oscashooter escribió:Un ejemplo, un caso singular:[/size]
En Aragón, concretamente en la provincia de Huesca, un pequeño pueblo ocupado por "los aguiluchos" de "La Roja y Negra". Tierras colectivizadas, comité llevando el cotarro y, curiosamente, ni una sola denuncia, ni un paseo, ni un detenido. Las gentes de "orden" y de derechas fueron cubiertos por esos vecinos que llevaban la voz cantante. Uno de ellos, republicano de izquierdas, incluso tiene al mosen del pueblo escondido en su casa hasta que el cura puede darse el bote y pasarse al otro lado.
Pasan meses, años, cambia el signo de los combates y el pueblo es "liberado" por tropas nacionales. Pues bien, la historia se repite: ni una denuncia, ni un detenido, ni un paseo. Son ahora los prohombres de derechas los que encubren, avalan, sacan la cara por aquellos vecinos que habían sido a su vez sus protectores.
No es un caso demasiado frecuente, pero para mí es un orgullo tener raíces familiares en un lugar donde, independientemente de la ideología de cada cual, se impuso la humanidad, la bondad y la razón.
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Mi abuelo, alcalde de uno de los pueblos de Huesca que quedaron "nacionales" desde el principio por la cercanía a Navarra. Le van a ver para que marque a los que se tienen que llevar. A pesar de ser falangista, se niega, directamente. Ni esconderlos ni leches. Les dice que no puede cargar con familias a los que les falte el padre o el hijo mayor, que se le mueren de hambre en el pueblo. Al ser amigo de los que fueron a llevarse a los rojos, los dejan en paz.
Termina la guerra y, con el Pirineo lleno de maquis, van a pedirle que les devuelva el favor de aquella vez. Se le presenta una compañía de la G.C. en el pueblo, y le dicen a mi abuelo que los guíe a una zona de mugas que conoce, en las cresterías de las montañas. Allí se esconde un grupo de maquis. El oficial de la G.C. y mi abuelo se "disfrazan" y a los dos días son acogidos por los maquis, pero uno de ellos reconoce a mi abuelo y no le cuadra que un falangista pueda estar allí. Mi abuelo le dice lo que hay, y que les va a rodear una Compañía de la G.C. para detenerlos, que si no los matan a él y al oficial de la G.C., saldrán vivos los tres, porque mediarán por él cuando suba la Compañía. Así lo hizo.
Estuvieron varios años quedando para comer juntos algunas veces, desde entonces, amigos los tres.
Un falangista, un rojo y un oficial de la G.C. comiendo juntos. Buen final para un conflicto que generaron políticos inconscientes, una historia que deberían conocer los que ahora andan desenterrando bajas pasiones.