Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 00:23

Batalla de Simancas


El 1 de agosto de 939, tuvo lugar la batalla de Simancas entre las tropas de una coalición cristiana encabezada por el rey de León Ramiro II y los musulmanes del califa de Córdoba Abderramán III. La batalla se inició en la ciudad de Simancas (Valladolid) y finalizó en el paraje denominado Alhándega por los cronistas árabes de la época.

La victoria de Simancas, consolidó el dominio cristiano sobre las tierras del norte del Duero y permitió también iniciar la repoblación segura al sur de este rio.

La batalla de Simancas es fundamental en la Reconquista porque es un episodio tangible no una leyenda, fue un suceso real a diferencia de otros episodios más o menos mitificados. Simancas sirvió como propaganda de la fe católica en el reino de León y fuera de la península. De Covadonga o Clavijo, nos podemos imaginar cosas, sin embargo, Simancas es la primera gran victoria cristiana sobre los musulmanes, que está perfectamente documentada en fuentes árabes y cristianas.

Antecedentes Históricos de la Batalla de Simancas

Era el año 939 cuando el Califa Abderramán III decidió aplicar a los cristianos del reino de León, un castigo ejemplar, un castigo que no pudieran olvidar, quería vengar las diversas razias y ataques que Ramiro II había organizado contra Madrid, Zaragoza y otras plazas al sur del Duero y de Extremadura. La osadía del rey castellano ofendió al califa omeya. Abderramán III proclamó la Guerra Santa y convocó a sus ejércitos en una operación, que él denominó, la campaña del Supremo Poder. El objetivo iba a ser el centro del corazón del reino cristiano de León, la ciudad de Zamora.

Recuerda que la Guerra Santa o Yihad, es un precepto sagrado en el mundo islámico, de lo que se valió el califa para lograr el reclutamiento. Además en este caso no iba a ser la típica aceifa sino el objetivo era lograr un inmenso ejército de fieles fanatizados y decididos a dar sus vidas como medio de llegar al paraíso.

Desde los minaretes del Califato y del norte de África, se llamó a la guerra santa a la Yihad. Miles y miles de fieles, acudieron para alistarse en el ejército y aportar dinero, comida, armas, caballos con los que combatir al infiel leonés.

El 28 de junio de 939, salió Abderramán al frente de sus fuerza de Córdoba con dirección a Toledo, y desde ese día, el Califa ordenó que diariamente, se entonara en la mezquita mayor de Córdoba la oración de campaña, incluyendo una acción de gracias por lo que iba a ser un éxito total sobre los infieles.

El objetivo de Abderramán III era Zamora, la ciudad reconquistada por Alfonso III en 901. Esta ciudad por su posición era la marca de protección del reino cristiano del norte. Zamora era el punto central de la reconquista en el Duero. Si Zamora se perdía, los cristianos perdían sus esfuerzos repobladores del último medio siglo.

Orden de Combate de la Batalla de Simancas

Los historiadores dan por válida la cifra de 100.000 hombres como tamaño del ejército que logró reunir Abderramán III para la campaña del Supremo Poder. Fue un tamaño increíble para la época, nunca antes se había logrado una recluta de esa dimensión. Eran soldados procedentes de todas las provincias del califato, Zaragoza, Mérida, el Algarve y del norte de África y un gran número de fuerzas eslavas

Comienza la Batalla de Simancas

Reunido el ejército sarraceno al norte del sistema central, Abderramán, lanzó sus 100.000 soldados contra el primer obstáculo en su camino a Zamora, ordenó someter y conquistar la ciudad de Simancas.

Simancas es una ciudad que se encuentra a unos 90 km al este de Zamora. Zamora era el punto fuerte de resistencia del reino de León. Ramiro II, conoció la trama de Abderramán y organizó su resistencia en Simancas, ciudad fortaleza donde reunión su ejército de gallegos, asturianos y leoneses. El rey Ramiro era consciente de lo que se jugaba en la acción, en Simancas acumuló la casi totalidad de las fuerzas disponible a la espera del impresionante ejército moro. Allí estaba Fernán González y los obedientes condes de Castilla. También aportaron tropas los navarros y aragoneses.

El 19 de julio, cuando las fuerzas cristianas y musulmanas se iban concentrando en Simancas, a las 7 de la mañana de este día, el Sol desapareció. Fue un espantoso eclipse de Sol que los ejércitos interpretaron como un aviso de un terrible desastre. Este extraño fenómeno, llenó a terror a los nuestros y a los moros. Posiblemente nunca habían visto antes en sus vidas cosa semejante. Las crónicas cristianas y árabes de la época relataron el eclipse de Sol.

1 de agosto, comienza la batalla, duró 5 días. El califa tomo la iniciativa y lanzó un ataque masivo, lo que hizo retroceder inicialmente a los cristianos que posteriormente consiguieron fijar nuevamente sus posiciones. Resistieron el terrible envite de la caballería agarena sobre la ciudad de Simancas.

Las pocas noticias que se tiene sobre el detalle del desarrollo de la batalla, indica que hubo bastante mala coordinación entre los generales del inmenso ejército de Abderramán III. Relatos de la época señalan, como causa del mal entendimiento, que los generales árabes no asumieron con agrado que el mando supremo del ejército lo tuviera un general eslavo.

El 6 de agosto, después de que las fuerza cristianas hubieran sufrido enormes estragos, la ciudad permanecía intacta; todos los esfuerzos musulmanes habían sino inútiles. Abderramán se desesperó por la impotencia de su ejército ante las murallas de Simancas y porque también sus bajas eran ya enormes. Dadas las circunstancias y que la cosa no estaba muy clara, el califa optó por una retirada a tiempo y decidió levantar el campamento, retirarse y volver a Córdoba salvando la cara y presentando la acción bélica como un enorme castigo al orgullo cristiano, estaba a tiempo antes de llevar a su ejército a la catástrofe total. Ramiro II se animó al ver retroceder al inmenso ejército musulmán y decidió ir en su persecución.

La persecución del califa por las tropas cristianas durará varios días y terminará en los barrancos de Alhándega, lugar donde Abderramán lo pasó muy mal, estuvo cerca de caer prisionero o de morir. En estos lugares, todavía hoy no sabemos dónde está este paraje, los ejércitos musulmanes empujados por las fuerzas cristianas acabaron en una terrible emboscada implacable en un paraje de barrancos y gargantas el 21 de agosto de 939, fue la mayor victoria de Ramiro II de León y la mayor catástrofe de los ejércitos moros desde que iniciaron la invasión y sometimiento de la Hispania Visigoda. Las pérdidas musulmanas ascendieron a la cifra e 20.000 hombres, muy necesarios para el Califato Omeya de Córdoba.

...y en la retirada el enemigo los empujó hacia un profundo barranco, que dio nombre al encuentro (Alhándega), del que no pudieron escapar, despeñándose muchos y pisoteándose de puro hacinamiento: el califa, que se vio forzado a entrar allí con ellos, consiguió pasar con sus soldados, abandonando su real y su contenido, del que se apoderó el enemigo... Al-Muqtabis

Abderramán escapó de milagro, gracias a su escolta personal y su caballo. En el campo de batalla dicen las crónicas de la época que se dejó sus mallas de tejido de oro puro y su ejemplar favorito del Corán, que utilizaba durante sus aceifas. El botín fue extraordinario, el rey moro de Zaragoza, que participó en la batalla, quedó prisionero en León. La victoria de Ramiro II había sido total y ahora Abderramán III, a su vuelta a Córdoba tenía que explicar lo ocurrido.
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Consecuencias de la Batalla de Simancas
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El regreso a Córdoba fue tristísimo, Abderramán mostró su ira contra sus generales y oficiales. Ordenó que los supervivientes fueron ajusticiados, 300 murieron crucificados en público como si hubieran sido cristianos, acusados de nula combatividad y de traición al Estado, de esta manera pasó el califa omeya la página del vergonzoso suceso para los intereses musulmanes en España.

Abderramán aprendió la lección y jamás volvería a dirigir personalmente una operación militar, la campaña del Supremo Poder había sido la campaña del Supremo Fracaso. Después de esto, el califa se dedicó a la dirección de sus obras civiles y dejó las militares a sus generales.

La batalla de Simancas, fue un acontecimiento en todo el orbe conocido, el mundo conoció la derrota del aquel ejército de 100.000 moros, las noticias llegaron a Aquisgrán, a Roma, a Bagdad.

Después de esta victoria, el reino de León pudo asegurar sus fronteras durante mucho tiempo asegurando la repoblación hasta el rio Tormes. Tras estas batallas Ramiro II repuebla lugares como Salamanca, Peñaranda de Bracamonte, Sepúlveda, Ledesma y Vitigudino. Además encarga la repoblación de Peñafiel y Cuéllar al conde castellano Asur Fernández, distinguiéndole con la merced de Conde de Monzón

Este hecho victorioso, animó a continuar con las acciones contra los musulmanes en la Meseta Castellana hasta robustecer el control cristiano sobre los territorios al sur del Duero. Seguirían años de esplendor para la Reconquista

La Aparición San Millán y Santiago en Simancas

Cuenta la leyenda un hecho milagroso que sirvió para fortalecer el espíritu combativo de los cristianos frente a la Yihad musulmana, San Millán y Santiago se aparecieron en mitad de combate en defensa de los cristianos. San Millán fue hecho patrono de castellanos y navarros comprometiéndose a pagar tributos; son los llamados "Votos de San Millán". Fernán González favorecerá enormemente al monasterio de San Millán con privilegios y donaciones.

Y así, Gonzalo de Berceo en su Vida de San Millán nos cuenta la promesa de los votos legendarios, de una parte Ramiro II de León a Santiago y de la otra, Fernán González a San Millán. Luego refiere la maravillosa aparición de ambos patronos en la batalla, en la que elogia la intervención a favor de los vasallos con estos versos:

non quisieron embalde la soldada levar

primero la quisieron merecer e sudar,

tales sennores son de servir e onrar


Pese a la "imposición" del patronazgo de Santiago tras la unificación de Castilla y León, los castellanos continuaron reclamando que San Millán era su patrono y así en tiempos de Enrique II de Castilla en 1373 , la Universidad de Ciudad y Tierra de Ávila llegó a negarse a pagar el voto a Santiago y sus procuradores llevaron el asunto a las cortes. Los castellanos pagaban el Voto a San Millán.

En el siglo XVII , al desarrollarse un amplio debate sobre patronos, San Millán volverá a ser reclamado como patrón de Castilla y por lo mismo copatrón de España junto a Santiago, patronazgo que se mantuvo en los misales hasta la reforma litúrgica del concilio Vaticano II .

El Eclipse de Sol de la batalla de Simancas

El eclipse según los cronistas de la época:


Encontrándose el ejército cerca de Simancas, hubo un espantoso eclipse de sol, que en medio del día cubrió la tierra de una amarillez oscura y llenó de terror a los nuestros y a los infieles, que tampoco habían visto en su vida cosa semejante. Dos días pasaron sin que unos y otros hicieran movimiento alguno. Kitab ar-Rawd

El sol padeció terrible eclipse, en el día en el que en España Abderramán rey de los sarracenos, fue vencido en una batalla por el cristianísimo rey D. Ramiro. Manuel Bachiller "Antigüedades de Simancas"

Ricardo Chao en su blog,confirma que el eclipse se produjo exactamente el 19 de julio de 939. En Simancas, el fenómeno comenzó a las 06:42, y la oscuridad se hizo patente a las 07:00. El eclipse fue parcial, llegando la Luna a ocultar el 90, 95 % del Sol.

El Misterio de Alhándega:el final de la batalla de Simancas

Unos dicen que es un barranco en las proximidades de Simancas. Otros dicen que puede ser un valle salmantino en el valle del Tormes. Los más probables es que Alhándega fuera un pueblo cerca de Atienza, a 200 km de Simancas, lugar conocido por Abderramán, que ofrecía buen refugio en la ruta de retorno desde Simancas a Córdoba con características adecuadas para proteger el ejército moro. Se piensa que la emboscada final tuvo lugar en algún paraje cercano a Atienza , Caracena de la provincia de Soria o Albendiego de Guadalajara

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 11:26

Batalla de Torrevicente


La batalla de Torrevicente fue el enfrentamiento decisivo entre el chambelán Abu ʿAmir y su suegro, el general Galib. Tuvo lugar en julio del 981. La muerte del segundo llevó a la victoria del primero que, tras vencer, aseguró su poder​ hasta el 996 y se otorgó el título por el que se le conoce al-Manṣūr, «el Victorioso».


El creciente aislamiento del califa y la paulatina toma del poder por Almanzor disgustó a Galib, A pesar de la cooperación militar entre los dos una vez eliminado del poder el chambelán al-Mushafi, la ambición de Almanzor comenzó a preocupar a su suegro.Por su parte, el continuo prestigio militar de Galib, que los triunfos de Almanzor no lograban ensombrecer, preocupaba a este ya que entorpecía su ambición de poder.

Llegado Almanzor con sus fuerzas a Atienza para participar en una aceifa en abril del 980, Galib le convidó a una celebración en la fortaleza.Durante la fiesta el general comenzó a criticar duramente a su yerno y acabó por atacarlo y herirlo ​ en la mano y en la sien.​ Solo la interposición del cadí local le salvó la vida.Algunas fuentes cuentan que Almanzor debió saltar por una ventana de la torre, salvando la vida el que sus ropas se enredaran en el alero del tejado.De todas formas, Almanzor logró huir a duras penas, reunir sus fuerzas y asaltar Medinaceli, donde Galib guardaba sus riquezas, que repartió entre sus hombres.​ La ruptura entre los dos personajes acortó la campaña prevista contra los castellanos. Galib se vio obligado a pasar a territorio cristiano,​ no sin antes asesinar al cadí que había estorbado el ataque contra su yerno.

En octubre, Almanzor partió en una nueva campaña probablemente contra alguna fortaleza partidaria de su rival.​ Otras dos campañas, realizadas a comienzos del 981, precedieron a la batalla definitiva que puso fin al enfrentamiento entre los dos chambelanes: una en febrero y otra en marzo.​ La primera duró casi un mes y la segunda, doce días; en ambas las fuerzas de Almanzor resultaron vencidas. A estas derrotas Almanzor respondió con una nueva campaña fronteriza, que asoló estos territorios durante dos meses en la primavera del 981 antes de acampar cerca de la fortaleza de Torrevicente.​

Durante este conflicto tuvieron un papel protagónico los cabecillas de la poderosa familia de los Tuŷībíes: Hāšim ibn Ḥakam, hermano del señor de Calatayud, al-ʿĀșī; y ʿAbd al-ʿAzīz, señor de Daroca. El primero apoyo a Galib y el segundo a Almanzor. Se dieron enfrentamientos entre ambos en Armuña de Guadalajara en 980 y luego cerca de Atienza con victoria de los segundos.​

El enfrentamiento

Los dos bandos se enfrentaron en las cercanías de Torrevicente el 9 y 10 de julio de 981​ Almanzor había acudido con su ejército de la capital, tropas bereberes y con algunas fuerzas fronterizas.​ Con sus tropas avanzó sobre Medinaceli, moviéndose impunemente por la región, tratando de provocar a Galib para que lo atacase, sin embargo, éste se movió a la fortaleza de Atienza para reunir a sus seguidores y aliados, ya que perdida Medinaceli esta última se volvió su principal plaza. Galib contaba con otras fuerzas fronterizas, aún fieles a su persona, y con contingentes castellanos y navarros.​ Las fuerzas castellanas venían con su conde García Fernández a la cabeza, mientras que las navarras las acaudillaba Ramiro, hijo de Sancho Garcés II de Pamplona, llamado «rey curvo» por los Ibn al-Jatib. El amirí salió en búsqueda del general, llegando a las proximidades de Atienza el 7 de julio, tomando posiciones en un llano junto al castillo de San Vicente.​ Galib decidió aproximar sus fuerzas, lo que motivó a Abu ʿAmir a ordenar a su ejército con él mismo en el centro, el visir Abu Yafar ibn Ali con los bereberes en el ala derecha, y Abu-l-Ahwas Man Ibn Abd al-Aziz al-Tuybi y Hasan ibn Ahmad ibn Abd al-Wadud con las tropas de la frontera en la izquierda. Antes de la batalla pasaron dos jornadas en que ambas fuerzas hicieron alardes sin iniciar el combate.

El choque fue al comienzo favorable a las fuerzas de Galib,​ que desbarató los flancos de la hueste de su enemigo.​ Vestido con cota de malla, a lomos de su caballo y con un alto casco dorado decorado por dos bandas rojas que lo hacían perfectamente distinguible dirigió una feroz carga que destrozó a los bereberes del flanco derecho enemigo. Sin perder tiempo, encabezó otra carga contra los soldados fronterizos del otro flanco a los que consideraba «traidores», poniéndolos en fuga y dejando sólo al centro en pie.​ Según cuenta la crónica de Ibn al-Jatib, cuando se preparaba para dar el golpe de gracia a Abu ʿAmir, Galib gritó al cielo: «¡Dios mío, si sabes que mi vida es más útil y favorable para los musulmanes que la vida de Muhammad ibn Abi Amir, pues hazle perecer y ayúdame a triunfar; pero si él es más útil que yo, ayúdale contra mí y que con la muerte me venga la paz!».​ Entonces, cuando parecía cercana la victoria, este se apartó de sus tropas y se internó en una hondonada, a donde más tarde acudieron a buscarle.​ Se encontró a Galib muerto junto a su caballo, quizá de un golpe con la silla —el caíd tenía cerca de ochenta años—.​ Como Almanzor no creyó al principio la noticia, le trajeron la mano —con el anillo— y luego la cabeza de su suegro.​

La muerte de Galib desbarató sus fuerzas; muchas de las musulmanas se pasaron​ a Almanzor y los aliados cristianos de Galib tuvieron que huir del campo de batalla para intentar salvarse.​ Como consecuencia de la muerte del general, sus partidarios cesaron su oposición a Almanzor y entregaron las plazas que, como Atienza o Calatayud, habían controlado hasta entonces.

Consecuencias

Según algunas fuentes, el navarro Ramiro Garcés pereció en la batalla una vez muerto Galib, pero se cree que es un error porque aparece mencionado en fuentes posteriores. El vencedor premió a los Tuŷībíes fieles entregándole a uno de ellos, ʿAbd al-ʿAzīz, el gobierno de Calatayud.​ El cadáver de Galib fue desollado, relleno de algodón, y exhibido crucificado en la puerta del alcázar de Córdoba, mientras que su cabeza quedó clavada en otra cruz en la puerta de Medina Alzahira.​ El vencedor asumió el laqab por el que se conoce, al-Mansur (Almanzor), «el Victorioso». La victoria eliminó​ al principal rival de Almanzor y le otorgó la regencia plena del califa. El vencedor presentó a su difunto suegro como enemigo del califato por su alianza con castellanos y navarros, motivo probable de la crucifixión de su cadáver —castigo habitual de traidores y rebeldes—, y a sí mismo como campeón del califato y del islam.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 14:01

Batalla de Rueda o Roa


La batalla de Rueda también llamada batalla de Roa o batalla de Roda fue un supuesto1​ enfrentamiento militar librado entre las fuerzas del Califato de Córdoba lideradas por el hayib Abu ʿAmir Muhammad (Almanzor) y una coalición cristiana formada por el Reino de León, el Condado de Castilla y el Reino de Navarra en el año 981, 983 o 984. Terminó con una decisiva victoria musulmana sobre tres aliados cristianos.

Debido a la dificultad para interpretar correctamente las distintas crónicas, los historiadores debaten aún sobre el emplazamiento donde sucedió. Según Reinhart Dozy el enfrentamiento tuvo lugar en Rueda (Valladolid), pero en esos tiempos sería apenas una aldea. Según José María Ruiz Asencio, se libró en Roa (Burgos), una fortaleza repoblada en 912.

También existen dificultades para interpretar correctamente las fechas y el curso de acontecimientos que llevaron al enfrentamiento.

Desde 978 gobernaba de facto el califato un triunvirato formado por el cadí de Medinaceli, el exitoso general Galib, el chambelán del califa Hisham II, Abu Amir Muhammad (Almanzor), y la madre del joven califa, la vascona Subh. Sin embargo, las malas relaciones entre el anciano general y el chambelán provocaron una guerra civil.​ Galib reunió a sus leales tropas​ y procuró el apoyo del Condado de Castilla y el Reino de Pamplona, mientras Abu Amir convocaba a sus partidarios y contingentes de mercenarios bereberes.​ El encuentro decisivo se dio en Torrevicente, un 9 de julio de 981. Galib resultó muerto y sus seguidores se dispersaron ​o se pasaron al bando enemigo. Tras esa victoria, el chambelán asumió el título de al-Manṣūr, «el Victorioso», cuya castellanización, «Almanzor», será el nombre con el que sería recordado.​ Dicha acción sería recordada como la «campaña de la victoria».

Para castigar a los estados cristianos por su apoyo a Galib, Almanzor emprendió una serie de aceifas. La primera se inició el 24 de agosto y produjo el saqueo de Zamora. El dictador volvió a Córdoba cargado de botín y esclavos el 17 de septiembre. Una segunda expedición atacaría el moderno Portugal, llegando hasta Trancoso, villa que también resultó devastada, y Viseo (29 de octubre-22 de noviembre). Al año siguiente, 982, se producirá la «campaña de las tres naciones», que asoló las tierras de castellanos, leoneses y navarros (1 de junio-4 de agosto).​

En 983 Almanzor lanza una nueva aceifa, esta vez contra Simancas, estratégica fortaleza en poder cristiano desde la batalla homónima de 939. La expedición comienza el 16 de junio de ese año y finalizada con el retorno del hayib a la capital el 17 de julio.​ El asedio de la fortaleza duró un solo día, resultando el grueso de la guarnición y la población masacradas.​ Según las crónicas musulmanas 17.000 mujeres fueron tomadas cautivas para ser vendidas como esclavas en Córdoba.

La batalla

Según algunos historiadores, la batalla de Rueda se producirá inmediatamente después de la destrucción de Zamora, en julio de 981. Otros eruditos, en cambio, dicen que el combate se libró recién en julio de 983, como reacción a la destrucción de Simancas. Una tercera interpretación es exactamente la contraria a la anterior. Los aliados cristianos, en vez de luchar en Rueda como reacción a la destrucción de Simancas, habrían combatido en un intento de detener el avance del chambelán por el Pisuerga y salvar la estratégica fortaleza.​ Algunos también aceptan la posibilidad que pudieron suceder dos batallas en el mismo lugar.

Siguiendo la segunda interpretación, Ruiz Asencio dice que después de tomar Simancas Almanzor se dedicó a arrasar las tierras del río Duero alrededor de la villa fortificada de Roa. En esos momentos llegaron las huestes del rey navarro Sancho Garcés II y el conde García Fernández, quizás con la intención de auxiliar Simancas, pero no habrían llegado a tiempo. Finalmente se sumaron al ejército del rey leonés, el joven Ramiro III, y decidieron no encerrarse en la plaza sino que presentar batalla campal. Las crónicas dicen poco sobre el combate, pero se sabe que el ejército musulmán era muy superior en número y al parecer simplemente desbordó a los cristianos, que se dieron a la fuga como pudieron.

Tras la victoria Almanzor avanzó contra León, capital del reino, pero Ramiro III salió a su encuentro. El rey cristiano rechazo el primer ataque de los soldados musulmanes, pero estos tenían más miedo a la furia de su comandante que a sus enemigos, así que volvieron a la carga y llegaron a las puertas de la ciudad, sin embargo, una tormenta invernal los obligó a volver a Córdoba.

Consecuencias

El rey pamplonés y su hijo, García Sánchez, terminaron por someterse a los designios del dictador del Califato. Incluso se presentará en Córdoba para arrodillarse ante él y entregarle a una de sus hijas como esposa que será madre de Abd al-Rahman Ibn Sanchul. Sin embargo, esto no impedirá a Almanzor a lanzar una aceifa contra su reino en 992.​

Las continuas derrotas que se venían desde 977 debilitaron la posición del rey leonés, especialmente entre los nobles gallegos y portugueses, los más afectados por las aceifas cordobesas contra el reino. Estos acabarían por rebelarse a favor del pretendiente Vermudo Ordóñez, hijo de Ordoño III con Urraca Fernández y nieto de Ramiro II y Fernán González, en 981. Para coronarlo en Santiago de Compostela el 15 de octubre de 982.

Se desataba una guerra civil con Portugal y Galicia a favor de Bermudo II y Castilla y León respaldando a Ramiro III.20​ En el invierno de 982–983 Ramiro III lanzo una ofensiva contra su rival, produciéndose una sangrienta batalla en Portela de Arenas o Areas, cerca de Monterroso (Lugo), que acabó sin claro vencedor. A pesar de ello, la posición de Bermudo II consiguió consolidarse, estableciendo su corte en Galicia y empezando a cosechar un triunfo tras otro mientras Ramiro se refugiaba en León y era lentamente abandonado por sus aliados. Finalmente, la capital leonesa fue tomada por los seguidores de Bermudo, Ramiro se refugiaba en Astorga, donde moriría el 26 de junio de 985.​ Tradicionalmente se ha fechado «que Vermudo II ocupó León entre el 15 de marzo y el 24 de abril de 984, cuando en verdad este hecho no debió ocurrir, como muy pronto, hasta el 6 de mayo de 985».​ De cualquier modo, la guerra civil había concluido.

Clave en la victoria de Bermudo fue el apoyo de Almanzor. El dictador le proveyó de dinero, armas y soldados a cambio de su vasallaje. Mientras Ramiro presentaba una actitud hostil contra Córdoba, recibiendo numerosas embestidas contra sus territorios.​ Apenas volvió de Portilla de Arenas se encontró con la mencionada ofensiva sobre Simancas, a la que se sumaron ese mismo año dos aceifas contra Salamanca y Sacramenia. Así Almanzor conseguía desmantelar la repoblación cristiana en la línea del Duero y someter a tributo a León, porque acabada la guerra civil la mayoría de sus tropas siguieron en territorio leonés, garantizando la posición de Bermudo pero también su fidelidad.

Con León sometido Almanzor puso su atención en el Condado de Barcelona, un aliado suyo pero también una presa rica y vulnerable,​ y en Castilla, que seguiría sin someterse hasta el año 995, cuando muera García Fernández.​ Ya no habrá más coaliciones cristianas ni batallas campales para los ejércitos califales hasta Peña Cervera en el año 1000.

La misma existencia de esta batalla está puesta en duda.​ Parte del hecho contrastado de que hubo un ataque de Almanzor contra Simancas en el año 983 en el que tomó múltiples prisioneros. Sin embargo aquí empiezan los problemas, puesto que algunos autores proponen que esta batalla sucedió antes que la toma de Simancas en 983, y otros que fue posterior. Al parecer el historiador Reinhart Dozy tomó la información de otro historiador ("Cronicón de Cardeña I" (1767), de Enrique Flórez) que a su vez lo había tomado de otro historiador ("Antigüedades de España II" (1721) de Francisco de Berganza).

Al parecer hubo varios errores de transcripción (Roa/Roda) y hubo un error con una fecha de la batalla librada en Rueda de Jalón (Zaragoza) en 1084, a la que un copista situó en el año 984.1​ Como el siguiente copista, que desconocía el error, tenía delante suyo un acontecimiento supuestamente del año 984 decidió "pegarlo" junto con la noticial real del ataque de las huestes de Almanzor a Simancas. De hecho, resulta sorprendente que sólo una obra recoja la supuesta existencia de esta batalla y ninguna otra fuente histórica, cristiana o musulmana lo haga.​ Por si fuera poco, esa misma obra no recoge la existencia de la batalla de Rueda de Jalón​ de 1084 (que en realidad sucedió en 1083) lo que aumenta las posibilidades de que fuera una confusión.

Otro libro descarta absolutamente que la supuesta batalla se librara en la localidad vallisoletana de Rueda. De hecho, es posible que la localidad ni siquera existiera en aquella época.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 15:52

Batalla de Cervera

La Batalla de Cervera tuvo lugar en Peña Cervera el lunes 30 de julio del año 1000, entre la coalición cristiana de tropas navarras, castellanas y leonesas al mando de Sancho García (conde de Castilla) y de García Gómez (conde de Saldaña), frente el caudillo musulmán Almanzor, quien resultaría vencedor. En palabras de Víctor Saornil fue «la única batalla en la que los ejércitos cristianos acariciaron la victoria».

El ejército andalusí no luchaba en campo abierto desde la batalla de Rueda en 981 y desde el saqueo de Santiago de Compostela en 997. Todos los reyes, príncipes y condes cristianos vivían bajo una paz impuesta por Almanzor que no impidió a este lanzar nuevas aceifas4​ (particularmente desde la muerte del conde castellano García Fernández en 995).

Las aceifas volvieron con un ataque sobre Pallars y Pamplona,​ que fue socorrida por Sancho García (999).​ Un año más tarde, Almanzor lanzó una campaña contra los castellanos. El hayib musulmán necesitaba de estas expediciones para financiar con el botín a su numeroso ejército y tener ocupados en algo a sus oficiales. El ejército califal había aumentado de los 30 000 hombres en tiempos de Abderramán III a 50 000,​ gracias a contingentes de mercenarios bereberes traídos del Magreb por el propio hayib y leales sólo a él. Obviamente, solo una parte de este ejército acompañaba a Almanzor en sus expediciones, el resto quedaba guarneciendo las ciudades del Califato. Por razones desconocidas (quizá el auxilio del conde castellano a los navarros, quizá el abandono del tributo o el aliento del Sancho a la rebeldía de los condes leoneses frente a Córdoba), Almanzor decidió lanzar una ofensiva contra Castilla.

El 21 de junio del año 1000,9​ Almanzor partía de Córdoba listo para castigar el desafío del conde con una numerosa hueste.​ Durante su marcha destruyó la villa de Canales de la Sierra en el límite oriental del condado de Castilla, en las estribaciones meridionales de la Sierra de la Demanda.​ Sancho García reunió sus fuerzas y recibió contingentes de otros nobles cristianos, como el rey de Pamplona, el de León o el conde de Saldaña,​ de forma que se reunió una nutrida tropa de leoneses, castellanos, navarros y vascos.​ El encuentro tuvo lugar en Yarbayra o Peña Cervera, al sur de Silos, entre estos altos y la localidad de Espinosa de Cervera. Los dirigentes cristianos declararon ilícito huir, y sus hombres estaban dispuestos a no retroceder en defensa de Castilla. Estaban acampados en una sólida posición defensiva en lo alto​ de un peñón que controlaba el paso de numerosos caminos. Los dos ejércitos trabaron contacto el 29 de julio y se prepararon para combatir al amanecer del día siguiente.

Almanzor, sin saber bien qué hacer al darse cuenta del tamaño de la hueste cristiana y su ventajosa ubicación, decidió reunirse con sus oficiales para decidir la estrategia.​ A la mañana del día 30, mientras aún los cordobeses no habían decidido un plan de acción,​ el conde castellano lanzó un ataque inesperado​ descendiendo por las laderas de la peña contra los flancos del ejército cordobés.​

Los cristianos presionaron con su caballería ambos flancos de los musulmanes que apenas se sostenían, sorprendidos por el embate enemigo.​ Justo en el momento en que su flanco derecho estaba a punto de desbaratarse por completo, Almanzor envió a su hijo favorito, Abd al-Malik al-Muzaffar, para sostenerlo, mientras que su otro hijo, Abderramán Sanchuelo, acudía a auxiliar otro punto de la línea de batalla.​ Estos refuerzos equilibraron el combate, que se intensificó.​ Uno de los jefes bereberes que acompañaban a al-Muzaffar mató a uno de los condes Banu Gómez. Entonces, Almanzor realizó la martingala que le valió la victoria en este reñido enfrentamiento: ordenó trasladar el campamento desde la hondonada donde se hallaba a un cerro cercano. El conde castellano creyó que las fuerzas que aparecieron en el alto eran nuevos refuerzos que acudían a la batalla y ordenó la retirada,​ que se convirtió en una desbandada.​ La caballería islámica se encargó de perseguir al enemigo.​ Almanzor logró capturar el campamento enemigo.

Era la primera vez que la unión de los cristianos hacía frente al ejército de Almanzor y casi le causaba la derrota. Las bajas del ejército califal fueron estimadas en setecientos muertos por los cronistas musulmanes.​ Almanzor logró capturar el campamento enemigo, con numerosas armas y objetos de valor.​ Almanzor moriría en 1002, cuando estaba de campaña en tierras riojanas. Su repentina muerte a la edad de 62 años ha servido de inspiración para varios mitos. Según algunas versiones sufría de una enfermedad desconocida desde el saqueo de Santiago de Compostela (997) y haber dado de beber a su caballo el agua de la pila bautismal,. El animal murió inmediatamente y él contrajo el mal;3​ pero más conocida es la leyenda de su legendaria derrota en Calatañazor, considerada por los historiadores modernos un eco adornado por las crónicas posteriores de su pírrica victoria en Cervera.

[b]LA BATALLA DE CERVERA SEGUN FUENTES HISTORICAS MUSULMANAS[/b]

De esta batalla tenemos numerosas referencias en las crónicas musulmanas y menos en las cristianas. Comenzando por las fuentes andalusíes, de esta campaña tenemos uno de los relatos más fieles. Se debe a Ibn Jatib, quien a su vez la recogió de Ibn Hayyan, que a su vez oyó el relato de su padre, Jalaf ben Husayn ben Hayyan, uno de los combatientes en la batalla de Cervera. Este es el texto completo extraído del Kitab amal al-alam:

«Nunca afrontó al-Mansur una lucha más intensa ni en circunstancias más difíciles ni cruentas que en la batalla que libró al lanzar su campaña estival del año 390. El período de sosiego que le precedió había sido largo y, al entibiar el espíritu combativo de los hombres, éstos se habían tornado demasiado pacíficos. (Mientras tanto) los reyes de los cristianos se habían coaligado, reuniendo para la guerra las fuerzas que tenían en todas partes. al-Mansur los enfrentó en la acción conocida por la batalla de Yarbayra (Cervera).

Los hechos sucedieron así: Cuando al-Mansur irrumpió en Castilla por la zona de Madinat Salim (Medinaceli) se encontró con Sancho, que estaba al frente de una tropa muy numerosa y de incalculable magnitud. Ahí se hallaban los reyes galaicos, acompañados de sus generales, habiendo acudido desde el extremo de Pamplona al de Astorga. Con todos ellos había avanzado Sancho, emplazándolos finalmente en el peñón de Yarbayra, el cual se halla en la comarca central de su país y fue el lugar por él elegido para campamento. Este emplazamiento constituía el desideratum, tanto por inaccesible como por inexpugnable y, además, por tener detrás de sí vastos territorios provinciales con cercanas fuentes de abastecimiento.

Los cristianos habían encomendado a Sancho la organización de todo lo pertinente para el combate y se habían comprometido entre sí, de la manera más solemne, a no retroceder, declarando ilícito huir.

Ibn Abi Amir se quedó alarmado y sin saber qué decisión adoptar cuando divisó la enorme cantidad de guerreros con que contaban los adversarios, la inexpugnabilidad de su emplazamiento, el control visual que podían ejercer sobre los movimientos de quienes se dirigieran a atacarlos y el ímpetu con que podían descolgarse sobre los que a tal fin se les aproximaran, a lo que se agregaba el espacioso campo que su caballería tenía por delante para evolucionar. Todo ello fue comparado por Ibn Abi Amir con la desventajosa posición en que él se hallaba. Entonces recurrió al consejo de sus visires militares los cuales sostuvieron opiniones discordantes.

Pero Sancho engañó a los musulmanes por la inesperada precipitación con que se lanzó al ataque antes de planificar su descenso y de poner a punto las medidas estratégicas. La batalla se trabó por todos los frentes, encendiéndose así una contienda general.

Los enemigos de Allah concentraron su caballería y atacaron simultáneamente las alas derecha e izquierda musulmanas, descargando sobre ellas todo el peso de sus escuadrones, con la consecuencia de que se desarticularon las líneas de los defensores islamitas y los cristianos se afianzaron, atacando con más brío. La lucha se prolongó bastante, tornándose cada vez más insostenible la posición crítica en que estaban los musulmanes, pues al ver, los que estaban atrás en la línea de los defensores, el aprieto en que los mismos se hallaban, se desorientaron y desanimaron. La mayoría aflojó y, a su vez, los más de éstos se dieron a la fuga. Los ataques menudeaban por todos los flancos, hasta el punto de que casi hicieron morder el ignominioso polvo de la derrota a los musulmanes.

La desbandada habría proseguido de no haber mediado la protección de Dios, la ponderable perseverancia de al-Mansur y la magnífica firmeza con que él mismo obró no obstante lo grande de su alarma y su íntimo desconcierto ante el desarrollo de los acontecimientos. Tal estado se reflejaban en la actitud imperatoria de sus manos, en sus gemidos de moribundo y en la vehemencia con que repetía la jaculatoria coránica del retorno a Dios.

La suerte cambió, pues, porque Dios ayudó a los musulmanes con su auxilio y con hombres que supieron resistir, prolongando fogosamente la lucha hasta repeler a sus contenedores, de modo que, ante su reacción, recuperaron su aplomo los combatientes que se hallaban detrás de ellos. Así, el grueso de las tropas musulmanas, después de haber estado batiéndose en retirada, contraatacó y, finalmente, Dios le otorgó la victoria.

Fue ‘Abd al-Malik, el hijo de al-Mansur, el combatiente más destacado de aquella hueste de defensores de la fe; y ello, por opinión unánime y sin ningún espíritu de adulación, es decir, por justicia y no por favoritismo, estando con él una cantidad de campeones de los más brillantes que existían entre los musulmanes de al-Andalus y de África, predominando en número los caballeros bereberes. De éstos el más reputado en ese día fue Kayaddayr al-Dammari al-Abra (El Leproso), quien era un príncipe de la tribu norteafricana de los Banu Dammar y, a la vez, uno de los jefes principales de los bereberes. Este hombre mostró una extraordinaria intrepidez, habiendo matado, en un furibundo arranque, a uno de los condes de Banu Gumis, cortándole la cabeza y trayéndola consigo.

La desbandada de los cristianos no se interrumpió ya. Por su parte ‘Abd al-Rahman ibn al-Mansur tampoco se quedó corto en su resistencia y bravo ímpetu. En fin, fue una batalla tremenda y difícil de describir.

Hayyan ibn Halaf ibn Husayn ha contado lo siguiente, que le fue relatado por su padre, el secretario de al-Mansur: Cuando en esa jornada la situación comenzó a agravarse apareció al-Mansur, montado a caballo y acompañado de su escolta, en un montículo que se hallaba cerca del campo de batalla. Se puso ahí a contemplar el combate, estando atento a hacer prestar ayuda con los guerreros de su séquito a la gente en aprietos que estaba en las proximidades del lugar.

Así continuaron las cosas hasta que descalabró el ala derecha y se quebró, haciéndose muy grande el desconcierto. Tan malas se pusieron las circunstancias para los musulmanes que los hombres comenzaron a separarse sin atinar a adoptar una actitud común. Cada uno procedía a su arbitrio, buscando la oportunidad de huir, hasta el punto de que uno de los secretarios de al-Mansur llamado ‘Abd al-Malik ibn Idris al-Yaziri, púsose a decirle a Said Ibn Yusuf, conocido por Ibn al-Qalina:«Ven a despedirte, oh mártir, pues con seguridad hoy has de morir». Y una vez finalizada la jornada resultó que el presagio se había cumplido.

Esto ha sido relatado por Jalaf ibn Husayn:

Miró al-Mansur al grupo de hombres que estaban con él y me dijo: «Enumérame quiénes son los integrantes de mi séquito que han quedado». Contestele: «Os los voy a nombrar», y fui mencionándolos uno por uno hasta llegar a unas veinte personas. Entonces elevó las manos al cielo exclamando: «¡Oh, Dios! Ellos me dejaron: ¡Asístelos! Ellos me privaron de su compañía: ¡Acompáñalos tú»; y atrajo a su hijo ‘Abd al-Malik, que estaba a su vera observando la batalla porque su padre no le había permitido ir a combatir. Estrecholo contra si y lo despidió besándolo, mientras irrumpía en fuerte llanto. Mandolo a incorporarse al ala derecha, dándolo ya por perdido. Asimismo, envió detrás de ‘Abd al-Malik, en otra dirección al hermano de éste, ‘Abd al-Rahman.

Cuando la angustiante lid se intensificó, al-Mansur se pasó de su cabalgadura a la litera y al instalarse en la misma casi no podía controlar sus movimientos por lo afligido y trémulo que estaba. Si se subió a la litera sólo fue para tranquilizar a los que lo acompañaban acerca de su confianza en sí mismo. al-Mansur llevaba consigo un grupo de buenos caballos de silla lujosamente enjaezados y respecto de ellos me dijo: «Cuida que no se alejen de tu mano, pues es más propio que sean para ti que para el enemigo».

Y ahí quedó con sus hombres, implorando el socorro de Dios y conjurándolos en su nombre, mientras la batalla se ponía más bravía y la situación se volvía cada vez más ardua para los musulmanes. Hasta que al intensificarse el calamitoso desarrollo de los acontecimientos, se le ocurrió a al-Mansur una idea que fue la causa más eficiente de la victoria.

Ella consistió en esto: al-Mansur dispuso que se levantara el campamento de su ejército, sacándolo de la hondonada en que estaba -y de la que él mismo había tenido que apresurarse a salir por causa del enemigo- para instalarlo en el promontorio en que él se hallaba. Ordenó, pues, a gritos a los que le rodeaban que efectuaran el transporte de los efectos, con amenazas para los que se atrasaran en la operación. Además, llamó a los sirvientes que cuidaban de su tienda de campaña y les mandó que la condujeran a dicho promontorio con toda celeridad amenazándoles también a ellos con graves castigos por cualquier demora. Los sirvientes llevaron el pabellón de inmediato, cargándolo sobre sus espaldas, de modo que enseguida quedó debidamente instalado.

Cuando los enemigos vieron a al-Mansur se desmoralizaron, suponiendo que los musulmanes tenían detrás tropas de refuerzo, y desde ese momento comenzaron a replegarse. La huida no se interrumpió ya, siendo perseguidos por los musulmanes, que mataron cuantos quisieron, resultando, a la postre, que los cristianos, en su mayoría, se vieron atados con las mismas cuerdas que habían preparado para ligar a los cautivos islamitas. Además, se les secuestró cuanto había en su campamento, como armas, ganado y vasijas.

La caballería musulmana persiguió todavía a lo largo de varias parasangas a los cristianos que lograron huir, en cuya carrera muchos caballeros de éstos fueron alcanzados. Dios acordó así a los musulmanes un triunfo sobre los cristianos que fue mayor de cuanto se había sabido hasta entonces, habiendo perecido en esa acción como mártires, según resultancias de los padrones de familia y otros registros, más de setecientos hombres.

Esto sucedió en día lunes a seis faltantes para terminar el mes de Saban del año 390 (29 de julio del 1000).»

Esta campaña también es reseñada por el Dikr bilad al-Andalus como la 52ª de las campañas de Almanzor y la describe así:

«La quincuagésima segunda, la de Cervera, los cristianos de todas las regiones se aliaron contra él, reuniéndose un número incalculable de ellos. Al producirse el encuentro, los musulmanes resistieron peleando hasta que murieron setecientos de ellos, pero, en ese momento, se conjuraron unos a otros y Dios les concedió la victoria. los cristianos fueron derrotados y perseguidos a lo largo de diez millas por los musulmanes, que saquearon su campamento y se apoderaron de riquezas y armas sin cuento.»

Por último, el poeta Ibn Darray, poeta oficial de Almanzor y sus hijos, dedica a esta batalla uno de los poemas de su Diwan, el número 105.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 26 Dic 2017 18:56

Batalla de Calatañazor


Todos hemos escuchado alguna vez que Almanzor, quien fue el azote de los reinos cristianos entre los años 977 y 1002, fue derrotado en la batalla de Calatañazor. Almanzor realizó decenas de campañas de conquista, sometimiento y saqueo y nunca fue vencido por las tropas de los distintos reinos y condados cristianos. No es de extrañar que su muerte, acaecida en el año 1002 en Medinaceli, fuera el origen de alguna leyenda.



La leyenda de la batalla de Calatañazor: «Cuando Almanzor perdió el tambor»


Así se cuenta que Almanzor, tras haber asolado Galicia y haber profanado Santiago de Compostela, se encaminó hacia Castilla. Pero las tropas del rey Bermudo II de León y del conde García Fernández de Castilla le salieron al paso en la localidad de Calatañazor (Soria). El enfrentamiento fue duro, encarnizado, y murieron miles de musulmanes y al llegar la noche Almanzor, comprendiendo que no podía vencer, se dio a la fuga. Al día siguiente, las tropas cristianas fueron hacia el campamento enemigo pero lo encontraron vacío aunque repleto de botín.

La batalla de Calatañazor sería, por tanto, la primera derrota y, a la vez, la última batalla de Almanzor. Y algo admirable ocurrió después: desde el mismo día de la derrota, un hombre, que parecía pescador, se lamentaba en las calles de Córdoba en castellano y en árabe exclamando: «En Calatañazor perdió Almanzor el tambor», lo que viene a significar que Almanzor perdió su alegría, pues había sido derrotado por primera vez. La figura aparecía y desaparecía y cuentan que seguramente se trataba del diablo que lloraba el desastre de los musulmanes. Desde ese día, Almanzor no quiso ni comer ni beber y acabó por morir en la ciudad de Medinaceli, donde fue sepultado.

El hecho histórico

Realmente Almanzor no fue derrotado ni en la batalla de Calatañazor ni en ninguna aceifa por los reyes de León o los condes de Castilla. Tampoco ninguna de las campañas de Almanzor ocasionó un enfrentamiento lo suficientemente importante en Calatañazor para que aparezca en las fuentes históricas fiables y contemporáneas o más cercanas a los hechos.

La última campaña de Almanzor se desarrolló en el año 1002 siendo rey Alfonso V de León y conde de Castilla Sancho García. Esa campaña se dirigió desde Clunia, pasando por la Sierra de la Demanda, hasta Canales de la Sierra y San Millán de la Cogolla, monasterio que fue arrasado. A su vuelta, Almanzor vio agravada su artritis gotosa y acabó por fallecer en la ciudad de Medinaceli, el 9 de agosto. Fue sepultado en esa misma ciudad.



Las fuentes de la leyenda de la batalla de Calatañazor

La leyenda de la batalla de Calatañazor se empezó a gestar a partir del siglo XII. La Crónica Najerense es la primera en introducir hechos legendarios:

«En el año decimotercero de su reinado, después de muchas y horribles matanzas de cristianos, luchando con dicho conde Sancho y dándose a la fuga, reventó por medio y murió en la villa llamada Grajal y fue sepultado en Medinaceli el año 1002. Más tarde ocultamente arrebatado, fue trasladado.»

Comienza con un evidente error. El año 1002 no era el decimotercero del gobierno de Almanzor. Además supone que tuvo un combate contra el conde Sancho García, cuando el último enfrentamiento conocido fue la batalla de Cervera, en el año 1000, y que fue una victoria musulmana. También yerra en localizar en Grajal la muerte de Almanzor y en mencionar el traslado de su cuerpo de forma oculta. Almanzor murió y fue sepultado en Medinaceli y no se trasladó su cuerpo a ningún otro lugar.

La leyenda de la batalla de Calatañazor continuará engrandeciéndose, ya en el siglo XIII, en el Chronicon Mundi, escrito por el obispo Lucas de Tuy en torno al 1238:

«Como Almanzor saliese de Galicia y quisiera asolar de nuevo las fronteras de Castilla, le salió al encuentro con un gran ejército en un lugar llamado Calatañazor donde trabando el combate cayeron muchos miles de sarracenos y si la noche no acabase con el día el mismo Almanzor hubiera sido apresado. Sin embargo, durante el día no pudo ser vencido y llegada la noche se dio a la fuga con los suyos.

Al día siguiente el rey Vermudo ordenó formar las tropas para al llegar el crepúsculo del día luchar con el ejército sarraceno. Pero al avanzar hacia el campamento musulmán solo encontraron las tiendas fijas con abundante botín. El conde García Fernández, habiendo perseguido a los sarracenos, acabó con una gran multitud de ellos.

Y algo admirable ocurrió, el mismo día que Almanzor perecía en Calatañazor, cierto hombre que parecía un pescador se lamentaba ya en idioma árabe ya en español exclamando: ” En Calatañazor perdió Almanzor el tambor”, lo que en latín quiere decir, que en Calatañazor perdió Almanzor el tímpano o el sistro, es decir, su alegría. Acudían a él los infieles de Córdoba y al acercarse la figura se desvanecía ante sus ojos para reaparecer en otro lugar repitiendo la misma lamentación. Creemos que se trataba del diablo que lloraba el desastre de los sarracenos.

Almanzor, desde el día en que fue derrotado, no quiso comer ni beber, y llegando a la ciudad llamada Medinaceli murió y fue sepultado allí.»


En esta ocasión existen ya dos errores históricos importantes: ni Bermudo II ni el conde García Fernández de Castilla vivían ya en el año 1002. Y por supuesto aparecen ya los prodigios legendarios.

Con el paso de los años se fueron añadiendo o modificando detalles a la leyenda. Rodrigo Jiménez de Rada escribe en su obra De Rebus Hispaniae (1243) que el encuentro no fue al volver de Galicia sino cuando Almanzor, en otra ocasión, trató de atacar Castilla. Bermudo II logró una alianza con los castellanos de García Fernández y los pamploneses. En la batalla de Calatañazor estaría personalmente el rey Bermudo II, aunque en litera por padecer de gota, y la derrota de Almanzor fue posible porque previamente Dios había enviado una peste que diezmó el ejército cordobés.

Veamos el relato completo:

[i]«Pues Almanzor con su ejército fue castigado por el Señor con la pena debida por el crimen sacrílego y el que había profanado el lugar santo del Apóstol vio casi todo su ejército consumido con una inmunda plaga de disentería, pereciendo los demás por muerte repentina. Lo cual sabido por el rey Vermudo envió multitud de peones adiestrados, que fácilmente exterminaron entre las montañas a los debilitados y consumidos por la enfermedad. De este modo forzado por la peste Almanzor regresó a su tierra.

Pero el rey Vermudo acosado por los enemigos envió su embajada al conde castellano García Fernández y a García el Temblón rey de los navarros para que dejando a un lado las rivalidades se reunieran todos a combatir por la fe. Oído lo cual el rey García envió un ejército, el conde García Fernández vino personalmente con una gran multitud y el rey Vermudo, aunque enfermo de gota, llevado a hombros de porteadores y reunidas todas las fuerzas de su reino, todos se congregaron en una única hueste, y fueron al encuentro de Almanzor, que con sus árabes venía a invadir Castilla, en un lugar que en lengua árabe es llamado Calatañazor, y en latín es designado como “la altura de los buitres”.

Y habiéndose trabado muchos mortales combates, había sucumbido la mayor parte del ejército agareno; sin embargo sorprendidos por la oscuridad de la noche ninguno cedió en el campo al otro, pero descubierta por Almanzor la mortandad de los suyos no quiso reanudar el combate al día siguiente. Por lo que huyendo por la noche al llegar al valle de Borgecorexi consumido por el pesar exhaló su alma, siendo llevado a la ciudad llamada Medinaceli.

Al amanecer del día siguiente creyó el ejército cristiano que los árabes volverían a la lucha, pero al descubrir las tiendas vacías de hombres, se apoderaron de las mismas tiendas, del ajuar y demás objetos. Pero el conde García Fernández persiguiendo esforzadamente a los que habían escapado a la matanza los aniquiló casi hasta el exterminio. Almanzor, siempre victorioso hasta aquel momento, se sintió agobiado por un dolor tal, que desde el día de la batalla no quiso comer ni beber nada hasta que acabó su último día.»
[/i]
Y así, con escasas variantes, la legendaria batalla de Calatañazor pasó a la Primera Crónica General de Alfonso X y a todas las historias de España posteriores, considerándose que la batalla había ocurrido realmente y sólo en el siglo XX empezó a ponerse en duda su existencia.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 00:16

La Fitna de Al Andalus


Los reinos de Taifas


La muerte de Almanzor en 1002, tras sufrir una derrota en Calatañazor, abrió en al-Ándalus una larga etapa de fragmentación y disputa (fitna). En menos de treinta años nueve califas se sucedieron en el trono, finalmente el califato de Córdoba terminó por desaparecer en el año 1031. En su lugar surgió un mosaico de pequeños reinos, llamados de taifas expresión que significa “banderías”.

De forma paulatinas las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del poder central de Córdoba.

En un principio el Califato se fragmentó en veintisiete reinos de taifas. Los más débiles fueron desapareciendo y fueron anexionados por los más poderosos.

Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos llamados parias. Mientras tanto, el avance de la reconquista cristiana culminó con la conquista de Toledo en el 1085.

Una vez rota su unidad, al-Ándalus estuvo a merced de los cristianos del norte, que procedieron a la ocupación paulatina de los territorios que habían estado bajo el poder musulmán. No obstante, ese proceso no fue lineal, pues hubo momentos de corta duración en los que la unidad andalusí pudo reconstruirse.

En esos casos, el impulso vino del norte de África, con las invasiones de los almorávides y los almohades. Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino de Granada.


Los imperios norteafricanos


La debilidad del Al-Andalus fragmentado en los reinos de Taifas permitió a los reinos cristianos del norte tomar la iniciativa militar en la península. Esta superioridad cristiana se vio dos veces interrumpida por la irrupción en Al-Andalus de dos invasiones norteafricanas que consiguieron de forma efímera recuperar la unidad de la España musulmana.

La pérdida de Toledo en el año 1085 fue un duro golpe para los musulmanes de Al Andalus. La reacción fue llamar en su ayuda al poder que se se había hecho fuerte al otro lado del estrecho de Gibraltar: el imperio almorávide.

En el año 1086 llegaron los almorávides, agrupación de tribus beréberes dedicadas a la ganadería, que poco antes habían creado un imperio en el norte de África.

Caracterizados por el rigor religioso, los almorávides acabaron con los taifas, unificaron el poder político en al-Ándalus y lograron contener el avance de los cristianos hacia el sur. Sus éxitos militares más importantes fueron las batallas de Sagrajas (1086) y de Uclés (1108).

El poder almorávide fue efímero. A mediados del siglo XII la unidad de Al-Andalus se vino abajo y la fragmentación política trajo los conocidos como Segundos Reinos de Taifas.

Más tarde llegaron a la Península Ibérica los almohades, que habían constituido unos años antes en el Magreb un nuevo imperio, también formado por beréberes.

Los almohades no solo unificaron nuevamente al-Ándalus, sino que hicieron frente a los cristianos logrando algunos éxitos notables, como el obtenido en Alarcos (1195) contra Alfonso VIII de Castilla. También en este período se construyeron algunos edificios emblemáticos de la España musulmana como la Giralda de Sevilla.

Sin embargo, el intento almohade de reunificación de Al-Andalus también fracasó. El momento clave fue la aplastante derrota sufrida ante los cristianos en las Navas de Tolosa (1212). El hundimiento del imperio almohade llevó de nuevo a la fitna. Las nuevas taifas no puedieron resistir el avance cristiano que resultó prácticamente incontenible. La España musulmana quedó reducida al reino nazarí de Granada.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 00:23

Batalla de Tamaron


La batalla de Tamarón fue un enfrentamiento militar que tuvo lugar el año 1037 entre las tropas del rey leonés Bermudo III y las del conde de Castilla Fernando Sánchez.

Distintas versiones de los hechos difieren tanto en las fechas (30 de agosto, 1 de septiembre o 4 de septiembre), como en el emplazamiento de la batalla (Tamarón (Burgos) o Támara de Campos (Palencia)). Las crónicas najerense, silense y Chronicon mundi de Lucas de Tuy además de los anales Toledanos, Compostelanos​ y Castellanos Segundosa​ dan como lugar de la batalla el valle de Tamarón. Según se relata en la Crónica Silense y del Tudense, el rey Bermudo y su ejército cruzó la frontera de Castilla «o sea la línea del Pisuerga, y en la cuenca de aquel río, en el valle del Tamarón, arroyo situado al este de Castrojeriz (...) se enfrentaron los leoneses con el ejército navarro castellano...» y que la batalla tuvo lugar «super vallem Tamaron», y Tamarón es el actual pueblo de Burgos que se halla en el marcado valle que forma el arroyo de Sambol. Támara, que nunca fue llamada Tamarón, no está situada en ningún valle. Es con De rebus Hispaniae de Jiménez de Rada donde viene la confusión, ya que dicho autor situaba la batalla junto al río Carrión, donde se encuentra relativamente cerca la villa de Támara (Palencia).

Los orígenes de la batalla tienen como escenario la Tierra de Campos, los territorios entre el Cea y el Pisuerga disputados entre León y Castilla desde el siglo IX. Dicha zona había sido incorporada a Castilla en tiempos de Sancho III el Mayor, y Bermudo III quería recuperarlas. Fernando I, por su parte, consideraba esa zona como dote de su esposa Sancha de León, hermana del rey leonés.

Las tropas de Fernando I ayudadas por las de su hermano, el rey de Pamplona García Sánchez, vencieron a Bermudo III de León que perdió la vida en la batalla, supuestamente a manos de siete enemigos cuando se adelantaba a sus huestes en busca del conde castellano. Autopsias realizadas en el siglo XX demuestran que sufrió una cuarentena de heridas de lanza, muchas de ellas en el bajo vientre, comunes en otros caballeros medievales una vez desmontados. Por otra parte, el número de heridas pone de manifiesto la saña con la que fue desmontado y matado en mitad de la lucha al caer en medio de las filas enemigas.[cita requerida]

...pero la muerte, lanza en ristre, que es criminal e inevitable para los mortales, se apodera de él (Bermudo) y le hace caer de la carrera de su caballo; siete caballeros enemigos acaban con él. García (rey de Navarra) y Fernando presionan sobre ellos (los leoneses). Su cuerpo es llevado al panteón de los reyes de León. Después, muerto Vermudo, Fernando asedia a León y todo el reino queda en su poder”.

Crónicas de los reinos de Asturias y León, Jesús E. Casariego. Ed. Everest (1985)
Muerto Bermudo III sin descendencia, el trono pasó a su hermana Sancha, que cedió los derechos a su marido Fernando I, que se coronó rey de León

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 00:40

Batalla de Tafalla


La Batalla de Tafalla, a veces conocida como «arrancada» de Tafalla por la huida de Ramiro, es un acontecimiento datado en el año 1043 (aunque algunos historiadores la sitúan en 1035). Este acontecimiento enfrento a las tropas pamplonesas con una coalición formada por soldados leales al conde de Aragón, el hermano de García el de Nájera, Ramiro Sánchez, con el cadí de Zaragoza probablemente Sulaymán ben Hud al-Musta'in.

[b]La controversia de la fecha[/b]

Esta batalla se ha fechado tradicionalmente a comienzos del mes de agosto del año 1043. Esta es la fecha que data el padre Moret en sus escritos conocidos como Annales del Reyno de Navarra.

Sin embargo, algunos historiadores posteriores han postulado hipótesis sobre la no concordancia de esta fecha con la fecha real de la batalla, proponiendo fechas similares a la batalla de Atapuerca, postulando una posible alianza de los hermanos Fernando y Ramiro contra García, haciendo similitudes con los posteriores tratados Castilla-Aragón para repartirse navarra. Aunque estas hipótesis son algo descabelladas ya que esta batalla no se daría hasta 1054, estando por esta época las relaciones entre Fernando y García en buenos términos tras la batalla de Tamarón.

Otra hipótesis habla de que la fecha pudo haberse dado en 1035, o entre ese año y 1040. Pero en esta hipótesis se presupone que el mismo año de la muerte de Sancho Garcés III de Pamplona, aspecto algo imposible ya que la batalla se relata "en verano" o "a finales de verano" y hasta octubre de 1035 Sancho el Mayor seguía vivo.

Además, se sabe que en 1038, García III atravesó sus territorios de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza (que gobernaban Ramiro y Gonzalo prestándole vasallaje) con un grupo de caballeros sin ningún problema en su viaje de vuelta de una visita al Condado de Urgel, lo que no podría haber hecho en el caso la existencia de un clima belicista entre Pamplona y Aragón.

[b]Antecedentes[/b]

A la muerte del rey pamplonés Sancho III el Mayor este repartirá sus posesiones entre sus cuatro hijos. Ramiro era el hijo mayor, pero al ser ilegítimo, las leyes jurídicas del reino de Pamplona mandaban que el hijo legitimo mayor, en este caso García, fuera el que recibiese todas las posesiones del padre, así que García recibió el Reino de Pamplona, Fernando tuvo el Condado de Castilla de parte de su madre y Ramiro y Gonzalo recibirían títulos de "régulos" por lo que podían ejercer de reyes en sus condados siempre y cuando fueran vasallos del rey de Pamplona.

Se cree que esta situación de sentirse minusvalorado fue la que llevó a Ramiro a plantar batalla a su hermano García por el dominio del Reino que él creía que por derecho debía ser suyo. Por esto, se alió con el Emir de Zaragoza para atacar el Reino de Pamplona.

La Batalla

Aunque no se tienen mucha información sobre esta batalla acaecida a las afueras de Tafalla se suele afirmar que tuvo una corta duración y hubo una victoria indiscutible de los pamploneses haciendo que Ramiro Sánchez se tuviera que retirar apresuradamente del campo de batalla perdiendo incluso su caballo, que sería cogido por un noble pamplonés, Sancho Fortúnez, y entregado a su rey, el cual le recompensó con el señorío de Ororbia.

Otro de los aspectos a tener en cuenta de esta batalla es el poder del ejército aragonés, pues este debió de ser numeroso, ya que en algunas crónicas se cuenta como el cadí de Zaragoza, al ver el gran y gloriosos ejército que había preparado Ramiro, solicitó la paz con él, a lo cual Ramiro impuso dos condiciones, las cuales eran el nombramiento de un obispo en la ciudad de Zaragoza y el apoyo del cadí de Zaragoza y sus aliados de Huesca, Tudela y Lérida en su empresa contra García. Los almohades aceptaron ambas. Se nombró como obispo a un hombre llamado Paternus, conocido hombre de fé de Navarra y miembro de la orden de Cluny, que había estado al servicio del rey García.Tras ello, las tropas de reserva de los territorios de Zaragoza, Huesca y Tudela se sumaron al numeroso ejército de Ramiro, que puso rumbo al Reino de Pamplona y penetró en él para dirigirse primero a la ciudad de Tafalla, a la que puso bajo asedio.

Al enterarse de este suceso, el temperamental rey García mandó a los tafalleses resistir todo lo que pudiesen mientras el preparaba un ejército para levantar el asedio.

El asedio

Las crónicas cuentan como Ramiro, aprovechando uno de los muchos momentos en los que García no se encontraba en sus posesiones (pues este hacía muchas peregrinaciones y viajes diplomáticos) organizó una enorme expedición militar, contando con el apoyo y tropas de la mayoría de la nobleza aragonesa, a quienes se sumaron tropas de la taifa de Zaragoza y sus territorios aliados.

Esta expedición puso marcha hacia el Reino de Pamplona, el cual penetró desde el Sur, y llegó a la ciudad de Tafalla, donde las tropas locales se apresuraron a guarecerse y organizar la resistencia del asedio al que sometió Ramiro la ciudad, esperando que esta cayese a la máxima brevedad.

[b]La marcha del rey García[/b]

Una vez organizado el ejército por parte del rey García, contando entre ellos con algunos de sus mejores nobles, de los cuales algunos ya habían estado a los servicios de su padre en las campañas contra el reino leonés donde llegaron a tomar la capital del reino, León.

García, para sorprender al ejército coaligado que sitiaba Tafalla, ordenó marchar a altos ritmos y a no descansar en la noche, así, en la madrugada llegaron al campo de batalla y empezaron a desplegarse teniendo algunas escaramuzas con las tropas aragonesas, las cuales fueron destrozadas debido al factor sorpresa. Así, el grueso del ejército pamplonés se encontraba desplegado para la batalla a primeras horas de la mañana, obligando al ejército coaligado a reorganizar su despliegue para hacer frente a la batalla campal.


Según las fuentes, los Cuarteles Reales de la batalla estaban situados en Torreta y Barranquiel, a las afueras de la ciudad de Tafalla. En el bando navarro, se define como García III se reunió con sus nobles, de los cuales se destacan: Fortuño Sánchez de Ayo (gobernador de Nájera), Don Aznar Fortúñez, Nuño González (Conde de Ziróñigo, Termino y Lantaron), Sancho Fortúnez, García Oriolez, Iñigo Lopez, Sancho de Fortúñez, Iñigo Lopez de Vizcaya, Sancho Lopez, Garcia Aznarez, Fortún Sánchez (conocido como "Bono Patre". Capitán de la Infantería), Fortuño Ximenez, Orri Ortiz Oferrores y Sancho Datiz (Capitán de la Caballería).

En el caso de las fuerzas coaligadas, estas se basaban en tropas de los señores feudales de Aragón, con Ramiro Sánchez al frente de ellos, aliados con tropas de la taifa de Saraqusta y de la de Lérida, ambas dirigidas por el cadí de ambas taifas en aquel momento, Sulaymán ben Hud al-Musta'in, a ellas se les sumaban algunas tropas flanqueadoras de los señores de Tudela y Huesca, a quienes se sumaba en el oficialato del Cuartel Real el hijo de Ben-Hud, Al-Muqtadir.

Las tropas pamplonesas por su lado, eran cabos del ejército real, junto a tropas de los nobles que acompañaban al rey, a las que antes y durante la batalla se unieron milicias de Tafalla, deseosas de continuar con la defensa de su ciudad fuera de los muros.

La batalla dio comienzo en la mañana de aquel día de agosto, con las tropas coaligadas en un despliegue amplio, mientras que Garcia III de Pamplona ordenó a sus tropas agruparse en escuadrones compactos para hacer frente a las acometidas de los aragoneses.

Poco a poco la ventaja se fue poniendo del bando pamplonés, hasta que en la "hora fuerte" (probablemente el comienzo del mediodía) las tropas pamplonesas más avanzadas comenzaron el asalto cauteloso del Cuartel Real de Ramiro, lo que obligó a este a abandonar el campo de batalla tras darse cuenta poco antes de que la balanza estaba del lado de su hermano.

Viendo a los comandantes enemigos huir, García III ordenó a sus oficiales debelar a las tropas que continuasen luchando, mientras permitía huir a las que así lo quisieran, previo arrojó de armas y armaduras en el campo de batalla.
[b]
Huida de Ramiro y persecución
[/b

Ramiro huyó del campo de batalla junto al resto de oficiales almohades que le habían acompañado. Ante esto, sumado a la rabia que tenía García por sentirse traicionado por su hermano cuando él estaba ausente, y tras rendir las fuerzas que quedaron en el campo de batalla ordenó la persecución de Ramiro, por lo que entró en Aragón con un ejército en orden de combate, lo que obligó a este a huir al condado de Sobrarbe, del que Gonzalo Sánchez era régulo, más quien nunca llegó a pisar, según dicen la mayor parte de los cronistas, estas tierras.

Se posibilita aquí la hipótesis de que fue ese mismo año cuando Ramiro anexionó por primera vez los condados al reino de Aragón, aspecto que ratificaría en 1045, tras la muerte de Gonzalo.

Después de la batalla el rey de Pamplona sería tajante con su hermano, quitándole en un primer momento sus derechos sobre Aragón, y dejándole tan solo los dominios de Sobrarbe y Ribagorza.

Más tarde, y se cree que tras una mediación de Fernando Sánchez, sería indulgente con su hermano y lo perdonaría, haciéndole incluso entrega de algunos castillos. Con esto y la derrota, Ramiro calmaría sus intenciones ambiciosas de conseguir territorios del Reino de Pamplona hasta la muerte de su hermano García.

Esta batalla y las campañas que inició tras esta batalla contra las taifas cercanas, conquistando Calahorra (1045), y sometiendo a su vasallaje a la taifa de Zaragoza, le valieron a García, quien era conocido como un rey de gran temperamento y ferocidad, ganarse por parte del cronista Lucas el Tudense, Obispo de Tuy, el sobrenombre de "el mejor caballero del mundo".

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Genmingen » 27 Dic 2017 07:46

Currazo te pegas Brasilia. Haces una gran labor divulgativa de los hechos de armas de la historia de España, muchos de ellos desconocidos o conocidos de manera muy somera.
Muchas gracias y felices fiestas. A la espera de nuestra dosis de hechos de armas.
Saludos :birra^: :birra^: :birra^:

Brasilla
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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 10:49

Gracias Genmingen, pero compensa el curro el hecho de ver que las visitas van aumentando, eso quierre decir que hay gente a la que el hilo les interesa, y eso por si sólo ya es gratificante.
Bueno a la tarde seguire un rato intentando aportar algo nuevo, o por lo menos recordando lo que hay, aprovecho para recordar que si hay alguno que detecta que me he olvidado de algo, que lo aporte el mismo, o si no que me lo haga saber para buscarlo yo mismo.

Saludos y felices fiestas para todos
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Marco Tulio Cicerón.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 11:05

Batalla de Atapuerca


La batalla de Atapuerca ocurrió el 1 de septiembre de 1054 en la llanura frente a la sierra de Atapuerca (Burgos) entre Fernando I, rey de León y conde de Castilla, y su hermano García Sánchez III «el de Nájera», rey de Pamplona, hijos ambos de Sancho III el Mayor.

A raíz de la muerte del joven conde García Sánchez de Castilla en León en 1028, Sancho el Mayor ocupó el Condado de Castilla y su parte en Álava en nombre de su esposa, pero con intención de mantenerlo en la herencia para dotar a Fernando. A su muerte Sancho dividió sus dominios entre sus hijos: García Sánchez III heredó el reino patrimonial de Pamplona, más Álava y prácticamente la mitad del Condado de Castilla: Montes de Oca, La Bureba, Trasmiera y Las Merindades, entre otros territorios. Fernando, que venía ostentando la dignidad condal ya en vida de su padre Sancho, recibiría un mermado Condado de Castilla. A dos años de heredar el joven rey de León, refugiado hasta la muerte de Sancho III en las marcas de Galicia, intentó recuperar territorios del Cea anexionados por su cuñado castellano y algo del prestigio perdido y se movilizó contra Fernando. Éste, en inferioridad de fuerzas pidió ayuda a su hermano en Pamplona para resistir al rey Bermudo a cambio de buenas prebendas en los territorios fronterizos de Álava y Castilla Vieja. La muerte en campaña de Bermudo tras caer desmontado en el campo de batalla de Tamarón transformaría el statu quo entre hermanos, pasando Fernando a ser rey Jure uxoris por su esposa Sancha y coronados en León en 1038. Fernando, 17 años después de hacerse con la corona de León, se enfrentó a su hermano García para recuperar esos territorios.

La Crónica Silense, escrita unas décadas más tarde, relatan que el rey García enemistó a su hermano Fernando cuando éste le visitó en Nájera durante su enfermedad. Repuesto de su estado y arrepentido, García retornó la visita a Fernando para hacer las paces y disculparse. Fernando no solo no lo aceptó sino que lo cargó de cadenas y encerró en un torreón de tierras del Cea. Cuando García pudo escapar, declaró guerra contra León y rechazó ya todas las embajadas oficiales. García pidió ayuda a su hermano Ramiro I de Aragón, bailío en Aragón y algunos moros de taifas deudos.

Según la Crónica Compostelana, el rey García ofendió a uno de sus nobles, Sancho Fortún, lo cual empujó a este a traicionarle. Sin embargo la autoría de la Compostelana tenía obvios intereses Fernandinos. Este Fortún había sido ayo de García desde su nacimiento y lo quería como a su propio hijo habiendo caído en combate junto a él.

La Crónica de Nájera la achaca a muerte alevosa durante el combate, a manos de parientes del difunto monarca leonés, Bermudo. Los cuales desacataron órdenes de Fernando de no intervenir en liza contra García sino forzar su captura vivo.

A la muerte de su rey, los navarros guardaron campo durante la noche y vigilia para llevarle en procesión fúnebre al panteón recientemente edificado por él mismo en Nájera. Fernando mismo acudió junto a la capilla ardiente de su hermano y a la proclamación y jura de su sobrino, aún adolescente, Sancho como nuevo rey de Navarra, al que prometió guardar bajo su protección como rey imperante en Hispania. Se concertó la recuperación de territorios castellano-alaveses y la frontera de ambos reinos en línea con el Ebro desde el camino de Santiago en Logroño como término de paz.

Las fuentes en común acuerdan que hubo serios agravios personales entre los monarcas fraternos aunque para sus cortesanos más allegados éstos tuvieran también intereses de fondo en cuanto a posesiones y jurisdicciones limítrofes a dilucidar más claramente, en unos territorios que hasta la fecha y quizás desde mucho antes de la conquista de la Península por los árabes, se mantuvieron entre el ámbito navarro y la meseta central una separación bastante difuminada e imprecisa en el alto Ebro y que se marcaran así y con variadas alternancias por más siglos, y aún hasta los días de hoy entre la identidad cultural y esferas de poder castellanas y navarras.

El monarca pamplonés resultó herido de muerte por un noble castellano, falleciendo en los brazos de San Íñigo. Fernando I se anexionó la comarca para su reino, que era en ese momento territorio pamplonés. En el mismo campo de batalla se nombró rey de Pamplona al hijo del difunto García, Sancho Garcés IV, después de haber rendido homenaje a Fernando I.

Tras la batalla, Diego Flaínez, padre del Cid, reconquista hacia 1055 los castillos, entonces pamploneses, de La Piedra y de Úrbel del Castillo que cerraban el paso a través del valle del alto Urbel.

Aunque la batalla se dió en el llano recorrido por el arroyo Fuentes, según la tradición local, el rey herido mortalmente. fué a morir, fuera del campo de la lucha, al término conocido con el nombre de Prado Redondo, próximo ya a la serrezuela, al suroeste de Ages, junto a un abundante regato que cerca de allí va a unirse al anterior y a una vereda de merinas. En memoria del suceso, según la misma tradición, se colocó en el lugar de la muerte una enorme piedra, que los vecinos llaman de Fin de rey; un peñasco sin labrar de dos metros y medio de alto, traído de la sierra próxima y colocado allí probablemente por orden del rey vencedor Fernando I.

Consigna el Diccionario de Madoz, que "a la entrada de la sacristía de la iglesia parroquial de Agés hay una lápida sepulcral, en cuyo derredor se ve una inscripción ilegible, y en su centro una figura de hombre, y en este sepulcro se cree estuvieron encerrados los restos de Don García III de Navarra, muerto en una batalla, dada en 1.° de septiembre de 1054 entre este pueblo y Atapuerca, sospecha que confirma en algún tanto una enorme piedra en tosco, que aún existe en los límites de ambos pueblos, y a la que llaman los naturales Fin de rey".

Aducimos íntegro el párrafo para refutarle y hacer constar que la tradición local, repite que a la entrada del templo se hallan enterradas las entrañas de dicho infortunado soberano bajo una gran losa; pero ésta ya no existe, y debió desaparecer al renovar el pavimento en el siglo pasado [el XIX], según allí se cree.

La lápida descrita por Madoz subsiste, pero es una lauda propia de un personaje eclesiástico con sus vestiduras sacerdotales y bonete, labrada en relieve al estilo del siglo XVI, muy gastada su inscripción, y probablemente corresponde al arcediano de Alcaraz, dignidad de la S .I. P. de Toledo, que hizo a la iglesia un legado importante, o a D. Miguel Gutiérrez, cura de Agés, que amplió el templo, y fundó obra pía para sostenimiento de un maestro de escuela. Como consta que el cuerpo del soberano fué trasladado a Nájera, parece muy razonable que siguiendo la práctica de la época, le extrajesen las entrañas antes de hacerlo, y las depositasen en la iglesia más próxima al campamento navarro, que estuvo en Agés.1​


En agosto, en el domingo más cercano a la conmemoración, se celebran, desde 1996, unas jornadas medievales y la representación popular de la batalla.

El evento es llevado a cabo por la asociación "Amigos de Atapuerca", la cual tiene como objetivo la convivencia vecinal y el desarrollo cultural del pueblo de Atapuerca. Este evento lleva el nombre de "La Batalla de Atapuerca" y se organiza a mediados de agosto, congregando a unas 4000 personas que se acercan hasta el pueblo para disfrutar de la recreación de la batalla llevada a cabo por los actores y voluntarios, y para disfrutar del mercado medieval que se organiza en el centro del pueblo. La recreación se lleva a cabo cerca de la iglesia de San Martín, justo a lado del camino de Santiago. En la Edad Media este era el límite entre el reino de Castilla y e de Navarra.

Los trajes que se utilizan para llevar a cabo la recreación son confeccionados en su totalidad por los vecinos del pueblo, así como el atrezo que se utiliza durante la representación: tiendas de tela, ropajes medievales para los caballos, espadas, escudos, etc. Todos los años se innova en este aspecto, fruto de que se añade un nuevo personaje o la recreación coge cada vez mas fama. Claramente objetos como relojes, cadenas o colgantes personales están prohibidos para lograr la máxima fidelidad a la época posible. El mercado medieval llevado a cabo en el centro del pueblo durante toda la jornada también es un reclamo turístico muy apetecible. Se puede disfrutar de un ambiente medieval rodeado de puestos que venden productos artesanales y personajes medievales como lugareños, soldados, reyes y reinas, y cortesanas que animan el mercado.

El 3 de diciembre del 2017, la Batalla de Atapuerca alcanzo el sello de "fiesta de interés Turístico de Castilla y León"

García Sánchez III, rey de Pamplona, se encuentra enterrado en la basílica que este mismo mandaría construir en Nájera (La Rioja).

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 16:55

La conquista de Lamego y Viseo


En Julio de 1057 Fernando inicia la recluta de un ejercito que en Septiembre Octubre se congrega en Toro dispuesto ya para partir a Portugal.

Las huestes de Fernando junto a quien se encontraba su mujer Sancha que estaba personalmente interesada en el exito de la campaña, la mayor parte de sus magnates y caballero, y el "armiger" Pedro Pelaez que tres años antes había demostrado su capacidad en la batalla de Atapuerca, y gran número de peones partiendo de los Campos Góticos, seguirían acaso por primera vez en el largo periodo de existencia del reino leonés, una vía romana de segundo orden, hasta entonces intransitable por su proximidad a los musulmanes, que siguiendo la margen derecha del Duero, unía la Beira Alta con la gran calzada de Mérida-Astorga.

Por ella se dirigiría el ejercito cristiano hasta los castillos recientemente repoblados, desde los cuales se realizaría posiblemente el ataque a Lamego. Establecidos los campamentos en torno a la ciudad que parecía inexpugnable, se procedería posiblemente a cercarla, empleando en el ataque torres y otros instrumentos de guerra, que resultaban imprescindibles para salvar las enormes pendientes que protegían el castillo.

Se cree que gran parte de octubre y casi todo Noviembre, serían empleados en las tareas preparatorias del asalto hasta que al fin, al amanecer del sábadp 27 de Noviembre, festividad de San Saturnino, se rindió la ciudad ante los incesantes ataques del ejercito leonés.

Cuenta el Silense como gran parte de los defensores de la plaza fueron muertos a espada, mientras otros muchos aherrojados con grilletes, fueron condenados a trabajar en la construcción de diversas iglesias.

Conquistado Lamego, no sablemos si se retirarñia Fernando a León con el propósito de dar descanso a su ejercito durante el invierno, para lanzarse al siguiente año contra Viseo, o si por el contrario se dedicaría seguidamente a la ocupación de algunos castillos situados en la región lamecense que como los de Tarouca y San Martinho de Mouros continuaban aún en poder del Islám,

Pero fueran ya conquistado inmediatamente después de Lamego, o ya retrasada su ocupación hasta el año próximo, el hecho es que Fernando vuelve antes de iniciar la conquista de Viseo. El primero de abril de 1058, aparece en León dando fueros al concejo de Fenar, acompañado por la reina Sancha, su mayordomo, su "armiger", los obispos Alvito de León, Froila de Oviedo y Diego de Astorga así como varios magnates de palacio.

Durante la primavera de este año, prepara Fernando la nueva campaña, y esta vez su ejercito no seguiría la vía romana bordeando el Duero, sino la ruta tradicional seguida en los ataques a tierras portuguesas que no era otra sino la calzada de Astorga-Braga, que pasaba por el Bierzo y continuaba por tierras de Orense.

Hace el ejercito un alto en su marcha, mientras Fernando y Sancha se desplazan hasta Celanova, rodeados por los obispos Alvito de León, Creconio de Santiago y Muarello de Lugo, por su ·armiger· Pedro Pelaez y su mayordomo Gutierre Egarediz y por los condes Gutierre Alfonso, Laín Fernandez y Oveco Vermudez. En el renombrado monasterio gallego, atiende a la reclamación de Gutierre Pepiz y su mujer Sancha, acerca de su iglesia de San MIguel de Alvarelios (Calvarios), que le había sido arrebatada por el presbítero Regino; el indigno clérigo había huido despues con la hija de aquellos, llevándose además diversos objetos pertencientes a la iglesia que regentaba. Por orden de los reyes les es devuelta dicha iglesia, y ellos en prueba de su agradecimiento se la ceden a Fernando y Sancha.

Desde Celanova continuaría el ejercito leonés su camino hacia Braga y Oporto, desde donde se dirigirian a Viseo. Es posible que siguieran una vía romana que debía unir directamente ambas ciudades, o bien que avanzaran hacia el sur continuando la calzada Braga-Lisboa hasta alcanzar el cruce con otra vía de segundo orden, que de oeste a este se dirigía a Viseo pasando por Agueda.

Una vez ante Viseo puestos los campamentos se dispone el ejercito al ataque a la ciudad, famos por su cuerpo de saeteros; exploradas la entradas a la ciudad y posiblemente cercada, ordenó Fernando a un grupo de escogidos caballeros y hábiles onderos avanzar contra la plaza, y lanzarse al asalto de sus puertas. La lucha duró varios días hasta que al fin con gran esfuerzo logró rendirla el día 23 de julio, festividad de San Cucufate. Habiendo encontrado dentro de ella al saetero que dió muerte al rey Alfonso V, mando vaciarle los ojos y cortarle las manos y uno de los pies; los demás moros fueron presa de los soldados.

Con esta victoria había conseguido Fernando vengar la muerte de su suegro y dominar la mayor parte de la Beira Alta; sin embargo, no toda la región hallábase en su poder, ya que quedaban numerosos castillos en manos de los musulmanes. A continuación de Viseo avanzando más hacia el este, se ocupan los de Penalva y Travanca, y es posible que fuera en esta misma campaña y no en la del año anterior cuando se ocuparon los de San Martinho de Mouros y Travanca proximos a Lamego.

Sin embargo Fernando no se demoró en Portugal más que hasta el mes de Agosto como fecha límite, ya que el día 1º de Septiembre aparece en el monasterio de Santa María de Piasca, rodeado por muchos de sus condes y magnates, que firmarán junto a él en una carta por la cual doña Mumadonna viuda del conde Munio Alfonso, entrega al dicho monasterio las propiedades que había heredado del hijo Juan Muñoz, sitas en Val de Rodía y Cisneros.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 16:55

La cruzada de Barbastro


Hace ya más de cincuenta años que el Al Ándalus se encuentra en una grave crisis política, el Califato es ya solo una ilusión y se producen continuas sediciones de territorios por doquier. La autoridad central de Córdoba se resquebraja dando lugar a una multitud de reinos, los llamados reinos Taifas. Las fronteras con los cristianos son desde hace mucho tiempo autónomas y las Marcas occidental ( Badajoz ) , media o central ( Toledo ) , oriental o superior ( Zaragoza ) son de las primeras en independizarse y en proclamarse reinos independientes.

La taifa de Zaragoza , Saraqusta o también llamada la ciudad blanca ,fortaleza de la marca superior , es en ese momento, junto a la de Toledo, hegemónica en la zona centro , en el “ Sharq - Al Ándalus”(Levante ), y vanguardia en la frontera con el enemigo cristiano del norte.

La taifa de es gobernada por dos clanes familiares yemenís, primero una rama menor de los antiguos gobernadores califales, los tuyibíes y finalmente los Hudís, ambas fundadas por antiguos soldados del jefe militar Almanzor. Después de la muerte de Suleyman ibn Hud al mustain I en el 1047(por esos años nace el Cid), fundador de la dinastía Hudi, el reino de Zaragoza es dividido entre sus hijos pero pronto el gran Al –Muqtadir ( 1047 -1082) consigue reunir bajo su mandato las tierras disgregadas por su padre Suleyman, salvo el territorio de Lérida en manos de su rival y hermano Al –Musaffar. El reino es consolidado y florece bajo el sabio rey Al Muqtadir . El esplendor del castillo –palacio, al estilo Sirio, de la Aljaferia , con su salón dorado donde el rey presidia recepciones y embajadas, es el reflejo de esta corte casi renacentista donde acuden artistas e intelectuales (sobre todo matemáticos, astrónomos y filósofos) de todo el Islam y refugiados del Al- Ándalus, sin embargo la amenaza cristiana persiste sobre todo en las plazas fronterizas pre pirenaicas como el saliente de Barbastro.

Barbastro y su cora en el valle de los rio Vero -Cinca , forman una esquina tanto defensiva como ofensiva sobre el incipiente y pequeño reino de Aragón , se trata de una ciudad mercado, un emporio comercial , con sus baños públicos y civilización, donde fluyen mercancías de todos los puntos cardinales, ricos productos de toda clase, agrícolas , textiles, alfarería , curtido de pieles, seda bordada, armas, marfiles, productos elaborados, de lujo Para dar cuenta de la envergadura del floreciente comercio hay que señalar que incluso en yacimientos arqueológicos de la zona se ha encontrado cerámica china de la dinastía Song. .Pero lo más notable de Barbastro era su importante mercado de esclavos, en el habían ; centroeuropeos , eslavos ,árabes ,beréberes, muchos procedentes de razzias y de capturas de las taifas (en el mediterráneo occidental , la taifa talasocrática de Denia o de Almería ejercían su dominio en la trata) , de África ,y no eran raros los del África subsahariana traídos de las cuencas del rio Senegal o Níger por las caravanas controladas por el naciente imperio Almorávide.

Ramiro I de Aragón, hijo de Sancho el mayor y primer rey de Aragón, intenta repetidas veces apoderarse de estas riquezas, pero sobre todo ansía los puntos estratégicos que forman una avanzada en cuña entre sus territorios. En 1063 sitia la fortaleza de Graus pero el rey de Zaragoza, Al Muqtadir al frente de un ejército que con un contingente de tropas mercenarias castellanas al mando del futuro Sancho II, que quizás contaba en su mesnada con el Cid, consiguió rechazar a los aragoneses, que perdieron en esa batalla a su rey, asesinado por una lanza de un soldado musulmán que se acerco al real de Ramiro hablando romance.


Su sucesor, Sancho Ramírez apela en ese momento al Papado, y un importante ejército compuesto por combatientes venidos de toda la cristiandad occidental se alista en la expedición.


En el año 1064 se produce la primera cruzada de la Europa occidental, se trata de una expedición predicada por el papa Alejandro II para tomar a los musulmanes la ciudad de Barbastro, bastión frontera de la Marca superior de Saraqusta perteneciente en ese momento por las disputas dinásticas a la rebelde taifa de Lérida. La capital del Ebro con su poderoso Rey Al-Muqtadir el Yemeni , controla toda la marca superior salvo la ciudad de Lérida perteneciente a su hermano Al Muzaffar .Las rivalidades dinásticas ponen en peligro la red urbana del territorio a causa de las continuas guerras . Pese a la decadencia política del Al-Ándalus, las taifas son inmensamente ricas y emplean el dinero en obras públicas, seguridad, y ostentación. Sin embargo se vislumbra un aspecto notable de decadencia, de guerra, de mercenarios arrasando los campos, de tal modo las crecientes parias pagadas a cambio de protección hacia las amenazas cristianas son la tónica del momento, así pues, se trata de un periodo convulso, cada pequeña aldea construye su torre de defensa y subterráneos para esconderse, las ciudades amplían y refuerzan sus perímetros defensivos.


Los cristianos están en un periodo de expansión , unifican sus fuerzas (movimientos de tregua y paz de dios y la llamada revolución feudal ) y lanzan sus excedentes hacia el exterior hacia la conquista, se trata pues de la primera expansión real de la frontera, poco después se verá culminado con la extensión de Castilla con la toma de Toledo y el derrumbamiento de la Marca media , así , sin su escudo protector la suerte del Al Ándalus está truncada , aterrorizada por las parias y las continuas razzias depredadoras cristianas.

Alejandro II predica la lucha contra el infiel en la península como una urgencia para la cristiandad . La voluntad de participar en la cruzada se propaga por toda Francia al amén que en Borgoña , de igual modo el poderoso abad Hugo de Cluny la publicita. De hecho se trata de un poderoso ejército compuesto principalmente por Francos- normandos , Borgoñones, aunque también de otros confines de la cristiandad, y el contingente pontificio formado por Normandos de Italia . A esta fuerza se deben añadir los de Aragoneses las huestes catalanas del conde de Urgell, ya presentes en la zona de Barbastro al inicio del asedio.

El jefe del contingente papal es Guillermo de Montreuil , mercenario normando a las ordenes del papado, se le describe como bajo de estatura pero corpulento , el de los Francos es Godofredo VIII duque de Aquitania, mientras que a los hispánicos los dirige el nuevo Rey Sancho Ramírez . El duque de Aquitania conduce su ejército por los Pirineos pasando por Somport, y se junta con los catalanes en Gerona a principios de 1064. El ejército completo toma Graus que anteriormente había resistido dos asaltos y seguidamente marcha hacia Barbastro perteneciente a la taifa de Lérida dirigida por el rebelde a Zaragoza Al Muzaffar .


La ciudad, no está preparada para este ataque masivo, sin socorro desde la capital y con el aprovisionamiento de agua cortado es asediada y rápidamente tomada. Los cruzados entraron como barbaros salvajes, saquearon y practicaron pillaje en la ciudad sin piedad alguna, las crónicas cristianas dicen que 50 000 musulmanes fueron asesinados, exageradas puesto que los habitantes de la ciudad más los refugiados eran en torno a la mitad de ese número .

Hubo un genocidio de miles de personas, destrucción, incendios, el botín fue considerable, las crónicas mencionan la captura de numerosas mujeres musulmanas así como muchos tesoros, la dirección de la villa fue donada en feudo a Armengol III Conde de UrgelGuillermo de Montreuil, el jefe normando, obtuvo un botín de quinientas mujeres jóvenes, además de ropa, tesoros y joyas.

Los cruzados tienen el aspecto de verdaderos animales no tienen costumbre en lavarse y destruyen los baños públicos de la ciudad y todo signo de civilización., Cubiertos de pieles y con pesadas espadas, llevan cascos normandos con el apéndice nasal, cotas de maya, armaduras de cuero ,luceros del alba, porras ,martillos de guerra , armas campesinas,, brutales ,panoplias primitivas, lanceros, luego está la caballería pesada mucho mejor armada al estilo de la caballería normanda en la batalla de Hastings,, luego también la ligera sobre todo la hispánica,,,,, armas centroeuropeas, mazas, y hachas , brutales. El cuerpo papal - normando recuerda a sus antepasados berserkers vikingos, luego en el saqueo se dieron al placer ….la ayuda nunca llega y por eso se toma, y por el abrumador número de fuerzas cristianas, la conquista de la ciudad produjo un impacto tremendo en la cristiandad, las riquezas del papado y de los monasterios, en especial Cluny, multiplicadas.


Para impedir la progresión cristiana, los musulmanes practican una táctica de tierra quemada, las tropas cruzadas cargadas de botín y con el duque Godofredo ansioso de regresar a sus tierras tienen pretexto para retirarse y un gran grupo se retira hacia Francia. En el 1065, un contra ataque musulmán dirigido por Al muqtadi (que toma el título de “el poderoso gracias a dios “), que apela a la ayuda de todo Al Ándalus, reconquista la ciudad, Armengol pierde la vida y el resto de cruzados cruzan definitivamente los Pirineos, como Thibauld jefe de los Borgoñones que a causa de las heridas muere en el trayecto.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 17:51

La Batalla de Barbastro


La Batalla de Barbastro (1065) fue una de las batallas de la Reconquista, por la que Al-Muqtadir reconquistó la ciudad de Barbastro que en 1064 había sido tomada por los cristianos en la acción denominada la cruzada de Barbastro.

Después de la derrota de la Batalla de Graus en la primavera de 1063 en la que murió Ramiro I de Aragón, su hijo Sancho I de Aragón y V de Pamplona, decide atacar la ciudad de Barbastro el 1064 con la ayuda de tropas francas y de Armengol III de Urgel, a quien entregara en tenencia la ciudad.

A la muerte de Fernando I de León el 1065, la inestabilidad creada por el reparto del reino entre sus hijos, provoca que al-Muktadir deje de pagar parias a los castellanos​ y se vea con fuerzas para reconquistar Barbastro.

El sitio

Tras nueve meses de posesión cristiana de la ciudad de Barbastro, en 1065, Ahmed I ben Sulaiman en un rápido contraataque, va a reconquistar con gran facilidad la ciudad, masacrando la pequeña guarnición y en esta nueva batalla, Armengol fallecerá en el combate.​

Con su victoria, Ahmed I ben Sulaiman va a adoptar el título de al-Muqtadir («el fuerte por Dios»),​ y afligido el rey Sancho por la pérdida de Barbastro, hizo incluir en su testamento que cuando fuera conquistada , se erigiera en sede episcopal.

La definitiva reconquista de la ciudad fue llevada a término por Pedro I de Aragón en 1101

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 18:08

Dos batallas olvidadas de la Reconquista Polvoraria y Valdemora


Rebuscando información he encontrado algo relativo a unas batallas del año 878, por lo que me he permitido retroceder un poco y aportar estas batallas, que aunque realmente fueron poco más que escaramuzas, lo cierto es que tuvieron bastante importancia por sus consecuencias.


En el año 878 reinaba en Al Ándalus Muhammad I y en Asturias Alfonso III, que aprovechando la permanente inestabilidad interior del emirato musulmán, rebasó definitivamente la cornisa Cantábrica, asentándose en León e iniciando la repoblación del “Desierto del Duero”.

Para poner freno a la osadía del asturiano, el emir montó una amplia operación ofensiva contra Alfonso III, mediante dos acciones:

A) La principal, bajo el mando de su hijo Al Mundir y de Walid ben Ganim, se dirigiría contra León. Sin embargo, y a fin de restarle apoyos al monarca asturiano, les ordenó que, previamente, se encaminaran al valle del Ebro para combatir a los Banu Qasi.

Esta misión adicional exigía comenzar la campaña con bastante anticipación a fin de disponer del tiempo suficiente para combatir en dos escenarios distintos: el valle del Ebro y la zona de León. No obstante, el adelanto de fechas impedía la incorporación inmediata del contingente de tropas procedentes de Toledo, Guadalajara y Talamanca, que debían atender, previamente, a la recogida de la cosecha.

Dado que para enfrentarse a los Banu Qasi era suficiente el contingente original, éstos continuaron con sus tareas agrícolas, pero dejando Al Mundir dispuesto que, una vez finalizadas las mismas, se dirigieran directamente sobre León para incorporarse al ejército principal.

B) La complementaria, bajo el mando de Warrak Ben Malik. Debía entrar en Galicia por el camino de Coimbra.

De este planteamiento resultó que, en la práctica se realizaron no dos, sino tres operaciones ofensivas, ampliamente distanciadas entre sí y sin posibilidades de apoyo mutuo desde el punto de vista táctico, lo que produjo su debilitamiento y, en consecuencia, el fracaso de todas ellas como veremos a continuación.

La ofensiva contra la marca aragonesa no produjo los resultados apetecidos, por cuanto, si bien devastaron los campos y razziaron la comarca en todas direcciones, nada lograron contra las ciudades de Tudela y Zaragoza, defendidas por los hijos de Musa, Ismail y Furtun. Sin lograr su propósito principal, conquistar y vencer a los hermanos Musa, se encaminaron hacia León siguiendo el valle del Ebro.

Así pues, en este momento, tres ejércitos se dirigían contra el monarca asturiano; dos de ellos procedían uno del este y otro del sureste, (éste constituido por las fuerzas de Toledo, Guadalajara y Talamanca, que ya habían finalizado la recogida de las cosechas), teniendo a León como objetivo; el tercero progresaba a gran distancia, paralelo al anterior atravesando tierras de Portugal, con el propósito de invadir el reino por Galicia. Poco sabemos de la composición en detalle de las huestes de uno y otro bando, pero las acciones desarrolladas indican que debieron ser fuerzas con una acusada capacidad de movimiento. Posiblemente la caballería jugaría en ellas un papel importante, así como una previsible infantería muy móvil gracias al amplio uso de mulos y pollinos que posteriormente servirían para el transporte del botín.

Ante esta situación, Alfonso, posiblemente en posesión de la información oportuna, supo calibrar los esfuerzos cordobeses, calcular sus movimientos y hacerles frente por separado con rapidez y decisión. Así, decidió que a la amenaza gallega se enfrentase el conde Hermenegildo quien recientemente había ocupado Coimbra, en tanto que él en persona se opondría a las otras dos, batiéndolas sucesivamente, en una maniobra defensiva que hoy denominaríamos “por líneas interiores”.

Así mismo, decidió oponerse primero a la amenaza que juzgó de menor entidad y dirigida por mandos de menor nombradía, la que procedente de Toledo y Guadalajara reunió el contingente dejado atrás para recoger la cosecha.

[b]BATALLA DE POLVORARIA[/b]

Una vez decidido su plan de batalla, se dirigió hacia una zona situada entre los ríos Órbigo y Tera, ambos afluentes del Esla, a unos 6 km. al suroeste de la ciudad de Benavente (Zamora). La elección de la misma viene dada por estar atravesada por una antigua calzada romana que conducía a Astorga, cruzando el río Esla por Arcos de la Polvorosa (a unos 6 km al sur de Benavente). Esta vía vadeaba el río Órbigo por Santa Cristina de la Polvorosa, a unos 3 km al oeste de Benavente. De esta forma, el rey asturiano pretendía encerrar a los musulmanes en un espacio limitado al norte, este y sur, por los ríos Órbigo y Esla.

Alfonso y sus tropas se apostaron en un encinar situado al oeste de la línea definida por Arcos-Santa Cristina. En un momento determinado, posterior al cruce de las tropas enemigas por el puente de los Arcos, y antes de que llegaran a Santa Cristina, Alfonso III lanzó dos núcleos de fuerzas para ocupar ambos puentes, y a continuación se arrojó con el grueso de sus tropas en dirección oeste-este.

El contingente musulmán, confiando en que aún se encontraban a unos 70 km de León, progresaría sin adoptar las adecuadas medidas de seguridad, de modo que fueron sorprendidos por la acometida cristiana que, empujándolos sobre los dos ríos y sin posibilidad de cruzar por los puentes, hábilmente tomados por los cristianos, sufrieron una tremenda derrota, estimándose sus bajas en unos trece mil hombres .

[b]BATALLA DE VALDEMORA[/b]

Sin pérdida de tiempo, los vencedores se desplazan al nuevo escenario donde planeaban presentar batalla al principal ejército musulmán procedente del valle del Ebro, la fortaleza de Sublancia. El campo de batalla elegido era una zona en la confluencia de los ríos Porma y Esla (a unos 14 km al sureste de León), a la salida del puente de Mansilla, adonde conducía la vía que había seguido el ejército de Al Mundir desde Zaragoza.

Sin embargo, al llegar a las inmediaciones de Mansilla, el hijo del emir tuvo conocimiento del desastre de Polvoraria. Estas noticias influirían de forma negativa en la moral de su ejército, circunstancia que junto al posible cansancio de sus tropas que, desde Córdoba habían pasado por Zaragoza hasta llegar a las proximidades de León, le impulsaron a tratar de eludir el enfrentamiento con los cristianos y volver a sus bases.

Para regresar a la seguridad de las tierras del sur, posiblemente buscarían encontrar la antigua calzada Mérida-Astorga, más al sur de la actual Benavente, o quizás la que unía Benavente con Soria, para llegar a Rioseco y desde allí, coger las antiguas calzadas que cruzaban el Sistema Central hacia Toledo por Ávila y Segovia.

Sea como fuere, el hecho es que Alfonso, enardecido por su reciente victoria, no estaba dispuesto a desperdiciar el impulso acumulado con ella y, más conocedor del terreno que su enemigo, salió en su persecución, dándoles alcance en el valle de Valdemora, situado a unos 30 km al noreste de Benavente.

No disponemos de detalles sobre el desarrollo de la batalla, por lo que seguiremos lo que expone Sánchez Albornoz en la obra tantas veces citada (2): Alfonso no se conformaría con dejar escapar a los caldeos, de cuya deprimida moral daban tristes señales su retirada desde el Esla y su desviación por Valdemora, y bajando al galope por las cuestas que le separaban de la tropa islamita en retirada, acometió a los sarracenos de Al-Mundir e ben Ganim. Otra vez sangre y polvo. Aunque Al-Walid y el príncipe 1ograron escapar de la muerte en el combate, no consiguieron evitar el desastre de su ejército, y sus soldados fueron aniquilados por los politeístas.

EL SITIO DE COIMBRA

No mejor suerte le cupo al tercer esfuerzo islamita, el que progresaba por el oeste peninsular. Al Warraq ben Malik, devastó inicialmente la comarca lusitana, pero al poner sitio a Coimbra, se encontró con la decidida defensa que le opuso el conde gallego Hermenegildo, por lo que, al cabo, hubo de levantar el cerco de la plaza después de sufrir sensibles pérdidas.

EPÍLOGO

A los éxitos militares siguió el político, ya que tras esto, los árabes enviaron legados al rey Alfonso en misión de paz. Y el rey, acordando con ellos la paz durante un trienio, aniquiló la osadía de los enemigos y se cubrió de gloria por ello . Este hecho suponía un claro reconocimiento de que Asturias se había convertido en un reino poderoso, con la suficiente capacidad militar como para derrotar tres veces en un espacio de pocos días a los ejércitos musulmanes, demostrando que ya había alcanzado el rango suficiente como para obligar al poderoso enemigo del sur a negociar con él de poder a poder, de quien era forzoso solicitar la paz mediante embajadores y que estaba en situación de imponer condiciones en los tratados. Es esta una circunstancia histórica por cuanto, por primera vez, el reino cristiano imponía una tregua al poder musulmán por una duración de tres años.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 20:06

El Cerco de Zamora y la muerte del Rey Sancho


A su muerte, el Rey de Castilla Fernando I (1065) dejó repartido su reino entre sus hijos: Galicia para Don García, Castilla para Sancho II, León para Alfonso VI, Toro para Doña Elvira y Zamora como Reino de Doña Urraca. Según la tradición, el Reino correspondía al hijo mayor, en este caso Don Sancho, quien naturalmente se negó a aceptar el testamento, y arrebató Galicia a Don García, haciéndolo prisionero; Alfonso tuvo que huir a Toledo bajo la protección del rey moro Mamum. Después de tomar Toro, puso cerco a Zamora, "la bien cercada", y su muralla resistió el asedio durante más de 7 meses. Las condiciones de vida se hacían muy difíciles y el hambre empezaba a hacer estragos. Ocurrió entonces que Bellido Dolfos, un gallego (probablemente) que se encontraba en Zamora, salió de la ciudad y se declaró vasallo de Don Sancho, quien lo tomó bajo su protección. Un día, con el pretexto de enseñar al Rey Don Sancho una puerta por donde entrar en Zamora y romper su cerco, se alejó con él del campamento sin más compañía.

El Rey sintió una repentina necesidad y apeándose del caballo entregó su daga a Bellido Dolfos, momento que este aprovechó para hundírsela en el pecho y emprender una veloz galopada hacia el portillo que aún hoy día se denomina “de la traición”. El Cid, que presenció la escapada desde lejos, montó precipitadamente a caballo, sin tiempo para calzarse las espuelas, pero no pudo alcanzarlo. El Rey Sancho II murió poco después en el campamento, acusando de su muerte a Bellido, y los castellanos, ya sin Rey, levantaron el cerco a Zamora.
El Rey Alfonso VI regresó de Toledo y después de prestar juramento ante el Cid Campeador de "no haber tenido arte ni parte en el asesinato de su hermano" tomó posesión del reino. En extremo rencoroso y vengativo, desterró al Cid Campeador. Antes había mandado atar a Bellido Dolfos a las colas de 4 caballos muriendo de esta manera descuartizado.

El cerco de Zamora es un acontecimiento histórico, presuntamente sucedido en el contexto de la reconquista.
El motivo de la duda sobre su existencia es que los textos que lo avalan constituyen ficciones literarias medievales, fundamentalmente de la leyenda del Cerco de Zamora, que fue materia de un posible cantar de gesta perdido, el Cantar de Sancho II, que habría sido prosificado en la Estoria de España de Alfonso X el Sabio. Otros documentos más fidedignos, tales como la Historia Roderici (una biografía latina de Rodrigo Díaz el Campeador), ni siquiera lo mencionan.

El contexto


A la muerte de Fernando I, Sancho II, el primogénito, recibió Castilla y se vio así desposeído de León, que había sido la cabeza del Imperio. En el año 1065 comienza a reinar Sancho II en Castilla hasta que tras la muerte de su madre la reina Sancha de León, comienza a reclamar para sí el reino de León que había sido asignado a su hermano Alfonso de León y comienzan las hostilidades entre ellos. Sancho II sorprende a Alfonso saliendo al paso en Llantada. En dicho encuentro Sancho puso en fuga a su hermano y a las tropas leonesas. Alfonso, habiendo regresado a León, se enfrenta de nuevo a Sancho en Golpejera, resultando preso Alfonso, que luego sería liberado, posiblemente por la intervención de Pedro Ansúrez, y pidió asilo en la taifa de Toledo donde reinaba Al-Mamún de Toledo. Sancho entró en la ciudad de León incorporando este reino a su jurisdicción. Mientras ocurría esto su hermano García regía Galicia. Tras la toma de la ciudad de León el rey Sancho se dirigió a Galicia, que conquista con relativa facilidad debido a la discordia entre los súbditos de García. Sancho siguió a las tropas de su hermano por Portugal y le presentó batalla en Santarém. Ahora quedaba expedito el camino a las posesiones de sus hermanas Elvira en Toro y Urraca en la vecina ciudad de Zamora. Urraca no aceptó integrarse en el reino de Castilla y Sancho asedió la plaza, que nunca se rindió hasta que consiguió hacerse con ella.

La leyenda

Los zamoranos, en previsión del ataque que se avecina, eligen como su caudillo a Arias Gonzalo y de esta forma pueda defender a su señora Urraca. Mostrando iniciativa Urraca desafió a Sancho antes de sufrir el ataque de las tropas de su hermano. Siete meses y seis días dura el asedio a Zamora, ganándose la frase de "Zamora no se conquista en una hora". El caballero Vellido Dolfos, partiendo desde el interior de la ciudad, consigue los favores de Sancho II y finalmente lo asesina a pie de la muralla el 6 de octubre de 1072 (en un lugar conocido en la actualidad como Cruz del Rey Don Sancho). Momentos después se adentra en la ciudad por una abertura del lienzo del muro de la ciudad, conocida tradicionalmente como Portillo de la Traición, hasta que el Ayuntamiento de Zamora decidió por unanimidad cambiarlo en 2010 por el de Portillo de la Lealtad.

El caballero Diego Ordóñez de Lara, ante las murallas, insulta a los habitantes de la ciudad por la cobardía ante el regicidio. Arias Gonzalo recoge la afrenta, pero tiene prohibido el confrontamiento y es por esta razón por la que envía a sus hijos, que uno a uno van cayendo. Esta situación se encuentra descrita en los cantares de gesta, así como en el Cantar de Sancho II. Las consecuencias del cerco de Zamora finalizan con la denominada Jura de Santa Gadea, una leyenda medieval transmitida por el Romance de la Jura de Santa Gadea, en la que se narra el juramento que supuestamente hubo de prestar el rey Alfonso VI el Bravo en la iglesia de Santa Gadea de Burgos, a finales del año 1072, a fin de demostrar que no había tomado parte en el asesinato de su propio hermano Sancho II. Este hecho parece que no se produjo históricamente en Burgos sino en la iglesia de Santiago de los Caballeros en Zamora, la misma en la que se armó caballero el Cid Campeador y en la que Alfonso VI y el Cid asistían a misa en la infancia de ambos.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 20:34

La Reconquista de Talavera


La situación del reino taifa de Toledo bajo el reinado de Al-Qadir se había ido deteriorando de tal manera que estaba siendo atacado por todos los reinos árabes colindantes, mientras se producían además continuas sublevaciones en la ciudad. Tan mala era la situación, que el rey moro se vio obligado a pagar a Alfonso VI una gran cantidad de dinero y a cederle algunas de las fortalezas de su reino. Para algunos mediante un pacto final y para otros mediante una ocupación militar, el reino de Toledo pasó en fin a manos del rey castellano.

Los árabes habían fortificado todo el valle del Tajo para evitar el avance de los cristianos hacia Al-Andalus. Para llegar a conquistar Toledo sin dificultad, Alfonso VI debía favorecer el avance de sus tropas e impedir sorpresas desde el oeste, neutralizando los castillos y ciudades fortificadas que se repartían a lo largo de sus riberas. La más importante de todas ellas era Talavera, defendida con sus imponentes murallas, admiración de todo A l -Andalus, y hacia ella debía dirigir sus esfuerzos.

Pero antes se hizo con castillos como el de Canturias, cerca de Las Herencias, Castros, aguas abajo de Puente del Arzobispo y otros como Espejel o Alija, situados ya en La Jara que hoy es extremeña. También atacó el rey Alfonso otras fortalezas en Alamín, Madrid, Maqueda o Zorita, durante toda una serie de operaciones militares que duraron en total unos siete años. En el interior de la Talabira árabe contaban además los castellanos con la ayuda inestimable de los mozárabes, cristianos que durante varios siglos de convivencia habían asimilado muchos aspectos de la cultura musulmana, pero conservaban sus creencias religiosas y estaban siempre dispuestos a ayudar en la reconquista de la villa para el reino de Castilla y León. Cuentan las crónicas que los mozárabes montaron varias algaradas durante el asedio a Talavera de Alfonso VI, para facilitar así el asalto de los cristianos que, según la tradición, se inició por uno de los pequeños portillos de la muralla, debiendo además los cristianos salvar en algunas zonas el foso que se inundaba con agua del Tajo mediante un sistema construido por los árabes.


La fuerte Talabira, la primera en importancia entre las ciudades del reino de Toledo, fue conquistada en noviembre del año 1083, aunque otros autores defienden que la toma se produjo después de haber caído la propia Toledo en poder de Alfonso VI en 1085. La ayuda de los mozárabes, que constituyeron una numerosa comunidad en la Talavera medieval, sería luego premiada por el rey, que les permitió ocupar la parte del caserío que antes pertenecía a los musulmanes acomodados, es decir la parte de la villa situada en el interior del primer recinto amurallado. Este colectivo pudo mantener su antiguo fuero para impartir justicia y su parroquia de referencia era la de Santa María, que más tarde sería Colegial. Los caballeros castellanos recién llegados con las huestes del Rey celebraban sus juicios en el pórtico de la iglesia de El Salvador de los Caballeros, llamada así precisamente por esa razón.

Durante los primeros años posteriores a la reconquista, Talavera fue administrada desde el alcázar por varios gobernadores militares. El primero de ellos se llamaba Sancho del Carpio y murió ejecutado por orden de Raimundo de Borgoña, conde gobernador de Ávila, al no haber sabido defender la villa y el paso del Tajo en un ataque posterior de los árabes que afectó a los habitantes de Gredos y al valle del Tiétar. Talavera había sido conquistada por los cristianos, pero seguiría sufriendo el asedio y los ataques de los árabes hasta la batalla de Las Navas de Tolosa en 1212, e incluso algunas razzias esporádicas después de esa fecha clave, en la que la frontera entre los dos bandos pasó del Tajo al Guadiana.

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Re: Hechos de armas heroicos del Ejercito Español

Mensajepor Brasilla » 27 Dic 2017 20:45

La Reconquista de Toledo


En el siglo XI, los territorios musulmanes en España que formaban un emirato se encontraban divididos en numerosos reinos conocidos como taifas. El rey Alfonso VI de León y Castilla aprovecharía esta división en los musulmanes para llevar a los reyes de las taifas vecinas a pagarles un tributo.

En 1081 un grupo musulmán con base en Toledo solicitó que estos pagos terminaran, lo cual fue el pretexto para que Alfonso VI procediera al asedió de la ciudad.

Alfonso VI, que tuvo por vasallo al Cid, vivió entre los años 1040 y 1109. Fue rey de León (1065 – 1109) y Castilla y Galicia (1072 – 1109). Se le apodaba el Bravo y era hijo de Fernando I de León (1035 – 1065) y de Doña Sancha de León.

Alfonso VI, tras la muerte de su padre, acaecida el 27 de diciembre de 1065, adquiere el Reino de León, que el reino de Castilla cae en manos de su hermano primogénito Sancho. El hermano menor, García, recibió Galicia. Sancho desde un primer momento, tuvo grandes ambiciones expansionistas y a estos deseos tuvo que enfrentarse Alfonso. Las disputas entre ambos hermanos se desarrollaron pacíficamente hasta la muerte de la madre de ambos acaecida en el año 1067. Desde ese momento dieron comienzo las disputas.

Sancho no aceptaba el testamento de su padre y pretendió apoderarse de los territorios que habían sido legados a sus hermanos. Derroco con facilidad a su hermano García, y tras las batallas de Llantada en 1068) y Golpejera en 1072, Alfonso cae prisionero de Sancho, haciendo este con la corona leonesa. Alfonso es encarcelado en Burgos, aunque logra fugarse para refugiarse según algunas versiones en Toledo bajo la protección del rey taifa. Sin embargo otras versiones explican que se le obligó a ingresar en el monasterio de Sahagún de donde huyó gracias a la ayuda del abad y del conde Pedro Ansúrez.

Las aventuras y ambiciones de Sancho no llegarían mucho mas lejos y gracias a su muerte a manos de un caballero leonés, durante el asedio de Zamora, lo cual le permitió a Alfonso VI recuperar el trono y reclamar para sí el de Castilla, al no dejar Sancho herederos. Estos acontecimientos serían aprovechados por García para recuperar el trono gallego, aunque un año después, en 1073, sería nuevamente derrocado y encarcelado de por vida.

Desde ese momento, Alfonso concentró todo los territorios y comenzó a expandirlos hacia territorio musulmán dentro de una campaña que combinaba la presión militar y económica. La muerte del monarca navarro Sancho Garcés IV, en 1076, permitió la anexión de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y La Bureba. En 1077 Alfonso, adopta el título de Emperador.

Con las miras puestas en Toledo, Alfonso comenzó la campaña para hacerse con la ciudad.

Al principio, Alfonso llevó a cabo una práctica de presión económica mediante lo que se conoce como sistema de parias, un método por el que gracias a su ventaja militar, obligaba a la mayoría de los reinos de taifas de la España musulmana a pagarle tributos.

Alfonso se aprovechó de la petición de ayuda del rey taifa de Toledo, al-Qadir, en la que solicitaba ayuda contra un usurpador que le había apartado del poder.Alfonso además se benefició de que ningún rey taifa acudió en ayuda de al-Qadir lo mejoró aún mas la ya ventajosa situación militar inicial de Alfonso.

El asedio de Toledo se desarrolló entre Otoño de 1084 y mayo de 1085. Las primeras medidas que tomó Alfonso VI, fueron tan drásticas como tan poco dignas del código caballeresco medieval. Comenzó arrasando los campos lo cual provocó una hambruna creciente en toda la región. Toledo no tardó en caer y tras la victoria acaecida el 25 de mayo de 1085 el monarca se autoproclamó emperador de ambas religiones.

Se trataba de la ciudad más grande tomada por los cristianos hispanos y sus gobernantes, fueron la primera dinastía musulmana en ser destronada por un ataque cristiano. Toledo también tenía un gran valor estratégico. El geógrafo musulmán al-Himyari lo denominó como “el centro del país”. Esta conquista supuso el pistoletazo de salida de los ataques cristianos en territorio árabe.

Con la toma del reino de Toledo, se inició a su vez una nueva campaña militar más amplia contra las taifas de Córdoba, Sevilla, Badajoz y Granada, desde ese momento directamente amenazadas por Alfonso.

Los nuevos y graves acontecimientos que se les presentaban por entonces a los musulmanes, a los reyes de taifas de Sevilla, Granada, Badajoz y Almería a solicitar ayuda a los almorávides. Estos acuden en su ayuda y bajo el emiralmorávide Yusuf ibn Tasfinm vencen consecutivamente a Alfonso VI en las batallas de Zalaca de 1086, Consuegra de 1097 y Salatrices de 1106. Gracias a esta mejora en la situación musulmana, los almorávides sitian varias veces Toledo, pero no consiguen hacerse con la ciudad.

Alfonso VI pasaría los últimos años de su reinado tratando de impedir que los almorávides alcanzaran una posición aún más favorable y tratando de mantener la presión sobre estos aunque no obtuvo grandes resultados.

Por otro lado, los reinos de taifas del sur de España, y el de Denia, serían ocupados por los almorávides, que derrotaron una vez más al monarca en Uclés en el año 1108. En la batalla perdería la vida su hijo varón Sancho Alfónsez, lo que llevaría a su hija, la infanta doña Urraca a heredar la corona. La otra hija de Alfonso, Teresa, se quedaría con el condado portu cálense y mas tarde bajo control del hijo de esta, Alfonso Raimúndez se terminaría convirtiendo en el Reino de Portugal.

Alfonso VI, moriría en Toledo y se le enterraría en el Monasterio de Sahagún. Esta villa a la que apreciaba mucho el monarca, le fueron concedidos una serie de privilegios en el denominado Fuero de Sahagún. Alfonso al mismo tiempo, consolido en gran manera al monasterio de la orden de San Benito, tanto que, durante el reino de este, la zona alcanzaría la mayor prosperidad tanto de la villa como del monasterio. Tiempo después, incluso se llegaría a fundar su propia universidad.

Gracias Alfonso VI también se consolidó en gran manera la seguridad del Camino de Santiago y tras la toma de Toledo, se sustituyó la liturgia mozárabe o toledana por la romana.

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