HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 18:22

INVASION FRANCESA DE SEVILLA

La invasión francesa de Sevilla tuvo lugar el 1 de febrero de 1810 en el contexto de la invasión francesa de España y de la Guerra de la Independencia Española. Esta se prolongaría hasta el 27 de agosto de 1812, cuando es ganada por los españoles con ayuda británica en la batalla del Puente de Triana. El expolio artístico que sufrió la ciudad fue notable. El 13 de octubre de 1817, por el notable papel que tuvo Sevilla en la Guerra, le fue concedido el título de Muy Heroica por Fernando VII.

Francia firma con España el Tratado de Fontainebleau (1807) que permite la entrada en España de tropas francesas para invadir Portugal. Las tropas entran en España en octubre de 1807, pero los acontecimientos políticos posteriores dejan claro que se trata de una invasión de la península por parte de las tropas de Napoleón. El 2 de mayo de 1808 militares españoles se sublevan en Madrid contra los franceses dando comienzo la Guerra de la Independencia. El 6 de junio de 1808 José Bonaparte, hermano de Napoleón, pasa a ser nombrado por Francia como Rey de España con el nombre de José I. Los franceses reprimen la resistencia con dureza extrema y llevan a cabo un saqueo de obras de arte y todos los tesoros nacionales. Ciudades como Zaragoza habían resistido hasta 1809 un durísimo asedio. Se constituyen juntas en todas las provincias de España.

La Junta se Sevilla se constituye el 27 de mayo de 1808 y se nombra como Junta Suprema de España e Indias y comienza a organizar la resistencia desde el Sur de España. La Junta se reunían en la iglesia del antiguo convento de San Hermenegildo, en la Plaza de la Concordia de Sevilla, a escasos metros de la céntrica Plaza del Duque.

El 14 de enero de 1809, el Almirante Juan Ruiz de Apodaca, Ministro de Marina de la Junta de Sevilla, cruza a Londres y firma con George Canning la alianza anglo-española contra Napoleón. Entre los términos del tratado está que España proveerá el elemento humano y bélico para la guerra y todos los elementos necesarios, desde armas hasta suministros, e Inglaterra dará el apoyo de sus generales. El precio de la alianza es el libre comercio entre la América española e Inglaterra. Además, el General Castaños se reuniría con el Presidente de la Junta para planear la derrota de los franceses en el Sur, que culminaría en la batalla de Bailén en julio de 1808.

El 25 de septiembre se crea la Junta Central con representantes de las juntas de todas las provincias. Esta Junta tendrá su sede en el municipio madrileño de Aranjuez, aunque en diciembre de 1808 esta sede se traslada a Sevilla.

El 22 de enero de 1810 se corrió la voz de la entrada en Córdoba del ejército francés, lo que generó mucha inquietud en Sevilla. El día 23 la gente supo que la comunidad de frailes capuchinos de la ciudad había embarcado con varias cajas de lienzos de Murillo de su iglesia y que muchas hermandades y cofradías estaban montando su plata y sus joyas en barcos y que los ricos de la ciudad hacían lo mismo sacando de la capital sus riquezas. La Junta notó esta huida y decidió marcharse también, haciéndolo a la una de la madrugada y en silencio para que nadie se diera cuenta de que se marchaban. Dicha Junta Suprema Central se trasladaría a la Isla de León, en San Fernando, Provincia de Cádiz, el 23 de enero de 1810.

La ciudad de Sevilla no estaba mal defendida en cualquier caso, ya que contaba con unas murallas bien conservadas y por 300 cañones, por tanto existían posibilidades de éxito.

El 24 de agosto de 1810, el pueblo se percató de la ausencia de la Junta y decidieron congregarse en la Maestranza de Artillería, donde solicitaron de forma asamblearia una organización para enfrentarse a las huestes de Napoleón. Liberaron al Conde de Montijo y al General Palafox (hermano de José de Palafox, que participaría en los sitios de Zaragoza, y marqués de Lazán), que se encontraban arrestados por posibles intrigas. El General Palafox quiso crear una regencia compuesta por él, el Conde de Montijo y el Marqués de la Romana y Saavedra, creando así una nueva Junta Suprema en el Alcázar de Sevilla. El pueblo se soliviantó al ver que estaban haciendo lo mismo que la Junta anterior y ocupó el Alcázar.

Al acercarse las tropas francesas, toda la Junta sevillana decide marcharse, pero al no ser seguras las vías hacia Cádiz deciden tomar otro camino y dejan Sevilla por el puente de Triana.

El 30 de enero las tropas de Napoleón se encuentran ya en Alcalá de Guadaíra. Los vecinos forman pelotones armados de fusiles y piezas de artillería, se improvisan fortificaciones, etcétera. Sin embargo, estas acciones defensivas no estaban lo suficientemente organizadas para resistir al grande y bien armado ejército invasor.

En estas circunstancias, los señores Araspacochaga, Maestre y Don Joaquín Goyeneta y Jacobs fueron hasta Torreblanca de los Caños, el actual barrio de Torreblanca, y pactaron unas capitulaciones con los franceses, que fueron en su mayor parte incumplidas por los invasores, pero que evitaron derramamientos de sangre. El 1 de febrero los franceses llegan a la ciudad, dirigidas por el Mariscal Claude-Victor Perrin y por el propio José Bonaparte.

Napoleón Bonaparte declarará:
Mis tropas han entrado ya en Sevilla, en donde se ha hallado un formidable botín

Goyeneta fue nombrado Corregidor de Sevilla, el equivalente a alcalde, por José Bonaparte de 1810 a 1812. Bajo su mandato se demolió el Convento de la Encarnación para construir un Marcado de Abastos, donde se encuentra actualmente el Metropol Parasol, se destruyen las parroquias de La Magdalena y Santa Cruz, que se transforman en plazas. Goyeneta fue además hermano mayor del Gran Poder y tiene una calle estrecha de Sevilla a su nombre.

José Bonaparte incluyó Sevilla en su lista de ciudades conquistadas y acudió a un baile de gala en su honor en el Archivo de Indias, tapándose sus estanterías con tapices y colocándose lujosas lámparas de araña.

Sevilla terminaría en las manos del Mariscal Jean de Dieu Soult, que dejaría de intentar tomar Cádiz para asentarse en el Palacio Episcopal de Sevilla, en la Plaza Virgen de los Reyes, a dirigir la ciudad y el saqueo de obras de arte.
El expolio artístico

En la Iglesia del Hospital de la Santa Caridad, las pinturas alegóricas de Miguel de Mañara atendiendo a los desamparados pintadas por Murillo fueron saqueadas por el Mariscal Soult y fueron a parar a su domicilio de París. Estos cuadros fueron vendidos por sus herederos y hoy se encuentran en diferentes museos del Mundo.

De distintos edificios religiosos se saquearon cuadros de Zurbarán, Herrera el Viejo, Juan de Roelas, Francisco Pacheco o Alonso Cano. La Iglesia de Santa María la Blanca, el Convento Casa Grande de San Francisco, la Iglesia de San Buenaventura, la Iglesia de Santa Isabel, la Iglesia de Santa María de Gracia y la Catedral de Sevilla fueron obligadas a entregar sus mejores obras artísticas.

Como los capuchinos habían empacado la obra que tenían en su convento de Murillo y se la habían llevado antes de la entrada de los franceses, hoy esos cuadros están expuestos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.

Las obras saqueadas por los franceses eran almacenadas en el Alcázar de Sevilla y custodiadas por Eusebio Herrera, un español que servía como mariscal del ejército francés. En el Alcázar se contabilizaron casi mil obras, de las cuales las 150 mejores salieron inmediatamente para Francia, otra cantidad fue enviada a Madrid para deleite de los cargos del Imperio Francés establecido allí y otras tantas fueron repartidas entre los militares franceses que se encontraban en Sevilla. Muchas obras saqueadas por el propio Soult fueron a parar al Museo del Louvre de París.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 18:44

BATALLA DE LA ALBUERA

La batalla de La Albuera se enmarca en la Guerra de la Independencia Española, llamada Guerra Peninsular por los británicos y portugueses. El encuentro se libró el 16 de mayo de 1811, en La Albuera, localidad extremeña situada a 22 km de Badajoz en la ruta hacia Sevilla. Combatieron fuerzas aliadas compuestas por tropas españolas y anglo-portuguesas contra el ejército del Imperio francés, incluyendo un regimiento polaco del Ducado de Varsovia, al mando de mariscal Soult.

Las fuerzas anglo-portuguesas estaban a las órdenes del mariscal Sir William Beresford; las fuerzas españolas las mandaba el general Joaquín Blake. El encuentro acabó sin una victoria clara para ninguno de los dos bandos después de una lucha sangrienta, aunque generalmente se acepta como una victoria táctica del ejército hispano-anglo-portugués. Los datos de combatientes y de bajas aún son discutidos.

Wellington pasó el invierno de 1810-1811 manteniendo la línea de fortificaciones de Torres Vedras que protegían Lisboa. Las tropas francesas, bajo el mando de André Masséna, invernaron frente a estas líneas, mostrándose incapaces de tomarlas al asalto y de incluso autoabastecerse, por lo que en marzo de 1811 Masséna reconoció lo insostenible de su situación y puso rumbo a la frontera española, hacia la fortaleza de Ciudad Rodrigo, punto estratégico en el camino de España hacia Portugal por Salamanca. Masséna dejó una pequeña guarnición en la fortaleza portuguesa de Almeida. La combinación del duro invierno en Torres Vedras, las privaciones y la apresurada retirada destruyeron prácticamente la capacidad combativa del ejército de Masséna.

Al sur del río Tajo, la fortaleza portuguesa de Elvas y la española de Badajoz se asentaban sobre la ruta principal de Portugal a Madrid. Las operaciones francesas en esta área estaban bajo la responsabilidad de Soult, el cual también permanecía ocupado en otras partes (como por ejemplo el asedio de Cádiz). En enero de 1811 Soult aligeró las fuerzas ocupadas en Cádiz para disponer de una fuerza mayor con la que dirigirse a Badajoz. Como respuesta, las tropas españolas e inglesas intentaron romper el asedio de Cádiz dando lugar a la batalla de Chiclana, también llamada batalla de Barrosa, el 8 de marzo de 1811. La batalla se saldó con una derrota táctica francesa, pero no se consiguió explotarla de cara a levantar el asedio. Badajoz cayó el 10 de marzo de 1811 (supuestamente como resultado de una traición más que debido a las operaciones militares), y Soult volvió rápido a la zona de Sevilla para apoyar el asedio de Cádiz y prevenir cualquier repetición de los movimientos que dieron lugar a la batalla de Barrosa.

Las ciudades fortificadas eran particularmente importantes debido al pobre estado de las comunicaciones terrestres en la península ibérica, que dificultaban los movimientos y complicaban la logística necesaria para transportar y abastecer tropas de asedio.

Wellington comprendió que era necesario controlar las cuatro fortalezas mencionadas (Ciudad Rodrigo, Almeida, Elvas y Badajoz) para proteger a Portugal de una futura invasión y autorizó el movimiento del ejército anglo-portugués hacia España. Dividió sus fuerzas para intentar tomar simultáneamente Almeida y Badajoz. Un ejército de 20.000 hombres (10.000 de los cuales eran británicos) al mando de Beresford se destinaron al asedio de Badajoz mientras Wellington se dirigía con más o menos el doble de efectivos hacia Almeida.

Wellington no disponía de un tren de asedio, así que se limitó a bloquear Almeida manteniendo una fuerza de cobertura al este. El ataque de Masséna a esta posición se saldó con la derrota francesa en la batalla de Fuentes de Oñoro (a pocos kilómetros de Ciudad Rodrigo), el 5 de mayo de 1811. Como resultado de la misma, los franceses evacuaron Almeida el 11 de mayo. En uno de los episodios más humillantes de la historia del ejército británico, toda la guarnición de la plaza se escurrió entre las líneas de bloqueo sin perder un solo hombre y sin que se diese la alarma.

Mientras tanto, Beresford intentaba reunir una especie de tren de asedio con los cañones de la fortaleza de Elvas y comenzó las operaciones de asedio contra Badajoz el 8 de mayo de 1811. Soult se puso en marcha en socorro de la plaza con unos 24.000 hombres mientras, más al sur, el general Joaquín Blake desembarcaba en la provincia de Huelva con 8.000 españoles desde Cádiz en un destacable movimiento anfibio y se puso en marcha para unirse a Beresford. El ejército aliado avanzó a lo largo de la carretera Sevilla-Badajoz hacia La Albuera.

El Mariscal Soult intentaba estorbar la reunión del ejército aliado y trataba de llegar a tiempo para evitar que el ejército de Blake, que venía del sur, paralelo al eje de su marcha, pudiera incorporarse al resto de los aliados, para lo cual quería interceptarlo entre Almendral y La Albuera con un movimiento lateral.

Por su parte, el campo de batalla había sido elegido por Wellington, y como la reunión de los aliados no se efectuó hasta la noche del día 15, no dio tiempo a practicar obras de trincheras ni a preparar el campo, toda vez que los soldados venían rendidos por largas marchas.

El 15 de mayo, un destacamento de la caballería de Beresford de unos 2.500 jinetes fue expulsado de la orilla derecha del río Albuera con relativa facilidad por la caballería francesa. El brigadier británico Robert Long fue relevado del mando debido a este fracaso. A primeras horas del 16 de mayo de 1811 las fuerzas españolas de Blake y las anglo-portuguesas de Beresford se unieron (dato desconocido por Soult) y se desplegaron al sur de la posición.

Los ejércitos enfrentados

Beresford mandaba un ejército compuesto por la 2ª División (5.500 efectivos) del General William Stewart, la 4ª División (4.500) bajo el mando del general Lowry Cole, la División Portuguesa (4.800) del general John Hamilton, una Brigada portuguesa (1.400) del coronel Richard Collins y una Brigada de la King's German Legion (KLG)2 (1.100) a las órdenes del general Charles von Alten. El general William Lumley mandaba la caballería anglo-portuguesa compuesta por tres regimientos británicos (1.250) y 850 jinetes portugueses. Se disponía de dos baterías de artillería británicas, dos de la KGL y dos portuguesas bajo el mando de Alexander Dickson.

El ejército español, mandado por los generales Francisco Javier Castaños y Joaquín Blake, estaba compuesto por las divisiones de infantería de los generales Lardizábal (2.400), Ballesteros (3.500) y Zayas (4.900), la brigada independiente de Carlos de España (1.800), las brigadas de Caballería de Loy y Penne Villemur (1.900) y de dos baterías de artillería.

El ejército de Soult estaba formado por las divisiones de infantería de Jean-Baptiste Girard (4.200), Honoré Gazan (4.200), las potentes brigadas de Werlé (5.600) y Godinot (3.900), la división de dragones de Latour-Maubourg (2.800), caballería ligera adicional (1.200) y 48 piezas de artillería al mando de Ruty.

Despliegue

Beresford desplegó a sus tropas ocupando las alturas que se desarrollan desde La Albuera hacia el sur, teniendo detrás la ribera de Valdesevilla y delante la de Chicapierna, dando frente al camino de Sevilla. Situó el ala izquierda y el centro detrás del pueblo, siguiendo un arco que partía de la ribera de La Albuera y extendiendo el ala derecha por las alturas de las casillas de Gragera en dirección a Capela.

El centro de la línea de batalla aliada estaba formado por la División de Steward, en la que combatían también tropas portuguesas del teniente general A. Luiz Fonseca. El pueblo de La Albuera quedó ocupado por la brigada ligera de Charles von Alten, perteneciente a la KGL. A Alten se le encargó la tarea de mantener la defensa de los puentes, misión para la que estaría apoyado por la caballería portuguesa al mando de Olway, que formó a su retaguardia, así como por unas piezas artilleras, emplazadas detrás de la iglesia.

El ala izquierda la constituían la División portuguesa de Hamilton y la División de Cole, que llegaría al campo de batalla procedente del Sitio de Badajoz.

El ala derecha, dando frente al camino real de Sevilla, estaba formada por las tropas españolas bajo el mando de Blake. Se desplegó en primera línea a la división de Ballesteros y a continuación la de Lardizábal. Detrás se situó en segunda línea la división de Zayas. A las tropas de Blake se unieron las de Castaños, mandados por el general Carlos de España, que se situaron a sus flancos.

Al extremo del ala derecha se colocó la caballería española, también en dos líneas: la primera la de Castaños, al mando de Penne-Villemur, y la segunda la de Blake, a las órdenes del brigadier Loy y el coronel Manon.

Al extremo del ala izquierda se desplegó la caballería británica bajo el mando del general William Lumley.

Por último, de la División portuguesa de Hamilton se separó una brigada para formar la reserva del dispositivo aliado.
El plan de batalla

La intención de Beresford era caer sobre las avanzadas francesas que quisieran apoderarse de los dos puentes: el situado junto al pueblo, inmediato a la desembocadura del Chicapierna en el Nogales, y otro entonces existente aguas abajo. Para impedirlo, debía lanzar a la carga su caballería desde las lomas y batir el grueso del ejército enemigo en los llanos del Prado y la Dehesa que habían de cruzar para llegar al pueblo, teniendo asegurada una posible retirada, por Valverde de Leganés, hacia Portugal.

Sin embargo, Soult, que era un magnífico táctico, trastocó todo el plan aliado. Soult pensaba que Blake no había llegado aún al campo de batalla y se dispuso a cortarle el paso, colocándose en su ruta de concentración entre Almendral y La Albuera. Para ello concibió una finta seguida de una amplia maniobra de flanqueo en dirección sur, contra el ala derecha anglo-portuguesa para interponerse entre la posición de Beresford y la que pensaba que ocupaba Blake en ese momento.

Para llevar a cabo la finta, Soult ordenó al general Godinot que con su brigada y cinco escuadrones de caballería, al mando del general Briche, fingiera un ataque contra el pueblo. Mientras tanto él, con la mayor parte del ejército, atacaría por el sur, trabando una batalla en orden oblicuo que sorprendiera al dispositivo defensivo aliado, al propio tiempo que con su caballería envolvía por la espalda al enemigo, cortándole la retirada hacia Portugal.

Cuatro escuadrones de Ulanos (lanceros polacos) cruzaron el río Albuera. Los británicos respondieron desplegando dos escuadrones de dragones del 3º Dragoon Guards. El primer escuadrón fue dispersado por dos compañías polacas, pero el segundo contraatacó y forzó a los lanceros a retirarse de nuevo a la otra orilla.

El ataque de la brigada de Godinot a La Albuera a través del puente sobre el río homónimo, aunque concebido únicamente como una finta que fijase a los aliados mientras el grueso del ejército francés maniobraba hacia el flanco derecho aliado, estaba provocando numerosas bajas en el bando francés, cuyas tropas fueron sometidas a un continuo bombardeo por parte de la artillería portuguesa. A pesar de ello, Godinot expulsó a la brigada de Alten (KGL) del pueblo.

Los generales aliados, como se ha visto, esperaban un ataque frontal o sobre la izquierda de su línea, es decir, sobre los puentes, calculando que Soult pretendía abrirse paso hacia Badajoz directamente, y los hechos parecían confirmar que así sería gracias tanto a la maniobra de distracción iniciada por Godinot como al fuego de una batería de grueso calibre que empezó a cañonear La Albuera.

Sin embargo, un oficial de Zayas, Schépeler, que se encontraba desayunando junto a él mientras todos oteaban el sector donde avanzaban las tropas de Soult, dirigió su catalejo hacia el sur y, percibiendo entre el carrascal el brillo de las bayonetas francesas, exclamó: "De allí es de donde vienen: por allí atacan", haciendo volver a todos la cabeza en la dirección señalada. Blake le ordenó que galopara hacia la última colina de la loma y, desde allí, vio la cabeza de las columnas que descendían por el otro lado del Nogales. Volvió a galope e hizo señales a Zayas.

Los generales aliados todavía dudaban. El propio Beresford, al que le parecía muy temerario que Soult se arriesgara a perder el dominio del camino de Sevilla, cabalgó con Schepeler hacía la colina donde pudo comprobar la veracidad del informe.

La batalla, contrariamente a lo esperado, se iba a desarrollar en orden oblicuo, muy osado para los atacantes, de no ser dirigida, como en este caso, por un táctico eminente, y muy peligrosa para los atacados, que se veían obligados a descomponer su formación y cambiar de frente, con el peligro de ser envueltos y cortado el camino de retirada.
El ataque de flanco francés

Beresford se dispuso a redesplegar sus fuerzas para evitar un ataque de flanco. Toda el ala derecha tendría que girar adoptando un dispositivo de martillo para hacer frente a las divisiones de Girard y de Gazan que avanzaban apoyadas por la carga de la caballería de Latour-Maubourg sobre la extrema derecha del ejército aliado. Detrás de las divisiones de Girard y Gazan, se movía la reserva de infantería del general Werlé.

Se ordenó a las unidades españolas encararse hacia el sur. La 2ª División británica, desplegada tras La Albuera, fue reemplazada por la División Portuguesa de Hamilton y mandada hacia el sur donde se desplegó en escalón, es decir, algo retrasada, a la derecha de las tropas españolas. Con este redespliegue se pretendía extender el flanco derecho Aliado hacia el oeste. La 4ª División, bajo el mando de Cole, quedó en reserva. A pesar de las órdenes, Blake se negó a encarar sus tropas hacia la derecha porque estaba convencido de que el ataque principal francés sería sobre La Albuera en el centro. Sin embargo, por propia iniciativa, el general Zayas sí encaró sus batallones hacia el sur.

Cuando el V Cuerpo francés de Girard comenzó su ataque sobre el ala derecha aliada, sólo cuatro batallones de la División de Zayas estaban alineados para enfrentarse al mismo. Los flancos del V Cuerpo estaban cubiertos por artillería a caballo, la caballería francesa marchaba a la izquierda y los hombres de Werle detrás. La caballería francesa, a medida que progresaba su infantería, se iba abriendo a su izquierda para abarcar todo el campo español y dominar la vaguada del Valdesevilla, con la vista puesta en el camino de Valverde.

Entretanto, proseguía la inicial maniobra de distracción de Briche y Godinot, presionando sobre los puentes y cañoneando incesantemente al pueblo.

La línea española detiene el asalto de las columnas francesas

Los franceses quedaron sorprendidos cuando advirtieron que los españoles le oponían una línea frontal, por la rápida maniobra de martillo ejecutada por Zayas, con la cual no contaban.

Por otra parte, Soult se había confiado y dejó avanzar sólo a Girard con las dos divisiones, reteniendo junto a sí a Gazan, que, a la vez, era su jefe de Estado Mayor. Girard detuvo sus columnas para cambiar su formación, paralización que dejó sin apoyo a su caballería, permitiendo que a la española, muy inferior en número, la reforzara la anglo-portuguesa, de Lumley, que tomó el mando de toda el arma.

Tampoco supo Girard desplegar a las dos divisiones, constreñidas por la estrechez del campo en que se movía, teniendo que acudir personalmente Soult y Gazan. Sin embargo, su ataque fue violentísimo, secundado por una gran masa de artillería, que se había emplazado en las alturas que dividen la horquilla del Nogales y el Chicapierna. Se produjo un intenso tiroteo entre los franceses y los españoles al mando de Zayas, que lucharon tenazmente y resistieron el embate francés. El resultado de este primer asalto, en el que los hombres de Zayas y Ballesteros resistieron bravamente la acometida, se saldó con gran número de bajas por ambas partes y, batida la vanguardia francesa, que no logró imponer su masa, en la que siempre confiaban los imperiales, el paso a la formación en línea se efectuó con cierto desorden, pereciendo el general francés Pepin y quedando fuera de combate los generales Maranzon y Brayer. Después también había de caer herido el propio Gazan.

Contra todo pronóstico, la línea española se mantuvo firme e incluso forzó a la división de cabeza francesa a detenerse, resistiendo el primer ataque francés hasta la llegada de la infantería británica. El humo y la ansiedad del combate provocaron un episodio de "fuego amigo" cuando la infantería británica disparó contra las espaldas de sus aliados españoles haciendo que éstos recibiesen disparos de frente, por los franceses, y de espaldas por los británicos.

Por tanto, la División española bajo Zayas, a pesar de la superioridad numérica francesa, realizó un papel brillante, decisivo para la victoria aliada, arrojando un mortal fuego de mosquete sobre los 14.000 franceses que avanzaban hacia ellos mientras Beresford enviaba refuerzos.

La densa formación francesa fue destrozada por las descargas de mosquetería de las divisiones de Zayas, Houghton, Abercrombie y Cole. La artillería aliada causó aún más estragos que los mosquetes.

Las tropas de Zayas sufrieron un 30% de bajas, pero se mantuvieron firmes luchando hasta que se les ordenó retirarse para descansar y reabastecerse. Posiblemente la División de Zayas, compuesta por los regimentos de Reales Guardias Españolas y Reales Guardias Valonas, Irlanda, Legión Extranjera, Ciudad Real, Toledo y Patria, estaba entre las mejores del ejército español de la época. Según se expone en britishbattles.com, la actuación de los batallones de Zayas en la batalla de la Albuera «merece más reconocimiento del que recibe. La Guerra Peninsular es un evento de gran importancia en la tradición del ejército británico. Es una pena que mucha de esa tradición sea antiespañola más incluso que antifrancesa».
Los británicos cambiaron a su favor en los diarios de guerra lo que realmente pasó, ya que tuvieron muchos fallos en la batalla.

La línea española se vio muy comprometida y, al avanzar la brigada del general España, para cambiar de frente, azotada por el fuego de la gran batería francesa, hubo de ceder terreno, que Zayas se apresuró a ocupar con el regimiento de Irlanda.

La división de Stewart y una batería de la KGL se movieron para apoyar a los españoles de Zayas. Stewart ordenó a la brigada del teniente coronel John Colborne que se desplazara hacia la izquierda de la línea describiendo un arco de forma que pudiese disparar al flanco izquierdo de las columnas francesas.

Tomadas en un mortal fuego cruzado, las columnas francesas comenzaron a flaquear y Stewart ordenó una carga con la brigada de Colborne que venía en columnas de compañía de a tres, con el propósito de atacar la batería que tantos estragos estaba causando. Habría querido Colborne cambiar su formación a orden de batalla, pero la impaciencia imprudente de su general no se lo permitió y quedó expuesto a la carga de la caballería de La­tour-Maubourg que protegía la artillería francesa y de cuya existencia Stewart no se había apercibido.

Latour-Maubourg lanzó a sus lanceros polacos y al 10º regimiento de húsares contra Colborne. Tres regimientos británicos (3º, 2/48º y el 66º Regimiento de línea) quedaron expuestos en línea y de flanco, la peor formación posible, a la carga de la caballería francesa quedando, prácticamente, aniquilados. El cuarto regimiento de la brigada de Colborne (31º regimiento de línea) pudo formar a tiempo un cuadro de infantería que lo salvó de la destrucción a manos de los lanceros polacos y húsares franceses. Los ulanos capturaron cinco banderas regimentales y cinco cañones de la batería de la KGL.

A continuación los polacos se lanzaron a por la brigada de Carlos de España y a por el personal de Beresford, amenazando a la posición de Zayas por la espalda. Las divisiones de Lardizábal y Ballesteros escaparon del ataque. Zayas, meritoriamente, afrontó el nuevo asalto sin dejar de arrojar descargas de mosquetería sobre las tropas de Girard, una acción que muy probablemente salvó al ejército aliado de la destrucción.

El 29º regimiento de línea británico, perteneciente a la brigada de Houghton, abrió fuego sobre los dispersos lanceros polacos, por lo que gran parte de ese fuego fue a impactar contra los apretados batallones de Zayas.

Dos escuadrones del 4º regimiento de dragones británico se lanzaron contra los polacos, pero Latour-Maubourg envió a sus húsares a la refriega y forzó la retirada de los dragones. Las fuentes británicas afirman que los lanceros polacos rehusaron aceptar la rendición de la infantería y que deliberadamente alancearon a los heridos allí donde los encontraban. De cualquier modo, lo cierto es que de los 1.250 hombres que componían los tres primeros regimientos de la brigada de Colborne sólo la mitad fueron tomados prisioneros.

El ataque francés se dirigió ahora hacia la brigada de Houghton, perteneciente a la 2ª División británica y compuesta por los regimientos 29º, 1/48º y el 57º de línea. Había estallado un temporal y la niebla, el humo y el aguacero confundieron a los ingleses que creyeron que la caballería que se les venía encima era la española. El coronel Inglis, al mando del 57º de línea, fue herido de gravedad y, mientras lo retiraban del campo repetía: ¡Die hard!, ¡Die hard! (¡Morid peleando!).

La enérgica carga francesa los desbarató y se introdujo entre las líneas españolas, sufriendo ataques el propio general España y el oficial Schépeler. Algunos grupos de jinetes imperiales lograron llegar hasta el puesto de mando del general en jefe, Beresford, que estuvo a punto de ser derribado por la lanza de un polaco, al que mató un granadero de la escolta del general.

No obstante, a pesar de sufrir graves pérdidas, la brigada de Houghton mantuvo la posición.

En conjunto, la División de Stewart sufrió un 52% de bajas. La efectividad de los lanceros polacos hizo que el ejército británico convirtiese algunos regimientos de caballería en lanceros después de Waterloo.

El ataque de flanco de Soult fracasa

Envalentonado por la dura acción de su caballería contra los ingleses, Gazan se abrió paso con su división, acometiendo, siempre en columna y batiendo tambores, la línea española. El general Beresford pensó un momento en abandonar la loma, donde se mantenían las brigadas de Houghton y Abercromby, además de los restos de la brigada de Colborne, dado que a los hombres de Zayas se les había ordenado replegarse a segunda línea.

Para entonces, las tropas de Girard y Gazan se habían convertido en una masa ingobernable de muchas filas de profundidad. Generalmente, la infantería británica formada en línea de dos filas de profundidad podría haberse encargado en poco tiempo de la desorganizada masa de infantería francesa, dado que sólo las dos o tres primeras filas de las apretadas tropas francesas hubiesen podido responder al nutrido fuego británico, pero la artillería de apoyo francesa disparaba de flanco contra la delgada línea británica causando graves pérdidas, entre ellas, la de Houghton, que resultó muerto.

Hasta el momento la batalla no había ido del todo mal para los franceses. No obstante, Soult, ya apercibido de que las fuerzas anglo-portuguesas de Beresford se habían reunido con las españolas de Blake, se mostró reacio a empeñar sus últimas reservas para asegurar la victoria.

Con la incapacidad de Soult para actuar decisivamente y la negativa de ambos bandos a abandonar el campo, la mutua carnicería continuaba.

Beresford, que había escapado por los pelos del lancero polaco, parecía haberse olvidado de la 4ª División de Cole que se mantenía en reserva, pero el coronel Harding rogó a su superior, el general Cole, que se emplease la división bajo su mando en la batalla, a sabiendas de los riesgos que ello suponía para una eventual retirada.

Así se hizo, y la entrada en línea de la 4ª División de Cole, avanzando desde el puesto de reserva hacia la extrema derecha para impedir que la caballería enemiga rompiera la línea aliada, supuso un refuerzo decisivo que presentó un frente compacto contra los intentos franceses, convirtiendo definitivamente el ataque de flanco planteado por Soult en una batalla en línea.

Como respuesta Soult se vio obligado a apoyar su ataque con la propia reserva, mandada por el general Werlé, y destacó hacia su izquierda a dos batallones para oponerse a la división anglo-portuguesa de Cole que se extendía por aquel flanco. Pero como los españoles de Blake se habían mantenido firmes, los 4.000 hombres de refresco de Cole pudieron imponer la iniciativa.

Los hombres de Cole, formados en línea de dos filas con cuadros de infantería en ambos flancos, integrados por las fuerzas convergentes de las compañías ligeras británicas y portuguesas (Loyal Lusitanian Legion) repelieron una carga masiva de dragones franceses y ulanos polacos.

Posteriormente, durante unos 20 minutos, mantuvieron un intercambio de fuego de mosquetería con las tropas de Werlé. Los franceses persistían en sus ataques en masa, de gran efecto moral y arrollador, pero de escasa potencia de fuego, sólo vomitado por la cabeza de la columna, sufriendo en cambio el de los aliados, desplegados en orden abierto, que graneaban a los atacantes. El general portugués Sousa Sequeira, que asistió a la batalla siendo alférez, comentó que "los muertos franceses yacían tendidos en tierra, continuando la formación que mantuvieron en vida".

La infantería francesa, duramente castigada a lo largo de toda la jornada, iba agotando su capacidad de combate cuando los británicos lanzaron una carga a bayoneta. Una vez dada cuenta de la brigada de Werlé, los hombres de Cole cayeron sobre el flanco del V Cuerpo francés.

La brigada del teniente coronel Myer y la brigada portuguesa del general Harvey se distinguieron especialmente en esta jornada. Ambas brigadas resistieron el empuje de la caballería polaca, a cuyos escuadrones lograron diezmar.

Desde aquel momento, las columnas francesas empezaron a perder terreno, retrocediendo al abrigo de su reserva y de la gran batería artillera, dirigida con enorme eficacia por el general Ruty. Cuando el jefe de la reserva francesa, general Werlé, cayó muerto en un intento de reacción, se inició una disciplinada retirada, que no se desmoralizó gracias a la experiencia y acierto de Latour-­Maubourg, que seguía imponiendo respeto a los aliados con sus jinetes, y a la sangre fría de Ruty, que repasó ordenadamente con sus piezas el curso del río Nogales. Al final, los franceses abandonaron la lucha terminando con el mortal encuentro.

Resultados

La batalla terminó con un resultado indeciso después de un baño de sangre. La caballería polaca de Soult había destruido toda una brigada británica. Los españoles habían repelido uno de los mayores ataques de infantería de la guerra causando graves pérdidas a los franceses. Los franceses admitieron bajas cifradas en 6.000 hombres, aunque probablemente estarían entre los 7.000 y 8.000. Los británicos perdieron 4.100, los portugueses 400 y los españoles 1.400 hombres. Ambos bandos se atribuyeron la victoria.

Beresford ganó la batalla pero su desarrollo táctico se considera tan lamentable que se dice que fue el responsable del gran número de víctimas, si bien la victoria es imputable a los demás mandos que integraban el ejército aliado. Los generales españoles desempeñaron un buen papel, especialmente Zayas, a quien les cabe gran parte del mérito en la victoria.

Consecuencias


El resultado de la batalla tuvo poco efecto en el curso general de la guerra. Generalmente se acepta que se trató de una costosa victoria táctica aliada de la que no se pudo o se supo sacar partido a nivel estratégico.

Beresford no supo explotar el éxito y no volvió a sitiar la ciudad de Badajoz, ocupada por tropas francesas. Se ciñó a mantener a distancia el bloqueo de la ciudad. Soult tampoco pudo cumplir su propósito de socorrer a la guarnición francesa de Badajoz. Permaneció en sus posiciones al día siguiente, sin que ninguno de los ejércitos que se observaban, se atreviera a reanudar la lucha, quizá por el mutuo quebranto sufrido.

El 18 de mayo, el mariscal Soult inició la vuelta hacia Andalucía, de donde había partido, sin ser estorbado. Llevaba la protección muy eficaz de su caballería. La caballería española, mandada por Penne-Villemur, hostigaba su retaguardia pero poco más hizo que capturar a algunos rezagados. El mariscal Soult se quedó en Llerena y el resto del ejército en Villagarcía y Usagre.

El asedio de Badajoz, por parte de las tropas de Beresford, se tuvo que abandonar posteriormente cuando las fuerzas del mariscal Marmont se unieron a las de Soult.

Tuvieron que pasar diez meses de la batalla de La Albuera para que, el 16 de marzo de 1812, tropas anglo-portuguesas al mando de Wellington se presentaran ante las puertas de Badajoz, que tomaron al asalto en la noche del 6 al 7 de abril de 1812 en la batalla de Badajoz.

Tropas que intervinieron

Bajo el mando de Soult se encontraba el 591º Regimiento de lanceros polacos (Ulanos) menos un escuadrón y un regimiento de Granaderos formado a partir de dos compañías de granaderos extraídas de cada uno de los cuatro regimientos de infantería del Ducado de Varsovia. El regimiento de granaderos así formado fue puesto bajo el mando del Coronel Varrere.
La King´s German Legion (Legión Alemana del Rey) eran tropas formadas por alemanes leales al elector de Hannover y soberano del Reino Unido, Jorge III. Fue formada por los británicos tras la ocupación francesa de Hannover y la deposición del legítimo elector. Durante las guerras napoleónicas, Hannover fue ocupado por los franceses y arrebatado a los reyes británicos, en guerra con Francia; su territorio fue primero cedido a Prusia (1806) y luego repartido entre el propio Imperio Francés y el nuevo Reino de Westfalia (1807). El congreso de Viena (1815) devolvió la independencia a Hannover, rectificando algunas de sus fronteras, elevándolo a la categoría de reino y devolviéndoselo a Jorge III, rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y, simultáneamente, duque de Brünswick-Luneburgo y Elector de Hannover.
Actuación de los batallones de Zayas en la Batalla de la Albuera, según britishbattles.com.
https://xlsemanal.finanzas.com/web/firma ... icion=6327

Desde aquel día, los hombres del 57º regimiento, que actualmente se llama Middlessex, son conocidos como los «diehard» en recuerdo de la más sangrienta de las batallas que ha librado su unidad.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 20:45

SITIO DE LERIDA

El sitio de Lérida (1810) fue una batalla librada en la ciudad de Lérida durante la Guerra de Independencia Española, en 1810.

El mariscal Louis Gabriel Suchet, jefe del ejército napoleónico que operaba en Aragón, llegó a la vista de Lérida el 13 de abril, con 13.000 hombres, y dio comienzo al asedio.

Defendían la plaza 8.000 hombres, dirigidos por el general Jaime García Conde. Dos divisiones, al mando del general O'Donnell, llegaron el día 23 al llano de Margalef, cerca de Lérida, para obligar a los franceses a retirarse; pero Suchet, en una acción rápida y por sorpresa, logró destrozar por completo la división que iba a la vanguardia, y la otra se tuvo que retirar hacia Montblanch. Tras una serie de ataques y contraataques, el 13 de mayo dio Suchet la orden de asalto.

Ocupados los baluartes, se luchó en la Calle Mayor y, ante la oposición de algunos ciudadanos (los josefinos) a que prosiguiera la lucha en las calles, la guarnición se retiró al castillo, situado en la parte alta de la ciudad, seguida de la multitud horrorizada.

Dicha guarnición, con su jefe enfermo y todos los reductos repletos de ciudadanos que habían huido del saqueo, se vio imposibilitada para seguir combatiendo: capituló el día 14. En la defensa de la plaza murieron 1200 hombres de la guarnición y 2000 leridanos; las bajas francesas se calculan en aproximadamente 1500 hombres.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 20:55

EL LEVANTAMIENTO DEL 2 DE MAYO

El levantamiento del Dos de Mayo,1 sucedido en 1808, es el nombre por el que se conocen los hechos acontecidos en aquel año en Madrid (España), producidos por la protesta popular ante la situación de incertidumbre política derivada tras el Motín de Aranjuez. Posteriormente a que se reprimiera la protesta por las fuerzas napoleónicas presentes en la ciudad, por todo el país se extendió una ola de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la Guerra de Independencia Española.

Tras la firma del Tratado de Fontainebleau el 27 de octubre de 1807 y la consiguiente entrada en España de las tropas aliadas francesas de camino hacia Portugal, y los sucesos del Motín de Aranjuez el 17 de marzo de 1808, Madrid fue ocupada por las tropas del general Murat el 23 de marzo. Al día siguiente, se produce la entrada triunfal en la ciudad de Fernando VII y su padre, Carlos IV, que acababa de ser forzado a abdicar a favor del primero. Ambos son obligados a acudir a Bayona para reunirse con Napoleón, donde se producirá el hecho histórico conocido como las abdicaciones de Bayona, que dejarán el trono de España en manos del hermano del emperador, José Bonaparte.

Mientras tanto, en Madrid se constituyó una Junta de Gobierno como representación del rey Fernando VII. Sin embargo, el poder efectivo quedó en manos de Murat, que redujo la Junta a un mero títere, simple espectador de los acontecimientos. El 27 de abril, Murat solicitó, supuestamente en nombre de Carlos IV, la autorización para el traslado a Bayona de los dos hijos de éste que quedaban en la ciudad, María Luisa, reina de Etruria, y el infante Francisco de Paula. Si bien la Junta se negó en un principio, tras una reunión en la noche del 1 al 2 de mayo, y ante las instrucciones de Fernando VII llegadas a través de un emisario desde Bayona, finalmente cedió.

«¡Que nos lo llevan!»
El 2 de mayo de 1808, a primera hora de la mañana, una multitud de madrileños comenzó a concentrarse ante el Palacio Real. La muchedumbre conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula para llevarlo a Francia con el resto de la Familia Real, por lo que, al grito de José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó el palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. Este tumulto fue aprovechado por Murat, que mandó un destacamento de la Guardia Imperial al palacio, acompañado de artillería, la cual hizo fuego contra la multitud. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse de los franceses. Con estos sentimientos, la lucha se extendió por todo Madrid.

"En el Pretil de los Consejos, por San Justo y por la plazuela de la Villa, la irrupción de gente armada viniendo de los barrios bajos era considerable; mas por donde vi aparecer después mayor número de hombres y mujeres, y hasta enjambres de chicos y algunos viejos fue por la plaza Mayor y los portales llamados de Bringas. Hacia la esquina de la calle de Milaneses, frente a la Cava de San Miguel, presencié el primer choque del pueblo con los invasores, porque habiendo aparecido como una veintena de franceses que acudían a incorporarse a sus regimientos, fueron atacados de improviso por una cuadrilla de mujeres ayudadas por media docena de hombres".

Benito Pérez Galdós: El 19 de Marzo y el 2 de Mayo


Los madrileños comenzaron así un levantamiento popular espontáneo pero largamente larvado desde la entrada en el país de las tropas francesas, improvisando soluciones a las necesidades de la lucha callejera. Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que dispusieron fueron navajas; se comprendió la necesidad de impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas.

Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de la ciudad para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el grueso de las tropas de Murat (unos 30.000 hombres) ya había penetrado, haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro. No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser, macetas arrojadas desde los balcones... Así, los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta. Mamelucos y lanceros napoleónicos extremaron su crueldad con la población y varios cientos de madrileños, hombres y mujeres, así como soldados franceses, murieron en la refriega. Goya reflejaría estas luchas años después, en su lienzo La Carga de los Mamelucos.

Si bien la resistencia al avance francés fue mucho más eficaz de lo que Murat había previsto, especialmente en la Puerta de Toledo, la Puerta del Sol y el Parque de Artillería de Monteleón, su operación de cerco le permitió someter a Madrid bajo la jurisdicción militar y poner bajo sus órdenes a la Junta de Gobierno. Poco a poco, los focos de resistencia popular fueron cayendo.

Mientras se desarrollaba la lucha, los militares españoles permanecieron, siguiendo órdenes del capitán general Francisco Javier Negrete, acuartelados y pasivos. Sólo los artilleros del Parque de Artillería en el Palacio de Monteleón desobedecieron las órdenes y se unieron a la insurrección. Los héroes de mayor graduación fueron los capitanes Luis Daoíz y Torres, que asumió el mando de los insurrectos por ser el más veterano, y Pedro Velarde Santillán. Con sus hombres se encerraron en el Parque de Artillería de Monteleón y, tras repeler una primera ofensiva francesa al mando del general Lefranc, murieron luchando heroicamente ante los refuerzos enviados por Murat. Otros jóvenes militares tampoco acataron la orden superior de no intervenir y lucharon junto a Daoíz y Velarde en Monteleón, como el teniente Jacinto Ruiz y los alféreces de fragata Juan Van Halen, que fue herido de gravedad, y José Hezeta.

El Dos de mayo no fue la rebelión del Estado español contra los franceses, sino la de las clases populares de Madrid contra el ocupante tolerado (por indiferencia, miedo o interés) por gran cantidad de miembros de la Administración. De hecho, la entrada de las tropas francesas se había hecho legalmente, al amparo del Tratado de Fontainebleau, cuyos límites, sin embargo, pronto vulneraron, excediendo el cupo permitido y ocupando plazas que no estaban en camino hacia Portugal, su supuesto objetivo. La Carga de los Mamelucos, antes citada, presenta las principales características de la lucha: profesionales perfectamente equipados (los mamelucos o los coraceros) frente a una multitud prácticamente desarmada; presencia activa en el combate de mujeres, algunas de las cuales perdieron incluso la vida (Manuela Malasaña y Clara del Rey, por ejemplo).

La represión fue cruel. Murat, no conforme con haber aplacado el levantamiento, se planteó tres objetivos: controlar la administración y el ejército español, aplicar un riguroso castigo a los rebeldes para escarmiento de todos los españoles y afirmar que era él quien gobernaba España. La tarde del 2 de mayo firmó un decreto que creó una comisión militar, presidida por el general Grouchy, para sentenciar a muerte a todos cuantos hubiesen sido cogidos con las armas en la mano («Serán arcabuceados todos cuantos durante la rebelión han sido presos con armas»).

El Consejo de Castilla publicó una proclama en la que se declaró ilícita cualquier reunión en sitios públicos y se ordenó la entrega de todas las armas, blancas o de fuego. Militares españoles colaboraron con Grouchy en la comisión militar. En estos primeros momentos, las clases pudientes parecieron preferir el triunfo de las armas de Murat antes que el de los patriotas, compuestos únicamente de las clases populares.

En el Salón del Prado fueron fusiladas 32 personas el mismo día 2 de mayo, otras 11 personas fueron ejecutadas en otros puntos de la ciudad (Cibeles, Recoletos, Puerta de Alcalá y Buen Suceso). Al día siguiente los franceses fusilaron a 24 personas en la montaña del Príncipe Pío y otros 12 en el Buen Retiro. La cifra exacta de bajas ha sido objeto de gran controversia, pero el historiador Pérez Guzmán, que revisó todos los archivos disponibles en 1908, contabilizó 409 muertos, 39 de ellos militares, y 170 heridos, de los cuales 28 eran militares. El resto de los muertos y heridos eran civiles.3 Aún considerando otros fallecimientos que no fueran registrados (por la confusión del momento o por miedo a represalias francesas) se ha calculado que la cifra total de bajas no superó los 500 muertos, y solo una décima parte de ellos militares.

Consecuencias

Murat pensaba haber acabado con los ímpetus revolucionarios de los españoles, habiéndoles infundido un miedo pavoroso y garantizando para sí mismo la corona de España. Sin embargo, la sangre derramada no hizo sino inflamar los ánimos de los españoles y dar la señal de comienzo de la lucha en toda España contra las tropas invasoras. El mismo 2 de mayo por la tarde, en la villa de Móstoles, ante las noticias horribles traídas por los fugitivos de la represión en la capital, un destacado político, Juan Pérez Villamil, Secretario del Almirantazgo y Fiscal del Supremo Consejo de Guerra, hizo firmar a los alcaldes del pueblo (Andrés Torrejón y Simón Hernández) un bando en el que se llamaba a todos los españoles a empuñar las armas en contra del invasor, empezando por acudir al socorro de la capital. Dicho bando haría, de un modo indirecto, comenzar el levantamiento general, cuyos primeros movimientos, aunque posteriormente suspendidos, fueron los que promovieron el corregidor de Talavera de la Reina, Pedro Pérez de la Mula, y el alcalde Mayor de Trujillo, Antonio Martín Rivas. Ambas autoridades prepararon alistamientos de voluntarios, con víveres y armas, y la movilización de tropas, para acudir al auxilio de la capital.

El Dos de Mayo en la actualidad

Los acontecimientos del Dos de mayo suelen recibir homenajes todos los aniversarios de dicha fecha. Además se celebra el Día de la Comunidad de Madrid. Entre los homenajes cabe destacar los celebrados con motivo del Primer Centenario en 1908, con la inauguración del conjunto escultórico de bronce Héroes del Dos de Mayo, del escultor Aniceto Marinas, por parte del rey Alfonso XIII; y las celebraciones del Segundo Centenario en 2008. Éstas últimas estuvieron protagonizadas por un espectáculo en la Plaza de Cibeles del grupo teatral La Fura dels Baus, en el que se narraban los antecedentes históricos del Levantamiento y los fusilamientos del 3 de mayo. También se llevaron a cabo otras actividades culturales, en la capital y en Móstoles, como la colocación de una ofrenda floral a los héroes del 2 de mayo en el Cementerio de la Florida, un desfile en la Puerta del Sol con la colocación de una corona de flores a las placas de agradecimiento a los que lucharon el 2 de mayo de 1808, así como a los ciudadanos que ayudaron a las víctimas del atentado del 11 de marzo de 2004, y una ceremonia de entrega de premios en la Sede de la Presidencia de la Comunidad de Madrid.

La compañía teatral "The Grave Road", de Madrid, llevó al escenario la obra original "Madrid 1808: Nosotros Ellos", que narra los días del levantamiento, los fusilamientos y cuenta con la aparición de personajes históricos y narraciones fidedignas de los sucesos. La obra, escrita por el director de la compañía, Edduardo Viera, se ha representado en diversos teatros de la capital.

Una celebración muy emotiva es la que se realiza en la propia casa de Pedro Velarde, en Muriedas (Cantabria), en la que todos los vecinos, junto con las autoridades del ayuntamiento y del gobierno regional de Cantabria, se reúnen en su jardín: se celebra una misa en su memoria, se recuerda al héroe y se hace una ofrenda floral. Del mismo modo en Sevilla, cuna de Daoiz, un destacamento de artillería rinde honores ante su estatua, que preside la céntrica Plaza del Dos de Mayo.

También una calle de Barcelona fue bautizada "Calle Dos de Mayo" en recuerdo de tal fecha.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 22:51

BATALLA DE MAJADAHONDA

La batalla de Majadahonda se desarrolló el 11 de agosto de 1812 en Majadahonda, cerca de Madrid, en el ámbito de la Guerra de la Independencia Española. A la división de caballería francesa del general Anne-François-Charles Trelliard se opuso la vanguardia del ejército anglo-portugués mandada por el brigadier-general D'Urban.

En la mañana del 11 de agosto, la caballería anglo-portuguesa del brigadier-general D'Urban, que marchaba en cabeza del ejército del duque de Wellington, ocupó los pueblos de Majadahonda y Las Rozas. Los portugueses fueron sorprendidos por la división de dragones del general Trelliard que los atacó; los portugueses no se enfrentaron a ellos y huyeron tan precipitadamente que abandonaron tres cañones en su fuga. Los franceses galoparon hasta Las Rozas y sembraron el pánico en el campamento británico antes de replegarse y de establecer una línea de batalla frente al enemigo. Posteriormente tuvo lugar un nuevo combate con resultado indeciso hasta que los escuadrones de reserva franceses entraron en combate y decidieron el resultado de la batalla a su favor.

El general Beresford, que no estaba satisfecho del comportamiento de la caballería portuguesa, a pesar de su buen comportamiento en la batalla de Arapiles el mes anterior, reclamó un correctivo para ellos pero esta petición que no fue tenida en cuenta por Wellington.

Después de la derrota del ejército francés del mariscal Marmont en la batalla de Arapiles, el 22 de julio de 1812, las tropas del general Wellington se dirigieron hacia Madrid. Mientras tanto José Bonaparte, rey de España, que sopesaba cual era la mejor postura a mantener, decidió finalmente retirarse en dirección sur, hacia sierra Morena. Su ejército, posicionado en defensa de la capital, siguió en su posición y derrotó a las tropas anglo-portuguesas a su llegada. No obstante, la división de caballería del general Anne-François-Charles Trelliard permaneció en el mismo lugar y la brigada de dragones del coronel francés Reiset pasó la noche del 10 al 11 de agosto en Las Rozas. El día 11 le advirtieron del acercamiento de la vanguardia de Wellington.1

La mañana del 11 de agosto, D'Urban llegó a Las Rozas y realizó andanadas de disparos de cañón contra la brigada del coronel francés Reiset, que tuvo que retroceder. Majadahonda estuvo ocupada a las diez de la mañana por la caballería portuguesa, mientras que las tropas de la Legión Real Alemana se instalaron algo más atrás del pueblo, en Las Rozas. Durante este tiempo, los franceses se retiraron hacia Boadilla del Monte, donde fueron sorprendidos por el rey José en persona. Este le preguntó al general Trelliard por la fuerza de las columnas enemigas, que deseaba conocer, y ordenó avanzar cuanto antes con el fin de sorprender a la vanguardia de Wellington.3

Las fuerzas anglo-portuguesas estaban compuestas por las siguientes unidades:

La vanguardia de Wellington estaba comandada por el brigadier general Benjamin D'Urban. Estaba compuesta por el 1.º, 11.º y 12.º regimientos de dragones portugueses, de dos regimientos de dragones pesados y un batallón de infantería de la Legión Real Alemana. Todo este ejército iba acompañado de una batería de artillería pesada de seis cañones, tirada por caballos, y mandada por el capitán MacDonald. El brigadier general Bock, al mando de las tropas alemanas, tomó temporalmente el mando de toda la caballería británica pero fue retornado a su puesto anterior por el coronel de Jonquière.

Frente a ellos, la división de dragones franceses del general Trelliard alineaba dos brigadas: la primera, mandada por el coronel Marie Antoine de Reiset que estaba formada por los 13.º y 18.º regimientos de dragones; el 19.º y el 22.º regimientos de dragones formaban la segunda, bajo el mando del coronel Rozat de Mandres. Esta división estaba reforzada por los 200 dragones italianos Napoleone del coronel Schiazzetti y por una compañía de los lanceros de Berg.

Orden de batalla francesa

General de división Anne-François-Charles Trelliard, comandante en jefe. Once escuadrones, una compañía; 1416 hombres

1.ª brigada: coronel Marie Antoine de Reiset. Cinco escuadrones; 600 hombres
13.º regimiento de dragones: coronel Marie Antoine de Reiset. Tres escuadrones; 350 hombres
18.º regimiento de dragones: Dos escuadrones; 250 hombres

2.ª brigada: coronel Nicolas Rozat de Mandres. Cuatro escuadrones; 550 hombres

19.º regimiento de dragones: Un escuadrón; 100 hombres
22.º regimiento de dragones: coronel Rozat de Mandres. Tres escuadrones; 450 hombres

3.ª brigada: coronel Schiazzetti. Dos escuadrones y una compañía; 266 hombres

Regimiento de dragones italianos Napoleone: coronel Schiazzetti. Dos escuadrones; 200 hombres
Lanciers de Berg: capitán de Latour. Una compañía; 66 hombres.4

Orden de batalla anglo-portugués

Brigadier-general: Benjamin D'Urban, comandante en jefe. Once escuadrones, un batallón y seis cañones; 1975 hombres

Brigada: Benjamin D'Urban. Siete escuadrones; 760 hombres
1.º regimiento de dragones Alcantara: teniente coronel Barbacena. Dos escuadrones; 220 hombres
11.º regimiento de dragones Almeida: teniente coronel Bernardius. Dos escuadrones; 220 hombres
12.º regimiento de dragones Miranda: teniente coronel Tuxeira Lobo. Tres escuadrones, 320 hombres
Brigada de Jonquières — Cuatro escuadrones; 655 hombres
1st Heavy Dragoons de la King's German Legion, coronel de Jonquières. Dos escuadrones; 300 hombres
2.º Heavy Dragoons de la King's German Legion. Dos escuadrones, 355 hombres
Infantería de ataque. Un batallón
1st Light Battalion de la King's German Legion: Un batallón; 560 hombres
Artillerie: capitán MacDonald. Seis cañones
Destacamento de la Royal Horse Artillery, capitán Dyneley. Seis cañones.4


Hacia el final de la tarde, la división Trelliard reapareció en la carretera de Boadilla del Monte y se desplegó frente a Majadahonda.3 Su regreso sorprendió a D'Urban que desplegó apresuradamente sus escuadrones mientras que cuatro cañones ingleses bajo el mando de MacDonald se pusieron en batería protegidos por los portugueses y un pelotón de dragones pesados mandados por el teniente Kuhls.3 La caballería francesa atacaba duramente a la portuguesa y, a su vez, D'Urban hizo lo propio cargando con sus dragones; pero estos últimos, una vez establecida la batalla, en lugar de atacar se fugaron en desorden y abandonaron a sus oficiales en medio del asalto.3 El general D'Urban consiguió escapar pero los tenientes-coroneles Barbacena y Tuxeira fueron hechos prisioneros. Los dragones Napoleone atacaron en formación oblicua sobre la batería de los aliados, destruyeron la mitad del destacamento de dragones británicos y se apoderaron de tres bocas de fuego.3 El capitán Dyneley, que mandaba la artillería en aquel momento, fue hecho prisionero por un oficial italiano. Explotando su éxito, la división Trelliard persiguió al enemigo hasta Las Rozas.


Durante este tiempo, los soldados de la King's German Legion instalaron su vivac en Las Rozas. El coronel de Jonquières recibió varios mensajes enviados por el subteniente Kuhls que le informaba que la caballería francesa había atacado Majadahonda. No obstante, de Jonquières no consideró la posibilidad de un asalto contra la caballería francesa y no tomó ninguna precaución. De hecho, cuando los dragones franceses de Trelliard desembocaron en el pueblo, la brigada pesada alemana fue sorprendida completamente: la mayoría de los soldados estaban en camisa y los caballos desensillados.8 Los disparos del 1st Light Battalion de la King's German Legion detuvieron ligeramente el avance francés, pero la infantería británica tuvo que refugiarse dentro del pueblo al igual que la caballería que vino a apoyarlos. La caballería francesa, en su avance, se incautó incluso de armas y otros materiales del enemigo, pero su empuje fue detenido por el grueso del «batallón ligero alemán» y los franceses se vieron obligados a evacuar esa zona para reorganizarse en la llanura que hay detrás de Las Rozas. Pasada «la tormenta», la brigada de de Jonquières se posicionó a la entrada del pueblo y, bien situado, esperó la llegada de los refuerzos portugueses de D'Urban.

Las fuerzas francesas, empujadas a la acción después de una provocación del coronel de Jonquières que repetía irónicamente a los fanceses: —«¡Adelante, señores franceses, no tengáis miedo!»—, los dragones de Reiset marcharon hacia el enemigo, lo que bastó para hacer huir a los portugueses. La brigada de Reiset, fatigada por el esfuerzo hecho en los combates precedentes fue relevada por la brigada Rozat y a los dragones italianos de Schiazzetti para que siguieran con la tarea de continuar la carga. El enfrentamiento comenzó y los franceses retrocedieron poco a poco frente a los dragones pesados de la King's German Legion alemana. Trelliard acometió entonces con sus reservas, dos escuadrones frente a los británicos, que no tenían más. Según fuentes del autor D. Mané , un alférez del 22.º de dragones presente en la batalla cuenta que «estábamos tan apretados que apenas se podía hacer uso de las armas». Los ingleses retrocedieron y el coronel de Jonquières, su jefe, fue capturado. Nuevamente, los vencidos se retiraron hacia Las Rozas, donde el batallón de infantería ligera de la King's German Legion alemana se ha había atrincherado. Incapaz de defender solo la posición e informado de la llegada de los refuerzos británicos, Trelliard abandonó el campo de batalla pero sin ser atacados por el enemigo, «tomándose el tiempo necesario para quemar las cureñas de los cañones».

Al término de los combates las pérdidas francesas ascendían al centenar de soldados, un oficial muerto y otros 15 heridos. El 13.º regimiento de dragones tuvo la pérdida del jefe de escuadrón Maurouard, muerto en combate y de otros seis oficiales heridos; el coronel era de Reiset. La brigada Rozat de Mandres dejó sobre el terreno seis muertos y 28 heridos; el coronel Schiazzetti admitió al respecto un total de bajas de 10 hombres fuera de combate de su regimiento de dragones italianos, incluyendo al teniente Araldi, que fue herido.

Los anglo-portugueses, por su parte, contaban con 53 muertos, 98 heridos y 45 prisioneros, que hace un total de 196 bajas. La brigada portuguesa de D'Urban tenía 108 jinetes fuera de combate y 23 prisioneros entre los cuales estaba el teniente coronel Tuxeira Lobo. El asalto a las baterías de la Royal Horse Artillery le costó la pérdida de tres cañones, 12 artilleros muertos o heridos así como 15 hombres capturados; su jefe era el capitán Dyneley. La brigada de los dragones pesados de la King's German Legion tuvieron 14 muertos, 40 heridos y 7 prisioneros y su jefe era el coronel de Jonquières. El 1st Light Battalion de la King's German Legion parece que no tuvo ninguna pérdida, lo que estaba en contradicción con lo mencionado por Digby Smith que dejó constancia de una pérdida de siete heridos.

Según Beamish, la bravura desplegada por ambos regimientos de dragones pesados británicos estuvo reconocida por el duque de Wellington que les concedió el honor de entrar los primeros en Madrid al día siguiente. El comportamiento de los regimientos portugueses, aquellos mismo que se habían distinguido algún tiempo atrás en la batalla de los Arapiles, ahora, en cambio, fueron severamente criticados. El general D'Urban, que estaba al mando, escribió al respecto el día siguiente del combate:

En Salamanca, me siguieron por las líneas enemigas como lo hicieron los dragones británicos; ayer, que tan mal han cumplido con su deber durante la primera carga, se fueron lo suficiente lejos para dejarme en medio de las tropas enemigas. En el segundo ataque (después de haberme recuperado), a pesar de mis esfuerzos más audaces, no podía acercarme a menos de 20 metros del enemigo. «Me dejaron solo y desaparecieron ante los cascos franceses como las hojas ante el viento de otoño».

El general Beresford, al mando del ejército portugués, deseaba consecuentemente administrar un castigo ejemplar a su caballería por su defección en Majadahonda, pero Wellington lo impidió, «porque, incluso mala, tenía necesidad de la caballería portuguesa». Según fuentes del historiador Mané, el general en jefe británico no estaba menos descontento de este revés, que perdió los tres únicos cañones de toda su carrera, lo que le incitó a decir a propósito del combate: «Maldito suceso». Original en inglés: «A devil of an affair!».


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 23:05

BATALLA DE MEDELLIN

La Batalla de Medellín fue librada el 28 de marzo de 1809, durante la guerra de la Independencia española, entre tropas españolas mandadas por el general Gregorio García de la Cuesta, y francesas, dirigidas por el mariscal Claude Victor. Tuvo lugar en los alrededores de Medellín (Badajoz) y fue una victoria francesa. Las pérdidas españolas fueron más de 10 000 vidas y veinte piezas de artillería y las francesas casi 4000 soldados. Los franceses habían prometido no hacer prisioneros, y durante todo el día fusilaron a los que se rindieron. El ala derecha española fue totalmente rodeada, siendo masacrados los soldados atrapados. Al menos 8000 españoles murieron, aunque la cifra podría elevarse a 16 000, que fue el número de cuerpos que los enterradores enviados por los franceses sepultaron en el campo de batalla.

El general Gregorio de la Cuesta, al mando del Ejército de Extremadura de unos 13.000 infantes, 2.000 jinetes y 30 cañones, expulsó a la guarnición francesa de Almaraz el pasado 29 de enero, tras un reñido combate en el puente de la localidad. El rey José Bonaparte da órdenes al mariscal Víctor que marche contra ellos con el 1º Cuerpo de Ejército francés, de 14.500 infantes, 4.200 jinetes y 48 piezas.

El día 18 de marzo Cuesta ordena a su ejército replegarse. El 27 se les une el Duque de Alburquerque con 4.400 hombres; el mariscal Víctor avanza dividido por Mérida y Medellín, donde el general Cuesta decide marchar al día siguiente para atacarle.

El día 28 de marzo, los 19.400 españoles del general Cuesta forman desde la orilla del río hasta Mengabril. A las 11:00 horas se presenta Víctor con 17.500 soldados, cruzando el Guadiana por el puente de Medellín.

Los jinetes hispanos atacan a la infantería francesa, obligándola a retroceder y formar en cuadros, y así resisten durante horas; en otros puntos se agrupan en líneas cerradas barridas por la artillería. Cuesta ordena que el ala izquierda española avance sobre la derecha francesa para envolverla.

Entonces los dragones franceses al mando de Latour-Maubourg salen a repeler el ataque, ahuyentando a la caballería española del flanco izquierdo, que realiza una de las peores desbandadas conocidas, arrollando a su propia infantería y derribando al propio general Cuesta al suelo, con su Estado Mayor.

La infantería hispana del flanco izquierdo queda expuesta, siendo dispersada y masacrada en el subsiguiente asalto de la caballería francesa, que luego carga contra el centro, hasta batir el ala derecha, donde el Duque de Albuquerque resiste mientras los españoles huyen en desorden; la lucha en sí duró menos de cinco horas.

Los franceses persiguen a los fugitivos sin darles cuartel, quedando los campos llenos de cadáveres. Los españoles sufren más de 10.000 bajas entre muertos y heridos, otros 2.000 caerían prisioneros; los franceses tienen unas 4.000 bajas.

Los supervivientes españoles se reagrupan en Monasterio, y de allí se retiran a Sevilla; el general Cuesta castigará a las unidades que se retiraron, destituyendo a su oficial al mando, y a la tropa privándoles del uso de pistola.

Precisiones al Contexto de la Batalla

(Extractadas de una entrevista mantenida con el coronel don Juan José Sañudo Bayón).

1º. El general Cuesta presenta batalla en Medellín porque se lo ordena la Junta de Extremadura, residente en Badajoz. Él sabe que no está en condiciones de hacer frente a Víctor. Ni la tropa está formada, ni los oficiales tienen suficiente preparación ni experiencia. A pesar de todo Cuesta tiene que obedecer a una Junta que quiere frenar a Víctor, que está 'dejándose ver', haciendo incursiones importantes en tierras extremeñas. Cuesta expone su punto de vista como técnico militar, pero se ve obligado a obedecer ante la amenaza de un consejo de guerra. No olvidemos que el general Galluzo acababa de ser destituido por segunda vez. Por tanto, cumple la orden.

2º. Cuesta no es un general decrépito como lo han querido ver algunos historiadores militares, sino un militar de prestigio y un buen estratega. En la preparación de la batalla de Medellín atrajo con estratagemas (contactos puntuales, refriegas calculadas, etc.) a la vanguardia del ejército del duque de Bellune a un terreno totalmente favorable y que conocía bien. Su estrategia impecable pasaba por 'esconder' a sus hombres en las Vegas de Ortigas, del Martel y del Guadiana, aprovechando la 'neblina' o bruma que envuelve muchas mañanas de primavera toda la ribera del Guadiana y estas vegas colindantes; y lo consiguió.

3º. Cuando la mitad de la tropa francesa ha cruzado el puente del Guadiana, el mariscal Víctor se da cuenta de la trampa urdida por el general Cuesta y, a lo largo de dos horas, duda sin atreverse a dar la orden de retirada o de pasar al resto de la tropa. El 'suceso' del carro 'averiado' en mitad del puente es una excusa que inventa Víctor para disimular que le han ganado la partida. Sólo hay que pensar que el puente tiene anchura suficiente para permitir circular, a pesar de que estuviera obstaculizado un carril, y que remover un obstáculo semejante se tarda unos minutos arrojándolo por el pretil del puente para quedar el camino libre. Víctor, en un determinado momento llega a dar la orden de retirada a la otra orilla del Guadiana.

4º. Cuesta, contando con la superioridad del conocimiento del terreno y la sorpresa, avanza de forma de forma lenta y prudente sobre las tropas francesas, pero no puede hacerlo como hubiera sido de esperar o su deseo, en una batalla al uso, porque sabe que sus hombres son prácticamente reclutas. En un momento de la batalla ocurre que nuestra caballería vuelve grupas, como lo hizo tantas veces, debido al miedo que inspiró la superioridad de la caballería enemiga, dejando a la infantería indefensa, rodeada y lista para el desastre.

La caballería española era muy inferior a la francesa. Los caballos españoles eran de menor alzada y los jinetes, ni estaban suficientemente entrenados ni sabían apenas manejar el sable…

5º. Pero la derrota de Medellín no es culpa del General Cuesta, sino de la Junta que le obliga a presentar batalla, desoyendo su argumentación. En el fondo, late una profunda realidad, tantas veces recordada: las guerras las ejecutan los militares, pero las dirigen los políticos.

6º. La matanza del mariscal Víctor en Medellín se explica debido a que el general Cuesta había dado orden expresa (hay constancia documental) de 'no hacer prisioneros' en la acción de Miajadas. De hecho, el propio hermano de Napoleón, José I, llamó a capítulo al mariscal Víctor por la 'carnicería' de Medellín; toda vez que pretendía ser un rey aceptado por los españoles. Éste se excusó argumentando una represalia por la actuación de los españoles en Miajadas.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 23:14

La batalla de Miajadas, no fue tal como enfrentamiento entre dos fuerzas armadas y una batalla entre ejercitos en línea, se limita a un enfrentamiento ocurrido el día 21 de marzo de 1809.

Esa jornada el capitán Henestrosa, perseguido por los soldados napoleónicos, decide enfrentarse a ellos, y los consigue derrotar.
Una escaramuza exitosa para los españoles, que apenas sufrieron bajas, y que tenían orden de pasar por arma blanca a todos los galos y a no coger prisioneros.

Como así lo hicieron, quedó para el recuerdo con el sobrenombre de "La Degollá", conmemorándose el aniversario de los 200 años en 2009.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 23:46

[size=150]BATALLA DE MEDINA DE RIOSECO size]

La batalla de Medina de Rioseco o batalla del Moclín fue una batalla que se produjo en los inicios de la Guerra de Independencia Española el 14 de julio de 1808 en las inmediaciones de Medina de Rioseco (Valladolid) que se saldó con la derrota del Ejército español comandado conjuntamente por los generales españoles García de la Cuesta y Joaquín Blake frente al mariscal Jean-Baptiste Bessières.

Tras la victoria francesa del 12 de junio en la batalla de Cabezón, una parte de sus tropas entró en Valladolid, evacuada tres días más tarde. Bessières, que no andaba sobrado de efectivos, y ante los informes que recibía relativos a alistamientos, concentración y movimientos de tropas españolas, desembarco de las inglesas, etc., desguarneció Valladolid, lo cual incitó a García de la Cuesta a tratar de recuperar posiciones en la llanura castellana.

Vencido en Cabezón, García de la Cuesta condujo a su hueste hacia el norte de la provincia, a Benavente, donde se le unen los reclutas locales, los leoneses de la Junta del Reino de León y dos regimientos expedidos, a regañadientes, por la Junta asturiana; el Regimiento Covadonga y el Regimiento de Cangas de Tineo. Unos 10 000 soldados de infantería de nuevo cuño, mal reglados, en quienes por su cantidad y calidad no podía fiar las esperanzas de una maniobra ofensiva. La salvación radicaba en el Ejército de Galicia, relativamente importante, dirigido por Joaquín Blake, dependiente de la Junta del Reino de Galicia, para la cual Cuesta despacha a Zayas Chacón. Los políticos gallegos transigieron en enviar a su gente a Castilla, aunque en privado desconfían del capitán general-presidente, razón de que condicionasen la ayuda a la autonomía de mando.

A principios de julio los dos ejércitos se dan la mano en el valle del Bierzo. Cuesta y Blake conciertan un plan de ataque: lanzarse sobre Valladolid para ascender en dirección a Palencia y separar a Lasalle del resto de unidades del Cuerpo de Observación. Bessières, que tiene al corriente al emperador de la agrupación de contingentes españoles, no aparta los ojos del prioritario tramo Burgos-Valladolid, y recibe refuerzos.

Los ejércitos de Galicia y Castilla marchan sobre Valladolid. Los franceses hacen lo propio mirando a Benavente. Cuesta, tan desorientado como Blake, pasa a una veintena de kilómetros de las columnas francesas. Al tiempo que dubita, llama en auxilio a los gallegos, y permanece inmóvil, augurando un inverosímil ataque imperial desde Valladolid, planteamiento secundado por el Ejército de Galicia que se situó en la meseta de Valdecuevas, en tanto que el de Castilla quedó en el llano frente a Rioseco, sancionando el desatino:

(…) la situación de uno y otro Ejército no podía ser más absurda. Uno arriba y avanzado, y el otro abajo y retrasado. Cualquier acción coordinada hubiera sido un auténtico milagro (…) la brecha que dejaban entre sí ambas formaciones será más que una invitación a los franceses para que penetrasen por ella, partiendo en dos a los ejércitos españoles y batiéndolos separadamente.3

(…) Divididas en dos trozos, dejan entre ellos los Generales un claro tan considerable, que más bien podrían considerarse contrarias, que unas mismas. Errores, cuyas consecuencias se pagaron muy caro más tarde.


Enterado del movimiento de las tropas españolas, Bessières organizó un ejército de campaña de unos 14 000 hombres que marchó rápidamente a detener a los españoles. El choque se produjo en Medina de Rioseco, con las tropas españolas divididas en dos partes muy distantes, situadas sin protección en los flancos y con una línea de retirada muy reducida. Bessières decidió atacar por el medio, envolver y aplastar a los gallegos primero y después a los castellano de Cuesta que, al comienzo de la batalla, habían sido contenidos. La operación fue un éxito francés: Blake perdió cerca de 3 000 hombres y toda su artillería, mientras que los franceses sufrieron menos de 500 bajas y aseguraron el camino a Madrid para José I que se había detenido en Burgos. Para el emperador esta batalla suponía la solución definitiva de los asuntos de España, y para el pueblo español, conocer los horrores de la guerra, pues los prisioneros fueron ejecutados y el pueblo de Medina de Rioseco saqueado.

Consecuencias

La derrota española supuso la ocupación de Castilla por las tropas francesas, empezando por la ciudad de Valladolid, y de Santander unos días después. Sin embargo, la victoria de Bessières no acaba con la rebelión de Zaragoza, que pronto contagia a Logroño. En Cataluña, las tropas francesas son derrotadas dos veces en el Bruc, mientras que la sublevación de Gerona corta las líneas de suministro con Francia. En Oporto, las tropas españolas devuelven la autoridad a las instituciones portuguesas y prenden a sus hasta entonces aliados franceses. En Andalucía, Dupont sufre la derrota de Bailén 5 días después de Medina de Rioseco (19 de julio) frente a las tropas del general Castaños: la Guerra de la Independencia se extendía a todo el país.


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 23:50

BATALLA DE MOLINS DE REY

La batalla de Molins de Rey fue un combate de la Guerra de la Independencia Española librada el 21 de diciembre de 1808 en en el Bajo Llobregat en el Principado de Cataluña (España).

Una vez roto el bloqueo de Barcelona (17 de diciembre de 1808) por parte de las tropas francesas del 7º cuerpo del Ejército Napoleónico, dirigidas por el general Laurent-Gouvion Saint-Cyr, este decide atacar de nuevo las tropas españolas que se habían reagrupado en la denominada línea del Llobregat. La línea del Llobregat tenía su ala izquierda en Pallejá, el centro en el puente de Molins, o puente de Carlos III y en los cerros de San Vicente dels Horts, y el ala derecha en Santa Coloma de Cervelló, mientras que también se vigilaban los vados de San Felíu y San Juan Despí.

Las tropas Españolas, comandadas por el general Réding, estaban compuestas por unos 18 000 hombres (12 000 provenientes de las tropas que el conde de Cadalgués había retirado del bloqueo de Barcelona y 6000 supervivientes de la batalla de Llinars-Cardedeu) y mucha artillería.

Sin dar tiempo a que el enemigo se reorganizase, las tropas de Saint-Cyr se desplegaron en la orilla izquierda del Llobregat, con Molins de Rey a su derecha. Reding dudó sobre la conveniencia de retirarse hacia el núcleo de Ordal o resistir, y en esa vacilación perdió la oportunidad de retirar las tropas. Las fuerzas españolas esperaban el ataque principal por el puente de Molins de Rei. El ejército francés simuló un ataque por este punto, pero cruzó el Llobregat por el vado de San Felíu con la división de Domenico Pino y por el de San Juan Despí con la división de Joseph Souham. La brigada Fontaine de la división Pino tomó posiciones en las alturas de Llor (en San Baudilio de Llobregat y de Santa Coloma. El flanco izquierdo y la retaguardia española se vieron desbordadas. Los intentos que se hicieron por variar el frente hacia el sur fueron inútiles. Dando la batalla por pérdida y viendo peligrar la ruta de retirada hacia Tarragona, los españoles se dieron a la fuga por Corbera de Llobregat, el único camino posible. A las 10 de la mañana llegó el general Juan Miguel de Vives y Felíu que quedó rodeado por la desbandada general. Las tropas francesas persiguieron a los españoles durante 15 horas: la división de Joseph Chabran por el camino de Igualada hasta Martorell y la de Chabot hasta San Saturnino de Noya, mientras el resto del 7º ejército se dirigía hacia Tarragona. Saint-Cyr estableció el cuartel general en Villafranca del Panadés, mientras Souham llegó hasta Vendrell La división Pino hasta Sitges y Villanueva y la Geltrú.

Los franceses capturaron 1200 prisioneros entre ellos el general Conde de Caldagués, los coroneles Silva, Desvalls y Donavan. Se perdieron 50 piezas de artillería y en Villafranca del Panadés fueron capturadas grandes cantidades de armas y munición. Esta derrota junto con la que acababa de suceder en Cardedeu produjo fuertes disturbios en Lérida y Tarragona. En Tarragona los amotinados exigieron y obtuvieron la destitución del general Vives del mando del ejército del Principado. El general Réding lo sustituyó e inició la reorganización de las fuerzas en Tarragona

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 07 Feb 2016 23:59

BATALLA DE OCAÑA

La batalla de Ocaña fue un enfrentamiento militar de la Guerra de la Independencia Española. Tuvo lugar el 19 de noviembre de 1809 junto al municipio toledano de Ocaña. Enfrentó a un ejército francés de unos 40.000 infantes, 6.000 caballos y numerosa artillería al mando del Mariscal Soult con otro español de unos 51.869 hombres, de los cuales 5.766 eran de caballería, con 55 piezas de artillería al mando del general Aréizaga.

Después de la batalla de Talavera, Francisco de Eguía sucedió al general Cuesta en el mando del Ejército de Extremadura. Cumpliendo las órdenes de la Junta Central, Eguía pasó a reunirse con el Ejército de La Mancha, que derrotado en la batalla de Almonacid se había instalado en Sierra Morena, sentando a finales de septiembre su Cuartel General en el municipio ciudarrealeño de Daimiel, donde tomó el mando. Situado el ejército inglés de lord Wellington en Portugal, Eguía sólo había dejado en Extremadura unos 12.000 hombres al mando del duque de Alburquerque.

El ejército formado por la Junta Central era el mejor y más fuerte que España había conseguido reunir tras el desastre de Tudela, gracias a los uniformes, las armas y el equipamiento enviados por los aliados británicos. Los efectivos con los que contaba el 3 de octubre eran 51.896 infantes, 5.766 caballos, 35 piezas de artillería y algunas compañías de zapadores.

En cuanto al ejército francés, ya concentrado de nuevo después de su victoria de Almonacid de Toledo, efectuó un movimiento ofensivo en dirección a Daimiel, por Villarrubia de los Ojos con el I Cuerpo al mando del mariscal Víctor, y por Villarta a Manzanares con el IV Cuerpo del mariscal Sebastiani, lo que obligó de nuevo al Ejército de La Mancha a volver a su refugio de Sierra Morena. Este hecho disgustó en extremo a la Junta Central, que acariciaba la idea de arrojar al enemigo de Madrid, y el general Eguía fue destituido debido a su irresolución y conducta en extremo prudente, sucediéndole en el cargo el general Juan Carlos de Aréizaga, quien se había dado a conocer recientemente en la batalla de Alcañiz y se encontraba en Lérida, comisionado por el general Blake para preparar la resistencia de la ciudad a los ataques de los franceses de Aragón. Fue nombrado Jefe del ejército del Centro el 22 de octubre de 1809, tomando posesión al día siguiente.

El 3 de noviembre, Aréizaga se traslada con sus tropas pasando del Cuartel general a Santa Cruz de Mudela y el 7 de noviembre a Herencia. Las tropas de Aréizaga estaban organizadas en una vanguardia, siete divisiones de infantería y otra de caballería, mandadas respectivamente por los brigadieres Zayas, Luis Lacy, Gaspar de Vigodet, Pedro Agustín Girón, Francisco González Castejón; mariscales de campo Tomás de Zeraín y Pelegrin Jácome; brigadieres Francisco Cópons y mariscal de campo Manuel Freire, muy experto el último en el manejo de la caballería.

La caballería precedía al ejército para explorar el terreno, que se apresuraban a abandonar los jinetes imperiales franceses de Milhaud y París al ver la rapidez con que avanzaban los españoles. A pesar de ello, tuvieron lugar algunos combates, como sucedió en la Cuesta del Madero y a las mismas puertas de Ocaña, junto a cuya villa se encontraba ya reunido el 11 de noviembre todo el ejército español, habiéndola abandonado la noche anterior la brigada Milhaud y la división polaca del IV Cuerpo, que se replegaron hacia Aranjuez.

Aréizaga se dispuso el 14 de noviembre a efectuar el paso del Tajo, la División Lacy por Colmenar de Oreja y el resto del ejército por Villamanrique de Tajo, donde a uno y otro vado desplegaron los ingenieros españoles dos puentes de carros. Dicha operación se vio entorpecida por un temporal que duró tres días. Este inesperado contratiempo desconcertó a Aréizaga y desistió de ella, perdiendo un tiempo precioso, pues mientras él permanecía en Santa Cruz de la Zarza en la mayor indecisión, los franceses reunían en Aranjuez todas sus fuerzas al mando del rey José Bonaparte en persona, con el mariscal Soult: 40.000 infantes, 6.000 caballos y numerosa artillería que mandaba el general Sénarmont. Sin embargo, recelosos todavía los franceses y sin resolverse a tomar la ofensiva, dejaron que Aréizaga avanzase de nuevo a Ocaña el 18 de noviembre, donde hubo un choque de caballería en Ontígola, pudiendo el general español establecer allí tranquilamente sus tropas en la mañana del 19 de noviembre, al saber que los franceses habían al fin determinado atacarle.

El Ejército español formó en dos líneas a derecha e izquierda de Ocaña con la caballería en los flancos: el grupo mayor, mandado por el general Freire, a la derecha, un poco a retaguardia y el otro grupo al mando del coronel Ossorio. A las diez de la mañana rompieron el fuego las guerrillas de uno y otro ejército, dirigiéndose el mariscal Mortier con las divisiones polaca y alemana del IV Cuerpo, apoyadas por otra del V Cuerpo, contra la derecha y centro del ejército español, mientras la de Dessolles se presentaba al frente de Ocaña por la derecha de aquéllas y el general Sénarmont establecía casi toda la artillería de ambos cuerpos en una prominencia que dominaba perfectamente el campo de acción, quedando en reserva con la Guardia Real y las tropas restantes.

La caballería imperial francesa, puesta a las órdenes del general Sebastiani, dio un gran rodeo para practicar un movimiento envolvente sobre la derecha española, objetivo principal del ataque.

La primera acometida de los soldados polacos fue rechazada por los españoles, que salieron a su encuentro y sólo pudieron ser contenidos en su avance por la artillería francesa, bajo cuya protección se rehizo de nuevo el frente polaco. El frente español reiteró el ataque con más energía y pese a los esfuerzos de su artillería fue empujada la línea española a retaguardia, teniendo al fin que efectuar un cambio de frente, ante la amenaza de la caballería de Sebastiani que se divisaba ya hacia su flanco. Dicho movimiento, difícil en circunstancias tan críticas, incluso para tropas veteranas, lo efectuaron las tropas españolas, unas en desorden, otras con el mayor aplomo y serenidad, sobre todo las de la 1.ª División, cuyo jefe, el brigadier Lacy, empuñando la bandera del regimiento de Burgos para alentar a los suyos, escarmentó a los que de cerca le acosaban, siendo herido el general francés Lewal, que perdió además uno de sus ayudantes. También fue gravemente herido, por la parte española, el marqués de Villacampo, ayudante de Lacy.

Viendo el mariscal Mortier que flaqueaba su primera línea, mandó a Girard que con su división (la 1.ª del V Cuerpo) marchase por los intervalos de aquélla contra los españoles, los cuales, observando que por su izquierda las tropas de Desolles estaban próximas a penetrar en Ocaña y que por su derecha la caballería española huía ante la gran masa de jinetes franceses dispuestos a la carga, cedieron al fin buscando el apoyo de la vanguardia.

Poco más tarde del mediodía, la caballería imperial francesa, dejando cortados en su rápido movimiento envolvente regimientos enteros, obligó al ejército español a rendir las armas. En las filas españolas, todo fue confusión y pánico, siendo impotentes los jefes y oficiales para contener la dispersión.

Zayas, recibiendo a cada instantes órdenes contradictorias, se mantuvo algún tiempo en su puesto, pero ocupada la villa de Ocaña por los soldados de Girard y de Desolles, tuvo también que retirarse, aunque lo hizo en buen orden, retrocediendo paso a paso hasta llegar a Dosbarrios, donde fue al fin envuelto en la derrota general. Tan sólo la división Vigodet pudo mantenerse unida y en formación ordenada gracias al ejemplo del regimiento de la Corona, cuyo Cuerpo, rodeado de franceses, juró ante su coronel José Luis de Lioni no separarse de sus oficiales, y salvar cinco piezas de artillería con sus carros de municiones, sirviendo aquella División de núcleo para que se le reuniesen algunos Cuerpos de las restantes y unos 200 caballos. Esta columna se dirigió a Yepes, más tarde a La Guardia, y hallando este pueblo ocupado por el enemigo a Turleque, en cuyo punto volvió a ponerse a las órdenes de su general en jefe, sin haber dejado en tan largo y tortuoso camino ni un hombre ni una pieza.

Aréizaga permaneció durante toda la batalla encaramado en una de las torres de Ocaña, atalayando el campo, pero sin dar disposición alguna ni dirigir la marcha del combate y después tomó el camino de Dosbarrios, La Guardia y Daimiel, donde el 20 de noviembre informó a la Junta Central de la catástrofe. Ésta fue espantosa, pues 4.000 hombres resultaron muertos o heridos, de 15.000 a 20.000 prisioneros y se perdieron 40 cañones, equipajes, víveres, etc., casi todo el material del ejército español. El regimiento de España perdió sus dos primeros jefes, 35 oficiales y 800 soldados entre muertos, heridos y prisioneros; el de Málaga las dos terceras partes de su fuerza, y así la mayor parte de los Cuerpos. A pesar del desastre y la derrota sufrida, Aréizaga recibió el agradecimiento de la Junta Central y compensaciones por los servicios prestados.

Anécdotas

Algunos Cuerpos, como el Batallón de Vélez-Málaga, se abrieron paso a la bayoneta por las calles de Ocaña; los batallones de Burgos y Chinchilla dieron también brillantes cargas.
La Compañía de granaderos de Bailén, de la que era capitán Francisco Zavala, consiguió, auxiliada por el ayudante Valentín de Torres y los subtenientes Manuel Sánchez y Pedro López, desembarrancar una batería y salvar a brazo las piezas.
El cabo Antonio Martín, de la Compañía de Voluntarios de Sevilla, viendo al subteniente abanderado herido y postrado en tierra, recogió de sus manos la bandera y, rodeándola a la cintura debajo del uniforme, la mantuvo oculta todo el tiempo que estuvo prisionero, hasta que, habiendo logrado fugarse, pudo presentarla el 31 de diciembre a su general en jefe en La Carolina. Fue recompensado con la subtenencia de la misma bandera (según Gaceta del 3 de abril de 1810).
El sargento de Córdoba, Andrés Quercó, al ver que el enemigo arrebataba una de las banderas del regimiento, pasó por entre las filas contrarias y llegando al punto donde estaba la bandera, se apoderó de ella dando muerte al que la empuñaba y se reunió después con su Cuerpo en Puertollano, ostentando su glorioso trofeo.
La tradición popular atribuyó escenas de gran valor y alta moral, si bien muy poco probables, como la del soldado de Málaga que al ser conducido al hospital a hombros de sus compañeros, pues había perdido ambas piernas por el impacto de un cañonazo, tiró al aire su chacó al ver a su regimiento y exclamando: ¡Esto no es nada, compañeros: viva Fernando VII!
En esta batalla participó el general chileno José Miguel Carrera Verdugo, uno de los próceres de la Independencia de Chile y actor importante del las Batallas entre unitarios y federales argentinos. Tras una serie de batallas en España donde demostró su valor, en Ocaña fue herido de una pierna, acción que le valió el ser condecorado con la "Cruz de Talavera" y el ser ascendido a Sargento Mayor del regimiento “Húsares de Galicia”.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Avatar de Usuario
furas
Usuario Dado de Baja
Mensajes: 27211
Registrado: 24 Abr 2008 01:01
Ubicación: Madrid
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor furas » 08 Feb 2016 01:29

Brasilia mi enhorabuena, no conocía el hilo. Tengo que empezar poco a poco. Muchísimas gracias.
SOCIO 689 DE ANARMA.
Todas las opiniones en los foros son a título personal, en ningún caso representan ni deben ser asociadas a ANARMA

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 13:51

Furas escribió

Brasilia mi enhorabuena, no conocía el hilo. Tengo que empezar poco a poco. Muchísimas gracias. -


Pues tomatelo con calma, y pensaba que si lo conocías, ya que si piensas un poco una brasilla. (que no brasilia) no es más que un rescoldo activado.

Un saludo, y gracias por entrar, animate con lo que tu sepas que hay sitio para todo y todo nos enriquece un poco.

:saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 18:33

BATALLA DE PUENTESAMPAYO

La Pontesampaio fue un enfrentamiento armado de la Guerra de la Independencia Española, que tuvo lugar en la localidad gallega de Pontesampaio (actualmente perteneciente al municipio de Pontevedra) entre el 7 y 9 de junio de 1809.

El coronel Pablo Morillo fue encargado de organizar y alistar a todas las fuerzas posibles en torno a la ciudad de Pontevedra para convertirlas en un ejército para la lucha contra los franceses. Una vez organizadas las tropas en lo que se denominó la División del Miño, Morillo recibió una petición de ayuda de Cachamuiña, quien se encontraba defendiendo Vigo.

Ambos jefes acordaron actuar conjuntamente y el ataque español sobre Vigo se saldó con éxito, obligando a la guarnición francesa a rendirse. El mismo Cachamuiña derribó con un hacha de mano la puerta de Gamboa.

Tras la rendición de la ciudad, la guarnición francesa fue embarcada en un buque británico para salvarla de la ira popular. Posteriormente, Morillo decidió atacar Marín, donde había un destacamento francés. Con la ayuda de dos buques ingleses, las tropas españolas atacaron por tierra y mar desde la península del Morrazo. La guarnición francesa de Marín huyó y se refugió en Pontevedra.

La acción decidida de las tropas españolas liberó prácticamente toda la provincia de Pontevedra excepto la capital. Mientras, Morillo dividió sus fuerzas en dos partes, la de El Morrazo y la de Cotobade, también llamada la unidad.

Morillo, organizado ya su ejército, decidió marchar hacia la ciudad de Pontevedra. Las tropas francesas se retiraron a Santiago de Compostela al enterarse del avance español, donde fueron reforzadas con otras tropas llegadas de La Coruña. Tras el nuevo vuelco de la situación, Morillo recibió el encargo de cortar el avance francés y decidió plantar batalla en Puentesampayo. Las tropas españolas cortaron dos arcos del puente sobre el río Verdugo y se atrincheraron en la orilla sur con la intención de detener el avance del Cuerpo de Ejército, mandado por el mariscal Michel Ney. Los defensores contaban con dos cañones facilitados por Antonio Gago, de Marín, y tres provenientes de Redondela. Al mando de la defensa del paso estuvo el alférez de navío Juan O'Dogherty Browne.

El 7 de junio, el mariscal Ney, al mando de 10.000 hombres, realizó un ataque frontal sobre el puente cortado, siendo rechazado con serias pérdidas. Al día siguiente, Ney ordenó a una parte de sus fuerzas que atacaran en Caldelas, dos leguas río arriba, cuyo puente no había sido destruido. Al otro lado del río, los paisanos de Comarca de O Morrazo, Pontevedra y A Lama se atrincheraron con piedras y troncos de árboles. La batalla, al igual que en Pontesampaio, fue terrible. Los mamelucos, la caballería de élite del ejército francés, cargaron en tres ocasiones contra los voluntarios gallegos, que los rechazaron en otras tantas ocasiones.

El día 9, Ney convocó consejo de sus oficiales y decidió la retirada. Esta fue penosa porque el ejército francés resultó acosado por los guerrilleros que atacaban y mataban a los soldados rezagados. Las tropas de Ney se reunieron en Lugo con las de Jean de Dieu Soult que habían tenido que abandonar Portugal, y todos juntos se retiraron de Galicia en julio de 1809. El choque supuso la definitiva evacuación de Galicia por parte del ejército napoleónico y la creación de un nuevo frente para sus armas.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 18:40

BATALLA DEL PORTAZGO

La batalla del Portazgo fue uno de los enfrentamientos principales durante el asedio a Cádiz, y toma el nombre de la batería del Portazgo, que fue instalada a posteriori en el lugar del enfrentamiento a 700 metros del Puente Zuazo. El día 6 de febrero de 1810 el duque de Alburquerque se aprestó a defender la isla de León del asalto del ejército francés al mando del mariscal Victor, que trataba así de hacer su entrada en la ciudad de Cádiz y rendir el último reducto de resistencia. Tras dicha batalla y ante la imposibilidad de atravesar las lineas defensivas entorno al caño de Sancti Petri, los galos hubieron de replegarse y verse obligados a establecer un cerco a la plaza.

La batería fue instalada poco después del combate, y se convirtió en un foco vital de choques entre ambos bandos. Esto se debía a su posición, a 700 m. de la cabeza del puente Zuazo sobre el arrecife de Puerto Real, punto en el que actualmente se encuentra el nudo de comunicación entre las poblaciones de San Fernando, Chiclana, Puerto Real y el poligono industrial de tres camino. El caño Zurraque discurre por su flanco derecho, y multitud de pequeños caños y salinas lo cercan por el izquierdo.

Se artilló con 20 piezas:
Tres de a 24, siete de a 16, dos de a 12, dos de a 8, dos de a 4, tres obuses de 9 pulgadas y uno de 7.

Su guarnición la formaban durante el día 136 combatientes, de los cuales existían: 1 capitán, 2 subalternos, 5 sargentos, 1 tambor, 13 cabos y 117 soldados. Durante la noche la batería era reforzada por 139 combatientes de los que existían: 1 capitán, 3 subalternos, 8 sargentos, 1 tambor, 14 cabos y 116 soldados. Formando un total de 308 en los que se encontraban incluidos los artilleros y los fusileros de los puestos avanzados.

Según recoge el Diario de operaciones del Supremo Consejo de Regencia, el dia 6 de Febrero de 1810, el Mariscal Victor solicita la rendicion de la plaza de la Isla de Leon, para acceder a Cadiz; a lo que es contestado energica y negativamente por parte de las autoridades españolas.

Día 6 de Febrero de 1810; al recibir la negativa española, el Mariscal francés lanza un gran ataque contra las primeras posiciones Españolas, a lo que la artillería de Alvear contesta produciendo tal estrago en los asaltantes que los obliga a replegar hasta la posición que hoy ocupa Tres Caminos.

Día 7 de Febrero de 1810; el ejercito francés lanza un nuevo ataque a las posiciones de la Cabeza del Puente Zuazo, siendo nuevamente rechazados.

Día 8 de Febrero de 1810; se consigue establecer una batería provisional avanzada mediante saquillos terreros para dos piezas de artillería, la situación de ese emplazamiento, coincide con la antigua Venta del Corral, hoy transformada en almacén de venta de objetos antiguos.

Día 9 de Febrero de 1810; se abre fuego desde esta estratégica posición, expulsando a los franceses de su anterior asentamiento en lo que hoy es Tres Caminos, provocándoles gran pérdida de hombres y caballos.

Día 10 de Febrero de 1810; se modifica la línea de defensa de la Isla de León, estableciendo en las posiciones de las que replegaron los franceses, una batería bien defendida que se nombro como del Portazgo.

Día 11 de Febrero de 1810; tras el desembarco de 3000 ingleses del General Stuart y el Regimiento portugués de Campomayor, el ejército francés se resigna a mantener un bloqueo de las posiciones defensivas isleñas.

Es destacable, que las primeras resistencias a los envites franceses, se hicieron en posiciones defensivas realizadas con maderas de casas ruinosas de la Isla de León; llevándose a cabo con gran precipitación.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 20:36

BATALLA DE VALENCIA

La primera batalla de Valencia fue un enfrentamiento armado de la Guerra de la Independencia Española que tuvo lugar en la ciudad de Valencia el 28 de junio de 1808.

Antecedentes

En la Europa de principios del siglo XIX, donde apenas diecisiete ciudades superaban los 100 000 habitantes, la tercera ciudad de España era Valencia con 80 000 habitantes. Su economía estaba basada en la producción de tejidos de seda y de cerámica además de la producción agrícola de la huerta que la rodea. Tiene puerto, universidad y una guarnición de un millar de soldados del Real Ejército. La crisis europea de finales del siglo XVIII ha generado una masa desempleada que en Valencia ya se demostró incontrolable en los disturbios por el reclutamiento de 1801.

El 28 de octubre de 1807 por el tratado de Fontainebleau se autoriza a que un cuerpo de ejército francés atraviese el territorio español para invadir Portugal. Pero en febrero y marzo de 1808 otros cuatro cuerpos de ejército entran en España sin autorización ocupando Pamplona, Barcelona, San Sebastián y el castillo de Figueras. Cunde la alarma en la población y la corte españolas, produciéndose el 19 de marzo de 1808 el Motín de Aranjuez en el que cae Godoy y el rey Carlos IV abdica. El 23 de marzo de 1808 el mariscal del Imperio Joaquín Murat entra en Madrid con los cuerpos de ejército de Dupont y Moncey. Con el ejército español desplegado en las costas frente al enemigo británico y los teóricos aliados franceses rodeando la capital, el joven rey Fernando VII no tiene más salida que ir a Bayona a negociar. Pero Napoleón le exige la corona y el 2 de mayo de 1808 Murat aplasta la revuelta de la población madrileña. El día 6 de mayo Fernando VII devuelve la corona a su padre Carlos IV, que la entrega a Napoleón y éste la cede a su hermano como José I Bonaparte rey de España.

En la Gazeta de Madrid del 20 de mayo de 1808 se anuncian las abdicaciones de Bayona, y a medida que va llegando a las distintas capitales empiezan las sublevaciones en nombre de Fernando VII: el 22 se subleva Cartagena y en Valencia el 23 de mayo de 1808 el “crit del Palleter” declara la guerra a Napoleón, el padre Rico y los financieros Beltrán de Lis junto al capitán González Moreno del regimiento Saboya apoyan la agitación callejera, y el Real Acuerdo reunido por el capitán general conde de la Conquista llama al alistamiento general para formar un ejército que dirigirá el popular conde de Cervellón antiguo coronel del regimiento de infantería de línea “Corona”. El 25 de mayo se forma la Junta Suprema de Valencia, encabezada por el conde de la Conquista, y por medio del cónsul de Dinamarca el británico Pedro Tupper se envían cartas a Gibraltar informando de la situación y estableciendo la paz con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda.
El mariscal Moncey se acerca a Valencia

Las sublevaciones se suceden por toda España y el mando francés envía desde Madrid el 23 de mayo al general Dupont hacia Andalucía y el 4 de junio al mariscal Moncey hacia Valencia. Mientras tanto en Valencia el canónigo Baltasar Calvo toma el control de los extremistas más fanáticos y la noche del 5 de junio se apodera de la Ciudadela junto a la Puerta de la Mar y asesina a los residentes franceses a los que la Junta había dado refugio, el 6 de junio los extremistas controlan las calles, pero por fin el 7 de junio la Junta logra capturar a Calvo y con la llegada del segundo batallón del Regimiento de Zapadores-Minadores fugado de Alcalá de Henares recupera el control de la Ciudadela.

El mariscal Bon Adrien Jeannot de Moncey llega a Cuenca el 11 de junio. Moncey es un veterano de 54 años que ya se enfrentó a los españoles en la Guerra de la Convención de 1793 a 1795, derrotó a los austriacos en Italia en 1800, en 1804 ha sido nombrado por Napoleón mariscal del Imperio y conde de Conegliano, y el dos de mayo de 1808 sus fuerzas han aplastado la revuelta madrileña. De su Cuerpo de Observación de las Costas del Océano para ésta campaña lleva a 10 000 de sus hombres: la 1ª división Musnier de infantería, la brigada Whatier de caballería, la artillería del general Couin con 16 piezas, los ingenieros del general Cazals y como jefe de su Estado Mayor al general Harispe, además de unidades logísticas y de transporte. Las unidades españolas que debían habérsele unido en Cuenca no aparecen, y hay noticias de que se han unido a los rebeldes.

Ante la amenaza la Junta de Valencia envía al coronel Pedro Adorno del regimiento Saboya como general en funciones que el 15 de junio llega a Requena tomando posiciones en las Hoces del Cabriel a 100 km al oeste de Valencia bloqueando con sus 4000 reclutas el camino secundario de Madrid a la ciudad por Cuenca. Desde Almansa 100 km al sur el general Pedro González-Llamas que bloqueaba el camino principal con sus 6000 soldados de Cartagena y Alicante acude en su ayuda, y desde la ciudad de Valencia parte el teniente general conde de Cervellón con una escolta de caballería para cubrir el hueco de Almansa a otros 100 km al suroeste de Valencia formando una fuerza de voluntarios de la milicia de los pueblos del sur de la actual provincia de Valencia y de Alicante.

La noche del 17 al 18 de junio, a cubierto de miradas inoportunas, el mariscal Moncey sale de Cuenca con sus fuerzas y avanza hacia Valencia. El 21 de junio llega a las Hoces del Cabriel: evita a la fuerza principal de Adorno en el puente de Vadocañas y en el Combate del puente del Pajazo aplasta a los defensores. El 23 de junio vuelve a romper la defensa en el Combate de las Cabrillas en el Portillo de Buñol a 40 km de Valencia, esta vez al segundo intento, y envía a la Junta de Valencia una propuesta de rendición que es rechazada.

Ante la amenaza la ciudad de Valencia se está fortificando a marchas forzadas, organizando la defensa el brigadier Felipe de Saint March que consigue retrasar un día a Moncey con el “Combate de la ermita de San Onofre” el 27 de junio a apenas 7 km de la ciudad. Nacido en Bélgica como Philippe-Aguste de Saint-Marq, sirve a la corona española desde los catorce años. Está en Madrid durante el Levantamiento del 2 de mayo de 1808 y a sus 46 años es capitán del regimiento de Reales Guardias Valonas de la guardia real habiendo españolizado su nombre como Felipe de Saint March. El 18 de mayo se fuga y el 24 de junio llega a Valencia donde como oficial más veterano es puesto al mando de las fuerzas disponibles para la defensa como brigadier en funciones.

Tras el combate Saint March envía al capitán de fragata José Caro, que ha mandado a la fuerza desplegada ante Cuart de Poblet, hacia el sur en busca del conde de Cervellón que se acerca desde Almansa con los voluntarios de la milicia que ha conseguido reunir. A las doce de la noche desde la población de Quart de Poblet el mariscal Moncey vuelve a exigir la rendición de la ciudad. Reunida esa madrugada la Junta de Valencia presidida por el capitán general conde de la Conquista, tras un breve debate en medio de la agitación callejera, se le responde: «Excmo. Señor. El pueblo de Valencia prefiere la muerte en su defensa a todo acomodamiento. Así lo ha hecho entender la Junta y ésta lo traslada a V.E. para su gobierno.»

La Valencia de entonces es la actual Ciutat Vella, rodeada por el río Turia al norte y la calle Colón al este con las calles Xátiva al sur y Guillem de Castro al oeste, pero ante cada puerta hay un arrabal indefendible y su población ha de refugiarse en la ciudad. Valencia no ha conocido un asedio desde hace siglos y apenas cuenta con sus viejas murallas medievales: tan viejas que la torre de Santa Catalina de la muralla, en el solar del actual IVAM al oeste de la ciudad cerca de la puerta de San José o Portal Nou, se derrumbó en 1772 dejando un hueco de grandes dimensiones que se ha tenido que bloquear construyendo un fortín de sacos terreros armado con cañones que dirige el comandante Manuel de Velasco.

En la ciudad la principal línea de defensa habrán de ser los cinco kilómetros de las viejas murallas medievales: se han instalado cañones en las puertas y la compañía fija del 2º Regimiento de la Real Artillería a Pie reforzada por marineros del Grao maneja las piezas. Los soldados regulares organizan a los 20.000 voluntarios de la milicia de Valencia y de los municipios de los alrededores refugiados en la ciudad. El padre Rico, el conde de la Conquista, el arzobispo Company y todo tipo de personajes recorren las calles animando a la defensa. La noche del 27 al 28 de junio de 1808 el brigadier Saint March oculta en el pueblo de Campanar, en la orilla norte del río Turia a apenas 1,2 km al noroeste de Valencia, al conde de Romrée con 1000 reclutas y soldados.

Al amanecer del día 28 de junio de 1808 los 10 000 soldados imperiales marchan hasta la Cruz de Mislata, a 2,5 km al oeste de Valencia, desplegándose para avanzar hacia la ciudad. Ocupan el arrabal de Quart, el mariscal Moncey despliega la artillería en el convento del Socorro y el Jardín Botánico, y tras tres horas de bombardeo a las dos del mediodía empieza el ataque de la infantería: de las dos brigadas de la 1ª división Musnier la brigada Brun se encuentra con el fortín de Santa Catalina del comandante Velasco donde los soldados del regimiento Provincial de Soria junto a los reclutas del regimiento Voluntarios de Segorbe y milicianos valencianos rechazan su ataque, mientras la brigada Isembourg en las Torres de Quart es rechazada por el barón de Petrés con soldados de los regimientos Reales Guardias Españolas y América junto a los veteranos de la Compañía de Inválidos Hábiles y milicianos valencianos.

A las tres de la tarde Moncey repite el ataque, pero tras otra hora de combate la fuerza oculta en Campanar ataca: el conde de Romrée con reclutas de los regimientos Voluntarios del Reino, Cazadores Voluntarios de Valencia, Voluntarios de Segorbe, los jinetes de la Maestranza de Valencia y los soldados del regimiento Dragones de Numancia asaltan la retaguardia francesa y la batería emplazada en el Jardín Botánico ha de inutilizar sus cañones para escapar, pero Moncey suspende el ataque para rechazar a esta fuerza que finalmente ha de replegarse a Campanar. A las cinco de la tarde las fuerzas francesas simulan atacar los mismos puntos, cuando desde el sur cayó un repentino diluvio artillero sobre la puerta de San Vicente —en la actual plaza de San Agustín— y la brigada Brun con los húsares de Whatiers atacaron: el coronel Bruno Barrera con soldados del regimiento Saboya y milicianos valencianos consiguieron rechazar el ataque.

A las ocho de la tarde de ese día 28 de junio de 1808 cayeron las sombras del anochecer y fueron los envalentonados defensores los que empezaron a hostigar a las fuerzas francesas: Moncey replegó sus tropas a Mislata y Quart de Poblet donde pasaron la noche, mientras en la ciudad reina la euforia. Popularmente han llamado la atención el torero Juan Bautista Moreno “Sabateret” en las Torres de Quart, y Miguel García mesonero de la calle San Vicente en las salidas al anochecer desde la puerta de Ruzafa, mientras por su dirección de la defensa Felipe de Saint March es ascendido a general de división —entonces llamado mariscal de campo—. Las cifras oficiales inscritas en el Archivo de la Guerra francés registran 200 muertos entre ellos el general de ingenieros Cazals y 500 heridos además de haber sido inutilizada parte de la artillería, mientras que protegidos tras los muros las bajas españolas han sido escasas y desde el oeste los 6000 soldados españoles del general Llamas ya están en la población de Chiva a apenas 25 kilómetros de Valencia. Moncey no puede arriesgarse a ser aplastado contra las murallas de la ciudad y al amanecer inicia la retirada a toda velocidad hacia el sur.

El Camino Real principal que une Valencia con Madrid está pavimentado desde 1761, y discurre desde Valencia cruzando el río Júcar por Alcira de camino hacia Játiva y el puerto de Almansa antes de marchar hacia Albacete y Madrid. El conde de Cervellón ha cortado el camino principal en el puente de Alcira sobre el río Júcar a 45 km al sur de Valencia con 10 000 voluntarios de la milicia y seis cañones, y 14 km río arriba otros 5000 al mando del general Roca cubren el otro posible punto de paso secundario en el Azud de Antella donde comienza la Acequia Real del Júcar.

El mariscal Moncey en la población de Silla se aparta del Camino Real tomando otro en desuso que sigue la Acequia Real desembocando desde la población de Alberique en el Azud de Antella el 1 de julio de 1808: lanza a todas sus fuerzas sobre los voluntarios de la milicia de Roca a los que arrolla y cierra las compuertas de la Casa del Rey provocando el desbordamiento del río Júcar para impedir que Cervellón pueda alcanzarlo. Esa misma tarde el general Llamas por el Camino Real llega al puente de Alcira donde se encuentra con el conde de Cervellón: el mariscal Moncey ha logrado escapar y sigue marchando hacia Almansa y Madrid.

En Valencia el 3 de julio de 1808 el criminal Baltasar Calvo es juzgado y ejecutado, ese mismo día desde Valencia el general Saint March parte hacia Cuenca y Zaragoza, y en Alcira el general Llamas ha reorganizado sus fuerzas y el 5 de julio continúa su persecución. En Andalucía el 19 de julio el general Dupont es vencido en la batalla de Bailén por las tropas españolas del general Castaños, José I Bonaparte abandona Madrid y el 1 de agosto el mariscal Moncey ha completado la evacuación francesa de la capital. El general Llamas con el Ejército de Valencia y Murcia llega a Madrid el 13 de agosto entre aclamaciones, y el 23 de agosto llega Castaños con su Ejército de Andalucía y el recibimiento alcanza el delirio. Mientras tanto el 14 de agosto de 1808 la división valenciana del general Saint March atraviesa el cerco de Zaragoza uniéndose a Palafox, que esa misma tarde contraataca: las fuerzas francesas del general Verdier levantan esa misma noche el cerco y se retiran al amparo de la oscuridad.

El 16 de julio de 1808 la Junta Suprema de Valencia había emitido un comunicado destinado a todas las juntas, solicitando la formación de una Junta Central que en nombre del rey Fernando VII unifique el esfuerzo común contra la invasión francesa: esa Junta Central se constituirá en Aranjuez el 25 de septiembre de 1808.

Las otras batallas de Valencia: 1810, 1812 y la ocupación francesa

La victoria española en verano de 1808 lleva a la segunda invasión en otoño del mismo año con Napoleón a la cabeza de su Grande Armée ocupando Madrid en diciembre, el contraataque español empieza en primavera de 1809 con las victorias de Tamames y del “ejército de Aragón y Valencia” en la batalla de Alcañiz pero termina en otoño con la gran derrota de Ocaña.

En verano de 1810 el duque de Wellington se protege tras Torres Vedras en Portugal, las fuerzas francesas ocupan Andalucía asediando Cádiz. Desde Aragón el mariscal Suchet se presenta ante Valencia el 5 de marzo de 1810, pero encuentra nuevas fortificaciones y al ahora capitán general José Caro dispuesto a la resistencia a cualquier precio: tras cinco días frente a las defensas de la ciudad atrincherado en el Palacio del Real —en la “Muntanyeta de Elío” de los actuales Viveros que eran sus jardines— el 10 de marzo de 1810 se retira volviendo de nuevo a Aragón. Tras la retirada de Suchet, y para evitar que pudiera ser utilizado de nuevo por el enemigo, el 12 de marzo de 1810 se ordena la demolición del Palacio del Real.

En 1811, Wellesley, el futuro duque de Wellington sigue sin moverse de Torres Vedras en Portugal y las fuerzas francesas se concentran en Aragón: el mariscal Suchet pasa a la ofensiva y cae Tarragona en septiembre, en octubre el contraataque del capitán general Joaquín Blake es derrotado el 25 de octubre de 1811 en la batalla de Sagunto que cae poco después, y a principios de diciembre se formaliza el asedio de la ciudad de Valencia. El contraataque de Blake del 28 de diciembre desde la propia ciudad es rechazado, se completan tres paralelas de asedio y el día 7 de enero de 1812 empiezan dos días de bombardeos que han de preceder al asalto: son destruidos la Universidad, el Palacio Arzobispal, el campanario del convento de Santo Domingo y muchos otros edificios, hasta que agotada la capacidad de resistencia el día 9 de enero de 1812 el capitán general Blake pide parlamento: Valencia cae, y con ella el Segundo ejército de la derecha español que la defendía.

El mariscal Suchet cruza el río Turia el 14 de enero de 1812 por el puente de San José y hace su entrada oficial en la ciudad. El emperador Napoleón le nombra mariscal del Imperio y conde de la Albufera, tomando como residencia el palacio de Cervellón en la actual plaza de Tetuán. Pero impone una multa por el asesinato de franceses de 1808, el altar mayor labrado en plata y el tesoro de orfebrería medieval de la catedral hubieron de ser fundidos para hacer moneda. Los profesores y alumnos de la Universidad del Batallón Universitario son internados como prisioneros en Francia, mientras el catedrático de Botánica y director del Jardín Botánico Vicente Alfonso Lorente es condenado a muerte intercediendo por él el botánico francés Léon Dufour que le salva la vida. A nivel arquitectónico replanta los árboles del paseo de la Alameda arrancados durante el asedio y proyecta los jardines del Parterre, aunque los construyó después de la guerra el capitán general Elio. En los alrededores de la ciudad guerrilleros como el saguntino José Romeu y Parras —el llamado “héroe Romeu”— o Asensio Nebot “El Fraile” acosan a las fuerzas francesas.

Napoleón retira tropas de España para su campaña en Rusia y en verano de 1812 el duque de Wellington vence al mariscal Marmont en la batalla de los Arapiles: José I Bonaparte abandona Madrid por segunda vez llegando a Valencia con su corte el 31 de agosto de 1812 instalándose en el palacio de los condes de Parcent —hoy su solar es el jardín del mismo nombre, en la plaza Juan de Villarrasa—. Tras la retirada de Wellesley a Portugal, el rey José I Bonaparte abandona Valencia el 16 de octubre de 1812 volviendo a Madrid. En la campaña de Rusia de 1812 el emperador Napoleón pierde a su “Grande Armée” y retira más fuerzas de España para reconstruir su ejército: Wellesley vence en la batalla de Vitoria a las tropas de José I Bonaparte, el mariscal Suchet evacua Valencia el 5 de julio retirándose hacia Aragón, y el 6 de julio de 1813 entran en la ciudad las tropas españolas del general Villacampa.

Conmemoración y recreación histórica

En 1908 la sociedad cultural Lo Rat Penat conmemoró el primer Centenario de la defensa de Valencia de 1808, quedando testimonio en la placa colocada en el mismo escenario de los hechos: las Torres de Quart.

Un siglo después en 2008 la Asociación Cultural de Amigos del Museo Histórico Militar de Valencia (ACAMHMV) organizó la celebración del 200 aniversario de la defensa de la ciudad de Valencia. Precedidos de la recreación del Crit del Palleter en el mes de mayo, el último fin de semana de junio se rememoró el Bicentenario de los hechos. Para ello se montó un campamento de época en el cauce del río Turia con aspectos de la vida cotidiana del momento, y en el entorno histórico original de las Torres de Quart grupos de recreación histórica tanto nacionales como venidos de distintos países junto a sociedades culturales y fallas representaron el ataque del mariscal Moncey, en recuerdo y homenaje a todas aquellas personas que vivieron aquellos hechos desde cualquiera de los bandos.

La gran afluencia de visitantes al campamento de época y de espectadores en la recreación, así como la notoria presencia de medios de comunicación, mostraron el interés generado por esta iniciativa de la que se espera su convocatoria anual a partir de esta celebración del bicentenario.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 23:35

BATALLA DE SAGUNTO

La batalla de Sagunto se libró durante la Guerra de la Independencia española. Enfrentó a los ejércitos Español y Francés, con triunfo para los franceses, y supuso una victoria decisiva, de gran efecto estratégico, de cara a la posterior conquista de Valencia. Tuvo lugar el 25 de octubre de 1811 entre los términos de Sagunto y Puzol, 25 km al norte de la ciudad de Valencia. También es conocida como batalla de Puzol1 o de los Arenales de Puzol,2 si bien el Mariscal Suchet, vencedor de la batalla, la llamó de Sagunto, siendo este nombre el que figura grabado en los muros exteriores del Arco de Triunfo de París y con el que ha pasado a la historia.

En marzo de 1810 el mariscal Suchet, al mando del 3.er cuerpo del ejército francés (Armée Française d’Aragon), recibió las órdenes de acercarse a Valencia. El 4 de marzo entró en Murviedro (actual Sagunto) y debido a que la ciudad no estaba fortificada, los saguntinos decidieron someterse y lo recibieron con toda solemnidad, incluido repique de campanas.

Ese mismo día, Suchet visitó el castillo de Sagunto sobre el cerro que domina la ciudad. Según escribió en sus memorias,3 no pudo pensar entonces que aquellas ruinas ofrecerían más tarde tanta resistencia durante el sitio a Sagunto.

En Sagunto se le unió a Suchet el General Harbert y juntos salieron en dos columnas el 6 de marzo dirección a Valencia. Acamparon en El Puig (a 15 km de Valencia) y su intención era que Valencia se sublevara facilitando la entrada de los franceses a la ciudad. Este hecho no se produjo y el 10 de marzo, por la noche se retiraron dirigiéndose a Cataluña, donde conquistó Lérida, Tortosa y Tarragona.

A finales de 1810, el general inglés Doyle se dio cuenta de la importancia que tenía Sagunto como posición estratégica ante el avance de los franceses hacia Valencia, procedentes de Cataluña y Aragón, y le indicó al general Bassecourt (entonces comandante general de la división de operaciones del reino de Valencia) la necesidad de fortificar las ruinas del castillo de Sagunto. Desde enero a mayo de 1811 se acometieron las obras de fortificación y acondicionamiento de la muralla, quedándose sin finalizar por falta de tiempo. Según un informe del mayor de ingenieros con fecha de 25 de agosto, el castillo de Sagunto era un campo atrincherado no concluido, más que una fortaleza. Había varias aberturas en la muralla, boquetes, baterías sin terminar, carentes de terraplenes y sus flancos sin concluir.

El 25 de agosto de 1811 el mariscal Suchet, estando en Aragón, recibió la orden de invadir el Reino de Valencia, indicándole la misma orden que el 15 de septiembre debía estar lo más cerca posible de la capital.

El 13 de septiembre salió en dirección a Valencia con dos columnas procedentes de Morella y Teruel, dejando atrás 7000 hombres en Lérida, Montserrat, Tarragona y Aragón para cubrirse las espaldas. En Cabanes se le unieron las divisiones de Harispe y los napolitanos de Palombini. En total eran unos 22 000 hombres con caballería y artillería los que marchaban hacia Valencia.

El 21 de septiembre los franceses entraron en Villarreal. El general Blake, al frente del 2º Ejército español, que había situado en Sagunto su cuartel general, se retiró a Valencia con todos sus hombres, dejando un destacamento para la defensa de la plaza. La tarde del día 22, ante la proximidad del enemigo, entraron en el castillo de Sagunto cinco batallones (unos 2900 hombres) al mando del coronel Luis María Andriani, nombrado gobernador de la plaza. Blake se llevó consigo lo mejor del ejército dejando en Sagunto a los soldados más inexpertos, la mayoría acabados de reclutarse y algunos de ellos sin tan siquiera uniformidad.4 Disponían de 17 cañones (3 de 12 libras, 2 de a 8 y 9 de a 4) y 3 obuses de 7 pulgadas, insuficientes para la defensa de la plaza2 como demuestra que los franceses, una vez conquistada la fortaleza, la dotaran con medio centenar de cañones, muchos de ellos de grueso calibre (de a 16 y de a 24 libras).

El día 23 Suchet entró en Almenara, a solo 10 km de Sagunto. Desde el castillo de Sagunto ven avanzar a los franceses, hasta situarse en las proximidades de su ciudad.

La columna del general Harbert acampó al norte, en el monte del Cabeçol próximo a la ciudad de Sagunto. El mismo día 23 cruzó el rio Palancia y entró en la Villa, montando barricadas y rodeando el cerro del Castillo. La columna del general Harispe acampó al sur de Sagunto, a las faldas de los montes de Gausa. El general Palombini y su división italiana acamparon entre Petrés y Gilet, al noroeste, cerrando el camino que comunicaba con Aragón.

Así, el 23 de septiembre de 1811 comenzó el sitio de Sagunto, recordando al sitio que 2000 años antes hiciera Aníbal y que dio comienzo a la segunda guerra púnica entre Cartago y Roma.

El 28 de septiembre por la noche los franceses intentaron entrar en el castillo, con resultado fatal para ellos y gran triunfo de los españoles que adquirieron buena dosis de moral. Tras varios intentos de los franceses de entrar en la fortaleza atacando las zonas más vulnerables, Suchet se dio cuenta que para poder hacerse con el castillo debían atacar en toda regla.

Los franceses recibieron desde Tortosa refuerzos de artillería. Así, el 17 de octubre, tras 24 días de sitio, a las 6 de la mañana los franceses rompieron el fuego con 4 piezas de 24 libras, cuatro morteros de 8 pulgadas, y cinco obuses. Arrojaron ese día 500 balas rasas y 700 proyectiles huecos. La superioridad del fuego francés era tremenda. Los españoles perdieron un cañón de 12 libras y un obús.

El 18, se repitió el fuego francés y las tropas francesas se prepararon para el asalto. Varios ataques de granaderos franceses e italianos apoyados por la artillería los cuales fueron todos repelidos por los defensores españoles. Hay 500 muertos franceses por 180 españoles. Suchet es de nuevo humillado y decidió reforzar la artillería de grueso calibre con cinco cañones de 24 libras, dos morteros de 10 pulgadas y dos morteros de 6. Total, 22 piezas de artillería.

Cada día caían unas 1500 balas de grueso calibre y otras tantas bombas y granadas de los obuses y morteros. Con el incesante cañoneo las brechas se iban haciendo enormes. Los víveres y el agua escaseaban. Con esta situación desesperada, los defensores de Sagunto vieron aparecer la mañana del 25 de octubre, tras 32 días de sitio, al ejército español procedente de Valencia y comandado por el general Blake que llegaba para socorrerles. Ese día se librará la célebre batalla de Sagunto, con resultado funesto para los españoles.

El ejército español llegó a reunir 25 300 hombres a las órdenes del general Joaquin Blake procedentes del 2º, 3º y 4º Ejército. Blake estaba al mando del 2º ejército, con base en Valencia, el Teniente General Nicolás de Mahy y Romo al frente del 3.er ejército procedente de Murcia y el cuerpo de expedicionarios del 4º ejército estaba a las órdenes del mariscal de campo Lardizábal.

La defensa de Sagunto hizo que Suchet perdiera más tiempo del previsto en tomar la villa y permitió a Blake reunir su ejército y esperar a Lardizábal y a Mahy. Mahy salió de Murcia y pasó por Cuenca antes de dirigirse a Valencia. El día 23 de octubre llegó a Liria (a unos 30 km al NO de Valencia y a 30 km de Sagunto). El resto del ejército español aguardaba acampado en las proximidades de Valencia.

Así, el día 24 de octubre, tras la señal de 3 cañonazos, salió todo el ejército español a las órdenes de Blake desde Valencia hacia Sagunto, con el fin de encontrarse con Suchet. La misma noche del 24 situó Blake su cuartel general en El Puig, a 10 km de Sagunto. El mariscal de campo José Zayas tardó más de lo previsto en llegar al Puig debido a los problemas que tenía su artillería por lo malo del camino. Al Oeste acampó Juan Caro, con tres secciones de caballería, entre el Puig y la Cartuja de Ara Christi. Más a la izquierda, Lardizábal se estableció en la Cartuja con 3000 hombres. Todas estas fuerzas constituían el ala derecha del ataque español.

Por el este, en el mar, una corbeta inglesa de 18 cañones y siete cañoneros españoles cerraban el flanco derecho de los españoles.

En el ala izquierda, Mahy y su 3.er ejército que estaban en las proximidades de Lliria se adelantaron hasta las proximidades de Rafelbuñol. El general Carlos O’Donell, se situó tras dos pequeños cerros llamados Els Germanells con unos 3000 hombres. El General Miranda se estableció con su división de 4300 soldados entre Els Germanells y el pueblo de Rafelbuñol. Por detrás de O’Donell, a un kilómetro de su retaguardia, acampó el teniente general Mahy con su cuerpo de reserva, unos 5000 hombres. El mariscal de campo José Obispo, con unos 4000 hombres, debía aguardar en Náquera. La noche víspera de la batalla no se sabía nada del lugar en el que estaba acampado. Debía ser Obispo quien abriera el fuego la mañana del 25 y ocupara a los franceses en la calderona.

Esa noche, en el cuartel general de Blake situado en el pueblo de El Puig, se reunieron los oficiales y recibieron cada uno las órdenes pertinentes y horas en las que debían romper el fuego.

Mientras tanto Suchet continuaba con su asedio a Sagunto ignorante de los movimientos que se estaban produciendo. Alertado por un confidente suyo vecino del Puig cerca de la medianoche, Suchet dio la voz de alarma mediante 3 grandes hogueras y decidió esperar a los españoles, listos para enfrentarse al amanecer. Decide, entonces, situar Suchet sus fuerzas en línea entre La Vall de Jesús y el mar (al sur de Sagunto, cerca de Puzol).

En su ala izquierda, cerca del mar, situó al general Habert, con 3.000 soldados, incluidos dos escuadrones de dragones. A su derecha, en el Vall de Jesús, cerca de las montañas, se encontraba el general de división Harispe, en su vanguardia tres escuadrones de húsares. Entre ambos situó la artillería. Por detrás de los 4000 soldados de la división de Harispe se situó el general de división Palombini con cuatro batallones de italianos. Entre Harispe y los italianos de Palombini, 3 escuadrones de coraceros al mando del general Boussart. El total de los hombres situados en la Vall de Jesús sumaban unos 10 000.

El general de brigada Robert recibió la orden de defender a ultranza el desfiladero de Bétera a Santo Espíritu. Suchet lo consideraba de suma importancia. Para ello contaba con ocho batallones y un regimiento de Dragones, incluida la ayuda del general Chlopicki y su 44º regimiento. Los Napolitanos a las órdenes del teniente general Compere que se encontraban en Segorbe, bajaron para situarse entre Petrés y Gilet y proteger así el flanco derecho francés y tener controlado el camino a Segorbe.

Por último Suchet ordenó que el asedio de Sagunto debía continuar y dejó 6 batallones apoyando a las baterías sitiadoras, las cuales no dejarían de escupir fuego sobre el castillo saguntino.

Históricamente se ha atribuido al ala derecha española la misión de un encuentro frontal con el grueso de los franceses en la zona de La Vall de Jesús, por el Camino Real de Valencia, para después flanquearlos por la playa y llegar hasta Sagunto.2 Sin embargo Blake plantea el ataque con su ala izquierda como vanguardia, pensando que Suchet atacará por su derecha, por el camino de Bétera, buscando proteger su retaguardia con la sierra calderona y aprovechando lo despejado del terreno para que maniobre su caballería. Blake sitúa lo mejor de su ejército, la división de Miranda, en el flanco derecho del ala izquierda. Este flanco derecho, al mando del mariscal de campo Carlos O’Donell debía avanzar en oblicuo por el camino de Lliria hasta embestir a los franceses. El total del ala izquierda sumaba 16 000 hombres, de los cuales 1700 eran de caballería, y 14 piezas de artillería. El ala derecha española debía apoyar los movimientos de O’Donell.

Suchet piensa equivocadamente que el grueso del ataque español sería por la izquierda francesa, siguiendo el Camino Real de Valencia. Decide enviar al general Harispe por la derecha, protegiéndose las espaldas con las montañas, por el camino de Liria. El grueso de las fuerzas aguantaría la embestida española en La Vall de Jesús y Harispe bajaría hacia la playa para cortar la retirada de los españoles hacia Valencia.

A las 8 de la mañana comenzó la batalla. El campo de batalla estaba plagado de campos de garrofales, olivos y moreras con sus correspondientes acequias, cercas y vallados. Esto dificultaba el avance en línea contigua de las tropas, así como el seguimiento de la batalla por parte del general Blake desde El Puig.

Lardizábal avanzaba en dos columnas. Una por el camino Real hacia los Hostalets, y otra hacia un cerro junto al Vall de Jesús. Zayas trataba de cerrar el flanco derecho por la costa. Suchet había divisado el cerro hacia el que se dirigía Lardizábal y mandó hacia allí al General Harispe con los húsares. Demasiado tarde. Lardizábal se había apoderado del cerro y había plantado allí la artillería.

Los primeros movimientos de los españoles dan a su ejército una actitud de confianza. Nunca Suchet había visto en campo abierto avanzar así a las columnas españolas.3 Desde las murallas de Sagunto, los sitiados, ante tal espectáculo, confiaban en el éxito de los españoles y veían su liberación próxima. Mientras tanto, las baterías de brecha de los sitiadores continuaban con el asedio indiferentes a lo que ocurría en el campo de batalla.

Suchet, ante la importancia del cerro en posesión de los españoles, ordenó tomarlo. La división de Harispe se posicionó, con los generales ubicados a las cabezas de las columnas. Subieron los franceses a ritmo decidido y sin disparar un solo tiro. Fue una vez en la cumbre cuando se libró un sangriento conflicto acabando a bayonetazos. El general Paris fue herido gravemente, así como 2 edecanes. El caballo de Harispe fue muerto. A pesar de esto, Harispe tomó el cerro para los franceses y los españoles retrocedieron.

Esto no influyó en el ala derecha española que comenzaba a abrazar el lado izquierdo francés acercándose a Sagunto. Por la izquierda, Villacampa también obtenía ventaja, atacando a Chlopicki y el centro español, de momento, se mantenía firme.

Suchet vio el esfuerzo de las dos alas del ejército de Blake y decidió aprovecharlo para debilitar su centro y romperlo. El mariscal ordenó al general Palombini, que se encontraba en 2.ª línea, avanzar para atacar el centro español. Los coraceros se mantenían en reserva.

El mariscal de campo Lardizábal decidió contraatacar para recuperar el cerro perdido después de que su caballería, al mando de del general Caro hubiera arrollado al 4º regimiento de húsares y capturado cañones de los franceses.

En este momento, Suchet decidió mover a los coraceros al mando del general Boussart. En el momento que se encontraba arengándoles, según escribió en sus memoria, fue herido en un hombro de un balazo.

Los franceses comenzaron a ganar posiciones. Son heridos y hechos prisioneros los generales españoles Casimiro Loy y Juan Caro, y recuperadas las piezas de artillería capturadas por los españoles.

Por la izquierda también comenzaron a cambiar las cosas. O’Donell mandó a Villacampa a reforzar a Obispo contra el francés Robert. Mandó a Miranda a salir al encuentro de Chlopicki en dirección paralela a los franceses. Esto no gustó a Miranda pues se exponía a que los franceses lo atacaran por su flanco como así fue. Fueron O’Donell y Villacampa en su ayuda sin que nada pudieran hacer.

Atacaron los franceses por el centro, rompiendo en dos al ejército español.

Chlopicki atacó la izquierda española y Harispe, viniendo desde el centro, arremetió contra la división de reserva del general Mahy que había acudido con retraso a contener la cometida de los franceses. El ala izquierda española fue vencida.

Por la derecha, Zayas se retiró cuando vio roto el centro español. Harbert tomó Puzol y los españoles abandonaron el pueblo, dejando cantidad de prisioneros tras su huida.

El resultado de la batalla fue por parte de los españoles de 1000 muertos y heridos y 4681 prisioneros, de los cuales dos eran generales. También les fueron capturados 4200 fusiles, 12 piezas de artillería y cuatro banderas.

Por los franceses sus bajas fueron de 128 muertos y 596 heridos.

Al día siguiente de la batalla, el 26 de octubre por la mañana, la artillería francesa continuó con el asedio a Sagunto y ensanchó lo suficiente la brecha para que “muchos hombres de frente” pudieran montar el asalto.

Suchet decidió aprovechar el abatimiento de los españoles tras el resultado de la batalla y escribió al gobernador de la plaza, Andriani, ofreciéndole la rendición y anunciándole la derrota de Blake y la imposibilidad de que este volviera a rescatarle. Se le mostraron las banderas capturadas, los cañones y los prisioneros.

Andriani aceptó la rendición. Se firmó a las 9 de la noche del día 26 de octubre. Con la luz de la luna comenzaron a salir los 2571 hombres que quedaban en el fuerte. Salieron por la brecha abierta los batallones formados, con la bayoneta armada y las banderas desplegadas, deponiendo las armas al pie de la brecha.

Así, tras 34 días, acabó el sitio de Sagunto y continuó la marcha de Suchet hacia Valencia, su siguiente objetivo.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 23:41

BATALLA DE SAHAGUN

La batalla de Sahagún (el 21 de diciembre de 1808) fue un choque de caballería en el que el 15.º Regimiento ligero de Dragones (húsares) británico derrotó a dos regimientos franceses durante la Campaña de la Coruña de la Guerra de la Independencia española, uno de los cuales fue completamente desbaratado. Esta acción marcó el final del avance del ejército británico hacia el interior de España, y fue seguido por la retirada de sus fuerzas hacia la costa y posterior evacuación.

A finales de 1808, Sir John Moore estaba al frente de las tropas británicas enviadas al noroeste peninsular en apoyo de los españoles en su lucha contra la ocupación francesa. Napoleón había penetrado en España al mando de un potente ejército (la Grande Armée) con el fin de recuperar las posiciones francesas, muy deterioradas en los últimos meses del conflicto. Esto, junto con la caída de Madrid en poder de los franceses, convertía la situación del ejército británico en prácticamente insostenible.

Moore, cuyo cuartel general se asentaba en Mayorga, era consciente de la necesidad de retirarse hacia la costa, ante los acontecimientos que se avecinaban. Sin embargo, sabía que las tropas del mariscal francés Soult estaban acampadas en las cercanías del río Carrión y, en principio, desasistidas. Antes de iniciar su retirada, decidió lanzar un ataque contra Soult, para lo que envió a Lord Henry Paget contra los franceses.

En una gélida noche, Lord Henry Paget dio orden al 10.º Regimiento ligero de Dragones (Húsares) de marchar hacia Sahagún, ocupada por la caballería francesa, mientras él rodeaba la villa con el 15.º Regimiento para completar el cerco. El general John Slade se retrasó en la salida del 10.º Regimiento, lo que permitió a la caballería francesa conocer las intenciones de los ingleses y salir por el este sin ser molestados.

Al amanecer, los franceses pudieron divisar al sur al 15.º regimiento de Húsares. Formaron entonces en dos líneas; delante, el 1.er. Regimiento de Chasseurs a cheval (Cazadores a caballo) (ligero), encabezado por el coronel Tascher, pariente de la Emperatriz Josefina, y el 8.º Regimiento de Dragones detrás. Sorprendentemente, la caballería francesa recibió la carga inglesa quieta y con descargas de carabina.

El 15.º Regimiento inglés inició la carga a 400 metros de las líneas francesas. El impacto contra los Chasseurs fue terrible y el ímpetu de los ingleses reventó las filas napoleónicas. Los franceses iniciaron la desbandada hacia el este, perseguidos por el ejército británico. Muchos de ellos fueron hechos prisioneros, lo que supuso la desaparición en la práctica del regimiento de Chasseurs.

Poco después, Sir John Moore recibió noticias de que el grueso de las tropas francesas se hallaban mucho más cerca de lo que él pensaba, por lo que la acción sobre Soult fue abandonada. La acción de caballería de Sahagún marcó el punto final antes de la larga, dolorosa y desastrosa retirada hacia La Coruña. La presencia británica había servido, como era la intención de Moore, para ganar un tiempo que permitió a los españoles restablecerse y reorganizarse tras las derrotas sufridas en la primera fase de la guerra.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

Brasilla
375 HH Magnum
375 HH Magnum
Mensajes: 3959
Registrado: 30 Ene 2016 02:49
Ubicación: Donde la txapela se pone a rosca
Contactar:
Estado: Desconectado

Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 08 Feb 2016 23:52

LA BATALLA DE SAN MARCIAL Y EL INCENDIO DE SAN SEBASTIAN

La batalla de San Marcial tuvo lugar el 31 de agosto de 1813. El Cuarto Ejército español (de Galicia), bajo el mando del general Freire, hizo retroceder a las tropas del mariscal Soult, que había emprendido la ofensiva contra el ejército aliado hispano-luso-británico que dirigía Arthur Wellesley, duque de Wellington.

Wellington se acercó a San Sebastián tras el triunfo aliado en la batalla de Vitoria y sitió a la ciudad, ocupada por los franceses, en julio de 1813, buscando rendir esa importante plaza fuerte. Al mismo tiempo, tras su derrota, el ejército francés se retiraba hacia el este, intentando recuperarse y cuidar los heridos de la batalla de Vitoria. San Sebastián y Pamplona se situaban a los flancos de las fuerzas de Wellington, guardando los accesos a la frontera francesa y, por tanto debían ser tomadas antes de que los aliados tratasen de internarse en territorio galo. Sin embargo, el asalto contra San Sebastián demostró que Wellington había juzgado mal la determinación de la guarnición francesa y la de su comandante, el general Rey, ya que los asaltos británicos fueron rechazados con graves pérdidas, como los 600 muertos contabilizados en el ataque del 21 de julio.3 Antes de que Wellington pudiera replantear sus acciones, tuvo noticias de que el mariscal Soult había reorganizado sus fuerzas y reaparecía desde el este, bastante antes de lo que Wellesley había creído posible, de modo que parte del ejército aliado levantó el asedio de San Sebastián para enfrentarse al mariscal francés.

Mientras Wellington encaraba a Soult en la campaña de los Pirineos, el general Graham mantenía el bloqueo de San Sebastián y se preparaba para comenzar el nuevo asedio el 26 de agosto. Para ello, se construyó una línea de fortificaciones ligeras para resguardarse contra los asaltos de Soult, a la par que se establecía una importante línea de defensa en las orillas río Bidasoa. Se acrecentó la fuerza de las divisiones anglo-portuguesas en Vera, Lesaca y sobre todo Irún, con la inclusión de fuerzas de las divisiones españolas 3.ª, 5.ª y 7.ª sobre las alturas de San Marcial, que dominaban la ciudad de Irún, así como dos brigadas de la 4.ª división en reserva (que formaban parte del Cuarto Ejército español dirigido por el general Freire).

Tras cuatro semanas de recuperación, Soult había preparado una ofensiva hacia San Sebastián, concentrando sus nueve divisiones en Ainhoa, localidad del País Vasco francés, a poca distancia de la frontera, para un ataque sobre los alrededores de San Marcial. Ni las fuerzas francesas ni las españolas tenían la moral en perfecto estado: los franceses estaban desmoralizados por las retiradas recientes; en tanto que las pobremente equipadas tropas de Freire, con dificultades de suministro, no habían disfrutado de sus raciones completas en varios días.4 Detrás de ellos, los ejércitos aliados estaban enfrascados en los terribles combates por San Sebastián, que les costarían 2.376 muertos o heridos sólo en el día 31 de agosto.5

El plan francés era sencillo. Con tres divisiones debía atacar frontalmente la comarca del Bidasoa (Irún), mientras que otras cuatro avanzaban hacia Vera de Bidasoa en un movimiento que pretendía copar a las tropas españoles de Irún y abrir el camino de Oyarzun para aliviar así la situación de la guarnición de San Sebastián.

Envueltas por la niebla matinal, siete divisiones francesas marcharon hacia el Bidasoa el 31 de agosto, vadeando el río cubiertas por el fuego de su artillería. Las posiciones aliadas en Vera e Irún se vieron sorprendidas y sobrepasadas, pero no sin antes alertar a Freire, que dirigió sus tropas formando una línea en las alturas. Las columnas imperiales perdieron su orden cuando ascendieron sobre el difícil terreno, alcanzando las líneas de Freire como una masa confusa.6 Los españoles que formaban el 4ª Ejército, o Ejército de Galicia, no satisfechos con echarlos de su tierra, habían estado persiguiéndolos por Castilla, en San Marcial les recibieron con fuego y, avanzando contra ellos a bayoneta calada, arrollaron a los hombres de Soult, empujándolos ladera abajo.

Soult recompuso las unidades a medianoche y preparó tropas de refresco para un segundo asalto sobre las colinas, pero la línea de bayonetas española se mantuvo firme frente a este asalto final, batiendo nuevamente a los franceses. Impotente ante las sucesivas retiradas de sus hombres en el río Bidasoa, Soult ordenó la retirada hacia Irún. San Sebastián cayó tras una monumental batalla ese mismo día, siendo saqueada e incendiada por los supuestos aliados anglo-portugueses, y Soult se retiró hacia suelo francés.

El Duque de Wellington contempló la batalla desde su atalaya para luego referirse en estos términos al Ejército español y sus huestes gallegas en una arenga en el Cuartel de Lesaca, un 4 de septiembre de 1813:

«Guerreros del mundo civilizado: Aprended a serlo de los individuos del Cuarto Ejército que tengo la dicha de mandar. Cada soldado de él merece con más justo motivo el bastón que empuño. Todos somos testigos de un valor desconocido hasta ahora; del terror, la muerte. La arrogancia y serenidad, de todo disponen a su antojo. Dos divisiones fueron testigos de este combate original sin ayudarles en cosa alguna y esto por disposición mía para que se llevaran una gloria que no tiene compañera. Españoles: Dedicaos a imitar a los inimitables gallegos, distinguidos sean hasta el fin de los siglos por haber llegado en su denuedo hasta donde nunca nadie llegó. Nación española premia la sangre vertida por tantos cides. Diez y ocho mil enemigos con una numerosa artillería desaparecieron como el humo para que no os ofendieran jamás».
Consecuencias

La batalla de San Marcial fue muy cruenta. Entre muertos y heridos, hubo 1.658 bajas en el ejército español. El ejército francés sufrió más aún, mientras que ingleses y portugueses apenas tuvieron bajas. Más allá de las bajas, la jornada de San Marcial supuso el final de la ocupación francesa del País Vasco y Navarra, y el fin de la única fuerza temible de Soult, que "ya nunca combatiría con la acostumbrada habilidad y celo". La victoria de San Marcial figura entre los triunfos más brillantes del ejército español en la guerra.

El mismo día 31 de Agosto se producía la toma de San Sebastián por las tropas inglesas de Wellington, tras la batalla las tropas se darían al saqueo, pillaje y violaciones, masacrando al vecindario y destruyendo por completo la actual Parte Vieja de San Sebastián, que entonces era todo el núcleo urbano, debiendo ser reconstruida posteriormente tal y como decidieron los próceres de la ciudad reunidos en el barrio de Zubieta cerca de Lasarte.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.


Volver a “Historia Militar”

¿Quién está conectado?

Usuarios navegando por este Foro: No hay usuarios registrados visitando el Foro y 17 invitados