Uno de ellos, fue el llamado “incidente del equinoccio de otoño”.
Septiembre de 1983. La guerra fría se ha vuelto bien caliente en agosto. Ese mes, un SU-21 Flagon ha derribado a un Boeing 747 surcoreano, matando a los 269 civiles a bordo.
Los soviéticos están muy nerviosos ante la brutal respuesta diplomática, no solamente occidental, y de hecho la KGB avisa a sus agentes para que se preparen “para lo peor”, es decir, una guerra posiblemente nuclear. La OTAN inicia las maniobras Able Archer III, en las que como novedad, se incluye el lanzamiento simulado de los temibles IRBM Pershing II. La paranoia rusa, ya de por sí alta (entendible si un tal Adolf Hitler te invade, un día, sin aviso y te deja el país hecho unos zorros), se disparó a altísimas cotas.
Y en estas, el 26 de septiembre de 1983, al Tte Col Stanislav Petrov tiene guardia en el bunker de mando supersecreto de la inteligencia soviética, Serpujov-15. Su misión: monitorizar la información que el aún más secreto y modernísimo sistema de satélites OKO proporcionaría en caso de un lanzamiento de misiles balísticos. Vamos, el trabajo más aburrido del mundo desde 1963…
Pero ese día, el satélite informa del lanzamiento de un misil desde CONUS (Continental United States). ¿Un Minuteman III o uno de los nuevos y terroríficos MX, frente a los cuales los publicitados misiles ABM Galosh, ya no tienen siquiera una oportunidad basada en la suerte?
Stanislav, sigue bebiendo su café y se enciende un cigarrillo. 20 minutos de vuelo de ese misil hasta impacto…pero el sistema informa de otros CUATRO lanzamientos más…sus subordinados le miran con angustia, uno de ellos descuelga el teléfono para que el teniente coronel avise al general Votintsev, su mando superior. Stanislav, les mira con fastidio, se enciende otro cigarrillo y se sirve otro café. Él sabe que el sistema es pura basura, que está fatal programado, y que no para de dar sustos…
10 minutos después los misiles desaparecen…falsa alarma. La razón: una conjunción increíble, debida al equinoccio, de la tierra, el sol y la posición de OKO. Y entonces, es cuando se desencadena la III guerra mundial…¡en el bunker de mando!
El general entra en cólera, pues el deber de Petrov era avisarle. Esa decisión no le correspondía a él. Y además, el escándalo: el supersistema de detección y defensa de la URSS ante ataques nucleares por sorpresa, es una bazofia, y falla más que una escopeta de feria.
La solución es sencilla, según el comunismo: Stanislav se las carga. Se le degrada, se le traslada a un oscuro y tranquilo puesto administrativo…y aquí no ha pasado nada, nada…
La verdad sale a la luz, años más tarde cuando el general Yuri Votintsev publica sus memorias, y cuenta el incidente, arrepentido, de haber usado a Petrov como cabeza de turco.
Hoy en día, Stanislav es un tranquilo jubilado en Fryazino, Rusia. Y desde la publicación del incidente ha sido varias veces homenajeado, incluso en la ONU. Incluso se ha hecho un documental sobre él, titulado: The red button& the man who saved the world”.
Preguntado por el porqué tomo esa decisión, su respuesta fue de lo más contundente: “la gente NO inicia guerras termonucleares con sólo cinco misiles…”. Aunque la mejor respuesta se la dio a su esposa, cuando acudió con él al homenaje de la ONU en Nueva Cork, en 2006. “pero Stan, ¿qué hiciste para merecer todo esto?” “nada cariño, la verdad es que no hice NADA”.
Stanislav, recibe un homenaje más aquí, en este foro.
