HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

La historia se escribe con fuego: todo sobre operaciones militares, tácticas, estrategias y otras curiosidades
Brasilla
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 21:38

BATALLA DEL BRUCH

La batalla del Bruch es el nombre de dos enfrentamientos que tuvieron lugar entre tropas españolas y francesas en las inmediaciones de la localidad barcelonesa del Bruch durante la Guerra de la Independencia Española.

Primer enfrentamiento

El 4 de junio de 1808 una columna francesa comandada por Schwartz salió de Barcelona en dirección a Lérida y Zaragoza. También tenía la orden de pasar por Manresa e Igualada. Los efectivos de la columna francesa sumaban 3.800 hombres. Para llegar a Manresa, debían forzar el paso del Bruc.

El mismo día 4, un gran aguacero sorprendió a la columna francesa, que se refugia en Martorell. Esta situación permitió organizar la acción del Bruc, que tuvo lugar el 6 de junio de 1808. Las fuerzas que se enfrentaron a los franceses estaban encabezadas por soldados del Regimiento de Soldados Suizos de Wimpffen y soldados desertores valones escapados de la guarnición de Barcelona. Los voluntarios y somatenes catalanes que se incorporaron a la batalla provenían de Manresa y su corregimiento, así como de Igualada y sus pueblos vecinos. Fueron encabezados por el igualadino Antonio Franch y Estalella

En total llegaban a unos 2000 hombres. El resultado de la emboscada estratégica fue la retirada de la columna francesa, con 300 hombres muertos y uno de los cañones perdido al hundirse el puente de Abrera, cuando se retiraban en dirección a Barcelona.

Segundo enfrentamiento

El 14 de junio de 1808 tuvo lugar el segundo enfrentamiento. Los franceses llegaron al Bruch con dos columnas de ejército, una que avanzaba por Collbató y una segunda que seguía por la carretera. Sin embargo, los defensores, que habían tenido tiempo de fortificarse, les recibieron con un nutrido fuego artillero. Los franceses, tras el enfrentamiento, retrocedieron de nuevo, dejando tras de sí nuevos saqueos y edificios incendiados en el Bruch.

El tambor del Bruch
Aquí es donde surge la historia del Niño del Tambor. Esta historia cuenta el episodio del joven pastorcillo que pone en fuga a las tropas napoleónicas con la colaboración del eco de las montañas de Montserrat. Isidre Lluçà i Casanoves, el niño de la historia, no podía combatir por su edad, pero quiere ayudar a su pueblo contra los franceses, así que toma su tambor y se pone a tocar. El eco de las montañas hace que dé la impresión que son miles de tamborileros, por lo que el ejército francés se bate en retirada.

Los acontecimientos que desembocaron en la batalla del Bruch el 6 de junio de 1808, una de las primeras de la larga Guerra de Independencia que España libró contra Francia, se iniciaron dos días antes. El 4, una columna francesa con 3.800 soldados salió de Barcelona con la intención de llegar primero a Lérida y después a Zaragoza, pasando por Manresa e Igualada. Para ello tenían que superar el paso del Bruch, o Can Massana, por el cual se accede a la plana de Bages, en la que se encuentra Manresa.

El mismo día 4, una gran tormenta decidió al general francés Schwartz a detenerse en Martorell, lo cual dio lugar a que la resistencia española ganara tiempo para organizarse: participaron en la acción soldados suizos y desertores valones procedentes de Barcelona, así como voluntarios civiles y somatenes, unos dos mil hombres en total, al mando de Antonio Franch, que obligaron a los invasores a retroceder, dejando trescientos muertos. Pero Schwartz no cejó en su pretensión y el día 14 retornó al Bruch, esta vez con dos columnas, tal vez sin tener en cuenta que los resistentes habían tenido tiempo de preparar su defensa, pese a encontrarse en notable inferioridad numérica: un español por cada dos franceses. Nuevamente fueron rechazados. Muchos historiadores denominan «batalla del Bruch» al conjunto de los acontecimientos que tuvieron lugar entre los días 6 y 14.

En esta última fecha, derrotar al invasor no fue tan sencillo como en la anterior, y los defensores del paso estaban a punto de caer cuando se dejó oír un redoble de tambores desde todos los rincones de las montañas adyacentes, que anunciaban refuerzos, y muchos, desde todas las direcciones. Esto decidió a Schwartz a retirarse por segunda vez. En realidad, los supuestos refuerzos no existían, ni había una gran cantidad de tambores: era uno solo, multiplicado por el eco, y lo batía un adolescente llamado Isidret Lluçá Casanovas, que se había unido al somatén en su pueblo de Santpedor, donde hoy, al igual que en el Bruch, hay sendos monumentos que lo recuerdan con la siguiente inscripción: «Viajero, para aquí, que el francés también paró. El que por todo pasó, no pudo pasar de aquí.»

Lluçá Casanovas es recordado como «el Tambor del Bruch» o, en catalán, el timbaler o tamborilero del Bruc. No es imposible que el relato pertenezca al orden de la leyenda; lo cierto es que más tarde se hablaría de personajes y hechos idénticos en la guerra de independencia de los países hispanoamericanos, como es el caso del Tambor de Tacuarí en la República Argentina.

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Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 22:17

b BATALLA DE CABEZON

La batalla de Cabezón fue un encuentro bélico que se produjo en el municipio de Cabezón de Pisuerga (cerca de Valladolid) en los inicios de la Guerra de la Independencia española el 12 de junio de 1808. Fue un primer intento del general De la Cuesta de cortar las comunicaciones entre Madrid e Irún, cuando se produjeron sublevaciones en España tras el levantamiento del 2 de mayo.

Los ecos del 2 de mayo madrileño produjeron una reacción en la ciudad de Valladolid (dónde el partido fernandino ocupaba los puestos de poder tras el Motín de Aranjuez). Tras los sucesos del día 31 de mayo en la ciudad, el capitán general-presidente García de la Cuesta accede el 1 de junio al alistamiento forzoso, sin distinción, de los varones de 17 a 40 años, y a proporcionar cuadros militares, pasando al Ayuntamiento para publicitarlo. Cuesta sabe que debe de organizarlo todo con la mayor rapidez posible pues el cuartel general francés se sitúa en Burgos. Incluso los prelados ofertaron sus propiedades y el alistamiento de los novicios. Además, crea la Junta de Armamento y Defensa de Valladolid, bajo su presidencia, a la que fueron llamados dos representantes de cada corporación: Chancillería, Universidad, Ayuntamiento, Cabildo eclesiástico y gremios. Cuesta, que la controla sin problema, la eleva a la categoría de Junta General o Superior de las otras organizadas en las intendencias castellanas que han de entenderse con ella (sin estar representados en su seno). Se encuentra con un gran problema para organizar la defensa, pues Castilla posee una deficiente infraestructura militar y no dispone de ningún ejército regular.

La noticia de la insurrección vallisoletana fue recibida en el cuartel general del Cuerpo de Observación de los Pirineos Orientales, en Burgos, la noche del 4 de junio. El mariscal Bessières, visto el evidente riesgo de ruptura de la ruta militar y de postas de Francia a Madrid, dio prioridad a despejar la vía sobre la que se cernía la amenaza de las desconocidas (por ello temidas) fuerzas de Cuesta. En consecuencia, las operaciones de los generales Merle y Lasalle en La Montaña fueron desviadas en favor del teatro meseteño, uniendo sus filas en Dueñas el 11 de junio, listos para encarar al enemigo, del cual, tras el combate de Torquemada y la entrada en Palencia, tienen una idea cabal.

Al corriente del avance de los franceses, Cuesta sacó a la tropa de la ciudad los días 9 y 10 de junio.

García de la Cuesta logra reunir finalmente una fuerza de unos 4 700 milicianos, 300 unidades de caballería regular y 4 piezas de artillería, que sería llamada de forma grandilocuente Ejército de Castilla’’.

Por su parte, el ejército francés preparó un destacamento al mando del General Lasalle perteneciente al Cuerpo del ejército francés dirigido por el Mariscal Bessières que tenía órdenes de normalizar la situación en la ciudad de Valladolid, compuesto de unos 9 000 hombres.
Batalla

En un principio, las tropas de Cuesta se desplegaron entre el puente de Cabezón sobre el Pisuerga (a unos quince kilómetros de la capital) y el camino a Burgos, frente a las tropas francesas que acechaban. Sin embargo, llevado por el entusiasmo de sus hombres, Cuesta decidió cruzar el puente y atacar a las fuerzas francesas, que les doblaban en número. El resultado era previsible, pues la veterana caballería de Lasalle aplastó a los novatos reclutas, provocando una desbandada general encabezada por Cuesta, y pudo marchar hacia Valladolid.

Como consecuencia del resultado adverso para las armas españolas, Valladolid fue ocupada inmediatamente y lo mismo ocurrió pocos días después en Santander. Concluida la batalla, el vecindario de Cabezón y de los municipios del área (Santovenia, La Overuela, Cigales) fueron saqueados. De igual modo, en los civiles despertó el instinto carroñero, y los expoliadores recorrieron el campo de batalla, recogiendo fusiles y armas blancas entre los despojos. No hubo tanta prisa en el entierro de los cadáveres, no efectuado hasta el día 17, por decisión de la Sala del Crimen. Todavía semanas después fueron localizados cuerpos en las márgenes del Pisuerga.

Considerada como la primera batalla de la Guerra de la Independencia en Castilla, fue asimismo un importante jalón en la guerra propagandística, en la pugna por la opinión pública, desatando la maquinaria sofista de ambos beligerantes. De inmediato sirve para espolear la voluntad de combate mediante artículos en diversos periódicos.

Por su parte, el general De la Cuesta se dirigió con sus tropas supervivientes al norte de la provincia, a Benavente, donde se le unen los reclutas locales, los leoneses y el regimiento asturiano Covadonga; además del Ejército de Galicia comandado por Joaquín Blake en el Bierzo. Este agrupamiento sería el origen de la batalla de Medina de Rioseco, que se produciría el 14 de julio de ese mismo año.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 22:22

BATALLA DE CACABELOS

La batalla de Cacabelos fue un enfrentamiento armado de la Guerra de la Independencia Española que tuvo lugar el 3 de enero de 1809 en el puente sobre el río Cúa a las afueras del pueblo de Cacabelos, provincia de León, durante la retirada de sir John Moore hacia La Coruña. Es conocido por la muerte del general francés Auguste François-Marie de Colbert-Chabanais por el disparo de un francotirador.

La batalla permitió a la retaguardia de Moore distanciarse de las tropas franceses que le perseguían, y Moore fue criticado por no haber aprovechado más las ventajas defensivas del puente de Cacabelos.

Unos 500 húsares de la avanzadilla del mariscal Jean de Dieu Soult, y encabezados por el general Colbert, alcanzó a la retaguardia británica, que se estaba preparando para cruzar el puente, y capturó por sorpresa a unos 50 soldados.3 Colbert decidió aprovechar su ventaja y, sin esperar a los refuerzos de infantería o de artillería, avanzó hacia el puente. Sin embargo, al ver que las posiciones británicas al otro lado incluían 6 piezas de artillería, replegó las fuerzas para cruzar el puente en columnas de a cuatro,3 siendo alcanzado por un disparo que resultó mortal.

Mientras tanto, los refuerzos encabezados por el general La Houssaye intentaron vadear el río más abajo y la infantería, bajo el mando del general Merle, intentó tomar el puente a bayoneta calada. Tras la muerte de Colbert y habiendo oscurecido demasiado para seguir adelante, sobre las cuatro de la tarde desistieron, y a las 22:00 horas Paget emprendió la marcha hacia Villafranca del Bierzo para reunirse con Moore.

El disparo de Plunkett

[b]Colbert murió por un disparo en la cabeza realizado a gran distancia por un fusil Baker en manos del ya afamado francotirador Thomas Plunkett quien, con un segundo disparo, también mató al ayudante del general. Aunque las fuentes discrepan respecto a la distancia, lo más probable es que Colbert creía estar a salvo permaneciendo fuera del alcance de un fusil normal, de unos 80 metros, mientras un Baker tenía un alcance efectivo de unos 200 metros.3
[/b]

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 22:33

SITIO DE CADIZ

El asedio de Cádiz fue el asedio de esta importante ciudad portuaria española por el ejército francés tras su derrota en la batalla del Portazgo el 5 de febrero de 1810 hasta el 24 de agosto de 1812. Tras la ocupación de Madrid el 23 de marzo de 1808, San Fernando (cerca de Cádiz) se convirtió en sede del gobierno español, siendo atacadas ambas localidades por sesenta mil soldados franceses bajo el mando del mariscal Claude Victor, siendo uno de los más importantes sitios de la guerra. La defensa de la ciudad estuvo a cargo de dos mil soldados españoles, reforzados posteriormente por otros diez mil, así como por tropas británicas y portuguesas.

Durante el asedio, que duró dos años y medio, las Cortes Generales del Gobierno en Cádiz (Cortes de Cádiz) elaboraron una nueva constitución para reducir el poder de la monarquía, una constitución finalmente revocada por Fernando VII. En octubre de 1810 se envió para socorrer Cádiz un ejército anglo-español de socorro puesto en vigor tras la desastrosa batalla de Fuengirola. Un segundo intento de socorro se hizo desde Tarifa en 1811, sin embargo, a pesar de derrotar al ejército francés dirigido por el Mariscal Claude Victor en la batalla de la Barrosa, el sitio no se levantó.

En 1812, tras la batalla de Salamanca, las tropas francesas se vieron obligadas a retirarse de Andalucía, ante el temor de verse cercadas por los ejércitos aliados. La derrota en Cádiz de las tropas francesas contribuyó a la liberación de España de la ocupación francesa, debido a la supervivencia del Gobierno español y a la utilización de Cádiz como base por las fuerzas aliadas.

Preludio de la batalla

A principios de 1800 la guerra se estaba gestando entre Napoleón I y el zar ruso Alejandro I. Napoleón vio los intereses comunes de Gran Bretaña y Rusia como una amenaza. El duque de Cadore, asesor del emperador de los franceses, recomendó que los puertos de Europa permanecieran cerrados a los británicos, afirmando que

Una vez en Cádiz, señor, usted estará en una posición de descanso o bien para fortalecer los lazos con Rusia.

Jean de Dieu Soult

Nicolás Soult y su ejército francés invadieron Portugal en 1809, pero fueron derrotados por Arthur Wellesley en Oporto el 12 de mayo. Los ejércitos británico y español avanzaron en la España peninsular. Sin embargo, por la falta de fe en el ejército español, Wellesley se vio obligado a retirarse a Portugal después de las derrotas españolas en la batalla de Ocaña y la batalla de Alba de Tormes. En 1810 la guerra había llegado a un punto muerto. Las posiciones españolas y portuguesas fueron reforzadas por Wellesley con la construcción de las líneas de Torres Vedras, y el resto de las fuerzas españolas se vio obligado a defender el gobierno español en San Fernando y Cádiz contra el Ejército de Soult de Andalucía.

Sitio
La ciudad de Cádiz y la de San Fernando (entonces llamada Real Villa de la Isla de León) fueron rodeados por los ejércitos de Soult y Claude Victor, atrincheradas en Chiclana de la Frontera, Puerto Real y El Puerto de Santa María, poblaciones de la Bahía de Cádiz situadas en un semicírculo alrededor de la ciudad. En el caso de la primera posición, Chiclana, sólo una zona de marismas y el Caño de Sancti Petri separaban las fuerzas francesas de los ejércitos aliados acantonados en San Fernando. Inicialmente, el 5 de febrero los franceses enviaron un emisario pidiendo la rendición de las dos plazas, sin embargo esta fue rechazada. Dando comienzo el 6 de febrero un asalto a la cabeza defensiva del puente Zuazo, conocida como la Batalla del Portazgo, susupo una derrota para el ejército francés que ante la imposibilidad de tomar la plaza decide establecer un cerco inicianco así el asedio a Cádiz. El ejército francés se dedicó durante los dos años que duraría el asedio a bombardear las dos urbes, utilizando las piezas de artillería más potentes de la época, como los morteros Grand (el mortero Grand fue colocado en St. James’s Park, Londres, como un regalo a los británicos en honor del duque de Wellington, que tuvieron que ser abandonados tras la retirada francesa y que tenían un alcance de hasta tres kilómetros, algo impensable hasta entonces. Los franceses continuaron bombardeando Cádiz y San Fernando hasta finales de 1810, sin embargo la distancia extrema desde la disparaban disminuyó el efecto de los bombardeos.

El terreno que rodea las sólidas fortificaciones gaditanas, terrenos fangosos de marismas surcados por caños como el de Sancti Petri, le resultó a las tropas napoleónicas imposible de atravesar, lo que dificultó las operaciones militares, además de sufrir también la falta de suministros y, en particular, la carencia de municiones, sin contar el desgaste que la guerrilla española hacía en la retaguardia francesa, lo que dificultaba las comunicaciones internas con el resto de Andalucía. En muchas ocasiones, los franceses se vieron obligados a enviar escoltas de 150-200 hombres para custodiar los correos y los convoyes de suministros en el interior.

El sitio francés de Cádiz fue en gran parte ilusorio. No había ninguna esperanza real de que alguna vez tomaran el lugar. Mucho más real era el asedio del ejército francés en Andalucía. Las fuerzas españolas de las montañas de Murcia constantemente acosaban la parte oriental de la provincia. Con frecuencia eran derrotados, pero siempre reforzados. Un ejército irregular al mando del general Francisco Ballesteros operaba dentro de la propia Andalucía. Soult en varias ocasiones envió columnas en su contra. Siempre se escapó. ... El dominio francés estaba seguro sólo en las llanuras del Guadalquivir y en Sevilla.

Los refuerzos franceses continuaron llegando hasta el 20 de abril; la captura de un fuerte español que custodiaba el camino hasta Puerto Real contribuyó a facilitar la llegada de estas fuerzas. Este fuerte capturado proporcionó a los franceses un enclave desde el que controlar la entrada y salida de barcos del Arsenal de la Carraca, puerto militar de San Fernando. Durante 1811, las fuerzas de Claude Víctor eran continuamente limitadas, debido a las peticiones de refuerzo de Soult para apoyar a las fuerzas que sitiaban Badajoz. La salida de entre 20.000 y 15.000 soldados franceses, animó a los defensores de Cádiz y San Fernando a intentar una incursión en zona francesa. La salida de 4.000 soldados españoles, bajo el mando del general José Pascual de Zayas, fue organizada al mismo tiempo que la llegada de un ejército anglo-español de socorro, integrado por unos 16.000 soldados, que desembarcó a 50 kilómetros al sur de Tarifa. Esta fuerza anglo-española estaba bajo el mando del general español Manuel de La Peña, a la que se unió el contingente británico dirigido por el teniente general Thomas Graham. El 21 de febrero de 1811, el mal tiempo en Tarifa obligó a las tropas a entrar en Algeciras el día 23. Finalmente, el 28 de febrero, las fuerzas aliadas comenzaron la marcha en dirección a Cádiz. Este grupo se enfrentó, cerca de la playa de la Barrosa, con un destacamento francés, compuesto por dos regimientos. Aunque tácticamente este enfrentamiento fue victoria de la fuerza aliada, con un águila del regimiento francés capturado, estratégicamente el resultado fue indeciso.

De abril a agosto de 1811, entre 2.000 y 3.000 hombres continuaron operando en la zona. El 26 de octubre, los buques británicos procedentes de Gibraltar destruyeron las posiciones francesas en El Puerto de Santa María, matando al comandante de artillería francés Alexandre-Antoine Hureau de Senarmont. Un intento de Claude Victor para aplastar a la pequeña guarnición anglo-española de Tarifa, durante el invierno de 1811-1812, se vio frustrado por las lluvias torrenciales y una obstinada defensa, marcando el fin de las operaciones francesas contra los exteriores de la ciudad.

El 22 de julio de 1812, Wellington obtuvo en Salamanca una victoria táctica sobre las tropas al mando de Auguste Marmont. El ejército hispano-anglo-portugués entró en Madrid el 6 de agosto y desde allí avanzó hacia Burgos. Dándose cuenta de que su ejército corría el peligro de ser aislado, Soult ordenó la retirada de Cádiz, saliendo de tierras gaditanas el 24 de agosto. Después de un bombardeo de la artillería, los franceses colocaron juntas las bocas de más de 600 cañones, a fin de destruirlos. Aunque estas armas no pudieron ser utilizadas por los españoles y los británicos, las fuerzas aliadas capturaron 30 lanchas cañoneras y una gran cantidad de tiendas.

¿Quieres saber lo que hacían en Cádiz con el plomo de las granadas francesas?: La metralla incandescente que caía en las calles de la ciudad era usada por las mujeres como bigudíes para rizarse el pelo.
Este tanguillo, contemporáneo de la lucha, se lo explica graciosamente.

Cañones de artillería,
aunque pongan los franceses
cañones de artillería,
no me quitarán el gusto
de cantar por "Alegrías"(**).

Con las bombas que tiran
los fanfarrones
se hacen las gaditanas
tirabuzones.

Que las hembras cabales
en esta tierra
cuando nacen ya vienen
pidiendo guerra.
¡Guerra! ¡Guerra!

Y se ríen alegres
de los mostachos
y de los morriones
de los gabachos.(*)

Y hasta saben hacerse
tirabuzones
con las bombas que tiran
los fanfarrones.

Son de piedra y no se notan,
las murallitas de Cádiz,
son de piedra y no se notan,
"pa" que en ellas los franceses
se rompan la cabezota.

Con las bombas que tiran
los fanfarrones… (etc)


Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
Si ignoras lo que pasó antes de que nacieras, siempre serás un niño.
Marco Tulio Cicerón.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 22:38

BATALLA DE LOS CARBAYEDOS

La batalla de los Carbayedos fue un enfrentamiento armado entre el Ejército español, el pueblo de Avilés y el ejército francés de Napoleón el 22 de mayo de 1809, en el contexto de la guerra de independencia española.

En el contexto de la guerra de independencia española, el ejército francés asignado a la ciudad realizaba continuos saqueos a los comercios y a los habitantes de la ciudad, y atrocidades contra la población. Esto alentó el malestar de los ciudadanos, que el 22 de mayo se rebelaron contra el ejercito invasor

Tras la rebelión inicial se conformó un contingente de unos 1000 avilesinos armados que atacaron las guarniciones francesas en la ciudad. Tras la batalla, de aproximadamente dos horas, en la cual se impusieron las tropas napoleónicas, el ejército francés consiguió tomar el Ayuntamiento y los demás órganos administrativos de la ciudad.
Consecuencias

Finalizada la batalla las víctimas mortales de avilesinos ascendían a unos 230, lo cual era demasiado para una población de entonces sólo 1600 habitantes. En el bando francés apenas hubo bajas, ya que los soldados franceses estaban mucho más preparados y con mejor armamento.

Saludos :saluting-soldier: :saluting-soldier: :saluting-soldier:
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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 22:43

BATALLA DE CARPIO

La batalla del Carpio (23 de noviembre de 1809) fue una victoria española sobre las tropas de ocupación francesas junto a esta localidad vallisoletana cercana a Medina del Campo, en el transcurso de la Guerra de Independencia Española.

Las tropas napoleónicas ocupaban la ciudad con 10.000 hombres a las órdenes del general Kellerman; los españoles avanzaron sobre ella con una fuerza que integraban aproximadamente 19.000, mandados por el duque del Parque.

La acción se trabó en una altura muy próxima a la ciudad y singularizó, desde los primeros momentos, por su rudeza. En esta lucha murieron dos distinguidos jefes españoles, Salvador de Molina y el coronel Juan Drimgold. Los franceses fueron rechazados y dejaron libre la plaza, pero esta victoria no pudo considerarse decisiva para la conclusión de las hostilidades.

Pocos días después, el 28 de noviembre, los franceses se tomaron la revancha en la batalla de Alba de Tormes.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 04 Feb 2016 23:00

CARRERA DE BENAVENTE

La denominada Carrera de Benavente fue un episodio de la Guerra de la Independencia Española (1808-1814) ocurrido en las cercanías de la localidad zamorana de Benavente.1 Aunque la ocupación de las tropas francesas se prolongó durante varios años, la repercusión de esta batalla se centra en noviembre de 1808, comienzos del año siguiente, en el que las tropas del británico John Moore decide retirar las tropas en dirección a La Coruña (lugar donde fallece en enero de 1809). La denominación carrera de Benavente corresponde a la historiografía francesa.2 Las tropas británicas, al retirarse precipitadamente hacia La Coruña, inician actos de pillaje sobre la población de los valles que pronto se verían parados por los oficiales. La carrera tendría su fin en el enfrentamiento de Elviña a orillas de la ciudad. Uno de los eventos militares más relevantes fue la captura por los británicos del general francés Charles Lefebvre-Desnouettes.

Historia

El general Moore, tenía como misión concentrar las fuerzas de su ejército, para ello desde el puerto de Lisboa avanzó sucesivamente por Almeida, pasando a territorio español por Ciudad Rodrigo y finalmente Salamanca, ciudad donde estableció su cuartel general. El 4 de diciembre de 1808, día en el que se produce la toma de Madrid por las tropas francesas, se le unió la división de Hope, con la caballería y la artillería, mientras David Baird concentrada a sus tropas en los alrededores de Astorga. La confusión de la situación hace que Moore no se percate de la situación de la Capitulación hasta el día 10. El día 12 inicia movimientos de tropas saliendo de Salamanca hacia Zamora, Toro, Tordesillas y Valladolid. Finalmente se dirige a Sahagún en busca de las tropas del mariscal Jean de Dieu Soult.

Maniobra de Retirada
Durante la maniobra, el día 23 es informado, del avance de un grueso de tropas dirigidas por el mismo Napoleón procedente de Madrid que se dirigía a lo largo del eje de la carretera de La Coruña. De inmediato ordena la retirada a Astorga y La coruña, lugar donde se ve obligado a presentar batalla en batalla de Elviña. Durante el transcurso de esta batalla John Moore fallece a causa de un proyectil de cañón. El avance de Napoleón el día 22 desde a lo largo de la Carretera de La Coruña alerta a Moore por el tamaño del ejército, se compone de 32 000 infantes y 8000 de caballería. Cuando el día 23 es informado Moore del avance, decide iniciar la retirada pero realiza escaramuzas con la caballería con el objeto de hacer creer a Soult un ataque inminente, justo cuando se dispone a lo contrario. El plan es dividir sus tropas en dos frentes, uno se dirige a Valencia de Don Juan (en la provincia de León) y el otro a Benavente. El día 24 cuando las tropas francesas logra entrar en Tordesillas las tropas inglesas inician su movimiento hacia La Coruña.

Cruce del río Esla
Cruzar el río Esla garantiza las comunicaciones al ejército inglés con toda su tropa en Galicia. Moore pide a las tropas españolas dirigidas por la La Romana destacadas en Mansilla que dejen expédito el camino a Astorga. Si David Baird se dirigió a la otra orilla del puente de Castrogonzalo para dirigir una retirada ordenada por él. Una vez conseguido el propósito se dio la orden de destruir todo paso por el río. Es precisamente en este instante del día 27 de noviembre cuando comienza a producirse actos de pillaje por parte de los soldados británicos. La insubordinación se hace patente cuando los soldados ingleses llegan a Benavente.

A finales de noviembre llega en montante del ejército francés a orillas del río Esla, y allí uno de los generales franceses: Charles Lefebvre-Desnouettes. En una partida de reconocimiento decide cruzar el río a la altura de Benavente encontrándose con 3000 jinetes ingleses. Cae capturado.3 Los detalles de la captura y su posterior destino son confusos y contradictorios dependiendo de la descripción de uno u otro bando. Es cierto que los franceses al percatarse de las maniobras de retirada redoblaron su marcha intentando anular las tropas de Moore.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 15:25

BATALLA DE CHICLANA

La batalla de Chiclana, también llamada batalla de la Barrosa, librada el 5 de marzo de 1811 cerca de Cádiz, fue una batalla de la Guerra de la Independencia Española. Una división anglo-portuguesa derrotó a dos divisiones francesas, aunque este hecho tuvo un efecto estratégico mínimo en el conjunto de la contienda.

La reducción en el número de las tropas que asediaban la ciudad dio a la guarnición anglo-española la ocasión de levantar el asedio y a tal fin una gran fuerza aliada se embarcó desde Cádiz a Tarifa y de allí hacia el norte para atacar las líneas francesas por la retaguardia, pero los franceses, bajo el mando del mariscal Victor, conocieron las maniobras de los aliados y prepararon una trampa. Una división francesa bloqueó la ruta hacia Cádiz, mientras las otras dos divisiones de Victor cayeron contra la división británica bajo el mando de sir Thomas Graham. Tras una cruenta batalla en dos frentes, la división británica venció a las fuerzas francesas atacantes. Sin embargo, la falta de apoyo del contingente español evitó una victoria absoluta, y los franceses pudieron reagruparse y volver a ocupar sus posiciones en el asedio: los aliados no consiguieron su objetivo, e incluso Victor la consideró una victoria francesa, dado que el asedio de Cádiz por éstos pudo continuar hasta el 24 de agosto de 1812.


Desde enero de 1810 Cádiz, el mayor puerto aliado de España y sede del gobierno español, había estado bajo el asedio de las tropas francesas bajo el mando del mariscal Victor. Aunque inicialmente estaba guarnecida por sólo cuatro batallones de voluntarios y reclutas, la decisión del duque de Albuquerque de posponer las órdenes de la Junta Suprema Central de atacar a las fuerzas de Victor (muy superiores en número) permitió reforzar la ciudad con 10 000 hombres. Un refuerzo adicional de 3000 españoles completó las defensas de la ciudad.

La junta, expuesta a la violencia popular, fue obligada a dimitir, y se estableció una regencia de cinco personas para gobernar en su lugar. Este consejo de regencia, reconociendo que España sólo podría salvarse con la ayuda de sus aliados británicos, pidió refuerzos a Wellington, y a mediados de febrero de 1810 cinco batallones anglo-portugueses desembarcaron en Cádiz, elevando el número de tropas defensoras hasta 17 000 hombres, lo que hacía inexpugnable la ciudad. Aunque el asedio tenía inmovilizada a esta cantidad de soldados, Wellington lo aceptó como parte de su estrategia, ya que en el bando francés había una cantidad similar de tropas en la misma situación. En enero de 1811 el mariscal Soult ordenó a Victor enviar casi la tercera parte de sus fuerzas en apoyo del asalto a Badajoz, dejando sólo 15 000 hombres sitiando Cádiz. Con esta cantidad de soldados Victor tenía pocas posibilidades de progresar en su ataque contra la ciudad, pero no podía retirarse, ya que en caso de levantar el asedio, la guarnición de Cádiz sería capaz de tomar toda Andalucía.

Los aliados vieron en la reducción de las fuerzas sitiadoras la posibilidad tanto de entablar combate con el mariscal Victor en campo abierto como de liberar Cádiz del asedio. A este fin, un ejército de tropas aliadas fue enviado por mar desde Cádiz a Tarifa con la intención de marchar hacia el norte alcanzando la retaguardia francesa. Desde el momento de la salida de Tarifa, el mando de las tropas, compuestas de unos 8000 soldados españoles y 4000 británicos, fue encargado al general español Miguel de la Peña, tachado habitualmente de incompetente. Estaba planeado que el general José Pascual de Zayas y Chacón dirigiría una fuerza de 4000 españoles en una salida desde Cádiz, a través de un pontón desde la isla de León (actual San Fernando) coincidiendo con la llegada de la fuerza principal de La Peña.

El contingente anglo-portugués, comandado por el teniente general sir Thomas Graham, navegó desde Cádiz el 21 de febrero de 1811. Debido al mal tiempo, las fuerzas de Graham fueron incapaces de tocar tierra en Tarifa y siguieron hasta Algeciras, donde desembarcaron el 23 de febrero. Tras unirse a un batallón del coronel Browne, marcharon hacia Tarifa el 24 de febrero donde recibieron el refuerzo de las tropas allí guarnecidas. El día 27 se unieron con las tropas de De La Peña, que había salido por mar tres días después de Graham, y a pesar de haber sufrido el mismo mal tiempo, sí consiguió desembarcar en Tarifa. La vanguardia de este ejército se encomendó a José de Lardizábal, el centro al príncipe de Anglona, Thomas Graham quedó encargado de la reserva y el mariscal de campo Santiago Whittingham al mando de la caballería.

Una fuerza de españoles irregulares al mando del general Antonio Begines de los Ríos tenía órdenes de bajar desde las montañas de Ronda para unirse a la fuerza anglo-hispano-portuguesa el 23 de febrero, y en busca de ésta llegó hasta Medina-Sidonia. Las escaramuzas con el flanco derecho de Victor obligaron a Begines a retirarse de nuevo hacia las montañas, y el jefe del flanco francés, general Cassagne, pudo advertir de este encuentro al mariscal. Victor ordenó la fortificación de Medina-Sidonia y envió tres batallones de infantería y un regimiento de caballería para reforzar a Cassagne.

Las fuerzas conjuntas marcharon el 28 de febrero hacia Medina-Sidonia, al norte, y La Peña ordenó a Begines reunirse con ellos en Casas Viejas. Una vez juntos, los exploradores de Begines informaron que Medina-Sidonia estaba ocupada por un ejército francés mucho más numeroso del que habían previsto. La Peña decidió que en lugar de enfrentar a Victor en Medina-Sidonia, sería mejor que los aliados marchasen campo a través hasta el camino que unía Tarifa, pasando por Vejer y Chiclana, con Cádiz.

El cambio de planes junto con el mal tiempo y la insistencia de La Peña de marchar de noche, dio como resultado un retraso de dos días sobre el plan previsto. La Peña envió un mensaje a Zayas advirtiéndole de la demora, pero éste no recibió el informe. Así, Zayas salió de Cádiz, tal como estaba planeado, el 3 de marzo de 1811; un batallón destacado cruzó el pontón sobre el caño de Sancti Petri para establecer un atrincheramiento previo a la salida de la totalidad de las fuerzas de Zayas. Sin embargo, a fin de evitar que los cerca de 13 000 soldados que quedaban en Cádiz saliesen a atacar sus líneas, en la noche del 3 al 4 de marzo Victor envió seis compañías de voltigeurs al asalto de estas trincheras, causando 300 bajas españolas y forzando a Zayas a retirar el puente y replegarse.

Mientras tanto, Victor supo por los informes de algunos dragones provenientes de Vejer de la presencia del ejército de La Peña. Esta información, junto con las acciones de la guarnición gaditana, le llevaron a intuir que las tropas marchaban hacia Cádiz, y le permitió preparar una trampa a los aliados. Ordenó a una división a cargo de Villatte bloquear el camino de Vejer a la altura del cuello de la península, antes del caño de Sancti Petri y la Isla de León. Sus otras dos divisiones, bajo el mando de Ruffin y Leval, se ocultarían en los espesos pinares de Chiclana en posición de atacar el flanco de los aliados cuando de camino a Cádiz fueran detenidos por Villate.

Tras otra noche de marcha, los aliados alcanzaron el Cerro del Puerco, al sureste de Barrosa el 5 de marzo. Los exploradores informaron de la presencia de las fuerzas de Villatte, y La Peña ordenó a su vanguardia atacarles. Con la ayuda de una partida de tropas de refresco que salió de Cádiz y reforzados por una brigada de la división de Anglona, los españoles forzaron la retirada de Villatte más allá del río Almansa. La Peña rehusó perseguir la retirada de Villatte, por evitar que éste rodeara el Almansa y le cayera por detrás. Mientras tanto, la división de Graham cubría el Cerro del Puerco defendiendo la retaguardia y el flanco derecho de las fuerzas de La Peña.

Habiendo forzado la retirada de Villatte y dejado expedita la ruta a Cádiz, La Peña ordenó a Graham adelantar sus tropas desde el Cerro del Puerco a Torre Bermeja, dejando el cerro sin defensa. Siguiendo las constantes objeciones de Graham de que hacer esto supondría dejar expuestos la retaguardia y el flanco, cinco batallones españoles y un batallón de Browne quedaron manteniendo el cerro, flanqueados en el camino de la costa por tres escuadrones de caballería españoles y otros dos de la legión alemana real bajo el mando de Whittingham. Las fuerzas de Graham se movieron entonces al norte, según las órdenes: en lugar de bajar por el escarpado camino, siguieron una senda a través de los pinares al oeste del cerro. El camino a través de los árboles, aunque más corto y práctico para la artillería, hizo que marcharan a ciegas, sin visibilidad en ninguna dirección.

Victor estaba disgustado por el hecho de que Villatte no hubiera podido bloquear el camino a Cádiz durante más tiempo, pero confiaba en que el grueso de sus fuerzas pudiera empujar a los aliados hacia el mar. Vio que la principal fuerza española tomaba posiciones frente a Villatte, y teniendo informaciones de que el cerro estaba despejado, pensó tener una oportunidad de tomar las alturas sin oposición. Ordenó a tres escuadrones de dragones rodear el cerro para tomar el camino de la costa, mientras Ruffin ganaba las alturas y Leval atacaba a Graham en el bosque.

El ataque de Ruffin en el cerro del Puerco bastó para poner en fuga a los cinco batallones españoles que lo cubrían, dejando solo al de Browne en la defensa del cerro. La caballería de Whittingham se enfrentó a los dragones franceses que habían rodeado el cerro, y decidió retirarse, cubriendo su retirada con un único escuadrón de húsares prestado por Browne. Éste ordenó a su batallón tomar posiciones en las ruinas de una ermita en la cumbre del Cerro del Puerco, pero al ver el avance de seis batallones franceses hacia ellos, y la retirada de la caballería de Whittingham, no tuvo más opción que abandonar el cerro y partir a unirse con Graham en el bosque. Los franceses tomaron el cerro sin oposición, como Victor había pretendido, y Ruffin colocó una batería de artillería en la altura.
La respuesta de Graham

Mientras tanto, a mitad de camino en su marcha por unirse a de La Peña, Graham tuvo noticias por unos guerrilleros españoles de que las tropas francesas habían avanzado desde su escondite en el bosque de Chiclana y estaban atacando. Al volver la vista vio a los españoles retirándose del cerro, la división de Ruffin subiendo la ladera y la de Leval aproximándose desde el este. Entendiendo que las fuerzas aliadas corrían el peligro de verse rodeadas por los franceses, desobedeció las órdenes que tenía y volvió atrás para atacar el Cerro del Puerco y defenderlo del asalto de Leval. Ordenó a la brigada de Dilkes atacar a Ruffin en el cerro, mientras la brigada de Wheatley fue a vigilar a Leval, que se acercaba desde el este.

Calculando el tiempo que costaría desplegar una brigada completa en formación de batalla, Graham supo que tenía que entretener a los franceses. Así, ordenó a Browne, que ya había llegado junto a él, que su batallón de 536 hombres, formado por compañías de flanco de diferentes batallones, volviera a rodear y subir la ladera del cerro contra los 4000 franceses con su artillería en la cumbre. Barnard, que mandaba el batallón ligero de la brigada de Wheatley, y Bushe, con dos compañías de infantes portugueses, atacaron por el bosque para detener el avance de Leval.

La división de Leval, ignorante del ataque inminente de Barnard, avanzaba en columna de a dos, sin una vanguardia de voltigeurs. La inesperada aparición de los británicos causó tal confusión que algunos regimientos franceses, imaginando ser atacados por la caballería, formaron cerradamente, y fueron barridos por la metralla de los diez cañones montados en el extremo de las líneas británicas. Corrigiendo su formación a la forma usual de ataque francés –la "columna de divisiones"–, bajo el fuego de la artillería de Duncan, avanzaron forzando a Barnard a retroceder. Tras éste, Bushe con los portugueses cubrieron su retirada y enfrentaron a los franceses hasta que la brigada de Wheatley formó en la orilla del bosque. Los 3800 hombres de Leval marchaban ahora contra una línea de 1400 anglo-portugueses (los de Barnard, Bushe y Wheatley).

Mientras tanto, en el cerro, el batallón de Browne se enfrentaba con la división de Ruffin. El fuego francés diezmó a los británicos con unas pocas andanadas de su artillería e infantería. En lugar de retroceder, los de Browne se dispersaron al abrigo de la ladera y devolvieron el fuego. En este punto, Ruffin no podía descender por la presencia de la brigada de Dilkes, que saliendo del bosque formaba al pie del cerro.

Dilkes, avanzando cerro arriba por la derecha de Browne, consiguió llegar cerca de la cima sin pérdidas serias. Ruffin desplegó cuatro batallones que intercambiaron fuego con Dilkes y con Browne. Victor, en la cumbre del cerro, trajo en su apoyo dos batallones de granaderos de su reserva. Sometidos los seis batallones franceses al intenso fuego de mosquete, fueron detenidos a sólo unos metros de la línea británica. Poco después, deshecha la fuerza francesa por el fuego de los hombres de Browne y de Dilkes, escapaba hacia el valle de más abajo.

Volviendo al combate entre Wheatley y Leval, éste tenía la impresión de enfrentarse a una fuerza superior, aunque era él quien tenía la ventaja numérica. Después de haber sido vapuleados por las compañías ligeras de Barnard y Bushe, los franceses necesitaban reorganizarse, pero Wheatley atacó tan pronto como las compañías ligeras despejaron el campo. Ninguno de los batallones franceses consiguió formar en línea, y la primera columna francesa se deshizo tras la primera andanada inglesa. El 8º de Línea francés, parte de esa columna, sufrió un 50 % de bajas; el águila imperial estandarte de esta columna fue capturado por el alférez Keogh, del 87º regimiento, quien murió en el intento, y el sargento Patrick Masterson (o Masterman, según otras fuentes) lo cogió, el primero en ser ganado por los británicos en la Guerra de Independencia española. La línea británica continuó su avance, rompiendo el único batallón que había conseguido formar (del 54º de Línea francés). Tras tres descargas, éstos se retiraron junto a la división en fuga de Leval.
Retirada francesa

Las divisiones francesas huyeron hacia la Laguna del Puerco, donde Victor se ocupaba de detener la desorganizada fuga francesa y de desplegar los dos o tres únicos batallones ilesos para cubrir la retirada. Graham también puso orden en sus exhaustas huestes, y las llevó junto con la artillería de Duncan contra los reorganizados franceses. Sin embargo, un escuadrón de húsares rodearon el cerro y condujeron a un escuadrón de dragones contra la infantería francesa en formación. El efecto de este golpe desmoralizó a los franceses, que se retiraron apresuradamente.

Durante la batalla, La Peña rehusó empecinadamente dar apoyo a las tropas de Graham. Supo del avance francés al mismo tiempo que el inglés, pero decidió quedarse defendiendo el istmo de la Isla de León con todos los hombres a su cargo. Conociendo la decisión de Graham de enfrentarse a los franceses y convencido de la victoria de éstos, se mantuvo en su posición. Zayas le requirió repetidamente para dar apoyo a los británicos, pero La Peña se negó. Al terminar el combate, viendo la victoria británica, rehusó perseguir a los franceses en su retirada, a pesar de las continuas protestas de Zayas.

Tácticamente y en términos de bajas sufridas, la batalla fue una victoria para las tropas aliadas. Habían marchado una distancia considerable durante aquel día (y la noche anterior) y estaban luchando contra una fuerza casi doble en número. Las fuerzas británicas perdieron aproximadamente 1240 soldados, incluyendo portugueses y alemanes bajo el mando británico. Las bajas españolas fueron entre 300 y 400. Los franceses perdieron cerca de 2380 hombres. Sin embargo, el error de los aliados de no perseguir a los franceses derrotados permitió a Victor reocupar las líneas del asedio a Cádiz, y la batalla no tuvo resultados estratégicos decisivos; de hecho, Victor la consideró una victoria, dado que el asedio continuó como hasta entonces.

En la mañana del 6 de marzo Graham, furioso con La Peña por su falta de apoyo, recogió a sus heridos y marchó hacia Cádiz. Parece posible afirmar que si las fuerzas aliadas hubieran acosado a las francesas tras la batalla, o al día siguiente, el asedio de Cádiz habría podido ser levantado. Aunque Victor consiguió reagrupar su ejército, el pánico estaba generalizado en sus líneas. Victor había planeado contener cualquier avance aliado sólo el tiempo suficiente como para destruir las fortificaciones asediadoras, evitando que cayeran en manos enemigas; pero era tal el desconcierto entre los franceses que, aunque los aliados no avanzaban, destruyeron una de sus baterías de artillería sin haber recibido la señal.

La Peña insistió en desoír los planes de Graham y Keats para avanzar contra los franceses en Chiclana, e incluso se negó a enviar jinetes exploradores para ver lo que hacía Victor. Después de permanecer en sus atrincheramientos durante la batalla, los españoles volvieron a la Isla de León el 7 de marzo de 1811, dejando sólo las fuerzas irregulares de Begines tras ellos. Éstos aseguraron efímeramente Medina-Sidonia y pronto volvieron a las montañas de Ronda. El 8 de marzo, Victor había vuelto a ocupar todas sus posiciones originales, y el asedio a Cádiz seguía como al principio.

La derrota francesa dio un empuje a la moral de los españoles, a pesar de su escasa participación en el combate. Tras la batalla, La Peña tuvo que rendir cuentas ante un tribunal militar por negarse a perseguir la retirada de las fuerzas francesas; resultó absuelto aunque fue relevado del mando. Las críticas de Graham hacia sus aliados españoles, en un momento de tensas relaciones entre ambos, supusieron el traslado de Graham al ejército principal de Wellington.

En noviembre de 1811, Jorge IV del Reino Unido otorgó la concesión de una medalla a los oficiales británicos presentes en la batalla. El 13 de febrero de 1815 Fernando VII hizo lo mismo con los españoles.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 15:33

BATALLA DE CIUDAD REAL


La batalla de Ciudad Real tuvo lugar entre los días 26 y 27 de marzo de 1809 y enfrentó a los ejércitos napoleónicos y los españoles en Ciudad Real, en la actual comunidad autónoma de Castilla-La Mancha.

La batalla tiene lugar en el contexto de la Guerra de la Independencia Española y es especialmente importante por la cercanía de los hechos bélicos que sucedieron en la batalla de Valdepeñas el 6 de junio de 1808, en la batalla de Bailén en julio de ese mismo año y en otros enfrentamientos menores.

Estratégicamente las tropas francesas pretenden controlar las vegas del río Guadiana y asegurar las comunicaciones entre Madrid y Andalucía, comunicados por una red de caminos reales y de herradura de suma importancia.

Las operaciones bélicas y la batalla se dieron entre el IV Cuerpo del Ejército Imperial francés del general Sebastiani y el Ejército de La Mancha del general José de Urbina, conde de Cartaojal, en la que participaron más de 5000 hombres. Además, también se movilizaron numerosas partidas guerrilleras de patriotas de la propia Ciudad Real y pueblos colindantes como Miguelturra, Pozuelo de Calatrava o Carrión de Calatrava. El resultado de la batalla resultó de victoria para los franceses. Esto les permitió tomar la capital y toda la provincia, reanudando la comunicación con Andalucía e instalando guarniciones de caballería en el Cuartel de la Misericordia de Ciudad Real y de cuerpos menores del Ejército Imperial francés en Almagro, Daimiel y en el castillo de Manzanares.

El 26 de marzo de 18091 llegó la noticia a Ciudad Real de que las tropas francesas se aproximaban, pues venían del norte en contraofensiva para vengar la derrota de Bailén y persiguiendo a los restos de las tropas españolas, que les hacían frente como podían. Se enfrentaban de un lado el Ejército Imperial francés, con lo mejor de las tropas de choque de Europa, y sobre todo su excelente caballería de lanceros polacos, al mando del general Sebastiani y, de otro, los restos del Ejército español, derrotado en Uclés y Consuegra, formado por tropas desmoralizadas y con un armamento anticuado e insuficiente, entre Regimientos de Línea y la Milicia de Ciudad Real, al mando del general Conde de Cartaojal. El conde de Cartaojal había situado su cuartel general en Ciudad Real y sus Divisiones se extendían a lo largo de la provincia: la Caballería hasta Manzanares, ocupando a Daimiel, Torralba de Calatrava y Carrión de Calatrava, y el grueso de la infantería se alojaba en las cercanías de Valdepeñas. Ante esto, el general Sebastiani tomó la decisión de dividir su Ejército en dos: uno bajaría hasta Ciudad Real por el Camino Real de Andalucía, y el otro intentaría envolver a los españoles por su espalda.

Desde las 10 de la mañana del día 26, la División de Caballería del general francés Milhaud se acercó hasta Peralbillo, aunque fue rechazada en su intento de pasar los puentes fluviales hacia Ciudad Real, aun así, el refuerzo de las demás unidades del IV Cuerpo de Ejército francés, que acudieron en horas posteriores, sorprendió completamente al dispositivo español, y así durante todo ese día el Ejército español y las milicias provinciales, como la de Ciudad Real, resistieron el empuje del muy superior Ejército francés en el Puente de Nolaya, en el río Guadiana.

Al día siguiente, el 27 de marzo de 1809 tuvo lugar la batalla entre las tropas españolas y las tropas napoleónicas en el Guadiana a la altura del Puente Nolaya, tras envolver la caballería de los lanceros polacos los flancos de las fuerzas españolas, la infantería francesa, con su superioridad numérica arroyó a las tropas españolas que defendían el Puente Nolaya, incluida la artillería, tras esto, cayó parte de la infantería española situada en la falda del cerro de la Atalaya, la caballería española del Regimiento de Voluntarios de Madrid protegió la retirada de las tropas españolas de infantería hacia Almagro. El general español José Urbina, Conde de Cartaojal, huyó precipitadamente ordenando el repliegue de las tropas hasta Viso del Marqués.

Al mediodía los franceses llegaban hasta Ciudad Real liberando a los 80 prisioneros franceses que habían sido capturados por las tropas españolas en los combates de los días anteriores y que estaban presos en los sótanos de la Casa de la Caridad. Por parte española se registraron entre muertos, heridos y desaparecidos, cerca de 2000 bajas, perdiendo el Regimiento de Milicias Provinciales de Ciudad Real muchos hombres y su bandera.

Tras esto vendría la ocupación francesa de Ciudad Real hasta 1813, primero por el Regimiento de Húsares de Holanda, que usaron el Real Hospital de la Caridad como cuartel y después por otros regimientos.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 15:37

BATALLA DE COGORDEROS

La batalla de Cogorderos (23 de junio de 1811) fue una victoria española sobre las tropas de ocupación francesas junto a esta localidad leonesa, en el transcurso de la Guerra de Independencia Española.

En junio de 1811, con los franceses ocupando el Páramo Leonés, el mariscal de campo José María de Santocildes –el heroico defensor de Sitio de Astorga, evadido de Francia seis meses antes– presionó de nuevo sobre la capital maragata aprovechando el traslado del mariscal Marmont a Extremadura para combatir a Wellington, lo que obligó a su evacuación. El jefe de la guarnición, el general Jeanin voló varios tramos de la muralla y se replegó a Benavente (19 de junio), entrando Santocildes en la ciudad el 22 de junio, tras 14 meses de ocupación francesa.

Entretanto el general Bonet, se trasladó de Asturias a León, concentrando sus tropas en la orilla derecha del Órbigo. Destacó desde La Bañeza al general de brigada Valleteaux con 3000 hombres. Al principio se limitaron a tirotearse de lejos, ya que los españoles faltos de caballería no querían aventurarse en el llano y Bonet, con menos efectivos, había recomendado prudencia a sus subordinados. Sin embargo, en la mañana del 23 de junio Valletaux logró socorrer a la guarnición de la aldea de Benavides y expulsar a los españoles, tomando algunos prisioneros. Enardecido por el éxito, el impetuoso francés decidió atacar a las tropas españolas situadas en el pueblecito de Cogorderos, sito junto a la carretera de Astorga a Ponferrada, sobre el río Tuerto. Éstas estaban conformadas por la 2ª División del 6º Ejército, dirigida por el general Taboada, en su mayor parte infantería reforzada con algunos elementos de caballería.

Las tropas francesas se destacaron a lo largo de un frente de unos dos kilómetros, desde la margen norte del valle de Valdecadierno hasta Quintana de Fon. Las posiciones españolas se situaban al sur de Villamejil, en el llano de la margen norte de Valdecadierno. Confiando en la superioridad de sus tropas sobre las milicias españolas, Valletaux se lanzó al ataque a pesar de su desventaja numérica.

Trabado el combate a la una del mediodía, los españoles se defendieron con tenacidad durante más de cuatro horas, hasta que acudió en su socorro el coronel Méndez de Vigo con sus tres batallones del regimiento de Oviedo, integrantes de la brigada Volante del general Castañón, que venían a marchas forzadas. Los recién llegados, sin descansar, atacaron a los franceses por el flanco, en combinación con la caballería de Taboada. Tres sangrientas cargas a bayoneta calada deshicieron por completo a los franceses, que se retiraron al cabo de siete horas y media de lucha, dejando atrás fusiles y equipo, así como varios cientos de prisioneros, entre ellos 11 oficiales. El propio Valletaux murió en combate en la primera carga. Los españoles tomaron tres águilas regimentales y literalmente cazaron a muchos de los huidos en la ruta hacia el río Órbigo.

A pesar a tan señalada victoria, Taboada, viéndose amenazado por el grueso del superior ejército de Bonet, se retiró a Astorga. Sin embargo, unos alarmados Bessières y Bonet suspendieron el envío de más tropas a Extremadura, lo que favoreció el avance de Wellington por el sur. El ejército francés en León fue reforzado con varios miles de hombres al mando del general Dorsenne, que reemplazó a Bessières.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 22:33

SAQUEO DE CORDOBA


El saqueo de Córdoba se produjo al iniciar la Guerra de la Independencia Española en 1808, cuando esta ciudad sufrió un saqueo por parte de las tropas francesas que duró 3 días y sembró de pánico y terror la población.

Tras la batalla del puente de Alcolea, el general Dupont entró en Córdoba el 13 de junio de 1808 por la Puerta Nueva y se dedicó a saquear la ciudad. La razón o excusa para tal acción, fue un tiro fallido que el juez de paz de la Santa Hermandad, Pedro Moreno, realizó desde la actual calle Alfonso XII. Con el apoyo de la artillería, las tropas galas, asaltaron iglesias, conventos, casas, robando todo tipo de carros, vehículos, caballos y dinero, entre otros bienes.

El ejército francés se ensañó especialmente en conventos femeninos como el Convento del Carmen, el Convento de San Juan de Dios o el Convento de los Terceros, donde se produjeron numerosas violaciones y saqueos de las imágenes, y en el robo de dinero, como en el Palacio de Viana, donde se apoderaron de 80.000 reales, o en el Palacio Episcopal, de 100.000. En total se calcula que las tropas francesas se llevaron más de 10 millones de reales. Tamaña fue la recaudación, que los franceses desistieron de imponer ningún tipo de impuesto de guerra a la población.

Las tropas imperiales abandonaron la ciudad el día 16 de junio tras conocer la capitulación de la Armada francesa en la bahía de Cádiz, así como de la formación del ejército de Andalucía comandado por el general Castaños, que con el apoyo de tropas del general Reding, se dirigía hacia el valle del Guadalquivir. Siete días más tarde, el general Castaños entró en Córdoba donde comenzó a preparar la batalla que le enfrentaría al Ejército Imperial en los días siguientes, conocida como batalla de Bailén.

Con la derrota de los franceses en Bailén, el Ayuntamiento de Córdoba y otras instituciones de la ciudad hicieron llegar al general Castaños, un recordatorio para que los franceses devolvieran el botín incautado a sus legítimos dueños, a lo cual el general respondió que sólo se devolverían «los vasos, ornamentos sagrados y cuanto perteneciese al culto», en cumplimiento de las leyes de la guerra.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 22:40

BATALLA DE ELVIÑA

La batalla de Elviña (también conocida como batalla de Coruña) fue una batalla de la Guerra de la Independencia Española enmarcada dentro de las Guerras Napoleónicas. Tuvo lugar el 16 de enero de 1809 entre 14 000 soldados británicos bajo el mando de sir John Moore, y 16 000 soldados franceses bajo el mando de Nicolas Jean de Dieu Soult.

Después de la desastrosa Convención de Sintra, en la cual se permitió la repatriación de las tropas francesas derrotadas en la batalla de Vimeiro, los comandantes del ejército británico (incluido Arthur Wellesley, futuro Duque de Wellington) fueron llamados a su patria para enfrentarse a una investigación. De esta forma, las tropas expedicionarias británicas en España y Portugal fueron dejadas al mando de sir John Moore, un militar conocido por su reforma en las tácticas de la infantería ligera.

Sin embargo, la campaña subsecuente estuvo marcada por las privaciones y por las condiciones invernales que costaron la vida de 6000 soldados británicos. La retirada posterior, realizada durante un severo invierno, fue un completo desastre. Las marchas agotadoras, el tiempo gélido y las frecuentes escaramuzas con la vanguardia de las tropas francesas provocaron una caída en el alcoholismo de numerosas tropas, y su consiguiente abandono ante el avance francés.

Estas condiciones, unidas a la sorpresiva llegada del propio Napoleón con un ejército a España, forzaron a Moore a iniciar la retirada completa hacia el puerto de La Coruña, en la esquina noroccidental de España. Razones políticas y una serie de acciones británicas tenaces y sorpresivas en la propia retaguardia francesa hicieron que Napoleón decidiera dejar la persecución en manos del mariscal Soult.

El encuentro entre los dos ejércitos se produjo en el llano de Elviña, en las inmediaciones de la ciudad de La Coruña, en la que se hallaban fondeados los barcos de la Real Armada Británica dispuestos para la evacuación. Lejos de actuar como un ejército derrotado y diezmado, las tropas británicas se propusieron proteger la evacuación rechazando los ataques franceses, normalmente mediante la propia infantería ligera creada por Moore.

Cogiendo lo mejor que quedaba de sus tropas (entre ellos los regimientos 51st Highlanders y 95th Rifles), Moore se enfrentó a los franceses y consiguió evitar la destrucción total, dando a sus exhaustas tropas el tiempo necesario para embarcar en los transportes anclados en el puerto. El propio Moore fue herido en el pecho por un proyectil de cañón durante la batalla, falleciendo poco después en la ciudad de La Coruña, pero con la satisfacción de ver cómo su ejército se salvaba de la destrucción.

El fuego de cobertura de los barcos de guerra mantuvo a Soult a distancia permitiendo a los británicos embarcar sin problemas y retornar sanos y salvos al Reino Unido. Los sucesivos ataques franceses fueron rechazados y el ejército británico se retiró con aproximadamente 900 bajas (entre muertos y heridos) incluyendo al propio sir John Moore. Las bajas francesas ascendieron a 2000 hombres aproximadamente. El mariscal Soult pudo tomar la ciudad poco después de que la abandonaran las tropas británicas y, al encontrar el cuerpo del comandante británico, decidió enterrarlo con los honores que merecía.

El ejército británico, a pesar de su retirada de la península ibérica, había combatido exitosamente contra un enemigo mayor y mejor aprovisionado. A pesar de la pérdida de sir John Moore, un comandante muy popular, la tropa tenía la sensación de haber conseguido un triunfo moral (similar a lo que significó Dunkerque en la Segunda Guerra Mundial), lo que ayudó a mantener la reputación de los soldados británicos en las subsiguientes contiendas dentro de las guerras napoleónicas.

Los británicos regresaron a la península por Portugal en abril de ese mismo año, con tropas de refresco, nuevos aprovisionamientos y un nuevo comandante, sir Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington y que, años más tarde, derrotaría definitivamente a Napoleón en la batalla de Waterloo.

La campaña y la batalla de Elviña presagiaron muchos de los problemas que encontraría el ejército británico en la guerra peninsular. Primero y sobre todo, mostró la necesidad de un método fiable de suministro. Los sufrimientos del ejército británico en la retirada fueron terribles, pero lo peor de todo es que forzaron a muchos soldados al saqueo y la rapiña de la campiña española. Esto, desde luego, no contribuyó a mejorar las relaciones de los británicos con sus aliados españoles. Subsecuentemente, el futuro comandante Arthur Wellesley planeó un sistema logístico en conjunción con los españoles, los portugueses y las unidades británicas. Este sistema fue muy eficiente y aseguró que los británicos pagaran a los suministradores y comerciantes locales. También se pusieron de manifiesto las dificultades de emprender una campaña en invierno, lo que contribuyó en gran manera a las privaciones sufridas por el ejército.

Finalmente, la falta de comunicación entre los aliados contribuyó al desastre global. El rol del ejército británico bajo las órdenes de Moore era dar soporte a los ejércitos españoles en su lucha con Napoleón. Sin embargo, cuando Moore llegó a Salamanca, no era consciente de que Napoleón ya había derrotado a los españoles. Después de estos hechos, muchos esfuerzos fueron llevados a cabo para centralizar el mando y la comunicación, la mayoría de las veces bajo el mando de comandantes británicos, como Wellesley y Beresford.

Recuerdos de la batalla en la actualidad

Algunos recuerdos de esta batalla están presentes aún en la ciudad de La Coruña. Aunque el campo de batalla ha sido parcialmente borrado, principalmente por la Avenida de Alfonso Molina que constituye la principal entrada a la ciudad, aún queda algo por ver del mismo. Así, el pueblo de Elviña es fácil de encontrar saliendo de La Coruña a mano derecha. Junto al pueblo, la mayoría del antiguo campo de batalla ha sido ocupado hoy en día por la Universidad de La Coruña, en donde se levanta un monolito conmemorativo en el que se puede leer en latín la frase que Soult grabó en la tumba original de Moore: "Aquí cayó John Moore, general en jefe del ejército inglés, en la batalla del 16 de enero de 1809 contra los franceses dirigidos por el duque de Dalmacia."


Más arriba del pueblo de Elviña, subiendo hacia el monte de la Zapateira existe un mirador que nos da la perspectiva francesa del campo de batalla. En ese mirador se ha colocado un mapa descriptivo de la batalla hecho de baldosas. También se guardan unas placas conmemorativas, una de las cuales fue descubierta por el príncipe de Gales en 1931. Las demás han sido costeadas por diferentes asociaciones históricas coruñesas y por el embajador del Reino Unido en 1997.

La tumba de Moore puede verse en la Ciudad Vieja de La Coruña, más concretamente en los jardines de San Carlos, en los cuales se levantan varias placas conmemorativas. Una de ellas recoge las palabras de Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington, elogiando el valor de los gallegos en la contienda. También existen placas recogiendo los poemas que dedicaron Charles Wolfe y Rosalía de Castro al general Moore.

Finalmente, cada ciertos años se hace una recreación histórica de la batalla organizada por el ayuntamiento de La Coruña y la asociación cultural Royal Green Jackets.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 22:44

BATALLA DE ESPINOSA DE LOS MONTEROS

La batalla de Espinosa de los Monteros fue librada el 10 y 11 de noviembre de 1808, en las proximidades de localidad homónima burgalesa en los Montes Cantábricos, en que las tropas napoleónicas al mando del general Victor obtuvieron la victoria contra el teniente general Joaquín Blake, jefe del Ejército de Galicia.
Desarrollo de la batalla

En el primer día de combate, Victor, buscando un victoria fácil que borrase su humillación en Valmaseda, lanzó una serie de ataques sin sentido que fueron repelidos con fuertes perdidas por los disciplinados soldados regulares del general marqués de la Romana. Sin embargo, la posición de Blake todavía se mantenían. En la mañana del 11 de noviembre, Victor retomó sus posiciones y coordinó un ataque francés masivo que atravesó a la izquierda de Blake y barrió las tropas españolas fuera del campo de batalla. Los franceses capturaron un total de 30 cañones y otras treinta banderas.

Aunque no es una derrota decisiva en sí misma, la confusión desesperada del ejército español destrozado y cansado, que carecía de un gobierno y una estructura de mando coordinada, la batalla de Espinosa marcó un golpe de muerte para el Ejército de Galicia que mandaba Blake. En su haber con todo fue capaz de retirar cara al oeste, con orden, lo que quedaba de sus tropas a través de las montañas, escapando de la persecución napoleónica del mariscal Soult. Cuando llegó a León, el 23 de noviembre de 1808, todavía contaba con 10 000 hombres bajo su mando. Tres días después, Blake traspasó el mando de sus tropas a marqués de la Romana.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 05 Feb 2016 22:58

BATALLA DE FUENGIROLA

La batalla de Fuengirola tuvo lugar los días 14 y 15 de octubre de 1810, en el marco de la Guerra de Independencia Española.

La expedición hispano-británica al mando de Sir Andrew Thomas Blayney, XI Lord Blayney, constituyó uno de los más importantes intentos por liberar Málaga de la ocupación napoleónica. Sin embargo, una pequeña guarnición de soldados polacos al servicio del Ejército francés de Napoleón Bonaparte, destinados en la fortaleza medieval de Fuengirola, logró contenerla, tras apresar a Lord Blayney durante la batalla (estuvo tres años prisionero en Francia).

Uno de los motivos que indujo a los defensores del 4º Regimiento del Gran Ducado de Varsovia a realizar incursiones entre las filas de las fuerzas que asediaban el castillo, era que debido al enorme polvorín que concentraba la fortificación, entre munición y pólvora, los defensores temían que fuese blanco de la artillería enemiga y muy probablemente fortaleza y defensores hubiesen sido aniquilados, (de ahí que dispusieran de material suficiente como para que la torre suroeste y parte de los muros adyacentes (S y O) de la fortaleza volaran por los aires cuando las tropas napoleónicas abandonaron posteriormente el castillo).

La noche del primer día de asedio la guarnición del castillo se vio reforzada por 33 soldados polacos, procedentes de la guarnición de Mijas, al mando del teniente Eustachy Chełmicki que fue quien dirigió aquellas incursiones, de cuyo resultado se produjo la captura, a las tropas británicas, de piezas completas de artillería y otros elementos también de artillería, neutralizando así buena parte de baterías de tierra que no pudieron ser utilizadas por los sitiadores, además de la captura del comandante británico Lord Blayney.

Al inicio de la batalla el castillo solo contaba con tres o cuatro piezas de artillería. Esta derrota del ejército hispano-británico estuvo condicionada, en parte, por la mala coordinación de las tropas de asalto y de desembarco con la armada británica situada frente a la costa, quienes disponían de superioridad numérica de artillería naval y mayor capacidad de fuego. Curiosamente tanto británicos, al desistir de la toma del castillo, como polacos cuando, por el desarrollo de la guerra, se vieron obligados a abandonarlo, ambos lo hicieron por mar. El primer día de la batalla se produjo en condiciones de lluvia intensa. La torre volada junto a los muros destruidos jamás se reconstruyeron. Con posterioridad los extremos de los muros que permanecieron en pie fueron unidos por la construcción de otro más endeble que actualmente se conserva, orientado hacia SO, conocido como «muro de aspilleras».

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Feb 2016 10:29

BATALLA DE GAMONAL O DE BURGOS

La batalla de Gamonal (también conocida como batalla de Burgos) fue una batalla librada en el pueblo de Gamonal, actual barrio de Burgos, el 10 de noviembre de 1808 entre las tropas de Napoleón y las españolas al mando del Conde de Belveder, saldándose con la derrota para las tropas españolas y dando paso al expolio de la ciudad de Burgos.

A Burgos llegó el general Murat el 13 de marzo de 1808 tratando de buscar la adhesión del vecindario. No lo consiguió y a finales de año hubo alborotos, bajo pretexto de la detención de un correo, y el intendente, marqués de la Granja, estuvo a punto de perecer a manos del pueblo amotinado.

El mariscal Bessières, que tenía asentado su cuartel general en Burgos, mandó salir, el 2 de junio de 1808, al general Merle con 6 batallones y 200 caballos para apaciguar la insurrección de Santander.

Merlé hubo de regresar para unirse al general Lasalle, que había partido de Burgos el 5 de junio de 1808, con 4 batallones y 709 caballos, hacia Valladolid.

Al quedar desguarnecida la ciudad llega el ejército de Extremadura, compuesto por 18.000 hombres, distribuidos en 3 divisiones, al mando del joven conde de Belveder, nombrado por la Junta Central para reemplazar a José Galluzo.
Ejército imperial

El mariscal Soult toma el mando del II cuerpo francés, tras el cese de Bessières, que pasa al mando de la caballería y sale al encuentro de Napoleón en el recorrido de Vitoria a Madrid.

Desde el 7 de noviembre de 1808 viene la 1ª división, la tarde del 9 llega la 2ª, quedando en Lerma la 3ª. En la ciudad y cercanías había 12.000 hombres, de los cuales 1200 eran de caballería.

Fiado Belveder en algunas favorables y leves escaramuzas, recomienda descanso a los oficiales de la 2ª división, considerando suficiente la 1ª para rechazar a los franceses, en caso de que atacaran. Ignoraba tanto la superioridad de sus adversarios como la endeblez de sus tropas.

A las 6 de la mañana del 10 de noviembre de 1808, el general Lasalle, con la caballería francesa, llegó a Villafría, a tres cuartos de legua de Gamonal, donde esperaba la 1ª división de Belveder, mandada por Fernando María de Alós. Como los franceses no disponían de infantería, retrocedieron hasta Rubena provocando la acción de la 1ª, que fue rechazada por Lasalle, obligando al repliegue hacia Gamonal.

El resto del ejército español acude y es derrotado, entrando mezclados los vencedores con los vencidos en la ciudad de Burgos. La caballería pesada de Bessières acuchilla a los soldados fugitivos y se apodera de la artillería. Si las pérdidas españolas fueron considerables, la dispersión y el desorden fueron las características más importantes.

Los vencedores entraron en la ciudad, se dedicaron al pillaje y se apoderaron de 2000 sacas de lana fina. Napoleón sentó en Burgos su cuartel general y el 12 de noviembre, revistadas las tropas, concede perdón general y amnistía a todos los españoles que en el plazo de un mes, a contar desde su entrada en Madrid, depusieran las armas y renunciasen a toda alianza y comunicación con los ingleses. Napoleón parte hacia Madrid, dejando a su hermano José en la ciudad.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Feb 2016 10:48

BATALLA DE GARCIA HERNANDEZ

El día anterior, el 22 de julio de 1812, en la batalla tan bien retratada en 1875 por la pluma de Benito Pérez Galdós, que españoles y franceses llaman "Batalla de los Arapiles", que los ingleses denominan "Battle of Salamanca", y quienes la vivieron llamaron "Batalla de Calvarrasa de Arriba", el ejército aliado al mando de Sir Arthur Wellesley, futuro 1er Duque de Wellington, había ganado una victoria decisiva sobre el ejército francés dirigido por el mariscal Auguste Marmont. La división de Foy fue la única unidad francesa que no participó en la batalla y por lo tanto actuó como retaguardia de la retirada francesa con el objetivo de frenar a las fuerzas británicas de persecución y con ellos posibilitar un repliegue ordenado de la fuerza principal. Por el lado británico, la brigada de caballería pesada de von Bock (Legión Alemana del Rey) tampoco participó el 22 ya que se encontraba en Pelabravo, 20 kilómetros al sudeste de Salamanca cubriendo el flanco izquierdo del ejército aliado.

En la llamada Batalla de García Hernández los dragones pesados alemanes al servicio de su Majestad Jorge III de Gran Bretaña y príncipe elector de Hanover, Alemania, lograron pasar a la historia de la caballería al romper tres cuadros enemigos y poner en un muy serio compromiso a su división de infantería, la que con apoyo de caballería debía proteger la retirada francesa.

Tras la victoria anglo-portuguesa de Los Arapiles el 22 de julio de 1812, el derrotado ejército francés se retiró del campo de batalla cubierto por la 1ra. división de infantería del general Maximilien Foy, la que prácticamente no estuvo involucrada de lleno en la batalla, habiendo quedado posicionada sobre el extremo del flanco derecho francés en Calvarrasa de Arriba. Atravesando el frondoso bosque de encinas se dirigió al sur del Arapil Grande, hacia Alba de Tormes con la intención de cruzar allí el largo puente medieval sobre el río Tormes y encaminarse por el camino que conduce a Peñaranda de Bracamonte, más allá, hacia Valladolid y Burgos.

Foy había recibido la orden del comandante de la 2da división de infantería, teniente general Bertrand Clauzel - quien por ser el tercero en antigüedad había quedado al mando de toda la fuerza del Ejército francés de Portugal tras que el mariscal del imperio, Auguste-Frédéric-Louis Viesse de Marmont y su segundo al mando, el general Jean Pierre François, conde de Bonet, habían sido heridos de gravedad por un proyectil de metralla al inicio de la batalla - de no abandonar la orilla del Tormes hasta las nueve de la mañana para proteger el repliegue de las tropas. Sin embargo, desde las 07:00 el general Jean-Baptiste Curto, jefe de toda la caballería ligera, quien lo flanqueaba por el Norte, lo alertó de que una caballería británica había sido divisada en las alturas entre Alba de Tormes y La Serna. Poco más tarde le informó que sus propios exploradores habían distinguido una fuerte columna británica que atravesaba el río por un vado (se trataba de la División de Infantería Ligera que lo había cruzado a la altura de Huerta). Como habían partido ya las unidades que debían precederle en la marcha y también la mayor parte de los soldados desbandados que no se habían unido todavía a sus cuerpos, y, temiendo que su retirada se viese amenazada, Foy adelantó su marcha. El movimiento a tal fin comenzó a las 08:00 y se efectuó como estaba previsto por la carretera de Peñaranda.

La fuerza de Foy estaba compuesta por su propia unidad, la 1ra. División de Infantería, integrada por las brigadas del general Jean Chemineau con los regimientos 6º ligero y 76º de línea con dos batallones cada uno (total 1.509 hombres) y la brigada del general François Desgraviers-Berthelot, muerto en la batalla del día anterior y ahora bajo el mando del coronel Ennemond Molard, con los regimientos 39º y 69º de línea, igualmente con dos batallones cada uno (total 2.128 hombres) y una batería de 6 cañones. La fuerza montada estaba integrada por la división de caballería ligera del general Jean-Baptiste Curto con 2 escuadrones del 3er Regimiento de Húsares, 2 escuadrones del 26º de chasseurs (cazadores), y un escuadrón del 28º de chasseurs. En total 521 jinetes incluidos los 37 oficiales al mando. Según las fuentes francesas (no lo mencionan las inglesas) también eran parte de la retaguardia montada, la División de Dragones del general Pierre Boyér con el 6º y 11º de dragones 1 , que tenía por misión proteger en su retaguardia a la artillería que, ya más adelantada al norte, mantenía su marcha por el camino de Peñaranda mientras que la infantería la seguía en paralelo a campo traviesa.

Tras su victoria, Wellesley había decidido realizar personalmente la persecución de los franceses llevando, junto a las divisiones de infantería 1ra y Ligera, que estaban bastante frescas, a la brigada de caballería ligera inglesa del general George Anson con solo dos escuadrones (otras fuentes indican tres), uno del 11º de dragones ligeros y el otro del 16º, en total unos 300 hombres (el resto de los escuadrones de estos regimientos más los del 12º habían sido destacados para escoltar la columna de franceses tomados prisioneros durante la Batalla de los Arapiles), y a la brigada de caballería pesada de von Bock con el 1º y 2º regimientos de dragones de la Legión Alemana del Rey con 3 escuadrones cada uno y un total de 771 hombres, la que no había participado en forma directa en la batalla ya que habían quedado como reserva en Pelabravo cubriendo el flanco izquierdo de Wellington para asegurar la retirada de la fuerza por si las cosas hubieran salido mal. Tanto von Bock como Anson recibieron –a horas de la victoria- la orden de disponer lo necesario para perseguir al enemigo al alba del día siguiente para lo cual Wellesley requirió que ambas brigadas cruzaran el río Tormes a la salida del sol. El general de brigada Georg von Bock (en realidad Baron Eberhardt Georg Otto Bock von Wülfingen) estaba interinamente al mando de toda la caballería británica en la península debido a que su titular, el teniente general Stapleton Cotton había sido herido, y su segundo el general de brigada John Le Marchand, muerto en la batalla del día anterior.

Esa misma noche el general irlandés había tenido una cita con un pintor aragonés al cual le había encomendado hacerle un retrato (la vanidad de Wellington no tenía límites y en el curso de su vida fueron innumerables los retratos que encargó de sí mismo a los más conspicuos artistas de la época). Ese pintor -un admirador del general- se llamaba Francisco José de Goya y Lucientes el que allí mismo hizo un boceto “de tiza roja sobre grafito” que sirvió de base de tres retratos al óleo del duque que Goya pintó después de la victoria de Los Arapiles. Wellington sirvió de modelo poco tiempo debido a los preparativos para el día siguiente lo que obligó a Goya a interrumpir la sesión. Volvieron a encontrarse días más tarde en Flores de Ávila donde el sexagenario y acaudalado genio de la pintura, viudo reciente, a quien apodaban "el sordo", pudo terminar su dibujo.

Al clarear el 23 de julio, mientras la brigada de von Bock, habiendo partido de Pelabravo había también cruzado el Tormes detrás de la infantería, la famosa División Ligera del general alemán Carl August von Alten a quien Wellington llamaba "el mejor de los hannoverianos" (3,500 hombres de los regimientos ingleses 43º, 52º y 95º "Rifles", y los portugueses 1º y 3º de cazadores) por los vados en Huerta, unos once kilómetros al norte de Alba de Tormes. Ambas fuerzas se dirigían hacia el sur para unirse a la fuerza de Wellesley sobre el margen del río Gamo, a la altura del pueblo de Garcihernández.

Wellington se había puesto al frente de la caballería de Anson con su escolta personal, el 1er escuadrón del 5º de Dragones de la Guardia Real2 . En la creencia de que el cruce por el puente de Alba de Tormes había sido bloqueado por un batallón español que se había hecho fuerte en el castillo fortificado, dirigió su búsqueda por un camino diferente. Sin embargo el general Carlos de España (de origen francés, su apellido era en realidad Carlos d'Espagnac), abyecto personaje conocido como "El Tigre de Cataluña" por su crueldad3 , había retirado la unidad sin informar a Wellington, lo que permitió a los franceses utilizar esa vía de escape. Vuelto sobre sus pasos el futuro duque utilizó para su persecución el mismo puente pero dado el lento cruce por parte de su infantería, el avance de la caballería se retrasó considerablemente, la que finalmente pudo ponerse en movimiento por el camino de Alba recién a eso de las nueve de la mañana. La infantería estaba integrada por la 1ra División de Infantería del teniente general John Hope, comandada en la ocasión por el general Henry Campbell (6,200 hombres). Tanto la Ligera de Alten como la de Campbell habían quedado en el flanco izquierdo de la fuerza británica durante la batalla. La segunda no habían tenido un rol preponderante en ella por lo que estaba relativamente intacta4 .

Mientras las fuerzas británicas terminaban de cruzar el puente los restos en retirada de las fuerzas francesas estaban ya próximos a la altura de García Hernández, con el objetivo de dirigirse desde allí a Valladolid y Burgos para unirse a la Armada del Norte. El pueblo hoy denominado Garcihernández se halla situado en un pequeño llano, atravesado de sudeste al noroeste por el riachuelo Gamo (llamado Caballero en las crónicas inglesas) y limitado al nordeste por una línea de colinas coronadas por una meseta: Los Altos de La Serna. La carretera de Alba a Peñaranda cruza la planicie en diagonal de sudoeste a noreste pasando a doscientos metros al sur del poblado antes cruzar el arroyo y subir por las citadas colinas. Estas terminan, en su otro extremo al norte del pueblo cayendo a plomo sobre el Gamo, con su extremidad occidental solo separada del río por un desfiladero el que recorre un sendero que conduce a Encinas de Abajo. El avance de la brigada de von Bock por ese lado se hizo muy lento debido a que por un lado en el tramo del valle que bordea el Tormes este era atravesado por muchos arroyos con innumerables bañados, y por el otro, porque el desfiladero con su camino tan angosto y pedregoso determinó que la columna de la infantería obligara a la caballería a marchar a paso de hombre.
El avistaje de la retaguardia francesa

En cabeza de la fuerza de Foy y en columna de batallón iba la segunda brigada, a las órdenes del general Chemineau, y a retaguardia marchaba la primera bajo el mando del coronel Molard. La caballería ligera de Curto cubría la línea de los infantes, los que caminaban entorpecidos en su avance por la multitud de heridos y rezagados que, en busca de refugio, se acumulaban en torno de ellos.

En el momento en que dichas tropas se disponían a subir la pendiente de la colina y cuando la retaguardia del coronel Molard estaba aún franqueando el vado del riachuelo (muchos hombres se detuvieron a la vera del arroyo a beber y algunos otros se dirigían al pueblo con el objeto de conseguir comida), hicieron su aparición los dragones de George Anson los que hacía una hora habían dejado a tras a la infantería y ahora se acercaban formados en columnas cerradas hacia el Noroeste por la orilla derecha del Gamo. Viendo el peligro Foy ordenó inmediatamente a su infantería y artillería apresurarse para ganar las alturas de los cerros mientras la caballería cubría sus movimientos. Los del 76º de la brigada de Molard, viendo que no llegarían a subir a la meseta, se habían formado ya en dos cuadros mientras que los dos del 6º, continuaron marchando en columna, tratando cortar camino trepando la colina con el objetivo de alcanzar el resto de la fuerza y ponerse a resguardo de la caballería alemana. Los restantes regimientos, el 39º y el 69º de Chemineau que iban adelante creyéndose cubiertos por su caballería siguieron su curso por el camino hacia Peñaranda subiendo la cuesta aunque viendo el desenlace de los acontecimientos pronto formaron también en cuadros. A Boyér Foy le había ordenado que dispusiera su caballería sobre el camino de Peñaranda al costado del pueblo con el objeto de bloquear el acceso al puente y contener el avance de los jinetes ingleses de Anson.

Wellington que marchaba a la cabeza de la columna de Anson le ordenó a éste atacar sin demora a los dragones de Boyer, mientras procuraba acelerar la marcha de la brigada de von Bock, que venía retrasada por las dificultades del camino que había tomado remontando la orilla derecha del Gamo. De este modo, la cabeza de la columna de von Bock no desembocó en el llano hasta el momento en que los escuadrones de Anson, después de franquear el riachuelo, se disponían a enfrentar a los dragones de Boyer, que sin esperar el choque huyeron en dirección Peñaranda. En el llano no quedaban ya más tropas imperiales que la brigada Molard, cuyo flanco meridional se hallaba al descubierto por la huida de los dragones susodichos. Los hombre de Anson cruzaron el puente y formaron en línea frente a la caballería de Curto que habiendo hecho lo mismo cortaba el camino sobre la base de la pendiente para cubrir el flanco septentrional de los infantes. Wellington ordenó a Anson que iniciara el ataque con sus dragones para expulsarlos. Mientras tanto los dos regimientos de dragones pesados de la brigada de von Bock habían salido del desfiladero y debido a lo angosto de la planicie ya estaban formando en echelones (escalones) dispuestos también a dar batalla a la caballería de Curto.

En ese momento llegaba a la formación de von Bock el teniente coronel de artillería John May que circunstancialmente había acompañado en el operativo a Wellington con el mensaje de éste de que se apurara la carga contra la caballería de Curto 5 . Consecuentemente von Bock ordenó al teniente coronel Johann von Bülow, comandante del 1º de Dragones iniciar la carga. Cuando los hombres a Anson estaban a punto de iniciar la suya, llegaba ya al galope el primer escuadrón del 1º al mando del capitán Hans Heinrich von Hattdorf con la plana mayor de la brigada, incluido el general von Bock, el coronel May y el teniente coronel von Bülow arremetiendo contra los chasseurs franceses sin esperar que lo hicieran los jinetes de Anson.

Los franceses de Curto viendo la determinación y el número de la fuerza que venía en ayuda de quien tenían enfrente, dieron media vuelta y se alejaron dejando a su merced a sus camaradas de la infantería. En su persecución el 1er escuadrón del 1º de la KGL fue alcanzado por los disparos que desde su flanco izquierdo le llovieron sorpresivamente de la infantería enemiga a la que no habían visto, cayendo heridos varios caballos y jinetes, incluido el teniente coronel May, por lo que se abandonó la persecución de los chasseurs.

Entre tanto el capitán Gustav von der Decken al mando del 3er escuadrón, el del ala izquierda del 1º de dragones de la KGL, viendo que cualquier avance contra la caballería enemiga sería muy peligroso con los cuadros franceses disparándoles desde tan corta distancia, resolvió por su propia iniciativa atacar con su solo escuadrón el cuadro del 76º de línea francés que se hallaban más próximo y a menos de 30 pasos del lugar donde deberían pasar. A pesar de recibir una descarga desde una distancia tan corta las bajas fueron pocas. Una segunda mucho más devastadora alcanzó al escuadrón cuando ya se hallaba a solo unos 12 metros del enemigo.

Irónicamente lo que en principio debía ser algo muy perjudicial para los alemanes se convirtió por una casualidad en el inicio de la destrucción de los franceses. El mismo von der Decken, que había sido herido en la rodilla durante la primera descarga recibida, se las había arreglado para mantenerse sobre su silla de montar, aunque luego la segunda lo hirió nuevamente y en forma grave (tras el combate fue evacuado a Salamanca donde falleció el 16 de septiembre producto de su herida). También el teniente Voss cayó heridos de muerte por cuatro impactos de bala junto a otros jinetes, entre ellos el dragón Post cuya cabalgadura recibió un disparo fortuito y en lugar de desplomarse al instante siguió herido de muerte en su desesperada carrera arrastrando consigo al infortunado dragón para finalmente caer violentamente sobre una esquina del cuadro francés, llevando por delante todo lo que encontró en su caída. El resultado fue un hueco correspondiente al espacio ocupado por ocho infantes, brecha que inmediatamente fue aprovechada por el capitán Friedrich von Uslar-Gleichen, segundo al mando y que se había hecho cargo del escuadrón, para –alentando a sus hombres- penetrar y cargar con sus temibles espadas largas y de hoja recta desde adentro del cuadro mismo, a espalda de los sorprendidos infantes franceses, convirtiendo todo el cuadro en un caos y amasijo de hombres muertos y heridos. En esa ocasión el dragón Grobe derribó de un sablazo al comandante de la brigada, el coronel Molard, quien cayó de su cabalgadura dejando sin comando a su tropa, la que ya totalmente desmoralizada tiró sus armas y levantó los brazos en señal de rendición. El valiente Molard falleció 12 días después a consecuencia de su herida.

Viendo la dantesca escena y sin meditarlo un solo segundo, el Rittmeister (capitán de la caballería) August von Reizenstein, al mando del 2do escuadrón del 1º, que también se había visto obstaculizado en su avance por las características del terreno, cargó contra el segundo cuadro del 76º francés, el que se encontraba algo más arriba en la ladera, siendo recibido también por una nutrida salva que hirió de muerte al teniente Carl von Heugel y de gravedad al corneta Carl Tappe. Sin embargo la fuerza de ánimo y la moral de los franceses ya estaba muy quebrada por la masacre sufrida por sus camaradas, por lo que varios infantes hicieron lo peor que podían haber hecho: comenzaron a emprender la fuga rompiendo así el cuadro -única posibilidad de protección- con lo cual éste sufrió las mismas consecuencias del primero. Los infantes diseminados de ambos cuadros rápidamente intentaron formar un tercero al ver que en su ayuda venía al galope el único escuadrón francés que no había huido. Se trataba del único escuadrón del 28º de chasseurs que integraba la brigada de Curto. Contra este arremetió sin embargo el capitán Carl von Marschalck del 3er escuadrón del 2º regimiento de dragones de la KGL, seguido por su camarada el teniente Johannes Fumetty a cargo de la mitad del 2º escuadrón (se trataba de la 6ª compañía) también del 2º regimiento.

En tanto los dos batallones de infantería ligera franceses del 6º que estaban intentando a paso redoblado alcanzar las alturas de la ladera sobre el lado izquierdo del camino a Peñaranda de Bracamonte, fueron arremetidos ahora por el escuadrón de von Reitzenstein, quien encaró con sus hombres al batallón más retrasado, todavía a cierta distancia de la cresta. Mientras los franceses se esforzaban por llegar a lo alto, buscando la seguridad, los hombres de las dos compañías que iban a la retaguardia, comandadas por un capitán de apellido Philippe, se dieron media vuelta e hicieron fuego contra los dragones alemanes, los que sin darse por aludidos los alcanzaron repartieron tajos a diestra y siniestra entre ellos.

Intuyendo que no llegarían a la cima para cubrirse, los franceses formaron un cuadro muy precario que desde luego no aguantó la carga disolviéndose en un instante. Cientos de ellos tiraron sus mosquetes y solo unos cincuenta lograron huir alcanzando la protección de los cuatro batallones del 39º y 69º de Línea que ya estaban formados en la cresta de la colina en dos cuadros. El 69º, en cuyo seno se hallaba Chemineau (Foy se hallaba en el del 39º), fue atacado por los dos escuadrones del 2º de Dragones los que recibieron una furiosa descarga, producto de la cual cayó muerto el capitán von Uslar-Gleichen y fue malherido el teniente Fumetty el que solo pudo salvarse de ser tomado prisionero gracias a la valerosa acción del sargento Schmahlfeld quien lo rescató. Los jinetes aliados buscaron entonces una presa más fácil y siguieron adelante, más allá de la infantería de Foy, repartiendo sablazos a un buen número de rezagados y heridos y al rebaño de la escolta de civiles de la división, hasta tropezar con el cuadro formado por el batallón de cola de la 8va división, que no se dejó tampoco romper. La caballería aliada, cuyas monturas estaban agotadas, hubo finalmente de renunciar, por tanto a su empresa persecutoria y se retiró a sus posiciones de partida.

Así terminó el combate de García Hernández, señalado por la brillante carga de la caballería pesada de los alemanes de Hannover, los que, al lograr romper tres cuadros de infantería francesa, consiguieron un éxito resonante en el curso de la Guerra de Independencia española.

Cuando ya el enfrentamiento sobre la meseta había terminado, llegó al lugar de la acción la división de infantería ligera de von Alten, que formaba la cabeza de la columna de infantería británica. Wellington le encomendó que enviara al 95º “Rifles” a la cumbre de la meseta en las colinas que dominan el pueblo de García Hernández, para dar apoyo a los dragones alemanes; pero éstos habían puesto fin a sus ataques y ya se encontraban descendiendo al llano. Foy se aprovechó del receso de su enemigo para poner en marcha lo que quedaba de su fuerza. Ya no era tiempo pare que los infantes aliados le siguieran, y solo la caballería de Anson estaba en condiciones de acosarla, con la única intención de hostigar su retaguardia. Ésta no había recorrido dos kilómetros, cuando se vio reforzada por el contingente del Ejército del Norte, que a las órdenes del general de brigada François Pierre Chauvel, acudía en su auxilio desde Burgos. Se trataba solamente de 900 jinetes (húsares y cazadores). Pero llegaban plenos de ardor y disciplina, por no haber tomado parte en los desdichados combates que habían minado el valor combativo de sus camaradas en Los Arapiles y García Hernández. Aquella fuerza formó en seguida a la cola de la columna manteniendo a raya los intentos ofensivos de la caballería aliada.

Por Coca de Alba y Nava de Sotrobal, el grueso del ejército derrotado alcanzó, primero Peñaranda de Bracamonte, y después, Flores de Ávila, pueblo a la vera del cual vivaqueó la mayoría de las tropas de dicho ejército durante la noche del 23 al 24 de julio de 1812. Únicamente la vanguardia, con el Mariscal, los equipajes, el tren de artillería y las carretas de heridos continuaron hasta Arévalo. Por su parte, el ejército aliado renunció a toda persecución activa, y sus unidades de infantería no pasaron más allá del río Almar, cerca de una legua al oeste de Peñaranda.

A mediodía del 23, el Duque de Ragusa y, por consiguiente, el general Clauzel que lo reemplazaba, recibieron la carta del Rey José Bonaparte fechada el 21, anunciándole la marcha en su socorro del Ejército del Centro. De todos los mensajeros portadores de ejemplares de tal mensaje, solo uno llegó a su destino; los restantes renunciaron tal vez a cumplir su misión o fueron detenidos y probablemente asesinados por los guerrilleros.

Por su parte Wellington aprovechó el interregno para esperar el arribo del resto de su infantería antes de reiniciar la persecución. Finalmente al llegar a Flores de Ávila, en conocimiento de que el derrotado Ejército de Portugal francés estaba por unirse al Ejército del Norte, en conjunto una fuerza muy superior, decidió dar por finalizado el operativo de persecución. La campaña de Salamanca había concluido y Goya lo estaba esperando en Flores de Ávila ya desalojado por los franceses. El óleo terminado que muestra al general con el uniforme rojo y la cruz de la medalla peninsular, le fue entregado por el artista durante la corta estancia del irlandés en Madrid (del 12 de agosto al 1º de septiembre). El general –regocijado porque había recibido la noticia de que el rey George III le habían otorgado el título Earl (marqués)– quedó tan satisfecho que en 1814 le encargó dos retrato más. En realidad el nombramiento no lo había hecho el rey sino su hijo primogénito, el príncipe de Gales y futuro rey Jorge IV, quien asumió la regencia a fines de 1810 dado el estado de su padre quien a los 72 años no solo estaba ya ciego por las cataratas y con un fuerte reumatismo sino totalmente senil (fuera de sus cabales, se hallaba recluido en el palacio Windsor)

Vale la pena remarcar que toda la acción se desarrolló en tan solo unos cuarenta minutos, pero en ese corto período de tiempo ocurrió uno los ataques más famosos de las guerras napoleónicas, en la que una fuerza de caballería logró romper y destruir tres cuadros enemigos infligiéndoles 200 bajas (entre ellos el general Molard) y la pérdida de 1.400 hombres tomados prisioneros.

De los 770 dragones de la KGL que participaron en la acción, se produjeron 127 bajas (6 oficiales y 121 suboficiales y dragones) entre muertos y heridos de los cuales 51 murieron en el enfrentamiento y una gran cantidad luego en el hospital de Salamanca a causa de sus heridas. También se perdieron 140 caballos. Ambos regimientos quedaron tan reducidos que al día siguiente cada uno de ellos debió formar con solo dos en lugar de tres escuadrones.

Respecto de la intervención de los dragones de la KGL y la destrucción de los tres cuadros de defensa, Wellington escribiría en su informe oficial "Nunca antes he sido testigo de una carga más valiente que la que hizo contra la infantería del enemigo la brigada de caballería pesada de la King’s German Legion bajo el mando del general de brigada von Bock, la que resultó totalmente exitosa, con todo el cuerpo de infantería -tres batallones de la 1ª división enemiga- hechos prisioneros"6 . Por su parte, el propio general Foy, haciendo honor a sus valientes enemigos sostendría después de la batalla "La carga realizada por el hannoveriano Bock a la cabeza de la brigada pesada de la legión alemana que hemos visto personalmente el día después de la batalla de Los Arapiles, ha sido la más audaz de toda la guerra de España".

En el gobierno británico la batalla de García Hernández causó tal impresión que decretó por una ley aprobada por el parlamento en mismo año de 1812 que todos los oficiales de la KGL que hasta entonces habían servido como temporarios, fueran admitidos como personal permanente, en similares condiciones a las de sus camaradas británicos, siéndoles reconocida no solo la antigüedad desde el comienzo de sus servicio en la Legión sino también el derecho a pensión o media paga por parte del gobierno británico .

La derrota en los Arapiles el 22 de julio tuvo desastrosas consecuencias para la estrategia de Napoleón en la Península Ibérica: los franceses se vieron privados de las bases y los arsenales que necesitaban para llevar a cabo una nueva invasión de Portugal, el rey José I tuvo que abandonar Madrid –hacia donde avanzaba el victorioso ejército de Wellington– y no hubo más remedio que evacuar Andalucía y levantar el sitio de Cádiz, donde se refugiaba el gobierno legítimo de España.

El encargado de llevarle las malas noticias al emperador fue el capitán Fabvier, que cabalgó durante treinta y dos días hasta alcanzar el cuartel general imperial, en ese momento en tierras rusas. Napoleón no prestó demasiada atención a lo ocurrido en Salamanca, pues estaba más preocupado por hacer una entrada triunfal en Moscú. Más tarde se daría cuenta de su error, puesto que, en cierto modo, la Batalla de los Arapiles había significado el principio del fin de su Imperio.

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Feb 2016 20:36

LOS SITIOS DE GERONA

Pongámonos en contexto. Madrid se ha levantado contra los franceses el 2 de mayo. Napoleón se ha encontrado con algo insólito: un pueblo que, aun sin rey, se organiza sobre la base de sus viejas instituciones y se alza en armas para defender la patria y la religión. Por todas partes surgen las Juntas. Los franceses son derrotados en el Bruc y en Bailén, fracasan en los asedios de Zaragoza y Valencia. En tal tesitura, temen perder la comunicación con Francia, comunicación que pasaba, entre otros lugares, por Cataluña, y concretamente por Gerona. La situación en Cataluña era difícil. Un fuerte contingente francés se había asentado en Barcelona y creía controlar la región. Pero en Gerona también los españoles se levantan. En junio de 1808 se constituye una Junta, animada sobre todo por el pueblo llano y los clérigos; pese al recelo de la burguesía local, la Junta se convierte en el verdadero poder y declara la guerra a los franceses.

¿Y estaba Gerona en condiciones de hacer tal cosa? En realidad, era una locura. Estamos hablando de una ciudad pequeña, de unos 10.000 habitantes y castigada por la crisis del trigo. Militarmente era muy débil: con un marino como gobernador, Julián de Bolívar, tenía una guarnición de tan sólo 300 soldados del Regimiento de Ultonia, al mando de dos oficiales de ascendencia irlandesa: O’Daly y O’Donovan. Ante el estado de guerra, la Junta organizó dos tercios de miqueletes, milicias populares como los somatenes. También acudieron marineros de Sant Feliu de Guixols para atender unas pocas piezas de artillería, en unas murallas arrumbadas por el tiempo y reducidas a su mínima expresión.

Tres asedios

De manera que Gerona era muy poca cosa, pero para los franceses era vital: necesitaban controlarla para asegurar las comunicaciones con Francia. Así que el jefe napoleónico en Barcelona, Duhesme, que se ha enterado de la sublevación, corre a sofocarla. Es el 20 de junio. Se presenta en Gerona con 5.000 hombres y ocho cañones. Insta a los gerundenses a rendir la plaza. Los gerundenses dicen que no. Duhesme se lanza al asalto. Y aquí, como en Valencia o en Zaragoza, los franceses fracasan: después de tres asaltos, la ciudad resiste. El francés resuelve volver a Barcelona para reunir más tropas. Será un calvario: por el camino, partidas de somatenes y soldados le infligen graves bajas. Los gerundenses han superado este primer asedio. Devotos, atribuyen su victoria a la protección de San Narciso, que es nombrado jefe militar de la ciudad.

Los franceses vuelven, como era de esperar. Será un mes después, el 20 de julio. Duhesme trae ahora más cañones; plantea un largo asedio en toda regla. Pero las defensas de Gerona han aumentado. Primero llegan tres batallones españoles. Rápidamente empiezan a concentrarse columnas de somatenes con dos grandes guerrilleros: Juan Clarós y Miláns del Bosch. Y los refuerzos consiguen su objetivo: después de un mes de asedio, el 20 de agosto los franceses tienen que abandonar nuevamente, y esta vez con pérdidas aún más cuantiosas.

Habrá un tercer asedio. Será el definitivo. Y será también uno de los más tremendos de la guerra de la independencia. Por parte francesa, penetra un gran ejército -18.000 hombres- con el objetivo de asegurar el control sobre Cataluña y, muy principalmente, acabar con la resistencia de Gerona. Pero a Gerona ha llegado alguien muy importante: el general Álvarez de Castro, un militar experto, de sesenta años; un hombre que se había negado a entregar a los franceses el castillo de Montjuich, que se había lanzado al combate y que llegaba a Gerona con el propósito de apurar la resistencia. El 1 de abril de 1809, nuestro general publica un bando resolutivo: se resistirá hasta la muerte. Y quien piense en pasarse al enemigo, será ejecutado sin piedad.

Los franceses se lanzan al ataque. Ocupan las posiciones elevadas en torno a Gerona. Desde allí quieren bombardear la ciudad durante el tiempo que sea preciso. Envían un emisario a Álvarez de Castro para instarle a la rendición. El español no la acepta. El asedio será brutal. La artillería francesa cañonea sin cesar los muros de Gerona, sus casas, sus calles. Ya no se trata simplemente de amedrentar a la población, sino que es una estrategia deliberada de aniquilación de la ciudad, hasta su última piedra. Los gerundeses, sin embargo, no se rinden. Al revés, aceptan vivir entre las bombas como quien oye llover.

Es casi increíble, pero esa situación va a prolongarse durante siete meses. Los franceses siguen acercándose, siguen bombardeando, pero Gerona no cae. A sus exiguas fuerzas –unos 5.600 hombres-, Álvarez de Castro ha añadido a la población civil. Primero se crea la Cruzada Gerundense –un nombre que dice mucho sobre el carácter que los españoles dieron a aquella guerra. La Cruzada constituyó ocho compañías clasificadas por oficios: clérigos seculares, clérigos regulares, estudiantes, artesanos, gente de posición, constructores, etc. Todos defienden: hombres, niños, ancianos, mujeres… sobre todo las mujeres. Tanto se distinguen las mujeres de Gerona en la resistencia, que Álvarez de Castro decide encuadrarlas también militarmente y otorgarles los mismos derechos que a los soldados. Así nace a finales de junio la Compañía de Santa Bárbara, que usaba como distintivo un lazo rojo en el brazo. Esta es la orden del general:

“Habiendo entendido el espíritu, valor y patriotismo de las Señoras Mujeres Gerundenses, que en todas las épocas han acreditado, y muy particularmente en los sitios que ha sufrido esta Ciudad, y en el riguroso que actualmente le ha puesto el enemigo; deseando hacer público su heroísmo y que con más acierto y bien general puedan dedicar y emplear su bizarro valor en todo aquello que pueda ser de beneficio común á la Patria, y muy particularmente de los nobles guerreros defensores de ella, y que a su tiempo tenga noticia circunstanciada S. M. del inaudito valor, y entusiasmo de las Señores Mujeres Gerundenses, (…) Ha venido S. E. en disponer y mandar que se forme una compañía de doscientas Mujeres sin distinción de clases, jóvenes, robustas, y de espíritu varonil para que sean empleadas en socorro, y asistencia de los soldados, y gente armada (…) La Compañía de Señoras Mujeres Gerundenses tendrá la denominación de Compañía de Santa Bárbara”.

La estrategia de la boa

Los españoles conseguirán hacer llegar víveres y municiones a los sitiados, pero ninguna ayuda podrá romper la tenaza francesa. El 19 de septiembre lanzan los de Napoleón su gran ataque: cañoneo brutal, murallas rotas, franceses que entran por las grandes brechas… Se combate cuerpo a cuerpo. Y pronto, el milagro: los gerundenses logran detener el asalto. Para los franceses resultaba incomprensible. Tanto que, directamente, optaron por no volver a intentarlo: a partir de ese momento, la estrategia francesa se limitará a estrechar el cerco a fuerza de artillería, como una boa asfixia a su presa. Eso será lo que acabe con Gerona.

El 10 de noviembre llega una carta del mando español: no va a ser posible prestar auxilio a la plaza. Gerona está abandonada a su suerte. Cuando llega el invierno, la situación es insostenible: los edificios, arruinados; los supervivientes, sin techo ni víveres ni medicinas; las defensas, quebradas. La descomposición de los cadáveres expande graves enfermedades. El propio Álvarez de Castro enferma. La Junta designa a Bolívar para que tome el mando. Poco le queda por hacer.

Son las siete de la tarde del 10 de diciembre de 1809. Ha caído la noche. Los sitiados, al límite de sus fuerzas, optan por capitular. Aún así, ponen sus condiciones. Los sitiados no son bandoleros ni rebeldes. Son un ejército, incluida la población civil movilizada. Como militares, exigen al ejército vencedor un trato conforme a los usos tradicionales de la guerra. Los franceses serán respetuosos, pero sólo a medias. En Gerona ya no había nada que saquear. Pusieron un especial celo en atrapar al general Álvarez de Castro; no les costó mucho, postrado como se hallaba. Al general le espera un calvario: enfermo y deshecho, será llevado de una cárcel a otra hasta terminar en el castillo de Figueras, donde muere el 22 de enero de 1810.

Después, los franceses intentarán ganarse a la población imponiendo un régimen catalanista, bajo inspiración del afrancesado Tomás Puig. Será sólo un cebo, porque toda Cataluña es de hecho anexionada a Francia en 1812 y sometida al típico esquema centralista francés. El pueblo, por su parte, nunca aceptará el sometimiento. Cuando los franceses sean vencidos y abandonen la ciudad, ya en 1814, muy pocos afrancesados les seguirán. Y por el contrario, Gerona, la Gerona española, pasará a nuestra historia como un ejemplo insuperable de abnegación y de patriotismo. Entre otras cosas, sus muros fueron uno de los primeros lugares donde ondeó la enseña rojigualda como bandera de España. Esa bandera de Gerona está hoy en el Museo del Ejército. Y esa fue la verdadera historia de la Gerona española, de la Cataluña española.

LUCHARON POR Y EN DEFENSA DE ESPAÑA, GLORIA A TODOS ELLOS

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Re: HISTORIA DE MILITARES Y GUERREROS DE ESPAÑA

Mensajepor Brasilla » 06 Feb 2016 20:44

BATALLA DE GEVORA (Badajoz)

La posición estratégica de la fortaleza de Badajoz, ha ocasionado frecuentes enfrentamientos armados, relacionados tanto con la posesión de la plaza, cómo con el control de la zona para el abastecimiento y paso de los diferentes ejércitos que operaban en la península, durantes las múltiples enfrentamientos celebrados a lo largo de la historia. Esta batalla, que tuvo lugar a las puertas de su fortificación abaluartada, fue uno de los ejemplos más significativos.

Algunos historiadores la citan como batalla de Santa Engracia, ya que transcurrió en parte en unas alturas situadas entre el fuerte de San Cristóbal y el río Gévora.

Como antecedente de la misma, cabe destacar que el mariscal Soult había puesto cerco a Badajoz, cuya conquista era imprescindible para proteger la retaguardia francesa y continuar atacando desde Torres Vedras, la capital de Portugal. En auxilio de Badajoz y con el fin de evitar la pérdida de la plaza, el Duque de Wellington encargó al Marqués de la Romana (Capitán GeneralPedro Caro y Surera) el mando de una fuerza 8.000 infantes españoles y 1.200 hombres de la caballería portuguesa, para que con instrucciones precisas contribuyeran a la ruptura del cerco de Badajoz.

Unos días después de este acuerdo fallece repentinamente D. Pedro Caro, asignándose la responsabilidad de la operación al Marqués de Mendizábal, que rompiendo el cerco de la ciudad se estableció en las alturas de Santa Engracia, al amparo del fuerte de San Cristóbal y la confluencia del río Gévora con el Guadiana. Sin embargo no adoptó las precauciones necesarias, ni siguió las instrucciones de Wellington.

Soult sorprendido por el atrevido movimiento de estas fuerzas y preocupado por el éxito de su misión, observó minuciosamente el comportamiento de este cuerpo de ejército acampado en las inmediaciones de Badajoz. Primero bombardeó intensamente el campamento de Mendizábal, que hubo de retirarse de las cercanías del fuerte y evitar ser blanco de artillería francesa.

En estas condiciones, Soult ordenó que desde Mérida su caballería acudiera con rapidez al lugar al mando de Latour-Maubourg con 3.000 efectivos, para situarla al flanco izquierdo de Mendizábal, una vez vadeado el Gévora, siempre con sumo sigilo y ante la despreocupación del mando español. El campamento aliado se vio envuelto y atacado por la caballería, al mismo tiempo que el mariscal Mortier ordenó a Girad avanzar con la infantería tras cruzar el Gévora.

La caballería Portuguesa sin el apoyo suficiente huyó hacia Elvas, quedándose desamparado y rodeado Mendizábal que formando dos cuadros, intentó resistir en vano la acometida francesa. En una hora cayeron, entre muertos y heridos, 800 españoles (entre ellos murió el brigadier de Gabriel) y 400 franceses. Las fuerzas de Soult hicieron 4.000 prisioneros, apoderándose de numerosas piezas de artillería y variado armamento. En la confusión de la batalla, solamente escasos efectivos consiguieron llegar al abrigo de la fortificación al frente de Mendizábal.

Esta batalla tuvo dos consecuencias muy graves. Una de ellas fue la pérdida de la plaza de Badajoz, tras la muerte del general Menacho. Otra, no menos importante, la práctica desaparición del único ejército operativo de Extremadura.

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