Cuando vemos una detención policial en la televisión solemos ver a un delincuente siendo reducido tras recibir el aviso de un agente, o por lo menos después de ser encañonado. Pero, ¿y si el delincuente no atiende a razones? ¿y si busca provocar su muerte?
La pasada semana pudimos ver un impactante vídeo en el que un agente de Ohio (EEUU) se somete a un forcejeo con el sospechoso que llevaba en su coche, cuando de repente este se escabulle y le amenaza con un cuchillo, gritando repetidas veces "¡mátame!".
Lejos de acobardarse, el agente demuestra temple y consigue reducir al agresor disparándole en la pierna. Sin embargo, el atacante insiste, levantándose una y otra vez para avanzar hacia el agente, que da aviso rápidamente a sus compañeros. Finalmente, entre continuos gritos, el agresor se desploma en la carretera, siendo posteriormente detenido.
Es una muestra más de las dificultades del oficio policial y de los continuos riesgos a los que se ven sometidos.