HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 22:44

Excmo. SR. D. Mariano GARCIA MARTIN (Cabo de Infanteria del Ejercito Español, Caballero Laureado


– Mariano García Martín. Cabo del Regimiento de Infantería de Ceriñola.

Protegiendo los flancos de las tropas que abandonaban la posición de Afrau, cayó herido, ofreciéndose a proteger la retirada desde el lugar en que había caído. En dos ocasiones más pretendieron sus compañeros llevarle con ellos, pero continuó negándose, manteniéndose en su puesto hasta que perdió la vida.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 22:48

Excmo. Sr. D. Federico De La PAZ ORDUÑA (Capitán de Artillería del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Capitán de Artillería, muerto en Igueriben.

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 13 de marzo de 1925 (Diario Oficial núm. 58) por el valor demostrado en la defensa de Igueriben entre los días 17 y 21 de julio de 1921.

El capitán de artillería D. Federico de la Paz Orduña, perteneciente al Regimiento Mixto de Artillería de Melilla, y al mando de una batería ligera, tomó parte activa en la defensa de Igueriben, en unión de dos compañías del Regimiento de Infantería Ceriñola número 42 y de algunos otros núcleos, en total unos 300 hombres, que guarnecían aquella posición; mantuvo a gran altura el honor de las armas y sostuvo el fuego de su batería con decisión y acierto para tener a raya al enemigo y causarle numerosas bajas. Escaseando las municiones casi desde el principio de su defensa y ya sin esperanzas de reponerlas por hallarse la posición aislada del resto del ejército y haber fracasado cuantos intentos se hacían para lograrlo, cuidó también de economizarlas desde aquel momento con notable previsión, sin dejar por ello de hacer fuego cuando era absolutamente indispensable, y al intentar el enemigo el asalto y llegar hasta la boca de las piezas, debido a aquella previsión pudo hacer lanzar a éstas, que se hallaban sin apoyo de tropas de sostén, la munición reservada para tan críticos momentos, rechazando el asalto y alejando a los atacantes lo suficiente para permitir a la guarnición recoger cuanto armamento y material pudo transportarse y para inutilizar el resto.

Secundó con el mayor valor, entusiasmo y eficacia las órdenes del jefe de la posición, y situándose siempre en los sitios de mayor peligro, consiguió con su bizarro ejemplo elevar el espíritu de los defensores, e infundirles confianza en la victoria, teniendo por fin en cuenta que, al evacuarse Igueriben por orden superior, el capitán Paz fue de los últimos en hacerlo, a fin de inutilizar los cañones y sus cierres, por lo que salió de la posición al mando de la retaguardia y continuó en su puesto defendiéndose valerosamente, pistola en mano, hasta llegar al cuerpo a cuerpo y caer muerto cuando ya no tenía ningún soldado a su alrededor.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 23:19

Excmo. Sr. D. Juan SALAFRANCA BARRIOS (Capitán de Infantería del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Heroicidad, valentía, y un profundo amor hacia España. Estos eran los valores de Juan Salafranca y Barrio, un capitán español que, allá por 1921, murió tras recibir tres heridas mientras defendía a fusil y cuchillo un campamento hispano establecido en el monte Abarrán (al noroeste de Marruecos). Aquel 1 de julio, este oficial insufló el valor que necesitaban sus escasos 200 hombres para combatir hasta la muerte contra los cientos y cientos de marroquíes que asaltaron su acuartelamiento. Aunque su determinación no le granjeó la victoria, si le permitió ganarse la más alta condecoración militar de nuestro país y, como no podía ser de otra forma, un lugar en los libros de historia.

Juan Salafranca y Barrio vino al mundo el 21 de septiembre de 1889 en Madrid. Desde su más tierna infancia, este español se vio fascinado por la vida castrense, pues provenía de una familia de tradición militar. «Su padre sirvió en la Armada y murió en 1895 de fiebre amarilla en Puerto Rico. Él era huérfano, pero tenía un hermano mayor que también era militar. Siempre se sintió atraído por ese mundo», explica, el coronel de infantería retirado Juan Ignacio Salafranca Álvarez –sobrino nieto de Juan Salafranca y Barrio y actualmente destinado en el Instituto de Historia y Cultura Militar-.

Su interés por la vida marcial hizo que, a finales de agosto de 1907 ingresara en la Academia Militar de Infantería ubicada en Toledo (uno de los primeros centros de formación militar del Ejército de Tierra hispano). Allí, entre libros y armas, Salafranca coincidió con un joven soldado ansioso por convertirse en oficial: Francisco Franco, con quien compartió promoción. Tras graduarse, el madrileño pidió ser trasladado al lugar donde los militares españoles se ganaban las judías a base de gónadas y balas: Marruecos.

Camino a Marruecos


Corrían por entonces malos tiempos para España, pues la comunidad internacional había decidido cedernos un pequeño territorio en el norte del Marruecos que no daba otra cosa que calentamientos de cabeza. Y es que los lugareños, que no veían con buenos ojos cambiar su bandera por la rojigualda, se convirtieron en toda una molestia al atacar constantemente –tirando a dar, por supuesto- a los hispanos allí ubicados. Hasta el chambergo de llenar ataúdes, los oficiales y políticos peninsulares no tuvieron reparos en enviar a miles y miles de soldados a África con el objetivo de pacificar la zona.

«Medía 1,89, mi abuela decía que era espectacular verle de uniforme»En esas andaba España cuando Salafranca hizo el petate y embarcó hacia Ceuta a finales de 1912. «Cuando mi tío abuelo llegó a Marruecos, la situación era relativamente pacífica porque las líneas españolas estaban fijas. En ese momento Ceuta era el único punto conflictivo debido a que se había rebelado la cabila (tribu enemiga) de Anyera. Era una época en la que la lucha era esporádica. Se hacían operaciones como se puede salir hoy en día de maniobras. Se iba al campo, se establecían las posiciones necesarias y luego se regresaba a la plaza», señala el coronel en relación a su familiar. Con el paso del tiempo, Salafranca no tardó en demostrar su don innato para manejar el mosquetón Mauser y logró enganchar en su chaquetilla tres medallas por repartir más de un balazo entre sus enemigos.

Ya como teniente, fue trasladado en 1916 al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2, una unidad hispana que, creada en 1914, estaba formada por soldados marroquíes leales a nuestro país y oficiales españoles. En aquellos años, el madrileño ya era popular entre sus compañeros debido, entre otras causas, a su alta estatura. «Mi tío abuelo era un personaje singular pues, para la media estatura de la época -que era 1,60- el medía 1,89. Mi abuela contaba que era espectacular cuando venía de permiso con el uniforme y el tarbuch rojo de regulares a Madrid. En esos tiempos se usaba mucho el uniforme y él, por ejemplo, se vestía así para ir al cine provocando el asombro en todos los que esperaban la cola», destaca su sobrino nieto.

El combate de «el Biutz»

Sin embargo, la situación de calma cambió el año en que Salafranca entró a formar parte de los regulares. Con los rifeños en rebeldía, en el verano de 1916 su unidad se unió al ejército que debía pacificar, a base de fusilazos, la cabila de Anyera. A finales de junio comenzó la operación con un objetivo inicial claro: tomar «El Biutz», un poblado ubicado cerca de Ceuta que estaba protegido por varias colinas desde las que los marroquíes podían defenderse fácilmente. Junto a Salafranca, partió también un viejo conocido de la academia, el entonces capitán –y por lo tanto su superior- Francisco Franco.

Una vez en el poblado, la columna en la que estaba destinado el madrileño recibió órdenes de asaltar y tomar la denominada «Loma de las Trincheras», una posición elevada defendida por decenas de enemigos que, desde lo alto, podían disparar a placer sobre aquellos que intentaran atacarles. No hubo titubeos y los regulares calaron la bayoneta y cargaron monte arriba al grito de «¡España!». Pero, como era de esperar, la mejor ubicación de los rifeños favoreció que pudieran descargar sobre los nuestros una ingente tormenta de balas. Allí por dónde miraba, Salafranca veía compañeros caídos atravesados por munición de fusil.

«El combate fue durísimo y hubo muchísimas bajas. Mi tío abuelo, de hecho, acabó mandando una compañía entera -aunque sólo era teniente- debido a que las numerosas bajas de oficiales que se produjeron. A pesar de ser herido dos veces no se retiró, sino que siguió en primera línea y finalmente logró tomar junto a sus compañeros la posición», explica el coronel Salafranca a ABC. Su valentía en el combate le granjeó el primer ascenso de su carrera y se convirtió en capitán. A su vez, pudo sentirse de orgulloso de haber sobrevivido, algo que no pudieron decir sus 150 compañeros de batallón caídos en batalla.

Tras el combate, Salafranca fue propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, la mayor condecoración militar española, pero finalmente no fue galardonado con este reconocimiento. «(Después del Biutz) S.M. el Rey le envió la enhorabuena; entonces se dijo que este soldado admirable iba a obtener la cruz laureada. No fue así. Siguió Salafranca en Marruecos combatiendo hasta el final en una profesión a la que desde el primer momento había consagrado su vida. Muchas veces se puso en trance de perderla. Al frente de sus tropas moras, dirigiendo a sus cien hombres, indígenas, perfectamente uniformados y equipados, con sus oficiales, valientes y duros en los trances más difíciles, este capitán constituyó un ejemplo sublime, digno del entusiasmo del pueblo», escribió, en 1921, el periodista de ABC J. Ortega Munilla en su crónica «De la historia inédita. El capitán Salafranca».

La situación de Melilla

Mientras Salafranca daba escopetazos por aquí y espadazos por allá, la situación en el frente marroquí cambió de forma drástica. Y es que las narices de los rifeños se hincharon hasta tal punto que comenzaron a organizar un ejército bajo el liderato de Abd el-Krim, un jefe local de la cabila de Beni Urriaguel –el centro de la rebelión contra los españoles-. Así pues, y de forma paulatina, los rifeños fueron abandonando su tradicional sistema de razzias (ataques rápidos contra las posiciones españolas) para ir estableciendo un contingente que pudiera hacer frente a los invasores hispanos.

De forma paralela, y como las fosas nasales del Comandante General de Melilla -elgeneral Silvestre- también estaban bastante abultadas de tanto moro para arriba y ataque para abajo, los españoles iniciaron una incursión masiva sobre la zona este de Marruecos para pacificar de una condenada vez aquel territorio. «Cuando el general Silvestre fue nombrado Comandante General, ordenó avanzar a través del territorio marroquí para establecer un campamento cerca del corazón de la rebelión: la cabila de Beni-Urriaguel, que estaba en la bahía de Alhucemas», explica el coronel de infantería.

A su vez, con este movimiento Silvestre pretendía proteger a las cabilas partidarias de España (sí, las había), las cuales pedían desde hace meses ayuda al verse atacadas por sus compañeros marroquíes seguidores de la rebelión. «Para ayudar a estos grupos, en enero de 1921 se estableció una línea defensiva avanzada. Esta línea pretendía ir ocupando los puntos que los jefes de cada cabila pro española pedían para sentirse seguros y sentirse a salvo de los partidarios de Abd el-Krim. Posteriormente se criticó que no eran posiciones fáciles de defender y que las aguadas eran imposibles, pero no quedaba más remedio que ubicarse allí donde pedían los jefes locales», completa Juan Ignacio Salafranca.

Salafranca, hacia Abarrán

Así andaban las cosas por Marruecos cuando, en 1921, Juan Salafranca y Barrio fue trasladado junto a su unidad al campamento de Annual (a 60 kilómetros de Melilla) para participar en la macro ofensiva realizada por el general Silvestre. Durante los meses siguientes, el madrileño volvió a mostrar su valentía combate tras combate obteniendo varias medallas y reconocimientos por ello. Con todo, no fue hasta marzo de ese mismo año cuando el capitán recibió las que serían sus últimas órdenes: partir junto a la columna al mando del comandante Villar, cuyo objetivo era establecer una posición defensiva en la colina de Abarrán, ubicada al otro lado del río Amekran (a 6 kilómetros de Annual).

Al frente de la columna se ubicó la harca, presuntamente leal a España«La policía indígena -que era la que tenía encomendada la tarea de establecer contacto y obtener información de las cabilas- informó a los españoles de que la cabila de Tensamán (la cual está ubicada muy cerca de la de Beni Urriaguel, el foco de la rebelión) estaba fraccionada. Explicó a los oficiales que había una serie de partidarios de Abd el-Krim que estaban presionando y atacando a los pro españoles y esa facción pedía protección al ejército español. Fue entonces cuando el comandante Villar explicó al General Silvestre que era necesario enviar ayuda para no perder el apoyo total de esa cabila», destaca el militar español. La explicación pareció convencer al oficial al mando, pues los soldados empezaron a preparar sus pertrechos y armas para el combate ese mismo día.

La jornada siguiente, cuando el calendario marcaba el 1 de julio de 1921, la columna española inició la marcha hacia Abarrán. En principio, sus órdenes consistían en levantar un campamento en la colina y acabar con la pequeña rebelión que había en la cabila de Tensaman, A priori, su objetivo era sencillo. De madrugada, un contingente formado por 1.200 militares leales a España comenzó el viaje. «La columna estaba formada por tres unidades de policía, un tabor y un escuadrón de regulares, dos compañía de ametralladoras de Ceriñola, una batería de un regimiento peninsular, una batería de montaña, dos compañía de zapadores y elementos auxiliares», completa el sobrino nieto del laureado. En este contingente iban, además, Salafranca y sus hombres.

Frente a la columna se situó además una harca, una unidad auxiliar formada por marroquíes. «Las harcas estaban formadas por rifeños que se ponían a las órdenes de los españoles. Usualmente, cuando se iba a ocupar una cabila, se procuraba que en vanguardia fuera la harca de esa cabila debido a que conocían mejor el terreno y estaban acostumbrados a guerrear entre ellos. Inmediatamente después iba la policía indígena, que se encargaba de establecer las posiciones y, finalmente el grueso de las tropas españolas», destaca el experto.

La toma de la colina

Con las primeras luces de la mañana, la columna se situó en formación de ataque y avanzó sobre Abarrán fusil en ristre. Sin embargo, no hizo falta disparar un solo tiro, pues la colina estaba desierta. ¿Por qué? La respuesta era sencilla, era un territorio yermo, seco y difícilmente defendible. A pesar de todos los inconvenientes, las órdenes eran las órdenes, por lo que, aproximadamente a las ocho de la mañana, comenzaron las labores de fortificación para asegurar la posición ante un posible ataque.

Para ello, se estableció un perímetro que, según Munilla, tenía forma de paralelogramo. Para facilitar la defensa ante las acometidas, uno de los lados del campamento se estableció en el borde de un barranco. De esta forma, únicamente había que defender tres de los cuatro sectores. A su vez, otro de los extremos fue cubierto con los escasos sacos terreros que había disponibles. Finalmente, la totalidad de la posición fue rodeada por una alambrada a las 11 de la mañana. Esa era la máxima protección a la que podían aspirar.

El campamento de Abarrán quedó al mando de Salafranca Establecido el campamento, los exploradores se cercioraron del número de enemigos ubicados en la cabila de Tensaman y, al considerar los oficiales que no eran demasiados, enviaron a combatirlos a la harca amiga. A priori, parecía un combate sencillo. Sin más qué hacer, y con la satisfacción del deber cumplido, el grueso de la columna abandonó entonces la posición de Abarrán dejando un pequeño contingente de retén por si había alguna dificultad.

«Con la marcha de la columna principal, el campamento quedó al mando de mi tío abuelo, que disponía de 100 regulares, un grupo de 100 policías indígenas y los sirvientes de la estación de telegrafía», completa Juan Ignacio Salafranca. Por otro lado, también se encontraban en la posición una treintena de artilleros que ubicaron sus cañones a la derecha del campamento por si los marroquíes decidían atacar de improviso.

Una traición inesperada


Después de que la columna principal iniciara su marcha, Salafranca quedó a la espera de que la harca leal a España consiguiera eliminar a los enemigos ubicados en el poblado cercano. En cambio, antes de comenzar el combate los musulmanes aliados solicitaron al oficial que les entregara cartuchos para poder combatir. Extrañado por la petición, el oficial les dio unos 100 por cabeza y les solicitó romper de una vez el fuego.

El ataque de la harca amiga se produjo unos pocos minutos después. Armados con cientos de fusiles y con una buena cantidad de munición por cortesía hispana, los marroquíes iniciaron el avance sobre el poblado enemigo. No obstante, y de forma repentina, cuando los presuntos aliados se encontraban a una distancia considerable, se dieron la vuelta y, con el mosquetón en ristre, atacaron a los españoles. ¡Traición! «Hubo un fallo en los servicios de inteligencia e información, que no consideraron la posibilidad de que la harca amiga se rebelara. Con ella, también se sublevó parte de la policía indígena, una unidad que tenía una función específica y que se la terminó usando en cometidos militares», añade Salafranca.

A la harca anteriormente amiga y a la policía indígena se unieron muchos más musulmanes provenientes de las cabilas cercanas. Los oficiales españoles de Annual habían caído en una trampa que podía llevar al ataúd a la pequeña unidad comandada por Salafranca. «Es imposible calcular el número de marroquíes, pero es seguro que eran cientos porque se juntaron los de la harca y los de la cabila de Tensaman. Se combatió contra innumerables enemigos», añade el coronel español de infantería retirado a ABC.

Disparando por la vida

Tras los primeros balazos, los sorprendidos soldados que estaban de guardia dieron la alarma y corrieron como alma que lleva el diablo para avisar a su superior, como bien explica el periodista de ABC en su casi centenaria crónica: «A los primeros disparos cayó muerto el capitán Huelva, y al ir el teniente Fernández a dar parte a Salafranca de lo ocurrido, fue muerto de otro balazo». Tampoco le fueron mucho mejor las cosas al capitán madrileño quien, antes siquiera de poder preguntarse qué sucedía, fue herido en un brazo.

Una vez que se conoció la traición, el capitán Salafranca hizo uso de toda su fuerza y toda su potencia de voz para organizar eficazmente a sus hombres y romper el fuego contra los antiguos aliados. Su única posibilidad de no salir en una caja de pino de allí era resistir hasta el regreso de la columna española. «Cayó una gran cantidad de fuego sobre ellos cuando la posición no se había siquiera organizado. El enemigo atacó además desde una colina, es decir, de arriba hacia abajo, lo que siempre es una ventaja. Muchos soldados españoles murieron antes incluso de saber qué sucedía. Además, algunos hombres de la policía indígena llegaron a volverse contra sus oficiales hispanos», completa Juan Ignacio Salafranca.

Para desgracia española, los minutos pasaron lentos. Bajo un calor asfixiante, el sonido de los fusiles y los gritos copó el ambiente. Tampoco quiso perderse las bofetadas el ruido ensordecedor de la artillería hispana que, cartucho a cartucho, lanzaba toda su furia sobre la harca traidora y los enemigos reunidos cerca del campamento. Desde primera línea, y a pesar de tener el brazo herido, Salafranca dirigió las descargas de fusilería, dio ánimos a sus soldados y, por descontado, soltó alguna que otra patada en el trasero a aquellos pocos que habían quedado paralizados por el miedo. Aún así, los cuerpos sin vida de los defensores caían al suelo por decenas.

La muerte de un héroe

«(En ese momento) Salafranca recibió una herida en el vientre. Trató el practicante de curarle y el capitán, con un absoluto desprecio de la vida, se negó a ello. En tanto, la harca enemiga atacó la posición por el lado de la Artillería, que consumió todas sus municiones, tirando con fuego rápido y espoleta al cero; los rifeños cayeron sobre las piezas y el gran Salafranca, falto ya de municiones, con los pocos hombres que le quedaban y las tripas en la mano, mandó armar el cuchillo y trató de ir a defender la Artillería; pero otro balazo en el pecho le impidió prolongar la defensa», añade Munilla.

Con las tripas fuera, Salafranca combatió hasta la muerte A pesar de este último balazo, Salafranca todavía pudo continuar la resistencia unos minutos más. «Varias veces herido de bala, el capitán Salafranca, chorreando sangre, con las entrañas en la mano, aún sentía el noble vértigo de la lucha. Y, sobreponiéndose al espantoso sufrimiento que, sin duda, experimentaba, seguía al frente de sus tropas», completa el periodista de ABC en su texto publicado en 1921.

Pero, herido de gravedad, Salafranca perdió el conocimiento por breves minutos. Cuando volvió a abrir los ojos, entre disparos y sin fuerzas dio sus últimas órdenes: pidió papel para escribir a su madre, entregó la cartera con el dinero de la compañía a un teniente de Artillería y animó a los pocos supervivientes que quedaban. Después, cerró los ojos para no volver a abrirlos más.

El final de la resistencia


Con la mayoría de sus superiores caídos y Salafranca muerto, poco pudieron hacer los escasos soldados que quedaban. Así pues, tras cuatro horas de combate, los enemigos entraron en el campamento deseosos de cortar cuellos españoles. «En cada compañía había un oficial moro que se correspondía con el mando más bajo. En Abarrán, el último oficial en dirigir la defensa de los españoles fue el moro, quien, cuando los enemigos tomaron la posición, se pegó un tiro en la cabeza. En la posición murieron todos los oficiales, hasta el teniente de artillería que mandaba los cañones. Cuando cayó la defensa, los pocos supervivientes que quedaron bajaron un barranco y corrieron por su vida. Hubo unos 40 supervivientes», destaca el coronel.

Perdida la posición, los rifeños saquearon el campamento y se vanagloriaron de haber vencido por primera vez a los españoles en una batalla en campo abierto. La derrota fue un duro mazazo para las tropas españolas que, no obstante, también pudieron sacar pecho ante la heroica defensa de Salafranca y sus hombres. En los días posteriores, los diarios de la Península llenaron portadas y páginas recordando a los valerosos héroes de Abarrán. Tan épico fue el combate, que el madrileño obtendría en 1924 la Cruz Laureada de San Fernando.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 23:37

Excmo. Sr. D. Antonio VAZQUEZ BERNABEU (Teniente de Sanidad del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Don Antonio Vázquez Bernabéu. . Teniente médico. A pesar de encontrase enfermo, el 16 de junio de 1921 salió de las proximidades de Buy Meyan para dirigirse a la Loma de los Árboles, en cuyas inmediaciones rompió el fuego el enemigo, ocasionando en nuestras fuerzas numerosas bajas, que personalmente fueron recogidas por él. Debilitada la línea por el gran número de heridos, y ante la intensa presión del enemigo, parte de las fuerzas propias emprendieron la huida, ayudando a varios oficiales a contener el pánico y a que volviesen a ocupar las posiciones abandonadas.

Una vez ordenada la retirada, continuó en el lugar de la acción hasta persuadirse de que no quedaban heridos ni muertos que retirar

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 26 de mayo de 1924 (Diario Oficial núm. 118) por el valor demostrado en la acción de Loma de los Árboles el 16 de junio de 1921.

El día 16 de junio de 1921, el teniente médico de las tropas de Policía Indígena de Melilla, D. Antonio Vázquez Bernabeu, salió de la posición de Buimeyan a pesar de encontrase enfermo, acompañando a las fuerzas de las mías 8°, 9° y 12°, siguiendo con esta última a la llamada Loma de los Árboles, y cuando se hallaban a distancia aproximada de 200 metros del enemigo, éste rompió el fuego, ocasionando a nuestras fuerzas numerosas bajas, que personalmente recogía el teniente Vázquez Bernabeu.

Debilitada la línea por el gran número de heridos, y ante la intensa presión del enemigo, un núcleo de policías emprendió franca huída por dos veces, en las que el interesado, coadyugando a la acción de los oficiales de las mías, obligó a aquellos a ocupar las posiciones abandonadas, evitando con esto los efectos del pánico y que en cambio se pudiese rechazar el ataque. Al ordenar la retirada, el citado teniente médico continuó en el lugar de la acción hasta persuadirse de que no quedaban heridos ni muertos que retirar.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 23:42

Excmo. Sr. D. Juan VELAZQUEZ y GIL DE ARANA (Comandante de Infantería del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Comandante de Infantería, segundo jefe del II Batallón del Regimiento de Infantería "Melilla" núm. 59, muerto al frente de Sidi Dris.

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 9 de julio de 1923 (Diario Oficial núm. 150) por el valor demostrado al frente de la defensa de Sidi Dris entre los días 22 al 25 de julio de 1921.

Durante los días 22 al 25 de julio de 1921, el comandante D. Juan Velázquez y Gil de Arana, del Regimiento de Infantería "Melilla" número 59, tomó parte en los combates para la defensa de la posición de Sidi Dris, como jefe de la misma. La guarnición a sus órdenes la componían una compañía del Regimiento de Infantería Ceriñola núm. 42, otra de ametralladoras, una sección de fusiles del Regimiento de Melilla, una batería de Artillería, un destacamento de 12 hombres de la Compañía de Mar de Melilla, algunos soldados de Intendencia y 50 policías, más unos 80 hombres que, procedentes de Talilit, ingresaron en Sidi Dris, o sea, un total de 350 hombres.

El primero de los dichos días fue cercada aquella posición por el enemigo, atacándola con verdadera rudeza, llegando hasta las alambradas, dando lugar al asedio, primero a la escasez de agua y después a la falta absoluta de ella. El comandante Velázquez, durante la defensa, recorría contínuamente el parapeto, dando ejemplo con su valor y entereza a las fuerzas a sus órdenes, consiguiendo mantener elevado el espíritu de ellas, que rechazaban los ataques del enemigo; la defensa continuó sin que la falta de agua, de la cual se careció durante cuatro días, ni la escasez de víveres, ni el insoportable hedor producido por las caballerías muertas fuera de las alambradas, ni las enfermedades, ni menos los citados ataques del enemigo, fuesen suficientes a enfriar en el espíritu de la guarnición el fuego sagrado del honor y del amor patrio.

Agravada considerablemente la situación, y ante la imposibilidad de hacer la aguada en el río y que la escuadra con que se mantuvo comunicación constante pudiese facilitar aquel tan esencial elemento, el día 25, de acuerdo con el comandante del Princesa, y en cumplimiento de instrucciones del mando, hubo de decidirse la evacuación. Dadas por el citado comandante Velázquez las disposiciones oportunas, se inutilizó el material de guerra, se rompió el parapeto y la alambrada en el frente de la playa, se esparció paja y se roció de petróleo, a fin de incendiarla, saliendo de la posición la mitad aproximadamente de las fuerzas, continuando su jefe en el recinto.

El enemigo, vacilante en sus posiciones, se lanzó con violencia y acometividad arrolladora, destrozando parte de la columna que había salido, salvándose sólo 12 ó 14 hombres que fueron recogidos por la escuadra, la cual, per su parte, sufrió bajas en sus oficiales y marinería, perdiendo dos botes. Ante la evidencia de que la avalancha enemiga arrollaría a las tropas, tuvo el citado comandante Velázquez que suspender la evacuación de las que aún no habían salido de Sidi Dris, resolviendo mantenerse y defender esta posición, que aún era de España, y en ella morir matando, hasta que, a las seis de la tarde, después de obstinada lucha y empuje cada vez mayor del enemigo, irrumpió éste en el recinto, sucumbiendo sus defensores en aras del deber, y entregando, para cumplir el juramento sagrado, la vida por la Patria.

En los actos mencionados, la figura del comandante jefe de la posición se destacó briosa, apareciendo adornada de las más altas virtudes militares, de sereno valor y grandes dotes de mando que le hicieron darse cuenta perfecta de la situación, proponiendo medios para resolverla y conservando gran entereza de ánimo y una virilidad que fueron agentes contagiosos que sostuvieron elevadísimo el espíritu de las tropas que lucharon por creer en él.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Mar 2018 23:46

Excmo. Sr. D. Enrique AMADOR ASINS (Capitan de Infantería del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Capitán de Infantería, muerto al frente de Hami Boasa.

Cruz de San Fernando de 2° Clase, Laureada. Concedida por Real Orden de 27 de julio de 1925 (Diario Oficial núm. 165) por el valor demostrado al frente de la defensa de la casa de Hami Boasa entre los días 23 al 25 de julio de 1921.

Al capitán de Infantería D. Enrique Amador Asín, del Regimiento de Infantería "Melilla" núm. 59, se le ordenó el 23 de julio de 1921 defender con su compañía la casa de Hami Boasa, dependiente de la posición de Dar Quebdani, sufriendo en los días 23 al 25 ataques del enemigo, muy superior en número, llegando varias veces al cuerpo a cuerpo, hasta el día 25, después de perder más de los dos tercios de su fuerza y rechazar repetidas veces insinuaciones de rendición con promesas tentadoras para sus hombres, que llevaban dos días sin comer ni beber, dando siempre ejemplo de valor y heroismo, cayó mortalmente herido, poniendo a gran altura el honor de las armas.

En su declaración ante el general Picasso, el comandante Sanz Gracia describe así la resistencia del capitán Amador:

"Uno de los jefes moros que había en la posición, acaso Si-Hamú, a instancia del coronel, ofreció su casa próxima a la aguada para que la ocupase una fuerza que sirviera de protección a ésta, designándose a la compañía de voluntarios, sexta del tercero, para que lo efectuara con los elementos escasos de fortificación de que disponía, desde luego insuficientes. Al empezar los trabajos el enemigo rompió el fuego contra ella, sin cesar de hostilizarla hasta la evacuación de la posición principal, sin que hubiera sido posible enviarla socorros de ninguna clase."

"En la mañana del 25, por telégrafo de banderas, demandó con apremio dichos auxilios, contestándole por igual medio que estuviera atenta a lo que se verificase en la posición principal y siguiera el movimiento de su guarnición, que de cualquier modo sería de retirada hacia Kandussi o a la plaza. Esta comunicación no pudo ser atendida por la compañía, según ha sabido después el declarante. Presentados posteriormente unos moros con bandera blanca, manifestando que se había concertado la entrega de armamento y la evacuación de la posición, el capitán, conoce por referencias, se negó a efectuarlo, diciendo que se replegaría sobre la posición principal; pero renovada la agresión, herido el capitán y dos oficiales, el resto de la guarnición trató de abrirse paso, pero dispersos y perseguidos perecieron en su mayor parte."


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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 00:14

Excmo. Sr. D. Francisco ARACIEL GARBAYO (Teniente de Infantería de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Visto el expediente de juicio contradictorio instruida en la plaza de Ceuta para depurar si el Teniente de Infantería (fallecido) D. Francisco Araciel Garbayo, del grupo de fuerzas Regulares indígenas de Ceuta número 3, se hizo acreedor a ingresar en la Real y Militar Orden de San Fernando por sus méritos en el combate del día 10 de Enero de 1922 en Dra-Asef, de la cabila; de Ajmas (zona occidental);

"Resultando que el mencionado día se le confirió la seguridad del flanco izquierdo de la columna de ataque, situándose en una posición, llave de la defensa de dicho flanco, con una sección de escasos eíectivos, que distribuyó con gran pericia para abarcar mayor frente, tomando el mando directo de un grupo de soldados, y desde su puesto, en pie, desafiando el peligro y, animando a su tropa con la voz y el ejemplo, sostuvo una defensa tenaz contra un enemigo superior en número, combatiendo con el fuego hasta' llegar al choque al arma blanca y sosteniéndose hasta caer mortalmente herido, dando tiempo con sus avisos oportunos y su propia actuación a la llegada de otras unidades, que sólo pudieron recoger los cadáveres de los que, conscientes de la magnitud del riesgo, la afrontaron decididos, alentados por el ejemplo que a todos ofrecía con su serenidad y enérgica actitud el que los mandaba; por "resolución fecha de hoy, de acuerdo, con lo informado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina, se concede al teniente de Infantería (fallecido) D. Francisco Araciel Garbayo la cruz laureada de San Fernando por su heroico comportamiento en el combate del día 10 de Enero de ,1922 en Dra-Asef, de la cabila de Ajmas (zona occidental), y por considerar el caso comprendido en el artículo 54, caso cuarto, del vigente reglamento de la Orden."

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 00:22

Excmo. Sr. D. José GOMEZ DE ARTECHE y MARTINEZ DE VELASCO Capitán de Infantería de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado)


GRUPO DE FUERZAS REGULARES INDÍGENAS DE CEUTA Nº 3.

FECHA: 10 DE ENERO DE 1.922.
LUGAR: DRAA-EL-ASEF (CABILA DE AJMAS).
REAL ORDEN: 23 DE FEBRERO DE 1.924.
DIARIO OFICIAL: Nº 46, DE 24 DE FEBRERO DE 1.924.

MÉRITOS

El día 10 de enero de 1.922, el capitán de Infantería don José Gómez de Arteche y Martínez de Velasco, con ocasión del combate librado con el enemigo para la ocupación de Dra-el-Asef, Kábila de Ajmás (Larache), al observar la apurada situación en que se encontraba una sección de la primera compañía del tercer Tabor, rudamente atacada por el enemigo, se lanzó en socorro de ella, por su exclusiva iniciativa, al frente de otra sección, desalojando a aquél de la posición que había tomado, impidiendo que se llevase nuestras bajas y consiguiendo normalizar la situación y cambiar la faz del combate, después de haber perdido siete hombres de los veintiuno que constituían la sección, y muriendo él gloriosamente cuando se adelantaba a observar el campo enemigo.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 14:25

Excmo. Sr. D. Antonio ALAEZ BAYONA (Teniente de Caballería de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado)


TENIENTE DE CABALLERÍA
D. ANTONIO ALÁEZ BAYONA

R.O. de 15 febrero de 1928 (D.O. 28, de 16 de Febrero de 1928)
poblado de Beni-Uset (Tizzi-Azza) 31 de mayo de 1923

ENTERRADO EN PANTEÓN DE REGULARES DE MELILLA Nº 2,
POSTERIORMENTE FUE TRASLADADO EL 07 DE JUNIO DE 1928
AL CEMENTERIO DE SAN MIGUEL (MÁLAGA)

El día 31 de Mayo de 1923, el Teniente de Caballería D. Antonio Aláez Bayona, perteneciente al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas Melilla nº 2, forma parte de la protección de un convoy a las posiciones de Tizzi-Azza, mandando la extrema vanguardia constituida por una Mía de la Mehala de Tafersit, de una de las columnas encargadas de conducir y proteger el convoy.

Al observar que el enemigo, parapetado en las casas del poblado de Beni-Uset, rompía nutrido fuego, comprendiendo la importancia de la posición, decidió, por propia iniciativa, apoderarse de las citadas casas y arengando a su tropa y dando notable ejemplo de su arrojo y valentía la lanzó al ataque, que fue rechazado y en el que perdió mucha parte de su gente.

Reorganizándose, unos quince hombres, el Teniente Aláez se dirigió nuevamente hacia la posición enemiga, siendo entonces gravemente herido y negándose ser retirado, enardeciendo con su palabra y ejemplo a sus soldados, que se apoderaron de la posición. Posteriormente moriría como resultado de las heridas recibidas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 14:28

Excmo. Sr. D. Rafael CARBONELL MUÑOZ (Teniente de Infantería de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado)


El día 5 de Junio de 1923, durante los brutales combates librados en la zona de Tizzi-Azza.
El Teniente de Infantería D. Rafael Carbonell Muñoz, perteneciente al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2, fue herido de gravedad. No obstante continuó al mando de su Unidad ofreciéndole el mejor entusiasmo y brillantez con este ejemplo valor y sacrificio.

Una segunda herida, le impidió seguir en el combate, pero negándose a que fuera evacuado. Solamente pudo ser apartado de la línea de fuego, cuando perdió el conocimiento debido a la hemorragia que le habían producido ambas heridas.

Falleció gloriosamente cuatro días después a consecuencia de las heridas en el Hospital de la Cruz Roja de Melilla, siendo recordado su ejemplo por el personal que tenía a sus ordenes y concediéndosele con posterioridad esta importante condecoración.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 14:35

Excmo. Sr. D. Federico DE LA CRUZ LACACI (Teniente de Infantería de la Legión, Caballero Laureado


Teniente de Infantería de la Legión Federico de la Cruz Lacaci en Tizzi-Assa (Melilla) al 5 de junio de 1923. El Tercio de Extranjeros, en que formaba el teniente De la Cruz, constituía una de las columnas de protección del convoy, cuya misión era dominar el barranco de Igueriben, y ordenado a la unidad un ataque a la bayoneta para desalojar al numeroso enemigo que se hallaba atrincherado en el fondo de aquél y posiciones dominantes del mismo, y por haber muerto gloriosamente en la primera fase del combate el Jefe de la referida unidad, mezcladas y desordenadas las compañías por lo impetuoso del ataque y lo abrupto del terreno, fue el teniente De la Cruz, al frente de unos cuantos legionarios y un oficial de su compañía, el primero que asaltó aquellas posiciones dominantes, desde las que se causaban numerosas bajas a las demás fuerzas que combatían en el fondo.

Desalojado el enemigo de aquellos sitios, se sostuvo éste heroicamente en el terreno conquistado, a pesar de los violentos esfuerzos que para reconquistarlo hicieron los moros, al darse cuenta de los pocos que acompañaban al referido teniente, quien se mantuvo en esta situación hasta ver de regreso el convoy, que había llegado a las posiciones a que se dirigía, y que únicamente, y a pesar de lo crítico de la situación por el aumento del enemigo, no dio la orden de retirada hasta recoger los heridos y armamento y escasas municiones de los muertos, haciendo cara siempre al enemigo con los tres legionarios ilesos que le quedaban.

El Diario Oficial del Ministerio de la Guerra Nº 166, de fecha 29 de julio de 1926, insertaba una Resolución de la Dirección General de Instrucción y Administración del citado Ministerio, en la que con el laconismo que caracteriza a la Institución castrense se hacía constar que el Capitán de Infantería Don Federico de la Cruz Lacaci causaba baja en el Ejército por haber fallecido en África el día 20 de junio de ese año 1926. Doce días más tarde, a partir de esta publicación, el 10 de agosto de 1926, le era concedida a este oficial la prestigiosa Cruz laureada de San Fernando, por su heroico comportamiento en la acción de Tizzi-Assa, el día 5 de junio de 1923, cuando estaba destinado en el Tercio de Extranjeros, y vestía la franciscana camisa legionaria con divisas de teniente. A la vista de estas dos sorprendentes noticias surgen de inmediato las preguntas ¿Quién era este oficial que fallece en el cautiverio (la Resolución ministerial elude esta circunstancia), y a renglón seguido se le concede la “Laureada”, cuando desgraciadamente y debido a su fallecimiento no llegaría a enterarse nunca ni de su ascenso a capitán ni de la concesión de tan preciada condecoración? ¿Qué cúmulo de desafortunadas circunstancias debieron darse, que hicieran imposible el rescate de este heroico Oficial que fallece en el cautiverio tras 633 días prisionero en las mazmorras del Rif? En las siguientes líneas, voy a glosar, siquiera sea en forma breve y esquemática, la semblanza biográfica de este esclarecido oficial de nuestra sufrida y leal Infantería, héroe de la Legión Española.

Federico de la Cruz Lacaci nace en El Ferrol (A Coruña) el día 9 de julio de 1900, siendo hijo de Don Federico de la Cruz Boullosa, comandante de la Guardia Civil y Doña Joaquina Lacaci Nez. Cursa estudios de Bachillerato en Artes, y a los 16 años, el 5 de septiembre de 1916, obtiene plaza de Alumno en la Academia de Infantería de Toledo. Superado con aprovechamiento el “Plan de Estudios” reglamentario (tres cursos académicos) por Real Orden de 12 de julio de 1919 (Diario Oficial Nº 156) es promovido al empleo de Alférez de Infantería por promoción, con antigüedad de 27 de junio de 1919, siendo destinado por la misma Orden al Regimiento de Infantería “Navarra” Nº 25, de guarnición en la plaza de Lérida.

Unidad esta, en la que prácticamente el Alférez de la Cruz efectuaría su presentación y despedida, toda vez que incorporado el 31 de agosto de ese año, por Real Orden (R.O.) de 27 de Septiembre de 1919 (Diario Oficial (D.O.) Nº 219 pasaría destinado al Regimiento de Infantería “Wad-Ras” Nº 50, de guarnición en la Villa y Corte de Madrid; donde una vez dado a conocer con las formalidades de ordenanza, pasa a desempeñar las funciones que el vigente Reglamento Táctico prescribe para los Oficiales Subalternos. Por Real Orden Circular (R.O.C.) de 30 de julio de 1921, es promovido al empleo de Teniente de Infantería con antigüedad de 27 de junio de ese año 1921. Por otra R.O.C. de fecha 30 de agosto de 1921 (D.O. Nº 192) pasa destinado al Tercio de Extranjeros, verificando su incorporación con urgencia en la plaza de Ceuta el día 1º de Septiembre siguiente.

El día 6 de septiembre, y por orden del Jefe del Tercio, se traslada por vía marítima a Melilla al mando de una expedición de 81 legionarios destinados a las unidades del Tercio en dicha Plaza de Soberanía. Destinado a la 4ª Compañía de la II Bandera, el teniente de la Cruz Lacaci desempeña ininterrumpidos servicios de campaña en nuestro antiguo Protectorado. El día 2 de octubre de 1921 y encuadrada su bandera en la columna que manda el Excmo. Sr. General Don José Sanjurjo Sacanell, toma parte en la ofensiva del Sebt, y al cubrir con su sección el repliegue de su compañía es herido muy grave en la cabeza, siendo trasladado al Hospital de Sangre de Nador, ingresando al día siguiente en el Hospital de la Cruz Roja de Melilla, siendo evacuado a Málaga el 22 del citado mes y continuando para Madrid el siguiente día 23, ingresando el 24 en el Hospital de San José y Santa Adela, regentado por la Cruz Roja de la Corte. Y en esta condición de “hospitalizado” en dicho centro hospitalario, finaliza el teniente de la Cruz el año 1921.

El año 1922 da comienzo para Federico de La Cruz ingresado en el Hospital de la Cruz Roja madrileña, recuperándose de la grave herida en la cabeza producida en la acción de Sebt, hasta donde le llega la noticia de que le ha sido concedida la Medalla Militar de Marruecos con el pasador “Melilla”. En esta situación de “hospitalizado” permanece hasta que por R.O. de 10 de Julio (D.O. Nº 130) pasa a la situación de “Reemplazo por Herido” con residencia en Madrid, y por otra disposición del mismo rango normativo de fecha 18 de Noviembre de 1922 se le concede la vuelta al servicio activo quedando en la situación de “Disponible” en la 1ª Región Militar.

Permanece muy breves días en esta situación militar, pues el 25 del citado mes pasa destinado al Regimiento de Infantería “San Fernando” Nº 11, al que se incorpora en la plaza de Melilla el día 13 de Diciembre siguiente. Tan sólo quince días permanece el teniente Federico de la Cruz destinado en el Regimiento de San Fernando, pues el 28 de Diciembre pasa de nuevo destinado al Tercio de Extranjeros, al que se incorpora el 31 del citado mes. Y pasando a vestir de nuevo el uniforme gris-verdoso de La Legión finaliza el teniente de la Cruz el año 1922.

El día 10 de Enero de 1923 pasa destinado a su antigua 4ª Compañía de la Segunda Bandera, presentándose en la Plana Mayor de la misma el día 12, en el destacamento de Dar Drius, haciéndose cargo del mando accidental de la compañía, y donde queda prestando servicios de campaña. Durante los meses de Febrero, Marzo, Abril y Mayo participa con su bandera en numerosas acciones de guerra, cuya relación pormenorizada se sale de los límites de este artículo; acciones en las que el citado oficial demuestra su valor y alto espíritu de servicio y sacrificio.

El día 3 de Junio se traslada con su bandera a Tarfesit y al alba del día 5 de Junio, el Tercio de Extranjeros al mando de su jefe el teniente coronel Don Rafael de Valenzuela, se integra en la columna mandada por el general Don Agustín Gómez Morato, con el objetivo de dar protección a un convoy al sector de Tizzi-Assa. Al mando accidental de la 4ª compañía de su bandera se encuentra nuestro teniente Federico de la Cruz, al que el destino tiene reservado, junto a La Legión toda, el cubrirse de gloria, si bien con el profundo y doloroso sentimiento de la muerte de su Jefe el teniente coronel Valenzuela.

Dentro de las misiones encomendadas a la columna Gómez Morato, la subcolumna al mando del teniente coronel Valenzuela, se le adjudicó como objetivo principal dominar el barraco de Iguermisén y ocupar la estratégica posición de Tahuarda. El enemigo se había fortificado en una especie de trincheras naturales y rudimentarios pozos de tirador, contando además con la protección que le brindaban el tener ocupadas una de las laderas desde sometían a las tropas españolas con unos fuegos certeros, en toda su extensión. Son momentos difíciles. El fuego enemigo arrecia con una velocidad inusitada. Ante los riscos escarpados de Tahuarda los legionarios se detienen en su avance y el desánimo parece estar presto a producirse.

Y es entonces, en ese supremo instante, cuando el teniente coronel Valenzuela ordena al cornetín de órdenes del Tercio que toque “Paso de carga y ataque” para La Legión. Como electrizados por los sonidos vibrantes del cornetín los legionarios reaccionan con ardor inusitado y el avance se prosigue. Nada más dar inicio esta nueva fase del combate, el teniente coronel Valenzuela, que se ha situado a la cabeza de sus hombres, con el gorrillo legionario en la mano izquierda y la pistola en la derecha, cae herido mortalmente de una balazo en la cabeza. La muerte de su jefe enardece aún más a los legionarios continuando su feroz lucha por los barrancos y hondonadas de la agreste topografía del Rif.

El teniente de la Cruz reunió unos cuantos legionarios y poniéndose a su frente se lanzó a la bayoneta al asalto de la Loma de las Piedras, llegando a ella el primero, desalojando a los enemigos y sosteniéndose en la posición ocupada. Pero los harqueños, al darse cuenta de los pocos hombres que habían ocupado su posición trataron infructuosamente de recuperarla. El teniente de la Cruz se mantuvo en su puesto con su puñado de valientes, hasta que al ver que la situación se tornaba insostenible, pues el enemigo aumentaba por momentos su número, y al comprobar que el convoy había conseguido llegar a las posiciones y ya regresaba, dio la orden de retirada. Estando inmersos en esta operación les alcanzó una fuerte explosión que les produjo cuatro legionarios muertos y tres heridos graves.

El teniente Lacaci se detiene, recoge a sus muertos (según dispone el Credo Legionario), ayuda a los heridos, y sin dejar tras de sí ni armamento, ni munición, ni cadáveres, logra, con sólo tres legionarios ilesos, incorporase a las tropas propias. Por esta acción le sería concedida años más tarde la Cruz Laureada de San Fernando, sin que desgraciadamente, como he reseñado al principio, él llegase a enterarse de tan excelsa concesión, pues se le dio por muerto en el cautiverio en Junio de 1926. Pero no adelantemos acontecimientos y sigamos trazando la biografía de este heroico oficial.

El día 26 de Julio de 1923, y por Orden del Excmo. Sr. Comandante General de Ceuta, se dispuso la apertura de Juicio Contradictorio para la concesión al teniente de la Cruz Lacaci, de la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando, en atención a los extraordinarios méritos demostrados en el combate de Tizzi-Assa, el día 5 de Junio de ese mismo año 1923. El día 18 de Julio cesa en el mando accidental de la 4ª Compañía por haberse incorporado el capitán jefe de la misma. El día 18 de Agosto y formando parte de la columna del Sr. Coronel Don Enrique Salcedo Molinuevo, salió de Dar Quebdani con el fin de proteger el aprovisionamiento de la posición de Tifaruin que se hallaba cercada por el enemigo, sosteniendo todo el día rudo combate en las inmediaciones de Sidi Mesaud, en las que llegó por dos veces a la lucha cuerpo a cuerpo hasta que se ordenó la retirada, y hallándose efectuada esta ordenadamente se arrojó el enemigo sobre la retaguardia que cubría la Compañía del teniente De la Cruz, llegando nuevamente al choque al arma blanca y en cuya acción resultó gravemente herido por arma de fuego, “con orificio de entrada por la cara interna del tercio medio del antebrazo izquierdo y salida por la cara posterior del mismo con fractura intensa del cúbito”.

Aún así, y al darse la circunstancia de haber sido herido igualmente el capitán de la Compañía, se hizo cargo del mando de la misma, negándose a ser evacuado, hasta que terminada la retirada fue conducido al hospital de la Cruz Roja de Melilla, donde quedó hospitalizado hasta el día 25 del citado mes (Agosto), que fue evacuado al Hospital de la Cruz Roja de Madrid, puesto bajo la advocación de San José y Santa Adela, santos estos que ya empezaban a serle familiares pues los recordaba de su anterior estancia en este centro hospitalario. Ingresado en el hospital de la Cruz Roja madrileña permanece el teniente de la Cruz Lacaci, hasta el día 9 de Octubre que es trasladado al Hospital Militar de Carabanchel, en cuyo centro, atendiendo a la curación de sus heridas, finaliza el año 1923.

El día 16 de Enero de 1924, recibe Federico de la Cruz el alta hospitalaria y haciendo renuncia expresa a un período de convalecencia que le había sido concedido, se traslada con urgencia a Melilla, incorporándose sin demora a su Compañía (la 4ª de la 2ª Bandera) que se hallaba destacada en Ben Tieb. Al igual que en años anteriores, durante los meses de Febrero, Marzo y Abril presta servicios de campaña, demostrando el mismo ardor y arrojo al que ya nos tiene acostumbrados tan distinguido oficial.

El día 1º de Mayo, y de nuevo al mando accidental de la compañía, sale formando parte de la vanguardia de la columna que manda el teniente coronel Jefe del Tercio Don Francisco Franco, asiste a la acción de Sidi Mesaud, en la que sostuvo feroz combate con el enemigo, distinguiéndose su compañía en un brillante asalto a la bayoneta. Por Real Orden de 17 de Junio de 1924 (D.O. Nº 135) se le concede la Medalla de Sufrimientos por la Patria, por las heridas recibidas el día 18 de Agosto de 1923. El día 31 de Agosto salió con su Bandera para Melilla y desde allí por vía marítima hasta Ceuta, donde llegó al día siguiente, marchando seguidamente a Riffien donde pernoctó, quedando en servicio de emboscadas y operaciones en el sector.

El día 2 de Septiembre de 1924, se le concede autorización para adicionar sobre la Medalla Militar de Marruecos dos aspas rojas de herido en campaña. El día 6 del citado mes, al mando de su compañía y formando parte de la columna del general Riquelme sostuvo intenso combate al dar protección al convoy de Zinat, teniendo que ordenar un ataque a la bayoneta para desalojar al enemigo de las posiciones que ocupaba. Y así, un día tras otro, se van sucediendo acciones en esta ya larguísima campaña de Marruecos, y los nombres de Beni Salah, Xauen, Monte Cónico, Yebel Haddía, el Fondak de Ain Yedida, se repiten con insistencia prolija en su Hoja de Servicios.

Y llegamos al día, triste día, de su desaparición en combate. El día 26 de Septiembre y formando parte de la columna del coronel Don Ángel Prats Sousa, tiene lugar una acción combinada bajo fuego enemigo, al objeto de proteger la evacuación de las posiciones de García Acero y Roff , y en esta acción , refleja con laconismo su Hoja de Servicios, resultó desaparecido. Y en esta situación de “Desaparecido” finaliza el año 1924. En los inicios del año 1925, se reciben en la jefatura del Tercio, noticias oficiales acerca de la situación en que se encontraba el teniente de la Cruz Lacaci, habiéndose llegado al convencimiento que dicho oficial se encontraba prisionero del enemigo en la Kábila de Aih-Kamara. Y en esta situación de “prisionero” finaliza el año 1925.

Por Real Orden de 8 de Mayo de 1926 (D.O. Nº 104) se le concede el ascenso a Capitán de Infantería “Por su distinguido comportamiento en el período de operaciones comprendido entre el 1º de agosto de 1924 y el 1º de octubre de 1925”, asignándole la antigüedad de esta última fecha; y por otra Disposición del mismo rango normativo, y en una revisión de méritos, se le concede “mejora de antigüedad” en su empleo de capitán, pasando a ostentar la de 31 de Julio de 1923. Finalmente, y por Circular de la Dirección General de Instrucción y Administración de fecha 26 de Julio de 1926, inserta en el Diario Oficial del Ministerio de la Guerra Nº 166, del 29 del citado mes se hace constar “que este Jefe (sic) causa baja en el Ejército por haber fallecido en África el día 20 de Junio de ese año 1926”. Quince días más tarde, por Real Orden de 10 de Agosto de 1926 (D.O, Nº 177) le es concedida la Cruz Laureada de San fernando, por su heroico comportamiento en la acción de Tizzi.Assa, el día 5 de Junio de 1923.

En su Hoja de Servicios consta que tenía el valor “Acreditado” (calificación que tenía que haber sido modificada por la de “Heroico” al concederle la Laureada), que estaba soltero, que tenía una estatura de 1 metro y 720 milímetros, que traducía el Francés, y unas muy buenas conceptuaciones de “MUCHO” en: “Aplicación”, en “Ordenanzas” y en “Táctica”. Figura igualmente en su Hoja, una ampliación personal manuscrita del teniente coronel Jefe del Tercio de Extranjeros Don Francisco Franco del siguiente tenor literal: ”Oficial muy valeroso e inteligente; tiene un excelente carácter, alegre y animoso aún en los más duros trances”. Su Hoja de Servicios se cierra con una anotación manuscrita autenticada con las firmas del Ilmo. Sr. Coronel Jefe de Estado Mayor de la Comandancia General de Ceuta y del Excmo. Sr. General Encargado del Despacho (por delegación del Excmo. Sr. Comandante General) en la que se Certifica: que este Oficial falleció el día veinte de junio de mil novecientos veintiséis, fecha en que causa baja en el ejército.

¡Honor y Gloria a tan heroico Oficial de nuestra Infantería, héroe de La Legión!”

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 15:00

Excmo. Sr. D. Mariano GARCIA ESTEBAN (Sargento de Infanteria del Ejercito Español, Caballero Laureado)


García Esteban, el carrista español que siguió luchando contra los rifeños tras quedarse ciego
En 1923, este heroico sargento detuvo, con su carro de combate, un ataque enemigo en Marruecos a pesar de haber perdido la vista

En el comienzo del SXX, hablar sobre la contienda que España mantenía en el Norte de África contra los cabileños era como hacer referencia a una mala pesadilla. Y es que, decenas de soldados de nuestro país fallecían casi a diario en aquel paraje al verse superados por las tropas rifeñas. Sin embargo, esta guerra pronto se convirtió también en sinónimo de heroicidad y valentía, dos características que, precisamente, pueden atribuirse al sargento de infantería Mariano García Esteban, un valeroso carrista de nuestro país que, embutido en su blindado «Renault», siguió combatiendo contra los marroquíes el 5 de junio de 1923 tras quedarse ciego debido a un disparo enemigo. A la postre, este acto le valió ser galardonado con la Cruz Laureada de San Fernando, lo que le convirtió en el primer tripulante de un carro de combate español en recibir tan alto honor.

Corría por entonces 1921, una época en la que España se encontraba combatiendo, fusilazo para arriba y sablazo para abajo, contra varias tribus del Norte de África. Y es que, en aquellos años nuestro país buscaba afianzar el Protectorado que, décadas atrás, le había sido concedido por decreto internacional en Marruecos. De esta forma, miles de soldados partían continuamente desde la Península hasta las calurosas tierras del Rif con el único objetivo de lograr poner paz en un territorio que, levantado en armas contra la ocupación, dio más quebraderos de cabeza que alegrías a los hispanos.

Sin embargo, y a pesar de lo fácil que parecía en principio acabar con unas fuerzas que carecían de carros de combate y aviación, los rifeños se convirtieron en una constante molestia para las tropas de nuestro país. A su vez, tampoco benefició a los españoles la aparición de líderes como Abd el-Krim, un cabileño que se rebeló contra las autoridades peninsulares y logró poner en jaque a los oficiales hispanos gracias a su extenso conocimiento del terreno.

Finalmente, la situación terminó de recrudecerse cuando, a finales de julio de 1921, los rifeños cercaron el campamento español de Annual (a 60 Km. de Melilla) y, tras varios días, acabaron con la vida de entre 8.000 y 10.000 soldados españoles cuando éstos se retiraban. Tal fue la masacre, que aquel suceso quedó grabado con letras de sangre en los libros de historia peninsulares como el «Desastre de Annual».

El convoy a Tizzi Azza

En los meses siguientes a esta matanza, las tropas de Abd el-Krim continuaron tomando, a base de espada y lanza, los diferentes pueblos y fuertes en los que ondeaba la rojigualda. Al parecer, esto fue demasiado para los oficiales hispanos quienes -hasta el chambergo de cosechar derrotas en sus historiales- decidieron calzarse las botas e iniciar, en 1923, una operación militar para detener el avance enemigo. Ansiosos de cobrarse venganza, los españoles pusieron los ojos sobre el que sería uno de sus primeros objetivos: Tizzi Azza, una posición ubicada a menos de 100 km de Melilla y que necesitaba ayuda por encontrarse asediada por los cabileños.

Así pues, el calendario marcaba el mes de junio cuando los españoles iniciaron los preparativos para socorrer a sus compatriotas cercados. Concretamente, se estableció que un convoy escoltado por varias columnas de infantería atravesaría el Norte de África e introduciría suministros en la desesperada posición de Tizzi Azza. Esta era, por descontado, una tarea difícil, pues los rifeños sabían que la única forma de desalojar a los hispanos de aquel lugar sin perder una gran cantidad de hombres era esperar a que los defensores murieran de hambre y sed o se quedaran sin munición.

«En tan molesta situación (…) se hacía indispensable batir al osado provocador y darle la verdadera sensación de nuestra fuerza y poder. El día 1 (…) se trazó un plan para aprovisionar las posiciones del sector de Tizzi Azza y ocupar y fortificar algunos puntos que asegurasen con toda garantía el camino que, en lo sucesivo, habría de seguir el convoy, batir la harca echándola de los alrededores y evacuar los heridos y enfermos de aquellas posiciones», destaca el Servicio Histórico Militar como autor conjunto de la obra «Historias de las campañas de Marruecos» (ubicada en el Instituto de Historia y Cultura Militar).

Con todo, fue necesario aguardar unas jornadas más de lo esperado para realizar la misión. «Hasta el 5 no fue posible llevar a cabo el referido plan, ya que con el desgaste sufrido en los anteriores combates se habían disminuido los efectivos de las fuerzas de choque, además de que era preciso concentrar un gran número de ellos que nos diera superioridad sobre el enemigo y reunir los elementos de municionamiento, enlaces y ganado para el convoy que había de llevarse tanto a las posiciones ocupadas como a aquellas que se pretendían establecer», se añade en el texto.

Un plan minucioso


Una vez dispuesto el convoy, se estableció que siete columnas abrirían paso y asegurarían el avance a través de las múltiples colinas que rodeaban la posición de Tizzi Azza. Para ello, las fuerzas se dividieron en tres grupos. El primero, al mando del coronel Fernández Pérez, estaría formado por cuatro unidades y se encargaría de proteger el flanco izquierdo. El segundo, a las órdenes del coronel Salcedo, lo compondrían dos subgrupos con la tarea de asegurar las posiciones del ala derecha. Finalmente, un último grupo, dirigido por el general Echagüe, se situaría en reserva.

Los blindados «Renault» eran el arma secreta españolaA pesar de la aparente simplicidad del objetivo, la misión era sumamente peligrosa, pues, cuando los rifeños descubrieran las intenciones de los españoles, podrían usar su mayor conocimiento del terreno para atrincherarse encima de los montículos y, desde una ventajosa posición elevada, soltar una mortal lluvia de fuego sobre los soldados hispanos.

No obstante, los tropas de nuestro país contaban con una novedosa arma que, hacía pocos meses, había llegado de la Península para batir a los rifeños: una compañía de carros de combate «Renault FT-17» -armados principalmente con ametralladoras- y contra los que los moros poco podían hacer. Concretamente, la unidad formaba parte de una de las cuatro columnas del flanco izquierdo y se dividía, a su vez, en dos compañías (cada una de cuatro blindados) dispuestas a dar más de un dolor de cabeza a los rifeños. Su objetivo estaba claro: cubrir el avance de sus compañeros a pie.

Comienza la batalla

La operación comenzó con los primeros despuntes del alba del 5 de junio. Sin embargo, y para sorpresa de los oficiales peninsulares, los rifeños se adelantaron a los movimientos de las tropas españolas y, tras un breve avance hispano, abrieron fuego sobre ellas desde varios barrancos cercanos. Esta acometida fue especialmente violenta en el flanco izquierdo, donde se hallaban las dos compañías de carros «Renault». Bajo un fuego constante, el capitán de los blindados no dudó y ordenó a sus ocho carros dirigirse a toda cadena hacia los hombres de Abd el-Krim para contener el ataque. Inmediatamente, los ingenios acorazados españoles (aunque de fabricación francesa) giraron sus torretas y, ruedas en movimiento, iniciaron el camino atravesando una intensa lluvia de balas.

Fue aproximadamente a las siete y media de la mañana cuando los «Renault» abrieron un fuego ametrallador intenso sobre los rifeños, quienes, lejos de retirarse, se parapetaron tras todo tipo de trincheras y pedruscos y continuaron lanzando balas contra aquellos extraños artilugios. La situación era, cuanto menos, tensa, pues los carristas sabían que debían resistir en aquella posición para evitar que la infantería española fuera hostigada y flanqueada. Una buena parte del peso de la batalla se encontraba, en definitiva, sobre las anchas espaldas metálicas de estos blindados y sobre los hombros de los militares que, desde su interior, disparaban contra los cabileños.

García Esteban, al asalto

Durante los siguientes minutos, el fuego se recrudeció sobre los blindados, los cuales, aunque podían resistir los disparos enemigos, tenían también aberturas y mirillas a través de las que podían entrar las balas enemigas. Para su desgracia, la sección que más balas tuvo que resistir fue la segunda. De hecho, la violencia del ataque cabileño fue tal que el alférez que se encontraba al mando de este grupo fue herido de gravedad y tuvo que retirarse hasta las líneas hispanas para ser atendido.

Con su superior herido, el mando de la sección de blindados quedó a cargo del sargento de infantería Mariano García Esteban, el encargado del carro de combate número 9. Este militar, lejos de verse superado por el miedo, preparó su arma desde las tripas del «Renault» y, ametralladora en mano, ordenó a su conductor avanzar sobre las posiciones enemigas a toda velocidad. «Esteban avanzó en virtud de órdenes recibidas sobre las trincheras enemigas, siendo recibido con nutridísimo fuego, consiguiendo no obstante desalojarlas y causar numerosas bajas», determina un informe realizado años después en la Península sobre los sucesos y que ha sido cedido a ABC por el Instituto de Historia y Cultura Militar.

El héroe ciego


«Una vez alcanzado el objetivo propuesto, y ya rebasada la línea de trincheras, (Esteban) ordenó al conductor que hiciese un alto con el doble objetivo de evitar el consumo y hacer fuego con mayor precisión sobre un grupo de moros que descubrió parapetados en un morabito a su izquierda, pero apenas iniciado el fuego, un proyectil disparado a muy corta distancia penetró por la mirilla de la torre desde la que observaba al enemigo, produciéndole heridas que le causaron instantáneamente la pérdida del ojo derecho y grave lesión en el izquierdo con pérdida (severa) de la vista», destaca el documento.

Esteban hizo fuego hasta acabar con su último cartucho Herido de gravedad y sin apenas visión, lo lógico hubiera sido que García Esteban se retirara hacia la retaguardia española para ser atendido con urgencia. En cambio, el sargento sabía que, si abandonaba su puesto, los cabileños penetrarían por el hueco dejado por su «Renault». Por ello, desoyendo los consejos de su conductor, decidió mantener la posición y seguir disparando sobre los enemigos. «Sobreponiéndose al intenso dolor producido por las heridas, conservando la imagen y situación del enemigo y demostrando una fortaleza de espíritu y una abnegación difícilmente igualada continuó haciendo fuego por ráfagas, (…) con objeto de evitar el efecto moral que hubiera producido en el enemigo si no se continuaba disparando desde el carro», completa el texto cedido pro Instituto de Historia y Cultura Militar.

El sargento continuó disparando durante varios minutos y únicamente consintió ser evacuado cuando hubo disparado cada uno de los proyectiles que quedaban en la ametralladora de su «Renault». Una vez en el campamento hispano, y según varios testigos, García Esteban dirigió la siguiente frase al oficial de la compañía de carros: «¡Todo por la Patria, mi capitán. Qué le vamos a hacer!». Mientras, en el resto del campo de batalla, la contienda se detenía debido al ingente número de enemigos.

Un año después García Esteban se quedó totalmente ciego tras una larga y dolorosa convalecencia. Esta desgracia hizo que fuera derivado al Cuerpo de Inválidos, donde, con el paso del tiempo, llegó a ascender a general de brigada. Por su parte, España reconoció sus méritos y su valentía otorgándole la Medalla Militar Individual en 1923 y, cinco años después, la Cruz Laureada de San Fernando –lo que le convirtió en el primer carrista español en lograr tal distinción-

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 17:19

Excmo. Sr. D. Sebastián VILA OLARIA (Capitán de Infantería de la Legión del Ejercito Español, Caballero Laureado)


El día 18 de agosto de 1923, y a resultas de las gravísimas heridas recibidas en la ocupación de Sidi-Mesaud dando escolta a un convoy a Tifaruin, fallecía gloriosamente el Capitán de Infantería, con destino en el Tercio de Extranjeros DON SEBASTIÁN VILA OLARIA, al que años después le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando, y el ascenso “a título póstumo” al empleo de Comandante. De su entierro, nos dice un Cantar de Gesta legionario: “Lo entierran en un pequeño cementerio abierto al relente y al sol. Una cruz amiga preside tu soledad sin una flor, ni una inscripción siquiera. Solo la luna pasea su sombra indiferente. Te dejarán en silencio y como cada anochecer bajarán cien ángeles vestidos de blanco para llamar a sus muertos. No hay velatorio a tu dolor dormido. Los soldados y oficiales regresan al campamento, convencidos todos, que tan bueno, noble y valiente como el capitán Vila no volverán a tenerle. En un único ciprés dejan prendidos sus gritos”. El Arma de Infantería, dice el coronel Andrade, ha perdido uno de sus mejores oficiales. Había prestado servicios militares en África durante 3 años y 22 días, habiendo asistido a 27 hechos o acciones de guerra, 23 de ellos en el Tercio de Extranjeros, en cuya Orden General fue citado reiteradamente como “Distinguido”.

BREVE SEMBLANZA BIOGRÁFICA DEL CAPITÁN VILA OLARIA.

Sebastián Vila Olaria nace en Palma de Mallorca el 24 de enero de 1896, siendo hijo de Don Miguel Vila Palmer (Teniente Coronel de Infantería) y Doña María de los Ángeles Olaria Mas, de distinguida familia palmesana. Cursa sus estudios primarios con los maestros Don Miguel Porcel i Riera y Don Jerónimo Castaños Llull, y el Bachiller en Artes en el Instituto General Técnico de Baleares. A los 16 años, y tras prepararse en la academia que dirige el comandante León y Castelló, consigue plaza de Alumno de la Academia de Infantería de Toledo (1º de septiembre de 1912), donde una vez finalizado con aprovechamiento el Plan de Estudios reglamentario, y en el patio porticado del imperial Alcázar toledano, el día 18 de noviembre de 1915 recibe el Real Despacho de 2º Teniente de Infantería por promoción.

Su primer destino le lleva al Regimiento de Infantería “Navarra” Nº 25, de guarnición en la plaza de Lérida, donde presta los servicios propios de su empleo, hasta que por Real Orden Circular (ROC) de 18 de junio de 1916 (Diario Oficial Nº 144) pasa destinado al Regimiento de Infantería “Inca” Nº 52, de guarnición en la plaza balear que le da nombre. En el Regimiento de Inca, permanece el joven 2º teniente Vila hasta el día 6 de febrero de 1917, en que siente la “llamada de África” y pide destino al Regimiento de Infantería “ÁFRICA” nº 68, de guarnición en Melilla. El día 28 de Febrero efectúa su presentación en el Regimiento de “África” siendo destinado a la 3ª Compañía del tercer batallón, que manda el Capitán Don Francisco Salas Abad.

Al mando de su sección, el 2º teniente Vila, empieza a realizar todos los servicios, en su inmensa mayoría, duros y difíciles, llevados a efecto en tierras de nuestro antiguo Protectorado en el Norte de África: Escolta de convoyes de aprovisionamientos a blocaos y posiciones destacadas, descubiertas, avanzadas, misiones de reconocimiento del terreno, donde los rifeños se enmascaran con una habilidad propia de su raza y de su entorno, etc. El día 8 de mayo (1917) pasa destacado a Monte-Arruit – nombre, que cuatro años más tarde nos llevará a evocar una gran tragedia en nuestra reciente historia patria- donde permanece hasta el día 12 de agosto en que pasa a Kandusi, hasta el 24 de Septiembre en que se le encomienda la defensa de la posición de Tafsart.

Por Real Orden de 18 de noviembre de 1917, es promovido al empleo de Primer Teniente de Infantería con la antigüedad de la fecha de la citada Orden. Y poco a poco el espíritu de África va tomando cuerpo en lo más profundo de la mente soñadora de Sebastián Vila Olaria. Es el África insondable, hermética, recóndita, cuyos secretos velan celosos espías en las noches de claridades transparentes y en los días de sofoco enloquecedor. Es esta África y la campaña que nuestro ejército está llevando a cabo en esa geografía agreste, que Francisco Sureda Blanes describe con magnífica precisión no exenta de una gran belleza literaria, cuando nos dice “Es preciso haber estado combatiendo en dicha campaña para sentir lo que allí se siente, cuando a cada paso se teme un enemigo emboscado, cuando detrás de cada roca puede asomar un fusil homicida. Es preciso haber estado en Marruecos para ponderar aquella vida de campamento en el estrecho arco de las alambradas, aislados del mundo, bajo un sol de fuego, sobre una tierra que arde, siempre constantes al borde del parapeto, siempre atentos al enemigo que acecha. Y esto un día y otro día, una noche y otra noche. Noches de tormenta cuyos rayos alternan con las chispas traidoras del fusil enemigo”. Esta es el África, donde prestaba sus servicios el Primer Teniente Vila Olaria y donde años más tarde encontraría gloriosa muerte, vistiendo como sudario la franciscana camisa legionaria.

Durante el año 1918 y hasta junio de 1919 permanece el primer teniente Vila prestando sus servicios (normalmente de campaña) en el Regimiento de África, cooperando eficazmente en la toma de distintas posiciones avanzadas y objetivos estratégicos, coadyuvando a la ocupación de Amet y de Alró, a las órdenes del Coronel Riquelme, junto a un largo etcétera de valiosos y distinguidos servicios cuya enumeración se sale de los modestos límites de este artículo, y que figuran escritos, con una caligrafía elegante y rebuscada, en su Hoja de Servicios.

Por R.O.C. de 28 de junio de 1919 (Diario Oficial Nº 145) es destinado al Regimiento de Infantería “Vergara” Nº 57, de guarnición en Barcelona, donde a los pocos días de su incorporación le sorprende la declaración del “Estado de Guerra” en la plaza para atajar los gravísimos sucesos revolucionarios ocurridos en la Ciudad Condal durante los días 26 al 31 de julio de dicho año. Sin embargo no dura mucho la estancia de Vila en Barcelona, pues por otra disposición de fecha 6 de agosto de 1919 pasa destinado al Regimiento de Infantería “Inca” Nº 62, donde ya había prestado servicio como 2º teniente.

Por su actuación en la Campaña de Marruecos le es concedida la Medalla Militar de Marruecos, con el pasador “Melilla” y la Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar con distintivo rojo, así como la calificación de “Valor Acreditado” en la subdivisión correspondiente de su Hoja de Servicios. En el Regimiento de Inca permanece el teniente Vila hasta fin de marzo de 1921, en que, sintiendo de nuevo la “llamada de África” pide destino al “Tercio de Extranjeros”, fuerza de choque de singular bravura, fundada el año anterior, y que el Rey Don Alfonso XIII ha puesto bajo el mando de uno de sus jefes mas leales y distinguidos: El teniente coronel Don José Millán Terreros (que algún tiempo después adicionará a su primer apellido Millán el “Astray” paterno). Incorporado al Tercio en los primeros días del mes de abril de 1921, el teniente Vila pasa destinado a la Primera Bandera (la de los jabalíes peleando por una rama de roble) que manda el jovencísimo comandante Don Francisco Franco Bahamonde.

HEROICO COMPORTAMIENTO DEL TENIENTE VILA EN EL TERCIO DE EXTRANJEROS.


Una vez incorporado al Tercio, el teniente Vila Olaria participa al frente de su sección legionarios y encuadrado en la Primera Bandera, en una serie interminable de acciones de campaña que están magistralmente descritas por su Jefe el Comandante Franco en su libro “Diario de una Bandera” que ve la luz en 1922. Durante los aciagos días 21,22 y 23 de julio de ese año (1921) tiene lugar el llamado “Desastre de Annual” que lleva consigo el práctico derrumbamiento de la Comandancia General de Melilla, y la muerte de miles de soldados españoles, estando la propia Melilla casi a punto de ser tomada por las insumisas tribus rifeñas que comanda el antiguo Escribiente de la Oficina de Asuntos Indígenas Abd-el-Krim El Hatabi.

La Legión, junto a otras fuerzas destacadas en el Protectorado, así como venidas con urgencia de la Península, acuden a toda prisa en socorro de la ciudad hermana. Desde la borda del barco que lleva al Tercio de Extranjeros a Melilla (forzando las máquinas con evidente peligro de explosión de las calderas), su Jefe el teniente coronel Millán-Astray arenga a los abatidos melillenses y les infunde ánimo y confianza en las fuerzas que llegan para defenderlos. Una vez desembarcados, los legionarios desfilan por las calles de la ciudad. Un cronista presente en la Plaza, entre asombrado y atónito, nos ha dejado su impresión sobre el desfile legionario en estas bellas líneas “Pasó primero la tronada de los tambores, las cornetas dibujando ringorrangos de oro en el aire, la bandera, el carnero de largos toisones; luego una riada impetuosa de banderines alzados al pasar; de soldados de rostros duros, feroces, que dan un grito seco, como una descarga y tuercen el cuello en el “vista a la derecha” con garbo eléctrico de una gallardía insolente. Trajes pardos, cuellos abiertos, brazos tatuados y paso resuelto. La Legión pasa como un alud verdoso y cuando terminan de pasar los legionarios, me quedo unos minutos atontecido ¿Qué ha sido esto? Tengo la sensación de que visto pasar un huracán”.

Una vez asegurada la defensa de la plaza, y en tanto se forma una importante columna para que de inicio a la Reconquista del territorio perdido en los trágicos días de Julio de ese mismo año, el teniente Vila Olaria, con su sección de legionarios de la Primera Bandera, participa en la protección de convoyes que abastecen a las reducidas guarniciones de los blocaos de Sidi Hamed, del Atalayón, de Dar Hamed, de Aceimur y de El Garet. El día 31 de agosto (de 1921) es felicitado por el teniente coronel Jefe del Tercio, por su brillante actuación en el asalto al Blocao “Mezquita”, siendo citado como “Distinguido” en la Orden de dicho día.

El día 8 de septiembre tiene lugar la famosa acción de “Casabona”, donde de nuevo el Tercio se cubre de gloria, dejando sobre el campo de batalla a sus mejores legionarios, como el teniente Sanz Prieto o el aristócrata Blanes, encargado de llevar el guión de la bandera, y que muere estrechando al mismo sobres su cuerpo, sin conseguir que el enemigo se lo arrebate. En esta acción resulta gravemente herido el teniente Vila Olaria, que recibe dos balazos “en el primer tercio del brazo derecho y un tercero en el antebrazo izquierdo, con otras lesiones en el rostro de menor importancia”, y que sin hacer caso alguno al intenso dolor que le producen las heridas sigue combatiendo hasta que la acción finaliza.

Tras una primera cura sobre el terreno es operado en el Hospital “Dackar” de Melilla, donde queda hospitalizado hasta el día 15 de septiembre que fue evacuado a Málaga en el buque hospital “Alicante”. El 25 de septiembre es trasladado al hospital de Palma de Mallorca, donde el 10 de octubre siguiente recibe el alta para seguir la recuperación en su domicilio. El 16 de octubre y en Telegrama Postal Oficial se le conceden 25 días de permiso por convalecencia. En la Orden General de la Alta Comisaría de España en Marruecos “Se le felicita por el combate de Casabona en que fue herido en los dos brazos, resaltando sus dotes de mando, seguridad y valor al frente de la compañía; dotes que le facultan para ejercer el mando superior inmediato”.

El 14 de noviembre de 1921, y una vez restablecido de sus graves heridas, el Teniente Vila se incorpora de nuevo al Tercio en la plaza de Melilla. Y en los servicios de campaña propios de su empleo finaliza el año. Por las acciones de campaña anteriormente descritas es recompensado con una nueva Cruz del Mérito Militar con distintivo rojo y la Medalla de Sufrimientos por la Patria con dos aspas de herido rojas sobre la cinta de la condecoración.

Durante el año 1922, el teniente Vila Olaria se encuentra inmerso en una interminable serie de acciones de guerra, en las que el Tercio de Extranjeros, siguiendo los preceptos vertidos en su “CREDO” ocupa siempre el puesto de honor de la vanguardia. El día 7 de enero pasa a Seganga para seguir después a Monte-Arruit y a El Batel; culminando con este avance la Reconquista de una parte importante del territorio perdido en los meses de julio y agosto de 1921. En los días siguientes se ocupa Dar-Drius, Tugunz, el Blocao de Sidi-Alí y el 17 de marzo participa en la memorable acción de Ánvar, donde a resultas de las gravísimas heridas en el vientre recibidas en el transcurso de la acción, en la madrugada del 20 de marzo de 1922 fallece el heroico Comandante Don Carlos Rodríguez Fontanes, Jefe de la Segunda Bandera del Tercio.

El Comandante Franco con profunda tristeza, recuerda la muerte del abnegado compañero en su libro “Diario de Una Bandera”: “En la madrugada del día 20 muere en la posición el heroico comandante Fontanes. La Legión está de luto, ha perdido uno de su mejores jefes y los soldados están tristes; sus ojos no lloran porque en sus cuencas ya no quedan lágrimas, han visto caer ya a tantos oficiales y camaradas”. En abril se ocupa Dar Quebdani, y el 14 del citado mes se completa la acción ofensiva con la toma de Tumagasi, que cerraba la línea fronteriza entre Dar Quebdani y el mar y la de la Alcazaba Roja que asegura el dominio de Monte Mauro. El 12 de mayo se alcanza al fin Tazarut y se ocupa la estratégica posición de Ain Granma.

En el campamento de Dar Drius, asiste Vila Olaria a la imposición de la Medalla Militar al Comandante Franco. Por R.O.C. de 14 de Agosto de 1922 (D.O. Nº 181) se le concede la Medalla Militar Colectiva al Tercio de Extranjeros “Por su elevado comportamiento en los hechos de armas que tuvieron lugar en el territorio de Melilla a raíz de los trágicos sucesos del mes de julio de 1921” En su virtud, el teniente Vila Olaria puede bordar sobre la bocamanga izquierda de su guerrera el honroso distintivo de la citada Medalla Militar colectiva.

El 31 de octubre asciende a Capitán de Infantería por antigüedad, y unos días más tarde pasa destinado al Regimiento de Infantería “GALICIA” Nº 19, de guarnición en la plaza oscense de Jaca. En la bella ciudad del Pirineo Aragonés permanece el capitán Vila Olaria prestando los servicios de su empleo, hasta que en fin de junio de 1923, consigue ver cumplidas sus aspiraciones de volver al Tercio de Extranjeros (R.O. de 30 de junio de 1923), al que efectúa su incorporación el 22 de julio siguiente, pasando a tomar el mando de la 14ª Compañía de la Segunda Bandera. Tan sólo un mes antes de su nueva incorporación al Tercio, había tomado posesión del mismo (el 19 de junio de 1923) su antiguo Jefe de la Primera Bandera, el comandante Don Francisco Franco Bahamonde, a quien el Rey Don Alfonso XIII ha tenido que ascender al designarlo para que pase a cubrir la vacante del heroico teniente coronel Don Rafael de Valenzuela y Urzáiz, muerto en combate al frente de sus tres Banderas legionarias (1ª,2ª y 4ª) en Tizzi-Assa, el día 5 de junio de ese mismo año.

MUERTE HEROICA EN ACCIÓN DE GUERRA DEL CAPITAN VILA OLARIA (18 de Agosto de 1923).

Sin embargo, cuán pocos serían los días que el capitán Don Sebastián Vila Olaria iba a ostentar el mando de su compañía, pues la muerte en campaña, que siempre se lleva a los mejores, le tenía ya reservada certera fecha para llevárselo consigo. En las inmediaciones de Sidi-Mesaud, el día 18 de agosto de 1923, y en la acción llevada a efecto por las Fuerzas del Tercio, al objeto de llevar un convoy a Tifaruín, el Capitán Vila resulta gravísimamente herido, negándose a ser evacuado y falleciendo a los pocos momentos. Sigamos en este punto los lacónicos, a la par que muy expresivos párrafos insertos en las páginas de la “Galería Militar Contemporánea” (Servicio Histórico Militar), al relatar los extraordinarios y distinguidos méritos que le hicieran acreedor a la prestigiosa Cruz Laureada de San Fernando:

“Con motivo del intento de llevar un convoy a Tifaruin y agotadas físicamente nuestras tropas por la resistencia y acometividad del enemigo, unido al calor excesivo y a la escabrosidad del terreno, el Capitán de Infantería Don Sebastián Vila Olaria, que mandaba el día 18 de agosto de 1923 la 14ª Compañía del Tercio, y que tenía instrucciones de reforzar la 5ª Compañía, tuvo necesidad de desplegar sus fuerzas desde el primer momento del fuego y asaltar las lomas desde las que numerosos adversarios que en ellas se habían hecho fuertes, dificultando la operación, nos causaban numerosas bajas. El capitán Vila, al frente de dos secciones, avanzó a la bayoneta y durante la carga recibió un balazo en el muslo, con orificio de salida y grandísima hemorragia, y al intentar retirarlo al puesto de socorro se resistió a ello tenazmente, hasta que un cuarto de hora más tarde, coronadas ya las alturas y debilitado extraordinariamente por la sangre vertida, pudo ser evacuado a Sidi-Mesaud donde falleció a los pocos momentos, a consecuencia de la herida recibida, gravísima desde el primer instante”.

Sus restos mortales recibieron sepultura en una bovedilla del Cementerio de Sidi-Mesaud (al lado de otro heroico Oficial de La Legión, el Alférez Don Carlos García Junco, caído gloriosamente el 28 de mayo de 1923, en la acción de Loma Roja), donde permanecen hasta el día 14 de octubre de 1928 en que fueron trasladados al Panteón de los Héroes del Cementerio de la Purísima Concepción de Melilla. El acto de dar sepultura en el “Panteón de Héroes” de Melilla a los restos del heroico Oficial fue presidido por el Comandante Jefe de la 2ª Bandera Don Juan Ramírez Domingo, junto a varios Jefes y oficiales del Tercio y el teniente Guillermo Palmer, pariente del finado. El féretro fue conducido a hombros por cuatro capitanes de La Legión, dándole escolta y rindiéndole los honores de Ordenanza la Compañía de la Representación al mando del teniente Escudero.

Y es de nuevo, el eximio escritor y capellán castrense Don Francisco Sureda Blanes, el que nos deja una brillante y emocionada crónica del sepelio del Capitán Vila Olaria: ”El domingo 14 de octubre de 1928, un convoy transportaba el cadáver exhumado de nuestro héroe a través de las inclementes llanuras. La lluvia mansa y suave, cayendo pausadamente sobre la negra caja, parecía el llanto de la naturaleza “Sunt lacrimae rerem”. El cortejo fue avanzando hasta las puertas de la heroica ciudad de Melilla, pedazo de España engastado como una piedra al borde del solar de morería. El cortejo fúnebre atravesó las calles seguido de la muchedumbre, llegando hasta el cementerio cristiano. Allí, en medio del camposanto, se eleva el sencillo monumento a los héroes de las Campañas de Marruecos bajo la maternal protección de la Inmaculada Concepción, Patrona de España y de su Infantería. Llegados a la capilla del cementerio el capellán rezó un responso en medio de la emoción general, y el Comandante Ramírez, Jefe de la 2ª Bandera, recordó con voz temblorosa y con afecto del alma, la ejemplar conducto de nuestro héroe. Y fue bajado a la tumba envuelto en la bandera española, mientras sus bravos legionarios presentaban armas y la banda militar interpretaba la fantasía de las notas bélicas de triunfo.¡ He aquí al héroe envuelto en la toga purpúrea de la sangre!”.

A “título póstumo” le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando, por Real Orden de 28 de febrero de 1927 (Diario Oficial Nº 49, de fecha 1º de marzo). También le sería concedido con igual carácter el ascenso a Comandante de Infantería. El Ayuntamiento de Santanyí, de donde procedía su familia le nombró “Hijo Adoptivo” y bautizó con su nombre una calle de la ciudad. También Palma de Mallorca quiso honrar la memoria de su heroico hijo, colocando una lápida conmemorativa en la casa Nº 140 de la Calle de Los Olmos donde había nacido Sebastián Vila, que fue descubierta el 6 de Octubre de 1927. ¡Honor y Gloria a tan excelso Capitán de La Legión Laureado!

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 18:13

Excmo. Sr. D. Alfredo COSTELL MEDINA (Teniente de Infanteria de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado)


El día 22 de Agosto de 1923, al Teniente de Infantería D. Alfredo Costell Medina, perteneciente al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas nº 5, se le ordenó la misión de proteger un flanco de la columna de su Unidad.

Fue atacado vigorosamente por numeroso enemigo conocedor del terreno, llegando a un combate de guerrilla. La sección del Teniente Costell conservando sus posiciones, esperaba el refuerzo del resto de la Compañía.

El Teniente alentaba al personal a sus ordenes para repeler el ataque e impedir que atravesarán la línea, que con una impetuosa avalancha querían conseguir. El enemigo hizo retroceder a esta sección, reorganizándose en la retaguardia, que una vez conseguido el Teniente Costell se puso al frente y lanzó un contraataque consiguiendo llegar a sus anteriores posiciones.

En el contraataque cae mortalmente herido el Teniente Costell, dando su heroico rasgo de valor y espíritu de acometividad, evitando con su acción que el enemigo consiguiera su objetivo de romper el flanco.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 18:17

Excmo. Sr. D. Luis CUÉ VIDAÑA (Alferez de Infantería de Regulares del Ejercito Español, Caballero Laureado


El día 22 de Agosto de 1923, El Alférez de Infantería D. Luis Cué Vidaña, perteneciente al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas nº 5, participó en los combates librados para levantar el asedio a la posición de Tifaruin.

Esta posición se encontraba cercada por numeroso enemigo fuertemente atrincherado y con una elevada moral por haber impedido el avance de dos columnas que intentaron socorrer esta posición de Tifaruin.

Se dispuso que antes de un nuevo avance, se atacaran los atrincheramientos enemigos. Se desplegaron dos compañías que de una forma muy sutil descubrieron las posiciones enemigas y rápidamente dominaron algunas de ellas. El enemigo que se dio cuenta de la maniobra, salió de sus posiciones colocándose a corta distancia de los Regulares.

La situación obligó al mando a que otro Tábor entrara en acción para evitar la avalancha enemiga. Pero todo el esfuerzo no impidió que una compañía se replegara de su posición por la hostilidad enemiga.

Nuevamente el mando ordenó que dos compañías contraatacaran, donde el Alférez Cué Vidaña, que mandaba una sección de la tercera compañía, con extraordinaria decisión y arrojo, avanza en cabeza de ella, contiene la retirada del campo, sigue al frente de resto de su Sección, cuya fuerza habían reducido notablemente las bajas sufridas, y recupera la posición perdida continuando el avance y rechazando al enemigo.

En este desgastador combate para los Regulares, este Alférez murió después de este brillante episodio, dando muestra de su gran sacrificio por el cumplimiento de las ordenes recibidas.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 18:34

Excmo. Sr. D. Gorgonio DIÑEIRO AMIGO (Capitán de Infantería de Regulares, Ejercito Español, Caballero Laureado)


Se concede la Cruz de la Real y Militar Orden de San Fernando al Capitán de Infantería D. Gregorio Diñeiro Amigo, por su actuación en el combate de Tizzi-Assa (Melilla).el día 7 de Marzo de 1924.

MEHAL-LA DE TAFERSIT.

(GRUPO DE FUERZAS REGULARES INDÍGENAS DE TETUÁN Nº 1).

FECHA: 07 DE MARZO DE 1.924.
LUGAR: COMBATE DE TIZZI AZZA.
REAL ORDEN: 18 DE MAYO DE 1.926.
DIARIO OFICIAL: Nº 109, DE 19 DE MAYO DE 1.926.

MÉRITOS

El capitán de Infantería don Gorgonio Diñeiro Amigo, de la Mehal-la de Tafersit, al mando de un tabor sostuvo durísimo combate con el enemigo, muy numeroso y parapetado en trincheras próximas a la Casa Fortificada. En un momento difícil, que creó una situación gravísima para nuestras tropas, avanzó con los suyos y una compañía de la 4ª bandera del Tercio, y puesto a la cabeza de todos, se lanzó sobre las citadas trincheras, consiguiendo con su heroico ejemplo que dichas fuerzas le siguieran, llegando el primero a aquellas que quedaron en nuestro poder, haciendo cambiar con ello el aspecto de la lucha donde encontró gloriosa muerte, ofrendando a la Patria el sacrificio de su vida. Aseguró su jefe inmediato y testigo presencial, que la muerte de dicho capitán fue heroica y remate de su historia militar distinguida.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 18:48

Excmo. Sr. D. Juan Antonio ANSALDO VEJARANO, (Capitán de Aviación del Ejercito Español, Caballero Laureado)


Juan Antonio Ansaldo Vejarano (Arechavaleta, Guipúzcoa, 24 de junio de 1901 - San Juan de Luz, 20 de abril de 1954) fue un aristócrata, militar y conspirador español que destacó durante la época de la Segunda República y la Guerra Civil Española.

Los Ansaldo eran de origen italiano, establecidos en España desde hace muchos años. Juan Antonio Ansaldo Verajano nació el 24 de junio de 1901 en Arechavaleta un pueblo del valle de Leniz (Guipúzcoa) Pertenecía a una ilustre familia establecida en el País Vasco, hijo de Francisco Ansaldo y Otárola, vizconde consorte de San Enrique, diputado a Cortes por el distrito de Vergara, y de María de la Misericordia Vejarano y Cabarrús, vizcondesa de San Enrique. Descendiente de Bernabé María de Otárola, señor del palacio de Otárola, secretario de la reina Isabel II y diputado foral de Guipúzcoa.

Licenciado en Derecho a los veinte años, ingresó como Teniente en el Cuerpo Jurídico Militar en 1923,pasando a la Aviación Militar al tener el titulo de piloto civil de aeroplano, incorporándose al 3º Grupo de Escuadrillas de Marruecos.

Casado con Pilar San Miguel y Martínez de Campos, hija de los marqueses de Cayo del Rey.​ Su esposa obtuvo en septiembre de 1930 el título de piloto en Carabanchel, teniendo a su marido como profesor.​ Sus hermanos Francisco y José María, también aviadores, estaban respectivamente casados con la primera mujer piloto de España, María Bernaldo de Quirós y Argüellas, hija de los II Marqueses de Argüelles.,​ y con Margot Soriano Sánchez - Eznarriaga, hija del director general de la aeronáutica militar, general Jorge Soriano, quien tres meses más tarde se convertiría en la segunda mujer aviadora de España.

A[b]viador en Marruecos[/b]

En 1921 Abd-el-Krim adquirió tres aviones tipo Durall o Potez-15 en Argelia que, pilotados por un suizo Periel y dos bosnios iban a bombardear Melilla y el Peñón de Alhucemas. Uno de ellos fue destruido por Juan Antonio Ansaldo después de sobrevolar, en vuelo de prueba, el peñón. Tres aviones más que el llamado “Emir del Rif” tomó a los españoles después de aterrizajes forzosos, fueron igualmente destruidos.

El 23 de marzo de 1924,despega del aeródromo de Tauima con dirección aTizzi Moren, cabila de Bocoya, en el avión Havilland nº 51,para destruir un aeroplano enemigo que se descubrió el dia anterior escondido en una excavación, inutilizándolo mediante un ataque con bombas y fuego de ametralladora, batiendo además los nidos de ametralladoras que Abd-el-Krim había dispuesto para su protección. Pese a resultar herido gravemente en la pierna izquierda continúa el ataque, aterrizando en el campamento de Tafersit una vez agotadas bombas y municiones de ametralladora.

El 15 de mayo de 1927 por esta acción, Juan Antonio Ansaldo consigue la Cruz Laureada de San Fernando.6​ a manos del Rey Alfonso XIII y en presencia del General Primo de Rivera.

Segunda República


Al proclamarse la II Republica causa baja a petición propia de las filas del Ejercito al ser un ferviente monárquico.

Jefe de los activistas monárquicos contra la República y miembro de Acción Española. Participa en La Sanjurjada, fallido golpe de estado protagonizado por el general Sanjurjo el 10 de agosto de 1932, con actuaciones y evasiones rocambolescas.

Amigo personal de Julio Ruiz de Alda, aviador militar retirado por la ley de Azaña, se incorpora a Falange Española en 1934, siendo nombrado Jefe de Objetivos, es decir, encargado de los grupos paramilitares de choque de Falange.

...Había llegado el momento de responder con contundencia. Sin embargo los primeros golpes planeados fueron abortados por una cadena de delaciones, lo que llevó a Ansaldo, gran experto en la lucha con las partidas rifeñas, a ordenar el acuartelamiento previo de las unidades encargadas de las represalias...

Convencido de que existía un plan para acabar con Falange, propone al Triunvirato Nacional la aplicación de represalias generalizadas, a lo que se opone José Antonio Primo de Rivera. Este desacuerdo produce tirantez y Ansaldo comienza a conspirar para desplazar a José Antonio del mando. Sus planes conspirativos pasaban por la propia eliminación física. Ansaldo fue expulsado y la Primera Línea de Madrid queda disuelta ante las sospechas de infiltración de elementos monárquicos y derechistas afines a Ansaldo.

Según Stanley Payne las diferencias entre la Falange intelectual y la Falange militante se ensancha desde que el aventurero Ansaldo se hace cargo de las milicias y de los pistoleros, con el objeto de ponerlos al servicio de los monárquicos.​

Guerra Civil

Viajó a Italia para solicitar la ayuda del régimen italiano y allí se entrevistó con el mariscal Balbo, pionero de la Regia Aeronautica, recibiendo promesas de apoyo diplomático en caso de que el alzamiento tuviera éxito.

Incorporado a la conspiración llega a Estoril (Portugal), donde se encontraba exiliado el general Sanjurjo, con intención de trasladarlo en avión a la ciudad de Burgos para incorporarse como jefe de la sublevación.

Ansaldo advierte al general de que lleva el depósito lleno de combustible, que la pista es corta y con árboles al final, y que por lo que observa el maletón que transporta el ayudante del general pesa demasiado. El general le responde que no pensara que va a llegar a Burgos sin sus uniformes de gala y condecoraciones cuando tan cerca está la entrada triunfal en Madrid.

El avión “De Havilland Puss Moth”, pilotado por Juan Antonio Ansaldo, despegó el 20 de julio de 1936 del hipódromo portugués de La Marinha, cerca de Cascaes, pero una de sus ruedas da en la copa de uno de los árboles del final de la pista. Ansaldo al ver que pierde altura intenta un aterrizaje forzoso en una campa contigua que acaba en una cerca de piedra sobre la que se estrella la avioneta que acaba ardiendo,quedando herido y con quemaduras de importancia Ansaldo y falleciendo Sanjurjo.

Se incorpora a las Fuerzas Aéreas del Norte el 7 de Agosto en Burgos a pesar de no estar aún repuesto de sus heridas. Combate en los siguientes meses en el frente Norte, tomando el mando en Noviembre de un grupo mixto con aviones de diversos tipos.

En febrero de 1937,recibe el mando del grupo de aviones Romeo 37,combatiendo en la batalla del Jarama en Febrero y de Brunete en Julio. Toma el mando de un grupo de bombarderos Savoya 81,en octubre de 1937.

Continua combatiendo varios meses hasta que resentido de las heridas de Cascaes se ve obligado a ingresar en un Hospital en 1938 y tras recuperarse recibe el mando de un Grupo de bimotores Caproni 130 con el que combate en la batalla del Ebro.

Terminada la guerra ocupa diversos puestos en el nuevo Ejercito del Aire.

Dictadura franquista

Agregado aéreo en las embajadas de Vichy y de Londres,desde enero de 1940, se negó a facilitar información útil para los alemanes , y entre este gesto digno y más de una extravagancia se dedica a su habitual actividad conspiradora, ahora contra el general Franco por lo que tuvo que escapar de nuevo a Portugal.

Expulsado del Ejército del Aire vivió desde entonces en el exilio, donde escribió un libro demoledor y además cargado de información de primera mano.

En ¿Para que? describe a Falange Española como:

...bárbaras doctrinas fascistas, que por mucho que sean el oropel filosófico con que se vistan, muestran siempre, en su fondo, los básicos sentimientos de crueldad, barbarie, violencia y tiranía que les dieron vida -¡y muerte!- y que son tan viejos como el anhelo primitivo de imponerse, ya que no por la razón, por la fuerza, a sus semejantes...

Según indica Manuel Aznar la edición de este libro fue una verdadera aventura, acabado en septiembre de 1950, el resentimiento del autor hacia el general Franco le lleva a ponerse en las manos de su mayor enemigo, el Partido Nacionalista Vasco, confiando su edición a Manuel de Irujo y a Telesforo Monzón con la condición de que:

...el libro se publicara en un tiempo récord para que todos los políticos de la ONU que iban a decidir la suerte de España y del franquismo ... tuvieran el libro en sus manos una semana antes de la reunión...

Francisco Franco Salgado-Araujo comenta con su primo cómo la propaganda de un sector monárquico, con mucha influencia en Estoril, intenta desacreditar al Caudillo con frases del despechado de Ansaldo. “En Estoril están desquiciados”, dice Franco.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Mar 2018 19:10

Excmo. Sr. D. Salustiano SAENZ DE TEJADA Y OLOZAGA (Teniente de Caballería del Ejercito Español, Caballero Laureado)


El teniente Salustiano Sáenz de Tejada y Olózaga, miembro del Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Alhucemas nº5, durante la escolta de un combate logístico que se dirigía a Issen-Lassen, Marruecos, el 24 de marzo de 1924, se vio envuelto en un repentino combate contra un numeroso enemigo.

En el fragor del intenso daño sufrido en las filas de su unidad, el teniente Sáenz de Tejada, cuya montura había sido abatida, recuperó el caballo de otro compañero muerto. Rodeado de tres enemigos los eliminó con su propia arma para después resultar herido de gravedad en el vientre. Lejos de detenerse, continuó luchando, negándose a recibir cualquier tipo de asistencia médica hasta que, finalizado el combate, buscó el socorro religioso. Las últimas palabras que dirigió a su jefe fueron: “No se aflija, mi capitán, muero feliz porque lo he hecho por mi patria”. Salustiano Sáenz de Tejada fue recompensado con la cruz laureada de San Fernando.

Cronica del entierro en Madrid ABC de la época

Ayer mañana llegó a Madríd el cadáver del heroico teniente de Regulares de Alhucemas D. Salustiano Saenz de Tejada y Olozaga, muerto gloriosamente el 31 de Marzo de 1924, conduciendo el convoy de Isen Lassen.

En un urgón que se colocó al final del andén de la estación del Mediodía, se instaló la capilla ardiente, donde se celebraron las misas ane el cadaver, asistiendo a ellas numerosos amigos de la familia del finado.

A las once se verificó el entierro. Los restos mortales del bravo militar iban encerrados en un arcón de caoba con crucifijo y aplicaciones de plata, y fue conducido hasta la carroza fúnebre a hombros de oficiales del Arma de Caballería, compañeros del finado.

El féretro se colocó en la carroza envuelto en la bandera española y sobre él se depositaron varias coronas, abría la marcha el clero parroquial con cruz alzada. En la presidencia figuraban el coronel Marques Zarco del Valle, ayudante de S.M. el Rey en representación de Su Majestad, el hermano del finado, barón de Benasque; el general Chacón, jefe de la sección del Arma de Caballería en el ministerio de la Guerra en representación del subsecretario de dicho departamento, y el general Cabanellas, que manda interinamente la división de Caballería.

En el acompañamiento que era muy numeroso figuraban distinguidas personalidades y gran número de jefes y oficiales del Arma de Caballeria.

El duelo se despidió frente a la fábrica de tabacos, continuando los acompañantes hasta la Sacramental de San Lorenzo, donde recibieron cristiana sepultura los restos del Teniente Sáenz de Tejada, un héroe más de los innumerables que en los campos africanos han perdido la vida en defensa de la Patria.

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