prohibió toda publicación susceptible de propagar ideas revolucionarias entre la población e instauró tribunales de policía de carácter especial así como una Junta Militar en la capital de todas las provincias de Nueva España.

Tres días después de la entrada de Venegas en el brendaitsel de cargo, el Padre Miguel Hidalgo y Costilla lanzó públicamente lo que se conoce como el Grito de Dolores, llamando a sus fieles a la rebelión, contra el gobierno virreynal español.

Venegas comprende inmediatamente que no se trata de un problema baladí, sino que es un levantamiento de insurrección, así que ordenó rápidamente que el ejército interviniera para sofocar a los rebeldes. Las tropas abandonaron entonces la capital para ir al encuentro de los revolucionarios y se ordenó al clero que predicara en contra de los insurrectos.

Tras la toma de Celaya (21 de septiembre), Guanajuato (28 de septiembre), Zacatecas (7 de octubre) y Morelia (17 de octubre) por parte de los rebeldes, Venegas comienza a utilizar el término de «insurgentes» (del francés insurgés, como llamaban los franceses a los españoles en la Guerra de la Independencia). Este término es todavía utilizado hoy en día para designarlos en México. Se hizo levantar al regimiento de Tres Villas, compuesto de tropas de Córdoba, Jalapa y Orizaba además de un contingente de 500 esclavos negros libertos de las haciendas de Gabriel de Yermo. Estas tropas fueron mandadas por el teniente coronel Torcuato Trujillo.

El 19 de octubre, en Valladolid (Morelia), el Padre Hidalgo promulgó un decreto para la liberación de los esclavos y el 29 de noviembre, en Guadalajara, extiende su efecto a toda Nueva España, aboliendo asimismo el pago de tributos.

Trujillo sabía que los insurgentes marchaban en dirección a la capital, desde Tepetongo a Toluca, así que hace los movimientos necesarios para ocupar esta última (Toluca está a menos de 75 km de México). Sin embargo, la ciudad tiene que ser abandonada por los realistas, que se repliegan hacia un cañón conocido como el «Monte de las Cruces». Allí, los insurgentes, bajo las órdenes de Hidalgo y de Ignacio Allende, los derrotan el 30 de octubre de 1810. Torcuato Trujillo, Agustín de Iturbide y otros dirigentes realistas consiguen escapar.

Venegas estaba entonces muy alarmado. Levanta un batallón de voluntarios que estaciona en el Paseo de Bucareli, al extremo oeste de la ciudad. No obstante, en una fase de aparente indecisión, el Padre Hidalgo, tras una serie de triunfos y viendo que la capital, sin defensa, está cerca, ordena la retirada de las tropas hacia Valladolid. Todavía hoy se desconocen las razones por las que se tomó esta decisión, la cual originaría que la Guerra de la Independencia de México se extendiera once años más.

Tras la sorprendente retirada de los insurgentes, Venegas comienza una acción decisiva para reencontrarlos. Ordena al General Félix María Calleja venir en auxilio de la capital desde San Luis Potosí. En su marcha desde Querétaro a México, Calleja se encuentra con los insurgentes en los llanos de San Jerónimo Aculco, donde los derrotó el 7 de noviembre. Otro grupo de rebeldes tomó Guadalajara, el 11 de noviembre. Calleja toma Guanajuato el 25 de noviembre y Guadalajara el 21 de enero de 1811.

Calleja derrota de nuevo a los insurgentes en la batalla de Puente de Calderón el 17 de enero de 1811. Los insurrectos están a punto de alcanzar la victoria cuando una granada explota en un vagón de municiones en el campo de batalla, sembrando la confusión. Los realistas toman entonces ventaja. Una parte de los rebeldes se dispuso entonces a retirarse hacia el norte, donde esperaron hasta obtener ayuda moral y material de los Estados Unidos de América.

Sin embargo, los principales dirigentes rebeldes (Hidalgo, Allende, Juan Aldama, Jiménez y Abasolo), son tomados prisioneros en Acatita de Baján el 21 de marzo de 1811, tras la traición de Ignacio Elizondo. Fueron enviados a Chihuahua, donde el 26 de julio de 1811 Allende, Aldama y Jiménez fueron fusilados, acusados de traición. Hidalgo sería fusilado días más tarde. Abasolo por influencia de su esposa la cual tenía relaciones importantes en el Gobierno Virreynal de la Nueva España, no fue fusilado pero fue condenado a cadena perpetua en el exilio y murió en Cádiz en 1816 por tuberculosis pulmonar.

Venegas consideró entonces que la insurrección había terminado, pero fue en ese momento cuando empezaron a llegar las noticias sobre las actividades de Ignacio López Rayón en el centro del país, así como de las victorias del padre José María Morelos al sur. Se estaban organizando partidas de guerrilleros por todo el país. Las tropas realistas fusilaban a sus prisioneros en el mismo campo de batalla y la menor sospecha de colaboración con los insurrectos era motivo de prisión. Este tipo de acciones originó que los insurgentes actuaron con una belicosidad nunca antes vista.

La Junta de Cádiz escribe y promulga la primera Constitución española en 1812 y ordena su publicación en todas las posesiones españolas. Venegas, que está a favor del absolutismo, retarda su publicación en Nueva España hasta 24 días. Los oficiales gubernamentales de Nueva España juraron respetarla el 30 de septiembre de 1812, aunque todo quedara en papel mojado, ya que Venegas había decretado el estado de sitio. (Un año y medio más tarde, el virrey que sucedió a Venegas, el General Calleja, la declararía nula en Nueva España). Aprovechándose del estado de sitio, Venegas no pone en marcha otras órdenes de la Junta. Después de muchas vacilaciones, Venegas publica la ley sobre la libertad de prensa, para rápidamente abolirla bajo el pretexto de que «se habían cometido abusos».

La Junta de Cádiz sanciona a Venegas por sus medidas arbitrarias, que, a su juicio, han impedido la pacificación del país. La Audiencia de México y el Partido Español de Nueva España lo acusan, sin embargo, de haber sido blando en la lucha contra la rebelión. Fue relevado en el puesto el 16 de septiembre de 1812, pero esta medida no tendría efectos hasta el 4 de marzo, cuando se invistió al General Félix María Calleja como virrey.

Venegas regresó entonces inmediatamente a España, donde el Rey Fernando VII lo recompensó concediéndole el título de Marqués de la Reunión y de La Nueva España. Fue Capitán General de Galicia desde 1818. Desde 1834 hasta 1836, formó parte de la Cámara de los Próceres. Falleció, en 1838, en Madrid.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 19:25

Excmo. Sr. D. Gaspar DE VIGODET General del Ejercito Español

José Gaspar de Vigodet más conocido como Gaspar de Vigodet o bien como aparece en algunos documentos históricos: Gaspar de Bigodé o Bigodet y apodado por sus compañeros de armas como "Vidogo" (Sarrià de Barcelona, 1764 – Madrid, e/ noviembre y diciembre de 1835) era un militar español de origen francés que tras su designación como gobernador de Montevideo en 1810 y luego como capitán general y gobernador de las provincias del Río de la Plata en 1811, se convertiría en la máxima autoridad de este virreinato y en su último gobernante colonial.

Sin embargo, su cargo solo fue efectivo en la Banda Oriental por lo que no fue reconocido en la mayoría del territorio rioplatense, ya que estaba controlado fácticamente por las autoridades de Buenos Aires, y por lo cual organizaría la resistencia realista desde Montevideo, designada como nueva capital por su antecesor, el virrey Elío, hasta que la ciudad fuera sitada por segunda vez el 20 de octubre de 1812 y cayera en manos patriotas a mediados de 1814.

Posteriormente al llegar a España, sería ascendido al rango de teniente general, y luego comandó la capitanía general de Andalucía en el año 1814 y la de Castilla la Nueva en 1820.

Por sus méritos defendiendo a la Corona española se le concedió la Cruz Laureada de San Fernando y fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de Isabel la Católica (1815), caballero gran cruz de la Orden de Carlos III (1816) y caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo (1818).

José Gaspar de Vigodet habría nacido en el año 1764 en Sarrià de Barcelona del Principado de Cataluña que formaba parte de la Corona española.

Como militar participó en el sitio de Gibraltar desde el 30 de agosto de 1782 al 4 de febrero de 1783, siendo ascendido a subteniente el 1º de enero de este último año,6 y en la Campaña del Rosellón en 1793.

Fue nombrado segundo comandante en 1806, con el grado de teniente coronel, y poco después fue ayudante de estado mayor del ejército de Andalucía. Durante la Guerra de la Independencia Española intervino en el año 1808 en la batalla de Bailén del 19 de julio y en la de Tudela el 23 de noviembre, y por su accionar en la primera de ellas fue ascendido a coronel.

El día 1 de diciembre del mismo año pasó a la División de vanguardia como su comandante, y participó en el combate de Tarancón el 23 de diciembre, en la batalla de Uclés el 13 de enero de 1809, en la acciones de Mora el 18 de febrero y de Consuegra el 22 del mismo mes. Por sus meritorios servicios fue promovido a mariscal de campo el 16 de marzo de 1810.

Al poco tiempo era designado gobernador montevideano por el Consejo de Regencia de España e Indias el 7 de septiembre del mismo año,2 por lo cual, embarcó en la corbeta El Diamante rumbo a Sudamérica y ocupó el puesto al arribar a la ciudad el día 7 de octubre del corriente,5 7 8 que estaba ejercido en forma interina por Joaquín de Soria. Una de sus primeras medidas fue elevar al pueblo de «El Colla» al rango de villa con el nuevo nombre de Rosario, el 15 de octubre del corriente.

Al año siguiente sería asignado en el cargo de capitán general de las provincias de la Plata con sede en Montevideo el 18 de noviembre de 1811, sucediendo al último virrey Francisco Javier de Elío, en la defensa contra los avances de los independentistas rioplatenses. El sitio a que fue sometida la ciudad el 20 de octubre de 1812 lo obligó a intentar una salida pero fue derrotado por completo en la batalla de Cerrito el 31 de diciembre.

Derrotada la Real Armada en el Combate de Martín García por la escuadra patriota dirigida por Guillermo Brown durante la Campaña Naval de 1814 y privado de su apoyo, el sitio se cerró y el general Carlos María de Alvear obligó a negociar la entrega de la ciudad, concretándose finalmente con la firma de la capitulación de Montevideo el 20 de junio de ese año.

Regresó a España a finales de 1814 en donde sería ascendido a teniente general para convertirse en el nuevo comandante de la capitanía general de Sevilla, y el 24 de marzo de 1815 fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de Isabel la Católica y como tal representó al Rey en el Brasil para negociar los acuerdos esponsales con la infanta María Isabel de Braganza, además de ejercer mandatos algo difusos en Río de Janeiro, donde intentó perjudicar a Alvear que se había refugiado en esa ciudad, después de su expulsión del Río de la Plata.

Debido a la instigación del teniente general Vigodet que había influido en la reina consorte luso-brasileña Carlota Joaquina de Borbón para que informara a su hermano el rey Fernando VII de la llegada del líder depuesto y de la actitud tomada por su representante en Río —el ministro Andrés de Villalba que estaba en la Corte de aquel país— ya que el coronel-ingeniero Ángel Augusto de Monasterio "el Arquímides de la Revolución de Mayo" al llegar a dicha ciudad, se comunicó por carta con el ministro español para proteger a Alvear de ser deportado a España, pudiéndolo salvar, y por lo cual, Vigodet solo lograría que el monarca remplazase al ministro antes citado.

Una vez en Madrid y por sus méritos, nuevamente fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de Carlos III el día 9 de octubre de 1816,15 y en el año 1818 fue nombrado caballero gran cruz de la Orden de San Hermenegildo, y en el mismo año le sería asignado, pero esta vez la más preciada condecoración militar española, la categoría de Gran Cruz Laureada de la Real y Militar Orden de San Fernando. Posteriormente, fue nombrado capitán general de Castilla la Nueva, en 1820. Al haber sido miembro de la regencia que destituyera al rey Fernando VII de España, debió exiliarse en Francia en el año 1823.

Al retornar de su exilio en 1834, después de la muerte del Rey, juró en Madrid el acta del nuevo Estatuto Real en las Cortes de la sesión regia promulgada por la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, el día viernes 25 de julio del corriente, y al año siguiente en las citadas Cortes, votó unos proyectos el martes 27 de enero, el sábado 7 de febrero y nuevamente el martes 24 de marzo, además de dar un voto positivo el día lunes 4 de mayo y el miércoles 20 del mismo mes, siendo esta última fecha el final de su actividad pública, aunque aparece nombrado en una real orden del 24 de octubre del citado año con el grado de teniente general, por el cual se le adjudicó los "beneficios del doble tiempo de campaña" por consideración a los sacrificios y padecimientos en el Río de la Plata defendiendo a la Corona española como digno militar que fue.

Gaspar de Vigodet fallecería en Madrid entre los meses de noviembre y diciembre de 1835

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 21:05

Excmo. Sr. D. Juan Miguel DE VIVES Y FELIU General del Ejercito Español

Militar español. Siendo mariscal de campo se encargó de organizar los tercios de Cataluña (cuerpo de voluntarios) contra Francia (1795), para, posteriormente, ser nombrado capitán general de Cataluña (1808). Fue derrotado por Saint-Cyr (1809) en Llinás del Vallés.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 21:53

Excmo. Sr. Sir Samuel FORD WHITTINGHAM Teniente General del Ejercito Español

En enero de 1841 fallecía en la India, en Madras, un Teniente General del ejército español. La noticia en sí no tendría mayor trascendencia histórica que la mera anécdota, curiosa por lo poco común y acrecentada por el hecho de que este general resultaba ser un inglés.

Sin embargo, con la muerte de Sir Manuel Ford Whittingham se terminaba para siempre la trayectoria de un hombre caracterizado por su honda pasión por España, en buena medida su segunda patria, por cuya independencia y libertad luchó y a la que dedicó no pocos esfuerzos y una buena parte de su vida.
Sir F.W. Whittingham , llamado “ Samford” por sus amigos como resultado de la contracción de sus dos nombres de pila, era conocido en España como D. Santiago Whittingham, y así aparece mencionado en los textos y testimonios de aquel período.

¿ Pero quién era este inglés que acabó teniendo bajo sus órdenes a todo un ejército español durante la Guerra de la Independencia ?

Nació en Bristol, Inglaterra, el 29 de enero de 1772, hijo de un respetable hombre de negocios retirado y una joven madre, siendo el mayor de tres hermanos. Desde muy joven estuvo determinado a seguir la carrera militar pero siempre tuvo la negativa de su padre, este le envió en 1797 a controlar su socio comercial en Bilbao donde aprendió las costumbres y el habla de España .

Fallecido el padre en septiembre de 1801, Samford regresó a Bristol, donde con su herencia se independizó e intentó su ingreso en el Ejército. En Febrero de 1803, después de una positiva entrevista con el Coronel Lord Harrington pudo optar por la compra de la plaza vacante de teniente en la Horse Guard por el precio de 2.000 guineas. Realizado el periodo de instrucción en la academia militar de High Wycombe, a los 31 años ( edad muy avanzada para iniciar la carrera militar, lo normal era a los 16-18 años ) ingresó con el grado de teniente en el regimiento de caballería 1st. Life Guard donde sirvió desde el 10 de marzo de 1803 hasta el 14 de febrero de 1805.

En 1804, por deseo expreso del Premier William Pitt fue seleccionado y enviado en misión secreta a Lisboa ( se estaba proyectando una expedición a las colonias españolas de Sudamérica y se buscaban contactos ), este servicio le ocupó el año entero y durante su residencia obtuvo el mando de una compañía de infantería del 20Th Foot.

Regresado a Londres, el 14 febrero de 1805, fue felicitado por el Premier y ascendido al grado de capitán, incorporándose a un nuevo regimiento de caballería el 13th Light Dragoons donde existía una vacante.
Hacía finales de 1806, cuando la expedición secreta contra Lima fue organizada bajo el mando del Brigadier General Robert Craufurd, el capitán fue designado asistente del cuartel general. Embarcó en el puerto de Portsmouth el 12 de noviembre de 1806 con la flota británica que llegó a fondear en la bahía de Montevideo el 13 de junio de 1807.

Desembarcando en primer lugar las tropas de Sir Samuel Achmuty, siguiendo las del General Whitelocke y finalmente la división de Craufurd en la que participó el capitán en calidad de oficial de enlace. El 18 de junio fue dada la orden de ataque iniciándose la contienda que acabó en desastre para las tropas británicas.
Salió de Montevideo hacia Inglaterra el 30 de julio de 1807, reincorporándose a su regimiento el 13th Light Dragoons hasta el 18 de mayo de 1808 en el que es destinado como asistente suplente en el cuartel general del ejército de Sicilia

El 2 de junio de 1808 es destinado a Gibraltar, como ayudante secretario del gobernador de la plaza Sir Hew Dalrymple, por sus conocimientos del idioma y su relación con algunos mandos españoles es designado asistente del Cuartel General de las fuerzas británicas bajo el mando del Teniente General Sir Arthur Wellesley, quien a su vez le envía como oficial agregado al cuartel general del ejército de Andalucía al mando del General Francisco Xavier de Castaños, establecido en esas fechas en Utrera. Jugando un papel definitivo en el establecimiento de los primeros contactos entre los ingleses y el General Castaños que a la larga propiciarían la alianza hispano-británica.

Intervino en la batalla de Bailén, asignado a la división del General La Peña , y tuvo por ello el honor de ser “ el primer inglés en luchar por España en la guerra de la independencia “

Su informe realizado sobre la batalla de Bailén dice:
“ El ejército de Castaños estaba compuesto aproximadamente de 10.000 soldados de infantería regulares, 25.000 de populacho voluntario, 22 piezas de artillería a caballo y 1.500 soldados de caballería. Las fuerzas francesas en estos momentos en Andalucía exceden de 25.000 hombres .
El primer punto de reunión del ejército fue Utrera, desde allí avanzaron en cuatro divisiones, las tres primeras mandadas por el Major General Reding y los Tenientes Generales Marqués de Coupigny y La peña , la cuarta división forma la reserva al mando de Castaños. Previo a la memorable batalla tomaron plaza algunos días antes, Reding y Coupigny, con un movimiento de flanqueo, en la retaguardia de la posición francesa, entonces Castaños con dos divisiones atacó de frente.
Dupont, en la batalla, cometió el error de realizar sucesivas cargas a la posición española en cuatro puntos diferentes en vez de concentrar y repetir sus ataques en un único punto.
Las tropas españolas se comportaron noblemente y su artillería fue eminentemente exitosa. Victoria, después de un día de dura lucha, declarada por los españoles y los franceses quedaron prisioneros de guerra.
Nada puede excusar o paliar la conducta de Dupont, porqué no solamente se rindió el mismo y su ejército a unas fuerzas, que yo sepa, inferiores; además obligó al General Vedel a retroceder en su ruta hacia Madrid y regresar a Bailén para ser incluido en la capitulación.

En el siguiente día, cuando Dupont a la cabeza de su estado mayor acudía en carruaje a entregar su espada al General Castaños, los españoles desmontaron y, aproximándose al carruaje, se dirigieron a él con desconsoladas palabras, llamando su atención sobre las vicisitudes de la vida humana y atribuyendo su victoria a uno de los más renombrados Generales de Napoleón más a su buena fortuna que a alguna superioridad o talento.

La Junta Suprema de Sevilla, en un decreto en nombre del Rey Fernando VII con fecha 20 julio 1808, otorga a Don Santiago Whittingham el grado de coronel de caballería “ por su real y reconocido valor con que se ha distinguido en la campaña de Andalucía, que terminó con la gloriosa batalla de Bailén “.

Samford, que era protestante, se hizo católico y cambió su nombre por el de Santiago, pasando a ser conocido como Don Santiago Whittingham y Richardson, apellido éste de su madre. Eso en España porque en su país siguió siendo protestante, continúo llamándose Samford y en el escalafón militar no dejó de ser capitán.

Después de Bailén, viajó por Cádiz, Gibraltar, Algeciras y Jerez de la Frontera cumpliendo misiones del general Castaños, cuando le concedieron al general el mando del Ejército del Centro, Samford le acompañó en la triunfal entrada a Madrid. Allí fue testigo del infructuoso consejo de generales convocado para organizar un mando único.

El 7 de septiembre de 1808 es enviado a Zaragoza para conocer los efectivos reales y condiciones de los ejércitos de Aragón, Valencia y Castilla, estuvo en el paso del Ebro.

Sobre la situación del frente, en fecha 6 de octubre dirige una carta a su buen amigo el Teniente Coronel Henry Cadogan del 71st Regiment que dice:
“ …. Nosotros ocupamos el lado derecho del Ebro y los franceses el izquierdo. Su derecha está en Miranda y su izquierda en Milagro. Pamplona está en su poder y el otro día entraron en Bilbao. Ellos esperan refuerzos sobre el 15 de este mes, ahora presentan una fuerza de 45.000 hombres.
El centro de nuestro ejército, al mando de Castaños, ocupa Logroño, Calahorra, Cascante y Tarragona. Nuestra izquierda al mando del General Blake está situada entre Frías y Orduñas.
La derecha, bajo el mando de Palafox, está en Zaragoza con un destacamento avanzado hacia Sangüesa. En conjunto nuestras fuerzas suman unos 100.000 hombres, pero al menos 30.000 de ellos se encuentran lejos del teatro de operaciones, detenidos por una gran falta de armamento e uniformes.
Aún no es tiempo de atacar a los franceses y convendría esperar hasta la llegada de estos refuerzos aunque las órdenes de la Junta son de atacar cuanto antes. Por primera vez en mi vida, mi corazón recela y mis presentimientos no son buenos, temo el resultado de la acción. Los franceses están concentrados y nosotros dispersados. Sus tropas están equilibradas, las nuestras ,algunas malas y otras peores.
Tienen la ventaja del mando único. Nosotros estamos dirigidos por tres generales, cada uno independiente de los otros.
Confió en Dios para que nada atrase el avance del ejército británico hacia Burgos. Tengo un excelente punto de reunión para nosotros en caso de desastre, pero no es hora de pensar en ello. El entusiasmo de los españoles es meritorio en este caso y su bravura te hace desearles lo mejor. Pero no están aún organizados ni están adiestrados para moverse en grandes cuerpos así como en operaciones combinadas. No tengo ninguna duda sobre el resultado de la primera batalla. Seguramente no tendré tiempo de escribir a nadie antes de la acción. No es, sin embargo, con una o con veinte batallas que Buonaparte conquistará España. Cada ciudad se convertirá en otra Zaragoza, y cuando su hermano reine en España, solo las mujeres y niños serán sus únicos súbditos.
Tengo la orden del general Castaños de reunirme con mi antiguo comandante el general La Peña, el cuartel general de su división se encuentra en Cuenca y su vanguardia está constantemente en combate con los franceses, hasta la fecha los españoles tienen la ventaja.
Cuando regrese del reconocimiento de nuestra línea , enviaré mis caballos por delante a una buena posada y allí esperaré la acción. Tengo un buen fajo de puros, una brújula de bolsillo y unos buenos caballos, como verás, tu antiguo amigo está bien preparado para la campaña….”

Pernoctando en Tudela, el 6 de noviembre tuvo un ataque de fiebres reumáticas que le obligaron a guardar cama hasta el 23 del mismo mes, por lo que no pudo estar en la batalla de Tudela, derrota para las tropas españolas al mando de Castaños para quien supuso el final de su reputación. Su huida fue milagrosa, realizó 300 millas, enfermo sobre un colchón en un carro sin ballestas por los senderos montañosos siguiendo la retirada del ejército hacia Cuenca. Allí fue atendido por el doctor Turlan, médico personal del general Castaños.

Recuperada en parte su salud, en enero de 1809 fue requerido por el Duque del Infantado, siendo agregado a su cuartel general entonces con sede en Sevilla.

Los días 13 y 14 de enero, la vanguardia del Duque fue atacada por fuerzas superiores francesas, en Tarancon y Uclés , Samford estuvo en la acción de esta última, obligando al cuartel general a retirarse hacia Cuenca. Aún débil viajó en una carreta tirada por cinco mulas por caminos en mal estado necesitando diez horas para realizar solo tres millas.

Fue testigo de las numerosas discrepancias entre el General Urbina, Conde de Cartaojal, y sus subordinados. Viendo como el ejército del centro, muy menguado ya por la disentería y los combates, desperdiciaba sus energías marchando de un lado a otro sin ningún objetivo determinado. Fue destacado al estado mayor del Duque de Alburquerque cuyo cuerpo de ejército formado por 3500 caballos y 2 baterías de artillería a caballo operaba en La Mancha donde nuestro personaje tuvo varias acciones de caballería.

En fecha 12 febrero, desde La Carolina sede del cuartel general avanzado escribe:
“En Mora, los franceses tenían destacados unos 600 caballos, el Duque avanzó con intención de sorprenderles con 1500 caballos. Acampamos al raso unas cinco millas de su puesto de avanzada sin ser descubiertos y, al amanecer, le atacamos. La sorpresa fue total, perdieron 160 hombres y el resto huyo a todo galope. A nuestro regreso a Mora pernocté junto al Duque y el general Alava en casa de la Duquesa, donde anteriormente se hospedó el comandante francés de la plaza, decidiéndose retirarse toda la tropa a las cuatro de la mañana, decisión afortunada ya que durante la acción nuestra retaguardia fue atacada por fuerzas muy superiores ….“

También estuvo con la división de caballería durante la batalla de Medellín que tuvo lugar el 28 de marzo y que fue otra derrota más del general Cuesta.

Su opinión sobre el general queda reflejada en carta de 13 de marzo desde Ciudad Real donde se hallaba el cuartel general avanzado “ …..tan estúpido como obstinado, pero muy bravo e infatigable, el viejo general afronta la batalla con la usual contención táctica y prudencia. Sin embargo para la victoria, pese a todo, confía más en la bravura de su infantería que en la negligencia de la caballería española….”

Sobre la batalla de Medellín escribió desde Sevilla el 4 de abril de 1809
"....Antes de la batalla de Medellín, el Duque de Alburquerque se dirigió a Extremadura para reunirse con las fuerzas del general Cuesta con 2 baterías de artillería a caballo y 1500 caballos . En nuestra ruta llegamos a una pequeña ciudad que se hizo notar por recibir y ocultar desertores. El alcalde y el escribano estaban involucrados y el Duque estaba dispuesto a dar un castigo ejemplar. Fueron, por fuerza, asignados a una compañía de granaderos de un batallón disciplinario que entraría en primera línea al combate . Vi a estos hombres al día siguiente, iban moviéndose hacia el enemigo en columna de compañías y sus caras estaban demacradas y espantadas. Nunca había tenido una idea de la personificación del miedo.
Me reconocieron y corriendo se pusieron de rodillas ante mi implorándome “ Por favor, Don Santiago, por el amor de Dios y la Virgen maría, no permita este sacrificio “ Pero imploraron en vano y las bayonetas les obligaron a volver a filas. Nunca supe que fue de ellos. En la batalla de Medellín la derrota fue total, y Victor no dio cuartel , probablemente perecieron con el resto.
Cuando todo estuvo perdido, y el último batallón roto y dispersado la caballería francesa formó una línea alrededor de la tropa y la matanza comenzó. El Duque, los generales Alava, Bigodet, Nazario Eguia y yo mismo, junto con unos pocos ordenanzas y sirvientes, formamos un pequeño grupo. La cadena de caballería fue cerrada alrededor de nosotros.
El Duque, girándose hacia mi, me dijo “ Santiago, ves ese elegante dragón ligero, que vanidoso es ¿ ahora, te seguro que antes que pasen dos minutos, estará bajos los pies de mi caballo “ y picó espuelas a su fino caballo andaluz, cargando de lleno sobre el chasseur , este, sorprendido, decidió por prudencia más que por valor, girar grupas hacia la derecha arrastrando a media docena de caballeros que siguieron su ejemplo. Un agujero quedo abierto y lo aprovechamos el grupo pasando al instante a todo galope, la persecución fue muy larga pero en vano para ellos.
De retirada, un artillero herido llamó al General Alava “ Señor Don Miguel, por dios, ayudarme o estaré perdido a lo que le contestó el heroico Alava “ sube a mi grupa, nos salvaremos los dos o pereceremos juntos

Llegamos sobre las diez de la noche a una solitaria granja, allí hicimos un buen fuego y yo repartí mi chocolate y puros, los españoles unánimemente agradecidos decían “ cuanto más se pierde, más se gana, y que muchas sangrías eran menester para restablecer la salud del cuerpo político. Hemos perdido en Medellín 14.000 hombres “.

Un amigo intimo mió, un coronel de infantería, tenía dos hijos consigo en la acción. El mayor, de 18 años de edad, fue malherido por los dragones al final del día. Fue llevado a Medellín, al cuartel general francés a presencia del mariscal, justo cuando Victor estaba sentado para cenar, este graciosamente informó al joven oficial de la suerte de su destino “ si mis ordenes hubieran sido cumplidas, usted no estaría ahora aquí “
En la acción del Duque de Alburquerque en La mancha, las tropas bajo su mando se cubrieron de gloria. Todos los oficiales de su estado mayor, incluido Don Santiago, fueron recomendados para un ascenso. Don Santiago obtuvo el mando para dirigir la caballería durante la retirada , teniendo la oportunidad de distinguirse al salvarla del acoso del enemigo. El Duque le hizo el honor de hablar de él en elogiosos términos a la Junta suprema.

El 10 de abril de 1809 entró, con las tropas del Duque de Alburquerque, en Sevilla donde se reorganizó el ejército de Sierra Morena al mando del General Venegas.

El 17 partió con la nueva división mandada por el Duque, compuesta por 2500 de caballería y 7000 de infantería, en ruta hacia Santa Olalla y Monasterio para unirse a las fuerzas del general Cuesta.

El 20 de abril escribió desde Santa Olalla:
".....el Conde de Orgaz quien manda la división de infantería de Andalucía, no se considera a si mismo bajo las órdenes del Duque y, por lo tanto, disminuye el envío de provisiones y pertrechos requeridos. En consecuencia el Duque ha decidido dirigirse a Monasterio donde se halla el cuartel general de Cuesta. Estas órdenes contradictorias se parecen demasiado a lo acontecido en la última expedición a La Carolina. El territorio que hemos pasado no es el más apropiado para las operaciones de caballería, de Guillena a Santa Olalla el camino es una serie de cañadas continuas, y la caballería en vez de ser útil, en caso de ataque, solo serviría para debilitar los efectos de la infantería. En cuanto a Cuesta, parece ser que la vanguardia de Santos a sido atacada por una división francesa de unos 6000 hombres. Probablemente será una acción de reconocimiento previa a una acción de carácter general.

El general Cuesta, con la voluntad de defender la posición de Monasterio el mayor tiempo posible, retrocedió hacia Santa Olalla para finalmente ocupar y defender hasta el último extremo el paso fuerte de la Herradura, cerca de la Venta de la Cruz del Chapaxo, situado dos leguas del lado del Ronquillo de Sevilla ( actualmente el pueblo de El Ronquillo situado en la Sierra Norte a 43 kilómetros de Sevilla ).

Cuesta determinó que el Duque tomará el mando únicamente de la caballería de su división, acantonándose detrás de la posición de la Herradura. Por la mañana el Duque reconoció el terreno determinando la distribución de la fuerza confiada a su mando. El General Echevarria, con la vanguardia de este ejército, se encuentra en Fuentes de Cantos, cinco leguas más allá de Monasterio, los puestos de avanzada están diariamente en lucha con los franceses. Dos leguas detrás de este cuerpo se encuentra el general Inestrosa con 8000 de caballería y esta apoyado por un fuerte destacamento de infantería, a la distancia de alrededor de una legua, bajo las órdenes del brigadier Zayas. Si fueran enviados inmediatamente 4000 de caballería a La Carolina y al mando del Duque, este trataría de entrar en Madrid y así obligaría al General Víctor a separar una considerable parte de su ejercito para enviarlo hacia Toledo.

De momento, debido al mayor avance de los franceses, la caballería de Santos debe retroceder hacia Monasterio y continuar hasta Sevilla y el Duque, sin la esperanza de la victoria, solo ha adquirido la fama de ser golpeado por segunda vez. El momento actual es extremadamente crítico y opino que la situación del país dependerá del éxito de sus esfuerzos para cambiar el teatro de la guerra, una vez más, en La mancha.

Estoy convencido cada día más que el general Cuesta no es el hombre adecuado para mandar un ejército del cual depende la suerte de España. Su edad, sus enfermedades, su exceso de reserva y sus constantes fracasos, conspiran para que no sea apto para esta situación. Y que la Junta Suprema aprenda, cuando sea demasiado tarde, que la buena intención solo es un pobre sustituto del talento militar....."

El 20 de abril marchó hacia Gerena siguiendo al cuartel general de la 2ª división de caballería al mando del Duque, donde se establecieron hasta nuevas órdenes. Allí tuvo la noticia de su ascenso a general de brigada de la caballería española. En esos días tuvo el honor de acompañar al Duque en su reconocimiento del lugar desde esa plaza hasta Santi Petri donde quedaron tres ingenieros para realizar un mapa del territorio y regresando por el camino de Guillena.

En fecha 23 de mayo, desplazado a Zafra para inspeccionar la zona, envió el siguiente informe sobre la situación estratégica en general dirigido al Duque de Kent:

" ....desde la batalla de Medellín, que nos costó sobre unos 22000 hombres, se han producido grandes cambios. Los esfuerzos de esta nación están en proporción a las dificultades que tienen para llevar esta ardua misión. Derrotado en Medellín, sometidos a un vergonzoso retroceso en La Mancha, los franceses avanzando ya se encuentran a quince leguas de Sevilla, toda la fuerza que se podría reclutar en el paso de Monasterio y Santa Olalla no excede de 8000 hombres. El general Víctor al mando de las tropas francesas de Extremadura perdió el momento favorable para atacar y las energías de la nación se van recuperando. En el presente las fuerzas y distribución de los ejércitos español y francés son los siguientes:

General Cuesta dispone de 24000 de infantería, 7000 de caballería y 50 piezas de cañón. su vanguardia en Mérida, sostenida por un cuerpo de caballería de 2000 jinetes en Almendralejo. Su cuartel general en Fuentes de Maestre así como su reserva.

General Víctor con un ejército de alrededor de 30000 hombres ocupa Trujillo y Cáceres, teniendo su vanguardia en Montanchez. un pequeño destacamento de 300 o 400 hombres siguen ocupando el antiguo castillo de Mérida, pero se espero su pronta rendición.

General Venegas manda el ejército de La Carolina, sujeto a las órdenes que reciba de Cuesta. Su fuerza es de unos 2000 de infantería y 3000 de caballería y una grande y bien organizada fuerza de artillería a caballo.

General Blake, nombrado Comandante en jefe de Aragón, Cataluña, Valencia y Murcia, tengo entendido que ha avanzado hacia Cuenca con una fuerza de 20000 de infantería y 1000 de caballería.

General Sebastiani, con mando en La Mancha, dispone de un cuerpo de unos 9000 hombres.

General Mortier ha marchado, hace poco, desde Zaragoza a Burgos con un cuerpo de 11000 hombres y se dice que el General Augereau ha pasado de Bayona a Irun con un cuerpo de 15000 conscritos.

General Ney con una pequeña fuerza ocupa Ferrol y Coruña, pero como el conjunto de Galicia esta de nuevo en armas bajo el mando del Marques de La Romana, se puede considerar como bloqueado.
El General Soult ha sido completamente derrotado en Oporto.

No tengo detalles suficientes para poder afirmar lo que esta pasando en Cataluña.

El resultado de esta distribución de los ejércitos es que, en caso de que Víctor decidiera volver a Madrid y juntarse con Sebastiani y en caso de que los cuerpos de Mortier y Augereau llegaran a la capital, se concentraría una fuerza de 70000 hombres. Cuesta efectuando una unión con Venegas y Blake, que siempre esta en su poder hacer un movimiento de flanqueo a su derecha, o optar por un flanqueo a su izquierda, reuniría un ejército de 58000 de infantería y 11500 de caballería.

Sir Arthur Wellesley se ha comprometido a avanzar dentro de España, siguiendo la orilla derecha del Tajo, para cooperar con Cuesta a su regreso de la expedición a Oporto, y ha solicitado a Cuesta que no se comprometa en una acción general hasta su llegada. Las tropas de Sir Wellesley en Portugal se estiman en unos 50000 hombres....."

En Zafra el 9 de junio realiza una pequeña acción de abastecimiento en la vanguardia con todo éxito consiguiendo 700 fanegas de maíz.

Para esas fechas en el cuartel general de Wellesley en Alcántara se presentan los tenientes generales Bourke y Cadogan, sus cuerpos llegaran en unos días contándose con una fuerza total de unos 40000 hombres de los cuales 24000 son ingleses.

El 13 de junio el Mariscal Víctor abandona Mérida retirándose hacia Miajadas, siendo evidente que se retira hacia el puente de Almaraz. Su posición al otro lado del Tajo será probablemente Talavera de la Reina.

El 25 de junio marcha de noche para atacar el puente del Arzobispo a la mañana siguiente, la acción se retrasa a causa de la artillería al no llegar a tiempo.

Las tropas de Wellesley marchan desde Abrantes, Castelo Blanco, Espinhal, Segura, Zarza, Coria y Plasencia distantes del punto de reunión unas 36 leguas.

Al dejar el Duque de Alburquerque el mando de la caballería, Sir. Wellesley nombra a Whittingham Auxiliar Adjunto de su cuartel general , lo que le reportará una paga de ocho chelines al día, permitiéndole seguir en el ejército español. Samford pues siguió sirviendo en la vanguardia de la caballería al mando del Príncipe de Anglona.

El 8 de julio, escribió desde Coria:
" acabo de regresar de Zarza la mayor, donde he ido a ver a sir. Arthur, siguiendo sus ordenes. La 1ª división del ejercito británico marcha hacia Coria mañana por la mañana. Cuesta se encuentra en Almaraz, en la orilla izquierda del Tajo. Víctor ocupa una posición en la orilla izquierda del río Alberche. El Rey José se encuentra en Toledo. Sebastiani, reforzado por la mayor parte de la guarnición de Madrid, avanza contra Venegas en La Mancha. Ferrol y Coruña han sido evacuadas y los españoles han tomado posesión de estas ciudades. Los restos de las divisiones de Ney, Soult y Kellermann, unos 20000 hombres , han evacuado Galicia y Asturias y se dirigen hacia esta parte del país. No parece una operación segura la de atacar a Victor en su posición actual...."

Samford acompañó a Sir Arthur, escoltado por un escuadrón de dragones británicos, a la reunirse con Cuesta cerca de un puente de barcas sobre el Tajo, del cual estaba muy orgulloso el viejo general. En esta conferencia se acordó que el ejército británico cruzara el río Tietar y que ambos ejércitos avanzaran hacia Talavera.

Reconocido cuidadosamente el terreno por Sir Arthur, este propuso a Cuesta que el ataque se llevara a cabo a la mañana siguiente en dos columnas. La de la derecha formada por los españoles avanzaría por la carretera alta que va desde Talavera a Madrid y lograr posicionar todo su ejército perpendicular al flanco izquierdo del Mariscal Víctor, la columna de la izquierda de los británicos marcharía directo a la posición ocupada por los franceses, pasar el río Alberche y ocupar las alturas en la orilla izquierda.

El 22 de julio, los puestos avanzados franceses fueron expulsados por la vanguardia española bajo el mando del general Zayas y el Duque de Alburquerque, sin avanzar el resto del ejército.

Por tal motivo, el 24 Sir Arthur mantuvo una conferencia con el viejo general sin llegar a una decisión final. Contraordenes fueron emitidas de inmediato para suspender el proyecto de ataque, perdiéndose una oportunidad de golpear el ejército francés. Después de muchas vacilaciones, Cuesta dio por fin su consentimiento perdiendo dos días en hablar. Por lo tanto cuando cruzaron el Alberche, subiendo a las alturas ya era demasiado tarde, Víctor se había retirado hacia Madrid la noche anterior.

A pesar de las reticencias de Sir Arthur, Cuesta y toda su fuerza fueron en persecución del francés, mientras que el general británico se ocupó del reconocimiento sobre el terreno de Talavera y en la elección de la posición donde se debería luchar en la batalla que se preveía que dentro de unos días tendrá lugar. Víctor, reforzadas sus fuerzas, regresa hacia Talavera, empujando las tropas españolas.

Sir Arthur, que con dificultad obtuvo permiso para hablar con Cuesta ( a las cinco de la tarde estaba durmiendo en su tienda en la orilla izquierda del Alberche ) le informó de la proximidad inmediata del enemigo y le pidió que, sin pérdida de tiempo, ocupase sus posiciones previstas. Mientras la caballería británica en su conjunto, al mando del Coronel Elley, fue lanzada a cubrir su retirada del río Alberche maniobrando en dos líneas de una manera magistral. El avance francés era tan rápido que estaba a la vista cuatro horas después de que el último escuadrón pasara el río.

Samford que había galopado hasta Talavera para informar a Sir Arthur del resultado del movimiento de caballería, se encontraba en el cuartel general cuando un oficial del mismo se presentó en nombre del general Mackenzie, cuya división ocupaba un bosque en nuestra extrema izquierda, para avisarle que dicha división había sido sorprendida, que un regimiento había retrocedido y que todo era consternación y confusión. En un momento, Sir Arthur estaba montado en su silla y en galope hacia el lugar con su sequito y Samford. Avanzaron en medio de sus tiradores ligeros, el fuego era intenso y el enemigo se aproximaba rápidamente. Sir Arthur saltó fuera del caballo y trepó, ayudándose con sus manos, la pared de una antigua ruina; pero se vio obligado a remontarla al momento ya que los tiradores franceses casi habían rodeado el edificio, un minuto de retraso y hubiera sido hecho prisionero.

Una brigada de infantería se formó a corta distancia, en nuestra retaguardia, a la derecha de la cual se situó el 45th foot al mando del Coronel Gordon, mientras el general estaba hablando con él, un tiro de mosquete impactó contra la hoja de su espada, otro le quitó la ronda de mando de su empuñadura y un tercer disparo le atravesó su bicornio. Sir Arthur ordenó entonces a los batallones de retirarse a la derecha de sus compañías, para pasar el bosque hacia la retaguardia; esta maniobra apenas había comenzado cuando las cabezas de la columnas enemigas aparecieron a la vista y su artillería abrió fuego sobre ellos, su retirada fue cubierta por la caballería española, llevándose a cabo con mucho orden.

El ala izquierda de la línea española pasó a descansar sobre la derecha británica. Una batería británica de seis libras fue retirada del centro de la línea para dar cabida a otra batería española de ocho libras, Samford asumió su mando, al no dar con su comandante, encontrándose con la obediencia ciega de sus oficiales y tropa. Sobre las diez de la noche, los franceses enviaron a sus tiradores hacia la posición artillera esperando acallarla, pero los jóvenes soldados españoles alarmados iniciaron un fuego tan intenso y continuo que llamó la atención de Sir Arthur que acercándose le dijo: " Whittingham, si mantienen tan bien el fuego mañana, el día será nuestro, pero como veo que ya no hay nadie a quien disparar, trate de detener a sus hombres", contestándole Samford " he estado tratando de hacerlo hace tiempo en vano " y mientras estaban charlando vieron como tres batallones estaban huyendo del campo de batalla asustados de su propio ruido. El general le ordenó " Whittingham fíjese en el feo agujero que han dejado estos becarios, vaya enseguida arriba por tropas de la segunda línea para llenarlo".

Durante la noche una falsa alarma hizo enviar a todo nuestro equipaje y caballos a la retaguardia y nuestro hombre tuvo la suerte de encontrar un caballo extraviado de los dragones, llevando las últimas 48 horas sin comer, se alegró de encontrarse con el General Zayas quien le ofreció un asiento en su mesa con un excelente bacalao con salsa de tomate para comer. Alrededor de las tres de la madrugada del 28 de julio, el ejército francés hizo un feroz ataque a la izquierda de los españoles, pero tan maravilloso es el efecto del valor británico que se contagia que las mismas tropas que, horas antes habían huido de su propio fuego, ahora luchaban como leones. Los franceses fueron recibidos por unos batallones escalonados en la izquierda, disparando en oleadas y su ataque fue desmantelado.

Un regimiento de caballería español cargó contra las líneas enemigas con brillante éxito, el coronel que mandaba la carga tenía un brazo roto por una bala de mosquete.

Whittingham, cuando se hallaba dando una orden a uno de los dos batallones que tenía bajo su mando , recibió un impacto de bala que le dio en la boca, rompiéndole gran parte de sus dientes así como la mandíbula, saliendo por detrás de la oreja. Aturdido, pero no desmontado, inmediatamente se vio cubierto de sangre.

Cuando el ataque a la izquierda aliada había cesado, Samford se propuso ir a informar a Sir Arthur, en su camino se cayo del caballo al ceder el paso al coronel Gordon quien iba cabalgando rápido, presenciando como, más adelante, este último fue alcanzado por la explosión de un deposito de municiones, muriendo el coronel y sus acompañantes.

En el camino, se detuvo en el hospital de sangre donde le examinaron la herida, no pudiendo hacerle nada, incluso detener la hemorragia. Cuando lo subieron hasta la presencia de Sir Arthur este le espetó " Ah, Whittingham, quisiera que usted tomara un mensaje para el Duque de Alburquerque " pero cuando vio el estado en que se encontraba, se giro y no dijo nada más, sentándose en la hierba con los Lores Fife y Burghersh que bebían jerez y fumaban buenos cigarros.

Cerca de las siete de la tarde, el ejército francés estaba en plena retirada y Samford en compañía de Fife y Burghersh iniciaron el camino hacia Talavera, avanzados un centenar de metros un obús cayo justo enfrente de los caballos; Burghersh desmontó enseguida tirándose sobre el terreno, mientras que Fife, con una risa convulsa, se dirigió a Samford para enseñar la figura estrambótica de nuestro acompañante cubierto de arena y polvo.

En Talavera, ingresó en el hospital donde fueron muy amables con él, pero el cirujano que no tenía experiencia con heridas de armas de fuego, confundió su caso y le arregló su fractura de mandíbula con una tablilla de madera, lo que forzaba a todas las astillas del hueso y sus dientes a clavarse en la carne lacerada. El dolor era tan intenso, que antes de llegar a su cuarto, se arrancó y tiró la totalidad de los apósitos.

Días después, Sir Arthur le dio carta blanca para regresar a su casa a través de Lisboa o para ir a Sevilla donde el Marqués Wellesley acababa de llegar como embajador británico.
Don Santiago decidió seguir en España. Realizó su viaje a Sevilla montado a caballo con dolores y fatiga ya que era pleno verano y solo se alimentaba por succión. Durante los próximos seis meses solo podría tomar té y pan empapado. A su llegada a Sevilla, el embajador Marqués de Wellesley lo incluyó en su sequito como uno de sus ayudantes por el tiempo que estuviera en recuperarse, escribiendo al Almirante en Cádiz solicitando el envío del mejor cirujano disponible.

Este, llamado Kennedy, llegó y después de examinar su mandíbula decidió intervenir aquella misma noche. Durante la intervención se le extrajeron siete trozos de huesos, uno de ellos fue de más de una pulgada de largo y se le restauró la mandíbula con la pérdida de todos los dientes posteriores del lado izquierdo. ( siempre tuvo dolores en la mandíbula : diez años después, en Madrid, en otra intervención le extrajeron otro pedazo que había permanecido incrustado en el hueso maxilar todo ese tiempo ).

En fecha 12 de agosto de 1809 recibió, por parte de la Junta Suprema, la promoción al rango de Mariscal de Campo en el Ejército español, por sus servicios en Talavera.

Durante su estancia en casa del Embajador vivió como un señor, realizando paseos por la mañana y lectura por las tardes. Allí conoció a Sir William Knighton, secretario particular y amigo confidencial de su Majestad Jorge IV, cuya gran amistad solo terminó con su vida.

Así mismo trabó amistad con un caballero español llamado Don Pedro de Creus y Ximenes, un intendente del Ejercito español. Su familia, original de Cataluña, había poseído una propiedad en Menorca desde que antepasado, Santiago de Creus hacia 1285, había acompañado al Rey Jaime de Aragón a la conquista de las Islas Baleares. Su padre, Don Francisco de Creus, se casó con una dama de la antigua familia de Ximenes. Don Pedro era viudo, con dos hijas gemelas ambas de notable ingenio y belleza, nuestro Samford perdió su corazón por Doña Magdalena ( su hermana Doña Bárbara fue conquistada por Sir Bartolomé Frere, adjunto a la Embajada de España y hermano de Sir Hookham Frere, Ministro Embajador de HMS en España )

Durante ese tiempo ejerció de asesor , durante las negociaciones con el mando español, del embajador así como informador de Lord Wellington quien adoptó su opinión con respecto a la persona idónea para mandar el Ejército de Extremadura, el Duque de Alburquerque.

En fecha 10 de noviembre, escribía desde Sevilla:
".... Acompaño al Sir Wellesley en la audiencia concedida a Lord Wellington y Sir Bartolomé Frere. Mañana, Sir Wellesley va a Cádiz, adonde debo acompañarle si mi salud me lo permite....Cada día se supera la idea que me había hecho de él, me ha tratado con la más marcada atención y está, tengo razones para considerarlo, satisfecho conmigo. Creo que el marqués como político y Lord Wellington como general, salvarán Europa..... En la actualidad estoy traduciendo nuestra tácticas de caballería al español..... Tan pronto como mi herida mejore, voy a solicitar el mando de una División española de caballería.... "

En fecha 22 de diciembre, Lord Wellington le escribe desde Badajoz:
" .....me preocupa la noticia de que el estado de su herida le ha obligado ir a Gibraltar, pero deseo que mientras se encuentre en esa parte de la península, trate de ver o de escribir al General Venegas sobre el tema de la defensa de Cádiz ........ y me informe sobre la situación general de la plaza......"

En la plaza de Gibraltar, el día 8 de enero de 1810, nuestro Mariscal de Campo Don Santiago Whittingham se casó con la española Doña Magdalena Creus y Soler, menorquina de nacimiento siendo su padrino el General Castaños . Por medio de esa boda se introducía en el seno de una familia de orígenes mercantiles como la suya y pujante .

Desde Gibraltar, escribía el 22 de enero de 1810 sobre la situación general:
"..... el General Castaños ha sido nombrado Capitán General de Andalucía obteniendo el máximo mando militar, me ha llamado a su lado como uno de sus generales de división. Mi señora se quedará en Cádiz. Los franceses están a punto de atacar Sierra Morena en tres puntos. Creo que su gran ataque será por el camino de Almaden de la Plata. Me temo que Andalucía se perderá. Pero la Isla de León, ocupada por un gran fuerza, protegerá los avances hacia Cádiz y dará tiempo a replegarse a todas las operaciones combinadas en la parte trasera del ejercito francés. Ruego que no se pierdan. La Junta Suprema se retira hacia la Isla de León y la Junta de Sevilla se encarga de la defensa del Reino de Andalucía. Mi herida va mejorando....."

El 2 de febrero, después de una agotadora marcha de 260 millas, el Duque de Alburquerque entró en la Isla con 8.000 hombres . Fue nombrado Gobernador de la Plaza y Presidente de la Junta.

Siguiendo instrucciones de Lord Wellington, Samford se puso bajo las ordenes del Duque.
Cádiz, el mayor puerto aliado de España esta bajo asedio de las tropas francesas al mando del Mariscal Víctor. La Junta, expuesta a la violencia popular es obligada a dimitir y se establece una Regencia de cinco personas para gobernar la plaza. Nuestro hombre tiene plena confianza por parte de la Regencia, el Duque consulta todo con él y le ha honrado con el mando de la caballería, con plena competencia para organizarla.

Se trasladó a la Isla de León con su ayudante-secretario Dundas y allí puso en practica su proyecto formando un cuerpo de carabineros, elegidos de los distintos regimientos de caballería en instrucción, en las tácticas británicas. Estuvo ocupado de día y de noche: de las ocho de la mañana a las once instrucción con tres escuadrones a pie, de doce a la una se ocupaba de corregir la traducción de Dundas de "Los movimientos de caballería", de tres a cinco de la tarde ejercicios con tropas montadas y de las siete a las nueve de la noche reunión en su casa con los oficiales para explicarles la teoría y así la practica del día siguiente se hacía fácil y familiar. Acabada la instrucción, se realizó una revista y demostración, ante los altos mandos, de su regimiento formado con el nuevo sistema, con plena satisfacción; pero el Inspector General de Caballería no le dio respuesta alguna.

El 12 de marzo de 1810, Whittingham fue ascendido en Gran Bretaña de Capitán del 13th Light Dragoons a Coronel de infantería con derecho a media paga. En España Lord Wellington y el Mayor-General Thomas Graham le concedieron el grado de "Lieutenant-Colonel". El Duque de Alburquerque quería nombrarle Jefe de su Estado Mayor.

En abril el Duque de Alburquerque por desavenencias con la Junta de Cádiz dejó el mando de su ejército siendo posteriormente nombrado Embajador en Inglaterra, ya nada le inducía a Don Santiago a retener el mando de la caballería además su sistema de reforma no fue aceptado y pidió al General Castaños le relevara de este mando, solicitándole le nombrara Inspector General de las tropas en las Islas Baleares, sabedor de que el Duque ya le había recomendado para ese cargo.

A finales de mayo recibió carta del Marqués de Wellesley, quién se encontraba en Londres desde el invierno de 1809, comunicándole su intención de enviarle el equipo y vestimenta completo de húsares para los 400 hombres del cuerpo de élite que tenía adiestrado. Este regimiento serviría de modelo en cuanto a uniformidad, armamento y equipo e induciría al Gobierno español a hacer futuros pedidos a Inglaterra para sus tropas de caballería.

El 28 de julio escribía desde Isla de León al Marqués de Wellesley:
"... en mi opinión, a menos que los trabajos en Santi Petri estén acabados antes de que el francés ataque con vigor, esta isla se perdería y si este lamentable hecho tiene lugar, la plaza de Cádiz le seguiría..... Por mi parte, tan pronto como todo el material llegue, voy a poner el regimiento en formación y entregarlo al Gobierno español.....como la escala de caballería en esta isla es pequeña, tengo la intención de proponer al Gobierno la creación de un cuerpo de 2.000 de caballería en Mallorca, contando con tener todo el abastecimiento necesario por parte suya, según su compromiso...."

El 3 de noviembre Don Santiago obtiene el visto bueno de la Regencia para organizar un cuerpo de ejercito con las tres armas en la isla de Mallorca.

En esas fechas como Mariscal de Campo solicita a la Regencia la concesión de una medalla de distinción para aquellos mandos y fuerzas de los Cuerpos y Divisiones que participaron en la batalla de Talavera el pasado año. Fruto de esa iniciativa, el 8 de diciembre de 1810 se concedió la Cruz de la Batalla de Talavera por Real Orden a los militares destacados y regimientos participantes.

El 10 de noviembre de 1810, desde la Isla de León, escribe a Sir Wellesley:
".... esta carta le será entregada en mano por el Coronel Campbell, que va a Inglaterra con el objetivo de conseguir prendas de vestir , armamento y equipamiento para la fuerza que organizaré en Mallorca....Yo tendré la dirección única del Cuerpo, siendo su General en jefe y su Inspector a la vez. Es un gran compromiso. Todo se ha de crear de nuevo, pero yo confío en Dios y en mi buena fortuna....El Coronel Campbell es uno de mis íntimos amigos.... Espero que elija Vd. acompañarlo a Mallorca, creo que pasaría un mes agradable.... Campbell no puede dejar de aprender español, en nuestra casa solo hablamos en español y mi Sra. esta encantada de darle lecciones en su idioma materno...." ( el Coronel Campbell se trasladó a Gran Bretaña a sus expensas en cuyo viaje se gastó unos 80.000 reales de vellón )

Recuperado de la herida, siguió al mando de la caballería a la espera de su traslado a Mallorca.
en enero de 1811, ante la reducción de las tropas sitiadoras, los mandos vieron la posibilidad de entablar combate en campo abierto así como liberar Cádiz del asedio. A tal efecto se formó un Cuerpo de ejército aliado al mando del General Miguel de La Peña con el fin de enviarlo por mar hasta Tarifa y así envolver al ejército francés y alcanzarlo por su retaguardia. El 21 de febrero se hicieron a la mar los 4000 anglo-portugueses al mando del Teniente General Sir Thomas Graham y el día 24 zarpó la flota llevando los 6000 soldados españoles. El día 27 se unieron en tierra ambas fuerzas, poniéndose en marcha con la vanguardia al mando de José de Lardizábal,el centro con el Príncipe de Anglona, la reserva bajo el de Sir Thomas Graham y a cargo de la caballería con un total de 800 caballos Don Santiago Whittingham. Después de varias escaramuzas y cambios de planes se llegó el día 5 de marzo al sureste de Barrosa, situándose las fuerzas cerca del cerro del Puerco próximo al mar.

Siendo informado de la presencia de tropas enemigas el General La Peña mandó a la vanguardia atacarlos, los españoles forzaron la retirada de la División de Villatte más allá del río Almansa. La Peña entonces ordenó a Graham, que desde su posición cubría perfectamente la retaguardia y el flanco derecho, adelantar sus tropas del cerro a Torre Bermeja, siguiendo las constantes objeciones de Graham, consintió en dejar cinco batallones españoles y uno británico manteniendo el cerro, flanqueados en el camino de la costa por tres escuadrones de caballería española y dos de la Legión Alemana al mando de Whittingham. Víctor al conocer estos movimientos, ordenó a tres escuadrones de dragones de rodear el cerro para tomar el camino de la costa, mientras envió la División Ruffin de unos 4000 hombres a tomar el cerro y la División de Leval a atacar a las fuerzas de Graham en el bosque.

La batalla se desarrolló, siendo el centro de la misma la posesión del cerro , acabando con una victoria aliada que no tuvo resultados estratégicos decisivos. Víctor la consideró una victoria, dado que el asedio a Cádiz continuó como hasta entonces.

Sobre esta batalla, que ciertamente fue un día infortunado para Don Santiago por las repercusiones políticas futuras, escribió el siguiente parte de guerra dirigido al Comandante en Jefe Don Miguel de La Peña:
".... a las dos de la madrugada , recibí órdenes de su Excelencia de tomar posición en el Cerro del Puerco con los tres escuadrones de húsares, el refuerzo de dos escuadrones de caballería de la Legión Alemana , uno de húsares y otro de Royal carabineros y un cuerpo de 1350 de infantería al mando del Brigadier Don Antonio Begines de los Ríos, cuando estaba alcanzando el puesto, el Coronel Don Luis Michelena me informó de la presencia de tropas enemigas marchando hacia nosotros, me apresuré a reunirme con la infantería en la base del cerro. Reconociendo al francés que iba en dos fuertes columnas con un batallón de infantería ligera formando su vanguardia así como una fuerza de dragones cabalgando hacia nuestra derecha, ordené a la infantería que formará en cuadro colocando a la caballería escalonada a su izquierda para mantener la posición.

En ese momento recibo la orden de su Excelencia de retroceder y unirme al cuerpo principal, descubro que la columna enemiga de la izquierda avanza rápidamente para ocupar el bosque de pinos, entre nosotros y nuestro ejército, el único paso por la que podría realizar la retirada. El enemigo cuadriplicaba mis fuerzas. Determiné que la infantería comenzase a retirarse cubierta por la caballería. El batallón ligero inglés bajo el mando del Coronel Browne abrió la marcha, seguida de las tropas españolas.
Tomé el mando de un destacamento de carabineros y otro de húsares ingleses para cubrir el flanco derecho de la línea de marcha continuando hasta llegar al bosque, donde inmediatamente ordené a Don Juan de la Cruz que cubriera el flanco derecho de la posición ya que el enemigo estaba tratando de rodearnos.


En cumplimiento de mis órdenes, el Mayor Busch con los húsares ingleses, los Tenientes Coroneles Don Francisco Ramonet y Don Francisco Serrano con un escuadrón de Royal carabineros y Don Santiago Muro con dos compañías de infantería y varios guerrilleros bajo su mando, mantuvieron la posición hasta la retirada total, se logró pasar todo el equipaje y las dos piezas de artillería. La posición que fue hasta el último momento frecuentemente atacada, mantuvo una defensa muy bien dirigida y un vigoroso fuego hacia el enemigo.
Nuestra caballería cubrió la retirada perfectamente y en buen estado a pesar de los continuos asaltos de los dragones franceses quienes en el conjunto de su avance, cerrando sus filas, atacaban en superioridad de tres a uno a nuestras fuerzas separadas en varios grupos.

En ese momento, vi como el Cuerpo del General Graham salía del bosque y avanzaba hacia el cerro que ahora ocupaba el enemigo. Sería difícil dar una idea justa de la impetuosidad con la que el enemigo fue expulsado de la alturas por las bayonetas inglesas, el mismo enemigo que había cargado con tanta insolencia y confianza como si ya hubiera obtenido la victoria. El enemigo en su retirada precipitada abandonó a toda clase de heridos, tres cañones y dos vagones de municiones.

El escuadrón de húsares ingleses que estaba bajo mi mando atacó la guardia del Mariscal Víctor, derrotándolos y dispersándolos. Este escuadrón conjuntamente con los Royal carabineros , bajo el mando del Barón de Carondelet y las tropas de Don Santiago Muro, cubrían el flanco derecho apoyados por las tropas de los Brigadieres Begines y de la Cruz, con su valiente conducta y maniobras impidieron que los franceses nos envolvieran a lo largo de la costa, ya que por dos veces intentaron hacerlo. Estos dos últimos soldados se comportaron con valentía, retirándose y avanzando hacia el enemigo, en el momento oportuno, igual que el destacamento de Royal carabineros.... Toda la caballería cumplió brillantemente con su deber.

Los franceses, después de ser rechazados de las alturas, comenzaron su retirada de manera ordenada, cubiertos por su caballería. Ese fue el momento en que me propuse reunirme con mis 400 caballeros y actuar a la ofensiva. Contando con Ramonet y Serrano, los húsares ingleses y los Royal carabineros que mantuve conmigo inicié la marcha cuando, a la derecha de la línea, apareció una columna de infantería enemiga de unos 500 hombres precedida por un destacamento de caballería que maniobraba para situarse a nuestro flanco.

Era indispensable moverse para mantenerlos en observación, envíe un sargento y seis carabineros para atraerlos pero la oportunidad de cargarlos con toda mi caballería se me escapó ya que se retiraron rápidamente. Seguí a la cabeza de esta tropa, decidiendo atacar a un destacamento de dragones apostado al lado de un lago, cubriendo su flanco izquierdo. Pero en mi avance descubrí que el grueso de la infantería enemiga estaba agrupada a su derecha, con apoyo de artillería y cubiertos por un bosque de pinos, esta gran protección no me permitía una acción aislada contra su caballería . Ante esta situación el general Graham mandó colocar dos piezas de artillería que con un fuego bien dirigido obligó al enemigo a continuar su retirada entre el lago y el bosque en dirección a Chiclana.... No puedo hacer más que rogar a su Excelencia que haga saber a su Alteza Serenísima el mérito mostrado en toda la contienda por los comandantes, oficiales y las tropas en esta acción, soy incapaz de seleccionar a cualquier individuo a su Excelencia ya que todos han cumplido su deber con honor....."

Desde la isla de León en fecha 12 de marzo, escribía a Sir Wellesley
" el tiempo se acorta, le envío una copia del informe sobre la acción del día 5 que he redactado para el Comandante en Jefe La Peña.... Si los ingleses hubieran recibido apoyo por un movimiento de avance español en el bosque, el asedio de Cádiz hubiera sido resuelto y toda la empresa hubiera sido gloriosa. Los frutos de este distinguido día se han visto reducidos al no llegar al objetivo principal, si el enemigo hubiera sido cargado por su flanco y amenazado en su retirada estos se hubieran cumplidos. Nuestro ejército obtuvo una victoria contra un ejército francés que nos doblaba en número y le confiere un honor inmortal. La pérdida inglesa supera los 1200 hombres y después del ejemplo del generalato español, creo que Graham no volverá a participar en operaciones a menos que tenga el mando en jefe. Los españoles mantienen el puente de barcas sobre el río y hablan de realizar operaciones ofensivas por si solos... Ya que todo lo relativo a Mallorca esta en marcha, voy a renunciar a mi mando aquí tan pronto como pueda...."

El día 5 de junio recibió con gran alegría un escrito de parte de Sir Henry Wellesley
".....a su llegada a Gibraltar, le adjunto carta de autorización para disponer en esa plaza a cargo del Tesoro de S.M.B. en Londres, la cantidad de ciento cincuenta mil dólares....."

Zarpa de Cádiz el 11 de junio de 1811 en compañía de un amplio séquito en el cual iban su esposa Doña Magdalena, el Coronel D.Francisco Serrano , el Comisario de guerra D. Agustín de Iturvide, el Cirujano mayor D. José Furtan, empleados de Hacienda y oficiales . El 13 de buena mañana llegaron a Gibraltar donde, sin pérdida de tiempo, organiza el cobro a fin de recaudar el dinero necesario en parte de la Tesorería Real y en parte de los comerciantes de la plaza de quienes pudo abastecerse, menos de armamento, de pequeñas partidas ya que se encontró con los almacenes casi vacíos. Acabada esta tarea partió hacia la isla de Mallorca.

El 28 de junio, desembarca en el muelle de Palma de Mallorca y se instala con su mujer en la casa que la familia de ésta poseía en la calle de s´estanc ( estanco ) muy cerca de los muelles y alquila otra casa para usar como almacén.

Entre sus primeras cartas escritas desde Mallorca, una fue para Wellesley y otra para Sir Charles Cotton, les informaba puntualmente de su llegada y de sus planes inmediatos.

El día 1 de julio nuestro hombre de fuerte personalidad, austero, dotado de excelentes dotes de mando y de capacidad de organización , disponiendo de los cinco millones de reales que había traído para cubrir los primeros gastos, procede a tomar posesión como Comandante General de la División y así quedaron bajo sus órdenes los regimientos provisionales 3º y 4º, el 5º batallón de Granaderos, un escuadrón de artillería, el regimiento de Dragones de Almansa y el regimiento de Cazadores de Olivenza poniendo en marcha su empresa que no sería nada fácil en una Mallorca que ya estaba esquilmada.

Para empezar la máxima autoridad, el Capitán General de las Baleares Don Gregorio García de la Cuesta se oponía sistemáticamente a sus proyectos. La gestión de este último era considerada, en general, negativa como ejemplo lo que canturreaba la gente " Cuesta arriba, Cuesta abajo y sin Cuesta habrá trabajo " ( la animadversión de Cuesta era tal que varias veces se adelantó a comprar el caballo que intentaba adquirir para si Don Santiago )

Así mismo Samford consideraba que el afrancesamiento de buena parte de la nobleza de la isla constituía un peligro unido al grupo de oficiales franceses prisioneros que diariamente tenían intereses comunes con los habitantes.

Las primeras disposiciones en orden a la formación de la unidad previeron la dotación de cuadros de mando y de los necesarios reclutas, pero ello resultó insuficiente, cuando no ineficaz.

Ante esta realidad, Don Santiago envío en misión especial a Antonio Briarly, capitán de la Marina Real española a Cádiz para avisar de las intrigas de la oficialidad francesa y defender sus intereses ante la Regencia y Sir Wellesley. Zarpó el 27 de julio y llegó a Cádiz el 7 de agosto, se puso en contacto con la Regencia, con el Secretario de Guerra Don Heredia y por último con el Ministro Británico Sir. Wellesley, de los dos primeros recibió "buenas palabras" y del inglés el aviso a transmitir a su Jefe " ....que no interviniera en política y que se dedicará exclusivamente a su tarea..."

Hubo algo positivo, logró de la Regencia 400 hombres que carecían de destino y que pertenecían a diversos cuerpos y el 2 de septiembre, el vise-cónsul británico Mr. Archdeacon informó al capitán de la existencia en un almacén de un cargamento de ropa y complementos dirigido a su general que había llegado hace dos meses, inmediatamente se puso a buscar un transporte, consiguiéndolo el día 10 poniéndose a la mar y desembarcando los suministros y tropas reclutadas el 28 del mismo mes .El cargamento constaba de 8000 prendas de tela azul claro de éstas 5112 eran chaquetas ( 2587 de vueltas rojas y 2525 de vueltas amarillas ), chalecos y pantalones así como 12000 pares de medias polainas destinados a la infantería de línea.
Fue el primer respiro.

El 23 de agosto, Whittingham envió a Londres un "breve tratado sobre la isla", era una especie de guía-informe que incluía una descripción y valoración de sus recursos y un peritaje sobre el puerto de Mahón. Este interés por detallar a sus altos mandos las características y posibilidades de Mallorca obedecía a una inconfesable intención: el Marqués de Wellesley daba gran importancia a la posibilidad de que, en caso de que los franceses quedaran en España, las islas Baleares pasasen a la Corona Británica.

Las primeras realizaciones concretas consistieron en refundir con la poca gente de que se disponía los primeros batallones de infantería y las primeras compañías de caballería. Se procedió así a dar cumplimiento a las instrucciones del gobierno al ordenar la formación de dos batallones de infantería ligera, concretamente el primero cuya plana mayor estaba formada por el Coronel Patricio Campbell para Comandante, D. Juan Antonio Monet como Sargento mayor, dos ayudantes y oficiales para tres compañías con lo que se dio origen al Regimiento que después se llamó de Cazadores de Mallorca.

En septiembre nace su primer hijo que fue bautizado el 27 en la cercana iglesia de Santa Creu imponiéndole el nombre de Ricardo.
No le llegaba suficiente personal de la Península y era difícil conseguir los caballos y mulos.
Por otra parte, sus hombres desfallecían de hambre por falta de suministro suficiente y alojamientos insalubres.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 19 Feb 2016 22:56

CONTINUA:

Los apuros de Don Santiago debieron de ser cuantiosos. El apoyo del Capitán General no siempre fue decidido. De todas formas, tampoco tuvo que sufrirlo demasiado, porque Cuesta murió el día 25 de noviembre víctima de un atracón que resultó providencial para Samford.

1812 - Primeras expediciones y operaciones militares de la División Mallorquina

El 6 de enero de 1812 escribe desde Palma a Sir Henry Wellesley
".....adjunto tengo el honor de enviarle una relación de las fuerzas bajo mi mando, en la que verá su aumento gradual....Hasta ahora, el estado de disciplina de este pequeño cuerpo ha avanzado tanto que maniobra en línea sin dificultad; y el interior de los regimientos pasará una minuciosa inspección....Ruego permiso para someter a su mejor juicio el buen efecto que produciría nombrar mi segundo en mando al Brigadier Marqués de Vivot herido en Cataluña, pero ahora está lo suficientemente bien para montar a caballo. El Marqués es el cabeza de la nobleza de la isla, tiene propiedades considerables, y está particularmente unido a los ingleses. Es a su expreso deseo que me tomo la libertad de solicitar este favor...."
( Según diferentes fuentes sus fuerzas no pasaban de 2000 hombres )

Whittingham había comprobado el interés logístico del pequeño puerto de Porto Pi en la bahía de Palma deseando agrandarlo para sacarle mayor rendimiento empleando los prisioneros franceses en poder de Inglaterra. Por tal motivo el 24 de enero embarca para Menorca para tratar directamente con el Almirante de este tema, este último de acuerdo con el proyecto y el sistema propuesto de pontones le da su apoyo incondicional y le ofrece el equipo y hombres necesarios y el envío de una fragata para el transporte con un bergantín para la guardia. Asimismo le expresó su ferviente deseo de ver establecido el telégrafo en esa zona tan pronto como sea posible. Debido a los vientos en contra no regresó hasta quince días después.

El 8 de febrero de 1812, llegó al fin el comisionado Coronel Campbell con tres barcos ingleses portadores de todo el equipo necesario para la División no solo de vestuario, armamento y monturas, sino también con todos los útiles de campaña, ollas de rancho, botiquines particulares para los cuerpos y uno general para el Hospital de la División , un millón de cartuchos de fusil y 50.000 piedras de chispa.

Los problemas se le acumulaban, había que alojar y alimentar el personal ya conseguido, no habiendo cuarteles para tanta tropa, se acondicionaron varios conventos y en según que sectores de la población, todas las plantas bajas de los edificios eran dependencias militares.
La oficialidad se alojaba preferentemente en casas particulares.

Whittingham necesitaba cuadros de mando preparados, no bastando los disponibles de las unidades disueltas. Organiza una academia ( luego colegio ) de Infantería y Caballería bajo la dirección del Coronel Don Ramón Senseve que se estableció en La Sapiencia. En aquellas fechas también se establecía en Palma el colegio de Artillería que se instaló en Montesión y Seminario bajo la dirección del Coronel Don Joaquín Ruiz de Porres.

Sobre este tema escribía el 14 de febrero:
" ... tengo el honor de incluir el programa y reglamento de una academia para oficiales y cadetes de la división bajo mi mando, que he fundado en esta ciudad...Por el entero abandono de educación en España durante los últimos años...la mayoría de los jóvenes que comenzaban sus carreras militares como cadetes apenas saben leer y escribir...el coste del establecimiento en el presente momento, hubiera sido una seria objeción, si no hubiera sido apoyado por el celo y patriotismo de varios particulares.....El obispo de Mallorca, aparte de una donación de 20.000 reales de vellón, ha cedido una casa para la academia. Los maestros han asumido sus empleos gratuitamente y como todos los oficiales y cadetes pertenecen a la División, tengo la gran satisfacción de ver mis ideas realizadas, sin el menor gasto tanto para el Gobierno Inglés o el Español....."

Sin embargo, Whittingham se movía en una falta notable de recursos humanos.
Ante esta realidad Samford manda comisionados, cursa escritos, solicita personal de la última Leva a Barcelona, Valencia, Murcia, Andalucía así como efectos de equipos a Inglaterra.
El día 1 de abril, Don Santiago salió para Cádiz con el fin de agilizar la formación de la unidad.
Ante la Regencia expuso la necesidad de medios que tenía y al parecer sus pretensiones fueron bien atendidas. Se le concedieron 800 hombres de los dispersos que había recogido el General Ballesteros en Andalucía y obtuvo que del Reino de Murcia se le proporcionasen los efectivos humanos disponibles. De esta gestión se encargó el Teniente Coronel Don Juan Orbegozo a quien le cedieron 300 quintos y 600 desmontados que se habían reunidos después de las últimas derrotas.

Por otra parte, a pesar de las nuevas modificaciones en orden a la formación de nuevas unidades Whittigham quedó facultado para que el batallón de Cazadores de Mallorca pudiera llegar hasta la fuerza de 1.600 hombres. Al tiempo se enviaban órdenes al nuevo Capitán General de Baleares el Marqués de Coupigny para que se le facilitara quintos de primera clase.
Además de manos del Embajador Wellesley recibió 100.000 duros que se trajo consigo.

Whittigham regresó a Mallorca el 16 de mayo y el 18 lo hacía Orbegozo con los hombres que fueron destinados a la infantería excepto los desmontados que pasaron a caballería y a la artillería a caballo.
Las relaciones originadas entre la Junta Superior del Reino de Mallorca y los elementos militares, Whittingham y Coupigny , en orden a la provisión de pertrechos necesarios para la división, se desarrollaron en un ambiente tenso, creando dificultades.

Ahora, la tarea principal fue el implantar la Leva de fuerzas autorizada por la Regencia.
Con muchas dificultades se lograron reclutar unos 1.400 mozos.
El plan de instrucción siguió un desarrollo más intenso. Cada día presidían los ejercicios Don Santiago y Don Serrano reuniéndoles dos veces a la semana para actuar en línea.
Según ordenes que dio Whittingham el 25 de mayo se crea una compañía de 120 zapadores y
se encarga a la Maestranza de Artillería de Mallorca 10 cureñas, 35 atalages de varas y delanteros, 2 fraguas y 2 galeras para completar el 5º escuadrón de artillería, todo ello con cargo a la División.

En el mes de mayo de 1812 la División constaba de 1500 plazas de Infantería, 611 de Caballería y Artillería con 432 caballos y 4 piezas de artillería bien servidas. El día de San Fernando formó la División en la muralla de Palma é hizo la correspondiente salva, a la oficialidad aquella noche le fue ofrecido un baile publico muy lúcido y costoso.

el 20 de junio desde Palma escribe a sir Henry Wellesley
"....al ser pagada, ahora, la división por el Gobierno Británico, de acuerdo con el tratado con las Cortes aliadas, me permito someter a la consideración de S.E. la necesidad de nombrar a un Ordenador General de pagos británico u otro oficial que será responsable y a cargo del cual estarán las cuentas de la división... hasta que una persona autorizada pueda venir desde Inglaterra podría mandarme un oficial de Pagaduría para hacerse cargo......"

El 1 de julio de 1812 llegó a Palma el batallón de Guadalajara formado por 948 hombres, el 10 del mismo mes vino de Mahón el batallón de Murcia. A ambos se les dio vestuario e instrucción intensiva al primero para ponerlos igual que los demás.

Por orden del Marqués de Coupigny ingresaron en la División el primer batallón del 2º Regimiento de Mallorca y le fueron cedidas 120 mulas que se requisaron previo pago para proveer a algunos carros de municiones a la Artillería y otros pocos para transportes varios a cargo de la unidad de Hacienda.

En fecha 18 de julio, según la relación del Marqués de Vivot ( fuente más fiable ) la División Mallorquina disponía de unos efectivos totales de 9.681 hombres de los cuales eran 34 jefes, 72 oficiales, 312 suboficiales, 22 sanitarios, 405 sargentos, 225 músicos y tambores y 9051 cabos y soldados así como 569 caballos y 120 mulas distribuidos en los siguientes cuerpos, mandos y efectivos:

5º batallón de Granaderos.........Coronel Juan de Dios Cuesta........1125 hombres y 3 caballos
1º batallón de Córdoba...............Coronel Antonio Romero..............1012 hombres y 3 caballos
1º batallón de Guadalajara.........Tte. Coronel Luis Verdes................948 hombres
2º batallón de Murcia................Coronel Francisco Casaus..............1179 hombres
1º y 2º batallón de Mallorca......Brigadier Conde de Ayamans..........659 hombres y 1 caballo
Cazadores de Mallorca...............Tte. Coronel Patricio Campbell......1596 hombres y 3 caballos
batallón de Granada...................Brigadier Ramón Despuig..............1137 hombres
Compañía de zapadores.......................................................................101 hombres
2º batallón de Burgos................Coronel Manuel Menchaca..............815 hombres
Dragones de Almansa................Tte. Coronel Francisco Conway.......421 hombres y 170 caballos
Dragones de Olivenza................Tte. Coronel Salvador Moxó.............406 hombres y 173 caballos
5º escuadrón de artillería..........Coronel Miguel Domínguez.............264 hombres y 114 caballos y 64 mulas
Brigada Real de Hacienda..................................................................18 hombres y 56 mulas

Siendo los otros mandos:
Comandante General e Inspector D. Santiago Whittingham
Jefe de Estado Mayor....................D. Francisco Serrano
Oficial de Estado Mayor................D. Santiago O´Reill
Oficial de Estado Mayor................D. Jaime Fabregues
Oficial de Estado Mayor................D. Pedro Martinez Coronado
Oficial de Estado Mayor................D. José Serrano
Oficial de Estado Mayor................D. Diego Laso
Comandante de Ingenieros...........D. Antonio Montenegro
Ministro de Hacienda....................D. Agustín Itùrvide
Habilitado de Comisario................D. Lucas Corrales
Habilitado de Comisario................D. Antonio Orbegozo
Provisiones.....................................D. Manuel Manso
Cirujano Mayor..............................D. José María Furtan

El día 19 de Julio de 1812 se embarcó, en una flotilla de buques ingleses y españoles, la primera expedición de la División que fueron 5 compañías del Batallón de los Cazadores de Mallorca al mando del Coronel Campbell ( unos 1.000 hombres ) , esta flota zarpó y apareció al día siguiente a la vista de la costa peninsular entre Denia y Cullera donde permaneció a la mar hasta la jornada del 21, cumplida su misión se dirigió a Alicante donde desembarcaron las tropas mallorquinas.

Con el objeto de distraer las tropas del Mariscal Luis Gabriel Suchet, el General José O´Donell solicitó el envío de esa flota como señuelo. El 21 se desarrolló la acción de Castalla que fue una derrota total debido a las desacertadas disposiciones del General.

( En cuanto a la cifra de los cazadores me baso en que dicho batallón tuvo un total de 8 compañías, se tiene información de que el 22 de septiembre llegaron 3 compañías a Alicante y en posteriores escritos se menciona que el batallón disponía de 1.600 hombres, su totalidad de efectivos )

El día 20 de julio de 1812 se inició el embarque en buques ingleses el grueso de la División

5º batallón de Granaderos.....................................................................837 hombres
2º batallón de Murcia...........................................................................1019 hombres
2º batallón de Mallorca..........................................................................511 hombres
Compañías de Granaderos y Cazadores de Córdoba, Guadalajara ......640 hombres
Compañía de zapadores.........................................................................103 hombres
Escuadrón montado Dragones de Almansa...........................................120 hombres
Escuadrón montado Cazadores de Olivenza..........................................120 hombres
Artillería 8 piezas con sus cureñas y carros............................................264 hombres

El 23 Whittingham con su Estado Mayor embarcó a bordo de la fragata inglesa Romulus.

El día 24 de julio se hizo la expedición a la vela dirigiéndose a Mahon donde llegó el 27, allí el Teniente General Thomas Maitland y el Mayor General Doukin, venidos de Sicilia con una escuadra inglesa bajo el mando del Contra-Almirante Hallowell , al frente de una Divisón anglo-siciliana vieron trabajar a la División Mallorquina y se dispuso su unión y envío al continente, el 29 se dio el convoy de nuevo a la vela y pasando entre el canal entre Mallorca y Menorca se dirigió rumbo a la bahía de Blanes en Cataluña pero no fue posible el verificarlo y recibidas noticias de la derrota española de Castalla se les ordenó trasladarse rápidamente a Alicante para defender esa plaza.

El 8 de agosto, desde la Romulus fondeado frente a Alicante, escribe a Sir Wellesley:
"....han embarcado 159 oficiales, 3 sacerdotes, 8 cirujanos y 4180 suboficiales y hombres.....en sobre aparte le envío estado de las fuerzas que he traído conmigo y las que dejo en Palma y Mahón......le reitero la necesidad urgente de un pagador inglés para la División....de no llegar, en cuanto tenga situada la División solicitaré la baja del mando y regresaré a Inglaterra...."

Por malas condiciones de la mar no pudieron desembarcar las fuerzas hasta el 10 de agosto.

Se estableció la vanguardia en San Vicente a eso de legua y media de Alicante integrada por una Brigada inglesa, el batallón de Cazadores de Mallorca y un destacamento de 40 caballos. Los franceses a su vez formaron su línea en Jijona, Ibis, Castalla, Biar y Villena. En los siguientes días se continuó en la toma de posiciones, la División que actuó en Monforte participó en estos movimientos quedando establecida su posición entre Muchamiel y San Juan ( en la huerta alicantina a unos 9 kilómetros al noroeste de Alicante ).

A partir de ese momento tuvieron lugar una serie de encuentros con el enemigo.

Whittingham creyó conveniente a finales de agosto de completar los efectivos, para ello solicitó al Marqués de Coupigny le remitiese las fuerzas que estaban todavía en Mallorca contando con la escuadra inglesa.

Mientras el General en Jefe Sir John Murray temeroso de que el enemigo realizara un ataque importante ordenó un atrincheramiento de sus fuerzas frente a Alicante quedando nuestra División encargada de cubrir la defensa desde el centro de la línea hasta apoyar su izquierda en el mar. Esta operación permitió desembarcar las tropas de refuerzo y así el 22 de septiembre lo hicieron el batallón 1º de Córdoba, tres compañías de Cazadores de Mallorca , el resto de los otros batallones, los otros escuadrones de Almansa y Olivenza así como vestuario, armamento, monturas y efectos de botica que quedaron almacenados en Alicante. De este modo la División vio incrementado sus efectivos en 1.200 hombres.

Hasta finales del año la situación fue prodiga en acciones militares cuya relación puntual sería larga, una visión de conjunto permite señalar las principales que fueron el 29 de septiembre en Castalla, el 8 de octubre en Monforte, el 12 y 16 de noviembre en Alcoy, el 17 de diciembre cerca de San Antón y la última acción el 26 de diciembre en Castalla.

Sobre la heroica conducta del Capitán Antonio Rute de Caballería que tuvo lugar en la acción de Tibi el 15 de diciembre de 1812, escribió Don Santiago:
" ...mi Cuartel General esta en Muchamiel a unos tres millas de Alicante...en Xixona tengo un fuerte destacamento con mando compartido, pero a mi mando directo tengo la plaza de Tibi, un pueblo lejos en la montaña, sobre unas diez millas por delante de Xixona, un puesto aislado lejos de mis líneas y expuesto a ser atacado por 3 batallones franceses con base en Onteniente a la derecha y por unos 300 de caballería del Barón de Lort acantonados a la izquierda.

He seleccionado para el mando de este peligroso puesto al Capitán Antonio Rute, un joven ayudante de mi E.M. de gran valor y de quien estoy orgulloso, con una fuerza de 200 de infantería de línea y 50 húsares de su antiguo regimiento de Almansa...Pocas noches pasaron cuando los puestos de avanzada de caballería fueron superados por unas fuerzas superiores. La retirada se llevó a cabo con orden a la plaza de Tibi, donde Rute esperaba a los húsares, entonces la infantería se retiró hacia la entrada del paso que conducía a Xixona, deteniéndose y formando para cubrir a su vez la retirada de la caballería a través del desfiladero. En el ínterin, el Capitán Rute había separado y enviado un subalterno y diez húsares a la carretera por la que debía llegar la caballería enemiga, con órdenes de desmontar, tomar posición a su izquierda y abrir fuego disuasorio para detener su avance y enviar un soldado a avisarle del movimiento. La orden de frenar al enemigo se cumplió pero no el aviso, así pues Rute con el resto de los húsares siguió formado en la plaza toda la noche, cuando desesperado de no recibir ningún aviso, determina iniciar su retirada al alba. Sin embargo, apenas había aclarado cuando vio, a lo largo de la única carretera de acceso, la caballería enemiga avanzando en cuatro líneas de a fondo de la" 24eme dragons" que subían con la intención de interceptar su retirada.

Nuestro Capitán viendo el peligro no dudó y abordando a sus hombres les dijo su intención de cargarles y les preguntó si se atrevían a seguirle, todos gritaron " Santiago y a ellos".
Rute a la cabeza de los húsares carga y rompe la primera línea de dragones con poca o ninguna pérdida, la segunda se rompió pero con una pérdida considerable y en la carga contra la tercera, Rute cubierto de heridas, con su cabeza con tajos terribles, fue atravesado en su cuerpo por un sable. Sin embargo la carga continuó y al final, once húsares lograron llegar a Xixona.

Los franceses quedaron tan admirados de su valor y audacia que decidieron llevárselo en litera a Onteniente, procurándole la mejor asistencia médica y cuando milagrosamente se le curaron las heridas fue enviado a mi Cuartel General. Yo devolví el cumplido restableciendo la libertad a dos camaradas franceses que estaban en mi poder...."

( Por esta acción el Capitán Antonio Rute se hizo merecedor de la Cruz Laureada de San Fernando y poco después fue ascendido al rango de General de Brigada de Caballería )

Sobre los movimientos en el frente en este periodo Whittingham escribió desde Muchamiel el 20 de octubre
"....nuestra división tiene el honor de ocupar la vanguardia de este ejercito......el 18 el ejercito francés retrocedió de Saix, Villena, Biar a Fuente la Higuera y de Alcoy a Concentaina, Albaida y San Felipe como consecuencia de estos movimientos, mis puestos avanzados se encuentran ahora en Saix, Biar y Alcoy...... Si me hiciera el gran favor de adquirirme un buen caballo y enviármelo a Alicante...tengo varios caballos pero a ninguno le tengo confianza para un largo día de acción....."


Desde Muchamiel el 15 de diciembre de 1812
"......he avanzado desde hace pocos días con toda mi división hacia Alcoy para hacer una diversión a favor del General Elio que ha sido atacado en Requena...después de ocupar algunos días Alcoy, he recibido la orden de retirarme y de volver a ocupar mis antiguos acantonamientos mis tropas tienen a su cargo la totalidad de los puestos de avanzadas del ejercito...he sido felicitado por la actuación de mis tropas..."

Esta acción de Alcoy se realizó del 12 al 18 de noviembre y sostuvo el peso de la defensa de la plaza el Coronel de Cazadores de Mallorca D. Patricio Campbell al frente de 800 de infantería ligera ( 3 compañías de Cazadores de Mallorca y la Compañía Ligera de Murcia ) así como el escuadrón de Dragones de Almansa con 80 caballos siendo atacados por la División del General Habert fuerte de 3.500 de infantería ( 1º y 2º batallones del 44eme de línea, 1º y 2º batallones del 117eme de línea ) 500 de caballería ( 4eme Húsares y 24eme Dragones ) así como 4 piezas de artillería.."

En este año 1812 la labor de Whittingham no se redujo al mando simplemente estratégico de la División, complementó esta acertada misión con toda una serie de disposiciones y gestiones para dotar adecuadamente de todos los servicios que el buen funcionamiento de la misma exigía

Por ejemplo, ante la mala situación sanitaria existente porque el Hospital de Alicante resultaba insuficiente, decidió fundar un hospital móvil para seguir los movimientos importantes de sus fuerzas. Se obtuvo el menaje adecuado y se le incorporaron los cirujanos y practicantes de cada cuerpo al mando del Cirujano Mayor D. José María Furtan. Los resultados fueron buenos,ya que, de 2000 hombres que se atendieron en él, se curaron 1733.

Creación del Consejo de Investigación de la actuación de oficiales presidido por el General Francisco Serrano, concluida la acción militar se examinaba la actuación de la oficialidad imponiéndose castigos cuando se juzgaba necesario.

Atención a la formación de mandos Whittingham tuvo que proveer los gastos ocasionados por la academia militar al negarse el Duque de Ciudad Rodrigo mantenerla con sus presupuestos.

Proyectos respecto a la conveniencia del incremento de la caballería remitidos a la superioridad como contar con una caballería eficaz , arma que considera imprescindible para alcanzar la victoria en la guerra. Sugiere la conveniencia de organizar en Andalucía una fuerza importante de caballos a manera de reserva para nutrir los efectivos que debe tener esta arma.

El 30 de diciembre recibió un escrito de Sir Henry Wellesley comunicándole la partida desde Inglaterra del Capitán Patrick Foley para ocupar el cargo de Contador-pagador de la División y con la buena perspectiva de acabar con una injusta e intolerable carga cerró el año 1812.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 00:04

CONTINUA

En los inicios del año se producen movimientos en las líneas enemigas y por tal motivo fue enviado del Estado Mayor D. Manuel Álvarez, al mismo tiempo que D. Francisco Serrano recibía la orden de pasar a Fresneda para tratar con el General en Jefe Duque de Ciudad Rodrigo extremos como la provisión de caballos para los soldados de Almansa y Olivenza, el envío del regimiento de Guadalajara que continuaba en Mallorca y las atribuciones que debían tener los Inspectores y ciertas mermas de poder que implicaban respecto al poder que detentaba Whittingham.

Desde Fresneda, el 19 de febrero de 1813 le escribe el Marqués de Wellington como Comandante en Jefe de los Ejércitos Españoles:
" sabedor de las controversias....he ordenado a los Inspectores Generales de Infantería y Caballería de nombrar Inspectores adjuntos a su División y le convido a someterse a su control..."

Esta carta fue desalentadora para nuestro general.

En relación a las operaciones militares, desde San Juan, Samford escribió el 22 de febrero , sobre la acción
de Jijona :
".... El Mayor Campbell , Ayudante General del Ejército de Sicilia, ha llegado y ha asumido el mando.....Los franceses intentaron hace un par de días tomar por sorpresa Xixona que es uno de nuestros puestos de avanzada, la guarnición consistía en mi batallón de Granaderos y el 2º batallón italiano, reclutado por Lord William Bentinck y compuesto por desertores de todas las partes del mundo ( ver nota ). En el transcurso de dos días 86 hombres de este batallón habían pasado a los franceses y recientemente quisieron linchar a un oficial que se salvó gracias a la intervención de un cabo...Avisado y acudiendo al puesto, su Coronel Grant me aseguró que si se les ordenaba marchar a Alicante la mayoría de ellos desertarían por el camino. Considerando las circunstancias decido enviar un ordenanza al General Campbell solicitando instrucciones, este vino la misma mañana ordenando desarmar el batallón y enviarlo como presos a Alicante al día siguiente pero yo insistí en que se verificase esa misma tarde.

Yo ya había ordenado al batallón de Murcia de marchar hacia Xixona y el General a su vez ordenó lo mismo al 1º batallón del 27th British Regiment-Inniskillings junto con un escuadrón del 20th Dragoons. Sobre las cinco y media de la tarde llegaron las tropas británicas y el batallón italiano se puso en marcha desarmado y sin la menor dificultad, acompañado por el batallón de Murcia y los británicos. A su llegada a Alicante, todos fueron enviados a bordo de un barco fondeado. Me mantuve en Xixona con mi batallón de Granaderos y alrededor de las ocho de la tarde llegó para reforzar el puesto el 1º batallón del 58th British Regiment al mando del Teniente Coronel David Walker procedentes de Palermo.

El francés estaba determinado a tomar Xixona esa noche, los Generales franceses Habert y Goudin marcharon desde Alcoy con 1500 hombres de infantería y 150 de caballería....A las dos y media de la madrugada comenzó el fuego de los puestos avanzados, las tropas tanto españolas como británicas, reaccionaron con admirable rapidez y hicieron lo imposible para que el enemigo no avanzara pero después de algún tiempo se vieron arrollados y el francés descendía la quebrada no pudiendo, sin embargo, avanzar por nuestro fuego intenso desde el puesto. El enemigo se extendía por su izquierda para abrir una comunicación con los italianos que todavía creían ocupaban la plaza. Con las primeras luces del día cruzamos el barranco con las compañías ligeras y tras ascender la colina por el otro lado, descubrimos las columnas francesas a medio camino retirándose hacia la montaña con sus tropas ligeras cubriendo su retaguardia. Probablemente habían descubierto el cambio que había tenido lugar en las tropas y en consecuencia comenzado su retirada. Decidí no salir de la fuerte posición que tenía y no atacar a la luz del día. Tomamos seis prisioneros. Recibí las felicitaciones por haber retirado a tiempo los italianos e impedir el efecto moral que se habría producido en el país al ver a unas tropas británicas disparando a los españoles ya que su vestimenta es escarlata..."

( En cambio el 1º batallón de los italianos estuvo al mando del Mayor Bourke, oficial de origen irlandés y con 25 años de servicios, quien con su tacto y buen juicio hizo de él la gloria y orgullo de sus hombres, teniendo este batallón un comportamiento valiente y ejemplar )

En fecha 20 de marzo desde Alcoy, sede de su Estado Mayor, Don Santiago escribió extensos escritos sobre :
La acción de Alcoy del 7 de marzo
"....Sir John Murray había tomado el mando del Ejército de Alicante y ordenado un reconocimiento del frente.....Yo tenía conmigo cinco batallones ( 5º de Granaderos, 1º de Córdoba, 2º de Murcia, 2º de Burgos y Cazadores de Mallorca ), un escuadrón de caballería ( Cazadores de Olivenza ) y dos cañones de montaña transportados por mulas formados en estrechas columnas continuas cerca de Alcoy... Disponía de unas 4.000 bayonetas...A las doce de la noche di la orden de avanzar, mi vanguardia consistía en el regimiento de infantería ligera Cazadores de Mallorca del Coronel Campbell fuerte de 1.500 hombres.

Antes del amanecer dimos con los puestos avanzados franceses que ocupaban un bosque a la vez que apareció la División Inglesa al mando del General Abert que en combinación con la nuestra debía obrar sobre Alcoy. Esta División actuó siempre de reserva. Los franceses se retiraron enseguida para reunirse con el grueso de sus tropas.

Como desconozco las fuerzas del enemigo, decido parar y formar una línea, las cornetas ordenando el cambio. esto atrajo al enemigo que avanzó hacia nosotros y como el batallón de Campbell se encontraba en el momento de extenderse apoyado por la columna de batallones, la longitud de la línea era inmensa y su izquierda estaba en peligro de ser cortada por el rápido y repentino avance del francés. Para hacer frente a esta situación, ordené a la tropa de cazadores del Teniente Fernández de cargar contra el centro de la línea francesa, mientras sonaban mis cornetas ordenando cambiar el frente de la izquierda al centro; este movimiento se ejecutó correctamente, mientras el sable de Fernández casi divide en dos a un soldado que se aventuró a oponérsele, acabada la carga se situaron a nuestra retaguardia bajo nuestro refugio.

Habiendo mostrado el francés cual era su fuerza, decido llevar a mi división mas allá de la posición al otro lado del paso ( puente ) de Albaida. En consecuencia avanzo con el conjunto de la infantería ligera en orden extendida con el apoyo de la infantería de línea y llevo al enemigo en retroceso, de árbol en árbol, hasta que limpié el bosque a cuyo extremo se formó nuestra línea.

En un alto, hecho inevitablemente para dar órdenes en cuanto a la ocupación de una carretera a nuestra derecha, me acerqué a la sede del mando del General Abert lo que permitió a un francotirador tener un buen objetivo conmigo y me golpeó en el lado derecho de la boca.

Mi ex-herida fue en el lado izquierdo, esta solo fue un rasguño en la carne y no me detuve a curármela.

Nuestro avance en el bosque fue brillante y tan pronto como fue despejado, nuestros cañones fueron puestos en posición al momento y los dos primeros disparos dirigidos por el Capitán Arabin dieron en el centro de la línea francesa, creando una considerable confusión. Inmediatamente ordené un ataque general de todas las tropas que se realizó hasta que el francés retrocediendo atravesó el paso de Albaida.

Las tropas españolas, sin ayuda de soldados británicos, bajo una hábil dirección , han demostrado estar a la altura de los veteranos guerreros franceses. Los disgustos y duros trabajos realizados en Mallorca en el pasado han dado sus frutos con estos indiscutibles éxitos en estas ocasiones narradas...."

( estas fueron reconocidas oficialmente por Sir John Murray desde su C.G. con sede en Alicante.El capitán Arabin, ascendido a Coronel murió al mando de la Real Artillería en Las Bermudas el 17 de agosto de 1843. El 8 de abril de 1847 Ricardo, el hijo mayor de Don Santiago, se casó con Elisa, hija mayor del Coronel Arabin )


La acción de Concentaina del 15 de marzo
".....como consecuencia de la orden del Teniente General Sir John Murray de hacer un fuerte reconocimiento hacia Concentaina, he avanzado a las tres de la madrugada de ayer con la mayor parte de mi División...también he ordenado al Mayor Bourke , que manda el 1º batallón de Italianos que esta emplazado en Sarga, de ocupar Alcoy a la luz del día; y he situado los batallones de Murcia y Córdoba con dos cañones de a 4 libras y un obús en una posición previamente marcada, alrededor de media legua en la carretera que va de Alcoy a Concentaina, frente a un barranco, donde se ha construido unas defensas con troncos y cortado el puente a fin de permitir únicamente el paso de un hombre a la vez.

Marché en el siguiente orden, la vanguardia ( al mando del Teniente Coronel Juan Antonio Monet ) formada por 3 compañías de Cazadores de Mallorca, las compañías de ligeros de Murcia y de Córdoba y 1 subteniente con 10 dragones de Olivencia. La columna ( al mando del Coronel Patricio Campbell ) con 5 compañías de Cazadores de Mallorca, el 5º batallón de Granaderos, 2 cañones de montaña de 4 libras( al mando del Capitán Arabin ) y 1 capitán( Capitán D. Francisco Fernández ), 1 subteniente con 25 dragones de Olivencia.

Al llegar cerca de Concentaina, apuesto en guardia el batallón de Granaderos alrededor de la entrada del pueblo, entra la vanguardia en la plaza y el Coronel Campbell formó su regimiento en estrecha columna en la carretera que conduce a Concentaina. Las tropas de Monet atraviesan el pueblo y marchan por carretera hacia Albaida y unos minutos antes del amanecer, cayeron sobre un puesto de avanzada en la Cruz de Valencia, media milla cerca de Concentaina.

Este puesto avanzado retrocedió hacia el siguiente puesto seguido por los cazadores y el enemigo al unirse reaccionó y se entabló un fuego intenso por ambas partes, Monet conseguía

hacer retroceder al francés cuando apareció un batallón de 800 de infantería de línea (114eme de ligne ) y 150 dragones ( 24eme Dragons ), ordené entonces retroceder hacia Concentaina con la esperanza de atraer el enemigo. El Coronel Campbell, al mismo tiempo, avanzaba con sus 5 compañías y con la artillería de montaña en estrecha columna para apostarse a la derecha del pueblo.

Los dragones de Olivencia con tropas ligeras de Murcia se movieron hacia el flanco derecho a lo largo de la carretera de Muro y ocuparon el caserío de Alcudieta, donde el oficial al mando tenía orden de que, tan pronto como empezaran los disparos, sus fuerzas debían colocarse en la colina cerca del puente de Albaida a fin de hostigar la retaguardia del enemigo.

Llegaron las tropas de Monet colocándose a la defensiva en el pueblo, la columna de los franceses apareció y después de llegar a unos 500 o 600 metros de la plaza se detuvo para agruparse, momento en que el Capitán Arabin abrió un fuego bien dirigido sobre el enemigo quien después de un corto recorrido, se retiró hacia el puerto de Albaida donde fue hostigado

huyendo en pleno desorden. Después de haber cumplido, por lo tanto, con las instrucciones de Sir John Murray, di orden de replegarnos a nuestra posición anterior que se hizo sin la menor molestia por parte del enemigo.

Los disparos comenzaron sobre las seis de la mañana y duraron hasta las diez y media. La pérdida del francés, a mi entender por los informes de varios desertores, es de unos 60 hombres y 2 caballos muertos o heridos. Hemos contado 40 cadáveres enemigos. Por mi parte no tengo ningún hombre muerto. Un capitán y cinco cazadores de Mallorca así como dos ligeros de Murcia están heridos. Tengo motivos para estar satisfecho con la valentía y frescor de los oficiales y soldados de la División bajo mi mando que, en este caso como en todas las ocasiones, han actuado colmando mis expectativas y el deber cumplido hacia su país......"

( estas acciones permitieron establecer el Cuartel General de la División en Alcoy )


El 12 de marzo, desde Fresneda, le comunica Lord Wellington:
"......he dado orden a los Inspectores de Caballería para que hagan las gestiones oportunas para que la totalidad de las fuerzas de los Húsares de Aragón y el Regimiento de Cuenca que cuanto antes pasen a integrarse en los Regimientos de Almansa y Olivenza afín de que estos últimos estén al completo pero ya podrá disponer de los caballos necesarios mientras sus hombres se formen ya sea en España o en Mallorca......"

Establecida la División en Alcoy con la vanguardia en Concentaina se fortificaron todos aquellos puntos adecuados para resistir un ataque general, se amplió un camino hacia Carrasqueta en solo veinte días con la ayuda de técnicos ingleses y la colaboración de paisanos lo que facilitó mucho la comunicación con Alicante. Se organizaron dos compañías a base del personal más débil y fatigado que fueron destinadas a la requisición y custodia de víveres de los que la División tenía gran necesidad. A finales de marzo regresó el Jefe de su E. M. Don Francisco Serrano habiendo arreglado los diferentes puntos que había ido a tratar.

Desde Alcoy en fecha 24 de marzo escribió :
".....acompaño las cuentas de la acción que tuvo lugar el día 15....Veo con orgullo que la división ha sido mencionada por dos veces en las Ordenes Generales .... Mi herida es dolorosa aunque no es peligrosa.....Los franceses tiene quince batallones en mi frente en Albaida y San Felipe........Nuestro ejército se está concentrando y en pocos días espero que habrá una acción general, en la cual, gracias a Dios, voy a ser capaz de desempeñar una parte......."

En abril de 1813 el Mariscal Suchet decide atacar a las fuerzas aliadas antes de que estas fueran reforzadas. La noche del 10 al 11 derrota en Yecla a la división española del General Fernando Miyares, conquista las plazas de Yecla y Villena y toma un gran número de prisioneros.

Al día siguiente 12 la vanguardia francesa combatió contra ingleses y españoles en el puerto de Biar, estos intentaban ganar tiempo para que el Teniente General Murray concentrara sus tropas en Castalla.

El día 13 Suchet al frente de un ejército de 18.000 de infantería, 1.600 de caballería y 20 piezas de artillería cruza el puerto de Biar, envía su caballería hacia Onil y comienza a desplegarse en la Hoya de Castalla, mientras Murray había dispuesto sus tropas en las alturas cercanas.

La importancia de esta batalla se ponía de manifiesto que de obtener la victoria se aseguraba la posesión de Alicante y su puerto tan vital para la escuadra inglesa y los movimientos de tropas que se hacían a través del mismo.

La batalla de Castalla del 12 y 13 de abril

Con fecha 14 de Abril de 1813 desde la colina de "Guerra" ( se refiere a las colinas de la Sierra de Argüeña ) escribió el siguiente informe sobre la batalla dirigido al Comandante en Jefe del Ejército Aliado Sir John Murray

".......ayer día 13, como consecuencia de sus ordenes que me comunicó el Teniente Coronel Catanelli de su Estado Mayor, marcho al mediodía hacia mi izquierda desde mi posición en la colina de "Guerra" con el 5º de Granaderos, el 2º de Murcia y los Cazadores de Mallorca por la carretera de montaña que se une a la de Sax , prolongando la línea. Dejé en Alcoy el 1º de Córdoba y 2º de Burgos bajo el mando del Coronel Julián Romero que fueron atacados por fuerzas superiores y lograron derrotar al enemigo.

Después de marchar sobre media hora he recibido un mensaje de parte del Sargento Mayor Guerra que dejé con dos compañías de Cazadores de Mallorca cubriendo la colina informándome de que tres columnas enemigas se están formando al pie de la posición y están preparados para atacarles. Inmediatamente ordené al Coronel Serrano, Jefe de mi E.M. de marchar rápidamente y reconocer el estado del puesto e ir con el 2º de Murcia a darles apoyo, llevando órdenes el Coronel Pablo Casaus del Murcia de defender el puesto a cualquier precio y que debe situarse a las alturas de "Guerra". El fuego ya es general a lo largo de toda la línea y observo como el enemigo estaba en la misma posición en la altura a la izquierda nuestra, por donde podría flanquear a las unidades de Cazadores de Mallorca situadas en la colina "Nadal" . Ordeno al Coronel Campbell de los Cazadores de tomar esa posición de altura con dos compañías, lo que logró al momento con un ataque a la bayoneta.

Dejando el resto del Cuerpo en esa parte de la línea me apresuro con el 5º de Granaderos a regresar a la colina de "Guerra" donde estaban siendo atacados con energía por el francés, durante la marcha recibo un aviso verbal por parte del Coronel Serrano que era necesario reforzar ese punto con más tropas por lo cual envío mensaje urgente al Coronel Romero situado en Alcoy de acudir rápidamente con la mayor parte del Córdoba y del Burgos. En el momento que llego a las alturas de "Guerra" formo los Granaderos en dos columnas con la cabeza de línea frente a los dos puntos más accesibles y donde los ataques fueron dirigidos principalmente.

Una columna fuerte de granaderos franceses ha tomado la altura de "Serratella", con otra columna aún más fuerte de fusileros y ligeros a su derecha. He pedido a mi reserva de avanzar, Romero se mantiene en la primera línea con gran fuerza. Después de una obstinada lucha por ambas partes, el enemigo decide atacar a la bayoneta y su primera columna avanza por la cresta del monte, la segunda columna avanza más abajo por el paso de "Pelliser". El francés avanza rápidamente hacia nuestra posición, inmediatamente envío al Teniente Coronel Ochoa con la reserva a mantener la línea y al Coronel Serrano con el Mayor Ontiveros por su izquierda para cubrir el paso de "Pelliser", pero la reserva desplegada de inmediato con la tropa de primera línea le cargaron con tanto espíritu que el enemigo fue derrotado y, con la mayor confusión, no pudo formar de nuevo hasta llegar a la cima de la colina del "Doncel". El Coronel Casaus con el 2º de Murcia a los cuales yo había confiado la defensa de "Guerra" fue fuertemente atacado por más de 800 de infantería ligera con el apoyo de una columna de Granaderos. Ordené a los Cazadores de Mallorca de acudir en su apoyo.

Los Cazadores de Mallorca con algunos hombres del Murcia en el puesto de Olla Redonda y el 5º de granaderos con el 1º de Guadalajara desde las alturas mantuvieron un fuego constante, el enemigo a pesar de ello estaba decidido a romper la línea. Pero Casaus habiendo llevado las reservas y dado el mando de la derecha al Sargento Mayor Juan Bascoti, de su izquierda al Teniente Coronel Melchor Sax y de su centro al Sargento Mayor Guerra, mantiene el fuego hasta las cuatro y media de la tarde. Molesto por la obstinación del francés, Casaus ordenó a sus tropas junto con las cuatro compañías de los Cazadores de Mallorca de cargar al enemigo a la bayoneta, lo que hicieron de inmediato con tal ímpetu que el francés no se atrevió a esperarlos y huyó vergonzosamente y con demasiada rapidez para que nuestros hombres, que estaban cansados, pudieran hacer prisioneros.

Le puedo asegurar a su Excelencia que las fuerzas del enemigo que nos atacó fue muy superior a la mía y que, después de un duro enfrentamiento de tres horas y media, fue rechazado al mismo tiempo en toda la línea, dejando el campo cubierto de muertos.

Recibida las órdenes de su Excelencia de trasladar mi línea hacia delante, en proporción al resto de tropas del ejército que debían de avanzar, tan pronto como percibí el movimiento general, dejé al Coronel Rafael Casteras con su 2º de Burgos en la posición y avancé con el 5º de Granaderos y el 1º de Córdoba cubriendo mi frente con dos compañías de Cazadores de Mallorca en avanzada. Marché en ese orden a la cumbre de "Doncel" siguiendo después, formando en batalla, a la par de la primera línea de las tropas inglesas que se encontraban a mi derecha. Al mismo tiempo, envío a mi izquierda por la montaña del Águila, al Coronel Casaus con los regimientos Murcia y resto de Cazadores de Mallorca reforzados por el 1º batallón italiano con la intención de flanquear por su derecha al enemigo que va descendiendo hacia la llanura y tomando la dirección del Monte de los Yerres. Los Cazadores fueron cargados al pie del monte por un destacamento de dragones , lograron rechazarlos con algunas pérdidas. Al caer la noche la columna se detuvo y regresó a su posición, siguiendo las órdenes de su Excelencia.

A su Excelencia recomiendo especialmente, en los términos más elogiosos, al Coronel Serrano, mi Jefe de E.M. a cuyos esfuerzos, valor y conocimiento es por mucho el merito suyo del éxito de este día. También recomiendo al Teniente Coronel Catanelli del E.M. inglés que estuvo en el conjunto de la acción y ayudó mucho. Al segundo Ayudante de mi E.M. Martínez Coronado y los asistentes D. José Serrano y D. Manuel Álvarez, al Coronel Gilabert Gobernador del C.G , al Capitán Montenegro de Ingenieros y mis Ayudantes de campo el Capitán Rute y el Barón de Halberg que cumplieron sus funciones y llevaron mis órdenes con la mayor rapidez y precisión.

El espíritu y la corrección de los oficiales de mi División ha sido tan distinguidos, que en justicia debo llamar la atención de su Excelencia en la conducta de los Coroneles Casaus, Romero, Campbell, Cuestas y el Teniente Coronel Ochoa y todos los demás comandantes y oficiales.

En una palabra, tanto los funcionarios como los oficiales han cumplido sobradamente con su deber y son igualmente merecedores de la gratitud de su país, especialmente la memoria de los valientes hombres como los Tenientes Suárez de los Granaderos, Pizarro del Burgos y Del Puente del Mallorca que cayeron en la acción. El Mayor Bascón recibió una fuerte herida.

Los Tenientes Morales del Córdoba y Castañeda del Guadalajara así como el subteniente Serrano del Mallorca resultaron heridos con 66 hombres de la tropa y 163 heridos que con los 29 cazadores que el batallón perdió el pasado día 12 en el paso de Biar hacen un total de 258 hombres de tropa entre muertos y heridos ......"

Sobre la polémica orden recibida durante la batalla, escribió a Sir Henry Wellesley
".... Me dirigí a Castalla con todas las fuerzas bajo mi mando a excepción de dos batallones que permanecieron en Alcoy. A mi llegada a Castalla ocupé unas alturas a la izquierda del pueblo, los británicos a mi derecha. El Mariscal Souchet había avanzado desde Valencia con cerca de 12.000 hombres y había atacado algunos puestos del General Elío. Nuestra vanguardia al mando del General de Brigada Adam fue obligada a retroceder a través del puerto de Biar hacia Castalla, sin embargo su retirada fue ejemplar, alternándose los batallones, sus descargas eran admirables y el paso por sucesivos barrancos llevado con perfecto orden y estabilidad en las líneas. Desde las alturas ocupadas por mis tropas vimos uno de los más encantadores panoramas que jamás olvidaremos.

Sobre las diez de la mañana siguiente, recibí orden de Sir John Murray a través del Teniente Coronel Catanelli de su Estado Mayor de dirigir a mis hombres hacia la izquierda hasta llegar al barranco y a continuación llevarlos hacia adelante descendiendo al valle y formar perpendicularmente a la derecha de la línea francesa a la vez Sir Murray avanzaría con toda la fuerza situada en Castalla y atacaría de frente al enemigo. Ante mis dudas, Catanelli me dijo que obedeciera pero, afortunadamente, no creyendo en la exactitud de su comunicación

( Sir John Murray después le aseguró que nunca había dado dicha orden a Catanelli ) y previniendo que las alturas serían ocupadas tan pronto como mi movimiento a la izquierda fuera percibido, deje todos los puestos de avanzadas y su soporte artillero y pasando por su parte trasera el resto de tropa en columnas de compañías de izquierda al frente.

Apenas había comenzado a descender al valle en simple fila, cuando un informe me señaló que el francés avanzaba al ataque hacia las alturas de Castalla y los puestos de avanzadas ya estaban enganchados. Al instante, formo columnas dobles dejando rápidamente el desfiladero y me vuelvo a ocupar mi puesto justo a tiempo de repeler el ataque final de los franceses...Nuestras pérdidas no exceden de 300 hombres, el francés se vio seriamente afectado y no ha de tener menos de 3.000 hombres fuera de combate....

Nuestra ventaja no fue seguida ya que a Souchet le fue permitido retirarse sin molestias a través del paso de Biar por el cual había avanzado......"

Whittingham remitió un detallado parte a la Superioridad tanto británica como española.

Los altos mandos militares y políticos no fueron correctos en su proceder, pues no agradeció la comunicación el Ministro de Guerra. Además no se publicó en la Gaceta el parte de Don Santiago cuando era costumbre hacerlo así. Se publicó un parte confuso de Sir John Murray en el que mezclaba la acción del día 13 con la retirada de la vanguardia en la tarde del día anterior.

Las recomendaciones hechas respecto a los que se habían distinguido en la acción tampoco fueron contestadas. En cambio fueron ascendidos en el Ejército Inglés los dos Jefes al mando del 27th British Regiment of foot, la única unidad del Ejército aliado que entró en acción directa aquel día cooperando con nuestras tropas.

Es posible que ello fuera debido, al parecer, a la existencia de alguna sombra en la victoria obtenida. Sin embargo, el General en Jefe Sir John Murray solicitó una divisa.

( Tiempo después Fernando VII dio una Real Orden, fechada en Madrid el 27 de junio de 1816 por la que se concedía una Cruz de distinción a la División Mallorquina mandada por Don Santiago Whittingham tanto por su valor y distinguidos servicios, como por la disciplina y constancia que brillaron en todas las operaciones. Esta gracia fue concedida por la gestión directa de Whittingham ante el Rey, pues éste conocía las ideas absolutistas del General o por lo menos su valiosa ayuda en la implantación del absolutismo y así agradeció su colaboración. )

Al siguiente día 14 se nombraron destacamentos de nuestra División así como de otros cuerpos que en unión de los paisanos de los pueblos inmediatos con azadas estuvieron todo el día enterando cadáveres en el campo de batalla.

La División recibió orden de regresar a sus anteriores posiciones de Alcoy y Concentaina, el resto de mayo se dedicaron las fuerzas a consolidar el triunfo obtenido y a efectuar los movimientos necesarios para tal cometido. Ocurrieron algunas escaramuzas poco importantes al tiempo que la división incrementaba sus fuerzas con la incorporación, al fin, del resto del Guadalajara que llegó procedente de Mallorca así como de la caballería que, reunida en Elche, vio completado de efectivos sus dos cuerpos por los Húsares de Aragón y los Cazadores de Cuenca y formado con los sobrantes un deposito de caballería a cargo del Teniente Coronel Salvador Moxó . Samford tuvo que solucionar con gran habilidad por su parte diferencias surgidas entre varios jefes acerca del mando de caballería. Así mismo las tropas protegieron la marcha del tercer ejército al mando del Duque del Parque que procedente de La Mancha tenía que unirse en Castalla al ejército aliado.

Desde Alcoy, escribió Whittingham el 20 de mayo
"... el estado de las fuerzas de Souchet se han visto reforzado, desde la acción de Castalla, por la unión de la División que había en Aragón de unos 5.000 hombres y por la llegada de unos 2.000 conscriptos. La nuestra en cambio se ha visto reducida de unos 3.000 hombres perdidos por el General Elio en Gerla y Biar así como por la falta de tres regimientos enviados a Sicilia.

Hemos recibido ayer la noticia de que el General Rowland Hill había entrado en Toledo y que el Duque del Parque esta en Almaraz. Los españoles no están en condiciones de actuar por si solos, incluso subordinados en parte y una de estas cosas de han de hacer en este frente : enviar el ejército de Sir John Murray a otra zona o dejar el ejército enteramente compuesto por tropas españolas y al mando del Duque del Parque en cuyo caso será totalmente destruido en la primera acción, en segundo lugar separar y traer al General Hill con su cuerpo y darle el mando supremo.

En cuanto a este infortunado país, lo veo de forma más lamentable cada día que pasa, nueve meses han pasado desde la batalla de Salamanca, dos terceras partes de España han sido liberadas durante este periodo y, sin embargo, el aumento sólo de nuestro ejército es de 12000 hombres aproximadamente bajo el mando del General O´Donell y las tropas no son ni mejor pagadas ni mejor alimentadas que cuando España se redujo a Cádiz..... Mi pequeña división ha obtenido cierta reputación en el país lo que es muy ventajoso para el espíritu del cuerpo. Como no tengo medios para cubrir mis pérdidas, unos pocos meses más de activa campaña nos llevará a una suave y natural muerte como unidad...vivo a la espera, sin embargo, de que como consecuencia de la victoria de Castalla recibiré algunos refuerzos....."

El asedio de Tarragona
El mando aliado decidió acudir en auxilio de la plaza de Tarragona ocupada por los franceses y para mayor seguridad y rapidez decidió hacerlo por vía marítima, se pusieron en marcha la División británica al mando del General Henry Clinton en dirección a Alicante y con el mismo objeto marchó la infantería de la División Mallorquina con su Estado Mayor el día 23 de mayo desde sus posiciones y el día 30 de madrugada llegaron a la playa de Alicante los Regimientos 5º de Granaderos, 1º de Córdoba, 1º de Guadalajara, 2º de Murcia, 2º de Burgos y los Cazadores de Mallorca y se embarcaron la noche del 30 en los buques ingleses.

Al día siguiente 31 de buena mañana se hizo el convoy a la vela pasando por la isla de Ibiza y fondeando el día 2 de junio a las cinco de la tarde en el Puerto de Salou cerca de Tarragona.

Las tropas aliadas desembarcaron al día siguiente dando comienzo el sitio a la ciudad a cargo fundamentalmente de la División Mallorquina y bajo la dirección del plan militar establecido por el General John Murray. El abandono de esta empresa debido a la antelación y ante la fuerza reunida por Suchet para la defensa de la ciudad junto a la pérdida cuantiosa de material bélico llevó ante un Tribunal Militar británico al Comandante en Jefe Sir John Murray.

Sobre esta acción, desde Villajoyosa, Don Santiago escribió a Sir Henry Wellesley :
"....En el sitio de Tarragona mi División ocupaba la izquierda del asedio. El Mariscal Souchet avanzaba hacia las alturas con 10.000 de infantería pero sin artillería. Durante los diez días que duró el asedio se procedió al bombardeo con cañón y mortero de la plaza y a pesar del fuego intensivo y los ataques no se logró su ocupación. Se tomó el fuerte del collado de Balaguer. Sometí a Sir. John Murray a la consideración que el General Copons y su cuerpo deberían situarse a la izquierda delante de Tarragona y deberían mover todas sus fuerzas hacia Souchet.

Mi opinión no fue aprobada y, pocos días después fue ordenado levantar el sitio y con tal precipitación que varios cañones fueron abandonados y nuestro honor comprometido innecesariamente. Al amanecer del día 12 recibí ordenes de Sir John Murray para dirigirme a la Marina, allí recibí nueva orden de ocupar la batería y parapetos, apenas llegamos otra orden para volver otra vez junto al mar a fin de comenzar el reembarco.( ver nota al pie )

Sobre su intervención en la mencionada retirada, escribió
"....El país que ocupamos esta surcado por muros de piedra que delimitan campos de tamaño moderado y cada camino forma un pequeño desfiladero. Entre el puesto de avanzada y el enemigo había un profundo pero accesible barranco a la cabeza del cual había un pueblo ocupado por mis tropas. En la parte posterior del pueblo había un gran llano y más allá a la derecha una larga pared de piedra de unos cuatro pies de alto, paralela al camino común que atraviesa por el centro el llano. Además de mi infantería tuve conmigo dos cañones de a 8 pulgadas de artillería a caballo y casi 2.000 de caballería.

Después de haber recabado información sobre el francés , envío a la artillería y caballería detrás del pueblo y mando 50 húsares y 2 compañías de Granaderos a ocupar el desfiladero antes de que lleguen los franceses. Entonces ordeno a Campbell alinear sus cazadores tras el muro de piedra y envío un oficial con todos los batallones de línea a formar a ambos lados del final del camino a distancias convenientes en el mejor orden para asegurar nuestra retirada.

Apenas había comenzado estos movimientos, cuando una gran fuerza de húsares franceses entraron a galope por el desfiladero y cargaron contra las tropas que iban hacia allí, llegando hasta el pueblo y atravesándolo. Ahora era mi turno, el batallón de cazadores que se había ocultado tras el muro, se alzó y comenzó un destructivo fuego que derribó gran cantidad de húsares, obligando al resto a girar grupa y huir tan rápidamente como lo pudieran llevar sus caballos. Un General de División siempre debe ser el primero en avanzar y el último en retirarse este es, invariablemente, su puesto de trabajo. Por consiguiente me posesioné con los tiradores ligeros y, poco a poco y sucesivamente, envío los diferentes batallones a nuestra retaguardia, proseguí la retirada hasta la noche cuando, cruzando un barranco y subiendo a las alturas del lado opuesto, ocupo la posición para pasar la noche.

En el pueblo encontramos 5.000 raciones de pan que se habían preparado para el francés, ordeno su distribución a mis hombres a pesar de las reclamaciones de las autoridades civiles. Después ordeno abrir pasos a través de los muros por la parte trasera del pueblo para el paso de la tropa a la mañana siguiente y destaco a un suboficial con 20 húsares para determinar la seguridad de ese flanco y me tiro sobre un montón de paja y en un momento me quedo profundamente dormido, porque no recuerdo en toda mi vida, haber estado tan cansado. Me despierta, a la una de la mañana, mi sirviente para avisarme que tenía preparada una perdiz estofada y me la comí con las manos como un cazador.

Esperé hasta cerca de la luz del día a que mi patrulla regresara. Pero quedé decepcionado porque resultó que el joven suboficial había desobedecido mis órdenes de no bajar al pueblo y menos de entrar en cualquier casa y en consecuencia ha sido sorprendido y hecho prisionero con la totalidad de su patrulla. Nuestra retirada hasta el Cuartel General se hizo sin más pérdidas. La distancia era de 10 millas y se realizó en dos horas y media....."

Durante el asedio a Tarragona, Whittingham se puso en contacto con confidentes catalanes cuyas informaciones comunicaba inmediatamente a Sir John Murray y a través de ellas decidió realizar una excursión exploratoria a Torradembarra enviando desde esa plaza un informe detallado en el que exponía sus ideas sobre la guerra en Cataluña.

Sus sugerencias no fueron atendidas, estas son de interés para entender porque fue levantado el sitio de Tarragona:
"....en obediencia a sus ordenes he estado esta mañana en Torredembarra y examinado cuidadosamente, las posibilidades de hacer cortaduras en el camino formando talas de árboles a fin de impedir la marcha del enemigo del país, ninguna defensa de esta clase puede ser de utilidad a no ser en un punto media legua de Tarragona cerca del mar en donde López empezara a hacer una cortadura profunda luego que nos devuelvan los zapadores.

En Torredembarra encontré al Coronel Manso, que tiene sobre 2000 de infantería en Vendrell, que venía de camino a comunicar a V. las noticias que haba adquirido y expone que la columna enemiga que marchó de más allá de Hostalrich hacia Barcelona llegara a esa plaza esta noche y que sabe que tendría entonces 12.000 de infantería disponible y 400 de caballería. El detalle de su artillería todavía no lo ha recibido .

Si fuese la intención de los franceses avanzar en fuerza, no estaría en mi poder impedir que introduzcan socorros a Tarragona, ni aun mantener el terreno que ocupo contra un ataque serio, a menos que fuere fuerte y rápidamente sostenido. Los franceses pueden avanzar en dos columnas, la una por el camino del mar, y la otra por los altos sobre mi izquierda. El batallón de Guadalajara a mi izquierda extrema esta separado del resto de m i fuerza por un barranco profundo, y será inevitablemente envuelto y no puedo menos de someter a su superior juicio que en caso de ataque, la masa total de fuerza enemiga caería sobre mi flanco izquierdo que forma el punto extremo de una línea larga dominada por altos superiores con desfiladeros estrechos y un pueblo fortificado a retaguardia.

Su Señoría perdonará mi prevención en ofrecer a su superior juicio y mayor experiencia mis opiniones sobre las posiciones que actualmente ocupan las fuerzas enemigas. Si con el total de la infantería inglesa, la División Mallorca y la caballería alemana e inglesa, nuestro ejército avanzara inmediatamente a Vilafranca y atacase al enemigo; una victoria que con números superiores y con tropas de tal calidad, no podía ser dudosa determinaría la contienda en Cataluña de un golpe y las tropas del General Copons serian seguramente suficientes para cubrir el sitio de Tarragona durante la ausencia. Si no obstante esta idea no mereciese su aprobación, no puedo menos que repetir otra vez, que si el enemigo ataca nuestra posición actual, a donde el total de sus fuerzas caerá sobre nuestro extremo izquierdo, las peores consecuencias deben temerse......"

Así pues el día 13 de junio la flota británica se hizo a la vela y pasó por el Collado de Balaguer donde fondeó , se procedió a efectuar algunos desembarcos sin un plan general claro en la zona del fuerte de San Felipe del collado de Balaguer. El 18 de madrugada llegó una pequeña flota trayendo a bordo al nuevo General en Jefe Sir Williams Bentinck quien decidió se embarcase de nuevo lo que se verificó durante el resto del día. Se hicieron minas en el castillo y se voló la fortificación.

El día 20 se hizo toda la flota a la vela con dirección a Los Alfaques salvo la fragata "Melanda" que, con el regimiento 2º de Burgos, marchó hacia Villanueva donde desembarcó para unirse al 1º Ejército español siguiendo ordenes del Mando Superior.

Durante la travesía se padeció un fuerte temporal y se sufrió mucho en la navegación de modo que hasta el día 24 no ancló parte de la flota en el puerto de Alicante con desperfectos casi todo los buques, habiendo quedado quince transportes varados que tras muchos esfuerzos y previo trasbordo de la tropa pudieron navegar.

El fracaso de esta expedición y la necesidad de liberar Tarragona decidieron a que el mando aliado se inclinara a verificar la operación por tierra.

Sobre dicha expedición Whittingham realizó un informe, donde concretaba en nueve puntos los resultados obtenidos que hubieran sido otros de haberse tenido en cuenta sus opiniones, dirigido al nuevo General en Jefe Sir William Bentinck:

1º....Mi opinión siempre ha sido que el General Murray debía marchar contra Decaen primero, que debía haber avanzado más allá de Villafranca, echándole de Molins de Rey y haber destruido el Puente de piedra que hay sobre el río Llobregat é inmediatamente haber marchado para encontrar al General Souchet.

2º....Mis ideas se fundaban sobre las bases siguientes y el resultado ha hecho ver que eran justas

3º....De Tarragona a Villafranca hay nueve horas y de Villafranca a Molins de Rey cinco, por consiguiente habríamos llegado a Molins de Rey la tarde del 12, y probablemente se hubiera empleado el 13 en destruir el Puente sin cuya ayuda el río Llobregat es impasable para la artillería.

4º....Desde Molins de Rey por Villafranca y Valls a Tarragona hay 17 horas y tres días de marcha, por consiguiente el Ejército hubiera llegado a Montblanch el 16.

5º....Los únicos caminos de artillería desde Tortosa a Tarragona son por el Coll de Balaguer que estaba en nuestro poder o pasando el Ebro por Moral para dirigirse a Lérida o su inmediación para ir a Montblanch.

6º....Desde Tortosa a Mora hay ocho horas, en Mora no hay Puente y por lo mismo era preciso pasar el ejército en la barca o barcas desde Mora a Montblanch hay diez y ocho horas y tres días de marcha.

7º.....Souchet no llegó a Tortosa hasta el 10 y el total de su fuerza nunca llegó a 9.000 hombres por consiguiente no podía haber llegado a Montblanch antes del 16, suponiendo que no hubiese perdido un momento, pero el 16 nosotros lo hubiéramos encontrado en ese punto con una fuerza muy superior, y seguramente le hubiéramos batido.

8º.....La triste experiencia nos ha hecho ver demasiado claro que nada podía estar más lejos del Mariscal que una empresa tan peligrosa como lo era en bajar con una fuerza inferior al llano de Tarragona, pues cuando nosotros llegamos al Coll de Balaguer el 15 después de levantar el sitio encontramos a Souchet en el Perelló y su vanguardia del Coll frente un camino totalmente impracticable para toda clase de carruaje.

9º....Estos argumentos perderían todo su merito si hubiesen sido producidos después de levantar el sitio de Tarragona, pero mi carta al General Murray en Tarragona escrita y enviada el día 9 manifiesta lo contrario. El hecho es que el General Murray en Tarragona tuvo una verdadera ocasión de imitar a Bonaparte delante de Mantua.

El día 26 de junio desembarcó gran parte de la División Mallorquina con Whittingham y su Estado Mayor y marchó a acantonarse a las plazas de Villajoyosa y Benidorm. El día 29 del mes llegaron los buques, que habían quedado varados, trayendo a bordo el resto de tropa que faltaba, la cual desembarcó y marchó inmediatamente a unirse a las demás. Las tropas hicieron algunos ejercicios en línea porque los cuerpos estaban algo olvidados, en razón a que por el mucho servicio que habían dado anteriormente, no se habían podido ejercitar. Estuvieron en estas plazas hasta los días 2 que marcharon los Regimientos de Almansa y Olivenza hacia Novelda y el día 3 que marchó la División de Infantería hacia Concentaina y Muro al mando del Coronel más antiguo D. Pablo Casaus y el Coronel Francisco López , Ayudante 1º del Estado Mayor.

Desde Torrente, el día 5 de julio escribía Samford a Sir Henry Wellesley
".....A petición de Lord William Bentinck, del Duque del Parque y del General Elio, he tomado el mando de la caballería del 2º y 3º ejércitos que se añaden a la de mi División, hacen un total de 2.500 caballos. He aceptado este mando, porque he recibido la orden de hacerlo, pero he aclarado a todos ellos que no puedo hacerme responsable de las consecuencias.

Si yo dispusiera de dos meses, podría formar buenos soldados. Pero en la actualidad no hay tiempo para la instrucción y en la condición actual de la caballería española, formar un regimiento en estado de luchar contra los franceses tiene las más distantes posibilidades de éxito....ningún hombre a examinado la revolución española con mayor imparcialidad que yo....Cuando se veía reducida a Cádiz y las Islas Baleares mi moral estaba alta, confiando en que un día llegaría la reacción ....Ese día llegó, Wellington con la memorable batalla de Salamanca, dio a los españoles la posesión de la mayor parte de su país y les dio medios para la formación de grandes y poderosos ejércitos. ¿ Han aprovechado estas ventajas ? Han hecho nada para su propia salvación ? Todo su tiempo lo han ocupado en la formación de su maldita constitución . No han, me repito una vez más, aumentado nuestro ejército en más de 20.000 hombres en el último año....Hace cerca de cuatro meses el General Freyre, con 3.500 de caballería, fue enviado a Sevilla, por orden de Lord Wellington, para vestir, armar, equipar y dar instrucción al cuerpo. Vi una carta de Freyre, apenas hace quince días, en la que afirmaba que no había recibido ninguna ayuda y que no puede ejercitar su caballería a falta de dinero para los herrajes de los caballos!....."

Sobre esta operación, desde Tarragona el día 28 de agosto, escribió Whittingham lo siguiente:

"...A las diez de la noche llegué a la orilla del Ebro y considero que el único medio de paso a de ser una balsa con capacidad para llevar más de cuatro carros y una pequeña embarcación. Tortosa esta distante de dos leguas y su guarnición es de unos 6.500 franceses y los refuerzos de Souchet no tardaran en llegar. La división de infantería del Duque del Parque que ya había atravesado el río asumió una posición a nuestra derecha . El equipaje del ejército comenzó a pasar y, gracias a los mayores esfuerzos, logré tener ocho pequeñas embarcaciones, cada barca llevaba dos hombres con sus monturas y sus caballos nadaban a ambos lados, sujetando cada hombre su caballo. Con estos miserables medios, me he pasado todo el día y la noche del 18. Han cruzado la totalidad de la caballería y artillería a excepción de seis cañones y dos escuadrones.

En la mañana del 19, el francés atacó con 6 cañones, 4.000 de infantería y 90 dragones al Brigadier Berenguer que mandaba la cobertura de mi División.

El asunto se presentaba muy feo, cuando el rápido avance de 3 de mis cañones a la derecha y los otros 3 a la izquierda, situados y con un buen fuego bien dirigido, desbarató el progreso del enemigo y le indujo a retirarse. Un batallón de granaderos enviado por el Duque del otro lado del río, hábilmente apoyado por mis cañones y la llegada del Jefe del E.M. del Duque subsanó los errores cometidos por el General Berenguer que me duele decirlo, iba borracho como una bestia. Mi artillería que nunca se había encontrado en batalla, hizo maravillas.

El General Robert, Ayudante de Campo del Mariscal Souchet, que cenó conmigo ayer, me informó de que pensaban que el conjunto de las tropas habían cruzado el río y que el General determinó la retirada tan pronto como se enteró del error.

Tuvimos otras 2 armas de fuego que no podía utilizar por falta de hombres y caballos que estaban en la otra orilla del río. Los llevé a todos a la llanura y formando en la derecha, los reuní en una inmensa escuadra de artillería con todos sus sirvientes montados e hicieron un gran espectáculo que, seguro, hizo pensar al enemigo.

Después de haber fracasado en su sorpresa, los franceses continuaron seguidos de cerca por nuestras tropas. Como viejos soldados de experiencia que son, aprovecharon todos los obstáculos para impedir nuestro avance y para cubrir su retirada.

En este asunto he perdido a mi estimado amigo el Coronel Santiago O´Reilly en el seguimiento del francés con demasiado entusiasmo, a la cabeza de un destacamento, su caballo fue abatido y el cayó a tierra. Su destacamento huyó y los soldados franceses que le habían disparado desde detrás de un muro, lo saltaron y acercándose lo asesinaron a sangre fría.

Yo estaba a unos doscientos metros del lugar donde cayó, pero en un momento, llegamos al lugar, fue despojado y la hemorragia en su cuerpo descubrió siete heridas de bayoneta, una de las cuales le atravesó la garganta. Sin embargo, el enemigo hubo de pagar gravemente este acto de barbarie. Varios cientos de franceses heridos permanecieron en el campo de batalla, todos los cuales cayeron en sacrificio a la memoria de O´Reilly. Nuestros enfurecidos soldados no dieron cuartel después de su muerte....Hemos perdido cerca de 400 hombres en muertos y heridos, el francés casi el doble en número. Souchet ordenó, antes de abandonarla, volar las defensas de Tarragona y nuestra División que se hallaba en Reus ha entrado en la ciudad..."

Con motivo de tener varios asuntos pendientes con la Superioridad y haber tratado con poca delicadeza los ministros al General Whittingham, este decidió enviar a su Jefe de Estado Mayor, D. Francisco Serrano al Cuartel General del Duque de Ciudad Rodrigo que se hallaba en Lesaka en Navarra, frontera con Francia, para representarle. El día 5 de octubre regresó de su viaje el Coronel Serrano, quedando satisfecho Whittingham tanto por el relato de este como por una carta muy honorífica que trajo del Duque por la cual se convenció de que la buena causa exigía continuase sus servicios, sacrificando a ella los disgustos que sin razón le habían dado.

A propuesta del Inspector General de Caballería fue ratificado por el Duque de Ciudad Rodrigo en el mando de la Caballería, aumentándola con algunos cuerpos mas de modo que tenía a sus ordenes los Regimientos de Caballería de línea Calatrava, el Príncipe, Santiago , los Dragones de la Reina, de Almansa, de Pavia y de Madrid, los Cazadores de Olivenza, de La Mancha y el Escuadrón de Ubrique, dándole comisión especial al General para que refundiese los cuerpos modernos en los antiguos, así mismo el Duque decidió organizar un Depósito General de Caballería en Zaragoza " en el que tendrían ingreso todos los oficiales de los cuerpos francos que se reformaban y los agregados y sobrantes de los regimientos antiguos así como la tropa sobrante de unos y otros"

La realización de este proyecto fue encargada a Whittigham de quien se solicitó además una plan razonado y un sistema de actuación para su puesta en marcha. No cabe duda que en esta prueba de confianza en su valer influyeron las sugerencias e ideas innovadoras respecto a la caballería que sus superiores ya conocían.

No obstante que se enviaron las ordenes inmediatamente desde el Cuartel General para que los cuadros de caballería de línea del Príncipe, Dragones de la Reina y de Pavia que se hallaban en Andalucía se pusieran en marcha para ser formados en Aragón, no se realizó por ser entorpecida su ejecución por parte de otras autoridades. El regimiento de Santiago y el escuadrón de Soria fueron destinados posteriormente a Cataluña y no se volvieron a reunir

El día 24 de octubre se realizó una gran parada y salvas para celebrar el cumpleaños de Fernando VII. Al día siguiente partía para Zaragoza el Coronel Francisco López 1º Ayudante de su Estado Mayor a preparar los cuarteles y arreglar con el Intendente del ramo el tema de las subsistencias.

El día 30 de octubre, Whittingham destaca una brigada de caballería al mando del Brigadier Manuel Sisternes a Zaragoza, donde llegaron el 2 de noviembre, con el objeto de contener los desordenes producidos en esa plaza por las fuerzas del General Francisco Javier Mina.

A fin de mes llegó a Zaragoza el Ayudante 2º del Estado Mayor José Serrano con los cuerpos de caballería que se encontraban en Cataluña. El 14 de Noviembre llegó a la plaza el Jefe del Estado Mayor Francisco Serrano con su brigada. A fines de Noviembre se incorporó Whittingham al mando del Depósito y a principios de diciembre se inicio la instrucción.

Desde Zaragoza, Whittingham escribió varias misivas a su gran amigo Sir Henry Wellesley,
de las cuales reflejamos tres por su interés:

"....durante mi estancia en Aragón, una de mis preocupaciones era el estado de los caballos y formar un depósito mayor de grano y los medios de transporte del mismo. No tenía otro medio de alimentación de las tropas sino que a través de las requisas.

El General Comisionado solo lo podía hacer con un permiso refrendado por mi. Pero las cantidades aportadas por cada plaza se hacía por el municipio principal del distrito, cuyos aportes y beneficios me eran proporcionados por el Comisario Jefe. Este controlaba todas las recepciones y los ingresos invariablemente se recibían de parte del Gobierno español en forma de impuestos y gravámenes de todo tipo.

He adoptado el mismo sistema en Aragón, pero el resultado no fue satisfactorio y los caballos mueren de hambre por la falta de alimentos y los hombres casi. Había sufrido esta abominación y de continuar una quincena más, mis 3000 caballos y quince piezas de artillería a caballo, el conjunto de mis fuerzas en Aragón, se hubieran transformados en totalmente ineficaces. Sancho ( Panza ) tiene un dicho para estos casos desesperados " a grandes males, grandes remedios ".

Así que ordene a mi Ayudante favorito el Capitán Rute de ir con 40 húsares a recoger y llevar a mi Cuartel General a todos los alcaldes que no obedezcan mis ordenes . Trajo consigo trece!!

Reunidos, les dije "Señores, me duele y me faltan palabras para exponer su falta de patriotismo, de recurrir a medidas de gravedad, a mis sentimientos repugnantes, pero de manera peculiar en que estamos en una guerra en defensa de su religión, su país y su rey!

Fríamente y deliberadamente parece que ayudan a los franceses, por todos los medios indirectos en su poder y como yo no puedo tolerar un sistema tan pernicioso...." " Rute", seguí, "escoltar a estos señores al Castillo, que cada uno se aloje en una celda aislada y que se les alimente, cada día, con una barra de pan y una jarra de agua. Se les proporcione también pluma, tinta y papel para su correspondencia, y hacerles saber que ningún cambio tendrá lugar en mi postura, hasta que todos los pedidos hayan sido atendidos"

En menos de una semana mis depósitos y despensas estaban llenos y nunca tuve ninguna otra causa de denuncia...."

Segunda carta sobre el adiestramiento y otros temas
"....tengo conmigo quince escuadrones. Nuestros ejercicios diarios ya le dan destreza y, creo que con un mes más, haré de ellos todo lo que deseo. Esta es la primera vez que me has oído hablar con entusiasmo de la caballería española. No puedo, sin embargo, dejar de tener un cierto grado de satisfacción por la idea de tener éxito en la regeneración de la caballería cuando todo el mundo a fracasado...Si ves al General Donkin en la ciudad, le pido que sea atento con él, es un verdadero amigo mío y un buen funcionario y hombre digno. En mi opinión ha sido injustamente tratado, junto con Sir John Murray, en el lamentable asunto de Tarragona......Me veo obligado a solicitarle me encargue en Whippy una silla de montar de húsar, como siempre me hacen para mí, y unas bridas de húsar, han de ser grandes y pesadas como las utilizadas por los soldados del 1º regimiento de Húsares alemanes....."

tercera carta sobre sus relaciones con el pueblo de Zaragoza
".....He sido elegido miembro de la Academia Real de las Artes y las Ciencias de San Luis, con domicilio en esta ciudad, y las distinciones y la adulación que he recibido están más allá de la descripción. Mis desfiles de los domingos se parecen más un triunfo romano que cualquier otra cosa, el conjunto de la población de Zaragoza parece que compite entre sí en hacerme el honor

Sin embargo, en medio de la brillantez del desfile y su distinción, mi corazón late por regresar a las escenas de afecto que me esperan en su amada sociedad y la felicidad que me espera en casa...." ( en esta carta le anuncia el nacimiento de su hijo menor sobreviviente )

A finales de diciembre, Whittingham tenía bajo su mando, en Zaragoza, nueve Regimientos de caballería y quince piezas de artillería a caballo. En Tarragona, la División Mallorquina que seguía bajo sus ordenes, continuaba con los trabajos de reconstrucción y guarnición, esta tuvo un encuentro con el enemigo ese mes, al salir unas tropas de la plaza fueron atacadas por los franceses en Esparraguera. El día 30 La Brigada de infantería del General Roche que estaba agregada a la División, embarcó con destino a Valencia.

Continua Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 00:43

4º CONTINUA

1814 - Cataluña e intervenciones en acontecimientos políticos


La guerra había tomado un signo diferente hacía ya algún tiempo. Cada vez era más segura y decidida la actuación de las tropas aliadas y los franceses se retiraban en medio de pequeños, pero frecuentes descalabros. Las derrotas de las tropas francesas en la península, llevaron a la firma del Tratado de Valençay el 11 de diciembre de 1813 por el que la Corona española era restaurada en la persona de Fernando.

El día 6 de enero de 1814 se presentó en Tarragona, procedente de Cádiz, el segundo Comandante General de la División Mallorquina, el Brigadier Juan Miguel Sureda y Verí, Marqués de Vivot, e inmediatamente tomó el mando de la Infantería. Los días 16 y 17 los regimientos 5º de Granaderos y 1º de Córdoba al mando del Coronel Julián Romero que estaban en Esparraguera, en unión de la División del General Sarsfield y tropas del 1º Ejército español realizaron operaciones de avance hasta San Andrés de la Barca.

En Zaragoza, el 26 de enero de 1814 llegó el Teniente Coronel Salvador Moxó de los Cazadores de Olivenza con los desmontados y depósito de caballos a la venta del Alhama de Aragón, donde habían llegado diariamente oficiales y tropas sobrantes. Allí se dio forma a aquella masa dividiéndola en escuadrones, después de haberlos revistado Don Santiago se repartieron, para una mayor comodidad de alojamientos y suministros, en los pueblos cercanos y se pusieron en instrucción bajo el mando del Teniente Coronel Moxó.

La División de Infantería estuvo en continuo movimiento por las tierras catalanas. Siguiendo su marcha y en concurrencia con las tropas inglesas y del 1º Ejército el día 15 de febrero formaron el bloqueo de la plaza de Barcelona.

El día 4 de marzo, Whittingham marchó con su Estado Mayor de Alhama de Aragón hacía Zaragoza, donde se le unieron los regimientos de Almansa y Olivenza y el 5º Escuadrón de artillería a caballo procedentes de Calanda.

Los acontecimientos de orden político se activaron en España cuando el fin de la guerra se veía ya cercano. La pugna entre liberales y absolutistas para hacerse con el poder produjo una fuerte inquietud manifestada en todas las instituciones y a los distintos niveles y la incógnita de la actitud real que entre ambigüedades y dudas mantenía Fernando VII no tardaría en despejarse a favor del absolutismo real. La llegada de Fernando VII a España motiva que parte de la División Mallorquina se aleje del frente de batalla. El 30 de mayo la División de Infantería, al mando del Marqués de Vivot, formó la línea junto a las tropas del 1º Ejército para recibir a Fernando VII y al Infante D. Carlos que pasaron aquel día por el frente de Barcelona.

Whittingham que se hallaba en Zaragoza, envío un escuadrón de húsares a Amposta al mando del Teniente Coronel Pereira, al saber que el Rey pensaba cruzar el Ebro por esta ciudad.

El día 4 de abril recibe el anuncio oficial de que el Rey decide pasar por Zaragoza para dirigirse a Valencia, al día siguiente Whittingham sale con su Estado Mayor al frente de las compañías de caballería para esperar a Fernando VII a una legua de la venta de Fraga y a quince de Zaragoza.

Con su Estado Mayor custodia al Rey hasta Bujazaros donde recibe "miles de atenciones de S.M." comunicándole que se agregara a la custodia de la real persona. El día 6 desfiló la División de caballería ante el palacio que el Rey habitaba en Zaragoza, por expreso deseo de S.M. Permaneció Fernando VII hasta el día 11 en esta ciudad y durante dos días había maniobrado la División de caballería y el escuadrón de artillería ante su real persona en el Campo de San Gregorio. El Rey quedó tan complacido de la preparación de las tropas que después de felicitar a Don Santiago y a la oficialidad ordenó se dieran dos días de haber a la tropa de su propio peculio.

El día de la salida del Rey de la ciudad para la localidad de Daroca , a las cinco de la mañana, formó la caballería disparando la artillería las salvas de ordenanzas. Whittingham acompañaba al Rey en el coche o a caballo todo el viaje y a caballo le seguía Don Francisco Serrano hasta Daroca. La custodia del Rey corrió a cargo de distintos cuerpos de la División al mando de sus Jefes y oficiales. El 12 siguió a Villafranca y le acompañó a caballo el 2º Ayudante de E.M. Don Pedro Coronado. El 13 llegó a Teruel acompañado a caballo por el Capitán adicto al E.M. Don Manuel Álvarez. El 14 siguió a Sarrión y le acompañó a caballo el Ayudante 2º de E.M. Don José Serrano. El 15 llegó a Segorbe y hasta el pueblo de Barracas, que es la frontera de Valencia, le acompañó a caballo el Ayudante 2º de E.M. Don José Serrano. En Barracas se presentó el General en jefe del 2º Ejército Don Francisco Elío y se encargo de la custodia del Rey, al pretender Whittingham despedirse del Rey éste le obligó a quedarse y a que le acompañará a Valencia donde llegó el 16 permaneciendo en esa ciudad hasta el 18 por la tarde en que regresó a Zaragoza donde llegó el 22 de abril.

La relación mantenida entre Fernando VII y Whittingham fue, por lo tanto, intensa y ello obedecía a que el Rey procuró asegurarse la fidelidad del general y de su División para el golpe que preparaba aquellos días con el fin de restaurar el poder absoluto. Es bien razonable que en estos días se ganó el ánimo de Whittingham y éste regresó a Zaragoza conociendo el papel que iba a desempeñar en la intriga política que se preparaba.

¿ Hasta que punto Whittingham era un absolutista convencido o simplemente un militar fiel a su Rey que actuó por impulsos personales sin una clara filiación política ?

Lo realmente cierto es que el papel desempeñado por él en este juego contribuyó eficazmente a la restauración del absolutismo.

Examinemos el desarrollo de los acontecimientos. El día 29 de abril, una semana después del regreso de Whittingham a Zaragoza, recibe éste una orden del Rey , al parecer a través del General Elío, para que al frente de todas sus tropas disponibles se dirija a Guadalajara. Estas eran quince escuadrones de caballería y uno de artillería, el resto se les uniría en el camino.

Llegaron a esta ciudad el 1 de mayo. Para comprender la actitud y mentalidad de Samford, es conveniente conocer que el día anterior, 30 de abril, llegó un correo de Madrid con órdenes tajantes: Se le preguntaba por qué había entrado en la zona cercana de Madrid, con qué orden y se le conminaba a que se detuviera donde se encontrara al recibir el correo. Whittigham hizo caso omiso de estas instrucciones y continuó hasta Guadalajara. El día 4 el propio Ministro de la Guerra insistió en que cesaran los movimientos de sus fuerzas, hasta conocer la respuesta a la consulta que se había hecho al Rey en este sentido. Samford se mantuvo en los mismos términos de negativa. Por otra parte, diferían mucho los propósitos del Rey en relación con lo que pensaba el gobierno y así el día 10 de mayo ordena a Whittingham que salga para Alcalá, como en efecto hace para establecerse en Arganda y Morata, cada vez más cerca de Madrid.

Los acontecimientos se precipitan y el 11 llegó el Rey al Palacio de Aranjuez donde dio a conocer las últimas disposiciones para la División, que se desplazó a los pueblos de Vallecas y Vicálvaro.

La operación culminó el día 13 de mayo, cuando Fernando VII entró en Madrid acompañado, entre otras personalidades, por el Mariscal de Campo Don Santiago Whittingham.

En esta ciudad la División de caballería cubrió la línea desde la parte interior de la Puerta de Atocha, el Prado y la calle de Alcalá hasta la Puerta del Sol. A las fuerzas de artillería a caballo les correspondió estar junto a la Cibeles disparando las salvas de ordenanza. Por último desfiló la columna ante el Palacio Real y por la noche se retiró a sus cuarteles de Vicálvaro y Vallecas, quedando el Cuartel General establecido en Carabanchel. La caballería tuvo que dispersarse entre varias localidades debido a la necesidad de proveerse de forrajes.

Sobre estos acontecimientos, en mayo de 1814 desde Madrid, Whittingham escribió:
"......Me hice cargo de la persona del Rey, así como de su hermano Don Carlos y de su tío Don Antonio. El cambio de custodia fue hecho en la frontera de Aragón por el General Copons entonces Comandante en jefe de Cataluña. La acogida por parte de S.M. y la familia Real era infinitamente misericordiosa y de lo más halagador. Nuestras marchas era de veinte a treinta millas por día. El carruaje o más bien landau en la que S.M. viaja fue construido en Inglaterra.

Los caminos eran bastantes buenos y la familia Real sufrió poco o ninguna fatiga.

Yo cabalgaba siempre al lado del coche, y por lo general, llegamos a nuestro lugar de descanso entre las tres y las cuatro de la tarde, después seguíamos el camino alrededor de las nueve y media de la noche.

Yo siempre cenaba con el Rey en su carruaje durante la marcha, y toda la ruta fue una escena continua de triunfo. S.M., durante el viaje, estaba constantemente ocupado en el estudio de la Constitución, que estaba obligado a jurar. Como he cabalgado del lado de su coche, a menudo entró en conversación conmigo.

Un día me dijo: " Santiago, difícilmente te puedes imaginar que libro estoy leyendo. Se trata de la nueva Constitución española, formada y publicada por las Cortes durante mi ausencia. Me parece bien lo que hay de bueno en ella, pero también muchas cosas totalmente inadmisibles. No obstante, si la negativa de mi sanción es el costo de una gota de sangre española, yo la juro al día siguiente"......."

Otro escrito desde Madrid
" ..... El 12 de marzo (?) recibí aviso de que el Rey había determinado seguir su ruta y en lugar de ir directamente a Valencia que pasaría por Zaragoza. Inmediatamente envío trescientos dragones con órdenes de estacionarse en la ruta y avanzar en la medida que sea posible. Yo mismo me dirigí a su encuentro. Me reuní con el Rey en ...( en el escrito no recuerda el nombre del lugar que fue la venta de Fraga ) donde mi caballería relevó a la del 1º Ejército.

Tan pronto como me acerqué a la carroza real, su Majestad me dijo " Como va? tiempo ha que tenemos ganas de conocerte ". A partir de ese día recibí la atención más marcada de S.M. y la del Príncipe Don Carlos. La entrada del Rey a Zaragoza, y en definitiva, en todos los pueblos de Aragón, era un triunfo, ya que es imposible de expresar, y no es fácil concebir, salvo por aquellos que fueron testigos de las felices escenas.

Pero si las muestras de alegría y jubilo son firmes por el regreso del Rey, las expresiones de aversión y aborrecimiento de la Constitución no son menos generales y fuertes ante S.M., desde la venida a Aragón hasta la llegada a Madrid, nunca ha dejado de escucharlas, lo que podría inducirle, por un momento, a creer que la Constitución no había merecido la aprobación de sus súbditos. Esto no es de extrañar. La furia de su fervor republicano por parte de los gobernantes de las Cortes había atacado, de manera abierta y de la manera más violenta, la nobleza, el clero y el ejército y, por consiguiente, había hecho de estas clases respetables sus enemigos.

Tenían también, en la plenitud de su ignorancia financiera, la responsabilidad de haber acabado con todos los viejos deberes e ingresos de España y establecieron, en su lugar, lo que se llamaba " la contribución única directa" que es un impuesto exactamente similar a nuestro impuesto sobre la renta. Recordará V.E. con la reticencia que este impuesto fue admitido en Inglaterra, aunque era solo para satisfacer una pequeña parte de nuestros gastos y aunque Inglaterra de su comercio, interior e exterior, tiene grandes medios en circulación, que desembolso tiene que hacer ella, en comparación a esta pobre España. Es fácil, por lo tanto, concebir el efecto de dicho impuesto sobre el campesinado español y que es una medida excesiva para satisfacer la totalidad de los gastos de Gobierno. El espíritu de la nación española estaba en estado de fermentación y la presencia del Rey produjo su inmediata explosión.

Si el rey hubiera encontrado la nación en general unida a la nueva Constitución, sin duda la habría juramentado. Pero nunca fue abiertamente pronunciado, ninguna sombra de duda podría permanecer en la mente del Rey.

El Rey estuvo cuatro días en Zaragoza, examinó mi caballería y se complació en decirme lo bueno y halagador. Lo acompañé, con relevos de tropas, hasta la frontera de Aragón, donde conocí a mi Comandante en Jefe General Elío. Al acercarme al Rey para despedirme, me dijo:

" No te vayas, tengo mucho gusto en que me acompañes. ven conmigo a Valencia "
En Valencia, me quedé dos días y en consideración hacia mi persona, el Rey me hizo el regalo de una caja de tabaco con hermosos mosaicos y que me deseaba mantenerme en el recuerdo de él....Muchas de las destacadas personas que fueron arrestadas la noche antes de que el Rey llegara a Madrid, por el Capitán General Eguia , y sin ninguna sombra de dudas por sus papeles republicanos y su correspondencia secreta con Francia que se les ha capturado, iran a la horca en menos de seis meses......"

De esta carta, en gran parte alabanzas hacia el rey, Whittingham tuvo que arrepentirse.

En un periodo posterior, a regañadientes descubriría que el amable y plausible, pero voluble y débil de mente príncipe, era muy lejos de ser el soberano prometedor que le había confundido en la primera excitación del reinado de S.M., de la misma manera el amor y entusiasmo para con él de las masas se esfumó. No es de extrañar que durante un tiempo este inglés en su servicio debería haber sentido una parcialidad personal por el soberano, que por su parte desplegó una halagadora atención a su general extranjero.

Si Whittingham cometió un error en su dictamen del Rey, lo cometió en buena compañía.

En una carta fechada el 25 de mayo de 1814 desde Madrid, que el Duque de Wellington dirigió a Sir Charles Stuart, describió al Rey con los mismos términos.
En cuanto a las fuerzas de infantería de la División Mallorquina seguían en Cataluña ocupadas en el bloqueo de Barcelona, donde todavía desarrollaron importantes actividades militares.

La principal tuvo lugar el 16 de abril de 1814. Los franceses acometieron una salida de la plaza, en número de 5000 hombres apoyados por seis piezas de artillería, con el fin de ampliar su línea de combate, justo por la parte que cubría la División. El Marqués de Vivot solo contaba con unos 1700 hombres en formación a saber los de Córdoba, Guadalajara, Murcia y Cazadores de Mallorca, pues el 5º de Granaderos estaba agregado a la Brigada del Coronel Michelena y las cuatro compañías de Granada a la Brigada del Coronel Manso.

Conforme el plan preconcebido, Vivot inició una retirada estratégica para atraerse al enemigo y cuando éste se acercó lo suficiente, Vivot dispone un triple ataque a la vez de las fuerzas españolas: en el centro, derecha e izquierda. Se lucho con gran denuedo y se arrollo a los franceses entre los que produce un gran desorden, el Coronel Campbell al mando de la derecha con los Cazadores de Mallorca se distinguió mucho. Los franceses en completa dispersión fueron a apoyarse de sus reservas que estaban inmediatas a la plaza, a la vez les cayó sobre su flanco la fuerza de la izquierda la Brigada de Manso que les causo mucho daño. Los cuerpos de la División siguieron cargando al enemigo, matando y haciendo prisioneros tan obstinadamente que costo mucho trabajo el contenerlos para que no fuesen victimas de la artillería de la plaza. La pérdida del enemigo ascendió ese día a 400 hombres entre muertos y heridos, la de las españolas no llegó a 100 hombres, la División que sostuvo la mayor parte del ataque perdió solo dos oficiales y 40 hombres entre muertos y heridos.

El Marqués de Vivot hizo varias recomendaciones al Ministro: Coronel Francisco López, Jefe del Estado Mayor de la Infantería, Teniente Coronel Jaime Fábregues, Ayudante 2º del E.M. así como elogios de los Coroneles Campbell y Cavañas, Teniente Coronel Monet y Sargentos Mayores Bocalom, Bascón y Guerra y otros oficiales.

Continuó la División Mallorquina de infantería en el bloqueo de Barcelona hasta que esta ciudad fue evacuada por los franceses y entró de guarnición en ella el 30 de mayo de 1814.


En Madrid, el Rey continua distinguiendo a Don Santiago, pero nuestro Teniente Coronel Whittingham ( nuestro personaje se considera ya definitivamente encuadrado en el Ejercito Británico ) esta decidido a regresar a Inglaterra, pero antes de hacerlo desea obtener del Gran Duque de York una mayor prueba de su opinión en cuanto a sus servicios prestados en España, pruebas de confianza que hasta ahora se le habían concedido. Para ello se puso en contacto con todos sus conocidos de alto rango.


El 4 de junio desde Madrid, el Duque de Wellington escribía a su H. M. S. el Duque de York:

"....El Coronel Whittingam ( ver nota al final carta ) me ha informado que desearía volver a Inglaterra en un corto tiempo lo antes posible y me ha expresado el deseo de que yo transmita a su H.M.S. mi opinión sobre sus meritos y servicios.

Me permito informar a su H.M.S. que ha servido con celo y gallardía desde la apertura de la guerra en la península, y que he tenido en cada caso razón de estar satisfecho con su conducta en cada situación en que se ha encontrado......."

( Los altos mandos ingleses en España, por cortesía, siempre distinguieron a Whittingham en sus comunicados con el rango de Coronel, cuando realmente solo era Teniente Coronel de Infantería en el escalafón del Ejército Británico )

Cartas de recomendación fueron enviadas por S.M. Fernando VII al Príncipe de Gales, de Sir Henry Wellesley al Vizconde de Castlereagh y de Francisco Javier Castaños al General Gordon.


En esas fechas la caballería continuaba en precarias condiciones provocada por la escasez de forraje y por hallarse éste en malas condiciones. El día 9 de Junio Whittingham marchó hacía Alcalá de Henares , donde anticipadamente habían marchado los oficiales de Estado Mayor a

preparar los Cuarteles y reconocer el campo de ejercicio. Allí se concentró los 16 escuadrones de caballería y el de artillería a caballo para realizar maniobras finales bajo su mando.

El día 11 de junio maniobró la División de caballería en el Campo de Albornoz separada de la artillería por hallarse acuartelada a más distancia. El 14 recibió orden del Rey para que estuviera con la División en el Campo de los Carabancheles para maniobrar en su presencia. En efecto ese día, a las cinco de la tarde, llegó el Rey con los Infantes y a caballo pasó por entre las filas revistando la línea. Después las tropas maniobraron en dos brigadas, la primera al mando del Brigadier Don Manuel Sisternes compuesta de tres escuadrones de Calatrava, dos de Dragones de Madrid y tres de Húsares de Fernando 7º y la segunda Brigada mandada por el Jefe de E.M. Mayor Don Francisco Serrano, que había ascendido a Brigadier, compuesta de tres escuadrones de Almansa, tres de Olivenza y dos de Flanqueadores así como la artillería a caballo repartida por mitad sobre los flancos. Se maniobro en una y dos líneas todo a la voz del Mariscal de Campo Don Santiago Whittingham. El Rey e Infantes manifestaron su complacencia y mandando S.M. dar a la tropa un día de haber de su bolsillo.

Al día siguiente marchó la División a Vallecas y Vicalvaro y seguidamente se repartieron los cuerpos entre Alcalá de Henares y Guadalajara para poder subsistir hasta que determinase su Majestad la marcha definitiva a Aragón que fue el destino que por entonces se les dio.

En fecha 1 de julio, desde Madrid, Whittingham escribió:

".....He visto en la Gazeta de fecha 4 de junio que he sido distinguido con el alto honor de ser nombrado Ayudante de Campo de S.M. el Príncipe de Gales, no encuentro palabras para describir mi alegría.....El Rey de España me ha promovido al rango de Teniente General y me ha asegurado el otro día, de una manera realmente afectuosa, que nada le pondría más triste que perderme a su servicio, cuenta que espera y confía en que nunca se llevara a cabo....."

El 14 de Julio, por la noche, Whittingham partió con su familia, su secretario y tres sirvientes en dos carruajes y sus propios caballos hacia Zaragoza, primera etapa de su viaje a Burdeos para allí embarcar hacia Inglaterra.

El 12 de agosto escribió desde Zaragoza:

"......Previo a la vuelta de mi división a Aragón, tuvimos una parada ante el Rey que se complació en expresarme su satisfacción. Después de la revista S.M. me dijo: " Santiago, en prueba de cuanta estima le tengo y de lo mucho que estoy compenetrado con sus méritos, recibirá mañana la comisión de Teniente General".....Cuando visité a S.M. para informarle del honor que me había otorgado S.M. el Príncipe Regente y para pedirle permiso para regresar a Inglaterra durante ocho o doces meses. S.M. expresó su satisfacción de mi nombramiento y me dijo:

"Santiago, dime lo que deseas, y con tal de que no te vayas y te quedes en mi servicio, no haya en mi poder que no hare por complacerte"

Muchas cosas han ocurrido desde la llegada de S.M. a Madrid, que me temo, produzcan el descontento y más particularmente el restablecimiento de la Inquisición !!

El ejército, al menos, ha recibido esta medida con una decidida desaprobación.

La cuestión de la Inquisición fue larga y calurosamente disputada.

El Duque de San Carlos, Macanar, Ministro de Gracia y Justicia, Lardizaval, Ministro de las Indias, Escoiquez, el sacerdote que acompañó al Rey a Francia, estaban decididamente en contra y S.M. había dicho de no tomar ninguna determinación hasta la reunión de las Cortes, donde iba a presentar la cuestión. Pero el peso de la influencia del Infante Don Antonio, de Ontolara, confesor del Infante Don Carlos, Eguía, Ministro de la Guerra , del Marqués de Palacio y las representaciones de muchas ciudades en favor de su restablecimiento, prevaleció al fin, y el Rey fue inducido a volver a autorizar un Tribunal secreto del despotismo y legalizar la tiranía de la peor clase.

El problema más grande o por lo menos el más apremiante que afecta a este país es el estado loco de las finanzas. Bajos estas circunstancias, S.M. subió al Trono y aunque se dieron las órdenes para eliminar el impuesto sobre la renta y para restablecer las viejas obligaciones, sin embargo, debe trascurrir un tiempo considerable antes de que las consecuencias benéficas se puedan ver....."

Mientras tanto, la conducta del Rey de España le había hecho impopular en Inglaterra y esta opinión estaba destinada a extenderse más tarde a Whittingham, como si el hubiera podido interferir en la política del gobierno de España.

El 20 de septiembre, desde Zaragoza, escribió:

".....acabo de recibir carta, desde Barcelona, de Sir John Murray comunicándome el cambio de lugar para su juicio, tenía que efectuarse en Tarragona, se realizara en Londres y que, por tanto, regresa por tierra hacia Inglaterra. Como Sir John viaja a través de Francia con sus propios caballos y carruaje, igual que yo, espero estar en Inglaterra tan pronto como sea posible, en todo caso, la diferencia de días no será grande.

Tengo entendido que se tenía intención de promoverlo a Inspector General de Caballería pero al abandonar este país ha perdido la oportunidad.....El General Mina, al recibir la orden del Gobierno de entregar el mando de sus tropas al nuevo Capitán General de Aragón, Palafox, se ha negado a obedecer y esta en la actualidad en abierta rebelión.

Tiene, sin embargo, pocos seguidores. La mayoría de sus batallones han pasado al Capitán General. Todavía, sin embargo, mantiene el territorio entre la ciudad y Pamplona. En estos momentos, me es imposible seguir la ruta hacia Inglaterra. Confío, sin embargo, que en unos días se ponga fin a esta salvaje empresa......"

A principios de octubre reanudó su viaje por tierra pasando por Pamplona, San Sebastian y Bayona hasta el puerto de Burdeos, donde embarcó con su familia y secretario hacía Inglaterra.

A finales de noviembre de 1814 desembarcó en el puerto de Portsmouth, dirigiéndose a Londres en coches de postas.

1815 Estancia en Inglaterra, regreso a Madrid

Al comienzo de 1815 residiendo en Londres el Coronel Whittingham, por segunda vez en su vida, tuvo la desagradable experiencia de dar testimonio en una Corte Marcial hacia un mando superior bajo el cual sirvió.

Pero el caso de Sir John Murray fue más perjudicial para él comparado al que presenció con el General Whitelocke en 1808.

El Teniente General John Murray fue juzgado por la Corte Marcial establecida en Londres desde el 16 de enero hasta el 7 de febrero. Fue acusado con tres cargos por su conducta en junio de 1813 en el asedio de Tarragona . Fue encontrado culpable de "un error de evaluación" con respecto a las pérdidas y fue condenado a ser amonestado. El Príncipe Regente pensó que no era necesario y el resultado final fue una virtual absolución.

Poco después de este juicio nuestro Samford se convirtió en objeto de una calumnia en el Parlamento, con atroces denuncias si no hubieran sido ridículas por su falta de fundamentos.

El parlamentario Sir Whitebread en la Cámara de los Comunes fue quien más ahondó en la calumnia y Sir Hart Davis, miembro por Bristol, fue quien mantuvo su defensa. El Coronel estuvo ese tiempo hospedado con su familia en la casa de Sir Davis en Chifton, una de sus breves y raras estancias que realizó en su tierra natal.

En ese tiempo recibió de su amigo Lord Fife carta desde Paris de fecha 20 diciembre 1814

".....tuve mucho placer en escuchar sus elogios de la máxima autoridad en relación a su conducta en las dos últimas campañas. Yo estaba particularmente interesado en saber de los oficiales franceses que habían estado en esa parte de España en el que últimamente se empleó. Sus opiniones sobre sus méritos y esfuerzos, y créame, no podía haber deseado más favorable respuesta. El Duque de Albufera, el Mariscal Suchet me habló hace poco tiempo acerca de Vd. y me dijo que estaba sorprendido de la perfección que había implantado en su División y que estaban en el más alto estado militar como cualquiera de sus propias tropas y, en su opinión, como cualquier otro soldado de Europa. Que había tenido muchas ocasiones de admirar su conducta en el campo de batalla y, en su opinión, Vd. era un oficial de lo más meritorio.

Haber perseverado de manera constante ha hecho que ganara una reputación, incluso entre sus ex enemigos, de excelente oficial. Nada puede ser más satisfactorio que el resultado, y le felicito de todo corazón....."

En abril recibió correo de su buen amigo Patrick Campbell ( Madrid , 2 de marzo 1815 )

".....mi gratitud a quien le debo muchísimo y que me ha mostrado tantos actos de amistad. De todo corazón me alegro de la distinción que ha recibido de H.R.H. ( His Royal Highness´s) .

A.F. en la actualidad es el único compatriota nuestro en la Península que tiene reputación. B. y sólo se habla de ellos con escarnio. D. nunca se menciona en absoluto. En cuanto a Vd. siempre se le menciona con respecto de sus talentos, la instrucción y su entusiasmo así como gallardía. Se ha ordenado formar un ejército de 8.000 hombres en la frontera con Francia, como consecuencia de la fuga de Buonaparte. Quien será su Comandante es un secreto. Castaños ha ofrecido sus servicios, y algunos dicen que esta al mando, otros dicen que el Infante Don Carlos estará al mando. Pero la actual situación de las finanzas no podrá hacerse cargo de los gastos adicionales que supone. Mi ascenso a Brigadier aún no esta decidido. Sir Henry (Wellesley) ha hecho todo lo que podía y, en consecuencia, Ceballos escribió sobre este asunto a Eguía, pero él, como ya sabe, es un enemigo de todo lo inglés. Tengo la Cruz de Supernumerario de Carlos III.

No creo que Herasti por su edad vaya a Barcelona. Me gustaría que estuviera Vd. aquí, el momento es propicio para las promociones y, como Vd. sabe, si uno no esta en el terreno no se obtienen. ¿ Como está la Sra. Whittingham en Inglaterra ? Que infame, vergonzoso y mentiroso ataque por parte de Sir Whitebread hacia Vd. Leí en los periódicos ingleses que él le acusa de haberse apropiado de 52.000 guineas, sabiendo que ningún mando ve el dinero público y mucho menos manejarlo. Me gustaría me dijera como me consideran en nuestra tierra. Castaños y Zayas están bien, Girón está en Sevilla y Serrano está en Badajoz......."

A finales de abril recibió un correo del Conde de Montenegro, escrita por orden del Rey de España, comunicándole su nombramiento como Teniente General con empleo en el Ejército de Cataluña y mando de la Caballería de dicho ejército bajo las ordenes del Duque de Bailén, nombramiento recientemente concedido al General Castaños en honor a la 1ª victoria en la guerra contra los franceses.

El 2 de mayo Samford dirige suplicatorio al General Sir Henry Torrens:

"....Ruego presente este nombramiento a la consideración de su H.R.H. y me permita proceder a España de inmediato.....Después de haber fracasado en mi solicitud de empleo en el Estado Mayor del Duque de Wellington en Flandes....Estoy ansioso por unirme al Ejército de Cataluña con la menor demora posible por el exceso de tiempo de la expedición en llegar a mi puesto...."

El 2 de junio de 1815 con carta de la "Horse Guard "recibió la conformidad de su H.R.H. para servir a la Corona española y trasladarse a ese país.

Mientras preparaba el viaje, recibió un correo por parte de Lord Castlereagh proponiéndole un puesto como Comisario Inglés durante un año, con rango y paga de Brigadier General, al Cuartel General del Ejército Austriaco antes de avanzar este ultimo hacia Lyon para instalarse.

El 18 de junio de 1815, en las cercanías del pueblo belga de Waterloo, al sur de Bruselas, se combatió la última y más dramática batalla de la era napoleónica. Wellington que había elegido el terreno sobre el que quiere llevar a los franceses a luchar. Napoleón, que no ha tenido aún la ocasión de medirse a él, no conoce su táctica puesta en práctica en España.

Cuando cayó el atardecer, Wellington y Blücher se encontraron y este último se ofreció para encargarse de la persecución. De hecho, según las propias palabras de Wellington fue " una acción ganada por los pelos "

Whittingham decide volver a España, embarcó en el puerto de Falmouth con parte de su familia el 30 de junio. Desembarcó en La Coruña, dirigiéndose a Madrid.

Sobre este viaje a Madrid escribió a su hermano:

"...Galicia, naturalmente pobre y miserable y ahora desolada por la guerra, es miserable más allá de la expresión. No puede hacerse una idea de la miseria y dolor que se reúnen, también en Madrid. Para que se haga una idea de ello, decirle que muchísimos de los funcionarios meritorios hubieran perecidos si no hubieran recibido su ración diaria de alimentos e incluso una habitación para dormir de la caridad de los conventos!! Cuanto tiempo puede durar esto, solo Dios lo sabe. En cualquier otro país de Europa no se hubiera podido subsistir tanto tiempo, aquí el descontento, particularmente del ejército, es grande y tarde o temprano la revuelta surgirá....."

Ya en Madrid, el Rey no podía perdonar la evidente simpatía de Inglaterra con respecto a las colonias rebeldes y se alineó con los intereses de Rusia. No obstante, por el aprecio que tenía con Don Santiago le concedió el 8 de agosto de 1815 la Gran Cruz de San Hermenegildo.

Por deseos del Rey, Whittingham escribió un largo periódico en especial sobre las razones que deberían inducir a S.M. a abolir la trata de esclavos.

Debido al estado de las finanzas, Whittingham nunca cobró ninguna paga ni de Coronel, Brigada o Mayor General en estos años de servicio al gobierno de España. Manteniéndose de la media paga de Teniente Coronel del ejército británico así como de su fortuna privada que iba en disminución.

El 15 septiembre escribió a Sir Henry Wellesley

".....la disminución de mi fortuna privada debido a los gastos de representación y honorabilidad que conllevan de mi cargo así como el aumento de mi familia, me han colocado en una situación precaria, muy diferente de la que he disfrutado hasta ahora...."

Durante el tiempo que Whittingham residió en Madrid, casi cuatro años, sus actividades fueron un poco de tipo diplomáticas y un más de comercial, más que de naturaleza militar.

1816 - 1817 - 1818 estancia en Madrid

El año 1816 fue muy sombrío en Madrid, el Rey con sus tendencias despóticas y su apoyo a Rusia, se convirtió en odioso para todos los hombres de opinión liberal y la recuperación de las colonias españolas de America son ya casi irremediables. Samford esta ahora satisfecho de no ocupar ningún cargo de responsabilidad en España y desea, cada vez más, un empleo en el Gobierno Inglés. Piensa, mientras tanto, ir a residir en el sur de Francia y que, debido a sus finanzas, ya que le es imposible poder residir en Inglaterra.

El 6 de marzo de 1816 es nombrado para formar parte del capitulo de la Orden Militar de San Fernando con el Duque del Parque, Palafox, Sayas, Blake, Girón, O´donell, Venegas y La Peña.

Su esposa Doña Magdalena ha tenido la oferta de su nombramiento como una de las damas de honor de la Reina. Pero se han negado a tal honor a causa de los gastos en diamantes que es necesario para dicho cargo.

En noviembre, un anuncio de la retirada del Gobernador de Trinidad, induce a Whittingham a solicitar dicha plaza a través del Ministro Sir Vaughan. Se le niega aduciendo lo necesario de sus servicios en España, al ser conocedor de su lengua y costumbres y, sobretodo, la confianza que ha obtenido de su Católica Majestad y el respeto y estima de los españoles.


El 3 de febrero de 1817 nació su tercer hijo sobreviviente de quien fue padrino Don Antonio, tío del Rey. La influencia de Don Santiago no solo fue grande con el Rey y la Familia Real, sino que se extendió a muchos personajes de la nobleza española, como los Duques de Frías, del Infantado y de Osuna. Con algunos de estos nobles mantuvo negocios de importación de lanas para la casa mercantil de su hermano en Bristol.

Sobre el particular, el 27 de febrero escribía a su hermano:

"....también estoy tratando de convencer al Duque del Infantado para enviarte pilas de lana suyas en el futuro. El no parece muy satisfecho con su corresponsal en Bristol, pero se le ha metido en la cabeza que mediante el envío de su lana, durante algún tiempo, a Londres deberá obtener mejores precios. No esta en desacuerdo con mi introducción en la mejor sociedad de esta ciudad, en la medida que no voy en contra de sus empresas. Por lo tanto, he llevado al Ministro de Rusia, a la Duquesa de Osuna, a la de Frías a mis reuniones. El próximo domingo me llevaré a Pizarro, Ministro de Asuntos Exteriores. Para las veladas del sábado noche de Sir Henry Wellesley en la Embajada, solo van conmigo....."

En abril solicitó plaza en las Colonias, a través de Sir Henry Wellesley, tanto al Duque de York como a Lord Castlereagh.Los problemas empezaron a surgir ahora en España. El Rey ofreció a Don Santiago de ir a Cuba para integrase con mando el ejército, en preparación, previsto para la reconquista de las colonias rebeldes. Samford declinó el ofrecimiento por ser incompatible con la política inglesa. Por lo tanto se preparó para salir del país ante los signos de una guerra civil.

El 24 de mayo, mientras estaba con su familia en Aranjuez, en una visita a los Duques de Frías, le pidieron si pensaba quedarse o marcharse de Madrid. En una de sus frases de carácter caballeresco contestó : "Personalmente no me preocupa el peligro que supone tomar un alto mando en la guerra civil, solo quiero que se entienda, que no puedo usar el uniforme a favor del Rey e ir en contra de otros españoles; soy un servidor del ejército británico"

Whittingham y su familia salieron de Madrid en agosto de 1817. Se dirigieron a Toulouse donde estuvieron hasta marzo del año siguiente.

El 17 de febrero de 1818 recibió correo del Conde de Montenegro ".....Dirijo a VE copia del Real Decreto aboliendo el comercio de negros, creyendo darle con esto satisfacción por lo mucho que ha contribuido al logro del mismo...."

En el verano de 1818, para evitar el gran calor, residió la familia en Bagneres de Bigorre en el Pirineos francés. Ese año lo pasó entre Toulouse, los Pirineos y Burdeos en una inactividad forzada. A principios de 1819 la ley, repentina y inesperada, de la ejecución de los pagos en efectivo causó la quiebra de muchas casas comerciales. Sir Samford, al parecer, perdió gran parte de su capital.

Con una gran familia se le hizo imperativo obtener empleo de cualquier tipo. Pero parte de ese año paso sin novedades. A finales de julio recibió oferta del cargo de Teniente Gobernador de la isla de la Dominica, un puesto de importancia no muy rentable y subordinado al Gobernador en Jefe de las Islas Barbados. Era, en el periodo actual, lo más interesante, y lo aceptó con la esperanza de encontrar un empleo más rentable en la Indias Orientales. Tenía seis meses para presentarse, tiempo hasta que expirase el mandato del actual gobernador. Mientras pensó en antes de embarcarse despedirse del Rey de España.

Sobre este encuentro, escribió desde Madrid con fecha 18 julio de 1819

"....Acabó de regresar de los baños de Sacedón donde estuve obligado a seguir al Rey. Me recibió con el mayor cariño, aprobando la aceptación del gobierno de Dominica y me aseguró que preservaría mi nombre en la lista de generales de su ejército.

El orden del día fue el siguiente: al amanecer Su Majestad se dirigía a los baños, a las once se celebraba una pequeña corte de las personas presentes en Sacedón. A la una, todos los oficiales de alto rango comían con S.M. en una mesa redonda calculada para 16 personas, S.M. hacía los honores como anfitrión y prestaba las máximas atenciones a todos los huéspedes. Poco después de la comida, una bandeja con los más finos habanos se presentaba al Rey que seleccionaba uno y lo envía a alguno de sus comensales, seguidamente S.M. elegía el suyo, encendía su cigarro puro y poco después se retiraba a su apartamento. El Duque de Alagón, capitán de su Guardia de Corps, tomaba luego el asiento del Rey y todo el mundo comenzó a servirse y encender sus cigarros. Un excelente café fue servido y nos quedamos fumando y hablando hasta las cinco de la tarde, cuando S.M. inicia su paseo vespertino, acompañado por toda su pequeña corte.

El primer día de mi llegada, tan pronto como los extranjeros fueron despedidos, dijo el Rey al Duque de Alagón : " Déjanos solos, deseo hablar en privado con Santiago". En la etiqueta de la Corte española, el capitán de su Cuerpo de Guardia nunca debe dejar solo al Rey y grande fue la sorpresa del Duque al recibir dicha orden. Tan pronto como nos quedamos solos S.M. abrió la conversación, en el tono más halagador y confidencial, pidiéndome mi opinión, franca y abierta, sobre la situación en Europa en general y sobre los movimientos revolucionarios que ponían en peligro todos los gobiernos, a lo que le contesté " Sire, sabe muy bien mi cariño hacia su persona y como sinceramente deseo la prosperidad y felicidad de S.M. y de España.....las mentes de los súbditos son en general inestables, la novedad y el cambio están en el orden del día: si S.M. toma la iniciativa, y hace algunas concesiones en armonía con los tiempos, pienso que será recibido con gratitud y producirá los mejores efectos. Si, por lo contrario, la gente debe tomar la iniciativa, nada menos que la anarquía y la destrucción se darán y las peores consecuencias pueden temerse..." El Rey aplaudió mi opinión y al parecer coincidía con ella, pero el no tenía fuerza de voluntad para actuar en consecuencia. Cené con el Rey durante los dos días de mi estancia, al tocar a su fin al despedirme fue de lo más cariñoso. Marché hacia Madrid y nunca más lo ví...."


Su carrera militar en la Indias Occidentales y Orientales Británicas
En Madrid, Samford se despidió de sus amistades , entre ellas la su buen amigo y protector Sir Henry Wellesley, Ministro de Inglaterra en España, quien el 1 de agosto de 1819 envió la última carta de recomendación de Whittingam, dirigida al Vizconde de Castlereagh:

"....Sir Samford Whittingham se ha retirado del servicio de Su Católica Majestad, no puedo pasar esta ocasión por encima, sin destacar su sentido del deber, sus servicios distinguidos durante la guerra de la península así como el de promover, por todos los medios a su alcance, las opiniones del Gobierno Británico en este país, que han sido en muchas ocasiones importantes desde la restauración de la paz. Espero, por tanto, que Su Señoría me permita recomendarle a la protección del Gobierno del Príncipe Regente...."

Samford regresó a mediados de agosto a Bagneres de Bigorre donde se encontraba su familia y se traslado a Burdeos en octubre. En noviembre marchó, con sus dos hijos mayores, pasando por París a Londres, donde dejo internos a sus hijos en el Colegio de Hammersmith donde se encontraban también los dos hijos de su amigo el general Henry Torrens. En esta ocasión, pasó menos de dos meses en Inglaterra.

Whittigham se lamentaba de ver que los gastos de su comisión como Gobernador ascendían a cerca de seiscientas guineas.

El 1 de enero de 182o llegó al puerto de Dover, cruzó el estrecho y regresó a Burdeos a reunirse con el resto de la familia. Embarcó a finales de febrero , el viaje fue largo y tedioso pero feliz y tranquilo, se alcanzó la isla de la Dominica el 28 de marzo. En mayo se vio obligado a mandar a su otro hijo por enfermedad al continente y el resto estuvieron en cama con fiebres.

Recuperado y al mando de su pequeña guarnición, tuvo la satisfacción de ver restablecido el orden y la concordia en la Dominica que había estado en continua rebelión antes de su llegada. El 5 de octubre de 1821 fue asignado al Cuartel General del Ejército Real en la India en Calcuta,primero desembarcó en Madrás donde sirvió un tiempo bajo el mando del general Alexander Campbell, Comandante en Jefe del Ejército Real de Madrás.

En mayo de 1822, embarcó de nuevo y se dirigió a Calcuta, donde se presentó a su superior el Marqués de Hasting, Gobernador General de Bengala y Comandante en Jefe del Ejército Real en la India. Whittingham ejerció el cargo de Ayudante del Estado Mayor y fijó su residencia con su familia en esta ciudad.

En invierno de 1824 estuvo presente en el motín del "47th Native Infantry " que tuvo lugar en Barrackporre. Intervino en la campaña de Birmania en la que, entre otras acciones, estuvo en el asedio y asalto de la plaza rebelde de Bhurtpore a principios de 1826. Por esta acción fue nombrado Mayor General y fue admitido y premiado con la honorable distinción de " Caballero Comendador de la Orden del Baño", recomendado por el Vizconde Sir Combernere, Gobernador General en esa época.

Durante los próximos años participó en distintas misiones en diferentes lugares de los regiones de Bengala, Assam, Burma, Bihar y Orissa así como Nepal.

En 1833 Samford asumió el mando de la guarnición de Meerut, formada por diez escuadrones de caballería. En estos años escribió sus primeras memorias que trataban de sus vivencias en España durante su guerra de independencia y el reinado de Fernando VII.

En 1835 regresó a Inglaterra, en compañía de su esposa y de Lord Williams Bentinck en el navío "Curaqoa". Zarpó a principios de marzo, solo se detuvieron en El Cabo para repostar, y a finales de julio llegaron a Portsmouth, el viaje duró menos de cinco meses, cosa rara en esos tiempos.

En Londres acudió a varias convocatorias y recepciones dadas por su H.M.S. Príncipe Regente, el Duque de Wellington, entonces Primer Ministro, y otras altas personalidades.

Se le ofreció un nuevo cargo en las Colonias , en este caso como Comandante de las fuerzas militares de las Islas Barbados, Samford lo aceptó. En noviembre de 1837 embarcó de nuevo en Portsmouth en el navío "Tulloch Castle".

Fue un caso excepcional que Sir Samford Whittingham sirviera por segunda vez en las Indias Occidentales y aunque en esta ocasión su puesto, aunque nominalmente era solo militar, fue empleado por el Gobernador en los asuntos de naturaleza civiles.

El 30 de mayo de 1838 fue nombrado Coronel del " 71st Regiment Highland Light Infantry ", uno de los mejores regimientos del Ejército Británico y más deseados por la nobleza por la honorabilidad e influencia que suponían en el escalafón militar y en la alta sociedad.

El regimiento estaba en espléndido orden, todo al completo en el Fuerte San Jorge de Canadá,su Teniente Coronel Sir Charles Grey, era un hábil y competente joven oficial.El 28 de junio de 1838 recibió la notificación de su ascenso al rango de Teniente General.

En septiembre de 1839, Sir Samford Whittingham fue unánimamente elegido y promocionado,por la Corte Real de Directores del Ejército Británico, al cargo de Comandante en Jefe del Ejército Real de Madrás en el continente indio.

El 7 de febrero de 1840 antes de ocupar su puesto, regresó de nuevo a Inglaterra, en la fragata "Liconstant", para acudir a una audiencia concedida por el Rey. El 15 de abril zarpó hacia Madrás con sus dos ayudantes de campo que le correspondían por su alto cargo, llegando el 1 de agosto a su destino. Desempeñó su cargo con su seriedad y caballerosidad acostumbrada.

El 19 de enero de 1841, a las siete y media de la tarde, en su Residencia tuvo lugar su muerte. Sobre este suceso escribió su ayudante de servicio:

"....Su Excelencia había asistido a Consejo en el curso del día y, en su regreso a casa, alrededor de las cuatro, participó en un refrigerio ligero, y se fue a descansar un corto tiempo, ordenando a su criado que le llamara a las cinco, hora que había ordenado preparasen su carruaje con el propósito de conducirlo en la noche. Después de bajar las escaleras, entro en el recinto para dar algunas indicaciones sobre el montaje de la tienda de lona y, casi de inmediato, volvió quejándose de malestar. El doctor Cole fue llamado y llegó cerca de las seis menos cuarto y procedió a tomar a su Excelencia una cantidad considerable de sangre, pero la apoplejía se sucedió rápidamente, y ningún de los medios que adoptaron los doctores Cole como Lane, evitaron las consecuencias fatales, y expiró poco después del ataque...."

Al día siguiente, durante su funeral, se realizó un saludo de quince disparos de la batería en su memoria cuando el coche fúnebre llegó al puente del Gobierno, y un saludo de armas de fuego después de que el cuerpo fue depositado en la tumba, al lado de Sir Pigott, último Gobernador de Madrás, en el lado norte del púlpito, frente a la mesa de la comunión , que tenía enarbolada la bandera de la guarnición en la Iglesia anglicana de Saint Mary de Madrás.

Su popularidad con sus subordinados, a pesar de su gran rigor profesional, era una cuestión de notoriedad general y, como el difunto Lord Cowley dijo de él en su salida de España, se podría haber dicho lo mismo con respecto a la India " Sale de este país con el testimonio de todos los rangos, en su favor". La conclusión de las observaciones de Lord Cowley en cuanto a la ausencia de recompensa por " sus valiosos servicios en España" también se pueden aplicar en el caso de su larga estancia en la India.

En su blasón, había incluido un sencillo y expresivo lema en castellano " al mérito militar"

Al fin y al cabo su ascenso social se había forjado como militar en España.

Espero que los foreros que visitan estas páginas, sepan comprender y perdonar la extensión dada a este personaje, pero creo que el conjunto de ellas es la mejor crónica sobre el avance de la guerra de la independencia y como se desarrollaba la vida militar en aquella época.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 15:40

Excmo. Sr. D. Manuel José DE ZAYAS Y CHACON General del Ejercito Español

José Pascual de Zayas y Chacón nació en La Habana en 5 de junio de 1772, en el seno de una familia de hidalgos que llevaba asentada en La Habana desde el siglo XVI. Fue bautizado en la Parroquial Mayor de dicha ciudad, el día 23 del mismo mes y año [libro 1, # 333], siendo su padrino el Gobernador don Pascual de Cisneros. Su familia pasó a España cuando tenía siete años. Desde niño sintió afición por la carrera militar, y así el 15 de septiembre de 1783 sienta plaza en el regimiento Asturias de infantería de línea.

Cuatro años después, a la edad de 15 años, es ascendido a subteniente. En 1789 pasa con su regimiento a Orán como parte de la guarnición. El 9 de octubre de 1790 un terremoto destruyó parte de la ciudad, matando a más de 400 soldados del regimiento Asturias. Zayas sufrió heridas durante el terremoto. Siguió en Orán hasta que esta ciudad fue evacuada por las tropas españolas en 1792 después de un asedio. Zayas seguía herido y no tomó parte en la lucha.

En 1793 es agregado a la artillería del Ejército de Navarra en la guerra contra la Convención francesa. Tras varias acciones, fue hecho prisionero el 23 de julio de ese año. Liberado por los franceses el 28 de septiembre de 1794, fue ascendido a teniente. Siguió en el frente hasta la firma de la paz en 1795.

Ese mismo año (1795) pasa con el 2º batallón del regimiento Asturias a Vigo, para servicios de guarnición y a bordo de los buques de la Armada. En este servicio Zayas hizo dos veces el viaje de ida y vuelta a las Américas. Al regresar de su segundo viaje (con arribada en La Coruña) el batallón es trasladado a Ferrol el 26 de agosto de 1800 para la defensa de la ciudad frente al ataque de los ingleses. Zayas se distingue en la batalla de Brión, donde es herido. Por esta herida fue recompensado. Con fecha 22 de mayo de 1801 Zayas es ascendido a capitán de granaderos. Tras ello sirve en varias guarniciones con el regimiento Asturias. El 6 de abril de 1804 es ascendido a sargento mayor (equivalente entonces a comandante), y su destino cambia al regimiento Órdenes Militares de infantería de línea.

A finales de 1805 es nombrado ayudante de campo del teniente general Gonzalo O'Farril, con el que marcha a Etruria en la división española que es destinada a este reino (estado títere creado por Napoleón con los despojos del ducado de Toscana y que le fue concedido a título de reino a María Luisa de Borbón, hija de Carlos IV y de su esposa María Luisa de Borbón-Parma). En Etruria permanece hasta mediados de 1807, en que pasa a Hamburgo con su unidad, como parte del dispositivo napoleónico para evitar desembarcos británicos en el Mar del Norte.

A finales de 1807 regresa a España, y el 11 de marzo de 1808 es nombrado comandante de un batallón del regimiento de la Princesa, de infantería de línea. Este regimiento pertenecía a la División del Norte de Pedro Caro y Sureda, Tercer Marqués de La Romana, unidad destacada en Dinamarca, pero Zayas no llegó a marchar de España.

Estando en Madrid es comisionado por la Junta de Gobierno para marchar a Bayona a informar al rey Carlos IV de la situación en España, esto es, que Napoleón, pese a todas las promesas y pactos, estaba de hecho imponiendo un régimen militar francés en España. Una misión delicada para un oficial de tan baja graduación. Zayas es detenido apenas llega a Francia, aunque tuvo la ocasión de hablar con Pedro Ceballos, Secretario de Estado de Fernando VII (en ese momento) y más tarde de José Bonaparte.

Zayas fue liberado el 11 de mayo, y tras ello se dirigió de inmediato a Madrid. En Madrid se le ordena marchar a La Coruña para incorporarse a un embarque de tropas que marchaba a Buenos Aires. Al llegar a Valladolid es testigo de la sublevación popular de los patriotas contra los franceses. El general Gregorio García de la Cuesta, capitán general de Castilla, le retiene a su lado nombrándole Jefe de Estado Mayor, lo que es un cargo de enorme importancia para un simple comandante.

El 12 de junio participa en la derrota de Cabezón, tras lo cual las tropas de Cuesta se retiran a Benavente, donde Zayas y él tratan de dar forma de ejército a sus fuerzas. Sin embargo el 28 Zayas marcha al puerto de Foncebadón para entrevistarse con el general Joaquín Blake, que le despacha a La Coruña para que explique la situación a la Junta del Reino de Galicia. El informe de Zayas convence a la Junta para que Blake una sus fuerzas a las de Cuesta, pero con órdenes secretas a Blake de no colaborar en exceso con Cuesta.

Estas fuerzas combinadas, pero descoordinadas, son derrotadas en la batalla de Medina de Rioseco (12 de julio). Las fuerzas españolas se retiran a Benavente y luego las de Cuesta siguen hacia León.

Perseguido Cuesta por los franceses, ejecuta a sugerencia de Zayas una maniobra de flanqueo por Toro, Zamora y Salamanca que no solo le libra de la persecución francesa mandada por Bessieres, sino que se sitúa en la retaguardia de éste.

En Salamanca, el 1 de agosto, recibe la noticia de la victoria española en la Batalla de Bailén. Ese mismo día Zayas es ascendido por Cuesta a coronel.

Después de Bailén y la consiguiente retirada de los franceses, se produce el enfrentamiento de Cuesta con el general Castaños, que termina con el arresto de Cuesta. Zayas, como subordinado y cercano colaborador suyo, fue despojado de su cargo de Jefe de Estado Mayor del llamado Ejército de Castilla. Estas tropas, reducidas a una división a la que se incorpora Zayas, marchan hacia Logroño. En Logroño combaten varias escaramuzas contra los franceses. El 25 de octubre Ney ataca Logroño, que es abandonado al día siguiente. El general Castaños consideró que las tropas de la división no habían luchado lo que podían, así que ordenó sus disolución. Zayas queda sin destino.

El 23 de noviembre de 1808 Zayas se ofrece al general Lapeña, comandante de la 4ª división, que lo acepta en su división, aunque no se sabe si le dio mando de tropas. Ese mismo día se lucha y se pierde la Batalla de Tudela, sin que las tropas de Lapeña participen en la lucha, pese a las órdenes de Castaños para ello.

Las tropas de Castaños en retirada llegan a Borja para luego marchar a Calatayud y de ahí a Sigüenza. Castaños organiza una retaguardia móvil para cubrir su retirada a la que se incorpora Zayas como oficial de Estado Mayor. En calidad de tal asiste a la derrota de la retaguardia en Bubierca. Al fin, sin más contratiempos, las tropas de Castaños (antiguo Ejército del Centro) llegan a Cuenca el 12 de diciembre. Allí toma el mando de la fuerza el duque del Infantado.

El 25 de diciembre las fuerzas españolas lanzan un pequeño ataque contra Tarancón, que tiene éxito, obligando a los franceses a retroceder. Alarmado por esta pequeña derrota, José Bonaparte ordena a Víctor que aplaste a las fuerzas españolas del duque del Infantado, cosa que éste consigue en la Batalla de Uclés, el 13 de enero de 1809.

Zayas participa en la acción de Tarancón, pero no estuvo en Uclés porque, al ser nombrado Cuesta jefe del Ejército de Extremadura, le reclamó para su ejército. Zayas tomó el mando del regimiento Jaén el 8 de enero. Con estas tropas participa en la reconquista del puente de Almaraz sobre el Tajo, el 29 de enero.

Tras esto las fuerzas españolas son atacadas por la división alemana del cuerpo de Víctor. Zayas, con sus hombres, cubre la retirada tras el combate de Mesas de Ibor. Cuesta ordena un repliegue general hasta Medellín pasando por Trujillo, siempre seguidos de cerca por las tropas francesas. De Medellín pasan las tropas de Cuesta a Villanueva de La Serena. En este momento Zayas manda una fuerza de dos batallones de granaderos, lo que era una fuerza de élite para la época. Reforzado Cuesta en Villanueva de La Serena, y tras una escaramuza victoriosa, decide dar batalla a Víctor, con el resultado de la tremenda derrota en la Batalla de Medellín (28 de marzo). En la batalla las fuerzas de Zayas actuaron como reserva del ala izquierda española. Su intervención, en el momento en que la línea española cedía, se vio perjudicada por un embotellamiento con fuerzas de caballería propias. En esta batalla Zayas fue herido de nuevo.

La retirada tras la derrota salvó del desastre completo al Ejército de Extremadura, al que se consideró que se había batido bien. En consecuencia, varios oficiales son recompensados, y entre ellos Zayas, que con fecha 8 de abril de 1809 es ascendido a brigadier (general de brigada), y hecho jefe de la división de Vanguardia del ejército.

La vanguardia de Zayas organiza pequeños ataques contra las fuerzas de Víctor, siguiendo tácticas de "golpea y corre", que eran muy apropiadas para debilitar a las fuerzas francesas. Las fuerzas francesas entre el Tajo y el Guadiana, todas del cuerpo de Víctor, no pueden mantener sus posiciones, en parte por la falta de suministros y en parte por los ataques de Zayas.

La situación de Víctor empeora cuando Soult es derrotado en el Norte de Portugal. Víctor ordena una retirada sobre la orilla derecha del Tajo el 14 de junio. Siguiéndole los talones hasta Almaraz, con el río de por medio, iban las tropas de Zayas. Pocos días después, el 6 de julio, se entrevistaban en el puerto de Miravete el general Cuesta y Arthur Wellesley, futuro primer duque de Wellington. Comenzaba la campaña de Talavera.

Durante esta campaña el desempeño de Zayas fue bastante bueno. Su vanguardia fue la que permitió el día 21 de julio flanquear a los franceses y expulsarlos de Talavera. Asimismo la vanguardia de Zayas se desempeñó bien en el combate de Alcabón, el 26 de julio. Durante la batalla en sí la división de Vanguardia no tuvo intervención alguna dado que su sector no fue atacado. Tras la retirada hacia Puente del Arzobispo la unidad de Zayas cubrió la retaguardia de Cuesta. En el combate de Puente del Arzobispo la unidad de Zayas intervino para estabilizar la situación después del golpe francés, aunque no tuvo ocasión de luchar, ya que los franceses no explotaron su éxito momentáneo.
Batalla de Ocaña

Su desempeño no pasó sin recompensa, y así el 28 de julio era ascendido a mariscal de campo (general de división).

El 12 de agosto Cuesta sufre un ataque en Deleitosa y es reemplazado en el mando por el general Eguía, que confirma a Zayas el mando de la Vanguardia.

Acto seguido tiene lugar una de las decisiones más desastrosas de la guerra. La Junta Central ordena a Eguía unirse al Ejército de la Mancha (derrotado en Almonacid) para a continuación marchar hacia Madrid. Este ejército combinado será comandado por el general Areizaga, mandando Zayas la división de Vanguardia del mismo.

Tras recorrer la Mancha de Sur a Norte las tropas de Areizaga se encuentran con la retaguardia enemiga en Ocaña. En la Batalla de Ocaña, el 19 de noviembre el mariscal Soult ataca a las fuerzas españolas, a las que derrota. La vanguardia de Zayas actúa como fuerza de reserva, librando una acción de retaguardia bastante brillante que logra detener a los franceses hasta que los soldados desbandados de otras divisiones se meten entre las filas de las tropas de la vanguardia, creando la confusión y anulando a la vanguardia como fuerza efectiva. Con todo las tropas de Zayas logran cerrar filas en Dos Barrios, a 8 km. de Ocaña. Allí se reúnen con el resto del ejército y se retiran hasta Sierra Morena.

El 20 de enero de 1810 las fuerzas mandadas por el mariscal Soult llegan al paso de Despeñaperros, derrotan a los defensores y penetran en Andalucía. Las fuerzas de Zayas (los supervivientes de Ocaña) se retiran a Úbeda y Jaén. La retirada va poco a poco desintegrando las unidades, de tal modo que en los posteriores combates de Jaén y Alcalá la Real su intervención es casi testimonial.

Después de la derrota en tierras andaluzas Zayas pasa a Murcia, donde una vez más trata de levar soldados para adiestrarlos, encuadrarlos y formar un nuevo ejército.

Sin embargo, Zayas dura poco en tierras murcianas ya que en marzo se encuentra en Cádiz mandando la 4ª división del ejército que defiende la ciudad contra el ataque francés. En Cádiz, Zayas escribe una obra titulada "Instrucciones sobre el buen orden militar", que son un auténtico manual de cómo organizar tropas en campaña. Bajo su liderazgo su unidad se convirtió en una de las mejores divisiones del ejército español. Entre página y página las tropas de Zayas hostigaban a los franceses con sus tácticas de "golpea y huye", similares a las ya empleadas en Extremadura.

El 21 de febrero de 1811 tiene comienzo una maniobra de flanqueo con la que las fuerzas defensoras de Cádiz esperaban poder derrotar a los sitiadores (mandados por el mariscal Víctor). Fuerzas españolas desembarcan entre el 23 y el 27 en Algecias y Tarifa con instrucciones de seguir hasta Medina Sidonia, en la retaguardia de Víctor, y tras derrotarle (lo que no era poca cosa), seguir hacia Cádiz para completar el levantamiento del cerco. Mientras, Zayas, al frente de las tropas situadas en la Isla del León, tendría que cruzar el canal que separa la isla de tierra firme para atacar a las fuerzas de Víctor. Zayas cumple su parte del plan la noche del 2 al 3 de marzo, pero es derrotado en el cruce del canal el día 3 y obligado a replegarse a sus posiciones iniciales. Por si fuera poco las tropas desembarcadas se retrasaron, con lo que la maniobra combinada resultó en un fracaso.

Poco después Zayas es puesto frente de otra operación de flanqueo. El 18 de marzo sale por barco de Cádiz con sus fuerzas, que desembarcarán en Palos. La idea era seguir por la carretera de Sevilla, amenazando el flanco de las fuerzas que al mando de Soult asediaban Badajoz. Sin embargo la ciudad extremeña se había rendido el día 11, y Soult pudo hacer frente a la amenaza. El 31 de marzo, tras varios combates con las vanguardias francesas, y viendo su situación muy mala, las tropas de Zayas llegan de vuelta a Cádiz.
Actuación en la Batalla de la Albuera

Poco después se planea retomar Badajoz mediante un ataque combinado del cuerpo de ejército del general Beresford, más el llamado Cuerpo Expedicionario, al mando del general Blake. La 1ª división de este cuerpo estaba mandada por Zayas.

El Cuerpo Expedicionario desembarca en Ayamonte el 18 de abril para luego subir por el cauce del Guadiana para encontrar a los británicos. Las fuerzas aliadas, que incluyen también los restos del Ejército de Extremadura al mando del general Castaños, se reúnen en La Albuera el 15 de mayo. Allí tuvo lugar ese mismo día un encuentro con las fuerzas de Soult, que creía erróneamente que enfrente sólo tenía a los británicos.

Durante la Batalla de La Albuera Soult lanza su ataque más recio contra el ala derecha, justo donde se encuentra la división de Zayas, que además se encontraba en inferioridad numérica. Sin embargo, y con la ayuda de otros refuerzos españoles, las tropas de Zayas aguantan la embestida francesa. Incluso, cuando la brigada Colborne es destruida por la carga de la caballería, son las tropas de Zayas las que logran restablecer la situación y repeler el ataque. Esta resistencia decidió la batalla a favor de los aliados. Los franceses se retiran del campo de batalla, derrotados. Zayas es encargado de perseguir al enemigo en retirada.

El 14 de junio las tropas de Zayas asaltan el castillo de Niebla, pero el asalto fracasa a causa de la carencia de artillería. Poco después Blake es informado de que las fuerzas de Marmont se han unido a Soult y avanzan sobre él. Prudentemente Blake ordena la retirada. El día 30 las fuerzas de Zayas embarcan en Ayamonte de regreso a Cádiz.

A principios de agosto el Cuerpo Expedicionario fue enviado a Valencia como parte del esfuerzo por evitar que Suchet conquistara Valencia y Murcia. El 14 de ese mes llega Zayas a Valencia acompañando a Blake. Su división quedó en Villena hasta el 21 de septiembre en cuarentena (y por tanto inútil para el combate) a causa de una epidemia.
Sitio de Valencia

La división de Zayas fue enviada a Valencia para guarnecer el campo atrincherado que defendía la ciudad. El 25 de octubre las tropas de Zayas salieron de Valencia. Blake, presionado por los políticos locales, buscaba la batalla. Ese día se libró la batalla de Sagunto. La división Zayas atacó Puzol para luego seguir hacia el Norte, llegando a la vista de Sagunto, que se encontraba sitiada por los franceses. Sin embargo, el resto de fuerzas de Blake habían sido derrotadas y Zayas tuvo que retirarse ante ello. Un batallón de su división fue rodeado en Puzol y destruido. El resto de la división, en buen orden, se retiró por la costa librando acciones de retaguardia. Su retirada permitió salvar el centro y la izquierda del ejército de Blake.

Tras este combate Zayas marchó con sus tropas a Cuenca para bloquear el envío de refuerzos a Suchet desde Madrid. A mediados de diciembre Zayas regresaba a Valencia.

Justo a tiempo, puesto que el 26 de diciembre Suchet lanzaba su ataque contra Blake. Las tropas de Zayas lucharon bien en la batalla de Mislata venciendo a Palombini (italiano al servicio de Napoleón), pero las fuerzas de Blake se vieron rodeadas y se ordenó una retirada al interior de Valencia, que quedaba por tanto rodeada por el enemigo.

Los franceses rechazaron una salida el 28 de diciembre. A principios de enero comenzaron a bombardear la ciudad. Con pocos víveres, casi sin municiones y con un altísimo índice desertores (salvo en la unidad de Zayas), Valencia se rindió el 10 de enero de 1812. Zayas cayó prisionero de los franceses.
Cautiverio en Vincennes

Zayas fue enviado al castillo de Vincennes, convertido en cárcel para los nobles y altos mandos españoles hechos prisioneros.

A principios de 1814 los franceses le confundieron con el marqués de Zayas y decidieron enviarle a Madrid para que tratase de obtener de la regencia la aceptación del Tratado de Valençay firmado el 11 de diciembre de 1813 entre Fernando VII y Napoleón. Pese a la confusión Zayas viajó a Madrid con el duque de San Carlos, que fue quien de hecho llevó a cabo la misión.

Desde este momento Zayas queda disponible sin destino. El 25 de marzo de 1814 es ascendido a teniente general (ascenso que le escamotearon en La Albuera por cuestiones políticas).
Últimas acciones

Durante los Cien Días Zayas mandó la 1ª división del Ejército de la derecha, entrando en Francia por Cataluña. Apenas hubo combates ya que la fuerza de Napoleón estaba concentrada en el Norte. Tras la segunda abdicación de Napoleón, Zayas marchó destinado a Valencia.

No volvió a mandar tropas. Retirado del servicio, muere de un ataque cardíaco, en Chiclana, España, en 27 de octubre de 1827. Casó en España don doña María de Jesús Landa, natural de Chile, en la que tuvo por hija a María de la Concepción de Zayas y Landa.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 15:49

BATALLAS DE LA PRIMERA GUERRA CARLISTA

BATALLA DE ALEGRIA DE ALAVA


La acción de Alegría de Álava o batalla de Alegría tuvo lugar el 27 de octubre de 1834 en el campo de Chinchetru, localidad de Álava, en España, durante la Primera Guerra Carlista entre tropas isabelinas al mando de Manuel O'Doyle sorprendidas en una emboscada por las carlistas de Tomás de Zumalacárregui, que obtuvieron la victoria.

El ejército isabelino al mando de José Ramón Rodil, tras su desafortunada campaña realizada durante el verano de 1834, tratando de destruir las tropas de Tomás de Zumalacárregui y apresar al pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, había quedado muy disminuido de fuerzas a finales de septiembre de 1834. Rodil fue destituido y encontrándose en Pamplona, recibió el 28 de septiembre de 1834 la orden de entregar el mando a Manuel Lorenzo. Marchó a Madrid, llevando hasta Vitoria como escolta la división de Manuel O'Doyle que pertenecía al ejército de Navarra. Sin tener poderes para ello, entregó esta división a Joaquín de Osma, comandante general de las provincias vascas, con residencia en Vitoria.

Las tropas isabelinas de Navarra quedaron así aún más mermadas, incapaces de controlar los ágiles movimientos de Zumalacárregui. Éste se acercó al Ebro a la altura de La Rioja con intención de atravesarlo y asaltar la localidad riojana de Ezcaray, situada a unos 40 kilómetros al Sur del río, en la que existían importantes fábricas de paños de lana, para hacerse con estos productos y hacer uniformes invernales para sus tropas. Mientras sus oteadores recorrían el camino riojano a realizar, estudiando las posibles fuerzas que se podían encontrar en la zona, Zumalacárregui recibió el día 20 de octubre la noticia de que un convoy de armas se dirigía desde Burgos a Logroño y que había de pasar al día siguiente por el camino real cuando transcurre cerca del Ebro. Con cuatro batallones y tres escuadrones cruzó el día 21 por la mañana el río por el vado de Tronconegro pero muy poco antes ya había pasado el convoy. Se puso en rápida marcha tras la ansiada presa mas al intentar atravesar la población de Cenicero fue retenido por los miembros de la milicia urbana que se habían atrincherado en la iglesia, junto al puente por el que transcurre la carretera. Zumalacárregui tuvo que dar un rodeo pero acabó por alcanzar con su caballería el convoy ya a la vista de Logroño. Al volver con su rico botín, incendió la iglesia de Cenicero, cruzó el Ebro por el mismo vado el día 22, y marchó nuevamente a Navarra, asentando sus tropas en los pueblos del valle de La Berrueza.

A última hora del día 21 había llegado a Vitoria la noticia de la incursión de Zumalacárregui a La Rioja por lo que Osma ordenó a O'Doyle que se pusiese inmediatamente en marcha hacia el Ebro con su división. Ésta se componía de los regimientos 1º y 2º de la Reina, 1º de África, 1º y 2º de Carabineros y el batallón de Bujalance. Las órdenes que O'Doyle recibe de Osma son de que debe marchar hacía el Ebro por Peñacerrada para cortar la retirada a Zumalacárregui. De encontrarse el carlista otra vez en la orilla norte del Ebro, como supone que volverá a Navarra, debe perseguirlo hasta el límite de Álava con Navarra, en cuyo territorio no desea que entre O'Doyle bajo ningún concepto ya que volvería a estar su división bajo el mando de Lorenzo. De no encontrar a Zumalacárregui, deberá llegar a Maeztu y, cruzando la sierra de Andía y bajando a la llanura, volver a Vitoria por Alegría de Álava.

Llegado O'Doyle a Peñacerrada el día 22 por la tarde, se entera de que los carlistas ya se encuentran otra vez al norte del Ebro, por lo que marcha al día siguiente por el valle del río Ega, pernocta en Lagrán y llega el día 24 a Maeztu. Deja descansar un día a su tropa que además de estar muy cansada por la caminata, está a falta de víveres. Al día siguiente, día 26, sale de Maeztu, cruza la sierra de Andía y tras recorrer 22 kilómetros, llega a mediodía a Alegría de Álava.

Llegado aquí, se encuentra con una orden de Osma en la que se le manda dispersar inmediatamente su división, según la cual ha de permanecer en Alegría de Álava únicamente con el primer batallón de la Reina, el primero de África, las dos piezas de montaña de que dispone la división y una sección de caballería. Las restantes fuerzas se deben acantonar aquella misma tarde en Guevara, Arroyabe y Ullíbarri-Gamboa, localidades distantes seis, doce y trece kilómetros al norte de Alegría de Álava.1 A O'Doyle le parece una imprudencia dispersar la división y consulta la orden recibida con sus jefes de regimiento, los cuales tampoco la consideran acertada. Pero obedecen y abandonan seguidamente Alegría de Álava, dirigiéndose a las localidades que les han sido asignadas como cuartel. O'Doyle redacta una carta dirigida a Osma, mostrando su disconformidad.

Zumalacárregui se encuentra en el valle de La Berrueza, a 48 kilómetros al sur de Alegría de Álava, teniendo muy cerca, en Los Arcos, la división de Lorenzo que espera la llegada desde Cirauqui de la división de Oráa para atacar juntos al carlista. Los Aduaneros carlistas de Zumalacárregui observan los movimientos de las tropas enemigas y empleando los resistentes corredores montañeses, el jefe carlista está siempre muy bien informado. Los que están observando la división de O'Doyle, al ver que parte de esta tropa abandona Alegría de Álava, envían la noticia a Zumalacárregui que la recibe a última hora de la tarde. El jefe carlista no tiene fuerzas suficientes para enfrentarse con una división pero sí con un par de batallones. Decide desplazarse a la llanura de Álava y ver de encontrar la ocasión de chocar con alguna de las columnas de la división dispersada. Ha anochecido, deja unos pocos hombres para que mantengan vivas las fogatas de los campamentos y abandona con el mayor sigilo el valle, llevando sus batallones a dormir a Campezo, Zúñiga y Orbiso. Ahora se encuentra tan sólo a treinta y cinco kilómetros de Alegría de Álava mientras que Lorenzo, engañado por los vivos fuegos encendidos en La Berrueza, le supone durmiendo en este valle.

El día 27 se presenta Osma a primera hora en Alegría de Álava y explica a O'Doyle los motivos por los que ha ordenado la dispersión. Se debe a que tiene noticia de que el pretendiente Carlos se encuentra en Oñate, a unos 25 kilómetros al Norte de donde se ha acantonado la división dispersada. La división de O'Doyle, convertida ahora en cuatro columnas, saldrá aquella misma tarde de sus acantonamientos hacia el Norte, marchando durante la noche, llegando al amanecer a Oñate por diferentes caminos y apresando allí al Pretendiente.

Por la mañana se ha puesto en marcha el ejército carlista. Los soldados van contentos ya que les han repartido la ración de aguardiente que el jefe acostumbra darles el día que tiene previsto un combate. Zumalacárregui ha dividido su tropa en dos columnas, una al mando de Manuel Iturralde, que comprende los batallones tercero, cuarto y sexto de Navarra y el segundo de Guipúzcoa, ha de remontar la sierra por el puerto de Saseta. La otra, dirigida por él mismo y compuesta por el batallón de Guías de Navarra, primero de Navarra, tercero de Álava y el regimiento de lanceros de Navarra, lo hará por el puerto de Ulibarri.

Por el camino los carlistas van recogiendo toda persona que encuentran, bien caminando, bien trabajando en el campo y los hacen marchar con ellos o los dejan encerrados en algún corral alejado del camino, con un par de soldados de guardia, haciendo así nula la posibilidad de que la noticia de su marcha llegue demasiado pronto a conocimiento del enemigo. Con el tiempo, el no encontrar el ejército isabelino durante la marcha gente por el camino o en el campo, les hace intuir la cercanía de Zumalacárregui.

El jefe carlista está informado de que Lorenzo no se ha enterado de su marcha y sigue en Los Arcos, por lo que no teme verse perseguido por él. Ha forjado su plan: hará atacar con unos pocos soldados la localidad de Salvatierra, situada a diez kilómetros al Este de Alegría de Álava, él se esconderá a mitad de camino en el bosque de Chinchetru esperando allí a O'Doyle. Supone que éste interrumpirá su marcha hacia el Norte y se dirigirá hacia el Este a poner orden en Salvatierra, a la que considerará atacada sólo por una de las pequeñas partidas carlistas que actuaban en la llanura alavesa. Desde que salió el día 22 de Vitoria no ha encontrado a Zumalacárregui ni ha tenido tan siquiera noticias de su paradero, por lo que piensa que tiene que encontrarse en Navarra. Iturralde bajará de Saseta, se esconderá en las laderas boscosas al sur de Alegría de Álava y tan pronto como O'Doyle salga hacia Salvatierra, marchará en paralelo y una vez iniciado el enfrentamiento en Chinchetru por Zumalacárregui, se lanzará por la derecha sobre la tropa isabelina.

Las circunstancias se pusieron a favor de Zumalacárregui ya que cuando se dirigía hacia Chinchetru se cruzó con el gobernador de Salvatierra que había salido hacia Vitoria llevando una partida de prisioneros. Eran las cuatro, la tropa de O'Doyle comenzaba a salir de Alegría de Álava hacia el Norte cuando llegó hasta allí el ruido del tiroteo de Chinchetru que Zumalacárregui hizo incrementar aún más con varias descargas al aire. Luego se ocultó en el bosque al Norte del pueblo.

O'Doyle abandonó inmediatamente la dirección Norte y dobló hacia el Este, por los cerros, el camino más corto para llegar a Chinchetru. El camino por estos pequeños cerros en los que acaba la sierra de Andía en la llanura alavesa era malo, el terreno boscoso, nada apto para la marcha de un ejército regular. El tiempo de esta tarde es magnífico y los últimos rayos del sol caen sobre las armas de la tropa isabelina y su reflejo en ellas permite ver a Zumalacárregui desde el alto de Chinchetru por donde se acerca el enemigo. Hace salir del bosque al batallón de Guías de Navarra y lo forma en el llano que hay entre Chinchetru y los cerros por los que se acerca el enemigo. La vanguardia isabelina, con la que va a caballo O'Doyle, formada por compañías de cazadores, marcha muy rápida delante del grueso de su ejército. Al salir del bosque se encuentra a la temida tropa carlista, bien conocida por sus rojas boinas y que siempre actuaba bajo las órdenes directas de Zumalacárregui. Vencido el estupor inicial, ya que O'Doyle no pensaba encontrarse con el jefe carlista en la llanura alavesa, puesto que Osma le había informado que en la llanura alavesa «...sólo había una pequeña partida mandada por un tal Dionisio que corría en las inmediaciones de Salvatierra,»4 da orden de iniciar el combate pero los cazadores isabelinos son arrollados rápidamente por los Guías de Navarra, antes de que hayan llegado al escenario los dos batallones que marchan tras ellos. Cuando llegan éstos y comienzan a salir del bosque, Zumalacárregui hace bajar al campo al resto de sus tropas y el combate se realiza con gran fuerza. Y es entonces cuando Iturralde también aparece, atacando la retaguardia y el flanco derecho de la columna enemiga.5 El desconcierto de O'Doyle es total, se deshacen las formaciones incapaces de actuar ordenadamente en aquel espacio tan reducido, y agotadas las primeras cargas de fusil, no saben defenderse al ser atacados a la bayoneta y se van rindiendo.

El ruido del enfrentamiento llega hasta las localidades en las que se encuentran acantonadas las restantes fuerzas de la división de O'Doyle y que se ponen en camino hacia Chinchetru. Pero pronto se encuentran con soldados isabelinos que han conseguido salvarse de la masacre y cuando éstos les relatan que la columna a la que pertenecen ha sido destrozada, deciden dirigirse a Vitoria, ciudad a la que llegan entrada la noche.

También durante esta noche, en los bosques entre Chinchetru y Alegría de Álava, los carlistas buscan y encuentran a soldados isabelinos escondidos y como mientras siguen cazando no pueden llevar consigo la presa, van dando muerte a los apresados.

Los carlistas han capturado las dos piezas de artillería de montaña con sus correspondientes municiones y la bandera coronela del regimiento de África. O'Doyle y otros oficiales se han rendido y al día siguiente son fusilados.

Pero unos doscientos cincuenta soldados isabelinos con sus jefes se han mantenido unidos y en rápida marcha consiguen llegar a Arrieta, a tres kilómetros del lugar del combate, y se encierran en la iglesia donde resisten durante la noche el acoso de los carlistas que les han perseguido.

La noticia de este hecho también llega durante la noche a Vitoria. El intento de Osma de poner a salvo a estos soldados al día siguiente dará lugar a la llamada Acción de la Venta de Echavarri.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 16:29

Bueno aún cuando he puesto ya lo correspondiente a una de las batallas de la Primera Guerra Carlista, entiendo que es mejor retroceder un poco y hacer una introducción a lo que fueron las guerras carlistas tanto su origen como consecuencias, ruego me perdonéis por no haberla hecho antes, pero la verdad es que se me pasó, intento corregirlo en el siguiente post.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 16:40

PRIMERA GUERRA CARLISTA

La Primera Guerra Carlista o Guerra de los Siete Años fue una guerra civil que se desarrolló en España entre 1833 y 1840 entre los carlistas, partidarios del infante Carlos María Isidro de Borbón y de un régimen absolutista, y los isabelinos, defensores de Isabel II y de la regente María Cristina de Borbón, cuyo gobierno fue originalmente absolutista moderado y acabó convirtiéndose en liberal para obtener el apoyo popular.

La guerra la planteó Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII, por la cuestión sucesoria, ya que había sido el heredero al trono durante el reinado de su hermano Fernando VII, debido a que éste, tras tres matrimonios, carecía de descendencia. Sin embargo, el nuevo matrimonio del rey y el embarazo de la reina abren una nueva posibilidad de sucesión.

En marzo de 1830, seis meses antes de su nacimiento, el rey publica la Pragmática Sanción de Carlos IV aprobada por las Cortes de 1789, que dejaba sin efecto el Reglamento de 10 de mayo de 1713 que excluía la sucesión femenina al trono hasta agotar la descendencia masculina de Felipe V. Se restablecía así el derecho sucesorio tradicional castellano, recogido en Las Partidas, según el cual podían acceder al trono las hijas del rey difunto en caso de morir el monarca sin hijos varones.

No obstante, Carlos María Isidro, no reconoció a Isabel como princesa de Asturias y cuando Fernando murió el 29 de septiembre de 1833, Isabel fue proclamada reina bajo la regencia de su madre, María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, y Carlos en el Manifiesto de Abrantes mantuvo sus derechos dinásticos, llevando al país a la Primera Guerra Carlista.

La cuestión dinástica no fue la única razón de la guerra. Tras la Guerra de la Independencia, Fernando abolió la Constitución de 1812, pero tras el Trienio Liberal (1820-1823), Fernando VII no volvió a restaurar la Inquisición, y en los últimos años de su reinado permitió ciertas reformas para atraer a los sectores liberales, que además pretendían igualar las leyes y costumbres en todo el territorio del reino eliminando los fueros y las leyes particulares, al tiempo los sectores más conservadores se agrupaban en torno a su hermano Carlos.

El campo y las pequeñas ciudades del País Vasco y Navarra apoyaron mayoritariamente al pretendiente Carlos debido a su tradicionalismo foral, gracias al apoyo que le dio el bajo clero local. Muchos autores han especulado con la posibilidad de que la causa carlista en el País Vasco y Navarra fuese fundamentalmente foralista. No existe consenso en este análisis, puesto que otros autores rebaten esta interpretación, haciendo la principal razón del apoyo vasconavarro al influjo del clero en la sociedad.

Sobre esta cuestión expresó Mateo Benigno de Moraza en su dicurso ante el Congreso de Diputados el 13 de julio de 1876: "Para el país vascongado no podía buscarse un resorte que hiriese más viva, más delicada y más sensiblemente las fibras de su corazón, tan religioso y católico, y no puede negarse que en la guerra ha tenido la cuestión religiosa la única influencia en mi país; ninguna otra en la casi universalidad de mis paisanos ha podido inclinarles a la guerra; pero los Fueros no han sido la causa".

En Aragón y Cataluña se vio como una oportunidad de recuperar sus derechos forales, perdidos tras la Guerra de Sucesión Española, mediante los Decretos de Nueva Planta. La jerarquía eclesiástica se mantuvo ambigua, aunque una parte importante del clero (como por ejemplo, el famoso Cura Merino) se unió a los carlistas.

En el otro bando, los liberales y moderados se unieron para apoyar a María Cristina y a su hija Isabel. Controlaban las principales instituciones del Estado, la mayoría del ejército y todas las ciudades importantes. Los liberales recibieron apoyo del Reino Unido, Portugal y Francia en forma de créditos para el tesoro y de fuerzas militares. Los británicos enviaron la Legión Auxiliar Británica, cuerpo de voluntarios al mando del general George Lacy Evans, en tanto que la Royal Navy realizaba funciones de bloqueo. Los portugueses enviaron una división auxiliar bajo el mando del Barón das Antas y los franceses la Legión extranjera francesa además de colaborar en el control de la frontera y de las costas españolas.

Fases de la guerra

Teniendo en cuenta las acciones llevadas a cabo por uno y otro bando podemos destacar tres grandes fases en la contienda:
Ofensiva carlista

La primera fase tiene lugar en el comienzo de la guerra. Son los carlistas quienes, guiados por líderes más eficientes, organizan a las tropas en los principales territorios que dominan (el norte, Cataluña y el Maestrazgo). Cabe destacar la actuación de líderes como Zumalacárregui en el norte. Fue importante también la labor de Juan Antonio Guergué en Cataluña, que unificó las partidas catalanas. La fase comienza en 1833 y termina en 1835 con la muerte de Zumalacárregui. El carlismo puso en jaque al gobierno cristino y logró extenderse por todo el norte de la península.
Repliegue carlista

La fase comienza en 1835 y termina en 1837. Los cristinos logran una mayor coordinación y consolidan su posición dentro del territorio carlista. Famosa por las numerosas expediciones carlistas, siendo las más importantes la de Miguel Gómez Damas en 1836, que recorrió toda España y la expedición Real, encabezada por Carlos María Isidro en persona, amenazó en 1837 la capital. El fracaso de dicha expedición supuso el desastre de la última gran tentativa carlista. La acción más importante fue el sitio de Bilbao de 1836, que acabó con una nueva derrota carlista. Destaca la aparición en favor de don Carlos de Ramón Cabrera en el Maestrazgo, que causó serios problemas a los cristinos hasta el final de la guerra.
Agotamiento del carlismo

Tras la batalla de Luchana los carlistas pierden la oportunidad de tomar Bilbao y una de las últimas ocasiones de poder ganar la guerra. Supone también su derrota en Bilbao la creación de una facción carlista que apoya el fin de la guerra, viendo improbable ya la victoria. Se limitan los absolutistas desde entonces a defender el territorio que aún controlan hasta que la falta de efectivos y las convulsiones dentro de la corte del infante obligan en 1839 a firmar la paz, a pesar de que un sector carlista y el propio don Carlos no aceptasen el convenio de Vergara, teniendo que ir al exilio, a la espera de una nueva oportunidad . Cabrera seguirá al frente del Maestrazgo un año más, ya con la causa del pretendiente carlista muy debilitada. Destaca Espartero como líder indiscutible de las fuerzas cristinas.
La guerra
El frente en su momento álgido.
La guerra en el frente del norte
Finales

Tras la muerte de Fernando VII, el pretendiente Carlos nombró a Joaquín Abarca como ministro universal e hizo un llamamiento al ejército y a las autoridades para que se sumaran a su causa, pero con escasa repercusión. En el ámbito internacional tan sólo el rey Miguel I de Portugal lo reconoció, lo que llevó a la ruptura diplomática entre España y Portugal. En los primeros días de octubre se sucedieron las insurrecciones en varios puntos de España, protagonizadas por agrupaciones locales de Voluntarios Realistas, en general con poco éxito, excepto en el País Vasco, Navarra y Logroño, pero sin llegar a controlar más que por poco tiempo las ciudades de dichos territorios. Las sublevaciones no tuvieron el apoyo del ejército. Así, el general Ladrón de Cegama, sin mando en Valladolid (residencia de la Capitanía General de Castilla la Vieja), y el coronel Tomás de Zumalacárregui, retirado pero viviendo en la plaza fuerte de Pamplona, huyeron de sus lugares de residencia para pronunciarse sin arrastrar consigo fuerza alguna de las guarniciones de las plazas en las que se encontraban. La guerra se considera como comenzada cuando el general Ladrón de Cegama proclamó rey al infante don Carlos con el nombre de Carlos V el 6 de octubre de 1833 en Tricio (La Rioja), apoderándose con los voluntarios sublevados de Logroño y pasando a Navarra a unirse con los sublevados de esta provincia. La unión de estos voluntarios en Navarra fue el embrión de las tropas de las que se hizo cargo Tomás de Zumalacárregui y que hicieron posible que la guerra durase siete años.

Las fuerzas carlistas del norte quedaron centradas en la figura de Tomás de Zumalacárregui, que organizó en poco tiempo un ejército carlista en Navarra, al que también se unieron los carlistas vascos debilitados tras la expedición de Pedro Sarsfield.

Zumalacárregui equipó a sus hombres con armas tomadas a los ejércitos cristinos en el campo de batalla o en ataques contra fábricas o convoyes, y consciente de su inferioridad numérica y armamentística reprodujo la táctica guerrillera que conocía desde la Guerra de Independencia, amparándose en lo accidentado del relieve y en el apoyo de gran parte de la población civil. El 7 de diciembre de 1833, las diputaciones de Vizcaya y de Álava le nombraron jefe de las tropas de estas provincias. Muy popular entre sus soldados (le llamaban "Tío Tomás"), no dudó en mostrarse cruel en la represión de los liberales ni en emplear el terror para mantener controlado el territorio.
Rodil - Zumalacárregui

Durante el año 1834 se sucedieron las victorias carlistas en importantes acciones, como el asalto a un convoy de armas entre Logroño y Cenicero, las acciones de Alegría de Álava y Venta de Echavarri. Pero para los carlistas el año acabó con una derrota en la batalla de Mendaza y la prudente retirada en la batalla de Arquijas.

Pero en marzo y abril de 1835, con la Acción de Larremiar contra Francisco Espoz y Mina, Zumalacárregui volvió a participar con éxito.

Con la Acción de Artaza contra Gerónimo Valdés, Zumalacárregui deshizo la tropa cristina que se vio obligada a desmantelar todas las estratégicas guarniciones (Maeztu, Alsasua, Elizondo, Santesteban, Urdax, entre otras), quedando como únicas guarniciones las de las capitales de las provincias vascongadas, Pamplona y algunos puertos de la costa. El grueso del ejército cristino se retiró a la orilla sur del Ebro. Animado por sus éxitos militares y por la necesidad de obtener financiación y reconocimiento internacional, el pretendiente le ordenó tomar Bilbao, a pesar de la opinión contraria de Zumalacárregui, que hubiera preferido atacar Vitoria y desde allí abrirse camino hacia Madrid. La operación comenzó con éxito, al abrirse paso hacia Bilbao al vencer al general Espartero en el Puerto de Descarga, comenzando a sitiar la capital vizcaína el 10 de junio de 1835; pero, herido Zumalacárregui cuando observaba las operaciones, falleció el 24 de junio de 1835

En octubre de 1835 Nazario Eguía asumió el puesto de general en jefe de las tropas carlistas en el País Vasco y Navarra. Durante su mandato el ejército carlista aumentó sus efectivos hasta llegar a los 36.000 hombres y su sucesor Bruno Villarreal, se caracterizó por fomentar las expediciones fuera del territorio carlista.

Bruno Villarreal se caracterizó por fomentar las expediciones fuera del territorio carlista.

En octubre de 1836 tuvo lugar el segundo sitio de Bilbao, que fracasó a los cinco días y en noviembre un tercer intento que duró mes y medio y que fracasó ante la defensa de Baldomero Espartero,

El fracaso ante Bilbao de los carlistas provocó el nombramiento de Sebastián Gabriel de Borbón y Braganza como general en jefe de los carlistas, el cual en marzo de 1837 venció a las tropas liberales en la batalla de Oriamendi. Mientras tanto los sectores más radicales del carlismo se habían hecho con el control político, acrecentado tras la Expedición Real.

Juan Antonio Guergué se hizo con el mando del ejército hasta junio de 1838,

Tras la batalla de Peñacerrada, Guergué fue sustituido por Rafael Maroto, quien reorganizó el ejército y mandó fusilar en febrero de 1839 a Guergué y a otros militares acusados de conspirar en su contra al tiempo que intentaba conseguir del pretendiente la destitución de sus adversarios, por lo que fue destituido a su vez por Don Carlos, aunque pocos días después fue restituido en su puesto por el pretendiente, que accedió a sus demandas.

Maroto negoció con el gobierno de Isabel II sin el apoyo del pretendiente y con la oposición de parte de sus tropas y el 29 de agosto de 1839 Espartero y oficiales carlistas, representantes de Maroto, firman el Convenio de Oñate que puso fin a la guerra en el norte de España, confirmado con el conocido como Abrazo de Vergara entre Maroto y Espartero el 31 de agosto. El 14 de septiembre de 1839 el pretendiente carlista y sus tropas que le permanecían fieles cruzaron la frontera francesa y la guerra terminó en el frente norte.
Frente de Castilla

En Castilla la Vieja, fue en Burgos y Soria dónde más éxito tuvo la insurrección, movilizando un total de 10.000 hombres al mando de Jerónimo Merino e Ignacio Alonso Cuevillas. En Cataluña, en abril de 1834, entró una partida procedente del Maestrazgo al mando de Manuel Carnicer pero fracasó. A pesar de eso, se mantuvieron movilizadas numerosas partidas guerrilleras.
El carlismo en Aragón
Frente Aragón y Valencia


El 13 de noviembre de 1833 los carlistas obtienen una importante victoria: Morella se subleva y enrola el estandarte de Carlos V. Carlos Victoria, comandante de la plaza de Morella, hace salir a las tropas de la ciudad con una treta. Cierra las puertas de la ciudad y junto con Rafael Ram de Viu (barón de Herbés) y Manuel Carnicer se suman al bando carlista. Pese a este acto las tropas gubernamentales se ponen en movimiento y mandan hacia Morella una importante columna dirigida por Horé. Los carlistas ante esa amenaza huyen de Morella en diciembre. Después el barón de Herbés y otros líderes carlistas son apresados en Calanda y fusilados el 27 de diciembre. Pese a esto la llama de la rebelión se había encendido en las tierras del Maestrazgo y el Ebro puesto que otros líderes como Manuel Carnicer, Quílez y Cabrera continuaron luchando.

Las partidas del Maestrazgo y Aragón eligieron a Manuel Carnicer como su jefe en febrero de 1834. Tras su fusilamento en abril de 1835 tomó el mando su segundo, Ramón Cabrera, quien dio ánimos a las fuerzas carlistas, pero sin que fuerzas fueran lo suficientemente numerosas como para obtener una victoria decisiva sobre las fuerzas liberales, de forma que en 1836 Evaristo de San Miguel conquistaba para los isabelinos Cantavieja. En 1837 Cabrera consigue reconquistar el territorio perdido y en enero de 1838 conquista Morella, a la que convierte en capital de su administración, extendiendo su territorio por Aragón, norte de Valencia y sur de Cataluña. Sin embargo, el fin de la guerra en el norte hizo que Espartero llegara a Zaragoza al frente de 44.000 hombres en octubre de 1839 y estableciera su cuartel general en Mas de las Matas. Cabrera consigue mantener la resistencia hasta el 30 de mayo de 1840 cuándo Espartero conquistó Morella y Cabrera se dirigió a Berga.
Frente de Cataluña

En Cataluña las numerosas partidas actuaban sin coordinación. El mando del Pretendiente envió un contingente de fuerzas del territorio carlista vasco-navarro, seleccionado entre los más experimentados batallones de los que disponía, en agosto de 1835 bajo el mando de Juan Antonio Guergué formado por 2.700 hombres con la misión de organizar el frente en Cataluña. Llegado a su destino Guergué, consiguió agrupar una numerosa fuerza, intentanto tomar Olot pero fracasando en el intento. Seguidamente Guergué organizó las tropas carlistas catalanas en un documento oficial que se enviaría al rey y a los cabecillas respectivos. En el mismo documento él pone de manifiesto que las tropas con las que cuenta son unas 19.000 descontando las traídas por él. Sin embargo estos datos son poco fiables debido a que dan un número alto de guerrillas no identificadas. Pese a esto el número debía ser muy alto.Tras la marcha de Guergué de Cataluña asumieron el mando Ignacio Brujó y Rafael Maroto. Éste estuvo poco tiempo (unos meses), creó confusión y tuvo muchas derrotas así que en diciembre de 1836 fue sustituido por Blas María Royo de León que había sido jefe del estado mayor de la expedición Guergué. Royo logró victorias importantes cómo el desastre de Oliver y la conquista de Solsona. En 1837 se hizo con el mando uno de los miembros de la Expedición Real, Juan Antonio de Urbiztondo, quien conquistó Berga en julio y la convirtió en la capital del carlismo catalán.

Los problemas entre la Junta de gobierno de Berga y Urbiztondo llevaron al nombramiento de José Segarra y posteriormente, en julio de 1838, al del Conde de España, que se esforzó en modernizar sus tropas al tiempo que se aproximaba a los sectores más radicales del carlismo, lo que provocó el descontento de la oficialidad carlista, que solicitaron su destitución al pretendiente, lo que consiguieron en octubre. La llegada de combatientes carlistas procedentes del frente norte tras la firma del Convenio de Oñate consiguió prolongar la guerra en Cataluña unos meses más hasta que las últimas tropas carlistas dirigidas por Cabrera cruzaron la frontera francesa el 6 de julio de 1840.

Castilla la Vieja y Castilla la Nueva

En ambas Castillas los movimientos carlistas también existieron. Fueron más importantes en Castilla la Vieja. En las zonas cercanas a las provincias Vascongadas y Navarra, los carlistas, bajo la presión de las tropas isabelinas, acabaron amparándose en los carlistas vasco-navarros, formando los batallones castellanos. Sus jefes más importantes fueron Balmaseda, Basilio García, Jerónimo Merino y Cuevillas. Organizaron correrías por el territorio controlado por el bando isabelino, llegando en ocasiones hasta La Mancha. Los húsares de Ontoria, una unidad selecta formada por expertos jinetes castellanos y dirigida por Balmaseda, fue la unidad más importante de caballería castellana que terminó combatiendo con Cabrera. No pudiendo cruzar el Ebro en la fase final al caer el Maestrazgo en manos de Espartero, intentaron huir a Francia dando el rodeo por Cuenca, Soria, Burgos, La Rioja y Navarra, desolando con sus tropelías y robos las poblaciones que atravesaban. Gran parte de ellos fueron finalmente interceptados en Navarra, cuando Cabrera hacía ya tiempo que se encontraba en Francia y, por lo tanto, la guerra había finalizado. Por ello fueron considerados como bandoleros y ejecutados.

En Castilla la Nueva los movimientos carlistas se centraron en Ciudad Real y en las zonas próximas a Cabrera (Cuenca) y también Albacete). La partida más importante de la región fue la de los hermanos Palillos. Esta partida estaba formada por jinetes en su mayor parte y llegó a ser numerosa comparada con las demás partidas manchegas, que nunca fueron muy superiores a un par de centenares de hombres.
Frente de la provincia de Ciudad Real

En la provincia se formaron más de un centenar de partidas, algunas con apenas una decena de hombres y otras superando varios centenares. Tres son las causas de esta proliferación: a) Dada la orografía montañosa y el tránsito a través de la provincia de las comunicaciones Madrid - Andalucía, desde tiempo muy atrás el bandolerismo estaba muy desarrollado. b) Estas circunstancias fueron base para que durante la Guerra de la Independencia se creasen numerosas partidas guerrilleras con gran actividad. c) La provincia, muy depauperada, con la tierra prácticamente en poder de unas pocas personas, no solo producía pobreza en las gentes que trabajaban el campo sino también en las localidades donde los zapateros, sastres y demás oficios tenían unos ingresos muy bajos ya que sus clientes, los trabajadores del campo, carecían de dinero. Las experiencias del bandolerismo, las de las guerrillas independentistas, la pobreza de los habitantes y las quintas que se llevaban a tantos hombres jóvenes que estaban aportando economía familiar, hizo que los jefes carlistas encontrasen con facilidad personas tanto en el campo como en las ciudades para engrosar sus filas. Ocurría también con frecuencia que pequeñas partidas admitían el indulto, se reincorporaban a sus quehaceres, volviendo pero de nuevo poco tiempo después a formar parte de una partida. El gobierno solo en ocasiones pudo destinar tropas regulares suficientes para combatir a las partidas, siendo fuerzas irregulares formadas por voluntarios locales, encuadrados genéricamente en el concepto de "Milicianos Nacionales", los que sostuvieron el peso principal de lucha contra las partidas aunque con escaso éxito ya que incluso meses después de concluida la guerra estuvieron activas varias de ellas durante un tiempo. Algunas volvieron a convertirse en bandoleras, quedando su persecución en manos de la recién creada Guardia Civil.

El movimiento carlista nunca tuvo unidad de mando y de administración ni conservó territorio en el que hubiese podido instalar sus cuarteles, almacenes, cuadras de caballos, depósitos de heridos y prisioneros, manteniéndose continuamente en movimiento por la provincia, asaltando pueblos y refugiándose en las montañas. En ocasiones se unían varias pequeñas partidas para realizar un ataque a una localidad importante o a un convoy que circulaba por la carretera Madrid - Andalucía. Al llegar a la provincia las expediciones de Gómez y Basilio García, formaron parte de ellas mientras se mantuvieron en la provincia, algunas marcharon con ellas a provincias vecinas, incluso unos pocos hombres las acompañaron a su vuelta al territorio vasco-navarro.5
Expediciones carlistas

Desde el territorio vasco-navarro dominado por los carlistas se realizaron expediciones con los objetivos principales: A) Fomentar la guerra en territorios en los que el carlismo tenía poca, incluso nula actividad. B) Deshacerse durante algún tiempo de contingentes a los que era problemático dar mantenimiento y paga. C) Obligar a que tropas isabelinas que cercaban su territorio tuviesen que marchar tras las expediciones, aliviándose la presión sobre el frente vasco-navarro.

Las expediciones más importantes fueron:

Primera expedición de Basilio García. 1834
Segunda expedición de Basilio García. 1835
Expedición de Guergué. 1835
Tercera Expedición de Basilio García. 1836.
Expedición de Gómez. 1836

En junio de 1836, Miguel Gómez Damas, al frente de 3.500 hombres, parte desde Amurrio hacia Asturias y Galicia para alentar los focos carlistas que supone allí establecidos, pero a pesar de que consigue entrar sin lucha en Oviedo y Santiago de Compostela, no logra controlar estos territorios ya que no encuentra interés suficiente por la causa carlista en la población y es sometido a persecución por tropas isabelinas que llegan desde Navarra y Castilla la Vieja. Por propia iniciativa, en contra de las órdenes recibidas, se dirige en agosto hacia Andalucía y durante la marcha entra en León, Palencia y Albacete. En Andalucía toma Córdoba y Almadén, hecho éste último que causa inesperada baja en la Bolsa londinense. Llega a San Roque ya que tiene intención de adquirir calzado en Gibraltar pero desde el Peñón le impiden con cañonazos acercarse aunque son muchos los ingleses, incluso con sus mujeres, los que salen del recinto británico para ver de cerca a los carlistas ya que su correría por la geografía hispánica es tema muy aireado por la prensa europea. Batido una y otra vez, aunque sin ser excesivamente dañado por las columnas isabelinas que le persiguen, en diciembre de 1836 consigue regresar a Vizcaya.

Expedición Real. 1837

La Expedición Real, motivada por las supuestas negociaciones que se estaban realizando entre Carlos y María Cristina, salió de Navarra en mayo de 1837 con 12.000 hombres al frente del pretendiente Carlos hacia Aragón, Cataluña, Valencia, Teruel y finalmente Madrid, de dónde se retiraron de manera inesperada, llegando al territorio carlista del norte en octubre de 1837. Tras la expedición Carlos marginó a los elementos más moderados del carlismo.

Expedición de Zaratiegui. 1837
Cuarta expedición de Basilio García. 1837-1838
Expedición de Negri. 1839

Batallas y acciones

Acción de Maials. 10 de abril de 1834. Vencen los liberales de Carratalá y Bretón a Carnicer.
Acción de las Peñas de San Fausto. 19 de agosto de 1834. Vencen los carlistas de Zumalacárregui a Carandolet.
Acción de Alegría de Álava. 27 de octubre de 1834. Vencen los carlistas de Zumalacárregui sobre O´Doyle.
Acción de la Venta de Echavarri. 28 de octubre de 1834. Vencen los carlistas de Zumalacárregui sobre Osma.
Mendaza. 12 de diciembre de 1834. Vencen liberales de Córdova sobre Zumalacárregui.
Primera Batalla de Arquijas. 15 de diciembre de 1834. Indecisa.
Acción de Artaza. 20 al 22 de abril de 1835. Vencen los carlistas de Zumalacárregui sobre Jerónimo Valdés
Mendigorría. 16 de julio de 1835. Vencen liberales de Córdova sobre Gómez Moreno.
Arlabán. 16 a 17 de enero 1836. Indecisa.
Villarrobledo. 20 de septiembre de 1836. Vencen los liberales.
Luchana. 24 de diciembre de 1836. Vencen liberales de Espartero.
Acción de Las Cabrillas. 18 de febrero de 1837. Campos de Buñol. Crehuet-Cabrera.
Oriamendi. 10 al 16 de marzo de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre Lacy Evans.
Huesca. 24 de mayo de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre Iribarren.
Barbastro. 2 de junio de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre Oráa.
Chiva. 15 de julio de 1837. Vencen liberales de Oráa sobre el infante Sebastián.
Villar de los Navarros. 24 de agosto de 1837. Vencen carlistas del infante Sebastián sobre Buerens.
Peñacerrada. 20 a 22 de junio de 1838. Vencen liberales de Espartero sobre Guergué.
Conquista de Morella. 26 de enero de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre el gobernador Bruno Portillo.
Morella. 24 julio a 24 agosto de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre Oraa.
Maella. 1 octubre de 1838. Vencen carlistas de Cabrera sobre Pardiñas.
Ramales y Guardamino. 27 de abril al 13 de mayo de 1839. Vencen liberales de Espartero sobre Maroto.
Toma de Morella. Vencen los liberales de Espartero. Última batalla de la guerra.

Extranjeros

Fueron numerosos los extranjeros que se alistaron en el bando carlista, siendo a destacar los que publicaron sus vivencias de la guerra: el inglés Charles Frederick Henningsen, los franceses Alfonso Barrés de Molard y Alexis Sabatier y los alemanes Augusto von Goeben, Adolfo Loning, Félix Lichnowsky y Guillermo von Rahden.

Un inglés participó activamente para humanizar la guerra (Lord Elliot) y otro para terminarla (Lord John Hay).
Ejército liberal

Regimientos de infantería de línea
Regimientos de infantería ligera
Regimientos de infantería de milicias provinciales
Guardia real de infantería. Cuatro regimientos de dos batallones
Regimiento de granaderos provinciales de la guardia real
Regimiento de cazadores de la guardia real provincial
Regimiento de ingenieros de la guardia real
Artillería montada de la guardia real
Artillería de línea de la guardia real
Regimiento de granaderos a caballo de la guardia real
Regimiento de lanceros de la guardia real
Regimiento de cazadores de la guardia real
Regimiento de coraceros de la guardia real
Húsares de la Princesa
Caballería de línea o dragones
Caballería ligera
Flanqueadores de Isabel II
Cuerpo franco navarro de caballería
Peseteros
Voluntarios de Burgos. 1200 plazas

Ejército carlista

Tropa carlista del Norte

Guardia de honor de infantería.
Guardia de honor de caballería.
Escolta del Estandarte
Escuadrón de Jefes y Oficiales
Batallón de voluntarios distinguidos de Madrid.
Infantería navarra. Doce batallones de 800 plazas.
Guías de Navarra. Un batallón de 800 plazas.
Lanceros de Navarra. Cuatro escuadrones.
Infantería guipuzcoana. Ocho batallones de 1.000 plazas.
Escuadrón de Guipúzcoa. 100 caballos.
Infantería alavesa. Siete batallones de 800 plazas.
Batallón de Guías de Alava. Un batallón de 800 plazas.
Escuadrón de Álava. 120 caballos.
Infantería vizcaína. Nueve batallones de 900 plazas.
Escuadrón de Vizcaya. 90 caballos mandados por un comandante.
Infantería castellana. Cuatro batallones de 800 plazas.
Caballería castellana. Tres regimientos de lanceros.
Batallón de granaderos del ejército. 800 plazas.
Artillería de batalla y montaña.
Artillería de batir.
Zapadores. Cuatro compañías, una en cada provincia.
Húsares de Arlabán. 100 caballos
Tres batallones cántabros de 900 plazas.
Aduaneros.

Ejército Real de Aragón, Valencia y Murcia

1a. Brigada de Tortosa. 1º,2º y 3.er. batallón de Tortosa de 800 plazas.
2a. Brigada de Tortosa. 1º,2º y 3.er. batallón de Mora de Ebro de 750 plazas.
1a. Brigada de Aragón. Guías de Aragón, 5º y Tiradores de Aragón de 700 plazas.
2a. Brigada de Aragón. 4º, 6º, 7º, y 8º de Aragón de 850 plazas.
3a. Brigada de Aragón. 1º,2º y 3.er. batallón de Aragón de 700 plazas.
1a. Brigada de Valencia. 1º,2º y 3.er. batallón de Valencia de 800 plazas.
2a. Brigada de Valencia. 4º,5º, 6º y 7º. batallón de Valencia de 850 plazas.
1a. Brigada de Murcia. 1º y 2º del Cid de 800 plazas.
2a. Brigada de Murcia. 3º del Cid y Guías del Conde de Morella de 800 plazas.
1.er. Regimiento de lanceros de Aragón de 250 plazas.
2o. Regimiento de lanceros de Tortosa de 490 plazas.
3.er. Regimiento de lanceros de Aragón de 350 plazas.
1.er. Regimiento de lanceros de valencia de 360 plazas.
1.er. Regimiento de lanceros del Cid de 280 plazas.
1.er. Batallón de artillería de 500 plazas.
Compañías del tren de 150 plazas.
Compañía de Zapadores de 390 plazas.
Compañías de Miñones de Cabrera 100 plazas.
Ordenanzas de Cabrera 100 plazas.
Guías de Cabrera 100 plazas

Ejército Real de Cataluña

División de Gerona

1a. Brigada
2a. Brigada
Batallón de guías 400 plazas
Esquadrón de lanceros 50 plazas

División de Lérida

1a. Brigada
2a. Brigada

División de Manresa o del Centro

1a. Brigada
2a. Brigada
Partidas sueltas (caballería e infantería)

División del Campo de Tarragona

8 Batallones de 500 plazas

Partidas varias

Sin datos organizativos, total de 3.838 hombres entre infantes y jinetes

Canciones

Viva la paz, viva la unión, viva la paz y don Carlos de Borbón. Carlista.
Duro tiene el corazón don Carlos, viejo cruel y solo seis años cuenta niña inocente Isabel. Cristina.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 21:22

ACCION DE ARTAZA

La Acción de Artaza fue un enfrentamiento armado durante la Primera Guerra Carlista en los valles de las Amescoas de Navarra entre las tropas isabelinas de Gerónimo Valdés y las carlistas de Tomás de Zumalacárregui el 22 de abril de 1835.

Cuatro personas que participaron en la acción: Luis Fernández de Córdova, su hermano Fernando Fernández de Córdova, el inglés C.F. Henningsen y Juan Antonio de Zaratiegui, dejaron escritos sus recuerdos de ella. Tomando como base estos testimonios, más las alocuciones y el parte que redactó Valdés, es posible reconstruir con la mayor fidelidad su desarrollo.

Comprobando que tampoco Espoz y Mina, al igual que sus antecesores Vicente Genaro Quesada y Rodil, no conseguía acabar la guerra con Zumalacárregui, a pesar de los poderosos medios que se habían puesto a su disposición, Gerónimo Valdés, ministro de Guerra, decidió en abril de 1835 trasladarse al frente del norte y hacerse cargo personalmente de la campaña. Zumalacárregui, tras las duras campañas realizadas durante el invierno, tanto en la batalla de Mendaza como en la de Arquijas y en las acciones desarrolladas en el Pirineo contra Espoz y Mina, dificultándole abastecerse de recursos que desde Madrid le eran propiciados pero que debía recoger en la frontera francesa, se había retirado con el grueso de sus fuerzas a los valles navarros de las Amescoas, Ega, Berrueza y Lana.

Al igual que en la mayoría de las acciones realizadas por Zumalacárregui, dado que éste tomaba como aliado al paisaje para poder hacer frente con sus exiguas tropas a las imponentes del enemigo, es preciso describir con detalle el terreno en el que se desarrolló esta acción.

Los valles de las Amescoas forman parte de los valles situados en la maraña montañosa existente entre las llanuras de Pamplona y Álava y la ribera del Ebro. Las Amescoas se conocen como Amescoa Alta y Baja. La Alta comienza a extenderse desde el alto de Contrasta hacia el este, entre la sierra de Andía al norte y la de Lóquiz al sur, con un recorrido oeste-este de unos 20 km y unos 4 km de anchura. Transcurrida esta distancia, el valle dobla hacia el sur, entre la sierra de Urbasa, prolongación hacia el sur de la de Andía, al este y la sierra de Lóquiz al oeste, formando la Amescoa Baja con un largo de unos 6 km. Luego el valle se ensancha, siguiendo la dirección sur pero llamándose a partir de aquí valle de Allín, llegando, tras otros 9 km de extensión y habiéndose unido al valle del Ega, a Estella.

Las sierras de Andía, Urbasa y Lóquiz tienen los lomos en gran parte llanos, estando cubiertos de pastizales y densas masas de bosque. Los bosques son de encinas, robles y carrascas, provistos de un denso sotobosque de brezos, enebros y acebos. Los bordes de estas sierras sobre las Amescoas son todos ellos rocosos, exentos de vegetación "...inmensos rollos que cuelgan de las rocas empotradas en las laderas de las montañas..." dice Henningsen. Desde la base de las rocas hasta el fondo del valle, las laderas están cubiertas de bosques aún más espesos que los que existen en las cumbres. Los accesos desde las Amescoas, todos ellos abiertos por la mano del hombre, trabajando la piedra, a las sierras son pocos y difíciles de superar. A los soldados carlistas, con su ropa y calzado de montaña y su escaso equipo y armamento, no les era difícil trepar por estas rocas, ya que sus paredes aunque casi verticales no tienen la superficie lisa, sino rota con hendiduras. Pero los soldados isabelinos estaban uniformados con chacó, pantalón largo, levita, zapatos, mochila, cartuchera, fusil, bayoneta y sable. Para ellos estas rocas eran imponentes murallas infranqueables.

Zumalacárregui utilizó preferentemente las Amescoas como guarnición de sus tropas, puesto que desde esta posición tenía excelente información de las tropas enemigas a través de su sistema de Aduaneros, de los movimientos que el enemigo realizaba desde sus fortificadas guarniciones entre Logroño-Pamplona, Logroño-Vitoria y Vitoria-Pamplona, y podía entorpecer en muy pocas horas, debido a la agilidad de movimiento en la que se basaba el operativo de sus batallones, las marchas de las lentas divisiones isabelinas.

La naturaleza no es pródiga para los humanos que la habitan: ''"En el estrecho y alargado valle se levantan ocho o diez pequeñas y pobres aldeas que producen, aproximadamente, lo suficiente para la alimentación de sus habitantes, con la excepción de garbanzos y lentejas, que son muy estimados en Navarra", informa Henningsen.

Aquí habían establecido los carlistas sus hospitales, tanto para hombres como para caballos. Los valles habían sido por ello invadidos una y otra vez por columnas isabelinas, pero Zumalacárregui rehuyó el combate en aquel paraje a fin de no dañar a los habitantes y sus bienes, abandonándolos inmediatamente al acercarse el enemigo, bien hacia el oeste, a los valles del Ega, Lana y de La Berrueza, bien hacia el noreste a los de la Ulzama y Borunda. Consiguió así que el valle fuese respetado por las tropas isabelinas que transitaron por él en su búsqueda, hasta principios de abril, cuando Luis Fernández de Córdova lo recorrió, asolándolo, causando grandes daños en los bienes de sus habitantes, tratando de hacer inhabitable la guarida carlista. Zumalacárregui se encontraba actuando en el norte de Navarra y al tener noticia de la incursión isabelina, marchó rápidamente a las Amescoas, pero los isabelinos ya las habían vuelto a abandonar. Henningsen narra: "A medida que pasábamos a través de las diferentes aldeas, siguiendo las huellas del ejército de la Reina, en todas partes se nos presentaban los vestigios de su salvaje venganza; tan pronto como empezamos a descender por el desfiladero, pudimos observar fuertes columnas de humo que se levantaban de cuatro o cinco aldeas."

El general Valdés llegó desde Madrid a Logroño el 14 de abril, marchando seguidamente a Vitoria, donde había ordenado reunirse las fuerzas disponibles en la zona. El menor de los Córdova recuerda: "...Vino al ejército Valdés sin fausto alguno ni séquito, con un solo criado y una pequeña maleta y sin caballos, uniformes ni armas. Él mismo no sabía dónde estaba el equipaje que le pertenecía. Tampoco traía dinero y nada en verdad necesitaba. De uno de los generales adquirió el sombrero, de otro el caballo que debía montar, de otros los cigarros, y la comida tomábamos en donde la había o sentíase con apetito.

El día 18 publicó Valdés un bando dedicado a los habitantes de las provincias vascas y Navarra:"...es preciso, es absolutamente indispensable para vuestro propio bien y para la tranquilidad de la Nación entera, de la que formáis parte, que termine de una vez para siempre esta guerra cruel y fratricida..." Ofreció también indulto a los que en un plazo de quince días abandonaban a Zumalacárregui pero acabó amenazando: "...entregaré a las llamas, sin reserva ni consideración de ninguna especie, todas las poblaciones de ciertos valles que sirven de refugio ordinario a los rebeldes y donde encuentran más recursos y criminal acogida, respetando, sin embargo, las personas y propiedades de sus habitantes, que encontrarán amparo y seguridad si se retiran a los pueblos donde haya guarnición o a las provincias pacíficas. Esta medida es dolorosa pero cuando el bien de la patria habla, deben callar todos los sentimientos humanos."

Movimientos del día 19-4-1835


El ejército isabelino, compuesto por 34 batallones, unas baterías de montaña, una de cohetes a la congreve (proyectil usado contra la caballería y que consistía en un tubo de hierro que disparaba cohetes con cabeza provista de carga explosiva), así como varios escuadrones de caballería, partió de Vitoria el 19 de abril, llegando al atardecer a Salvatierra. Eran unos 22.000 hombres.

Movimientos del día 20-4-1835

Al día siguiente partió el ejército isabelino hacia la vertiente norte de la sierra de Andía, que posee allí laderas que, aunque pendientes, permiten acceso sin dificultad por varios puertos, remontándolo por el de Olazagutía.

Tan pronto como Zumalacárregui fue informado del rumbo tomado por el enemigo, ordenó a los jefes de los batallones acantonados en los cercanos valles de Ega y Berrueza que se pusiesen inmediatamente en marcha hacia las Amescoas. Durante la noche fueron llegando a Eulate, en la Amescoa Alta, formando una tropa compuesta por los batallones 2º, 3º, 4º, 6º y 10º de Navarra, el de Guías de Navarra, el 1º de Castilla, el 1º de Álava y el único escuadrón de lanceros que habían conseguido crear. Eran unos 4.000 hombres.

Zarratiegui dice que :"...podía a la verdad haber aumentado algunos días antes estas fuerzas, pero las dificultades de mantenerlas en un país tan estéril y exhausto de todo, y la imposibilidad de maniobrar con soltura en un terreno tan angosto y desigual como lleno de obstáculos, le persuadieron que los diez batallones que hemos citado serían suficientes para hacer frente a los 32 de Valdés..."

En realidad, Zumalacárregui en ningún momento sopesó enfrentarse a Valdés en las Amescoas. Pensaba que éste únicamente quería manifestarle la potencia de la tropa de la que disponía, proponiéndole una vez más que entregase las armas, y en el caso de que Zumalacárregui no se aviniese a ello, mientras marchaba pausadamente por el valle a Estella, se limitaría a arrasar y saquear lo poco que había dejado indemne Luis Fernández de Córdova unas semanas antes.

Por la tarde llegó el ejército isabelino a Contrasta, asomándose a lo más alto del valle de las Amescoas. El jefe carlista Bruno Villarreal que con dos batallones vigilaba este terreno, se retiró, uniéndose al grueso de la tropa carlista en Eulate, quedando la tropa carlista compuesta por 5.000 hombres.

En la planicie que se extiende alrededor de las casas de Contrasta acampó el ejército isabelino. Fernando Fernández de Córdova lo recuerda: "Las tropas formaron en tres columnas profundas en orden paralelo, y a distancia de maniobra. Su frente abrazaba todo el valle de uno a otro lado. La caballería y artillería, convenientemente protegidas, ocupaban el centro. Avanzadas y escuchas bien colocadas cubrían al campamento. La noche, fría y oscura, hacía desear el fuego, y el general permitió se encendieran fogatas, que el soldado alumbró en gran número con la abundante leña de que disponía. Recuerdo que el aspecto del campamento fue deslumbrador e imponente. Mi batallón ocupó la cabeza de la columna del centro... los demás jefes y brigadieres estaban convenientemente repartidos y los cuerpos recibieron la orden de no moverse de sus posiciones respectivas, de guardar el mayor silencio y de no hacer fuego al enemigo sino a quemarropa, recibiéndolo con la bayoneta en caso de que se arrojara sobre nuestras filas. Mas el enemigo no dio señales de vida durante la noche, y contra su costumbre, no llegó a tirotear nuestras posiciones. Solo nos dio a conocer su inmediata presencia por una fogata encendida a nuestro frente a distancia de dos tiros de fusil, en el fondo y centro del valle..."

Allí, calentándose junto a la hoguera vista por el militar isabelino, se encontraba precisamente el capitán de lanceros carlistas Henningsen: "Envuelto en mi capote y delante de una gran fogata estaba yo, temblando de frío, pues era tan penetrante el viento que, o llevaba la llama y el calor hacia un lado, o repentinamente arrojaba sobre nuestras caras la llama y las chispas, dispersando a todo el grupo."

Movimientos del día 21-4-1835

Fernando Fernández de Córdova sigue relatando: "Amaneció y con la aurora del 21 se levantó el ejército a la señal de diana y los cuerpos más avanzados, así como los situados en los flancos y retaguardia, hicieron la descubierta reconociendo el territorio, que por lo espeso de los bosques y muchos accidentes era peligroso y muy necesario de explorar de cerca... Parecía aquel país un desierto y hubiéramos considerado el valle completamente abandonado, sin la presencia de algunos ganados extraviados y la multitud de ropa y efectos de casa y víveres y aun dinero que los soldados encontraban escondidos en los huecos de los árboles."''

Henningsen da respuesta a esta noticia: "Ahora que el segundo avance de Valdés se había anunciado, las aldeas quedaron enteramente desiertas. Todos los habitantes con sus familias, ganado, aves, muebles, se refugiaron en la sierra, huyendo delante de sus despojadores... aquellos artículos que no podían llevar consigo, los enterraban de tal modo que los cristinos, al llegar, se encontraban con los muros desnudos". Sigue contando Fernando Fernández de Córdova: "Zumalacárregui parecía querernos amedrentar con el silencio y con el aspecto imponente y singular de aquellos lugares solitarios. Ni un soldado, ni un habitante, ni ser alguno viviente se presentaba a nuestra vista ni al alcance de los anteojos dirigidos hacia todos los puntos del horizonte después de recorrer los terrenos inmediatos." El avance isabelino lo describe Henningsen desde el otro lado del frente: "A primera hora, Valdés avanzó en columnas cerradas por el valle; pero sólo podía marchar paso a paso, pues nosotros nos retirábamos a su vista. Alrededor de la mitad del batallón de Guías, desparramado en forma de tiradores sueltos, hacía que su avance fuera muy lento". Zumalacárregui abandonó Eulate cuando comenzó a acercarse Valdés y situó sus tropas más al fondo del valle.

A mediodía llegaron las avanzadillas de Valdés a Eulate y fue entonces cuando el jefe isabelino tomó una de las decisiones más incomprensibles que militar alguno tomara durante esta guerra: "Hice tomar posición en el valle a la división del general Córdova, con su izquierda apoyada en Eulate, en cuya disposición se mantuvo hasta que todas las demás tropas, desfilando por su retaguardia, subieron el puerto de Eulate, cuyo movimiento siguió después dicha división por medio de una bella operación de escalones."

Viendo Zumalacárregui que el enemigo abandonaba el valle y volvía a subir a la sierra de Andía por el pasillo abierto en las rocas de Eulate, pensó que Valdés, que hasta poco antes desconocía el paisaje en el que se había introducido con su enorme ejército, la dificultad de moverlo por él y la ausencia de intención carlista de ofrecerse a combatir, había decidido abandonar su objetivo, volviendo a Álava.

Tres horas tardó en subir a la sierra el ejército isabelino y tras ellos envió Zumalacárregui una partida para que observase su movimiento. Cuando poco después desde las alturas le llegaron los correos, informándole que Valdés no se dirigía por el lomo de la sierra hacia Álava, sino que marchaba hacia el este, el jefe carlista quedó desconcertado sobre lo que se proponía hacer Valdés, ya que marchando en esa dirección, tras una penosa travesía por la sierra, sólo podría llegar al cabo de dos días y dando un gran rodeo a Estella, o en tres a Pamplona.

Valdés explica lo que le ha ocurrido: "...siendo ya muy entrada la tarde y faltando absolutamente el agua en aquellas elevadas cimas, me vi en la absoluta precisión de dirigirme a acampar a las inmediaciones de la venta de Urbasa..." Duro es el paisaje de las sierras de Andía y Urbasa, pero el lugar más inhóspito es el que rodea la venta de Urbasa. Apenas hay tierra en el suelo, permitiendo que la roca rompa la fina capa de tierra, cubriendo gran parte del suelo; los pocos árboles que crecen lo hacen retorciéndose, buscando en el aire, en el sol, el alimento que niega la estéril tierra a sus raíces. La vista del musgo que cubre los troncos de estos árboles y el que cuelga de sus ramas es el más claro testimonio de la dureza de la estancia para el ser humano en este lugar. La situación la describe Fernando Fernández de Córdova: "Tuvimos que acampar también, formando un gran cuadro con la infantería desplegada en tres filas, una de las cuales debía permanecer sentada sin separarse ningún hombre de su puesto ni dejar las armas en la mano. Las otras dos filas podían descansar sin descomponer la formación ni abandonar tampoco los fusiles, aunque estuviesen acostadas. A retaguardia, y detrás de los batallones así dispuestos, situáronse algunos en masa como en reserva, y dentro del cuadro se confeccionaron los ranchos cerca de los regimientos respectivos."

El ejército acampó al aire libre, se prohibió hacer fuego y fumar y las cacerolas del rancho que se preparó estaban prácticamente vacías. El ejército isabelino, provisto siempre de muy escasas raciones, había salido de Vitoria con raciones para tres días. La primera la consumió en Salvatierra, pero en Contrasta, el hambre por un lado, y en la creencia de que al día siguiente llegarían lo más tarde al anochecer a Estella, les animó a consumir las dos raciones que les quedaban. Por ello, en la venta de Urbasa ya no les quedaba nada para comer y apenas había agua y la poca que se encontró se repartió de mala manera. Y también hacía mucho frío. Incluso los diez batallones carlistas cobijados en las aldeas en el valle sufrieron la dureza de la noche según confirma Henningsen: "...hacía un frío intenso, aun en el valle que estaba relativamente resguardado; el aguanieve, la nieve y la lluvia se sucedieron hasta la mañana." Aún más ocurrió en el campamento de la venta de Urbasa, según Zaratiegui, ya que Zumalacárregui mandó allá arriba a "...unos 200 tiradores, a fin de mantener con sus disparos toda la noche en vela al enemigo". Hecho que confirma el menor de los Córdova: "Cuando las fuerzas contrarias presumieron sin duda que las tropas rendidas por el sueño, habrían relajado la vigilancia en el campo, presentáronse algunas compañías enemigas en diferentes puntos para tirotearnos". Esta estratagema de importunar el sueño del enemigo, haciendo que unos pocos de sus hombres disparasen sobre su campamento, no dejando dormir a los que lo ocupaban, restándoles fuerzas para el siguiente día, era una de tantas tácticas que empleaba el genial general carlista para desmoralizar al enemigo.

La acción

Amaneció y en el campamento isabelino la banda de música del regimiento de la Guardia Real tocó diana y a los soldados se les dio el aguardiente al que tenían derecho cuando había previsto un enfrentamiento. Valdés dice: "A las seis de la mañana emprendí de nuevo mi movimiento, dominando como la víspera las cumbres. Mi intención era dirigirme a Estella porque la absoluta falta de subsistencias lo exigía; tanto más cuanto que mi objetivo principal estaba cumplido desde el día anterior en que había demostrado al enemigo que podía penetrar en las Amescoas y ocupar o destruir sus pueblos a mi placer, a pesar de la reunión de sus fuerzas. Con esta idea continué mi marcha al través de los intrincados bosques que cubren la expresada sierra."

En el fondo del valle, los carlistas, según Zaratiegui, también madrugaron: "Al rayar el alba, Zumalacárregui dio orden de que se tocasen durante largo rato las cornetas y cajas y se distribuyesen a las tropas el aguardiente acostumbrado en los días de combate; recorriendo en seguida las compañías y animándolas con algunos breves discursos. A las cinco de la mañana comenzó a establecer en varios puntos sus batallones y creyendo que los enemigos bajarían adonde él estaba por el puerto de Zudaire, que es el más ancho y suave, colocó 20 compañías por escalones."

Pero tampoco aquel día había de dejar de sorprender Valdés a Zumalacárregui con otra de sus inexplicables actuaciones, ya que ni bajó a las Amescoas por el relativamente cómodo puerto de Zudaire, pero ya de por sí muy peligroso para su ejército nada preparado para combatir en este paraje, ni atravesó el lomo de la sierra de Urbasa hacia el sureste para bajar por sus suaves pendientes al valle en el que se encuentra Abárzuza y seguir desde allí a Estella, sino que optó por continuar hacia el sur, caminando sobre la abrupta cresta de la sierra que se encumbra sobre la Amescoa Baja.

De la sorpresa de Zumalacárregui al verlo aún allá arriba, dice Zaratiegui: "Cerca de las ocho tuvo este orden una completa variación, porque en lugar de descender los contrarios por el citado puerto, se observó que iban pasando por el borde de la sierra hacia el de Artaza. Zumalacárregui, sorprendido al principio de tal movimiento, comprendió al fin que el tan formidable ejército no trataba ya más que de retirarse de su vista, rehuyendo el combate. Entonces, con la mayor resolución, tomó cuatro batallones y subió con ellos al puerto de Artaza. Al llegar a él, los cristinos empezaban a salir al descubierto desde el bosque que hay más elevado y en busca, a lo que luego se vio, del camino de Estella."

Zumalacárregui dejó el grueso de tropa en Zudaire y se llevó a Artaza tres batallones: el de Guías y los 4º y 6º de Navarra y el escuadrón de Lanceros de Navarra, fuerza que consideraba suficiente para cerrar el paso a los isabelinos en el puerto durante largo tiempo, ya que éste no es más que una breve cortadura en la muralla rocosa de la cresta, sin arriesgar el grueso de su tropa.

Una vez allí, cuenta Henningsen: "Aunque en las alturas brillaban abundantes las armas del enemigo, solamente podían bajar por este desfiladero, pues las murallas de roca hacían el paso imposible por cualquier otro lado. Cuando vimos la pequeña fuerza destinada a detener su paso y nos dimos cuenta de que, si ésta era vencida, el torrente que bajaría al valle nos traería segura destrucción a todos, no pudimos menos de mirar con ansiedad el resultado del choque."

Valdés confiesa: "Era la primera vez que yo pisaba aquel terreno, pero en medio de la falta de noticias y de la imposibilidad de un reconocimiento previo detenido, conocí la importancia de ocupar un elevadísimo peñasco que domina la salida del puerto y al que me dirigí a la cabeza de dos batallones a tiempo que ya los enemigos trepaban su cima." El peñasco que cita de nada le servía ocuparlo a no ser que hubiese conseguido subir allá arriba artillería de batir, fuerza de la que no disponía. Desde allí con sólo fuego de fusilería no podía asegurar la bajada de sus soldados al quedar demasiado distanciado el peñasco del puerto, ni a los carlistas se les habría ocurrido trepar al peñasco para ocuparlo, porque de nada tampoco les habría servido llegar allá arriba. Aquel peñasco sólo servía para tener una grandiosa vista sobre el paisaje en el que se iba a desarrollar el desastre del ejército isabelino.

Lo que hicieron los carlistas fue tomar posiciones a la salida del puerto, entre los árboles, con el batallón de Guías y el 4° de Navarra, mientras que el 6° quedaba algo más abajo, ya a la entrada del pueblo, donde acaba el arbolado y comienzan las praderas y las tierras de labor, como reserva junto con el escuadrón de caballería.

El batallón que mandaba Fernando Fernández de Córdova, el 2º batallón de Voluntarios de Aragón, había protagonizado en enero una revuelta en Madrid, ocupando la Casa de Correos, llegando a dar muerte al capitán general que intentaba apaciguarlos. El reglamento preveía que el batallón hubiera sido diezmado pero, temiendo revueltas de otras fuerzas acantonadas en la capital, se decidió enviarlo al frente. Allí sería empleado como fuerza de choque, es decir, sacrificado. Su batallón fue por ello el primero en tratar de abrirse paso en la brecha de Artaza y a medida que los soldados llegaban a tiro de los carlistas ocultos en la masa forestal, eran recibidos con las descargas enemigas, no pudiendo ponerse a cubierto, ya que los que venían detrás y que no sabían lo que ocurría delante de ellos, los empujaban. Su comandante dice: "...un inmenso pánico comenzó a dominar al batallón... impedíales volver la espalda lo estrecho del campo y los batallones que nos seguían". Los que iban consiguiendo salir, se desparramaban por la ladera, a los pies del peñasco en el que estaba Valdés, incapaz de cubrirles desde aquella inverosímil posición.

Durante cuatro horas contuvieron los dos batallones carlistas a los isabelinos. Al cabo de ellas "...el camino estaba tan lleno de muertos, que los cristinos no podían bajar sin pasar por encima de sus cadáveres", dice Henningsen.

El 4º batallón de Navarra, exhausto, ya casi sin municiones, fue relevado por el 6º pero éste, al ser su comandante herido de muerte nada más entrar en combate, se desmoralizó, cediendo sus posiciones, desbandándose cuesta abajo. Cuenta Henningsen que entonces: "En un instante, alrededor de 4.000 hombres se abrieron paso hacia abajo, y el 4º batallón, a causa de la huida del 6º, fue víctima de la mayor confusión y cedió. Todo esto tuvo lugar tan rápidamente que una carga nuestra, dado el número de los que se habían abierto camino hacia abajo, hubiera sido peor que inútil. A pesar de la firmeza de los Guías, yo pensé durante un momento que nos harían pedazos a todos."

Tomado por los cristinos el campo alrededor del pueblo, continuaron descendiendo hacia el fondo del valle nuevamente por una fuerte pendiente, también densamente poblada de árboles y arbustos, encontrándose tras ellos parapetados con los restos de los tres batallones comandados por Zumalacárregui. La caballería había sido enviada poco antes a bajar al fondo del valle y marchar desde allí en dirección de Zudaire.

La tierra de los campos de Artaza contiene mucha cal, lo que hace que con la humedad proveniente del deshielo en la sierra, al caminante se le pegan pesados terrones de tierra en su calzado. La infantería isabelina estaba provista de zapatos de cartón, recubiertos con una delgada capa de cuero, fabricados en Inglaterra donde el gobierno isabelino los adquiría para su ejército. En aquella marcha, los soldados isabelinos pronto quedaron descalzos y comenzaron a abandonar gran parte de su equipo para poder moverse más ágilmente por el bosque.

La oposición que pudo realizar Zumalacárregui con fuerzas tan mermadas duró poco, quedando separado de su retaguardia al lograr el grueso de las tropas de Valdés llegar al fondo del valle, interponiéndose entre él y las tropas que estaban en Zudaire. Aquí, en la retaguardia carlista, ignoraban lo que estaba ocurriendo en Artaza, por lo que Zaratiegui, con dos batallones, subió por el puerto de Zudaire a la sierra. Una vez arriba vio que allí abajo "...todo el ejército isabelino se dirigía hacia Estella...", aunque en lo alto de la sierra "...una división compuesta de seis o siete batallones que permanecía formada en columna cerrada a pocos pasos de allí, con el objetivo al parecer de cubrir su retaguardia. Luego que el primer batallón de Navarra que marchaba a la cabeza tomó posición en el alto del puerto, comenzó el ataque contra la división enemiga, la que, permaneciendo antes arma al brazo, viéndose acometida, opuso una gran resistencia..."

Cuando el grueso de las tropas de Valdés consiguió abrirse paso y llegar al fondo del valle, tomó el camino de Estella, mientras que su retaguardia continuaba en la sierra, conteniendo a Zaratiegui. La marcha por el valle continuó siendo muy penosa, puesto que la noche había llegado, el camino era estrecho y eran muchos los heridos que había que transportar, convirtiéndose la formación en una prolongada línea. El total desastre era inevitable, ya que, por un lado, Zumalacárregui fue con su gente por la ladera este con mayor rapidez que la columna enemiga, consiguiendo así emboscarse nuevamente en el paso de las Peñas de San Fausto, lugar en el que el valle queda muy encajonado. Aquí aguantó a las tropas de Valdés hasta que se le acabó la munición, cediendo finalmente el paso. Pero desde Zudaire se habían puesto en movimiento los dos batallones alaveses de Villarreal, acosando a la retaguardia isabelina que huía por el valle. La caballería carlista, a la que pertenecía Henningsen, participó en esta persecución "...picando la retaguardia hasta las diez de la noche. Cuando nos aproximamos a Estella... cerca de 3.000 fusiles fueron abandonados."

Fernando Fernández de Córdova dice que "...en la oscuridad de la noche alguno de los cuerpos formados por quintos y con oficiales ya de edad o faltos de experiencia, sin disciplina aquellos y sin rigor y serenidad éstos, perdieron la formación y se dispersaron, contribuyendo a introducir el desorden y confusión en muchos otros.". Su hermano Luis amplía la noticia: "...en aquella funesta tarde y noche, la 3ª división que yo mandaba no sólo rechazó los ataques del enemigo y conservó el orden más perfecto en medio del caos, preservándose del pánico general que había ganado a los demás cuerpos, sino que salvó a muchos de éstos que corrían a su perdición por el camino de la confusión y el desaliento; recogió la artillería abandonada en la marcha y sufrió sin responder el fuego con que en la oscuridad nos recibían nuestros mismos compañeros de armas, que dispersos y aterrados nos tomaron por enemigos, viéndonos marchar formados. Dar una idea de la confusión de aquella noche es imposible, pues el caos no se describe."

Tras él venía su hermano Fernando: "Mi batallón se encontró a retaguardia de todo el ejército y serían como las once de la noche cuando, considerando dificilísima mi llegada a Estella, donde habían entrado ya los primeros cuerpos de mi hermano, resolví tomar posición fuera del camino y esperar el día. Mas en aquellos momentos y cuando no se escuchaba ya el fuego enemigo y menos en verdad lo esperábamos, empezóse a oír un vivísimo tiroteo del lado de Estella, cuya dirección, por desdicha, demostraba que provenía de nuestras propias fuerzas, y que por éstas era también contestado. La oscuridad profunda de la noche, la confusión de la marcha y un pánico inexplicable que se apoderó de varios cuerpos del ejército dio origen a estas escenas lamentables, que costaron la vida a muchos bravos, sacrificados en la aspereza y lobreguez de aquellas sierras por sus propios hermanos de armas."

En la sierra, cerrada la noche, las dos retaguardias dejaron de enfrentarse, volviendo la carlista a Zudaire y la isabelina, cruzando con mucho sentido común el lomo de la sierra en dirección sureste, llegó a Abárzuza.
Consecuencias

Al iniciarse la guerra en octubre de 1833, los partidarios carlistas fueron considerados por el gobierno isabelino como personas facciosas, siendo fusiladas casi sin excepción. Por lo que las tropas carlistas también fusilaban a los prisioneros del ejército isabelino que hacían, por un lado, como represalia, por otro, al no disponer permanentemente de localidad alguna en sus manos a la que podían conducirlos. El hecho más sangriento de fusilamientos se realizó en Heredia.

La prensa británica informaba con gran detalle sobre la guerra civil que se desarrollaba en España, por lo que su gobierno decidió enviar a lord Elliot con la misión de obtener un acuerdo entre los contendientes con el que cesasen los fusilamientos. Lord Elliot llegó el 25 de abril de 1835 al valle de La Berrueza al que se había retirado Zumalacárregui desde las Amescoas, el cual aceptó inmediatamente el convenio propuesto con el que, básicamente, se acordaba respetar la vida de los prisioneros, respetar igualmente los lugares en los que se encontraban las prisiones y promover el canje. El emisario inglés se trasladó a Logroño, donde Valdés también firmó el convenio tres días después. Con la firma del convenio, el ejército carlista obtuvo una nueva victoria, ya que ahora era aceptado como ejército regular.

Tras el desastre de Artaza, Valdés se retiró con sus tropas a la orilla sur del Ebro y ordenó que prácticamente todas las guarniciones isabelinas mantenidas en el triángulo Logroño-Vitoria-Pamplona, así como las que existían entre Pamplona y la frontera francesa, fuesen evacuadas, ya que no era posible mantener contacto con ellas. Este hecho y la desaparición de tropas isabelinas importantes en Navarra, abrió el camino a Zumalacárregui para conquistar el País Vasco. Por el valle del Oria inició la conquista de Guipúzcoa, ocupándola en pocas semanas con excepción de las ciudades fortificadas de San Sebastián y Fuenterrabía y algún puerto de mar. Las guarniciones enemigas que encontró, o se rindieron o fueron conquistadas, consiguiendo así hacerse con una importante sección de artillería de batir de la que había carecido completamente hasta la fecha. Ocupó Éibar, una de las ciudades armeras más importantes de España, y el 2 de junio deshizo, en el alto de Descarga, ya camino de Vizcaya, la tropa isabelina que para detenerlo había sido enviada desde Bilbao al mando de Espartero. Siete días después pasó revista por última vez a su ahora poderoso ejército en Durango y el día 13 inició el sitio de Bilbao.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 20 Feb 2016 21:26

BATALLA DE ARANZUEQUE

Se denomina batalla de Aranzueque al enfrentamiento que tuvo lugar el día 19 de septiembre de 1837 en esta localidad alcarreña entre las tropas del pretendiente al trono de España, Carlos María Isidro de Borbón, contra las cristinas encabezadas por el general Baldomero Espartero durante la primera Guerra Carlista y en las que aquellos marchaban sobre Madrid.

Las fuerzas leales a la Reina Isabel II atacaron a las carlistas desde Alcalá provocando la huida del enemigo por la Alcarria hacia Aranzueque, donde llegaron cansados y faltos de víveres y munición. Espartero tomó la localidad el 19 de septiembre y colocó su artillería junto al atrio de la iglesia parroquial, el punto más elevado de la villa. Desde allí hostigó a los carlistas que intentaban cruzar al otro lado del río Tajuña por el puente de la localidad.

Según cuenta en sus memorias el barón Rahden, militar austriaco que luchó en el bando carlista, sólo la firme y serena intervención del Pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, evitó el pánico y la desbandada de sus tropas antes de cruzar el puente, aunque no pudo evitar la posterior huida desordenada en dirección a los cerros que rodean a Aranzueque por el sur y este.

Allí perdieron los carlistas más de 3.000 hombres entre prisioneros, huidos y rezagados y Ramón Cabrera, jefe de la caballería carlista, y enfrentado con el general en jefe de don Carlos, Vicente Moreno, al que acusaba de ineptitud militar, aprovecho el caos para regresar al Maestrazgo.

El grueso de la expedición carlista, rodeando hacia el noreste a través de Hueva, Tendilla y Brihuega, regresó a sus reductos del norte de España. Con esta acción fracasó definitivamente la llamada Expedición Real.

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