El objetivo de la defensa personal es, en primera instancia, sobrevivir y escapar. Por muy bien entrenados que creamos estar, si nos quedamos a luchar o pretendemos reducir y controlar a un agresor, cada segundo aumentará exponencialmente las posibilidades de ser golpeado o herido gravemente. Es fundamental solucionar las situaciones en el primer segundo. Por este motivo, las técnicas de defensa deben ser directas, sencillas y efectivas, usando las partes más duras de nuestro cuerpo como arma, especialmente en la defensa personal de las mujeres.
A continuación, vamos a reproducir las imágenes de una serie técnica en la que simulamos una posible agresión a una fémina:
Imaginémonos que un individuo agrede a una chica agarrándola por la ropa, empujándola contra la pared y amenazándola con el puño en alto (ver Foto 1).
Foto 1 de esta serie técnica.
Cuando el hombre lance el puño, la mujer efectuará una presión brusca en la parte lateral del brazo de su asaltante, más o menos a la altura del codo. Este gesto debe realizarse a la vez que sale lateralmente de la trayectoria del puño (Foto 2).
Foto 2 de esta serie técnica.
La presión ejercida junto a la salida lateral hará que el agresor falle el golpe y estrelle su puño en la pared de atrás (Foto 3). En la imagen número 4 podemos ver la misma situación desde otro ángulo.
Una vez el agresor ha fallado su golpe, la mujer amenazada aprovechará ese instante para golpear con su rodilla en la cara de su agresor. También podría usar otro golpe en función del ángulo y la reacción del hombre, aunque lo que sí es importante es que preferentemente se empleen los codos, las rodillas o la cabeza para efectuar estos golpes defensivos (Foto 5).
En la última imagen (Foto 6), vemos cómo cuando el agresor cae, la mujer le golpea con el codo. Podría usar nuevamente la rodilla, o cualquier otro golpe en función de cómo se mueva el asaltante en el momento de recibir primer golpe. La idea es golpear al agresor un par de veces y huir del lugar para salvarse.