HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Rescoldo
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 15:05

ALMIRANTE D. BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA

Cojo, manco, y tuerto

Blas de Lezo nació en Pasajes, Guipúzcoa, el 3 de febrero de 1687, aunque aún existe controversia sobre el lugar y el año en que vino al mundo. «Las fuentes son confusas y señalan otro lugar posible de nacimiento y otra fecha dos años posterior, pero en lo que no hay duda es que es un marinero vasco que se convirtió en uno de los más grandes estrategas de la Armada española en toda su historia» determina Jesús María Ruiz Vidondo, doctor en historia militar, colaborador del GEES (Grupo de Estudios Estratégicos) y profesor del instituto de educación secundaria Elortzibar.

Su carrera militar empezó en 1704, siendo todavía un adolescente. En aquellos años, en España se sucedía una guerra entre la dinastía de los Austrias y Borbones por conseguir la corona tras la muerte del rey Carlos II, sin descendencia. «Blas de Lezo había estudiado en Francia cuando esta era aliada de España en la Guerra de Sucesión. Tenía 17 años cuando se enroló de guardiamarina al servicio de la escuadra francesa al mando del conde de Toulouse», destaca el historiador.

Ese mismo año se quedaría cojo. «La pierna la perdió en la batalla de Vélez-Málaga, la más importante de la Guerra de Sucesión, en la que se enfrentaron las escuadras anglo-holandesa y la franco-española» afirma Vidondo. «Fue una dura batalla en la que una bala de cañón se llevó la pierna izquierda de Blas de Lezo, pero él continuó en su puesto de combate. Después se le tuvo que amputar, sin anestesia, el miembro por debajo de la rodilla. Cuentan las crónicas que el muchacho no profirió un lamento durante la operación», cuenta Vidondo.
La pierna la perdió debido a una bala de cañón
Aunque el combate finalizó sin un vencedor claro, el marino comenzó a ser conocido por su heroicidad. «Blas de Lezo fue elogiado por el gran almirante francés por su intrepidez y serenidad y por su comportamiento se le ascendió a alférez de navío», explica el experto en historia militar.

El ojo lo perdió dos años más tarde, en la misma guerra, en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón mientras luchaba contra las tropas del príncipe Eugenio de Saboya. «En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla se le alojó en su ojo izquierdo, que explotó en el acto. Perdió así para siempre la vista del mismo, pero quiso continuar en el servicio y no abandonarlo» determina Vidondo. Sin duda la suerte no estaba de su lado, pero Lezo siguió adelante.

Finalmente, cuando tenía 26 años, el destino volvió a ser esquivo con este marino. «La Guerra de Sucesión había prácticamente finalizado en julio de 1713 con la firma de la paz con Gran Bretaña, pero Cataluña seguía en armas por los partidarios de la casa de Austria. El marino participó en varios combates y bombardeos a la plaza de Barcelona. En uno de ellos, el 11 de septiembre de 1714, se acercó demasiado a las defensas enemigas y recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho que le rompió varios tendones y le dejó manco para toda su vida», determina el experto. Así, y tras quedarse cojo, tuerto y sin mano, Blas de Lezo pasó a ser conocido como el «Almirante Patapalo» o el «Mediohombre». Su leyenda había comenzado.

Una vez finalizada la Guerra de Sucesión, Lezo se destacó por su servicio a España. Una de sus misiones más destacadas fue la que realizó en 1720 a bordo del galeón «Lanfranco». «Se le integró en una escuadra hispano-francesa al mando de Bartolomé de Urdazi con el cometido de acabar con los corsarios y piratas de los llamados Mares del Sur (Perú)», sentencia el historiador.

«Sus primeras operaciones fueron contra el corsario inglés John Clipperton. Éste logró evitarles y huir hacia Asia, donde fue capturado y ejecutado», finaliza el doctor en historia militar. Por esta y otras hazañas, el rey ascendió al «Almirante Patapalo» a teniente general en 1734. Sin embargo, su misión más difícil llegó cuando fue enviado a Cartagena de Indias (Colombia) como comandante general.
El mayor reto de Lezo

El mayor desafío de Blas de Lezo se sucedió sin duda en Colombia, donde tuvo que defender Cartagena de Indias (el centro del comercio americano y donde confluían las riquezas de las colonias españolas) de los ingleses, ansiosos de conquistar el territorio. En este caso, los británicos aprovecharon una afrenta a su imperio para intentar tomar la ciudad.

El pretexto fue el asalto a un buque británico. «En este contexto se produjo en 1738 la comparecencia de Robert Jenkins ante la Cámara de los Comunes, un contrabandista británico cuyo barco, el Rebecca, había sido apresado en abril de 1731 por un guarda costas español, que le confiscó su carga. La oposición parlamentaria y posteriormente la opinión pública sancionaron los incidentes como una ofensa al honor nacional», determina Vidondo. La excusa perfecta había llegado y se declaró la guerra a España.

Los preparativos se iniciaron, y los ingleses no escatimaron en gastos. «Para vengar la oreja de Jenkins Inglaterra armó toda una formidable flota jamás vista en la historia (a excepción de la utilizada en el desembarco de Normandía), al mando del Almirante inglés Edward Vernon. La armada estaba formada por 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses apoyados por 4.000 milicianos más de los EEUU, mandados éstos por Lawrence, hermanastro del Presidente Washington», afirma el experto en historia militar.
Los ingleses contaba con 195 navíos, 3.000 cañones y unos 25.000 ingleses
Por el contrario, Blas de Lezo no disponía de un gran número de soldados ni barcos para defender la ciudad. «Las defensas de Cartagena no pasaban de 3.000 hombres, 600 indios flecheros, más la marinería y tropa de infantería de marina de los seis navíos de guerra de los que disponía la ciudad: el Galicia (que era la nave Capitana), el San Felipe, el San Carlos, el África, el Dragón y el Conquistador. La proporción entre los españoles y los ingleses era de 1 español por cada 10 ingleses», explica Vidondo.

Pero, lo que tenía a su favor el «Almirante Patapalo» era un terreno que podía ser utilizado por un gran estratega como él. Y es que la entrada por mar a Cartagena de Indias sólo se podía llevar a cabo mediante dos estrechos accesos, conocidos como «bocachica» y «bocagrande». El primero, estaba defendido por dos fuertes (el de San Luis y el de San José) y el segundo por cuatro fuertes y un castillo (el de San Sebastián, el de Santa Cruz, el del Manzanillo, el de Santiago -el más alejado- y el castillo de San Felipe).

Lezo se preparó para la defensa, situó varios de sus buques en las dos entradas a las bahías y dio órdenes de que, en el caso de que se vieran superados, fueran hundidos para que no fueran apresados y para que sus restos impidieran la entrada de los navíos ingleses hasta Cartagena de Indias. La guerra había comenzado y el «Mediohombre» se preparó para la defensa.
Comienza la batalla

«El 13 de marzo de 1741 apareció la mayor flota de guerra que jamás surcara los mares hasta el desembarco de Normandía. Para el día 15 toda la armada enemiga se había desplegado en plan de cerco. Al comienzo se notó la superioridad británica y fáciles acciones les permitieron adueñarse de los alrededores de la ciudad fortificada», afirma Vidondo.

«La batalla comenzó en el mar. Tras comprobar que no podían acceder a la bahía, los ingleses comenzaron un bombardeo incesante contra los fuertes del puerto. Blas de Lezo apoyaba a los defensores con la artillería de sus navíos, que había colocado lo suficientemente cerca. Usaba bolas encadenadas, entre otras artimañas, para inutilizar los barcos ingleses», narra el historiador.
Lezo incendió sus buques para obstaculizar la entrada de los ingleses
Tras acabar con varias baterías de cañones, Vernon se dispuso a desembarcar algunos de sus hombres, que lograron tomar posiciones en tierra. «Luego, el inglés se dispuso a cañonear la fortaleza de San Luis de Bocachica día y noche durante dieciséis días, el promedio de fuego era de 62 grandes disparos por cada hora», determina el experto en historia militar. El bombardeo fue masivo y los españoles tuvieron que abandonar en los días sucesivos los fuertes de San José y Santa Cruz.

El ímpetu del ataque obligó al español a tomar una decisión dura: «Lezo incendió sus buques para obstruir el canal navegable de Bocachica, aunque el Galicia no prendió fuego a tiempo. Sin embargo, logró retrasar el avance inglés de forma considerable. Blas de Lezo decidió dar la orden de replegarse ante la superioridad ofensiva y la cantidad de bajas españolas», afirma Vidondo.

A su vez, en Bocagrande se siguió la misma táctica y se hundieron los dos únicos navíos que quedaban (el Dragón y el Conquistador) para dificultar la entrada del enemigo. «El sacrificio resultó en vano, pues los ingleses remolcaron el casco de uno de ellos antes de que se hundiera para restablecer el paso y desembarcaron», sentencia el experto. Las posiciones habían sido perdidas y los españoles se defendían en el fuerte de San Sebastián y Manzanillo. Además, como último baluarte, se encontraba el castillo de San Felipe.
Vernon se cree vencedor

Los ingleses habían conseguido acabar con varias fortalezas y asentarse en las bahías de Cartagena de Indias tras pasar los obstáculos puestos por los españoles. Sin duda, sentían la victoria cerca. «Vernon entró entonces triunfante en la bahía con su buque Almirante con las banderas desplegadas dando la batalla por ganada», narra el historiador.

Vernon envió en ese momento una corbeta a Inglaterra con un mensaje en el que anunciaba su gran victoria sobre los españoles. La noticia fue recibida con grandes festejos entre la población y, debido al júbilo, se mandó acuñar una moneda conmemorativa para recordar la gran victoria. En ella, se podía leer «El orgullo español humillado por Vernon» y. además, se apreciaba un grabado de Blas de Lezo arrodillado frente al inglés.
La victoria del «Mediohombre»

Vernon estaba decidido, la hora de la victoria había llegado. Por ello, quiso darle el broche final tomando el símbolo de la resistencia española: el castillo de San Felipe, donde resistían únicamente seis centenares de soldados, según cuenta el historiador. Sin embargo, el asalto desde el frente era un suicidio, por lo que el inglés se decidió a dar la vuelta a la fortaleza y asaltar por la espalda a los españoles. «Para ello atravesaron la selva, lo que provocó la muerte por enfermedad de cientos de soldados, pero al fin llegaron y Vernon ordenó el ataque», sentencia Vidondo.

Según narra el doctor en historia, el primer asalto inglés se hizo contra una entrada de la fortaleza y se saldó con la muerte de aproximadamente 1.500 soldados a manos de los 600 españoles que consiguieron resistir y defender su posición a pesar de la inferioridad numérica. Tras este ataque inicial, Vernon se desesperó ante la posibilidad de perder una batalla que parecía hasta hace pocas horas ganada de antemano. Finalmente, y en términos de Vidondo, el oficial ordenó una nueva embestida, aunque esta vez planeó que sus soldados usarían escalas para poder atacar directamente las murallas.

En la noche del 19 de abril los ingleses se organizaron en tres grupos para atacar San Felipe. «En frente de la formación iban los esclavos jamaicanos armados con un machete», explica el doctor en historia. Sin embargo, los asaltantes se llevaron una gran sorpresa: las escalas no eran lo suficientemente largas para alcanzar la parte superior de las murallas. «El ‘Almirante Patapalo’ había ordenado cavar un foso cerca de los muros para aumentar su altura y evitar el asalto», determina Vidondo. Los españoles aprovecharon entonces y acabaron con cientos de ingleses. La batalla acababa de dar un giro inesperado debido al ingenio de un solo hombre, o más bien, «Mediohombre».

Tras la derrota, Vernon maldijo a Lezo mientras huía
El día siguiente, según afirma el historiador, los españoles salieron de la fortaleza dispuestos a aprovechar el duro golpe psicológico que habían sufrido los ingleses. En primera línea corría Lezo, cargando al frente de la formación mientras sujetaba el arma con su único brazo. Finalmente, y tras una cruenta lucha, los menos de 600 defensores lograron que el enemigo se retirara y volviera a sus navíos. Ahora, y de forma definitiva, la victoria pertenecía a los soldados españoles y, por encima de todo, a un solo combatiente: el «Almirante Patapalo».

Después de esa batalla, se sucedieron una serie de intentos por parte de los ingleses de conquistar la plaza fuerte, pero fueron rechazados. «Vernon se retiró a sus barcos y ordenó un bombardeo masivo sobre la ciudad durante casi un mes, pero no sirvió de nada», determina el experto.

Finalmente, Vernon abandonó las aguas de Cartagena de Indias con, según los datos oficiales, unos 5.000 ingleses muertos. Sin embargo, según determina Vidondo, es difícil creer que la cifra sea tan baja, ya que el oficial tuvo que hundir varios navíos en su huída debido a que no tenía suficiente tripulación para manejarlos y no quería que cayesen en manos españolas. «Cada barco parecía un hospital», afirma el historiador.

De hecho, y según cuenta la leyenda, Vernon sentía tanto odio hacia el «Mediohombre» que, mientras se alejaba junto a su flota de vuelta a Inglaterra, gritó a los vientos «God damn you, Lezo!» (¡Que Dios te maldiga, Lezo!). Podía maldecir todo lo que quisiera, pero había sido derrotado.
La mentira del inglés

Además, según determina Vidondo, a Vernon todavía le quedaba un último mal trago: informar en Inglaterra de que la había perdido la batalla. Al llegar a su tierra, sin embargo, parece que no tuvo valor para dar a conocer la noticia públicamente, por lo que fue pasando el tiempo hasta que, finalmente, sus compatriotas descubrieron el engaño. Cuando salió a la luz, la vergüenza fue tan arrolladora para el país que se tomaron medidas más drásticas para acallar la gran derrota: «El rey Jorge II prohibió todo tipo de publicación sobre la batalla», finaliza Vidondo.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier: Gloria a los Heroes
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 22:50

Cabo de mar D. JOSE ALVARIÑO GABEIRAS

Cabo de mar del cazatorpedero Plutón.
Natural de la aldea de Fene, próxima a El Ferrol

Uno de los que murieron en el combate naval de Santiago de Cuba acontecido el tres de julio de 1898, enfrentado con la escuadra norteamericana del almirante Sampson y la española del almirante Cervera.

Sus restos fueron transportados de Cuba a España en noviembre de 1910, por el vapor correo Monserrat. Fueron trasladados al cementerio de San Fernando, recibiendo allí sepultura.

Se tramitó el expediente incoado por Real decreto del once de noviembre de 1898 y por Real orden del veinte de junio de 1900, el erigir un mausoleo en el Panteón, para perpetuar y honrar, a los caídos en aquel combate.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier: Gloria a los que dieron su vida por España
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 22:56

PRIMER CONTRAMAESTRE D. JOSE FERNANDEZ ACEVEDO

Primer Contramaestre graduado de Alférez de Fragata José Fernández Acevedo, quien ante la sublevación militar de la Infantería Militar Indígena en Manila el 20 de enero de 1872 se distinguió por su patriótico y generoso esfuerzo en la defensa de los intereses españoles, cayendo muerto en el asalto a las murallas del castillo de la Plaza de Cavite tomadas por las fuerzas sublevadas. Este episodio sirvió para que el nombre del Primer Contramaestre Fernández Acevedo quedase inscrito en el Panteón de Marinos Ilustres.

La Armada Española dio su nombre a un patrullero, el P-15,que ya fue retirado del servicio.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 23:03

CLAUDE FRANCOIS RENARD DE FUCHSEMBERG, CONDE AMBLIMONT

En el Panteón de Marinos Ilustres hay una lápida dedicada a la memoria del Jefe de Escuadra Claude Francois Renard de Fuchsemberg, Conde de Amblimont, perteneciente a la Marina francesa, que se incorporó a la Armada Española en noviembre de 1791, cuando su país era azotado por la revolución.

El Conde de Amblimont falleció heroicamente a bordo del navío Conde de Regla, en el combate de Cabo San Vicente el 14 de febrero de 1797.

Poco conocida es la vida militar de este personaje que sólo permaneció media docena de años al servicio de España, los últimos de su vida, por lo que pasamos a describirla.

De guardiamarina realizó una campaña en las Antillas en 1753. En 1755 efectuó una segunda ya como alférez de navío, empleo al que había sido ascendido en 23 de mayo de 1754. El 17 de julio siguiente contrae matrimonio con una joven de la nobleza francesa, Anne Marie Chaumont Guitry. La boda se celebró en Cachan, en la capilla del castillo del duque de la Force, pariente de la desposada, asistiendo los reyes a la ceremonia.

Como alférez de navío embarcaría Fuchsemberg en el Due de Bourgogne de la escuadra del teniente general Enmanuel Auguste Dobois de la Motte. Ya en esta época es conocido por su aptitud para el mando y habilidad en la maniobra. En 1759 manda el guardacostas Sardoine con base en Rochefort. Es ascendido a teniente de navío el 2 de agosto de 1760. En 1762 manda la corbeta Etourdie y al año siguiente la Héroine. En diciembre de 1764 es ascendido a capitán de fragata. En 1766 pasa a mandar la fragata Dedaigneuse con base en Santo Domingo y en 1770 la fragata Jourterelle, en la Martinica. El 18 de febrero de 1772 es ascendido a capitán de navío.

En 1776 toma el mando de la fragata Diligent de la flota de evoluciones del Jefe de Escuadra Louis Charles Duchaffault de Besné.

A principios de 1778 manda el navío Artesien. El 8 de julio de dicho año varias unidades de la Armada zarpan de Brest. Amblimont va al mando del navío Vengueur. El día 24, navegando en unión de las fragatas La Belle Poule y Sensible, se perciben unos cañonazos. Acercándose al lugar de donde provienen, presencia a un corsario inglés de doce cañones, el Saint Peter, que se ha apoderado del Aquilon, navío francés de la compañía de Indias, que procedía de Chandernagor y que iba cargado de valiosas mercancías. Amblimont lo libera, apresando al corsaño. Con este motivo emite el siguiente parte al Ministro de Marina: "He devuelto el navío a su capitán, era bastante interesante por su cargamento, lo he custodiado hasta Lorent, al mismo tiempo que al corsario inglés con unos doscientos prisioneros, quedando ambos amarrados".

El día 27 de julio toma parte en la batalla de Ouessant contra los británicos. El 13 de agosto siguiente tiene un encuentro con el navío inglés de setenta y cuatro cañones Warwick; el Vengueur tiene también setenta y cuatro, sin embargo el inglés rehúsa el combate y huye, siendo perseguido por el buque francés que no logra alcanzarle.

En 1779 ya de brigadier, manda el Hércules formando parte de la escuadra del almirante Louis Guilleouet, conde de Orvilliers compuesta de 28 navíos, 2 fragatas y 10 embarcaciones menores. Esta flota, que zarpó de Brest el 3 de junio, habría de unirse con las escuadras españolas procedentes de Cádiz bajo el mando de don Luis de Córdoba y de la de Ferrol, mandada por don Antonio de Arce, que contaban con un total de 39 navíos, 9 fragatas y 6 embarcaciones menores. El teniente general Córdoba, que salió de Cádiz el 23 de junio, asumió el mando de las flotas españolas. La escuadra combinada había de enfrentarse a la inglesa con ocasión de declararse la ruptura de relaciones con Inglaterra, pero, debido a los vientos huracanados contrarios que encontró en las costas inglesas, no tuvo más remedio que desistir del propósito, separándose ambas escuadras, que regresaron a sus puertos de procedencia.

En abril de 1780 Amblimont pasa a la Flota de las Antillas a las órdenes del teniente general Lue Urbain Bauxie, conde de Guichen. Se distingue en tres duros combates contra la escuadra del almirante británico George Brygden Rodney, los días 17 de abril, y 19 de mayo, el primero en el canal de la Dominica y los otros dos cerca de Santa Lucía. En septiembre de 1781, el Rey le da el mando del navío Brave, recién salido de los astilleros de Rochefort y cuya terminación vigila él mismo, incorporándose el 25 de noviembre siguiente a la escuadra del conde de Guichen. Posteriormente, en unión del navío Triomphant que manda Luis Felipe Rigaud, conde de Vaudreil (hijo) pasa a formar parle de la escuadra del teniente general Francois Joseph Paul Grasse Tilly, en las Antillas, siendo el 12 de abril de 1782 atacada y vencida por el almirante Rodney. Amblimont se encuentra entre los prisioneros que son conducidos a Sainttes.

Después de veintidós meses de campaña, Amblimont regresa a Francia. E1 19 de enero de 1783 su hija Beatriz contrae matrimonio con el alférez de navío conde de Lage de Volude. En el acta matrimonial firmaron los monarcas y miembros de la Casa Real.

Durante una temporada de descanso en su casa de campo de Saint Ford en Gironda, en la que había transcurrido la mayor parte de su infancia, inicia su obra "Compendio de Táctica Naval o tratado sobre las evoluciones, las señales y los movimientos de guerra". En su introducción presenta así la obra: "El deseo de ser útil a mi Patria y de dar al Rey pruebas de mi celo para su servicio, me ha hecho recopilar todas las ideas que me ocupaban desde hace tiempo sobre la Táctica Naval y he tratado de darles la mayor claridad posible. Lo he dividido en tres partes. La primera estará compuesta de las órdenes de marcha, la batalla y su desarrollo; la segunda estará compuesta de las señales que son más propias a la ejecución de esas órdenes; y la tercera de los movimientos de guerra y sus desarrollos. Acabada la obra en 1787, es presentada al Monarca que la recibe con interés, siendo impresa en París.

Esta obra fue citada como referencia en el "Tratado de señales de día y de noche e hipótesis de ataques y defensas", dispuesto por el Estado Mayor de la Armada, editado en 1804 por la Armada Española en la Imprenta Real de Marina.

El 20 de agosto de 1784 habla sido promovido a Jefe de Escuadra y encontrándose sin destino, en enero de 1792 debido a la reorganización de la Marina, es nombrado contralmirante. Pero Amblimont, que está en desacuerdo con la revolución que azota a su patria, consigue en 1795 de la condesa de Montijo, por mediación de su hija Beatriz, ser agregado a la Marina Real española. Se pone con ilusión al servicio de Carlos IV, según dijo "para combatir a los ingleses y seguir sirviendo a la causa de mi patria, sintiéndome complacido en estar a las órdenes de un descendiente del Rey Sol". Se le concede la nacionalidad española y el título de conde de Amblimont, reconociéndosele el empleo de Jefe de Escuadra. Por herencia poseía el título francés de Marqués de Amblimont.

El primero de febrero de 1797 zarpa de Cartagena la flota mandada por el teniente general don José de Córdoba Ramos. Amblimont a bordo del navío Conde de Regla que manda el capitán de navío don Jerónimo Bravo, desempeña el mando de una división. El día 14 a la altura de Cabo San Vicente, se encuentra a la escuadra inglesa del almirante John Jervis. Los pormenores del combate son de sobra conocidos. Una bala de cañón parte en dos el cuerpo de Amblimont que, tras recibir los honores de ordenanza, envuelto en una bandera española es lanzado al mar. El Conde de Regla fue uno de los buques que mejor se batieron.

El teniente general don Juan de Lángara pudo decir de este general de Carlos IV: "El general Amblimont deja a la Marina Española el recuerdo de un jefe de talento y de un soldado sin igual. Me gusta pensar que su figura brillará en los anales de nuestra Armada con gloria y honor".

Por R.0. de 5 de noviembre de 1879, la Armada dispuso la colocación de una lápida a la memoria de este Jefe de Escuadra, Caballero de San Luis y San Lázaro, en el Panteón de Marinos Ilustres

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 23:07

JUAN BAUTISTA ANTEQUERA Y BOBADILLA

Juan Bautista Antequera y Bobadilla fue un militar y político español, Vicealmirante de la Armada Española. Nacido en San Cristóbal de La Laguna, Tenerife, el 1 de junio de 1823 y fallecido en Alhama de Murcia (Murcia) en 1890.

Sentó plaza de Guardiamarina en 1838. Se distinguió en los sitios de las sublevadas Alicante y Cartagena, por lo que le fue concedida la Cruz de San Fernando. Al mando del bergantín Galiano en La Habana luchó contra las expediciones piratas. En la guerra de África, en 1859, tomó parte en los combates de Río Martín, Larache y Arcila, siéndole concedido por su comportamiento el empleo de Coronel de Infantería de marina. Durante la Guerra Hispano-Sudamericana de 1865, tomó el mando de la fragata blindada Numancia a las órdenes del Almirante Casto Méndez Núñez asistiendo al bombardeo de Valparaíso y al combate del Callao. Efectuó con su buque el viaje de circunnavegación a la tierra.

Ya con el empleo de Contralmirante, fue nombrado Comandante General del Apostadero de Filipinas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 22 Jun 2015 23:12

FRANCISCO ARMERO Y FERNANDEZ DE PEÑARANDA

Militar y estadista español nacido en Fuentes de Andalucía, Sevilla, el 3 de mayo de 1804 y muerto en Sevilla el 1 de julio de 1866.

Tras cursar estudios en Cádiz, inició su carrera militar en aquel como guardiamarina. En 1823 participó en la defensa de Cádiz y a continuación, se embarcó en el bergantín Aquiles, con el que se dirigió a América con el objeto de cumplir una misión reservada. A la vuelta, desembarcó en Filipinas y no regresó a Cádiz hasta noviembre de 1825. En 1830 formó parte de una comisión española encargada de evaluar y estudiar la situación de la campaña de Argel.

Participó en la guerra carlista (véase carlismo) en el trascurso de la cual se distinguió el sitio de Bilbao, además de por otras acciones de guerra que le valieron ascensos y condecoraciones. En 1838 fue elegido diputado a Cortes por Sevilla. En enero de 1840 obtuvo el ascenso a brigadier. Dirigió la lucha contra la resistencia carlista en Cataluña. En 1841 se vio involucrado en el proceso celebrado contra los generales Sanz y Palarea, sentencia que le fue desfavorable ya que se le detuvo y todos los papeles encontrados en su casa fueron embargados.

En el mes de mayo de 1844, ocupó el cargo de ministro de Marina, Gobernación y Comercio; simultáneamente estuvo empleado como capitán general de Madrid hasta que, en 1847, cesó en el Ministerio.

En 1848 fue nombrado comandante general de La Habana. Fue el responsable de la fundación en 1855 del colegio Naval de San Fernando. En febrero 1856 desempeñó el empleo de capitán general de la Armada y, en octubre del año siguiente, ocupó la presidencia del gobierno, aunque fue cesado en enero de 1858. En febrero de 1864 se le concedió el título de marqués del Nervión, de grandeza de España. Entre septiembre de 1864 y junio siguiente, fue ministro de Marina por quinta vez.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 13:58

Magníficos aportes.
Tal y como militares de origen extranjero se labraron una esplendida reputación sirviendo bajo nuestras banderas, lo mismo hicieron militares españoles sirviendo en otros países, uno de los mejores ejemplos de ello fue José de Ribas, quien sirvió en la Rusia zarista, conquistando y construyendo a una de las ciudades que es el alma mater de los rusos: Odessa.

José de Ribas y Boyons (Nápoles, Reino de Nápoles, 6 de junio de 1749 (en su tumba figura 1750) – San Petersburgo, Rusia, 2 de diciembre de 1800), conocido en Rusia como Iósif Mijáilovich Deribás (Иосиф Михайлович Дерибас), fue un marino hispano–ruso que llegó a almirante de la Armada rusa. Es el fundador de la ciudad de Odesa (actual Ucrania).

Nació en la capital del Reino de Nápoles (vinculado dinásticamente al de España) en el seno de una familia noble procedente de Cataluña (España). Su padre, el barcelonés Miguel de Ribas, funcionario de la Corte española, se había trasladado al país al servicio de Carlos VII (futuro Carlos III de España) después de la Guerra de Sucesión Española.

Ingresó en el ejército napolitano a los 16 años. A los veinte, ya mayor del ejército, dio un giro su vida, al ser presentado en Livorno al Conde Alekséi Orlov, hermano del amante de la emperatriz Catalina la Grande Grigori Orlov, que lo tomó a su servicio como ayudante e intérprete. Durante su viaje hacia Rusia, participó en la batalla naval de Chesme (Guerra ruso-turca (1768-1774)), en la que la flota rusa hundió a la otomana.

Llegó a Rusia en 1772 y se alistó en el Cuerpo de Cadetes de Tierra, con el rango de capitán. El hecho de que siempre se considerara español queda de manifiesto en el documento de inscripción en el cuerpo, donde se le nombra como iz ispánskij dvorián o «miembro de la nobleza española». En San Petersburgo toma contacto con el Ministro de construcciones de la emperatriz Catalina, Iván Ivánovich Betskói y con su hija ilegítima Anastasía Ivánovna Sokolova, con la que se casaría tres años después. La boda se celebró en el palacio de Tsárskoye Seló, con la presencia de la zarina, que posteriormente se convertiría en madrina de las dos hijas del matrimonio, Sofía y Anna.

En 1783, más de nueve años después de su llegada a San Petersburgo, entró al servicio del nuevo favorito de la zarina, el Príncipe Grigori Potemkin, con el que viajó al sur de Ucrania. Ascendido a coronel y posteriormente a brigadier, ayudó a Potiomkin a conquistar para Rusia la península de Crimea, a construir la nueva Flota del Mar Negro y su puerto base, Sebastopol. Reanudada la guerra con Turquía (Guerra ruso-turca (1787-1792)), tuvo una brillante actuación en la batalla naval del estuario del Dniéper, gracias a la cual le fue concedido el mando de la recién creada flotilla de remos del Mar Negro, la mitad de cuyos efectivos estaba compuesta por cosacos. Con estos hombres participó en el asedio a la fortaleza de Ochákov, tomando la isla Berezán, lo que le valió el ascenso a general mayor.
En el otoño de 1789 inició una operación nocturna, durante la cual tomó la población de Jadzhibéy y la fortaleza costera de Yení Dunyá. Ribas era consciente de las posibilidades de esta bahía para la construcción de un puerto militar, y allí fue donde más tarde levantó la ciudad de Odesa.

Al año siguiente tuvo lugar su mayor triunfo, al conseguir la toma de la fortaleza de Ismail, que había sido reforzada por ingenieros franceses y alemanes y se consideraba inexpugnable. Ribas condujo su flotilla a través de la desembocadura del Danubio y remontó el río hasta la fortaleza, dejando en su camino más de un centenar de naves turcas destruidas o capturadas. Creyendo en la posibilidad de tomarla al asalto, efectuó un plan para lograrlo. Sin embargo, el consejo presidido por el teniente general Iván Gudóvich decidió levantar el cerco y retirarse. Ribas envió cartas a Potemkin que lo convencieron de enviarle a su camarada de armas, el general Aleksandr Suvórov. Con su ayuda y la de nueve columnas asaltaron la fortaleza, tomándola en una de las mayores masacres del siglo, lo que le valió ser considerado parte del selecto círculo de las águilas de Catalina.
En 1792 firmó el Tratado de Jassy como uno de los tres plenipotenciarios designados por Potemkin ante el Imperio otomano para firmar la paz. En él se cedía a Rusia toda la orilla norte del mar Negro. En un decreto personal, Catalina le encomienda la construcción de lo que pasaría a ser Odesa, lo que lograría en el tiempo récord de dos años.

En 1794 fue nombrado gobernador de Odesa. Los primeros y escasos habitantes fueron cosacos. Para atraer nuevos pobladores, Ribas declaró que los que se establecieran en Odesa no pagarían impuestos y se les darían tierras para construir sus casas. En 1799 la ciudad ya contaba con más de 4.500 habitantes y con el tiempo se convirtió en uno de los puertos más importantes del Mar Negro.

También comenzó la construcción de la Flota rusa del Mar Negro. Esto levantó suspicacias entre la oficialidad de la Armada rusa que objetó ante la zarina lo insólito de que un militar del Ejército de Tierra estuviese al frente de una flota. Catalina comprendió que la queja era acertada y prometió solucionar el problema: Ribas fue nombrado contralmirante y posteriormente vicealmirante.

A la muerte de la emperatriz Catalina y el acceso al trono de su hijo Pablo I, Ribas fue llamado por éste a San Petersburgo para ser sometido a proceso por supuestas malversaciones en la fundación de Odesa. En la capital, Ribas logró granjearse la confianza del Zar, por lo que los cargos fueron desestimados y sus propiedades y honores, restituidos. Sin embargo, Pablo I lo retuvo en la Corte, nunca volvió a Odesa.

Una de las iniciativas del nuevo zar fue la creación del Ministerio de Montes.
La atmósfera en la Corte estaba enrarecida debido al difícil carácter de Pablo I, junto al hecho de que José de Ribas con el paso de los años y el cambio de corona fue perdiendo gran parte de sus amistades y cada vez estaba en peor situación. Fue víctima de conspiraciones palaciegas que lograron que fuera apartado de sus cargos en marzo de 1800. A raíz de esta destitución, contactó con los círculos de descontentos de la errática política de Pablo I y conspiró, junto con el vicecanciller Nikita Panin y el gobernador de San Petersburgo Peter Ludwig von der Pahlen para dar un golpe de estado que pusiera en el poder al gran príncipe Alejandro, el heredero; pero estos planes se frustraron por la enfermedad que lo afligió, unas fiebres crónicas de las que se había contagiado en campaña, falleciendo el 2 de diciembre de 1800. Muchas fuentes coinciden en manifestar que fue envenenado por von Pahlen, ante el temor de éste de que en su delirio revelara los planes golpistas. Está enterrado en el cementerio luterano Smolénskoe de San Petersburgo ubicado en la Isla de los Decembristas.
La calle principal de Odesa, bien conocida en todo el mundo rusohablante, honra al almirante Ribas desde 1811, denominada como Deribásovskaya (ru:Дерибасовская улица) en su honor. El gobierno soviético intentó en varias ocasiones cambiar el nombre de la calle, en 1920 a Ferdinand Lassalle, protagonista del movimiento obrero alemán, y a Valeri Chkálov (en:Valery Chkalov), famoso aviador de pruebas, héroe de la Unión Soviética, en 1938. Pero los "odesitas" se opusieron una y otra vez hasta que en 1941 volvió a su nombre original. Con motivo del 200 aniversario de la fundación de Odesa, en 1994, la ciudad le dedicó una estatua de bronce ubicada al principio de la calle que lleva su nombre. El autor de la misma es el escultor odesita Aleksandr Knyázik. En la estatua, el fundador José de Ribas figura con una pala en una mano y un plano en la otra. Otra referencia al insigne fundador está señalada en el monumento que hay en honor de la emperatriz Catalina II, en la plaza Katerýninskaya; en la que en una de las figuras que adornan el pedestal hay un nombre de connotaciones netamente españolas a pesar de estar escrito en cirílico: Vicealmirante I.M. De-Ribas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 14:15

Bernardo de Gálvez y Madrid, I conde de Gálvez y vizconde de Galvestón (Macharaviaya, Málaga, 23 de julio de 1746-Tacubaya, México, 30 de noviembre de 1786) fue un militar y político español, héroe de Pensacola, ciudadano honorario de los Estados Unidos de América1 e hijo de otro militar, Matías de Gálvez y Gallardo.

Bernardo de Gálvez nació en Macharaviaya, un pueblo de montaña situado hoy en la provincia de Málaga, España, el 23 de julio de 1746. Estudió la carrera militar en la Academia de Ávila y con la edad de 16 años participó en la guerra contra Portugal, donde alcanzó el grado de teniente. Llegó a Nueva España en 1762 como capitán del Ejército Real, y llevó a cabo una campaña contra los apaches, aliado con los indígenas ópatas. Recibió múltiples heridas, algunas muy serias. En 1770 ya había conseguido el grado de comandante de Armas de Nueva Vizcaya y Sonora, provincias del norte de Nueva España, actualmente Nuevo México.

En 1772, en compañía de su tío José de Gálvez vuelve a la Península Ibérica y es destinado a Pau (Francia) con el regimiento de Cantabria, donde aprende a hablar francés, que le sería muy útil después, en la Luisiana. Destinado a Sevilla en 1775, participa en la desastrosa expedición contra Argel de 1775 capitaneada por Alejandro O'Reilly donde, durante la conquista del fuerte que defendía la ciudad, es gravemente herido de nuevo. Ese mismo año consigue el ascenso a teniente coronel y llega a ser profesor en la Academia de Ávila.

En 1776 es designado gobernador interino de la Luisiana Occidental, cedida en 1763 por Francia a España, en compensación por la cesión de La Florida a Inglaterra tras la guerra de los Siete Años. Su primer objetivo fue perseguir el contrabando inglés y favorecer el comercio con Francia y el libre tráfico con Cuba y Yucatán.

En 1777 casa con doña Mª Feliciana Saint-Maxent, joven viuda criolla luisianense, con la que tuvo tres hijos: Miguel, Matilde y Guadalupe. Ella tenía una hija de su matrimonio anterior, Adelaide, a quien Bernardo siempre estimó como propia.

Durante su administración funda la ciudad de Gálvezton (actualmente Galveston) en 1778.
España apoyó desde el principio la guerra de Independencia de los Estados Unidos mediante Bernardo de Gálvez, quien negoció directamente con Thomas Jefferson, Patrick Henry, Oliver Pollock y Charles Henry Lee. Gálvez bloqueó el puerto de Nueva Orleans para que los navíos británicos no pudiesen utilizar el río Misisipi y también facilitó el tránsito de los rebeldes americanos a través de todo el territorio al sur de la zona de guerra, ayudando al envío de armas y municiones destinadas a las tropas americanas de George Washington y George Rogers Clark.
En 1779 el capitán general de la Luisiana española asaltó las guarniciones inglesas de la Luisiana Oriental: Manchac, sin una sola baja, Baton Rouge y Natchez liberando la cuenca baja del río Mississipi de fuerzas inglesas que pudieran hostigar su capital, Nueva Orleans.

En 1781, aprovechando la mayor velocidad de los correos marítimos españoles, es informado de un nuevo comienzo de hostilidades entre España e Inglaterra. Toma las plazas de Mobila y Panzacola. Poco tiempo después, Gálvez se apoderó de la isla Nueva Providencia en las Bahamas, abortando el último plan británico de resistencia, con lo que mantuvo el dominio español sobre el Caribe y aceleró el triunfo de las armas norteamericanas. Siendo Jamaica el último reducto inglés de importancia en el Caribe, Gálvez se dispuso a organizar un desembarco sobre la isla y sumarla a los territorios bajo soberanía española, pero en mitad de los preparativos lo sorprendió el fin de la guerra.

La consecuencia para España fue la recuperación de las dos Floridas (Florida Occidental y Florida Oriental), lo que hizo que los ingleses se quedaran sin plazas en el golfo de México, exceptuando la isla de Jamaica. Por la recuperación de la Florida Occidental fue recompensado con los grados de mariscal de campo y teniente general-gobernador del territorio conquistado. El rey Carlos III le concedió el título de conde de Gálvez, y le permitió incluir en sus armas el lema: Yo solo, en reconocimiento por la toma de Pensacola.

Su intervención se consideró tan decisiva para el triunfo de las tropas americanas que durante la parada militar del 4 de julio, desfiló a la derecha del mismísimo George Washington en reconocimiento a su labor y apoyo a la causa americana.
Oficialmente se confirmaría la vuelta al gobierno español de las dos Floridas en el Tratado de Versalles (1783). Esta actuación le valió el grado de teniente general y en 1783 los títulos de vizconde de Gálvezton y conde de Gálvez. Ese mismo año regresa a España, pero vuelve a las Indias el año siguiente, como gobernador y capitán general de Cuba. Al poco tiempo de estar en La Habana, fallece su padre, Matías de Gálvez y Gallardo (17 de junio de 1785), virrey de Nueva España, y es promovido a virrey, cargo del que toma posesión el 17 de junio de 1785, pero muere en Tacubaya, el 30 de noviembre de 1786, se sospecha que envenenado.

Entre las muchas cosas que hizo durante su corto mandato como virrey (iluminación de calles, proseguir las obras del palacio de Chapultepec, destinar a beneficencia el 16 % del producto de la Real Lotería y otros fondos de multas) destaca su apoyo a la ciencia, como corresponde a un hijo de la Ilustración, patrocinando la expedición de Martín de Sessé y Vicente Cervantes, que llevó a España un completísimo catálogo de diversas especies de plantas, aves y peces.

Sus restos fueron trasladados hasta la capital y reposan en la iglesia de San Fernando en la Ciudad de México.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 16:58

BATALLA DE BATON ROUGE
La batalla de Baton Rouge fue una importante victoria española en septiembre de 1779 durante la Revolución estadounidense. Baton Rouge fue el segundo enclave británico en caer en manos hispanas durante la campaña de Bernardo de Gálvez hacia el Oeste de la Florida.

Avanzando con sus tropas desde Fort Bute, Gálvez llegó a Baton Rouge el 20 de septiembre descubriendo una plaza bien fortificada que contaba con alrededor de 300 soldados regulares. A tiro de la artillería de la fortaleza, era impracticable el uso frontal de la propia artillería para avanzar sobre la ciudad; dada la situación Gálvez se dispuso a hacer una treta al enemigo desde un bosque cercano situado al norte, alarmando a la ciudad desde allí. Los británicos giraron las armas y lanzaron andanadas hacia esa zona; por su parte los españoles cubiertos por el abundante follaje de los árboles, solo sufrieron tres bajas. Mientras tanto, ingenieros y zapadores de Gálvez crearon una línea de trincheras y establecieron zonas de tiro seguras. Entonces decidió movilizar sus efectivos nuevamente hacia el fuerte.

Los británicos resistieron tres horas de feroz lucha y finalmente se rindieron. Los términos de la capitulación establecidos por Gálvez incluían también la rendición de los 80 infantes regulares del cercano Fort Panmure, hoy día Natchez. De esta forma se despejaba completamente el estuario del Misisipi de fuerzas inglesas, poniendo el gran curso navegable del río bajo control aliado. La victoria española permitió que, pocos días más tarde, los soldados de los Estados Unidos pudieran navegar hacia el lago Pontchartrain con su bendición y expulsar a las fuerzas británicas restantes de sus aguas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 16:59

TOMA DE FORT BUTE
La Captura de Fort Bute desarrollada en Manchac, Luisiana (actual EE. UU.), señaló el inicio de la intervención española en la Revolución americana del lado del Reino de Francia y los rebeldes norteamericanos; con el fin de desplazar el dominio inglés del Sur.

Reuniendo un ejército ad hoc de soldados regulares españoles, milicias acadianas, y levas nativas bajo el mando de Gilbert Antoine de St. Maxent, Bernardo de Gálvez a la sazón gobernador de la Luisiana atacó y capturó un pequeño puesto fronterizo en Manchac el 7 de septiembre de 1779.

Carlos III de España había declarado la guerra al Reino de Gran Bretaña el 21 de julio, y de acuerdo con el inicio de las hostilidades, Gálvez se había preparado con una eficiencia espectacular. El 15 de agosto, un feroz huracán arrasó la base de Gálvez en Nueva Orleans, hundiendo su flota, destruyendo sus provisiones, y llevando a la ruina los planes militares ya trazados por mar. Sin dejarse desanimar, Gálvez consiguió el apoyo de la colonia y el 27 de agosto salió de sus tierras hacia el territorio de la Florida británica.

Los españoles llegaron a Fort Bute al fin, tras una terrible marcha de once días, que había reducido su ejército en casi un centenar de hombres. La guarnición inglesa se sorprendió al ver a un ejército, no estando avisados de que se había declarado la guerra, se rindió a Gálvez sin lucha.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 17:01

FORT CHARLOTTE

La batalla del Fuerte Charlotte fue un sitio que se prolongó por dos semanas dirigido por el famoso general español Bernardo de Gálvez contra Gran Bretaña para proteger las fortificaciones de la actual Mobile durante la guerra revolucionaria americana. La fortaleza de Charlotte era el puesto fronterizo británico capaz de amenazar Nueva Orleans en la vecina colonia de la Luisiana española, cuya caída permitió a los británicos alcanzar el oeste de la Florida.

El ejército de Gálvez navegó desde Nueva Orleans a bordo de una flota pequeña de transportes el 28 de enero. El 10 de febrero, los españoles atracaron cerca de la fortaleza de Charlotte. La guarnición británica sobrepasaba en número a la española y resistió obstinadamente hasta que el 9 de marzo vieron a la infantería regular y la artillería que se acercaban a tierra para unirse al ejército de Gálvez, lo cual provocó la rendición de la plaza. El comandante de la misma, el capitán Elias Durnford, contaba con ayuda desde Pensacola, pero ésta nunca llegó. Su capitulación aseguró el dominio de la orilla occidental de la bahía de Mobile y abrió la trayectoria para las operaciones españolas en Pensacola.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 17:05

BATALLA DE MOBILE
La Batalla de Mobila (actual Mobile, Alabama) fue parte de la contraofensiva del Reino de Gran Bretaña para capturar la ciudad, reconquistada por el ejército español tras la batalla del Fuerte Charlotte, en el contexto de la Revolución Americana.


El 7 de enero de 1781, el ataque británico destrozó la coordinada defensa española. Las autoridades españolas desde la Capitanía General de Cuba, para soportar el ataque inglés, enviaron fuerzas adicionales con la intención de aguantar el tiempo que fuera necesario sin que cayera la plaza. Los británicos, mientras tanto, calculando las cuantiosas pérdidas en los hombres y los oficiales, huyeron de nuevo a su base principal en Panzacola renombrada a Pensacola por los ingleses. El gobernador de la Luisiana Española, mariscal de campo Bernardo de Gálvez, retomaría esta ciudad ese mismo año en la Batalla de Pensacola, dando por finalizada la legitima reconquista de la Florida para la Corona de España.

Oficialmente se confirmaría la vuelta al gobierno español de las dos Floridas en el Tratado de Versalles (1783).

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor greyghost » 23 Jun 2015 17:20

FRANCISCO DE MIRANDA

Sebastián Francisco de Miranda y Rodríguez (Caracas, 28 de marzo de 1750 – San Fernando, Cádiz, 14 de julio de 1816) conocido como Francisco de Miranda, fue un político, militar, diplomático, escritor, humanista e ideólogo español, considerado «El Precursor de la Emancipación Americana» contra el Imperio español. Conocido como «El Primer Venezolano Universal» y «El Americano más Universal» , fue partícipe de la Independencia de los Estados Unidos, de la Revolución Francesa y posteriormente de la Independencia de Venezuela, siendo líder del «Bando Patriota» y gobernante de la Primera República de Venezuela durante esta última, en calidad de Dictador Plenipotenciario y Jefe Supremo de los Estados de Venezuela.

Viajó durante gran parte de su vida participando en conflictos armados al servicio de diversos países, entre los que destacan tres guerras a favor de la democracia: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución francesa, acontecimiento del que fue protagonista destacado, por lo que le fue otorgado el título de Héroe de la Revolución, y las Guerras de Independencia Hispanoamericana.
Viajó durante gran parte de su vida participando en conflictos armados al servicio de diversos países, entre los que destacan tres guerras a favor de la democracia: la Independencia de los Estados Unidos, la Revolución francesa, acontecimiento del que fue protagonista destacado, por lo que le fue otorgado el título de Héroe de la Revolución, y las Guerras de Independencia Hispanoamericana.

Destacó en la política como un firme defensor de la independencia y la soberanía de las naciones en el ámbito internacional. Militó en el grupo político moderado conocido como Girondino en Francia, fue firmante del Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela, impulsor y líder de la Sociedad Patriótica, así como también fue el creador del proyecto geopolítico conocido como Gran Colombia, que Simón Bolívar trataría de llevar a cabo tras la liberación de Colombia, Ecuador y Venezuela en 1826, aspirando unificarlos en una sola nación.

Militar prodigioso, formó parte de las filas del Ejército Español y del Ejército Francés, alcanzando los rangos de Coronel y Mariscal respectivamente, además, obtuvo el rango de Coronel en el Ejército Ruso, concedido por Catalina II la Grande y fue el primer Comandante en Jefe de los Ejércitos Venezolanos, ostentando el título de «Generalísimo». Su carrera militar contempla su participación en cuatro guerras, las Guerras Coloniales en Marruecos, la Guerra de Independencia Estadounidense, las Guerras Revolucionarias Francesas y la Guerra de Independencia de Venezuela, incluyéndose brillantes hazañas militares, como su desempeño en el sitio de Melilla, su victoria en la plaza de Pensacola (Florida Occidental) y su ofensiva en la batalla de Valmy. De esta forma, Miranda fue combatiente destacado en tres continentes: África, América y Europa.
A pesar de haber formado parte de tantos procesos revolucionarios y gubernamentales en el ámbito internacional, fracasó a la hora de poner en práctica sus proyectos en su propio país, Venezuela. No obstante; su ideal político perduró en el tiempo y sirvió de base para la fundación de la Gran Colombia, mientras que sus ideas independentistas influyeron en destacados líderes de la «Emancipación Americana» como Simón Bolívar en Venezuela y Bernardo O'Higgins en Chile.

Su nombre está grabado en el Arco del Triunfo de París. Su retrato forma parte de la «Galería de los Personajes en el Palacio de Versalles»; su estatua se encuentra frente a la del general Kellerman en el Campo de Valmy, Francia.
Los orígenes de Francisco de Miranda fueron relativamente humildes. Su padre, Sebastián de Miranda Ravelo, nació el 12 de septiembre de 1721 en Puerto de la Cruz,4 5 población del valle de La Orotava, en Tenerife, una de las Islas Canarias (España). Fue bautizado en la parroquia de Nuestra Señora de la Peña de Francia diez días más tarde.4 Era hijo de Gabriel de Miranda, nacido también en Puerto de la Cruz el 6 de noviembre de 1686, y de María de la Concepción Ravelo de León, hija de Domingo de Sosa de León y de Catalina Ravelo.4

Sebastián de Miranda, por razones de nacimiento, al sospecharse que era mestizo de guanche, pertenecía a la categoría social de los blancos de orilla, considerada inferior a los blancos españoles y a los criollos. Se sabe que el Cabildo de Caracas le acusó de «mulato, mercader, aventurero e indigno por muchos antecedentes de desempeñar puesto de categoría».4 No es de extrañar que, alcanzada cierta holgura económica, tratara de demostrar en juicio que sus orígenes eran «puros» para así poder obtener mayores privilegios sociales.

En Caracas se estableció como comerciante de lienzos y, con el tiempo, contrajo matrimonio el 24 de abril de 1749 en la Iglesia Catedral con la caraqueña Francisca Antonia Rodríguez de Espinosa, también de origen canario y necesariamente blanca; de lo contrario, la boda no hubiera aparecido en el registro de matrimonios y sus hijos jamás hubieran podido ir a la Universidad. El primogénito de nueve hijos e hijas del matrimonio, Sebastián Francisco de Miranda nació el 28 de marzo de 1750 en Caracas. Sus hermanos se llamaron Ana Antonia, Rosa Agustina, Micaela Antonia, Miguel Francisco, Javier, Francisco Antonio, Ignacio José, Josefa María y Josefa Antonia.

El 5 de abril de 1750 fue bautizado en la Iglesia Catedral por el maestro Juan de Rada, siendo su padrino el bachiller Tomás Bautista de Melo.6 El 27 de diciembre del mismo año le fue administrado el sacramento de la confirmación por el obispo de Caracas, Manuel Machado y Luna.7 8 En sus inicios, la familia Miranda era económicamente modesta y vivía dentro del grupo socialmente discriminado de colonos canarios o blancos de orilla llegados a Caracas que, en costumbres, trato y nivel, formaban un núcleo aparte de los blancos criollos o mantuanos, los blancos españoles y los pardos.
Con el tiempo, la situación de la familia mejoró notablemente y Sebastián de Miranda logró hacer fortuna como comerciante en Caracas, llegando a ser propietario de diversos inmuebles en la ciudad. Ya en aquellos tiempos existían roces y conflictos sociales que empezaron a crear un problema de gobernabilidad para las autoridades coloniales, que además tenían que aliviar las secuelas negativas de la presencia de la Real Compañía Guipuzcoana que monopolizaba las transacciones comerciales en la provincia de Venezuela.

En La Orotava, la familia Miranda era considerada gente distinguida e ilustre, a diferencia de lo que sucedía en Caracas. Su padre hizo fortuna con su trabajo y logró ser nombrado capitán del Batallón de Milicias de Blancos de Caracas pero por ser nativo de las Islas Canarias ("isleño") y comerciante, su nombramiento produjo un fuerte rechazo del estamento social conocido como mantuano, sociedad compuesta de blancos criollos, descendientes de españoles, pero nacidos como Sebastián Francisco en territorio americano, reflejo todo ello de conflictos sociales y raciales latentes y una de las causas de la Independencia. Había cierta dosis de desprecio de los mantuanos hacia su padre por ser un comerciante, ocupación que a sus ojos lo inhabilitaba para ser capitán de Milicias.
Pese al rechazo de los mantuanos, su padre Sebastián siempre perseveró en su empeño de mejorar la situación de la familia, de modo que además de acumular riquezas y cargos importantes, sus hijos recibieran educación universitaria.

Así, el 10 de enero de 1762, Miranda comenzó sus estudios en la Universidad de Caracas bajo la regencia del Dr. Antonio Monserrate, y durante dos años estudió latín, los inicios de la Gramática de Nebrija y el Catecismo de Ripalda.

Desde el año 1764 hasta 1766, Miranda cursó estudios en la Clase de Mayores de la misma Universidad, donde profundiza sus conocimientos de latín mediante el estudio de los escritos clásicos de Cicerón y Virgilio, completa sus estudios de la Gramática de Nebrija, nociones de historia sagrada y profana, religión, aritmética y geografía.

Finalmente, realizó el curso de Artes en la Universidad de Caracas estudiando las materias de Lógica, Física y Metafísica para obtener el título de Bachiller con el que se iniciaba estudios en Teología, Jurisprudencia o Medicina. No se sabe de forma fidedigna si Miranda llegó a obtener el título de Médico y sólo se cuenta con su testimonio personal afirmando haberlo recibido en 1767. (Tendría entonces 17 años de edad.)

Por testimonio personal de Miranda se sabe que algunos de sus maestros fueron los Doctores Domingo Velázquez, Francisco José de Urbina y Gabriel Lindo; todos ellos notables expertos en sus especialidades y con los que sin duda la educación básica de Miranda debió ser de una calidad notable.

Sin embargo, a partir de 1767 se da una interrupción en los estudios de Miranda que posiblemente se vieron afectados por las circunstancias vividas por su padre. Al ser nombrado Capitán de las Milicias de Blancos de Caracas, siendo comerciante isleño, era algo que incomodaba a los Mantuanos, pues había alcanzado una distinción social importante al convertirse en un personaje de cierta influencia. Parece como si éstos empezaron a crear intrigas para desacreditarle y anularle en la vida pública.
Esto desencadenó una serie de circunstancias en las que después de una sentencia real, el padre de Francisco obtuvo la victoria y sus derechos le fueron reconocidos, pero le crearon una enemistad irreconciliable con los Mantuanos que nunca olvidaron el conflicto ni le perdonaron el desafío, lo que influyó inevitablemente en las decisiones posteriores de Miranda.

Después de la victoria judicial de su padre, las dificultades para desarrollar planes futuros en una sociedad tan limitada como la caraqueña influyeron en que decidiera, con poco más de 20 años, marcharse a España. Embarcó pues el 25 de enero de 1771, desde el puerto de La Guaira, en una fragata sueca denominada Príncipe Federico, para servir en el Real Ejército español.
En 1771, Miranda inició un largo periplo alrededor del mundo que duró la mayor parte de su vida. También comenzó entonces la elaboración de un minucioso registro con el que confeccionó su archivo personal, que alcanzó a ser de 63 volúmenes encuadernados y que llevó siempre consigo. Participó en los tres grandes movimientos históricos y políticos de su tiempo: Guerra de Independencia de los Estados Unidos, Revolución francesa y Guerras de Independencia Hispanoamericana.

Desembarcó en el Puerto de Cádiz 35 días más tarde, el 1 de marzo de 1771, hospedándose en casa del señor José de Añino, quien sería un fiel intermediario entre él y sus parientes para procurarle recursos de subsistencia, adquiriendo la vestimenta necesaria para seguir su viaje entre el 1 y el 13 de marzo de 1771, en que partió de Cádiz a Madrid.

Desde entonces madura sus ideas concibiendo la unidad hispanoamericana en sus recorridos por el mundo y en su relación con las personalidades más influyentes de la época. Combatió bravamente en América, Europa y África, salvo en Oceanía y Asia —aunque pensó en traer Cipayos de la India—, recorrió y escudriñó España y todo el continente europeo, incluyendo a Gran Bretaña, Rusia y Escandinavia; Asia Menor, América del Norte, América del Sur y las Antillas. Fue el único hombre que tuvo contacto personal y directo con figuras de la talla de tton, Napoleón Bonaparte, Catalina la Grande, Federico II de Prusia, el Duque de Wellington, Robert Peel, La Fayette, Estanislao II Poniatowski, William Pitt, Grigori Alexandrovich Potemkin, Thomas Cochrane, Samuel Adams y Johann Caspar Lavater.

Fue de positivos efectos su relación con otros destacados personajes hispanoamericanos como Simón Bolívar, San Martín, Andres Bello, Bernardo O'Higgins, Carlos Montúfar, Carlos María de Alvear, Fray Servando Teresa de Mier, Domingo José Martins, Manuel Palacio Fajardo, Juan Germán Roscio, Manuel Gual y Pedro Gual, Hipólito Costa, José de Antepara, José Bonifácio de Andrada e Silva, Matías de Irigoyen y Rodríguez Peña.
El 27 de marzo de 1771, Miranda llegó a Madrid y comenzó a ser consciente de realidades que ignoraba hasta entonces y que le impresionaron notablemente, tales como una gran biblioteca, la abundancia de obras de arte, la majestuosidad de los edificios y el espectáculo de la nieve y los cultivos decorando el paisaje, que le parecieron fabulosos.

Durante sus primeros días estuvo hospedado en una posada hasta que logró trasladarse a una vivienda particular en la que se instaló de forma cuidadosa e inició sus primeros estudios en la ciudad con lecciones de Matemáticas, Geografía y de los idiomas inglés y francés, iniciando así un aprendizaje que no sólo comprendió la formación académica sino también recorridos minuciosos por la ciudad y sus alrededores.

La llegada de Miranda a Madrid coincidió con una etapa de transformación urbanística de la ciudad iniciada por el rey Carlos III, que abarcó de forma directa e indirecta todos los aspectos de la vida de sus habitantes, lo que dio un impulso renovador beneficioso para la ciudad.

Así Miranda contempló edificios y monumentos emblemáticos del Madrid de la época como la Fuente de Neptuno, La Cibeles, el Paseo del Prado, el Palacio del Buen Retiro, y poblaciones aledañas como El Escorial o Segovia.

En lo social, el Madrid de entonces concentraba su vida literaria en la Fonda de San Sebastián, lugar frecuentado por ilustres escritores y una actividad cultural pujante a la que la obra de la Real Academia, las sociedades económicas y el auge de las imprentas contribuyeron notablemente.

La Plaza de Toros y los teatros populares eran los centros de distracción cotidianos en los que la Nobleza no podía evitar el contacto con «la plebe» y se entremezclaban las costumbres populares con las cortesanas. Y también era el Madrid en el que la Santa Inquisición vigilaba por todas partes a modo de policía cultural y política.
Es en el Madrid de esta época en el que Miranda tiene sus primeras impresiones fuera de Venezuela y también comienza a crear su biblioteca personal, en la que empezó a tener incluso libros que estaban prohibidos por la Inquisición y de la que mantuvo una lista detallada en su archivo personal.

La naturaleza y el número de libros adquiridos en Madrid son una indicación precisa de que, a pesar de la presencia de la Inquisición, existía en la ciudad un ambiente intelectual muy amplio. Libros de matemáticas, arte militar, historia, religión, filosofía y literatura formaron parte de sus lecturas.

Muchos de esos libros constituyeron para Miranda enseñanzas definitivas, que mantuvo cerca de él durante el resto de su vida, entre los que destacan las obras de Maquiavelo, La destrucción de las Indias, de Fray Bartolomé de Las Casas; obras de Lord Bolingbroke, Burke y Locke; Los principios del arte militar, de Federico de Suecia; La historia filosófica, del Abate Reynal; Los principios de política natural, de Burlamaqui; los Comentarios, de Julio César; El arte de la guerra, de Puyssegur; la Táctica, de Guibert; así como también obras de Pope y Virgilio.

Buscó ampliar sus conocimientos científicos y literarios con el estudio de la trigonometría, la geometría, el álgebra, la física, la óptica, la gramática, la poesía y la comedia. También complementó su cultura general con lecturas de religión e historia y mejoró sus conocimientos de los idiomas italiano, inglés y francés.

Por último adquirió una flauta para ejercitarse en el arte de la música leyendo las Reflexiones sobre la música del Abate Dubos.

También se ejercitó con la geografía mediante el uso de mapas y globos terráqueos y, como quería presentarse para obtener el grado de Capitán en el Ejército real, se empeñó en estudiar táctica, arte militar, arquitectura militar, ingeniería militar, artillería, fortificación y ataque de plazas.

Después de una concienzuda preparación y del pago de 85000 reales de vellón, obtuvo una Patente de Capitán según el trámite administrativo correspondiente, que le fue concedido el 7 de enero de 1773 mediante escritura notarial.
Después de serle concedida la patente, el ahora Capitán Francisco de Miranda fue asignado al Regimiento de Infantería de la Princesa, al mando del Mariscal de Campo Juan Manuel de Cajigal y Monserrat, iniciando así su carrera militar.

Así desde 1773 hasta 1780, Miranda estuvo asignado en las plazas militares de Madrid, Granada, Melilla y Cádiz de forma intermitente y tuvo una vida social intensa en la que aparecen sus dos primeras amantes.

Tuvo que compaginar a la vez su vida social con su actividad militar, que ya no fue de estudio sino de combate. Enfrentó problemas disciplinarios dentro del Ejército real y su carácter fue evolucionando de forma que siguió cultivándose intelectualmente con libros que inevitablemente hicieron que la Inquisición comenzara a vigilar sus actividades.

En esta época tuvo lugar su primera hazaña militar durante el sitio de Melilla, llevado a cabo desde el 9 de diciembre de 1774 al 19 de marzo de 1775, en el que las fuerzas españolas lograron rechazar a las del sultán de Marruecos Sidi Muhammed ben Abdallah.
En dicha acción, Miranda presentó al comandante español Juan Sherlock un plan para inutilizar la artillería enemiga mediante una especie de operación tipo comando que él mismo estaba dispuesto a dirigir.

Después, en julio de 1775, Miranda fue enviado con las tropas españolas destinadas a atacar Argel en una acción militar que fracasó y de la que logró escapar milagrosamente a pesar de estar herido en las piernas y de que su mosquete había sido destrozado por una bala enemiga.

Sin embargo, a pesar de las acciones realizadas y del peligro enfrentado, Miranda no obtuvo condecoración o ascenso alguno y fue destinado a la guarnición de Cádiz.

Allí el Conde O'Reilly le impone un arresto por fallas en el uso del uniforme y poco después su situación se complicó aún más en Madrid y tras la intervención del inspector general y de su antiguo comandante Cajigal, el mismo rey dispuso que fuera trasladado al Batallón de Aragón en Cádiz como Ayudante de campo bajo las órdenes de Cajigal.
España se involucró en la Guerra de Independencia de Estados Unidos con el objetivo de ampliar sus territorios en Luisiana, recuperar Florida y obligar a Gran Bretaña a mantener varios frentes bélicos simultáneamente y procurar, de paso, recuperar Gibraltar. El capitán general de la Luisiana española, Bernardo de Gálvez, atacó en 1779 a los británicos en Baton Rouge y Natchez, consiguiendo liberar la cuenca baja del río Misisipi de fuerzas hostiles que pudieran amenazar su capital, Nueva Orleans.

Para reforzar el contingente español se organizó en Cádiz una flota expedicionaria a principios de 1780 al mando del almirante José Solano y Bote, en la que Miranda participó como miembro de las tropas de infantería de Cajigal. La flota partió de Cádiz el 28 de abril de 1780 y llegó a La Habana el 4 de agosto de 1780.

En 1781 se preparó un ataque contra Pensacola de la Florida en una acción conjunta en la que debían participar las fuerzas españolas de Luisiana y la flota expedicionaria.
Miranda viajó con las fuerzas de Cajigal que salieron de La Habana el 9 de abril de 1781 para participar en la batalla de Pensacola, acción militar que culminó el 8 de mayo de 1781 con victoria de las fuerzas españolas. Miranda fue ascendido a teniente coronel por su labor en la planificación y estudio del terreno.

Miranda permaneció destacado un tiempo en Pensacola, continuó adquiriendo libros para aumentar su biblioteca personal y compró cuatro esclavos negros para proveerse de servicio doméstico. Poco después, Cajigal le encargó que descubriera secretamente la situación militar británica en Jamaica bajo el pretexto formal de ser un comisionado español encargado de negociar un convenio de intercambio de prisioneros. Tras recibir el despacho oficial encomendándole la misión, Miranda se embarcó con rumbo a Jamaica, vía Batabanó, y llegó a Kingston el 20 de septiembre de 1781.

Al principio su presencia provocó una natural desconfianza en los ingleses pero a pesar de ello logró realizar con éxito su misión de reconocimiento y además negoció un convenio fechado el 18 de noviembre de 1781 que reguló el canje de prisioneros españoles e ingleses del mismo rango.

Con la información obtenida, Miranda volvió a Cuba y, tras tocar tierra en Batanabó, envió un informe al capitán general de Cuba con detalles muy precisos sobre las operaciones y capacidad de las tropas británicas del sector.

Sin embargo, lo que debió culminar como una acción destacada en la carrera militar de Miranda terminó siendo empañado como consecuencia de una Sumaria de 155 hojas que la Inquisición había remitido contra él en Sevilla el 11 de noviembre de 1778 por delitos de proposiciones, tenencia de libros prohibidos y pinturas obscenas.

La orden de enviar a Miranda de regreso a España en cumplimiento de la sentencia del 5 de febrero de 1782 del Supremo Consejo Inquisitorial no llegó a cumplirse debido a diversos fallos de fondo y forma en el proceso administrativo que hacían que la orden se cuestionase, y también en parte por el apoyo incondicional del comandante Cajigal.
Así, mientras se conseguía que el rey revisara el caso, Cajigal encomendó a Miranda la misión de acompañarle en el ataque a las islas Bahamas en el que se logra la capitulación inglesa el 8 de mayo de 1782 a favor de España en unas negociaciones dirigidas por Miranda y en las que consiguió, además, la cesión de todas las islas.

La eficiencia demostrada por Miranda en las Bahamas le valió entonces la recomendación de Cajigal para que fuera ascendido a Coronel y pasó a estar bajo las órdenes del Comandante general de las fuerzas españolas en Cuba, Bernardo de Gálvez, como Ayudante de campo en la población de Guárico.

En aquel momento los españoles estaban preparando una acción conjunta con los franceses para invadir Jamaica (último reducto inglés en el Golfo de México) y la población de Guárico era el lugar idóneo para planificar estas operaciones por estar cercano a la isla y por su posición de fácil acceso para poder reunir tropas, y los mandos consideraban a Miranda la persona idónea para planificar las operaciones por tener un conocimiento de primera mano de la situación de los ingleses en la zona.

Sin embargo, un ataque preventivo de los ingleses y las dificultades de la flota francesa que forzaron la paz entre Inglaterra y Francia hicieron que la invasión no se concretara, y por lo tanto Miranda permaneció así un tiempo en Guárico en el que la Inquisición sería su principal problema.
Al no concretarse la invasión de Jamaica las prioridades para las autoridades españolas cambiaron y por consiguiente el proceso de la Inquisición contra Miranda tomó un nuevo impulso. Con el tiempo los problemas de Miranda con la Inquisición se complicaron y le envían a La Habana para ser detenido y enviado a España, pero por diversas circunstancias estos planes se ven frustrados y ante la inminencia de su arresto decide irse a los Estados Unidos. Gracias al apoyo de Cajigal consigue escapar de la vigilancia del Gobernador de La Habana con la ayuda del norteamericano James Seagrove que arregló su viaje en un barco que lo llevó hasta New Bern, donde desembarcó el 10 de julio de 1783 a las cinco de la tarde, ya terminada su guerra de independencia, y en una etapa de reconstrucción en que se debatía sobre la forma política a adoptar entre el federalismo o la confederación. Durante el tiempo que estuvo en Estados Unidos, Miranda realizó un estudio crítico sobre sus defensas militares en el que demostró un conocimiento amplio sobre el desarrollo del conflicto norteamericano y sus circunstancias.

Allí Miranda preparó y fijó la técnica de correspondencia que usó durante el resto de su viaje en el que conoce a las personas mediante el obsequio y préstamo de libros, y examina la cultura y las costumbres de los sitios por los que pasa de una forma metódica. Pasando por Charleston, Filadelfia, y Boston va tratando con diversos personajes de la sociedad estadounidense en veladas y paseos en los que llegó a tener algunas aventuras amorosas que Miranda mismo calificó de intrascendentes hasta llegar a Nueva York.

En esta ciudad conoció a la importante familia Livingston, cuyos miembros ocupaban destacadas posiciones políticas y tenían vínculos con otras familias relevantes de la ciudad. Al parecer Miranda mantuvo una relación romántica con Susan Livingston, hija del canciller Livingston, que se vislumbra cuando Miranda realiza un viaje a Boston y en el que la joven parece estar enamorada de él según las cartas que le escribía.

Parece, sin embargo, como si Miranda no deseara pasar más allá de una simple amistad, lo que explicaría su más bien precipitada salida de Nueva York. Aunque Miranda mantuvo el contacto epistolar con Susan durante años, nunca volvió a verla, por lo que posiblemente llegara a pensar que una relación que le llevara al matrimonio no era compatible con sus planes y forma de vida. Durante el tiempo que estuvo en Estados Unidos, Miranda conoció a George Washington en Filadelfia cuando este venía de recibir el control militar de Nueva York tras el fin de la guerra. También conoció a otros personajes como el general Henry Knox o Samuel Adams. Además, tuvo conocimiento de ciertas instituciones de la nueva nación que lo impresionaron favorablemente, como la biblioteca de New Port, el Princeton College, Rhode Island College o el Cambridge College.
La permanencia de Miranda en los Estados Unidos solo se vio afectada por el conflicto de intereses entre Francia y España en este país después de la guerra, ya que los franceses no estaban interesados en que se divulgaran demasiado los aspectos negativos de su intervención en el conflicto y el fracaso de la invasión de Jamaica era uno de ellos. Al parecer se habían enviado informes desde La Habana al gobierno norteamericano que acusaban a Miranda como un traidor y desertor, informes que fueron divulgados por los franceses para perjudicarle, ya que él era la única persona que podía desmentir la acusación del fracaso de la invasión de Jamaica como responsabilidad de España. La difusión de estos informes hizo que la situación de Miranda fuera comprometida ya que no podía defenderse sin divulgar los detalles de su misión de espionaje en Jamaica que eran secreto de Estado, y por lo tanto, ante esta situación, decide marcharse a Inglaterra.
El 15 de diciembre de 1784 Miranda salió del puerto de Boston en la fragata mercante Neptuno a las cinco de la tarde rumbo a Londres, y después de un viaje que necesitó unos 56 días, llegó a Inglaterra el 10 de febrero de 1785.

En Londres, Miranda fue vigilado discretamente por los españoles ante las sospechas de traición que recaían sobre él. Los informes que redactaron resaltan tanto los tratos que mantuvo Miranda con personas sospechosas de conspirar contra España como con personajes considerados eminentes sabios de su tiempo.[cita requerida]

Por esa misma época llegó a la corte de Inglaterra, como secretario de la primera embajada de Estados Unidos, el coronel William Stephens Smith, a quien Miranda conocía de su estancia en Nueva York.10 Smith contraería matrimonio al año siguiente, el 12 de junio de 1786,11 con Abigail Nabby Adams, hija del embajador John Adams, quien más tarde sería el segundo presidente de Estados Unidos, y Abigail Smith.

Miranda y el coronel Smith decidieron viajar a Prusia para presenciar las maniobras militares preparadas por el rey Federico II el Grande. Bernardo del Campo, embajador de España en la capital británica desde 1783, proporcionó a Miranda una carta de presentación para el ministro de España en Berlín, mientras que James Penman, hombre de negocios inglés con quien Miranda había trabado amistad en Charleston, se encargó de guardarle sus papeles mientras estuviera de viaje.
Sin embargo, la amabilidad del embajador español encubre su intriga para lograr que Miranda viaje a Calais y allí pueda ser apresado y entregado a España. La farsa, que asignaba también un papel a la esposa y a la hija del vicecónsul español en Londres con el pretexto de salir de Inglaterra para ingresar a la joven en un monasterio, se desbarató porque el venezolano y su amigo se dirigieron el 10 de agosto de 1785 a un puerto holandés (Hellevoetsluis) y no a la ciudad del norte de Francia.12

Pasó por regiones de las actuales Bélgica, Alemania, Austria, Hungría, Polonia, se trasladó a tierras griegas e italianas, donde permaneció durante más de un año, y visitó la corte de Catalina II de Rusia, en Kiev. En Hungría estuvo en el palacio del príncipe húngaro Nicolás Esterházy (1765–1833), quien simpatizaba con sus ideas y, aparte de acogerlo amablemente, lo envió en uno de sus carruajes con una carta de recomendación a encontrarse con el conocido músico Joseph Haydn, que vivía y trabajaba en la corte del aristócrata húngaro.

Después de pasar por Constantinopla, capital turca con quien los españoles mantenían relaciones diplomáticas desde 1783, fue obligado a pasar una cuarentena sanitaria en Kherson, y el príncipe de Potemkin le presentó a Catalina II en Kiev el 13 de febrero de 1787. Catalina mostró bastante interés por los asuntos de América y su sistema de gobierno.
En 1791, Miranda tomó parte activa en la Revolución francesa. En París, hizo amistad con los girondinos Jacques Pierre Brissot y Jérôme Pétion de Villeneuve. Sirvió brevemente como general en una sección del Ejército revolucionario francés (llamado entonces «La Convención») que luchó en la campaña de 1792 para detener el avance del ejército prusiano, dirigido por el duque de Brunswick-Luneburgo, cuyo objetivo era invadir Francia desde los Países Bajos. Miranda alcanzó el grado de mariscal de Francia bajo el mando de Charles François Dumouriez. Durante la campaña participó en las batallas de Argonne, Wargemoulin, Amberes, Lieja, Tongres, Paliemberg y Valmy, donde llegó a ser segundo jefe del ejército del norte, del cual se separaría por grandes diferencias con Dumouriez tras haber replegado sus tropas en Maastricht.

Durante el reinado del terror instituido por Robespierre, Miranda fue arrestado varias veces por los jacobinos, incluso en La Conciergerie de París cuyos reclusos en su mayoría eran guillotinados. Sometido a juicio en el Tribunal Revolucionario por supuesta negligencia en la defensa de Maastricht fue defendido por Claude Chaveau-Lagarde -insigne abogado que defenderá, a riesgo propio y sin el mismo éxito, a la reina María Antonieta de Austria- siendo amenazado con ser deportado después de una medida del Directorio de la Monarquía y los Girondinos. Sin embargo fue absuelto de los cargos en 1795 y se trasladó a Inglaterra en 1798.
Su contribución más grande está, probablemente, en las guerras de independencia hispanoamericanas. Miranda tuvo la visión de un gran imperio independiente que agrupara a todos los territorios que estaban en poder de españoles y portugueses desde la margen derecha del río Misisipi en el norte hasta la Tierra del Fuego en el extremo sur del continente. El imperio estaría bajo dirección de un emperador hereditario llamado Inca para apaciguar a las etnias indígenas y tendría una legislatura bicameral. Concibió el nombre Colombia para este imperio, inspirándose en Cristóbal Colón.

El 9 de noviembre de 1804 Miranda desembarca en Nueva York procedente del Reino Unido. Allí, permaneció algo más de un año y mantuvo contactos con destacadas personalidades públicas, como el presidente Jefferson y el secretario de Estado Madison, y privadas, como Jacob Lewis, comerciante de Puerto Príncipe, y el coronel William Stephens Smith, a la sazón inspector del puerto de Nueva York y a quien conocía desde 1783. Fue Smith quien le puso en contacto con el armador y contrabandista norteamericano Samuel G. Ogden, propietario de una corbeta que Miranda contrató y que rebautizó en inglés con el nombre de su hijo Leandro.13

El 2 de febrero de 1806, con el beneplácito político y el apoyo económico de estadounidenses y británicos, Miranda partió en la Leander hacia Haití, donde se le sumaron dos goletas y el buque Emperador.14 Su intención era desembarcar posteriormente en Venezuela, obtener el apoyo de la población y comenzar la lucha definitiva por la independencia.15 Tras ser interceptada por la fragata británica Cleopatra, al mando del capitán Wright,16 la corbeta prosiguió su travesía hasta tomar tierra en Jacmel, en la isla de La Española, el 20 de febrero. Allí permaneció la expedición seis semanas y consiguió fletar las goletas Bacchus y Bee, con las que también, finalmente, se dirigió a tierra firme.17 Después de fracasar en el desembarco de Ocumare de la Costa, donde entabló combate con las fuerzas navales realistas al mando de Antonio Tiscar, se refugió en Trinidad adonde llegó con un solo navío, la corbeta Leander. En represalia, varios prisioneros, en su mayoría estadounidenses, fueron ahorcados en la plaza mayor de Puerto Cabello el 21 de julio de 1806.[cita requerida] El gobernador británico de Trinidad le facilitó buques y pertrechos y, finalmente, logró desembarcar en el puerto de La Vela de Coro el 3 de agosto, donde la bandera venezolana tricolor fue izada por primera vez. No obstante, al no encontrar apoyo popular, se reembarcó diez días después con rumbo a Inglaterra.
El 19 de abril de 1810, Venezuela inició su proceso independentista, por lo que Simón Bolívar y Andrés Bello en misión diplomática en Londres persuadieron a Miranda para volver a su tierra natal. Miranda al regresar a Venezuela fue recibido con honores en el Puerto de La Guaira. En Caracas se le confiere el grado de general del ejército y funda la Sociedad Patriótica que se convertirá en la principal promotora del rompimiento con España. Posteriormente es elegido diputado por El Baúl, en la provincia de Caracas, al congreso constituyente de 1811. El 5 de julio de 1811, tuvo el honor de firmar el Acta de la Declaración de Independencia de Venezuela. Más tarde, ante el avance de las tropas españolas al mando de Domingo Monteverde en 1812, asumió la presidencia con poderes discrecionales, tras ser nombrado el 23 de abril dictador por el Triunvirato ejecutivo con el rango de generalísimo.
Las fuerzas realistas contraatacaron, pero Miranda era incapaz de pasar a la ofensiva por las constantes deserciones que se daban en sus fuerzas, situación agravada por el Terremoto de Venezuela de 1812 (12 de marzo) que afectó en su mayoría a centros poblados bajo control de los patriotas, además de la impopularidad de la causa de la independencia en la sociedad venezolana. Miranda intentó resistir el ataque realista pero la caída de la plaza de Puerto Cabello (bajo el comando de Simón Bolívar), la rebelión de los esclavos de Barlovento, así como el creciente número de los ejércitos españoles que lo atacaban (Monteverde desde Valencia y Yáñez desde Calabozo), le hicieron imposible resistir.

Temiendo una derrota brutal y desesperado, Miranda firmó la capitulación del ejército patriota el 25 de julio de 1812 en la ciudad de San Mateo. Mientras Miranda esperaba en el puerto de La Guaira para embarcarse al exterior, un grupo de oficiales dirigidos por Bolívar apresaron a Miranda durante la noche y el coronel José Mires lo encerró en el fuerte San Carlos el día 31 de julio. Al parecer, la intención de Bolívar habría sido fusilarlo por considerar el pacto de San Mateo un acto de traición pero, finalmente, atendiendo los consejos de, entre otros, el coronel Manuel María de las Casas, comandante militar del puerto, fue entregado a Monteverde junto con los demás refugiados que no habían conseguido zarpar. Simón Bolívar viajó entonces a Caracas, ya en manos de los realistas. Gracias a la intercesión de sus amistades en el bando enemigo, obtuvo un pasaporte de Monteverde que le permitió salir de Venezuela y reiniciar la guerra.
Desde el puerto de La Guaira, Miranda fue transportado al Castillo San Felipe de Puerto Cabello, donde a principios de 1813 escribe desde su celda un memorial a la Real Audiencia de Caracas exigiendo el cumplimiento de la capitulación de San Mateo. El 4 de junio de 1813 es trasladado hacia la fortaleza de El Morro, ubicada en Puerto Rico y de allí a España donde es encerrado en el calabozo del penal de las Cuatro Torres del arsenal de la Carraca en San Fernando de Cádiz. Allí sólo recibió algunas noticias y ayuda de algunos amigos. Miranda planea escapar hacia Gibraltar, pero un ataque cerebrovascular frustra sus planes y muere, a los 66 años de edad, el 14 de julio de 1816.

Una pintura de óleo del artista venezolano Arturo Michelena de título Miranda en la Carraca (1896) —que retratan al héroe en la cárcel española en donde murió— se ha convertido en un símbolo gráfico de la historia venezolana y ha inmortalizado la imagen de Miranda para las sucesivas generaciones de venezolanos. Como nota adicional, es importante decir que Miranda también es considerado uno de los padres fundadores de la Masonería en América Latina.

En Venezuela se honra con el nombre de Miranda a distintas avenidas, calles, plazas, autopistas y parques. Asimismo, lleva su nombre la tercera entidad más poblada del país, después del Zulia y Caracas, el Estado Miranda.

En el marco de su dedicación por la independencia del continente, Miranda empleó muchas energías a preparar, publicar y difundir documentos de distinta índole: cartas, proclamas, planes, proyectos, artículos, ensayos, etc. Gran parte de este material implicó una transferencia cultural, ideológica y política a través de la traducción. Además de traducir del latín y del griego, Miranda manejaba varias lenguas modernas (español, francés, inglés, alemán, ruso e italiano), conocía el árabe, e incluso escribía utilizando varios idiomas. Su actividad intelectual abarcaba los más diversos temas además de los políticos, filosóficos y militares. Fue el primer hispanoamericano en pedir el 26 de octubre de 1792 la concesión de los derechos políticos a la mujer a los pocos meses de la publicación de la Déclaration des droits de la femme et de la citoyenne (1791) de Olympe de Gouges.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 23 Jun 2015 20:22

Excelente aportación, y confieso que no conocía apenas nada de la historia de Francisco Miranda, muchas gracias. :apla: :apla: :apla: :apla: :apla:
Aquí la más principal
hazaña es obedecer,
y el modo cómo ha de ser
es ni pedir ni rehusar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 23 Jun 2015 21:41

Bueno a continuación seguiré con los que descansan en el panteón de marinos ilustres, es mi intención integrar a todos ellos en el presente hilo, para luego seguir con el resto de militares a partir del reinado de Carlos IV, quedo pero que muy agradecido a quienes aporten datos al hilo como los compañeros Greyhost y JotaErre, así como al resto por sus comentarios, y desde aquí les animo a seguir en esa línea, tanto para conocimiento de los que desconocemos algunos de los personajes que van apareciendo, como en forma de homenaje a todos y cada uno de ellos.

Gracias a todos y saludos cordiales
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 23 Jun 2015 21:48

ALMIRANTE D. ANTONIO BARCELÓ Y PONT DE LA TERRA

Antonio Barceló y Pont de la Terra (Palma de Mallorca, 1 de enero de 1717 — ibídem, 25 de enero de 1797) fue un marino y militar español, Almirante de la Real Armada Española.

Antonio Barceló fue un destacado marino al servicio de la Armada española. De simple marinero ascendió a los más altos grados de la Armada debido a sus méritos de guerra, distinguiéndose en la marina sutil, con pequeñas embarcaciones. Inventó las barcas cañoneras usadas durante el Sitio de Gibraltar de 1779.

Sus hazañas en la mar le dieron fama legendaria. Aún circula por Andalucía un dicho que pondera a Barceló, el «ser más valiente» (o «tener más fama») «que Barceló ni en la mar».

Era hijo de Onofre Barceló, patrón de un jabeque dedicado al transporte de mercancías entre las Islas Baleares y la Península y de Marina Pont de la Terra, hija de una de las más distinguidas familias de Mallorca. La vida en Mallorca por aquellos años no era fácil, y la profesión de marinero muy peligrosa. Aún era común que los piratas argelinos, tunecinos y berberiscos atacaran de cuando en cuando las costas de todo el Mediterráneo Occidental. Sin embargo, por la pericia náutica, la rapidez y las garantías que daba el jabeque de Onofre Barceló, le fue otorgada la concesión del tráfico de Correo Real con la Península.

En cuanto tuvo la altura suficiente, el joven Antonio se embarcó en la nave de su padre, primero como simple grumete, luego como marinero y, finalmente, piloto. Cuando tenía 18 años murió su padre, envejecido prematuramente por todos los sinsabores de la mar, con lo que el joven Barceló tomó el mando del jabeque familiar. A los 19 años, haciendo la ruta de Palma de Mallorca-Barcelona comandó su primer y exitoso combate contra los piratas berberiscos que infectaban las costas del Levante español.
Barceló rechaza con su jabeque correo a dos galeotas argelinas en 1738, pintura de Ángel Cortellini y Sánchez, Museo Naval, Madrid.

Su fama de valentía fue en aumento entre las gentes de la mar, y se acrecentó con un combate que sostuvo con dos galeotas argelinas. Su heroica actuación llegó hasta oídos de la misma Corte, tal que a los 21 años Felipe V se dignó nombrarle alférez de fragata el 6 de noviembre de 1738, aunque con carácter de graduado y sin derecho a goce de sueldo alguno. Decía la real cédula de concesión del nombramiento:

"Por cuanto en atención a los méritos y servicios de Antonio Barceló, patrón del jabeque que sirve de correo a la isla de Palma de Mallorca y señaladamente al valor y al acierto, con que defendió e hizo poner en fuga a dos galetas argelinas que le atacaron en ocasión de llevaba de transporte un destacamento de dragones del regimiento de Orán y otro del de infantería de África...."

Siguió con su intrepidez y arrojo practicando otros servicios distinguidos, manteniendo a ultranza las comunicaciones con las islas y llevando alimentos cuando la escasez de las cosechas provocaba hambre, paliándola Barceló en la medida que le era posible.
Contra los corsarios

En 1748 causó un gran revuelo el apresamiento por parte de los berberiscos de un jabeque español con 200 pasajeros, entre ellos 13 oficiales del ejército. Molesto, el nuevo rey, Fernando VI, ordenó armar en Mallorca a sus expensas cuatro jabeques, a cuyo mando puso a Antonio Barceló, que fue ascendido a teniente de fragata el 4 de mayo de aquel año.

La división recibió órdenes de dirigirse a Cartagena, donde se le incorporaron los navíos de línea América y Constante, de 64 cañones, poniéndose al mando de todos ellos el capitán de navío Julián de Arriaga. La flota zarpó el 13 de noviembre, encontrándose con cuatro jabeques enemigos el 16 de noviembre, frente a las costas de Benidorm y Altea. Barceló obtuvo la victoria con sus naves, al poner en fuga a las del enemigo, después de haberlas dejado muy maltratadas. Terminó la campaña en agosto de 1749, pasando Barceló a desempeñar sus anteriores labores de correo, entre las cuales figuraba el traslado de tropas desde la península a las islas y viceversa, sobre todo en las de Ibiza y Cabrera.

Pero el Mediterráneo aún estaba infestado de naves corsarias berberiscas, por lo que los combates eran muy frecuentes. Estando en la cala de Figueras, en Mallorca, se dio la alarma y apareció una flotilla enemiga. Barceló, sin dudar un instante, hizo embarcar a una compañía de granaderos del regimiento África en su jabeque, y se hizo a la mar en persecución del enemigo. Los berberiscos tenían una galeota de 30 remos armada con cuatro cañones, acompañada por un jabeque pequeño y otro español llamado Santísimo Cristo del Crucifijo, que habían apresado. Barceló les dio caza desde el cabo de Formentor hasta cerca de la isla de Cabrera, donde abordó y capturó la galeota. Por esta acción fue ascendido a teniente de navío graduado el 4 de agosto de 1753.

El 13 de junio de 1756, mientras hacía la ruta de Palma a Barcelona, Barceló avistó a dos galeotas argelinas frente a la desembocadura del río Llobregat. A pesar de la inferioridad numérica, puso proa hacia ellas y las atacó, tomando al abordaje a una, después de haberla destrozado con la artillería, en tanto que la otra se dio a la fuga. En esta acción también fue sobresaliente por su valor su segundo Joan Nicolau. Barceló recibió dos heridas en el abordaje, y por su valentía en esta acción, el rey le concedió la efectividad en este grado y su incorporación en el Cuerpo General de la Armada con fecha del 30 de junio de 1756.

En 1761, ya ascendido a capitán de fragata, se le dio el mando de una división de tres jabeques reales, siendo el de su mando el llamado La Garzota. En este año sostuvo un enfrentamiento en el que apresó a siete naves berberiscas, contando tan sólo con tres barcos suyos, asignados a las costas del Mediterráneo peninsular. El 30 de agosto con sólo su jabeque apresó a otro berberisco, tomando 30 prisioneros y dando muerte a otros 20 en el abordaje.

Al año siguiente, con su jabeque rindió en otro combate a tres enemigos con 160 turcos; en uno de ellos hizo prisionero al famoso Selim, célebre capitán de aquellos piratas, siendo nuevamente herido en el abordaje por una bala de mosquete, que le atravesó la mejilla izquierda y que dejó su cara desfigurada para siempre. Prosiguieron sus proezas contra los moros, que eran casi diarias; en julio de 1768 batió y apresó en las cercanías del Peñón de Vélez de la Gomera a un jabeque argelino de 24 cañones, sufriendo en el combate 10 muertos y 23 heridos.

A propuesta del emperador, José II, hubo un intento de unificar esfuerzos en la lucha contra la piratería, pero no dio frutos, pues entre las potencias cristianas había algunas poco dispuestas, como el caso de Venecia, que mantenía tratados ocultos con Argel, lo que impedía que la labor se efectuara con eficacia.

Por su parte, Francia intensificó la persecución de la piratería, bombardeando Larache, pero el fracaso fue rotundo y el asunto se dejó correr. De toda la Cristiandad, los únicos decididos a acabar con ésta seguían siendo, al igual que en el siglo XVI, España y Malta.

Al mando de seis jabeques, Barceló se enfrentó una vez más contra los moros y en esta ocasión apresó a cuatro en la ensenada de Melilla. De 1760 a 1769 echó a pique 19 buques piratas y corsarios, hizo 1.600 prisioneros y liberó a más de un millar de prisioneros cristianos. Como recompensa a tan distinguidos servicios, Barceló fue ascendido a capitán de navío, por Real patente del 16 de marzo de 1769.

En 1775, habiendo sido atacado el Peñón de Alhucemas por los berberiscos, se encargó a Barceló de su socorro. Con sus jabeques bombardeó la fortaleza con más de 9.000 bombas, pero al no llevar artillería gruesa, no se pudo realizar el asalto. Aun así, con el fuego de sus jabeques desmontó la artillería ligera enemiga y, a pesar de la pérdida de cuatro lanchas y un jabeque, consiguió que los berberiscos levantaran el campo el 23 de marzo.

El mismo año 1775, Carlos III organizó una campaña para conquistar Argel, el foco central de toda la piratería mora. La expedición estaba formada por una flota de siete navíos de línea de 70 cañones, doce fragatas de 27, cuatro urcas de 40, nueve jabeques de 32, tres paquebotes de 14, cuatro bombardas de 8 y siete galeotas de 4, con un total de 46 buques de guerra y 1364 cañones. El mando correspondía al teniente general Pedro González de Castejón, el del ejército de 18 400 hombres al general Alejandro O'Reilly, y el de la flota sutil al almirante Antonio Barceló. La escuadra zarpó el 22 de junio y, tras unírsele una fragata de Malta y dos del duque de Toscana, el 8 de julio comenzó la operación.

Barceló protegió el desembarco acercándose con sus naves de poco calado lo máximo posible a la costa, para que su artillería fuera efectiva. Pero el desorganizado desembarco y las erróneas disposiciones posteriores llevaron a un completo desastre, en el que los españoles desembarcados sufrieron no menos de 5000 bajas, incluidos cinco generales muertos y quince heridos, dejando al enemigo nada menos que 15 cañones y unos 9000 fusiles abandonados. Ante este fracaso se ordenó el reembarco, efectuando la misma acción, en unas circunstancias muy desfavorables, tanto que el ejército tuvo que soportar cargas de caballería mora de hasta 12 000 jinetes, lo que hizo la situación insostenible, y sólo no fue un desastre total por la acción de los jabeques de Barceló, que demostró una vez más su valentía, se supo imponer a las circunstancias, salvando de esa forma a muchos, que de no haber sido por su actuación hubieran perecido.

De la pérfida Argel, el solo nombre del general Barceló, el más feroz desmaya.
Recuérdales el miedo los combates de Barceló, recuérdales la amarga esclavitud
de tanto arráez valiente, que vencido por él cadena arrastra.

Su acción le dio gran crédito entre los altos mandos de la Armada, y no sólo a ellos, sino que el rey le ascendió al grado de brigadier en el mismo año de 1775.

El 16 de junio de 1779 había estallado de nuevo la guerra con Inglaterra. El 24 de agosto Barceló fue ascendido a Jefe de Escuadra y nombrado Almirante-Comandante de las fuerzas navales destinadas al sitio de Gibraltar. Su fuerza la componían un navío de línea, una fragata, tres jabeques, cinco jabequillos, doce galeotas y veinte embarcaciones menores. Por tierra debía efectuar el ataque el general Martín Álvarez de Sotomayor.

La dificultad para atacar la plaza por mar residía en la más que comprobada inferioridad de los buques de vela y madera de la época contra las fortificaciones terrestres. Nelson afirmaba a este respecto que un cañón en tierra, en un buen reducto, valía diez cañones en embarcaciones, y eso a igualdad de proyectiles, pues desde tierra era fácil responder al atacante con balas rojas1 o granadas incendiarias, que por su peligrosidad estaban casi totalmente descartadas en los buques. Afortunadamente, en el tiempo preciso, Barceló obtiene permiso de Madrid para la construcción de sus famosas lanchas cañoneras, de invención propia, y así poder bombardear la plaza con más potencia. Ideó Barceló armarlas con una pieza de a 242 o con un mortero, y grandes botes de remos. Para proteger a la dotación se las dotó de un parapeto plegable forrado por dentro y fuera de una capa de corcho. Medían 56 pies de quilla, 18 de manga y 6 de puntal, con 14 remos por banda, llevaban la pieza mencionada giratoria, con una gran vela latina, siendo su dotación de una treintena de hombres.

Muchos opinaron que tales botes no podrían soportar el peso, y mucho menos el retroceso, de la enorme pieza, pero las experiencias probaron todo lo contrario. Barceló desarrolló su idea proporcionando a las lanchas un refuerzo de corcho y un blindaje de hierro, que las cubría hasta por debajo de la flotación. Pero pronto se pudo observar que tales precauciones eran exageradas, dado los limitados recursos de puntería de la época, y, sobre todo, porque estas batallas se efectuaban oportunamente por las noches, resultando poco menos que imposible acertar a las pequeñas lanchas cuando atacaban de proa, mientras que éstas tenían muchos menos problemas para batir unos blancos que eran mucho mayores. El mejor juicio sobre su efectividad, y no pudo ser más concluyente, vino del propio enemigo. Según el capitán inglés Sayer:

La primera vez que la armada inglesa vieron los "nuevos"!! buques de construcción (Barceló), causaron risa; mas no transcurrió mucho tiempo sin que se reconociese que constitutían el enemigo más temible que hasta entonces se había presentado frente a la Armada inglesa "la invencible", porque Barceló atacaba de noche y él siempre elegía las más oscuras; era imposible apuntar al pequeño bulto de sus barquitos. Noche tras noche Barceló enviaba sus proyectiles por todos lados de la plaza. Este bombardeo nocturno fatigaba mucho más a los ingleses, que el servicio de día. Primeramente trataron las baterías de deshacerse de las cañoneras de Barceló, disparando al resplandor de su fuego; finalmente los ingleses se dieron cuenta de que se gastaban inútilmente sus propias municiones.

Barceló prestó otros innumerables y notables servicios, pero al ser el hombre del pueblo llano, sencillo y que no guardaba las etiquetas, los oficiales formados en las academias de guardias marinas le veían con cierto y mal disimulado desprecio. A tanto llegaron las habladurías y comentarios, que llegó a estar entredicho el que fuera a desempeñar el mando, por lo que el rey relevó a Martín Álvarez de Sotomayor por el duque de Crillon, que llevaba unas instrucciones reservadas para que calibrase la capacidad de Barceló como general. Pero cuando el duque conoció a Barceló, dirigió una carta a Floridablanca, recomendándole para el ascenso a teniente general a pesar de su sordera y su avanzada edad, que era sobre todo en lo que se basaban las acusaciones vertidas sobre su persona por sus detractores.

Continuó Barceló al mando de las fuerzas de mar y de tierra en Algeciras durante el bloqueo de Gibraltar, demostrando un valor y denuedo extraordinario. Hubo por aquel tiempo, con el típico gracejo andaluz, una copla que decía:

Si el rey de España tuviera

cuatro como Barceló,
Gibraltar fuera de España
que de los ingleses no.

Finalmente, Barceló resultó herido, casi al final de la batalla.
Con tal recomendación se le confirió el mando de una escuadra que se reunió en Cartagena, compuesta por 4 navíos (con insignia en el Terrible) de 70 cañones, 4 fragatas, 9 jabeques, 3 bergantines, 16 buques menores, 19 cañoneras con cañones de a 24, 20 bombarderas con morteros y 10 lanchas de abordaje, que servían de escolta a las anteriores por si eran abordadas por embarcaciones enemigas con superior dotación. A esta escuadra se unieron dos fragatas de la Orden de Malta. En total, esta fuerza naval contaba con 14.500 hombres y 1.250 cañones. La escuadra zarpó de Cartagena el 1 de julio de 1783, y tras una penosa travesía, dificultada por vientos y mares contrarios, fondeó frente a Argel el día 26. Se esperó una mejora del tiempo y se realizaron preparativos hasta el 1 de agosto, día en que, a las 14:30 horas, se abrió fuego contra la plaza.

Las 19 bombarderas formaron en línea avanzada junto con la falúa en la que embarcaba el propio Barceló. A los costados estaban las cañoneras y las lanchas de abordaje, por si las embarcaciones enemigas intentaban un contraataque. Más atrás se colocaron dos jabeques y dos balandras. El resto de la escuadra no tomó parte en el bombardeo. Al poco salieron del muelle 22 pequeños buques enemigos, entre ellos nueve galeotas y dos cañoneras, que no tardaron en ser rechazadas por el fuego de los españoles. Hacia las 16:30 horas las lanchas españolas ya habían consumido todas sus municiones y se ordenó el alto el fuego, tras disparar unas 375 granadas y 390 balas de cañón (éstas, sobre todo, contra los buques de la defensa), provocando dos grandes incendios en la ciudad, de los que uno se prolongó toda la noche. Los argelinos dispararon unas 1.436 balas y 80 granadas, que no causaron sino dos heridos leves en las cañoneras españolas.

Y así, con pocas variaciones se produjeron otros ocho ataques, uno el día 4, dos el 6, dos el 7 y dos más el día 8, lanzándose un total de 3.752 granadas y 3.833 balas contra la ciudad y sus defensas. Según fuentes neutrales, entre las que se hallaba el cónsul francés, el pánico se apoderó de parte de la guarnición y de toda la población, quedando destruidas no menos del diez por ciento de las viviendas de la ciudad (y muchas más afectadas), numerosas fortificaciones, buques y cañones, a lo que habría que añadir fuertes pérdidas humanas.

En cuanto al fuego de los defensores, no menos de 11.280 balazos y 399 bombas, sólo causaron 24 muertos y 30 heridos entre las dotaciones atacantes, y aun esas pérdidas de debieron casi por entero a un golpe afortunado, cuando el día 7 por la tarde una bomba impactó e hizo volar a la cañonera nº 1, con 20 muertos, incluido su segundo, el alférez de navío Villavicencio, y 11 heridos, entre ellos su comandante, el teniente de navío Irisarri.

La alegría en España por tan favorable resultado fue enorme, y por real título del 13 de agosto de 1783 fue ascendido a teniente general.

A pesar de los grandes daños sufridos, los argelinos no se rindieron. Como en un gesto de desafío, cinco corsarios argelinos apresaron a dos polacras mercantes cerca de Palamós, en septiembre de 1783. Las defensas de Argel se reforzaron con una nueva fortaleza, artillada con 50 cañones, se reclutaron 4.000 mil soldados turcos voluntarios, llegaron asesores europeos para ayudar en la construcción de las fortificaciones y baterías, se prepararon no menos de 70 embarcaciones3 para rechazar a los españoles, e incluso el Bey argelino ofreció una recompensa de mil cequíes al que apresara una embarcación de la escuadra atacante.

Entretanto, Barceló finalizaba los preparativos de una nueva expedición en Cartagena. La nueva escuadra constaba de 4 navíos4 de 80 cañones, 4 fragatas,5 12 jabeques, 3 bergantines, 9 más pequeños, y la fuerza atacante: 24 cañoneras con piezas de a 24, 8 más con piezas de a 18, 7 con calibres menores para abordaje, 24 con morteros y 8 obuseras con piezas de a 8. Además, al adquirir la expedición un cierto aire de cruzada, contó con la financiación del Papa y el apoyo de la Armada de Nápoles,6 que aportó 2 navíos de línea, 3 fragatas, 2 jabeques y 2 bergantines al mando del almirante Bologna, el de la de Orden de Malta, con 1 navío, 2 fragatas y 5 galeras y el de la de Portugal, con 2 navíos y 2 fragatas al mando del almirante Bernardo Ramires Esquível, si bien ésta llegó tarde, ya en plenos bombardeos.

La escuadra zarpó de Cartagena el 28 de junio de 1784, llegando a Argel el 10 de julio. El día 12 a las 08:30 horas, los españoles abrieron fuego, manteniendo el bombardeo hasta las 16:20, intervalo en el que se lanzaron unas 600 bombas, 1.440 balas y 260 granadas, contra 202 bombas y 1.164 balas del enemigo. Las bajas de los atacantes se redujeron a seis muertos y nueve heridos, más por accidentes con las espoletas a bordo que por fuego enemigo, aumentadas de forma accidental con la voladura de la cañonera nº 27, mandada por el alférez de navío napolitano José Rodríguez. Se observaron grandes destrozos y un gran incendio en la ciudad y fortificaciones, y se rechazó a la flotilla enemiga de 67 unidades, destruyendo cuatro de ellas.

Y así, en los ocho días siguientes, tuvieron lugar siete ataques más. En esta ocasión los argelinos habían situado una línea de barcazas artilladas que impedía en gran parte aproximarse a su objetivo a las lanchas cañoneras españolas. Un disparo de la defensa alcanzó la flotación a la falúa desde la que Barceló dirigía el bombardeo, echándola a pique, y estuvo muy cerca de perder la vida. Acudió en su ayuda José Lorenzo de Goicoechea, que lo rescató sin herida alguna. Transbordándose de inmediato a otro bote, continuó dando órdenes sin dar mayor importancia al incidente.

Al fin, el 21 de julio se decidió poner fin a los ataques, y los vientos contrarios obligaron a que Barceló diera la orden de regresar de nuevo a Cartagena. Se habían disparado más de 20.000 balas y granadas sobre el enemigo. Las bajas propias habían sido de 53 hombres y 64 heridos, debidos más a accidentes que al fuego enemigo, aunque en esta ocasión las defensas eran más fuertes.

A la vista del castigo sufrido y ante la eventualidad de la nueva expedición que ya estaba preparando Barceló, el Bey de Argel, se avino a entablar negociaciones con España, que culminaron en el Tratado que se firmó el 14 de junio de 1786, signado por José de Mazarredo. También Túnez prefirió llegar a un acuerdo con España, con lo que, en lo que a esta nación respecta, se pudo dar por acabada definitivamente la piratería berberisca en el Mediterráneo. Años después, el problema resurgiría con los tumultos provocados por las Guerras napoleónicas, y sería una potencia extraña, los Estados Unidos de América, quienes combatirían a los berberiscos (1801-5 y 1815).

El rey se sirvió conceder a Barceló el sueldo de almirante, que era el que debía estar cobrando, siéndole además concedida la Real Orden de Carlos III.
La frustrada campaña de Tánger

Habiendo regresado a su tierra a descansar y ya contando con 73 años de edad, en 1790 llegó la fragata Florentina trayendo órdenes del ministro de Marina, Antonio Valdés, para que se pusiese al mando de una escuadra. La Florentina debía llevarle a Algeciras, donde se estaba organizando una expedición para socorrer a Ceuta, asediada por los moros, y bombardear Tánger. Salió de Palma el 25 de noviembre de aquel año y llegó a Algeciras el 7 de diciembre. A su llegada había terminado el enfrentamiento, anunciándose la llegada a Madrid de unos enviados por el sultán marroquí para firmar la paz.

Barceló, ante esta nueva situación, arrió su insignia de la fragata, pero por su conocimiento del carácter de los musulmanes se embarcó en un jabeque y se dirigió a Ceuta, desde donde estudió las posiciones enemigas, situadas alrededor de la ciudad, previendo que las cosas no irían bien y sería necesario poner a punto las defensas de la plaza. Efectivamente, las negociaciones fracasaron y se declaró la guerra. Pero las intrigas consiguieron que no se le diese el mando de la escuadra a Barceló,7 correspondiendo éste finalmente al teniente general Francisco Javier Morales de los Ríos, jefe de las fuerzas navales del Mediterráneo.

Molesto por esta discriminación arbitraria, lo puso en conocimiento de Carlos IV, quien con fecha 4 de enero de 1792 ordenó que se le diese el mando de la escuadra, reunida en Algeciras, y que estaba compuesta por las fragatas Perpetua y Santa Rosalía, de 34 cañones, los jabeques San Blas, San Leandro y África, 44 cañoneras distribuidas en tres divisiones y una flotilla de buques menores. Pero el invierno fue muy duro, con temporales que obligaron a la escuadra a permanecer en puerto. Además, el sultán al-Yazid murió en un combate contra su hermano Muley Jehen, lo que unido a la imposibilidad de efectuar lo previsto, el 12 de junio se firmó el decreto de disolución de la escuadra.

Barceló, afligido, se volvió a su tierra. Durante unos meses se había propuesto dar una lección más a los berberiscos. Como el problema no se había solucionado, al poco tiempo hubo de reanudarse la guerra, pero Barceló ya no fue llamado. Se le dio el mando de la escuadra a Morales de los Ríos, que aunque no consiguió muchas victorias, sí lo hizo bien frente a Tánger, lo que le supuso ganar el título de conde de Morales de los Ríos.
Final

Ya en su retiro de Palma de Mallorca, inducido por las ya comentadas envidias y acusaciones que sobre él circulaban, falleció a los 80 años de edad, reposando su cuerpo en una de las primeras parroquias que fueron fundadas en Mallorca durante el reino de Jaime I en la iglesia de la Santa Cruz, en su propia Capilla de San Antonio, que tantos recuerdos trae a la familia Barceló, ya que ellos fueron uno de sus fundadores. Para perpetuar su memoria, se colocó una lápida en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en la primera capilla del Este.
Según su biógrafo, el contraalmirante Carlos Martínez-Valverde, académico de la Real Academia de la Historia:

Fue Barceló un general muy discutido en su tiempo. No tuvo muchos amigos entre los jefes de la Armada, pero contaba con numerosos émulos. Contribuía a ello seguramente su autoridad de Almirante al hablar, como también la expresión de suspicacia que le hacía tener su sordera, defecto que le ennoblecía por haber sido causado por el estampido de los cañones.

Su cara tampoco era muy atrayente, sobre todo después de que una bala de mosquete le marcara la mejilla izquierda. Decían las malas lenguas, sobre todo de las gentes de la corte y de alcurnia, que Barceló, nunca cursó la escuela Real de la Marina (que en aquel entonces, solo era para la alta aristocracia). Otros decían que su instrucción se limitaba a saber escribir su nombre. Sin embargo, si así fuera que Barceló no sabía escribir el Don Quijote, sin embargo, si sabía como manejar a su tropa que lo respetaba, y amaba. Pero si bien no tenía muchas simpatías entre los jefes y la alta sociedad de aquella época, a los cuales no fascinaba él era en cambio el ídolo de sus marineros y de su pueblo: Con ellos se mostraba cariñoso y afable y les trataba con familiaridad, no obstante ser con ellos exigente hasta el extremo, cuando la ocasión lo requería.

En todo el litoral mediterráneo gozaba de una popularidad por nadie superada. El conde de Fernán Núñez se expresaba con respecto a él: Aunque excelente corsario, no tiene ni puede tener por su educación las cualidades de un general....

Prosigue Martínez-Valverde:

No obstante, es indudable que su inteligencia y su fina percepción suplían la falta de cultura general. Su preparación en el terreno de la experiencia era grande, pues se basaba en el ejercicio de la mar y de la guerra, es decir, en lo real de la profesión.
En ésta era todo diligencia, vigilancia y serenidad, destreza y pericia en las maniobras, y sobre todo tenía un valor ardoroso que comunicaba a los que le rodeaban, por difíciles que fuesen las circunstancias. Completa este retrato moral el decir que Barceló poseía un corazón bondadoso y noble.

De estas dos cualidades últimas es de donde se entiende que soportara durante tantos años los desatinos de sus jefes y compañeros, como suele ocurrirle a todos aquellos que, como Barceló, habiéndolo dado todo por la patria, se han visto objeto del más absoluto ostracismo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 23 Jun 2015 22:42

D. JOAQUIN BUSTAMANTE Y QUEVEDO

Joaquín Bustamante y Quevedo fue un militar e inventor español, nacido en Santa Cruz de Iguña (Cantabria) en 1847 y fallecido en acto de servicio en Santiago de Cuba durante la Guerra Hispano-Estadounidense.

Ingresó en el Colegio Naval en 1859 a la edad de 12 años. Participó en la Guerra Hispano-Sudamericana contra las Repúblicas de Chile, Perú y Bolivia, tomando parte con la Fragata de hélice Resolución en la ocupación de las islas Chincha. Mientras estaba embarcado en la Goleta Covadonga, fue herido y hecho prisionero en el Combate naval de Papudo que sostuvo con la corbeta chilena Esmeralda. Participó en la campaña de las Filipinas en 1872 al mando del cañonero Mindoro, en las operaciones de Joló y Tawi-Tawi, en los desembarcos de Zamboanga y Paticolo en 1876 y ataques a los pueblos de Parang y Mabun, siendo recompensado con el empleo de comandante de Infantería de Marina.

Realizó el curso de torpedos en Cartagena, en 1888, inventó un tipo propio de torpedo eléctrico y otro fijo (mina Bustamante), que por Real Orden del 9 de mayo de 1885 fue declarada de uso uniforme en la Armada Española. Perteneció a la Junta de Examen del submarino Peral y reglamentó el servicio de torpedos.

En 1898 fue nombrado Jefe de Estado Mayor de la Escuadra del Almirante Cervera. Propuso al almirante una salida nocturna escalonada para evitar la pérdida total de la escuadra, pero ésta fue desestimada. Desembarcó al mando de las columnas de desembarco, resultando herido el 1 de julio en la batalla de las Colinas de San Juan, cerca de Santiago de Cuba. Falleció pocos días después en el Hospital Militar de dicha plaza, recibiendo a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando.

A solicitud de su viuda, se trasladaron sus restos a España en el Crucero Conde de Venadito junto con los del Almirante Cristóbal Colón.

La Armada Española tuvo en servicio desde 1914 hasta 1930 un destructor con su nombre.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Rescoldo » 23 Jun 2015 22:46

D. JOSE MARIA BUSTILLO Y BARREDA

José María Bustillo y Barreda (c.1803, Isla de León, San Fernando, provincia de Cádiz-2 de mayo 1868, el Puerto de Santa María, provincia de Cádiz), I Conde de Bustillo, fue un político y marino español.

Sentó plaza de guardiamarina el 22 de enero de 1816 en el Departamento de Cádiz. En 1819 fue alférez de fragata, en 1825 ascendió a alférez de navío, en 1832 ascendió a teniente de navío, fue capitán de fragata a partir de 1837, en 1844 ascendió a capitán de navío y en 1846 ascendió a brigadier. En 1849 formó parte de una expedición para auxiliar al papa Pío IX. En 1850 es nombrado jefe de escuadra y en 1851 fue nombrado Ministro de Marina, cargo que ocupó hasta junio del año siguiente, tras lo cual partió de Madrid para tomar el mando del apostadero de la Habana. Llegó a Cuba en julio de 1852, cuando le fue informada la llegada a la isla de tropas de filibusteros al mando del ex general Narciso López, a los que se enfrentó en tierra y obligó a reembarcar, tras lo cual los volvió a enfrentar luego en el Morillo de la Manima, derrotándolos finalmente y logrando capturar a 50 hombres. Por este acto el gobierno le entregó la Gran Cruz de la Orden de Carlos III. Estuvo en Cuba los tres años preceptivos y regresó a España en 1854. En 1855 fue designado vocal de la Junta Consultiva de Ultramar.

Por Real Decreto del 14 de noviembre de 1855 es condecorado con la Gran Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo1 por tener cumplidos los requisitos, pero con antigüedad del 24 de julio pasado. En 1854 se le concede la Gran Cruz de la Orden Americana de Isabel la Católica, por su operación de defensa del Papa. En 1856 se le nombra Comandante General de buques, aprestos de expediciones, matrículas, pesca y navegación de particulares. En 1857 se le otorgó la capitanía general del Departamento de Ferrol y el 25 de octubre de ese año será nombrado de nuevo Ministro de Marina, cargo que ocuparía hasta 1858. En 1859 es nombrado comandante general de la escuadra de operaciones en África y en 1860 participó en los bombardeos de las ciudades de Larache, Arcila, Rabat y Salé y, en gratitud por sus acciones, el 14 de julio le fue concedido el rango de teniente general,1 entregándosele el 18 de julio el mando del Departamento Naval de Cádiz. A su vez Isabel II le entrega el título de Conde de Bustillo. Fue, de nuevo, ministro de marina en 1863.

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