TRAJANOMarco Ulpio Trajano, era de origen hispano nacido en Italica, a pocos kilometros de Hispalis (Sevilla), toda su familia siempre fue fiel a la dinastía Flavia, siendo su padre gobernador de Siria, donde con 24 años Trajano tuvo el mando de una legión.
Realizó todo el cursus honorum, siendo cuestor, pretor y legado, lo que le facilito el conocer la vida militar perfectamente y el sistema de vida de los legionarios y de los oficiales.
Destacó en el ejército romano en tiempos de Domiciano. Fue tribuno militar (tribunus legionis) en Siria, y legado de la legio VII Gemina en Hispania, con efectivos de la cual aplastó con éxito en Germania la revuelta de Antonio Saturnino en 89. Más tarde cónsul el año 91, junto con Manio Acilio Glabrión). En torno a ese año, llevó consigo a Apolodoro de Damasco a Roma.
En el año 96 se convirtió en gobernador de Germania, prestando servicio sobre la frontera germana, una de las más problemáticas del imperio, a lo largo del río Rin. Residió en Maguncia y Colonia (Alemania). Tomó parte en las guerras del emperador Domiciano contra los pueblos germanos, y era conocido como uno de los mejores comandantes del imperio cuando, en el año 96, fue asesinado Domiciano.
Trajano se encontraba en Colonia cuando su sobrino segundo Adriano (futuro emperador y entonces tribuno) le comunica el fallecimiento de Nerva. Se convertía en emperador el 27 de enero del 98, a la edad de 45 años. El ser el primer emperador no itálico demostraba que la península itálica estaba perdiendo su papel central en la política romana. Una vez nombrado emperador, no marchó rápidamente a la capital, sino que se limitó a sustituir algunos hombres infieles, a castigar a los pretorianos involucrados en la revuelta contra su predecesor, reduciendo a la mitad el tradicional donativo para celebrar el ascenso al trono. Una de sus primeras actuaciones fue mejorar la red de carreteras entre Mogontiacum (Maguncia) y Augusta Vindelicorum (Augsburgo). Además inició la construcción de un limes para asegurar los Campos Decumanos (Agri decumates, tierras germanas en el lado derecho del Rin), que habían sido ganadas para el imperio bajo Domiciano. Hasta que no estuvo satisfecho con la seguridad del territorio entre el Rin y el Danubio, no marchó a Roma, donde hizo su entrada triunfal dos años después de ser nombrado emperador, tras de haber asegurado la frontera renana
El nuevo Emperador romano fue acogido por el pueblo de Roma con gran entusiasmo, que justificó gobernando bien y sin el derramamiento de sangre que había marcado el reinado de Domiciano. Liberó a muchas personas que habían sido encarceladas injustamente por Domiciano y devolvió buena parte de propiedad privada que Domiciano había confiscado; un proceso comenzado por Nerva antes de su muerte. Su popularidad fue tal que con el tiempo el Senado Romano le confirió a Trajano el título honorífico de optimus, esto es, «Óptimo».
Durante la ceremonia en el Senado con motivo de su ascenso al trono imperial, el senador Plinio le dedicó un famoso e interminable Panegírico (Panegyricus Traiani) en el que pedía que se concediera al Senado una mayor implicación en la conducción de los asuntos de la administración pública del Estado; Trajano observó aquella regla y llamó a muchos de los «padres conscriptos» (senadores) a gobernar las provincias romanas. Conservó un control muy fuerte, ocupándose escrupulosamente de los asuntos de las diversas provincias y arrogándose, por ejemplo, los permisos para la construcción de edificios públicos. Esto le permitió desenmascarar y castigar a muchos senadores reos del delito de malversación, que habían aprovechado la política indulgente del precedente emperador, Nerva. Trajano se valió de un órgano judicial creado por él para investigar estos delitos, el Consilium Principis, del cual formaron parte los mejores juristas de la época. Fueron numerosos los investigados por casos de mal gobierno de las provincias, si bien el mismo Senado dictó generalmente sentencias favorables.
Trajano destaca sobre todo como comandante militar, particularmente por sus conquistas en Oriente Próximo, pero inicialmente por las dos guerras contra Dacia, en lo que hoy es Rumanía—su conquista (101-102), luego su reconquista demorada del reino fronterizo transdanubiano de Dacia—una región que había perturbado el pensamiento romano desde hacía más de una década con la desfavorable (y, para algunos, vergonzosa) paz negociada por los servidores de Domiciano.9 Durante el reinado de Trajano uno de los más importantes éxitos romanos fue la victoria sobre los dacios. La primera confrontación importante entre los romanos y los dacios aconteció en el año 87 y fue iniciada por Domiciano. El prefecto pretoriano Cornelio Fusco cruzó el Danubio con cinco o seis legiones sobre un puente de barcas y avanzó hacia Banato (en Rumanía). Fueron sorprendidos por un ataque dacio en Tapae (cerca del pueblo de Bucova, en Rumanía). La Legión V Alauda fue aplastada y Cornelio Fusco fue sacrificado. El general victorioso se llamaba en un principio Diurpaneo, pero después de esta victoria fue llamado Decébalo (el valiente).
El emperador Domiciano había hecho campaña contra Dacia desde 86 a 87 sin asegurarse un resultado decisivo y Decébalo había desobedecido descaradamente los términos de la paz que había pactado al término de esta campaña.
Con esta ofensiva para ampliar territorios, Trajano acababa con una política seguida desde los tiempos de Augusto de mantener el Imperio dentro de ciertos límites y hacer simples guerras defensivas. La única excepción había sido la conquista de Britania en tiempos de Claudio. Hacia marzo de 101, Trajano inició su primera guerra contra los dacios liderados por Decébalo. Para ello, Trajano pasó a la orilla septentrional del Danubio sobre un puente de piedra que había construido, cruzó las Puertas de Hierro y se dirigió hacia la capital, Sarmizegetusa. Atacó el reino de Dacia con cuatro legiones Derrotó al ejército dacio cerca de un puerto llamado Tapae . Las tropas de Trajano, sin embargo, quedaron dañadas en el encuentro, y desistió de cualquier otra campaña durante el resto del año, para sanar a las tropas, reforzarse y reagruparse
Durante el invierno posterior, el rey Decébalo lanzó un contraataque cruzando el Danubio más lejos corriente abajo, pero fue rechazado. El ejército de Trajano se adentró más en territorio dacio y forzó al rey Decébalo a someterse el año siguiente, después de que Trajano acampara a pocos kilómetros de la capital, Sarmizegetusa Regia.
Al volver a Roma, obtuvo el título de «Dácico» (Dacicus) y se conmemoró el triunfo, celebrado en el Trofeo de Adamclisi. No obstante, Decébalo, al que habían dejado que se las arreglase solo, emprendió una invasión contra territorio romano intentando levantar a algunas de las tribus del norte del río contra Roma. Trajano se puso de nuevo en marcha, partiendo de Ancona y llegando a las riberas del Danubio. Las fuentes hablan de 13 legiones trasladadas para someter definitivamente aquella tierra rica en oro y aquel pueblo que durante el reino de Domiciano había pasado Mesia a hierro y fuego. Creó dos nuevas legiones, la II Trajana Fuerte y la XXX Ulpia Vencedora. Hizo construir, con el diseño de Apolodoro de Damasco, su macizo puente sobre el Danubio, empresa muy parecida por otra parte a la de César con Ariovisto.
Los siete años siguientes, Trajano gobernó como un emperador civil, pero con el mismo éxito que antes. Fue en esta época cuando mantuvo correspondencia con Plinio el Joven sobre el tema de cómo manejar a los cristianos del Ponto, diciéndole a Plinio que los dejara en paz a menos que practicaran abiertamente su religión. Construyó varios edificios nuevos, monumentos y carreteras en Italia y su Hispania natal. Su magnífico complejo en Roma se alzó para conmemorar sus victorias en Dacia, y en gran medida se financiaron con el botín de esa campaña; estaba formado por un foro, la Columna Trajana y el mercado de Trajano que aún se conservan en la Roma actual. También fue un prolífico constructor de arcos triunfales, muchos de los cuales se conservan y reconstructor de carreteras como la vía Trajana y la vía Trajana Nova.
En el 107, tras volver de Oriente celebró un triunfo en Roma por sus victorias en Dacia y Arabia.
Un acto destacado de Trajano fue celebrar unos juegos de gladiadores de tres meses en el gran Coliseo de Roma, aunque la fecha exacta se desconoce. Combinando carreras de carros, lucha con animales y luchas de gladiadores, se dijo que este espectáculo sangriento había dejado 11.000 muertos, en su mayoría esclavos y criminales, por no mencionar a las miles de bestias feroces muertas junto con ellos. Atrajo a un total de cinco millones de espectadores a lo largo de los juegos
Conquistó Dacia completamente en 106, a pesar de la fuerza y la vehemencia de los dacios, guerreros que si no caían en la batalla se suicidaban por su dios Zalmoxis. El avance del ejército de Roma hasta la capital Sarmizegetusa Regia no padeció obstáculos gracias a su superioridad numérica, a la logística y a las tácticas ya consolidadas por siglos de guerras y asedios. La comprobada formación en tortuga, por ejemplo, fue el centro de las tácticas de asedio en Dacia. Con ocasión de estas batallas, además, Trajano introdujo una nueva arma, el carrobalista, el verdadero antepasado del cañón de campaña, un medio que reunía la movilidad necesaria en batalla con una gran potencia y que contribuyó a la victoria romana. Los romanos tomaron la capital dacia, Sarmizegetusa, y la destruyeron. Decébalo se suicidó, y su cabeza cortada fue exhibida en Roma en los escalones que llevaban al Capitolio. Fundó una nueva ciudad, «Colonia Ulpia Traiana Augusta Dacica Sarmizegetusa», en otro lugar distinto a la de la previa capital dacia, aunque llevó el mismo nombre, Sarmizegetusa. Colonizó Dacia con romanos y la anexionó al imperio como una nueva provincia. Las campañas dacias de Trajano beneficiaron las finanzas del Imperio a través de la adquisición de las minas de oro de Dacia. Además, descubrió el tesoro escondido de Decébalo, que ascendía a 165 toneladas de oro y el doble de plata.5 Estas guerras se conmemoran en la columna de Trajano, que se levantó conjuntamente con el Foro (Foro de Trajano), donde fue colocada para celebrar la gran victoria.
Otro acto importante fue su creación formal de los alimenta, un programa de bienestar que ayudaba a niños huérfanos y pobres por todo el imperio romano. Proporcionaba fondos generales, así como comida y educación subvencionada. El programa se vio apoyado inicialmente por los fondos de la guerra dacia, y más tarde por una combinación de impuestos estatales y filantropía. Así favorecía al tiempo el desarrollo de la natalidad, que había caído hasta índices alarmantes, de manera que se corría el peligro de que hubiera escasez de soldados. Sobre el arco de Benevento está representada la distribución de víveres entre la población y sobre todo a los niños pobres en base a la Institutio Alimentaria. También en relieves conservados en el Foro Romano se hace referencia a la institución de los «Alimenta Italiae» en favor de los «pueri et puellae alimenticios».
Con ello se pone en evidencia que Trajano no concentró sus energías y las del Imperio sólo en campañas militares y la construcción de edificios públicos. También fue un cauteloso estadista y filántropo, interesado a las condiciones de sus ciudadanos y por tanto atento en las reformas sociales y políticas. En materia judicial disminuyó los tiempos de los procesos, prohibió las acusaciones anónimas, así como las condenas con falta de pruebas sólidas o en presencia de cualquier duda. En materia económica y social encontró la forma de organizar la burocracia y promulgó leyes a favor de la pequeña propiedad campesina, cuya base estaba amenazada al extenderse el latifundio. Trajano favoreció la repoblación de campesinos libres en la península, invirtiendo capitales y proporcionando a los colonos los medios por sustentarse y trabajo en los campos; a cambio, los colonos invertían una parte de las cosechas como pago de la deuda. Este sistema, conocido como colonato, necesitó control estatal para poder funcionar. Por un lado, había que impedir que los recaudadores de impuestos depredaran a los colonos o que los latifundistas exigieran más de lo debido reduciendo a la miseria y la semiesclavitud a los campesinos; por otro necesitaba defender a los colonos de los bandidos y los invasores que hubieran podido devastar las tierras obligándoles al abandono del campo y marchar a la ciudad dejando las tierras sin cultivar. Para evitar el declive de la agricultura itálica impuso a los senadores que invirtieran en Italia al menos la tercera parte de sus capitales. Puso límites a la emigración de la península, intentando incentivar la presencia de la clase social empresarial y la mano de obra en una Italia que estaba perdiendo su centralidad y que estuvo a punto de encaminarse a una fase de decadencia. Trajano hizo quemar los registros de los impuestos retrasados para aliviar la presión fiscal sobre las provincias, acto que se encuentra representado en los llamados Plutei de Trajano de la Curia Julia. Abolió algunas tasaciones que cargaron sobre los provinciales y los itálicos; pudo crear así un tipo de caja de ahorros popular que concedió préstamos a los pequeños campesinos y empresarios romanos que se beneficiaron así de amplias concesiones; así se favorecieron las primeras cooperativas y asociaciones profesionales.
Con los beneficios y las rentas de las reformas emprendidas, Trajano edificó colegios y orfanatos para los hijos ilegítimos y los huérfanos de sus soldados garantizándoles un subsidio mensual y una instrucción adecuada. Al hacer esto, el emperador garantizó a los emperadores siguientes una clase social dirigente hábil y capaz. Los problemas económicos se solucionaban en el campo de batalla, que tenía la doble finalidad de establecer la paz en las fronteras y encontrar el oro y la plata necesarios para las construcciones, las reformas y para colmar el déficit económico de los emperadores precedentes. Su sucesor, Adriano, se encontró que le tocaba en suerte un imperio económicamente activo.
Sus prolongadas estancias en la guerra exterior no impidieron, pues, a Trajano llevar a cabo una intensa política interior, motivo de encendidos elogios en la historiografía romana, portavoz de la opinión del Senado, una antigua institución que reunía en su seno a la aristocracia y añoraba el poder del que había gozado en el régimen republicano anterior a la instauración del Principado por Augusto.
El ascenso al poder de Trajano supuso para el senado la recuperación de la libertad perdida, «un tiempo nuevo», dice Plinio. Con la colaboración del senado, donde instauró el voto secreto, Trajano trazó un plan de regeneración moral y política que tuvo consecuencias en la administración, la justicia y la economía.
En 113 Trajano comenzó una campaña contra los partos, provocada por la decisión del rey parto Osroes de colocar a un rey títere inaceptable en el trono de Armenia, un reino sobre el cual habían compartido hegemonía los dos grandes imperios desde los tiempos de Nerón unos cincuenta años antes. Probablemente, la idea del emperador nacía también de su deseo de llevar a cabo las campañas que tenía Julio César, su autor favorito, antes de morir: al norte del Danubio y contra los partos.
La primera fase fue un completo éxito. Los partos fueron derrotados y Armenia, Asiria y Mesopotamia fueron integradas en el Imperio. Comenzó por Armenia, deponiendo en el año 114 a su rey parto, Partamasiris, y convirtiendo a Armenia en provincia romana. Luego marchó hacia el sur, entrando en la propia Partia, tomando las ciudades de Babilonia, Seleucia y finalmente la capital Ctesifonte en el año 116. Siguió hacia el sur, hasta alcanzar el Golfo Pérsico, lamentando ser demasiado viejo para seguir los pasos de Alejandro Magno5 y alcanzar la propia y distante India. Fue el punto oriental más lejano al que llegó el Imperio romano. No sólo quedó ocupada toda Mesopotamia sino que la vanguardia del ejército romano, dirigida por Lucio Quieto se asomó a las primeras cadenas montañosas de Persia. Con las nuevas provincias de Mesopotamia y Asiria, el Imperio alcanzó su máxima extensión, teniendo su frontera oriental en el río Tigris y no, como hasta entonces, en el Éufrates.
Más tarde en 116, Trajano cayó enfermo y emprendió el viaje de vuelta hacia Italia. Su salud declinó en la primavera y el verano de 117, y para cuando llegó a Selinus de Cilicia, que más adelante se llamó Trajanópolis en su honor, murió repentinamente de edema el 9 de agosto. Las cenizas de Trajano se colocaron debajo de la Columna Trajana, el monumento que conmemoraba su éxito, derogando la antigua ley que impedía las sepulturas en el interior del perímetro ciudadano. La urna se perdió durante las invasiones bárbaras, y se perdió su rastro, siendo presumiblemente fundida. Adriano, al convertirse en emperador, devolvió Mesopotamia al imperio parto, como parte de un tratado de paz en el 125, pero se conservaron el resto de territorios conquistados por Trajano.
Como constructor fue uno de los más grandes emperadores, a el se debe el magnifico Puente de Alcantara, así como numerosos acueductos, puertos y reformas urbanisticas.
Para estar más cercano al pueblo romano, Trajano hizo escribir sobre la puerta de su residencia Palazzo Pubblico, para que todo el mundo pudiese entrar en él libremente. Solía recibir, personalmente y sin cita previa, a quien quisiera conseguir de él justicia. De lo que deriva otra anécdota célebre: ante las protestas de su secretario, que se quejaba de que su señor confiase incautamente en todo el mundo, Trajano le contestó: «Trato a todos como quisiera que el Emperador me tratase a mí, si fuese un ciudadano particular».
El historiador del siglo XVIII Edward Gibbon incluyó a Trajano entre los cinco emperadores que gobernaron el gran territorio del Imperio romano «por un poder absoluto, guiado por la virtud y la sabiduría», considerando que
Si se pidiera a cualquiera que determinara el período de la historia del mundo en que la condición humana fue más próspera y feliz, mencionaría sin dudar la que se extiende entre la muerte de Domiciano hasta el ascenso de Cómodo.
«Traian» se usa como un nombre de pila en la Rumania actual, entre otros, lo tienen el presidente Traian Băsescu. En el himno nacional de Rumania, Deşteaptă-te, române!, se evoca a Trajano en la estrofa décimosegunda:
la traducción del rumano al castellano dice:
¡Y que en nuestros corazones guardamos con orgullo un nombre
Triunfante en las batallas, el nombre de Trajano!
Saludos
